Sexoservidoras en salones de masajes en la ciudad de Hermosillo (Sonora, México)
La sala de masajes Gladiss
Résumés
Bellas, « sexys », madres de familia solteras o casadas, las sexoservidoras (trabajadoras sexuales) llevan una vida oculta entre el hogar, el trabajo « fuera de la casa » y el salón de belleza donde practican masajes « especiales ». Necesidades apremiantes, carencias educativas, ausencia de carrera, lucha cotidiana por el bienestar de los hijos, las han inducido a optar por un oficio que, al contrario del de las de la calle, les ofrece seguridad y ganancia. Todas llevan sobrenombres: las masajistas de planta, las escort girls, las que prestan servicio a domicilio y las mismas dueñas de los salones. Las trabajadoras sexuales se turnan día y noche, recreando en los salones una familia y un hogar distintos. En Hermosillo, capital del Estado de Sonora, los salones de masajes, son, en su gran mayoría, establecimientos que suelen registrarse como simples lugares de masajes quiroprácticos, para después dedicarse a la prostitución. Así fue cómo empezó la sala de masajes Gladiss, pionera en el ejercicio de esta profesión. Ahora bien, no existen leyes que reglamenten la prostitución y tampoco las hay que la prohíban, así que sólo se regulan los salones mediante las tarjetas sanitarias de las trabajadoras sexuales, para evitar las enfermedades venéreas — el VIH en particular — y las visitas regulares de los « servicios de salubridad ».
The beautiful and sexy sex-servants (sexual workers who are either mothers or single parents) lead a secret life between their homes, their work “outside their home” and the beauty parlour where they give “special” massages. Several factors such as crying needs, educational lacks, no professional career and the daily struggle for their children’s wellbeing have pushed them to choose a profession that, contrary to those working on the streets, offers them safety and a good income. All of them have a nickname: the floor masseuses, the escort girls, those doing home service and madams themselves. Sexual workers are on day and night shifts, thus recreating in these parlours a new home and a new family. In Hermosillo, the capital of the state of Sonora, beauty parlours are mostly businesses that are usually registered as chiropractic massage clinics so that they can then practise prostitution. That is the way that Gladiss, pioneer in her profession, chose to start her beauty parlour. There are no laws regulating prostitution or even forbidding it, so these parlours are only controlled by means of the medical card of the sexual workers, with the aim of preventing sexual-transmitted diseases, especially HIV, and by the regular visits of the “public health services”.
Belles, « sexy », mères de famille, célibataires ou mariées, les travailleuses du sexe mènent une double vie se partageant entre leur foyer, le travail « hors du foyer » et le salon de beauté où elles pratiquent des massages « spéciaux ». L’urgence des besoins, les carences éducatives, l’absence de carrière, la lutte quotidienne pour le bien-être des enfants les ont conduites à choisir un métier qui, à la différence de celui qui est pratiqué dans la rue, leur offre sécurité et gains. Qu’il s’agisse des masseuses, des « escort girls », de celles qui pratiquent un service à domicile et même des propriétaires des établissements de massage, toutes portent des noms d’emprunt. Dans les salons de massage, les travailleuses du sexe se construisent une autre famille, un nouveau foyer. Dans la capitale de l’État du Sonora, Hermosillo, les salons de massages sont, pour la plupart d’entre eux, des établissements où l’on pratique la prostitution. Le salon de massages Gladys, dont il est question dans cette étude, est le premier à fonctionner de cette façon dans une région où la prostitution/travail du sexe, ni réglementé ni interdit, s’exerce à la seule condition d’avoir sur soi la carte sanitaire exigée par les services de santé municipaux.
