Frederick Jackson Turner: religión y violencia en la identidad nacional estadounidense
p. 253-262
Texte intégral
LA INTERPRETACIÓN DE LA HISTORIA DE ESTADOS UNIDOS
I
1En una reunión de la American Historical Association de Chicago, en julio de 1893, Frederick Jackson Turner planteó las tesis principales de su interpretación de la historia estadounidense. El texto se titula The Significance of the Frontier in American History (Turner 1996: 1-38). La importancia para la historiografía estadounidense de las tesis expuestas en aquélla ocasión no puede ser ignorada.
2En la Enciclopedia Británica, por ejemplo, un biógrafo de Turner, John Faragher, señala que la “tesis de la frontera” fue la interpretación dominante del pasado estadounidense durante más de medio siglo (Turner’s “frontier thesis” rose to become the dominant interpretation of American history for the next half-century and longer) (Britannica 2002 Deluxe Edition CD-ROM). Este autor sostiene que según F. J. Turner, lo más característico de la formación de esa Nación es su expansión hacia el oeste. Diversos autores reconocen que Turner planteó, del modo más convincente, que la experiencia fronteriza fue el factor fundamental en la creación de la democracia estadounidense (Microsoft Encarta Encyclopedia 2000). Junto con otros estudiosos de la obra de Turner, Faragher subraya que sus ideas formaron a los más importantes historiadores de Estados Unidos y que sus análisis transformaron la escritura de la historia ese país. Turner es considerado el más importante seguidor de las tesis del nacionalismo romántico de Johann Gottfried von Herder (1744-1803) y su idea de la formación del carácter nacional.
3Profesor de la Universidad de Wisconsin, distinguido profesor en Harvard, fundador de la American Historical Association y miembro durante años de la importante American Historical Review, Turner fue también investigador asociado en la Huntington Library de San Marino, California, hasta su muerte en 1932. De manera póstuma, en 1933 le fue otorgado el premio Pulitzer en Historia.
4La importancia y las nutridas filas de sus críticos y comentaristas, confirman el papel central de su presencia en la reflexión histórica y de su autoridad en la interpretación de la tradición política e intelectual de Estados Unidos. Un buen ejemplo es el estudio de Richard Hofstadter, La Era de la Reforma (The Age of Reform), publicado en 1955, clásico de la historia del pensamiento político de Estados Unidos. Este conocido texto aborda el estudio del populismo y del llamado progresivismo como dos de las grandes corrientes que en las últimas décadas del siglo XIX y en las primeras del siglo XX establecieron las bases del desarrollo estadounidense. Para la crítica de las tesis de Turner y de las interpretaciones de la historia estadounidense derivadas de las “tesis de la frontera”, Hofstadter parte de la constatación de que la Nación estadounidense se fundó en el campo y que la democracia americana surge de las capacidades de autosuficiencia y autogobierno de los pequeños propietarios, los granjeros, que encarnaban los valores americanos básicos y que dieron lugar a un mito agrario que fue asumido por las ideologías políticas estadounidenses, en especial por el populismo, a partir de 1890. Para desarrollar su investigación sobre los orígenes y las principales características del populismo, Hofstadter se ve obligado, en primer término, a enfrentar la interpretación de Turner, basada en torno a la idea del papel fundamental de la frontera en la formación de las instituciones y de las ideologías políticas estadounidenses:
Para un escritor como Frederick Jackson Turner el granjero (farmer) de las planicies era significativo sobre todo como el vehículo de las tradiciones de la frontera. Para Turner la frontera, o el oeste, fue la fuente primaria de casi todo “lo que ha sido peculiar y valioso de las contribuciones de Estados Unidos a la historia del espíritu humano [...]” (Hofstadter 1955: 47-48).
5La idea de que el oeste o la experiencia fronteriza fue la que produjo la democracia americana y de que el populismo era el producto lógico de este espíritu, según Hofdstadter, es una “decepcionante herencia de la escuela turneriana”. Para explicar la rebelión de los agricultores, este autor se ocupa de mostrar la influencia del sur como un factor determinante en el populismo estadounidense, defiende la presencia de “tierras libres” después del término de la expansión fronteriza en 1870 y la importancia de factores económicos y políticos internacionales, ajenos a la frontera, que habrían sido los motores fundamentales de la decadencia de los agricultores y, con ello, del ascenso del populismo estadounidense. En la perspectiva planteada por La era de la Reforma, la frontera es ajena a las transformaciones sociales, a la industrialización y al desarrollo muy rápido de los Estados Unidos hasta la segunda guerra mundial. El hecho de que un historiador como Hofstadter se ocupe de Turner en estos términos es una paradoja que muestra la persistencia de la “escuela turneriana” muchos años después de la lectura de aquélla famosa ponencia leída en 1893.
