Ciudadanía y educación del sujeto político en la sociedad de la información y el conocimiento
p. 219-229
Texte intégral
1Aunque las reflexiones que se quieren plantear en este texto están orientadas por la pregunta, ¿qué significa el ejercicio ciudadano en la sociedad de la información, la comunicación y el conocimiento?, dada la complejidad de la cuestión aquí sólo pretendemos hacer algunas aproximaciones, tomando como ejes de reflexión ciertas dimensiones constitutivas del concepto y el ejercicio de la ciudadanía.
2Partimos del hecho de que el concepto y la pragmática del concepto de ciudadanía están en crisis y que, para decirlo con palabras de Pablo Salvat (1996), existe la necesidad de una nueva gramática de la ciudadanía; es decir, es necesario darle un nuevo sentido a su ejercicio en el marco de la sociedad de la información y el conocimiento.
3Pero para ello no se trata, como lo proponen algunos autores,1 simplemente de ampliar el espectro de los derechos y deberes ciudadanos, tales como el derecho a disponer de las nuevas tecnologías, a ser educado en TICs, a conectarse a internet, a tener un correo electrónico, a establecer redes electrónicas, a que el Estado las utilice para crear nuevos empleos, etc. El asunto es mucho más de fondo. No sólo porque el marco de la ciudadanía en términos de derechos y deberes se nos aparece hoy como un marco estrecho, sino porque lo que está en juego son las nuevas formas de producción del espacio público, del espacio del ejercicio de la ciudadanía y, por consiguiente, las nuevas formas de producción del sujeto político o ciudadano.
4Y lo que aquí queremos mostrar, o empezar a esbozar si se quiere, son precisamente esas nuevas formas. Formas y cambios que se presentan, primero, de manera desigual y heterogénea, pues de acuerdo con las condiciones de posibilidad de cada uno de los contextos de las sociedades, los países o las comunidades que escojamos como referencia, las tendencias de estos cambios adquieren expresiones particulares. Y segundo, no necesariamente por exclusión de formas tradicionales, sino por resignificación de las mismas.
5Pero antes de entrar en materia, queremos llamar la atención sobre dos presupuestos desde los cuales nos basamos para hacer la reflexión. El primero está implícito en la pregunta que formulamos al comienzo: ¿qué significa el ejercicio ciudadano en la sociedad de la información, la comunicación y el conocimiento? Si ustedes se fijan, hemos hablado de ejercicio ciudadano y no de condición ciudadana.
6En efecto, entendemos la ciudadanía como una práctica, como un ejercicio. Y esto por contraposición (desde el punto de vista teórico y analítico) a la perspectiva que la asume como una condición, como un status otorgado por un ser superior (llámese Estado-nación, Dios o Naturaleza); por oposición a la idea de que el ciudadano es un sujeto pasivo que, gracias a la naturaleza de su desarrollo biológico, alcanza un límite de edad previamente fijado por un Estado; ciudadanía como ejercicio, por oposición a considerar a este sujeto como un ente político dueño de unos derechos y cumplidor acrítico —que es una forma también de ser pasivo— de unos deberes. Pensamos que la ciudadanía no es una condición ni es una práctica abstracta. Por el contrario, ella es un ejercicio que está históricamente contextualizado, y por tanto estamos hablando de sujetos políticos que se encuentran inscritos en sociedades concretas, se adscriben y transitan por comunidades también concretas y poseen condiciones socioeconómicas particulares. Y como es apenas lógico, se adscriben a culturas también identificables, a universos simbólicos desde los cuales se legitima normativa y cognoscitivamente su relación con el mundo (Berger y Luckmann, 1968).
