Primera parte
p. 25-48
Texte intégral
Introducción
1Esta primera parte presenta el marco teórico en el que se inscribe la investigación. Inicio con la exposición de las concepciones de la institución y el campo de la ciencia de Robert K. Merton y Pierre Bourdieu, respectivamente, y presento los fundamentos teóricos del institucionalismo y de la ecología de poblaciones desarrollados en los estudios organizacionales, haciendo énfasis en su debate fundamental –la diferenciación o el isomorfismo–. Posteriormente presento la colaboración científica enfocándome en los debates teóricos sobre sus ventajas y desventajas para el desempeño científico. Finalizo con una presentación de la heterogeneidad y diversidad en el trabajo investigativo, revelando sus antecedentes, sus fuerzas y sus debates centrales.
I. La institución y el campo de la ciencia
2La ciencia, entendida como un conjunto de conocimientos convalidados colectivamente, tiene una institución distintiva que gobierna una estructura social compuesta de roles y posiciones –como los que ocupan los editores y pares evaluadores– que garantizan que el conocimiento producido pueda ser considerado como científico1. La institución de la ciencia confiere legitimidad a los autores y organizaciones que han ganado autoridad y reconocimiento en la producción científica justificando su acceso a recursos y permitiéndoles ocupar las posiciones más importantes con las que ejercen poder y lideran el avance de la ciencia (Merton, 1968, 1977; Bourdieu, 1976, 2008/1997).
3Bourdieu (1976) define que la ciencia se desarrolla en un campo social entendido “como (un) sistema de relaciones objetivas entre posiciones adquiridas (en las luchas anteriores). Es el lugar (es decir, el espacio de juego) de una lucha competitiva que tiene por desafío específico el monopolio de la autoridad científica (…) entendida en el sentido de capacidad de hablar e intervenir legítimamente (es decir, de manera autorizada y con autoridad) en materia de ciencia” (Bourdieu, 1994/1976: 131, énfasis en el original)2.
4De acuerdo con Merton (1977), en la estructura social de la ciencia “el poder y la autoridad están en manos, en gran medida, de aquellos que se han destacado mediante realizaciones científicas acumulativas. Es una jerarquía de estatus, en el sentido de Max Weber, basada en el honor y la estima” (Merton, 1977: 599). Es de esta forma como “la autoridad en la ciencia, en la que el sistema de árbitros ocupa un lugar central, proporciona la base institucional para la fiabilidad relativa y la acumulación de conocimiento” (Merton, 1977: 620-621).
5La institución de la ciencia y su campo social se caracterizan por tener un sistema de comunicaciones y recompensas (Merton, 1977), organizado alrededor de “las revistas científicas, que (…) consagran los productos conformes con los principios de la ciencia oficial” (Bourdieu, 2008/1997: 34). Los científicos desarrollan su trabajo investigativo para someterlo al juicio de pares evaluadores, recibiendo en la publicación científica y la citación su principal reconocimiento.
6Ciertamente, en el campo de la ciencia, “las relaciones de fuerza científicas son unas relaciones de fuerza que se realizan especialmente a través de las relaciones de conocimiento y de comunicación” (Bourdieu, 2003/2001: 100), que tienen “el incentivo del reconocimiento (…) (que) depende de la publicación” (Merton, 1977: 364) – “especialmente en los órganos más selectivos y prestigiosos” (Bourdieu, 2008/1997: 90)– y de “la referencia en forma de cita” (Bourdieu, 2003/2001: 101).
7En el campo de la ciencia se compite por lo que Bourdieu denominó capital científico, y que Merton entiende como reputación y reconocimiento3. El capital científico es una “especie de capital simbólico que actúa en la comunicación y a través de ella (…) (ejerciendo fuerzas) sobre la producción científica (y) sobre las prácticas de los científicos” (Bourdieu, 2003/2001: 65), y comprende “un conjunto de pertenencias que son el producto de actos de conocimiento y reconocimiento realizados por unos agentes introducidos en el campo científico” (Bourdieu, 2003/2001: 100).
8“El reconocimiento (…) es la contrapartida motivacional, en el plano psicológico, de la importancia asignada a la originalidad en el plano institucional” (Merton, 1977: 386), ya que “los derechos de propiedad en la ciencia se reducen exactamente a esto: al reconocimiento por otros de la parte que le corresponde al científico en el resultado alcanzado” (ibíd.: 387). “De este modo, los científicos dejan indeleblemente su sello en la historia” (ibíd.: 391) haciendo que el “número de publicaciones (sea) una medida ritualizada de los logros científicos o de erudición” (ibíd.: 413).
9El capital científico está compuesto por dos formas simbólicas de reconocimiento: la primera comprende el capital científico puro, que se basa en el reconocimiento dado por pares competidores a la producción científica, y la segunda es un capital de tipo político que está determinado por las posiciones en las jerarquías de las organizaciones de ciencia que permiten ejercer poder sobre la orientación y los medios de producción de la investigación (Bourdieu, 2008/1997).
10El capital científico de orden político se puede valorar en términos de la pertenencia a comités editoriales, la membresía de academias de ciencias, la ocupación de cargos, la colaboración científica y la obtención de financiación (Méndez, Gómez y Bordons, 1993), y en especial por la adjudicación de premios, como por ejemplo el Premio Nobel (Merton, 1977; Bourdieu, 2008/1997). Para las organizaciones la pertenencia a asociaciones, la posición en escalafones, la acreditación, el financiamiento, los premios y los reconocimientos públicos son las señales más importantes del desempeño y la legitimidad ganada por sus capacidades en el campo académico (Whitley, 2000, 2007; Huang, Akcakir, Haller, 2009).
