Capítulo 1. La calidad de Bogotá en perspectiva comparada: urbanismo, simbolismos y segregación residencial1
p. 27-82
Texte intégral
1La medida convencional para estudiar la distribución de la población en el espacio es la densidad de población, pero con una medida de la calidad de la densidad poblacional se busca captar elementos sociogeográficos que la primera no capta: la proximidad geográfica a espacios libres y a equipamientos de uso público y colectivo, y, además, la mezcla social. Esta medida es pertinente para la comprensión de la estructura residencial urbana de las metrópolis latinoamericanas, que tienen en la segregación socioespacial uno de sus rasgos característicos. En el segmentado territorio bogotano, las densidades poblacionales más elevadas son generalmente las de peor calidad por cuanto su urbanización es incompleta. ¿Guarda esto relación con los precios inmobiliarios residenciales? ¿Es este fenómeno ubicuo? Esto es, ¿es común a otras metrópolis del planeta?
2La categorización de las unidades de planeamiento zonal (upz) establecida a comienzos del presente siglo facilita el análisis de la densidad bruta del uso residencial y de su calidad. En dirección de tal propósito, se propone inicialmente una medida de calidad de la densidad encuadrada en el análisis de los debates teóricos sobre el fenómeno, para seguidamente precisar una metodología de tal medición que se centra en la construcción de índices normalizados de las variables que componen el índice de calidad de la densidad (icd). La tercera parte se destina al análisis comparado de la calidad de la densidad en Tokyo, Buenos Aires y Bogotá. Luego, el análisis de la densidad bruta y de la calidad de la densidad se profundiza para el caso de Bogotá, empleando como unidad de observación la upz. Finalmente, se presentan las reflexiones que el análisis ha suscitado, en las que se pone de presente el papel protagónico de la política urbana y de la regulación urbanística en el combate a la segregación residencial, en un contexto de regresividad en materia de redistribución del ingreso y de la riqueza.
1.1 Teorías de la densidad urbana
3Los enfoques teóricos dominantes acerca de la densidad han girado en torno a la idea de que, con el paso del tiempo, los gradientes de densidad tienden a acotarse en las metrópolis en crecimiento, algo que en las de América Latina parecía relativamente claro hacia mediados del siglo pasado. El auge de la urbanización periférica ha contrariado esa tendencia y ha complejizado, de paso, la comprensión de la estructura residencial. Otros enfoques han promovido la idea de las preferencias de los demandantes de localización residencial en el área de aferencia de las infraestructuras de transporte, de manera que esos lugares serían propicios para la especulación inmobiliaria y, por tal razón, los cambios de uso del suelo hacia actividades más rentables se tornarían más frecuentes en las áreas mejor dotadas con capital fijo urbano. El papel de la regulación urbanística y de la política urbana en las pautas de ocupación del suelo ha sido escasamente considerado, así como el carácter segmentador del mercado inmobiliario formal, que opera en contextos de profundas desigualdades sociales.
1.1.1 El pensamiento sobre la densificación en las ciudades de los países centrales
4Fouchier (1994) discutió las consecuencias sociales del incremento de la intensidad de contactos resultante de la elevación de las densidades, y años después sustentó el argumento de que las densidades son moduladas en el interior de una ciudad por la presencia de diferentes categorías sociales (Fouchier, 1997 citado por Le Roux, 2015, p. 31). Estos trabajos, pioneros de la distribución social del espacio, han dado lugar a ricas interpretaciones de las dinámicas intertemporales de la distribución poblacional del territorio urbano, destacándose las que además introducen la regulación urbana como productora de mecanismos jurídicos de modulación de las intensidades de uso del suelo. Acioly y Forbes (1998) desarrollan la idea de que las densidades son relativas a sus efectos sobre la convivencia y sus estímulos a la diversidad urbana. Desde estas perspectivas, se comprende que las densidades son un acumulado histórico en el que se imbrican diversas etapas del desarrollo urbano de las metrópolis, siendo difícilmente reducible a una constante espacio-temporal. Desde estas perspectivas, no existe un ideal tipo de densidad urbana.
5El modelo de la ciudad central que gravita sobre un distrito central de negocios (dcn) es usado con frecuencia por los teóricos ortodoxos para explicar un gradiente de densidad que se acota con el paso del tiempo, pero sobre el que operan fuerzas de mercado que se modelan como funciones de subasta de rentas del suelo (Fujita, 1989, pp. 11-42), en las que se conmutan mayores rentas y menores áreas residenciales privadas por proximidad al dcn, pudiéndose establecer las buenas densidades de vecindario a partir del suministro de capital fijo (Fujita, 1989, p. 202). Detrás de la idea de que es posible un equilibro espacial aun cuando existan diferentes “tipos” de familias que concurran a una subasta de rentas (localizaciones), está la superación del escenario irreal de una sociedad homogénea en cuanto a gustos e ingresos, que ya había planteado Wingo (1972, pp. 96 y ss.).
6Merlin (1994) analiza las densidades resultantes de la vivienda unifamiliar y el uso del vehículo particular en el mundo capitalista en contraste con las inclinaciones de los comunistas por los edificios colectivos y el transporte masivo. Cada visión del mundo entraña una manera diferente de distribuir a la población en el territorio, suscitando esta idea inconclusos debates sobre la eficiencia espacial de uno u otro tipo de organización, especialmente en lo que concierne al uso del suelo. Algunos de estos debates se fundaron en la organización de las ciudades monocéntricas propuesta por Wingo (1972), en la que se distingue la estrecha relación existente entre las infraestructuras de transporte y los precios del suelo y su intensidad de uso.
7De la investigación de Clark y Moir (2015) se deduce una taxonomía de características que permiten calificar como “buena” o “mala” alguna densidad. A ella se llega en un análisis que parte de discutir la urbanización y la globalización como las megatendencias universales, que encuentran en el cambio económico, en los imperativos ambientales y en el crecimiento poblacional los timones de un proceso de densificación que es propulsado por la concurrencia de la tecnología, el capital, la forma urbana y el diseño, la infraestructura y la conectividad. Siguiendo esta taxonomía, una veintena de expertos consultados considera que Londres (38%), París (13%) y Barcelona (9%) son las ciudades europeas con mejores densidades, así como Singapur (31%), Nueva York (20%) y Hong Kong (11%) tienen distribuciones semejantes en el resto del mundo. Varias conclusiones son extraídas del estudio, siendo una de las más relevantes la del desconocimiento universal de las potencialidades de la densificación, en perspectiva de una humanidad que en el año 2050 tendrá a sus dos terceras partes residiendo en ciudades.
1.1.2 Enfoques latinoamericanos
8Rakesh (1975) sostiene que la distribución de la población en ciudades del tercer mundo sigue un patrón del tipo y=ax-b, donde y es el precio del suelo, x la distancia al centro y a y b son constantes. Bogotá, Lima y Santiago de Chile fueron estudiadas para establecer este patrón, junto con Kinshasa, Hong Kong, Singapur y algunas ciudades de la India. Bogotá fue la que presentó las mayores tasas de crecimiento poblacional en las dos décadas precedentes a su estudio. El gradiente de las densidades guardaba relación directa con el de los precios del suelo y tendía a acotarse con el paso del tiempo. En su estudio sobre Bogotá, Amato (1969 citado por Le Roux, 2015, p. 130) advirtió la tendencia de los hogares más pobres a agruparse en ciertas zonas alejadas del centro, en las que se presumía que aumentaría la densidad poblacional y se fragmentaría el gradiente.
9Para Jaramillo (2009), la formación de rentas precede a la edificación, y es por ello que donde los precios del suelo son más elevados también es más intenso su uso, como ocurre con la construcción en altura. Al criticar el carácter ahistórico de la sustituibilidad del factor tierra por factores diferentes, Abramo (2011a) llega a la conclusión de que la densidad obedece a las estrategias de anticipación del orden futuro de la ciudad por los agentes inmobiliarios, cuyas innovaciones conllevan la incertidumbre urbana radical, siendo el mecanismo de coordinación de los agentes que demandan localizaciones residenciales el de las convenciones urbanas.
10En el caso de la urbanización popular, Eibenschutz y Benlliure (2009, p. 191), por medio del estudio de varios casos en México, establecen que los precios del suelo se incrementan indefectiblemente con el avance de las diferentes etapas de los asentamientos, desde la ocupación, seguida de la regularización de la propiedad que se hace previamente a la extensión de las dotaciones públicas, hasta su consolidación. El carácter reactivo de la intervención urbanística del Estado cada vez toma menos tiempo: los asentamientos surgidos hacia mediados del siglo pasado fueron regularizados hacia finales de siglo, momento en el que los cambios de usos se hicieron más frecuentes, mientras que a los surgidos a finales de siglo les tomó una década el inicio de la etapa de regularización. Por tanto, las densidades de ocupación en las ocho ciudades son diacrónicas.