7El segundo presupuesto al que queremos hacer referencia se relaciona con la dimensión comunicativa del ejercicio de la ciudadanía. Y aquí tendremos que ser esquemáticos y enunciar solamente algunas premisas. Adela Cortina (1995) nos señala el lugar de la comunicación en la ciudadanía y en la educación del ciudadano en dos aspectos: uno, en tanto la pertenencia del sujeto a una comunidad no es sólo por ser comunidad política sino por ser comunidad de comunicación, y dos, en los procesos de construcción normativa intersubjetiva —en búsqueda de intereses universalizables—, supone por parte del sujeto una actitud dialógica que reconoce a los demás como interlocutores válidos, con derecho a expresar sus intereses y argumentarlos, y a sí mismo como alguien dispuesto también a expresarlos y argumentar su punto de vista.
8Diremos, además, junto con Touraine (1997: 286-288), que la comunicación es fundamental para la convivencia en tanto el Otro es percibido y comprendido “por la comprensión de lo que dice, piensa y siente, y la capacidad de conversar con él”. Argumentar y contra-argumentar mediante el análisis y la comprensión de lo que dice el Otro es una condición ineludible para una vida en común. Aún más, en las sociedades contemporáneas, crecientemente multiculturales, la comunicación intercultural es clave para comprender “las convergencias y divergencias entre las interpretaciones que personas de culturas diferentes dan de los mismos documentos o los mismos acontecimientos” (Ibíd.).
9Finalmente, Bárcena resalta la importancia que tienen las interpretaciones de los propios ciudadanos de los principios legales, las prácticas sociales y la diversidad de intereses que caracterizan a las modernas sociedades. Así, es necesario repensar la ciudadanía como un espacio
[…] en el que los ciudadanos descodifican determinados lenguajes y prácticas, un espacio de memoria dotado de determinados símbolos (como la Constitución), signos (tradiciones de derechos), ritos (celebraciones nacionales), mitos (unidad nacional) e instancias de rememoración. Vista así, la ciudadanía es una empresa hermenéutica, la práctica de una realidad textual y narrativa, una forma de discurso y tradición, y por ello de memoria y rememoración crítica (Bárcena, 1997: 150 y ss.).
10En resumen, por ahora, tenemos tres componentes claves de la relación entre la comunicación y la ciudadanía: el diálogo, la narración y la hermenéutica.
11Pero la relación de lo comunicativo con la ciudadanía no se restringe a estas dimensiones. Los medios masivos de comunicación y los denominados nuevos medios han sido factores claves, tanto en las dinámicas de la política tradicional como en la configuración de las nuevas formas de hacer política. Su presencia en el ámbito de lo público no se reduce —ni se ha reducido— a lo meramente instrumental, es decir, no se reducen a ser sólo escenarios de la acción política, a ser exclusivamente portadores de opiniones individuales y colectivas o a ser únicamente distribuidores de información. Además de todo ello, los medios de comunicación —nuevos y viejos— son también: a) actores políticos, b) configuradores de nuevos espacios de lo público, y c) generadores de horizontes de sentido ético-político.
12Así, y ya para entrar en materia, el primer eje al cual queremos referirnos es aquél que resulta de la tensión territorialidad-desterritorialidad. En mucha de la literatura reciente sobre la ciudadanía a menudo se encuentra la afirmación sobre el hecho de que el territorio ya no es una condición de la ciudadanía o que ésta ya no está atada a aquél. Sin embargo, quisiéramos mirar esto con más detalle.
13Es cierto que hoy el territorio, su sentido y su “función” en términos sociales y políticos se ha modificado de manera significativa. Muchos son los factores que han contribuido a ello: el flujo de capitales, el mercado, las nuevas dinámicas del trabajo, etc. Sólo queremos detenernos en dos de estos factores que nos parecen de gran importancia para el tema de la ciudadanía: las migraciones y el nuevo sentido de la comunicación internacional.
