Un aspecto de la la transmisión del arte epistolar: el De conscribendis epistolis de Juan Lorenzo Palmireno o del Ars dictaminis a la Carta de favor
p. 453-466
Texte intégral
Le bien dicter et escrire par lettre est un sçavoir utile et de grand pris.
Jean Chapelain1
1A lo largo del siglo XVI, bajo el impulso de los grandes humanistas, se fue estructurando por Europa un sistema educativo para los adolescentes deseosos de ingresar o a las facultades de Artes, Medicina, Leyes o Teología. Las estrategias pedagógicas ideadas por Erasmo, Budeo, Sturm o Vives correspondían a un deseo de dar a los escolares no sólo los rudimentos básicos para que pudiesen aprovechar las lecciones impartidas en latín, sino una formación más completa que les permitiera una mejor integración social.
2Con motivo de este coloquio sobre la transmisión de los saberes me ha parecido oportuno recordar uno de los aspectos de esta transmisión ciñéndome al papel que se le impartió al arte epistolar, completando y poniendo al día los datos que aporté en mi tesis doctoral2. Datos que convenía completar a partir de los numerosos y valiosos estudios sobre las retóricas españolas renacentistas que han venido publicándose desde 19793.
Antecedentes
3Para entender las prácticas renacentistas relacionadas con el arte epistolar, me parece imprescindible recordar, aunque sea muy brevemente, cómo, a través de los siglos, se fueron definiendo las normas en unos tratados especializados que intentaron codificar la práctica.
4Los primeros vestigios de correspondencia se remontan a las antiguas civilizaciones como las cartas que intercambiaron unos mercaderes asirios de Anatolia con sus compatriotas de Niniva. Pero las primeras huellas de una voluntad de transmitir un saber epistológrafo aparecerían mucho más tarde en el mundo greco-latino.
Época clásica
Demetrio, De elocutione4
5En efecto el primer tratado conocido y relacionado con el arte epistolar se remonta a Demetrio de Falerno, orador, estadista e historiador griego. Como recuerda Pedro Martín Baños5, es el primer testimonio de la inclusión de consideraciones epistolares en un tratado –en este caso un tratado de retórica– el De elocutione, en el que el rétor griego abordaba una discusión de carácter especializado acerca del estilo. La obra, de autoría y fechas inciertas, además de exponer la teoría de los cuatro estilos, incorporaba una serie de juicios acerca del estilo epistolar, en un excursus sobre el estilo sencillo. No se trataba de una exposición sistemática, pero contiene los temas que irán apareciendo casi sistemáticamente en los tratados posteriores.
Cicerón y Quintiliano
6Algo parecido ocurre primero con Cicerón, que había de convertirse en el modelo para los Humanistas. El Arpinate no redactó ningún manual de epistolografía, pero sí salpicó sus cartas de consejos encaminados a definir unas normas para la redacción epistolar. Lo mismo pasa un poco más tarde con Quintiliano, que, en sus Institutiones oratoriae, « ilustró con la epístola y el habla familiar (sermo) su discusión sobre la oratio soluta»6 sin proponer por lo tanto un tratado especializado. En realidad, la teoría sobre la carta como género principal de la literatura prosística aparece bastante tardía y raramente en la retórica clásica, como ha señalado Paul Oskar Kristeller7. En efecto, hay que esperar el siglo IV para que Caius Julius Victor redacte un Ars rhetorica, inspirado por Cicerón, en el que establece la distinción entre las cartas de asuntos públicos y las cartas familiares8.
Edad Media
Una primera época que corresponde a los Epistolarios anteriores al siglo XI
7Las Variæ de Casiodoro.
8Durante la Alta Edad Media, en torno a 537, Casiodoro redactó las Variæ, la primera colección conocida de fórmulas para enseñar la redacción de cartas para cualquier circunstancia. Recoge en doce libros 468 misivas que corresponden a las actas redactadas por él como prefecto del pretorio, y fórmulas de promoción o de decretos que le incumbió redactar en la cancillería del rey Teodorico.
Las Formulæ de Marcolfo
9Entre las 25 colecciones de fórmulas anteriores al siglo XI que reseñó A. Giry9 destacan las Formulæ Marculfi que constituyen un conjunto de fórmulas judiciales, recogidas por el monge Marcolfo de la abadía de Saint-Denis, y dedicadas al obispo San Landri en torno a 650. Son fórmulas relacionadas con todos los actos principales de la vida civil del siglo XII y consideradas como uno de los formularios más importantes de la época merovingia y más interesante desde el punto de vista diplomático. El tratado de Marcolfo no tardaría en hacerse famoso, hasta el punto de convertirse en el formulario oficial de los primeros carolingios10.
El Liber diurnus11
10Otro tratado notable y elaborado por las mismas fechas, en la cancillería pontificia, entre 685 y 751, es el Liber diurnus Romanorum Pontificum que recogía las declaraciones papales sobre las costumbres eclesiásticas, las relaciones del Papa con los emperadores, los formularios de los documentos más solemnes (privilegios, dispensas apostólicas, primacía de la Iglesia romana, etc.). Se convirtió en un manual para enseñar a los jóvenes las normas propias de las misivas de la Curia, y sus formularios fueron reproducidos por la cancillería para la redacción de las actas oficiales.
Segunda época: Epistolarios posteriores al siglo XI
Las Artes dictaminis
11A finales del siglo XI y a partir del siglo XII, fueron apareciendo los primeros manuales de técnica epistolar que constituían conjuntos coherentes y completos, acompañados de comentarios teóricos introductivos, o incluidos en los ejemplos sacados de autores latinos como Cicerón o Plinio, o cartas ficticias.
12El más famoso de estos epistológrafos fue Alberico de Monte Casino, uno de los primeros en valorar la carta como instrumento de comunicación al componer Dictaminis radii y Breviarum de dictamine (1030-1105), donde sistematizaba las características de la carta, señalando sus cinco partes: salutatio, benevolentiæ captatio, narratio y petitio. Siguiendo sus huellas, Bene da Firenze (1221-1229) redactaría la Summa dictandi y Guido Fabba (1229) la Summa dictaminis. Estos tratadistas colmaban las aspiraciones de una nueva clase social: una clase mediana y urbana de intelectuales que utilizaba las cartas para sus negocios y trámites administrativos.