11Para el capital científico puro, “las publicaciones, especialmente en los órganos más selectivos y prestigiosos, por lo tanto aptos para otorgar prestigio, a la manera de bancos de crédito simbólico, son su mejor indicador” (Bourdieu, 2008/1997: 90). Recordando que “el capital científico es una especie particular de capital simbólico (del que sabemos que siempre se funda en actos de conocimiento y reconocimiento) que consiste en el reconocimiento (o el crédito) otorgado por el conjunto de los pares-competidores dentro del campo científico, la cantidad de menciones en el Citation Index es un buen indicador” (Bourdieu, 2008/1997: 79)4.
12La estructura de la ciencia muestra una tendencia hacia la concentración del poder y la autoridad en pocas organizaciones y científicos (Whitley, 2000), que tienen una ventaja acumulativa como actores legítimos en ciencia, desarrollando lo que Merton denominó como el efecto Mateo (Merton, 1968, 1977: 166)5. El efecto Mateo establece que los investigadores y las organizaciones de probada reputación tienen un incremento exponencial de sus publicaciones científicas gracias a sus capacidades probadas en materia de ciencia (Merton, 1968: 4). Esta tesis es respaldada por estudios sobre campos consolidados de la ciencia como la química (Van Raan, 2006) que gozan de una reconocida tradición en materia de investigación y resultados académica y socialmente relevantes.
13El campo de la ciencia se organiza en torno a la posición de los dominadores que son capaces de imponer “la representación de la ciencia más favorable a sus intereses (…) y poseen unas ventajas decisivas en la competición, entre otras razones porque constituyen un punto de referencia para sus competidores, que (…) están obligados a situarse en relación a ellos, activa o pasivamente” (Bourdieu, 2003/2001: 68)6.
14Asimismo, “la organización social de la investigación científica ha cambiado mucho, y la colaboración y los equipos están al orden del día. (…) vemos que a cada década que pasa es mayor la cantidad de artículos de varios autores” (Merton, 1977: 426).
15Si bien la estructura, la dinámica y las formas de producción de conocimiento entre los diferentes campos científicos, particularmente entre los que se establecieron en el siglo xvii –como la química y la física– y los que emergieron después de la Segunda Guerra Mundial –como la administración– son distintos (Whitley, 1984b, 2000, 2008; Bonaccorsi, 2008), la evolución de los campos de la ciencia muestra una alta competencia que ha resultado en la concentración del capital científico7 en pocos investigadores y organizaciones que determinan la orientación y la estructuración de las posiciones de los actores en el campo. Esta competencia define las dinámicas de un entorno organizacional en el que los actores pueden imitarse o diferenciarse en razón de las fuerzas que confieren legitimidad frente al desempeño, tal como puede analizarse en el debate entre la teoría de la ecología de poblaciones y la teoría del institucionalismo organizacional que presento a continuación.
II. La ecología de poblaciones y el institucionalismo organizacional
16La teoría de la ecología de poblaciones, también conocida como demografía organizacional, fue propuesta por Hannan y Freeman (1977) para estudiar la evolución de conjuntos de organizaciones que compiten por los mismos recursos y las mismas fuentes de legitimidad. La teoría de la ecología de poblaciones goza de amplia aceptación por la facilidad que ofrece la analogía con la biología evolutiva darwiniana, y ha desarrollado un importante programa de investigación dentro del campo de los estudios organizacionales (Baum, 1996; Scott y Davis, 2007).
17La pregunta central de la teoría es por qué existe tanta variedad en los tipos y las características de las organizaciones de una población. Los ecologistas entienden que el entorno de las organizaciones está conformado por otras organizaciones como el Estado, las escuelas de formación, los proveedores, los clientes y los competidores que determinan el funcionamiento de la población (Hannan y Carroll, 1995)8.
18El entorno varía en términos de la abundancia de recursos, de los cambios discontinuos e inciertos de la tecnología, de las normas y las culturas, así como de las características regulatorias de los Estados (Hannan y Carroll, 1995). Estas variaciones inciden en las dinámicas y los cambios de la densidad organizacional, esto es, el número de organizaciones en una población.
19La población es definida por el conjunto de organizaciones que compiten en un nicho, esto es, por un mismo conjunto de recursos y clientes. Las organizaciones que sobreviven se hacen legítimas y ejemplos a seguir, determinando formas de organizar el trabajo que terminan siendo dadas por ciertas, hasta que se presentan cambios en el entorno que afectan el ciclo de vida organizacional (Hannan y Carroll, 1995).
20Los ecologistas estudian particularmente el ciclo de vida de las organizaciones, analizando las tasas de nacimiento y de muerte, la inercia organizacional y la evolución de la población frente al entorno cambiante, mostrando que el cambio estructural y la creación de nuevas organizaciones reemplazan las formas organizacionales tradicionales que habían ganado legitimidad (Hannan y Carroll, 1995; Baum, 1996; Aldrich, 1999).
21Hannan y Freeman (1977) incorporan el criterio de selección y de competencia para analizar la dinámica y el cambio de las organizaciones de una población para sobrevivir. El proceso de selección, de acuerdo con los autores, es desarrollado por el entorno que determina el número de organizaciones y los tipos de estructuras que mejor se acoplan a sus condiciones, entendiendo que el cambio organizacional es un proceso lento, como ocurre en los seres vivos.
22El argumento central de esta teoría es que el entorno desarrolla una selección natural en la que la supervivencia de las organizaciones depende de su habilidad para cambiar en un proceso de mutación estructural de variación –o desarrollo de diferentes comportamientos humanos–, que se seleccionan, se retienen y se consolidan en nuevas capacidades estructurales para competir (Baum, 1996; Aldrich, 1999).
23Los ecologistas entienden que hay entornos más dinámicos que otros, encontrando que ciertas maneras de organizar el trabajo dejan de prosperar cuando el entorno cambia, posibilitando la aparición de nuevas organizaciones o la reestructuración de viejas organizaciones que compiten exitosamente gracias a su diferenciación, dado que muestran características mejores a las ya existentes (Hannan y Freeman, 1986; Aldrich, 1999).
