Los discursos de la historia de la lengua española de Nebrija a Covarrubias
p. 527-541
Texte intégral
Sobre el estudio de las ideas lingüísticas del Renacimiento
11. En una época como el Renacimiento en que la lingüística como disciplina está lejos de constituirse, son casi siempre necesidades de carácter político, social o religioso las que motivan el interés por la lengua, sobre todo si nos referimos a ámbitos de reflexión distintos de la gramática. Como escribe Simone,
Elles [les théories linguistiques de la Renaissance] reviennent à mon avis à ce que, dans la cadre de la pensé de la Renaissance, ces théories ne se présentent presque jamais d’une façon autonome et clairement identifiable, et qu’elles ne constituent pas, d’ordinaire, l’objet de recherches portant ex professo sur le langage. Tout au contraire, elles s’offrent soit entremêlées à des considérations d’autre nature (métaphysique, rhétorique, philologique, littéraire, etc.), soit éparpillées parmi les règles des grammaires normatives ou puristes.1
2Es del todo conveniente tener en cuenta estas palabras, pues no tratándose éste de un estudio de gramaticografía, se enfrenta con un problema principal: la variedad de factores ideológicos que favorecen que la escritura sobre el lenguaje se desarrolle en una disparidad de géneros. Crónicas históricas, comentarios exegéticos, tratados de filosofía y teología ayudan a configurar el mapa de las ideas sobre el lenguaje y las lenguas que se reflejan en los primeros diccionarios etimológicos, gramáticas y ensayos de temática lingüística, como los de Poza y Aldrete. Disparidad de géneros que es también nómina inabarcable de opiniones particulares.
32. Las circunstancias descritas son especialmente pertinentes en el caso de la escritura sobre la historia de las lenguas europeas, que desde los albores del Renacimiento se desarrolla entre mitos. La pregunta por la historia de la lengua nacional se origina en las reflexiones del Humanismo sobre la pluralidad lingüística y la dignificación de las lenguas vulgares. En este sentido, Tavoni2 apuntaba una doble tensión en esta comparación de las lenguas: una, de carácter « mítico-religioso » de recuperación de la lengua primigenia perdida en Babel3; y otra, el bien conocido movimiento nacionalista que tiende a la dignificación de las lenguas vulgares. Estos dos movimientos, además, dan lugar a variadas combinaciones e instrumentalizaciones de uno respecto al otro. Se unen, a veces no sin conflicto en la mentalidad de los humanistas, el conocimiento de lenguas no europeas y cuestiones de historia del mundo, sagrada y profana. Por otra parte, la confluencia de las diferentes orientaciones explica el interés que cobra la lengua hebrea por parte de muchos humanistas, interés que determinará a menudo sus investigaciones4.
43. En este trabajo repasamos las diferentes perspectivas desde las que se abordó la historia de la lengua española entre Antonio de Nebrija y Sebastián de Covarrubias. Concretamente, atenderemos a los siguientes aspectos: a) el origen latino del castellano; b) el mito de Túbal como primer poblador de la Península Ibérica, que fundamenta las hipótesis antagónicas del euskera, del caldeo y del castellano como lenguas primigenias de la Península; c) el episodio de Babel como origen de la diversidad lingüística a partir de la lengua hebrea, presente en la lexicografía etimológica; d) el relato bíblico de la deportación de los hebreos con Nabucodonosor, que fundamentó las reivindicaciones del hebreo como lengua principal de la Península en el periodo primitivo; y, finalmente, e) la defensa de la pluralidad lingüística de la España primitiva, a partir, principalmente, de Ambrosio de Morales y Bernardo de Aldrete.
5En este periodo, es difícil establecer etapas en las reflexiones desarrolladas por los autores acerca de la historia de la lengua española. Hay planteamientos originales de ciertos autores, que abren una tendencia nueva (por ejemplo, Nebrija en la idea de la corrupción; o López Madera en la defensa del castellano primitivo). Sin embargo, una vez iniciadas, las diversas hipótesis pueden aparecer entremezcladas. Por ello, en lo que sigue se ha preferido un desarrollo de tipo temático más que cronológico.
Origen latino del castellano
61. Se puede comprobar que ya en tiempos de los Reyes Católicos, ̄ la actividad humanista consideró a España translación del Imperio Romano, frente a las otras naciones europeas5. A esto hay que añadir el posterior título y proyección del Emperador y su corte, para entender la tendencia privilegiada de la producción humanística de este periodo, que se prolongaría a lo largo de los siglos XVI y XVII. Los frutos de esta reivindicación aparecen en campos diversos:
- los estudios lingüísticos, con la recuperación de la latinitas, el desarrollo de la teoría de la corrupción, la publicación de diccionarios latino-castellanos, etc.;
- el terreno poético, con las composiciones hispano-latinas y la imitación de los clásicos que llegará a acercar el español al latín;
- la producción historiográfica, con la investigación de los historiadores clásicos;
- y las actividades arqueológicas, que buscan documentar el pasado romano de la Península.
72. En el terreno lingüístico [0], la reivindicación del origen latino de la lengua española se sitúa a finales del siglo XV. Antonio de Nebrija defiende esta idea que todos compartirán hasta la aparición de la teoría del castellano primitivo, en los últimos años del siglo XVI6. El nebrisense inicia en España la teoría de la corrupción, implícita en su frase famosa de « siempre la lengua fue compañera del imperio»7, que implica la interdependencia entre civilización y esplendor o decadencia del idioma. Para Nebrija, la « madurez » de una lengua está caracterizada por la existencia de una literatura desarrollada, que –ignorando la tradición trovadoresca española- debe imitar el modelo de los poetas clásicos e italianos8. Por último, para evitar la « decadencia » de la lengua, es preciso someterla a reglas mediante la redacción de una gramática. Es justamente la labor que el insigne humanista realiza.