11Alfonso (2007) asocia parte de los cambios en las densidades con la reducción secular del tamaño de los hogares, ligada al auge de la formación del hogar unipersonal que ocurre en la actual etapa de la transición demográfica. A escala metropolitana, esas modificaciones obedecen también a la competencia interjurisdiccional –por la localización residencial de hogares adinerados– y al rol de las principales jurisdicciones metropolizadas –en cuanto proveedoras de suelo habitable para hogares de muy bajos ingresos– (Alfonso, 2009).
12La complejidad de las dinámicas urbanas que dificultan la lectura precisa de un orden urbano en las ciudades latinoamericanas es una característica de un nuevo período de poblamiento entrelazado en escalas temporales y espaciales diferenciadas. Esta hipótesis de Le Roux (2015, p. 5) se enmarca en la idea de que la desigual distribución de las densidades de población es el reflejo de la desigualdad entre grupos sociales, destacando la necesidad de una contextualización, pues en las metrópolis de los países centrales no se puede identificar una relación lineal entre las mezclas sociales y las densidades elevadas. Un estudio de finales de los sesenta en Bogotá mostró que la población más rica residía en bajas densidades, las capas medias habitaban en las densidades elevadas y las pobres se ubicaban en densidades medias (Le Roux, 2015, p. 31). No obstante, la dinámica de la densificación después de los años noventa del pasado siglo se concentra en la periferia de la ciudad, notablemente en antiguos barrios de origen informal y por la producción residencial en serie alejada del centro de la ciudad (Le Roux, 2015, p. 151).
1.1.3 La calidad de la densidad, la proximidad geográfica y los mecanismos de coordinación en la metrópoli
13La calidad de la densidad poblacional urbana es una expresión de los avances o retrocesos en cuanto a la segregación residencial, que exige la renovación de los esfuerzos explicativos, especialmente en los casos de las metrópolis latinoamericanas. Si bien en el mundo contemporáneo las proximidades organizadas o relacionales entre individuos son decisivas en la inserción en la estructura social, la proximidad geográfica lo es en la estructura socioespacial. Siguiendo a Rallet (2002, p. 59): “La proximidad ofrece un recurso, el contacto directo y permanente con otros individuos, organizaciones o instituciones”.
14La medida de la calidad que se propone parte de la hipótesis de que, en estas aglomeraciones, las bajas densidades son preferidas a las más elevadas, constatación que sugiere la existencia de un primer mecanismo de segregación socioespacial que consiste en que los hogares interesados en segregar concretan tal conducta en su mayor disposición a pagar por activos residenciales localizados en las zonas menos densas de la estructura residencial metropolitana. Esta conducta tiene un prerrequisito, que es un conocimiento cuasi espacial de los lugares por parte de los tomadores de la decisión de localización residencial, conocimiento parcial que Abramo (2011a) advierte al teorizar sobre las anticipaciones cruzadas que crean un contexto peculiar, el de la incertidumbre urbana radical. Los gradientes de densidad revisten diferentes valores dependiendo de la orientación espacial del esquema general de segregación, esto en razón a que las zonas populares muy densas se encuentran más alejadas de las zonas nobles que aquellos vecindarios de hogares de capas medias-altas o medias. Tales gradientes no convergen en el tiempo y, por el contrario, divergen en razón de la agudización de la concentración personal del ingreso y del carácter reactivo de la intervención urbanística estatal.
15La calidad de la densidad de la ocupación del territorio metropolitano es un fenómeno localizado, por ello, la proximidad geográfica entre personas, elementos de la estructura urbana y de la estructura ecológica, es decisiva en este caso, pues, a diferencia de otro tipo de proximidades aespaciales, cualifica un territorio. La existencia de dotaciones de bienes de uso público y colectivo en proximidad es una de esas conquistas que les facilitan a los residentes en determinados lugares la superación de dificultades particulares que se revelan simultáneamente con sus decisiones de localización. Los bienes club de los vecindarios y el acceso a servicios mercantiles de salud, educación, cultura y culto contrastan con el carácter público y colectivo de esos bienes en las zonas populares, en donde además se localizan con mayor intensidad otros equipamientos cualificados, como los de bienestar social, comedores comunitarios o ancianatos. Hay también equipamientos que se prefieren lejanos al lugar de residencia debido a las externalidades negativas que les son inmanentes, tales como las cárceles, los leprocomios, los depósitos de combustibles e inclusive los cementerios, casos en los que el síndrome del “nimbismo” (Wolsink, 2000, p. 50) opera para explicar la oposición a su construcción e incluso la demanda de compensaciones que retribuyan las pérdidas de calidad de vida en tales lugares.
16El paisaje urbano se asocia con las infraestructuras de cemento, acero, asfalto y, en general, con estructuras que promueven la aglomeración de actividades humanas, espacios edificados propicios para la realización de múltiples contactos efímeros detonantes del estrés humano. De forma concomitante, hay una demanda creciente de espacios libres en proximidad a disposición de los habitantes, en los que, además del esparcimiento y del cambio esporádico del paisaje, se realicen interacciones menos superfluas que las que se entablan en los encuentros anónimos rutinarios. Tanto los espacios libres de escala metropolitana que resultan de la adecuación de porciones de la estructura ecológica principal como los de menor escala son usados cada vez con más frecuencia como lugares de encuentro de grupos organizados, como resultado precisamente de las elevadas densidades de ocupación del territorio. Es por ello que muchos residentes no satisfacen su demanda de espacios libres in situ y tienen que recurrir a desplazamientos onerosos a otros lugares o a postergaciones para la utilización del espacio público urbano de fin de semana.
17La dimensión espacial de la interdependencia entre agentes ha sido el principal interés de las investigaciones sobre la proximidad (Rallet, 2002, p. 65). Los enfoques darwinianos según los cuales las capas sociales las conforman individuos con semejanzas económicas, raciales o idiosincráticas –esto es, que debido a ellas hay más posibilidades de entrelazamiento en grupos que entre personas diferentes que, por el contrario, tenderían a rechazarse– han permitido explicar el conservadurismo extremo de los agentes activos de la segregación residencial, mientras que otras visiones del mundo promueven las mezclas sociales en el espacio por medio de discursos de denuncia del “clasismo”. El ideal tipo de la mezcla social en el espacio surge de la preferencia por las mejoras en cuanto a la localización de trabajadores, que aumentarían su productividad y la consecuente elevación de la calidad de vida de sus hogares; pero, desde otro punto de vista, se defiende que las mezclas sociales en proximidades geográficas promueven un tipo de interacción mediante el cual se eleva la confianza, de la que se derivan tanto las mejoras en la “equidad entre las personas” como el incremento de la “prosperidad de los lugares” (Richardson, 1986, p. 169).
18¿Hay algún ideal tipo de mezcla social? La existencia de barrios exclusivos con residencias ostentosas cumple la función de revelar las precariedades habitacionales del resto de los habitantes de la ciudad. La proximidad de las casonas de los terratenientes a las residencias de los capataces y las de estos últimos a las casuchas de los trabajadores fue resultado de la desconfianza entre unos y otros, que dudaban de su buena fe. La proximidad facilitaba la vigilancia jerárquica. En las metrópolis contemporáneas, la segregación socioespacial se acostumbra justificar por medio de discursos sobre la defensa de la seguridad del vecindario, para mantener alejadas a las familias que se juzgan de clases inferiores. Emerge entonces el monoclasismo vecinal con sus ethos diferenciadores: la competencia y el aislamiento en los de mayor jerarquía, y la solidaridad y el bullicio en los vecindarios populares.
19La dialéctica de la densidad de ocupación de la metrópoli y de su calidad es un rasgo perdurable de la segregación residencial, resultante del modo de gestión social de la ocupación del territorio: las densidades brutas más bajas son las de mejor calidad, en los vecindarios de los hogares pudientes, mientras que ese tipo de densidades son las de peor calidad en las zonas populares. Es decir, la pendiente que asocia la densidad bruta con la calidad de la densidad es de signo negativo en los primeros y de signo positivo en los segundos. No hay una sola explicación para esta contradicción, pero entre las de primer orden es menester considerar que las diferencias en capacidad de pago de los hogares adinerados por localizaciones residenciales producen la exclusividad residencial, mientras que las mejoras en la calidad urbanística en el otro extremo son inducidas por la búsqueda, por parte de las economías de escala, de la intervención estatal, que consigue en los vecindarios populares más densos, hacia los que generalmente dirige sus políticas reactivas.