13Con el tiempo, los tratadistas posteriores se fueron fijando esencialmente en las dos primeras partes proponiendo toda una nomenclatura de tipos de saludos y de captationes12, con una minucia sorprendente a la hora de encabezar las cartas13.
14Los que recibían esta enseñanza integrarían después las cancillerías o secretariados de reyes, nobles o príncipes. Corresponden estas colecciones a la enseñanza que se podía dar en las escuelas monásticas o en las cancillerías papales, imperiales o reales. Pasando el tiempo, evolucionarían, ya hacia una especie de retórica manierista, ya hacia una sencilla lista de fórmulas prácticas para el uso de las cancillerías y los bufetes de notarios.
Renacimiento
Primera época: la retórica quinientista14
15El cambio significativo en la transmisión del arte epistolar se produjo a partir del redescubrimiento en 1345 por Petrarca de las obras de Cicerón15, y posteriormente de las de Plinio o de Séneca. A partir de ahí, el arte epistolar irá cobrando particular interés para los Humanistas ya que vieron en él un modo de encaminar hacia la buena latinidad, prolongando el propósito de Lorenzo Valla, uno de los primeros debeladores de la barbarie. Esto explica que el arte epistolar, con los progresos de la imprenta, apareciera primera e incidentalmente en las colecciones de Elegantiæ, o en algunas gramáticas que se fueron publicando en la segunda mitad del siglo XV. Me limitaré a recordar las obras más destacadas de aquel periodo.
16Lorenzo Valla, Elegantiæ16 1440
17Lorenzo Valla, considerado como el punto de partida inicial del humanismo italiano, publicó una obra que iban a imitar innumerables pedagogos. Sus Elegantiæ constituyeron una obra clave en el panorama gramatical humanista e indirectamente en la enseñanza del arte epistolar. Para Valla lo que más importaba era hablar latine y no grammatice: el latín bárbaro de los gramaticastros o dialécticos anteriores había de ser sustituido por el latín vivo de los oradores y poetas de la época clásica. Por cual se dedicó a elegir los giros más selectos, refrendados por la autoridad de autores, mayormente la de Cicerón.
18Entre los autores que, como Lorenzo Valla, preconizaron la selección de frases sacadas de los buenos autores latinos y sobre todo de Cicerón, fueron algún tiempo célebres Agustín Dato17 –que publicó en 1471 lo que llamó primero Isagogicus libellus pro conficiendis epistolis et orationibus, y en las ediciones posteriores Elegantiarum libellus18–, Esteban Flisco de Sontino19 y Nicolao Liburnio20. Pero si nos atenemos a las declaraciones de Juan Lorenzo Palmireno, sus obras no consiguieron el éxito de las Elegancias vallanas21. Estas variaciones, basadas en el principio de la sinonimia, iban sin embargo a constituir un método para la adquisición de la soltura en latín, soltura imprescindible a la hora de componer cartas o discursos, como lo ponderaba Esteban Flisco22. Serían adaptadas al alemán, más tarde al castellano por Lucas de Torre en 1490, al francés por Guidone Mercatore en Paris en 1498, al valenciano por Joan Esteve en 149923 y por Jerónimo Amiguet, en 1502 y mucho más tarde por Aldo Manutio, cuya obra utilizaría Juan Lorenzo Palmireno para su Latino de repente24.
19Carolus Virulus, Epistolarum formulæ, 1476
20Casi el mismo éxito conocieron las Epistolarum formulæ de Carolus Virulus, fundador de la pedagogía del Lilium, donde regentó una cátedra de gramática durante 56 años. Sus fórmulas, publicadas por primera vez en Lovaina en 1476, fueron editadas de nuevo a partir de los años siguientes en Lovaina, en Paris, en Deventer, etc.25. Se les apreciaba por las advertencias morales introducidas por el autor y por su valor pedagógico. Pero fueron severamente criticadas por la nueva ola de maestros humanistas, particularmente por Erasmo y Heinrich Bebel quien, arremetiendo contra los manuales « bárbaros » utilizados en las escuelas alemanas, le reprochaba sus valedictiones exageradamente exornadas26.
21Nicolas Perotto, Rudimenta grammatices
22Paralelamente a estas colecciones de elegancias útiles para la redacción epistolar, se fueron publicando tratados teorizantes de la carta como el de Nicolás Perotto que, al final de su gramática, como apéndice, proponía un De componendis epistolis. Este tratado, considerado como la primera gramática humanista exhaustiva, consta de tres libros dirigidos a los alumnos de las clases de gramática. Incluía, en el tercero, unas normas para la redacción epistolar. Proponía una clasificación de las cartas en nueve tipos, señalando los tres characteres dicendi o estilos, adaptados al contenido de la misiva, y aconsejaba la imitación de Cicerón. Proseguía examinando las diferentes partes de la carta, salutatio, exordium, narratio, petitio y conclusio, sin exigir por lo tanto que cada carta constara de tales divisiones27. Es considerado como « uno de los manuales más influyentes de la segunda mitad del siglo XV, modelo para buena parte de las artes epistolares posteriores », como por ejemplo para Francisco Manzanares28.
23Giovanni Mario Filelfo, Novum epistolarium, 1477
24Contemporáneo de Esteban Flisco, Giovanni Mario Filelfo, por su parte, publicaba una obra, directamente inspirada del pseudo-Libanio29, constituida a base de 80 géneros de cartas que pretendían abarcar toda la multiplicidad epistolar30. Su Novum epist ola rium también fue el blanco de las críticas erasmianas. En efecto, el roterodamés le reprochaba, por de pronto, una inútil repetición de las reglas de la retórica, y sobre todo una aplicación demasiado mecánica de cada una de ellas, tal y como ha señalado Judith Rice Henderson31.