14Respecto al primero, existen migraciones de todo orden: causadas por la guerra —ya sea política, religiosa, étnica, económica, o todo esto junto—; migraciones causadas por el hambre; migraciones ocupacionales —es decir, las producidas por las nuevas condiciones del trabajo (flexibilidad, preeminencia del trabajo del sector servicios, etc.) o por el anzuelo de una mejor calidad de vida—; y, finalmente, las migraciones producidas por la industria del turismo. Migraciones que se dan en el ámbito internacional, nacional y subnacional.2
15Sin embargo, lo que importa son los fenómenos de tipo político que esta problemática genera:
Muchas de las migraciones traen consigo disputas territoriales, tanto a nivel local y municipal como a nivel internacional: dramas de los desplazados en los países centroafricanos y/o del medio oriente o dramas de desplazados que llegan a los suburbios de las medianas y grandes ciudades en Colombia: disputas con los vecinos previamente asentados (también marginados), disputas con dueños de baldíos, disputas con los gobiernos municipales por el espacio público, etc.
El otro fenómeno que están produciendo es la emergencia de nuevos sentidos del espacio y del territorio: cambios de referente espacio-temporales, cambios de perspectiva del sentido del espacio territorial original que entra en tensión con los sentidos del nuevo territorio que se ocupa o pretende ocupar, y, en consecuencia, un
Redibujamiento del límite o de la frontera producido por la tensión entre el sentido de una línea imaginaria o un accidente geográfico sostenido por imaginarios, ritos, mitos, documentos legales o la fuerza bruta, y una línea virtual, un flujo de comunicaciones con los demás migrantes y con todos aquellos que aún no abandonan el territorio original.
16Sobre la desterritorialización, Arjun Appadurai afirma que
[…] este término no se aplica sólo a ejemplos obvios, caso de las corporaciones transnacionales y los mercados de capitales, sino también a los grupos étnicos, los movimientos sectarios, y las formaciones políticas que cada día funcionan más de una manera que trasciende las fronteras territoriales específicas y las identidades (Appadurai, 2001: 64).
17Sin embargo, existe una tensión en los esfuerzos de los Estados por el mantenimiento de las fronteras: por una parte, la globalización crea condiciones para la migración (industria del turismo, flexibilización del trabajo, desarrollo de las TICs y los medios de transporte, etc.), y simultáneamente existe un esfuerzo por cerrar y controlar las fronteras: es el caso de todas las medidas tomadas por los países de la Unión Europea por controlar la migración desde el norte de África, desde los Balcanes o desde Asia. Es el caso patético de los minute-men: un programa de vigilancia de la frontera mexicana con los Estados Unidos, estrechamente vinculado y financiado con grupos antiinmigrantes y xenófobos, que se fundamenta en la conformación de grupos paramilitares, armados, que arrestan y, en muchas ocasiones, literalmente cazan a los inmigrantes. En su página de internet3 afirman que entre el 1º de octubre del año anterior y la primera semana de mayo de 2005 arrestaron “21.971 extranjeros ilegales con records criminales”. Es un proyecto claramente xenofóbico, que reivindica el mantenimiento del territorio libre de extraños e indeseables.
18Un segundo componente importante del redibujamiento del sentido del territorio nacional son las nuevas formas de la llamada comunicación internacional. Hamid Mowlana (1996) nos señala a este respecto que ha habido un cambio en considerar la comunicación internacional en sentido clásico hacia concebirla como comunicación global. Es decir, la comunicación internacional ya no sólo se gesta entre los Estados, sino que ahora han surgido actores, tanto gubernamentales como no gubernamentales, que han creado campos de comunicación, tanto subestatales como supraestatales de carácter global. Todas las cumbres significativas globalmente son un ejemplo: en las cumbres decisivas, como la del medio ambiente, el Foro Social Mundial, la cumbre de la cultura en Barcelona, la de la Sociedad de la Información, etc., los principales actores no son los Estados o estos no poseen el protagonismo exclusivo: también las organizaciones transnacionales, las ONG (grandes y pequeñas) y los líderes de nuevos movimientos sociales e incluso líderes comunitarios tienen la posibilidad de la palabra.
