1 Este texto incluye el resumen de una experiencia y su posterior reflexión (que he realizado desde 2013) para darla a conocer entre las personas interesadas. Parte del contenido de este texto lo he incluido en otros documentos y libros referenciados a lo largo del mismo.
2 La multiplicación de “experiencias piloto” de este tipo en el ámbito de los Juzgados de Instrucción y de lo Penal, así como en algunas secciones de la Audiencia Provincial fue posible gracias al aval del Consejo General del Poder Judicial. En la actualidad, los órganos judiciales en los que se llevan a cabo estas experiencias pasan de un centenar. La modificación de la ley de Enjuiciamiento Criminal que está actualmente en estudio prevé una próxima regulación de la mediación penal.
3 Julián Carlos Ríos et al., Mediación penal y penitenciaria. Experiencias de diálogo en el sistema penal para la reducción de la violencia y el sufrimiento humano, 3ª ed., Madrid, Colex, 2012.
4 “Pero, ¿es acaso posible una resolución no violenta de conflictos? Sin duda lo es. Las relaciones entre las personas privadas de libertad ofrecen abundantes ejemplos de ello. Dondequiera que la cultura del corazón haya hecho accesibles medios limpios de acuerdo, se registra conformidad inviolenta. Y es que a los medios legítimos e ilegítimos de todo tipo, que siempre expresan violencia, pueden oponerse los no violentos, los medios limpios. Sus precondiciones subjetivas son cortesía sincera, afinidad, amor a la paz, confianza y todo aquello que en este contexto se deje nombrar. […] Posiblemente, el mejor ejemplo de ello, el de más alcance, sea la conversación como técnica de acuerdo civil. […] De ello se desprende que existe, precisamente en la esfera de acuerdo humano pacífico, una legislación inaccesible a la violencia: la esfera del 'mutuo entendimiento', o sea, el lenguaje”. Walter Benjamin, Para una crítica de la violencia, 1921.
5 Las Comisiones de la verdad no funcionaron adecuadamente ni en Chile ni en Argentina. No solucionaron la fractura social porque concedieron la amnistía indiscriminada a las élites a cambio de retazos de verdad. La reconciliación nacional se basaba en acuerdos entre los antiguos tiranos y los nuevos gobernantes, en virtud de los cuales se suspendía la aplicación del derecho sobre los dictadores asesinos; la reconciliación social exige que se recomponga todo el tejido social desgarrado, pero de abajo a arriba. Sin duda es tarea de generaciones, pero hay que acometerla sin dilación.
6 Para participar en los encuentros las víctimas tienen que haber superado las fases más críticas de dolor; el encuentro para muchas personas supone la conclusión o el cierre de una etapa.
7 Víctima de ETA que tuvo que sufrir, entre otras graves lesiones, la amputación de ambas piernas. Irene Villa, Saber que se puede, veinte años después, Madrid, Martínez Roca, 2011; este texto es un precioso canto a la vida y una explícita renuncia a instalarse en el papel de víctima perpetua. Relata alguna experiencia similar a las que se describen en nuestro libro.
8 La viabilidad de los itinerarios personales, diálogos y encuentros restaurativos propuestos no es función de la gravedad del hecho delictivo cometido/sufrido, sino que depende de la capacidad y disponibilidad de las personas y de la sociedad (medios de comunicación, nivel político, imaginarios sociales, etc.) para encontrarse en procesos de comunicación eficaz que incluyen la narración de hechos, la expresión de emociones, sentimientos, etc., y el acuerdo acerca del modo de cerrar las heridas.
9 Margarita Martínez Escamilla, “Justicia restaurativa, mediación y sistema penal: diferentes estrategias, ¿los mismos objetivos?”, en Estudios Penales en homenaje a Enrique Gimbernat, t. I, Madrid, Edisofer, 2008. Una amplia y profunda visión sobre justicia restaurativa y sus métodos puede verse en los diversos trabajos de Gema Varona, continuadora de la obra de Antonio Beristain; por ejemplo en La mediación reparadora como estrategia de control social, Granada, Comares, 1998. Vid. también los trabajos del European Forum sobre el método de las conferencias, tema específico del Congreso celebrado en Bilbao en junio de 2010.