20Estos fenómenos se representan en la figura 1. La calidad de la densidad (CD) más elevada la presentan los barrios exclusivos (D1), originalmente adecuados con residencias construidas por encargo de sus propietarios, allanados recientemente por conjuntos cerrados y edificios de apartamentos, que incrementan sutilmente la densidad bruta (DB), de por sí muy baja, pero que garantizan una mezcla social de tal jerarquía como para que persista la exclusividad, propósito que se apoya en el empleo de instrumentos de mercado como la calidad residencial, incluyendo sus áreas privadas, las dotaciones complementarias, tales como el número de garajes y el precio de los activos residenciales, así como instrumentos de la regulación urbanística, tales como la clasificación del suelo, la regulación de sus usos y las licencias urbanísticas y de construcción. Si bien las economías de vecindad son las más elevadas de la metrópoli y, por consiguiente, las más apetecidas, el empleo de esos instrumentos bloquea la entrada de vecinos indeseados, erigiéndose entonces como las convenciones urbanas más herméticas.
21A partir de D1, se escalan otros tipos de vecindarios a partir de una mejoría sustancial en cuanto al uso del suelo con fines residenciales, que se capta en un incremento sustantivo de la densidad bruta –D2 a D4–, la que ocurre de manera coetánea con un decrecimiento de la calidad de la densidad. La escasez de espacios libres y la congestión resultante del incremento de la demanda de bienes públicos y de uso colectivo no logran ser compensadas por las mejorías en las mezclas sociales de orden intermedio. Las convenciones urbanas son vulnerables, y es por ello que algunos vecindarios son más propensos que otros a los vaivenes del mercado inmobiliario y su eslabonamiento financiero: el mercado hipotecario. El conjunto de vecindarios del locus D4 cumple dos funciones cruciales en las metrópolis latinoamericanas, que son la de establecer el límite inferior de la calidad de la densidad (UCD) producida formalmente y la frontera de la densidad bruta (UDB) permisible por la regulación urbana. Es decir, son los umbrales del orden urbano producido formalmente con sus segmentaciones, que se revelan en esas fracturas entre locus de vecindarios y que representan niveles de calidad de densidad urbana diferenciados.
22Por debajo de la UCD se encuentra la porción de la metrópoli producida de manera informal, que en América Latina es muy elevada y llega a representar, generalmente, al menos a la mitad de los lugares de residencia de sus habitantes. A la altura de la UDB hay una fractura que representa la intervención urbanística estatal de carácter reactivo. Los vecindarios D 5 han sido objeto de programas de regularización de la propiedad y de mejoramiento urbanístico, cuyos efectos han sido la ampliación de los equipamientos y dotaciones de activos locales de uso público y colectivo, así como la superación de las precariedades en cuanto a capital fijo urbano, mientras que los que se ubican en D7 están a la espera de tal intervención. No obstante, esas mejorías dotacionales e infraestructurales no permiten la superación del umbral de calidad de la densidad, por cuanto las mezclas sociales son virtualmente inexistentes o cuando existen son de bajísimo nivel y tienden al monoclasismo. Adviértase que este tipo de vecindarios se localizan más allá de la UDB, con lo que se denota el carácter reactivo de este tipo de intervención urbanística estatal, esto es, que el Estado actúa cuando la densidad bruta ha superado los límites previstos por la regulación urbanística, intentando contener el desorden urbano en curso. Los vecindarios que componen el tipo D7 son la fase previa por la que atravesaron los de D5 y expresan de manera elocuente tal desorden, pues comienzan con bajas densidades brutas, tan bajas como las de los vecindarios D1 a D4, pero con calidades irrisorias.
Figura 1. La densidad bruta y su calidad en las metrópolis latinoamericanas

Fuente: El autor.
23Los vecindarios del tipo D6 han sido escasamente estudiados. Ellos existen en donde no deberían existir, esto es, en proximidades a áreas urbanas delimitadas para usos industriales de las que emana un sinnúmero de externalidades negativas que configuran un abanico de riesgos latentes para sus residentes. La productividad aparente del trabajo de los vinculados a procesos fabriles in situ es superior a la del conjunto de la metrópoli, pero ello no encarna una mejoría de la calidad de vida de sus hogares debido a que el salario no expresa adecuadamente sus aportes a la producción. La proximidad radica en la posibilidad de acceder a cierta estabilidad laboral o a que el paro friccional sea menos acentuado que en el conjunto de la metrópoli, y por ello los procesos de relocalización en otros lugares de la zona metropolitana son juzgados como una amenaza para su continuidad laboral. La pendiente negativa del locus D6 lo diferencia del D5 por cuanto estos vecindarios generalmente no forman parte de la órbita social de la intervención urbanística estatal, de manera que los aumentos de la densidad bruta están asociados negativamente con su calidad.
24La irrupción de la producción residencial para hogares de ingresos medios bajos produce mejoras parciales en la mezcla social en vecindarios del tipo D8, en los que la urbanización popular, con sus rasgos autoconstructivos, contrasta con las siluetas monótonas de los desarrollos formales en serie. Los aumentos de la densidad bruta son considerables, mientras que las mejorías de su calidad son relativamente marginales. La redensificación abrupta de estos vecindarios deriva, como en ningún otro caso, en el colapso de la movilidad cotidiana, con sus secuelas sobre la productividad laboral. Otras explicaciones sobrevinientes del orden residencial metropolitano y sus posibles alteraciones, tales como la del carácter yuxtapuesto de los esquemas de microsegregación residencial en las metrópolis latinoamericanas, no alteran significativamente este esquema analítico. Por ahora se pondrá a prueba su potencial explicativo, no sin antes exponer los detalles de la metodología empleada para el análisis.
1.2 La medición de la calidad de la densidad
25La unidad de observación es la upz, escala a la que se acopió la estadística relevante para los cuatro componentes del indicador de la calidad de la densidad, y se realizó su tratamiento diferenciado de acuerdo con sus características predominantes objeto de la regulación urbana. Todas las variables se estandarizaron siguiendo el procedimiento convencional con el que se persigue captar las distancias en índices sintéticos y, de manera complementaria, agrupar los dominios que componen el índice de calidad de la densidad (icd), de manera que reflejen su independencia e insustituibilidad:

26Los valores mínimos y máximos pueden resultar de un ideal tipo de carácter teórico que exprese tanto las aspiraciones colectivas como una norma social adecuada a cierta visión de la sociedad, pero igualmente pueden derivarse de algún ejercicio de parametrización. A pesar de las ventajas y desventajas de estos procedimientos, en este trabajo se emplearán los valores observados, procedimiento con el que se evitan discusiones insustanciales, tales como la de proponer cierta cifra que indique la densidad óptima.
27Para el caso de Bogotá, la densidad bruta de ocupación es el cociente entre la población residente en la upz y el área urbana. La hipótesis de la preferencia por las bajas densidades se expresa en un índice estandarizado del inverso multiplicativo de la densidad bruta (ID) y, por ello, el de las densidades más bajas se aproximará a la unidad y el de las más elevadas se aproximará a cero. Las dotaciones de bienes de uso público y colectivo se captan en un índice (IP) que resume la existencia de bienes de interés cultural, activos culturales, edificaciones para culto, equipamientos para la atención al ciudadano y de bienestar social, y hospitales y colegios públicos y privados. Para los espacios libres en proximidad, el índice (IE) capta tanto la existencia de bienes para uso deportivo y recreativo de los residentes como la extensión de la estructura ecológica principal empleada en parques a escala metropolitana y la de los parques a escala barrial.
28El índice que capta la mezcla social (IM) es construido con la siguiente lógica. En primer lugar, se reconoce que clase y estratificación son nociones que captan diferentes dimensiones de la estructura social. A falta de una estadística que, a la escala propuesta en este trabajo, capte la pertenencia de los residentes a alguna clase social en los términos arduamente discutidos desde el marxismo-por ejemplo, sus posiciones ocupacionales en el mercado de trabajo y/o los rasgos que caracterizan su participación en el capitalismo-, se emplea una medida bastante debatida, que es la estratificación socioeconómica. Es un instrumento diseñado a comienzos de la década de los ochenta del pasado siglo para implementar los esquemas de subsidio en la provisión de los servicios públicos domiciliarios, pero que con el paso del tiempo se ha transformado en un mecanismo de representación de las diferencias sociales y ha llegado a incidir en los precios residenciales, los impuestos a la propiedad y en el esquema de segregación socioespacial (Uribe Mallarino, 2008, p. 143). La complejidad de la medición de las condiciones socioeconómicas ha promovido el empleo de los indicadores multidimesionales que, en el caso de Acosta, Maluendas y Rivas (2014), toman cuerpo en cinco indicadores que organizados en deciles son contrastados con la estratificación socioeconómica, para concluir que tienen una baja capacidad para diferenciar a la población en cuanto a sus características socioeconómicas. La causalidad circular (endógena), parcial (múltiples secuencias) y abierta (variables exógenas relevantes) entre la estratificación, la segregación y la distribución del ingreso es un corolario que remite a González (2014, p. x) a plantear la prioridad de las políticas redistributivas del ingreso y de la riqueza en el combate a la segregación.
