Capítulo VIII. Comer y nutrirse Reflexiones sobre la seguridad alimentaria en El Guaviare
Eat and nutriment. reviewing food security in the guaviare
p. 203-229
Résumés
La seguridad alimentaria de las poblaciones vulnerables es una preocupación creciente en el mundo actual ya que el número de personas que no logran acceder a alimentos es cada vez mayor. Por esta razón, los objetivos de desarrollo sostenible basados en la necesidad de imaginar un futuro mejor plantean unas metas para transformar el mundo en el cual vivimos. Por ello, entender, tanto las políticas públicas como las realidades de la alimentación, es clave para afrontar el problema de la alimentación. En este contexto, la investigación se desarrolló en el departamento del Guaviare (Colombia), una región marcada por la explotación ecológica y la violencia. Se implementó un estudio en antropología de la alimentación de corte etnográfico, cuyo objetivo general fue entender la narrativa de la seguridad alimentaria, su significado y su integración en el sistema gastronómico local del departamento. Los resultados plantean un debate, en primer lugar, alrededor de las disonancias entre el sistema de pensamiento nutricionista y los imaginarios sociales de la población frente a lo que es comer y alimentarse bien, y en segundo lugar, sobre la necesidad de construir políticas públicas socioculturalmente pertinentes para cambiar la situación de la seguridad alimentaria.
As the number of people that have scarce access to nourishment is growing, food security has become an important concern in today’s world. For this reason, Sustainable Development Goals and governments have praise building strong public policies to address this problem. It is in the context that this research took place in the Department of El Guavire. A region branded by ecological exploitation and violence. We developed an anthropology study with an ethnographic emphasis. We sought to understand how the encounter between the official narrative on food security and local gastronomy is signified and integrated by the local population. Our results address the dissonances between public policies on food security and local social imaginary on what is the proper and healthy food intake. We argue that the need to construct a pertinent socio-culturally public policies is pivotal to intervene and change the state of food security in the region.
Entrées d’index
Keywords : food security, public policy, gastronomy, social imaginaries, culture
Palabras claves : seguridad alimentaria, política pública, gastronomía, imaginario social, cultura
Texte intégral
1. Introducción
1De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (fao), en el mundo, el número de personas subalimentadas ha venido creciendo desde 2015, situándose en los niveles de los años 2010-2011, haciendo énfasis que el número de personas con hambre supera los 800 millones (Bne Saad, 2013). Para 2018, este número es más de 820 millones de personas; es decir que, una de cada nueve personas sufre de problemas relacionados con el hambre en el mundo actual, y se ubican en los países de mediano y bajo ingreso (Food Aid Foundation, s.f.). Esta organización plantea que,
la seguridad alimentaria se da cuando todas las personas tienen acceso físico, social y económico permanente a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos nutricionales y preferencias alimentarias, y así poder llevar una vida activa y saludable1.
2En esta definición se puede notar que la seguridad alimentaria implica pensar la alimentación más allá de un proceso nutricional; es decir, que es un área donde confluyen los múltiples aspectos de la vida social y cultural de las personas.
3La seguridad alimentaria y nutricional (san) es un ideal que se ha desarrollado desde el año 2006 para afrontar los problemas sociales y clínicos asociados a la alimentación, campo que es pensado como un eje central y necesario para el desarrollo social. En países donde la inequidad social, la violencia estructural y el deterioro de los ecosistemas son factores permanentes, la san se piensa como un concepto que puede romper con la reproducción de la vulnerabilidad social y la inseguridad alimentaria (Toledo et al., 2007). Sobre esta base, varios países y organizaciones como la fao y la Organización Mundial de la Salud (oms) han señalado la importancia de responder a los retos alimentarios que la sociedad contemporánea de países como Colombia enfrenta. La seguridad alimentaria se ha convertido en un pilar de los programas de desarrollo, tal como se plasmó en los objetivos 1 y 2 de desarrollo sostenible del programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo –erradicar la pobreza y hambre cero– (Kuhnlein, Erasmus, Spigelski & Burlingame, 2013).
4Sin lugar a duda y desde cualquier perspectiva teórica, la comida es un área que despierta múltiples debates desde las ciencias sociales (Camacho, Guarín & Van Ausdal, 2008; Mintz & Du Bois, 2002; Phillips, 2006; Verdier, 1969). En esos estudios se resalta el lugar que ocupa la comida en la vida cotidiana de las personas y en los imaginarios sociales asociados a ella, así como su impacto en las formas de organización social de los grupos sociales y en las relaciones humanas que se construyen a partir de la comida (Davy, Harfield, McArthur, Munn & Brown, 2016; Lévi-Strauss, 2008; Maurer & Sobal, 1995; Richards, 1932). La articulación entre comida, cocinar, comer y comensalidad se da dentro de relaciones económicas, médicas, políticas y culturales que median tanto el acceso/disponibilidad de alimentos, como las taxonomías y narrativas sobre gastronomía, cantidad, calidad, estéticas, léxico, formas de cocinar, horarios, maneras de comer, tabús relacionados con quién come, y qué y quién debe cocinar (Jackson, 2015; Mintz & Du Bois, 2002; Pollan, 2009; Verdier, 1969). Además, en la alimentación intervienen los sectores políticos, económicos y salubristas (Bouchakour, Belghait & Bersali, 2018; Westengen & Banik, 2016).
5Al igual que en muchos otros países de mediano y bajo ingreso, la población de Colombia presenta la misma tendencia en cuanto a la seguridad alimentaria, país donde se proyectaba una mejoría antes del covid 19; sin embargo, la tendencia ha cambiado debido a las consecuencias económicas causadas por la pandemia (Nicholson et al., 2019; Sumner, Hoy & Ortiz-Juárez, 2020; Thome et al., 2019). Esto, a pesar de que los datos oficiales del Ministerio de Industria y Comercio (mic) y ProColombia muestran que el sector agrícola colombiano podría ser en el futuro muy productivo y competitivo. Para este Ministerio, son 433 especies nativas de frutas comestibles identificadas que, además, hacen del país el primero en biodiversidad de frutas por kilómetro cuadrado. La oferta agrícola presenta una calidad satisfactoria de acuerdo con las características organolépticas de los frutos –es decir, color, sabor, aroma y mayor contenido de sólidos solubles y grados Brix—al ser comparada con otros países subtropicales. El desarrollo de la producción de frutas y hortalizas frescas, teniendo en cuenta las condiciones ambientales y climáticas del país, junto con el desarrollo global de un pensamiento hacia el consumo de productos saludables, permiten que Colombia pudiera tener una ventaja competitiva en la producción agrícola. Sin embargo, el país y su historia actual presenta múltiples problemas en los grupos sociales vulnerables, a pesar de la búsqueda de la reducción del hambre y la malnutrición de la población colombiana mediante Política Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (psan) y los modelos integrales de atención en salud (mias) del Sistema General de Seguridad Social en Salud (sgsss) (Patiño, Silva, López Sánchez, Serna Cortez & Vergara, 2015), tales como altas tasas de desnutrición, malnutrición, baja talla en menores de cinco años y obesidad en adultos (fao, 2015). Para las poblaciones rurales e indígenas, la san es aún un problema importante y permanente debido a las condiciones históricas de discriminación, vulnerabilidad social y violencia estructural que sufren estos grupos sociales (acnur, 2012; cisan & Ministerio de Salud y Protección Social, 2012; Díaz Scarpetta, 2013; Tobar V. & Chinchilla M., 2000). Tanto los reportes epidemiológicos recientes como la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional (ensin) de 2010, al poner en evidencia la gravedad del problema alimentario para el país nos remiten a reflexionar sobre la lógica de los programas de nutrición oficiales frente a las culturas gastronómicas locales, que exponen una constelación de significados de lo que es alimentarse bien. Comida y nutrición es una díada que sobrepasa los estándares oficiales de un campo como la nutrición, ya que es significada y escenificada dependiendo de los contextos socioculturales. En el caso colombiano, así como en muchos países de mediano y bajo ingreso, la san es aún una zona gris frente a la cual no se han podido dar respuestas contundentes para limitar sus efectos negativos en la sociedad (Kuhnlein et al., 2013; Naciones Unidas, 2009).