83. La concepción del cambio lingüístico no se juzga de la misma manera – negativa– después de Nebrija. Bernardo José de Aldrete escribe Del origen y principio de la lengua castellana ò romance que oi se usa en España (Roma, 1606). Este malagueño, canónigo de la Catedral de Córdoba, constituye el máximo exponente de la teoría de la corrupción del latín en el territorio español. Como se sabe, el móvil que llevó a Aldrete a escribir esta obra era contrarrestar la hipótesis del castellano primitivo, que había surgido con los Discursos sobre la certidumbre de las reliquias descubiertas en Granada desde el año 1588 hasta el de 1598 (Granada, 1601), de Gregorio López Madera9. Aldrete demuestra, como nadie lo había hecho antes en Europa, el origen latino de una lengua vulgar. Asimismo, considera el origen del castellano como un fenómeno de « lenguas en contacto»10. Afirma en un pasaje clave:
Con la venida de los Godos, i otras barbaras naciones se vuieron de acomodar ala lengua delos vencedores, los quales desearon, i procuraron aprender la Latina, que se les dio mui mal, i la corrompieron, i vnos i otros cada vno por diverso camino, vinieron a dar principio a la lengua Italiana, i Castellana.11
94. Al final del periodo que estudiamos, Covarrubias escribe en el artículo Lengua de su Tesoro de la lengua castellana o española (1611): « Esta lengua se llama romance, por derivarse de la lengua romana, y es nombre común a la lengua vulgar italiana, a la francesa y a la castellana, porque todas tres traen origen della»12. La teoría de la corrupción se encuentra ilustrada también en las voces Romance y Latín. En ellas observa que las causas del cambio lingüístico son tanto externas (fundamentalmente, la invasión de pueblos, como los godos, que mezclaron sus vocablos) como internas, de carácter propiamente diastrático: « Después el vulgo lo corrompió todo, y quedamos con el lenguaje que hoy se usa, y así los más de los vocablos nuestros son latinos, aunque corrompidos » (Romance). Como en Aldrete, ya no hay una valoración negativa del cambio lingüístico, que se percibe ahora como un fenómeno connatural del lenguaje13.
El periodo prelatino
10El problema de la historia lingüística de España no se solucionaba con el conocimiento de la procedencia de la lengua española, pues quedaba en suspenso todo el periodo prelatino. Era muy necesario plantearse este problema, pues había sobrevivido una lengua que se reconocía como prerromana, el euskera. Era muy fácil que se desarrollaran teorías sobre el carácter primigenio de esta lengua en la Península Ibérica. Pero la hipótesis vasca no fue la única que se dio en España, en este periodo. Y tampoco lo fue la hipótesis del castellano primitivo. Nos interesa mostrar las mitologías que sustentan los discursos en los que se integrarán las diversas teorías. Trataremos tres relatos de origen bíblico fundamentales para el desarrollo de la especulación lingüística en España: 1) el mito de Túbal, nieto de Noé, como primer habitante de la Península Ibérica; 2) el mito de Babel, como origen de la multiplicidad lingüística; y 3) el mito de la venida masiva de judíos a España por mandato del rey asirio Nabucodonosor, en el lejano 587 a.C. Sin embargo, antes de referirnos a estos tres mitos, hace falta que nos refiramos a dos autores italianos que en gran medida fueron responsables de la difusión de la moda de lo hebreo en el Renacimiento: Pico della Mirandolla y Juan Annio de Viterbo.
El papel de la Academia Platónica
11Para profundizar en las reflexiones de aquella época sobre la/s lengua/s primitiva/s, hay que remitir a lo que Dubois ha denominado el « argumento metafísico de lo hebreo », que desencadena un amplio caudal de reflexiones a lo largo del Renacimiento14. El argumento se basa en la idea de la monogénesis hebrea de todas las lenguas. El punto de partida se encuentra en Italia, en la Academia Platónica de Florencia, fundada por Marsilio Ficino a fines del siglo XV. Nos fijamos brevemente en la Academia.
12Sus integrantes estaban muy interesados en el patrimonio pagano antiguo, que hicieron confluir con la teología cristiana. En un ambiente de búsqueda religiosa, Pico della Mirandola hizo traducir numerosas obras de la cábala judía, realizando su propia síntesis y provocando todo un movimiento en Europa que conocemos como cábala cristiana. El acercamiento a la lengua hebrea en el Renacimiento se encuentra inexorablemente vinculado a preocupaciones por la tradición gramatical, filosófica, teológica y exegética en la que se sustentaba, y la cábala era parte integrante de dicha tradición (cábala significa, precisamente, ‘tradición’).
13Además de Pico della Mirandola, el otro autor fundamental para comprender la difusión en Europa de esta moda filohebrea es el dominico Juan Annio de Viterbo, con su obra Commentaria super opera auctorum diversorum de antiquitatibus loquentium (Venecia y Roma, 1498). La obra se presentaba como la traducción y comentario de textos de historiadores antiguos, descubiertos por el mismo Annio, que planteaban la existencia en Europa de restos de una civilización muy anterior a la helénica, y que coincidía con diversos personajes bíblicos. Así, consigue una perfecta simbiosis entre la Biblia y Occidente, una nueva mirada al pasado europeo que mostraba orígenes semíticos por doquier.
14Nos podemos imaginar hasta qué punto las crónicas de Annio supusieron un impulso para las investigaciones sobre el pasado lingüístico en toda Europa. La metodología se apoyaba, por una parte, en el método histórico, y por otra en el recurso medieval de la toponimia. El procedimiento ha sido analizado por Demonet, que escribe:
L’apport essentiel d’Annius consiste donc dans la relation Bible-Occident établie grâce à la personne de Noé assimilée á Janus; le principe de correspondance des dieux, couramment appliqué dans l’Antiquité, est ici transféré à la superposition entre les personnages bibliques et les dieux de l’Antiquité; il s’agit de superposition et non de transition; derrière Janus, il faut lire Noé; derrière les faux noms antiques, lire l’onomastique biblique.15
15Los textos de Annio posibilitaron que los humanistas de toda Europa se lanzaran a la búsqueda topoetimológica, para demostrar ilustres orígenes prelatinos. Su obra está en la raíz de las investigaciones de Gelli y Giambullari en Florencia, de algunas teorías de Postel, que vincula a etruscos, galos y cimbrios; y, en el Norte de Europa, las teorías del dominico italiano se encuentran en Goropio Becano, que asimila a los « cimbrios » germánicos con los « cimerios » del mar Caspio. En España, Annio impulsaría el desarrollo del mito tubálico, como comprobaremos a continuación.