19Sin embargo, el hecho de que el flujo de información sea potencialmente de carácter global, no significa que la comunicación sea universal. Ello porque los flujos de información son controlados y centralizados en pocas personas, compañías, organizaciones o naciones; porque no todo el mundo tiene acceso a los escenarios de comunicación global; porque no todo el mundo tiene las competencias comunicativas para hacerlo, y porque, además, las estructuras de diferenciación socioeconómica existentes no lo permiten.
20Todo lo anterior (migraciones y reconfiguración de la comunicación internacional, entre otros factores) lleva a una reconstrucción o, por lo menos, a la existencia de unas condiciones de posibilidad para una reconstrucción por parte de los ciudadanos de los espacios de la vida pública —y de la vida privada también— y, en consecuencia, al surgimiento de nuevas formas de entender la soberanía, el sentido de pertenencia, la adscripción ética y moral, en relación con los límites territoriales. Éste es uno de los elementos que han cambiado en la producción del espacio público político y en la producción o subjetivación política del ciudadano.
21El segundo eje que queremos abordar es la denominada esfera pública. Ya hace algunos años John Keane (1997: 57 y ss.) nos llamó la atención sobre el hecho de que hoy ya no existe una esfera pública ni unificada, ni atada a los medios de comunicación del Estado. Los medios de comunicación estatales entraron en crisis en la mayoría de los países y fueron absorbidos o, mejor, reemplazados por los medios privados en esa función de construcción del espacio comunicativo público. De acuerdo con este autor, hoy no existe una esfera pública unificada sino “un complejo mosaico de esferas públicas de diversos tamaños, que se traslapan e interconectan y que nos obligan a reconsiderar radicalmente nuestros conceptos sobre la vida pública […]”.4
22Queremos resaltar especialmente el hecho de que la nueva condición de la comunicación global, y especialmente la presencia de la internet, ha generado una esfera pública global y autónoma, en la cual se reconfigura la información política, se ejerce cierta soberanía en la medida en que no obedece directamente a las regulaciones estatales, emerge una suerte de integración vertical entre los diferentes medios de comunicación y se provee información política entre las partes más alejadas del planeta. En síntesis, el surgimiento de este nuevo espacio comunicativo crea una serie de condiciones tecno-simbólicas para el surgimiento de una esfera pública radicalmente más desprendida del referente territorial y nacional.
23Además de esas condiciones creadas por los nuevos medios de comunicación y por las versiones digitales de los periódicos de todos los países del mundo para la configuración de esa esfera pública global, y además de algunos de los proyectos de e-gobierno que han propiciado espacios para el acceso a la información sobre la gestión pública y para el debate abierto de las políticas públicas —y que han propiciado también por este medio, tanto la integración de los residentes del país o de un municipio en particular, como la integración de migrantes, cualquiera sea el sitio en donde éstos se encuentren—, existen otros espacios creados en la internet por los ciudadanos, los cuales se constituyen en verdaderas esferas públicas.
24Son espacios como las llamadas bitácoras (weblogs en inglés), las listas de discusión, los foros temáticos, etc. Las bitácoras, por ejemplo, son lugares virtuales en los cuales las personas, aun sin ningún conocimiento de informática, pueden crear sitios personales o colectivos en los cuales pueden expresar sus opiniones, sus sentimientos, sus utopías, etc. Y en ellos encontramos, desde intimidades sexuales y fantasías eróticas, hasta expresiones artísticas o con intención artística, expresiones humorísticas y, por supuesto, opiniones, análisis, propaganda, debate serio y menos serio de carácter político.5
25Señalamos lo anterior, pues lo que se registra a nivel mundial es una tendencia a la creación de estos espacios digitales absolutamente desbordada. Y una explicación clara de ello es que son espacios reales de expresión del sujeto, en los cuales éste puede verdaderamente narrar-se, narrar su relación con el mundo, expresar su opinión, prácticamente sin ninguna censura (digo prácticamente, porque algunos de los sitios de alojamiento de bitácoras prohíben la publicidad y, por supuesto, la pornografía). Periodistas independientes, políticos de todo el espectro político, pero, sobre todo, gente común y corriente, son los creadores-usuarios-gestores de estos escenarios donde se borra la línea entre lo público y lo privado.
