«Una acción entre plebeya gente»: los entremeses impresos por Velasco en Cádiz a mediados del xvii
p. 563-575
Texte intégral
1No son muy frecuentes las impresiones de entremeses sueltos del siglo xvii, o, al menos, no se nos han conservado ejemplares. Escribe Cotarelo que la primera que conoce es la de una pieza de Antonio Hurtado de Mendoza, Miser Palomo, de 16201, fecha que quizá haya que retrotraer algunos años, según modernas investigaciones. Menos frecuente todavía es una serie de entremeses sueltos que es obra de un solo impresor de la primera mitad del siglo xvii. La singularidad de dicho caso y la importancia de las obras impresas justifica que le dediquemos alguna atención crítica al editor de Cádiz Francisco Juan de Velasco, casi desconocido para Cotarelo, lo que motivó que las piezas impresas por aquel, que solo conocemos en ese testimonio, pasaran inadvertidas en la magna Colección de teatro breve que este llevó a cabo en 1911 en la serie de la Nueva Biblioteca de Autores Españoles. En efecto, con el título de Entremeses de Cádiz conocemos un volumen facticio, que había pertenecido a don Aureliano Fernández-Guerra y hoy se conserva en la Biblioteca del Instituto del Teatro de Barcelona, compuesto por un conjunto de entremeses cuya descripción es la siguiente:
2ENTREMESES de varios autores2, o, Entremeses de Cádiz. Cádiz por Francisco Iuan de Velazco, en la plaça entre los Escrivanos, 1646/1647. 100 f.; 14 cm3.
3Contiene:
4[Portada manuscrita:] Entremeses de varios autores (tachadas dos palabras debajo de estas últimas: «varios sueltos»)
5Cádiz, por Francisco Juan de Velazco, 1646
6«Obra curiosa, pero incompleto el último y sin portada general, aunque cada entremés tiene la suya. 8° perg.»
7[Entre paréntesis con otra letra:] («A. Fdez Guerra»)
8Índice manuscrito con letra del siglo xviii, en el que se enumeran catorce piezas, dado que con el número 2 aparece «Segunda parte del gobierno de Nuevo Mundo», que no es sino un poema que completa el entremés primero. Termina con la nota: «Le falta la portada y está falto el fin, pero puede copiarse este último del que se halla en las obras de Quirós».
91. -[Portada] Entremes Famoso de la Villana de Getafe, y Carreteros de Madrid. Impreso en Cádiz, por Francisco Juan de Velazco, en la plaça entrelos Escrivanos. Año de mil y seyscientos y quarenta y seys.
«Llama esas mulas...» A-A8.
10En [A7vº] empieza la «Segunda parte del gobierno de Nuevo Mundo», romance que se inicia: «Si yo gobernara España».
112. - [Portada] Los Corcovados. Entremes Famoso de un Hijo de Sevilla. Representolo Roque de Figueroa, en el segundo carro de las Fiestas del Corpus. Impreso en Cádiz, por Francisco Juan de Velazco, en la plaça entre los Escrivanos. Año de mil y seyscientos y quarenta y seys.
12«Malaya amor quien milita...» A8.
13En [A7vº] empieza una «Sátira», que se inicia: «Todo cristiano repare».
143. [Sin portada] Entremes famoso de Cornelio. De don Guillen de Castro, poeta valenciano.
15«Buena está la burla señora D. Leonarda...» [en prosa] A8.
16Publicado como de este autor.
En [A8] empieza una «Letrilla», que se inicia: «Sabreisme acaso decir».
174. [Portada] Entremes Famoso el Marion. De don Francisco de Quevedo. Primera y segunda parte. Impreso en Cádiz, por Francisco Juan de Velazco, en la plaça entrelos Escrivanos. Año de mil y seyscientos y quarenta y seys.
18«Oh calles cuyas piedras son diamantes...» A8.
19En [A5vº] comienza la «Segunda parte del famoso entremés del marión»: «Vive Cristo que si algo me replica».
20En [A8] comienza una «Letra entre un galán y una dama», que empieza: «Si queréis alma, Leonor».
215. [Portada] El Juez de los Cocheros. Entremés Famoso. Hablan en él las personas siguientes [personajes]. Impreso en Cádiz, por Francisco Juan de Velazco, en la plaça entrelos Escrivanos. Año de mil y seyscientos y quarenta y seys.
22«Oh que buenas nuevas traigo...» A8.
23Acaba: «Dase fin al entremés y baile del juez de los cocheros».
246. [Portada] Entremes Famoso del Dotor Zarabullaque. Compvesto por Francisco Ossorio, natural de la ciudad de Toledo. Impreso en Cádiz, por Francisco Juan de Velazco, en la plaça entrelos Escrivanos. Año de mil y seyscientos y quarenta y seys.
25«Estremado Romance...» A8.