6En 1963, en su obra Anti-Intellectualism in American Life, Hofstadter reconoció la importancia de Turner, más allá de la historiografía, en la formación del conjunto de los intelectuales en una sociedad industrializada. Conocida como “la idea Wisconsin”, ésta tuvo su primer impulso en 1892, cuando se formó la nueva escuela de Economía, Ciencia Política e Historia en la Universidad de Wisconsin bajo la dirección del joven economista Richard T. Ely. Frederick Jackson Turner fue uno de los dirigentes del movimiento que aspiraba a hacer de Wisconsin el pionero entre los estados del oeste medio en promover las ciencias sociales por su “inmensa capacidad para proveer orientación práctica al complejo mundo industrial surgido en el último cuarto de siglo” (Hofstadter 1963: 199-201). Turner y los otros autores del proyecto se proponían superar la desconfianza en los intelectuales propia del espíritu pionero, convirtiendo a la universidad en centro de entrenamiento para la administración y de la creación de ciudadanía e impulsando su conversión en un eficiente servidor práctico del Estado, políticamente neutral, apartidario, formador de expertos, proyecto que definió en buena medida la formación de intelectuales en Estados Unidos. Este pasaje de Hofstadter ilustra la capacidad de las tesis de la frontera de Turner para ofrecer una interpretación de los rápidos cambios de la sociedad estadounidense en aquellos años y para orientar el desarrollo intelectual y político de Estados Unidos en nuevas circunstancias, lo que contribuye a explicar el éxito y la amplia difusión de sus ideas, así como la larga persistencia de su herencia.
II
7Los textos más importantes de Frederick Jackson Turner fueron reunidos en el libro The Frontier in American History, publicado por primera vez en 1920 y en múltiples ocasiones reeditado en inglés y en algunos otros idiomas.1
Contra las tesis de quienes pensaban que los principales antecedentes de la formación de las instituciones de los Estados Unidos derivaban de los ingleses y los ale-manes, en esa obra establece que, “hasta hoy la historia americana ha sido en gran medida la historia de la colonización del gran oeste” (Turner 1996: 4). La peculiaridad lograda por las instituciones estadounidenses deriva del hecho de que se han visto constantemente obligadas a adoptarse a los cambios requeridos por un pueblo en constante expansión y este proceso es lo que derriba los regionalismos y le da a la formación de la Nación un carácter específicamente americano, distinto de lo europeo. Para Turner, el rápido desarrollo de Estados Unidos se debe a la “existencia de tierras libres en constante recesión y al avance de los asentamientos americanos hacia el oeste” (Ibíd.: “Preface”).
8En Turner la frontera americana se distingue nítidamente de la frontera en los países europeos, en los que ésta se constituye como un boundary, es decir, como una línea divisoria fija que separa densas poblaciones. Para este autor, la frontera americana es la parte más lejana de los asentamientos pioneros, el borde (the edge) que separa a los colonos establecidos de la tierra libre. Es un cinturón flexible conformado por asentamientos dispersos que señalan con detalle los censos; la frontera es una perspectiva en la que se avista el “margen exterior” de los asentamientos americanos en la que se encuentran los territorios indígenas. Para Turner:
Lo más significativo de la frontera americana es que se asienta en el límite más cercano de la tierra libre. En los informes censales es tratada como el margen de los asentamientos que tiene una densidad de una o dos personas por milla cuadrada. El término es elástico y para nuestros propósitos no requiere una definición exacta. Debemos considerar al conjunto del cinturón fronterizo, incluyendo al territorio indio y el margen exterior del “área ocupada” de los informes censales (Ibíd.: 3).