24Las organizaciones que han ganado legitimidad transmiten una serie de características a los nuevos emprendimientos, y en la medida en que tienen éxito permiten que las organizaciones sobrevivan, aumentando así la densidad poblacional. El aumento de la densidad incrementa la competencia, haciendo que en determinado punto la legitimidad deje de ser importante para la supervivencia, lo que genera un aumento de la tasa de mortalidad de las organizaciones y posibilita la aparición de nuevos y diferentes tipos de organizaciones (Hannan y Carroll, 1995). Mecanismos para la competitividad como la innovación inciden en la tendencia de las poblaciones a tener una gran variedad de formas organizacionales (Van de Ven, Poiley, Garud y Venkataraman, 1999), incluyendo sus límites y sus redes de relaciones (Hannan y Freeman, 1986).
25En conclusión, las organizaciones suelen copiar las formas organizacionales exitosas, y en esa medida tienden a ser legítimas. Cuando esto pasa se genera una cierta homogeneidad organizacional. Sin embargo, esto solo sucede cuando el entorno es relativamente estable (Hannan y Freeman, 1977: 946). Con los cambios del entorno las condiciones de competencia y selección también cambian. Los ecologistas encuentran en la diferenciación una explicación a las formas en que las organizaciones evolucionan en un entorno competitivo por la legitimidad (Hannan y Freeman, 1977; Hannan y Carroll, 1995; Baum, 1996), desarrollando nuevas características y formas organizacionales que incluyen la estructuración de redes entre diferentes actores organizacionales (Hannan y Freeman, 1986).
26DiMaggio (1979, 1983) introduce la sociología de Bourdieu al estudio de las organizaciones para desarrollar un cuerpo teórico que es conocido como el nuevo institucionalismo organizacional. En esta teoría se desarrolla el concepto de campo en un entorno institucional compuesto por diferentes presiones para explicar el comportamiento de las organizaciones (DiMaggio y Powell, 1983; Powell, 2007; Greenwood, Oliver, Sahlin, y Suddaby, 2008; Owen-Smith y Powell, 2008).
27Scott (2001) define una institución como una estructura social durable con altos grados de resiliencia, que brinda un orden para el desarrollo de las acciones y actividades sociales a través de sanciones y recompensas, así como del reconocimiento de actores que operan conforme a tres pilares: regulatorios –dados por las leyes y las políticas–, normativos –establecidos por las formas de comportamiento distintivas de una práctica social– y cognitivos –dados por las acciones que son dadas por ciertas por los agentes sociales–.
28Una institución determina el orden social de unos espacios o dominios temporales denominados “campos organizacionales” (Wooten y Hoffman, 2008). El campo organizacional hace referencia a la existencia objetiva de unas relaciones entre organizaciones que están allá afuera, en el mundo que a simple vista no podemos ver, y que determinan el desarrollo de una práctica sobre un ámbito delimitado de la vida institucional (DiMaggio, 1979, 1983).
29Un campo consiste en un espacio de redes o configuración de relaciones entre posiciones (Bourdieu, 1992, citado por Powell, White, Koput y Owen-Smith, 2005: 1134) en el que diferentes agentes se estructuran y realizan intercambios en una lucha estratégicamente orientada a ganar poder y legitimidad (Bourdieu, 1977, citado por Fligstein, 2001: 108). A diferencia de la concepción de poblaciones de los ecologistas, los campos organizacionales están compuestos por una comunidad de organizaciones interdependientes9 que se ocupan de una actividad común, tienen una identidad, unos significados y unos deberes compartidos, e interactúan frecuentemente bajo las mismas presiones institucionales (DiMaggio y Powell, 1983; Fligstein, 2001; Scott, 2001; Powell et al., 2005; Owen-Smith y Powell, 2008).
30Los campos organizacionales se estructuran en un proceso de interacción entre agentes que comparten prácticas y compiten estratégicamente por recursos para definir su identidad y estatus, crean coaliciones para competir e incrementar su poder, y generan formas de concebir y desarrollar sus acciones para hacer frente a las distintas presiones de su entorno institucional (DiMaggio y Powell, 1983; Phillips, Lawrence y Hardy, 2000; Fligstein, 2001).
31El institucionalismo organizacional, a diferencia de la ecología de poblaciones, se pregunta por qué las organizaciones tienden a imitarse, encontrando en las presiones institucionales por la legitimidad los mecanismos por los cuales se genera una propensión a imitar determinadas características, formas y arreglos organizacionales (DiMaggio y Powell, 1983; Scott, 2001).
32Por lo tanto, las presiones institucionales determinan el isomorfismo organizacional10, entendido como el proceso de imitación que conduce a un actor de un campo a parecerse a otros actores que han ganado legitimidad, generando una racionalidad colectiva sobre determinadas prácticas (DiMaggio y Powell, 1983; Meyer y Rowan, 1977). La legitimidad es definida como la percepción generalizada de que las acciones son deseables, propias y apropiadas para un sistema de normas, valores, creencias y definiciones (Suchman, 1995: 574), y es establecida por varias personas que hacen el mismo trabajo (Burt, 1997: 345; Burt, 2000: 389-390)11 y certificada por agencias gubernamentales, asociaciones, academias y, en última instancia, por la opinión pública en general (DiMaggio y Powell, 1983; Greenwood, Suddaby y Hinings, 2002).
33El isomorfismo se presenta en mecanismos coercitivos para el pilar regulatorio, como las leyes, que regulan unas prácticas y obligan a los actores a realizarlas; normativos, como los estándares expresados por las asociaciones de profesionales, como academias, entes certificadores y escalafones que buscan garantizar el adecuado ejercicio de una práctica; y miméticos en el pilar cognitivo, como el aprendizaje y la adopción de prácticas entre diferentes comunidades de profesionales a partir de la colaboración y el trabajo conjunto (DiMaggio y Powell, 1983; Scott, 2001; Powell, 2007)12.
