Précédent Suivant

Rituales hegemónicos. Rituales populares

Instantáneas cartográficas

p. 277-299


Texte intégral

INTRODUCCIÓN

1Instantáneas de dos rituales que se confrontan, es lo que estas líneas aportan a las memorias del simposio sobre subjetividades contemporáneas que fue convocado por el Departamento de Investigaciones de la Universidad Central. Entendemos aquí por ritual a aquellos espacios y tiempos de trabajo sobre los cuerpos que los saberes de culturas definidas cristalizan a través de discursos y prácticas, donde el poder se despliega en grandes y pequeños espectáculos y marca territorios simbólicos que cargan a los agentes de significados de distinción y exclusión. Es de esta forma que los cuerpos son inscritos en las cosmologías de las realidades forjadas por los discursos actuantes. Como habitantes reflexivos de la realidad que vivimos en el Tercer mundo, atestiguamos con estos dos rituales una confrontación que es cotidiana entre nosotros. Incluso los estilos narrativos son distintos. Creemos que parte de nuestra viabilidad como especie pasa por redefinir los discursos que trazan los futuros hacia los cuales éstos nos dirigen, no solamente en los proyectos de desarrollo estatales y globales sino en nuestros propios cuerpos, campos de batalla cotidianos y obviados, pero ineludibles.

RITUALES HEGEMÓNICOS

CONTRASTE DE COSMOLOGÍAS

2Las fronteras del cosmos, en Occidente moderno, han sido vencidas una y mil veces por la imaginación creadora de los relatos de escritores de novelas, ciencia ficción y colectivos productores de los medios masivos de comunicación.1 De la Tierra a la Luna, novela escrita por el francés Julio Verne en el siglo XIX y la serie estadounidense Viaje a las estrellas, mundialmente distribuida, dan cuenta de ese cosmos, que además de mostrar las formaciones múltiples que puede adoptar la materia estelar —galaxias, huecos negros, nebulosas—, introducen la presencia humana a través de los productos de una tecnociencia (Escobar 1999) que cuenta con pocos siglos de existencia. Presencia que diseña y construye las estaciones espaciales y satélites que erizan la periferia de la atmósfera del planeta tierra, del voyager y los transbordadores espaciales o los trajes espaciales que permiten las caminatas lunares. Presencia que se hermana con las ingenierías que han producido, en este planeta, el oncomouse —una especie de ratón diseñada genéticamente para estudios sobre el cáncer—, la oveja clonada y la energía atómica (Haraway y Randolph 1996).

3Estas imágenes dan cuenta de una relación entre humanos y naturaleza muy diferente a la que a finales de la edad media era dominante en Europa. En la Europa medieval, una de las formas más populares de los manuscritos utilizados por la población devota pudiente fue la de los libros de horas. En éstos se encontraban las oraciones, reflexiones, salmos y misas apropiados para los distintos momentos relevantes de la temporalidad cristiana. Principalmente para las distintas horas del día, de ahí su nombre, pero dando cuenta también de los días de la semana, los días de festividades sagradas, meses y estaciones, los cuales eran así inscritos en las concepciones católicas del mundo de entonces. Las iluminaciones que ilustraban estas divisiones contribuían a insertar la vida social y política desarrollada en los señoríos feudales dentro de estas temporalidades, desde el punto de vista de los señores que encargaban estos trabajos y de los artesanos y artistas que los elaboraban. Un ejemplo tardío, muy elaborado y bellamente acabado de estos libros es “Les très riches heures du duc de Berry” (el cual se encuentra en el Museo Condé, Chantilly), iluminado por los Hermanos Limburg, entre 1412 y 1416 para Jean de Berry, en cuya co-rte ocupaban una posición privilegiada.

4Queremos aludir aquí a las iluminaciones que acompañan el calendario de esta obra (las cuales pueden ser apreciadas en Internet).2 Las escenas que acompañan cada mes harían las delicias de cualquier analista interesado en la sociedad de la época. Claramente se diferencian los nobles de los campesinos, ya sea a través de las posturas y ocupaciones de los personajes, o por la calidad de tejidos, texturas y confección en los vestidos, también en las tareas o quehaceres de hombres y mujeres de acuerdo a la época del año, las estaciones, el momento de la siembra y la cosecha. Igualmente por la condición social que discrimina los distintos espacios donde vive, trabaja, descansa y se divierte esta diferenciada sociedad.

5De este modo, julio es el mes de la cacería. En un primer plano, los nobles salen a cacería con sus halcones mientras que en uno intermedio los campesinos cosechan y nadan en el río. Como siempre, en el fondo, el castillo tutelar. En junio los campesinos cosechan y en febrero reposan al lado del fuego al interior de sus cabañas, mientras los animales habitan los corrales, protegidos todos de los fríos del invierno. Las festividades de enero muestran las grandes mesas donde los nobles comparten sus cenas. En mayo, jóvenes nobles cabalgan con sus verdes vestidos, homenajes al “joli mois de mai”.

6Nos interesa poner en relieve las cornisas y bóvedas celestiales que, en la parte superior de la iluminación de cada mes, muestran las correlaciones de éste con los tiempos-espacios zodiacales que todavía hoy establecen para muchos si no una determinación, por lo menos un condicionamiento sobre el fenómeno que nace y su futuro, a partir de cómo su fecha y lugar de nacimiento se ordenan con los planetas y constelaciones. Con todo y que estas ilustraciones nos describen una sociedad desigual socialmente, aluden a aquella relación microcosmos macrocosmos, todavía fundamental para Paracelso cuando se trataba de diagnosticar a un paciente para darle un tratamiento. La armonía entre microcosmos y macrocosmos cabalgaba de la mano con los paradigmas galénicos en la búsqueda de propiciar, mantener y recuperar los órdenes vitales.

7Dios y Zodiaco, paralógicas (Páramo 1991) esenciales en la generación del bienestar en el medioeveo y el renacimiento europeos, dejan de ser paradigmas dominantes cuando emergen los caminos que llegan hasta el cosmos tecnocientífico que hoy se pretende hegemónico. Cambios en todos los órdenes ocurrieron y a continuación trazaremos someramente aquellos que contribuyeron a crear una mirada máquina para atrapar a la “gente” y convertirla en organismos, fuerza de trabajo, consumidores insaciables e insatisfechos. Aquí “gente” sugiere las formas de humanización que culturas locales territorializadas han producido, en las cuales los seres humanos son conscientes y actúan de acuerdo con las interdependencias que tienen con otros seres vivos y no vivos.

UNA MÁQUINA-MIRADA PRODUCTORA DE ORGANISMOS

8El cosmos, tal como es concebido por Descartes (1596-1650), cristaliza tendencias de su época que además fueron relevantes para el futuro de lo que después sería Europa. Conocer es descubrir los modelos del mundo con el cual el Dios matemático lo construyó, filtrando lo que nos llega por los sentidos engañosos mediante una razón analítica y prevenida ante los errores de los sentidos. La dualidad mente-cuerpo resultante trazó una continuidad con la dualidad alma-cuerpo de la tradición cristiana. El cuerpo se convertía en sede del mal. Allí estaba la carne, recuerdo del pecado original, que alebrestaba las bajas pasiones sobre todo entre los siervos y pobres, dando salida bajo el alcohol y las fiestas, a los pecados y males que las emociones desbridadas podían ocasionar. El cuerpo era entonces aquello con lo cual la diferencia entre nobles y pueblo se iba a construir. Los nobles, gobernados por la mesura y la prudencia, encarnarían los valores del alma cristiana y la mente racional.