Entrées d’index
Mots-clés : Travail sexuel, pauvreté, mères célibataires
Keywords : Sexual work, poverty, single mothers
Palabras claves : Trabajo sexual, pobreza, madres solteras
Texte intégral
1El artículo que viene a continuación es parte de una investigación de terreno llevada por la autora en los salones de masajes y table dance de la ciudad de Hermosillo (Sonora, México), desde octubre de 2012. Se trata aquí, en especial, del salón de masajes Gladiss, cuya dueña fue la primera en proporcionar, en Hermosillo, sexoservicio mediante el recurso de una sala de masajes. Pionera en el oficio del “masaje/masaje” desempeña un papel central en este trabajo. Ha decaído mucho desde sus inicios pero sigue siendo una figura respetada en el mundo del sexoservicio.
2Los azares que también juegan un papel importante en la investigación, le dieron a la autora, la oportunidad de encontrar a un cliente del salón que la puso en contacto con la dueña. Así fue cómo empezaron a trabarse lazos de amistad entre ambas mujeres y que la autora pudo entrevistarse, con plena libertad, con las muchachas que ejercían el oficio de “masajistas”. Las pláticas, numerosas, tuvieron lugar en las diferentes estancias de trabajo de campo de la autora, en 2013 y en 2014, ampliándose progresivamente a diferentes otros salones, con diferente tipo de sexoservidoras.
3El objetivo esencial de este trabajo es dar, por fin, las voces1 a las actoras que viven y ocupan estos lugares, conocer a través de ellas, su vivir cotidiano y las razones que las impulsan a elegir el oficio del trabajo sexual2. El intercambio al que se entregan constituye un momento privilegiado, un espacio de libertad que les permite evadirse del ambiente sórdido en el que están confinadas, incluso si en las entrevistas son muy presentes los momentos dolorosos. Los testimonios que proporcionan, aunque no siempre objetivos, traducen una realidad que es imposible obviar. Muchas de estas muchachas apenas acabaron la escuela primaria, la misma Gladiss no acabó la preparatoria; de ahí que su lenguaje se presente a veces de manera caótica, pero la ética exige del(a) investigador(a) que produzca, en sus escritos, el mismo discurso que el que grabó durante las entrevistas. A veces es difícil entenderlas, pero así es cómo se comunicaron3.
4Agobiadas por unas responsabilidades para las que no estaban preparadas y que tienen que sobrellevar a solas en la mayoría de los casos, las mujeres que nos cuentan parte de su vida y de sus vivencias son, todas, madres solteras. Salarios bajísimos que incrementan las desigualdades, carencias de toda clase, ausencia dramática de perspectivas y de futuro feliz las inducen a valerse de un medio de subsistencia que les permite, momentáneamente, salir adelante y, sobre todo, asegurar el bienestar de sus hijos. Y eso, no tiene precio. Así, que, por muy dura que sea la elección a la que llegan, de hecho, el sexoservicio viene a representar, su única opción para sortear las dificultades.
5En la colonia La Verbena4 de la ciudad de Hermosillo (Sonora, México) nada distingue la casa salón de masajes Gladiss5, de las demás casas del vecindario, a no ser un letrero discreto que señala, al posible cliente, las actividades que en ella se desarrollan. Gladiss, la dueña, que empezó su negocio, por falta de recursos, hace ya diez y ocho años, a raíz de un doloroso divorcio, es una de las pioneras en el oficio. Maestra de gimnasia en un “espa” donde también daba clases de aerobics, sale, un día, de su casa con “una maleta” y a “enfrentar[se] a la vida” con sus tres hijos a cuestas. “Al mismo tiempo” cuenta ella “… me fui involucrando con chicas que daban masajes y se me hacía mucho a mí lo que ellas ganaban cuando yo ganaba 50 pesos por hora dando clases de gimnasia y es muy desgastante…”6. Con otra socia, decide armar una sala de masajes, pero “masaje-masaje”7 ya que ella estudió “para masofilaxia” o sea “para hacer masajes de la cara, trabajo de todo el cuerpo, de descanso, de relajación”8. En aquel momento, comenta “no se daba prostitución”. Mientras las muchachas que ha contratado y que ha mandado a una academia (pagándoles incluso los cursos) para que supieran dar masajes9, se quedan en la casa atendiendo a los clientes. Gladiss, en su carro, recorre la ciudad de Hermosillo y efectúa masajes a domicilio, “un masaje y un relax10 por 25011”12. Pero,
