Aragón y el sur de Francia a través del Pirineo Central : historia de una relación económica en el siglo XIX
p. 373-413
Résumé
Las relaciones económicas entre Aragón y Francia a través del Pirineo Central, superando un Pirineo que unía más que separaba, y leyes y gobiernos, muestra una comunidad de intereses en la que las comunicaciones y los viajes (por caminos, carreteras y ferrocarriles, de emigrantes, exiliados, pirineistas y aventureros, comerciantes, contrabandistas y turistas hacia Pau, Lourdes y los balnearios), reflejan apasionada intensidad y estima mutua. La nueva política aduanera de la segunda mitad del XIX no impide el comercio vinícola, entre la filoxera y el « coupage », y los acercamientos se prolongan hasta la exposición Hispano-francesa de Zaragoza en 1908.
Texte intégral
Ejercer la vecindad
Introducción
1« ...el Pirineo no es en absoluto una cordillera homogénea ni en cuanto a su relieve, ni a su clima ni a su vegetación y a sus suelos ; es una cordillera de contrastes y paisajes muy distintos y alberga una población que no se distribuye de forma homogénea ni ha desarrollado en consecuencia actividades económicas similares en los diferentes sectores »1.
2Sin embargo de esa diversidad, el Pirineo es una gran región, perfectamente definida y caracterizada. Una región, como veremos, que no depende para serlo de leyes y autorizaciones políticas, que vive su propia vida durante siglos. Para poder enmarcar adecuadamente el comercio entre las tierras al norte (el sur de Francia) y al sur del Pirineo (Aragón), es preciso recordar lo que significa ese enorme ecosistema, las relaciones de vecindad establecidas desde milenios entre las gentes de una y otra vertiente, los problemas de comunicación, pero también los políticos, sociales y culturales. Las migraciones, los tratos y usos, incluso los estereotipos con que unos u otros se contemplan.
3También la gran divergencia que se produce precisamente a lo largo del siglo XIX, tras centurias de una relación intensa, apacible, bien regulada aunque poco dependiente de los gobiernos. Porque es precisamente a lo largo del siglo XIX cuando, mientras que el Midi francés crece y se desarrolla, va a comenzar en el Pirineo aragonés un declive demográfico y económico que todavía se acrecentará en el XX, hasta casi nuestros días. Así lo ha señalado Vicente Pinilla, quien plantea que « le dépeuplement de la montagne aragonaise peut être compris seulement dans le contexte des transformations économiques qui ont lieu dans les pays occidentaux européens depuis le XIXe siècle, et dont les éléments centraux ont été l’industrialisation et la modernisation économique »2.
4Un trabajo muy reciente de Fernando Collantes explica que « el declive demográfico de la montaña española ha sido un proceso impulsado por el desequilibrio de los niveles de bienestar entre las áreas urbanas y unas comarcas rurales con estructuras económicas poco diversificadas, bajos niveles de renta y acceso deficiente a numerosos equipamientos y servicios ». Un cambio, pues, estructural, que se produciría en el Pirineo antes que en otras zonas españolas de montaña, ya que « a la crisis de la ganadería ovina trashumante se unió la intensa atracción ejercida por los cercanos núcleos industriales vascos y, sobre todo, catalanes sobre unas comunidades campesinas con gran tradición de movilidad estacional y temporal »3.
5Aun así, no dejará de sorprenderos que siendo Francia para España su principal socio, la relación sea relativamente escasa y pobre, en esta zona (remitimos a otros estudios sobre los pasos vasco y catalán, vías más baratas y accesibles y que abren las puertas a las dos comunidades más dinámicas y ricas de España). De modo que, precisamente cuando aparecen en el horizonte los nuevos caminos de hierro, éstos encuentran (sobre todo en la vertiente española) serias dificultades y retrasos ; la articulación económica no sólo avanza lentamente a través de las montañas, sino que se complica y quedan marginadas muchas de estas zonas, dándose una clara decadencia comercial en los valles aragoneses. Porque, además, el cambio que se va produciendo en el tipo de productos, hace ese comercio más engorroso. Por ejemplo, cuando se comerciaba con ovejas y luego con mulos, todos ellos iban caminando con sus propias patas. Pero eso no ocurre cuando se trata de vino o maderas, evidentemente.
6En realidad se constata, en el caso aragonés y en su relación con la Francia ultrapirenaica, la « muerte » de un sistema, un mundo, y la aparición de otro, mucho menos cerrado, mucho más condicionado por influencias ajenas. La vieja interacción irá perdiendo peso por muy diversas y complejas razones, y todos los asuntos, incluidas las tradicionales relaciones comerciales, se irán reorientando. Eran, y se han agudizado notablemente en ese siglo XIX, dos economías con niveles de desarrollo muy distintos y que evolucionan a distinto ritmo. La Francia industrial vence y se aleja del Alto Aragón todavía eminentemente ganadero y artesano.
Las comunicaciones y los viajes
Caminos y carreteras
7Como es sabido, Napoléon creó en 1811 las célebres rutas imperiales, de las que diez hacían referencia a la zona de los Pirineos franceses. Ana Escalona ha señalado, por su parte, para la comunicación franco-española, « dos itinerarios centropirenaicos que constituyen una excepción y que atrajeron la atención de las respectivas administraciones. Por un lado la carretera del puerto de Somport (abierta tras la terminación del tramo español en 1877), la única de rango nacional construida durante el s. XIX. Por otro, la carretera del Valle de Arán, mucho más tardía, abierta como eje internacional fundamentalmente tras la construcción del túnel de Viella (1948) »4.
8La oportunidad coyuntural, la « renta de situación », se da, durante el conflicto carlista, cuando los ingleses optan por el Pirineo Central, como más seguro : « La précarité sinon imposibilité des relations avec Madrid par la route normale d’Irun à Vitoria, pendant toute la durée de la guerra, avait amené le Foreign Office... sur les instances de Harvey, à adopter pour ses couriers la voie qui, par Pau et Oloron, atteint la haute vallée d’Aspe et le Somport... Cette route était également empruntée par les diplomates, les hommes d’affaires et les simples touristes »5.
9Según Decomble, « en el año 1838, la Administración francesa, por mucho tiempo inactiva, se preocupa por fin de ejecutar el decreto de 1811 en lo relativo a las carreteras pirenaicas »6. En efecto, en el II Imperio, va a haber importantes mejoras en toda el área pirinaica francesa : es en 1860 cuando tienen lugar la « construction vertigineuse du pont Napoléon sur le Gave de Pau entre Saint-Saveur et Luz, et décision impériale de réaliser la route thermales ou route des cols entre Luchon et la vallée d’Aspe...[qui] constitue la première opération intégrée d’aménagement touristique de cette ampleur »7. Y también, pensando en la vertiente sur, está, como recuerda L. Laborde-Baleu, « le projet d’une grande route Paris-Madrid par Pau, Oloron et Saragosse, ordonnée par Napoléon 1er en 1808, et repris para Napoléon III qui fait ériger, en 1861, une stéle au col ; mais la chaussée ne suivra qu’en 1877, sous la IIIe République »8.
10Pero el viaje por carretera era penoso todavía en los años setenta del XIX en la zona española. De Zaragoza a Panticosa, camino hacia Francia, cuenta Saint-Saud : « las dieciocho horas de diligencia dejan un recuerdo imborrable. Diez mulos de dos en dos y atizados con una sarta de gritos incesantes que con la fusta, hacen que el vehículo ruede a una velocidad de vértigo ». Y de Panticosa a Gavarnie, por Brazato, Cerbillonar y Plano de Alba, casi otras dieciocho horas de caminar9.
11De gran importancia es la mejora viaria. Así, Wallon explica cómo « desde que se abrió la carretera internacional del Somport, Villanúa ha alcanzado una gran prosperidad. Más de una casa principal sirve de intermediaria para el tránsito de mercancías entre ambos Estados. Para evaluar la importancia de este tráfico basta considerar el número de “carros” que llenan las calles del pueblo »10.
Los viajeros. Excursionistas y pirineistas
12En el siglo XIX son numerosos los viajeros por una y otra vertiente11. En la española, en 1838 viaja por el Pirineo y Aragón el francés Gustave d’Alaux, quien encomia detallista « una buena fonda, donde me reconcilié con la cocina aragonesa ». Y describe también el inmenso y señorial dormitorio y « el detalle más característico de los viejos interiores españoles, detalle que por cierto se hace cada vez más raro por la influencia de las modas francesas y que ya casi sólo se encuentra en Aragón : unos fragmentos de cristal de Venecia engarzados en madera y pegados a la pared12 : « En 1843 viaja Victor Hugo a los Pirineos, que evocará en breves descripciones de su paisaje y sus gentes, así como de sus trabajos para la supervivencia : « Cuando los migueletes y los contrabandistas españoles llegaban de Aragón por la brecha de Roldán y por el negro y horrible sendero de Gavarnie, divisaban de pronto en el extremo de la garganta oscura una gran claridad, como es la puerta de una bodega para los que están dentro »13.
13De 1845 es el conocido viaje de Richard Ford quien da cuenta no sólo de los bellos paisajes y difíciles pasos, sino también de « una posada decente cerca del Puente » en Biescas ; desde Panticosa llega a El Escalar, donde también « en el verano hay una posada francesa decente, que regenta un cierto Michel » ; en fin, « Antonio Sánchez tiene una fonda decente en Fanlo, y se muestra muy deseoso de agradar a sus huéspedes. Por dos buenas comidas y una cama cobra un dólar diario, y el cordero es excelente »14.
14Ya en 1864 había clamado Cénac-Montaut por abordar transversalmente la gran cadena montañosa con carreteras, caminos de carros : « la restauration et le gouvernement de Juillet avaient bien fait quelques tentatives dans le but d’améliorer cet état de choses ; ils exécutèrent quelques kilomètres de routes carrossables vers la frontière, dans les vallées les plus faciles » [entre ellos el de Oloron a Urdos]... Mais l’indifférence de l’Espagne, les troubles politiques de ce malhereux pays, rendaient ces travaux à peu près infructueux, en les privant de toute issue vers l’Aragon et vers la Catalogne. Ces provinces n’offraient que des sentiers à peine accesibles pendant six mois de l’année à des mulets légèrement chargés ».
15Reconoce que en los últimos años, de paz y mayor prosperidad, las cosas van cambiando. Pero, decidido partidario de mejorar esas comunicaciones, advierte de que « l’absence de toute voie de communication entre la France et l’Espagne à travers les Pyrénées a placé jusqu’à ce jour les départements sous-pyrénéennes dans la situation la plus fâcheuse et les a retenus dan un état d’infériorité deplorable en égard de la plupart des autres contrées de l’Europe15 ».
16Sin embargo, da cuenta con entusiasmo de lo que está en marcha : la ruta a España de Cauterets a Panticosa, la del valle de Luchon, la de Tarbes a Aragón por Gavarnie ; la principal carretera, la de Paris-Zaragoza-Madrid, cuya prolongación hasta la frontera avanza en ese lado : « les tracés son faits jusqu’à l’extremité du territoire français, et dans de si bonnes conditions que les rampes n’auront que cinq pour cent jusqu’à la hauteur de 1.700 mètres, el huit per cent de ce point au sommet du port ».
17En cuanto a España, se trabaja en la zona del Cinqueta, donde han encargado el trazado a un ingeniero de Tarbes. En concreto, « l’Aragon vient d’emprunter huit millions de francs afin de terminer les routes de la province ; celles qui se dirigent de Saragosse sur les Pyrénées recevront une bonne partie du produit de l’emprunt, et certes, la route de Barbastro à la vallée d’Aure peut compter sur une allocation notable. Cet ligne fut, à toutes les époques, la plus commerçante des Pyrénées aprés celle d’Oloron à Jaca ».
18Sobre ésta, además de haber llegado a Urdos y trabajarse con gran actividad hasta la frontera asegura que « l’inauguration de la voie, du côté de l’Espagne, suivra de près celle de notre versant ». Y añade que « l’ouverture de la voie carrossable supprimera d’antiques usages que les historiens trouvent pleins d’intérêt, mais que le commerce estime tout aussi gênants qu’onéreux ».16 En efecto, « hacia 1880 se había terminado ya la carretera que seguía la tradicional ruta del Somport... En cuanto a los demás valles del Pirineo Central... de Este a Oeste se habían construido la que seguía el curso del Segre hasta la Seu d’Urgell, la de los Pallars hasta Sort, la del valle del río Ésera hasta Broto, y las del Gállego y el Aragón hasta la frontera. No obstante, ese año todavía carecían de conexión a la red algunas poblaciones importantes de los valles mas altos, como Puigcerdá, Esterri d’Aneu, Viella (aunque esta última estaba contectada con Francia), Benasque, Plan y Bielsa, así como algunos valles en su integridad, como el del Isábena y el de la Noguera Ribagorzana »17.
19Muy notable información poseemos a partir de los textos de los principales pirineistas franceses que, aunque los hay desde fines del XVIII, resultan especialmente frecuentes en las tres últimas décadas del siglo. Para Eduardo Martínez de Pisón, « la tradición del termalismo en el lado francés del Pirineo y su moda en el siglo XIX, crearon un nicho social, turístico, viajero y cultural, además del curativo, que acabó por desarrollar cierto excursionismo. De él, por un lado, pero también del espíritu científico y romántico de personalidades como Ramond y de la obvia influencia del alpinismo, nació esta vertiente, progresivamente más montañera, del « pirineísmo »18.
20Las organizaciones pirineístas surgen a partir de 1874, en que se crea el Club Alpin Français (que desde 1876 cuenta con sección en Toulouse, Burdeos ; 1881 en Perpignan ; 1886 Pau y 1898 Bayona). En Barcelona se crea en 1886 la Associació Catalanista d’Excursions Científiques y en 1878 la Associació d’Excursions Catalana19.
21Por una reciente edición antológica en español sabemos de los viajes de A. Lequeutre, Franz Schrader, E. Wallon, A. de Saint-Saud y Albert Tissandier. De sus relatos, además de numerosa información sobre picos, dificultades de acceso, bellezas paisajísticas, etc., obtenemos otras sobre la existencia y calidad de los alojamientos, alimentación, guías, y otros muchos datos.
22Los alojamientos eran, o bien profesionales, o bien casuales. En todos ellos se obtiene, por lo general, amable acogida, buena comida y barata20, y bastante limpieza21. En ocasiones se encuentran buenas posadas o fondas22. También son frecuentes las bordas y refugios. Y en muchos pueblos no falta una familia campesina, por humilde que sea, que ofrezca cobijo23. En otras, son recibidos los viajeros por los señores de los pueblos, los ricos24. Por esas descripciones conocemos algunas casas principales, con frecuencia hospitalarias25. Muchas veces un viajero se beneficia de los consejos y amistades de los anteriores26.
Pau, Lourdes y los balnearios
23Aunque la mayor parte de los viajeros lo son por obligación profesional (transportistas, comerciantes) ya hemos visto que otros muy destacados viajan por deporte, excursionismo, aventurerismo. Es precisamente, en la zona norte, francesa, donde el turismo va a desarrollarse tempranamente, con una excelente red hotelera, al impulso del termalismo y el pirineismo27.
24El Pirineo francés, tuvo siempre un gran atractivo sobre los territorios vecinos, por su belleza, sus balnearios28, y, desde un cierto momento, la hermosura de la ciudad de Pau. Como ha explicado Tucoo-Chala, desde 1875 será ésta la capital pirenaica del « gran turismo de invierno », atrayendo sobre todo a turistas ingleses, aunque no faltan los de otros países, incluyendo, claro, aragoneses. Pero hacen estancias breves. Para retenerlos se hacen muchos proyectos (paseos, zonas de deporte, casino, teatro...) y se anima también a un creciente turismo de verano. Sin embargo, cree que « on a souvent estimé que les réalisations sont arrivées trop tarde », como en los casos del Boulevard des Pyrénées y el Palais d’Hiver...29 Ello supone un gran esfuerzo presupuestario, ya que « avec le Boulevard du midi, le Théâtre, le Parc Beaumont, le Boulevard des Pyrénées, le Palais d’Hiver, viennent les investissements strictement touristiques représentant plus de cinc millions entre 1864 et 1900 »30.