9El mayor peligro que era necesario enfrentar en la tierra libre o naturaleza salvaje eran los indios. Turner describe como una parte sustancial de la experiencia fronteriza el proceso de satanización de los indígenas, de su progresiva deshumanización para justificar la eliminación del enemigo en las etapas más tempranas de la expansión. Convertir a los pueblos fronterizos en guarniciones militares es una de las respuestas frente al enemigo que más profundidad adquieren en ese territorio. Turner evoca, como parte sustancial de la experiencia fronteriza más temprana, la decisión de la Corte General de Massachusetts de ofrecer una gratificación por los cueros cabelludos de los indios que variaba si éstos eran de hombre, mujer o niño o si habían sido tomados por fuerzas remuneradas, voluntarios en servicio o voluntarios sin paga. El Acta de 1706 que aprobó ese estado para aumentar la cría de perros para la seguridad de la frontera siguió el consejo del reverendo Solomon Stoddart, quien reclamó el uso de perros para cazar indios quienes tenían una velocidad inhumana que no permitía que los vecinos de los pueblos los alcanzaran y porque “quienes actúan como lobos tienen que ser tratados como lobos”. Para Coton Mather, pastor graduado en Harvard y profeta de la misión civilizatoria del nuevo país, esas “serpientes rojizas” tenían que ser cazadas y descabelladas de acuerdo con la ley (Ibíd.: 45-46).
10Los pioneros son quienes se aventuran del otro lado de la cerca y avanzan en esa región fundacional donde se transmutan los antecedentes europeos y se convierten en experiencia nueva y en instituciones específicamente americanas; “la frontera es la línea de más rápida y efectiva americanización”, dice Turner (1996: 3-4). La zona fronteriza es el paraje o la naturaleza salvaje (wilderness) que conquista al colonizador. ¿Cómo ocurre ese milagro? La frontera es una región primitiva capaz de restituir al hombre su pureza, es una región de violencia y de regeneración, creadora de un hombre nuevo y de una nueva Nación específicamente americana. Turner describe las propiedades de la frontera (el bosque, la pradera, el desierto) por medio de una metáfora:
La naturaleza salvaje domina al colono. Lo encuentra como europeo por sus vestidos, instrumentos, herramientas, por su forma de viajar y de pensar; lo saca del ferrocarril y lo sube a una canoa de abedul; lo despoja de los vestidos de la civilización y lo provee de camisa cazadora y mocasines; lo instala en una cabaña de cherokee o de iroqui y el colono construye en torno suyo una empalizada. Pronto siembra maíz y abre la tierra con un arado; lanza el grito de guerra y corta el cuero cabelludo en el más puro estilo indio. En breve, en la frontera el ambiente es al principio muy duro para el hombre. Tiene que aceptar las condiciones que le impone, o perecer, por lo que se adapta a los espacios de los indios y sigue sus senderos. Poco a poco trans-forma la naturaleza salvaje, pero el resultado no es la vieja Europa, no es el simple desarrollo de la semilla germana [...] El hecho es que surge aquí un nuevo producto que es americano. (Ibíd.)
11Para Turner, cruzar el desierto o el bosque, sufrir en la naturaleza, dominar con la violencia la hostilidad de la naturaleza, es el sacrificio necesario para lograr la regeneración de lo europeo y la creación de lo americano, lo que es posible gracias a la expansión hacia el oeste. El regreso a lo primitivo transforma las instituciones y el modo de vida y gracias a la experiencia de la frontera se opera constantemente, como en sucesivas glaciaciones, una regeneración de la Nación entera hasta conformarla con una identidad propia. Siguiendo a Loria, el economista italiano, Turner sostiene que la historia de la evolución del mundo se puede leer en Estados Unidos haciendo un recorrido de oeste a este que empieza con el indio y el cazador, sigue con la desintegración de la esclavitud y el inicio del comercio, pasa por la etapa pastoral y la vida en los ranchos, por el avance de los cultivos intensivos y termina con el desarrollo industrial (Ibíd.:11).
12Esta evolución y la refundación de la Nación, Turner la lee en los censos, en sus cifras, en la medición de densidades de población, en la formación de asentamientos, en los modos de posesión de la tierra, en las relaciones entre poblaciones fronterizas y Estado, en la relación entre las experiencias de antiguas y nuevas fronteras. Es una descripción técnica de una revolución social en desarrollo permanente que transforma a la Nación y a la postre alcanza al mundo entero. El efecto revolucionario de la frontera se debe a los valores que ésta genera. El individualismo y sus tendencias democráticas populares fueron reforzadas por las condiciones agrestes de su desarrollo y por las luchas contra los antiguos propietarios en las colonias establecidas que motivaron las nuevas oleadas migratorias. Esto permitió la emancipación y el abandono del conservadurismo de las viejas comunidades y de su clero establecido y fortaleció la tendencia innovadora. El este temía esta renovación y por ello, muchos prominentes miembros del orden establecido, para luchar contra la revolución que se producía en la frontera, la calificaron como “el lado equivocado de la cerca”.