6Dentro de este contexto, en este trabajo se interrogó sobre cómo la idea de seguridad alimentaria es entendida y significada en tres municipios del departamento del Guaviare en Colombia. Esta pregunta planteó desarrollar un análisis sobre cómo los imaginarios sociales del comer bien y el comer saludable se construyen y escenifican frente al concepto de seguridad alimentaria, en un contexto social marcado por el conflicto armado, el daño ambiental y la inequidad social. La reflexión que proponemos tuvo en cuenta que las Naciones Unidas, al definir seguridad alimentaria, resaltan el acceso a comida segura, suficiente y nutritiva en cualquier momento. Tres aspectos que, según esta organización, conforman una escena ideal para que las personas puedan ser activas y sanas.
2. Metodología
7Teniendo en cuenta el problema del estudio, la aproximación metodológica se fundamentó en la disponibilidad de datos, el contexto social y el perfil poblacional y sociocultural del departamento del Guaviare (Barnham, 2015; Barrett, 1996; Doz, 2011; McCusker & Gunaydin, 2015; Queirós, Faria & Almeida, 2017). Esta propuesta exigió desarrollar un proceso de recolección de información sobre necesidades, demandas, ofertas, competitividad, formas de organización social y comercio alimentario, dentro de un contexto social de interacciones sociales, cultura gastronómica y especificidad del ámbito político y económico del sector agrícola en el departamento del Guaviare. La investigación se planteó como un estudio mixto (Harrison & Reilly, 2011) que incluyó dos fuentes de trabajo: primaria y secundaria. En la primaria se buscó articular información exploratoria y específica obtenida a través de un trabajo de campo. La secundaria implicó desarrollar un trabajo de archivo con fuentes provenientes de investigaciones académicas, artículos en los medios de comunicación masiva, informes del sector público, literatura gris e informes técnicos de agencias de cooperación multilateral y organizaciones no gubernamentales e instituciones independientes, entre otras. Establecimos este tipo de investigación para triangular los datos y con ello poder producir el análisis (Kluge, 2000).
3. Participantes
8Se usó un tipo de muestreo no probabilístico, por conveniencia articulado con un método de referidos (Etikan, Musa & Alkassim, 2016; Lohr, 2019; Martínez-Mesa, González-Chica, Duquia, Bonamigo & Bastos, 2016). Los criterios de inclusión exigían ser un caso representativo de producción agrícola, grupos familiares que hayan participado en procesos de apoyo y modelos productivos, personas que hayan recibido apoyo social, profesionales del sector agrícola involucrados en proyectos de desarrollo, líderes sociales, servidores públicos, expertos en el sector educativo formal y no formal, empresarios, productores/transformadores, transportistas, expertos en el sector ambiental y otros actores claves en los municipios. Los participantes fueron contactados a través de informantes privilegiados y de un método de referidos. Una vez accedieron, se trasladaron a un lugar y un espacio de conveniencia para ellos2. Las reuniones con los expertos y con los consultores internacionales que trabajan para agencias de cooperación multilateral tuvieron principalmente lugar en Bogotá (tabla 1).
tabla 1
Profesional experto en agronomía | n=2 |
Administrador institución educativa | n=2 |
Trabajador cooperativa agrícola | n=2 |
Funcionario ong | n=6 |
Profesor universitario | n=3 |
Consultor internacional | n=3 |
Tenderos | n=8 |
Transportistas | n=2 |
Campesino productor | n=10 |
Vendedores plaza de mercado | n=10 |
4. Instrumentos
9En este estudio, el método etnográfico fue central en el proceso (Kluge, 2000). Se desarrollaron: a) entrevistas individuales y grupales; b) observación social directa; c) cartografía social –mapas regionales y mapas de contexto–; y d) trabajo de archivo –fuentes secundarias–. Adicionalmente, desarrollamos un estudio de mercado basado en la observación social directa de las prácticas asociados a los productos agrícolas en tiendas, cigarrerías, plazas de mercado, cocinas y espacios públicos, junto con entrevistas semiestructuradas (gráfica 1).
10Igualmente, revisamos y utilizamos mapas producidos por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (igac) y otras organizaciones para entender las dinámicas asociadas al uso de suelos y la percepción de las personas entrevistadas. Bajo esta perspectiva, usamos cartografía social para entender la percepción agrícola y geopolítica del departamento, tal como se puede observar en el mapa sobre el Guaviare (imagen 1). Estos mapas buscaban mostrar los sitios de producción y mercadeo de los productos. En la imgaen 1 se puede observar cómo un campesino ve el Guaviare y cómo en este se muestra las zonas de producción y de mayor impacto e importancia dentro de su sistema social y económico. En el contraste de los dos mapas se puede observar la relación de geografía humana entre un mapa tradicional y el trazado geográfico y cultural de la experiencia humana dentro del territorio.
gráfica 1

imagen 1

Fuente: Diario de campo (2019) e Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2019)
11Con esta información realizamos cuatro jornadas de trabajo grupal –forma de conversatorio–: dos con expertos y dos con personas de la región. En el primero participaron funcionarios de algunas de las ong que han trabajado en el departamento, consultores internacionales que han trabajado en el sector agrícola en América Latina y África, servidores públicos que han venido trabajando en el proceso de paz y de reintegración social de milicianos, y profesionales expertos en medicina social/prevención primaria para poblaciones vulnerables del país. Los otros conversatorios se desarrollaron con campesinos que han participado en proyectos productivos, trabajadores de una cooperativa agrícola, tenderos comerciantes de productos agrícolas regionales y vendedores de la plaza de mercado. En estos encuentros se debatió sobre la producción agrícola del Guaviare, el problema del mercado alimentario, la seguridad alimentaria y los factores de éxito comercial de los productos que produce el departamento.
5. Resultados
5.1. La historia y el contexto del guaviare
12El perfil económico del departamento del Guaviare cuenta con un producto interno bruto (pib) per cápita para 2018 de $2.397 dólares y tiene un entorno natural y agrícola rico, cuya participación en el pib nacional equivale al 0,08 % (Ministerio de Comercio, 2020). Su economía gira alrededor del sector agropecuario, siendo sus rubros más importantes: los servicios, la explotación forestal, la pesca y, en los últimos años, la ganadería. Esta última ha tenido un gran desarrollo, pero igualmente tiene muchas críticas debido a las consecuencias ambientales negativas que acarrea. Sus principales cultivos son plátano, yuca, cacao, caña, miel y caucho. Además, el departamento, según cifras de 2015 del dane, presentaba un total de necesidades básicas insatisfechas (nbi) del 44,41 %.
13El departamento del Guaviare, desde su creación, ha sido marcado por un imaginario social del territorio como un espacio de producción rico y fértil (Gaonkar, 2002). Por ello, el suelo del Guaviare es un paisaje construido y legitimado por parte de colonos y campesinos, como un espacio inagotable de explotación agrícola y animal (comercialización de animales exóticos y peces ornamentales). Esto, sin prestar importancia al daño ambiental que implican estas prácticas (Vélez Rivas, 2017). Dentro de este sistema de pensamiento, los procesos productivos del departamento basados en la ganadería y el desarrollo de las plantaciones de coca legitiman la tala de bosques y la quema de las zonas deforestadas. Las áreas de cultivos ilícitos en el Guaviare tuvieron un aumento importante en la década de los setenta y ochenta. En el periodo entre 1977 y 1980 se notificaron 22.500 hectáreas y para el periodo entre 1980 y 1986, de 36.000 hectáreas (Carvajal Sánchez, 2001). Pero para el año 2008 se reportaron 6.629 hectáreas y para 2017, 4.923 hectáreas; cifra que significó una disminución del 28 % del área sembrada (unodoc, 2018).