25Francesco Nigro32 (Franciscus Níger) Ars epistolandi, 1488
26Otro notable éxito editorial en la transmisión del arte epistolar fue el A r s epistolandi de Francesco Nigro, 148833. Se trata de un « breve manual de iniciación al arte epistolar redactado, al igual que la gramática, en el más puro estilo escolar», con una clasificación temática de las cartas en veinte categorías divididas en especies, o sea al final cuarenta y seis variedades diferentes, ejemplificadas todas ellas con cartas clásicas o ficticias « cuya dependencia de los formularios griegos es más que probable»34. Tras la primera publicación en 1488, se convirtió en un verdadero bestseller: más de 25 reproducciones diferentes entre la editio princeps de 1488 y 1500.
Segunda época: superación de la retórica quinientista35
27Pero los tratados que más fama cobraron, los que más contribuyeron a la transmisión del arte epistolar, los que más imitaciones suscitaron fueron los de Erasmo y Vives que relegaron al olvido las importantes aportaciones anteriores36.
28Erasmo37, De conscribendis epistolis, 1522
29Erasmo, que, en repetidas ocasiones, se dedicó a la redacción y después a la publicación de su correspondencia, escribió una Brevísima maximeque compendiaria conficiendarum epistolarum formula, punto de partida de su De conscribendis epistolis, de 1522, varias veces reeditado y pirateado, como lo atestiguan 55 reimpresiones entre 1522 y 1550, o sea tres al año; un éxito que se prolongará hasta mediados del siglo XVIII38.
30En este manual de epistolografía, el roterodamés reaccionaba contra los tratados anteriores de Carolus Virulus y de Francesco Nigro39, procurando realizar una síntesis de las tradiciones clásicas y medievales, y proclamando la necesidad de adaptar el estilo al asunto abordado en la carta. Si, para los pedagogos de su tiempo, la composición de cartas constituía un ejercicio para formar el estilo, para aprender el latín40, para Erasmo esta enseñanza no tenía por qué permanecer ajena a las exigencias de la vida cotidiana41.
31Vives, De conscribendis epistolis
32También exitoso fue el tratado que el valenciano Juan Luis Vives dedicó a Idíaquez, secretario de Carlos V, y que publicó, el año mismo de la muerte de Erasmo, con el mismo título, De conscribendis epistolis42. Un tratado de redacción epistolar que iba a constituir el segundo modelo del que se inspirarían los pedagogos posteriores sobre todo fuera de España43. Como en el tratado erasmiano, se patentiza el empeño puesto a la vez en acatar las normas de los autores latinos y en adaptar los preceptos a las realidades de su tiempo, de modo que pudieran ser útiles para la redacción de cartas en lenguas vernaculares44.
33En el Studi General de Valencia, en la Universidad de Zaragoza o en las Escuelas de Alcañiz, Juan Lorenzo Palmireno recordaría esta orientación.
La enseñanza del arte epistolar en las clases de gramática o de retórica
La legislación
34En trabajos anteriores he tenido la oportunidad de ilustrar las modalidades de la transmisión del arte epistolar en el Studi General de Valencia a través de las diferentes medidas que fueron tomando los Jurats, apuntando cómo las primeras ordenaciones que se referían directamente a esta enseñanza se remontaban por lo menos a 156145.
35En realidad, cabe suponer que se venía impartiendo desde por lo menos principios de siglo, incluso tal vez antes de la fundación del Studi General.
36En efecto, a pesar de que en los estatutos de fundación de la Universidad elaborados en 1499, no aparece ninguna mención de la enseñanza del arte epistolar, es de suponer que los maestros de gramática o retórica incluían algunas reglas de epistolografía entre las asignaturas que impartían, como se estilaba en la enseñanza de la gramática o de la retórica en otros centros docentes. La estrecha vinculación del arte epistolar a la vez con la enseñanza de la retórica y de la gramática nos lleva a pensar que, antes de la fundación del Studi General, es decir en las escuelas que funcionaban a orillas del Turia, se impartía una enseñanza de los rudimentos de este arte46. Es lo que sugiere la publicación de Jerónimo Amiguet –que fue maestro de Juan Luis Vives– de los Sinonima variationum47. Proponía en esta obra una colección de frases catalanas para las diferentes partes del discurso, con su traducción al latín. Además de una serie de frases sinónimas, de variaciones parecidas a las Ele gancias que publicaran Flisco, Dato o Nigro48, incluía modelos de salutationes según el decoro correspondiente al destinatario y varias fórmulas de despedida que no dejan de recordar el ars dictaminis medieval49.
37Otros datos en los que no me fijé en mis primeras investigaciones en torno a las cátedras en la primera mitad del siglo XVI, son las provisiones50 relacionadas con la cátedra de Lorenzo Valla, desde 1525 hasta 1548. Su programa, que no se especifica en las provisiones, consistiría en el estudio de las Elegancias de Valla, que, como acabo de apuntar, se relacionaban con la redacción epistolar y que podían desembocar en la iniciación a dicho arte. Puede incluso que el programa de la cátedra de Lorenzo Valla correspondiera al estudio de la obra que falsamente se le atribuyó: el De conficiendis epistolis51.
38Medio siglo más tarde, como señalé en un trabajo anterior, al refundir las Constituciones anteriores para un Studi General en plena expansión, los Jurats manifestaron claramente su interés por la enseñanza del arte epistolar en las sucesivas ordenaciones de 1561, I563 y 1581, donde se estipulan los programas de la « segona y tercera classe»52.
La práctica palmireniana
39En realidad, esta enseñanza, prevista para la « tercera y la segona » clase, vino a darse en la propia cátedra de oratoria, la prima classis, como lo atestigua la dedicatoria por Juan Lorenzo Palmireno del manuscrito De conscribendis epistolis, conservado en la biblioteca del Ayuntamiento de Valencia: « Ad nobiles adolescentes primæ classis ». En dicha dedicatoria recordaba a sus discípulos que no conseguirían aprovechar las lecciones de Artes, Teología, Medicina o Leyes, las graviores disciplinæ, sin haberse ejercitado previamente a redactar cartas o discursos elegantes53.
