Un avatar de las Elegancias de Aldo1 Manucio: El latino de repente de Juan Lorenzo Palmireno
p. 325-334
Texte intégral
1Durante el Renacimiento, la difusión de las nuevas corrientes filológicas, y especialmente de las que apuntaban a la restauración de las humaniores litteræ, pudo ser posible no sólo por las peregrinaciones académicas de estudiantes y profesores españoles en Bolonia, Padua, Florencia o Roma, o la presencia en España de humanistas italianos contratados por universidades o próceres, sino también por el interés que pusieron los maestros de gramática y retórica de la Península en hacer asequibles los textos de los restauradores del pulido latín.
2Uno de los primeros en romper lanzas contra la jerga bárbara de las disputas académicas o de las glosas medievales, había sido Lorenzo Valla, secretario del rey de Nápoles, Alfonso de Aragón, con la publicación de sus Elegancias. Iban éstas a constituir para los humanistas una referencia obligada como lo patentizan las numerosas reediciones que se hicieron, a lo largo de los siglos xv y xvi, en París, Roma, Venecia, Milano, Estrasburgo, Colonia, Lyon, Cambridge, etc.2.
3Como lo recuerda en un reciente estudio Eustaquio Sánchez Salor, se trataba de una gramática basada en «la idea de que el estudio de la lengua debe ser el estudio de sus virtudes de pureza y corrección para poder utilizarla con propiedad y rectitud»3. Se trataba de romper con la práctica vigente en la Edad Media, que consistía en sacar ejemplos del latín medieval, y de buscar «el uso correcto en los mejores autores de la latinidad para, imitándolos, poder hablar un latín correcto»4.
4Al regresar de su estancia en Italia, Antonio de Lebrija, empeñado también en proponer a sus alumnos autores para estudiar e imitar, editaría las Elegancias varias veces: la primera vez en Venecia, en 1491 (Christophorus de Pensis); la segunda en Burgos, en 1495 (Fadrique de Basilea); la tercera en Alcalá de Henares (Arnao Guillem de Brocar), en 1517. Una cuarta edición salió, también en Alcalá de Henares, en 1526 (Miguel de Eguía); y la última edición conocida, en el Quinientos, fue la de Antequera, en 1576.
5Años más tarde, en 1529, le pareció útil a Erasmo añadirles unos escolios5, que traduciría al castellano, en 1552, el maestro aragonés Juan Lorenzo Palmireno6.
6Entre los autores que, como Valla, preconizaron la selección de frases sacadas de los buenos autores latinos y mayormente de Cicerón, fueron algún tiempo célebres Agustín Dato (que publicó en 1471 lo que llamó primero Isagogicus libellus pro conficiendis epistolis et orationibus, y en las ediciones posteriores Elegantiarum libellus)7, Esteban Flisco de Sontino8, Francisco Nigro9 y Nicolao Liburnio10. Pero si nos atenemos a las declaraciones de Juan Lorenzo Palmireno, sus obras no consiguieron el éxito que las Elegancias vallanas:
Porque entonces hauía Elegancias de Augustino Datho, de Antonio de Nebrissa, de Liburno, y Enchiridion ad copiam y Copia Erasmi y todos estos trabajos han parado en el muladar, por el daño que causaban11.
7La obra a la que iban a recurrir los maestros de retórica que en España pugnaron por un latín restaurado y liberado del Doctrinale, del Catolicon y otros Donatos, fue la del joven Aldo Manucio, cuyo título remite directamente a la gramática de Lorenzo Valla: Eleganze, insieme con la copia, della lengua toscana e latina, scielte da Aldo Manutio, utilissime al comporre nell’una e l’altra lengua. Fue publicada en Venecia, en 155812. El número de ediciones que salieron de los tórculos aldanos atestigua el interés que suscitó en Italia. En España iba a cobrar más resonancia aún a raíz de la traducción y utilización que de ellas propuso Juan Lorenzo Palmireno en 1573.
8En efecto, el maestro alcañizano decidió traducirlas e incluirlas en un método para facilitar la improvisación en latín, método que, bajo el título enganchador de El latino de repente13, iba a conocer un éxito inmediato y prolongado —se conocen veintitrés ediciones14— llegando incluso a publicarse dos versiones en catalán15.