9Así continuaba la elaboración de las diferencias que, desde el punto de vista de las elites que por entonces habitaban lo que hoy es Europa, justificaba el imponerse sobre las culturas populares de sus pueblos y las culturas tradicionales y populares de las nacientes colonias. Se trataba por lo tanto de vigilar y actuar reprimiendo o encauzando, allá en la metrópoli y acá en las colonias, los cuerpos carne pecado, carne corruptible, carne error, carne enfermedad, carne del delito. De limitar y someter la desobediencia, las agresiones al rey, las pasiones sin control, las emociones inadecuadas, las maneras groseras, la vulgaridad, la idolatría, la magia.

10En la producción e instalación del cuerpo máquina y el cuerpo-imagen se conjugaron los procesos de un capitalismo y una modernidad en expansión, facilitando la configuraron de las tecnologías que dieron continuidad a la dualidad cartesiana pero que a la vez desacralizaban el orden del mundo.

11Los anatomistas fueron los que consistentemente avanzaron en elaborar una representación del interior del cuerpo. Después de todo se trataba de identificar, con la mirada, volúmenes y espacios, tejidos y estructuras de la interioridad del cuerpo, diferenciados por colores, texturas, consistencia, peso, etcétera y traducirlo en la bidimensionalidad del dibujo sobre papel, haciendo uso de la perspectiva. Pero esta diferenciación sólo llega a relacionarse con la enfermedad tras varios intentos de los modelos médicos por introducir un orden en la infinita gama de síntomas y signos que se hacían visibles para la mirada clínica en construcción, como nos lo deja ver Foucault. Finalmente, las alteraciones en la anatomía normal arraigan el proceso clínico y configuran una mirada tal que, sin abrir el cuerpo, se pudiera leer qué pasaba en su interior a partir de los síntomas y signos que la física del cuerpo dejaba vislumbrar.

12La mirada anatomoclínica mutará con las físicas que atrapan cada vez más al cuerpo, los paradigmas funcionales y etiopatológicos, durante los siglos XIX y XX. Se trata, en suma, de captar la física de los fluidos, de los materiales, de la mecánica en la estructura y funcionamiento del cuerpo, la química que se despliega en la digestión, la respiración y otros procesos, y de las interacciones que con ellos crean los agentes infecciosos que agreden al cuerpo. Ello fue posible a través de una purificación cartesiana de la percepción, de los sentidos, especialmente de la visión y la audición.

13El efecto de la puesta en marcha de estos saberes es contribuir a la disociación entre la realidad de la anatomía y la realidad de la “gente” humana. La identificación de procesos sobre los cuales se puede intervenir pese a la humanidad “gente” implica romper las relaciones que estas poblaciones tienen con el cosmos y con las otras comunidades humanas insertas en el cosmos. Precisamente, aquellos lazos con la tierra, con las familias extensas, con los vecinos, con las fuerzas sagradas del cosmos que evocaban las iluminaciones de los libros de horas. Y más allá, aquellos que evidenciaban las festividades populares de los siervos y los carnavales. Todas esas redes comunitarias que permitían producir la fiesta y disfrutarla, tal como Bajtin describió tan acertadamente, con toda su capacidad de crítica, confrontación, e inversión de los valores dominantes.

14Es un efecto que se potencia con la trilogía de la fraternidad, la libertad y la igualdad que heredamos de la revolución francesa. Fraternidad, pero de los lazos que se tejen entre los ciudadanos de un Estado nacional, navegantes embarcados en una misma nave que quieren deponer las diferencias de religión y raza frente al ordenamiento legal del Estado nacional. Fraternidad derivada del compartir la nación al margen de las culturas locales y las riquezas. Libertad frente a los órdenes religiosos y monárquicos, que permitiría a los hombres construir un futuro sobre el conocimiento científico de la realidad. Pese a la tempranamente notada paradoja de que el acuerdo de voluntades que inaugura esta libertad se funda no sobre la razón —no todos la tienen, no el pueblo— sino sobre la voluntad individual. Las distinciones originadas en la soberanía de la razón se asocian con los refinamientos de las estesias (de lo que se capta y es deseable captar a través de los sentidos) y de la mesura de las pasiones, expresables sólo a través de la experiencia de lo sublime frente a las obras de arte. Igualmente, van de la mano con la “docilización de los cuerpos” y su “buen encauzamiento” —retomando a Foucault— producto del paso de los cuerpos por los dispositivos de los aparatos militares y escolares, y su inserción en el trabajo industrial y las burocracias del Estado y las empresas privadas.

15Este recorte de las relaciones de la “gente” con los lazos colectivos de los procesos locales y sus cosmologías permite solamente las relaciones que como individuos construyen a través de los flujos permitidos y favorecidos por los órdenes dominantes. En otras palabras, aquellos que producen al ciudadano, al trabajador/fuerza de trabajo y al consumidor, y lo hacen desear esas experiencias. Finalmente, constituyen piezas intercambiables en las máquinas de la burocracia estatal y en el aparato productivo cuya producción es devorada por esas mismas piezas. Piezas en continua producción por procesos cada vez más estandarizados y baratos, donde la medicina cobra relevancia para vigilar que resulten buenas piezas, durables y productivas, reparables al menor costo con el fin de mantenerlas en condiciones de servicio.

16Después de todo, en una cadena productiva industrial o de una burocracia administrativa, se demanda del trabajador su atención y memoria práctica sobre el quehacer inmediato, su capacidad entrenada de coordinación viso motriz en procesos repetitivos que agotan su resistencia. Emociones y deseos, relaciones con aquello que no constituya una recuperación de la fuerza de trabajo, sobran. Son inconvenientes. Y el mayor logro es que el trabajador desee su condición.

17Dentro del anterior contexto, la medicina, la pedagogía y la psicología son productos y productoras. Producto de una mirada que comenzó a cristalizarse con Descartes y heredó, en consecuencia, su mundo dicotomizado. Productoras de miradas vigilantes atentas a los signos que estas miradas han construido y hecho visibles. Signos legibles y cuantificables sobre sus objetos de conocimiento y control que, a medida que las tecnologías productivas se complejizaron, fueron atrapados ya no por las máquinas humanas entrenadas en su sensorialidad y percepción para tal efecto, sino por máquinas electrónicas y mecánicas.

18Es lo que conlleva el diagnóstico por imágenes, el cual profundiza aún más la dualidad cuerpo-hombre. Fracciona a los cuerpos en órganos, tejidos, células, moléculas, átomos, partículas subatómicas. Y se han desarrollado las tecnologías correspondientes para captar estos segmentos y fragmentos: radiografía, centillografía, tomografía, termografía, ecografía, resonancia nuclear magnética, potenciales evocados, etc. De este modo nos dice Atlan (1986:56):

Partimos de lo macroscópico perceptible por medio de los sentidos (el de un corte anatómico) para llegar a lo mismo macroscópico perceptible por medio de los sentidos (el de la imagen luego de la reconstrucción informática) pero luego de dar un rodeo por el mundo de las abstracciones de la física cuántica, cuyas relaciones con la realidad macroscópica son objeto de muchas controversias filosóficas aún vivas.

NÓMADAS NARCISISTAS Y NUEVAS FORMAS DE VIGILANCIA Y CONTROL

19En un mundo en que el capital fluye a través de las empresas multinacionales y transnacionales liberándose de las barreras representadas en las regulaciones de los Estados nacionales, como lo hacen las mercancías y la información, sólo unos pocos individuos tienen esa dinámica. Sin embargo, no todos los Estados nacionales están en la misma posición de verse obligados a abrir sus fronteras y perder la autonomía sobre sus territorios, recursos y población. Aquellos que han hecho sus alianzas con el capital multi y transnacional —verbigracia Estados Unidos, los países más fuertes de la Unión Europea, en menor grado Japón—, forman parte de los espacios que emiten las normas, los costos y las condiciones bajo las cuales fluyen capital, bienes, información y personas (Pinzón y Garay 1997).