40Palmireno opinaba, como Erasmo, que dichos ejercicios de redacción epistolar realizados por los alumnos en las clases de gramática o retórica, les permitirían más tarde lucirse en su profesión: a partir de dichos ejercicios serán capaces de predicar con abundancia en las iglesias, dirigir con elocuencia y sabiduría una asamblea, cumplir con éxito misiones públicas, acertar en cualquier negocio, pleito o discurso54. Esta enseñanza del arte epistolar se inscribía en lo que fue la preocupación constante del pedagogo aragonés: impartir una enseñanza que pudiera ser aprovechada por los adolescentes en cualquier momento de su vida; el saber aprovechar los estudios para establecer un puente entre el mundo de las escuelas y el mundo que corría fuera de ellas, o sea para abrirse camino por la vida: al fin y al cabo, un tipo de agibilia55, capaz de favorecer una mejor inserción social.
41Como subrayaba Palmireno en la Segunda parte del latino de repente56, la carta podía ser útil en cualquier momento. En una carta se habían de aprovechar los conocimientos adquiridos en las clases ya para ganar la simpatía de un correspondiente, ya para divertirle y convencerle de la validez de nuestros argumentos, para poder mejor, como lo expresa en una donosa metáfora médica, « darle la punzada de la sangría»57. Por lo cual era imprescindible ejercitarse asiduamente en la redacción de cartas tanto en latín como en lengua vernácula58.
42Esta referencia a la redacción de cartas en lengua vulgar correspondía al interés que concedían los Jurats al arte epistolar, en fase con una nueva clase social, que como subrayó en su día De Dainville, vino a exigir que la enseñanza del arte epistolar se diera en las clases de gramática59.
43Convencido de la necesidad de adaptar el arte epistolar a las exigencias del momento, recurre a los diferentes modelos posibles y enumera las fuentes epistolográficas que le parecen más idóneas para el aprendizaje escolar. Si, por una parte, recurre a los modelos de la época clásica, no deja de señalar la necesidad de adaptarlos a la práctica cotidiana: la de los secretarios reales de Carlos Quinto o de Felipe Segundo: « vt faciunt hodie nobiles in aula Philippi Regis»60.
44Entre los modelos de la Antigüedad, Palmireno privilegia a Cicerón y a sus imitadores renacentistas61, haciendo particular hincapié en Paulo Manutio, cuyas epístolas eran el pasto cotidiano de sus alumnos, hasta el punto de que eran capaces de descubrir cualquier plagio de ellas. Así lo atestigua la anécdota en la que refiere, no sin cierto regodeo, el chasco que se llevó un catedrático de lógica que entró de rondón en su clase enarbolando la carta de un estudioso español radicado en Roma62:
Viose agora dos años la experiencia. Embió un estudioso español una carta dende Roma a un Dialéctico de Valencia; y como éstos de poco latín se espantan, uino a mi auditorio y alçando su boz como quien dize: « ¡No tenéys vos tales discípulos! » dixo: « Miren, miren ¡qué elegancia de Roma! » Yo leo muy callado y pienso en mí: « Bien será a un traydor dos alevosos »; y haziendo que él se sentasse, digo: “Leed esta epístola vos, Ferrosino”. El moço leyó muy claro. Yo disimulando dixe: « ¿Hijos, hauésyme entendido? » Acudió Alonso Vela de Alcáçar de Consuegra: « Yo mostraré diversas periodos de essa carta en Paulo Manutio ». Salió Francisco Burgos, venizo del Temple de Valencia: « Yo mostraré en mis Epístolas de Manutio señaladas en diversas hojas con hystigines (sic) de mi mano coloradas, o de brasil, todas las cláusulas de essa carta. » Y assí lo probaron, quedando bien corrido el que buscaua quarta figura en syllogismo.
45Entre las diferentes fuentes epistolográficas señaladas, no deja de sorprender la presencia de las cartas erasmianas, aunque con un implícito reparo – « Erit etiam vtile aliquando euolvere Epistolas floridas Erasmi63– y poco después la referencia a Aonio Paleario, el humanista italiano, que se había enfrentado con el Papado en varios puntos de doctrina64. Cabe suponer que Palmireno se refería exclusivamente a los cuatro libros de cartas de Aonio Paleario, que fueron publicadas en León de Francia en 155265, y pasaba por alto las condenas inquisitoriales66. Lo que nos permite afirmar que el criterio de selección para Palmireno era esencialmente filológico, pero ajeno a la intransigencia de algunos ciceronianos, ya que reconoce el interés de las cartas de Ángel Poliziano y de Pico de la Mirandola « quamquam a Cicerone discesserunt, multa tamen adferent adiumenti»67.
46Por su parte, Palmireno, como en otras ocasiones68, echa mano, para su exposición, de diferentes tratados sin citarlos, ya traduciendo de la obra de Vives, ya recurriendo a la exposición de Erasmo para la presentación de los diferentes géneros epistolares.
47En sus clases, como en Dilucida conscribendi, su tratado póstumo, se refería a los tradicionales puntos debatidos: partes de la epístola –salutatio69, exordium, narratio, petitio, conclusio, comendatio salutationis, locus et tempus70–, diferentes géneros de cartas71 pero haciendo particular hincapié en los géneros de cartas adaptadas a las necesidades de todas las edades, y más especialmente en la Comendatia o Carta de favor72.
48Non deerunt fortasse, qui superiores epistolas tanquam graues et seniles ætatem expetentes reijiciant at quæ nunc sequitur omni aetati accommodata iudicatur, vocatur Comendatitia, hispanice: Carta de fauor, quoniam comendatio nostra fauorem alicui consiliat. En una breve exposición recuerda los requisitos acostumbrados para la eficacia de tal tipo de carta73, exposición que se prolonga por un ejemplo en latín. Pero podemos comprobar en el manuscrito del fondo Serrano Morales –basado en los apuntes de un alumno de la prima classis de 1576–, que, sistemáticamente, Palmireno proponía primero la redacción en lengua vernácula74, para después brindar la traducción al latín, ya que pocas veces, como señala, tenían la oportunidad los adolescentes de recurrir al latín para asuntos triviales75: Velim tamen vt adolescentes mei petendi methodum hispanice tractarent, quoniam raro latine petimus, vel nummos, vel vestes, vel rem aliquam necessariam.