34La ecología de poblaciones y del institucionalismo organizacional resultan de especial interés en esta investigación, toda vez que predicen comportamientos diferentes para las organizaciones que compiten en un entorno como el de la administración, que como veremos más adelante, presenta incertidumbre en razón de la complejidad de las fuerzas institucionales, el dinamismo del campo y la riqueza del entorno. Una de las características organizacionales más importantes es la estructuración de redes de colaboración. En un entorno competitivo emerge, tanto en el campo de la ciencia (De Solla Price, 1963) como en el de las organizaciones en general (Brass, Galaskiewicz, Greve, Tsai, 2004), la colaboración como mecanismo para la supervivencia, la competencia y la legitimidad.
III. La colaboración científica
35La colaboración científica, entendida como el trabajo investigativo que se realiza para alcanzar un objetivo común en la creación de nuevo conocimiento (Katz y Martin, 1997: 7; Shrum, Genuth y Chompalov, 2007: vii-viii)13, es una característica de la ciencia moderna usada tanto para reducir la competencia (Hagstrom, 1964; Merton, 1977) como para acceder a los recursos que se encuentran inmersos en las redes de relaciones sociales (Bourdieu, 2008/1997). La colaboración científica se ha convertido en un mecanismo fundamental para el avance de la ciencia y su crecimiento exponencial en la modernidad (De Solla Price, 1963; Vinck, 2014).
36La colaboración permite que los científicos y las organizaciones incrementen su capital científico y social, a la vez que favorece la formación de coaliciones estratégicamente orientadas al mejoramiento de su posición de autoridad en el campo de la ciencia (Bourdieu, 1976, 2003). La competencia por la legitimidad, dada por la autoridad científica, hace que los científicos y sus organizaciones busquen relaciones con actores destacados y de probada reputación en el campo, con el fin de mejorar las posibilidades de aceptación de su trabajo por parte de la comunidad científica, tanto por el contenido mismo como por lo que simbolizan sus relaciones con personas y organizaciones (Merton, 1968; Bourdieu, 1976, 2003/2001: 27; Latour, 2005).
37Existen varias razones por las cuales los científicos buscan colaborar, entre las que se destacan el placer de trabajar conjuntamente y desarrollar relaciones de amistad, la complementariedad de capacidades, el aprendizaje de conocimientos tácitos, el desarrollo de investigación multi e interdisciplinar, la especialización, la posibilidad de desarrollar importantes programas de investigación para incrementar el acceso a financiación, para acceder a tecnologías, capacidades y activos específicos, para ganar prestigio y visibilidad, y para mejorar la productividad científica (Katz y Martin, 1997; Beaver, 2001; Bozeman y Corley, 2004; Carayol y Nguyen Thi, 2005; Heinze y Kuhlmann, 2008; Vinck, 2014).
38La colaboración científica es promovida por las políticas, las organizaciones de ciencia y los investigadores que se organizan para trabajar grandes y complejos problemas de investigación (Hagstrom, 1964; Villaveces, 200114; Morris, 2004; Whitley, 2007; Etzkowitz, 2009). También las tecnologías de la información y la comunicación inciden en el aumento de la colaboración científica, ya que permiten establecer formas flexibles de interacción entre los investigadores (Duque, Ynalvez, Sooryammorthy, Dan-Bright y Shrum, 2005). Finalmente el entorno institucional de la ciencia moderna presiona por el isomorfismo hacia la colaboración extensiva y la entiende como una práctica legítima y deseable para el avance de la ciencia (Benner, y Sandstrom, 2000; Hollingsworth, 2006; Whitley, 2000).
39La colaboración científica es un fenómeno creciente y se evidencia en las publicaciones de artículos científicos en revistas de alta calidad internacional –revistas que se caracterizan por estar indexadas en el Journal Citation Reports del isi - Thomson Reuters– (Wuchty, Jones y Uzzi, 2007), incluyendo las ciencias sociales en general (Moody, 2004) y las ciencias administrativas en particular (Acedo, Barroso, Casanueva y Galán, 2006; Larivière, Gingras y Archambault, 2006: 531; Podsakoff, MacKenzie, Podsakoff y Bachrach, 2008; Ronda-Pupo y Guerras-Martín, 2010; Cardoza y Fornés, 2011).
40La literatura de la colaboración científica muestra que la relación positiva entre las redes y el desempeño es más supuesta que probada empíricamente (He, Geng y Campbell-Hunt, 2009; Lee y Bozeman, 2005). La incidencia de la colaboración en el desempeño científico que se refleja en el Citation Index ha sido ampliamente estudiada, sin que se llegue a resultados concluyentes: de una parte se tiene evidencia de que la colaboración científica evaluada en redes de coautoría (Adams, Black, Clemmons y Stephan, 2005; Wuchty, Jones y Uzzi, 2007) y redes interorganizacionales (Abramo, D’Angelo y Solazzi, 2009; Abramo, D’Angelo y Di Costa, 2008) mejora el desempeño; sin embargo, en otros casos se evidencia que el incremento de coautorías (Harsanyi, 1993; Rigby, 2005; Rigby y Edler, 2005) y de redes interorganizacionales (Cummings y Kiesler, 2005) reduce los buenos resultados en ciencia. También hay resultados que muestran que la colaboración científica entre investigadores no tiene ningún efecto en la productividad científica (Lee y Bozeman, 2005; Duque et al., 2005), especialmente en el caso de estudios de coautoría realizados en ciencias económicas y administrativas (Avkiran, 1997; Sutter y Kocher, 2004; Krichel y Bakkalbasi, 2006; Ramos, Royuela y Suriñach, 2007).