9En realidad, las Elegancias de Manucio, traducidas del toscano al castellano por Palmireno y presentadas bajo el titulo de Caudal, sólo corresponden a la primera parte de la obra que salió en 1573 de las prensas de Pedro de Huete, como lo puntualiza el propio autor antes de la dedicatoria a uno de sus protectores, Jerónimo Larrán de Cariñena:
10Va este tratado del latino de repente repartido en Caudal, Pláticas y Vso.
El Caudal son estas Elegancias del hijo de Paulo Manucio, que agora salen a luz en lengua castellana y las Phrases mías ya impresas.
Las Pláticas, para que a los niños no dañen tanto sinónimos, y los mancebos tengan materia para hablar de repente, se imprimen con los Progymnasmas, que llaman Opera minora.
El Vso es vn tratado mío de exordios, que se dize Eloquentia iuuenilis, donde están los ejemplos en latín de lo que los preceptos de romance en las pláticas advierten16.
11Esta edición de 1573 no corresponde al proyecto que había ideado Juan Lorenzo. En efecto, años después, confesaría que había pensado completar la gramática del joven Manucio, señalando su propia aportación y proponiendo lo que llamaríamos hoy una nueva maquetación para que la obra fuera más fácil de consultar17:
Desta manera andaba yo traçando los trabajos de Manucio, y añadía los títulos o capítulos que en él faltauan, y por no ofender al Auctor, procuraua poner los suyos primeros, y con vna estrellita o asterisco dividir los míos de los suyos, y tenía por cierto que fuera vna muy acomodada traça, assí para hallar de presto lo que el niño de sintaxis ha menester, como para ayuda de memoria, yendo assí a modo de tablas, que luego con los vacíos representan al ojo y a la memoria lo que busca.
Pero consultando con el Impresor vi que ni mi bolsa bastaría para tan gran costa, ni el moçuelo de Sintaxis (al qual van estos trabajos enderezados) querría, o a vezes no podría gastar diez reales en vnas Elegancias, según es costosa la impresión en España.
12Los ejemplos que nos proporciona permiten imaginar la riqueza y la densidad que hubieran encontrado los alumnos en la colección así completada. Me limitaré a un botón de muestra. A partir de la frase castellana: «Todos dizen mal de vos», propone las siguientes traducciones al latín:
Omnes maledictis te onerant grauissimis.
Turbia quædam in te conferunt.
Pessime tibi omnes dicunt.
Turpissime atque acerbissime de te loquuntur.
Omnes tibi grauissime obtrectant.
Nefaria quædam de te dissipant, disseminant, iactant.
Valde te vituperant. Vehementer accusant.
Ita de te loquuntur, ut honori tuo aspergant maculam, labem inferant, tenebras offundant18.
13El caso es que el coste de semejante presentación arredró a nuestro pedagogo, que aceptó publicar el texto de Manucio sin modificación notable. Se limitó a introducir una clasificación alfabética a partir de la palabra española, añadiendo una cifra para indicar el orden en el que está citada la palabra en la obra de Aldo, dando la palabra italiana y las frases en que va incluida. He aquí unos ejemplos:
Acabar o concluir. 143. Fornire
Quemadmodum exitum expediam institutæ orationis non reperio.
Non video qui possim institutæ orationis finem imponere.
Quo fine institutam orationem claudere, absolvere, perficere.
Acabad ya essa guerra
In eam curam incumbe, ne qua belli scintilla relinquatur; ut belli extrema deleas, ut belli reliquias persequare atque conficias; ut prostigatum a te, confectum, absolutum, sublatumpenitus bellum lætari possimus.
Acabado es el año de mi gobernación o cargo
Annuum munus confeci, absolui, annuo munere sum perfunctus; absoluta est annua administratio; administrationis annuæ finem attigi, ad finem perueni, abijt agnus imperij mei.
Acaecer. 3. Accadere
Vt causa ceciderim, litem perdiderim, euenit, obuenit, contigit, obtigit, accidit, factum est, casu factum est, casus tulit, fortuna tulit, fortuna fecit, fortuna placuit.