29La estratificación socioeconómica es originalmente un mecanismo de clasificación de las viviendas a partir de criterios captados en su exterioridad/fachada y en las condiciones materiales del entorno. Es apenas una proxy de la capacidad de pago de los hogares. En el presente análisis se empleará exclusivamente en este sentido y se aprovechará su actualización reciente para establecer las diferencias en relación con un ideal tipo de mezcla social establecido algebraicamente en 3.5, que sería una situación intermedia entre el estrato medio-bajo (3) y el medio (4), y que resulta de idealizar la presencia de igual número de residentes de los seis estratos en cada upz. Por encima de ese valor, se considera una mezcla social virtuosa, y por debajo es una mezcla indeseable. En el primer caso, el valor de IM tiende a uno y en el segundo se aproxima a cero. Estos índices estandarizados conforman una opción metodológica pertinente por cuanto captan de manera eficaz las distancias entre las variables concernidas. Al promediarse, tales índices otorgan la misma ponderación a fenómenos que no son sustituibles per se.

30A diferencia de la sugerencia de González a partir de su corolario, el icd se funda en el hecho de que el espacio geográfico y cada uno de sus dominios son determinantes decisivos de la calidad de vida (Alfonso y Alonso, 2015), por tanto, la política urbana que orienta la intervención del Estado no puede relegarse a un segundo plano, a la espera de que las políticas redistributivas del ingreso y de la riqueza mejoren la capacidad de pago de los pobres para acceder a mejores vecindarios y que con ello la segregación residencial se reduzca. La intervención urbanística estatal es crucial en el combate contra la segregación por cuanto, si bien las elecciones de localización residencial están supeditadas a algunas racionalidades paramétricas, la incertidumbre radical incita la emergencia de mecanismos segregacionistas de coordinación espacial entre los agentes que intervienen en los mercados residenciales de las metrópolis latinoamericanas.
1.3 Calidad de la ciudad, precios inmobiliarios residenciales y bienes simbólicos: una comparación de tres metrópolis
31En vista de que cada vez es menos frecuente la organización de nuevas metrópolis, el alojamiento de los grandes contingentes de población en proceso de urbanización queda restricto a la densificación de las metrópolis existentes o a su expansión hacia su área de influencia inmediata, esto es, la metropolización. La demanda de suelo para usos industriales es cada vez menos frecuente en los núcleos metropolitanos, pero, de manera coetánea, esta crece en los municipios metropolizados; a su paso, el crecimiento de la actividad terciaria exige cada vez más suelo para la edificación de oficinas y actividades de soporte como el comercio. A pesar de la irrupción de prominentes edificaciones para estos usos en el medio metropolitano, cada vez más saturado de aglomeraciones terciarias y centros comerciales, la mayor proporción del suelo de las metrópolis aún es destinada a la residencia, y por ello la silueta de las metrópolis es la forma expeditiva de aproximarse a su orden o a su desorden residencial, de manera que la armonía del paisaje urbano es comúnmente asociada con un orden demarcado por siluetas relativamente homogéneas, mientras que las irregulares son sintomáticas del desorden.
32Con independencia de su regularidad o irregularidad, detrás de las siluetas se ocultan transformaciones de poderoso contenido social. Secchi (2014, p. 87) ve el advenimiento de la familia nuclear como un invento de la sociedad urbanoindustrial inserta en la Modernidad. Hoy por hoy, en las metrópolis latinoamericanas se asiste al inusitado auge de los hogares unipersonales, atribuible a un estadio de la nueva transición demográfica, en la que la terciarización de la economía metropolitana se imbrica con la elevación del riesgo de desocupación prolongada de los potenciales candidatos a contraer nupcias. En el otro extremo de esta nueva transición demográfica estarían los 720.000 hogares recompuestos2 que, residiendo de manera predominante en las metrópolis francesas, acogen a cerca de 1.5 millones de menores de 18 años (insée, s. f.). La respuesta del mercado inmobiliario es la creciente producción de pequeños espacios residenciales, generalmente de un solo ambiente, en los núcleos metropolitanos promovidos en no pocas ocasiones bajo esquemas de gentrificación, mientras que en los medios metropolitanos franceses el hogar recompuesto impulsa la metropolización adecuando amplias casas campestres para sus numerosos miembros.
33La demanda residencial con áreas libres compatible con el ingreso personal y la estructura económico-residencial ha sido estudiada por la economía espacial neoclásica desde la perspectiva de una función de utilidad de tres bienes –la cantidad de suelo, la movilidad cotidiana y el bien compuesto–, que se alcanza en un estadio de equilibrio espacial en el que la renta elevada en el distrito central de negocios, a la manera de un gradiente negativo, decrece con el aumento de la distancia. La subasta de rentas opera de manera tal que los reducidos espacios residenciales centrales se adjudicarían a los hogares cuyos miembros valoran su tiempo más que los que optan por la periferia, que valoran más el espacio disponible en el interior de la vivienda (cfr. Fujita, 1989, pp. 50-92). Es decir, que los hogares se distinguen por el monto de sus ingresos y no por sus preferencias residenciales, esto es, por preferir el centro o la periferia. El espacio residencial sería objeto de una subasta de rentas, mecanismo de mercado por medio del que se conciliarían la libertad de las elecciones individuales, la maximización de las satisfacciones individuales y la configuración de un orden espacial eficiente (Abramo, 2010, pp. 165 y ss.).
34Uno de los resultados más acuciantes de este mercado de la localización es la densidad, que para Wingo (1972) es el resultado del consumo de espacio habitable y las facilidades de acceso al vecindario. Las diferencias de ingresos son determinantes de la localización residencial y la estructura de la metrópoli, de manera que esta última revela la elasticidad del consumo de espacio residencial en relación con los ingresos familiares, como también la silueta sería el resultado tangible del acumulado histórico de la distribución personal de ingreso. Es decir, que solamente de esta manera es comprensible el fenómeno de la heterogeneidad de las densidades residenciales en función de la capacidad de pago de los demandantes de residencia.
35Densidad y verticalidad del espacio residencial no son siempre simétricas: vecindarios edificados sobre porciones de suelo de bajas cabidas o reducidas áreas superficiales que alojan a hogares con muchos miembros son más densos que aquellos construidos en altura para hogares pudientes de tamaño más pequeño. La residencia en altura está reservada para aquellos hogares que gozan de la capacidad de pago de residencias en cuya formación de precios inciden decididamente las rentas diferenciales de segundo grado, ocasionadas por el mejor urbanismo, así como las deseconomías de escala inmanentes a la construcción en altura. Al respecto, Jaramillo (2009, pp. 46-61) advierte que la renta diferencial no surge de la mayor intensidad del uso del suelo, sino que su existencia es la condición para que se pueda edificar en altura. Una implicación práctica de este raciocinio es que la intervención urbanística estatal es decisiva para que los hogares con baja capacidad de pago por el espacio residencial puedan vivir en altura, propiciando simultáneamente el buen urbanismo, de donde surgen las rentas diferenciales de segundo tipo, con el acceso al espacio construido.
1.3.1 Rasgos generales de tres metrópolis
36En la metrópoli asiática se enaltece el culto al trabajo, sobre el que se ha producido la reconstrucción de una sociedad maltratada por las inclemencias de la naturaleza –el terremoto, el tsunami y el huracán–, la hambruna y la guerra. En un medio así, es apenas obvio que el control social sea bastante agudo. La ocupación y el desarrollo del territorio japonés se han erigido sobre la base de tres delimitaciones: okuyama, que son vastas zonas en donde sus residentes llevan un modo de vida bucólico (Iwatsuki, 2008, p. 2). La jurisdicción del Gobierno Metropolitano de Tokyo se ha conurbado con las de las prefecturas de Kanagawa, Chiba y Saitama, abarcando un área de 13.551 km2 en donde se alojan algo más de 37.1 millones de habitantes, el 29.2% de los 126.9 millones de residentes en el Japón. Tokyo se subdivide en cuatro zonas: ku, compuesta por 23 distritos; shi, por 26; gun, por 4 y cerca de una docena de islas.
37Bogotá está organizada en 20 localidades: 19 de ellas son parte de su área urbana y la del Sumapaz está reservada para usos rurales. A su vez, estas localidades se subdividen en 121 unidades de planeamiento zonal (upz), en las que se agrupan alrededor de 1.153 barrios en donde residen cerca de 7.9 millones de personas, el 16.3% de los 48.2 millones de habitantes de Colombia. Se prevé que en 2020 Bogotá alojará a 8.4 millones de habitantes y que en su área de influencia inmediata –los municipios de la Sabana de Bogotá– residirán 1.6 millones. Estos 10 millones de habitantes representarán el 24.5% de la población residente en Colombia.
38En la provincia de Buenos Aires reside el 38.9% de los 40 millones de habitantes de la Argentina. A escala metropolitana, en los 24 partidos del Gran Buenos Aires se alojan 9.9 millones – el 24.7% –, mientras que su núcleo metropolitano, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, alberga en sus 48 barrios a 2.9 millones de habitantes, el 7.2%.