41Finalmente hay una literatura desarrollada en el campo de la administración, orientada por la teoría del capital social, que argumenta la existencia de un punto óptimo de coautorías visto a través de una relación en forma de U invertida entre el desempeño científico y el número de coautores (McFayden y Cannella, 2004; Gonzalez-Brambila, Veloso y Krackhardt, 2008), relación que también se ha encontrado en redes interorganizacionales que desarrollan proyectos de innovación (Gozubuyuk, 2008).
42La literatura de la colaboración científica desarrollada desde los estudios organizacionales es emergente (Chompalov et al., 2002; Shrum et al., 2007) y, pese al avance en el análisis de la estructura de las redes interorganizacionales en ciencia (Gulbrandsen, Mowery y Feldman, 2011; Shrum et al., 2007; Powell et al., 2005; Chompalov et al., 2002), y de las redes de coautoría (McFadyen y Cannella, 2004; Jansen, Görtz y Heidler, 2010), existen escasos esfuerzos por estudiar ambos tipos de redes (Liebeskind, Oliver, Zucker y Brewer, 1996; Bouty, 2000; Shrum, Chompalov y Genuth, 2001; Heinze y Kuhlmann, 2008; Gozubuyuk, 2008)15. Y entre los existentes, hasta donde conozco, incluyendola emergenteliteratura multinivel sobre la colaboración científica que relaciona las redes entre investigadores y organizaciones (Lazega et al., 2006; 2008; Huang et al., 2009), ninguno centra su atención en el entorno institucional y las formas en las que se organiza la colaboración a través de la heterogeneidad y la diversidad de las redes.
43Con lo anterior muestro que es importante investigar si las diferencias entre individuos y organizaciones que colaboran son relevantes en la composición de las redes de investigación y su desempeño, resultando pertinente incorporar los conceptos de diversidad y heterogeneidad usados en la literatura de los estudios organizacionales.
44Es importante, a la luz de la teoría del institucionalismo organizacional y de la teoría de ecología de poblaciones, analizar las fuerzas que llevan a las organizaciones a imitarse o diferenciarse en el grado de diversidad y heterogeneidad de sus redes de colaboración científica, evaluando las ventajas y desventajas de la integración de diferencias en el trabajo colaborativo y sus resultados. A continuación presento una descripción de lo que sabemos sobre la diversidad y la heterogeneidad en la colaboración científica.
IV. Diversidad y heterogeneidad en la colaboración científica
45Los estudios organizacionales generalmente utilizan el concepto de heterogeneidad como sinónimo de diversidad (Reagans y Zuckerman, 2001: 509; Powell et al., 2005: 1171; Harrison y Klein, 2007), para referirse, particularmente desde la concepción de Blau (1977), a la distribución de los diferentes grupos de una población que pueden caracterizarse por parámetros nominales como la raza, el sexo o el tipo de actividad. Sin embargo, es necesaria una precisión teórica y empírica para observar la relación de las diferencias en las redes interorganizacionales y personales y evaluar su aporte relativo al desempeño.
46En la segunda parte propongo, siguiendo a Harrison y Klein (2007), que la diversidad es un concepto que se refiere a la distribución de las diferencias, en términos de atributos observables y no observables, que presentan las personas que se relacionan para hacer conjuntamente un trabajo. Asimismo, siguiendo los estudios organizacionales de Powell y su grupo de investigación (Powell et al., 1996, 2005), propongo usar el término heterogeneidad para hacer referencia a la distribución de las diferencias entre las organizaciones que forman redes, dada su naturaleza y tipo de actividad.
47La diversidad y la heterogeneidad son variables importantes para la creación de nuevo conocimiento. La historia y la sociología de la ciencia han mostrado casos relevantes en los que la colaboración entre diferentes científicos y organizaciones ha generado grandes aportes para el avance de la ciencia (Kuhn, 1962; Merton, 1977; Bourdieu, 1976, 2003/2001; Latour, 2005); dando soporte a la creencia, particularmente en la política y la administración de ciencia y tecnología, de que la integración de diferencias individuales y organizacionales es necesaria y deseable para el desarrollo de la investigación científica de alto nivel internacional (Stirling, 2007; Clark, 2008).
48Desde las primeras academias de ciencia que aparecen en Europa en los siglos xvii y xviii, auspiciadas por las monarquías, la interacción del gobierno y la ciencia ha venido desarrollando varias formas de relación para integrar diferentes actores a la solución de los problemas sociales (Burke, 2000; Villaveces, 2006). La política en ciencia y tecnología que se hace explícita después de la Segunda Guerra Mundial, inicialmente en Estados Unidos, consolidó consejos nacionales de investigación que, en tanto forma de evaluación de pares científicos para la adjudicación de recursos (sobre modelos como el de la República de la ciencia de M. Polanyi), generó nuevos mecanismos de legitimidad para la actividad científica después de la década de 1970, en los que se valora la integración de diferencias cognitivas y organizacionales para el avance de la ciencia (Rip, 1994, 2003; Vinck, 2014)16.
49El argentino Jorge Sabato propuso en la década de 1960 la necesidad de articular equilibradamente la academia con la industria y el Estado para generar desarrollo en los países (Sabato, 1975; Sabato y Botana, 1968). Este modelo normativo, conocido como el “triángulo de Sabato”, se convirtió en un imperativo de la política científica y tecnológica en los países de América Latina (Casas y Luna, 1998; Arocena y Sutz, 2000, 2001, 2005; Sutz, 2000; Dagnino y Velho, 1998; Vessuri, 2004; Albornoz, Estébanez y Alfaraz, 2005; Albornoz, 2009; Villaveces, 2005, 2006; Villaveces y Forero-Pineda, 2007).