25Un caso espectacular de atracción turístico-religiosa es el de Lourdes, tras hacerse públicas las apariciones de la Virgen en 1858. Françoise Vergez explica que « en 1858 la ciudad de Lourdes es eclipsada por Bagnères-de-Bigorre, que reunía gracias a las aguas termales 8.885 habitantes », mientras aquélla apenas tenía 4.282 el año anterior a las célebres apariciones. Luego, el ferrocarril ligará a Lourdes con las redes francesas y comenzarán a llegar las multitudes (Baumont asegura que en 1899 eran unos 550.000 los peregrinos, de los que unos 160.000 llegaban por tren)31. En el cambio de siglo la ciudad alcanza 8.708 habitantes (se ha más que doblado) y los hoteleros y fondistas han pasado en 26 años del 0,9 al 32,5 por ciento de la población activa, además de haberse desarrollado notablemente el comercio32.
26En cuanto a los balnearios de la parte española, y aunque figura entre los diez más visitados, en el de Panticosa « la presencia de extranjeros, sin embargo, a diferencia de lo que ocurría en los balnearios europeos más importantes, era muy reducida : ... nunca llegaron al 1,5 % del total »... « Esta reducida presencia se debía, sin duda, a la dificultad e incomodidad de las comunicaciones y a la deficiente oferta hotelera y de entretenimiento, si se la compara con la de los grandes balnearios europeos que, de hecho, atraían también a una importante clientela española. No obstante, por el Balneario pasaba todos los años un número variable de « transeúntes », la mayoría de ellos excursionistas franceses e ingleses que pernoctaban una o dos noches para seguir luego su marcha, y cuyo número suponía, ocasionalmente, más del 4% del total de clientes »33.
27Por su parte, José Seco Baldor en un artículo en El Siglo Médico en 1863, se extrañaba de la escasez de bañistas extranjeros : « En Panticosa no se ve, ni por casualidad, un enfermo extranjero : cosa tanto más extraña cuanto que la mayor parte de los sirvientes del establecimiento son franceses y que todos los años vienen allí por curiosidad y distracción algunos extranjeros y que, a la ida o a la vuelta, pasan por Francia muchos de los enfermos españoles »34.
La era del ferrocarril35
28El tema de la comunicación ferroviaria por el Pirineo (bastante estudiado, y del que, por lo tanto, hacemos un breve estado de la cuestión) surge tempranamente en Francia, en 1842 : « El Gobierno había decidido poner a París en comunicación directa, por vía férrea, con todos los países vecinos ». En España, sin embargo, las cosas están mucho más inmaduras, y el Pirineo central quedará al margen de esta gran innovación dependiendo en gran medida de los medios tradicionales : « Como consecuencia de ese aislamiento, la influencia de la industrialización de las áreas cercanas a la cordillera llegó muy mitigada a la mayor parte de los valles »36.
29También la petición del transpirenaico por Canfranc data de mediados del XIX. De una parte, y como ha recogido López Novoa, está la « extensa y razonadísima memoria publicada en París el año 1853 en apoyo del proyecto presentado por Mr. Juan Barrande para que dicho camino de hierro internacional se dirigiese de Tolosa a Zaragoza y Barcelona por el subterráneo o túnel de Glére, Benasque y Barbastro » : está próxima a prolongarse la gran vía París-Limoges así como la París-Clermont-Ferrand, con lo que Tolosa está llamada a desempeñar en un porvenir muy próximo, para todos los caminos de hierro que cruzando el Mediodía deben unirla a todos los grandes centros políticos, industriales y comerciales... un papel análogo al que Malines [sic] desempeña respecto a los caminos belgas... Todo proyecto de una vía internacional para unir a Francia y España tiene, pues, como punto obligado de su trazado la capital del Mediodía... Consideren ahora los barbastrenses, aunque sólo sea por un momento, la distinta suerte de su patria si por haberse realizado o llegar a realizarse en lo que aún cabe este proyecto, hubiera sido esta ciudad el nudo de la red de ferrocarriles españoles »37.
30En esa misma fecha de 1853, la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País envía a la Reina un memorandum en el que, tras numerosos argumentos, concluye que « espera con la mayor confianza que mande practicar inmediatamente estudios desde Zaragoza a Canfranc y que suspenda toda operación con respecto al ferrocarril del Norte. El día en que así se determine va a ser de júbilo para Aragón ; lo va a ser también para los distritos de Oloron y Pau ; por primera vez quizás, se verá que pueblos a este lado y allende de los Pirineos, se regocijan simultáneamente con una providencia del Gobierno español »38.
31El problema estaba en la lentitud del trazado por el Norte de Aragón, ya que, como ha precisado el Prof. Tucoo-Chala : « Le chemin de fer arriva à Pau en 1863, à Oloron en 1866. Beaucoup comptaient sur lui pour surmonter la crise dont le pays n’était pas complètement sorti despuis 1846. Dans l’immédiat, la main-d’oeuvre locale, en proie à un chômage endémique, ait ainsi du travail. Mais rapidement, on s’aperçut que le chemin de fer plaçait le Béarn dans une situation difficile, aucun transpyrénéen n’ayant été prévu. Vouloir mantenir avec l’Espagne un commerce qui, par le Somport, se faisait à dos de mulet ou par charrette était, à l’époque du chemin de fer, une entreprise insensée. Tout le traffic franco-espagnol fut détourné au profit de la voie ferré Bayonne-Irun. Les Pyrenées devinrent une muraille et le Béarn un véritable cul-de-sac »39.
32En el mismo sentido se había manifestado, precisamente en 1864 Cénac-Montaut, quien observa que con el ferrocarril « le commerce s’est transporté tout entier à Perpignan et è Bayonne », por lo que teme que, como no existe un sistema ferroviario pirinaico, quedarán « dans l’isolement les vallées des Pyrénées centrales, vallées si intéressantes cependant par leur grande population et les ressources énormes qu’elles possèdent en bois, marbres, mines et eaux minérales ». Y eso que, a la vista de la gran mejora en las carreteras, en especial la del Somport, calcula que aumentará « l’échange des laines et du drap, du vin et de bestiaux, des mules et des céréales, autrefois si considérable sur ce point [qui] avaiet développé une grande prosperité dans les villes d’Oloron et de Jaca ». Porque, enfatiza impaciente : « Qui dit commerce, dit transaction. Quel transit pourrait exister dans un pays ouvert au nord, mas complétement fermé au sud ? »40.
33En cuanto a enlazar por ferrocarril por el centro del sistema montañoso, es pesimista : « il a été question, mais d’une manière assez superficielle, il est vrai ». Y señala los cuatro grandes proyectos : de Saint-Girons a Lérida ; de Tolouse por Barbastro a Zaragoza (« mieux accuelli par le commerce de Toulouse ») ; de los Altos Pirineos por el valle d’Aure y otro por Gavarnie. Y se hace eco de que « la province d’Aragon paraît attacher une grande importance à l’execution de l’un de ces projets. Elle demande avec instances que le gouvernement concède cette ligne à une compagnie. Récemment encore les deputés aux Cortes ont adressé à la reine une pétition collective dans ce but ; mais jusqu’ici toutes les démarches sont restées infructueuses »41.
34Sin embargo, y a pesar del impulso y clarificación que supone la ley española de 1855 (semejante a la francesa de 1842), hasta 1864 no va a Francia una delegación de ingenieros españoles que regresan al año siguiente con un informe. Por entonces, todavía no está claro si se trata de abrir en los Pirineos centrales una línea férrera o una buena carretera... El asunto parece concretarse en 1880, cuando España decide que sólo desea una vía por el Pirineo central. Las cosas comienzan a moverse : un Real Decreto de 14 de octubre de 1881 autoriza el ferrocarril de Huesca a la frontera por Canfranc y subvenciona con 60.000 pesetas el kilómetro.42 Hay protestas en la zona de Lérida, que se siente relegada. El 6 de octubre de 1882 la Sociedad Anónima Aragonesa que promueve la línea, recibe la concesión. La primera meta, el tramo Huesca-Jaca, es inaugurado el 1 de marzo de 1883 (110 km de largo rodeo buscando valles accesibles).
35En un interesante informe de M. de Arellano, de 18 de febrero de 1884, presentado a la sesión correspondiente de una conferencia internacional sobre el tema, se indica que « hasta donde llega la memoria humana, la comunicación natural entre Francia y España por los Pirineos Centrales, ha sido el paso por Somport y Canfranc. Recientemente, la construcción de una carretera, la única existente en el centro de los Pirineos, ha sido impuesta por el tráfico a servir en esta zona, y éste se ha desarrollado en proporciones tan extraordinarias que el movimiento comercial, que era antes de tres o cuatro mil toneladas, pasa hoy de cincuenta mil toneladas ».
36Se queja del empeño en desviar esta « corriente natural del comercio » por varios ramales o bifurcaciones (embrenchements). Estudios franceses demuestran que con un gasto parecido al de cruzar los Alpes, los ingresos van a ser mucho menores43.
37Esas y otras mil dificultades, entre las que no son menores el poco interés de los dos gobiernos español y francés44, la condición de paso fronterizo, las dificultades técnicas, el escaso presupuesto, las protestas de la Cámara de Comercio de Toulouse y otros intereses del Midi, la crisis del cambio español, los problemas aduaneros españoles de 1892, la reducción del tráfico por el proteccionismo, retrasarán la terminación y el enlace con el ferrocarril francés, hasta 192845.
Los movimientos de personas. Emigrantes y temporeros46
38Tras la Guerra de la Independencia y el primer periodo absolutista, durante el ominoso decenio -último de reinado de Fernando VII- que sucede al Trienio liberal, los más señalados ilustrados o protoliberales padecen persecución y el exilio es con frecuencia, la forma de evitar la muerte. En muchos casos van a Francia, como ocurre con los célebres aragoneses Goya, Braulio Foz, Alejandro Oliván, Agustín de Quinto o José Mor de Fuentes, que llega a residir en Francia un largo periodo, 1833-183647.
39Otra emigración de importancia tiene lugar en los años treinta y cuarenta : son carlistas derrotados, que se exilian a Francia. Según Larrieu, a partir de 1839 la cifra global de españoles es de unos 27.000, si bien luego muchos se acogen a la amnistía de noviembre de 1840. De hecho, en Toulouse que recibió a la cuarta parte de aquélla cifra, 7.190 refugiados, a mediados del siglo hay algo menos de 2.000 extranjeros, que se duplican en 1872 ; los españoles son casi siempre en torno al 80 % del total48, de muy diversa condición social49. Sin embargo Plegat da cuenta de que tres décadas después, en 1872, sólo ocho de los 1414 extranjeros censados en Toulouse (de los que 423 españoles), se habían nacionalizado50.
40Pero la pulsión emigratoria continuó y aumentó, en las últimas décadas del siglo ya por razones económicas. Una Real orden de 16 de septiembre de 1853 autorizaba la emigración, sin más precauciones que las puramente sanitarias. Algo después, El Eco del Pirineo Central se queja de la « desmembración de las fuerzas vivas del país » : « el resorte y el medio único para contener la emigración a Francia de altoaragoneses del partido de Jaca, o lo que es lo mismo de la provincia de Huesca, es la construcción de carreteras y del ferrocarril de Canfranc, esto es, la apertura de vías de comunicación con el interior y el exterior... [y, en resumen] fomentar y desarrollar los elementos de riqueza que encierra el país aumentando la producción [para] dar salida fácil y cómoda a la producción actual y riqueza creada »51.
41Del mismo tenor son los artículos sobre el tema de El Pirineo Aragonés, que en 1882 se queja de « las asombrosas proporciones » de la emigración de la zona. Siete años más tarde, tras asegurar que « las emigraciones temporales están casi limitadas al mediodía de Francia », añade que « en casos excepcionales se justifica la emigración, pero no en manera alguna en otros muchísimos, hijos de la ambición, del engaño y del espíritu aventurero »52.
42Más templada es la descripción que hace Violant y Simorra quien, además de destacar la frecuencia de traslados permanentes de navarros y aragoneses al sur de Francia, recuerda las emigraciones temporales : « las chicas ansotanas acostumbraban emigrar, durante el invierno, a los vecinos valles franceses, en donde pasaban unos siete meses dedicadas al oficio de alpargateras, acostumbrando regresar en el mes de mayo... Los mozos aragoneses solían emigrar a Francia, a ocuparse en trabajos públicos o en grandes explotaciones agrícolas, ahorrando con ello algún dinero. Generalmente éstos eran los hijos de cabaleros o hermanos del heredero, que así se preparaban un peculio para casarse »53.
43Las tradicionales emigraciones temporales o « golondrina », de braceros aragoneses a trabajar en la vendimia o recolección, « han sustituído la carencia del progreso técnico, y permitían mantener en los valles pirenaicos unas densidades demográficas elevadas, sin necesidad de recurrir a la sobreexplotación del medio físico, que hubiese precipitado la crisis hombre-recursos en el ecosistema pirenaico ». De modo que « continúan pasando el invierno en Francia, quizá con más frecuencia que antes de 1862, ya que al potenciarse ciudades industriales al pie de los Pirineos franceses se incrementan los puestos de trabajo, a los que acuden desde la vertiente española »54.
44Pero, en todo caso, está claro que « la persistencia e intensidad de saldos migratorios negativos es la explicación fundamental del retroceso demográfico del Pirineo aragonés. Entre 1877 y 1990 el conjunto de la provincia de Huesca tuvo una tasa migratoria negativa, que superó ampliamente el crecimiento natural de la población. Esta tasa migratoria negativa fue entre 1877 y 1900 la más elevada de España »55.
45Por contra, era también, desde siglos atrás, muy fuerte la emigración temporera francesa de las zonas pirinaicas a España, de noviembre a mayo. En concreto, a comienzos del XIX, sólo de un lugar, Ramond estima que eran « 700 ou 800 le nombre des habitants de Campan qui vont annuellement exercer “divers métiers” en Aragon »56. Es una emigración cualificada.
46Témime asegura que a mediados del siglo no hay en la zona central del Pirineo empresas francesas de tipo artesanal o industrial57, aunque Cénac-Montaut aprecia un claro impulso de progreso en la zona francesa, y un notable atraso en la española.
47Otros intentos de penetración económica son los mineros. En 1853 atraviesa Aragón y recorre los yacimientos mineros de Utrillas el geólogo francés Ed. de Verneuil ; algún tiempo después lo hace H. Coquand, Director del Instituto Industrial de Marsella, enviado en comisión especial por Napoleón III58. Mucho después, a fines del siglo, sabemos, por una parte, que « los explotadores de una mina situada cerca del lago de Urdiceto construyeron un camino hacia el puerto del mismo nombre para llevar el mineral a Francia » ; y por otra, que en 1898 el ingeniero de caminos Blas Sorribas pensó en unir las minas de Parzán con Pierrefitte (Valle de Gavarnie) pasando por Heas, gracias a un cable aéreo que cruzaría la frontera a la altura del canal de Estaubé, en el puerto de la Munia o en el puerto de Torumouse » transportando los minerales que explotaba a lo largo de 30 kilómetros en las minas de Liena, Mener y Mallo Ruego59.
48Un caso de « vendedores ambulantes », aunque singularmente cualificados, es el de los fotógrafos. Alfredo Romero ha estudiado cómo en los años cuarenta y cincuenta del siglo XIX, « fueron los daguerrotipistas ambulantes, procedentes de la vecina Francia, y los ópticos alemanes y franceses quienes vendrán a instalar sus gabinetes ocasionales de fotografía para retratar « al distinguido e inteligente público » y engrosar las arcas de su ya próspero negocio... hasta que a mediados de esos años cincuenta empezaron a instalarse en las principales ciudades »60. Más tarde será la gran época de artistas aragoneses o franceses como Anselmo María Coyne (de familia de origen irlandés, afincado en Francia dos siglos antes, en Zaragoza desde 1878), L. Briet y otros61. O casos de relojeros franceses establecidos también en la capital regional, como Clovis Feunet, de Besançon, con quien trabaja desde 1863 Manuel Ricol Giner, uno de los pioneros del ciclismo.