20Además de los contingentes de turistas y de desplazados de los países periféricos que buscan oportunidades legales e ilegales en los países centrales, un particular grupo de trabajadores se desplaza continuamente a causa de de sus labores, al interior y por fuera de sus países. En estas personas se depuran los efectos de los procesos de individuación. Viven cómodamente los desplazamientos sin sentirlos como desarraigos. Son capaces de establecer las relaciones sociales funcionales a su trabajo estableciendo, como lo dice Gergen (1991), relaciones microondas, mucha intensidad concentrada en pocos momentos. Llegan a espacios de tránsito donde descansan, uniformizados éstos por una estética y funcionalidad acordes con sus huéspedes pasajeros. No falta allí la conexión a Internet y todas las otras formas de comunicación de datos, sonido e imágenes más avanzados. El equipaje del nómada es mínimo, miniaturizado, siendo esencial su computador portátil y teléfono celular. El primero es su herramienta fundamental para conectarse con los flujos informáticos privados y públicos.

21Tiene este personaje los códigos de acceso, la capacidad de comprarlos, los lenguajes que le permiten establecer comunicaciones en los procesos productivos globales. Él sólo se basta a sí mismo. Dentro de poco, con las nuevas tecnologías, su equipaje lo llevará en un cinturón o quizás en su traje o como implantes en su cuerpo. Consume de acuerdo a los menús que inventa sobre la oferta de bienes que le llegan por las redes informáticas, captando para su uso ecléctico los bienes desterritorializados que otrora fueron productos de y para procesos locales.

22Este grupo de personas será el consumidor privilegiado de las nuevas tecnologías que la Nasa y el Instituto Nacional de Cáncer de los Estados Unidos están desarrollando. Una traducción libre de la página web del Ames Research Center, que anuncia el programa de Disease intervention. Biomolecular sensor development (Intervención de enfermedades. Desarrollo de sensores biomoleculares), lo dice todo:

La Nasa y el Instituto Nacional del Cáncer (INC) están colaborando en el desarrollo de tecnologías sensoriales mínimamente invasivas, bioinformática y estrategias de intervención innovadoras. Las dos agencias comparten un interés común por el desarrollo de aproximaciones mínimamente invasivas para detectar e interpretar las signaturas biomoleculares que señalan el surgimiento de la enfermedad y los daños por radiación en el cuerpo viviente. Las necesidades de la Nasa se relacionan con los retos para mantener la salud planteados por las largas duraciones de los vuelos espaciales. Las prioridades del INC subrayan la importancia de detectar los signos más precoces del cáncer y el tratamiento efectivo e inmediato de la enfermedad que emerge.3

23Así, los dispositivos de vigilancia y control modernos dan paso a aquellos generados en el campo de las tecnologías de la miniaturización, de la ingeniería molecular y genética. De la mirada que inspira al panóptico, aquella que Descartes contribuyó a tornar un hecho positivo con sus estudios de óptica, se pasa a implementar, como nunca lo soñaron quizás los clínicos franceses del xix, robots electrónicos, biológicos, biofísicos, bioquímicos del orden del pico o lo nano que circulan por nuestro cuerpo atentos a actuar ortopédicamente al menor asomo de signos de deterioro o irregularidad a nivel de células, moléculas, átomos, partículas subatómicas. La diferencia con un antibiótico es que si bien esta sustancia actúa a nivel molecular sobre los gérmenes, no tiene las capacidades de vigilancia, control y autonomía que tendrán los nanorobots.

24De este modo, el cuerpo humano, en lugar de desplazarse al taller hospital, llevará en él sus propios nano o pico talleres (unidad-9, unidad-12). Estas posibilidades han desatado la imaginación de los artistas e ilustradores que giran en torno a estos proyectos. Páginas y páginas de dibujos de muy diversas familias de robots se encuentran en Internet. Incluso animaciones donde vemos uno de estos robots como un cajón alargado que persigue implacable, dentro de un vaso sanguíneo, a un glóbulo rojo deteriorado y lo destruye. Bienvenidos al mundo de la nanomedicina.

25La cuestión tiene consecuencias más definitivas para nuestra especie. Si estamos —en una primera persona del plural muy engañoso— cerca de disponer del conocimiento y las tecnologías que nos permitirían rediseñar nuestra especie, ¿por qué detenernos? Se podrían diseñar humanos que vivieran sin deteriorarse los largos viajes espaciales para llegar a otras constelaciones y galaxias. O quizás, llevando a las últimas consecuencias el “mundo feliz” de Huxley, diseñar humanos para los distintos trabajos ingratos que aún debemos desempeñar. Tanto artistas como científicos o divulgadores científicos abogan en ese sentido.

26Redesigning Humans. Our inevitable genetic future, (Rediseñando a los humanos. Nuestro futuro genético inevitable), es el nombre de un libro cuyo autor es Gregory Stock,4 en ese entonces Director del Programa sobre medicina, tecnología y sociedad en UCLA (Director, Program on Medicine, Technology and Society/UCLA School of Medicine). Las tecnologías de la fertilización in-vitro, la preimplantación de embriones genéticamente seleccionados, la clonación y la manipulación genética irán hacia ese horizonte quiérase o no.

27Stelarc (http://www.stelarc.va.com.au/), haciendo gala de la capacidad de los artistas para captar las distintas sensibilidades de una época, se define como un performance artist cuyo trabajo explora y extiende el concepto del cuerpo y sus relaciones con la tecnología a través de las interfases máquina-humano, incorporando imaginería médica, robótica, prótesis, sistemas de realidad virtual e Internet. Según él:

Los cuerpos son tanto zombies como cyborgs. Nunca hemos tenido una mente propia y usualmente actuamos involuntariamente —condicionados y externamente dirigidos. Desde que evolucionamos como homínidos y desarrollamos la locomoción bípeda, dos miembros se volvieron manipuladores y construimos artefactos y máquinas. En otras palabras, siempre hemos estado acoplados a la tecnología. Siempre hemos sido cuerpos con prótesis. Tememos lo involuntario y nos estamos volviendo cada vez más automatizados y con extensiones. Pero tememos lo que siempre hemos sido y a aquello en que ya nos hemos convertido— zombis y cyborgs.

RITUALES DE EXCLUSIÓN

28En los espacios y tiempos de las instituciones médicas, y bajo sus reglas, transcurren momentos cruciales de nuestras vidas. Aún aquellos de nosotros para quienes hoy el acceso a servicios médicos especializados es un imposible, nacemos en un espacio médico. En cifras gruesas, es así para algo más del setenta por ciento de la población colombiana. Allí nuestras madres fueron dispuestas en escenarios controlados desde cuando los dolores del parto anunciaron el alumbramiento hasta algunas horas después, cuando les “dieron de alta” o les “dieron salida”. Entre unos y otra, se desenvuelve un proceso ritual, de acuerdo a libretos cada vez más preestablecidos y económicamente estimados para cada fase. (Después de todo es lo que es dado esperar en una producción regida por el norte de la productividad al menor costo).

29Pasividad y actividad se exigen alternativamente a la parturienta-paciente y su feto-futuro-bebé-paciente por parte de los oficiantes médicos, enfermeras y auxiliares. Pasividad respecto a la ruta de sus desplazamientos por los consultorios, corredores, salas, habitaciones, así como en relación con los comportamientos posibles en cada uno de estos lugares de tránsito. Auxiliares, enfermeras, médicos y médicas, como en un ballet moderno, configuran un dispositivo en el cual repiten una coreografía propia de una cadena productiva, y al cual se espera, consciente o inconscientemente, que se ajuste el dúo mamá-bebé.