14Mucho más interesante que esta nueva distribución de las frases del joven Manucio, es, no cabe duda, la utilización que propone de ellas Palmireno. En efecto, si no pudo, como lo hubiera deseado, completarlas por su propia cosecha, ni introducir una presentación que facilitara la consulta, en cambio le pareció imprescindible traducirlas primero y, algunos años más tarde, añadirles una serie de advertencias respecto a su uso y abuso.
15Si nos atenemos a las declaraciones del humanista alcañizano, la obra de Manucio, unos veinte años después de su publicación, estaba casi desconocida en España por no haber sido traducida:
Al tiempo que las Elegancias de Manucio salieron a luz, acudieron tantos estoruos que, con ser un libro tan provechoso, no fue más estimado en nuestra España que si fuera la más inútil cosa del mundo, y estuuo tan sepultado que, con hauerse impresso el año cincuenta, hauía infinitos estudiosos que el año setenta no sabían que tal libro huuiesse. Todavía creo lo causaua no estar traducido en nuestra lengua19.
16El éxito editorial del texto propuesto por Juan Lorenzo no sólo se explica porque las frases de Manucio estaban traducidas al castellano, sino también porque estaban integradas en un método para poder improvisar fácilmente en la lengua de Cicerón. Aparecen efectivamente estas Elegancias como un caudal del cual habían de echar mano los discípulos para conseguir esa soltura en latín que tanto se apreciaba en aquellos tiempos, como lo patentizan diferentes anécdotas, ocurridas en Cocentaina, Valencia, Alcañiz o Zaragoza, y que se complace en contar el propio Palmireno20.
17Importaba definir para los adolescentes una progresión hacia esa soltura y pormenorizarla en función del nivel escolar. De ahí los diferentes momentos: clase de sintaxis, de prosodia, segunda clase donde se trata de Conscribendis epistolis21.
18Entre los consejos insiste particularmente Juan Lorenzo en la copia verborum, que sólo se consigue merced a ejercicios precisos, repetidos y progresivos, como los va puntualizando en la Segunda parte del Latino de repente a propósito del arte epistolar22, o a propósito de la clase de retórica donde exige la soltura en latín escrito y sobre todo oral. A estos alumnos no propone unas reglas de retórica para conseguir una oratio conforme a la estructura de los discursos ciceronianos, no se trata de «orar» sino de «hablar:
Al (moço) de otras clases le damos solamente obligación que componga elegantemente; al de primera, que hable de repente. Probemos, con nueua invención, cómo podrá ser más diestro en las Elegancias dichas, y tener caudal para de repente valerse, donde la necessidad le llamare… Lo que aquí ua no es cómo has de orar, que esso según en el capítulo siguiente se trata, no se haze de repente; solamente enseño aquí cómo hablar en una necessidad, de modo que con elegancia y caudal crean los que te oyeren que aunque te tomaron de súbito, no te hallaron desapercibido, que en casa llena, presto se guisa la cena23.
19La adquisición de esa soltura —que remite a una gramática parda— va pormenorizada en nueve consejos bajo el título: Reglas generales o consejos para hablar buen latín de repente, pero no para orar24. En realidad, los objetivos definidos por Palmireno son bastante ambiciosos, ya que se trata de ser capaz de improvisar en un latín elegante durante una hora. El primer consejo remite a la soltura en el idioma materno:
Has de trabajar primeramente en que tengas caudal en el lenguaje de tu patria; si no, es por demás quien en su lengua es mudo, ser caudaloso en la latina que es estrangera25.
20Propone imitar a Paulo Manucio que enseñaba a su hijo a dar varias frases para expresar la misma idea:
Mira Paulo Manucio cómo enseñaua a su hijo: hazíale uariar esto en Toscano:
Le tue molte sciagure mi affligono.
Le tue auuersita.
Tuoi infortuni,
I tuoi duri casi,
La tua troppo acerba fortuna,
Le tue calamita,
Le tue tribulationi,….
