Género, sexualidad y encarnación en la sociedad mundial: una mirada desde el Sur
p. 181-193
Texte intégral
SOCIEDAD MUNDIAL
1La mayoría de las discusiones sociales científicas sobre “globalización” y sus consecuencias sociales ocurren en las metrópolis, en los países ricos y exportadores de capitales del norte global, y usan conceptos desarrollados en el norte global. El propio término “globalización” se hizo común en la década de 1980 para describir el campo de oportunidades y estrategias de negocios tal como eran vistas desde las salas de juntas de las corporaciones multinacionales —denominación que se les dio a las instituciones del capitalismo moderno que se estaban y están expandiendo por el mundo—.
2A medida que la palabra se popularizó en los medios, infiltró la ideología política y empezó a usarse en las ciencias sociales, también empezó a reflejar su origen. Representó la idea de una interconexión y homogenización creciente del mundo —el acortamiento de las distancias y el tiempo, la mezcla de culturas, la eliminación de barreras, la convergencia de sistemas políticos y económicos—. Pero el “mundo” que se estaba produciendo, en este imaginario, era esencialmente Francfort, Londres, Nueva York y Dallas —y quizá Shinjuku—. Para decirlo de manera amplia: un mundo consistente en un enorme mercado, en el cual el capital, el estilo, el entretenimiento y la tecnología circulaban sin restricción y en el que cada cual competía en igualdad de términos.
3El término “globalización” está ahora tan tergiversado que mucha gente ha buscado un mejor lenguaje para describir los innegables cambios de las últimas tres décadas. Encuentro útil pensar en una sociedad mundial emergente y, aún, parcialmente integrada. La sociedad mundial tiene una historia, la historia de la interacción entre culturas locales y economías, que se remonta hasta la prehistoria y en la cual la actual “globalización” es sólo el último episodio. La configuración moderna de la sociedad mundial se produjo, durante los últimos quinientos años, por el imperialismo europeo, el cual, en muchas etapas, conquistó la mayoría del mundo, y en dos casos produjo estados periféricos (Rusia y Estados Unidos), lo que aumentó el poder mundial.
4Vista desde fuera de las metrópolis, la sociedad contemporánea no está marcada por la hegemonía, sino por la desigualdad. Desigualdades masivas en cuanto a ingresos, nutrición, salud y educación han sido documentadas a gran escala por los informes de las agencia para el desarrollo de las Naciones Unidas (una lectura que no es la preferida de los científicos sociales). Las desigualdades masivas de poder nos han sido demostradas recientemente por medio de los ataques de Estados Unidos contra Afganistán e Irak que han pulverizado los órdenes político y social de esos países.
5En contraste con la imagen metropolitana de la globalización mediatizada, homogenizada por su existencia virtual (para decirlo de manera burda, dominada por las representaciones de los medios y la comunicación electrónica), la sociedad mundial vista desde afuera de la metrópolis es encarnada, material, institucionalizada. Por ejemplo, los mercados de capital global, desde el punto de vista de los países deudores, no son los vehículos para una integración feliz de antiguas economías nacionales diferentes para obtener economías a escala. Son, sobre todo, vehículos de dominación por medio de los cuales el desarrollo económico de los países pobres se le hipoteca a prestamistas de los países ricos, mientras que instituciones supervisoras, como el Fondo Monetario Internacional, usan las deudas y obligaciones para controlar la política local, en especial para limitar la inversión y redistribución social.
6No creo que exista un sólo punto de vista “sureño”. El mundo por fuera de las metrópolis es muy diverso y varía desde colonias ricas de asentamientos como Australia, hasta áreas de pobreza masiva como Bangladesh; desde estados poscoloniales de vieja data como Colombia, hasta áreas que aún no se han quitado de encima la dominación colonial, como algunas partes del Pacífico Sur. Todavía es valioso pensar en la sociedad mundial desde cualquier punto de vista sureño, para sacudir el dominio del pensamiento metropolitano y empezar nuevas agendas.