26Y queremos resaltar una particularidad: muchas de estas bitácoras se encuentran en-redadas, inscritas en redes, de diverso tema, tenor y alcance. Y no sólo desde el punto de vista organizativo, es decir, creando organizaciones nucleadas alrededor de un tema o problema político, social, ambiental, etc. (unas organizaciones muy famosas son las que giran alrededor de los movimientos por el software libre), sino redes más o menos espontáneas, posibilitadas por la base tecnológica: los enlaces a través de los hipervínculos, la multimedialidad y, por supuesto, la posibilidad de escribir hipertextualmente, crean una suerte de redes, de mutuas referencias, de páginas web que se convierten en nodos o sitios de referencia, de pequeñas o grandes comunidades. Por último, poseen una característica: muchas de estas redes son exclusivamente virtuales, pero otras son una mezcla entre lo virtual y lo presencial.
27Así, lo que aquí tenemos es la presencia de una esfera pública absolutamente novedosa, aún incomprendida, entre otras cosas porque las ciencias sociales hasta hace muy poco comenzaron a desarrollar técnicas de investigación adecuadas para el medio (como, por ejemplo, las de la etnografía virtual). Esfera pública que convive con otras de carácter más tradicional.
28Pero decíamos que una de las características de las esferas públicas virtuales es su organización a manera de red. Y justamente ésta es una de las características del tercer eje que queremos abordar: las nuevas formas de organización de la llamada sociedad civil y, específicamente, los llamados Nuevos Movimientos Sociales.
29Estos movimientos tienen unas características que los distinguen de los movimientos sociales clásicos: por ejemplo, no tienen en su horizonte la lucha de clases; su estructura es flexible, más horizontal que jerárquica; son más espontáneos, más emocionales, etc. Sin embargo, lo que queremos destacar es el lugar que en ellos ocupa el concepto de red. En efecto, la red es una de las maneras como funcionan la mayoría de estos movimientos, tanto desde el punto de vista organizativo como desde el punto de vista comunicativo. Nodos locales que, al estar conectados en red y apoyados por las TICs, adquieren dimensiones regionales, nacionales y globales.6
30Redes comunitarias, redes académicas, redes estudiantiles; algunas solamente virtuales, otras solamente presenciales, otras mixtas; con muy diversos intereses, de diferente alcance y con diferentes propósitos. Unas más decididamente políticas que otras, algunas se configuran como espacios de resistencia radical, otras de resistencia más moderada y otras son decididamente defensoras del statu quo o de causas inequívocamente de tipo fascista. Algunas incluso son organizadas por el Estado o por los gobiernos mismos, como una forma de vincular a los ciudadanos en las instituciones y en la marcha de los programas de gobierno. Es el panorama, es la tendencia organizativa de la ciudadanía.
31Pero el asunto no es tan sencillo en el sentido de la oposición de una forma organizativa con la otra. Sucede que esta manera de organización, que también lo es de comunicación, converge con las formas tradicionales de organización política: los partidos no han desaparecido. Y muchas de estas redes tienen que entrar forzosamente en contacto con organizaciones de tipo partidista. Algunos partidos utilizan las redes comunitarias para sus propósitos proselitistas. Un ciudadano puede estar inscrito o vinculado a estos dos tipos de organización de manera simultánea. Lo que queremos señalar, en fin, es que no son excluyentes, que ambos tipos de organización convergen, a veces conflictivamente y otras no tanto, pero siempre estando el sujeto político en medio de esa tensión.
32Teniendo en cuenta, estas dimensiones comunicativas del ejercicio ciudadano,7 hace falta, para concluir, preguntarnos específicamente por la manera como se podría entender la formación ciudadana.