26Publicado por Ripodas Ardanaz [1991].
27En A8 se dice: «Cantan y bailan el dotor y los demás y otros dos». Comienza un baile: «A las bodas venturosas».
287. [Portada] Entremes famoso de la Destruición, de Troya. De Don Lvis de Gongora. Hablan en él las personas siguientes [personajes] Año de [Adorno tipográfico] 1647. Impreso en Cádiz, por Francisco Juan de Velasco, en la plaça entrelos Escrivanos.
29«Que esto gran Menalao...» A8.
308. -[Falto de portada, a mano con letra moderna:Los Murmuradores].
31«Muy maldiciente estas, Estefanía...» A8.
32En [A7vº] comienza la «Sátira contra una vieja», que comienza: «Donde el pobre Manzanares».
339. [Falto de portada] Entremes famoso del Doctor Dieta. De Don Antonio de Mendoza.
34«Digo, que ha puesto en S. Felipe un rétulo...» A8.
35A8vº comienza un baile, antecedido de «me fecit Benavente»: «Afuera que va la niña».
3610. [Portada] Los Habladores. Entremes Famoso De Migvel de Cervantes. Hablan en él las personas siguientes [personajes] [adorno]. Impreso en Cádiz, por Francisco Juan de Velazco, en la plaça entrelos Escrivanos. Año de mil y seyscientos y quarenta y seys.
37«Tomo señor Procurador...» [en prosa] A8.
3811. [Portada] Miser Palomo. Entremes Famoso, De Don Antonio de Mendoca. Hablan en él las personas siguientes [personajes] [adorno]. Impreso en Cádiz, por Francisco Juan de Velazco, en la plaça entrelos Escrivanos. Año de 1647.
39«No tiene de que admirarse amado huesped...» A8.
4012. [Falto de portada] El Hospital de los Podridos. De Lope de Vega. Hablan en él las personas siguientes [personajes].
41«Jesus, Jesus, que Hospital...» [en prosa] A8.
42Atribuido también a Cervantes, pero no se acepta en la actualidad.
4313. -[Falto de portada, a mano con letra moderna: El Toreador D. Babiles. De Don Francisco Bernardo de Quirós].
44«En efecto, mi amiga doña Yema..» A8.
45Obra de Quirós.
46Última hoja manuscrita en la que consta, a mano, con letra del siglo xviii:
Don Pedro Guerrero
Celos sin saber de quién.
Don Enrique del Rincón o
El Señor de noches buenas
Los riesgos que tiene un coche
Más merece quien más ama
Los empeños del mentir
Cada loco con su tema4.
Los entremeses
Eres sol de belleza
Prodigio hermoso
47Da la impresión de que su recopilador, tal vez don Aureliano Fernández Guerra, quiso dar la idea de que podían formar un volumen de los que tan de moda estaban a mediados del xvii y que ofrecían solo entremeses. A eso puede obedecer la portada manuscrita y también un índice que figura inmediatamente.
48Ana Vázquez escribe en su catálogo Impresos dramáticos españoles de los siglos xvi y xvii en las bibliotecas de Barcelona lo siguiente:
Este ejemplar se trata de un volumen facticio, compuesto por 13 entremeses sueltos, de diferentes autores, con portada y signatura propia e independiente, sin paginación, ni foliación, están numeradas a mano. [...] La Barrera los cita por separado (cada uno dentro de su autor) y los ubica en la Libreria [sic] de D. Aureliano Fernández Guerra. El título de: Entremeses de varios autores, o, Entremeses de Cadiz le ha sido dado por Montaner, al agruparlos en un solo libro.
B.I.T.: Vitrina A-Est. 1 [1646-47]
Ejemplar en buen estado. Encuadernado en piel de color granate, con filetes y florones dorados. Procedencia Fernández Guerra5.
49Conviene añadir que, aparte de este volumen facticio de entremeses, conocemos al menos otro ejemplar del número 9, que se conserva en la Biblioteca Nacional: Entremes famoso del Doctor Dieta Por Don Antonio de Mendoza (Cádiz: Francisco Juan de Velasco, 1646).
50Curiosamente también tenemos noticia de otro impreso del mismo editor, que no tiene que ver con el teatro breve y responde a la siguiente portada:
Fábula de / Píramo y Tisbe / burlesca. / Escribiola / don Francisco de / Corral y Soto Mayor. / Dedicada a Don Ivan / Bautista de Alegria, regidor perpetuo / de la muy noble, y muy leal Ciudad de / Cádiz, Administrador de los Reales / Almoxarifazgos della, Tenien-/ te de fator General de los Pre-/ sidios, y fronteras del / Andaluzia. [Adornito]. Impreso en Cádiz, por Francisco Iuan de / Velazco, en la plaça entre los Escriua-/ nos. Año de 16466.