49Siempre preocupado por las oportunidades futuras de recurrir a la correspondencia, pormenorizaba las reglas para la petitoria, también idónea para cualquier persona76: Necessitas huius epistolae conficiendæ omnes genus hominum complectitur, quoniam passim variis necessitatibus infestamur.
50En cambio, opinaba y aquí aparece el criterio moral, que no era de su incumbencia exponer las reglas para las cartas amatorias77: Non est nostri muneris ostendere nostris discipulis, quonam puellas solicitare possint, habent Ouidium, Boscanum, et Monte Mayor preceptores. Es lo que justificaba con más detalles a sus alumnos de la prima classis, confesando además que era poco ducho en asuntos amorosos78: Duplex est epistola quæ amatoria apud rhetores dicitur. Prima est qua juvenes puellarum animos alliciunt blandis verbis, ut eorum amicitiam perferantur. Primum ille genus de concilianda femina a nobis expectandum non est, tum quod sit alienum a munere præceptoris, tum etiam quod simus in isto argumento tractando parum versati79.
51Criterio moral que aparece de nuevo en la exposición del los géneros de cartas que desarrolla o pasa por alto. Así es como prefiere dar preceptos para conciliarse nuevos amigos, acompañándolos con un ejemplo80, y desarrollar los preceptos para las cartas que sus alumnos tendrían tal vez la oportunidad de redactar, una vez llegados a mayores, como las monitoriæ81, expostulatoriæ82, purgatoriæ83, suasoriæ84, consolatoriæ85, etc. Pero se niega en cambio, a exponer las normas para las criminatoriæ o invectivæ, considerando esta enseñanza como ilícita, limitándose a presentar en la rúbrica genus judiciale tres ejemplos: una expostulatoria, una purgatoria y una exprobatoria.
52Antes de dar por terminada esta exposición, no puedo pasar por alto, la presencia en el Manuscrito del Fondo Serrano Morales de cartas parecidas a las que solían intercambiar los Humanistas o estudiosos de su tiempo: me refiero a las cartas filológicas que proponían ejemplos de debates eruditos, a los cuales podrían pretender los estudiosos más aventajados. En ellas vemos cómo va explicando el sentido de un modismo o de una divisa, o la causa de la muerte de un emperador, o un paso oscuro de la Oratio pro Milone86.
Conclusión
53En resumidas cuentas, comprobamos que, para el Humanista aragonés, lo que imperó fue transmitir las normas del arte epistolar no sólo para que sus discípulos consiguieran el pulido latín, sino una técnica que podrían aprovechar para su futura integración en la sociedad. El arte epistolar, lejos de la fraseología de las credenciales, impuesta en un tiempo por las artes dictaminis, se integraba así en la pedagogía de las clases de gramática o retórica, convirtiéndose en un instrumento eficaz en la reforma educativa promovida por los pedagogos renacentistas87.
54Hoy en día, el arte epistolar ya no es parte integrante de la formación básica de los adolescentes, excepto en las secciones comerciales, pero siguieron y siguen publicándose para los mayores tratados idóneos para facilitar la redacción de cartas. La boga en Francia de los Secrétaires del siglo XIX88 no ha cesado completamente, pero han surgido nuevas exigencias. ¡Con la informática hemos topado!
Notes de bas de page
1 Epigrama prefacio a la obra de Estienne de Lugré para La manière de dicter et componer toutes sortes de lettres missives. 1563. Citado por Claude La Charité, p. 265.
2 André Gallego, Juan Lorenzo Palmireno. Contribution à l’histoire du Studi General de Valencia, Toulouse, Université de Toulouse-Le Mirail, 1979. Dactilografiada. Refundida y traducida: Juan Lorenzo Palmireno. Un Humanista aragonés en el Studi General de Valencia, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1982.
3 El estudio más reciente y más documentado, a cuya bibliografía remito, es el de Pedro Martín Baños, El arte epistolar en el Renacimiento europeo. 1400-1600, Bilbao, Universidad de Deusto, 2005.
4 Pedro Martín Baños, op. cit., p. 30.
5 Demetrius, Sobre el estilo. Trad. de José García López, Madrid, Gredos, 1979.
6 Pedro Martín Baños, op. cit., p. 37.
7 Paul Oskar Kristeller, « La retórica en la cultura medieval y renacentista », La elocuencia en el Renacimiento. Estudios sobre la teoría y la práctica de la retórica renacentista. James J. Murphy (ed.), Madrid, Visor Libros, 1999, p. 18.
8 K. Halm, Rhetores latini minores ex codicibus maximam partem primum adhibitis emendabat Carolus Halm, Lipsiae, B. G. Teubneri, 1863.
9 A. Giry, Manuel de Diplomatique, Paris, Hachette, 1894, p. 479-492.
10 Idem, ibidem, p. 474-492.
11 Paul Fournier, « Une nouvelle édition du Liber diurnus de M. de Sickel », Mélanges d’archéologie et d’histoire, 1889, vol. 9, p. 438-447.
12 Chartier, et alii, La Correspondance. Les usages de la lettre au XIXe siècle, Paris, Fayard, 1991, p. 138- 139.
13 Guy Gueudet, L’art de la lettre humaniste. Textes réunis par Francine Wild, Paris, Honoré Champion, 2004.
14 Pedro Martín Baños, op. cit., p. 222-252.
15 Idem, ibidem, p. 267.
16 Lorenzo Valla, Opera omnia, 1540, reedición de Eugenio Garin, 1962.
17 Véase mi estudio: « Un avatar de las Elegancias de Aldo Manucio: El Latino de repente de Juan Lorenzo Palmireno », El Siglo de Oro en escena. Homenaje a Marc Vitse, Toulouse, PUM/Consejería de Educación de la Embajada de España en Francia, 2006, p. 325-334.