LOS SÍMBOLOS DE LA NATURALEZA, LA CERCA Y EL JARDÍN EN LA TRADICIÓN PURITANA
13El lenguaje histórico de Turner se vincula profundamente con el lenguaje religioso del protestantismo. En su estudio sobre The English Bible and the seventeenth-Century Revolution (La Biblia inglesa y la revolución del siglo XVII), el historiador Christopher Hill aborda el estudio del ambiguo uso que hizo del puritanismo anglosajón de símbolos como la cerca (the hedge), la naturaleza salvaje (wilderness) y el jardín (the garden). Las imágenes bíblicas que vinculan una naturaleza peligrosa, el jardín cultivado y la cerca de separación entre una y otro, son un conjunto de símbolos que establecen la necesidad de conquistar la tierra inculta y separar el páramo de la tierra ganada simultáneamente al reino de lo divino y a la civilización.
14En las ediciones en inglés de la Biblia en los siglos XVII al XIX que Hill cita, encontramos metáforas como las siguientes: “‘Y la tierra desolada será labrada’, dijo el profeta, ‘donde sea que permanezca abandonada a la vista de todos los que pasaron’. El señor ‘multiplicará el fruto de los árboles y el aumento de la tierra para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las gentes’” (Hill 1994: 126),2 textos que el historiador retoma de Ezequiel (xxxvi; 34, 30).
15En los comentaristas de la Biblia como Nathanael Homes, Paul Hobson o John Bunyan y muchos otros, la iglesia como congregación es descrita como un jardín rescatado del páramo o de la tierra virgen (wilderness). Christopher Hill registra también comentarios a ii Samuel xvii. 29; “Por que dijeron: el pueblo está hambriento y cansado y sediento en el desierto” (Ibíd.), por lo que concluye que “en la yuxtaposición poética de naturaleza y jardín la metáfora se convierte en argumento” (Ibíd.: 126) y observa que en estos comentaristas de la Biblia se define al huerto como un lugar encerrado y separado del campo por una cerca. La ambigüedad de estos símbolos permite que las diversas corrientes del puritanismo se los apropien de distintos y contradictorios modos, pero en todos los casos, Hill nos hace observar que las metáforas proponen una organización social. La cerca puede representar en unos la protección de la propiedad privada y en otros la delimitación de un jardín constituido con trabajo comunal, para citar sólo las interpretaciones más extremas. En todos los casos permanece la distinción que se establece en el límite del jardín frente a la naturaleza salvaje. El jardín representa un lugar ordenado, bien gobernado, o bien la sede de la civilización frente a la barbarie. El vergel también representa disciplina y cohesión, mientras que la naturaleza salvaje representa desorden, oscuridad y muerte. Según Hill, esta interpretación de lo símbolos bíblicos es especialmente fuerte en las congregaciones de teología calvinista como los presbiterianos y bautistas (Ibíd.: 141).
16La cerca reúne en un mismo símbolo polisémico argumentos económicos y religiosos, en el pensamiento religioso y en el laico. En el empirismo de John Locke por ejemplo, hay una teoría del trabajo como origen de la propiedad. De acuerdo con Hill:
Para Locke toda la tierra pertenece a Dios; pero aquello que el hombre pone bajo su cultivo (tomado del páramo o la naturaleza salvaje) se convierte en su propiedad. Esta propiedad llega a incluir, en la notoria frase de Locke, ‘el césped que ha cortado mi sirviente’ (Ibíd.: 131).
17En esa concepción, la tierra cercada se convirtió en propiedad de aquéllos que pueden pagar a otros para cercarla para ellos. El cercamiento de terrenos significa entonces sacar a otros de la tierra desaprovechada y darles un medio de subsistencia. Los Diggers en cambio querían cultivar la tierra inculta, sin establecer propiedad privada de la tierra; hacer el jardín de la comunidad (Ibíd.: 144).
18Algunos de los puritanos estadounidenses consideraron que cristianizar a los indios era también trasladarlos de la naturaleza a la tierra cultivada, lo mismo que económicamente las tierras libres eran paulatinamente convertidas en jardín. Hill también nos muestra la extrapolación que ocurre en la visión de los puritanos de Nueva Inglaterra que suponen que la verdadera religión se expande hacia el oeste desde tiempos inmemoriales, por lo que la expansión estadounidense al oeste sólo es parte de ese deber religioso (Ibíd.: 139). En el Antiguo Testamento, nos dice Hill, el desierto y la naturaleza se asocian a la oscuridad, al desorden, a la muerte. Cruzar por los horrores de desierto, es lo que hicieron los hijos de Israel. El desierto representa la adversidad, el sufrimiento, la tentación, pero es un sacrificio necesario para recrear el paraíso, para fundar ciudades y países de acuerdo al arquetipo celeste.