51Dicho impreso consta de cuatro hojas, sin paginación alguna. En la segunda hay dos poesías, una «de don Fernando Penso a el autor», que comienza: «Corone el Tormes tus sienes» y otra «de Manuel Merino a el autor», que empieza «Corral, estad más que ufano». En la hoja siguiente una dedicatoria la ocupa entera, y empieza: «Para que pueda volar» y en la siguiente, por fin, empieza la «Fábula de Píramo y Tisbe» con el verso: «De Píramo y Tisbe quiero»7.
52Se trata de una típica fábula que cuenta en clave burlesca los trágicos amores de Píramo y Tisbe, de la misma forma que podrían aparecer en una comedia o entremés burlescos, de los que estaban tan de moda en el siglo xvii, que mezcla graciosos anacronismos (él la promete guardainfante y coche) con metáforas degradantes, como la que dice «los dos enamorados / que acabaron conejos espetados».
53Así pues, lo que sabemos de este impresor es que estaba activo por los años de 1646 y 1647 en Cádiz, que se dedicaba a la literatura de corte burlesco, principalmente editando entremeses, pero no sólo. Sabemos igualmente que completaba los pliegos en que aparecían dichos entremeses con letrillas, sátiras, composiciones en general que también tenían como denominador común la burla y la sátira.
54Velasco es uno de los primeros impresores que conocemos que se dedica a la producción de entremeses impresos para venderlos independientemente. No es el único: un poco más tarde, hacia 1659, comienza su actividad otro impresor, éste madrileño, que responde al nombre de Andrés García de la Iglesia, el cual imprime también un número no desdeñable de obritas, sobre todo de Cáncer, Rosete, Vélez, Solís, etc.8. Tanto éste como Velasco tienen como fin principal vender sus productos: de ahí que el último escoja nombres importantes del parnaso literario, algunos recientemente muertos (Hurtado de Mendoza en 1644, Quevedo un año después), otros muertos hacía más tiempo (Cervantes, Góngora, Guillén de Castro, Lope) y otros que no sabemos si vivían o no, como el misterioso Francisco Osorio, del que —por si acaso— se hace saber que era natural de la imperial Toledo como marchamo de garantía9.
55Las composiciones que añade a los entremeses, cuando le sobra espacio en la impresión, a buen seguro que fueron también famosas y atractivas para el público: así la letra entre un galán y una dama del entremés 4, El marión, era un poema bastante conocido de Quevedo; los otros son normalmente sátiras graciosas que tienen que ver con la corte y la actualidad, pues en la titulada «Segunda parte del gobierno de Nuevo Mundo» del entremés 1 habla de los hombres con guedejas, enrizados, pantorrillas y petos postizos, sombreros de chimenea, etc., que recuerda mucho la polémica por la moda desatada en torno a 1635 o un poco antes y que dura por lo menos unos cuantos años más.
56En lo que toca a entremeses concretos, bien estará que digamos que el 1, el Entremés Famoso de la Villana de Getafe y Carreteros de Madrid, aunque normalmente no se suele decir, es el entremés de Getafe, de Antonio Hurtado de Mendoza. Esta versión presenta importantes variantes con respecto a la manuscrita que se contiene en el códice 3922 de la BNM, que sigue Cotarelo en su edición del mismo. Los especialistas en Hurtado de Mendoza suelen citar la pieza a través de la descripción de Montaner [Davies, 1971, p. 329], pero no se suele mencionar un dato importante: la existencia de un impreso suelto de este entremés, publicado por la viuda de Francisco de Córdoba en Valladolid, en 1621, que actualmente se conserva en el British Museum, según registra Hannah Bergman10. Justamente la impresión de Velasco sigue en todo a este entremés suelto de 1621, que contiene importantes variantes con respecto al manuscrito de la Biblioteca Nacional, entre otras la presencia, como ya dijimos, de la sátira titulada «Segunda parte del gobierno de Nuevo Mundo», que cierra el entremés y sustituye al baile con que acaba el manuscrito.
