Diálogos javerianos de la Real Academia de la Historia de Madrid (IV). Del Japón a la China
p. 25-48
Texte intégral
1En la última década se ha ampliado la atención y se ha empezado a estudiar sistemáticamente el teatro de los colegios jesuitas, por investigadores como Agustín de la Granja1 o Jesús Menéndez Pelaéz2 autor de un estudio general en el que se trazan las principales características de este teatro y que constituye una guía eficaz para el trabajo pendiente, abordado por un equipo de investigación que el mismo profesor Menéndez Peláez dirige y del que forman parte investigadores de las universidades de Oviedo, Navarra y Toulouse.
2La Compañía de Jesús pretendía, desde sus comienzos, la tarea de combinar los dos objetivos de la literatura, que ya de antiguo se habían fijado con claridad (recuérdese la Epístola a los Pisones de Horacio): entretener y enseñar, mezclar lo útil con lo dulce. El ejercicio dramático ofrece un vehículo admirable para semejantes objetivos. El docente es muy claro: estos ejercicios teatrales se inscriben en la enseñanza de los alumnos de los colegios, sin que falte tampoco una dimensión de celebración religiosa y litúrgica.
3En las normas de los planes de estudio jesuitas (ratio studiorum) se contemplaba el teatro como medio privilegiado de pedagogía: el P. Acevedo, uno de los autores más significativos de este género, escribe en el prólogo a la comedia Philautus:
Contaros he una historia en breve suma
la cual veréis después representada,
porque lo que se ve a los ojos mueve
mucho más que lo que al oído damos.
4La temática es fundamentalmente religiosa, con fuentes de inspiración bíblicas y hagiográficas, que operan a menudo cristianizando los modelos grecolatinos mencionados. En las comedias javerianas se percibe muy bien este aspecto.
5García Soriano3 habla de representaciones alegóricas (en la tradición de los misterios y moralidades); dramas teológicos (vinculados a las celebraciones del Corpus, y por tanto al mundo del auto sacramental); y comedias hagiográficas. El P. Olmedo observa numerosas modalidades que etiqueta según las apuntaciones de los manuscritos, con los rótulos de comedia, tragedia, coloquio, égloga, auto, declamación, etc.
6Algunas de las obras dramáticas jesuíticas se ocupan de la figura de San Francisco Javier, como he estudiado en anteriores ocasiones4, obras que es preciso enmarcar en los objetivos y técnicas del género teatral de colegio.
7El P. Elizalde5, en su estudio de San Francisco en la literatura española, ha dedicado un capítulo al teatro javierano en el XVII, donde repasa las piezas principales, dando sumarias noticias de textos y argumentos.
8El estado actual de nuestros conocimientos es sumamente parcial: numerosas referencias a comedias, diálogos, coloquios y otro tipo de representaciones se hallan en las relaciones de fiestas, todavía por explorar de manera sistemática. Aunque no se hayan conservado los textos, sería necesario trazar el mapa del teatro javeriano acopiando todas las noticias que sea posible, para tener una idea de la extensión de tal fenómeno. Su calidad de teatro de circunstancias explicaría en parte la pérdida de textos, que a juzgar por los conservados, no carecían de interés dramático ni de elaboración literaria y escenográfica. Por otra parte los conocidos y conservados carecen en su mayoría de ediciones modernas asequibles, tarea a la que esta modesta aproximación pretende contribuir en el terreno de los diálogos javerianos.
9Muchas de las piezas representadas durante las fiestas de canonización de San Francisco, en 1622, pertenecen a la categoría de los diálogos: Coloquio de San Francisco Javier y San Ignacio en Lima (1622, celebraciones por la canonización), y otras piezas en Méjico y Puebla de los Ángeles, entre danzas y músicas… En las fiestas de Puebla, por ejemplo, se hizo un coloquio entre las siete artes liberales, pero no hay detalles de la presencia del santo en el escenario. En otra ocasión6, se representó un coloquio « entre tres figuras que mostraban ser los tres salvadores del pueblo de Dios a los dos santos canonizados por haber hecho mejor este oficio ». En otro Diálogo entre los cuatro elementos y la Filosofía acerca de las virtudes de Ignacio y Javier, los personajes glosaban los hechos maravillosos que en cada uno de los elementos habían obrado los santos…
10Este tipo de coloquios revisten poca entidad dramática y constituyen piezas integradas en el complejo celebrativo de danzas, saraos, procesiones, fuegos artificiales y desfiles. Abundan las estructuras con el modelo de las loas o los debates y no necesitan de argumentos complejos. Se han conservado bastantes diálogos javerianos manuscritos7, de breve dimensión y pocos personajes. Añádanse a alguno ya citado, el Diálogo entre los cuatro elementos y la Filosofía acerca de las virtudes de Ignacio y Javier, otros como el Diálogo de la India y Navarra sobre San Francisco Javier8; Diálogo del sueño de Javier; Diálogo sobre la Verdad de Dios (interviene Javier como personaje dramático); y otros conjuntos toledanos que incluyen casi una veintena de diálogos: Al caso de los cordeles, Grandeza de San Francisco Javier, Diálogo entre Javier y un indio, Javier moribundo, etc.
11Dentro de ese corpus conocemos una colección de nueve diálogos para las nueve tardes de la novena del santo que se conservan en la Real Academia de la Historia de Madrid, sección jesuitas, signatura 917233. La nota preliminar da idea de las circunstancias de escritura y representación:
NUEVE DIÁLOGOS SOBRE NUEVE PUNTOS DE LA APOSTÓLICA VIDA DE SAN FRANCISCO JAVIER PARA LAS NUEVE TARDES DE SU NOVENARIO
Como son pocos los pueblos que dejan de seguir la costumbre santamente introducida en nuestras casas y colegios de hacer el novenario del apóstol de las Indias a cuatro de marzo, debieran también ser pocos o ninguno los señores párrocos que dejasen de imitarlo en la circunstancia de enseñar cada tarde, antes de hacer su estación y de cantar sus gozos, siquiera por espacio de media hora la doctrina cristiana, terminando con uno de estos dialoguitos en verso fácil y proporcionado a la ternura de los niños que los representarían con mucha gracia, impuestos antes diligentemente o por sí o por el señor maestro de la escuela, y vestidos por sus madres conforme a la persona que cada uno hace. Y persuádanse que a más del gusto que darían al santo y del cultivo que sacarían los mismos niños serán el más poderoso reclamo para traer a los grandes a oír el santo catecismo según vi por mis ojos en cierta ciudad de este reino de Aragón la primera y única vez que salieron al público con aplauso general, pues empezando la doctrina a las tres, a la una ya no cabía en la iglesia la gente que de todos estados había concurrido.