49De origen francés son algunos comerciantes e industriales instalados en Aragón. Un caso emblemático es el del comerciante de Zaragoza, Juan Bruil y Olliarburu, « posiblemente el representante más importante de la burguesía aragonesa del siglo XIX », en opinión de J.A.Biescas, miembro de una familia de origen francés62 dedicada al comercio63. Era este sector el principal de la ciudad, si advertimos que aportaba algo más de la mitad de la recaudación tributaria, y « dentro del sector, el grupo más consistente y más vinculado a la alta burguesía comercial e industrial (harinera) es el dedicado a actividades financieras y a negocios especulativos (grano), prestamistas, administradores, agentes de negocios »64. Los negocios de Bruil se vieron notablemente incrementados con la compra de bienes nacionales, a raíz de la desamortización de Mendizábal, lo que le convertiría rápidamente en uno de los más ricos de su ciudad65.
50En cuanto a los industriales, el más célebre de todos los de la segunda mitad del XIX, Antonio Averly, procede de Lyon. Tras organizar en comandita la Maquinista Aragonesa, pronto dirige la empresa que lleva su propio nombre, calificada de « madre de la mayor parte de las de su clase en Zaragoza », un taller de fundición importante fundado en 1855 y donde se construyen todo tipo de máquinas : prensas hidráulicas para extracción de aceite de oliva, prensas de uva, desmenuzadoras, lavadoras centrífugas, turbinas y bombas hidráulicas, maquinaria de molinería y panadería, e importantes elementos de construcción (columnas artísticas, puentes de hierro, etc.) y de ornato urbano (faroles, bancos, fuentes públicas) y obras artísticas66.
51El problema de la ubicación fabril y la competencia con Francia aflora ya en Madoz, quien al hablar de la provincia de Huesca recuerda cómo « entre todos los ramos de ind[ustria] el que más ha sobresalido siempre ha sido el de la construcción de peines de boj, que ha habido épocas en que se despachaban hasta más de 200.000 docenas en un año : en el día está muy decaída, porque introducida modernamente una máquina y establecida precisamente en el mismo puerto de Francia cerca de Canfranc, aunque no es más que ficticia la bondad de la obra, es preferida a los peines construidos a mano por los artistas que no pueden competir con aquel establecimiento ; por manera que apenas tienen salida las 45.000 docenas que proximamente se elaboran cada año en la actualidad ».
52Luis Germán explica que « en 1864 se estableció en Zaragoza la primera fábrica de gas adquirida en 1870 por Mr. Genin, cuyos herederos constituyeron en 1893 una sociedad denominada Societé pour l’eclairage des villes de Biarritz et Saragosse (Espagne) »67. Para entonces, un autor francés afirma : « Des milliers de nos compatriotes sont établis comme fabricants, comme ouvriers d’art, au sein des villes de la Catalogne, de l’Aragon, de la Navarre »68.
53En otras ocasiones se trata de personas del lado español que representan intereses franceses. El caso más conocido es el de Basilio Paraíso, quien comienza en 1876 participando en un taller de vidrio, espejos y cristales, « La Veneciana », vinculado a la empresa francesa Saint-Gobain, y lleva a cabo una gran expansión por cuenta propia : en menos de diez años (1885) cuenta ya con 400 agentes en toda España69.
Los Pirineos, una comunidad de intereses
54Pero no es sólo una buena vecindad lo que vincula a las gentes de una y otra vertiente. Hay una histórica serie de derechos y privilegios, usos y costumbres, de los que vamos a hablar ahora, que han creado toda una cultura, una auténtica comunidad de intereses. Porque, « ... les Pyrénées n’ont pas toujours été une frontière. Espace complet et unique durant des siècles, ce n’est qu’à partir de la seconde moitié du XIXe siècle qu’elles assumèrent la fonction de frontière politique et économique »70.
55Es el de las facerías -acuerdos ancestrales sobre pasos y usos de pastos y otros- uno de los aspectos más míticos de las relaciones entre los valles de una y otra vertiente. Porque, como asegura Soulet, « les veritables maîtres de cet petit royaume de rochers et d’herbe, c’étaient, bien entendu, les bergers »71.
56Henri Cavailles (1910), desde el punto de vista histórico y Víctor Fairén (1956) desde el jurídico, son los principales expertos en las facerías pirenaicas internacionales. El primero, que centró sus estudios sobre la Edad Moderna, resumió así la cuestión : « Entre le royaume de France et le royaume d’Espagne, il a existé pendant les trois siècles de l’ancien régime une fédération pyrénéenne. Ce fut un Etat singulier qui n’eut ni capitale, ni gouvernement, ni armée, mas qui posséda des frontières, un droit public, une politique et des adversaires. Il reposait sur tout un ensemble d’accords permanents conclus entre vallées françaises et vallées espagnoles et qu’on appelait lies et passeries, traités d’alliance et de paix... Conventions pastorales et traités de commerce, les lies et passeries sont un des aspectes les plus curieux de la vie montagnarde, et, en cela, ils forment un chapitre indispensable de l’histoire économique et de la geographie humaine dans une grande région »... « Mais, quelle que fût leur action, il fût dès le début évident que la Confédération dont ils étaient le lien en vivrait pas. Les traités de lies et de passeries en pouvait être et en furent qu’une suprême protestation du particularisme montagnard contre la centralisation grandissante. Et le jour oú ils disparurent à leur tour fut la victoire des gens de la plaine sur ceux des vallées, le triomphe de l’unité sur l’esprit d’indépendance »72.
57Estos tratados, reducidos a partir de la segunda mitad del XIX, han conservado algunos rasgos hasta nuestros tiempos. Así lo constata Fairén (1956) quien, tras afirmar que « las facerías llegan a revestir carácter de convenios internacionales », muy destacadamente en lo referente a la ganadería, perdieron progresivamente su carácter político, si bien todavía a mediados del siglo XX « la economía de los lugares continúa teniendo marcados caracteres pecuarios ». De hecho, « la ordenación franco-española, que fijó las fronteras en el segundo tercio del siglo XIX, no podía omitir el debido respeto a las facerías... perduraba su espíritu y perduraba toda una serie de regulaciones sobre aprovechamiento de pastos, aguas, leñas, maderas, sobre pasos, sobre posibilidades de los habitantes de ciertos lugares... La línea fronteriza a trazar no podía desconocer lo que los Tratados en elaboración trataban de propugnar : las relaciones de buena vecindad, de complemento económico »73.
58Fairén realizó a mediados del s. XX una encuesta para ver qué quedaba de lo regulado en 1862 en todo el Pirineo. En el aragonés : derechos mutuos de paso en los valles de Ansó-Borce ; Ansó-Aspe ; Jaca (y su control sobre Astún, La Raca y La Raqueta) y valle de Aspe (Urdos, Cette-Eygun y Etsaut) ; en el valle de Tena, en especial las zonas o quiñones de Sallent y Lanuza, con el francés de Ossau, ambos con mutuo « derecho de refugio », y el de Azun ; o la de Panticosa con el valle de Saint-Savin. Las intensas relaciones entre los valles de Broto y Barèges y el uso común de las aguas del lago de Bernatuara, han desaparecido entre 1931 (las cita Cavailles) y 1956. Muy al margen de esas relaciones, por las dificultades de comunicación, se hallan los valles del Cinca, de Benasque o del Noguera Ribagorzana. También había desaparecido en 1862 la facería entre el valle de Aísa (municipio de Candanchú) y la Vésiau.
59Todavía hacia 1876 la ganadería era importante en el Pirineo aragonés. Schrader se admira de « un paraje más que sobrepasa en belleza al mejor rincón de los Pirineos franceses. Miles de corderos, de vacas, de mulos, colman cada hueco de este vasto océano de praderas »74.
60Claro que no siempre las relaciones eran de idílica buena vecindad, y los conflictos debieron de ser frecuentes, aunque no hayan quedado muchos testimonios y sí el mito facero. Así, sabemos que en Mauléon las autoridades hablan de una « antipatía innata » entre los pueblos fronterizos, por las muchas querellas de delimitación y los pactos incumplidos. Lafourcade señala cómo en la primera mitad del XIX subsisten las querellas pastoriles por los pastos : « Ils furent tellement violents de 1827 à 1856, qu’on les qualifia de guerre : ce fut la guerre dit des limites, qui se traduisit par des “carnaus”, cest-à-dire des saisies de bétail accompagnées de rançons et aussi... de coups de fusil »75.
61También es verdad y un tópico que « qui n’a pour toute garantie que la parole de l’Espagnol, attend ce terme en toute securité, et jamais, assure-t-on, un Luchonnais n’a eu à se repentir de s’être confié à la probité aragonaise ».76 En todo caso, los gobiernos de Napoleón III e Isabel II crearon comisiones bipartitas para discutir los puntos en litigio y firmar los tratados de límites ya mencionados. La firma final sobre las frontera se realizó el 11 de julio de 1868. Algún tiempo después, y como en la zona del Bidasoa seguían los conflictos, se creó una Comisión interrégionale des Pyrénées, en 1875, que seguiría funcionando más de un siglo77.
62Lequeutre, en 1871, al acceder a Francia desde Sallent, encuentra que « la frontera ni siquiera está señalada. Antes los pastos de la vertiente francesa estaban en manos de los españoles ; pero los franceses de Ossau les han robado tantas veces el ganado, matándoles los perros e incluso apaleando a los propios pastores, que los españoles acabaron por renunciar a sus derechos ; ahora son los ganaderos del Bearn los que disfrutan de los pastos »78.
63También hay constancia desde el otro lado : « De nombreuses zones restent en litige et entraînent encore au XIXe siècle des frictions et même des conflits ouverts entre les populations des deux versants »79.
64El benasqués Ángel Ballarín Cornel resume así el viejo lamento por una época sin fronteras eficientes y la llegada de éstas en el siglo XIX : « Durante mucho tiempo... los altos valles no se sintieron, en el aspecto económico, solidarios de sus reyes, y mientras éstos se hacían la guerra, aquéllos multiplicaban sus transacciones. Los gobiernos se opusieron a esto. La frontera política se convirtió en frontera económica. Al libre paso sucedió la vigilancia armada. El arancel hizo imposible el intercambio. Los valles de ambas vertientes tuvieron que volverse la espalda y dirigir sus actividades hacia sus respectivos llanos, a través de malas comunicaciones ».
65Como consecuencia señala : decadencia del comercio a través de los Pirineos y « la emigración golondrina a Francia, al final del siglo XIX... el periodo de mayor decadencia ». Y añade : « pero lo que consumó la decadencia del valle fue su incomunicación. Mientras por todas partes el tránsito se hizo por camino de herradura, Benasque conservó sus ventajas. Al mejorar las comunicaciones, las vías se establecieron teniendo en cuenta el coste y el tráfico de la zona que podían servir. Los altos valles necesitaban rutas costosas... Un momento, allá por los años 1880-1890, pareció que la fortuna iba a mostrarse propicia con el proyecto de ferrocarril directo de París al puerto de los Alfaques. El pueblo cantaba ya victoria... Mas no fue así, y el valle de Benasque vió cómo las líneas se tendían, a oriente y occidente, hacia la frontera, haciendo más trágico su aislamiento »80.
66Por otra parte, no olvidemos las graves consecuencias que las reformas del siglo XIX, sobre todo en su segunda mitad, tuvieron para los montes públicos. Iñaki Iriarte ha estudiado cómo la transformación de los derechos establecidos sobre los montes pirenaicos fue la consecuencia de su municipalización y control técnico crecientes, la privatización en otras ocasiones, en fin, la « desarticulación » del comunal81.
Ejercer el comercio
El comercio
Esplendor y recelos a fines del Antiguo Régimen
67Es evidente que comercio intrapirenaico ha existido siempre, y con mayor importancia relativa, quizá, en siglos anteriores ya que, como ha escrito J.R. Moreno, « todas las alternativas económicas y el desarrollo de la ganadería implican un desarrollo mercantil. No hay, pues, ninguna razón para hablar de autarquía... Además..., los Pirineos son una comarca de frontera, con todo lo que ello significa. Pierre Vilar, por ejemplo, ya señaló en su día que las fronteras pirenaicas fueron una de las principales fuentes ilegales de suministro de moneda de plata a Francia, a pesar de todas las prohibiciones. En los siglos modernos, la entrada de manufacturas francesas y de productos coloniales dotaba a la frontera de una carácter estratégico que sus habitantes, buenos conocedores de los pasos y de los caminos del norte de Aragón, de Cataluña, de Navarra supieron utilizar y utilizaron con intensidad »82.
68Contemplando la vida comercial pirenaica en larga perspectiva, escribiría Cénac-Montaut en 1864 : « Il y a cent ans, il y a des siècles, lorsque les routes carrossables n’existaient pas, lorsque tous les transports se faisaient à dos de bête de somme, on parvenaiet à introduire en Espagne et à rapporter en France, à travers les montagnes, un contingent de produits qui entretenaient une certaine activité relative dans ces contrées... »83.
69Por su parte, Soulet ha resumido así la situación, vista desde nuestros días : « Il faut, aujourd’hui, faire un bel effort pour imaginer l’importance qu’eut, pendant des siècles, le trafic entre la France et l’Espagne, atravers la chaîne pyrénéenne »84. Cuando, en 1783, Arteta de Monteseguro elogiaba desde Zaragoza las grandes ventajas de Francia, a imitar : sus ríos y canales navegables, como el de Languedoc y « otros diversos que se han construido en aquel Reino con pública utilidad y grandes ventajas de su comercio », se fijaba especialmente en que « el cuidado en el modo de preparar y conservar los vinos ha hecho florecer a la Francia en este comercio » ; su práctica comercial por la que « no reparan en pagar crecidos derechos de entrada en las provincias del Norte y otros de salida de Francia, seguros de que les compensa estos gastos la ganancia de este tráfico ». Tras ello, menciona la abundancia del comercio de aceite al vecino país ; también, y le parece excesivo, el de lanas del Pirineo, en especial las excelentes del Valle de Benasque, ya que « ni siquiera una libra de ellas queda en España : toda pasa a Francia, sin dexar otra utilidad fuera de la venta, que la de una real de plata por arroba que se paga en Benasque de lavar tres mil arrobas... » ; en cuanto al partido de Jaca, « es de los que más beneficia sus lanas, pues a excepción de dos mil arrobas que se extraen a Cataluña del valle de Ansó y otras dos mil de los valles de Serrablo, Broto y Tena, con ochocientas más de aniños, que se extraen las mil a Cataluña y las otras mil y los aniños a Francia... se benefician siete mil arrobas en ciento veinte y cinco telares ».
70Está Arteta, sin embargo, en contra de la prohibición de exportar, que sólo provocaría que Francia y los demás países se esforzaran por aumentar su producción ; en cambio protesta del contrabando de los excelentes tafetanes fabricados en Zaragoza : « si en lugar del comercio ilícito que ahora se hace a Francia de ellos, se destinan a este comercio, que será mucho más lucroso, no se contravendrá a las órdenes Reales y se evitarán los riesgos y peligros del contrabando » ; menciona también el azabache o carbón de Utrillas, enviado « por el puerto de Binaroz [sic] a Francia, en donde lo benefician »85.
71Diez años más tarde otro aragonés, Miguel Dámaso Generés, mercantilista con algunos matices, advierte de que para que no salgan los metales preciosos, quien « necesite proveerse de frutos y de materias simples de fuera del propio País, ha de procurar hacerlo por cambio y permuta de las suyas propias » . Elogia los vinos del Campo de Cariñena que, de cuidarse más, podrían competir con los de « Borgoña, Fontiñán, Montrache y Romaní de Francia » . Y propone cese el privilegio que los valles de Serrablo, Broto y Tena tienen sobre sus lanas, pagando cuatro reales de derechos y no quince como los demás, « por cuyo motivo sale fuera gran parte, y quiera Dios que a revueltas no se extraiga mucha más, bautizada por lana fina de dichos Valles » . Como soluciones, apunta la prohibición de exportar, o la más inteligente de fomentar manufacturas en las cercanías. En fin, evoca la admiración que despierta lo francés en Aragón, donde « vestido que no salga de la mano y tigera de un Sastre Francés es de tan mal corte que parece propio del tiempo de las calzas atacadas... ¡ Oh, y quantas veces estos insensatos compran gato por liebre ! ... »86.