14La historia del poblamiento del Guaviare desde que era una comisaría especial y parte de la comisaría del Vaupés hasta su segregación en el año 1977, y su declaración como departamento en 1991, ha sido marcada por la presencia ancestral de pueblos indígenas (Del Cairo, 2011), por la migración de personas provenientes centro del país y la costa del Caribe como consecuencia de la bonanza marimbera y cocalera, y recientemente por la utilización del territorio para la ganadería a lo largo de ejes fluviales y de las sabanas del departamento (Carvajal Sánchez, 2001; sinchi, 1999). La explotación de los recursos naturales (caucho y pieles a principios del siglo xx), su función como lugar de refugio de la violencia del país en los años cincuenta y las bonanzas de productos de los cultivos ilícitos generaron nuevas relaciones sociales, asentamientos humanos, desplazamientos campesinos y aumento de la violencia regional. Esto, debido a la intervención de actores externos y grupos armados ilegales para el control territorial y social de las diferentes zonas del departamento. La historia del Guaviare es una historia de conflictos causados por la violencia del país, la ilegalidad, la corrupción y la apropiación de tierras; aspectos que han tenido consecuencias negativas3 no solo en la destrucción ambiental o el debilitamiento de alternativas productivas sostenibles, sino también han posibilitado la emergencia de grupos y actores locales que buscan construir sus propios procesos de desarrollo bajo parámetros de justicia social y dignidad humana (Molano, 2006; Núñez Cíceros, 2016; O’Connor, 2009).
15El perfil demográfico, según el censo del dane, para 2005 era de 56.758 habitantes y para 2018, de 73.081 personas, 53,5 % hombre y 46,5 % mujeres, con un índice de juventud del 28,55 % (45,3 % son menores de 18 años), y la mayor parte de la población se ubica en el municipio del San José del Guaviare (45,18 %). El índice de dependencia demográfica es de 58,49 %. El 46,4 % de la población residente en el Guaviare tiene un nivel de escolaridad básica primaria, solo el 28,4 % tiene secundaria, el 4,8 % el nivel superior y posgrado, y el 13,1 % no tiene ningún nivel educativo. Los bajos niveles de escolaridad –o su ausencia total— hacen que parte de la población sean analfabetas funcionales, hecho que los ubica en una condición de gran vulnerabilidad social. Es claro que la educación en términos generales es un determinante para mejorar las condiciones de vida de una población. Sin embargo, diferentes estudios reportan que el sector agrícola no representa un peso fundamental en el mejoramiento de las condiciones salariales del sector rural (Tenjo Galarza & Alberto Jaimes, 2018).
16Si bien la educación formal no es un elemento fundamental para el desarrollo de las actividades agrícolas, la misma no puede perder su importancia como un pilar para el mejoramiento de vida de las poblaciones locales. Esto, debido a su rol en los procesos de cambio cultural, en la constitución de planes de desarrollo, en la construcción y fortalecimiento de capacidad instalada, y en la formación de comunidades políticas activas en el territorio. Este último punto es especialmente relevante en el contexto actual (Semana, 2019), no solo porque permite brindar a las comunidades locales herramientas para participar en la toma de decisiones sobre el territorio –especialmente frente a actividad ambientalmente detrimentales como el fortalecimiento de la ganadería, uso de tecnologías no adaptadas a las condiciones del terreno e implementación de cultivos que no corresponden a la vocación del suelo del Guaviare—, sino también para generar instrumentos para que la comunidad operativice su territorio. La división del trabajo por género sigue el patrón tradicional patriarcal. Además, es frecuente encontrar casos de monogamia seriada en ambos géneros. La mano de obra es fluctuante y en varias épocas del año es escasa debido a que muchos de los trabajadores son itinerantes entre municipios. Muchos de estos trabajadores presentan bajos niveles de escolaridad o ningún tipo de escolaridad.
17De otra parte, el conflicto armado ha tenido un impacto importante en el país y en las regiones. Esto, a pesar de las diferentes visiones revisionistas que se tengan sobre este. La definición de conflicto armado interno se encuentra en el Protocolo ii adicional a los Acuerdos de Ginebra, que fue ratificado por Colombia en 1994. Según el Protocolo ii de los mencionados convenios, se habla de “conflicto armado de carácter no internacional” cuando un Estado es confrontado por una o varias fuerzas armadas irregulares. El Protocolo ii, aprobado el 8 de junio de 1977 por la Conferencia Diplomática sobre Reafirmación del dih, fue ratificado por Colombia mediante la Ley 171 de 1994, que comenzó a regir el 15 de febrero de 1996. Con base en este marco jurídico se incluye la caracterización de conflicto interno en muchas leyes vigentes4. Según la Unidad para las Víctimas, Colombia, para 2020, tenía 8.944.137 registradas en el Registro Único de Víctimas5 (ruv). El departamento del Guaviare registraba 93.429 víctimas del conflicto armado por lugar de ocurrencia de los hechos y 30.553 personas víctimas del conflicto armado residentes en el departamento. Sin embargo, estas cifras tienden a aumentar, pues según declaraciones del personero de San José del Guaviare, Herlein Andrés Pacheco Bohórquez, se registra un incremento en el ruv de 264 personas en el año correspondiente a 2018. La mayor parte de las personas presentaron una declaración sobre las circunstancias de desplazamiento y reclutamiento de menores de edad. Finalmente, no hay datos seguros sobre el desplazamiento ambiental, ya que es un área huérfana a pesar de conocer los movimientos poblacionales causados por determinantes políticos, económicos y ambientales. Este tipo de movilidad ha producido una agricultura migratoria que modifica el uso de los suelos, provocando su degradación, ocasionando deforestación y causando procesos erosivos que dañan la calidad de los suelos (Muñoz-Gómez, Galicia-Sarmiento & Humberto-Pérez, 2018).
18En el contexto del posconflicto para el Guaviare, según la Fundación Paz & Reconciliación (2019), la violencia es reemergente, impactando los indicadores de criminalidad tales como la tasa de homicidios y el creciente número de asesinatos selectivos en el departamento. Datos que evidencian no solo la ausencia de poder nacional, sino la ocupación de espacios por parte de las disidencias de las farc, especialmente en las áreas rurales del Guaviare. Las disidencias de las farc están ejerciendo un poder político y territorial sobre las poblaciones que, aunado al ambiente de desconfianza con las autoridades, está generando una mayor vulnerabilidad de la población rural. Según este informe, el Guaviare es ahora un lugar privilegiado para las acciones de la disidencia de las farc (Fundación Paz & Reconciliación, 2019). “Iván Mordisco”, “Jhonier”, “Aldemar Congo” y “Carolina” manejan zonas en San José, Calamar, Miraflores y El Retorno, y veredas como Arawato y Tomachipan son planteadas como espacios estratégicos para el fortalecimiento de las disidencias. En otras palabras, existe un control poblacional ilegal creciente sobre poblaciones y economías, y donde las relaciones de seguridad con el Estado están mediadas por la desconfianza, tal como puede ser el caso del Ejercito colombiano (Forero Ángel, González Quintero, Ramírez González & Zárate Guerrero, 2018).