12No hay datos de autoría ni otros detalles cronológicos. Deben considerarse ejemplos representativos de una práctica pedagógica y religiosa con fines catequéticos. Los nueve diálogos reflejan nueve episodios de la vida del santo: su conversión en París, despedida de San Ignacio para la India, despedida del rey de Portugal, llegada a Goa, enseñanza de la doctrina a los niños, un episodio en que la hermana del rey de Ceilán le envía disfrazados a su hijo y al del rey « porque no volviese este contra ellos el cuchillo con que acababa de degollar a su primogénito », entrada solemne en el reino de Bungo, disputa con los bonzos, y muerte en Sanchón, a la vista de la China.
13Todos ellos se encuentran bien documentados en las hagiografías del santo, con muchos más detalles de los que permiten los diálogos, bastante sencillos. En mi primera entrega editaba los tres primeros de estos diálogos; en las siguientes9 los dos diálogos de la llegada a Goa y la catequización de los niños indios, y el diálogo 6, de cariz eminentemente narrativo, que cuenta el martirio ejemplar del príncipe de Ceilán. En la presente, edito los tres últimos diálogos que desarrollan episodios de la misión en Bungo y la muerte del santo a vista de la China, donde pensaba continuar su tarea.
Diálogo 7. su entrada pública y solemne como nuncio del papa y embajada del rey de portugal al rey de bungo10
Rey | Javier | Mandarín |
Mandarín | Señor, aquel varón santo |
a cuyo feliz arribo | |
todo el Japón dio evidentes | |
señales de regocijo, | |
aquel famoso extranjero | |
a quien su alteza previno |
que si llegaba a su reino | |
se daría por servido, | |
aquel que deja a los pueblos | |
con una voz compungidos | |
y en breve tiempo hace sabios | |
a los más rústicos niños, | |
aquel a quien nuestros bonzos | |
siempre se dan por vencidos | |
y de él aprenden misterios | |
que no están en nuestros libros, | |
en fin, aquel europeo | |
con quien su alteza me dijo | |
gustaría hablar un rato | |
a solas en su retiro, | |
llegó a Bungo. |
Rey | Bien venido. |
Mandarín | Sea para bien. |
Rey | Gozoso |
nueva tan alegre admito, |
y aseguro me habéis hecho |
muy agradable servicio. |
Yo propio he de ir en persona |
a complimentarle. |
Javier | Estimo, |
gran señor, las expresiones | |
de un favor tan excesivo. | |
Quien dejó a su noble patria | |
y olvidó honores crecidos, | |
quien se arrojó a tantos mares, | |
a tan penosos caminos | |
cruzando montes y valles, | |
pueblos sin fe ni cultivo, | |
quien ha pasado las noches | |
entre incultos laberintos | |
al arrullo de las fieras | |
y al lecho de los espinos, | |
quien al delicioso trato | |
de sus cordiales amigos | |
antepuso los rigores | |
y desprecios de los indios, | |
quien sacrificó su vida | |
a mil sangrientos cuchillos | |
solo por lograr la dicha | |
de hablar a un rey tan invicto | |
no apetece más descanso | |
ni solicita otro alivio | |
que el de cumplir vuestro gusto. | |
Rey | ¿Esta solamente ha sido |
la causa de tu venida? | |
Javier | Sí ¡oh gran señor! |
Rey | Admiro |
al Dios que adora la patria | |
de un héroe tan peregrino. | |
¿Qué ley es la que a sus pechos | |
alimenta tales hijos? | |
No hay memoria que mis reinos | |
hayan dado en muchos siglos | |
un hombre tan portentoso | |
y de un genio tan divino. | |
Dichoso el rey que domina | |
la tierra en que habéis nacido. | |
¡Qué no diera yo por ver | |
en mi estado los prodigios | |
que obra la naturaleza | |
en Europa con sus hijos! | |
¡Y la llaman común madre !11 | |
No se porta así conmigo, | |
no, pues me niega madrastra | |
semejantes beneficios. | |
Javier | No, gran señor, no atribuyen |
su fortuna mis patricios12 | |
al influjo de los astros | |
ni a naturales instintos; | |
un mesmo sol ilumina | |
tus países y los míos, | |
y como fiel siervo a todos | |
hace unos mesmos oficios. | |
Rey | ¿Por qué causa, pues, vosotros |
sois de virtudes tan ricos | |
cuando veo en mis vasallos | |
tanta inmensidad de vicios? | |
¿Qué virtud es la que os llama | |
a deseos tan subidos | |
que hurtáis el cuerpo al regalo | |
y dais el cuello al martirio? | |
Javier | Señor, el conocimiento |
de que hay un Dios infinito | |
que premia las buenas obras | |
y castiga los delictos, | |
el saber que este ha criado | |
el cielo, tierra y abismo | |
y cuantas cosas componen |
aqueste hermoso edificio13, | |
el saber que nos ha dado | |
un espíritu tan fino | |
que en naturaleza y gracia14 | |
cosa más bella no he visto, | |
el oro es metal grosero, | |
vil el cristal más bruñido, | |
ni aun la luz tiene cotejo | |
con el alma que os he dicho. | |
Esta ¿pensáis que fallece | |
cuando los hombres morimos? | |
No, porque si el cuerpo queda | |
cadáver y sin sentido | |
inmortal el alma vuela. | |
Rey | ¿A qué región, Javier mío?, |
¿A qué región vuela el alma, | |
a qué país, a qué sitio? | |
Porque veo que mis bonzos | |
ignoran aun los principios | |
de la ciencia que tú sabes. | |
Dime ¿a qué Campos elíseos15 | |
vuela el alma de quien dices16 | |
mora dentro de mí mismo? | |
Javier | Señor, pues me consultáis |
un punto tan prevenido | |
respondo que si abrazáis | |
la ley santa que predico | |
y abandonáis los errores | |
en que hasta ahora habéis vivido | |
el alma volará al cielo; | |
si no, bajará al abismo. | |
Rey | ¿Por qué al cielo? |
Javier | Porque goce |
los premios que ha merecido. | |
Rey | ¿Por qué al infierno? |
Javier | A que pague |
de sus culpas el castigos. |
No permita el Padre eterno | |
ni su Hijo Jesucristo | |
con el Espíritu Santo | |
un Dios en personas trino, | |
que un príncipe tan famoso | |