7Esto es, sobre todo, con referencia a nuestra forma de entender la historia moderna. Las teorías metropolitanas del cambio social —desde las teorías comtianas del progreso hasta el posmodernismo contemporáneo, el neoliberalismo y las teorías del capitalismo tardío— se construyeron sobre un presupuesto de lógica histórica, de una secuencia inquebrantable de estados por los que pasa una sociedad (de primitiva a moderna, de moderna a posmoderna; feudal, capitalista, socialista, etc.) en la que un estado emerge del precedente por un proceso inteligible.
8Por contraste, el mundo colonizado está marcado por una discontinuidad fundamental: la llegada del agobiante poder de los colonizadores. Aquí, el cambio no surgió de lo que estaba pasando antes, por medio de una lógica inteligible. El mundo poscolonial está marcado en íntima profundidad y detalle (a un grado tal que los teóricos metropolitanos no pueden esperar entender) por el legado histórico de este encuentro, esta fractura increíble e ininteligible.
GÉNERO
9Hemos llegado a ver al género como una estructura de relaciones sociales (Connell 2002). Ahora es necesario ver dicha estructura como poseedora de una dimensión global; es decir, debemos ver el género como una estructura de la sociedad mundial. No necesitamos asumir que el género es una estructura homogénea o finamente organizada a nivel mundial, como las primeras teorías del patriarcado lo hicieron. Todo lo que necesitamos asumir es que existen conexiones significativas.
10De hecho, dichas conexiones han existido a lo largo de la historia del orden de género “moderno”. El imperialismo y la globalización cambian las condiciones de existencia de los órdenes de género locales, ya que afectan las otras estructuras de la sociedad local. Por ejemplo, la conexión de sistemas de producción previamente separados cambia el flujo de bienes y servicios en la división de género existente en lo laboral, como se ve en el impacto que ha tenido la producción industrial de comidas y textiles en las economías domésticas. El colonialismo en sí mismo casi siempre confrontó los patriarcados locales con patriarcados colonizadores, lo que trajo consecuencias turbulentas, tal como sucedió en el sur de África (Morrell 2001).
11Las conexiones que constituyen el orden de género global parecen ser de dos tipos básicos: la interacción de órdenes de género y la creación de nuevos escenarios de interacción de género.
12La conquista imperial, el neocolonialismo y los actuales sistemas mundiales de poder, inversión, comercio y comunicaciones, han puesto en contacto muy diversas sociedades. Esto casi siempre ha sido un proceso violento y desgarrador. Los misioneros y los gobiernos coloniales atacaron las disposiciones de género locales, como la tradición del tercer género, “berdache”, en Norteamérica, el cual no se ajustaba a los modelos de los colonizadores. La destrucción de sistemas indígenas de control social, en interacción con los modelos de masculinidad de los colonizadores y la producción industrial del alcohol, ha llevado a altos niveles de violencia y dependencia alcohólica en muchas comunidades indígenas. La división por género del trabajo se ha reconfigurado debido a la esclavitud, labores ligadas a contratos, la migración y el reasentamiento. En el mundo contemporáneo, las instituciones de violencia masculina están ligadas por el comercio de armas que ascendió a por lo menos 24 mil millones de dólares en 1997 (United Nations Development Programme 1999).
13Las prácticas de género reconstituidas por dichos medios forman nuevos patrones que son, por decirlo así, el primer nivel de un orden de género global. Ellas pueden, en sí mismas, ser el centro de una lucha social significativa —como las luchas de muchos países islámicos alrededor de la influencia de los modelos occidentales de feminidad—. La diversidad de las identidades y perspectivas que surgen es un punto fuerte en el mundo feminista (Bulbeck 1998). Aun si el argumento de Mies (1986) y otros es correcto, la gran tendencia de este proceso es producir órdenes de género que compartan aspectos estructurales de un orden de género de la metrópolis; en su mayoría, la dependencia económica por parte de las mujeres de un proveedor económico masculino, como la base de la división por género del trabajo.