33Formación ciudadana que vaya más allá de la tradicional formación cívica y la formación exclusivamente moral, tal como hasta ahora ha sido entendida por el Estado colombiano. Es evidente que el conocimiento cívico y la formación ética son elementos claves para el ejercicio ciudadano; sin embargo, no son los únicos componentes de la educación del sujeto político ni pueden ser asumidos de manera reducida. En efecto, pensamos que la formación cívica no puede ser ese conocimiento memorístico, lleno de fechas, sucesos, organigramas e, incluso, leyes, parágrafos e incisos. No se trata de ninguna manera de ese conocimiento que periódicamente examinan los evaluadores del Estado o los estudios de estándares internacionales. Tampoco hablamos de la formación moral en torno de códigos éticos abstractos, de adquisición progresiva, y que tienen falsas pretensiones universalistas.
34Aquí hablamos, más bien, de un conocimiento cívico y de una formación ética y moral que permitan comprender los procesos políticos, identificar los actores y los escenarios públicos, los problemas de la convivencia, asumir la perspectiva social en la resolución de los conflictos, desplegar la autonomía y la autorregulación por contraposición a la autarquía, permitir relacionar la coyuntura política con los procesos históricos, con los contextos de diverso nivel, con los marcos legales, jurídicos e institucionales y con el o los proyectos de futuro, tanto individual como colectivo, desplegar, en fin, la creatividad y la acción transformadora del entorno.
35Pero, además de ello, en este marco en el cual hemos venido haciendo nuestra reflexión, pensar en la educación del ciudadano significa pensar también en el desarrollo de competencias comunicativas acordes con el entorno comunicativo e infocomunicacional de la sociedad contemporánea que, como lo hemos afirmado, es una hibridación de formas tradicionales y de nuevas formas de producción del espacio público político y de producción del sujeto político.
36En ese sentido, podríamos plantear que necesitamos un ciudadano capaz de reconocer los contextos culturales y socio-políticos dentro de los cuales construye su significación y su actuación política. Es decir, que sepa reconocer, comprender y visibilizar los universos simbólicos de las culturas, incluida la propia, que le dan sentido y legitiman las acciones políticas concretas, situadas en el tiempo y en el espacio, aunque estos últimos sean virtuales. Si no se reconocen, o se reconocen de manera reducida, la densidad de la comunicación y la competencia interpretativa va a ser también reducida. Y ello incide, por supuesto, en la argumentación, en primera instancia, pero también en la capacidad de juicio moral y en la capacidad para identificar el bien común, como dos elementos fundamentales del ejercicio ciudadano. Por eso al comienzo señalamos la hermenéutica como una dimensión clave de la ciudadanía.
37De igual manera, la capacidad argumentativa ha sido señalada por muchos como un aspecto importante del ejercicio ciudadano. La participación de la persona en la cosa pública está, dijéramos así, constituida por dos dimensiones: la cantidad y la calidad. No basta con hacer presencia en los espacios de participación, es necesario hacerlo con propiedad y, para hacerlo, se necesita saber justificar las razones, los contenidos de su participación; y para ello también es necesario saber argumentar y expresarse públicamente. Pero no basta con poseer la competencia argumentativa para el ejercicio ciudadano, también es necesario poseer o desarrollar la creatividad. La ciudadanía activa no se fundamenta ni mucho menos en el cumplimiento de los deberes ciudadanos. El ciudadano activo es aquél que es capaz de proponer alternativas para la convivencia, alternativas políticas de cambio y transformación de los entornos.