… cuando yo, en una ocasión regresé a mi negocio, pues yo vi que andaba un preservativo por allí rodando y todo. Me di cuenta que mis muchachas pues ya ellas se iban más adelante que yo. Entonces, yo dije, bueno, pues ¿cuál es el objetivo? No me gusta que me mientan en mi propio negocio, porque, pues, es muy desgastante pagar agua, luz, teléfono, etc… y, ellas están económicamente muy bien y yo, pues, estoy con todos los gastos encima.13
6Han cerrado la zona de tolerancia14 del centro de Hermosillo. Como no tiene recursos, Gladiss decide darle “otro curso” a su actividad. Ya que “este negocio se presta para muchas cosas”15, ella manda insertar en el periódico local, el Imparcial, una nota llamativa que anuncia: “Hola soy Gladiss: se solicitan muchachas de 18 a 40 años para masajes totalmente profesionales. ¡Buena ganancia!”. Por supuesto, a nadie se le engaña con los términos “masajes totalmente profesionales” y, a decir la verdad, eso es lo de menos, con tal de que se respeten las normas fijadas por el “Uso de Suelos”16 y Control Sanitario17 que expide el Ayuntamiento para los establecimientos que suelen registrarse como “estétic[o]s o lugares de masajes quiroprácticos para, después, dedicarse a la prostitución”.18
7Se entera rápidamente la clientela y el paso hacia otra clase de servicios se produce naturalmente entre las muchachas puesto que ya lo estaban practicando a escondidas de la dueña. Así que, cuenta, Gladiss: “…ya un poco yo les [a las muchachas] voy enseñando masajes y todo eso”, “unas haciendo masajes y otras no”. Por cierto, el límite entre masajes y prostitución es muy tenue pero ya que la prostitución no es considerada como un delito, “A ninguna persona podrá impedirse que se dedique a la profesión, industria, comercio o trabajo que le acomode, siendo lícitos. El ejercicio de esta libertad solo podrá vedarse por determinación judicial, cuando se ataquen los derechos de tercero, o por resolución gubernativa, dictada en los términos que marque la ley, cuando se ofendan los derechos de la sociedad. Nadie puede ser privado del producto de su trabajo, sino por resolución judicial”.19
8Sin embargo, las que prestan un servicio en las salas de masajes tienen que cumplir con un requisito indispensable para el ejercicio de su profesión: registrarse ante la Dirección de Salud Pública Municipal. Formalidad que ningún actor del sexoservicio obvia pues, comenta Gladiss, lo que importa, es que “en fin, trabajan”.20
9Susi es la más joven de todas las muchachas contratadas por la dueña de la sala de masajes Rubi. A los quince años, ella quedó embarazada pero acabó la preparatoria; sin embargo, tuvo que resignarse a abandonar sus sueños de ser criminóloga. Se separó pronto del muchacho que la embarazó porque le era infiel. Su padre, separado de su madre, la recogió así como a sus dos hermanos menores porque a su madre “nunca les importa [ron] mucho”. “Pues yo trabajaba en TELCEL”21 refiere ella, “… de promotora o vendiendo y, así, no me salía. Así que una vez vi en el periódico de que solicitan muchachas, buena ganancia y no sé qué… Y sí hablé a varias salas y hablé por teléfono a Gladiss y me solicitó Gladiss ‘Ven, ven’ y sí pues, yo vine aquí y me presentó todo lo que es la sala, qué es lo que iba a hacer con los clientes, pues yo me asusté mucho y dije ‘No, eso no es para mí’. Pero mi necesidad de que yo querer tener todo para mi hija…Ese día yo no volví. Y mi hija me acuerdo que se me enfermó. Y yo le pedí a su papá y su papá me decía ‘no, es que no tengo, no tengo’, pero es mentira, él sí tiene y mi papá me dijo ‘no, pues, toma, me dijo, para