Prueua tú por espacio de un mes, o sólo con tu pluma, o con un compañero, cómo uariarás en
castellano todo lo que se te antojare y uerás lo que te digo quán bien te sale…26
21El segundo consejo, que muestra hasta qué punto distinguía Palmireno el “orar” del “hablar”, remite a la aceptación, en la improvisación en latín, de términos no refrendados por Cicerón. El Arpinate no constituye en este caso el modelo único: se podía echar mano de César, Terencio, Columela, Salustio, Tito Livio, Quintiliano, Horacio, Ovidio, Varrón y otros muchos:
Para hablar de repente, no has de yr atado a Cicerón; bien me parece que la orden y coagmentación se guarde en cualquier lugar, pero si el vocablo que súbito te uiene estás ponderando si es de Cicerón, haráte yr muy a espacio y no será latín de repente, sino latín mascado27.
22El recurso a los adagios constituye el tercer modo de ejercerse a la soltura, con tal de que se use con parsimonia:
Para que no te faltasse caudal de repente, quería que tuuiesses unos diez pares de Adagios, per locos comunes; porque con ellos podrías encarecer y apocar [sic] lo que se te antojasse… Destos te proveerá el cuarto índice que está en los Adagios grandes de Erasmo, o la Epitome que dellos hizo Adriano Barlando. Pero ten cuenta que como en un anillo no se pone más de una piedra preciosa, assí los Adagios han de ser pocos para que parezcan bien28.
23Aprender de memoria unos pasos de buenos poetas será otro modo de animarse a improvisar, como lo hacía el propio Palmireno cuando entraba en su aula algún extranjero:
Yo para mí, a meditar, quando ueo que entra algún estrangero en mi auditorio, tengo el siguiente epigramma de Marullo, lo que me mueue mucho a copia rerum:
Non tot Attica mella, littus algas,
Montes robora, ver habet colores,
Non tot tristis hiems regit pruinis,
Autumnus grauidis tumet racemis,
Non tot spicula medicis pharetris,
Non tot æquora piscibus natantur,
Non aer tot aues habet serenus
Non tot oceano mouentur vndæ,
Non tantus numerus Lybissæ arenæ,
Quot suspiria, quot, Neærea, pro te,
Vesanos patior die dolores.
Como yo lo tengo platicado y decorado, no me detengo, sino que corre mi entendimiento al lindo retrato de la moça fea, en la salsa que Virgilio llama Moretum29.
24El quinto consejo va relacionado con la copia rerum, para lo cual señala el cuidado que se ha de tener en escoger exordios que contengan alguna sentencia notable y no estén cargados de sinónimos:
Traer exordios sin graue sentencia arguye poco docto, y de poco juycio. Como muchos cargados de sinónimos enfadan el auditorio y parecen papagayos. Ego sane, hercle, quidem, certe, vereor apud vos verba facere et loqui. Mira qué desuarío es este30.
25En tal caso, importaba navegar entre los dos escollos señalados por Cicerón:
Composite et apte sine sententijs dicere infamia est; sententiose autem sine verborum ordine et modo insania31.
26Tratándose de improvisar, opina Juan Lorenzo que es preciso privilegiar la sentencia:
Pues para que tus exordios no pequen en infamia, ten más cuenta con la sentencia que con los vocablos, porque si esto hazes, aunque caygas en un vocablo bárbaro, no quedarás corrido32.
27Para facilitar la improvisación, aconseja a continuación Palmireno (consejo sexto) el recurso a los lugares comunes, que el discípulo podrá sacar de la copia rerum de Erasmo. Y, como siempre en semejantes casos, propone un ejemplo de este tipo de ejercicio en la Sylua de todo lo que toca a estos dos lugares comunes: Pulchritudo, Deformitas, para escoger lo que es menester de repente33.
28Resulta difícil valorar cuál fue el impacto exacto de esta metodología y saber hasta qué punto fue adoptada por maestros y alumnos, ya que la Segunda parte del Latino de repente no volvió a imprimirse. En cambio, lo que salta a la vista es el éxito inmediato y prolongado del Caudal, o sea lo que correspondía a las Elegancias de Manucio traducidas, ya que, como señalé, se fueron publicando hasta 1679.
