«Lodos y charcos sombríos»: Sá de Miranda y la epístola poética en el Renacimiento1
p. 261-270
Texte intégral
Epístolas y filosofía
1Francisco Sá de Miranda (c. 1482-c. 1558) recorrió el «camino amistoso» de la epístola poética, y, por su elección métrica, estrófica y temática, nos lleva a una encrucijada donde encontramos la modalidad moral, la literaria, y la familiar o autobiográfica. Su práctica epistolar se vincula a su interés por la ética: como indica su primer biógrafo, se dedicó al «estudo da Filosofia Moral e Estóica, a que sua naturaleza o inclinava»2. Las ideas estoicas que inundan su poesía —epístolas, églogas como Basto, y algunos sonetos—, parecen llegarle a través de Horacio, cuya influencia recalca el recopilador de un importante manuscrito: «Estas sao as cartas tambem seguindo a Oracio»3, y han estudiado Michaëlis, Earle y Matos4. Pero la filosofía helenística no llega a Miranda sólo a través de la vía literaria, convertida en tópicos poéticos, sino que su conocimiento es más profundo: ha leído a Séneca y Cicerón5 y, menciona al cínico Diógenes, y a Crates, Catón, Bias, Zenón y Epicteto6. Su fuente de información pudo ser la obra de Diógenes Laercio, esencial en el Renacimiento7. El compromiso con las ideas estoicas lo demuestra también el hecho de que abandonara la corte de João III en 15328 y permaneciera en el campo más de veinte años, llevando la vida con que fantaseaban en sus epístolas Hurtado de Mendoza y Boscán, aunque sin perder el contacto con nobles y con el mismo rey, como muestran los poemas a ellos dedicados, no sabemos si para su beneficio personal o por su intento de reinstaurar los valores perdidos.
Rasgos de las epístolas de Sá de Miranda
2El portugués destaca en su producción epistolar por su bilingüismo y su variedad métrica, asociados a la orientación temática. De sus ocho epístolas «morales», siete de las mismas, todas en portugués, están en metros octosílabos. Rompen así la identificación que la crítica ha venido realizando entre octosílabos y carta amorosa; y entre metros italianos y carta moral u horaciana9. Las únicas que se apartan de los metros tradicionales son réplicas a las que le escriben Fernando de Meneses desde Sevilla en portugués, y Jorge de Montemayor en castellano. Para ambas escoge la terza rima, sin duda, tal y como sucedía en la tradición cancioneril de las preguntas y respuestas, condicionado por la elección de quien inicia la correspondencia, como Boscán respecto a Diego Hurtado de Mendoza.
3Pero, además de estos poemas, que sin duda se adscriben al género, Saulo Neiva incluye en su estudio otros nueve que sirven como dedicatorias-prólogo de otras tantas églogas10. Este rasgo, según Neiva, muestra la originalidad de Sá de Miranda, dado que es el único poeta portugués que realiza sistemáticamente este procedimiento11. De estas nueve epístolas, seis están en castellano, al igual que las églogas a las que acompañan, todas ellas dirigidas a personajes portugueses superiores socialmente a Sá de Miranda (algunos, como António Pereira, íntimos amigos). Las seis castellanas están todas en metros y estrofas italianistas: cuatro en octavas reales, y dos en estancias que siguen esquemas garcilasianos12.