30El dispositivo configurado por los acoplamientos entre máquinas y personal médico se despliega en las salas de control, tomando periódicamente la tensión arterial de la madre, valorando la frecuencia e intensidad de sus contracciones uterinas, la dilatación uterina, la frecuencia cardiaca del feto-futuro bebé, a través de monitores electrónicos o manuales. De este modo el dúo madre-bebé es intervenido cuando su transcurrir se aparta de los parámetros normales sobre el parto, construidos por el saber médico. Poco se espera de la madre y mucho menos del padre, quien sólo en ciertos servicios, generalmente privados, es aceptado en esos escenarios. Esta demanda de pasividad continúa cuando la madre es acomodada en la mesa de partos ajustando sus pies en los estribos. Actividad, cuando se le pide que respire en los ritmos aprendidos durante sus sesiones de preparación y que puje cuando se le dice. Pero, ojalá, sin que llegue a arañar ni maldecir ni descontrolarse en esos momentos cruciales.

31Una vez saliendo o ayudados a salir a través del canal uterino de nuestras madres hemos sido puntuados en nuestra condición de recién nacidos por el saber y tecnologías médicas, no solamente para examinar nuestra salud sino para proporcionar una información básica al sistema de identificación civil con el cual hacemos entrada a la ciudadanía. Femenino o masculino, talla y peso, y huella plantar se conjugan con la filiación paterna y materna, el lugar y hora de nacimiento para comenzar la construcción de nuestra identidad frente al Estado nacional que nos alberga.

32Si no morimos en un espacio médico, de todos modos nuestra muerte no será tal hasta que un médico expida el certificado de defunción, sin el cual aún continuaremos vivos para la burocracia jurídica y administrativa de nuestra sociedad Estado. De este modo, nacimiento y muerte, son eventos que en nuestra sociedad nos ubican en el espacio médico. Rituales de entrada y salida.

33Pero la medicina alopática también configura rituales de paso mediante los momentos espectaculares, momentos estelares distintos a la muerte que pueden organizarse para nosotros en estos espacios. Cuando algunos acontecimientos de nuestras vidas, que rompen los ordenamientos vitales, entran a ser definidos por el saber médico, es posible que se abran los portales de la medicina-espectáculo. En el momento en que estas rupturas cursan dentro de los trayectos médicos con el fin de extirpar el mal caracterizado o por lo menos de paliar nuestra convivencia con él, podemos ingresar como protagonistas de los dramas que suceden en esos costosos y complejos escenarios.

34No es necesario que hayamos pasado todos por allí como pacientes. Uno o más de nuestros familiares, nuestros amigos y vecinos, nuestros compañeros de trabajo han visto desplegar sobre sus cuerpos la orquestación de los dispositivos tecnológicamente más complejos que la medicina y el bolsillo puedan brindar. Y hemos asistido, involucrados en mayor o menor grado, como actores de reparto o espectadores interesados, aportando nuestro interés, nuestro afecto, nuestra ayuda y, a veces, nuestro dinero.

35Un bypass coronario para revitalizar un corazón agotado, la atención hospitalaria de una intoxicación aguda por narcóticos, un reemplazo de cadera para una articulación erosionada —¿será peor el remedio que la enfermedad?—, una fractura reducida quirúrgicamente, una cesárea de urgencia, una neurocirugía para drenar una acumulación de sangre que presiona al cerebro dentro del cráneo, pueden ser algunos de estos momentos críticos estelares. Evento cuya cima más extrema puede ser el paso por la unidad de cuidados intensivos donde el cuerpo multicableado es monitorizado e intervenido, segundo a segundo. Evocar las imágenes de los seriados de televisión (EREmergency room—, Chicago Hope, etc.) estadounidenses ayudarán al lector a ubicarse en este espacio si es que la vida lo ha mantenido alejado de estos escenarios.

36Es de resaltar la posición del protagonista y su grupo de relacionados. Todos exigen que el espectáculo brille, que los oficiantes se exhiban y actúen con todos su parafernalia de poder, que los pasos del ritual sean respetados y desarrollados con compromiso, habilidad y fervor. Al igual que sus allegados quienes conforman un anillo de protección y presión sobre el dispositivo activado.

37Pero por fuera de estos momentos estelares que convocan tantos recursos humanos, institucionales, financieros, estéticos, la medicina nos acompaña en el día a día. Desde cuando aún somos fetos, a través de tecnologías no invasivas, somos medidos y evaluados con el fin de identificar si una intervención ortopédica está en el orden en caso de que una desviación de los estándares así lo indique. Luego, ocurre que no solamente vivimos sino que —así lo dicen la medicina, la pedagogía, la juridicidad, las formas de organización del trabajo capitalista— nuestro transcurrir vital es segmentado.

38De infante, a preescolar, escolar, preadolescente, adolescente, adulto joven, adulto, adulto mayor y tercera edad. Con la particularidad de que la capacidad reproductora de las mujeres nos abre un espacio particular en esas categorías del adulto. Cada segmentación ha llevado a producir objetos, saberes especializados y espacios particularizados de atención desde la medicina, llevando a que sobre nuestros cuerpos se despliegue una vigilancia sutil, seriada, que nos orienta desde nuestra trayectoria escolar hasta el ingreso como fuerza de trabajo y, finalmente, vigila nuestra salida hacia los años no productivos de la jubilación.

39Por supuesto, en las actuales condiciones en que una sociedad globalizada excluye del trabajo formal a más de la mitad de la población que podría hacerlo y vuelve precarias las condiciones en las cuales se vinculan los trabajadores formales, la línea escuela-trabajo se minimiza, nuestro horizonte de máquinas desechables desechadas se hace inmediato, la posibilidad de una vida decorosa posterior a la fase de trabajador es una nostalgia imposible. Y así mismo, se reorganizan las responsabilidades del estado nacional y del mercado sobre la prestación de los servicios de salud. De modo que, en forma creciente, es el drama de la muerte por exclusión el que desplaza al de la medicina espectáculo. “Muere bebé por inasistencia hospitalaria”,5 así es titulada una noticia reciente.6 Un recién nacido prematuro de una familia humilde, que hace una década hubiera sido asistido para sortear su dificultad respiratoria en un hospital de alta tecnología murió mientras la burocracia del sistema de beneficiarios se aseguraba de que se le pagara dicho acceso antes de autorizar la remisión correspondiente.

40Son los medios masivos de comunicación entonces los que tornan cotidiana para nosotros la experiencia de la medicina espectáculo. Un transplante de células madre ha permitido a un hombre estadounidense recuperar la visión perdida cuando niño.7 La separación de hermanas siameses, en Asia o América, es seguida por varios días, celebrando el éxito o lamentando el fracaso por la muerte de una o de las dos. Nos explican con gran detalle la anatomía de la articulación de la rodilla, con ocasión de la lesión que en una de ellas tuvo uno de nuestros futbolistas, nos informan día a día como fue la operación y la rehabilitación que lo reintegrará como goleador o eje de la selección de fútbol de nuestro país. Así, mientras se degrada la calidad de los servicios de salud a los cuales podemos acceder, aunque los paguemos de nuestros precarios ingresos, la televisión nos sumerge en las amplias y maravillosas posibilidades de una tecnociencia que es sólo para astronautas o personas muy pudientes o uno que otro desahuciado sobre el cual se realizan las medidas heroicas no aplicables a personas menos graves o que cuenta, en los programas de ciencias divulgativos, lo que para nosotros es sólo ciencia ficción.

41Con todo, en nuestra cotidianidad, siguiendo a Foucault, la medicina ha sido una práctica discursiva que en alianza con otras, el saber jurídico y pedagógico, se constituye en dispositivo central en la construcción de nosotros como ciudadanos y como fuerza de trabajo. Pero además, tanto a través de los momentos de espectacularidad como en el día a día, somos inscritos en una cosmología tecnocientífica cuyas imágenes emblemáticas abarcan, recordémoslo, las estaciones espaciales y satélites que erizan la periferia de la atmósfera del planeta tierra, el voyager, los transbordadores espaciales, así como el oncomouse —una especie de ratón diseñada genéticamente para estudios sobre el cáncer—, la oveja clonada y la energía atómica.