29Pero el mismo éxito de estas ediciones no dejó de levantar algunos revuelos en la misma Universidad de Valencia, donde volvieron a surgir las críticas que se hicieran a la copia verborum en torno a 1560. No había vacilado Palmireno en enfrentarse al respecto con Pere Antoni Beuter y luego con Andrés Sempere, dos lumbreras del Studi General, recordando el interés de la copia rerum tal y como la aconsejaba Erasmo, aunque poniendo en tela de juicio el eclectismo de la copia verborum del mismo autor. Lo que privilegiaba en este caso Palmireno era la cosecha de frases ciceronianas como lo hiciera Aldo Manucio34.
30Pero importaba cortar los excesos en su utilización. Así es como, en los últimos años de su docencia, redactó su Orden de leer a César, donde ponía sobre aviso a los adolescentes y a los maestros al respecto35. El abuso que censuraba era el recurso a las Elegancias sin ton ni son, sobre todo cuando se trataba por ejemplo de comentar un texto de César, como solían hacerlo algunos maestros para embaucar a los oyentes:
Vno destos (maestros) tenía las Elegancias toscanas y leyendo César a cada vocablo uariaua y los discípulos estauan abobados. Y como esta mísera facultad de enseñar Gramática o Rhetórica toda depende del iuyzio de los ignorantes moços, y uno que toda su vida ha estudiado en buenas letras, si a estos no agrada, luego es excluydo36.
31La anédocta que refiere a continuación no deja de ser donosa:
Vinieron unos discípulos destos pordioseros a mi lición y dixéronme que cómo no dictuaua yo phrases que ellos tenían muchas de sus maestros de quando les leyan César. Hize que me las enseñasen. Mostráronme sobre el capítulo quinto del primer libro, donde dize César: Castra ponit, hauía el dictado: poner castra, locare, constituere, facere, metari etc. que Manucio trae en el título Sitio o Sitiar; y sobre Súbito hauía dictado: confestim, e vestigio, quam primum, statim, actutum, etc. que Manucio pone en el titulo Súbitamente, y esta lición era muy estimada, y escriuían estas phrases con gran ardor, y luego se las hazía decorar. Pidiles (sic) me construyesen y arromançassen aquel texto. Era lástima oyrlos. Dixe que hablásemos latín; respondiéronme que nunca tal hauían usado. Dixe: Pues ¿de qué sirue lo que hauéys escrito y decorado37?
32Con lo cual justificaba Juan Lorenzo su traducción de las Elegancias y la utilización que se podía hacer de ellas. Así es cómo una gramática que se afianzaba en la prosa ciceroniana se convertía en un método para facilitar la improvisación en latín. Esta utilización correspondía al afán constante que manifestó el pedagogo aragonés por la promoción social de sus discípulos: enseñarles el provecho inmediato que podían sacar de sus letras. Las Elegancias de Aldo Manucio se integraban en la batería de los recursos que fue prodigando Palmireno a sus alumnos para que consiguieran los agibilia38 y con ellos se abrieran paso por la vida.
Bibliographie
Referencias bibliográficas
Dato, Agustín, Elegantie Augustini Dathi Senensis opusculum in elegantiarum precepta, cum Jodoci Clichtovei Acoportuensis et Jodoci Badii Ascensii commentariis feliciter incipit, Lyon, Antoine Blanchard pour Simon Vincent, 1525.
Erasmo, Desiderio, Paraphrasi luculenta, iuxta ac breuis elegantiorum libros Lau. Valle de lingua latina optime meriti, scripta quondam Lutetiæ a D. Erasmo, Coloniæ, apud Ioannem Gymnicum, 1529. (Edición moderna en Opera omnia Desiderii Erasmi Roterodami, Amsterdam, North-Holland Publishing Company, 1973, Tomus IV: Paraphrasis seu potius epitome in elegantiarum libros Lau. Vallæ.
Gallego, Andrés, « Reforma de las clases de gramática (1561-1589) », en Actes du Ier Colloque sur le Pays Valencien à l’Époque moderne, Pau, Université de Pau, 1980, pp. 55-75.
— —, Juan Lorenzo Palmireno. Un humanista aragonés en el Studi General de Valencia, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 1983.
— —, «Papel y modalidades de la traducción en la obra de Juan Lorenzo Palmireno», en IV Congreso internacional de Humanismo y Pervivencia del Mundo Clásico. Homenaje al profesor Antonio Prieto, Alcañiz, 2005, en prensa.