57El número 2 se titula Los corcovados y se dice compuesto por un hijo de Sevilla y representado por el autor Roque de Figueroa en las fiestas del Corpus. Sabemos por los documentos publicados que Figueroa tuvo compañía propia desde 1624 y que marchó de España en 1635, para volver después de la fecha de impresión de este entremés [Bergman, 1965, p. 482]. Actuó en las fiestas del Corpus de Córdoba (1625), Sevilla (1626, 1632, por esta última fecha se describe a sí mismo como «vecino de Sevilla»), Madrid (1627, 1630, 1635). Con estos datos la pieza puede tener un ad quem entre 1632 y 1635 [ibíd.]. Curiosamente, Quiñones escribió para él cinco piezas entremesiles. Recoge Urzáiz [2002, p. 74] que fue «representado por Pedro de Valdés y Miguel Ramírez; se zahiere en él a Juan Ruiz de Alarcón», datos —los de representación— que proceden de que en el drammatis personae se cita a Ramírez y Valdés (también a Marina), porque no se describe más que nuestra impresión. Pero el último dato que tenemos de Miguel Ramírez es de 1615 [Rennert, 1909, pp. 566-567] y no hay noticia de que representara nunca con Figueroa, como tampoco la hay en ese sentido del otro autor, Valdés. Podría ser que el entremés tuviera alguna relación con el corcovado por antonomasia en aquel tiempo, don Juan Ruiz de Alarcón, muy satirizado en la corte desde 1623. Se incluye al final una sátira, que coincide en una estrofa con una letrilla atribuida a Góngora, pero rechazada por este en el autorizado manuscrito Chacón; es aquella que lleva como estribillo «Mamola». Dicha sátira (o al menos esta estrofa) tiene que ser, pues, anterior a 1627, fecha que concuerda bastante bien con las que antes he referido a propósito del entremés.
58El número 3 se titula Entremés famoso de Cornelio y se ha atribuido al valenciano Guillén de Castro; ha sido editado modernamente [Ripodas Ardanaz, 1991] y se mantiene la atribución dubitativamente, porque se apoya en razones endebles (la «especial atención al matrimonio» que concede Guillén [ibíd]). Se trata de un entremés en prosa para el que se ha propuesto la fecha cercana a 1620 o «final de la década del 10» [Ripodas Ardanaz, 1991, p. 43]. Aclara Urzáiz [2002] que la atribución de este entremés es «muy dudosa», tanto más por cuanto sería la única pieza de este tipo que hubiera escrito Guillén de Castro.
59El 4, El Marión, se ha publicado como obra de Quevedo por Astrana, 1943 o Blecua, 1981, pero he expresado mis dudas sobre esta autoría [Madroñal, 2003], porque descansa únicamente en este impreso y, como se ve, no es nada fiable en materia de atribuciones. Incluye un texto poético que sí pertenece a Quevedo y tal vez ello fue lo que llevó al impresor a adjudicar todo el conjunto al famoso poeta madrileño, pero ninguna fuente antigua corrobora la atribución de la pieza.
60En el útil Catálogo de La Barrera escribía Aureliano Fernández-Guerra a propósito de estas dos piezas de Quevedo, y, de paso, de las otras impresas por Velasco:
Un memorilla detestable hubo por desgracia de dictar estos dos entremeses, y diéronse a la estampa de tan lastimosa manera, que no hay medio de reproducirlos mientras no parezcan los originales. Durante los años de 1646 y 1647 el impresor Velasco, generalmente con esmero, sacaba de molde sueltas, y con sus portadas, varias piececillas de autores famosos, fáciles de encuadernar juntas. La colección que tengo a la mano forma un curiosísimo libro y comprende además de aquel estos doce entremeses: [cita los títulos, atribuyéndolos al autor que figura en portada]. Cada cual de ellos tiene al final una letrilla, sátira o romance para cantar a la guitarra, aderezo de las antiguas funciones dramáticas.
61Como digo, Astrana Marín reimprimió las dos partes en la edición de las obras completas de Quevedo, pero depurándolas de «los versos errados», según confiesa [1943, p. 550 a]11, aunque también edita en un apéndice la transcripción paleográfica de las dos partes, según la impresión de Velasco. Hannah Bergman ha señalado la métrica de este entremés en dos partes, que no disuena de la que Quevedo emplea en otras piezas reputadas como auténticas, pero señalando también la incorrección de sus versos, lo que impide una medición sitemática12. Interesa señalar además que en estas dos piezas aparecen términos o expresiones apenas empleados por Quevedo con ese sentido en su obra, ya sea en prosa o verso, tales como pilón, presentillo, randados cuellos, estar con la barriga hasta la boca, remucho, descabellado, desviarse, lindo lance, otro amor en campaña, un tal ego sum, tanta braveza, cantores, hacer reparo, arrebolado, gorrilla (primera parte) o maricote, bajarse los calzones, Virgen del Buen Suceso, sospechas de preñado, pegar pantuflazo, tener mano sobre mano (expresión que además censura en el Cuento de cuentos), ser marido al uso, francochado (segunda parte)13.
62El 5, titulado El juez de los cocheros, es un entremés que se presenta como anónimo y que incorpora al final un baile de los cocheros que cierra la pieza. Se trata de un curioso cuadro de costumbres que ocurre entre dos vendedoras callejeras, mujeres de sendos cocheros, los cuales también aparecen en escena delante de un juez para dar cuenta de sus tropelías cocheriles. No es mucho lo que se puede añadir sobre autoría o fecha de composición.