Relatos bíblicos sobre el origen lingüístico
16Túbal, primer poblador de la Península Ibérica
171. El origen del mito de Túbal como primer poblador de la Península se encuentra en las lecturas que los Padres de la Iglesia hicieron del capítulo 10 del Génesis. En este relato se cuenta cómo después del diluvio universal, los hijos de Noé (Sem, Cam y Jafet) se disgregan con sus familias para colonizar el mundo. A partir del texto bíblico, la lengua hebrea original se iría diferenciando poco a poco, motivada por la variación diatópica y diacrónica. Sobre este texto, el historiador judío Flavio Josefo desarrolló en sus Antigüedades judaicas una tabla de descendientes de Noé relacionada con las naciones del mundo conocido. Esta tabla pasará al mundo cristiano a partir, principalmente, de san Agustín y san Isidoro de Sevilla.
18El encargado de vincular a Túbal, hijo de Jafet, con los españoles fue san Jerónimo, que se refiere a la cuestión en varios pasajes de su obra. En uno de ellos, el comentario a Ezequiel 38,2, escribe: « Deinde Thubal quos idem Iberos vel hispanos, Hebraei Italos suspicantur ». Rechaza la opinión de los hebreos de que Italia fuera la patria donde arribaría Túbal. A partir de este autor, se consideró a Túbal y los suyos como origen de los españoles16.
192. Para no extendernos demasiado, señalaré que el mito de Túbal es el fundamento de tres hipótesis enfrentadas sobre la lengua primitiva de España: las teorías del euskera y del caldeo, en el siglo XVI, y la teoría del castellano primitivo, en el siglo XVII17.
20La teoría del euskera es la primera hipótesis sobre la existencia de una lengua primitiva en España. El primer cronista responsable de esta hipótesis es el navarro Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, que señaló en su Historia de rebus Hispaniae (o Historia Gothica) (c. 1242) que Túbal llegó a la Península por los Pirineos, y se asentó en la zona. Se trataba de aumentar el prestigio de su región de nacimiento. A partir del siglo XV, se suceden los testimonios de que se consideraba a Túbal « padre de los vascones », como escribe Pablo de Santa María18. Estas consideraciones se plantearon con fuerza en el siglo XVI, y llegarán hasta el XIX19.
21El mito tubálico dio lugar a una segunda hipótesis menos conocida en la actualidad, que es la del caldeo como lengua primitiva de España. Dos notas importantes son que aparece bajo la influencia de Annio de Viterbo y que se plantea frente a la hipótesis del euskera. El primer autor que defiende la teoría es el propio Annio, con sus análisis etimológicos de topónimos como Tarazona y Bética. Según sus etimologías, nos situamos ante nombres hebreos o arameos. A modo de ejemplo, veamos lo que dice de la Bética:
Ahora hablemos del rey Beto, por el cual la Bética está en España. Digamos algo breve. Dicen los talmudistas que también conocieron la lengua latina que Betum debe escribirse con el diptongo /ae/, Baetum, lo cual los hebreos y sirios dicen propiamente Behin, es decir, lugar de mi vida, como también san Jerónimo está de acuerdo sobre la interpretación hebrea. Por lo demás, interpretan que Beto es denominado por los arameos lugar de mi vida feliz. Pues la Hispania Bética es un huerto de delicias, y por Homero ha sido llamada Campos Elisios hasta las profundidades del Océano [...]. Así pues, por Beto [...], la Bética es considerada una especie de Hispania beática, y Betis el río que fluye hasta el océano. Lo dice Séneca en Medea.20
22La estela que dejó Annio en la historiografía española fue amplia21. El principal autor que defiende la teoría del caldeo a partir del mito tubálico será el cronista Florián de Ocampo, en su obra Los cinco libros de la Coronica general de España (1545). Sigue a Annio en las etimologías arameas de algunos topónimos españoles, como el de Tarazona; otros los retrotrae a fundaciones de Noé, como en la tradición medieval; por último, también desarrolla etimologías arameas a partir de algún antropónimo. Así, el nombre Gerión en caldeo equivale a ‘extranjero’, ‘advenedizo’). Es en este punto donde desarrolla su conclusión contra la hipótesis vasca:
[de la etimología de Gerión] se colige que por aquellos tiempos la habla de los Españoles devio ser muy conforme con la de los caldeos, o casi la mesma: porque como Tubal su primer fundador fuesse caldeo natural, y los que con el vinieron tambien caldeos, de sospechar es que su generación y decendencia hablarian la lengua de sus progenitores y permaneceria despues en España, hasta que por discurso de tiempo gentes de muchas naciones vinieron a ella, y poco a poco se fue corrompiendo, y mezclando la tal habla con las otras: de modo que ya casi falta del todo, puesto que por dezir verdad, no se ha podido tanto corromper entre nosotros, que toda via [sic] no hablemos algunos vocablos Caldeos mezclados a nuestro romance vulgar [...], donde probaremos abiertamente nunca ser la que los vizcaynos agora hablan, segun algunos coronistas deste tiempo tienen creydo.22
23A finales del siglo XVI aparece una nueva candidata a lengua primigenia de la Península, apoyada también en el mito tubálico. Se trata de la teoría del castellano primitivo. La teoría fue expuesta por Gregorio López Madera en una obra titulada Discursos de la certidumbre de las reliquias descubiertas en Granada desde el año 1588 hasta el de 1598 (Granada, 1601). En los Discursos, Túbal aparece como portador de una de las setenta y dos lenguas primitivas surgidas del episodio de Babel. Por tanto, para este autor, ni la lengua prelatina fue el vasco o el caldeo, ni el castellano procede de la corrupción del latín.
24Después de López Madera, la hipótesis tubálica del castellano primitivo fue propugnada por Luis de la Cueva, en unos Diálogos de las cosas notables de Granada, y lengua española, y algunas cosas curiosas (1603). En los años posteriores, a pesar del ataque dirigido por Bernardo de Aldrete a esta hipótesis en 1606 (con Del origen i principio de la lengua castellana), la teoría encontró otros seguidores en Francisco de Pedraza (Antigüedad y excelencias de Granada, 1608, Tomás Tamayo de Vargas (Cartas a los Aficionados a la lengua Española, 1629) y los gramáticos Bartolomé Ximénez Patón (Mercurius trimegistus, sive de triplici eloquentia sacra, Española, Romana, 1621) y Gonzalo Correas (Arte grande de la lengua kastellana española, 1626).