72Por su parte, Ignacio J. de Asso estima que a fines del s. XVIII el comercio de la lana con Francia, ocupa un « lugar preeminente, por la abundancia y diferencia de calidades, que la hacen apetecible de los estrangeros. Su extracción para el Bearne, Gascuña y Languedoc viene ya de tiempo antiguo », contra el deseo de los más acérrimos mercantilistas de prohibirlo. De hecho, protesta, « en el día se han aumentado tanto los derechos de salida, que cuasi igualan el valor de la churra o montañesa. Este crecimiento, y la providencia de precisar a los montañeses confinantes con Francia a venir a adeudar los derechos de la Aduana de Zaragoza, ha disminuido en tanto grado la extracción de la lana que en 1792 no bastó su producto para los sueldos de los empleados en este ramo »87.
73Por el lado francés, una interesante « Mémoire des negociants d’Oloron sur le commerce avec l’Espagne » de 26 de abril de 1788, concluye de este modo : « Le commerce le plus libre entre la France et l’Espagne est ce qui convient le mieux aux intérêts des deux nations. En conséquence, il seroit [sic] à desirer qu’en levant toutes prohibitions respectives, toutes les articles de draperies, soyeries, mercerie, toilerie, cotons, toiles pentes, etc., fussent admis respectivement. Plus les droits de sortie et d’importation seroient modérés, plus il auroit de profit pour chacune des deux nations contractantes, et plus elles acquerroient d’avantage sur les nations rivales de leur commerce... ».
74Tras lo cual, el autor del estudio comenta : « Les Espagnols réagirent et rendirent le contrabande plus difficile. Il y eut plus grave : en s’industrialisant, l’Espagne à son tour devint un pays d’appel pour la main d’oeuvre ; l’effet fut d’autant plus prononcé en Béarn et à Oloron, que se rendre en Espagne pour travailler, commercer et tenter d’y faire fortune était une vieille tradition... »88.
Una interesante estadística francesa de 1801
75Sobre la parte francesa, disponemos de un interesante informe que el Prefecto de los Bajos Pirineos, General Serviez, publica en 1801 : Statistique du Département des Basses Pyrénées. Por él sabemos, por ejemplo, que « le déficit actuel [de blé] se comble par le superflu des départements voisins : quelquefois on a recours à l’Espagne... » ; o que « on cultiverait encore avec succès une plante que les Espagnols ont apportée du Pérou, qu’ils nommment cacahouëté ». También del importante comercio de mulas llevadas a España, a pesar de haberlo prohibido este país, y de bueyes, vacas y carneros para las carnicerías españolas. Y del auge de las fábricas textiles (en Nay, Oloron, Pontac y Bruges). El comercio con España encuentra dificultades (por la prohibición en 1779 a la introducción en España de medias de lana y otras como las de pañuelos), pero es muy importante, suponiendo al comenzar el siglo XIX alrededor de la mitad de la producción (y por valor de 2.290.000 francos), superior incluso al que se desarrolla en los departamentos franceses vecinos incluyendo Bayona y Burdeos, desglosado del siguiente modo :
Exportations à l’Espagne du Département de Basses Pyrénées (Fuente : Serviez, Statistique du Département des Basses Pyrénées, 1801, p. 85)
Cochons et salaisons................. | 600.000 francs |
Bœufs et vaches........................ | 100.000 |
Moutons.................................... | 120.000 |
Mulets....................................... | 200.000 |
Chevaux et juments.................. | 20.000 |
Cadis et draps de Nay............... | 100.000 |
Cuirs......................................... | 300.000 |
Papiers...................................... | 400.000 |
Toiles et mouchoirs.................. | 200.000 |
Bas............................................ | 150.000 |
Pelleteries................................. | 100.000 |
Total......................................... | 2.290.000 francos |
76Evidentemente se trata de cifras redondeadas. Y Serviez comenta : « La plupart de ces exportations étaient infiniment plus considérables avant la guerre, el peuvent prendre beaucoup d’accroissement », añadiendo que « ces exportations, considerées néanmoins relativement à l’Espagne, prèsentent une balance assez forte en faveur du département ».
77Otro asunto que le preocupa es el del comercio de cerdos y embutidos, en el que la postura es abiertamente mercantilista a la inglesa : « Le commerce des cochons serait infiniment plus avantageux, si l’exportation pour l’Espagne n’avait lieu qu’en salaisons... Depuis quelques années, les Espagnols viennent les acheter encore jeunes, pour les engraisser eux-mêmes ; ils se dispensent, par cette spéculation, de la moitié du tribut qu’ils nous payaient autrefois pour cet objet. Aussi le Gouvernement espagnol, pour la favoriser, a augmenté depuis quelque temps les droits sur les salaisons, et non sur les porcs en vie. Cette disposition a donné lieu à des reclamations de la part des marchands et des propiétaires, qui se sont vu enlever una partie de leurs ressources et de leur industrie »89.
78Por todo ello asegura que hace tiempo que se hacen votos en Francia por un « traité de commerce qui préviendrait toute prohibition et toute augmentation arbitraire de droits ; il assurerait en Espagne, à nos marchandises, sur celles de l’étranger, une préférence marquée, et conforme aux liens d’intérêt et de voisinage qui unissent les deux peuples ».
Un claro cambio de signo
79Según F. Fillat la intensidad de relaciones alcanza su cénit hacia 1850.90 Poco después una doble acción (tratado de límites y apertura de los pueblos franceses hacia sus llanos) « se traduce en un desfase económico y en un aislamiento del Pirineo español en relación con los pueblos del Pirineo francés y del llano aragonés, todos ellos con mejor infraestructura de comunicaciones que el Pirineo oscense »91.
80Témime afirma en las conclusiones de su monumental estudio que « las relaciones franco-españolas a mediados del siglo XIX están marcadas por la desconfianza, las reticencias y las contradicciones : tanto al principio como al fin del periodo estudiado, otros problemas suscitan la atención del gobierno francés. Una “entente” con España no parece útil o deseable... »92.
81Sin embargo, se lograron acuerdos sobre límites, a partir de 1856, que en lo relativo a la zona central (Collado de Añalarra hasta Andorra) se concretan el 14 de abril de 1862, con un convenio adicional de 27 de febrero de 1863, otro para toda la frontera el 26 de mayo de 1866 y un Acta final de arreglo de Límites de 11 de julio de 1868. Todo ello sería reconsiderado el 4 de mayo de 1899 « en lo que se refiere a los derechos y privilegios de los fronterizos a enviar sus rebaños a pastar fuera de las respectivas fronteras ». También en lo relativo a las comunicaciones hubo, como es lógico, varios tratados sobre correos (una Convención Postal) a 1 de abril de 1849, telégrafos (24 de noviembre de 1854) y teléfonos (31 de diciembre de 1909)93.
Mercados y aduanas a mediados del XIX
82Bielza de Ory ha afirmado que « en el siglo XIX se abre una etapa en la que, mientras los extremos pirenaicos casi monopolizan las relaciones de largo alcance, en el centro se mantiene la situación preindustrial, con relaciones de corto alcance »94. Pero la situación no es tan tajante, y algunas catas en diversos estudios nos permiten matizar mucho. Por ejemplo, Severino Escolano que ha vaciado el Madoz, revisó más de 300 casos aragoneses y constató la decadencia manufacturera salvo en el caso del cuero, y el mal estado en general de las carreteras, a pesar de una cierta vitalidad de las diversas ferias y mercados existentes95.
83Así lo confirma, por su parte, A. Etchart, quien advierte de que : « A travers les Pyrénées les relations avec notre voisine, laquelle est souvent en révolution ou en guerre civile, sont ardues et même périlleuses. Ainsi la route du Somport n’est pas encore aménagée à la jonction du Béarn et de l’Aragon. C’est cependant par là que vont et viennent, à grandes frais et à grandes risques, sur plusieurs dizaines de kilométres, des marchandises à dos de mulet à destination de Jaca et d’Oloron, et surtout de véritables caravanes de notre bétail, mulassier et chevalin surtout, que les Espagnols aiment à venir rechercher sur nos champs de foire »96.
84Por nuestra cuenta hemos anotado de Madoz varios datos sobre el movimiento de las aduanas altoaragonesas97. A mediados del siglo, la provincia de Huesca cuenta con una nómina de 26 personas en la Administración de Aduanas (9 administradores, 8 interventores y vistas, 1 marchamador y pesador, 1 alcaide y 7 porteros y mozos) cuyos haberes totales, bien diferentes, suman 107.600 rs. Mientras tanto, la suma obtenida por esa tesorería en el quinquenio de 1837 a 1841 es de 6.320.000 rs., cifra que baja mucho en el trienio 1842 a 1844, en que sólo se obtienen 1.196.167 rs.
85Según publica Madoz, las mercaderías importadas por la aduana de Ansó suponen en el bienio 1843-1844, 50.600 reales de vellón, pagándose derechos por 13.489,30 rs., mientras que salen libremente, sin arancel alguno, mercancías por 201.460 rs. Mucha más información poseemos sobre la de Canfranc, por la que en ese bienio entran (no se nos indica lo que se exporta) productos por valor de 2.097.391 rs. que pagan casi un 30% de derechos (578.764 rs.). Aunque la mayor partida son los « efectos varios », podemos destacar la importancia de la llegada de todo tipo de quincalla (casi 25.000 libras), seguida muy de cerca por « cueros al pelo » (22.380) y mucho menores cantidades de tejidos de lana, productos químicos y farmacéuticos, alambre, etc.
86Mayor alcance, para los años 1844 y 1845, y bien completos datos de exportación e importación poseemos para la aduana de Sallent. Se exportan por ella 4.058 y 3.297 arrobas de lana y cantidades insignificantes de aceite, harina, sal, trigo y vino, por valor de 182.736 y 193.877 rs. ; entran, sobre todo, ganado mular (832 y 1.290 animales) y de cerda (1.046 y 805 cerdos vivos respectivamente), con cifras mucho menores para aves, quincalla, hilaza, caballos, etc., por un valor de 389.083 y 442.388 rs., que cotizan respectivamente por derechos arancelarios 92.775 y 104.388 rs. En Siresa, apenas aluden a la entrada de ganado mular (llegan 67 y 307 respectivamente) y otras mercancías insignificantes que alcanzan en total 22.034 y 49.110 rs. y la salida de lana 11.80 y 1.499 arrobas, si bien el segundo año también salen destacadamente 513 fanegas de trigo y 152 de salvado, totalizando respectivamente valores por 59.000 y 98.858 rs. Por Torla entran en esos dos años 173 y 129 mulos...
87En 1844, por la de Bielsa apenas sabemos que se exportan 9.075 arrobas de lana y 328 de aceite, por un valor total de 854.790 rs. ; en cambio, por la vecina de Plan ese mismo año apenas salen 1.406 arrobas de lana y 19 de aceite, por un valor de 50.196 rs. Témime señala que 1863-1864 es el periodo de mayores exportaciones españolas a Francia hasta entonces conocido, destacando el plomo, vino y lana, mientras que las importaciones son menores, sobre todo de textiles98.
88Aunque es muy difícil la cuantificación, podemos tomar algunas estimaciones con la necesaria cautela. Así, hacia 1864 sabemos que « l’Aragon vendait à la France 4.000 quintaux de laine qui entraient par l’Ariége et étaient lavés à Ax ; 2.575 quintaux arrivaient de Benavare et de Jaca, et 6.000 quintaux de Teruel et d’Albaracin. Cette province exportait aussi pour un millon de vins dont une partie se consommait dans nos Pyrénées »99.
89Lo más conocido y celebrado eran los mulos, hacia los que se desliza progresivamente la mayor parte del comercio intrapirenaico en sentido Francia-España. Así, el ingeniero francés Vaussenat afirma : « Por este puerto [Rioumajou] y en medio del invierno en 1859 y 1865, yo he visto desfilar, con 25 centímetros de nieve reciente sobre el suelo, numerosas caravanas de mulos comprados en Francia »100.
90El tema ha sido bien estudiado muy bien por Vicente Pinilla, quien señala que el ganado mular era muy importante en la provincia de Huesca, donde suponía cerca del 20 por ciento del peso de la cabaña (la media española era del 13 por ciento), y se concentraba destacadamente en la zona pirenaica, en la que se le prefería para las faenas agrarias :
91« La recría de ganado mular era una actividad muy rentable que se realizaba en la zona pirenaica. Se compraban mulas en Francia en la época del destete... y luego se recríaban en Huesca para ser vendidas cuando los animales tenían treinta meses en las ferias de la provincia y también en Castilla, donde eran muy apreciadas... En la década de los ochenta la recría de ganado mular era ya considerada por el Consejo Provincial de Agricultura, Industria y Comercio de Huesca como “el verdadero negocio de los ganaderos de la provincia alta”, por los magníficos precios que se conseguían. La memoria que acompañaba al censo ganadero de 1891 informaba que... la procedencia de las muletas era casi exclusivamente francesa y con la crisis se había producido alguna depreciación, aunque en la feria de Huesca del año 1890 se habían vendido 2.000 mulas de 30 meses, siendo ésta sólo una de las cinco que se dedicaban en la provincia a este ganado »101.
92De la importancia de la importación de mulos tenemos temprana información por las Estadísticas Españolas del Comercio Exterior, que consultamos en lo relativo al valor de los productos importados por cada una de las aduanas en 1865. En las de la provincia de Huesca, el valor total de las importaciones es de 893.148 escudos, repartidos en dos grandes grupos : las aduanas de cierta importancia, como Canfranc (518.197 escudos), Sallent (166.843) y Benasque (137.710), que controlan el 92 por ciento del total, y las mucho menores, como Torla (35.601), Plan (19.970) y Bielsa (14.827).
93Pues bien : del valor total de las importaciones, el 85,6 por ciento (765.000 escudos) lo constituye la partida principal : la compra de « mulos y mulas de todas clases ». Por aduanas, este comercio representa el 78,4 por ciento de la de Canfranc ; el 94,6 de la de Sallent, el 96,9 de la de Benasque, el 97,4 de la de Torla, el 92,1 de la de Plan y el 95 por ciento de la de Bielsa.
94Las cifras, tan elocuentes, hacen casi irrelevantes las otras partidas, en las que apenas destacan crías de cerdos en Sallent, caballos y yeguas en Benasque y sobre todo en Canfranc (donde alcanzan un valor de 50.400 escudos) y donde también merecen citarse el pago de unos diez mil escudos por todo tipo de cerdos, así como poco más de mil por algunas cabras y bueyes y otro tanto todo tipo de hierros. Otra partida de cierta entidad la componen los paños de lana con urdimbre de algodón, otros de pura lana de bajo precio y algunas telas de filoseda, borra o escarzo de seda, que totalizan entre todos otros diez mil escudos. No pasan de cifras testimoniales las anotaciones de aguardiente, vinos, champagne, café, vidrios, etc.
95De lo que no cabe la menor duda es de la importancia que este comercio tuvo para los franceses : « Quant aux vallées béarnaises, il n’est pas un rapport d’intendant ou de préfet, pas un récit de voyageur, qui en présentent le trafic avec l’Espagne comme le fondement de leur économie...D’un bout à l’autre de la chaîne, les grands marchés et les foires qui s’y tiennent périodiquement restent, durant tout l’Ancien Régime et une grande parti du XIXe siècle, très fréquentés par les Espagnols... Toutes les foires des petites villes du piémont..., tout comme les grands marchés de Tarbes, étaient suivis par une foule d’Espagnols venus d’Aragon, de Navarre et de Catalogne »102.