19En Frederick Jackson Turner, ese lugar de sufrimiento es la frontera; el oeste y el pionero son los medios de una transformación. Como en un edén bíblico, la frontera de Turner representa la posibilidad de privacidad, de propiedad, de familia, de civilización, de éxito material y la superioridad del colono frente a los nativos.
20En las tesis que Turner sostiene en torno a la frontera ocurre un uso simbólico de la relación entre naturaleza salvaje y tierra ganada para la civilización que, en su esencia, se asemeja al uso de los símbolos bíblicos. El entramado de estas evocaciones míticas en las tesis de la frontera, vinculadas a la cultura puritana, plantean la necesidad de expansión del jardín y de cultivar los páramos yermos en un movimiento constante que transforma la naturaleza y que, en Turner como en los teólogos de la nueva Nación americana, a la postre justifica la idea de pueblo elegido y liderazgo mundial.
21El punto es importante, porque en buena medida muestra que el lenguaje histórico laico de Turner actualizó y otorgó legitimidad “científica” en los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX a ideas y emociones de carácter mítico y religioso. Las ideas religiosas se encuentran profundamente arraigadas en la imagen que de sí mismos se forjan los estadounidenses y en el imaginario que producen en torno al papel que ocupa la frontera en esa identidad. Muy probablemente el éxito de las tesis de Turner y su papel central durante muchos años en la historiografía estadounidense, a pesar de las importantes críticas historiográficas de su trabajo que se han producido a lo largo del siglo XX, deriva del hecho de que reformula en términos de una interpretación romántica de la historia, una cultura religiosa profundamente arraigada en la mentalidad popular.
22Antecedentes de ideas como las que Turner sostiene y pule con gran brillo en torno a la frontera y a la formación de la Nación estadounidense, fueron difundidas en forma fragmentaria en numerosas publicaciones de antropología, frenología, lingüística, naturalismo y en el trabajo de los “anticuarios”. El prestigio que adquirieron las publicaciones de divulgación científica en las últimas décadas del siglo XIX, contribuyó a dotar de una nueva legitimidad a las viejas ideas religiosas (Horsman 1985). La ciencia popular así difundida en los Estados Unidos es una ideología con contenidos religiosos subyacentes que se difunden en el siglo XX en la literatura de folletín, en el cine y en los medios de comunicación y que elaboran y afianzan paulatinamente el mito de la frontera como gran mito fundador de los Estados Unidos.3
NACIÓN, FRONTERA Y VIOLENCIA
23La presencia de este bagaje en la cultura estadounidense nos provee de elementos para comprender cómo la idea de frontera se convierte en el eje estructurador de la Nación. Richard Slotkin sostiene que la frontera es un mito con gran poder para dar forma a “la vida, pensamiento, y política de la Nación” (Slotkin 1994: 4). Para Slotkin este mito:
Sirve con la misma facilidad las necesidades del progresivismo y del conservatismo, de los dirigentes políticos y de los escritores de guiones de cine, de la historiografía académica y de la apologética burocrática, de la guerra y de los juegos de niños; que está enraizado en la historia pero es capaz de trascender las limitaciones de una temporalidad específica para dirigirse con autoridad comparable e inteligibilidad a los ciudadanos de las colonias de siglo XVIII, de la república agraria del siglo XIX y a la moderna potencia mundial industrial; que se originó en relatos dichos por, para, y sobre los héroes rurales protestantes ‘blancos anglosajones’ y que sin embargo se convirtió en el entretenimiento preferido de una audiencia formada por la población étnicamente heterogénea de la ‘megalópolis’ del siglo XX (Ibíd.).
24Los valores del hombre fronterizo son también los grandes valores estadounidenses: independencia, éxito personal, valor, movilidad, virilidad, audacia, ingenio técnico, capacidad de competencia y de organización para vencer condiciones adversas y hacer la guerra contra los indios y los enemigos de la civilización. Como señala Richard Slotkin en The Myth of the Frontier in Twentieth-Century America, la frontera es una narrativa que describe numerosos héroes que encarnan estos valores: Daniel Boone, Buffalo Bill, Custer, los vaqueros multiplicados por la literatura y el cine. La frontera, durante un largo periodo, evoca una organización social construida como un regimiento al modo fronterizo y como un proyecto de modernización. La frontera simultáneamente es una ideología que producen y difunden los medios masivos de comunicación y un proyecto económico y sobre todo, es una mirada hacia los otros, un modo de distinguirse de los que están al otro lado de la frontera, muchas veces zona de refugio de maleantes y de indios renegados.