14El segundo tipo de conexión involucra la creación de instituciones que operan a escala mundial: corporaciones transnacionales, agencias estatales internacionales, medios de comunicación internacionales y mercados globales. Cada una de estas instituciones tiene su régimen interno de género, y cada una tiene su dinámica de género —constitución de intereses, políticas de género y procesos de cambio—. Las instituciones que se expanden mundialmente, entonces, crean nuevos escenarios para la formación del género y de dinámicas de género.
15Las más grandes organizaciones de negocios, que son las corporaciones que operan en los mercados globales, despliegan grandes recursos y emplean gran número de personas. Por lo general tienen una fuerte división por género del trabajo y una cultura de la administración masculinizada. Las agencias de las Naciones Unidas, la Unión Europea y una multiplicidad de otras agencias internacionales y tratados, regulan las cuestiones de género de manera global (por ejemplo, a través de ayuda para el desarrollo, educación, derechos humanos y convenciones laborales), y ellas mismas poseen regímenes de género multiculturales. Quizá son más complejas que las corporaciones transnacionales debido a que su personal es más diverso (Gierycz 1999).
16Es familiar que exista una dimensión de género en las corporaciones de medios multinacionales que circulan filmes, videos, música y noticias a gran escala. Esto también es cierto en los medios más descentralizados (correo, telégrafo, teléfono, fax, Internet, la web) y las industrias que los respaldan. Todas contienen disposiciones de género y circulan significados de género. De manera similar, los mercados internacionales —mercados de capital, mercancías, servicios y trabajo— tienen un “alcance” creciente en las economías locales. Por lo general tienen fuertes estructuras de género y son débilmente regulados.
17Es inevitable que en este proceso de cambio se creen nuevas subjetividades. Quizá la más importante es el patrón de una masculinidad hegemónica asociada a las políticas neoliberales y al capital transnacional. Con el colapso del comunismo soviético, el declive del socialismo poscolonial y el ascenso de la nueva derecha en Europa y Norte América, la política mundial ahora está más y más organizada alrededor de las necesidades del capital transnacional y de la creación de los mercados mundiales. La agenda neoliberal tiene poco que decir, de manera explícita, sobre el género. Pero el mundo en el que el neoliberalismo está ascendiendo es todavía un mundo generizado, y el neoliberalismo tiene implícita una política de género.
18La desregulación de la economía en un mundo corporizado pone el poder estratégico en las manos de grupos particulares de hombres —administradores y empresarios—. Éstos son los portadores de la forma dominante de masculinidad en la economía global contemporánea, a la cual llamo “masculinidad comercial transnacional”.
19El estudio de Wajcman (1999) sobre corporaciones multinacionales hecho en Bretaña muestra que incluso en lugares en los que las mujeres han accedido a cargos administrativos, lo hacen en los términos de los hombres, amoldándose a la cultura y prácticas masculinizadas de la elite administrativa. En pocas palabras, como lo plantea Wajcman, ellas tienen que “administrar como un hombre”. La investigación sobre el mundo corporizado en Estados Unidos muestra un cuadro similar.
20Investigaciones disponibles sobre masculinidades comerciales brindan indicaciones en parte contradictorias. El estudio de Donaldson (1998) sobre “la masculinidad de lo hegemónico”, basado en fuentes biográficas sobre los muy ricos, hace énfasis en el aislamiento emocional y en un endurecimiento deliberado de los muchachos en el proceso de crecimiento. Los jóvenes en las familias ricas desarrollan un sentido de distancia social, una consciencia de abundancia material combinada con un sentido de derechos adquiridos y de superioridad. El estudio de Hooper (2000) sobre el lenguaje y las imágenes de masculinidad en The Economist en la década de los noventa, revista de negocios británica muy cercana al neoliberalismo, muestra un rompimiento distintivo de la masculinidad comercial patriarcal de estilo antiguo, aunque permanecen muchos remanentes de actitudes coloniales hacia el mundo en desarrollo. The Economist le asocia a lo global una imagen tecnocrática y de nueva frontera; y en el contexto de reestructurar, hace énfasis en un estilo de administración cooperativo basado en el trabajo grupal.