19Igualmente, los indicadores de salud pública regionales reflejan los problemas de la vulnerabilidad social, ya que el cáncer, la anemia y la obesidad son un problema importante en el departamento. Por ejemplo, los datos en anemia infantil y obesidad siguen la tendencia del país. Esto debido al sistema gastronómico local, que es hipercalórico, donde predomina un tipo de alimentación basada farináceos y con algún tipo de proteína animal (carne, pollo o pescado) (Diario de campo, 2019). En cuanto a las enfermedades crónicas, el cáncer presenta una de las tasas de mortalidad más alta del país por linfoma no hodgkin.
20El clima en el departamento es un factor importante en la vida socioeconómica, ya que impacta la infraestructura, producción y conservación de alimentos, y en general, las formas sociales del comercio local. Las estaciones de lluvia o sequía son un determinante social, ambiental y económico en los procesos productivos del territorio. Durante la estación de lluvia, las inundaciones recurrentes en zonas productivas obligan a los productores a buscar mecanismos de extracción para salvar la producción, lo cual ejerce una presión en el precio de venta en los mercados locales, usualmente los precios disminuyen radicalmente. Las vías de comunicación se hacen difícilmente transitables, haciendo difícil el transporte de los productos, por lo que algunas partes del territorio quedan incomunicadas y se aumenta el precio del transporte.
21El problema ecológico es importante en el Guaviare debido a la deforestación que ha venido creciendo en los últimos años. Según el ideam, hasta 2017 se habían deforestado 3.821 hectáreas, de las cuales el municipio con mayor deforestación fue el de San José del Guaviare, siguiendo Calamar y luego El Retorno. Muchas causas que se le atribuyen a este proceso se originan en dos ejes: ganadería y plantaciones de coca. Los imaginarios sociales sobre la región siempre hacen énfasis en la calidad de los suelos, excelentes para los monocultivos y la ganadería. Sin embargo, la realidad es otra. Los suelos presentan condiciones de acidez, bajo contenido de materia orgánica y baja disponibilidad de fósforo, calcio, magnesio y potasio, y son poco profundos (Del Cairo, 2017; ideam & Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales, 2015; Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 2019). Esto exceptuando la ribera de los ríos, que, a pesar de ser fértiles, son inundables en la estación de lluvia. Por esta razón, para los expertos en la región, la calidad de los suelos no se presta para producción en gran escala, y por el contrario, debido a las condiciones que se sugieren, el modelo ideal de explotación debería ser el agroforestal o de chagra, un sistema que permite la preservación, recuperación y mantenimiento de los suelos.
5.2. La producción y el mercado agrícola
22La proveeduría del mercado agrícola del Guaviare se conforma en primer lugar por Bogotá, en segundo lugar por el departamento del Meta y en tercer lugar por los productos locales. Los dos primeros lugares suministran la mayor parte de productos que son consumidos en la región. La cadena de valor en el departamento del Guaviare es incipiente y solo los frutos de origen amazónico –tales como el arazá, el asaí, el sacha inchi, el cacay, el cacao y, en algunos casos, el chontaduro– son transformados sin que necesariamente tengan un proceso de comercialización definido. Esto se debe a que la producción agrícola es poco tecnificada, escasamente diversificada, discontinua y con bajos volúmenes de producción (Baker, 2006; Bolwig, Ponte, Du Toit, Riisgaard & Halberg, 2010; Kaplinsky, 2000).
23Bajo esta perspectiva, tanto la producción agrícola como la comercialización de los productos del departamento es informal y poco competitiva frente a otras regiones del país. El mercado agrícola está marcado por la informalidad, por ello se hace difícil hacer un seguimiento a la producción, contar con calidad en los registros y tener una trazabilidad, traduciéndose esto entonces en una baja o poca estandarización de procesos, y limitados procesos de transformación, que en los casos donde se presenta, es aún artesanal (por ejemplo, cacao, caña en El Retorno y leche en Calamar). Las lógicas de la producción agrícola se fundamentan en las prácticas de la agricultura familiar para países de mediano y bajo ingreso como Colombia, que se caracterizan por estar ubicadas en terrenos pequeños, ser unidades domésticas constituidas por familias nucleares para la producción y autoconsumo, con bajos ingresos económicos destinados, principalmente, a su subsistencia, y con limitado acceso a los mercados (Garner, De La & Campos, 2014; Kasimis & Papadopoulos, 1997). Dentro de esta perspectiva, los costos de producción hacen parte de los presupuestos del hogar, por lo cual no existe la necesidad de tener un seguimiento para definir la inversión general necesaria para la producción y, en segundo lugar, pensar una planeación estratégica para tomar decisiones frente a la producción y su comercialización. Los cálculos relacionados con la cadena de valor –producción, transformación, acopio y comercialización– están basados en aproximaciones tentativas, ya que variables como el clima, el estado de la infraestructura vial, el mercado mayorista de Bogotá o los intermediarios, tenderos y transportistas tienen un gran peso en la forma como los productores locales negocian los precios de compra y de cómo se fijan los precios finales de los productos. A través de dos ejemplos podemos entrever la forma local de pensar la administración de la producción. El primero hace referencia al uso de los vehículos. Al observar la forma de emplearlos, se puede percibir como un elemento importante para el comercio de los productos, funcionalmente puede aglomerar múltiples usos. Los productores cuentan con la moto, la canoa, el camión o un carro tipo Sprin (Chevrolet Sprint) para sacar los productos de las fincas hasta las cabeceras municipales y venderlos allí. Estos medios de transporte sirven, a la vez, de carga de mercancías y de transporte para la familia, por lo cual costos como gasolina, repuestos o depreciación de este no tienen ningún tipo de relevancia en la contabilidad familiar de la producción. El segundo caso expone el impacto de una emoción en la comercialización de los productos. En la producción agrícola de la vega del río, un factor como el miedo ejerce un rol importante en la variación de precios. Allí, calidad y cantidad se subordinan a este factor, tal como lo enunció un participante del estudio al referirse a las inundaciones y lo que generan “si sube el río, la gente saca lo producido, inundan el mercado y bajan el precio”. En este sentido, tanto las externalidades como el miedo y el uso funcional de objetos corresponden a una lógica donde el estándar y el seguimiento de procesos no se ajustan a la realidad local. Lo importante en la producción apunta, fundamentalmente, a la posibilidad de recibir algún dinero que pueda solucionar las necesidades de la vida cotidiana.
5.3. Los productos
24En los cascos urbanos se tiene acceso a productos mayoritariamente provenientes de Bogotá y el departamento del Meta, y aquellos transformados son los mismos que se encuentran a lo largo de las tiendas, pequeños comercios y supermercados en todo el país (por ejemplo, bebidas azucaradas, jugos en caja, mermeladas, chocolate en polvo, harina y azúcar refinada, embutidos, arvejas y fríjoles enlatados, entre otros). El sistema gastronómico local rural y urbano es hipercalórico. Es un sistema basado en la sensación de saciedad para asegurar el afrontamiento del hambre y permitir asumir las jornadas de trabajo intensas bajo el calor del clima regional. Sin embargo, es un sistema que no asegura el consumo de los micronutrientes necesarios dentro de lo que se considera, de acuerdo con los ideales nutricionistas de lo que debe ser una dieta saludable (Caballero, 2008; Fletcher, 2015; Guthman, 2014; Scrinis, 2012). Una dieta basada en una perspectiva que privilegia composiciones químicas, minerales, grasas, carbohidratos, fibras, proteínas y vitaminas. En la pirámide de consumo de alimentos se puede observar el rol de la papa, el arroz, la yuca, la pasta y los fríjoles en la dieta de base (gráfica 2). Estos alimentos son considerados el fundamento nutricional de su gastronomía. La carne de res, si bien es un símbolo ideal de fuerza, virilidad y salud, tiene consumo un restringido y solo se sirve en ocasiones especiales, esto debido a que el ganado cumple con funciones de acumulación económica –ahorro– y de generación de excedentes económicos para aumentar el capital y el patrimonio familiar. Por esta razón, la fuente proteica de origen animal proviene principalmente del cerdo, los huevos, la gallina y el pollo, y en menor importancia, de la leche y sus derivados.