42Como a la medicina espectáculo, la mayoría de los pobladores de la tierra accedemos a estos producciones y productos sólo a través de los medios masivos de comunicación. Suceso de primera plana es tanto la guerra sobre Irak que despliega tecnologías de vigilancia y control milimétricas sobre los espacios, como la gestación de fetos para fines de tratamiento médico de algunos enfermos que ya viven. Retomando el texto de la noticia:

El Comité Etico del Hospital de Epworth, en la ciudad australiana de Melbourne, anunció que permitirá crear el primer bebé australiano diseñado genéticamente para poder salvar a su hermano, que sufre una enfermedad terminal. […] El director médico de la clínica de la Universidad de Monash, Gab Kovacs, explicó que “ya hace tiempo que se conciben niños para salvar a otros niños, lo nuevo en este caso es combinar la tecnología in vitro con la tecnología genética”.8 (Énfasis nuestro)

43Las condiciones que han permitido que sólo un grupo de países disponga de la infraestructura, los conocimientos y los recursos para la producción de elementos transuránicos, de la manipulación genética y molecular, se han jugado dentro de una geopolítica que relega a cerca del 70% de la población mundial. La nanomedicina se convierte así en otra forma de reordenar las inequidades del mundo, de separar y excluir.

44Las posibilidades de mantener estos procesos se ha venido cuestionando desde mediados del siglo veinte. Desde el ya famoso informe del Club de Roma sobre “Los límites del crecimiento”, hasta la fallida Cumbre de Río que aglutinó fuerzas mundiales diversas que buscaban generar compromisos por parte de los países industrializados para hacer del desarrollo procesos sustentable que no marginaran la mayoría de la población en favor de unas minorías. Conocidos son ya los límites de estos esfuerzos globales por redefinir el desarrollo, al igual que no dejan de conocerse las consecuencias que vamos a enfrentar y ya estamos enfrentando de seguir estas tendencias acríticas. Guerras por la energía que hace posible ser hoy a los países desarrollados. Calificadas como guerras quirúrgicas, asépticas, cortas en el deseo de la alianza Estados Unidos/Gran Bretaña/España que cayó sobre Irak. Guerras por el agua potable se nos anuncian en los próximos cincuenta años. Guerras debería ser el calificativo de las tensiones que distribuidas por el mundo han hecho que las hambrunas se conviertan en una de las plagas de finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI. Los niños argentinos, crónicamente desnutridos, que tuvieron su días en los medios masivos de comunicación, son una de las puntas de este iceberg que amenaza hundir al Titanic de los países desarrollados, ciegos a las consecuencias de lo que es seguir tratando de mantener sus estilos de vida.

45Pero si nosotros, habitantes de cualquier lugar del planeta, no nos damos cuenta cómo somos inscritos en este cosmos, ni generamos inscripciones de otras relaciones entre humanidad y naturaleza, continuaremos siendo seducidos por la tecnociencia y su estela de ciencia ficción, refrendándola ciegamente, haciéndonos un lento harakiri. Comprender la historicidad de esta cosmología puede contribuir a replantearnos nuestros mundos de relaciones. Al igual que, como lo veremos a continuación, comprender las resistencias y opciones nacidos en procesos locales que buscan inscribirse en sentidos del mundo distintos.

RITUALES POPULARES

46El ritual que vamos a describir a continuación —y en lo posible a analizar— es fruto de una investigación que se ha realizado con el Instituto Colombiano de Antropología desde 1975. La primera fase cubrió quince hospitales psiquiátricos de Bogotá y su objetivo fue construir una caracterización social de la esquizofrenia. Una de las conclusiones más sobresalientes fue que el 32% de los pacientes de “clase popular” no se concebían a sí mismos como “locos”. Ellos argumentaban que estaban “embrujados” y que los síntomas que presentaban se debían a que un enemigo de ellos, motivado por la envidia o el rencor, personalmente, o con ayuda de un experto en estas artes, les había hecho un “hechizo”.

47Estos pacientes contaban que se encontraban en tratamiento con “curanderos” pero que, por diversas razones, sus familiares entorpecieron o suspendieron sus consultas. Más aún, nos facilitaron las direcciones de sus curanderos. Esta reiterada argumentación, nos llevó a realizar otra fase de la investigación, esta vez sobre los curanderos urbanos en la ciudad de Bogotá. Nuestra primera intención fue realizar un muestreo significativo de estos actores sociales, y en el proceso, establecer la concepción que en ese momento ellos tuvieran sobre la etiología, la gnoseografía, el tratamiento y el pronóstico de lo que clasificaban como enfermedades mentales. Más adelante descubriríamos que estos estudios estaban marcados con el rótulo de psicología folk (Seguin 1979) o etnosiquiatría (Devereux 1974).

48Pronto, al comenzar nuestras indagaciones, nos dimos cuenta de que era imposible realizar una muestra, pues la mayoría de los curanderos permanecían en la clandestinidad y sólo un porcentaje muy bajo se anunciaban en los mass-media.

49Un curandero, quien a la postre se convirtió en nuestro informante principal, nos dijo:

Los colegas no son todos iguales, cada quien tiene un poder distinto que lo diferencia y por el que se hace conocer. Aunque todos nos conocemos, porque hemos sido alumnos o profesores, cada quien es dueño de un poder. Aquí, en Bogotá, hay como setenta tipos de curanderos, déjenme yo les muestro cómo funciona eso.

50Dicho y hecho. Este curandero que aquí denominaremos don Samuel (por razones obvias), nos introdujo en la constelación de los curanderos urbanos. En efecto, había setenta tipos de curanderos distintos y conformaban una red fundada en la relación maestro-aprendiz, maestro-maestro y así de seguido. El total calculado por don Samuel se elevaba a la cifra de tres mil quinientos curanderos, que operaban en esa red. Cada curandero manejaba múltiples saberes “mágicos”, los cuales conformaban una estructura paralógica (Páramo 1991) o un montaje (Taussig 1987).

51Para el caso que nos ocupa, don Samuel tenía su propio montaje, producto de toda una vida entregada a esas “artes de la existencia”. Sin embargo, sus colegas lo reconocían por estar dotado del poder de ser un curandero “cazabrujas”.

52Don Samuel, cuando lo conocimos, tendría unos cuarenta años y había nacido en un pueblo de la provincia boyacense de Bajo Ricaurte. Venía de un linaje de curanderos cuyo origen se perdía en la noche de los tiempos. Cuando él nació, su abuela era una reputada curandera y utilizando sus medios de adivinación supo que don Samuel estaba señalado por el destino para ser un curandero, de modo que ella se dio a la tarea de entrenarlo para que cumpliera con su designio.

53Don Samuel siempre se distinguió por su temple y su carácter independiente, llegó un momento en el que sintió que no quería ser curandero y así se lo hizo saber a su abuela. Ella se mostró disgustada y decepcionada. Para evitar confrontaciones con su madre (que era partera) y su abuela, Don Samuel huyó de su casa cuando tenía apenas diez años.

54Si bien durante un par de años pudo trabajar como jornalero, la llamada época de la “violencia bipartidista” lo arrastró hacia precisamente al mundo del cual huía. Así, siendo apenas un preadolescente fue enlistado en las filas de un “bandolero” conservador llamado Efraín González. Apenas éste se enteró por el propio Samuel de que sabía o tenía al menos fundamentos de manejo de la magia, le encargó misiones relacionadas con su incipiente saber. Misiones en donde el principio de realidad que él manejaba podía llegar a costarle la vida.