39La productividad media a paridad de poder adquisitivo en Japón (usd 38.216) es 1.7 veces superior a la de la Argentina (usd 22.459) y 2.8 veces superior a la de Colombia (usd 13.851) (fmi, 2015). Por su parte, la desigualdad en relación con la distribución del ingreso personal en Tokyo es baja al decir del coeficiente de Gini, que en las últimas décadas ha oscilado alrededor de 0.25, mientras que el de Buenos Aires lo hace en torno a 0.39 y el de Bogotá figura alrededor de 0.50. No obstante, entre los primeros 100multimillonarios de la lista de Forbes hay dos japoneses, mientras que los pocos colombianos y argentinos están relegados a puestos que van del 124 al 813. La indigencia callejera en Tokyo es virtualmente inexistente, encontrándose inclusive evidencias de bancarización de los exiguos mendicantes. Según la Secretaría de Promoción Social, en Buenos Aires hay cerca de 200 indigentes, mientras que la Secretaría de Integración Social y el Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud dan cuenta de 8.385 mendicantes en las calles de Bogotá.
1.3.2 Las densidades poblacionales y los precios residenciales
40La distribución personal del ingreso y los extremos de la riqueza y de la pobreza en las tres metrópolis son un telón de fondo pertinente para el análisis de sus estructuras residenciales, que, en principio, se aproximan a partir de la asociación de la densidad poblacional bruta y los precios de los activos residenciales en sus vecindarios. El ideal de la equidistribución a escala cada vez más elevada es la expresión más democrática de una sociedad en la medida que ella previene fenómenos como los de la exclusión real y simbólica, la segregación socioespacial y el deterioro social que antecede al deterioro físico-urbanístico de algunos vecindarios, entre otros. Cuando las distancias en la percepción de los ingresos familiares son elevadas, la puja por las localizaciones residenciales transita desde la exclusividad hasta la popularización de los vecindarios. La primera connota un uso del espacio consecuente con las aspiraciones de privacidad y confort de sus residentes, siendo su principal simbolismo el uso poco denso del suelo de empleo residencial. Por su parte, la popularización vecinal que se levanta, en no pocas ocasiones, sobre la informalidad urbana se caracteriza por la hiperdensificación, en donde se recrea la penuria habitacional, así como la efervescencia de las interacciones cotidianas movidas por la necesidad y la solidaridad.
41En Tokyo se ha erigido una poderosa centralidad a la manera de un distrito central de negocios, sobre la que gravita el conjunto de actividades de la región metropolitana. La concentración de actividades terciarias y comerciales en Tokyo Central se ha acompañado de la producción de conjuntos residenciales a lo largo de las líneas férreas. Tokyo Central-conformado por Chuo, Chiyoda, Minato, Shibuya, Shinjuku, Toshima, Bunkyo y Taito-(Okata y Murayama, 2010, p. 15) es la mayor aglomeración intrametropolitana, destacándose que los cuatro primeros distritos se encuentran entre los más densamente poblados y los cuatro últimos se ubican entre los más costosos. La pendiente positiva de la línea de tendencia de la figura 2 indica un patrón de la estructura residencial metropolitana tokyoita consistente en que, a medida que la densidad aumenta, el precio unitario de la residencia se incrementa.
42En las metrópolis de América Latina, los mercados inmobiliarios residenciales acostumbran captar simbolismos de los vecindarios para incorporarlos al precio de los activos residenciales, es decir, monetizándolos, de manera que se tornen más onerosos. Hay personas con capacidad de pago para adquirir estos bienes y que están dispuestas a hacerlo con tal de que otros que no cuentan con tal capacidad no lo hagan. Estos procesos de autosegregación indican que la búsqueda de externalidades positivas de vecindario (cfr. Abramo, 2011a) se configura como un elemento crucial en las decisiones de localización residencial entre los segmentos más pudientes. Este fenómeno le imprime una poderosa distorsión a los precios de los activos residenciales cuando se les examina con la calidad de vida de sus residentes. En Chacarita, por ejemplo, se goza de una densidad bruta levemente inferior a la de Puerto Madero –el barrio más costoso–, pero diversos estudios recalcan en que es el mejor barrio para vivir en Buenos Aires, seguido de cerca por Colegiales, San Nicolás, Villa Ortúzar y Belgrano (Tetaz, 2016). Por su parte, las subdivisiones de Palermo se diferencian precisamente por algunos simbolismos, tales como la aglomeración de productoras de cine y televisión en Palermo Hollywood, de tiendas de moda y diseño en Palermo Soho y de embajadas y museos en Palermo Chico. Son precisamente estas dinámicas, que toman cuerpo en Puerto Madero y Palermo, principalmente, las que inclinan la pendiente que asocia las densidades brutas con los precios residenciales y la tornan casi horizontal (ver figura 3).
Figura 2. Densidades brutas y precios residenciales en distritos de Tokyo (2010)

Fuente: Cálculos del autor con base en estadísticas del Metropolitan Government of Tokyo (2012).
Figura 3. Densidades brutas y precios residenciales en barrios de Buenos Aires (2015)

Fuente: Cámara Argentina de la Construcción e Inmobiliaria Maure (2015).
43En el caso bogotano, esa pendiente tiene signo negativo (ver figura 4), lo que indica la propensión de los hogares bogotanos a pagar más cara la vivienda en zonas con menor densidad poblacional. Las zonas con menor densidad poblacional en Bogotá corresponden a usos predominantemente dotacionales-como el can, el Parque Salitre y el Country Club-, comerciales-como Chicó Lago y Sagrado Corazón-, con centralidad-como Santa Bárbara-y residenciales cualificados-como El Refugio, Niza o Los Cedros-, mientras que los de mayor densidad son los residenciales de urbanización incompleta, siendo Patio Bonito, Tunjuelito y San Francisco los que experimentan las más elevadas (Alfonso, 2016). Zonas con densidad muy elevada, como Patio Bonito y Tunjuelito, acogen barrios populares que confinan el mayor contingente de hogares sin capacidad de pago de la ciudad.
Figura 4. Densidades brutas y precios residenciales en unidades de planeamiento zonal de Bogotá (2015)

Fuente: Cálculos del autor con base en estadísticas de la Alcaldía Mayor de Bogotá – Secretaría Distrital de Planeación (2016) y Alfonso y Amézquita (2016).
44Las densidades de ocupación son diversas en los vecindarios de las tres metrópolis, pero lo que es más relevante en esta comparación es que el precio del espacio residencial comporta un patrón opuesto, esto es, que los precios residenciales más elevados en Bogotá corresponden a las zonas con densidades más bajas, mientras que en Tokyo esos precios corresponden a las zonas más densamente pobladas. En Buenos Aires, una metrópoli con rasgos europeos localizada al sur del subcontinente latinoamericano, su estructura residencial hasta hace unas décadas era semejante a la de Tokyo, pero los desarrollos en bajas densidades de las últimas décadas la han hecho más semejante a la de Bogotá.
1.3.3 La calidad de las metrópolis y la economía de los simbolismos
45Que las sociedades más ricas hayan edificado metrópolis de más calidad que las del resto del mundo no es extraño, pues, de hecho, de allí proviene en buena medida el encanto que las hace ser miradas y admiradas. Tampoco lo es que en ellas su población participe de forma más equitativa en la riqueza producida, y por ello el apego a las instituciones es superior al de aquellas en donde prevalecen diferencias flagrantes en la percepción del ingreso y en la distribución de la riqueza. Cuando las diferencias en la percepción de los ingresos de los hogares son bajas, la calidad de las metrópolis es más uniforme que cuando la distribución del ingreso es más inequitativa. La noción de la calidad de la ciudad como unidad colectiva entraña tanto su materialidad-representada en el urbanismo de soporte y en la proximidad a bienes públicos y de uso colectivo-como la supresión de los factores que alientan la segmentación residencial, pues con ello se acota la segregación socioespacial. La vitalidad cultural, política y económica de las metrópolis no es condición, como sí lo es el resultado de la cualificación del espacio urbano.
46No abundan las mediciones de calidad de las metrópolis. Los resultados de la encuesta de Clark y Moir (2015) pueden analizarse como un ideal-tipo asociado con la explicación de las densidades urbanas, que son el punto de partida que se sugiere para su medición y que, según se infiere del acápite anterior, no tienen un signo universal. La asociación de las bajas densidades con los elevados precios residenciales es un rasgo de las metrópolis latinoamericanas, indisociable de sus esquemas de segregación socioespacial. La construcción de una medida de calidad de la ciudad comporta este rasgo y a él se vinculan las medidas del urbanismo, las dotaciones de bienes públicos y colectivos y las de la segregación socioespacial3.