50Posteriormente, propuestas como el Modo 2 de producción de conocimiento (Gibbons, Limoges, Nowotny, Schwartzman, Scott y Trow, 1994) –que promueven la interdisciplinariedad, la investigación participativa y la ciencia orientada a la solución de problemas– y el modelo de la triple hélice de Etzkowitz y Leydesdorff (1995, 2000) –que muestra los intercambios de roles entre la academia, la empresa y el Estado– han sido ampliamente usados en las políticas de ciencia y tecnología (Benner, y Sandstrom, 2000; Kurek, Geurts, y Roosendaal, 2007; Hessels y Vanlente, 2008; Larivière y Gingras, 2010), incluso en América Latina (Casas y Luna, 1998; Arocena y Sutz, 2001).
51Finalmente, formulaciones como el nuevo contrato social de la ciencia, expuesto en la Conferencia Mundial sobre la Ciencia –Conferencia de Budapest– organizada por UNESCO en 1999, o las novedosas visiones del triángulo del desarrollo que relaciona el Estado, las firmas y la sociedad civil (Cozzens, Gatchair, Kim, Ordóñez-Matamoros y Supnithadnaporn, 2008), han proporcionado los mecanismos legitimadores que justifican la promoción de la articulación diversa y heterogénea entre la universidad, la empresa, el Estado y otros actores sociales para gobernar el desarrollo de la ciencia y el progreso de las naciones (Arocena y Sutz, 2000, 2005; Villaveces, 2006; Cozzens et al., 2008).
52Estos modelos y propuestas tienen en común la idea de que la ciencia desarrollada por redes compuestas de diferentes tipos de organizaciones y personas puede mejorar la creación de conocimientos para el beneficio de la sociedad. Como sintetiza Bammer (2008: 876) en su reflexión sobre la tendencia actual de la colaboración científica, “las colaboraciones generalmente pretenden reunir a los socios con diversos atributos relevantes” para obtener una serie de ventajas en la creación de conocimiento científico y socialmente trascendente.
53Las políticas sirven en el plano regulatorio de una institución como incentivos para generar un comportamiento esperado y un orden a partir esencialmente de la financiación de proyectos y programas (Scott, 2001: 53). Estas políticas tienen la función de orientar la actividad agregada hacia las metas establecidas en el orden nacional, y de crear hábitos en las formas de hacer determinadas actividades y de conducir determinadas materias en un marco legal expedito, debidamente documentado, aprobado y promulgado (Bourdieu, 2000).
54La financiación de la investigación valora tanto el prestigio y la reputación de los colaboradores como la diversidad en las relaciones de colaboración dadas por aspectos como la interdisciplinariedad y las relaciones internacionales (Bammer, 2008; Sörlin, 2007: 421; Ettorre, 2000), particularmente en las escuelas de negocios (Sörlin, 2007: 426; Knights y Willmott, 1997). La financiación impulsa el establecimiento de relaciones con investigadores y organizaciones capaces de complementarse y de mejorar su visibilidad y sus posibilidades de hacer un trabajo científico relevante. Esta financiación ha legitimado la colaboración heterogénea y diversa en la ciencia, generando un isomorfismo hacia la colaboración y la integración de diferencias de forma extensiva (Benner, y Sandstrom, 2000; Hollingsworth, 2006; Croissant y Smith-Doerr, 2008).
55Bonaccorsi (2008) resalta que los campos emergentes de la ciencia, especialmente los que surgieron después de la Segunda Guerra Mundial17, se caracterizan por la convergencia de complementariedades en aspectos cognitivos, técnicos, disciplinares y organizacionales, donde la colaboración científica interdisciplinar e interorganizacional es una de las características en la evolución de los campos y el avance de la investigación, ya que es considerada como una forma legítima y deseada para la investigación.
56En campos de la ciencia emergentes como el de la nanotecnología, la complementariedad que se alcanza con la colaboración científica entre diferentes investigadores (Heinze y Bauer, 2007; Jansen, Görtz y Heidler, 2010) y sus redes interorganizacionales (Heinze y Kuhlmann, 2008) ha contribuido con el desarrollo y la evolución del campo, y ha proporcionado argumentos que justifican la legitimidad en la integración de diferencias para la investigación.
57Sin embargo, hacer una evaluación de la diversidad es algo más complicado, ya que los estimadores que dan cuenta de esta variable son usados como controles en los estudios empíricos de la colaboración científica, y han mostrado que ni la edad (Gonzalez-Brambila y Veloso, 2007), ni el género (Lee y Bozeman, 2005), ni la permanencia en una organización (Reagans y Zuckerman, 2001), ni la titularidad en un cargo administrativo (McFadyen y Cannella, 2004; He et al., 2009), ni el grado de formación de los investigadores (Lazega et al., 2006) inciden en el desempeño científico, como sí lo hacen otros aspectos como las relaciones internacionales que evalúa la diversidad y la heterogeneidad por factores geográficos (Ettorre, 2000; Barjak, 2006; Barjak y Robinson, 2007; Ordóñez-Matamoros, 2008; Ordóñez-Matamoros et al., 2010).
58La heterogeneidad en las redes interorganizacionales, como se puede ver en el caso del campo de la biotecnología en Estados Unidos (Powell, Koput y Smith-Doerr, 1996; Owen-Smith y Powell, 2004; Powell et al., 2005) y en Colombia (Orozco y Chavarro, 2006; Schuler y Orozco, 2007; Orozco, Chavarro, Olaya y Villaveces, 2007; Orozco y Chavarro, 2011), o de la nanotecnología en Alemania (Jansen, Görtz y Heidler, 2010; Heinze y Kuhlmann, 2008; Heinze y Bauer, 2007), ha mostrado una relación positiva con el desempeño y la evolución del campo.