25El mito de Babel
26Otro relato bíblico fue el origen de numerosas especulaciones sobre el pasado lingüístico no solo de España, sino de toda Europa. Los primeros versículos del capítulo 11 del Génesis sirvieron desde la Antigüedad para explicar la multiplicidad de las lenguas. El texto que sirvió de base a las especulaciones del Renacimiento pertenece a La ciudad de Dios, de san Agustín:
Cuando la lengua era única y universal, no por ello faltaron hijos de la corrupción. Antes del diluvio no había más que una lengua, y, sin embargo, merecieron ser exterminados por el diluvio todos con excepción de la casa de Noé. Así también cuando por la impiedad arrogante fueron castigadas y divididas las gentes con la diversidad de las lenguas, recibió la ciudad de los impíos el nombre de « confusión », es decir, Babilonia. Se mantuvo, no obstante, la casa de Héber en la que permaneció la que antaño había sido única lengua de todos. Por ello, como recordé antes, al contarse los hijos de Sem, cada uno de los cuales dio origen a un pueblo, fue nombrado en primer lugar Héber [...]. Y como quedó en su familia, divididos los otros pueblos según sus lenguas, la lengua que justamente se cree que fue primero común al género humano, recibió por ese motivo el nombre de hebrea. Era necesario distinguirla entonces con su nombre propio de las demás, también con sus propios nombres. Sin embargo, cuando era única, se llamaba lengua humana o lenguaje humano, y en ella hablaban todos los hombres.23
27La referencia a este mito se hace necesaria para los autores que reivindican las huellas hebreas de todas las lenguas. De hecho, hace ya cuarenta años, Mounin24 destacaba el decisivo papel de los estudios hebraicos como motor impulsor de las primeras filiaciones entre las lenguas clásicas y las europeas. Pero la búsqueda era otra: a la vez que se empezaba a incoar el método comparatista, se afirmaba una impronta hebrea en todas las lenguas objeto de estudio. Es muy clara en este sentido la afirmación que hará Covarrubias en su Tesoro: « no ay lengua que no aya tenido origen de la hebrea en la confusión de el edificio de la torre de Babilonia » (s.v. Bada).
28Los orígenes de estas especulaciones en Europa se suelen situar en el utopista francés Guillaume Postel25. En su De originibus seu de Hebraice linguae et gentis antiquitate (1538) expone la idea consistente en que de la lengua hebrea han derivado el árabe, el caldeo, el indio y, de una forma mediata, el griego. El mismo año publica una Linguarum duodecim characteribus differentium alphabetum introductio, en la que se estudian doce alfabetos distintos, y se afirma que todas las lenguas derivan del hebreo. Demonet ha mostrado que en estas especulaciones Postel contaba como predecesores a los hebraístas Wakefield y Chéradame. También Charles de Bovelles, en su temprano Liber de differentia vulgarium linguarum (1533), comienza y termina su obra con referencias a la Torre de Babel, y sostiene la tesis de que el hebreo está distribuido en cada lengua del mundo. En su obra, la pluralidad de las lenguas no está exenta de cierto orden, que depende de las filiaciones que se establecen entre unas y otras26.
29En España, los primeros diccionarios etimológicos se hacen eco de estas teorías que seguirán vigentes hasta el siglo XVIII27. El primero tiene fecha incierta. Se trata del Tratado de etymologias de vozes Castellanas en otras lenguas castellana, hebrea, griega, árabe, del hebraísta Bartolomé Valverde, fechado por La Viñaza en 1600, pero con una versión anterior de finales de la década de 157028. Valverde escribe:
Pues no hallandose como digo la etimologia del vocablo Castellano en la Arabiga ni la Latina, lo seguro y acertado es acudir à la fuente y madre de todas, la Lengua Ebrea, mayormente habiendo dexado en España los Judios infinitos vocablos […] (fol. 134v.; cursiva nuestra).
30Igualmente, el médico cordobés Francisco del Rosal dejó manuscrito el Origen y Etymologia de todos los Vocablos Originales de la Lengua Castellana29. En el artículo Caça, primero declara su origen latino (captare), lo retrotrae al indio, para después afirmar: « Todos lo pudieron tomar de la Hebrea primera Lengua de el Hombre, que dice Gazal al Caçar; y al Príncipe ò Capitan de Guerra catsín » (fol. 76v).
31Por su parte, Covarrubias hace referencia a la tradición que hace de la hebrea la lengua matriz de las setenta y dos resultantes del episodio de Babel:
Desta confusión resultaron las setenta y dos lenguas, en que se dividieron [...]; y no es de maravillar que en lenguas muy extrañas se hallen algunas palabras que tiren a las hebreas, pues desgajándose della como su madre, llevasen algún rastro de su primer origen (s.v. Lengua).
32La práctica etimológica de los tres autores presenta orígenes hebreos en un porcentaje muy elevado del léxico español, con ejemplos no solo procedentes realmente del árabe, sino también palabras del latín, griego y de las lenguas europeas.
33Nabucodonosor y el origen de los hebreos en España
34El tercer discurso bíblico en el que se insertan especulaciones sobre el pasado lingüístico de España es el de la toma de Jerusalén por Nabucodonosor en el año 587 a. C., que tuvo como consecuencia la destrucción del templo y la deportación de los hebreos al territorio asirio. Estos hechos históricos, que se relatan en 2 Re, fueron el origen de leyendas sobre los lugares de dispersión de los judíos. En España, las poblaciones judías medievales, amenazadas por las primeras persecuciones en los siglos XIV y XV, tomaron el relato bíblico para defender su antigüedad en la Península. El relato de Nabucodonosor servía para demostrar la antigüedad de los judíos en España, muy anterior a la crucifixión de Cristo; y, por tanto, constituyó un argumento importante contra los ataques que sufrían.
35Las alusiones a estas migraciones fueron un recurso común en la exégesis bíblica y la historiografía hebreas durante el siglo XV; en el siglo XVI pasaron a autores cristianos (como poco, filo-hebreos): en la exégesis bíblica, encontramos a Benito Arias Montano en su comentario al profeta Abdías, inserto en los Commentaria in duodecim prophetas, (Amberes, 1571)30; en la historiografía, a partir de Montano, el autor más importante es Esteban de Garibay, con su obra Compendio historial de las Crónicas y universal historia de todos los reinos de España (Amberes, 1571). Según estos autores, en la temprana época del rey asirio, es decir, antes de la presencia en España de griegos o latinos, una gran migración de judíos se estableció en nuestro país, por lo que su lengua dejó innumerables huellas en el léxico y la toponimia31.