63En lo que toca al número 6, El doctor Zarabullaque, su moderna editora (que sigue esta fuente impresa) lo fecha entre 1628 y 1646, porque encuentra una relación evidente con el nombre «zarabullí» de una letrilla que aparece en El entremetido, de Quevedo [Ripodas Ardanaz, 1991, p. xxv]. Hay que tener en cuenta que en este pasaje Quevedo critica a un «poeta de los pícaros» que la crítica ha identificado con Quiñones [Fernández-Guerra, Jauralde]. Por otra parte, he encontrado una alusión reciente que es posible que se refiera a esta pieza. Dice así un vejamen limeño cercano a 1625: «Vuelve a reiterar los gestos, de manera, ya que sean tantos en número, que no parese sino que está representando el entremés de Sarabusaque, y así le verán en los pies mil joanetes por lo mono, y en la cara mil arrugas por lo mico». Es verdad que en nuestra obrita no aparece ningún personaje haciendo monadas, pero tal vez haya aquí una alusión a un género entremesil que incluyera algún tipo de baile similar al que exigía la letra zarabullí. La alusión americana del vejamen podría aconsejar retrotraer la fecha hasta 1625. Verdaderamente la pieza recuerda a Quiñones, no sólo por el nombre del doctor, muy similar al doctor don Alfarnaque de Las civilidades, autentificado por encontrarse en la Jocoseria, sino también por la métrica y el baile de seguidillas con que se termina la obrita. Por otra parte hay fragmentos de la pieza que nos recuerdan a otros de obras anteriores del toledano Benavente, como cuando se escribe a propósito de las doncellas:
Como ha tanto, señor, que no se usan,
están en cierta parte retiradas
hasta que vuelvan otra vez a usarse,
64que remite a los versos de El murmurador. Si fuera correcta esta suposición, el desconocido «Francisco Osorio, natural de la ciudad de Toledo» que se cita en la portada encubriría el nombre del genial Quiñones, que sí que había nacido en la ciudad. Lo que no sabemos es qué razón pudo llevar a Velasco a eliminar una atribución (o sustituirla) que seguramente habría sido más atractiva para la pieza. Existió un autor de comedias de ese nombre, que floreció en el último cuarto del siglo xvi, pero que no tenemos constancia de que siguiera representando en el xvii [Rennert, 1909, p. 546].
65El 7, La destruición de Troya, atribuido a Góngora por el impresor, lo rechaza hoy como obra suya Robert Jammes, quien lo ha editado modernamente [1978]. Explica el editor que las causas de la atribución (que no se confirma con ninguna fuente antigua) pueden ser los continuos juegos de palabras del entremés o también que se atribuían a don Luis todas las poesías anónimas que tenían cierto carácter osado [1978, p. 33], aunque quizá otra de las razones posibles es que se emplean en el entremés varios romances atribuidos al cordobés. En lo que toca a su datación, aventura Jammes la hipótesis de que pudiera corresponder a las fechas comprendidas entre 1605 y 1615, tal vez por la cercanía de otras dos piezas que imprime Velasco, Los habladores y El hospital de los podridos, publicados en 1617, y por la taracea de romances que pertenecen al Romancero general, cuya segunda parte es de 1605 [1978, p. 52]. La obra sigue el mismo esquema paródico que una comedia burlesca o un romance burlesco y se caracteriza por la abundancia de personajes caracterizados ridículamente y por el tono paródico y disparatado de sus intervenciones. Resume Jammes su métrica y de su resumen extraemos que de sus 355 versos la estrofa que domina es la quintilla, con un poco más del 67%, le sigue el endecasílabo libre con un 15%, el romance con un poco más del 12% y aparece una octava, que representa algo más del 4%.
66El 8, Los murmuradores, se ha publicado modernamente como obra de Quiñones [Madroñal, 1996], pues se conserva de él un folio en el ms. 15105 de la BNM (donde se dice «de Benavente son todos») y su título en el índice de dicho cartapacio como Los maldicientes. Como el folio que se conserva de dicho manuscrito coincide con la versión impresa, concluimos que es la misma pieza [1996, p. 71], de tal forma que hay que dar la razón a Fernández-Guerra, cuando escribía sobre esta pieza en la entrada dedicada a Quevedo en el Catálogo de La Barrera:
Los Murmuradores parece que tendría por título una piececita a que falta la portada y con ella la noticia del autor, el cual me figuro, sin gran riesgo de equivocarme, que ha de ser Luis Quiñones de Benavente.
67En efecto, un pasaje de la misma se copia en el Entremés de los sacristanes Cosquillas y Talegote, también atribuido a Quiñones, aunque Bergman duda de su paternidad. Tanto por su tema como por sus características métricas es muy distinto del anterior: 216 versos, de los cuales el 81,5% corresponde a endecasílabos que suelen rimar en pareados (aunque quedan sueltos más del 35%), algo más del 11% lo constituye el romance y un poco más del 7% la seguidilla. Esquema típico de Quiñones en las piezas que no están contenidas en la Jocoseria [Bergman, 1965].