21Un estudio de los libros de administración hecho por Gee, Hull y Lank-shear (1996) nos brinda una imagen aún más individualista. El ejecutivo en el “capitalismo rápido” es representado como una persona con lealtades muy limitadas, incluso hacia su corporación. Su mundo ocupacional se caracteriza por una racionalidad técnica limitada, jerarquías de recompensas claramente clasificadas y cambios repentinos de carrera o transferencias entre corporaciones. La encuesta de Wajcman indica un mundo administrativo aún más estable, cercano a la masculinidad burguesa tradicional, marcada por largas horas de trabajo. Estos hombres dependen de, a la vez que marginan, un mundo doméstico manejado por sus esposas. Pero en otros escenarios hay señales de una sexualidad libertina creciente, con una tendencia a volver comerciales las relaciones con las mujeres. Las ofertas de los hoteles para los hombres de negocios en la mayor parte del mundo, ahora incluyen de manera rutinaria videos pornográficos, y en algunos lugares hay una industria de la prostitución bien desarrollada que se les ofrece a los hombres de negocios internacionales.
IDENTIDADES SEXUALES Y POLÍTICA
22Como lo indica este caso, existe algún tipo de relación entre el desarrollo actual de la economía global y la organización de la sexualidad. La última generación de sociólogos e historiadores nos ha enseñado (especialmente Weeks 1986) a ver la sexualidad como un proceso social y como historia —no como una naturaleza inmodificable—. Weeks ha argumentado de manera persuasiva, refiriéndose a la metrópolis, que las sexualidades han sufrido una notable “especiación”,1 con una diversificación de las identidades y comunidades sexuales. ¿Es esto cierto para el resto del mundo? ¿Cómo vamos a entender las identidades sexuales y la política en un momento de la historia marcado por el triunfo global de la política neoliberal, la agenda del mercado libre, la dominancia económica de las corporaciones transnacionales y los mercados de capital internacional?
23En una importante y reciente encuesta sobre sexualidad y globalización, Altman (2001) argumenta que es un error ver la globalización como una fuerza que homogeniza los regímenes sexuales alrededor del mundo. Esta es una mirada que ha sido adoptada por aquellos que ven la transición demográfica como productora del romance heterosexual y las relaciones de pareja al estilo occidental en todas partes, y por aquellos que ven la identidad gay, al estilo estadounidense, como un simple desplazamiento de las formas indígenas de sexualidad del mismo género, reemplazándola por el estilo de “comunidades gay” de San Francisco que se están desarrollando en todo el mundo.
24Altman no niega el poder cultural y económico del norte global. Pero argumenta de manera convincente que su impacto en regímenes sexuales locales es diversificar, más que homogenizar, las sexualidades. Una serie de compromisos, patrones intermedios, e incluso identidades completamente nuevas, surge en el interjuego entre la sociedad local y la cultura burguesa internacional. Incluso las “comunidades gay” de ciudades como Kuala Lumpur se configuran de manera muy diferente a aquéllas de los Estados Unidos.
25Agregaría a los argumentos de Altman una línea sobre las dinámicas del neoliberalismo. El neoliberalismo promueve, de manera consciente, los derechos humanos. Hasta antes de la reciente “guerra al terror” de la administración Bush en los Estados Unidos, que marca un retroceso claro en los derechos humanos, uno habría podido decir que éste era un aspecto definitorio de la política neoliberal. Un énfasis en la libertad individual, la protección contra el poder estatal arbitrario, las leyes en contra de la discriminación, las leyes sobre la privacidad, las medidas sobre la igualdad de oportunidades, son todas características de la política neoliberal.