36Esta hipótesis, como la babélica, permitía defender etimologías hebreas en el léxico español, en este caso, especialmente en la toponimia. Los tres etimologistas se hacen eco de ella; así, Valverde, citando a Montano y Garibay:
Toledo añadida T, Toledot id est generationes ó linages, por que de tiempos de Senacherib, y despues en las demas captiuidades de Ptolomeo Rey de Egipto, y Tito, y Vespasiano se recogieron al buen cielo munchos de los principales Judios, y edificaron alli y le llamaron Toledot y le dieron Colonias y a memoria de Judea poblaron y dieron nombre en memoria de Jope Ascalon Maqueda a Jeyes [Ms. Escorial: Jepes] Escalona Maqueda: advirtiolo Montano sobre los Profetas, y Garibay (Tractado…, ff. 166v-167r.).
37El caso de Del Rosal es interesante, porque se sitúa en una línea equidistante entre las hipótesis de Montano y Garibay, y las contrarias de Bernardo de Aldrete. En alguno de los topónimos a los que se refiere el cronista vasco, el médico cordobés prefiere seguir a Aldrete; sin embargo, no puede desentenderse del todo de las tesis opuestas. En el Alfabeto Segundo de su diccionario, escribe sobre el topónimo Villafafila:
[…] perece [sic] ser también verisimil, que como los Hebreos y Caldeos fueron en un tiempo poderosos en España (ora sea en la entrada de Nabucodonosor en España, o de otro Principe Hebreo; de que mas largo trata el Dr. Alderete lib.3c.4.5. y 6.) con la memoria y amor de su celebrada patria Babel, ò babilon, a Fundaciones y Lugares quisieron dar este apellido, de donde quedó Villa babila o fafila; otra dicha Babila fuente; y quizàs Abyla como Babyla; pues Toledo, Zamora, Toro, y otras, tienen tambien nombre hebreo32.
38En cuanto a Covarrubias, procedente de conversos por línea paterna, se entrega sin resistencia a la teoría hebraico-nabucodonosoriana, como se puede comprobar en la explicación de numerosos topónimos33. En el Suplemento de su Tesoro explica la teoría:
Ay opinión de que Nabucodonosor rey de Babilonia, después de aver destruydo a Gerusalem, vino a España y la sugetó, dejando en ella muchedumbre de Judíos de los que traya consigo. Los quales hiçieron su asiento en Toledo, Sevilla, Cáliz, Avila: y en la villas de Yepes, Alverche, Azeca, Escalona, Maqueda, Melgar, Tembleque y el Romeral. Refiérelo Mariana libro primero, capítulo 17. Después en tiempo del Emperador Vespasiano, destruída Gerusalem por su hijo Tito, esparçidos los Judíos por casi todo el orbe, vinieron muchos de ellos a España, conforme a lo que escrivió Josepho.34
Defensa de la pluralidad lingüística de la España primitiva35
391. Las reticencias a las reflexiones lingüísticas que se basaban en los relatos bíblicos o en sus amplificaciones aparecen pronto. Los autores que rechazan tales especulaciones están empeñados en la asimilación de la latinitas al pasado y presente español. Así, aparecen las primeras críticas al mito tubálico, con la intención de desacreditar las hipótesis que se apoyaban en él, principalmente las teorías del euskera, en el caso de Ambrosio de Morales y Juan de Mariana, y del caldeo y el castellano primitivo, en el caso de Bernardo de Aldrete36.
402. Aún no se ha reconocido como merece el papel que desempeñó Ambrosio de Morales en la comprensión del pasado lingüístico español. Su conocimiento de los autores clásicos y su renuncia a toda mitología le situaban en una posición privilegiada para enjuiciar la cuestión de la lengua primitiva. En lo que respecta a esta cuestión, su crónica, titulada La Corónica General de España, prosiguiendo adelante los cinco libros que el maestro Florián Docampo [...] dexó escritos (Alcalá, 1574), presenta dos méritos principales: en primer lugar, aduce los principales pasajes de los historiadores clásicos donde se trataba la diversidad de lenguas en la Península. Por ejemplo, el conocido pasaje de Estrabón (III, 1, 6) sobre la diversidad de lenguas y escrituras. En segundo lugar, elabora una lista de palabras que Quintiliano, Plinio, Varrón, Gelio y Livio presentaron como « españolas », sin que se documenten en euskera37. Es importante no perder de vista que todo el capítulo se cierra con el rechazo explícito de la hipótesis del euskera como única lengua de la España primitiva.
413. Después de Morales, tanto Juan de Mariana38 como Bernardo de Aldrete aprovecharán los textos clásicos para desacreditar, respectivamente, las pretensiones de los apologistas vascos y de los que sostienen la tesis del castellano primitivo. Pero, si Mariana no aporta en realidad nada nuevo, Aldrete en cambio llegará más lejos en el conocimiento de las lenguas antiguas de la Península. En este sentido, su contribución puede resumirse en la clarificación del papel de fenicios y cartagineses en el mapa lingüístico de la España prerromana. Mientras que Morales estaba más interesado en mostrar la herencia romana de España (aunque de paso desestime la hipótesis vasca), lo que mueve a Aldrete en sus obras es precisamente rebatir las hipótesis fantásticas que se habían defendido para la lengua prelatina. Solo a partir de este motivo, ̄ lleva a cabo la demostración del origen latino de la lengua española.
42En su obra principal, Del origen i principio de la lengua castellana ò romance que oi se usa en España (Roma, 1606), Aldrete adopta la hipótesis de la pluralidad lingüística de la España antigua, y añade nuevos testimonios de autores clásicos. En el libro III, rechaza la hipótesis hebraico-nabucodonosoriana y las reivindicaciones sobre la herencia hebrea en España. En este contexto, clarificará la huella de los fenicios y cartagineses a partir de los historiadores grecolatinos. Cita las fundaciones cartaginesas de Cádiz, Málaga, Abdera, Exitania y Cartagena, y textos que los sitúan como señores de la Península en los tiempos de Escipión. La intencionalidad de Aldrete en esta obra está clara: se trata de afirmar el origen fenicio o cartaginés de la toponimia y el léxico que se habían atribuido a los hebreos deportados por Nabucodonosor:
Viniendo pues a nuestro intento, tengo por sin duda, que en los nombres, que hallamos en España puestos a Ciudades, o pueblos mui antiguos, los quales en el origen corresponden a la lengua Hebrea, que estos no los pusieron los Hebreos, sino los Phenices, o Cartagineses, que fueron tan antiguos pobladores, i señores de España, i cuia lengua fue tan cercana, i cassi vna con la Hebrea (Del origen i principio…, p. 332).