18 Agustín Dato, Elegantie Augustini Dathi Senensis opusculum in elegantiarum precepta, cum Jodoci Clichtovie Acoportuensis et Jodoci Badii Ascensii commentariis feliciter incipit. Existen ejemplares de estas Elegancias publicadas en Ferrara (1471), Cambridge (1479), París (1501, 1506, 1508, 1515, 1524, 1531), Basilea (1520), Angers (s.f), Caen (s.f), y Lyon (1539).
19 Andrés Colón-Germán Colón, La enseñanza del latín en la Baja Edad Media. Estudio y edición sinóptica de las Variationes de Fliscus, con sus correspondencias en italiano, español, catalán y francés, Madrid, Gredos, 2003, p. 13, nota 8.
20 Nicolas Liburnio publicó en 1521 una colección de frases bajo el título de Le vulgari elegantiæ di misser Nicolao Liburnio, Vinegia, impresse nelle case d’Aldo Romano e Andrea Asolano, 1521.
21 Juan Lorenzo Palmireno, Segunda parte del latino de repente donde están las pláticas, ejercicios y comentos sobre las Elegancias de Paulo (sic, por Aldo) Manucio, Valencia, Pedro de Huete, 1573, p. 3: « Porque entonces hauía Elegancias de Augustino Datho, de Antonio de Nebrissa, de Liburno, y Enchiridion ad copiam y Copia Erasmi y todos estos trabajos han parado en el muladar, por el daño que causaban ». Es preciso matizar esta declaración, en la que Palmireno intenta subrayar el mérito de su método, porque estos trabajos siguieron publicándose durante el siglo XVI.
22 Andrés Colón, op. cit., p. 90. Traducción: « Ya que has visto que he realizado muchas experiencias para ti, añado aún más audazmente que, si examinas a fondo estos sinónimos de oraciones con esmerada invención, conseguirás fácilmente escribir las cartas y también las frases que quieras ».
23 Joan Esteve, Liber elegantiarum, Venecia, Paganinus de Paganinis, 1489. Estudi preliminar per Germà Colón Doménech, Castelló de la Plana, Inculca, 1988. Véase A. Colón, op. cit., p. 21.
24 André Gallego Barnés, « Un avatar de las Elegancias de Aldo Manutio: El latino de repente de Juan Lorenzo Palmireno », Un siglo de Oro en escena. Homenaje a Marc Vitse, op. cit., p. 325-334.
25 Félix Nève, Mémoire historique et littéraire sur le Collège des Trois-Langues, Bruxelles, 1856, p. 9-10.
26 Judith Rice Henderson, « Erasmo y el arte epistolar », La elocuencia en el Renacimiento. Estudios sobre la teoría y la práctica de la retórica renacentista, Madrid, Visor Libros, 1999, p. 403.
27 Jamile Trueba Lawand, El arte epistolar en el Renacimiento español, Madrid, Támesis, 1996, p. 51-53.
28 Pedro Martín Baños, op. cit., p. 262-263. Sus Flores rhetorici, publicadas en Salamanca, son un tratado distribuido en tres libros, remitiendo los dos primeros a la retórica, cuando el tercero, De componendis epistolis –88 páginas de las 149 que componen el libro–, enfoca directamente el arte epistolar. Jamile Trueba Lawand señala al respecto, en contra de la opinión de J. N. H. Lawrence, que Fernando Manzanares fue bastante fiel al tratado epistólico de Perotto « hasta el punto de transcribir literalmente partes de la obra del veneciano ». Véase J. N. H. Lawrence, « Nuevos lectores y nuevos géneros: apuntes y observaciones sobre la epistolografía en el primer Renacimiento español », Academia literaria renacentista, 5 (1988), Salamanca, Universidad de Salamanca, p. 97.
29 Existe una edición moderna del pseudo-Libanio: Lettres pour toutes circonstances / les traités épistolaires du Pseudo-Libanios et du Pseudo-Démétrius, Paris, Les Belles Lettres, 2004.
30 Pedro Martin Baños, op. cit., p. 292-293.
31 Judith Rice Henderson, « Erasmo y el arte epistolar », La elocuencia en el Renacimiento. Estudios sobre la teoría y la práctica de la retórica renacentista, James J. Murphy (ed.), Madrid, Visor Libros, 1999, p. 398-399.
32 Carmen Lozano Guillén, « Apuntes sobre el humanista F. Níger y su obra », Humanismo y pervivencia del Mundo Clásico, II, 3, Homenaje al profesor Luis Gil (1996), José María Maestre Maestre, Joaquín Pascual Barea, Luis Charlo Brea (eds), Cádiz, 1997, p. 1353-1360. Véase p. 1358.
33 Pedro Martín Baños, op. cit., p. 293.
34 Idem, ibidem, p. 294.
35 Idem, ibidem p. 305.
36 Paul Oskar Kristeller, op. cit., p. 20.
37 Desiderio Erasmo, De conscribendi epistolis. Intr. y notas de Jean Claude Margolin, Ámsterdam, North-Holland Publishing Company, 1971, tomo 1-2, p. 157-579.
38 Idem, ibidem, p. 174-175.
39 Carmen Lozano Guillén, « Apuntes sobre el humanista F. Níger y su obra », Humanismo y pervivencia… .
40 Desiderio Erasmo, op. cit., p. 161, « quaedam ad latine discendum mire conducibilia ».
41 Idem, ibidem, p. 233: « Ex his tamen diligenda censeo, quae non omnino sint ociosa, sed habeant aliquid ad vitam communem conducibile ».
42 Juan Luis Vives, Joannis Ludovici Vivis Valentini opera omnia distributa et ordinata in argumentorum classes præcipuas a Gregorio Mayans. Valentiæ Edetanorum, in officina Benedicto Monfort, 1782. Ver el tomo II, p. 263-314. Existe una edición moderna bilingüe inglesa De conscribendis epistolis, edited by Charles Fantazzi, E. J. Brill, Leiden-New York, 1989.