96De la misma opinión son Laffon y Soulet, que indican que « les foires de novembre connaissent un gran concours d’acheteurs. Les Espagnols traversent la frontière en grand nombre à la recherche de nos mulets. Ces marchés se tiennent sur le Forail et sur le quai de l’Adour. On y compte plus de deux milles animaux rassemblés »103.
97En general, sabemos que en la década de 1880, se produjo un gran auge de las importaciones de España a Francia, que estuvo (salvo en 1884-1885) por encima de los 350 millones de francos anuales. Se hacen precisos, pues, nuevos pasos férreos y también nuevos tratados de comercio. Porque, se pregunta Lourties : « ¿ No hay una loca contradicción entre este gigantesco esfuerzo destinado a multiplicar el tráfico, y el establecimiento de barreras aduaneras casi prohibitivas ? ». Y recuerda cómo cada nueva línea habia provocado un nuevo tratado de comercio (el de 1865 al año siguiente de la Hendaya-Irún ; el de 1882 tras la de Cerbères a Port-Bou de 1878), por lo que espera que « le développement graduel des moyens de transport tuera le proteccionisme », y bromea sobre el nuevo transporte aéreo, ante el que las aduanas quedarán ridículas104.
98A todo ese movimiento comercial corresponde una notable actividad legislativa y pactista entre ambos países. Así, tras regular los derechos y atribuciones de los agentes consulares (1862), se firma el 18 de junio de 1865 un Convenio especial de comercio, modificado por el 8 de diciembre de 1877 que se prorroga en sucesivos acuerdos hasta 1892 en que se realiza un « Canje de notas concertando un modus vivendi comercial », prorrogado varias veces hasta dejarlo sine die... hasta 1922. Todavía el 13 de julio de 1903 se firmó un « Convenio para reglamentar la entrada en los dos países por la frontera pirenáica de coches, animales de tiro, de silla o de carga » ; en 1906 se aprobó un acta de amojonamiento en la zona fronteriza (en francés se habla de “procés verbal”) ; en 1912 una modificación del citado Convenio de 1903 « para facilitar el tránsito por la frontera de los Pirineos »105.
99Pero nunca se alcanzaron mercancías ni valores relevantes, y, « el comercio se reducía a una gama de productos de primerísima necesidad ; víveres básicos (bacalao, arenques salados, azúcar, sal...) y sencillos productos manufacturados o industriales de uso personal, doméstico, agrícola o artesanal (cazuelas, platos, cántaros, tejidos, calzados, agujas, hierro, carbón de piedra, útiles -eines- para la agricultura...). » Eso no cambiará hasta la llegada de las nuevas carreteras y del ferrocarril106.
El vino, de la filoxera al « coupage »
100Un capítulo importante, a fines del siglo, van a ser los vinos llevados a Francia. Tras el obligado repaso a Madoz, Concepción Estella describe ese cultivo, que llega casi a las cumbres de los Pirineos, de tan difundido.107 El gran negocio se va a producir en 1877, con el acuerdo comercial firmado entre España y Francia, que « favoreció una importante expansión de los vinos españoles por el mercado francés... : nada menos que 350 expositores oscenses concurrieron a la Exposición nacional vinícola de 1877 ». Aunque los envíos se hacían sobre todo por Port-Bou e Irún, « tampoco faltaron bocoyes y toneles de vino altoaragonés que siguieron rutas pirenaicas hasta llegar al mercado de Oloron. En un año como 1884, un 48 % del total de lo producido se exportó hacia Francia a un precio remunerador, en total unos 280.000 hectolitros ». Cinco años después, en la Exposición Universal de París de 1889, no faltan los vinos del Alto Aragón. Y la más conocida y prestigiada marca es la de un francés de origen, afincado en Barbastro : el bordelés Félix Lalanne.
101Pero ese gran momento estaba a punto de sufrir una inflexión, a partir del nuevo arancel francés de 1891, que gravaba extraordinariamente los vinos importados y les exigía una notable baja de graduación. El asunto ha sido estudiado por Pinilla y Ayuda, quienes enfatizan la gravedad de « la discriminatoria política comercial iniciada por Francia en 1891, tanto por su prioridad a la importación de vino argelino libre de impuestos, cuanto por las altas tarifas que hubieron de pagar otros exportadores. Esta política... afectó gravemente a las exportaciones españolas, como muestran nuestros datos y el análisis econométrico que hemos realizado. La respuesta española consistió en una gran penetración de otros mercados europeos, gracias a la competitividad del vino español, pero ello no pudo evitar una seria crisis en el sector »108. Porque, además, no mucho después, la llegada a España de la crisis filoxérica, hacia 1895, suponía el ocaso, por muchos años, de aquella breve pero excelente oportunidad exportadora109. Lo que ahora se imponía era una reorientación, mejorando mucho las técnicas y la comercialización del producto110.
102En efecto, como asegura Alberto Sabio, « las importaciones francesas de vino entre 1878 y 1893 suponían un 25 % de la producción nacional, frecuentemente más de 10 millones de hectólitros en cifras brutas », que, al caer luego, raramente vuelven a situarse durante los años 90 y posteriores por encima de los 4 millones anuales. La trascendencia del cierre de las fronteras francesas fue grande en el Campo de Cariñena. A la subida del arancel por parte del gobierno francés siguió la rebaja en la escala alcohólica : « primeramente, sólo podían tener nuestros vinos 14 grados, luego bajó a 12 y más tarde a 10, sin contar nuestros vecinos que el agua que corre por el Ebro tiene mayor graduación. A estos obstáculos siguióles el enyesado de los vinos y, por último, la importación de los tremendos derechos que hoy rigen ».111
103En 1894 lamenta en Zaragoza Joaquín Liso : « Cesó el consumo para Francia y hoy se encuentran nuestros vinicultores sin poder vender a ningún precio el vino, viéndose obligados a descepar. Resultando que en diez o doce años no han sacado utilidad de riquísimos terrenos que podían haber producido otros frutos ». Critica la Ley del « Coupage » (« aprobada por carambola..., sin discusión amplia en las Cortes, sin pedir informes a las Cámaras agrícolas y de Comercio »), por la que se declara libre la entrada del vino francés para ser mezclado con el español y comercializado luego. Este autor no ve las ventajas, y cree que « hoy los franceses harán lo mismo : vendrán a España, comprarán la uva y elaborarán el vino a su gusto y conveniencia ». Y de poco valdrá lo hecho aquí, o nuestra competencia, ya que « en España, y sobre todo en nuestra riquísima región aragonesa, no sabemos trabajar la uva ».
104Añade que « sabido de todos es que en Aragón se producen los mejores vinos de España, propios para hacer el “Coupage”, y prueba evidente es que en su suelo se establecieron muchos industriales franceses y aquí elaboraban el “Coupage” a su gusto. Yo los he visto, y en mi presencia han hecho las mescolanzas agua-vino. El campo de Cariñena, el de Borja y otros puntos de la región... es donde sentaron sus reales los fabricantes franceses ». Además, si casi todo el vino enviado hasta el momento a Francia se utilizaba ya para el « coupage », al establecerse aquí las casas francesas, se reducirá la exportación. Y rivalizarán con los exportadores locales... sin pagar sus impuestos.112
Exposiciones y Cámaras
105Las ocasiones más propicias para dar a conocer la producción de un país, son las Exposiciones Comerciales. En la celebrada en Zaragoza en 1868, Francia supone tras esta ciudad y la de Barcelona, la tercera procedencia de los expositores, 15 en total, el 3,58 %, con 141 productos (de los que 78 industriales y 48 agrícolas). La Exposición fue interrumpida por la eclosión revolucionaria de septiembre, como lo fue, en este caso por la epidemia de cólera, la celebrada en 1885113.
106Mayor importancia institucional tienen, por su continuidad, las Cámaras de Comercio e Industria : la de Zaragoza, creada el 8 de septiembre de 1886, es una de las doce primeras de España y mantiene pronto cordiales relaciones, con, entre otras, la de París. Cuando recibe al Ministro de Fomento (mayo de 1887), le pide se interese por el Canfranc y el correo Zaragoza-París. El Ministro ofrece soluciones incompletas114.
107Nicolás Giménez, ya en los noventa, informa a la Comisión de reforma arancelaria que « han disminuido las ventas y los precios de las mercaderías por efecto de la desesperada situación económica de España y de la competencia que los productos extrajeros hacen a sus similares españoles », y ello, a pesar del aumento de los derechos de consumo. De ahí su propuesta de establecer acuerdos con Francia.
108En cuanto a las importaciones, se valoran las de sosa cáustica y de aceite de coco para la producción de jabón, aunque se perjudica la propia de barrilla y aceite de oliva ; se opina que « las importaciones han aumentado la competencia en las ventas de tejidos, produciendo su baratura ». Averly indica que « la gran importación de maquinaria que tuvo lugar el año último disminuyó notablemente la producción y los precios de los artículos de hierro, acero y bronce ». Aragón no exporta tejidos, ni ferretería, ni coloniales, los vinos encuentran dificultades en las tarifas ferroviarias, el aceite debería refinarse mejor, y, en fin, Averly insiste en su terreno, los productos metalúrgicos : se produce a precios superiores a los extranjeros.
109Laguna insiste : « la importación es perjudicial mientras las industrias, el comercio y la agricultura de la Nación no se coloquen al nivel de las extranjeras ». En 1891 hay numerosas críticas a la reforma arancelaria. Con frecuencia se protesta por las tarifas ferroviarias, siempre consideradas altas y desventajosas para Aragón, y por la situación de impasse en el Canfranc. Entre otras sentencias de arbitraje de la Cámara para resolver conflictos entre sus socios y terceros, están el caso de Minuesa de París, Mariano Medina de Burdeos, etc.
110La Cámara de Zaragoza recibe con frecuencia solicitudes de apoyo : por ejemplo de los ayuntamientos de Sallent, Canfranc y Benasque para que se mantenga el sistema arancelario, protegiendo a « la industria de este reino a que aquellos valles se dedican » de la introducción de ganado mular y de cerda por los Pirineos (1896).
El contrabando
111« Cette longue frontière montagneuse, mais finalement assez perméable pour les populations locales, leur permettait de trouver de multiples petits trafics susceptibles d’apporter quelques ressources supplémentaires. Avec le renforcement des Êtats et l’élaboration de politiques douanières de plus en plus restrictives, une partie du commerce traditionnel a éteé marginalisée, pour devenir le contrebande, un des éléments clefs de l’imagerie pyrénéenne au XIXe siècle »115.
112Como es natural, ese trasiego de mulas, y de otros diversos productos, no siempre se hacía dentro de la legalidad. J-F. Soulet ha señalado la importancia alternativa del contrabando que : « connut un véritable âge d’or au XIXe siècle, notamment durant le premier tiers », especialmente durante el bloqueo continental y durante las guerras carlistas116.
113Rafael Andolz ubica temporalmente el fenómeno afirmando que « la gran aventura del contrabando, sobre todo en Aragón, no comenzará hasta el siglo XIX, cuando el estado, que comprueba constantemente la ineficacia de las leyes penales y el trabajo del ejército y los resguardos, crea una ley aduanera definitiva y un cuerpo militar para hacerla cumplir ».
114Según Dalla-Rosa, « el establecimiento verdadero de la frontera se sitúa en 1841, fecha en la cual se opera la subida de la aduana a la proximidad de la línea de cumbres... Este cierre es consecuencia de las guerras carlistas y del nacionalismo que se exacerba entre los dos estados centralistas, y se vuelve tan evidente que se traduce en el desarrollo de una importante actividad de contrabando capaz de imponerse al comienzo del siglo XIX como una nueva “imagen de marca” »117.
115Ya en 1845, Richard Ford afirma que « hay una especie de comunicación de diligencia durante parte del camino en el verano, y de allí se puede seguir hasta Oleron [sic] en Francia ; generalmente, sin embargo, los viajeros van a caballo. Los caminos de montaña son malos », señala varias rutas hacia el vecino país, y advierte de que los caminos del « cuello de Sova y La Forqueta son más apropiados para los contrabandistas y los cazadores de cabras montesas ». Y nuevamente designa la hendidura de Las Tres Sorores y La Brecha de Roldán como « paso muy frecuentado por los contrabandistas »118.
116Témime deduce con agudeza que « le contrebande pouvait passer en Espagne bien avant 1848 pour l’activité économique la plus florissante », al observar que el tráfico con el extranjero era objeto de prohibicones y protecciones excesivas...119
117Soulet ha dedicado notable atención a este fenómeno, afirmando que « dans toutes les Pyrénées centrales, l’altitude et l’organisation générale du relief rendaient pénible, et souvent très perilleux, l’exercice de la contrebande, sans pour autant l’empêcher... Quelle que soit la saison, la contrebande en faiblit pas dans ces hautes vallées... En 1848, encore, dans son Journal, Barthe, de passage à Gavarnie, considère la fraude comme “le pain de cette population”... Pour les Béarnais des hautes vallées d’Ossau et d’Aspe, la contrebande (bétail, laine...) constiuait, en certaines périodes, un appoint non négligeable »120.
118¿ Qué pasaban ? Según resume Andolz, traían a España « telas, estopas, tocino, esquilas, cerdos ; más tarde bacalao, sardinas saladas, manteca y queso, además de “cosas de botiga y tiendas” como cordones, cintas, agujas, etc. », papel, relojes, navajas, tejidos, calzado, y ganado « especialmente el mular ». Hacia Francia se llevaban medias, lana, aceite, vino y sal ; y licores, especialmente anís casero ; y tabaco, algo muy perseguido. Muchos de aquellos productos franceses surtían, como si tal cosa, las ferias de Jaca, Graus y otras. Y Andolz cita a un célebre cura « contrabandista » y amigo de éstos : el de Saravillo en el Valle de Gistaín, mosén Bruno Fierro, sobre quien novelarían Llanas y él mismo. Y además, como es natural, los contrabandistas pasaban... personas. Nadie como ellos conocía el terreno para hacerlo impunemente121.
119Señala Soulet dos grandes grupos entre los que realizan esta actividad : el pequeño y el gran contrabando. El primero trafica con productos de consumo familiar o local : sal, aceite, vino, tabaco, azúcar, chocolate, café, artículos de mercería... Se hace por necesidad y por los miembros más pobres de la comunidad ; pero no es una profesión permanente y lucrativa. En cambio el grande, metódico y estructurado, opera sobre productos cuya calidad y cantidad permiten fructíferas especulaciones : ganado, grano, productos coloniales, sedas de la India, cueros, tabaco, oro, plata... Y nada se deja a la improvisación : el itinerario, el espionaje, el reconocimiento del terreno, las tácticas ante los aduaneros, incluso, a veces, la violencia...
120De todos modos, el contrabandista, sobre todo el pequeño, pero también los que, al servicio de los poderosos trabajan arriesgando mucho, cuenta con la comprensión del resto de habitantes y aun, a veces, de las propias autoridades :
121« À certaines périodes, les contrebandiers pyrénéens savaient, aussi, pouvoir compter sur une compréhension particulière des autorités envers les trafics, dont l’exercice favorisait les intérêts nationaux... [et la petite bourgeoisie] si elle se montre volontiers compréhensive et indulgente envers les petits délinquants, n’hésitant pas à dénoncer la rigueur des sanctions qui les frappent, n’hésitant pas, non plus, à mettre en doute les conséquences d’une politique ultraprotectionniste », ne cache pas son hostilité et son aversion pour la “grande contrebande” ».
122Llega incluso a ocurrir que « l’on accepte l’idée que, pour les Pyrénées, la loi et le droit français n’étaient pas nécessairement leur loi et leur droit : le contrebande perd tout son caractère délictueux, mais devient, à l’opposé, un acte légitime et heroïque, une contribution à la lutte contra l’arbitraire et la tyrannie étatiques »122.