43La segunda obra que nos interesa es Varias Antigüedades de España, África y otras provincias (Amberes, 1614), donde vuelve a rechazar las tesis del castellano primitivo. Los libros plúmbeos de Granada contenían textos en árabe y castellano que se atribuían a la primera evangelización de España en el siglo I. Con el castellano de estos textos se muestra ambiguo, pues deja abierta la posibilidad de que se tratara de un milagro. Pero la hipótesis de los falsarios era que el árabe poseía la misma antigüedad en la Península. Esta es la tesis que plantea refutar. Para ello, tendrá que demostrar las diferencias entre el árabe y el cartaginés, y que el árabe no se habló en España hasta la invasión islámica. El resultado es una obra en la que se estudia con mucho mayor detenimiento las lenguas semíticas, y su presencia en la España antigua.
44Se puede afirmar que, después de estas dos obras de Aldrete, no solo se demuestra la filiación latina del castellano, sino que se esclarece la pluralidad de las lenguas de la España antigua. En el canónigo de Córdoba no solo aparecen los principales testimonios antiguos sobre la presencia de los celtas, sino que también se desvela casi por vez primera la importante presencia fenicia y cartaginesa en la Península. Con Aldrete, el discurso de la historia de la lengua española está preparado para entrar en una nueva etapa de la investigación.
Notes de bas de page
1 R. Simone, « Sperone Speroni et l’idée de diachronie dans la linguistique de la Renaissance italienne », en H. Parret (ed.), History of Linguistic Thought and Contemporary Linguistics, Berlín, Walter de Gruyter, 1976, p. 302-316 (la cita en p. 302).
2 M. Tavoni, « La linguistica rinascimentale », en G. C. Lepschy, (ed.), Storia della Linguistica, Bolonia, Il Mulino, (1990), v. I, p. 169-312.
3 Cfr. Cl.-G. Dubois, Mythe et langage au XVIe siècle, Bordeaux, Ducros, 1970.
4 « Los trabajos del siglo XVI encaminados a la futura Lingüística no se limitan, sin embargo, a la publicación de gramáticas descriptivas de lenguas europeas y extraeuropeas, a la profundización científica y filosófica en la gramática latina y a la conquista del hebreo, sino que conciernen también a la Lingüística general en cuanto que surgió la preocupación por el parentesco de las lenguas y los motivos de la diversidad de las lenguas. En lo tocante a esto es de importancia decisiva el radical y firme convencimiento de que el hebreo es la primera y más antigua lengua de la que todas las demás se originaron [...]. Este dogma fue un factor condicionante de los trabajos sobre Lingüística: resultó un árbol genealógico o una pirámide en cuyo vértice estaba el hebreo [...] » (H. Arens, La Lingüística. Sus textos y su evolución desde la antigüedad hasta nuestros días, Madrid, Gredos, 1976, t. 1, p. 101).
5 Se trata de una tendencia ya conocida en los estados italianos. En el caso español, sintetiza Rubio Lapaz: « Desde finales del siglo XV y principios del XVI la política imperialista emprendida por la monarquía española necesitaba una legitimación cultural e histórica. En este momento de profundo incremento de los caracteres simbólicos del prestigio de la época clásica, la concepción del imperialismo hispano, como evolución y continuación del romano, necesitaba una acentuación en este sentido. Se trataba, así, de entresacar y divulgar todas las evidencias existentes de ese periodo en la Península Ibérica, en un proyecto historiográfico que tendía a demostrar las bases grandiosas en las que se asentaría la historia imperial del momento, sobre fundamentos visibles de la grandeza pretérita que constituyeran una noble historia clásica que tenía su fiel continuación en la España contemporánea » (Pablo de Céspedes y su círculo. Humanismo y contrarreforma en la cultura andaluza del Barroco, Universidad de Granada, 1993, p. 45). Vid. también P. Ruiz Pérez, « Sobre el debate de la lengua vulgar en el Renacimiento », Criticón, 38 (1987), p. 15-44.
6 Vid., por ejemplo, W. Bahner, La Lingüística española del Siglo de Oro, Madrid, Ciencia Nueva, 1966, p. 73-76); M. Tavoni, « La linguistica rinascimentale », en G. C. Lepschy, (ed.), Storia della Linguistica, Bolonia, Il Mulino, (1990), v. I, p. 169-312 (especialmente p. 229-230); R. Sarmiento « Espagne », en S. Auroux (ed.), Histoire des idées linguistiques, Liège, P. Mardaga, 1990, t. 1, p. 329-338 (en p. 330- 331).
7 E. A. de Nebrija, Gramática de la lengua castellana (estudio y edición de A. Quilis), Madrid, Centro de Estudios Ramón Areces, 1989 [1492], p. 109.
8 Así lo ha observado H.-J. Niederehe, « Historia de la lengua e historia de la lingüística en el ámbito hispanohablante: orígenes y métodos », en C. Hernández Alonso y E. Alarcos Llorach (coords.), Homenaje al profesor Emilio Alarcos García en el centenario de su nacimiento: 1895-1995, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, Universidad de Valladolid, Secretariado de Publicaciones e Intercambio Científico, 1998, p. 91-112 (vid. especialmente p. 97-98).
9 Vid., más adelante, el epígrafe 3.2.1. Ya Bahner, op. cit., 119-146, analizó la obra como respuesta a la de López Madera. Vid. también J.A. de Molina Redondo, « Ideas lingüísticas de Bernardo de Aldrete », Revista de Filología Española, 51 (1968), p. 183-207 (en p. 196). Aparte de estos trabajos y el de L. Nieto (estudio de B.J. de Aldrete, Del origen y principio de la lengua castellana ò romance que oi se usa en España, Madrid, C.S.I.C., 1975, vol. 2, p. 148-170), vid. J. Mondéjar Lupián, « Nuevos datos y documentos para la biografía de Bernardo de Alderete (1560-1641) », Miscelánea de estudios dedicados al profesor Antonio Marín Ocete, Universidad de Granada y Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Granada, 1974, t. II, p. 775-829. Este autor recalca la confrontación con López Madera, a la vez que muestra la evolución de la postura de Aldrete respecto del hallazgo de los Plomos del Sacromonte, que llega al planteamiento de la posible veracidad de los mismos. En 1970, J. Martínez Ruiz ( « Cartas inéditas de Bernardo José de Aldrete (1608-1626) », Boletín de la Real Academia Española, 50 (1970), p. 77-135; 277-314; 471-515) publicó varias cartas del malagueño. Completa esta correspondencia Rubio Lapaz, op. cit.