25En las fotos siguientes se observan dos platos típicos frecuentemente consumidos por las personas en la región (imagen 2). En ellos, el arroz blanco es un elemento central e indispensable, y como en muchos platos de este tipo, se incluye papa, plátano o yuca, pero siempre acompañados de un jugo de pulpa con azúcar o una bebida azucarada.
gráfica 2

imagen 2

Fuente: Fotos del autor.
26La puesta en escena de ambos platos exhibe cómo los alimentos deben, ante todo, saciar el hambre y dar energía para el afrontamiento de la fatiga física, un aspecto que agencia el sistema gastronómico local y que es considerado por la población esencial para funcionar adecuadamente dentro de su mundo cotidiano (imagen 2). En la gastronomía local, las expresiones asociadas al comer bien hacen referencia al bienestar que produce la sensación de llenura. Es una sensación que define el bienestar y la significación nutricional de los alimentos que se consumen. Por ello, cantidad y calidad son dos categorías que filtran lo bueno y lo nutritivo para las personas. Además, son expresiones del estatus social de la persona y del grupo. El buen emplatado se define por su cantidad, por ello, comer poco es asociado a la precariedad social, a la pobreza y a la enfermedad. El buen plato está definido por la abundancia, una calidad considerada un ideal estético que expone el estatus socioeconómico y de salud de la persona y su grupo.
6. A manera de conclusión. Tradición o nutrición
27¿Cómo entender el encuentro entre comida, nutrición y seguridad alimentaria? Quizás para resolver esta relación la categoría tradición puede ser útil. Una palabra que cada vez que es enunciada, evoca múltiples significados y diversas teorías explicativas, y sin embargo, su clara definición es aún un lugar de reflexión difícil de resolver, particularmente cuando planteamos la relación de las poblaciones vulnerables con la seguridad alimentaria. Interrogantes tales como qué se dice y qué se significa cuando se habla de tradición gastronómica, qué hace que un proceso social o una práctica social sea considerada tradicional, de qué manera se institucionaliza o patrimonializa para ser afrontada en las intervenciones salubristas.
28La tradición traza una historicidad en donde confluyen a la vez ancestralidad e identidad social. Nos remite a un sentido de nostalgia del pasado para, usando la expresión de Gadamer, tener una conciencia efectiva histórica del presente. A través de la tradición se expone y reivindica una narración, una materialidad, una memoria colectiva y unas prácticas que legitiman la identidad social de un grupo. Por ello, para la gastronomía guaviarense, comer y alimentarse es una práctica que se funda y legitima a partir de una doble condición, de la calidad del producto para dar energía y de la cantidad que se sirva en el plato. La combinación de ambos aspectos permite que la persona se sienta satisfecha corporal y emocionalmente. En otras palabras, es una experiencia sensorial y visual marcada por el contexto histórico, en donde la sensación de llenura y la fuerza derivada de la comida es lo que define para la población la calidad nutricional del alimento consumido. En este sentido, la acción de comer asociada a la idea de alimentarse es una fabricación sociocultural producto de una historia política, económica y cultural (Carrasco Henríquez, 2007; Mintz & Du Bois, 2002; Sutton, 2010).
29Así, al pensar en el caso de la san cuando se confronta con la tradición gastronómica estamos oponiendo dos lógicas en la manera de pensar la alimentación. Por ejemplo, desde una idea nutricionista es importante la ingesta de micronutrientes, pero desde lo local, lo que importa para que un plato sea alimenticio es la presencia abundante de arroz, papa con algo de proteína animal. Para estas poblaciones, el significado de garantizar la disponibilidad, el acceso, el consumo y la utilización pertinente de los alimentos en las cantidades necesarias, así como el aseguramiento de la calidad e inocuidad nutricional no necesariamente está en consonancia con el ideario nutricionista de la salud pública contemporánea.
30En el caso del Guaviare, el panorama de la san permanece precario e incierto ya que múltiples poblaciones viven dentro de un espacio social marcado por la emergencia social en términos de alta inequidad, violencia estructural y una precaria situación de los derechos humanos. En el campo de la alimentación se cruzan temas de género, clase, pobreza, violencia, etnicidad, memoria e identidad. Por ello, desde la Declaración de Atitlán de 2002 como los Estados Latinoamericanos y Caribeños (celac), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (fao) y la Asociación Latinoamericana de Integración (aladi) se ha planteado una reflexión continua sobre el derecho de los seres humanos a tener acceso a la seguridad alimentaria y nutricional. De igual manera, el análisis sobre la san como sobre los marcos normativos e institucionales, de políticas públicas y del desarrollo científico para repensar la respuesta apropiada la seguridad alimentaria y nutricional de las poblaciones más vulnerables nos remite a pensar el impacto social y cultural de lo que se significa en términos semánticos la seguridad alimentaria.
31La san representa un desafío político, administrativo, cultural, social y económico para hacerla coincidir con la gastronomía local; es decir, con los imaginarios sociales de lo que es comer y estar bien alimentado. La crítica fundamental al concepto de seguridad alimentaria tiene que ver con su cercanía semántica a una idea de alimentaria generalizada desde los mismos países e instituciones productoras de inequidad y pobreza en el mundo, y que además borra las particularidades socioculturales de las sociedades. Este último punto nos remite a plantear varios interrogantes sobre la tendencia hegemónica de esta perspectiva, ¿alimentarse bien es comer nutritivamente? ¿Dónde quedan relegados los sistemas gastronómicos locales si se piensa solo la comida como nutrición? En estas preguntas básicas se filtra un problema menos obvio, el cuerpo individual y social de las poblaciones. Un cuerpo que, desde el nutricionismo, es pensado como fuera de control, bien sea por defecto de micronutrientes o por exceso de grasas saturadas, y que por lo tanto necesita ser intervenido. Por ello, las narrativas de las intervenciones en seguridad alimentaria se presentan arropadas por una jerga nutricional que combina ciencia, humanismo, profilaxis, neocolonialismo y moralidad sobre un deber ser alimentario. Sin lugar a duda, es innegable la importancia de la ayuda puntual en momentos de crisis, pero al analizar el problema de la alimentación en la sociedad dentro de marcos temporales extensos, es importante reflexionar sobre los fundamentos de lo qué es y significa para las poblaciones este tipo de intervenciones y modelos.
32Finalmente, gran parte de la historia de Colombia se ha desarrollado en torno a la explotación de los recursos naturales, la propiedad de la tierra y los conflictos sociales que se derivaron de la articulación de estos factores. La historia del departamento del Guaviare no ha sido diferente a la del resto del país. Este departamento, envuelto en un imaginario de fertilidad tropical exuberante inagotable, no solo por sus bosques y fauna sino por sus suelos, expresa la idea de que es un territorio que “da para todo”; un imaginario que legitima la explotación del suelo del Guaviare con prácticas agroeconómicas que dejan de lado la realidad ecológica del territorio. Es, igualmente, una narrativa de explotación fundamentada en el desarrollo social y progreso económico que ha permitido la exclusión social de pueblos nativos, la reproducción de la inequidad social, la tala de bosques nativos, la introducción de monocultivos a gran escala, la caza indiscriminada de animales, la introducción de la ganadería extensiva y, en las últimas décadas, la llegada de los cultivos de coca. Una realidad que se da a pesar de las múltiples voces que afirman que el potencial del Guaviare es muy diferente al de producir aceite y carne (La República, 2019). Si se quiere repensar la san, es necesario entender y contextualizar tanto las formas del comercio alimentario regional como las formas locales de significar los conceptos de bienestar, calidad de vida, trabajo, economía, ahorro y salud dentro de los contextos ambientales, políticos y socioculturales.