y un monarca tan benigno | |
muera sin llegar al baño | |
de las aguas del bautismo. | |
Rey | ¿Con quién habláis, que no entiendo |
eso que habéis proferido? | |
Javier | Con mi Dios, con mi Dios hablo. |
Rey | ¿Qué le decís? |
Javier | Que he cumplido |
con mi obligación. |
Rey | ¿Y cómo? |
Javier | Enseñándoos el camino |
de la eternidad. Ahora | |
una sola gracia os pido. | |
Rey | ¿Cuál es? |
Javier | Ampla facultad17 |
para correr tus dominios | |
predicando el evangelio. | |
Rey | Nadie se atreva a impedirlo, |
y encargo a mis mandarines | |
favorezcan tus designios. | |
Javier | Dios os conceda la gracia |
de escucharlo y de admitirlo. | |
Suplico más. |
Rey | ¿Qué? |
a que Dios os ha elegido | |
desde luego deis libelo | |
de repudio al gentilismo. | |
Rey | Ya en lo interior de mi pecho |
ese pensamiento abrigo, | |
pero materias tan graves | |
piden maduros juicios. | |
Javier | Es así, mas una causa |
en que el logro sois vos mismo | |
no debe arriesgarse tanto | |
que la sepulte el olvido. | |
Rey | No, Javier, no. |
Javier | Así lo espero |
de un rey tan amable y pío. | |
Con esto mi Dios os guarde, | |
gran señor. |
Javier | Que atento |
Rey | Para subsidio |
de tu persona usarás | |
del real tesoro a tu arbitrio; | |
tenéis en él plata y oro. | |
Javier | No me trae el apetito |
de riquezas; sí el deseo | |
de la salud de los indios, | |
la voluntad de salvarlos, | |
de mostrarles el camino | |
de la vida perdurable | |
a donde los llama Cristo, | |
Dios y hombre verdadero, | |
como a hermanos muy queridos | |
para que vivan y reinen | |
por los siglos de los siglos. | |
Rey | Algún ángel sois del cielo |
de humano traje vestido. | |
Tu vida el Señor prospere. | |
Javier | Sea tu imperio el empíreo.18 |
Diálogo 8. disputa con los bonzos públicamente presidiendo el rey
Rey | Príncipe, su hermano | Valido |
Javier | Fucarandono, bonzo |
Comienzan en pie, el rey con sus dos asesores en medio, y a los lados Javier y el bonzo algo enfrente uno de otro19.
Rey | De Marte al furor violento |
el de Apolo se asemeja |
en que de una y otra queja | |
se viene a un choque sangriento. | |
Vasallos míos, yo intento | |
llevado de vuestro amor | |
lanzar del reino al error. | |
¿Queréis que tanto debate | |
a solo este real combate | |
se reduzca? |
Todos | Sí, señor. |
Rey | Fucarandono, mostrasteis |
en las pasadas sesiones | |
más altivez que razones | |
y al padre Javier retasteis. | |
Fucar. | Vos en su nombre aceptasteis |
para este encuentro los toques. | |
Aquí verán los bodoques | |
amantes del catecismo | |
si están o no en el abismo | |
nuestros camis y fotoques20. | |
Javier | Ya ese tema condenado |
fue en la primera disputa | |
y que del fuego en la gruta | |
gimen es pleito ganado. | |
Fucar. | ¿Por qué? |
Rey | Por el gran pecado |
con que siendo hombres fatales | |
según cuentan los anales | |
robaron el nombre a Dios, | |
y los honráis ahora vos | |
como a dioses inmortales. | |
Príncipe | ¿Qué satisfacción nos dieron |
por tan bárbara ilusión? | |
¿Pidieron a Dios perdón | |
del agravio que le hicieron? | |
No, pues ¿por qué al cielo fueron? |
¿Por qué así vos lo queréis? | |
Que sus almas me diréis | |
a otros cuerpos se pasaron21, | |
tales sueños ya fallaron. | |
Ver si otras dudas tenéis. | |
Fucar. | ¿Cómo si tengo? Millares, |
mas me llega al corazón | |
que en puntos de religión | |
sean jueces los seglares. | |
Príncipe | Si fueran los regulares |
más linces y menos ciegos | |
les cediéramos los legos | |
del juzgado el tribunal, | |
mas de la luz natural | |
¿qué bonzos oyen los ruegos? | |
Fucar. | Mis secuaces y yo, y vamos |
echando mano a las dagas | |
tronchando opiniones vagas | |
que en nuestros libros no hallamos. | |
La cuestión en que quedamos | |
fue… |
Rey | Aguardad, que en duelos tales |
en que andan personas reales | |
importa para el decoro | |
promulguen acentos de oro | |
ciertas leyes sustanciales. | |
La primera condición | |
y ley que debe observarse | |
mientras dura esta función | |
es que al dar la solución | |
ni una palabra ha de hablarse. | |
Segunda que la razón | |
y no la voz desmedida22 | |
logrará mi protección, | |
y yo en cualquiera ocasión | |
daré por ella la vida. |
Tercera que si a la ley | |
de Cristo triunfante vieren | |
los bonzos, harán al rey | |
grave injuria si a su grey | |
el bautismo disuadieren. | |
Príncipe | Vuestra advertencia me place. |
Valido | Me agrada vuestra atención. |
Fucar. | Para mí es un bofetón |
que la cara me deshace, | |
pero dejemos que enlace | |
su asumpto el padre Javier | |
con el misterio de ayer. | |
Javier | Todos en Adán pecamos23 |
y por Cristo nos salvamos | |
a pesar de Lucifer. | |
¿No es materia de hacimiento | |
de gracias, que al mundo asombre | |
saber que Dios por el hombre | |
se encarnó y murió contento? | |
Fucar. | Sin duda. |
Rey | Tomad asiento. |
Siéntanse. |
Fucar. | Sin duda; pero ¿a quién, di |
se lo ha dicho? ¿Acaso a ti | |
te ha revelado tal cosa? | |
Javier | Él se lo ha dicho a su esposa24 |
la Iglesia, y la Iglesia a mí. | |
Fucar. | Muy bien: el hombre pecó |
y Luzbel con sus secuaces, | |
mas con el hombre hizo paces | |
Cristo ¿y con los diablos? |
Javier | No.25 |
Fucar. | Pues de aquí argumento yo: |
¿cómo es que un Dios infinito | |
tan bueno y tan erudito | |
crió de diablos un mar | |
sabiendo que han de quedar | |
cogidos en el garlito?26 | |
Javier | Dios los crió en libertad, |
hermosos según su porte, | |
mas faltando a la lealtad | |
pretendieron majestad | |
y los echó de su corte. | |
Fucar. | Vamos en forma. O sabía |
que aquel brillante lucero | |