68El 9, El doctor Dieta, es obra atribuida a Antonio Hurtado de Mendoza y aceptada hoy como suya, aunque se conoce más con el título de Segunda parte de Miser Palomo. La falta de fecha en el impreso de Velasco ha ocasionado que los bibliógrafos citen dos ediciones distintas impresas por éste supuestamente en 1646 y 1647 [Davies, 1971, p. 329], cuando no existe más que la que se describe aquí. No parece que la fuente de Velasco haya sido la impresión suelta de Valencia de 1628, de que se sirve Cotarelo para incluirlo en su Colección de entremeses: hay variantes de importancia que mejoran el texto en algunos casos.
69El 10, Los habladores, tanto tiempo atribuido a Cervantes en parte por este impreso y por otro, supuesto, de la década de 1620, también se ha atribuido a Lope de Vega, sin duda por publicarse en El Fénix de España. Séptima parte de sus comedias. Más recientemente se ha propuesto como obra del contador toledano Gaspar de Barrionuevo [Madroñal, 1993]. No cabe duda de que algunos de los entremeses que se publicaron como anónimos deben de pertenecer a este autor, de bastante fama en su época. Es evidente que este entremés está muy relacionado con Toledo por varios aspectos: en primer lugar, el entremés, junto con la comedia La humildad y la soberbia y el auto La locura por la honra, de Lope, los vende el autor de comedias Pedro de Valdés en 10 de marzo de 1615 a los mayordomos de las fiestas del Corpus de Ajofrín, para representarlos en dichas fiestas; en segundo lugar, en la obrita hay alusiones precisas a pueblos y lugares toledanos como son Cabañas [de la Sagra], Olías [del Rey], La Puebla de Montalbán, que no tendrían sentido en un contexto geográfico demasiado alejado de ellos. Sarmiento, el marido de la habladora, presenta a Roldán, el infatigable parlanchín, como «caballero, soldado y pariente mío, convidado [...] que va a pretender a la corte» [Cotarelo, 1911, p. 49 a]. Cotarelo pensó que por estas palabras el entremés «se escribía fuera de ella, tal vez en Sevilla» [ibíd., p. xxxvii], pero no hay por qué pensar en un lugar tan distante, cuando es más fácil su ubicación en Toledo o en el camino entre la ciudad imperial y Madrid.
70Por otra parte, aquella verborrea de Roldán, que le hace acumular términos en diferentes lenguas para designar a la criada, era también del gusto del contador Barrionuevo, como lo muestra en su romance al nacimiento de Felipe IV en las justas toledanas de 1605:
Si aquesto fazedes, Rey, [...]
diraos Sicilia velchouen;
Nápoles y Roma, frate;
Lombardía, patrón caro
y Génoua, vela fache.
71Es posible que Los habladores pertenezca al buen hacer del entremesista Barrionuevo, por más que por el momento sigamos sin poder aportar la prueba definitiva. Lo que sí parece seguro es que no es obra de Cervantes, como se ha propuesto tantas veces, ni tampoco de Lope. Y el caso es que desde antiguo se defendió la existencia de un impreso de dicho entremés atribuido a Cervantes en fecha poco posterior a su muerte (1624?), pero tal impreso ha desaparecido y no nos queda más que la referencia y este otro impreso de Cádiz que pertenece a Velasco. Este editor parece tomar su texto del que figura en la citada parte de Lope, pues entre éste y el que se imprime en 1646 hay pocas diferencias, si bien hay un añadido curioso. Ocurre en el parlamento de Sarmiento que dice:
Por el diablo que acá me trajo, esto es lo que yo había menester después de haber pagado docientos ducados por la cuchillada, que más valiera haber muerto a quien la di, pues sin duda costara menos.
72Lo destacado en cursiva falta en la primera edición de la pieza, pero es verdad que puede ser un añadido de Velasco. Éste cambia también la frase de Roldán «Pero advierta v. m. que las heridas», de 1617, por «Pero suplico a v. m. y advierta lo que digo, que las heridas...»; también la frase del Roldán al procurador «Dios guarde a v. m.» falta en la impresión de Cádiz. De la misma forma en 1617 leemos que Sarmiento dice: «Tome, señor procurador, que ahí van los docientos ducados», mientras que Velasco imprime: «Tome, señor procurador, estos docientos ducados», y casi al final sustituye la frase del mismo: «Vamos y entretanto poned la mesa» por «Vamos en buen hora»; la expresión «Que yo tengo alguna instancia de poesía», seguramente difícil de entender para el lector, por «Que yo tengo alguna vena de poesía». Falta también la última acotación de la impresión de 1617: «Vanse todos dándose vaya, con que se da fin». Pero, salvo lo apuntado, no hay diferencias, excepto que en la impresión en las comedias de Lope no consta, claro, la atribución a Cervantes. Tenemos que concluir, pues, que Velasco, tomando el texto de la parte de Lope de 1617, inventa el nombre de Cervantes como autor.