55En esta guerra entre liberales y conservadores no se escatimaban esfuerzos para destrozar al “otro”, al “enemigo”. Los cuerpos mutilados y descabezados daban cuenta de la violencia física, pero don Samuel tenía que enfrentarse a la violencia simbólica. Los latifundistas de entonces, concientes de estas dos dimensiones del conflicto, mandaban “cerrar las fincas”, es decir, construir un anillo mágico que las defendiera de los robos de ganado por parte de los bandoleros. Pues bien, Samuel fue encargado de “abrir fincas” mediante conjuros mágicos.

56Cuando la guerra terminó —aunque aquí ninguna guerra termina—, el curandero naciente se vio en plena ciudad de Bogotá, resignado con las fuerzas del destino que definitivamente eran más fuertes que él.

57Aquí, en la ciudad, aprendió toda suerte de saberes mágicos, desde la lectura de naipes, los conjuros de San Cipriano, la astrología, la iriología, el uso de los elementales, los riegos para la buena suerte, cómo ayudarse para curar, o defender, con los santos, las ánimas del purgatorio, la lectura de la mano, habilidades parapsicológicas y magias alquimistas. Aprendió igualmente a manejar las siete potencias africanas, las tres potencias venidas de Venezuela. Incluso se internó en las selvas del Putumayo y allí le enseñaron a “pintarse” la sangre con el yagé (un brebaje preparado básicamente con ayahuasca (Banesteriopsis s.p.) y charopanga (Dyploterius cabrerana).

58Sus maestros indígenas fueron chamanes camentsa del Valle de Sibundoy y siona de las selvas del Putumayo. Además prosperó su reserva de plantas medicinales y se interno en la homeopatía, los principios básicos de la alopatía, la acupuntura, e incluso, sabía entrar en trance para hablar con los espíritus. Tampoco descuidó las magias de los colores, la del tabaco y tantas, tantas más.

59Durante los veintidós años vividos en la ciudad no había motivo de consulta al que no se le enfrentara y jamás desmayó en el empeño de paliar el sufrimiento de sus pacientes. Era diestro en la adivinación utilizando animales y socorría a todos sus pacientes, fueran de la condición que fueran.

60Se había instalado en el barrio Siete de Agosto, asiento de una colonia boyacense, donde era muy conocido y respetado por su carisma. Como todo curandero urbano tenía que demostrar con el ejercicio de su vida lo que ofrecía a los demás: salud, dinero y amor. Así, con sus amigos ponía a prueba su poder, tenía que tomar licor sin embriagarse, nunca mostrarse enfermo, dilapidar el dinero en juergas y ser conquistador de muchas mujeres. En otras palabras, corroborar el imaginario que la cultura popular tenía de lo que era un macho poderoso. Este tipo de vida facilitaba a la comunidad mantener los lazos con el curandero, pues la redistribución del dinero no permitía que él subiera de estatus y los abandonara.

61Sin embargo, todo esto le traía problemas con su familia y, en especial, con su mujer. Cuando uno de los autores vivió por más de un año con él, tuvo la oportunidad desafortunada de presenciar muy repetidamente escenas de celos, generadas por su esposa, no sólo por las infidelidades, sino por los hijos que nacían de ellas. Con todo, Samuel quería mucho a su mujer y se prodigaba en regalos y atenciones con ella. Estas tensiones eran inevitables, pues las mujeres de la cultura popular creían firmemente que el hijo de un curandero jamás las abandonaría y, por el contrario, las acompañaría y atendería hasta el final de sus días.

62Por otra parte, su esposa no era solamente su compañera, sino también su asistente. Ella oficiaba en los rituales en su consultorio como espiritista y era su mano derecha en todas las actividades que comprometía su ejercicio de curandero. Le ayudaba a preparar los riegos, compraba en los mercados las plantas más frescas, siempre estaba pendiente de que no faltaran los animales que se requerían para los sacrificios que allí se efectuaban. Pero no sólo eso. Había aprendido a realizar las “concentraciones” con yagé y era tan diestra como Samuel leyendo los naipes y las líneas de la mano. Era una persona que sabía invisibilizarse para no disputar el protagonismo que don Samuel desempeñaba.

TRES ESPACIOS RITUALES. UNA SUBJETIVIDAD

63Don Samuel tenía tres formas distintas de atender su nutrida clientela. Una primera, de carácter privado, se llevaba a cabo en su consultorio, generalmente los martes y viernes, desde las cinco de la mañana hasta bien entrada la noche. Los días martes y viernes tenían una connotación mágica propia de la cultura popular urbana, en dos sentidos. Los pacientes que tuvimos oportunidad de observar asistiendo a su consulta señalaban que sus síntomas se exacerbaban o aparecían en estos dos días, lo cual le permitía saber al curandero que el origen de estas dolencias, malestares y enfermedades tenía un carácter mágico. El segundo sentido tenía que ver con la forma en que los curanderos y los pacientes consideraban estos dos días como potentemente mágicos para realizar rituales de curación en su proceso de conocimiento: el martes era regido por Marte, el dios de la guerra, y el viernes por Venus, la diosa del amor.

64La segunda forma de atender su clientela eran las giras, que se llevaban a efecto los días que no atendía en el consultorio. El acompañarlo permitió apreciar que no siempre tenía el mismo itinerario, pero todas esas giras conformaban parte de su geografía de poder. Antes de emprender una gira llamaba por teléfono o enviaba un telegrama a un amigo quien le servía de enlace, advirtiendo a su clientela sobre el día y horas en que atendería, y también, prestándole su casa para habitarla como consultorio. Generalmente atendía en pequeñas ciudades o pueblos, los cuales había incorporado a su geografía a través de su vida. Antes de llegar a la capital, en estos lugares, paso a paso y con toda la paciencia y amor, se había ganado el respeto y los afectos de sus pacientes quienes no dudaban en recomendarlo a sus amigos y parientes. Lo que más nos asombraba era cómo la fama se extendía hasta las veredas más alejadas y, en muchas ocasiones, inhóspitas.

65Recorrer sus itinerarios era trasegar por sus trayectos de vida, las etapas sufridas, las “tecnologías del yo” empleadas para construir su universo de poder. Don Samuel era un cazador de poder, posición que es altamente valorada por los curanderos. Siempre que veía o sabía de formas para él desconocidas de curar, buscaba la manera de aprenderlas. Entonces toda su inteligencia emocional y social se desplegaba y sacaba tiempo de donde no lo tenía para negociar, con los curanderos poseedores de los nuevos saberes, la estrategia para aprender. Así tuviera que ir hasta el sitio más remoto, se las ingeniaba para llegar y quedarse el tiempo que necesitara. En esta empresa había gastado enormes cantidades de dinero y todo el tiempo de su vida.

66Cada sitio a donde llegaba evidenciaba sus aprendizajes. Sabía tratar a la gente, los valoraba, los oía y conocía cuáles eran los síndromes de filiación cultural (Zolla 1982 y Lozoya 1991) que más hacían estragos en su población consultante. Entre otros de sus roles, conocía toda una “epidemiología popular”, y este no era un saber-poder-ver (Chaumeil 1983) cualquiera. Debía conocer perfectamente, cómo los campesinos o miembros de la cultura popular, según la región y la historia, clasificaban las enfermedades, cuáles causas le atribuían, cuáles rituales o tratamientos usar para curarlas, qué poderes mágicos legitimados se podían utilizar y eran refrendados por el alivio o la curación de la enfermedad. En otras palabras, conocer y poder actuar según los procesos cognitivos de sus pacientes.

67Si los pacientes de las culturas campesinas exigían de él una reciprocidad cognitiva, manejar los siempre fluctuantes procesos de cognición de los miembros de la cultura popular urbana era una tarea descomunal. Don Samuel lo sabía y por eso gastaba horas y horas leyendo los libros en boga sobre esoterismo, o buscando un maestro, el más idóneo, que le enseñara lo que los libros no podían darle.