47Los mejores índices de calidad de la metrópoli no se encuentran precisamente en los distritos de Tokyo Central. El mejor índice lo presenta Ota-ku, lo cual es paradójico, pues es una palabra con una connotación negativa, que se emplea para describir a las personas que rechazan la vida social y afectiva. En este distrito, la calidad de la ciudad es 3.7 veces superior a la de Shibuya-ku, pero los precios residenciales son inferiores en 52.4%. ¿A qué se deben estas diferencias? Seguramente a que las diferencias en cuanto a la durabilidad de los activos inmobiliarios y su heterogeneidad constructiva inciden en las diferencias de precio. También podría aducirse que la aglomeración es decisiva, pues, como se advierte en la figura 5, la mayoría de los valores atípicos corresponden a distritos de Tokyo Central. No obstante, la proliferación de líneas de metro y de estaciones que facilitan la movilidad cotidiana hace de esta metrópoli una de las que ofrece a sus residentes las mejores condiciones de movilidad cotidiana del planeta. Una respuesta alternativa a la cuestión planteada conduce de manera inevitable a sugerir la existencia de factores subjetivos que inciden decididamente en los precios de los activos residenciales, y que ellos se deben buscar en los simbolismos acuñados en los diferentes vecindarios de las metrópolis.
Figura 5. La calidad de la ciudad y los precios residenciales en distritos de Tokyo (2010)

Fuente: Cálculos del autor con base en estadísticas del Metropolitan Government of Tokyo (2012).
48Las diferencias entre Palermo, el barrio con la mejor calidad de la ciudad de Buenos Aires, y Puerto Madero, el vecindario más costoso, son de magnitudes similares a las encontradas entre los distritos de Tokyo: la calidad de la ciudad es 3.4 veces superior en Palermo y el precio de los activos residenciales es inferior en 45.1% (ver figura 6). Gutman (2011, p. 382) estudió a fondo la manera como el futuro urbano que se anticipaba para Buenos Aires a comienzos del siglo XX seguiría el modelo neoyorkino, de manera que no es extraño que Palermo Soho y Palermo Hollywood sean, hoy por hoy, los vecindarios porteños que acumulan más simbolismos asimilados al Soho y al Brodway neoyorkinos, aunque el conjunto de la ciudad sea reconocido por su excepcional cosmopolitismo con rasgos europeizantes (cfr. Martinoli, 1914 citado por Gutman, 2011, p. 407). Retiro es un barrio colindante a Puerto Madero, reconocido por ser una centralidad del transporte porteño y que con menos calidad de ciudad que Palermo presenta precios inmobiliarios semejantes, de lo que se infiere la inclinación de los bonaerenses por los simbolismos más que por las facilidades metropolitanas en sus elecciones de localización residencial.
Figura 6. La calidad de la ciudad y precios residenciales en barrios de Buenos Aires (2015)

Fuente: Cámara Argentina de la Construcción e Inmobiliaria Maure (2015).
49La pendiente que asocia el índice de calidad de la ciudad con los precios residenciales en Bogotá es mayor que la de Tokyo y Buenos Aires. Las zonas de El Refugio, Chicó Lago y Sagrado Corazón tienen las densidades residenciales más bajas de la ciudad y los precios residenciales más elevados. La calidad de la ciudad en Chicó Lago es superior en 12.0% a El Refugio, pero los precios inmobiliarios residenciales son 11.6% más bajos (ver figura 7). Las brechas de calidad de la ciudad y los precios inmobiliarios entre vecindarios de elevada cotización no son tan amplias como en Tokyo y Buenos Aires, pero la particularidad radica en que son vecindarios contiguos, lo que indica un elevado grado de microsegregación, aun entre los hogares más pudientes. El Refugio agrupa barrios como Chicó Reservado, palabras que indican que allí residieron personas que buscaron amparo ante el declive social del centro tradicional en donde residían hacia comienzos del siglo XX, y, en el segundo caso, como un baluarte de la exclusividad reservado para quienes tengan la intención y la capacidad de pagar por residir allí.
Figura 7. La calidad de la ciudad y precios residenciales en unidades de planeamiento zonal de Bogotá (2015)

Fuente: Cálculos del autor con base en estadísticas de la Alcaldía Mayor de Bogotá – Secretaría Distrital de Planeación (2016) y Alfonso y Amézquita (2016).
50La acumulación de simbolismos está estrechamente asociada con el tiempo histórico de la urbanización de las metrópolis: a comienzos del siglo XX, la población tokyoita ascendía a 1.8 millones de habitantes, la porteña a 950.000 y la bogotana a un poco menos de 100.000. Las tres metrópolis tienen en común la primacía política que han ejercido en sus respectivos países, así como su centralidad económica y su predominio cultural. No obstante, el despegue del crecimiento urbano ha sido más tardío en Bogotá (cfr. Alfonso, 2012), medio siglo más tarde que en Buenos Aires y Tokyo. Debido a que tales simbolismos constituyen un acumulado histórico anclado en la memoria colectiva, se puede inferir que inciden de manera positiva sobre los precios inmobiliarios residenciales y que presentan una asociación positiva con el grado de acumulación del capital simbólico urbano representado en los activos tangibles e intangibles que les otorgan prestigio y reputación a los vecindarios. El siguiente acápite se ocupa precisamente del análisis espacial de la densidad y su calidad, a la luz del empleo de uno de los instrumentos de la regulación urbana en Bogotá: la clasificación del suelo urbano.
1.4 Regulación urbana, calidad de la densidad y segregación socioespacial
51De las tres formas posibles de satisfacer la demanda de espacio habitable originada en el crecimiento de la población urbana –la organización de nuevas ciudades, la expansión física de las existentes o su densificación–, en Colombia se ha optado por las dos últimas. La densificación ha sido la opción más empleada en Bogotá (ver tabla 1).
Tabla 1. Densidad poblacional media en Bogotá (1900-2015)
Año | Población | Área (ha) | Densidad (habitantes/km2) |
1900 | 96.605 | 260 | 37.156 |
1910 | 116.750 | 538 | 21.701 |
1985 | 4.351.240 | 37.998 | 11.102 |
2015 | 7.862.277 | 37.998 | 20.691 |
Fuente: Alfonso (2012) y proyecciones poblacionales del dane y la sdp (s. f.).
52La regulación urbana por medio de la clasificación de los usos del suelo ha incidido en la diversidad de densidades. En 1990, la Alcaldía Mayor de Bogotá adoptó tres niveles de zonificación y se previó la regulación de áreas de actividad múltiple y de actividad especializada. En el año 2000 se promulgó un nuevo plan de ordenamiento en el que se delimitaron 108 unidades de planeamiento zonal, definidas como “unidades territoriales conformadas por un barrio o conjunto de barrios tanto en suelo urbano como en suelo de expansión, que mantienen unidad morfológica o funcional” (art. 447, Decreto 619 de 2000. Alcaldía Mayor de Bogotá, 2000) y cuyo fin es establecer los requerimientos de equipamientos, vías y espacio público en su interior. En el documento técnico de soporte de ese plan se establecieron ocho tipos de upz:
Residencial de urbanización incompleta: Es la periferia de la ciudad sin consolidar, habitada por hogares pobres, con uso residencial predominante, con deficiencias en bienes públicos, accesibilidad, equipamientos y espacio público.
Residencial consolidado: Zonas consolidadas habitadas por hogares de estratos medios, con uso predominantemente residencial, con potencial de cambio de usos e incremento descontrolado de la ocupación territorial.
Residencial cualificado: Zonas consolidadas habitadas por hogares de estratos medios y altos, con uso residencial, con las mejores dotaciones públicas de la metrópoli.
Desarrollo: Zonas escasamente desarrolladas y con vacíos urbanos.
Con centralidad urbana: Zonas consolidadas donde el uso residencial dominante ha sido desplazado por otros usos de aglomeración de otras actividades económicas.
Comerciales: Zonas destinadas a las actividades económicas terciarias de intercambio de bienes y servicios.
Predominantemente industriales: Zonas para uso industrial predominante y otras actividades complementarias.
De predominio dotacional: Amplias zonas destinadas a acoger equipamientos urbanos y metropolitanos que requieren tratamientos especiales.
53Los resultados de la tabla 2 indican que en las 32 upz de urbanización incompleta reside la mayor parte de la población con las densidades más elevadas, que en el extremo superior alcanza los 622 h/ha, fenómeno que ocurre de manera coetánea en Patio Bonito y Tunjuelito. Para tener un orden de magnitud, esta densidad es superior en 342% a la de Manila Metropolitana, que es la metrópoli más densa reportada en el estudio del Centre of Liveble Cities de Singapur (citado por Clark y Moir, 2015, p. 13), ciudad que se expande en un radio de 200 km alrededor de su centro, que apenas cuenta con 38.6 km2, en el que la densidad bruta puede alcanzar los 428 h/ha.