que criaba, comunero27 | |
los cielos revolvería, | |
o tal pago no prevía. | |
Si no previó su arrogancia | |
luego padeció ignorancia. | |
Sí, sí; luego no es tan bueno | |
pues no impide el mal ajeno | |
pudiendo sin repugnancia. | |
Javier | Quien ese sofisma escombre |
sacará por consecuencia | |
con solo trocar un nombre | |
por qué crió Dios al hombre | |
previendo su inobediencia. |
Pudiera el Señor, esquivo, | |
previendo nuestro pecado | |
dejarnos en el estado | |
de la nada precisivo28 | |
o quitarnos tempestivo29 | |
el arbitrio a la malicia, | |
mas de su arte la pericia | |
dejó a nuestra libertad | |
el fruto de su bondad | |
o el rigor de su justicia. | |
Tuvo por mayor partido | |
sacar bienes de los males30 | |
que dejar sin el crecido | |
premio a los que le hayan sido | |
hijos fieles y leales. | |
Y en esto no hubo en Dios falta | |
sino sobra de bondad | |
pues da el ser y libertad | |
aun a quien contra Él se exalta, | |
de donde a los ojos salta | |
la razón porque a Luzbel | |
previendo su mucha hiel | |
crió Dios, y es, no os asombre, | |
para que sirviese al hombre | |
y este a quien murió por Él. | |
Príncipe | Ese mismo es Jesucristo. |
Valido | Que murió por mí y por vos. |
Fucar. | Como soy hijo de Dios,31 |
hasta ahora nunca he visto | |
que el diablo, que anda tan listo, | |
sirva al hombre, antes me arredro | |
y me subo por un cedro | |
en oyéndolo rugir.32 |
Rey | Resistiéndole, servir |
le hacemos, según San Pedro. | |
Fucar. | ¿Quién resistirle ha? |
Javier | El cristiano |
con la señal de la cruz | |
fulminándolo al tirano | |
centro donde ya el villano | |
no ve del cielo la luz. | |
A más, que cada victoria | |
que uno alcanza de aquel vicio | |
a que le tienta, notoria | |
ganancia da, gracia y gloria33, | |
que no es poco beneficio. | |
Príncipe | Hemos visto el fundamento |
de la primera aserción. | |
Rey | Ved, contra la encarnación |
si se os ofrece argumento. | |
Fucar. | Ahora mismo más de ciento |
y el primero y principal | |
es que Dios siendo inmortal | |
haga acción tan soberana | |
por la república humana | |
y no por la angelical. | |
Tal prodigio nunca oí | |
ni que por algún camino | |
haya habido peregrino | |
que nos le contase aquí. | |
Me hace fuerza, arguyo así: | |
tan blanco era del regalo | |
de su autor el ángel malo | |
como fuese Eva y Adán, | |
pues ¿por qué al hombre del pan34 | |
le dio, y al ángel del palo? | |
¿Acaso al ser cristalino35 | |
de este el de aquel excedía? | |
Rey | No, y con todo se moría |
por él de bizarro y fino. | |
Fucar. | Ya pues que el Hijo divino |
encarnándose amoroso | |
redime al hombre dichoso, | |
saque el Espíritu Santo | |
de espíritus a horror tanto | |
de aquel ángel tenebroso. | |
Príncipe | En que pudo no hay litigio |
mas no le vino en deseo. | |
Valido | Dejolo en el lago Estigio. |
Fucar. | De esperanza sin vestigio. |
Esto es lo que yo no apeo. | |
Javier | No es de quien cumple obsequioso |
del vasallaje las leyes, | |
sí de entendimiento ocioso | |
meterse a indagar curioso | |
los secretos de los reyes, | |
y más los de un soberano | |
Dios tan alto como he dicho, | |
bueno, justo, sabio, sano, | |
incomprensible al humano | |
y al angélico capricho. | |
¿Qué diríais de la mente | |
del que en vano discurriera | |
porque a Luzbel delincuente | |
lo echó al fuego incontinente | |
y al hombre lustros espera? | |
Fucarandono, pensad | |
que al tratarse en el senado | |
de la eterna majestad | |
una y otra indignidad | |
sobre el proceso actuado | |
de la angélica malicia, | |
gran madre de la discordia, | |
se hizo fiscal la justicia, | |
pero de nuestra inmundicia | |
lo fue la misericordia, | |
y a Dios Hijo persuadió | |
que por el hombre fianza | |
saliese, y de hecho tomó | |
nuestras deudas y pagó36 |
cuanto al mundo el Padre alcanza, | |
y a lo que decís que no | |
quien tal nueva os diese ha habido, | |
¿no os la evangelizo yo? | |
Ea, amad al que os libró | |
del infierno merecido. | |
Rey | Ganar el cielo perdido |
¿qué mal nos está a los dos? | |
Fucar. | Mal no. |
Príncipe | Pues demos a Dios |
el honor que le es debido. | |
Valido | Y sea el hombre agradecido |
a quien le hace tanto bien. | |
Fucar. | Y confesemos también |
que por Cristo nos salvamos. | |
Javier | Con quien todos nos veamos |
juntos en la gloria. |
Todos | Amén. |
Diálogo 9. su dichoso tránsito en sanchón a vista de la China37
Javier | Ángel |
Javier | Aquellos nevados montes |
que al rayar el sol miraba | |
¿no son de China las duras | |
inaccesibles murallas? |
Aquellas soberbias torres | |
que al firmamento amenazan | |
¿no son templos de sus dioses? | |
Aquellas sombras opacas | |
¿no son víctimas que humean, | |
no son inciensos que exhalan? | |
Esta eminencia fragosa, | |
esta isla solitaria | |
¿no es Sanchón, la que descubre | |
como centinela el mapa? | |
Ángel | Aparte. Sí, la China es, la China. |
Javier | Bello campo de batalla |
para evangélicas huestes | |
y católicas escuadras, | |
ea, animosos deseos, | |
ea, fuerzas veteranas, | |
aquí aun el morir es gloria, | |
cristiano espíritu, ¡al arma! | |
Ángel | Aparte. No, luz del mundo, no pienses |
sino en la postrera hazaña. | |
Javier | ¡Oh celeste paraninfo38 |
a quien Dios puso por guarda | |
y protector de este imperio!, | |
facilítame la entrada; | |
ya es tiempo que el evangelio | |
llegue a enarbolar sus armas | |
donde tiene Idolatría | |
sus más antiguas estatuas. | |
Ángel | Aparte. Aquí ha de dar tu vida |
la última llamarada. | |
Javier | Ponme siquiera a sus puertas, |
que si no puedo arrancarlas | |
podré decir que un cristiano | |