68En efecto don Samuel sabía que las culturas populares urbanas eran un micro-cosmos de Colombia y que, en ese espacio amorfo, caótico, fluctuante, las enfermedades, los malestares, los sufrimientos, los dolores, las penas se interpretaban desde distintos modelos explicativos. Así mismo, que estos últimos cambiaban al ritmo de los procesos sociales, económicos, políticos, religiosos, etc. En este sentido, Don Samuel también era un analista social. Ahora, esto también era válido para las comunidades campesinas, pero en forma más atenuada.

69El mal de ojo, el descuaje, el colerín, la caída de mollera, el susto, los nervios, el mal aire, el robo del alma, el tocado de difunto, el enduendamiento, la posesión, el mal de madre, fueron entre muchos más los síndromes que vimos tratar a don Samuel. Revisando la literatura, encontramos que la mayoría de estos males también se presentan en diversos lugares de América Latina (Campos 1997; Sepúlveda 1983; Rubel 1967; Menéndez 1983; Pedersen 1991; Estrella 1978; y otros). Sin embargo, todas estas entidades son comprendidas y tratadas de manera distinta, según la región, la generación, las actividades económicas de la población, etc.

70La tercera forma de atender a sus pacientes estaba inscrita en la dimensión sagrada. Eran las “limpiezas” en donde tanto el cuerpo, como el alma y el futuro eran purificados. Ello ocurría a veces fuera del calendario católico sagrado, pero nunca faltaban al finalizar el año. Sabíamos bien que el centro de la mayoría de las terapias giraba en torno a lo que coloquialmente se denomina la “limpia”. Esto ocurría con mucha frecuencia en el consultorio o en las giras, pero la limpia colectiva sólo ocurría con ocasión del cambio de año.

UN RITUAL DE IDENTIDAD DE LA CULTURA POPULAR URBANA

71Un concepto central en todas las terapéuticas tradicionales y populares de América Latina es la “limpia del cuerpo”. Hay muchas referencias a esta práctica. Sin embargo, no nos detendremos en ellas. Acudiremos más bien a la concepción situada que sobre ésta aparece en el ritual que vamos a analizar.

72Este concepto encaja en un universo que se ha dado en denominar “medicinas holísticas” pero que preferimos denominar culturas populares, porque el concepto de medicina es muy estrecho para dar cuenta de las fuerzas, poderes y saberes que son movilizados en este ritual. Como lo veníamos señalando, don Samuel trata a sus clientes en tres espacios. Ya vimos los dos primeros. Internémonos en el tercero.

73En la cultura popular urbana, al finalizar el año, la mayoría de la gente acude a un curandero con el fin de que éste expulse de sus cuerpos toda la “suciedad” que se ha acumulado en ellos. Por “suciedad” la gente entiende las emociones, sentimientos, sufrimientos, malestares, dolencias, brujerías que su cuerpo ha incorporado como resultado de la interacción con las redes sociales que conforman su mundo tal y como ellos lo entienden. Pero no sólo eso, buscan también un control sobre lo imprevisible, lo caótico, lo fluctuante que, en Colombia, debido a los conflictos sociales y las políticas internacionales de ajuste, hacen imprevisible el futuro. Así pues, este ritual también busca atraer las fuerzas que modifiquen o atenúen el impacto del porvenir.

74Dentro de las culturas populares existen diferentes modalidades de rituales. Cada curandero, de acuerdo con su aprendizaje, propone “puestas en escena” diferentes. Samuel tiene su propio “montaje”, producto de un largo camino de experimentación y adecuación.

75Esta ceremonia colectiva comienza con la visita de las familias provenientes de distintas zonas del altiplano y de la ciudad de Bogotá al consultorio de Samuel. La familia, generalmente los adultos, entran en la sala donde se realizan “las concentraciones”. Allí su mujer entra en “trance” y determina la cualidad de lo “sucio”. Es decir, su intensidad y la forma como afecta a cada uno de los individuos, sus relaciones y posesiones. Definida la intensidad de lo “sucio” y los campos que afecta, la médium determina si sólo requiere seguir el movimiento del ritual colectivo o si además demanda prácticas de saber y poder particulares. Samuel, por lo general, no atiende más de ciento cincuenta personas para un ritual de este tipo, lo cual significa reunir cerca de veinte familias ampliadas.

76Después de los diagnósticos familiares viene la preparación de los equipamientos de poder involucrados en el dispositivo del ritual. Los equipamientos incluyen atractores, moduladores, y expulsores de las fuerzas cósmicas, sociales e históricas, comprendiendo como histórica la fuerza depositada en una reliquia proveniente de tiempos sagrados.

77En términos de Guattari (1994), son las fuerzas que, desde un saber poder alterno a los hegemónicos, mueven las tres ecologías, la mental, la social y la ambiental. Cabe precisar que las concepciones de estas ecologías deben comprenderse dentro del campo de la cultura popular y no de la cultura europea contemporánea.

78El ritual se realiza a las orillas de un río cercano a la capital, en una propiedad del curandero y su esposa. Muy temprano, en la mañana, van llegando las familias en transportes públicos y particulares. A las seis de la mañana, ya reunidos los congregados en círculo, se inicia la primera fase, el cierre del cuerpo y la enunciación colectiva del deseo.

79Dentro del círculo ritual todos los functores9 de la máquina han sido dispuestos. Talismanes, barriles de preparados de plantas dulces y amargas, pilas de jabones astrales, cruces de distintas procedencias —la de caravaca, la de los mil poderes, etcétera—, una vasija con sulfuro, un juego de cuchillos de plata, un cuenco con semillas de chondor (Cyperacea s.p.), y otros más.

80La máquina ritual se arma generando un campo de protección formado por las fuerzas cósmicas convocadas gracias a la ingestión-comunión del chondor. ¿Qué es el chondor? Es un functor proveniente de las comunidades de selva tropical húmeda que humaniza el deseo colectivo. Además, en quechua, chondor es desear y querer. Y de esto se trata. Las familias aquí reunidas activan y catalizan la fuerza del deseo y la voluntad de todos y de cada uno para crear un campo propicio que lleve a buen término las operaciones rituales. Además, el chondor filtra y atrapa los sucios que podrían llegar por bebedizos y otros líquidos.

81El cierre del círculo territorial donde serán convocadas y manipuladas las fuerzas de las tres ecologías se realiza mediante la acción del poder de la palabra en las oraciones y conjuros del oficiante y los congregados. El cosmos se mueve. El reino aire es atraído en toda su potencia a través del tabaco que el oficiante enciende y fuma caminando por la periferia del circulo y del encantamiento producido por la palabra del rezo del tabaco que se va entretejiendo con la estela de humo.

82A continuación, el reino fuego es atraído. Con una vara cuya punta está untada de yoduro de potasio prende el sulfuro. El fuego está presente halonado además por la letanía latina de los alquimistas. El turno es para el reino agua. El curandero sostiene en su mano derecha la cruz de caravaca y un cuchillo de plata apuntando hacia el cielo. Luego va esparciendo el agua que lleva en una garrafa a medida que recorre el círculo. Finalmente, invoca al reino tierra y al reino sol para que, en su concurrencia con los anteriores, propicie el advenimiento de la felicidad que es definida por la buena salud, suerte, trabajo, dinero y amor. “Lo queremos, lo deseamos y así será” dicen en coro.

83A renglón seguido, se reparten los jabones astrales por familias de acuerdo a sus signos con la indicación de acercarse a la quebrada para bañarse primero, en forma común y corriente, y luego aplicar el baño con las plantas amargas. La aplicación del jabón y de las plantas debe hacerse de la cabeza a los pies para sacar el “sucio”.