10 En el nivel micro tendríamos, entre otras, las prácticas de mediación víctimaofensor, las conferencias o los paneles de impacto de la víctima, con lo que trabajamos en un área interpersonal. A nivel meso, está la participación de la comunidad en procesos restaurativos, el trabajo con grupos, las perspectivas multivictimales. Iniciativas de este tipo ya han sido puestas en marcha en Euskadi, donde más de una veintena de familiares de víctimas de grupos terroristas (ETA, GAL, BVE), con el apoyo de la Dirección de Víctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco, entran en contacto con otras experiencias y toman conciencia de lo injusto de la violencia, de su enorme impacto personal y familiar.
11 Entendemos como víctima, la concepción utilizada por la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Principios Fundamentales de Justicia para las víctimas de delitos y del abuso de poder, del 29 de noviembre de 1985. “art 1. Se entenderá por ‘víctimas’ las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños, incluidas lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de sus derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal vigente en los Estados Miembros, incluida la que proscribe el abuso de poder. art 2. […] En la expresión ‘víctima’ se incluye además, en su caso, a los familiares o dependientes inmediatos de la víctima directa y a las personas que hayan sufrido daños al intervenir para asistir a la víctima en peligro o para prevenir la victimización”.
12 El ámbito de Resolución de Conflictos es un espacio interdisciplinar, académico y profesional de teorización, investigación, formación y activismo que contiene el conjunto de conocimientos de todo tipo sobre el conflicto, incluyendo técnicas como la mediación, los métodos, las estrategias y los sistemas para su tratamiento y transformación positiva. Tradicionalmente, para referirse a los estudios de los conflictos se ha utilizado resolución, gestión y transformación. La primera parece enfatizar la necesidad de alcanzar soluciones, la segunda introduce una percepción más positiva introduciendo leyes, dinámicas o modelos para gestionarlos. Finalmente, la tercera acepción tiene como fin la superación del conflicto mediante la reconciliación de las partes y la reconstrucción de las relaciones humanas. Sonia Paris Albert, Filosofía de los conflictos. Una teoría para su transformación pacífica, Barcelona, Icaria-Antrazyt, 2009, pp. 41-43.
13 La justicia restaurativa es una forma de responder al comportamiento criminal equilibrando las necesidades de la comunidad, las víctimas y los delincuentes. Se trata de un concepto en evolución que ha dado lugar a diferentes interpretaciones en distintos países, y en torno al cual no existe el consenso perfecto. También, debido a las dificultades para traducir con precisión el concepto en varios idiomas, y a una variedad de terminología que se utiliza a menudo; vid. United Nations, Handbook on Restorative Justice Programmes, New york, United Nations Office on Drugs and Crime, 2006, p. 6.
14 Gordon Bazemore y Mark S. Umbreit, “Rethinking the Sanctioning Function in Juvenile-Court: Retributive or Restorative Responses to youth Crime”, Crime & Delinquency, núm. 41 (3), 1995, pp. 296-316.
15 En marzo de 2006, la cadena británica de televisión BBC emitió una serie televisiva de tres partes donde paramilitares católicos y protestantes de Irlanda del Norte, por un lado, y sus víctimas, por otro, se encontraban cara a cara, bajo la facilitación del arzobispo sudafricano Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz y presidente de la Comisión para la Paz y la Reconciliación en Sudáfrica; vid. Rafael Ramos, “Prisioneros del odio y la esperanza”, La Vanguardia, 8 de marzo 2006, p. 8. En dichos encuentros participaba Michael Stone, paramilitar lealista en cuyo acto terrorista lanzó una granada y disparó durante un funeral republicano en Milltown. Sobre dicha experiencia, Desmond Tutu ha hecho un balance; vid. José Rosado, “La BBC une a víctimas del terrorismo irlandés y a sus verdugos”, disponible en http: //blogs.periodistadigital.com/periodismo. php/2006/03/08/p16703. A un nivel meso de la justicia restaurativa el programa LIVE del Centro Glencree en Irlanda trabajó por el encuentro de víctimas de diferentes regiones afectadas por el conflicto de Irlanda de Norte con excombatientes del IRA; vid. Inés Staiger, “Restorative justice and victims of terrorism about the project”, European Forum for Restorative Justice. Newsletter, núm. 9, 2008, pp. 1-2. En Italia, en los años 2007-2008, también se conocen algunas prácticas de mediación penal para miembros de las Brigadas Rojas condenados por delitos de terrorismo; vid. Daniela Gaddi, “Mediazione penale, esecuzione della pena e terrorismo: L’incerto ruolo della criminologia nell’analisi di due casi”, Studi Sulla Questione Criminale, núm. 1, 2009, pp. 101-118.