que la lleves al doctor’. Y sí, me dio mi papá el dinero y la llevé y todo pero tenía que comprar otros medicamentos más caros que yo ya no le quería pedir a mi papá. Me daba, pues me daba mucha vergüenza, no tenía él porque estar él me dando y en la tarde yo regresé aquí y pues le platiqué a Gladiss, que le voy a intentar, que no sabía si podía. Y sí, ese primer día que yo llegué que no fueron como 4 horas que trabajé nada más, me llevé 1200 y yo feliz porque pude comprar las medicinas a mi hija. Y todavía me sobró y me animé y me dije pues, si ese día me fue bien, sé que me va a ir bien.”22
10A Susi, de 18 años de edad, le ha tocado el turno de día23 así que, desde la diez de la mañana hasta las seis de la tarde, del lunes hasta el sábado, atiende a los clientes que la escogen entre todas las sexoservidoras de la Casa. “Es muy feo estar aquí” cuenta ella: “Que la gente nada más pague, ya se siente dueño de ti y que te puede hacer lo que quiera. Es muy feo… Y, luego, los clientes quieren que a la fuerza, te excites o que aunque sea de mentira que le digas que sí te gusta pero, cómo te va a gustar, si es como un trabajo. Tú lo haces por trabajar. Y eso es muy feo. Muy muy feo. Hay muchos que huelen mal y lo tienes que hacer porque ya pagaron. Es tu trabajo y lo tienes que hacer. Y mucha gente nos juzga pero, pues, igual, no saben por qué estamos aquí…”24 “… No se le ve el alma a la persona, no se le ve el espíritu, no se le ve nada, no… piensan que somos personas superficiales… porque no tienen necesidad, que no luchan por sus hijos”25, recalca Gladiss, pero de las ocho muchachas que conforman el actual grupo de sexoservidoras que trabajan para ella, todas han sido abandonadas, con uno o más hijos”26. “… el 95% de las mujeres que yo tengo es porque no se les dio educación, no se les dio una carrera… los padres fueron muy primitivos… Una persona tiene que estar preparada en la vida para no caer en desgracia”27.
11Madres y padres a la vez, la realidad cotidiana, las carencias diarias, la ausencia de alternativas, unos salarios miserables (¡cuando los hay!)… las obligan a buscar soluciones que, si hieren el cuerpo y el alma, les proporcionarán dinero suficiente pues “… no les alcanza para los pañales, para los libros, para la educación, para la leche, para los camiones y todo”28 cuenta otra dueña que prefiere guardar el anonimato.
12Perla, Kenia, Brenda, Lupita, Marta, Betty… todas ellas llevan una vida oculta, con nombres falsos, “una doble vida”. Si tuvieron un día aspiraciones, ahora, sólo “cumplen con su trabajo, con sus hijos, con sus padres, con todo…”29 menos con ellas mismas. Pero, en el salón de masajes, su transformación es espectacular: sexys, atractivas, perfumadas, maquilladas, se pasean por la casa, medio desnudas a veces, mirando televisión, conversando o descansando en el cuarto de estar, en espera del cliente. Cuando llega éste, ya no son madres, novias o enamoradas. La sonrisa que lo captura es un disfraz para disimular lo degradante y humillante que es el tener sexo (oral y/o anal y/o completo) en una tabla estrecha, cubierta con una sábana blanca, similar a la de un consultorio ginecológico, o en un sillón. “Todas estas muchachas son muy valientes por enfrentar la vida como la enfrentan; las respeto muchísimo y quisiera lo mejor” comenta Gladiss. “Mi trabajo no lo involucro con sentimentalismos” reconoce, pero asimismo, bien sabe que, ya que ella también ha vivido lo que experimentan “sus muchachas”, es imprescindible recrear un ambiente en el que sientan sus sexoservidoras que se les “apoya y orienta”, para aminorar el sentimiento de culpabilidad y la baja estima que las invade al ejercer el oficio. Un hogar distinto, del que se apoderan y que las protege, en el que “estas muchachas guerreras”, “astutas e inteligentes”, tengan “un objetivo o alguna meta”30. Opinión que comparte Rubi, ya que para ella “…una de las grandes cosas que a [ella le] encanta y [le] fascina es que la persona se supere”31.