Liburnio, Nicolas, Le vulgari elegantiæ di misser Nicolao Liburnio, Vinegia, impresse nelle case d’Aldo Romano e Andrea Asolano, 1521.
Palmireno, Juan Lorenzo, Discurso para las Elegancias, en El latino de repente, 1588, f. 6v-11.
—, El estudioso cortesano, Valencia, Pedro de Huete, 1573.
—, El latino de repente de Lorenço Palmyreno, Valentiæ, In ædibus Petri a Huete, 1573.
—, El latino de repente, Barcelona, Francisco Trincher, 1588.
—, Orden de leer a César, en El latino de repente, 1588, f. 104-122.
—, Segunda parte del latino de repente donde están las pláticas, ejercicios y comentos sobre las Elegancias de Paulo [sic] Manucio, Valencia, Pedro de Huete, 1573.
Renouart, Augustin, Annales de l’imprimerie des Alde ou Histoire des trois Manuce et de leurs éditions, Paris, Antoine-Augustin Renouart, 1803.
Sánchez Salor, Eustaquio, De las «elegancias» a las «causas» de la lengua: retórica y gramática del humanismo, Alcañiz/Madrid, Instituto de Estudios Humanísticos (Alcañiz)/Editorial del Laberinto (Madrid)/CSIC (Madrid) (Colección Palmyrenus), 2002.
Notes de bas de page
1 No se sabe exactamente por qué se empeñó Palmireno en poner en sus ediciones el nombre de Paulo, en vez de Aldo, ya que el mismo señala que se trata de la obra del hijo de Paulo Manucio.
2 Véase el Catalogue de la Bibliothèque Nationale de Paris, donde se señalan más de treinta ediciones de fines del siglo xv y principios del xvi. Véase el tomo 199, pp. 176-187.
3 Sánchez Salor, 2002, p. 13.
4 Idem, ibidem.
5 Desiderio Erasmo, Paraphrasi luculenta, iuxta ac breuis elegantiorum libros Lau. Valle de lingua latina optime meriti, scripta quondam Lutetiæ a D. Erasmo, Coloniæ, apud Ioannem Gymnicum, 1529. Se puede consultar en la edición moderna de las Opera omnia Desiderii Erasmi Roterodami, Tomus IV: Paraphrasis seu potius epitome in elegantiarum libros Lau. Vallæ.
6 Remito aquí a mi estudio de 1983, pp. 50-51, y a mi ponencia de 2005, en prensa.
7 He podido consultar la edición Elegantie Augustini Dathi Senensis opusculum in elegantiarum precepta, cum Jodoci Clichtovei Acoportuensis et Jodoci Badii Ascensii commentariis feliciter incipit. Existen ejemplares de estas Elegancias publicadas en Ferrara (1471), Cambrigde (1479), París (1501, 1506, 1508, 1515, 1524, 1531), Basilea (1520), Angers (s. f.), Caen (s. f.), y Lyon (1539).
8 Esteban Flisco de Sontino, Sententiarum de sinonima. Hay un ejemplar en la Biblioteca nacional thuringiana de Weimar.
9 Está incluida la obra de Francisco Nigro en la edición de las Elegancias de Agustín Dato conservada en la Bibliothèque du Patrimoine de Toulouse, bajo el título: Regule elegantiarum. Res. D XVI 5921.
10 Nicolas Liburnio publicó en 1521 una colección de frases bajo el título de Le vulgari elegantiæ di misser Nicolao Liburnio.
11 Juan Lorenzo Palmireno, Segunda parte del latino de repente donde están las pláticas, ejercicios y comentos sobre las Elegancias de Paulo [sic, por Aldo] Manucio, p. 3. Es preciso matizar esta declaración, en la que Palmireno intenta subrayar el mérito de su método, porque «estos trabajos» siguieron publicándose durante el siglo xvi.
12 Véase Renouart, 1803, pp. 309-431. La obra fue publicada dos veces en 1558, y sucesivamente en 1559, 1561, 1563, 1565, 1568, 1575, 1580, 1586, 1587, 1594.