33No podemos olvidar que desde hace varias décadas el comercio nacional e internacional de los productos agrícolas ha sido distorsionado mayoritariamente por el dumping norteamericano y europeo generalizado. Es una práctica que ha sometido los productores agrícolas en África, Asia y América Latina a los vaivenes del mercado internacional y ha debilitado los sistemas agrícolas regionales. En este mismo sentido, los pequeños productores agrícolas locales, como en el caso del Guaviare, también se ven subyugados a la centralización comercial de sus productos en mercados mayoristas centralizados, tal como es el caso de la plaza mayorista de Bogotá (Corabastos), la cual acepta o descarta productos y determina precios de compra.
34Con todos estos elementos, las narrativas humanitarias asociadas a la seguridad alimentaria son, usando la frase del secretario de Agricultura estadounidense John Block durante el Uruguay Round, un anacronismo romántico. Para plantear una política pertinente y competente sobre seguridad alimentaria, quizás es clave tener en cuenta que además de los análisis financieros y nutricionales, la cultura y lo social son factores determinantes. Si hay una lección que podemos sacar de la pandemia covid-19, es la fragilidad social actual y el naufragio de la promesa de bienestar liberal dada por los mercados financieros. El dilema que plantean diversas poblaciones en los países afectados, comida o covid-19, nos permite entender que la alimentación es un campo cargado de contrasentidos, valores e imaginarios. Comer y alimentarse exige pensar críticamente las relaciones entre las políticas nacionales agrícolas, los sistemas gastronómicos, las políticas públicas y los sistemas de producción y mercadeo. La seguridad alimentaria, en tanto es un objetivo nacional prioritario, tiene el reconocimiento estatal y de allí el surgimiento de los planes y programas públicos. Sin embargo, la historia social de la san evidencia otra faceta; en la vida cotidiana de la población, la san es percibida como una ayuda periódica nutricional para ofrecer alivios en momentos de crisis humanitaria.
35El desplazamiento de la población rural hacia los centros urbanos, la violencia estructural del país, el cambio climático, el aumento de la pobreza, el limitado acceso a recursos financieros, la geopolítica comercial de la agricultura y el bajo acceso técnico de la población impiden la producción de alimentos conforme a las necesidades sociales y permiten la reproducción social de la inequidad. Por ende, la seguridad alimentaria es una realpolitk del Estado, pero en la realidad social de las poblaciones vulnerables es ideal desdibujado. La san es una zona gris que esboza el ideal humanista de justicia social que, paralelamente, deja entrever una propuesta moralizante sobre el comer sanamente. Una propuesta que oscurece las identidades sociales dentro una sociedad distópica. Quizás, otras miradas teóricas tales como la democratización alimentaria, la comida como un derecho civil o la soberanía alimentaria permiten aproximarnos al problema de la alimentación desde una perspectiva que revindica lo local, permitiendo así sobrepasar la ideología nutricionista.
Bibliographie
Des DOI sont automatiquement ajoutés aux références bibliographiques par Bilbo, l’outil d’annotation bibliographique d’OpenEdition. Ces références bibliographiques peuvent être téléchargées dans les formats APA, Chicago et MLA.
Format
- APA
- Chicago
- MLA
7. Referencias bibliográficas
acnur (2012). Situación de pueblos indígenas en Colombia. Disponible en: http://www.acnur.org/t3/fileadmin/Documentos/RefugiadosAmericas/Colombia/2012/Situa-cion_Colombia_-_Pueblos_indigenas_2012.pdf.Consultadoel13demarzode2013.
Baker, D. (2006). Agriculture value chains: Overview of concepts and value chain approach, presentation prepared for the FAOLDEDRegional Workshop for Asia, Bangkok. Bangkok: fao.
10.2501/IJMR-2015-070 :Barnham, C. (2015). Quantitative and Qualitative Research: Perceptual Foundations. International Journal of Market Research, 57 (6), 837-854. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.2501/IJMR-2015-070.
Barrett, C. B. (1996). Market Analysis Methods: Are Our Enriched Toolkits Well Suited to Enlivened Markets? American Journal of Agricultural Economics, 78 (3), 825-829. Disponible en: https://0-academic-oup-com.catalogue.libraries.london.ac.uk/ajae/issue.
Bne Saad, M. (2013). The global hunger crisis: Tackling food insecurity in developing countries. Londres: Pluto Press. Disponible en: http://public.eblib.com/choice/publicfullrecord.aspx?p=3386712.
10.1111/j.1467-7679.2010.00480.x :Bolwig, S., Ponte, S., DuToit, A., Riisgaard, L. & Halberg, N. (2010). Integrating Poverty and Environmental Concerns into Value-Chain Analysis: A Conceptual Framework. Development Policy Review, 28 (2), 173-194. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.1111/j.1467-7679.2010.00480.x.
Bouchakour, R., Belghait, B. & Bersali, M.N. (2018). Sustainable food security in low-income and developing countries. International Journal of Technology Management & Sustainable Development, 17 (2), 151-167. Disponible en: http://10.0.5.106/tmsd.17.2.151_1.
10.1136/bmj.39517.639560.34 :Caballero, B. (2008). Food to die for? bmj, 336 (7646), 723. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.1136/bmj.39517.639560.34.
10.7440/res29.2008.00 :Camacho, J., Guarín, A. & VanAusdal, S. (2008). Presentación. Revista de Estudios Sociales, (29), 11-14. Disponible en: http://10.0.29.16/res29.2008.00.
Carrasco Henríquez, N. (2007). Desarrollos de la antropología de la alimentación en América Latina: hacia el estudio de los problemas alimentarios contemporáneos. Estudios Sociales, 15 (30), 80-101. Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-45572007000200003&lng=es&nrm=iso&tlng=en
Carvajal Sánchez, N. I. (2001). Guaviare: construcción social del territorio. Perspectiva Geográfica, 1 (6), 117-136.
cisan & MinisteriodeSaludyProtecciónSocial (2012). Anexo étnico del Plan Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (2012-2019). Bogotá.
10.1186/s12939-016-0450-5 :Davy, C., Harfield, S., McArthur, A., Munn, Z. & Brown, A. (2016). Access to primary health care services for Indigenous peoples: A framework synthesis. International Journal for Equity in Health, 15 (1), 163. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.1186/s12939-016-0450-5.
Del Cairo, C. (2011). Las jerarquías étnicas y la retórica del multiculturalismo estatal en San José del Guaviare. Revista Colombiana de Antropología, 47 (2), 123-149. Disponible en: https://www.icanh.gov.co/recursos_user/rca/rcaV47N2/v47n2a06.pdf.
DelCairo, J. R. (2017). Los suelos del Guaviare. Disponible en: https://www.pidamazonia.com/content/los-suelos-del-guaviare. Consultado el 19 de mayo de 2020.
DíazScarpetta, J. M. (2013). Inseguridad alimentaria en población indígena y afrodescendiente en Colombia. Barcelona: Universidad de Barcelona. Disponible en: http://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/55530/1/diaz_scarpetta,_javier_mauricio._insegu-ridad_alimentaria_en_la_población_indígena_y_afrodescendiente_en_colombia.pdf.