59Sin embargo, existen estudios que muestran los problemas que presenta la colaboración científica interorganizacional (Cummings y Kiesler, 2005, 2007), particularmente desde la teoría de los costos de transacción –que expongo en la segunda parte– (Landry y Amara, 1998; Arranz y Fdez. de Arroyabe, 2007), y casos de redes triple hélice entre la academia, la empresa privada y el Estado (Belkhodja y Landry, 2007), lo que evidencia que el aumento de redes interorganizacionales reduce el desempeño científico. Si bien se ha buscado promover la colaboración científica internacional, en razón de las ventajas que trae para el desarrollo profesional de la empresa investigativa de los países, especialmente los emergentes (Ordóñez-Matamoros, 2008), las redes heterogéneas tienden a establecerse entre organizaciones locales por la facilidad de gobernanza, privando a la colaboración científica de los beneficios que trae la participación en redes globales de investigación (Ponds, Van Oort y Frenken, 2007).
60De acuerdo con recientes revisiones de literatura sobre la colaboración científica y algunos estudios empíricos, se puede proponer que la incidencia de las diferencias disciplinares y las condiciones organizacionales en la colaboración científica resulta ser circunstancial, ya que en algunos casos estas pueden mejorar el desempeño y en otros se pueden convertir en una barrera (Hara, Solomon, Kim y Sonnenwald, 2003; Tan, Pan, Lim y Chan, 2005; Sonnenwald, 2007; Bukvova, 2010).
61Asimismo, las dinámicas de la producción científica varían entre los países de América Latina y los países del Norte, incluyendo el campo de la administración (Whitley, 2000: xxxvii), teniendo los primeros mayores dificultades que los segundos para desarrollar la colaboración científica e insertar sus aportes en las discusiones globales a través de las revistas más prestigiosas internacionalmente (Forero-Pineda y Jaramillo-Salazar, 2002; Villaveces, 2005; Villaveces y Forero-Pineda, 2007).
62Teniendo en cuenta que los campos de la ciencia tienen diferencias entre sí, y que las características de las disciplinas en su evolución y sus condiciones sociales son determinantes para las dinámicas de producción de conocimiento y para el establecimiento de formas de legitimidad (Whitley, 1984b, 2000, 2008), es necesario conocer las particularidades del campo de la investigación en administración para ver la incidencia de las diferencias entre organizaciones e investigadores en el desempeño de la colaboración científica.
63Es importante, a la luz de la teoría del institucionalismo organizacional y la teoría de ecología de poblaciones, analizar las fuerzas que llevan a las organizaciones a imitarse o diferenciarse en el grado de diversidad y heterogeneidad de sus redes de colaboración científica, evaluando las ventajas y desventajas de la integración de diferencias en el trabajo colaborativo y sus resultados. A continuación se presenta una descripción del campo de la administración haciendo énfasis en el desarrollo de las escuelas, la investigación y las fuerzas institucionales para presentar el problema y la pregunta de esta investigación.
Notes de bas de page
1 Entendemos que “[l]a ciencia es un cuerpo de conocimiento socialmente compartido y convalidado” (Merton, 1977: 566), en términos de “un inmenso aparato de construcción colectiva utilizado de modo colectivo” (Bourdieu, 2003/2001: 125), que depende de un cuerpo colegiado de investigadores que avala y hace públicos los aportes al nuevo conocimiento en un sistema de comunicación específico (Merton, 1977; Bourdieu, 2003/2001; Villaveces, 2005). La evaluación de la utilidad de la ciencia por parte de la comunidad científica permite extenderla a la sociedad, que en general determina el valor social de la investigación (Orozco y Chavarro, 2010). Los resultados de la ciencia –en términos del cambio y el avance en el conocimiento, la tecnología, los artefactos, las legislaciones, las políticas y las prácticas sociales y culturales– permiten certificar el conocimiento como legítimo (Villaveces, Orozco, Olaya, Chavarro y Suárez, 2005; Orozco, Chavarro, Olaya y Villaveces, 2007). Ciertamente, “el fin institucional de la ciencia es la extensión del conocimiento certificado” (Merton, 1977: 358), que se hace válido con su efectiva utilización en las dinámicas de la sociedad.
2 “El universo ‘puro’ de la ciencia más ‘pura’ es un campo social como otro, con sus relaciones de fuerza, sus monopolios, sus luchas y sus estrategias, sus intereses y sus ganancias” (Bourdieu, 1994: 131). En el lenguaje nativo de Bourdieu, “la légitimité scientifique dépend de la structure de la distribution du capital spécifique de reconnaissance scientifique entre participants à la lutte: l’histoire des sciences tend à montrer que, à mesure que les ressources scientifiques accumulées s’accroissent, la compétition scientifique tend à revêtir la forme d’innombrables petites révolutions permanentes plutôt que celle de grandes révolutions périodiques, la différence entre stratégies de conservation des dominants et stratégies de subversion des nouveaux entrants (‘les prétendants’) tendant à s’affaiblir” (Bourdieu, 1976: 88).
3 En la sociología de la ciencia se establece una distinción entre el concepto de reputación de Merton y el de capital de Bourdieu. El primero se asocia a una recompensa que funciona en un proceso de estímulo-respuesta, mientras que el segundo es una posesión que se atesora y se invierte (Vinck, 2014: 147). Sin embargo, como puede concluirse de una reflexión profunda respecto de los textos de Merton y Bourdieu, tanto el reconocimiento como el capital operan con base en las publicaciones científicas que permiten legitimar la autoridad en ciencia y asegurar la consecución de recursos para la investigación. Al respecto ver Orozco y Chavarro (2010).
4 Ver también Garfield y Merton (1979).
5 Merton (1968) denominó este fenómeno como efecto Mateo en ciencia, refiriéndose al pasaje bíblico de Mateo (25:12-13) que dice: “Porque al que produce se le dará y tendrá en abundancia, pero al que no produce se le quitará hasta lo que tiene”. Este y otros pasajes bíblicos en los que Jesús habla en parábolas han sido considerados por Weber y Merton como piezas clave en el desarrollo del espíritu empresarial y científico en la Inglaterra del siglo xviii.