73El 11, Miser Palomo es obra atribuida a Antonio Hurtado de Mendoza y aceptada hoy como suya sin ningún problema [Davies, 1971: 328]. No parece haber divergencias importantes entre esta versión y la que se edita suelta en Valencia en 1620, que es la que sigue Cotarelo en su Colección. Incluso reproduce el mismo baile final de Quiñones.
74El número 12, El hospital de los podridos, también atribuido a Cervantes muchas veces y hoy desechado, tampoco se acepta en la actualidad como obra de Lope, a quien se atribuye en esta impresión. Lo editó modernamente Dámaso Alonso [1936]. Apareció primero en El Fénix de España Lope de Vega Carpio (Madrid: Viuda de Alonso Martín, 1617), donde lo encontramos con Los habladores, La cárcel de Sevilla y varias loas. Pero Velasco parece que no toma su texto de esta fuente, pues encontramos en la pieza que él reproduce lo siguiente:
Rector: Pues ¿de qué le viene a v. m. tanta pesadumbre?, que se le echa de ver a legua y sin duda debe de ser grande la ocasión que a v. m. le obliga a podrirse, siendo tan salado que apenas le he oído cosa que no sea la misma sal.
Cañizares: Púdrome, señor doctor, solamente de ver un hombre...
75Mientras que la versión aparecida en 1617 dice solo:
Rector: Pues ¿de qué le viene a v. m. tanta pesadumbre?
Cañizares: De ver solamente un hombre...
76De la misma forma el editor de mediados de siglo imprime:
Secretario: ¿Cómo estar? ¡Pesia a mí! No me diga eso que arrojaré los papeles y me hará perder la paciencia, pues un hombre como vuesamerced, tan honrado, temeroso de Dios y de su conciencia, no tiene obligación en ley de buen cristiano de sentir la desgracia de su mujer.
77La primera edición recoge:
Secretario: ¿Cómo estar? ¡Pesia a mí! No me diga eso que arrojaré los papeles y me hará perder la paciencia, pues un hombre como vuesamerced, tan honrado, no tiene obligación de sentir la desgracia de su mujer.
78Como se ve, la edición de 1617 había suprimido las alusiones a Dios y al sentimiento cristiano, que tal vez figuraban en el original y que recoge Velasco. Éste elimina también alguna frase y una alusión a los que se pudren de los médicos y suprime los 25 últimos versos del baile final porque no le caben en la plana con que acaba el impreso. Es verdad que por lo demás hay pocas variantes.
79El número 13 es obra de Quirós, como se expresa en la portadilla de este volumen facticio de entremeses. Se trata de El toreador don Babilés, que tiene importantes variantes con respecto al texto que se recoge en las Obras de Quirós, según García Valdés [1984]. Nota la editora citada que este entremés se editó a nombre de Benavente en Entremeses nuevos (Alcalá, 1643) y en las Obras de Quirós en 1656, pero con importantes variantes con respecto a esta última fuente y mejorando la lectura en ocasiones. En todo caso, muestra que proceden de fuentes distintas.
80Como se ha dicho, buena parte de estos entremeses está escrita en prosa y, desde luego, es muy poco probable que ninguno de ellos pertenezca a Cervantes por dos razones: primero porque se representaron, como bien se dice, muy probablemente con las mismas comedias a que acompañan; segundo porque fue el propio Lope el que autorizó que se insertasen entre sus comedias impresas. No es probable que Cervantes cediera al Fénix sus obrillas para que se imprimieran con las comedias de éste a las que mostraba tantos reparos.
81Velasco ha escogido entremeses variados para editar, que quiere atribuir también a autores muy diversos. Destaca que escoja hasta tres de Hurtado de Mendoza, de los cuales dos atribuye correctamente y el otro lo presenta como anónimo. ¿Quería componer una especie de ramillete de los mejores ingenios de España tal y como se estaba empezando a hacer con los entremeses desde 1640? La presencia de Cervantes, Lope, Góngora, Guillén y Quevedo así parece aconsejarlo, pero junto a ellos hay otros que presenta como anónimos o atribuidos vagamente («a un hijo de Sevilla»). En cualquier caso ayuda a pensar en el canon de entremesistas que hacia esas fechas podía caber en los gustos del público.