4El análisis de los datos muestra claramente que Sá de Miranda distingue dos modalidades de epístola, la moral y la literaria-dedicatoria, y asocia la primera al portugués y a los metros y estrofas tradicionales de su lengua materna, y la segunda al castellano y a los metros y estrofas italianistas, lo cual puede deberse a que la adaptación de la primera sea un experimento más personal, y la de la segunda una imitatio de las églogas I y III de Garcilaso, que presentan estas dedicatorias a nobles (en el mismo metro y estrofa que el resto del poema). En función del grado de autonomía de estas dedicatorias podría plantearse su estudio no como paratextos sino dentro del género de la epístola en verso, con las literarias; las familiares o autobiográficas; o las morales según sus temas y tono. La determinación de la autonomía respecto a la égloga, en mi opinión, depende sobre todo de la métrica y la estrofa de la epístola-dedicatoria, y de su coincidencia con la del poema al que acompaña. En todas menos en una la elección de metros tradicionales o italianistas de la epístola se mantiene en las églogas; por ejemplo, la dedicatoria a António Pereira en estancias de endecasílabos y heptasílabos precede a la égloga Nemoroso en tercetos encadenados y endecasílabos blancos. A veces también coinciden en la estrofa; así, la dedicatoria al infante don Luis está en octavas reales, como la égloga Celia que la sigue. Sólo una podría ser considerada epístola autónoma, aquella en octavas reales con la que dedica a António Pereira la égloga Alejo (en la que predomina el arte menor13), cuya escritura sabemos que fue independiente y muy posterior a la del poema pastoril porque no aparece junto a él en los testimonios que reflejan estados tempranos de la poesía mirandina sino en el único manuscrito autógrafo que conservamos, tardío, en el manuscrito Juromenha y en la edición de 161414.
Las epístolas de dicatorias de la égloga Alejo
5Si bien todas las epístolas dedicatorias son dignas de estudio, especialmente, las más filosóficas (con las que ofrece Basto y Nemoroso a los hermanos Pereira y Montano a Rodrigues de Sá), me centraré en aquella con que dedica Alejo a António Pereira Marramaque (c. 1500-c. 1566), señor de Basto15, porque sirve como ejemplo de las imbricaciones entre la epístola literaria, familiar, y moral; y porque sus dos redacciones presentan importantes diferencias formales, estructurales y de sentido, que muestran la tendencia de Sá a la reescritura:
6En la versión autógrafa, que considero anterior16, Sá de Miranda presenta su égloga al destinatario como la primera en que sus pastores cantaron «versos extranjeros» con sus zampoñas «por acá»; es decir, como los primeros tanteos con metros italianos en Portugal. Según la crítica, la égloga podría fecharse entre 1527-153217, por lo que estos ensayos serían muy cercanos a los de Garcilaso y Boscán18. Sá de Miranda reivindica su innovación por encima del resultado, al reconocer que sus pastores cantaban «bien o mal»19, y destaca su mayor dominio de los metros italianos desde entonces: «como ciegos andaban, poco y a tiento/agora van ya más cobrando aliento»20, lo que prueba el propio acto de escritura de la dedicatoria en octavas. Sá señala además la lectura adecuada de la égloga como lección sobre el poder incontrolable del amor.
7Tras estas dos octavas metapoéticas, la epístola se orienta hacia lo familiar-moral: desde una horaciana posición de sabiduría, el poeta recomienda a su amigo que se centre en lo bueno de su vida, no en sus pesares. Los motivos de alegría son sus tres hijos: el heredero por haber llegado a capitán muy joven; el segundo por su vida aventurera21; el pequeño por su buena educación y sus virtudes22. Miranda insiste en que «esto vesse a los ojos, no son cuentos/abrid el pecho a los contentamientos»23. Tras este consejo cercano y realista, la epístola se cierra con una horaciana recomendación de la «dorada medianía», pues «el rayo, cuando abaja, en sus desvíos,/hiere los altos»24; y el recuerdo de que la fortuna domina a quienes son frágiles. Esta reflexión estoica justifica su recomendación a Pereira:
dejéis los lodos y charcos sombríos
buscad aquella clara y biva fuente
poned gran confiança toda en Dios
lo que ha de hacer el tiempo, hazedlo vos25.