25La tesis de la frontera de Turner ha provisto de elementos ideológicos a las principales ideologías políticas estadounidenses. El progresivismo y el populismo estadounidense han tomado, cada uno a su modo, el mito agrario fronterizo para justificar sus proyectos políticos. Las nuevas fronteras siempre están disponibles para los discursos de Kennedy o de Reagan.
26Slotkin reconoce en Turner al que devela un elemento esencial de la idea estadounidense de la frontera: la violencia; reconoce que Estados Unidos ha sido una nación particularmente violenta pero, argumenta, la violencia no es algo distintivo de los Estados Unidos y señala como prueba los grandes genocidios contemporáneos en Europa, en Asia y África para concluir que lo específico americano
[…] no es necesariamente la cantidad o el tipo de violencia que caracteriza nuestra historia sino el significado mítico que le asignamos a los tipos de violencia que hemos experimentado, las formas de violencia simbólica que imaginamos o inventamos y el uso político que le damos a ese simbolismo (Slotkin 1992: 13).
27Esta conclusión de Slotkin nos hace pensar en Turner de nuevo, quien sostuvo por desgracia, probablemente con razón, que lo específicamente estadounidense se constituye en el dominio violento de la “naturaleza salvaje” y de los otros. Para Turner el fin de la expansión fronteriza es el fin de una época de la historia de Estados Unidos y el comienzo de una nueva era. La experiencia fronteriza forjó la visión de México y de los demás países de América Latina. Para Turner (1996: 219) esto no significa el fin de la energía expansionista que ahora se continúa, como resultado de la renovación experimentada en el oeste, en una vigorosa política exterior, en la demandas de un canal interoceánico, en un renacimiento del poder marítimo y en la ampliación de la influencia de Estados Unidos en los países adyacentes. Turner anota en un artículo publicado en 1903 que “habiendo completado la conquista de la naturaleza salvaje, y habiendo completado la consolidación de nuestros intereses, comenzamos a considerar las relaciones entre democracia e imperio” (Ibíd.: 246).
Bibliographie
BIBLIOGRAFÍA
Britannica 2002, Deluxe Edition CD-ROM, Britannica.com Inc.
JACKSON TURNER, F., (1996), The Frontier in American History, Nueva York, Dover Publications, Inc. (primera edición Nueva York, Henry Holt and Company, 1920). (Tr. La frontera en la historia americana, traducción de Rafael Cremades Cepa, Madrid, Ediciones Castilla, 1960).
HILL, Ch., (1994), The English Biblie and the Seventeenth-Century Revolution, Londres, Penguin Books.
HOFSTADTER, R., (1955), The Age of Reform, Nueva York, Vintage Books.
———, (1963), Anti-Intellectualism in American Life, Nueva York, Vintage Books.
HORSMAN, R., (1985), La raza y el destino manifiesto. Orígenes del anglosajonismo racial norteamericano, México, FCE.
Microsoft Encarta Encyclopedia 2000, Microsoft.
SLOTKIN, R., (1994), Fatal Environment. The Myth of the Frontier in the Age of Industrialization 1800-1890, Nueva York, Harper Perennial.
———, (1992), Gunfigther Nation. The Myth of the Frontier in Twentieth-Century America, Nueva York, Harper Perennial.
Notes de bas de page
1 En español tiene el título La frontera en la historia americana, traducción de Rafael Cremades Cepa, Madrid, Ediciones Castilla, 1960, prólogo de Guillermo Céspedes de la Universidad de Sevilla.
2 El versículo 35 continúa el 34 con estas palabras: “Los cuales dijeron: esta tierra asolada fue como huerto de edén; y estas ciudades desiertas y asoladas y arruinadas fortalecidas estuvieron”.
3 Ver Slotkin (1994) y (1992).
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Debates sobre el sujeto
Ce livre est cité par
- Casas Trujillo, Jennyfer Paola. (2021) Professional subjectivities in ELT & the dichotomy inclusion-exclusion. Hungarian Educational Research Journal, 11. DOI: 10.1556/063.2021.00035
Debates sobre el sujeto
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