16 Hay que tener en cuenta que en estas organizaciones la ideologización es un elemento estructurador y un factor de legitimación que brinda tranquilidad mental, evita la disidencia y anestesia emocionalmente frente a cualquier tipo de planteamiento alternativo. Sin embargo, la humanidad se impone. Muchas de las personas condenadas por asesinato repetían algo desde su “yo” sano: “no se puede matar mirando a los ojos”. Matar es tan antinatural que, incluso cuando se ha hecho con una hipócrita pátina de legalidad, los pelotones de fusilamiento apuntan a una persona con los ojos vendados, no para que la víctima no sufra viendo los cañones asesinos, sino, sobre todo, para que los verdugos no se encuentren con la mirada que desarma a las víctimas. Algún exmiembro de ETA nos ha contado cómo alguna víctima, sin saberlo, salvó la vida por, inadvertidamente, cruzar la mirada con su potencial ejecutor que ya no pudo apretar el gatillo: “Pienso, más bien, que el acceso al rostro es de entrada ético. […] Ante todo, hay la derechura misma del rostro, su exposición derecha, sin defensa. La piel del rostro es la que se mantiene más desnuda, más desprotegida. La más desnuda, aunque con una desnudez decente. La más desprotegida también: hay en el rostro una pobreza esencial. Prueba de ello es que intentamos enmascarar esa pobreza dándonos poses, conteniéndonos. El rostro está expuesto, amenazado, como invitándonos a un acto de violencia. Al mismo tiempo, el rostro es lo que nos prohíbe matar. […] El ‘No matarás’ es la primera palabra del rostro. Ahora bien, es una orden. Hay, en la aparición del rostro, un mandamiento, como si un amo me hablase. Sin embargo, al mismo tiempo, el rostro del otro está desprotegido; es el pobre por el que yo puedo todo y a quien todo debo. Y yo, quienquiera que yo sea, pero en tanto que ‘primera persona’, soy aquel que se las apaña para hallar los recursos que respondan a la llamada”. Emmanuel Lévinas, Entre nosotros. Ensayos para pensar en otro, Valencia, Pre-Textos, 1993. Este autor se separó de Heidegger por no entender cómo una persona de su talla intelectual podía condescender con el nazismo. Lévinas observó que la base de la violencia era el interés, ya que resulta imposible el poder afirmarnos todos, por ello advirtió que este interés debíamos convertirlo en desinterés, es decir, debíamos de ponernos en el lugar del otro sin esperar nada a cambio.
17 Salvo quienes tienen rasgos mentales psicopáticos, la inmensa mayoría conserva la humanidad y no se siente orgullosa de haber matado. Es verdad que lo hicieron de la única manera que se puede hacer: cosificando a la víctima. “No queríamos saber nada de su entorno, ni de su familia, ni casi su nombre. Cuanto menos sepas mejor. Es un objetivo militar. No más”, decía un participante en los encuentros. Por eso, cuando despojados del sectarismo, contemplan lo sucedido con distancia surge una actitud reparadora con nerviosa disposición para la escucha empática y sincera con la única voluntad de disminuir el dolor de la víctima. “Nunca habría participado en un encuentro restaurativo para encontrarme mejor yo. Si participo, es por aliviar en lo que pueda el dolor irreparable de la víctima”. En el proceso con el agresor se tiene que trabajar la conciencia de haber ocasionado un daño, sin este dato de verdad no sería posible la integración personal que reclama instalarse en el principio de realidad con todas las consecuencias. Sin caer en las necesidades del otro, particularmente las necesidades creadas por el daño, y en que ello suscita responsabilidades consistentes en aliviar y reparar el daño ocasionado, no es posible la sanación personal y mucho menos empezar el ciclo restaurativo que pacifique las relaciones interpersonales y comunitarias.