123Beraldi daría cuenta del accidente sufrido en 1852 por « treinta y cinco contrabandistas de Gavarnie que pasaban por la brecha del Taillón en dos filas y una avalancha de nieve enterró a ocho hombres de la primera fila », de los que sólo se salva uno.123 Antes de la mitad del siglo, A. Etchart matiza así el asunto : « La contrebande, qui ne cesse jamais, a beau jeu en ces temps où tres souvent quelque pression politique (guerre civile carliste) ou économique rompt l’équilibre sur cette zone sensible qu’est toujours une frontière. Peut-on la condamner sans réserve lorqu’elle répond, non suelement a l’instinct des frontaliers, mais à des besoins essentiels des populations ? »124.
124Sin embargo muchos autores concuerdan en que la gran época del contrabando, como alternativa a las dificultades encontradas al comercio tradicional tras el tratado de límites de 1862, es el último tercio del siglo XIX.
125En 1871 cuenta Lequeutre que, entre Ayerbe y La Peña, « cada cierta distancia se ve una pareja de guardias de servicio : no sé si el camino ofrece seguridad o no, pero el hecho de verlos no me tranquiliza precisamente ; es posible que estén ahí para reforzar, si es preciso, a los carabineros que, al mando de un teniente, van escoltando un convoy de mercancías confiscadas a los contrabandistas. Parece que, con cierta frecuencia, los contrabandistas mantienen enfrentamientos armados con los carabineros y que realizan expediciones en las que varios individuos, con mulos y rifles, cruzan los pueblos sin preocuparse para nada de los carabineros a no ser que éstos hagan acto de presencia en número más elevado del habitual »125.
126Para Violant i Simorra, « otro sistema de comercio, aunque ilegal, ha sido, es y probablemente seguirá siendo, el contrabando de toda clase de géneros e incluso de ganado mular. Ansó, Hecho y Andorra descuellan en esta clase de negocio, muy lucrativo por cierto. Tanto Ansó como Hecho, antiguamente eran ya países clásicos del contrabando en grupo, al mando de un jefe que dirigía el negocio, pero que no actuaba. Iban los contrabandistas armados de arcabuces, eran fuertes y valientes, presentaban cara a los carabineros e incluso a la tropa, que más de una vez había mandado contra ellos el Gobierno. Y aunque el contrabando sigue también la evolución de los tiempos y sufre las oscilaciones del cambio monetario, en el Pirineo (como en toda tierra fronteriza y además fragosa) es algo tan enraizado y natural como la nieve y los lagos »126.
127El primer arancel único, uniformado, era el de 1821. El Cuerpo de Carabineros será establecido en 1882, y oscila según las necesidades en otras fronteras. Por ejemplo, en 1888 se retira fuerza con destino a Huelva : « Preocupa más el contrabando marítimo de tabaco », comenta el Diario de Huesca.
128Es sorprendente leer a Madoz cuando, al hablar en la voz dedicada a Jaca de « las gargantas o puertos transitables en toda la línea del Pirineo » (los baños de Panticosa, Sallent, Canfranc, Hecho y Siresa y Ansó), añade como si tal cosa que « además hay varias veredas de tránsito solo para los contrabandistas en la estación de verano, en los valles de Tena, Acumuer, Aragüés, Jaca, Canfranc, Hecho y Ansó ».
129Y es que, a efectos de contrabando, la inmensa mole pirinaica resulta ser más bien un queso de gruyère. Así lo ve el ya citado ingeniero Vaussenat, director del Observatorio del pico de Midi en Bigorre : « En los Pirineos centrales la mitad de los puertos son practicables durante seis meses ; una cuarta parte durante nueve meses y quedan por lo menos tres practicables todo el año, excepto en caso de tormenta. Por estos puertos los contrabandistas españoles esperan con impaciencia la caída de la nieve para deslizar por encima de ella sus diversas mercaderías empaquetadas en grandes fardos. Los aldeanos pasan también con grandes rebaños atados en rastras hasta que llegan a los límites inferiores de la nieve »127.
130De que el problema seguía en pie a finales del siglo XIX es prueba el hecho de que todavía a 27 de octubre de 1894 se firma en París un « Arreglo para la represión del contrabando en la frontera de tierra y puertos de ambos países »128.
Para concluir. En el horizonte del siglo XX
131A fines del siglo XIX, en 1894, un comandante del Ejército cuyo largo trabajo es premiado en los Juegos Florales de Zaragoza, estudia con crudeza militar la importancia estratégica de Aragón y en especial la situación de los Pirineos ante el vecino del Norte. Tras reconocer que « el conocimiento suficientemente exacto de los Pirineos es de fecha muy reciente y aun no puede decirse que sea completo », puesto que « faltaba el estudio científico y de conjunto a la luz de la orografía moderna, particularmente de la vertiente española », advierte de que « aunque los Pirineos formen un obstáculo formidable estando bien defendido, no son infranqueables en manera alguna. Pasan de 150 los pasos que existen en toda la cordillera, lo que da el promedio de uno por cada tres kilómetros escasos, y con esto solamente se concibe cuán difícil ha de ser el detener a un enemigo muy superior en número, que podría presentarse en fuerza por todas partes a la vez ».
132Citando la Geografía militar de Arteche afirma que la clave es Zaragoza... « Nuestra vecina Francia lo sabe bien y por esto prepara la entrada en línea de todo su ejército territorial, para el caso de guerra... Su superioridad sobre nosotros es grande, abrumadora, inevitable »129.
133El 18 de agosto de 1904 firmaban España y Francia un convenio para construir en un plazo máximo de diez años tres líneas férreas transpirenaicas, que enlazarían Aix-les-Thermes con Puigcerdá, Saint-Girons con Sort y Oloron con Zuera. Tardarían más, pero en el caso aragonés aquél era el anuncio del túnel de Somport y de la finalización en 1928 de la línea Zaragoza-Jaca-Canfranc-Pau130.
134El hecho más importante en esas relaciones fue, y nos sirve para cerrar este relatorio, la organización en Zaragoza de la Exposición Hispano-Francesa de 1908 que, además de rememorar heroicas gestas zaragozanas pasadas, aprovechaba la gloriosa efemérides para superar (¡ había pasado un siglo ! ) la lejana guerra con Francia, con un esfuerzo de comprensión histórica y acercamiento internacional, a la vez que no olvidaba que el país vecino era un natural mercado para futuras transacciones comerciales, que se deseaban fortalecer, y la vía natural hacia Europa.
135La Exposición contó con numerosas secciones y se celebraron por aquellas fechas una serie de congresos, entre los que nos interesan, sobre todo, el de la Exportación Agrícola Nacional, el Internacional de Turismo, el de las Cámaras de Comercio, el de las Sociedades Económicas de Amigos del País, el Histórico Internacional de la Guerra de la Independencia... Se ha estimado que « el certamen fue un éxito, se prolongó dos meses más de lo previsto ; recibió a medio millón de visitantes, entre los que hubo representantes de las ciencias, las artes, la economía, la política, etc. Debe destacarse la presencia... de numerosos extranjeros, de más de 36.500 obreros, así como la importante participación de Cataluña ». Además de repetidas visitas de los Reyes llegaron otras muchas personalidades de toda España, de Francia y otros países, lo que hizo de Zaragoza un foco de atracción y prestigio131.
136Y, sobre todo, se percibe la necesidad de comunicarse abierta, decididamente, reflejada en esta profética cita de Victor Lourties, quien escribe en 1910 : « Dans l’état actuel des choses, l’Europe, en effet, semble menacée de décadence économique si les pays qui la composent continuent la surenchère à laquelle ils se livrent au point de vue des tarifs douaniers. Il faut que la concurrence vivifie ces forces qui sommeillent cette industrie qui s’endormira dans la routine »132...
Notes de bas de page
1 P. Ibarra, « El medio natural de los Pirineos : límites y condicionantes para el desarrollo de actividades económicas », Ager. Revista de estudios sobre despoblación y desarrollo rural, 2, 2002, pp. 9-42 ; la cita, de p. 37.
2 V. Pinilla, « Économie de montagne et industrialisation en Espagne. Le dépeuplement de la montagne aragonaise aux XIe et XXe siècles », en Histoire des Alpes. Chronos, 2003, pp. 267-285. Ver para un desarrollo de este asunto, J.A. Biescas Ferrer, El proceso de industrialización en la región aragonesa en el periodo 1900-1920. Zaragoza, 1985 ; L. Germán Zubero, « La industrialización de Aragón : atraso económico y dualismo interno », en J. Nadal y A. Carreras (dr. y coord.) Pautas regionales de la industrialización española (siglos XIX-XX), Barcelona, 1990, pp. 185-218 ; y D. Gallego, L. Germán, y V. Pinilla, « Transformaciones económicas en el Valle del Ebro, 1800-1936 », en J.M. Serrano (ed.), Estructura económica del Valle Medio del Ebro, Madrid, 1992. Sobre el proceso de despoblación, ver el caso del Sobrarbe en J.M. Cuesta, La despoblación del Sobrarbe ¿crisis demográfica o regulación ?, Zaragoza, CEDDAR (Rolde) Ibercaja, IEA y C. de Est. del Sobrarbe, 2001.
3 F. Collantes, « El declive demográfico de las economías de montaña en España, 1860-2000 », trabajo que obtuvo el Premio Ramón Carande 2003 de la Asociación de Historia Económica. Agradezco al autor haberme facilitado la versión final de este trabajo, aún inédito cuando escribo, que nos presentó en un Seminario de Historia Económica en la Facultad de CC. EE. y Empresariales de Zaragoza. Ver también su trabajo « La migración en la montaña española, 1860-1991 : construcción de una serie histórica », Revista de Demografía Histórica, 19 (I), 2001, pp. 105-138.
4 A. Escalona, Libro Blanco de las Comunicaciones Transpirenaicas en Aragón. Zaragoza, DGA, 1986, p. 13.
5 J. Doloum, Les Anglais dans les Pyrénées et les débuts du tourisme pyrénéenne (1789-1896). Tarbes, 1970, p. 184.
6 C. Decomble, Un épisode des relations franco-espagnoles. Les chemins de fer transpyrénéennes, leur histoire diplomatique, leur avenir économique. Tesis doctoral en la Facultad de Derecho. Univ. de Toulouse. Editada por esta Facultad, 1913, p. 17.
7 A. Lévy, A. (dir.) Le dictionaire des Pyrénées : encyclopedie illustrée France-Espagne, Toulouse, Privat, 1999, Chronologie.
8 A. Lévy, A. (Dir.), op. cit., 1999, p. 777.
9 F. Biarge (comp.) Pirineistas franceses (1871-1895). Zaragoza, Gobierno de Aragón, 2000, pp. 206-207.
10 F. Biarge, op. cit., 2000, p. 285.
11 Ver, por ejemplo, algunos casos en E. Ortas Durand, Viajeros ante el paisaje aragonés (1759- 1850). Zaragoza, IFC, 1999.
12 G. d’Alaux, Aragón visto por un francés durante la primera guerra carlista, Z, DGA, 1985, pp. 23- 26.
13 Cit. por J.L. Acín Fanlo, Los pirineístas y Victor Hugo, Zaragoza, DPZ, 2002, p. 28.
14 R. Ford, Manual para viajeros por el reino de Aragón y lectores en casa. Traducción de la parte aragonesa de la edición de Londres, 1845 ; Madrid, Turner, 1983, pp. 63, 64, 69.
15 J. Cénac-Montaut, Les richesses des Pyrénées françaises et espagnols. Paris, 1864, pp. 93-95.
16 J. Cénac-Montaut, op. cit., 1864, pp. 108-112.
17 A. Herranz, « Infraestructuras y desarrollo económico en el Pirineo Central (1850-2000) », Ager. Revista de estudios sobre despoblación y desarrollo rural, 2, 2002, pp. 197-226 ; la cita, de pp. 211-212.
18 E. Martínez de Pisón, El Alto Pirineo. Zaragoza, IFC e Ibercaja, 2002, p. 131. Ver también R. Ollivier, Les grandes heures du Pyrénéisme. Bordeaux, Club Alpin Français, 1976.
19 A. Lévy (dir.), op. cit., 1999, p. 583.
20 Otros alimentos descritos : un buen caldo de carne o unas latas de conserva ; el regalo de unas truchas ; a veces medio pan vendido en la casa principal de Las Cortes ; otras, un pastor ofrece compartir su pobreza ; otras, ni eso. La más frecuente queja es por la lentitud en preparar comida o avíos, como en Casa Bayle, de Saravillo.
21 Lequeutre, que se aloja en la casa del médico en Panticosa, dice que « la habitación y la cama que ofrece están limpias, el trato es muy amable, la cena buena y servida con rapidez (cosa que no es frecuente en España, por lo menos en los pueblos), y para colmo de felicidad los precios muy ajustados : carne, jamón, huevos frescos, truchas de primera calidad, postre, café, vino rancio, todo inmejorable ».) El mismo da cuenta que en Torla, en casa de la marquesa de Vió, hay cama limpia y cena discreta. En Bujaruelo gusta de las truchas. En Broto come « en una casa nueva, limpia ». En la venta de Fugola (acaso Fuébola) « nos ofrecen pollo, jamón, huevos y cama limpia para tres personas por cuatro francos y cincuenta céntimos ». En Bandaliés « nos sirven unas costillas buenísimas, tomates crudos, pimientos verdes en ensalada y postre ; todo ello bien regado con “vino blanco” muy rico... Pagamos dos francos entre los tres ». En Huesca, la fonda del Sol : « amabilidad y buenos precios » ; más altos son en la fonda de Jaca, frente a la Iglesia, donde la comida es bastante buena y pagan « tres francos y veinticinco céntimos por persona, café y rancio incluidos ».
22 Wallon elogia en el Balneario de Panticosa « la excelente fonda Española y Francesa » y, ya en el pueblo, tiene buen trato en casa del galeno que « no exageró a la hora de cobrar ». En Aragüés del Puerto « no tardan en prepararnos una apetitosa cena » en la fonda de Juan Ramón Aragüés. En Hecho, en la mejor fonda, la de Manuel Hecheto, sus hijas vestidas con el traje local, les sirven una comida « deliciosa, un auténtico festín digno de Lúculo, compuesto de los manjares más refinados : truchas asalmonadas, conejo de monte, codornices, perdigachos, repostería, etc. Y todo regado con un rancio añejo ». En Ansó, en la fonda de Mariano Pérez, hay camas « buenas y bastante limpias », y « comida abundante y suculenta ». En Berdún se alojan en la fonda de Sangorria. En Jaca, en la fonda de Fermín Díaz. En Cajol, en casa del señor Narciso. En Buerba, en Casa Laplaza. En Escalona, Francisco Bielsa. En Sarvisé, don Blas. En Larrés, el cordial José Belio les ofrece « una copiosa cena y además (cosa no tan frecuente en España) servida en una vajilla limpísima ». En Ipas, ausente el amo Enrique Pérez, la criada hasta que no ve el dinero no se decide a hacer unos huevos con jamón. En Borau, en casa Juan Ramón « todo está limpio y brillante ». En Villanúa, la bien cuidada casa de Francisco Sanz.
23 « No hay albergues en Aneto -escribe Schrader en 1878- pero su gente se muestra complaciente y tiene limpias las casas ». Como escribe Saint-Saud : « cuando no hay posada, se puede contar con la hospitalidad del “señor” », o también, y, cuando encuentra en Bergua el hostal a rebosar, pregunta por la casa del cura ya que « estas casas suelen resultar acogedoras, por lo que no es mala idea buscar allí cobijo ». Lo mismo hace en Longás, alojándose en la parroquial de mosén Manuel Erlanz ; en Bagüeste en la del cura Mariano Bardají. Porque, aunque no es frecuente, a veces salta la queja por los chinches. F. Biarge, op. cit., 2000. Ver también P. Blanchet, (Voyages et voyageurs dans les Pyrénées et les pays de langue d’oc entre 1750 et 1850. Thèse troisième cycle, Université de Pau, 1979, y M. Castillo, Viajes por el Aragón del siglo XIX. Zaragoza, DGA, 1990.