26La política sobre los derechos humanos tiene efectos prácticos. Bajo dichos regímenes ha habido una medida de avance, a través de la educación y las profesiones, para las mujeres y para las minorías étnicas. Ha habido más tolerancia para las minorías sexuales, especialmente las comunidades gay. Ha habido una moderación en las leyes que controlan la sexualidad. Aunque algunas iglesias mantienen un código sexual altamente restrictivo, los repertorios sexuales actuales de las poblaciones metropolitanas continúan diversificándose.
27Pero el neoliberalismo también debilita paulatinamente los derechos humanos, de maneras que tienen implicaciones para la sexualidad. A un grado sorprendente, la agenda del “mercado libre” del neoliberalismo carece de apoyo popular. Nunca ha habido un movimiento popular que demande mayor inseguridad en el mercado laboral, mayor desigualdad económica, menos servicios públicos —aspectos centrales de la agenda neoliberal—. El neoliberalismo ha estado acompañado en todas partes por una mayor concentración de la riqueza en las manos de los más ricos, y un declinar de la capacidad de gobernar del estado e improvisación de los servicios, ambas tendencias muy impopulares. Sin embargo, los gobiernos neoliberales están en el poder casi en todas partes; incluso los partidos autodenominados socialdemócratas (como el Partido Laborista en Australia) actualmente son, de hecho, en su mayoría, neoliberales.
28El poder de la política neoliberal depende de un complejo de fuerzas, incluyendo un cambio en la política estratégica por el capital internacional distante de la política de compromiso con la clase del “estado benefactor” y cercano a la disciplina del mercado de los trabajadores. Prominente entre las técnicas de persuasión está la creencia, cuidadosamente cultivada, de que “no hay alternativa” a la globalización neoliberal, y una manipulación alimentada por las ansiedades sociales, especialmente la incitación de los miedos y odios étniconacionales. El régimen neoliberal actual en Australia es un caso paradigmático: en los últimos años ha incitado antagonismos hacia las personas indígenas, los y las inmigrantes, los desempleados y las desplazadas, los refugiados y las refugiadas, los “terroristas” y las “terroristas”, y por lo general a la cultura islámica.
29Dada la necesidad que tiene el liderazgo neoliberal de demarcar límites alrededor de una comunidad normativa, todas las “minorías” que puedan ser señaladas están bajo permanente amenaza. Una consecuencia de la especiación de las sexualidades es que cada vez más las comunidades sexuales visibles son susceptibles de ser señaladas. La opción benigna es tenerlas separadas y estigmatizadas —como se hace, por ejemplo, con las políticas de “no pregunte, no diga” sobre los gays en las fuerzas militares—; la opción menos benigna son los frecuentes pánicos morales y asesinatos en masa. En Australia, esto por lo general toma la forma de pánicos sobre la “pedofilia” —actualmente un desorden psicológico raro, que se ha convertido en una forma de estigmatizar a los hombres gay, a la vez que de ignorar el hecho común del abuso sexual de niñas dentro de la familia—. Poco se hace sobre problemas tan persistentes como la violencia homofóbica.
30Como lo dijeron Bob Marley y The Wailers:
They don’t want to see us unite:
All they want us to do
Is keep on fussing and fighting.
They don’t want to see us live together:
All they want us to do
Is keep on killing one another […]†
31Lo que parece estar emergiendo es un régimen sexual con dos frentes. Entre las clases profesionales y administrativas, que son las principales beneficiarias de la “globalización” económica neoliberal, la sexualidad es cada vez más individual y libertina. Hay evidencia estadística de países metropolitanos, por ejemplo Laumann et al (1994) con actitudes sexuales libertinas cada vez más comunes entre los grupos de mayor nivel educativo y socialmente privilegiados. La participación de estos grupos en una cultura secular internacional (aunque centrada en los Estados Unidos), con altos índices de viajes personales como resultado de los negocios globales y del turismo, ha roto muchos de los controles sociales sobre la sexualidad que antes habían sido ejercidos por la religión tradicional, las culturas locales y los sistemas de parentesco.