43 Jamile Trueba Lawand, « El De conscribendis epistolis de Juan Luis Vives », Humanismo y Previvencia del Mundo Clásico I, 2, p. 1091-1096.
44 Guy Gueudet, L’art de la lettre humaniste. Textes réunis par Francine Wild, Paris, Honoré Champion, 2004, p. 361. La redacción de cartas bilingües latín/ lengua vernácula ya se produjo a partir de 1400, véase op. cit., p. 321.
45 Las primeras ordenaciones a las que se refiere Atienza Luján son las de 1563.
46 Pedro Martin Baños, op. cit., p. 33-35, « Sin embargo, es razonable pensar que, como adelantábamos, además de en el examen de los clásicos y en la composición de diversos ejercicios retóricos, los jóvenes se adiestraban también con el gramático primero y después con el rétor, en la escritura de cartas… Y junto a la práctica, la teoría: es muy probable que el alumno recibiera, para la redacción de epístolas, cierta instrucción previa, tanto a nivel puramente gramatical, como a nivel retórico-estilístico ».
47 Jerónimo Amiguet, Sinonima variationum sententiarum eleganti stilo constructa in valentinum per Hieronimum Amiguetum dertusensem redacta. Estampat a València, any 1502, Coffman impresor.
48 Carmen Lozano Guillén, « Apuntes sobre el humanista Franciscus Niger y su obra », Humanismo y Pervivencia del Mundo Clásico, II, 3. Homenaje al Profesor Luis Gil (1996), p. 1353-1360.
49 A propósito de la pervivencia de las normas de las artes dictaminis, véase Gonzalo Pontón, Correspondencias. Los orígenes del arte epistolar en España, Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 2002.
50 Los titulares de esta cátedra, poco dotada, 25 libras, fueron sucesivamente Thomas Benet Perales, mestre Joannes, Pedro Calderón. Fue suprimida el 4 de junio de 1530 y sustituida por una de Teología que ocupó Geroni Pérez de la Orden de la Merced. Proveyéronla de nuevo los Jurats el 6 de mayo de 1531 para Pedro Calderón, luego para Thomas Benet Perales (1533), Pedro Calderón (1534), Joan Baptista Vernegal (1535, 1536, 1537), Pedro Calderón (1538, 1539, 1541), Diego Valera (1545, 1546,1547, 1548). Desaparece a partir de 1550, puede que sustituida por una de las clases de gramática.
51 Pedro Martín Baños, op. cit., p. 236, nota 35.
52 Véase mi estudio: « Reforma de las clases de gramática (1561-1589) », Actes du Ier Colloque sur le Pays Valencien à l’époque moderne, Valencia, 1980, p. 55-75.
53 Juan Lorenzo Palmireno, De conscribendis epistolis. Methodus conscribendi epístolas hispano et latino sermone. Iuxta Marci Tu. Placita. Servato consuetudine qua nostro seculo Paulus Manutius, Aonius Pallearius, Ludovicus Regius apud omnes eruditos viros celebrantur. Ad nobiles adolescentes primæ classis in Academia Valentina. 12 calend. M. año 1576, fol. 3: Qui enim ad laudatam artem et graviores disciplinas properant nisi epistolas conscribere, orationem eleganter componere et ubertate rerum illustrare valeant, omnem in illa quam quaerunt jam frustra consument. Existen otros dos manuscritos dedicados al arte epistolar anteriores a la publicación del tratado póstumo de 1585: el que pudo consultar Mariano Torres y el que poseía Ricardo Osakar Biurrun. Véase mi estudio: Juan Lorenzo Palmireno, op. cit., p. 139-142.
54 Desiderio Erasmo, De conscribendis, p. 247: « Ab his exercitamentis prodibunt, qui facunde concionentur in templis, qui prudenti eloquentia moderentur senatum, qui cum laude obeant publicis de rebus legationes, denique qui quauis in re et indicio valeant et oratione ».
55 Juan Lorenzo Palmireno, El estudioso cortesano dirigido al illustre señor don Guillem de Palafoix…, Valentiæ, ex typographia Petri a Huete, in Platea Herbaria, 1573. En la introducción definió lo que entendía por « agibilia »: « Agibilia, llama el vulgo la desemboltura que el hombre tiene en ganar vn real, en saberlo conservar, y multiplicar, en saberse bien assentar sobre su cuerpo la ropa, tratarse limpio, buscar su descanso, ganar las voluntades y fauores, conservar su salud, no dexarse engañar quando algo compra, y regirse de modo que no puedan decir: Este hombre, sacado del libro, es vn grande asno ».
56 Juan Lorenzo Palmireno, Segunda parte del latino de repente, donde están las pláticas, ejercicios y comento sobre las Elegancias de Paulo Manucio. Hay también Palmyreni Index, que es breue comentario sobre las Epístolas de Cicerón ad Familiares, Valencia, Pedro de Huete, 1573.
57 Juan Lorenzo Palmireno, op. cit., p. 6-7: « Tú, para convertir a tu amigo, a lo que le persuades, has le de recrear la oreja, y yrlo poco a poco encandilando, hasta que le des la punzada de la sangría ».
58 Idem, ibidem, fol. 4 y 4 v.: « Agite ergo accipite bono animo quæ damus præcepta brevísima conficiendi epistolas, sed hac lege ut exempla vel latina, vel hispanica quae a nobis proponuntur assidua meditatione, compositione et imitatione vestra ».
59 De Dainville, La naissance de l’humanisme moderne, Paris, Beauchesne, 1940, p 128: « Indispensable aux futurs secrétaires des princes, des villes ou des grands personnages, et plus généralement à quiconque briguait quelque office, l’art épistolier avait aux yeux des parents une telle importance qu’ils stipulaient parfois expressément dans les contrats de fondation du collège, qu’il y aurait une classe dans laquelle les écoliers vaqueraient aux préceptes de conscribendis epistolis, ainsi en fut-il à Lyon, en 1571 ».