18 El clima emocional es fuerte, y el trabajo realizado afecta a las personas media-doras, lo cual requiere de un número pequeño de casos, supervisión y formación continua; Ivo Aertsen, “Victim-Offender mediation with Serious Offences”, en Council of Europe (ed.), Crime Policy in Europe. Good Practices and Promising Examples, Strasbourg, Council of Europe Publishing, 2008, pp. 75-86.
19 Parte de la cautela ha sido debido al riesgo de revictimización para las víctimas, algo en ocasiones advertido por las oficinas de atención a las víctimas; vid. Mark S. Umbreit y Marilyn Peterson, Restorative Justice Dialogue: An Essential Guide for Research and Practice, New york, Springer Publishing Company, 2010.
20 Tienen la responsabilidad de representar a las víctimas, pero no les toca dictar la política criminal del Gobierno ni imponer las leyes del Estado. Mucho menos sustituir a los penitenciaristas para determinar cuándo procede una progresión de grado o cuál es la forma individualizada de tratamiento. Un interesantísimo enfoque desde Francia acerca del inadecuado cambio de papel de las víctimas y sus riesgos se describe en Caroline Eliacheff y Daniel Soulez Larievière, Le temps des victimes, Paris, Albin Michel, 2007.
21 Todas las víctimas necesitan ser tratadas con respeto y reconocimiento, y pueden necesitar asistencia económica, médica o psicosocial; vid. Rianne Letschert, “Impacto de la normativa internacional en materia de víctimas de delitos graves, especialmente de terrorismo, y de abuso de poder”, Eguzkilore. núm. 26, 2012, disponible en http://ehutb.ehu.es/es/serial/877.html.
22 Fernando Savater, “¡y lo llaman venganza!”, El País, 28 de junio de 2012.
23 Quien quiera conocer con todo detalle la fundamentación teórica, preparación y desarrollo de los encuentros puede acudir al libro de Esther Pascual et al., Los ojos del otro: encuentros restaurativos entre víctimas y ex miembros de ETA, 2ª. ed., Santander, Salterrae, 2014.
24 Vladimir Jankélévitch, L’imprescriptible. Pardonner?, Paris, Editions du Seuil, 1996. Un comentario excelente a su obra es el libro de Mª Dolores López Guzmán, Desafíos del perdón después de Auschwitz, Madrid, Ediciones Paulinas, 2010.
25 Dave L. Gustafson, “Exploring treatment and trauma recovery implications of facilitating victim-offender encounters in crimes of severe violence: lessons from the canadian experience”, en Elisabeth Elliot y Robert M. Gordon (eds.), New Directions in Restorative Justice: Issues, Practices, Evaluation, London, Routledge, 2011, pp. 193-227.
26 Cfr. Fernando Millán Romera, La penitencia hoy. Claves para una renovación, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2003, pp. 99-143.
27 Johan Galtung, Tras la violencia, 3R: reconstrucción, reconciliación y resolución. Afrontando los efectos visibles e invisibles de la guerra y la violencia, Bilbao, Bakeaz, 1999.
28 Raimon Panikkar, Paz y desarme cultural, Santander, Sal Terrae, 1993. Para este autor, el diálogo no es un meeting multitudinario en el que solo hablan los que tienen altavoz y conocen la demagogia; es un acto humano, a escala y con voz humana, en el que los hombres y las mujeres forjan su humanidad discutiendo mediante el uso de la palabra sus divergencias. Quizás, señala el autor, antes de sentarnos a la mesa deberíamos rezar, esto es, invocar algo superior que nos une, reconociendo una trascendencia que es precisamente la que nos hace a todos igualmente dignos y la que nos hará encontrar el lenguaje propio en cada caso. Para todo esto hace falta sabiduría; esta es el arte que transforma las tensiones destructivas en polaridades creadoras y no por estrategia para salirnos con la nuestra. Constituye la esencia misma de una polaridad que no es binaria, puesto que no se rige por la dialéctica de la contradicción ente los polos, ya que el uno presupone el otro y viceversa. La polaridad es trinitaria; de otra manera, los dos polos dejarían de ser polos, con su separación o fusión total. Lo mismo ocurre con el diálogo diagonal entre hombres, porque ninguno es autosuficiente; no es diálogo para llegar a una solución, sino para ser. Porque yo no soy sin el otro.