32En su lugar ha surgido una sexualidad basada en un mercado de la atracción y en un consumo individual de los placeres. De aquí la creciente atención en esta clase a la apariencia personal y la deseabilidad (por ejemplo, el espectacular crecimiento de la cirugía cosmética como industria). Los hombres, al igual que las mujeres, están sujetos a las presiones del mercado. De aquí el crecimiento de la “cultura del cuerpo” entre hombres privilegiados, que fluctúa desde gimnasios de alta tecnología (high-tech gyms) hasta vestidos Armani, el Viagra y la cirugía de alargamiento del pene. Aunque la heterosexualidad sigue siendo la norma, otras sexualidades, especialmente las sexualidades gay, son permitidas. No hay “estilos de vida” alternativos; más bien éstos son admitidos como elecciones personales aceptables dentro del estilo burgués internacional que se está desarrollando.
33En el segundo frente, entre el volumen de la población, se desarrolla un régimen sexual que está basado en tradiciones locales tal como han sido modificadas por presiones contradictorias de los medios globales, económicos y políticos. A la vez que los medios internacionales hacen circular imágenes de glamour, deseabilidad y libertad personal a una escala sin precedentes, los imperativos del régimen neoliberal crean una política sexual, que más bien parece una amenaza, en la que el rechazo y la represión, el miedo y la culpa son centrales.
34Así, los medios comerciales masivos, pertenecientes a hombres de negocios neoliberales, crean la extraña mezcla de moralismo y lascivia que vemos en los novelones de televisión y las revistas de chismorreo de las celebridades (ahora los medios impresos de mayor venta en Australia). Los políticos neoliberales defienden ferozmente “la familia” en contra de la amenaza imaginaria de la sexualidad homosexual, al mismo tiempo que persiguen políticas económicas que debilitan paulatinamente las familias actuales.
ENCARNACIÓN
35En un artículo sobre “imperialismo y los cuerpos de los hombres” (Connell 1998), argumenté que las razones más influyentes de la historia del género y la sexualidad son unilineales y sorprendentemente eurocéntricas. Lo mismo sucede con la ideología del cuerpo. Es importante que podamos entender el interjuego entre cuerpos y sociedad mundial, y ver la creación de la sociedad mundial como un proceso encarnado.
36Eventos decisivos en la creación de la sociedad mundial contemporánea fueron la expansión económica y política de los Estados europeos a partir del siglo xv; la creación de imperios coloniales basados en la metrópolis del Atlántico Norte; la creación de sistemas neocoloniales dependientes económica, política y culturalmente; y el sistema contemporáneo de los mercados mundiales dominados por los poderes trilaterales del norte global.
37Estamos acostumbrados a pensar en el imperialismo sólo en términos de clase, como una etapa en la historia del capitalismo. Pero cada una de estas etapas en la historia del imperialismo era generizada y encarnada. Los marinos, soldados, comerciantes y gobernadores de principios del colonialismo eran, con muy pocas excepciones, hombres, y los estados imperialistas eran instituciones patriarcales que crearon patriarcados modificados en las colonias. La creación y administración de imperios involucró el movimiento y control de los cuerpos, pasando de las expediciones militares de la conquista al transporte de fuerzas laborales, como el comercio de esclavos africanos y americanos. El surgimiento de jerarquías raciales y el racismo moderno, un producto característico del imperio, proveyó un sistema para clasificar los cuerpos y vigilar los límites entre ellos.
38La descolonización también es un proceso encarnado, como lo vemos en la violencia de las guerras de independencia. Si seguimos el argumento de Fanon (1968), es una lucha tanto psicológica como militar, en la cual la sumisión a la jerarquía de los cuerpos del colonizador debe romperse. La demolición del apartheid en Suráfrica es el ejemplo dramático más reciente de este proceso de dislocación.