8Los dos versos finales entrelazan lo cristiano con lo estoico: Miranda emplaza a Pereira a abandonar sus lamentaciones, y asumir la fugacidad de la vida y el sinsentido de dolerse por lo que no depende de él, sino de Dios. Una epístola que podría haberse despreciado como dedicatoria resulta ser mucho más horaciana e impregnada de estoicismo cristiano que otras que se estudian como tales, en tanto que el motivo del envío de la égloga no es la adulación, sino el deseo de sacudir la conciencia de un amigo y sacarle de su hundimiento, relacionado con algún conflicto religioso o personal26.
9En la segunda redacción, la voz poética es la de los pastores, que señalan que son enviados para celebrar la llegada del primogénito de Pereira, según la crítica tras sobrevivir en 1553 a la matanza de Ceuta en la que Sá perdió a su hijo27. En ella se repite la reflexión metapoética y el elogio familiar, pero se introduce la alusión al regreso y que el segundo ha vencido a los turcos, victoria que Sá exalta mesiánicamente aludiendo a un ave que con su vuelo la anunció. No es baladí que en la primera versión se destaque al segundo hijo como viajero —soldado en las Indias—, y en ésta como luchador frente a los otomanos —parece que en Ormuz28—, trayectoria típica del hidalgo segundón29.
10En la versión del manuscrito Juromenha, cambia el pasaje de la metáfora del rayo30, al eliminar la alusión a la fortuna y la debilidad psicológica, e insistir en el peligro que corren quienes están en lo alto, reinterpretado en clave estamental (la desgracia afecta a los nobles, no a la «baja gente»). La exhortación a rehuir lo negativo y volverse a Dios se relaciona en esta segunda redacción con una metáfora que puede remitir al Salmo 42:1: Pereira ha de beber de la «pura fuente», no de los «turbios llovedíos» por los que corre el agua sucia. La presentación de la égloga y del pastor protagonista se traslada a la octava final. La función de la epístola en esta redacción, por tanto, parece ser reorientar la égloga hacia un contexto celebrativo de representación. Su carácter moral parece más atenuado, aunque conociendo el contexto, el que celebrara que el heredero de Pereira regresara de la masacre en la que había muerto el de Sá31 refuerza la actitud del segundo al exigirle estoicamente que abandone su actitud pesimista y aprecie lo que tiene.
11Las epístolas de Sá de Miranda son esenciales para comprender las fluctuaciones entre las distintas modalidades de la epístola «amistosa» en sus primeras décadas de desarrollo, y la dedicatoria de Alejo es un ejemplo perfecto porrque en cada una de sus redacciones predomina una orientación. Innovaciones respecto a las estrofas como el empleo de quintillas u octavas reales no triunfaron en la asimilación de la epístola horaciana, pero nos indican que en la recepción de este género neoclásico hubo tantos caminos de adaptación formal como de actualización temática, ya que en su flexibilidad podía dar cabida a la dedicatoria, la imprecación, o la enseñanza, a un «yo poético» impregnado de sabiduría estoica o a la presentación festiva de una égloga.
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Referencias bibliográficas
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Notes de bas de page
1Este trabajo se realizó siendo becaria F. P. U. del Ministerio de Educación. Agradezco a L. F. Sá Fardilha y T. F. Earle que llamaran mi atención sobre las epístolas de poetas portugueses y me facilitaran bibliografía, y a Á. Alonso sus siempre valiosas sugerencias y correcciones.
2Miranda, Obras completas, vol. II, p. vii.
3Miranda, Poesías, p. 185.
4Michäelis, 1989, pp. 781-815, anota huellas de Horacio en su anotación de las cartas. Ver T. F. Earle, 1980, y Matos, 1987 para la relación de Miranda con Horacio y el estoicismo.
5En la carta moral dirigida a António Pereira hay, según Earle, 1980, p. 83, una adaptación de la idea senequista sobre la naturaleza; y ecos de De officiis y De amicitia de Cicerón (Earle, 2004).