Table 2. Densidades brutas de ocupación del territorio en 2014 por características predominantes de las unidades de planeamiento zonal

Fuente: Cálculos del autor con base en estadísticas del dane, de la Secretaría Distrital de Planeación y de la Unidad Administrativa de Catastro Distrital.
54Esa densidad de Manila central es similar a la del Minuto de Dios y Timiza, las dos zonas más densas dentro de las clasificadas como de desarrollo residencial consolidado, que en total son 29 y en donde reside el 32.8% de la población bogotana. El 77.2% de la población residente en Bogotá lo hace en zonas que experimentan la mayor presión poblacional, algunas de ellas existentes desde hace 55 años, cuando ciertos estudios, como el de Amato, ya alertaban sobre las consecuencias socioespaciales de tal fenómeno.
1.4.1 La calidad de la ciudad por tipo de upz
55Las zonas residenciales de urbanización incompleta son el resultado de la imbricación de la intervención urbanística reactiva del Estado con la lógica de la necesidad (Abramo, 2011b), que orienta las decisiones de localización de los hogares excluidos por las lógicas mercantiles y estatales de la producción y circulación del espacio habitable. Cuando la utilización de la tierra ocupada de manera espontánea es baja, el Estado aplaza su intervención y otorga prioridad a los asentamientos con mayor densidad, en donde, como en el caso de La Flora (ver figuras 8 y 9), es la comunidad la que ha debido asumir los costos de la regularización (Hataya, 2010, p. 362). En el extremo de las densidades más elevadas, Sáenz (2015) estudia el alquiler como mecanismo de acceso a la vivienda en Patio Bonito, zona en la que la autoconstrucción y el desarrollo residencial progresivo han asumido la forma del crecimiento vertical de los barrios populares.
56Los barrios que forman parte de las upz clasificadas como de uso residencial consolidado son en promedio más antiguos que los de urbanización incompleta, por ello gozan de mejores dotaciones urbanísticas. Un rasgo en común es que muchos de estos barrios son asentamientos autoproducidos en los que la movilidad residencial es relativamente baja (cfr. Gilbert, 2001), factor que incide de manera positiva en el incremento de la densidad bruta y de forma negativa en la elevación de su calidad. Una diferencia salta a la vista, y es que las diferencias de calidad de la densidad en este grupo no son tan bajas como en el caso anterior (ver figuras 10 y 11), aunque en algunos barrios de Arborizadora aún revisten problemas urbanísticos y de dotación de bienes públicos. Las upz con mejor calidad de la densidad-como Teusaquillo o La Alhambra-las componen barrios con relativa homogeneidad social, y a medida que ella se reduce, lo hace con incrementos de la densidad bruta, pero la pendiente de la línea de tendencia es la menor de todos los casos analizados. Mezclas sociales como las de Pardo Rubio son escasas en la ciudad, y, por el contrario, a medida que la densidad aumenta, la homogeneidad social de capas medias se torna dominante.
Figura 8. Calidad de la densidad y densidad bruta en upz - Urbanización incompleta. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
Figura 9. Índice de calidad de la densidad en upz de urbanización incompleta. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
Figura 10. Calidad de la densidad y densidad bruta en upz – Residencial consolidado. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
57El uso residencial cualificado lo compone un número inferior de upz y de barrios que los dos anteriores, encontrándose calidades más elevadas asociadas con densidades brutas más reducidas. Chicó Reservado y Alto, así como La Cabrera, El Nogal y Los Rosales son barrios pertenecientes a El Refugio y que tradicionalmente han sido calificados como “exclusivos” debido al dominante perfil empresarial de los jefes de hogar que allí residen, mientras que en Ciudad Salitre Occidental y Oriental se edifica desde finales de 1987 una nueva centralidad que le plantea competencia por localizaciones terciarias superiores a El Nogal, particularmente por la dinámica constructiva en Sauzalito. La proximidad al Centro Administrativo Nacional de La Esmeralda ha motivado la construcción en altura del barrio Rafael Núñez, que, al parecer, continuará al ejecutarse el programa de renovación de la zona. Los incrementos de la densidad bruta se realizan a costa de sacrificios de calidad más pronunciados que en los casos anteriores (ver figuras 12 y 13).
Figura 11. Índice de calidad de la densidad en upz de uso residencial consolidado. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
Figura 12. Calidad de la densidad y densidad bruta en upz – Residencial cualificado. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
58Entre las nueve upz de desarrollo se encuentran los mayores contrastes, tanto en su localización como en la calidad de la densidad (ver figuras 14 y 15). Las de mejor calidad se encuentran en el extremo norte de la ciudad, en proximidad a los humedales de Guaymaral y Torca, y se han organizado sobre antiguas haciendas para acoger parques cementerios, clubes recreacionales y centros educativos privados de básica y superior. La existencia de vacíos urbanos es propicia para el incremento de la densidad para usos residenciales populares en las del sur, como El Mochuelo y Ciudad Usme, sin que se observe una mejoría sustancial de su calidad, tal como ocurrió con las fragmentaciones de El Porvenir.
Figura 13. Índice de calidad de la densidad en upz de uso residencial cualificado. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
Figura 14. Calidad de la densidad y densidad bruta en upz – Desarrollo. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
59El policentrismo urbano de Bogotá ofrece varios contrastes (ver figuras 16 y 17). Mientras que en Santa Bárbara y Usaquén se ha consolidado un comercio de alta jerarquía, en algunos casos a costa de usos residenciales-como en el caso del barrio San Patricio, cuyos zócalos fueron reconvertidos a comercios de importados desde los inicios de la apertura económica hacia 1991-, en Las Ferias y el Restrepo opera un variado comercio de raigambre popular diferente al especializado de Fontibón y Américas, que se encuentra estrechamente asociado con la dinámica de las zonas industriales más próximas. Es notorio el vacío espacial en las zonas de expansión popular en donde la inexistencia de centralidad alguna determina los mayores movimientos cotidianos de la residencia a los lugares de trabajo y, por tanto, los esfuerzos incrementales de los residentes allí en cuanto a tiempo para el ocio y para la reproducción de su fuerza de trabajo.
Figura 15. Índice de calidad de la densidad en upz de desarrollo. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
Figura 16. Calidad de la densidad y densidad bruta en upz con centralidad urbana. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
60La terciarización de la economía bogotana, que ha redundado en un deterioro de la calidad del trabajo debido a su inclinación por las actividades comerciales en detrimento de la virtuosidad de las actividades terciarias creadoras de valor, como la investigación y la innovación, tiene su epicentro en la localidad de Chapinero, a la que pertenecen Chicó Lago y Chapinero. En estas upz (ver figuras 18 y 19) se experimentan las proporciones más elevadas de jefes de hogar en la posición ocupacional de patrón o empleador de la ciudad (16%), superando de lejos a la segunda, que es Teusaquillo (11%). Allí también residen en mayor proporción los empleados domésticos (10%), y, por tanto, son las upz con las menores proporciones de obreros o empleados (59%) de la ciudad. Este perfil las distingue de otras, como la de Sagrado Corazón-que agrupa la mayor parte de los barrios del Centro Internacional-o Las Nieves-con la que se han establecido vínculos perennes debido a su proximidad geográfica-. En La Sabana se han erigido zonas de carácter popular, como San Victorino, mientras que en Toberín la axialidad comercial se extiende a lo largo de la autopista Norte, con tramos especializados en donde se aglomeran establecimientos de comercio con afinidad de bienes.
Figura 17. Índice de calidad de la densidad en upz con centralidad urbana. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
Figura 18. Calidad de la densidad y densidad bruta en upz comerciales. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
61Los residentes en proximidad a las zonas industriales se han organizado en vecindarios que experimentan en conjunto los promedios de densidades brutas y de calidades de densidad más bajos de la ciudad (ver figuras 20 y 21). El flujo de carga de estas zonas es el más elevado de la ciudad tanto en días hábiles como en días no hábiles (cfr. Secretaría de Movilidad, Alcaldía Mayor de Bogotá, 2015). Algunas de esas upz se organizaron en razón de la proximidad al Aeropuerto Eldorado y de la promoción estatal del comercio por medio de zonas francas, mientras que las demás lo hicieron en el polígono industrial tradicional localizado originalmente alrededor del Parque Montevideo, en la localidad de Puente Aranda. La polución del aire y la contaminación acústica derivadas de la movilidad del transporte de carga terrestre y de las aeronaves son poderosos factores reguladores de la demanda residencial en estas zonas, que, por obvias razones, tienden a acoger la residencia obrera con bajos complementos dotacionales de bienes de uso público y colectivo, escasa mezcla social y poca disponibilidad de espacios libres.