13Por supuesto, como en todas las familias suceden disputas y/o celos pero la dueña de la casa vela porque siempre dominen la armonía y la paz. En este hogar recreado donde trabajan, comen y duermen las muchachas, los veladores, el volantero32 son miembros de una misma familia que Gladiss, la más antigua en el oficio, envuelve en sus alas “maternas” protectoras pero vigilantes. Una familia numerosa que hasta incluye a los propios hijos de las muchachas así que, declara ufanamente la dueña, “de mí dependen como 30, 35 niños” y “Si algún hijo se les lastima o se les enferma, se les da el día o me piden apoyo y todo y yo las apoyo”33. Nunca se aparta mucho tiempo de la casa, aunque tenga su casa propia en otro barrio. Dispone de su propio cuarto en el que vive “día y noche” velando por sus intereses, por los de las muchachas, porque se respeten las reglas de la casa, porque no entren drogadictos o borrachos, porque no se molesten a las trabajadoras pues “hay clientes buenos y hay clientes malos”: “… cuando hay veces que viene un hombre de mal aspecto que viene drogado y tomado, yo no suelto una muchacha de ésas, jamás. No acepto que vayan a exponerse. No, de ninguna manera. Es más, de hecho, hay veces que si dudo, tengo que estar cerca para ver cómo se desenvuelve y todo eso. Ya tengo muchos años, pues tengo que ver cómo la reacción de las personas y yo la llevo y la traigo y la espero y la traigo a la chica y todo eso34. Porque como son chicas frágiles… Yo soy como su mamá, pues, para ellas; aquí cobran y aquí les dan comida yo; yo, aquí las protejo, las cuido, yo nunca salgo de aquí; todo el personal está pendiente de ellas. Tocan a la puerta y cada niña destas es una sobreviviente para mí y me dolería mucho que volvieran a la calle exponiéndose”35.
14Y, de hecho, por mucho que los masajes que se practiquen en las salas de masajes estén relacionados con la prostitución, “lo bueno es que no anden en la calle… donde corren riesgos… es que llegar a un hotel y ver a una persona drogada y hay veces que son brutales, sí, brutales, brutales. Entonces es la gran diferencia entre allá y aquí. Porque aquí como ya ven gente… que está aquí todo el tiempo…, allá se aprovechan porque ven a las chicas solas. Somos personas de respeto”36. Son “sobrevivientes”. Las muchachas que trabajan conmigo repite Gladiss son unas “sobrevivientes” y “ellas tienen que cuidarse mucho porque esto no es un juego. No es un juego”37. El menor descuido puede ser fatal y siempre hay que estar alerta, en particular cuando los encuentros ocurren a domicilio. Emocionada, recuerda, Gladiss el caso de una de sus muchachas, de 22 años:
Oye, que quiero un servicio a domicilio’, le hablaron por teléfono. ‘¿Cuánto cobras?’ ‘1500’ dijo ella. ‘¡Ah! Ok, sí, ¡vente!’ Entonces ella…yo estaba ocupada en este momento y… no la pude llevar y ella dijo: ‘yo voy yo; yo me voy a ir’. ‘Bueno. Pero, ¿cómo lo escuchaste al señor?’ El acento es muy importante, escuchar a un señor, ¿no? Para descifrarlo. Una persona que está enferma, no se puede; por teléfono no se puede porque psicópatas hay, por todas partes. Uno no puede saber. Pero, yo digo que siempre hay que saber con quién traten, ver más allá de la línea de teléfono, ¿cómo se está tomado? luego si arrastra la voz ¿no? arrastra la voz, ¿si está ebrio? pues luego va a balbucear y todo eso, y va a repetir varias veces las palabras. Se preparan a las chicas en lo posible aquí. Pues ella se fue y una hora - pues le pagaron su hora adelantada -, estuvo bueno el muchacho y todo eso y platicando y todo eso, respecto a las salas de masajes: ‘¿cómo?, ¿qué tal tu tiempo hace trabajando con ella y qué se le habían dicho por qué no se le ofreció en otra sala de masajes?’. La misma problemática platicando. Le pagaron. Estuvo 4 horas, las 4 horas. ‘Ay, dije se me hace mucho, que esa chica esté allá’. Y yo le había hablado por teléfono: ‘oye, ¿cómo estás?’, ‘estoy bien’, me decía ‘ahorita me van a pagar la otra hora.’ ‘Oye, pero ya es mucho, 4 horas es mucho’, dije yo, ¿no? ‘Pero, ¿cómo ves tú, y ¿cómo?, ¿estás tomada ? ¿Qué estás haciendo?’ Entonces yo no puedo traspasar el umbral, el umbral de cliente, de mi empleada a cliente, yo no puedo, yo le dije: ‘oye protege tu dinero, te mando el taxi y protege tu dinero porque me ha pasado lo mismo a mí’ y dije lo que me pasó. Bueno. ¿Qué pasó? Eran las 4 horas o las 5, creo que sí, el muchacho pues obviamente sabíamos que venía de otra sala de masajes, que lo habían, que lo habían mandado, a ver igual y todo eso y todo eso, bueno… Pues a la chica le pegaron, le quitaron su dinero… que la muchacha es muy fuerte, muy fuerte y todo eso y sí pasa. Si la chica no pone de su parte también, para que tenga ella un cierto sentido de decir ‘oye me puede pasar esto.38
15Para las muchachas que acuden al salón de masajes a buscar trabajo, muchas de ellas “sin zapatos, sin vestidos, sin nada, temerosas,… unas que sí ejercieron prostitución unas veces, otras no, otras que vienen de vuelta porque dejan limpio el refrigerador, no hay nada en su casa que comer…”39, el lugar viene a ser la salvación, su único recurso. Por otra parte, “las mismas compañeras las apoyan, las orientan y aquí es más protegido porque están entre ellas mismas, se cuidan y como que el cliente tiene más temor hacer escándalo y todo eso”40. Además, “Cuando llegan las chicas, llegan temerosas, con miedo, preguntando incluso la primera vez que entran a un servicio, no saben a qué se van a enfrentar y llegan temblando y miedo y todo eso, entonces, este… pues ya se les apoya y se les dice: ‘mira, tienes que hablar con el cliente, habla, platica con él’ y que existe la confianza. Entonces, muchas personas y ya la primera vez ya trabaja; la primera vez no, pero normalmente. Su primera vez aquí no es de prostituirse, es dar masajes y ya poco a poco abriendo el campo para hacer lo que ya quiere el servicio. Se les dice: ‘si tú quieres hacer un servicio normal, aquí vas a hacer un servicio normal que viene siendo un masaje, un relax que quiere decir una masturbación, puedes vivir de eso”41.