6 “Es el campo científico el que, como lugar de una lucha política por la dominación científica, asigna a cada investigador, en función de la posición que ocupa, sus problemas, indisociablemente políticos y científicos, y sus métodos, estrategias científicas que, puesto que se definen expresa u objetivamente por referencia al sistema de posiciones políticas y científicas constitutivas del campo científico, son, al mismo tiempo, estrategias políticas. No hay ‘elección’ científica –elección del área de investigación, elección de los métodos empleados, elección del lugar de publicación, elección que describe Hagstrom entre una publicación rápida de resultados parcialmente verificados o la publicación tardía de resultados plenamente controlados– que no sea, por uno de sus aspectos, el menos confesado y el menos confesable, una estrategia política de ubicación al menos objetivamente orientada hacia la maximización del beneficio propiamente científico, es decir al reconocimiento susceptible de ser obtenido de los pares-competidores” (Bourdieu, 1994: 135).
7 Tanto en publicaciones y citaciones, como en financiación y reconocimiento social.
8 “The environment of each organization consists mainly of other organizations. These include the government that claim jurisdiction over their activities, schools that prepare cohorts of potential recruits, firms that supply technical, material, and simbolic inputs, organizations that produce similar products and services, and those that purchase or use the products and services. Change in the environment of an organization usually means changes in the composition or activities of other organizations and organizational population. (…) The basic concept for considering sets of organization is the organizational form. Form serves as the organizational ecologist’s analogue to the biological ecologist’s species” (Hannan y Carroll, 1995: 29).
9 Las organizaciones que forman los campos no son solo las que desarrollan una práctica distintiva, sino también sus proveedores, consumidores y las agencias que las regulan, las agremian y les dan apoyo para obtener legitimidad; a diferencia del concepto de población o sector, que se refiere a un mismo tipo de organizaciones (DiMaggio y Powell, 1983; Powell et al., 2005; Scott y Davis, 2007). Este concepto es similar al de entorno usado por los ecologistas (cfr. Hannan y Carroll, 1995: 29).
10 Esto en correspondencia con lo que Bourdieu denomina homologías o las correspondencias y similitudes entre los actores (DiMaggio, 1977). Probablemente sería mejor denominarlo “homomorfismo” en el idioma español y su derivación etimológica del griego.
11 Como bien sintetiza Burt (2000: 389-390): “The competition and legitimacy associated with peers can be used to make sense of the negative association between value and peers” (Burt, 1997a). “Having many peers affects a manager’s freedom to define his job, and the firm’s response to the manager’s definition. First, many peers are a competitive frame of reference. (…). Second, legitimacy is established by many people doing the same work. The way in which the job is performed is legitimate not because of content or quality, but because many people perform it that way (e.g. economists in a business school)”. “Legitimacy does not come with the job¸ it has to be established. With few people doing the work, establishing legitimacy of a manager’s job performance depends on getting others to accept his or her definition of the work (e.g., sociologist in a business school)” (Burt, 1997: 345).
12 A continuación una síntesis de Powell: “Las políticas públicas, las políticas organizacionales y las preferencias de las personas ofrecen diferentes pero complementarias racionalidades de legitimidad en virtud de tener mecanismos como la ley, la autorización moral de una colectividad o el apoyo de los valores de una cultura que permiten que los agentes en un campo desarrollen una acción por conveniencia, por una obligación moral, o porque sus miembros no conciben formas diferentes de actuar” (Powell, 2007: 2).
13 Y que tiene la particularidad de generar productos que no son divisibles por las contribuciones individuales, de acuerdo con la teoría del derecho en la propiedad intelectual (Ríos, 2009: 59).
14 Para una discusión sobre la política de grupos de investigación en Colombia ver Orozco, Ruiz, Bonilla y Chavarro (2013).
15 Los estudios sobre la colaboración científica han privilegiado el análisis de las relaciones entre los investigadores, especialmente en coautorías, con las que se tienen indicios sobre la capacidad colectiva para la generación de nuevo conocimiento (Katz y Martin, 1997; Beaver, 2001; Bukvova, 2010). Estos resultados presentan un sesgo, ya que generalmente se desconoce el rol que juega la posición que tiene la organización del investigador y sus redes en el desempeño científico. Como reconoce Bourdieu en su autorreflexión como sociólogo de la ciencia, “[c]uando se considera al grupo de investigación que he creado, el Centro de Sociología Europea (…) [h]abría que considerar también mi trayectoria en ese campo, tomando en consideración (…) el carácter específico de la posición del Collège de France” (Bourdieu, 2003: 186).
16 “Over time, scientists captured the research council system, with peer review of proposals, and with positions on advisory committees and on governing boards. And the research councils became legitimate to scientists in this way, and were often considered to be an obvious part of the world of science. Hence, the possibility of seeing the research council as a parliament of science. The capture of the research councils, and thus conditional self-patronage, left traces in the way science was being done. These effects can be seen on two levels. The reward and reputation system changed: grants from the national research council, with its (particular) peer review system, became indicators of quality and credit (‘credibility’). In job applications and tenure decisions, it is important to show the grants one has been awarded. So the research councils have become part of the reward system of science, and the reward system had to change to accommodate the presence of the research councils. One effect is that peer review of proposals has become an accepted part of the culture of science, so much so that the refereeing effort is seen as ‘a good citizen chore that comes with membership in the scientific community’” (Rip, 1994: 8).
17 La teoría organizacional, como cuerpo de conocimientos sistemáticos para explicar y predecir los fenómenos organizacionales y las formas de administración, aparece en esta época, como se describe más adelante.
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Diversidad y heterogeneidad en redes de colaboración científica
Un estudio de las escuelas de administración de América Latina
Luis Antonio Orozco Castro
2015