Perfiles humanos de un héroe. Plutarco y su imagen de Teseo
p. 229-240
Texte intégral
I
1La elección que Plutarco hace de Teseo como tema para una de sus biografías es aparentemente secundaria. La renovación de su dedicatoria a Socio Seneción en Thes., 1, 1, y la referencia a la Vida de Numa como justificación para entrar en el mito con la historia, hacen que sea Rómulo, a primera vista, el pretexto para este libro. De esa forma la Vida de Teseo se subordina, aparentemente, a su función como referente comparativo para la Vida de Rómulo.
2Podemos encontrar diversas explicaciones para ello. Una, ya lo hemos sugerido, es que el destinatario inmediato de las Vidas Paralelas es Socio Seneción y, por tanto, la cortesía impone la prioridad otorgada al fundador de Roma. Pero también puede tratarse de un recurso para justificar la propia biografía de Teseo dentro del marco de las Vidas Paralelas, que tratan de personajes históricos; sobre todo teniendo en cuenta que no conocemos la relación de la Vida de Heracles, mencionada en Thes., 29, 5, con el resto de la obra plutarquea. En todo caso, si la historicidad de Rómulo, el fundador de Roma, se asegura por ser el antecesor de Numa, los muchos recuerdos de la fundación de Atenas y las numerosas huellas arqueológicas, artísticas y literarias1 que han dejado las aventuras de Teseo en la memoria colectiva de los atenienses, autorizan que se cuente su biografía con el mismo derecho que la del fundador de Roma.
3Es una exaltación de la supremacía militar de Roma (τῷ πατρὶ τῆς ἀνικητου καὶ μεγαλοδόξου ‘Ρώμης) lο que busca Plutarco con la historia de Rómulo. Y el resultado ratifica ese enfoque. Pero es ante todo una glorificación de la “bella y cantada Atenas” (τῶν καλῶν καὶ άοιδίμων…’Αθηνῶν) lο que el biógrafo persigue con este homenaje literario a su patria adoptiva. La labor de investigación que Plutarco realiza aquí, excepcional por ello en el conjunto de las Vidas Paralelas, demuestra queel puesto secundario de su elección era tan sólo aparente.
4Plutarco no tiene dudas sobre la historicidad y el carácter ático del fundador de Atenas. Como tampoco las tiene sobre el papel político ni sobre la talla humana de su héroe. Olvidándose de esa encarnación humana que anima al Queronense a escribir su biografía, como la de Rómulo, Numa y Licurgo, o las de otros personajes plenamente históricos, como Solón, Temístocles, Pericles, Cimón o Alcibíades, la bibliografía reciente se empeña en desentrañar los orίgenes de la leyenda de nuestro héroe o los elementos religiosos y rituales que encierra2, más que su aparente historicidad. La doble paternidad, Posidón y Egeo, que liga al personaje a Trecén y a Atenas; el análisis de los elementos más antiguos del mito, que procede de Afidnas o que se trata de un héroe jonio, inventado en Trecén3, o la crítica de esos elementos para reivindicar su carácter genuinamente ático4; y el modo como se configura la historia del personaje, según las necesidades políticas de la Atenas de los siglos vi y v, jalonadas en identificaciones más o menos discutidas como las de Pisístrato, Clístenes, Temístocles, Cimón o incluso Pericles, Nicias y Alcibíades5, todo ello ha confundido bastante los rasgos humanos de ese Teseo al que convierte en materia biográfica Plutarco a comienzos del siglo ii d.C. Nuestro autor, convencido de su historicidad, quiere rescatar de las sombras del mito y de la manipulación política ateniense aquellos rasgos, virtudes y vicios, que hacen del fundador de Atenas un ideal ético digno de ser imitado. Pero ante todo, como decíamos, Plutarco está convencido de la historicidad de Teseo y se afana por transmitirnos a sus lectores esa misma convicción fundamentada en documentos literarios y arqueológicos. Ésta – y el homenaje a Atenas – son las razones por las que se alude en su relato con tanta generosidad a expresiones, fiestas, lugares, etc. que mantienen vivos en el presente pequeños detalles de la vida legendaria del héroe6.
5El afán por humanizar la figura heroica de Teseo lleva a la eliminación de los elementos más poéticos de su leyenda7. De la biografίa queda fuera lo sobrenatural, como el origen divino del héroe, la inmersión recreada en el ditirambo 18 de Baquílides y otras cuestiones que se ignoran o racionalizan. En esta obra Plutarco hace constante ejercicio de cuanto promete en la introducción al Teseo-Rómulo, someter el mito a la verosimilitud. La paternidad de Posidón es una invención de Piteo para ocultar el verdadero origen de Teseo8; la realidad de la expedición de las amazonas queda demostrada mediante la toponimia y la arqueología9; los rasgos monstruosos del Minotauro y el carácter extraordinario del Laberinto pierden su fantasía poética gracias al testimonio evemerista de los historiadores áticos, en los que se apoya casi toda la discusión. Y el descenso con Pirίtoo al Hades – cantado ya en tiempos antiguos por Hesíodo10 – se transforma ahora en una expedición humana, sin elementos sobrenaturales, materia hollada por los historiadores11. Con esta actitud y con la crítica a los testimonios de la Tragedia, sólo aceptados cuando coinciden con la historiografía12, se alinea Plutarco como siempre en las filas de Platón. Sin duda éste, que, en boca de Sócrates, desecha las historias que convierten a Teseo como hijo de Posidón y a Pirítoo como hijo de Zeus en raptores de doncellas, pesa también a la hora de inclinar a Plutarco en favor de la paternidad humana de Teseo, en detrimento de la divina13.