16Pero hay que ver más allá de lo que puede proporcionar el oficio de “masajista”. Si las hay que quieren volver a una vida “normal”, a tener de nuevo un hogar, otro hogar, pues comenta Kenia: “Lo que sí digo ‘mis hijos los prestó atención Dios y se van a aspirar a hacer su vida, pero yo no me quiero quedar sola. Yo quiero tener a alguien a mi lado”, otras, en cambio, empujadas por la misma Gladiss desean volver a estudiar, tener una carrera y hacer de sus sueños realidad. Pero, el problema, subraya la dueña de la casa, es “querer, es querer tener una iniciativa”. Así que: “cuando ya tengo amistades yo con ellas mismas y todo, entonces yo las acoso porque ya tienen mucho tiempo conmigo. Entonces yo les pregunto: ‘¿Cuál es tu meta?, ¿qué piensas hacer?’ ¿Verdad? Porque la juventud se acaba. La vida se acaba, todo se acaba y este… y ellas pues son mujeres bonitas y todo eso y pueden con lo que ganan aquí, pueden hacer una carrera y pueden este… enfrentarse a la vida, tener armas para la vida. Ésa es la palabra correcta. Ya si ellas no lo quieren hacer ya no es mi problema ¿verdad? ¡Empéñate, ten una carrera, de técnica, lo que tú quieras … vive tu carrera, no te va a pasar nada, es la única que no te va a traicionar, volte para atrás a tu propia sombra; es lo más importante ¿verdad?”42 “Pues, yo sí quiero” confiesa Susi43 cuyos ojos negros expresivos y rostro infantil no han perdido aún el brillo, la dulzura y la esperanza de una vida mejor a pesar de lo que ya le ha tocado vivir, aguantar y sufrir.
17Es largo y difícil el camino para salir adelante y poder llevar una vida decente y digna. En telón de fondo está una situación socioeconómica complicada y dolorosa que es imprescindible tomar en cuenta, sin enjuiciar. Existen soluciones para evitar que muchachas como Susi o mujeres como Kenia, Lupita o Betty caigan en tales extremos: una educación adecuada, una instrucción completada, la obligación de cumplir su deber de padres, en conformidad con la ley, para los muchachos y hombres que abandonan el hogar, salarios que permitan llevar a cabo una vida adulta consecuente… pero, la sociedad y los políticos prefieren ignorarlas de momento.
18De hecho, en pleno siglo XXI, en Hermosillo, capital del Estado de Sonora, rica región del norte de México, los salones de masajes son la expresión de una realidad social compleja en la que el machismo ocupa un espacio de total libertad, ajeno a los sufrimientos o preocupaciones de las sexoservidoras. Ahora bien, que se trate de la sala de masajes Gladiss o de otro lugar parecido, de manera general, las que atienden a los clientes no eligieron voluntariamente la vida que llevan. Pero, todas ellas son mujeres dignas que pelean con la única arma que tienen en propio: su cuerpo, con la esperanza siempre de una vida mejor.
Bibliographie
Bando de policía y buen gobierno Municipio Hermosillo, Boletín Oficial del Gobierno del Estado de Sonora, Tomo CLXXII, n°36, SECC.I., 3 de noviembre de 2003, 58 p.
« Salas de masajes, economía pujante o negocio decadente », by webmaster 14, febrero 2011.
Conferencia
“El sexoservicio en Hermosillo, Sonora”, Guillermo Nuñez y Dominique Gay-Sylvestre, Seminario doctoral departamento de sociología, UNISON, Hermosillo, Sonora.
Entrevistas
Gladis, dueña del salón de masajes del mismo nombre, Hermosillo (Sonora): octubre de 2012, marzo de 2013
Rubi, dueña del salón de masajes del mismo nombre, Hermosillo, marzo de 2013
X, dueña de un salón de masajes, Hermosillo, abril de 2013
Susi, sexoservidora, Hermosillo, marzo de 2013
Kenia, sexoservidora, Hermosillo, marzo de 2013
Lupita, sexoservidora, Hermosillo, marzo de 2013
Betty, sexoservidora, Hermosillo, marzo de 2013
Juez calificador, Hermosillo, octubre de 2013
Notes de bas de page
1 Siguiendo en eso el método de Mixed Methods utilizado por John W. Creswell.
2 En otro artículo elaborado con Abel Leyva Castellanos, titulado « ¿Es la prostitución un trabajo legal? Reflexiones en torno a la idea social del trabajo” presentado en el V Congreso de Género de Ciudad Juárez, en octubre de 2014, la autora reflexiona sobre la correspondencia entre trabajo sexual y trabajo legal.
