1 Sobre los límites de este concepto aplicado precisamente a las teorías políticas de la Alta Edad Media se puede consultar Hernández, 2010.
2 Véase Arquillière, 1972, pp. 38 y 54.
3 Sin embargo Agustín da pie al agustinismo político al no precisar la distinción entre lo natural y lo sobrenatural, cosa que sólo se llevará a cabo tras la recepción del aristotelismo en el cristianismo por parte de Tomás de Aquino; al escribir sometido al esquema mental del Antiguo Testamento que mezcla continuamente los poderes espiritual y temporal; al considerar los imperios antiguos como la encarnación del mal; por último, al apoyar la utilización de la fuerza contra los donatistas Agustín da pie a una consideración del poder temporal como el brazo secular del poder espiritual. Véase Rivera de Ventosa, 1980.
4 Véase Roche, 2007, p. 152.
5 Véase Arquillière, 1972, p. 94.
6 El argumento se basa en la teoría expuesta por Agustín en De trinitate donde subordina los cuerpos al espíritu y la creación al creador.
7 Egidio Romano, De ecclesiastica potestate, III, X, 197. Citado por Roche, 2007, p. 144.
8 Véase Ferrater Mora, 1982, pp. 23-43.
9 Por eso no es correcto decir que las filosofías de la historia ilustradas son una mera secularización de la historia cristiana de la salvación porque aparte de que en estas últimas el protagonista es la humanidad y no Dios, su desenlace no está previsto de antemano sino que depende de la actuación humana que como decía Lukács siempre es una elección entre diversas posibilidades. La historia humana lo es siempre de la contingencia, mientras que la historia divina lo es de la necesidad, de la necesidad del conocer y la voluntad divinos que una vez establecidos no pueden cambiarse.
10 Por eso la ortodoxia cristiana siempre miró con desconfianza a las tendencias milenaristas que pretendieron crear el reino de Dios aquí, en la tierra. El propio Agustín en algún momento interpretó la cristianización del Imperio romano como la venida del reino de Dios a la tierra pero pronto rechazó esta idea y dotó de trascendencia al objetivo último de la historia distinguiendo entre las patrias terrenas y la patria celestial que es espiritual.
11 Sobre estos temas es interesante consultar Chuaqui.
12 Véase Gilson, 1965.
13 Por ello se condenó a Orígenes que con su teoría de la apocatastasis preconizaba una especie de retorno de la creación a Dios que evitaba la segregación entre los pocos salvados por la misericordia divina y los muchos condenados por la divina justicia.
14 Chuaqui, p. 286.
15 Chuaqui, p. 283.
16 «Jus autem divinum quod est ex gratia, non tollit jus humanum quod est ex naturali ratione» (Santo Tomas, Summa Theologiae, II-II, q. 10, a. 10, Resp). El derecho divino que pertenece al ámbito de la gracia no anula el derecho humano que pertenece al ámbito de la razón natural.
17 Véase Dante, De la monarquía, especialmente pp. 91-123. Sobre la filosofía política de Dante se puede consultar Kantorowicz, 1985, pp. 421-461, donde el autor distingue la ‘perfección humana’ de la ‘perfección cristiana’, sacando lo humano del recinto de lo cristiano y entendiéndolo de forma ecuménica, incluidos los infieles. También es útil el trabajo de Bellolio. Gilson dedica su segunda metamorfosis de la Ciudad de Dios a la posición de Dante.
18 Marsilio de Padua, El defensor de la paz, especialmente la parte III en que se recapitulan las conclusiones de las dos primeras partes sobre el origen y el fin de la sociedad civil y los argumentos extraídos de la Escritura acerca de la independencia del poder político y el poder religioso, respectivamente.
19 En relación con Calderón, véase Meléndez, 2008 y Flasche, 1986.
20 Maravall, 1997, p. 98.
21 Maravall, 1997, p. 198.
22 El propio Saavedra afirma, como nos recuerda Maravall (Maravall, 1997, p. 368) que en sus Empresas consultó con la piedad lo que la razón le dijo.
23 Fernández-Santamaría, 1986, p. 99.
24 Fernández-Santamaría, 1986, p. 158.
25 Sobre el Quevedo político y teórico de la política se puede consultar Maravall, 1948, pp. 255-322; Láscaris, 1950; Marañón, 1996.
26 Maravall, 1948, p. 34.
27 Quevedo, Política de Dios, pp. 105-109.
28 Maravall, 1948, pp. 161-162.
29 Quevedo, Política de Dios, pp. 97-98.
30 Quevedo, Política de Dios, pp. 162-163.
31 Quevedo, Política de Dios, pp. 132-136.
32 Quevedo, Política de Dios, p. 62.
33 Fernández-Santamaría, 1986, p. 102.
34 Quevedo, Política de Dios, p. 77.
35 Quevedo, Política de Dios, pp. 132-133.
36 Quevedo, Política de Dios, pp. 188-189.
37 Quevedo, Política de Dios, pp. 198-199.
38 Alamos de Barrientos, Discurso político al rey Felipe III al comienzo de su reinado y Aforismos al Tácito español; J-A. Lancina, Comentarios políticos a Tácito. Sobre el tacitismo se puede consultar Maravall, 1948, pp. 73-98 y 437-454; Tierno Galván, 1971, pp. 80-93; también Santos, 1990 Fernández-Santamaría, 1987 y Bermejo, 2004.
39 Lancina, Comentarios políticos a Tácito, p. 496.
40 Lancina, Comentarios políticos a Tácito, p. 79.
41 Lancina, Comentarios políticos a Tácito, p. 86.
42 Lancina, Comentarios políticos a Tácito, p. 31.
43 Idem.
44 Sobre Saavedra se puede consultar Maravall, 1948, pp. 225-234; Murillo Ferrol, 1989; Diez de Revenga, 1988; el monumental catálogo de la exposición que conmemoró en Murcia el centenario de Saavedra, Saavedra Fajardo. Soñar la paz, soñar Europa, y el número extraordinario de Res Publica dedicado al centenario, Saavedra Fajardo y su época.
45 Murillo Ferrol, 1989, p. 69.
46 Empresa LXX, pp. 494 y 495.
47 Empresa XX, p. 135.
48 Empresa LXXXV, p. 583.
49 Maravall, 1948, p. 238.
50 Empresa V, p. 47.
51 Empresa LXVI, p. 458.
52 Empresa LII, p. 356.
53 Empresa XXXVII, p. 241.
54 Empresa LXXXVIII, p. 598-599.
55 Murillo Ferrol, 1989, p. 185.
56 Empresa LXXXIX, pp. 603-604.
57 Empresa LX, p. 422.