6En la epístola a João Roiz de Sá de Meneses menciona a Catón, Diógenes, Zenón y Platón; a Pero de Carvalho le habla de Diógenes, Crates, Bias, y Epicteto, y a Fernando de Meneses de Xenócrates (Miranda, Obras completas, pp. 51-59 y pp. 59-71 y pp. 99-107).
7Kraye, 2007, pp. 98-99. Esta misma obra fue empleada por João Rodrigues de Sá de Meneses, gran humanista con el que Sá de Miranda compartía sus preocupaciones morales —como se ve en la dedicatoria de la égloga Montano—, deduce Sánchez Tarrío, 2005, p. 169.
8Según los datos biográficos recopilados por Jiménez, 2010, pp. 7-15, Miranda permaneció en la corte en Lisboa de 1513 a 1521, y tras su viaje a Italia (1521-1526), acompañó a la corte hasta 1532. Según el biógrafo de 1614, tuvo que abandonarla a causa de alguien poderoso, a quien ofendió la égloga Alejo, la misma que décadas después dedica a António Pereira en la epístola que analizamos.
9Díez Fernández, 2000, ya advirtió de la necesidad de prestar mayor atención a las epístolas octosílabas.
10Neiva, 1999. Agradezco a Inmaculada Osuna sus gestiones para conseguir esta obra.
11Neiva, 1999, p. 59.
12La Fábula de Mondego repite el esquema de las estancias de la égloga I de Garcilaso, y Nemoroso el de las canciones II y III (Jiménez, 2010, pp. 128 y 294).
13Sólo 1/9 parte de los versos de la égloga son endecasílabos (Jiménez, 2010, p. 168): vv. 408-488 en los cantos de Antón y Juan, en estancias de ocho endecasílabos con un heptasílabo; vv. 691-722 en el canto del viejo, en octavas reales (Miranda, Poesía castellana completa, pp. 199-205 y 217-219). En la redacción autógrafa se trata de los vv. 340-416 y vv. 563-594 (Miranda, Poesía castellana completa, pp. 477-479 y 484-485).
14El ms. autógrafo es el ms. 3355 de la Biblioteca Nacional de Portugal, fols. 60-85v. El Ms. Juromenha, con 103 poemas vidade Sá., está desaparecido, lo conocemos por Michaëlis 1989. La edición de 1614 se considera poco fiable, de ahí que Rodrigues Lapa, 2003, y Jiménez, 2010, se basen en la de 1595 y acudan a 1614 sólo con poemas como éste que no aparecen en la princeps.
15Para la biografía de Pereira, ver Miguel, 1980; para el estudio de la carta moral que Sá de Miranda dirigió a este noble, Earle, 2004; y para las dedicatorias al mismo, Neiva, 2006.
16El título del ms. autógrafo, fol. 60, es «Trovas que se mandaram a El Rey Dom João o 3.o que as lia, e conservou m [ui] to tempo porem em hum dia q [ue] veyo da Mizericordia as mandou queimar por Manoel de Sampayo q[ue] foi tres annos antes do seu falecimento no anno de 1554», lo que indica que debieron ser compuestas antes de 1552. Si el hijo segundo marchó a La India en 1550 (Cruz, 1989), la fecha debe ser 1550-1551. Por las alusiones de la segunda redacción a los hijos de Pereira en hechos de 1553-1554, ésta ha de ser 4 o 5 años posterior. Esto explicaría que la alusión al benjamín se mantenga sin cambios.
17Jiménez, 2010, p. 38, recoge las distintas teorías: las supuestas alusiones a Bernardim Ribeiro y el supuesto papel de la égloga en la salida de la corte de Sá de Miranda. Resulta extraño que Sá de Miranda reescriba una égloga de veinte años atrás para dedicársela en los años 50 a Pereira en dos ocasiones, si fue un poema tan problemático.