24 Schrader elogia, en 1878, a don Jacinto, en Escuaín, que ofrece en su casa rica « tres cenas - compuestas de sopa, dos platos y postre-, tres camas, seis tazas de chocolate, un litro de leche, seis de vino para llevar, uno de rancio (de regalo), dos quilos de queso, dos de carne, cuatro de pan y una docena de huevos duros, total : tres francos cincuenta ». Claro que, advierte, « bien es cierto que se trataba de precios inaugurales ». En Fanlo se alojan en la casa del señor, de « higiene escrupulosa ».
25 Saint-Saud se aloja en Bielsa en la estupenda casa de don José de Mazcaray, que describe minuciosamente, y aconseja : « siempre que sea posible, vale más buscar alojamiento en una casa antigua y noble, aunque el único vestigio del pasado que conserve sea el escudo pintado o esculpido en la fachada, que meterse en una de esas “ventas” o “posadas” deleznables acostumbradas a no hospedar otra cosa que “arrieros”. » También se aloja en Torla, en varias ocasiones, en la casa de los marqueses de Viu ; en Boltaña todo se aúna, pues cenan y duermen en la casa del señor Menac « procurador, dueño de la fonda y secretario del ayuntamiento », que les hace los honores « para contrarrestar la torpeza inicial de haberme confundido con un quincallero ». En cambio, en L’Aínsa, aun en casa del alcalde, « casi no comimos. Tuvimos que ir a comprar nosotros mismos el conejo a una punta del pueblo y los huevos a la otra. El “ama” tan sólo nos proporcionó vino, un poco agrio pero bueno, y la leña ». Un caso de « venganza » por los precios franceses es el de José Mur, en Campo, que ofrece buena cena y camas aceptables, pero todo caro, « para resarcirse de lo caro que le resulta Luchon las veces que va por allí ». En Serrate les vende vino el cura y comen en casa de Juan Alins. En Santoréns en casa Pey, a la que vuelve seis años después. En Aineto, en la fonda de Escartín. En Nocito, casa Fere. En Loarre, Juan Coarraza. En Rasal en la casa del duque de Veragua. En Anzánigo en la posada. En Jaca, en el Hotel Mur (« precios muy moderados (cuatro cenas, cuatro chocolates y cuatro habitaciones, trece francos, y un excelente piano de cola para distraerme »), al que vuelve otra vez. En el mesón de Venternau, sopa y un huevo. En Ansó, casa Brun. En El Grado, en un hostal al pie del pueblo. En Olvena, en Casa Blasco. En Graus en la « excelente posada Salanova-Ramona ». En Bergua, Ramón Borruel. En Urús, Clemente Allué. En Secorún, casa López. En Adahuesca, Leandro Pano. En Roda, Casa Vicén Benet. En Santa Liestra, en el molino. En Ena, José López. En el castillo de Lerés. En Laguarta, José Villacampa. En Naval, la posada Echaueli. En Merli, casa Turmo. En Sopeira, casa Cierco.
26 Tissandier también se aloja en Sarvisé en la casa de Blas Ballarín, siguiendo los pasos de Wallon. Y en Laguarta en la de José Villacampa, amigo del conde de Saint-Saud ; en Aineto en casa Escartín. En Olvena se aloja en casa Naval, « ejemplo de lo que es un hogar montañés en Aragón », que describe minuciosamente.
27 Ver la voz « Hôtels : les grands hôtels », de F. de Barros, en A. Lévy (dir.), op. cit., 1999.
28 Taine encuentra en su viaje todo tipo de turistas en los balnearios, entre ellos, dice, un español « rico y republicano » con su esposa. H. Taine, Voyage aux Pyrénées. Ed. de la Tour, 1863 (la primera edición de 1858), p. 273.
29 P. Tucoo-Chala (dir.) Histoire de Pau, Toulouse, 1989, p. 189.
30 P. Tucoo-Chala Pau, Ville anglaise, Pau, 1979, p. 213. Pau es la ciudad que, tras Biarritz, crece más en el último tercio del XIX en el Sur de Francia, pasando de 16.170 habitantes en 1864 a 35.044 en 1906. Por su parte, Oloron aumenta en ese periodo un 50 por ciento : de 6.530 a 9.281. Ver M. H. Marcajous, La crise agricole de la fin du XIXe siècle dans le département des Basse-Pyrénées, Toulouse, UTM, DES. Tesis doctoral dirigida por André Armengaud, 1970, p. 98.
31 S. Baumont (dir.) Histoire de Lourdes. Toulouse, 1993, p. 291.
32 F. Vergez, Conséquences économiques et sociales du phénomène lourdais, despuis les apparitions jusqu’en 1939. UTM, m.m., 1969, pp. 1 y 56-57.
33 O. Monserrat, El espacio de salud y ocio en el Pirineo Aragonés : la historia del Balneario de Panticosa (Huesca), tesis doctoral presentada en la U. de Oviedo, 1991, p. 554.
34 Citado por O. Monserrat, op. cit., 1991. Ver también F. Solsona, Balnearios aragoneses. Pasado, presente y futuro. Zaragoza, 1992.
35 Ver, F. Wais, « Origen y desarrollo de los ferrocarriles aragoneses », en Zaragoza, III, 1956, pp. 85-112 e Historia de los ferrocarriles españoles, Madrid, 1974 (2a de.). También en E. Fernández Clemente, « El ferrocarril en Aragón, 1860-1930 », en el Atlas de Historia de Aragón editado por la Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 1991, 6 pp. y 5 mapas, y D.F. Alfonso Blas, D. F., Historia del ferrocarril en Aragón, Zaragoza, Diputación, 1998.
36 A. Herranz, op. cit., 2002, pp. 205-207.
37 S. López Novoa, Historia de la muy noble y muy leal ciudad de Barbastro, Barcelona, 1861;reed.de Zaragoza, Sociedad Mercantil y Artesana, 1981, t. II, pp. 164-167.
38 Comisión Permanente pro Canfranc, Los Aragoneses a la Nación Española. Consideraciones sobre las ventajas del ferro-carril del Norte por Zaragoza y Canfranc, Zaragoza, 1853, p. 30.
39 P. Tucoo-Chala, Histoire du Béarn. Paris, PUF, 1970, p. 106.
40 J. Cénac-Montaut, op. cit., 1864, pp. 96 y 112.
41 J. Cénac-Montaut, op. cit., 1864, pp. 113-115.
42 El Eco Pirineo del Pirineo Central, recoge el telegrama del alcalde de Oloron al de Jaca : « Os agradecemos la buena nueva que nos dáis, y con ella nos consideramos también aquí todos felices. Cazcaurang » ; y el periódico comenta : « Es indescriptible el entusiasmo que reina en todos los pueblos del departamento francés de los Bajos Pirineos, ocasionado por la noticia ». N° 24 de 1881.
43 El cálculo recogido por Decomble indica unos 20.000 francos si se hace el paso por Canfranc, 22.419, 34 si se hace por el Cinca y 28.000 si es por el Noguera Pallaresa. C. Decomble, op. cit., 1913, pp. 17-49, 69-94.
44 La tónica en la prensa altoaragonesa es, con frecuencia, de suspicacia. Así, El Pirineo Aragonés publica el 6 de enero de 1894 (n° 614) un artículo en el que se lee : « Bien es verdad que los franceses tienen interés en que los nuevos caminos de hierro, que han de atravesar la frontera franco-española, les sirvan para llegar pronto a la Argelia »... pero se añade que ellos prefieren un ferrocarril por Lérida-Tarragona-Valencia-Cartagena y que no apoyan decididamente la obra del túnel Canfranc : « Continuamente alardean los franceses de su amistad hacia España y hora es de que nos demuestren que quieren ser verdaderos amigos... ». Para valorar la importancia de este veteranísimo medio, ver M.L. Bailo Aznar, El Pirineo Aragonés. Introducción a la edición facsímil de los núms. 1 y extraordinario del 18-7-28 de esa publicación. APA, Zaragoza, 1989. También es importante el análisis del Diario de Huesca, en F. Alvira Banzo y otros El Diario de Huesca, 125 años después, Huesca, IEA, 2000.
45 S. Parra de Más, El ferrocarril de Canfranc y los transpirenaicos. Madrid, 1988 ; ver también el libro de M. R. Parada, Ferro-Carril a Francia por Canfranc. Una esperanza con futuro. Zaragoza, 1991.
46 Un sugestivo estudio sobre la percepción del otro, extranjero, en J.R. Aymes y J. Fernández Sebastián, L’image de la France en Espagne, 1808-1850. París, Sorbonne/Bilbao, UPV, 1997.
47 Ver un caso regional de recepción de refugiados españoles en R. Jasses, Les réfugiés espagnoles dans le département de l’Ariège (1800-1908). Mémoire de maîtrise, Univ. Toulouse Le Mirail, 1972.
48 G. Avizou, L’inmigration étrangère en Haute-Garonne de 1850 à 1914. Toulouse, UTM. Mémoire de maîtrise, 1969, p. 37.
49 Por este estudio podemos desglosar que 320 son personas de clase alta (65 oficiales, 72 propietarios rentistas, 16 altos funcionarios, etc., entre los que se cuenta al célebre ministro aragonés F.T. Calomarde « duc de Santa Isabel [qui] vécut et finit ses jours à l’Hotel Capoul... » ; la mitad son de clase media (173 eclesiásticos, 171 suboficiales, 43 negociantes...) y un resto de todo tipo de oficios, amén de 157 sin recursos. En general, opina que fueron bien recibidos y se integraron en la vida de la ciudad. J. Larrieu, Les réfugiés espagnols à Toulouse lors des guerres carlistes (1830-1850). UTM. Tesis doctoral dirigida por J. Godechot, 1971, pp. 132, 153 y 191-195.
50 Mlle. Plegat, (1950) L’évolution démographique de Toulouse au XIXe siècle. UTM, 1950, IX, pp. 6 y 12. Sin embargo, un rápido repaso nuestro por el Registro del Consulado Español en Pau, nos hizo encontrar inscripciones de nacidos en la demarcación a fines del XIX y primer tercio del XX que llevan apellidos tan aragoneses como Abizanda, Aísa, Ara, Arnal, Arto, Aznar, Aznárez, Bailo, Bandrés, Bernad, Buesa, Buil, Burguete, Callizo, Campo, Cáncer, Casamián, Castán, Coarasa, Esteban, Fanlo, Gastón, Labarta, Lafuente, Larrosa, Longás, Marraco, Montañés, Mur, Palacín, Pardo, Puyo, Soro, Soteras, Torralba, etc., la mayoría de ellos de padres jornaleros y braceros, aunque también los hay de numerosos oficios, incluyendo comerciantes y transportistas.
51 El Eco del Pirineo Central, núms. 17 y 18, de 7 y 14 de agosto de 1881.
52 El Pirineo Aragonés, núms. 2 (1882) y 303 y 347 (1888).
53 R. Violant i Simorra, Ramón El Pirineo español, Madrid, Plus Ultra, 1949, p. 146.
54 A. J. Gorría Ipas, « Desplazamientos demográficos temporales desde el valle de Ansó al Pirineo francés », en Temas de Antropología Aragonesa, 2, Huesca, 1983, pp. 40-49.
55 M.I. Ayuda, Maribel y Pinilla, Vicente (2002) « El proceso de desertización demográfica de la montaña pirenaica en el largo plazo : Aragón », Ager. Revista de estudios sobre despoblación y desarrollo rural, 2, 2002, pp. 101-138 ; la cita de pp. 107-108. La primera etapa de ese temprano y destacado crecimiento negativo, el 7 por ciento de descenso en los cuarenta años entre 1860 y 1900, es estudiado por P. Erdozáin y F. Mikelarena (2004) « El inicio del declive. La evolución de la población de la provincia de Huesca entre 1860 y 1877 », en Ager. Revista de estudios sobre despoblación y desarrollo rural, 3, que comentan las interesantes informaciones recogidas para la confección del censo de 1877.
56 F. Soulet, Les Pyrénées au XIXe siècle. Toulouse, 1987, p. 71.
57 É. Témime, Les rapports franco-espagnoles de 1848 à 1868. Tesis doctoral en París, inédita, que se guarda en la Biblioteca Central de la U.T.M., 1973, p. 375.
58 E. Fernández Clemente, « La minería del hierro y del carbón en Aragón (hasta 1936) », en J. Torras, E. Fernández y C. Forcadell, Tres estudios de Historia Económica de Aragón, Zaragoza, 1982, pp. 88-198.
59 A. Badía, C. Fontana y Ph. Vivez, Relaciones históricas del valle de Bielsa con Francia. Edición bilingüe. Ayuntamiento de Bielsa, 1997, pp. 37-61. Ver en el capítulo de Philippe Vivez « Un centro industrial en el término de Bielsa : el Hospital de Parzán. Actividades transfronterizas para la explotación del plomo argentífero desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX », quien cita dicha solicitud, guardada en los Archivos Departamentales de Tarbes, S. 332.
60 El primero del que ofrece noticia documentada (por lo general, anuncios en la prensa) un francés, que permanece un mes en Zaragoza en abril de 1844 ; pronto le sucede otro : un Mr. Robert ese mismo año, y luego otros españoles, etc., una « Madama Senges » en 1849, un Mr. Anatole en 1851, un Mr. Monnet, un Mr. Gairoard y un Mr. Tannyon en 1852 ; o retratistas como un Sr. Mathieu en 1848... « También anunciaban su llegada los ópticos que, además de solucionar los problemas de la vista a miopes y a quienes padecían de « debilidad nerviosa más sensible aún en los rigores del verano », tenían un surtido cargamento de instrumentos ópticos entre los que se encontraban « objetivos de daguerrotipo, vidrios para Cosmoramas, Pantómetros, Estereóscopos y linternas mágicas con sus correspondientes láminas ». Hay bávaros, catalanes, y « sobre todo será el francés Mr. Lacaze, quien tras efectuar una primera llegada a Zaragoza, a la calle de S. Gil, 31, el 14 de julio de 1855 » sigue en 1858 ofreciendo un amplio espectro de instrumentos.
61 A. Romero Santamaría, Historia de la Fotografía aragonesa. Tesis doctoral inédita leída en la Facultad de Filosofía y Letras (Departamento de Arte) de la Universidad de Zaragoza. Y, del mismo, La fotografía en Aragón, Boira, Ibercaja, 1991, tomo I, pp. 180-222. Ver también L. Briet, Lucien Un viaje a Bielsa en 1902. Ayuntamiento de Bielsa, s.a.
62 Bruil había nacido en Zaragoza en 1810, pero sus padres, según la partida de bautismo, Juan y Engracia, eran naturales respectivamente « de Averña, Departamento de Cantal, y de Busenaris, obispado de Bayona ».
63 Era grande la importancia de los comerciantes : 561, en una ciudad de 63.000 habitantes. M.R. Jiménez, Espacio urbano y sociedad. Estudio del padrón municipal zaragozano de 1857. Zaragoza, IFC, 1990, p. 71.
64 C. Forcadell, « Estructura económica y social de la Zaragoza isabelina (1832-1865) », en E. Fernández Clemente y C. Forcadell, Aragón contemporáneo. Estudios, Zaragoza, 1986, pp. 41- 42.
65 En los años 60, según documenta Carlos Forcadell, Bruil era el mayor contribuyente de Aragón, con 36.580,29 reales, tres veces más que el siguiente y cuatro que el tercero. De los veinte primeros, diez son calificados como « comerciante capitalista »). C. Forcadell, Ibidem., p. 48. Ver también, sobre Bruil, mis trabajos : E. Fernández Clemente, « Juan Faustino Bruil y la Hacienda Española durante el bienio progresista », en M. Artola (dr.), Estudios de Hacienda : de Ensenada a Mon, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 1984, pp. 175-191 ; y en prensa, Juan Faustino Bruil, un banquero esparterista.
66 Ver A. Sancho, « Especialización flexible y empresa familiar : la fundición Averly de Zaragoza (1863-1930) », Historia Industrial, 17, 2000, pp. 61-95. Los casos de influencia francesa en el desarrollo tecnológico de la zona aragonesa son varios, e importantes. Otro es el empresario Mercier, que también pone en marcha una fundición.