3 Valiéndome, en ese caso del método Emic y Etic de Harris y de Pike en cuanto al lenguaje producido por las entrevistadas.
4 Nombre dado por la autora.
5 Gladiss es presidenta de las salas de masajes de la ciudad sonorense. Comparte — algo poco común —, la vida diaria de sus “chicas”.
6 Entrevista de la autora con Gladiss, Hermosillo, octubre de 2012.
7 Id.
8 Entrevista de la autora con Gladiss, Hermosillo, marzo de 2013.
9 En los años 1990, la coordinación de salubridad municipal impone que las muchachas que atienden a los clientes sepan dar masajes para que se registre la sala de masajes como tal. Por supuesto, no se habla de prostitución.
10 Relax o sea masturbación.
11 250 pesos.
12 Cf. nota 3.
13 Ibid.
14 En 1987, presionado por un grupo de mujeres de la clase alta de Hermosillo preocupadas por el hecho de que “los hoteles son los espacios donde se ven a los maridos llegar con sus amantes”, el presidente municipal Guillermo Balderrama Riviera decide la supresión de la zona de tolerancia, para cumplir con la moral y las buenas costumbres.
15 Cf. nota 1.
16 Bando de policía y buen gobierno Municipio Hermosillo, Boletín Oficial del Gobierno del Estado de Sonora, Tomo CLXXII, n° 36, SECC.I., 3 de noviembre de 2003.
17 Ibid. art. 74. En particular la obligación de poseer una tarjeta de salud que compruebe que la que ejerce la prostitución no sufre enfermedad venérea alguna y, en particular, el VIH.
18 « Salas de masajes, economía pujante o negocio decadente », by webmaster 14, febrero de 2011.
19 Artículo 5 de la Carta Magna in ibid.
20 Entrevista de la autora con Gladiss, Hermosillo, octubre de 2012.
21 Empresa telefónica.
22 Entrevista de Susi con la autora, Hermosillo, Sonora, marzo de 2013.
23 El turno de la noche va desde las seis de la tarde hasta las cinco o seis de la mañana.
24 Entrevista de Susi con la autora, Hermosillo, Sonora, marzo de 2013.
25 Entrevista de la autora con Gladiss, Hermosillo, Sonora, octubre de 2012.
26 Lupita, por ejemplo tiene « cinco hijos, dos pares de cuartes y una niña”.
27 Entrevista de la autora con Gladiss, Hermosillo, octubre de 2012.
28 Ibid.
29 Ibid.
30 Ibid.
31 Entrevista de la autora con Rubi, Hermosillo, abril de 2013.
32 El encargado de cobrar el servicio proporcionado por las « sexoservidoras » a los clientes.
33 Entrevista de la autora con Gladiss, Hermosillo, octubre de 2012.
34 Cuando a las chicas se las llama por teléfono para que vayan a un hotel o a casa de un cliente.
35 Entrevista de la autora con Gladiss, Hermosillo, marzo de 2013.
36 Entrevista de la autora con X, Hermosillo, marzo de 2013.
37 Entrevista de la autora con Gladiss, Hermosillo, octubre de 2012.
38 Entrevista de la autora con Gladiss, Hermosillo, marzo de 2013.
39 Entrevista de la autora con Rubi, Hermosillo, marzo de 2013.
40 Entrevista de la autora con Gladiss, Hermosillo, octubre de 2012.
41 Id.
42 Entrevista de la autora con Gladiss, Hermosillo, octubre de 2012.
43 En la actualidad, Susi ha dejado el oficio del sexoservicio. Ha vuelto a trabajar para Telcel y se ha matriculado en un curso para ser educadora.
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