llegó a clavar una lanza. | |
Mas ¿qué novedad me anuda | |
los movimientos del alma? | |
Ángel | Aparte. El mejor astro de Europa |
vino a morir a esta playa. | |
Javier | Siento no sé qué tibieza, |
¡ay mi Dios! Tu viento calma | |
y o se anega o se turba | |
el batel de mi esperanza. | |
Antes en mi pensamiento | |
montes de Gelboé allanaba39 |
¿y ahora humildes empresas | |
se me representan arduas? | |
Antes a ligeros brutos | |
mis carreras igualaban | |
¿y aun los deseos ahora | |
cadenas y grillos calzan? | |
Antes con rubor gemía | |
si el sol se me adelantaba | |
¿y ya cobarde mi aliento | |
o desfallece o se cansa? | |
¿Qué es esto? ¿Quién me amedrenta? | |
¿Quién mis fervores desarma? | |
Me lisonjea el retiro, | |
la soledad me arrebata, | |
el humano trato acíbar | |
en mi propensión derrama.40 | |
Apenas siento en mi pecho | |
las continuas aldabadas | |
con que solía llamarme | |
la conversión de las almas. | |
¿Yo soy Javier? ¿Yo aquel rayo? | |
¿Yo aquella exhalación vaga | |
que del movimiento ardía | |
y del ocio se apagaba? | |
O no soy aquel o quiere | |
desnudar la inicua parca | |
contra el hilo de mi vida | |
los filos de su guadaña. | |
Ángel | Aparte. Ya el sol de oriente comienza41 |
a ver su luz eclipsada. | |
Javier | Cielos ¿qué angustias son estas? |
¿Qué desmayos, qué mudanzas? | |
Si mal he desempeñado | |
los auxilios de tu gracia | |
y por culpa mía ha sido | |
tu Iglesia poco aumentada, | |
perdona, mi Dios, perdona | |
mi correspondencia ingrata. | |
Yo volveré por tu honra… | |
Pero ¡ay dolor!, que le faltan |
a mi espíritu las fuerzas | |
y a mi corazón las alas.42 | |
Ángel | Aparte. Al cielo, Javier, al cielo. |
Javier | Sin duda el Señor me llama. |
Ángel | Aparte. A poseer la corona |
que los ángeles te labran. | |
Javier | Llegó la hora, Dios mío, |
llegó la hora esperada | |
no con tantas prevenciones | |
como pidían mis faltas. | |
¿Ni da más treguas que un día | |
tu disposición exacta? | |
Ángel | Aparte. Por el eterno descanso |
tus merecimientos claman. | |
Javier | ¿Ya no he de ver más trabajos? |
¿No he de bautizar más almas | |
ni se oirán de mi boca | |
tus verdades sacrosantas? | |
¿Solo en este desamparo | |
donde no hay persona humana | |
que al expirar al oído | |
me repita una palabra? | |
Ángel | Aparte. A tu lado un ángel tienes |
que sabrá esgrimir la espada. | |
Javier | ¡Oh Providencia divina, |
que invisiblemente amparas | |
en este trance a tus siervos | |
con inspiraciones santas: | |
no me falte tu aistencia | |
ya que muero por tu causa! | |
Ángel | ¡Al arma, que Luzbel pone |
toda su gente en batalla! |
De rodillas. |
Javier | Divina aurora María |
Ángel | ¡Al arma, Javier, al arma! |
Javier | Ángel mío de mi guarda. |
Ángel | ¡Al arma, Javier, al arma !43 |
Javier | Salid vos a la defensa. |
Acercándose algo al oído. |
Ángel | Jesús. |
Javier | Alentad mi confianza. |
Ángel | Jesús. |
Javier | Jesús, amoroso padre |
de la religión cristiana, | |
conserva en paz las Iglesias | |
con mis sudores fundadas. | |
Ángel | Jesús. |
Javier | Jesús, dueño de mi vida44, |
de la gloria prenda amada, | |
fortalece mi flaqueza | |
con el manjar de tu gracia. | |
Ángel | Jesús. |
Javier | Jesús, bálsamo oloroso |
de la flor de más fragrancia | |
con el óleo de tu nombre45 | |
unge mis potencias y alma. | |
Ángel | Jesús. |
Javier | Jesús, imán de mi vida, |
norte de mis esperanzas, | |
guiad mi espiritual puerto | |
de las eternas moradas. | |
Ángel | Jesús. |
Javier | Jesús, tu misericordia |
y la sangre de tus llagas... | |
Ángel | Jesús. |
Javier | Jesús, tu bondad imploro... |
Ángel | Jesús. |
Javier | Jesús, tu bondad me valga... |
Ángel | Jesús. |
Javier | Jesús, recibe mi espíritu... |
Ángel | Jesús. |
Javier | Jesús, recibe mi alma. |
Reclínase sobre el brazo del ángel. |
Ángel | Jesús, Jesús, a la gloria, |
Jesús, Jesús, a la patria. | |
Música | ¡Victoria, victoria, |
oh ciudad santa de Jerusalén, | |
ya tus armas angélicas el alma | |
suben de Javier | |
triunfante a la gloria, | |
victoria, victoria, | |
a ceñir la corona y el laurel | |
de su vida apostólica, | |
victoria, victoria | |
oh gran Dios de Israel! |
Coplas. |
1 | Celebrad, paraninfos alegres, |
con música consonancia | |
el tránsito feliz a mejor vida | |
de aquel que infundió vida | |
a tantas almas. | |
2 | Convocad, cortesanos celestes, |
con júbilo y vigilancia | |
de los cielos las voces más sonoras, | |
de las prados las flores | |
más tempranas. | |
3 | Erigid arcos triunfales |
de espléndida arrogancia | |
que a ceñir la diadema de sus hechos | |
[…]46 Francisco en hombros | |
de la Fama, | |
gratamente festivos al carro | |
los órdenes acompañan | |
de infantes que triunfaron por su diestra, | |
de varones que reinan | |
por su causa. |
Bibliographie
Bibliografía
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Notes de bas de page
1 La vida de San Eustaquio, ed. A. de la Granja, Granada, Universidad de Granada, 1982. Estos párrafos presentativos reproducen los mismos con leves variaciones de la primera entrega de este trabajo: « Diálogos javerianos de la real Academia de la Historia de Madrid (I) », en prensa en Brotéria y entregas posteriores en que me ocupo de distintos diálogos de la colección.
2 J. Menéndez Peláez, Los jesuitas y el teatro en el Siglo de Oro, Oviedo, Universidad de Oviedo, 1995.
3 J. García Soriano, « El teatro de colegio en España », Boletín de la Real Academia Española, 14, 1927, p. 235-77, 374-411, 535-65, 620-50; 15, 1928, p. 62-93, 145-87, 396, 446, 651-69; 16, 1929, p. 80-106, 223-43; 19, 1932, p. 485-98, 608-24.