10.1057/jibs.2011.18 :Doz, Y. (2011). Qualitative research for international business. Journal of International Business Studies, 42 (5), 582-590. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.1057/jibs.2011.18
10.11648/j.ajtas.20160501.11 :Etikan, I., Musa, S. A. & Alkassim, R. S. (2016). Comparison of Convenience and Purposive Sampling. American Journal of Theoretical and Applied Statistics, 5 (1), 1-4. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.11648/j.ajtas.20160501.11.
fao (2015). Comida, territorio y memoria. Situación alimentaria de los pueblos indígenas colombianos. Bogotá: fao. Disponible en: http://www.fao.org/3/a-i4467s.pdf.
10.1080/14636778.2014.892823 :Fletcher, I. (2015). Nutritionist: the science and politics of dietary advice. New Genetics and Society, 34 (3), 347-349. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.1080/14636778.2014.892823.
FoodAidFoundation (s. f.). World Hunger Statistics. Disponible en: http://www.foodaidfoundation.org/world-hunger-statistics.html.Consultadoel26denoviembrede2019.
10.4185/RLCS-2018-1310 :Forero Ángel, A. M., González Quintero, C., Ramírez González, S. & Zárate Guerrero, F. (2018). “Joining the army is not choosing to kill”: Towards an understanding of the emotional narratives of Colombian professional soldiers. Revista Latina de Comunicación Social, 2018 (73), 1353-1367. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4185/RLCS-2018-1310.
Fundación Paz & Reconciliación (2019). Más sombras que luces. Bogotá: Fundación Paz & Reconciliación.
10.1215/08992363-14-1-1 :Gaonkar, D. P. (2002). Toward New Imaginaries: An Introduction. Public Culture, 14 (1), 1-19. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.1215/08992363-14-1-1.
Garner, E., De La, A. p, & Campos, O. (2014). Identifying the “family farm” An informal discussion of the concepts and definitions. Disponible en: www.fao.org/economic/esa.
10.1525/gfc.2014.14.3.1 :Guthman, J. (2014). Introducing Critical Advice: A Special Issue on Dietary Discontents, and Its Discontents. Gastronomica, 14 (3), 1.4. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.1525/gfc.2014.14.3.1.
10.1108/13522751111099300 :Harrison, R. L. & Reilly, T. M. (2011). Mixed methods design in marketing research. Qualitative Market Research: An International Journal, 14 (1), 7-26. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.1108/13522751111099300.
Ideam & Universidad de CienciasAplicadas y Ambientales (2015). Estudio nacional de la degradación de suelos por erosión en Colombia. Bogotá: ideam - Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales.
INStituto GeográficoAgustín Codazzi (2019). Estudio general de suelos y zonificación de tierras del departamento de Guaviare. Bogotá: igac. Disponible en: https://www.igac.gov.co.
10.5040/9781350042278 :Jackson, P. (2015). Food Words: Essays in Culinary Culture. Londres: Bloomsbury Academic. Disponible en: http://0-search-ebscohost-com.catalogue.libraries.london.ac.uk/login.aspx?direct=true&db=e000xww&AN=654168&lang=es&site=ehost-live.
10.1080/713600071 :Kaplinsky, R. (2000). Globalization and Unequalisation: What Can Be Learned from Value Chain Analysis? Journal of Development Studies, 37 (2), 117-146. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.1080/713600071.
10.1111/j.1467-9523.1997.tb00046.x :Kasimis, C. & Papadopoulos, A.G. (1997). Family Farming and Capitalist Development in Greek Agriculture: A Critical Review of the Literature. Sociologia Ruralis, 37 (2), 209-227. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.1111/j.1467-9523.1997.tb00046.x.
Kluge, S. (2000). Empirically Grounded Construction of Types and Typologies in Qualitative Social Research. Forum: Qualitative Social Research, 1 (1). Disponible en: http://www.qualitative-research.net/index.php/fqs/article/view/1124/2500.
Kuhnlein, H. V., Erasmus, B., Spigelski, D. & burlingame, B. (eds.). (2013). Indigenous Peoples’ food systems & well-being. Interventions & policies for healthy communities. Roma: fao. Disponible en: http://www.fao.org/docrep/018/i3144e/i3144e.pdf.
La República (11 de marzo de 2019). Guaviare no es un departamento para producir carne y aceite. Disponible en: https://www.larepublica.co/economia/guaviare-no-es-undepartamento-para-producir-carne-y-aceite-brigitte-baptiste-2837961.
Lévi-Strauss, C. (2008). The culinary triangle. En C. Counihan & P. van Esterik (eds.), Food and culture reader (pp. 36-43). Nueva York: Routledge.
10.1201/9780429298899 :Lohr, S. (2019). Sampling: Design and Analysis. Disponible en: https://content.taylor-francis.com/books/download?dac=C2019-0-99673-8&isbn=9781000022087&format=googlePreviewPdf.
10.1590/abd1806-4841.20165254 :Martínez-Mesa, J., González-Chica, D. A., Duquia, R. P., Bonamigo, R.R. & Bastos, J. L. (2016). Sampling: How to select participants in my research study? Anais Brasileiros de Dermatologia, 91 (3), 326.330. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.1590/abd1806-4841.20165254.
Maurer, D. & Sobal, J. (eds.) (1995). Eating Agendas: Food and Nutrition as Social Problems. Nueva York: Aldine de Gruyter.
10.1177/0267659114559116 :McCusker, K. & Gunaydin, S. (2015). Research using qualitative, quantitative or mixed methods and choice based on the research. Perfusion, 30 (7), 537-542. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.1177/0267659114559116.
MINISterio de Comercio (2020). Información: Perfiles Económicos Departamentales. Disponible en: https://www.mincit.gov.co/getattachment/80427431-9da3-41c1-a063-9533854cfd14/Guaviare.aspx.
10.1146/annurev.anthro.32.032702.131011 :Mintz, S. W. & Du Bois, C. M. (2002). The Anthropology of Food and Eating. Annual Review of Anthropology, 31 (1), 99-119. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.1146/annurev.anthro.32.032702.131011.
Molano, A. (2006). Selva adentro: Una historia oral de la colonización del Guaviare. Bogotá: El Ancora Editores. Disponible en: https://books.google.com.co/books?id=3adjuaaacaaj.
Muñoz-Gómez, F.A., Galicia-Sarmiento, L. & Humberto-Pérez, E. (2018). Agricultura migratoria conductor del cambio de uso del suelo de ecosistemas alto-andinos de Colombia. Migratory Agriculture Conductor of Change of Soil Use of High-Andean Ecosystems of Colombia, 16 (1), 15-25. Disponible en: http://10.0.72.252/bsaa.v16n1.630.
Naciones Unidas (2009). State of the World’s Indigenous Peoples. Nueva York: Naciones Unidas. Disponible en: http://www.un.org/esa/socdev/unpfii/documents/Sowip/en/Sowip_web.pdf.
NIcholson, C. F., Stephens, E. C., Jones, A.D., Kopainsky, B., Parsons, D. & Garrett, J. (2019). Setting priorities to address the research gaps between agricultural systems analysis and food security outcomes in low-and middle-income countries (n.° 255). Wageningen. Disponible en: www.ccafs.cgiar.org.
Núñez Cíceros, C. (2016). Social Impact of Coca Crops in Colombia. From Socio-territorial processes to new social configurations: The role of land tenure, armed conflict, environment and coca crops. Estocolmo: Humangeo. Disponible en: www.humangeo.se.se.
O’Connor, D. (2009). The Political Economy of Colombia’s Cocaine Industry. Revista Papel Político, 14 (1), 81-106. Disponible en: http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:http://www.scielo.org.co/pdf/papel/v14n1/v14n1a05.pdf.
Patiño, M., SILva, C., López Sánchez, ei. M., Serna Cortez, A. v. & Vergara, G.V. (2015). Compilado nacional del estado actual de los planes departamentales de seguridad alimentaria y nutricional. Bogotá: Osan. Disponible en: http://www.osancolombia.gov.co/portals/0/planes.pdf.