13 La primera edición es de Valencia, por Pedro de Huete, in-8°, 8 folios no numerados y 226 páginas.
14 Véase mi estudio de 1983, Bibliografía, núms. 60-83.
15 La primera edición catalana fue revisada por un tal Fernando Álvarez, maestro de humanidades en Játiva y traducida por el R. P. Fr. Joan Baptista Bonet. Se publicó en 1679, en Barcelona, Barthomeu Giralt, y por segunda vez, el mismo año, también en Barcelona, por Antoni Lacavallería.
16 Juan Lorenzo Palmireno, El latino de repente de Lorenço Palmyreno, 1573, f. A 2.
17 Juan Lorenzo Palmireno, Discurso para las Elegancias, f. 10r-10v.
18 Ibid., f. 9v.
19 Juan Lorenzo Palmireno, Orden de leer a César, f. 104.
20 Véase mi estudio de 1983, pp. 143-144, y Orden de leer a César, f. 105: «Ha querido nuestra desdicha que en algunas repúblicas de España solo por oyr a uno hablar prompto latín (aunque le ueen con un bordón y vestido de sayal, en aquel hábito que llaman pordioseros), sin informarse de su uida y costumbres, le encomiendan sus hijos y escuela pública. Y passada la primera paga desaparece, y no puede hazer más porque, hauiéndose iugado lo que tenía, tomó aquel hábito, y no siendo suyo, no podía durar».
21 Véase mi artículode 1980.
22 Juan Lorenzo Palmireno, Segunda parte del latino de repente donde están las pláticas, exercicios y comento sobre las Elegancias de Paulo [sic por Aldo] Manucio, p. 11. Hé aquí un ejemplo a propósito del uso de las Elegancias en el arte epistolar: «Después que ya por las liciones de tu maestro entiendes qué cosa es Epístola, y sus especies, y en cada una te han dado el precepto y exemplo, vas acomodando tu estylo según es el argumento. Porque si la Epístola es nunciatoria, officiosa, disputatoria, o breue y de cosas muy familiares, basta tomar de Manucio la primera o segunda loquendi formula, de cada capítulo o título. Pero quando es suasoria, consolatoria, monitoria, donde hieruen las graues sentencias, conuiene en ellas florear el estylo y tienes libertad de ayuntar dos formulas loquendi en muchas periodos…».
23 Idem, p. 14.
24 Idem, pp. 17-100.
25 Idem, p. 18.
26 Idem, ibidem.
27 Idem, p. 21.
28 Idem, p. 22.
29 Idem, pp. 24-25: «Ática no tiene tanta miel, / ni tantas algas las orillas del mar, / ni tantos robles los montes, / ni tantas heladas el triste invierno, / ni se hincha el otoño de tantos racimos, / ni de tantos dardos las aljabas medas, / ni tantos peces nadan en los mares, / ni tantas aves tiene el cielo sereno, / ni tantas aguas se mueven en el océano, / ni tantas arenas tiene el desierto de Libia, / cuantos suspiros, cuantos dolores insensatos / sufro cada día por ti, Nerea».
30 Idem, p. 26.
31 Idem, ibidem.
32 Idem, p. 27.
33 Idem, pp. 28-34.
34 Véase mi estudio de 1983, pp. 94-96.
35 Orden de leer a César, f. 104v: «Assí las Elegancias de Manucio, en manos de moçuelo ignorante, por no hauer puesto el autor preceptos, pueden causar grandíssimo daño en corromperle todo el estilo…».
36 Idem, f. 105.
37 Idem, f. 105v.
38 Juan Lorenzo Palmireno, El estudioso cortesano, Valentia, Pedro Huete, 1573, fol A 7: «Agibilia llama el vulgo la desemboltura que el hombre tiene en ganarse vn real, en saberlo conservar y multiplicar, en saberse bien assentar sobre su cuerpo la ropa, tratarse limpio, buscar su descanso, ganar las voluntades y fauores, conseruar su salud, no dexarse engañar quando algo compra y regirse de modo que no puedan dezir: “Este hombre, sacado del libro es vn grande asno”».
Auteur
Universidad de Toulouse-Le Mirail
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