38Otro aspecto está relacionado con los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Desde la perspectiva que hemos venido trabajando, es evidente que no se trata de introducir por introducir ni los medios, ni las nuevas tecnologías, ni los lenguajes audiovisuales o hipertextuales en la educación en general ni en la educación política en particular. Es decir, no se trata de una incorporación mecánica e instrumental a los procesos pedagógicos de la educación del sujeto político en ámbitos formales o no formales. La idea es que a través de la educación política podamos tener ciudadanos que puedan expresar las múltiples formas de ser sujetos políticos. Que puedan expresar la manera —o maneras— como ven el mundo, su mundo. Que puedan tener otros recursos, otros sistemas de expresión, otros lenguajes diferentes al de la escritura y al de la verbalización, que puedan combinarlos. Así mismo, los ciudadanos y ciudadanas deben comprender los límites que tienen los medios masivos de comunicación —nuevos y viejos— como mediadores de la sociedad y como generadores de horizontes de sentido ético político. Un ciudadano o ciudadana de la sociedad de la información y la comunicación debe ser capaz de reconocer los medios de comunicación como actores políticos y como configuradores de espacios públicos. Debe ser capaz de reconocer y sacar provecho de la potencialidad que representan, en tanto esfera pública, los escenarios virtuales de comunicación que propician las tecnologías de la comunicación y la información.
39Es de vital importancia para el ejercicio ciudadano reconocer la relación que establecemos, individual y colectivamente, con el entorno, con el contexto dentro del cual nos movemos. Una postura reflexiva no sólo debe permitir pensar sobre nosotros mismos y sobre los contextos sino permitir pensarnos inscritos en ese contexto. Es evidente, entonces, que el sujeto actuante debe reconocerse a sí mismo, política y culturalmente, como miembro de un colectivo. Y reconocerse como miembro de un colectivo es reconocerse como adscrito a una comunidad de sentido, lo cual quiere decir, a su vez, que como sujeto es capaz de comunicarse con otros miembros de esa comunidad a través de ciertas competencias comunicativas históricamente situadas, que es capaz de discernir con los otros un futuro, que es capaz de gestar dialógicamente con los otros un proyecto común.
Bibliographie
BIBLIOGRAFÍA
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PÁGINAS WEB
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www.bitacoras.org/
www.blogscolombia.com/
www.minutemanhq.com/hq/
Notes de bas de page
1 Véase Finquelievich (2000) y Schiavo (2000).
2 Para el caso colombiano tenemos dos grandes fenómenos de este tipo, aún sin comprender plenamente: la relativamente masiva migración de colombianos a Estados Unidos, España y los países vecinos, y el desplazamiento forzado a raíz de la guerra interna que estamos viviendo.
3 Véase http://www.minutemanhq.com/hq/
4 En efecto, para el autor, existen tres niveles de esfera pública que, aunque ideales, en la práctica se traslapan: la micro, la meso y la macroesfera pública.
5 El fenómeno es relativamente reciente; su fecha de aparición data de 1997, y se asegura que son varios los millones de blogs que existen hoy en la red, aunque la verdad sea dicha no parecen existir estadísticas confiables al respecto. La presencia de bitácoras y organizaciones de bitacoreros colombianos o colombianófilos no lleva más de dos años y no existen tampoco estadísticas sistemáticas. A nivel de la prensa digital en Colombia, el tema es también reciente: el periódico El Tiempo, por ejemplo, sólo a partir de mediados de 2005 comenzó a desarrollar bitácoras de diferentes temáticas.
6 Dice Castells: “Estas redes, que surgen de las resistencias de sociedades locales, se proponen vencer al poder de las redes globales para así reconstruir el mundo desde abajo. Internet proporciona la base material que permite a estos movimientos movilizarse en la construcción de una nueva sociedad” (Castells, 2001: 165).
7 Sin duda alguna, son muchos más los aspectos atinentes a la ciudadanía, que por razones de espacio nos quedan por analizar. Por ejemplo, el surgimiento de comunidades virtuales, la representación, la identidad, el control y la normatividad, el ejercicio del poder, entre otros.
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¿Uno solo o varios mundos?
Ce livre est cité par
- Gil, Francisco Javier. (2017) Poéticas de lo cotidiano, estéticas de la vida. Nómadas. DOI: 10.30578/nomadas.n46a13
¿Uno solo o varios mundos?
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