10.1146/annurev.anthro.35.081705.123214 :Phillips, L. (2006). Food and Globalization. Annual Review of Anthropology, 35 (1), 37-57. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.1146/annurev.anthro.35.081705.123214.
Pollan, M. (2009). In defense of food: an eater’s manifesto. Nueva York: Penguin.
10.5281/zenodo.887089 :Queirós, A., Faria, D. & Almeida, F. (2017). Strengths and Limitations Qualitative and Quantitative. European Journal of Education Studies, 3, 369-387. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.5281/zenodo.887089.
10.1097/00005053-193404000-00087 :Richards, A. I. (1932). Hunger and work in a savage tribe: a functional study of nutrition among the southern Bantu. Londres: Routledge.
Scrinis, G. (2012). Nutritionist and Functional Foods. En D. M. Kaplan (ed.), The Philosophy of Food (pp. 269-291). Londres: University of California Press.
Semana (2019). Gobernador del Guaviare prendió alarmas entre los ambientalistas. Disponible en: https://sostenibilidad.semana.com/medio-ambiente/articulo/gobernadordel-guaviare-prendio-alarmas-entre-los-ambientalistas/42648.
SInchi (1999). Guaviare: población y territorio. Bogotá: Tercer Mundo Editores. Disponible en: https://www.sinchi.org.co/files/publicaciones/publicaciones/pdf/guaviareweb.pdf.
10.35188/UNU-WIDER/2020/800-9 :Sumner, A., HoyC., & Ortiz-Juarez, E. (2020). WIDERWorking Paper 2020/43-Estimates of the impact of covid-19 on global poverty (n.° 2020/43). doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.35188/UNU-WIDER/2020/800-9.
10.1146/annurev.anthro.012809.104957 :Sutton, D. E. (2010). Food and the Senses. Annual Review of Anthropology, 39 (1), 209-223. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.1146/annurev.anthro.012809.104957.
10.18601/01245996.v20n38.09 :Tenjo Galarza, J., & Alberto Jaimes, C. (2018). Ingresos y educación en el sector rural colombiano. Income and Education in the Colombian Rural Sector, 20 (38), 209-233. Disponible en: http://10.0.72.169/01245996.v20n38.09.
Thome, K., SMIth, M. D., Daugherty, K., Rada, N., Christensen, C. & Meade, B. (2019). International Food Security Assessment, 2019-2029, gfa-30. Disponible en: www.ers.usda.gov.
TobarV., L. F. & Chinchilla M., M. (2000). Aspectos nutricionales y alimentarios de las comunidades indígenas colombianas. Bogotá: Banco de la República. Disponible en: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/geografia/geofraf1/aspectos.htm.consultadoel16demarzode2017.
Toledo, M. e., Vanlerberghe, V., Baly, A., Ceballos, E., Valdes, L., Searret, M. & Van der Stuyft, P. (2007). Towards active community participation in dengue vector control: results from action research in Santiago de Cuba, Cuba. Transactions of the Royal Society of Tropical Medicine and Hygiene, 101 (1), 56-63. Disponible en: http://0-www-sciencedirect-com.catalogue.libraries.london.ac.uk/science/article/b75gp-4kbdwmg-1/2/95a23e8108dc77d4baaefd602cb5dfef.
unodoc (2018). Informe de monitoreo de territorios afectados por cultivos ilícitos 2017. Disponible en: https://www.unodc.org/documents/crop-monitoring/Colombia/Colombia_Monitoreo_territorios_afectados_cultivos_ilicitos_2017_Resumen.pdf.
Vélez Rivas, M. L. (2017). Trapecio amazónico: turismo e imaginarios sociales sobre un territorio exotizado. Colombian Amazon Rain Forest: Tourism and Social Imaginaries of an Exoticized Territory, 26 (2), 113-131. Disponible en: http://10.0.60.86/rcdg.v26n2.59229.
10.2307/25131400 :Verdier, Y. (1969). Pour une ethnologie culinaire. L’Homme. doi: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.2307/25131400.
Westengen, O. t. & Banik, D. (2016). The State of Food Security: From Availability, Access and Rights to Food Systems Approaches. Forum for Development Studies, 43 (1), 113-134. Disponible en: http://0-www-tandfonline-com.catalogue.libraries.london.ac.uk/loi/sfds20.
Notes de bas de page
1 http://www.fao.org/economic/ess/ess-fs/es/.
2 Por razones de seguridad, las personas participantes solicitaron que en el informe final los nombres de personas, institucionales y asociaciones fueran mantenidos en estricto anonimato y confidencialidad.
3 El Guaviare solo tiene el 12,7 % de cobertura de internet, el acueducto cubre solo el 45,3 % y el alcantarillado cubre el 46,3 % de la población. Solo existe un corredor vial pavimentado que llega hasta San José del Guaviare desde la ciudad de Villavicencio, las otras vías del departamento son carreteras sin pavimento y los ríos son un mecanismo importante de transporte de productos.
4 La Ley 418 de 1997, llamada también Ley de Orden Público, mediante la cual se crea el Consejo Nacional de Paz y las leyes sobre derechos de la población en situación de desplazamiento forzado. De igual forma, la Ley 1448 de 2011, por la cual se dictan medidas de atención, asistencia y reparación integral a las víctimas del conflicto armado interno y se dictan otras disposiciones, reconoce en su artículo 3: “Se consideran víctimas, para los efectos de esta ley, aquellas personas que individual o colectivamente hayan sufrido un daño por hechos ocurridos a partir del 1.° de enero de 1985, como consecuencia de infracciones al Derecho Internacional Humanitario o de violaciones graves y manifiestas a las normas internacionales de Derechos Humanos, ocurridas con ocasión del conflicto armado interno”.
5 https://cifras.unidadvictimas.gov.co/.
Auteurs
Profesor del Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes. . Enlace orcid: http://orcid.org/0000-0002-1589-1120.
Antropólogo, investigador del Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes. . Enlace orcid: https://orcid.org/0000-0001-6519-692X.
Economista, investigadora de la Universidad de los Andes.. Enlace orcid: https://orcid.org/0000-0002-2537-4397.
Le texte seul est utilisable sous licence Licence OpenEdition Books. Les autres éléments (illustrations, fichiers annexes importés) sont « Tous droits réservés », sauf mention contraire.
Análisis económico de los procedimientos de selección de contratistas del Estado en el Derecho colombiano
Hacia un mecanismo eficiente y transparente
Mónica Sofía Safar Díaz
2009
Casos de concentraciones empresariales en el sector energético europeo
Milton Fernando Montoya Pardo
2012
Regulación del mercado de energía eléctrica en América Latina
La convergencia entre libre competencia e intervención estatal
Luis Ferney Moreno
2012
Normas técnicas y derecho en Colombia
Desafíos e implicaciones para el derecho en un entorno de riesgo
Héctor Santaella Quintero
2008
Cátedra Unesco y Cátedra Infancia: justicia transicional y memoria histórica
André-Jean Arnaud, Castor M.M. Bartolomé Ruiz, Yolyn Elena Castrillón Baquero et al.
2015
Los contratos de transferencia internacional de tecnología
América Latina, Estados Unidos y la Unión Europea
Manuel Guerrero Gaitán
2014
Política criminal y “prevención”
Carol Sierra Ramirez, Nilton Rosas Camacho Deily, Jorge Luis Triana Sánchez et al.
2015
Cátedra Unesco. Derechos humanos y violencia: Gobierno y gobernanza
Problemas, representaciones y políticas frente a graves violaciones a los derechos humanos
Bibiana Ximena Sarmiento Alvarez et Marcela Gutiérrez Quevedo (dir.)
2016