84Durante esta operación, a los congregados a quienes durante la “concentración” la médium descubrió un “sucio” muy fuerte, ella les prescribió el sacrificio de un animal destinado a contrarrestar estas fuerzas destructivas. El curandero se acerca entonces a estas familias y cogiendo el animal en sus manos inicia una oración mientras lo abre limpia y diestramente por la espalda y extrae el corazón, el cual hace ingerir a la persona portadora del intenso “sucio”. Al mismo tiempo, cubre con sangre del animal el cuerpo del sufriente.

85En esta primera fase, las plantas amargas se encargan de atrapar y sacar el “sucio” de los cuerpos. Aquí la numerología es otro vector del ritual pues asegura que el mal que se desaloja sea el de los doce meses, encarnados en una planta cada uno.

86El baño en el río agita una fuerza polisemiótica. Río cristiano del bautismo, agua de los ríos y lagunas muiscas sagradas, donde se jugaba el destino de los recién nacidos, río hindú de la purificación, y en conjunto, las aguas sagradas del mundo. Los congregados se sumergen en familia, literalmente, en la tarea de sacar el sucio como se “saca el mugre de la ropa”, en el decir del curandero. Ningún pedazo de piel queda libre de ser restregado con cuidado y atención.

87Viene ahora la fase de, como dice el curandero, atraer. Es el momento de ungirse con las fuerzas del bien, con la buena suerte, con el destino amable, incorporando los functores de atracción. El agua con las doce flores de atraer, en las cuales resalta el amarillo de los pétalos, se unge desde los pies a la cabeza, dejando instalada en el alma y en la carne la agradable sensación de ser poseído por la bondad, la generosidad y los sentimientos hermosos del mundo.

88La ropa vieja con la cual los congregantes llegaron al ritual es desechada después del primer baño y luego amontonada para ser quemada en la última fase. En esta última, todos se recogen en un montículo preparado para este fin, rodeado por una zanja circular que el curandero rellena de pólvora y apuntala con talismanes, cruces y siete cuchillos correspondientes a los días de la semana. En el momento culminante, cuando todos son uno, cuando el deseo intensificado los une, el fuego purificador los rodea instaurando un nuevo tiempo. Simultáneamente, el montón de ropas se consume en las llamas dejando atrás los tormentos del pasado.

89El tránsito que hemos seguido a través de la vida y ejercicio del poder de Samuel no es otra cosa que las operaciones de resistencia urdidas por las culturas populares urbanas. Las redes en que este curandero se mueve son el motor de una identidad en proceso contra la modernidad y el capitalismo. Las redes que han resuelto dentro de sus posibilidades las agresiones de más de quinientos años resplandecen en este ritual en donde el cuerpo de los colonizados inventa su propia trama y su destino y pone barreras contra el cuerpo que occidente a través de todas sus dispositivos ha intentado inscribir.

Bibliographie

BIBLIOGRAFÍA

ATLAN, H., (1986), “L’mage RMN en médiatrice. Prospective et santé”, en Image. Imagerie, imaginaire, N° 33, primavera.

CAMPOS NAVARRO, R., (1997), Nosotros los curanderos, México, Nueva Imagen.

CHAUMEIL, J.-P., (1983), Voir, savoir, pouvoir, París, École de Hautes Études.

DEVEREUX, G., (1974), Ensayos de etnopsiquiatrìa, Barcelona, Paidós.

ESCOBAR, A., (1999), El final del salvaje. Naturaleza, cultura y política en la antropología contemporánea, Bogotá, Ican y Cerec.

ESTRELLA, E., (1978), La medicina aborigen. La práctica médica aborigen de la sierra ecuatoriana, Quito, Época.

FOUCAULT, M., (1995), Espacios de poder, Madrid, La Piqueta.

———, 1988. Tecnologías del yo, Barcelona, Paidós.

———, (1989), Vigilar y castigar, México, FCE

———, (1987), Historia de la sexualidad. Vol.3: La inquietud de sí, México D.F., Siglo XXI.

———, (1984), Las palabras y las cosas, México, Siglo XXI Editores.

———, (1975), El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica, México, Siglo XXI.

———, (1967), Historia de la locura en la época clásica (2 tomos), Bogotá, FCE.

GERGEN, K., (1991), El yo saturado. Dilemas de identidad en el mundo contemporáneo, Barcelona, Paidós.

GUATTARI, F., (1994), Las tres ecologías, Valencia, Pre-textos.

———, (1996), Caosmosis, Barcelona, Manantial.

———, (1988/1997), Cartografías esquizoanalíticas, Barcelona, Manantial.

HARAWAY, D. y RANDOLPH, L. M., (1996), Modest-Witness, Second-Millennium: Femaleman Meets Oncomouse: Feminism and Technoscience, Nueva York, Routledge.

LOZOYA, X., (1991), “La medicina tradicional y la atención a la salud en la América latina”, en Otra América en construcción. Medicinas tradicionales, religiones populares. Memorias 46 ICA, Bogotá, Universidad de Amsterdam e Ican.

MENÉNDEZ, E., (1983), Hacia una práctica médica alternativa. Hegemonía y autoatención en salud, México, Ciesas.

PÁRAMO, G., (1991), “Lógica de los mitos: lógicas paraconsistentes”, en Identidad. Memorias simposio Identidad étnicas, identidad regional, identidad nacional, Bogotá, Ican e Icfes.

PEDERSEN, D., (1991), “Curanderos, divinidades, santos y doctores: elementos para el análisis de los sistemas médicos”, en Otra América en construcción. Medicinas tradicionales, religiones populares. Memorias 46 ICA, Bogotá, Universidad de Amsterdam e Ican.

PINZÓN, C. E. y GARAY DE ARIZA, G., (1997), Violencia, cuerpo y persona. Capitalismo, multisubjetividad y cultura popular, Santafé de Bogotá, Equipo de cultura y salud.

RUBEL, A., (1967), “El susto en Hispanoamérica”, en América Indígena, N° 27, pp. 69-90.

SEGUIN, C. A., (1979), Psiquiatría folklórica. Chamanes y curanderos, Lima, Ermar.

SEPÚLVEDA, M. T., (1983), Magia, brujería y supersticiones en México, México, Everest Mexicana.

STOCK, G., (2002), Redesigning Humans. Our Inevitable Genetic Future, s.l., Houghton Mifflin Co.

ZOLLA, C., (1982), La medicina tradicional, un recurso básico para la salud, México, IMSS.

Notes de bas de page

1 http://www.tlproductions.com/voyage.htm como una obra reciente de imaginación.

2 http://www.ibiblio.org/wm/rh/1.html hasta 4.html.

3 http://nasa-nci.arc.nasa.gov/.

4 http://research.mednet.ucla.edu/pmts/Stock.htm

5 “Con trasplante de células madre devuelven la visión a un ciego en Estados Unidos”. http://www.eltiempo.terra.com.co/salu/notisalud/ARTICULO-WEB-_NOTA_INTERIOR-1231659.html.

6 www.noticias.canalrcn.com/noticia.php3?nt=1035, 28 de agosto de 2003.

7 “Con trasplante de células madre devuelven la visión a un ciego en Estados Unidos”. http://www.eltiempo.terra.com.co/salu/notisalud/ARTICULO-WEB-_NOTA_INTERIOR-1231659.html.

8 “Aprueban primer ‘bebé de diseño’ para salvar a su hermano”, http://www.caracol.com.co/titular.asp?ID=91126#

9 En nuestros términos, resignificamos a Guattari, entendiendo por functores funciones atractoras, moduladoras o repeledoras de las fuerzas del poder alterno.

Précédent Suivant

Le texte seul est utilisable sous licence Licence OpenEdition Books. Les autres éléments (illustrations, fichiers annexes importés) sont « Tous droits réservés », sauf mention contraire.