82En este sentido, es curiosa la mezcla entre los que están en prosa (tres piezas) y los escritos en verso, que son la mayoría. Es como si Velasco estuviera mezclando sensibilidades diferentes, lo cual nos haría pensar en que la publicación conjunta no tendría mucho sentido: no son frecuentes las antologías de entremeses que acojan piezas en prosa mezcladas con otras en verso. Tampoco es muy frecuente la mezcla de autores de tan distintas generaciones (los hay nacidos en los años 40, como Cervantes; otros de los años 60, como Lope, Guillén de Castro o Góngora; y otros de los 80 y más tarde, como Quevedo, Quiñones o Hurtado de Mendoza). Normalmente las antologías entremesiles suelen ir en consonancia con el momento en que surgen y muestran bien a las claras el triunfo de una sensibilidad y un gusto. Da la impresión, por tanto, que Velasco quería vender sus entremeses sueltos con el reclamo publicitario de un nombre famoso.
83A la altura de 1646 debía de ser consciente de que las piezas entremesiles se vendían bien en volúmenes dedicados exclusivamente a ellas, pues no en vano tenía el ejemplo de los Entremeses nuevos (1640), los Donaires del gusto (1642), el Ramillete de entremeses (1643), Entremeses nuevos (1643) y de la propia Jocoseria, de Quiñones (1645), pero tal vez su intención era la de llegar a un público más popular que no tuviera por qué comprar un volumen entero, sino las piezas que más le gustasen sueltas. En este orden de cosas, hay que señalar que —probablemente— Velasco escoge entremeses sueltos anteriores para imprimir los suyos, aunque nada impide pensar que tuviera a mano también alguna recopilación en forma de libro. Sin embargo, me inclino por la primera opción. Eso podría llevar a pensar que han desaparecido buen número de estas impresiones de piececillas sueltas, que por su propia fragilidad material habrían sucumbido en el proceso de transmisión.
84María Cruz García de Enterría ha escrito sobre los entremeses que se difunden en forma de pliegos sueltos con romances o letrillas «de relleno» y que se utilizaron mucho hacia 1615-1616 también para otros asuntos, como los relacionados con el dogma de la Inmaculada, pero también para autos, coloquios y entremeses. Precisamente uno de ellos, El ingenioso entremés de la visita graciosa, atribuido a un tal Baca de Montalvo, lo imprime suelto en Madrid María de Quiñones en 1640, pero se edita también en la colección Entremeses nuevos de Zaragoza del mismo año14. Ello nos habla, a decir de la estudiosa citada, de la versatilidad del entremés y de esos otros escritos que le acompañan en los pliegos, que se ajustan bien a la publicación exenta o formando parte de un conjunto más amplio.
85Algunas de estas piezas sólo se conocen por la impresión de Velasco que aquí se describe: tal ocurre por ejemplo con los numerados como 2 a 7; de otras sin embargo conservamos más de un testimonio. Pero en cualquier caso, y dada la escasez de entremeses sueltos del xvii, estos frágiles productos de una imprenta tan alejada de los centros editoriales importantes (Madrid, Sevilla, Alcalá, Salamanca, etc.) son todavía más significativos y dignos de aprecio.
Bibliographie
Referencias bibliográficas
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Notes de bas de page
1 En su Colección de entremeses (1911) ahora reimpresa [2000, vol. I, p. 322].
2 Alguien ha tachado «varios sueltos» y lo ha sustituido interlineado por «de varios autores».
3 La portada manuscrita dice: «Cádiz, por Francisco Juan de Velazco 1646».
4 Obras todas de (o atribuidas a) Antonio Hurtado de Mendoza [Urzáiz, 2002, vol. I, pp. 368-370].
5 Vázquez Estévez, 1995, I, p. 145.
6 La fecha está errada en la Bibliografía de Simón Díaz, donde al describir esta edición consta 1640.
7 Corral y Sotomayor es autor también de una Descripcion del festejoso jubilo, con que la ilustre villa de Madrid solemnizo el tan deseado, quanto feliz nacimiento del Principe... Don Phelipe Prospero de Austria, quinto de este nombre (Madrid, Imprenta Real, 1658,12 p., 4º) que se conserva en la BNM: R/11693-40.
8 García de la Iglesia es mucho más importante que Velasco como impresor y se dedica a obras de muy diferente tipo. Ejerce desde 1658 hasta 1680, aproximadamente.
9 Un traductor llamado Francisco Osorio se encarga del Compendio de espiritual doutrina... traduzido de latim em portuguez (Lisboa, Antonio Alz, 1653). No parece que sean la misma persona.
10 En el delantal que antecede a su edición del entremés, recogida en [1980, p. 81]; Bergman, sin embargo, desconoce la existencia de nuestro suelto de Cádiz.
11 Transcripción paleográfica en las pp. 1256-1262.
12 En su reseña al libro de Mancini [1957].
13 He tenido en cuenta el CORDE de la Real Academia Española para realizar este contraste léxico.
14 García de Enterría, 1973, pp. 371-372.
Auteur
Madrid, CSIC
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