4 Ver I. Arellano, « San Francisco Javier en el teatro del Siglo de Oro », en I. Arellano (ed.), Sol, Apóstol, Peregrino. San Francisco Javier en su centenario, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 2005, p. 239-66; y también, I. Arellano, San Francisco Javier, el Sol en oriente, comedia jesuítica del P. D. Calleja, Madrid, Iberoamericana, 2006.
5 Ver I. Elizalde, San Francisco Xavier en la literatura española, Madrid, CSIC, 1961. Remito a este libro para otras obras posteriores al XVII que en este trabajo no me interesan de modo directo.
6 Ibid., p. 155.
7 Ibid., espec. p. 156 y ss.
8 Ver M. Zugasti, « Un ejemplo de teatro jesuítico en el siglo XVIII, el Diálogo a San Francisco Javier entre Navarra y la India. (Con algunas notas sobre la presencia de la India en la literatura española) », Papeles de la India, 24, 1995, p. 331-49.
9 Ver I. Arellano, ed. cit., « Diálogos javerianos de la Real Academia de la Historia de Madrid (II). Los diálogos de Goa », y « Diálogos javerianos de la Real Academia de la Historia de Madrid (III). El martirio ejemplar del príncipe de Ceilán », en prensa.
10 Este episodio de la entrada de Bungo es uno de los más famosos de la vida de San Francisco. Normalmente iba el santo con pobre vestido, pero al convencerse de que en Bungo no iban a tomar en consideración a un pobre, decidió entrar con toda solemnidad. Así lo cuenta J. Lucena, Historia de la vida del P. Francisco Xavier. Y de lo que en la India Oriental hicieron los demás religiosos de la Compañía de Jesús, Sevilla, Francisco de Lyra, 1619, p. 661): « en fin si el padre no fue convencido de las razones, fuelo del celo y buena intención de los portugueses y así se conformó en todo con su parecer y resolución. Y fue que él saliese el día siguiente como si hubiera de ir en una procesión solemne, vestida una sotana de chamelote negro sin aguas, y la sobrepelliz encima con su estola verde, guarnecida de brocado al cuello. De los portugueses ninguno quedó en la nave y todos se aderezaron curiosamente con cadenas de oro sobre ricas sedas que vestían y sembradas las gorras de broches de perlas. Eran 30 hombres que con otro mayor número de esclavos que llevaban consigo todos muy bien tratados hacían un lustroso acompañamiento. Apartáronse de la nave embarcados en el batel, y en los manchuas con sus toldos y banderas de seda y buena música de chirimías y flautas que después que el artillería dio la suya, se fueron remudando por el río, hasta llegar al muelle, adonde con curiosidad de ver, había ya concurrido tanta gente de la tierra que con trabajo la pudieron tomar. Allí hallaron dispuesto y a punto un capitán que venía por orden del rey con una litera para llevar en ella al padre Francisco. Y no aceptándola el padre entró a pie por la ciudad... ».
11 Se refiere a la patria, en este caso a su propia patria.
12 patricio: « lo que pertenece o toca a alguna patria » (Aut.).
13 El edificio del universo.
14 Comp. Fray Luis de Granada, Introducción del Símbolo de la Fe, ed. J. M. Balcells, Madrid, Cátedra, 1989, p. 133: « los cristianos, demás de estas obras de naturaleza, tenemos las de gracia, que son más altas y nos dan mayor conocimiento de lo que es más glorioso en Dios, que es su bondad y misericordia ».
15 Campos elíseos: « lugar donde fingieron los poetas de la gentilidad ir las almas de los bienaventurados » (Cov.). Comp. Quijote, I, 13: « sus cabellos son oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes ».
16 de quien: de la que; se refiere al alma; « vuela el alma de la cual aseguras que mora dentro de mí mismo ».
17 ampla: es forma usual en la época: Covarrubias la usa a menudo.
18 empíreo: el cielo empíreo, en el que residía la divinidad. El juego paronomástico es frecuente en el Siglo de Oro, por ejemplo en Calderón: La nave del mercader, v. 385: « con sombras de imperio a luces de impírio » (véase P. Calderón de la Barca, La nave del mercader, ed. I. Arellano, A. Aremendáriz, J. M. Escudero, B. Oteiza, M. C. Pinillos, Pamplona-Kassel, Universidad de Navarra-Reichenberger, 1996, vol. 8.
19 Estas disputas con los bonzos son motivo frecuente en las vidas y hagiografías, en especial las tenidas con Ficharandono o Fucarandono, importante bonzo. Comp. H. Turselino, Historia de la entrada de la cristiandad en el Japón y China y en otras partes de las Indias Orientales y de los hechos y admirable vida del Apostólico varón de Dios el padre Francisco Xavier de la Compañía de Jesús y uno de sus primeros fundadores. Escrita en latín por el Padre Horacio Turselino y traducida en romance castellano por el P. Pedro de Guzmán, religioso de la misma Compañía, Valladolid, por Juan Godínez de Millis, 1603, fol. 210v: « Vino pues el día siguiente Fucarandono a palacio acompañado de más de tres mil bonzos, no parecía verdaderamente sino que iba a dar alguna batalla [...] también los portugueses quisieron acompañar y honrar al padre Francisco y así se vistieron más ricamente que nunca y fueron todos de esta manera a la ciudad y sus ricos trajes y vestidos y la reverencia que al padre Francisco hacían daba extrañamente en el rostro a los bonzos que lo miraban ».
20 camis y fotoques: diosecillos e ídolos. Comp. C. Berlanga, o M. Peralta Calderón, El Apóstol de las Indias y Nuevas Gentes san Francisco Javier de la Compañía de Jesús. Epítome de sus apostólicos hechos virtudes, enseñanzas, y prodigios antiguos y nuevos, Pamplona, Gaspar Martínez, 1665, p. 48: « saliendo gran multitud de idólatras a quitarle la vida enfurecidos por lo que había predicado el santo contra sus ídolos y camis, cegó el Señor sus ojos cubriendo el sol con espesas nieblas y horribles tempestades »; A. Vieira, Todos sus sermones y obras diferentes…, t. 3, p. 325-337, Barcelona, Juan Piferrer, 1734, p. 329: « enarbolaba una cruz desnuda contra los innumerables ejércitos de los sacrílegos sacerdotes; aparecía él solo descalzo y tan pobremente vestido como quien se sustentaba de limosnas y en esta desproporción y desigualdad tan extrema de lo que se veía y sonando y oyendo la voz y predicación de Javier, como al sonido de las trompetas de Josué se arrasaron los muros de Jericó, los ídolos se deshacían en ceniza, los demonios que no pueden morir huían, enmudecían los camis y fotoques y los nombres de Xaca y Amida, oyéndose en todas partes el del verdadero Dios ».