18Sobre la posible inclusión de Miranda en la invitación de Navagero a Boscán y Garcilaso para ensayar la métrica italianista, y su papel en la renovación poética, ver Fardilha, 2005 y 2008, pp. 130-139.
19Miranda, Poesía castellana completa, p. 433, v. 2.
20Miranda, Poesía castellana completa, p. 433, vv. 7-8.
21Según Miguel, 1980, p. 161, Gonçalo pudo salir en 1550 hacia las Indias con la armada de Afonso de Noronha. Para Cruz, 1989, antes de Ormuz estuvo en Goa y como capitán de galeón en Ceilán. Sobre la visión crítica de Sá de Miranda sobre el comercio con las Indias, ver Earle, 2004 y Arruda Franco, 2005.
22Debe de tratarse de Rui, que marchó a la India siguiendo los pasos de Gonçalo en 1557 y falleció en 1561 (Miguel, 1980, p. 162).
23Miranda, Poesía castellana completa, p. 433, vv. 31-32.
24Miranda, Poesía castellana completa, p. 434, vv. 33-34. Estos versos aluden a la Oda II, 10 de Horacio, 2004, pp. 196-197, vv. 11-12: «feriuntque summos/fulgura montis» («el rayo suele herir las altas cumbres/de las montañas»), metáfora de gran éxito en la poesía moral barroca, ver Colón, 2006.
25Miranda, Poesía castellana completa, p. 434, vv. 37-40.
26Miguel, 1980, pp. 163-165, indica que pudo tratarse de la muerte de su mujer, ya que su prisión y acusación de locura parecen posteriores. Pereira defendía la lectura de la Biblia en lengua vulgar (prohibida por la Inquisición en 1547) y sus obras manuscritas —de contenido religioso-erasmista, y político— fueron denunciadas por herejía en 1564, ver Revah, 1969.
27João Rodrigues Pereira, primogénito de António Pereira, defendió las plazas del Norte de África como era habitual en los herederos antes de encargarse de su hacienda (Cruz, 1989). Según Michaëlis, 1989, p. 847, asisitió a la desgracia del 18 de Abril de 1553, en que por la traición del alcalde moro de Tetuán murieron trescientos hidalgos portugueses, entre ellos el primogénito de Sá. Por su valentía fue nombrado capitán general de Ceuta y pudo regresar a Portugal.
28Michaëlis, 1989 [1885], p. 847; Rodrigues Lapa, 2002, vol. 1, p. 99; Jiménez, 2010, p. 172 señalan que la victoria fue en Ormuz. Debe de tratarse de la lograda por los portugueses el 25 de Agosto de 1554 frente a la flota otomana, que pretendía arrebatarles el control del Golfo Pérsico en la campaña de 1552-1554 (Soucek, 2008, pp. 35-36 y Gil Fernández, 2008, pp. 178-180). Para la relación de Ormuz con los portugueses ver Couto y Loureiro, 2008; y para las repercursiones de la importante victoria de 1554, ver Newitt, 2005, p. 141.
29La valentía de Gonzalo Pereira Marramaque frente a los otomanos es ensalzada por Diogo do Couto (Década VI, libro IX y X, capítulo XIII): «mostrou este dia os quilates de seu sangue, e esforço, apresentandose sempre nos lugares mais perigosos» (Couto, Da Ásia de João de Barros, p. 490). En el siglo xvii es recordado por Barbuda, Empresas militares, p. 226 y Faria y Sousa, Asia portuguesa, p. 932; y en el xviii Antonio Diniz da Cruz le dedica su Oda XXX.
30Este pasaje está deturpado en la edición de 1614, donde en lugar de «altos» aparece «astros».
31Michaëlis, 1989, p. 847. Ver la elegía dedicada por António Ferreira a Sá de Miranda con motivo de la muerte de su hijo (Ferreira, 2008, pp. 462-466) donde describe a Miranda con la actitud estoica que este esperaba de Pereira.
Auteur
Universidad Complutense de Madrid
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