10 Niederehe [0], art. cit., p. 105.
11 Aldrete, Del origen y principio…, op. cit., p. 151.
12 Seguimos la edición de M. de Riquer, en Barcelona, Horta, 1987.
13 Vid. F.J. Perea Siller, « En torno a la historia lingüística universal y española en Sebastián de Covarrubias », en M.L. Calero Vaquera, F. Osuna García y A. Zamorano Aguilar (eds.), Studia lingüística et philologica in memoriam Feliciano Delgado (1626-2004), Córdoba, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba, 2006, p. 229-249 (en p. 237). No siempre el cambio lingüístico se expresó como « corrupción ». En el mismo siglo XVII, las opiniones sobre el cambio lingüístico son diversas. A este respecto, consúltese E. Bédmar, « Corrupción y cambio lingüístico en el origen del español para Nebrija, Aldrete y Correas: relación con la estima de las lenguas vernáculas », Res Diachronicae. Anuario de la Asociación de Jóvenes Investigadores de Historiografía e Historia de la Lengua Española (AJIHLE), 1 (2002), p. 62-69.
14 Cl.-G. Dubois, « Posterité des Langues d’Aram: L’Hypothèse Sémitique dans l’Origine Imaginée de l’Etrusque au XVIe Siècle », en I. Zinguer (ed.), L’Hebreu au temps de la Renaissance, Leiden, New York, Köln, E.J. Brill, 1992, p. 129-153.
15 M.-L. Demonet, Les voix du signe. Nature et origine du langage à la Renaissance (1480-1580), Paris, Champion, 1992, p. 108.
16 Vid. F.J. Perea Siller, La lengua primitiva de España en el Renacimiento. La hipótesis hebrea y caldea, Granada, Granada Lingüística, 2005, p. 11-14, donde se intentan refutar otras opiniones, particularmente la que sostuvo M. R. Lida ( « Túbal, primer poblador de España », Ábaco, 1970, 3, p. 9- 48) sobre la adscripción de Túbal a España por parte de Flavio Josefo.
17 Aparte de Bahner (op. cit.), para las dos primeras teorías, remitimos a Perea (op. cit.). La teoría del vasco ha sido estudiada de forma monográfica, entre otros, por A. Tovar, Mitología e ideología de la lengua vasca, Madrid, Alianza Editorial, 1980 y J. R. Zubiaur, Las ideas lingüísticas vascas en el siglo XVI, Donostia, Mundaiz, 1989. Para la hipótesis del castellano primitivo, después del completo acercamiento de E. Alarcos García, « Una teoría acerca del origen del castellano », Boletín de la Real Academia Española, 1934, 21, p. 209-28, debe consultarse la monografía de L. Binotti, La teoría del ‘castellano primitivo’. Nacionalismo y reflexión lingüística en el Renacimiento español, Münster, Nodus Publikationen, 1995.
18 Lida, art. cit, p. 45.
19 El principal defensor de esta hipótesis es Esteban de Garibay, con Los quarenta libros del Compendio Historial de las Chronicas y universal Historia de todos los Reynos de España (Amberes, 1571). Garibay asocia la primogenitura de la lengua vasca en España al mito de Túbal, sobre el que trataremos más adelante. También afirmaron la misma hipótesis Andrés de Poza, en su obra De la antigua lengua, poblaciones y comarcas de las Españas (Bilbao, 1587) y el Bachiller Juan Martínez de Zaldibia, en la Suma de las cosas cantábricas y guipuzcoanas, escrita hacia 1564. Posteriormente, encontramos esta teoría en Larramendi, en De la antigüedad y universalidad del vascuence en España, de sus perfecciones y ventajas sobre otras muchas lenguas (1728), El imposible vencido. Arte de la lengua vascongada (1729) y el Diccionario trilingüe (1745). El euskera aparece como una lengua matriz, procedente de la confusión de la Torre de Babel, y como lengua que Túbal trajo a España. Todavía se intenta demostrar la hipótesis a principios del siglo XIX, con Pablo Pedro de Astarloa, en su Apología de la lengua bascongada (Madrid, 1803). (Cfr. Las consideraciones de A. Tovar, « Mayans y la filología en España en el siglo XVIII », Mayans y la Ilustración. Simposio Internacional en el Bicentenario de Gregorio Mayans. Ponencias y comunicaciones. Valencia, Publicaciones del Ayuntamiento de Oliva, t. I, 1982, p. 379-408, en p. 386).
20 J. Annius Viterbiensis, Antiquitatum variarum volumina XVII, Venundantur ab Joanne Parvo et Jodoco Badio, Parisiis, Prensa Ascensiana, 1512. p. CXXXIv.-CXXXII. El texto original dice: « Nunc de rege Beto: a quo Betica hispania est: aliquid breve dicamus. Aiunt Talmudistae qui etiam latinam linguam noverunt Betum per diphtongon /ae/ Baetum debere scribi: quod hebraei & Syri proprie behin dicunt: id est locus vitae meae: ut etiam divus Hieronymus consentit de interpretatione Hebraica. Caeterum Betus interpretantur ab Arameis dici locum vitae foelicis. Est enim Hispania Betica delitiarum hortus: & ab Homero Campus Elisius usque in angustias oceani gadium [sic] dictus [... Se emplean más testimonios clásicos] A Beto ergo od est vitae meae foelici duce: Betica quasi beatica Hispania & Betis fluvius in oceanum fluens dictus est: dicentem Senecam in Medea » (traducción nuestra). Hemos analizado en detalle la contribución de Annio en Perea, op. cit., p. 25-28.