67 L. Germán (ed.), ERZ (1910-1990). El desarrollo del sector eléctrico en Aragón, Zaragoza, IFC, 1990, p. 18, n. 7.
68 J. Cénac-Montaut, op. cit., 1864, p. 252.
69 J. García Lasaosa, Basilio Paraíso. Zaragoza, IFC, 1984.
70 A. J. Gorría, « Frontière : géo-politique (1) », en A. Lévy (dir.), op. cit., 1999.
71 F. Soulet, op. cit., 1987, p. 63.
72 H. Cavailles, « Une fédération pyrénéenne sous l’Ancien régime. Les traités de lies et de passeries », Revue Historique, CV, y tirada aparte, Paris, 1910. Utilizamos la reimpresión ubicada al comienzo de Lies et Passeries dans les Pyrénées. Actes de la troisième journée de recherches de la Société d’Etudes des Sept Vallées Luz-Saint Sauveur, 1er juin 1985, Tarbes 1986, pp. 1-67. Cavailles señala que « L’Andorre, seule, a conservé son autonomie, humble vestige d’une époque d’indépendance et de vie libre »...
73 V. Fairén, Facerías internacionales pirenaicas. Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1956, pp. 16-18. F. Soulet, op. cit., 1987, p. 66, señala cómo el tratado de frontera de 1856 había intentado suprimir de un plumazo las inmemoriales facerías, pero « le traité additionel de 1859 reconnut dans son article 14 aux municipalités frontalières la faculté de faire des “passeries”, en les limitant à une durée de cinq ans maximum, et en précisant qu’elles devaient être conclues avec le concours des autorités compétentes. Ainsi, durant tout le XIXe siècle et une bonne partie du XXe siècle, les accords pastoraux entre les populations des deux versants demeurèrent en vigueur ».
74 F. Biarge, op. cit., 2000, p. 67.
75 M. Lafourcade (ed.) La frontière franco-espagnole. Centre d’Études Basques. Bayonne, 1998, en su propio capítulo, « La frontière espagnole, lieu de conflicts interétatiques et de collaboration interrégionale », p. 9. También fueron célebres los incidentes entre los de Broto y Gavarnie. Jean-Pierre Alline « Frontière négociée, frontière disputée. Une répresentation coutumière des conflits frontalières dans les Pyrénées sous l’Ancien Régime », en Lafourcade (ed.), op. cit., 1998, p. 43.
76 F. Soulet, 1987, op. cit., p. 73.
77 Jacques Poumarède, « Gérer la frontière : la commision interrégionale des Pyrénées (1875- 1913 », en Lafourcade (ed.), op. cit., 1998, pp. 71-93.
78 F. Biarge, op. cit., 2000, p. 33.
79 F. Soulet, 1987, op. cit., p. 64.
80 A. Ballarín Cornel, El valle de Benasque, Zaragoza, 2a ed., 1974, pp. 225-228. Ver también V. Juste Moles, Aproximación a la Historia de Benasque. Benasque, 1991. Sobre la vida rural del Pirineo español, ver J. Costa, Derecho consuetudinario y economía popular de España, Madrid, 1879. Reed. de Zaragoza, Guara, 1981, y M. Daumas, La vie rural dans le Haut Aragon oriental. Huesca, 1976. Un modelo de análisis sobre relaciones entre los valles del norte y sur es la tesis de 3ème Cycle presentada en la U. de Pau en 1981 por Gérard Caussimont (bajo la dirección de Manuel Tuñón de Lara), Etude comparée des communautés des vallées de Hecho, Ansó, Roncal, Haut-Ossau, Aspe, Baretous. De la structure à certains aspects des mentalités (et à travers le mythe de l’ours). Para un panorama del monte público altoaragonés en un largo plazo, ver A. Sabio Alcutén, Los montes públicos en Huesca (1859-1930), Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1997.
81 I. Iriarte Goñi, « Derechos de propiedad y crisis de las economías pirenaicas. Una visión a largo plazo », Ager. Revista de estudios sobre despoblación y desarrollo rural, 2, 2002, pp. 139-171 ; la cita, de pp. 151-155.
82 J.R. Moreno, « La economía de montaña en el Antiguo Régimen : los equilibrios tradicionales en el Pirineo aragonés », Ager. Revista de estudios sobre despoblación y desarrollo rural, 2, 2002, pp. 43-80 ; la cita de pp. 66-67.
83 J. Cénac-Montaut, op. cit., 1864, p. 96.
84 F. Soulet, 1987, op. cit., p. 67.
85 A. Arteta de Monteseguro, Discurso instructivo sobre las ventajas que puede conseguir la industria de Aragón con la nueva ampliación de puertos concedida por S.M. para el comercio con América. Zaragoza, 1783. Edición facsimilar con Introducción de G. Pérez Sarrión, Zaragoza, DGA, 1986.
86 M.D. Generés, Reflexiones políticas y económicas sobre la población, agricultura, artes, fábricas y comercio del Reyno de Aragón. Madrid, 1793. Reedición en 1996 por la DGA, con introd. de E. Lluch y A. Sánchez Hormigo, pp. 243, 250-251 y 283. Con perspectiva histórica afirma J.R. Moreno que a fines del Antiguo Régimen, en Aragón, « los esfuerzos de muchos montañeses se concentraban en la industria y el comercio, que adquirían diversas formas dependiendo de los valles y de la dotación de recursos de cada uno. Así, la industria consistía en la elaboración de bayetas, estameñas, cordellates o medias de lana, pero también en la elaboración de carbón vegetal, en la práctica de la minería allí donde era realizable, o en el empleo de fórmulas más o menos intensas de metalurgia tradicional. Los comercios de ganados, de lana, de madera o de carbón vegetal dinamizaban los flujos mercantiles y monetarios y ponían en contacto, una vez más, las tierras altas con los llanos ». J.R. Moreno, op. cit., 2002, pp. 62-63.
87 I. J. de Asso, Historia de la economía política de Aragón, Zaragoza, 1798 (reedición de Zaragoza 1947, pp. 229-230.
88 J. Dumonteil, « La crise du commerce et de l’artisanat textile à Oloron, vue par ses negociants (fin du XVIIIe-dèbut du XIXe siècle) », Revue de Pau et du Béarn, n° 1, 1973, pp. 137-193 ; la cita, de p. 165.
89 General Serviez, Statistique du Département des Basses Pyrénées. Paris, Xe., 1801, pp. 86-87, 92, 96-98.
90 Fillat (1980) De la trashumancia a las nuevas formas de ganadería extensiva. Estudio de los valles de Ansó, Hecho y Benasque. Tesis doctoral en la Univ. Politécnica, Madrid, 1980, p. 47. Cit. en Gorría, op. cit.1987.
91 A. J. Gorría, Evolución y crisis demográfica de la organización social. El valle de Ansó. Zaragoza, IEA., 1987, p. 49.
92 É.Témime, op. cit. 1973, p. 1285.
93 J. López Oliván, Repertorio diplomático español. Índice de los tratados ajustados por España (1125-1935) y de otros documentos internacionales. Madrid, Instituto Francisco de Vitoria, 1944. Ver J. Sermet, « Un cadre historique des traversées transfrontalières dans les Pyrinées françaises et espagnols », en Histoire des Communications dans le Midi de la France, XXII, n° 79, Toulouse, 1981, así como sus numerosos estudios sobre la frontera franco-española, en Pyrénées, y en diversas publicaciones. Y también C. Fernández de Casadevante Romaní y D. Bardonnet (1989) La frontière franco-espagnole et les relations de voisinage. Bayonne, 1989 (Ed. española en San Sebastián, 1985).
94 V. Bielza de Ory y G. Dalla-Rosa Las relaciones socioeconómicas transpirenaicas. Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1989, p. 18.
95 S. Escolano, Comercio y territorio en Aragón. Evolución y localización del comercio minorista, Z, IFC, 1985, pp. 48-52]. Este autor señala cómo « por el número de ferias recogido, las del somontano oscense eran importantes. El centro lo constituía Barbastro..., sus ferias tenían carácter nacional... Tan importante como las ferias de Barbastro son las de Huesca y también las de Graus, comercializándose a través de estos centros la mayor parte del ganado que se cría en los valles pirenaicos... Otras ferias del somontano son las de Ayerbe, Monzón, Benabarre, etc. Existen también pequeñas ferias en el Pirineo : Jaca, Canfranc, Ainsa, Arén, Naval, Boltaña, etc., pero estaban en franco retroceso y solamente tienen carácter local ».
96 A. Etchart, De la France au Béarn et au Pays Basque. T. III, fasc. I, Pau, 1948, p. 73-74.
97 Faltan, al menos en la edición facsimilar de 1986, los de la de Benasque. P. Madoz, Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid, 1845-1850. Utilizo la reedición por provincias : Huesca, Valladolid, Ámbito, 1986.
98 É. Témime, op. cit., 1973, p. 567.
99 J. Cénac-Montaut, op. cit., 1864, p. 251.
100 Del informe del general Pierron « La défense des frontiéres de France », cit. en F. Larrea, « Importancia estratégica actual de Aragón y en especial de Zaragoza ». Trabajos premiados y documentos leídos en los Juegos Florales... de Zaragoza, 1894, Zaragoza, 1985, pp. 533-680 ; la cita de p. 674.
101 V. Pinilla, Entre la inercia y el cambio. El sector agrario aragonés, 1850-1935, Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 1995, especialmente pp. 145-150.
102 F. Soulet, 1987, op. cit., p. 69.
103 J.-B. Laffon, y J.-F. Soulet, Histoire de Tarbes, Le Couteau, 1982, p. 305.
104 V. Lourties, Les relations commerciales entre la France el t’Espagne. Fac. de Derecho., Univ. de París, 1910, pp. 146-147.
105 J. López Oliván, op. cit., 1944.
106 R. Tremosa i Palau, La demografia i l’economia de la clotada d’Areny (1900-1980). (Un model per a interpretar l’evolució del Prepirineu). Zaragoza, 1991, p. 236 ss.
107 C. Estella, El viñedo en Aragón, Zaragoza, 1981, y Producción y comercialización del vino de Cariñena, Zaragoza, 1982.
108 V. Pinilla y M.I. Ayuda, « The political economy of the wine trade : Spanish exports and the international market, 1890-1935 », en European Review of Economic History, 6, 2002, pp. 51-85 ; la cita de p. 51. La traducción es mía.
109 C. Forcadell y A. Sabio, « De la fiebre del vino a la crisis filoxérica. El viñedo del Somontano en el siglo XIX », en A. Sabio (dr.) Vino de siglos en el Somontano de Barbastro. Una historia social y cultural : las vidas desde las viñas, Barbastro, 2001, pp. 107-145 ; la cita de pp. 117-119 y ss. A fines de siglo, Saint-Saud informa de que « Naval se dedica al comercio y cada temporada exporta a Francia la uva de sus viñedos ». F. Biarge, op. cit., 2000, p. 294.
110 Ver las interesantes consideraciones al respecto de J. Carmona, J. Colomé, J. Pan-Montojo y J. Simpson (eds.) (2001), Viñas, bodegas y mercados. El cambio técnico en la viticultura española, 1850-1936, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2001.
111 A. Sabio Alcutén, Viñedo y vino en el Campo de Cariñena : los protagonistas de las transformaciones (1860-1930), Zaragoza, IFC., 1995, pp. 45-46.
112 J. Liso, « Estudio de las ventajas e inconvenientes que ha de producir en las principales comarcas vinícolas de España la reciente Ley sobre introducción de vinos franceses para el ˝Coupage˝ » en Trabajos premiados y documentos leídos en los Juegos Florales... de Zaragoza, 1894, Zaragoza, 1895, pp.723-738.
113 M. Gambo, M., F. Marín y J. Velilla « La Exposición Aragonesa de 1868 : contribución a la Historia Económica de Aragón », en Estado actual de los estudios sobre Aragón, Encuentro de Huesca 1979, Zaragoza, ICE, 1980, II, pp.771-776. Ver también Anónimo, Exposición Aragonesa. Catálogo de los expositores premiados a propuesta de la Junta Central del Jurado. Zaragoza, 1868, y, para la Exposición de 1885, R. Castro, La Exposición Aragonesa de 1885-1886. Notas histórico-descriptivas. Zaragoza, Hospicio Provincial, 1886.
114 E. Fernández Clemente, « Regeneracionismo corporativo y fin de siglo XIX : la Cámara de Comercio e Industria de Zaragoza (1886-1898) », en Doctor Jordi Nadal. La industrialización y el desarrollo económico en España, Universitat de Barcelona, 1999, vol. III, pp. 1455-1469.
115 Thomas, voz « Commerce » en A. Lévy (dir.), op. cit., 1999, p. 213.
116 F. Soulet, op. cit., 1987, p. 70.
117 V. Bielza y Dalla-Rosa, op. cit., 1989, p. 36.
118 R. Ford, op. cit., 1845, pp. 58-59, 65 y 67.
119 É. Témime, op. cit. 1973, p. 354.
120 F. Soulet, op. cit., 1987, pp. 446-447.
121 R. Andolz Canela, La aventura del contrabando en Aragón. Zaragoza, Mira, 1988.
122 F. Soulet, op. cit., 1987, pp. 454-461.
123 Cit. por R. Andolz, op. cit., 1988, p. 57.
124 A. Etchart, op. cit., 1948, p. 74.
125 F. Biarge, op. cit., 2000, p. 31.
126 R. Violant i Simorra, El Pirineo español, Madrid, Plus Ultra, 1949, p. 143.
127 Del informe del general Pierron « La défense des frontiéres de France », cit. en F. Larrea, op. cit., 1894, p. 674.
128 J. López Oliván, op. cit., 1944.
129 F. Larrea, op. cit., 1895.
130 A. Chueca Sancho, « Las comunicaciones internacionales de Aragón », en Magallón, Ma Ángeles (coord.), Caminos y comunicaciones en Aragón. Zaragoza, IFC, 1999, pp. 411-417 ; la cita de p. 412.
131 Recordemos los frecuentes encuentros, viajes, mutuo conocimiento. A título de ejemplo, citemos los viajes del ya mencionado Lucien Briet y el de « Jacques Valdour » en 1913, de cuyo libro L’ouvrier espagnol. Observations vécues, Paris, 1919 edité y anoté la parte aragonesa en El obrero español : Aragón, Zaragoza, DGA, 1988 ; o el de Marcel Arrouseau Beyond The Pyrenees. Nueva York, 1931, que resumo ampliamente en Gente de Orden (1997), tomo II.
132 V. Lourties, op. cit., 1910, p. 147. A fines de mayo de 1927 tienen lugar en Aragón las celebradísimas jornadas de confraternización con el Bearn ; pero esa es ya una historia del siglo XX.
Auteur
Universidad de Zaragoza.
Agradezco a los organizadores su invitación a asistir e intervenir en este tan interesante encuentro. Quiero también evocar el lejano origen de mi interés por el tema : a fines de 1980 realicé, como una « acción integrada » concedida por la Embajada de Francia en España, una estancia en Pau y Tarbes, cuyos Archivos (en especial los Departamentales de esta segunda ciudad) consulté con algún detenimiento. Estaba aún en Pau Manuel Tuñón de Lara, que me animó y ayudó en esas tareas, y con quien mantuve largas conversaciones sobre éstos y otros temas. Luego, con trechos muy largos dedicado a otros asuntos, he seguido comprando libros, buscando en bibliotecas (sobre todo las de Toulouse). Aun así, tengo esta aportación como algo muy incipiente y que sólo tendrá sentido si anima a otros historiadores de una y otra vertiente más jóvenes, con más tiempo y dedicación, a seguir por esta « senda de alta montaña »... He sometido el texto al riguroso y siempre amable juicio de mis colegas del área de Historia Económica de la Universidad de Zaragoza en un Seminario en el que recibí numerosos comentarios y sugerencias que contribuyeron a mejorarlo. A ellos la gratitud y la exoneración de los defectos que permanezcan.
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