39Este no es un cambio que se dé de una sola vez. Por el contrario, como lo muestra la historia de la descolonización de América Latina, las jerarquías de raza y clase pueden ser efectivamente restablecidas por regímenes poscoloniales. Conexiones con el poder metropolitano, incluyendo nuevos centros imperiales, refuerzan esto con el tiempo. De hecho ahora podemos estar viendo una intensificación de este proceso a través de los medios electrónicos, como imágenes de cuerpos blancos idealizados que circulan globalmente. Ejemplos son el fenómeno de Xuxa en Brasil, la cirugía cosmética entre los ricos en Asia, y la predominancia de modelos “blancos” en la publicidad, que he notado desde Japón hasta Chile.
40El desarrollo poscolonial es, hasta un alcance significativo, una cuestión de la economía política de los cuerpos. La nutrición es una dimensión. La “revolución verde” fue un momento en el control creciente de las corporaciones transnacionales sobre los suministros mundiales de comida; la actual promoción de cultivos modificados genéticamente es otro momento, que aprovecha las luchas de los granjeros por una mejor subsistencia para producir una dependencia técnica que también tiene graves consecuencias ambientales. El tamaño de la población es otro. Se han hecho intentos en muchas partes del mundo por controlar el crecimiento de la población a través de una mezcla de incentivos, propaganda e intervenciones autoritarias.
41Pero las poblaciones son difíciles de controlar, en parte porque se sigue divagando sobre este aspecto. Las poblaciones están cambiando, tanto por las migraciones masivas rurales/urbanas, que crean las nuevas megaciudades que son un aspecto impresionante del mundo contemporáneo, como por las migraciones más distantes que ahora se han convertido en un aspecto político clave en los países ricos. Es sorprendente que se haya erigido un nuevo régimen de controles sobre la migración laboral, a la vez que se promueve la circulación global y libre de los cuerpos burgueses.
42En arenas globales como la comunicación de masas y la industria de los viajes, la diversidad de cuerpos humanos se presenta como un espectáculo de la diferencia —no de desigualdad o necesidad—. Esto lo ilustra de manera sorprendente la construcción de identidades regionales y nacionales en el turismo. En el turismo, los viajeros afluentes consumen la diferencia como una forma de entretenimiento (aunque piensan en ella como educación). Las identidades locales se empacan para ellos, usando versiones fotogénicas de vestidos tradicionales, arte, religión y cocina, e ignorando las realidades diarias de la vida de las poblaciones locales. Así, los turistas que van a Estambul consumen la Mezquita Azul, el Mercado Cubierto, comen Delicia turquesa y toman café turco, pero evitan los feroces y apiñados suburbios en los que millones de migrantes del campo se han amontonado en busca de trabajo.
43En otros escenarios globales, como el sistema internacional militar y de seguridad, los cuerpos se convierten en objetivos del control. El orden mundial neoliberal ha evolucionado más allá del viejo sistema de control colonial, pero aún necesita, de vez en cuando, operaciones punitivas para aplastar movimientos o regímenes que los poderes dominantes consideran censurables. Esto se hace asestando heridas y muerte a los cuerpos de la población local, especialmente aquellos que apoyan el régimen local.
44El ataque aéreo es la técnica militar clave, con implicaciones en términos de la evaluación social de los cuerpos. Desde los tiempos de Guernica, el involucramiento de una alta proporción de muertes “civiles” ha sido una característica del ataque aéreo; es decir, se iguala al ataque a una población. Por otro lado, una de las condiciones de estas intervenciones punitivas en contra de países pobres con pocos recursos para crear armas antiaéreas, es que las bajas entre los atacantes sean mínimas. De esta manera, la forma de intervención maximiza el daño a los cuerpos del Tercer Mundo, y minimiza los daños de los cuerpos del Primer Mundo. Esto es intencional. Está conectado a la frágil legitimación de los gobiernos neoliberales mencionados antes; los gobiernos de los poderes metropolitanos están preocupados de que incluso bajas moderadas entre sus propias tropas causen una revuelta electoral.