21 Bajo su influjo, podemos citar, sin olvidar alguna obra del propio Nebrija, a Pero Antón Beuter, Marineo Sículo, Pedro Ortiz, Juan de Rihuerga, Lorenzo de Padilla, Florián de Ocampo, Esteban de Garibay y Pedro de Alcocer, entre otros. Vid. J. Caro Baroja, Las falsificaciones de la historia (en relación con la de España), Barcelona, Seix Barral, 1992, cap. II), J.A. Estévez Sola, « Algo más sobre los orígenes míticos de Hispania », Habis, 24 (1993), p. 207-217; y L. Pérez Vilatela, « La onomástica de los reyes de España en Annio de Viterbo y su influencia », en J. M. Maestre Maestre y J. Pascual Barea (eds.), Humanismo y pervivencia del mundo clásico. Actas del I Simposio sobre humanismo y pervivencia del mundo clásico (Alcañiz, 8-11 de mayo de 1990), Cádiz, Instituto de Estudios Turolenses (C.S.I.C.)-Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, vol. I, 2, 1993, p. 807-819.
22 Ocampo, op. cit., p. 23rb-23va; cursiva nuestra.
23 La Ciudad de Dios, XVI, 11,1. Seguimos la edición bilingüe, con traducción de S. Santamaría del Río y M. Fuertes Lanero, Madrid, B.A.C., 1978.
24 G. Mounin, Historia de la Lingüística: de los orígenes al siglo XX, Madrid, Gredos, 1971.
25 Por ejemplo, U. Eco, La búsqueda de la lengua perfecta en la cultura europea, Barcelona, Crítica, 1994, p. 73.
26 Vid. esta idea en J. Céard, « De Babel à la Pentecôte: la transformation du mythe de la confusion des langues au XVIe siècle », Bibliotheque d’Humanisme et Renaissance, 42.3 (1980), p. 577-594. (en p. 585). Otros autores con aportaciones significativas, sobre los que no podemos detenernos, son Bibliander, Gessner y Teseo Ambrosio, quienes, aunque con premisas equivocadas, contribuyen al desarrollo de la comparación lingüística. Vid., a este respecto, D. Droixhe, La Linguistique et l’appel de l’histoire (1600-1800). Rationalisme et révolutions positivistes, Genève-Paris, Droz, 1978, p. 45.
27 En publicaciones anteriores hemos trabajado sobre los diccionarios etimológicos de Bartolomé Valverde, Francisco del Rosal y Sebastián de Covarrubias. Vid. A. Mialdea y F. J. Perea Siller, « La etimología metatésica en el Renacimiento: Valverde, Del Rosal y Covarrubias », en J. Fernández González, et al. (eds.), Lingüística para el siglo XXI: III Congreso de Lingüística General (Salamanca, 23-25 de marzo de 1998), Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 1999, t. II, p. 1165-1175; F. J. Perea Siller, « El léxico hebreo en algunos diccionarios etimológicos de los siglos XVI y XVII », Res Diachronicae. Anuario de la Asociación de Jóvenes Investigadores de Historiografía e Historia de la Lengua Española (AJIHLE), 1 (2002), p. 270-280; La lengua primitiva…, op. cit., p. 128-146; « En torno a la historia lingüística… », art. cit.
28 Conde de la Viñaza, Biblioteca histórica de la Filología Castellana. Madrid, Imp. Manuel Tello, 1893, p. 815. El manuscrito original de sus etimologías se encuentra en la Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (sign. L-I-2), y una copia del anterior en la Biblioteca Nacional (Ms. 9934). Existe otra copia del primero en la Real Academia de la Lengua (Ms. 3-A-6). El Ms. 11744 de la Biblioteca Nacional de Viena, algo más breve, debe de ser una primera versión (M. Sánchez Regueira, « Un etimologista del siglo XVI », Ibero-romania, 3 (1971), p. 131-141).
29 Existe una edición moderna: Diccionario etimológico (Alfabeto primero de Origen y Etimología de todos los vocablos originales de la Lengua Castellana), ed. facsimilar y estudio de E. Gómez Aguado, Madrid, C.S.I.C., 1992.
30 Vid. F. J. Perea Siller, « Benito Arias Montano y la identificación de Sefarad: exégesis poligráfica de Abdías 20 », Helmantica hebraica, 51/154 (2000), p. 199-218.
31 Hay que hacer notar que la hipótesis del hebreo/caldeo traído por estas migraciones se hace compatible en Garibay con la tesis tubálica de una primera lengua vasca en España. El cronista vasco contentaba así la reivindicación dignificadora de sus compatriotas a la vez que la de la población conversa toledana, de la que procedía su esposa y numerosos familiares. Hemos tratado este tema por extenso en Perea Siller, La lengua primitiva… op. cit., p. 49-115).
32 F. del Rosal, [Alfabeto Segundo. De el origen y razon de Nombres Propios de Lugares, Personas y Apellidos de Linajes] El origen de los nombres Alfabeto Segundo de la obra Origen, y Etimologia, de todos los Vocablos Originales de la Lengua Castellana, Córdoba, Plurabelle/Benerice. Estudio introductorio, índices y anotaciones de A. J. Mialdea Baena. Prólogo de E. Gómez Aguado, 2006 [s.f.] (s.v.).
33 Además de la bibliografía ya citada, vid. ahora D. Reyre, « Cuando Covarrubias arrimaba el hebreo a su castellano », Criticón 1997, p. 5-20.
34 Suplemento al Tesoro de la Lengua Española Castellana, ed. de G. Dopico y J. Lezra, Madrid, Polifemo, 2001, s.v. Judío.
35 Hemos tratado esta cuestión en F. J. Perea Siller, « Sobre el léxico prelatino en español. Descubrimiento y primeras controversias », en T. Bastardía Candón y J. M. Rivas Zancarrón (eds.), Estudios de Historiografía Lingüística, Cádiz, Universidad de Cádiz, 2009, p. 587-603.
36 La toponimia tubálica había sido rechazada por Nebrija y Hernán Núñez. En la segunda mitad del siglo XVI, en el ámbito de la exégesis empezaba a extenderse la duda sobre la adscripción bíblica de Túbal a la Península Ibérica, pues aparecía cada vez más claro que se trataba de algún lugar de Asia. Vid. Perea, La lengua primitiva… op. cit., p. 160-164.
37 Vid. A. de Morales, La Coronica General de España, Alcalá de Henares, Casa de Juan Iñiguez de Lequerica, 1574, cap. 3 del L. IX, titulado « Los lenguajes diversos que tenían en este tiempo los españoles, y el rastro que se halla de ellos » (ff. 221v-222v).
38 La obra a la que nos referimos es su Historia General de España (1601), que conoce una edición moderna en Madrid, Atlas, B.A.E., 1950, t. 31.
Auteur
Universidad de Córdoba
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