Figura 19. Índice de calidad de la densidad en upz comerciales. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
Figura 20. Calidad de la densidad y densidad bruta en upz de uso industrial predominante. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
62Lamayor partede las upz dotacionaleslo sonporque acogen los parques de escala metropolitana, que son relativamente escasos para los residentes en una metrópoli cada vez más densamente poblada (ver figuras 22 y 23). Una excepción es La Candelaria, que acoge en especial actividades terciarias superiores por localizarse en ella sedes del Gobierno nacional y distrital, de órganos legislativos y de justicia, y establecimientos educativos superiores. Es el núcleo del centro tradicional de la ciudad y cuenta con peculiares mezclas sociales matizadas por la presencia de extranjeros, que le imprimen su carácter cosmopolita. Por su parte, Las Margaritas es un espacio libre que día a día queda más estrecho para los residentes en el suroccidente, en las zonas de la ciudad, y por esa misma razón es la upz dotacional con mayor presión poblacional, expresada en la densidad bruta más elevada y la calidad más baja de la categoría.
Figura 21. Índice de calidad de la densidad en upz de uso industrial predominante. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
Figura 22. Calidad de la densidad y densidad bruta en upz dotacionales. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
1.4.2 Una visión de conjunto
63De acuerdo con la clasificación del suelo, Bogotá tiene dos grupos bastante diferenciados de upz. El primero está compuesto por los vecindarios predominantemente dotacionales, de comercio, con centralidad urbana y de tipo residencial cualificado, en donde reside el 17.7% de la población de la ciudad. En el segundo reside la mayor proporción de la población, conformado por las ya mencionadas zonas residenciales de urbanización incompleta y consolidadas, pero también por las de desarrollo y predominantemente industriales, caracterizadas por sus bajas densidades (ver figuras 24 y 25). Las diferencias en las densidades brutas captadas por el índice representado en la figura 25A revelan que las más elevadas se encuentran en los ejes de expansión residencial popular hacia el sur y hacia los extremos nordeste y noroeste de Bogotá, siendo estas mismas zonas las que presentan los índices de calidad más bajos, tal como se representa en la figura 25B.
Figura 23. Índice de calidad de la densidad en upz dotacionales. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
Figura 24. Calidad de la densidad y densidad (h/ha) bruta según clasificación del suelo. Bogotá (2014)

Fuente: Cálculos con base en estadísticas del dane, Secretaría Distrital de Planeación y Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
Figura 25. Índice de densidad bruta e índice de calidad de la densidad. Bogotá (2014)

Fuente: Elaborados con base en estadísticas del dane, de la Secretaría Distrital de Planeación y de la Unidad Administrativa Especial de Catastro Distrital.
64En esta primera visión, se destacan las preferencias de localización residencial de los hogares pudientes por zonas con bajas densidades brutas, ventajas dotacionales y de proximidad a centros de aglomeración de actividades terciarias y, en general, el carácter espacial yuxtapuesto de la densidad bruta y la calidad de la densidad. No obstante, hay zonas en las que esta regla no se cumple, y ello se debe, en buena medida, a los efectos de la regulación urbanística y, en especial, a la clasificación del suelo; por tal razón, es pertinente el análisis segmentado a la luz de la taxonomía de la tabla 2.
Reflexiones finales
65La transformación del orden social en las sociedades latinoamericanas tiene diferentes manifestaciones, siendo una de ellas el orden residencial de sus metrópolis, estrechamente vinculado a la intensidad de uso del suelo para fines residenciales. Como regla general, las bajas densidades son preferidas en comparación con las más elevadas, que caracterizan a las periferias metropolitanas. No obstante, en las metrópolis latinoamericanas, como en el caso de Bogotá, es frecuente encontrarse con vecindarios de baja densidad que se encuentran en la etapa emergente previa a la regularización de la propiedad y a la legalización ante el Estado. Esta ambigüedad es característica del tiempo presente, a diferencia de lo que ocurrió hace medio siglo, cuando, como lo precisaba Mohan (1975), el gradiente de densidad era muy nítido en Bogotá y las demás metrópolis tercermundistas que estudió.
66La regulación urbana ha incidido en la configuración del orden residencial legible en las lecturas de la densidad bruta por categoría de upz, y, no obstante, una porción significativa del suelo desarrollado en Bogotá ha ocurrido por causa de la intervención reactiva del Estado por medio de programas de regularización de la propiedad y, posteriormente, de estrategias como la del mejoramiento integral de barrios. La informalidad urbana se produce y se reproduce con elevadas densidades para acoger a los hogares pobres cuya limitada capacidad de pago no les permite satisfacer sus necesidades residenciales mediante los mecanismos formales. Ese orden residencial es un orden divergente por cuanto las diferencias sustanciales en cuanto a la calidad de la densidad que se han analizado lo son también en relación con la calidad de vida de los residentes en las diferentes zonas de la metrópoli. De allí la trascendencia social y política de la regulación urbanística y de la política urbana en la modificación del orden social excluyente en curso, pues, a diferencia de quienes depositan su confianza en la redistribución del ingreso, la intervención sobre el acceso a la metrópoli es un campo diferente que goza de un amplio potencial para alcanzar la justicia espacial. La tarea es de una dimensión considerable si, como resultado de este trabajo, se encuentra que solamente el 17.7% de los residentes en Bogotá goza de una calidad de densidad aceptable.
67Hay un conjunto de fenómenos en curso que agudizan la segregación socioespacial y afectan la densidad bruta y su calidad. De un lado, la espontaneidad en la ocupación que caracteriza a los vecindarios informales es inseparable de la estrategia de desarrollo progresivo de la vivienda, que es el detonante de los incrementos de la densidad bruta, mientras que la producción residencial en serie y la construcción vertical ocupan velozmente las escasas áreas edificables de la metrópoli. Por su parte, la gentrificación es impulsada con el uso de instrumentos de renovación y regeneración urbana, siendo evidente la estrategia de la construcción en altura en el centro tradicional de Bogotá para la producción de residencias de áreas reducidas a fin de atender la demanda residencial de hogares unipersonales que, en la actualidad, representan alrededor del 15% del total de los hogares de la metrópoli. Esta dimensión demográfica de la ocupación del territorio induce la disminución de la densidad poblacional del centro con incrementos de su densidad constructiva, fenómeno yuxtapuesto al que ocurre en los ejes de expansión popular, en donde el tamaño de los hogares es el más elevado y por ello las densidades poblaciones aumentan secularmente. La gestión socioterritorial de la transición demográfica se erige, de esta manera, en un nuevo detonante de la segregación residencial.
Notes de bas de page
1 Agradezco a Laura L. Amézquita G. el apoyo prestado en la elaboración del presente trabajo. Una versión inicial de este trabajo fue publicada bajo el título “La calidad de la densidad urbana en Bogotá” en 2016 en la Revista de Economía Institucional, vol. 18, n.o 34 (Universidad Externado de Colombia, Bogotá).
2 “Una familia recompuesta comprende una pareja de adultos, casados o no, y al menos un hijo nacido de una unión precedente de alguno de ellos. Los hijos que viven con sus padres y medios hermanos o medias hermanas forman de esta manera una familia recompuesta”. (insée, s. f.).
3 Las variables empleadas dependen de la disponibilidad y pertinencia estadística. Estas no se producen con idéntica periodicidad, no se refieren estrictamente a los mismos fenómenos y las unidades de medida son diferentes. El índice de calidad de Tokyo incluye la proximidad a parques, bosques, vías, el número de empleos y de firmas, así como la presencia de extranjeros en cada distrito; el de Buenos Aires incorpora las medidas de área ocupada por equipamientos, espacios verdes, líneas de ferrocarril, plazoletas y vías públicas; y en el caso de Bogotá, los equipamientos, los centros educativos y de salud, públicos y privados, los culturales, de bienestar social y de culto, el área en parques, elementos de la estructura ecológica principal y un indicador de la mezcla social en la zona.
Auteur
Doctor en Planeamiento Urbano y Regional por el Instituto de Pesquisa en Planeamiento Urbano y Regional de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Economista. Profesor ordinario e investigador de la Universidad Externado de Colombia. Autor de Los desequilibrios territoriales en Colombia, Bogotá segmentada y El enigma del método y el inconformismo radical, y coautor y editor académico de Alimentación para las metrópolis colombianas, La utopía metropolitana I, Colombia en movimiento, Plusvalías urbanas, El centro tradicional de Bogotá y Ciudad y región en Colombia, entre otros. Ha traducido libros, publicado artículos y presentado ponencias sobre economía metropolitana y regional en varios países. Fue investigador del cinep, del cede y del cider, y profesor en las universidades de los Andes y Javeriana, jefe de la Oficina de Regulación de la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico y subdirector técnico de Planeación del Departamento de Cundinamarca. Ha sido consultor de agencias de Naciones Unidas en el país y de organizaciones gubernamentales nacionales y locales. Conferencista internacional, es coordinador académico del proyecto editorial Economía Institucional Urbana y del grupo de investigación Construcción de Estado, Territorio y Paz, de la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia.
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