21 Alusión a las creencias en la transmigración de las almas.
22 Los hagiógrafos javerianos suelen contraponer la razón del santo a la violencia de los bonzos: comp. H. Turselino, Historia de la entrada de la cristiandad en el Japón y China, op. cit., fol. 202r.: « el bonzo viéndose afrentado delante de tantos grandes daba voces como un loco y decía que cayese fuego del cielo sobre rey que se atrevía a tratar así a los sacerdotes de los dioses; con esto se salió hecho una brasa y encendido en ira »; Lucena, Historia de la vida del P. Francisco Javier, op. cit., p. 496: « ni pararon los bonzos en estas y en otras sinrazones y palabras, poco a poco vinieron a las obras, no consintiendo que la gente se juntase a oírlos por las plazas y afrentándolos a ellos en cualquier parte que los veían, con baldones, risadas, pedradas, de manera que les era forzoso estar como presos en la casa donde se recogían, la cual también eran de noche bien visitados con piedras que les daban a los tejados a las puertas, a las ventanas ».
23 Adán, Cristo: es el motivo de primero y segundo Adán; el primer Adán corrompe al género humano; Cristo, segundo Adán, lo salva. Es motivo repetidísimo en los Padres; en San Agustín se localizan infinitos lugares sobre esta contraposición. Tomamos alguna ilustración, empezando por el texto nuclear de San Pablo, 1 Corintios, 15, 22, 45: « et sicut in Adam omnes moriuntur, ita et in Christo omnes vivificabuntur », « Factus est primus homo Adam in animam viventem, novissimus Adam in spiritum vivificantem ». Comenta a San Pablo San Pedro Crisólogo: « El apóstol san Pablo nos dice que dos hombres dieron origen al género humano, a saber, Adán y Cristo. Dos hombres semejantes en su cuerpo, pero muy diversos en el obrar; totalmente iguales por el número y orden de sus miembros, pero totalmente distintos por su respectivo origen... Aquel primer Adán fue creado por el segundo, de quien recibió el alma... aquel primer Adán fue plasmado en barro deleznable, el último Adán se formó en las entrañas preciosas de la Virgen. En aquél la tierra se convierte en carne; en este, la carne llega a ser Dios » (Sermones, 117, en M. Peinado, La predicación del Evangelio en los Padres de la Iglesia, Madrid, BAC, 1992, n° 36); y San Ambrosio: « Es conveniente recordar cómo el primer Adán fue expulsado del paraíso al desierto, para que advirtieras cómo el segundo Adán viene del desierto al paraíso » (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, 4, 7, en M. Peinado, op. cit., núm. 229); y en fin, San León Magno: « El primero y segundo Adán llevaban la misma carne, pero no las mismas obras; en aquél todos morimos, en este todos serán vivificados, aquél por su orgullosa ambición tomó la vía de la miseria; este por la fuerza de su humildad nos ha abierto el camino de la gloria » (Sermones, 69, en M. Peinado, op. cit., núm. 777). Ver I. Arellano, Diccionario de los autos sacramentales de Calderón, Kassel, Reichenberger, 2000.
24 Comp. Juan de Ávila, OC, Obras completas del Santo Maestro Juan de Ávila, ed. L. Sala Balust, F. Martín Hernández, Madrid, BAC, 1970, vol. II, p. 137 y ss., en el sermón « Bodas de Dios y de los hombres »: « Desposado es el Verbo; la esposa es la sagrada humanidad asumpta […] el morir y las penalidades todas son hacienda de la esposa que tomó […]. Aun hay otro casamiento. Este mismo Dios casado con aquella naturaleza humana, Dios y hombre verdadero, acordó de se casar otra vez y tomar una esposa […] y es la Iglesia cristiana, que nos llamamos esposa suya a toda la congregación de los fieles. Esta es la desposada que buscaba el patriarca Jacob ».
25 El manuscrito repite la negación, pero el cómputo silábico aconseja la enmienda.
26 garlito: « Cierto género de nasa, hecha o de mimbres o de hilo, para pescar peces, los cuales entran en ella como por lo ancho de un embudo y después no pueden salir » (Cov.).
27 comunero: « El que tomando la voz común del pueblo se junta con otros para levantarse y conspirar contra su soberano » (Aut.). Se hace referencia a los cabecillas de las Comunidades de Castilla, derrotados en Villalar en 1521. El demonio suele aparecer en muchos autos sacramentales de Calderón como el comunero que puso en arma a la celeste curia. Comp. VZ, p. 701: « cuando, comunero/ del empíreo, moví guerra/ al mismo Dios »; DF, p. 1775: « y, comunero/ de la celestial Babel, / el imperio del empíreo/ en confusión tan cruel/ puse » (véase I. Arellano, Diccionario de los autos, op. cit.).
28 precisivo: es término filosófico que significa un modo de abstracción que precisa ciertas cualidades o condiciones; lo usa Feijoo, Teatro crítico universal, XIII, 4, 12: « Yo me imagino, que si Dios nos fuese mostrando sucesivamente todo lo que hay que ver en él, de modo, que en cada minuto de tiempo solo viésemos lo que es representable en un acto, el más precisivo del entendimiento, pasarían muchos centenares de años antes de verlo todo ». No apuro exactamente el sentido en el contexto.
29 tempestivo: lo que es oportuno y adecuado al tiempo y ocasión.
30 Parafasea un texto de San Agustín que también comenta Feijoo, Cartas eruditas, XV, 16, 19: « Dice S. Agustín que Dios tuvo por más digno de su Providencia sacar bienes de los males, que desterrar todos los males del mundo: Mellius iudicabit de malis bona facere, quam mala nulla esse permittere ».
31 Este verso es frase aseverativa a modo de juramento: « Tan verdad como que soy hijo de Dios es que nunca he visto al diablo servir al hombre ».
32 rugir: evoca la primera epístola de San Pedro, 5, 8: « Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar ». La utilidad de resistirlo parece aludir a los dos versículos siguientes de la epístola de San Pedro: « Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos./El Dios de toda gracia, el que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo, después de breves sufrimientos, os restablecerá, afianzará, robustecerá y os consolidará ».
33 Este verso y el siguiente en dos recortes pegados sobre un texto anterior al que corrigen. Este tipo de correcciones se produce alguna otra vez en las copias de los diálogos.