45Las legitimaciones varían. En Chechenia y Afganistán, los ataques de Rusia y de Estados Unidos se presentaron como operaciones antiterroristas e, indudablemente, en ambos casos ese aspecto fue una parte significativa de la motivación. En la antigua Yugoslavia, la intervención de la OTAN, cuando se dio, se presentó como garante de la paz y de la vida, y la paradoja de mantener la paz por medio de la violencia militar llegó a ser muy comprensible. En Ruanda no hubo intervención; quizá la destrucción masiva de los cuerpos africanos no inquietó lo suficiente a los gobiernos de los poderes mundiales (lo mismo ha pasado con la pandemia del sida en África). En Irak ha sido montada una excursión punitiva que despliega una violencia increíble a partir de las excusas más “transparentes”, esencialmente como un acto de voluntad por parte del poder mundial dominante.
CONCLUSIÓN
46En los aspectos sobre los que he reflexionado en este texto, “lo personal es político”, tal como argumentó el movimiento de liberación femenina —pero “político” en relación con las vastas estructuras y dinámicas de la sociedad mundial—.
47En este inmenso y complejo escenario, las desigualdades sistemáticas definen conflictos de intereses, pero no determinan si grupos sociales se movilizarán alrededor de esos intereses, o qué estrategias perseguirán en respuesta a la diferencia y la desigualdad. Hay muchos caminos abiertos, como argumentó Moghadam (1999), en relación con el género y la identidad nacional en el islamismo del medio oriente y del norte de África. Algunos países de esta región han seguido un modelo emancipatorio, en el cual la igualdad de género es parte del desarrollo nacional; otros han seguido un modelo patriarcal en el cual la independencia nacional ha significado el empoderamiento de los hombres y la domesticación de las mujeres.
48Varias tendencias mundiales sugieren una democratización en la política de género, la sexualidad y los cuerpos. Incluyen el cierre gradual, a escala mundial, de algunas de las brechas educativas y económicas entre hombres y mujeres; la movilidad y mezcla de las poblaciones, que produce muchas situaciones de diversidad étnica; la diversificación de las sexualidades y el desciframiento de los viejos sistemas de control social.
49Aún no podemos ser optimistas frente a estas tendencias en un mundo que también ve el crecimiento de la desigualdad económica; una predominancia masculina, casi llegando a un monopolio, en gran parte del poder institucional; un cambio hacia la violencia y lejos del consentimiento y la negociación en las relaciones mundiales. El mundo de los mercados es también un mundo en el cual nuevas formas de la política del poder parecen estar desarrollándose, que no se asemejan al viejo fascismo o autoritarismo militar, pero que pueden ser, a largo plazo, igual de peligrosas.
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Notes de bas de page
1 El autor usa el término inglés speciation que hace referencia a la evolución en el sentido de “evolución de las especies”. Dado que usar el término evolución no da cuenta de la diversidad a la que el autor hace referencia, se recurre al neologismo especiación. (Nota del Traductor)
Notes de fin
* Traducción de Diógenes Carvajal, psicólogo e investigador de la Línea de Género y cultura del DIUC.
† No quieren vernos uniéndonos / Lo único que quieren que hagamos / Es que sigamos incomodándonos y peleándonos / No quieren vernos viviendo juntos / Lo único que quieren que hagamos / Es que sigamos matándonos unos a otros […] (Bob Marley and The Wailers, Top Rankin’, del álbum Survival, 1979). (Nota del Traductor)
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Debates sobre el sujeto
Ce livre est cité par
- Casas Trujillo, Jennyfer Paola. (2021) Professional subjectivities in ELT & the dichotomy inclusion-exclusion. Hungarian Educational Research Journal, 11. DOI: 10.1556/063.2021.00035
Debates sobre el sujeto
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