60 Juan Lorenzo Palmireno, Dilucida conscribendi epistolas ratio, quondam a Laurentio Palmyreno, nunc ab Agesilao filio, sedulitate ingenti et aucta et emendata…, Valentiæ, apuda viduam Petri a Huete, 1585, p. 15. Citaré por Dilucida.
61 Juan Lorenzo Palmireno, Dilucida, p. 15-16: « De autoribus epistolarum ». Coloca en la primera fila a Cicerón y sus imitadores: Longolio, Sadoleto, Petro Bembo, Loys le Roy, Celio Calcagnino, Pomponio Leto y Paulo Manucio.
62 Juan Lorenzo Palmireno, Razonamiento que hizo Palmyreno a los Regidores de su patria de la orden de enseñar en Segunda parte del latino de repente, p. 192.
63 Idem, ibidem, p. 15.
64 Antonio Della Paglia había sido condenado por la Inquisición y quemado delante del puente de Sant Angelo en Roma seis años antes, el 3 de julio de 1570.
65 Antonio Della Paglia, Aonii Palearii Verulani, Epistolarum lib. IV, Eiusdem Orationes XII, De animorum immortalitate lib. III, Lugduni, apud Seb. Gryphium, 1552.
66 Véase mi estudioi: « Humanismo y ortodoxia. El caso de Lorenzo Palmireno », Derecho, historia y Universidades. Estudios dedicados a Mariano Peset, Valencia, Universitat de València, 2007, p. 623- 629.
67 Dilucida, De autoribus epistolarum, p. 15-16. A continuación enumera varios autores de cartas: Símaco, Plinio, Luciano, Filóstrato de Lemnos, Falarides, Basilio, Petrarca, Sinesio, Libano, Séneca, Filelfo, Gasparino Barziza, Aegidius Calensis, Rodolfo Agrícola, dejando para los teólogos las de san Ambrosio y de san Jerónimo.
68 Véase mi estudio: « Un avatar espagnol du De civilitate d’Erasme. Le Tratado de la buena criança de l’humaniste aragonais J. L. Palmireno, Actes du Colloque de Clermont-Ferrand sur les Traités de Civilité, 1992. Les traités de savoir-vivre en Espagne et au Portugal du Moyen Âge à nos jours, Clermont-Ferrand, Université Blaise Pascal, 1995, p. 106-120.
69
Claude La Charité, La rhétorique épistolaire de Rabelais, Paris, Ed. Nota bene, 2002, p. 31-36.
Recuerda el autor las divergencias de los autores de Artes dictaminis a la hora de definir los diferentes tipos de salutationes, en función de la categoría social de los destinatarios o del autor de la carta. Palmireno, por su parte, simplifica, véase, Dilucida, p. 12-13.
70 Dilucida, p. 11-13.
71 Idem, ibidem, p. 11. Como lo recuerda el autor, los epistológrafos anteriores disentían respecto a los diferentes tipos de cartas y algunos llegaron a distinguir hasta ochenta tipos: « Iam in distributione epistolarum magna est controversia, quoniam Graeci, nempe Libanius et Pelazgus morosi in hac parte fuerunt, dum octoginta epistolarum genera recensent, nos ad quatuor tantum genera reuocari posse confirmamus, nempe genus Suasorium, Demonstratiuum, Iudiciale et Familiare ». Con lo cual abogaba en pro de la simplicidad para no oscurecer la exposición.
72 Idem, ibidem, p. 28.
73 Idem, ibidem, p. 29.
74 A propósito de los manuales en lengua vulgar, véase, Claude La Charité, op. cit., p. 58-74. Analiza el autor las obras de Pierre Fabri, de Jean Quinerit De Mousne y Pierre Durand publicadas entre 1521 y 1553.
75 Idem, Dilucida, p. 32.
76 Dilucida, p. 34.
77 Idem, p. 47.
78 Idem, p. 25.
79 Los epistológrafos franceses Pierre Fabri y Jean Quinerit de Mousne no habían vacilado en pormenorizar los consejos para redactar cartas de amor, distinguiendo dos tipos: las cartas de amor honesto y las de amor vicioso. Véase Claude La Charité, La rhétorique épistolaire de Rabelais, p. 65- 67.
80 Ms, fol. 25, Al muy magnífico Señor Gaspar Tarrega en la plaza de la Yerba. Le felicita por unas conclusiones que había leído en la catedral de Valencia.
81
Ms, fol. 20-25. Carta de advertencia, de consejo o de sermón. Al muy magnifico Señor Jaime Vaziero.
Le pone sobre aviso respecto al peligro de ciertas frecuentaciones con motivo de su futura llegada a Valencia.
82 Ms, fol. 31. Reclamación o queja con un ejemplo: Al Ilustre Señor don Vicente Sentis.
83 Ms, fol. 32 r. Aquí Palmireno no propone ejemplos, remite a las epístolas de Mureto y Lambino contenidas en Clarorum virorum Epistolæ, obra que, según su decir, poseían los alumnos.
84 Ms, fol 32 v-38. Un tal Jerónimo Larán persuade a García de la Higuera que no vaya a estudiar leyes a la Italia. Véase mi estudio, Juan Lorenzo Palmireno, p. 137-138.
85 Ms, fol. 44.
86 Ms, fols. 44-54. Epistolæ philologiæ dictatæ a Laurentio Palmyreno in gratiam suorum auditorum primae classis. Anno MDLXXVI.
87 Claude La Charité, op. cit., p. 48: « Les nombreuses remarques qu’Érasme formule sur l’exercice et l’imitation, sur le choix des sujets et la façon dont l’enseignant doit les proposer, la correction des devoirs, illustrent à quel point l’épistolographie est au cœur de la pédagogie humaniste ».
88 Cécile Dauphin, « Les manuels épistolaires au XIXe siècle », La correspondance: les usages de la lettre au XIXe siècle, Roger Chartier (dir.), Paris: Fayard, 1991, p. 209-272 y Prête-moi ta plume... Les manuels épistolaires au XIXe siècle, Paris, Éditions Kimé, 2000.
Auteur
Lemso
FRAMESPA
Université de Toulouse II
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