34 del pan y del palo: « Frase proverbial que enseña no se debe usar del excesivo rigor, sino mezclar la suavidad y el agasajo con el castigo » (Aut.).
35 cristalino: aquí en el sentido de puro, claro, espiritual.
36 deudas: la imagen de la deuda para el pecado es habitual: « Responde, haeretice, quae sunt debita tua? An forte pecuniam mutuam a Deo accepisti? Non, inquit. Non te ego amplius interrogabo de hoc: ipse enim Dominus expositurus est, quae sin debita quae nobis petimus relaxari » ‘ ¿Cuáles son esas deudas? ¿Acaso recibiste dinero de Dios? No, dices. No te haré más preguntas sobre esto; el mismo Señor te aclarará cuáles son las deudas que pedimos se nos perdonen’ (San Agustín, sermón 181, 6); « Veniet enim et ipse promissa persolvere, qui se sponte professus est debitorem; qui nihil ab aliquo mutuatus est, et suo promisso debitor esse dignatus est. Nos debebamus; et tantum debebamus, quantum peccaveramus. Venit ille sine debito, quia sine ullo peccato » ‘vendrá a cumplir lo prometido; él, que espontáneamente se declaró deudor; a nadie pidió prestado y por su promesa se dignó convertirse en deudor; nosotros éramos los que teníamos deudas, tantas como pecados. Vino él, que nada debía, porque no tenía pecados… (San Agustín, sermón 216, 5). Ver I. Arellano, Diccionario de los autos, op. cit.
37 Baste citar la descripción de Turselino, Historia de la entrada de la cristiandad en el Japón y China, op. cit., fol. 253 v.: « estaba el buen padre Francisco echado en una choza mal abrigada expuesta a los vientos y fríos del invierno que era ya entrado, desamparado de todo alivio y regalo y de todo humano consuelo y abrasándose con una calentura […] clavaba los ojos en el cielo y con alegre semblante tenía dulces coloquios con Cristo nuestro Señor como si estuviera presente. Decía algunos versos de los salmos y lo que más repetía eran aquellas palabras: Jesús, hijo de David, tened misericordia de mí, perdonad, Señor, mis pecados y vos, Virgen Soberana, madre de Dios, acordaos de mí, pecador. Dos días enteros estuvo repitiendo estas y otras semejantes palabras y estando ya cercano a la hora de su dicho tránsito tomó un Crucifijo en las manos y puestos los llorosos ojos en él, entre muchos sollozos y lágrimas, comenzó en alta voz a decir: Jesús de mi corazón, Jesús de mi corazón… y mezclando lágrimas con su oración le faltaron juntas y a una la voz y la vida. Y habiendo fortísimamente peleado con la enfermedad y con la muerte descansó a 2 de diciembre, día de santa Bibiana […] quedó con un rostro tan hermoso y alegre que se echaba bien de ver en él que gozaba el alma de la eterna felicidad. Murió de casi cincuenta y cinco años, diez años después que entró en la India y en el año del Señor de 1552 ». En Sanchón o Sancián esperaba un barco que lo llevase a la China.
38 paraninfo: se dirige al ángel protector del imperio chino.
39 Gelboé: monte situado entre la llanura de Yizréel (Jezrael) y el río Jordán donde los hebreos fueron vencidos por los filisteos y donde murió Saúl. Ver 2 Samuel, 1, 6; 21, 12; 1 Paralipómenos, 10, 1-8.
40 propensión: « La inclinación de alguna persona o cosa a su naturaleza o genio » (Aut.). Suele hacer referencia a las debilidades y pasibilidad de la naturaleza humana.
41 sol de oriente: es calificación aplicada habitualmente a San Francisco; baste recordar la comedia del P. Calleja San Francisco Javier, el Sol en oriente, ed. cit.
42 alas del corazón: « dos dilataciones membranosas como dos bolsillos situadas sobre la parte superior del corazón, cada una de su lado, formadas de las dos extremidades de sus venas, cava y pulmonaria. Hoy se llaman comúnmente entre los anatómicos orejas del corazón, de suerte que sólo se usa de esta voz en el estilo familiar. Dióseles el nombre de alas por tener alguna semejanza con las de los pájaros en la situación y en el movimiento de dilatarse y encogerse con un sístole y diástole que alterna con el del corazón » (Aut.).
43 En el manuscrito « Al arma, al arma », que hace verso corto.
44 En el manuscrito « de mi viva ».
45 óleo: el óleo representa a Cristo (véase Commentarii... R. P. Cornelii a Lapide, Paris, Ludovicum Vives, 1878, XIX, 29, 2 ss.) y en especial lo representa el óleo derramado: id. VII, 480, 1: « Magis proprie et genuine, nomen hoc est Christus: ipse enim a Judaeis vocatus est Mesias, a Graecis Christus, a Latinis Unctus, quia in incarnatione, qua homo per gratiam Dei patris unctus et consecratus est summus Pontifex, Propheta, Legislator, Rex et Redemptor orbis. Unde hoc gratiae suae unguentum in omnes credentes in ipsum effudit, et in dies effundit: hinc a Christo omnes vocantur christiani. "Cum enim vim suam et potestatem apostolis tradidit, totus mundus pietatem sanctissime inoluit, ait Philo Carphathius. Unde et in baptismo visibiliter christiani chrismatis unguento in corpore, et gratia spiritus Sancti in anima invisibiliter peruguntur" ait Theodoratus. Quocirca Nazianzenus, orat. in S. Baptisma: "Unguentum illud, inquit, nostra causa exhaustum odoremur, spirituali modo illud accipiens, atque ab eo efformati et commutati, ut ex nobis quoque suavis odor effletur". Sicut enim Magdalena unguentum effundens in caput Christi, totam domum odore suavi replevit, sic Christus gratias suas in fideles effundens, totam Ecclesiam, imo totum orbem, suavissimo Evangelii odore complevit. Sic et Casiodorus, Justus Orgelitanus, Beda et S. Gregorius, quem audi: "Nomen, inquit sponsi Christus est; sed nomen sponsi quasi oleum effunditur, quia quicumque nomine christiano in veritate censentur, charitate affluunt, qua molliuntur; et, ut flammas exemplorum emittant, eadem charitate continue suffunduntur" ». La imagen tiene su origen en el texto del Cantar de los cantares, 1, 2, en que habla la esposa: « Oleum effusum nomen tuum ». Ver I.Arellano, Diccionario de los autos, s.v. olio .
46 Palabra ilegible por una rotura del papel que afecta a otras palabras del principio de los siete últimos versos, más fácilmente reconstruibles.
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Universidad de Navarra
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