6En virtud de este ejercicio racionalizador, asumido con total fidelidad por Plutarco, la figura de Teseo emerge como la de ese rey histórico al que atribuye Aristóteles la primera constitución ateniense después de la de Ión: δευτέρα δὲ καὶ πρώτη μετὰ ταύτην, ἔχουσα πολιτείας τάξιν, ἡ ἐπί Θησέως γενομένη, μικρòν παρεγκλίνουσα της βασιλικῆς (Ath. pol., 41, 2)14. Por si el testimonio del Estagirita, conocido sin duda por Plutarco, no fuera argumento suficiente para aceptar la historicidad del héroe, alejan cualquier duda en este sentido las alusiones de historiadores como Heródoto, que recuerda la guerra de los Tindáridas contra Afidnas para recuperar a Helena15; o como Tucídides, tan admirado por él y tan crítico con el mito, que sin embargo habla del sinecismo y de la concentración de poder ejercida por Teseo; y lo hace en unos términos que, si comparamos la descripción de Plutarco con este pasaje, deducimos que el biógrafo al menos lo tenía en su pensamiento16. Es más, el héroe vive siglo tras siglo en los discursos epidícticos de la oratoria ateniense y en los cronistas áticos, tan presentes en la memoria del Queronense durante toda la obra17. Y aunque no sea santo de su devoción, tampoco le resulta ajeno el acercamiento histórico y moral realizado por el teatro, especialmente Eurípides18.
7Pero dejando ya estos posicionamientos de la tradición y de la crítica moderna en relación con nuestro héroe, analicemos ahora el retrato humano, en muchos aspectos original, que traza Plutarco de nuestro héroe.
II
8Haciendo abstracción de los detalles y generalizando, el biógrafo ve en sus héroes una continuidad natural, más o menos disimulada o controlada por la adquisición de determinadas virtudes, por el ejercicio de la razón y por la disponibilidad o no de paideía, que los lleva desde el nacimiento hasta la muerte. A cada edad y al papel que en cada momento le toca desempeñar al hombre como motor y guía de la sociedad corresponden diferentes energías, pasiones y anhelos cuya valoración positiva o negativa depende en parte de su oportunidad o inconveniencia política. Pero siempre será objeto de atención la responsabilidad moral del individuo, tanto más valiosa cuanto más responda a la proaíresis, a la elección voluntaria del servicio a la comunidad19, que es en definitiva lo que cualifica los hechos heroicos como hechos de virtud. Así pues, el enfoque moral que Plutarco hace de sus Vidas incluye la atención a las condiciones externas (dotes naturales, físicas y espirituales, riqueza, nobleza, etc.), a la educación, a las virtudes y vicios y a los actos motivados por ellos.
9Pues bien, el Teseo de Plutarco es original precisamente porque acomoda la tradición mítica a ese esquema moral que condiciona el enfoque, organización y selección de los materiales.
10Para empezar, las extrañas circunstancias en que se produce su concepción no son una mera anécdota en la configuración de la imagen de nuestro héroe, sino un factor de gran importancia para la misma. Aparte de que la oscuridad de su origen brinda a Plutarco, como ya hemos dicho, un pretexto para eliminar la paternidad divina de la biografía de Teseo20, desde el punto de vista ético será uno de los elementos de que se sirva Plutarco para mostrarnos la proaíresis militar y política del personaje, que va a fundamentar su aceptación pública y, por ende, sus merecimientos para heredar la corona de Atenas21. Así el γένος, que es un referente positivo en casi todos los personajes plutarqueos y que en muchos casos explica la actuación de éstos (como en el caso de Bruto genéticamente condicionado contra el abuso de poder por el fundador de la República romana), en la Vida de Teseo funciona en un doble plano: a nosotros nos brinda algunas claves de la conducta del héroe, pues quienes estamos informados sobre la verdad de ese linaje, consideramos significativo que de Piteo, el abuelo de τòν τῶν καλῶν καὶ ἀοδίμων οίκιστήν ’Αθηνῶν, interese especialmente que fundó (ᾣκισε) una ciudad, aunque no fuera grande (3, 2). En cuanto al personaje, la necesidad de demostrar su εύγένεια no sólo ante su padre, sino sobre todo ante sus futuros conciudadanos, por cuanto la actuación pública exige un reconocimiento social previo, se convierte en un reto y un obstáculo que guía, mediante la proaíresis, el camino hacia la virtud.
11En efecto, una vez indicadas las cualidades naturales del héroe aseguradas con la necesaria paideia griega, con datos extraídos de la tradición literaria (como la mezcla tucidídea de τò δυνατόν y τò ξυνετόν, 2, 2 y la formación a cargo de Piteo y del pedagogo Cónidas, 4) o tal vez de propia cosecha como las que animan a Etra a llevar a su hijo ante la roca bajo la que se encuentran los símbolos de reconocimiento (ἐπεί δε μειράκιον ὢν ἃμα τῇ τοῦ σώματος- ρώμῇ διέφαινεν ἀλκήν καὶ φρόνημα μετὰ νου καὶ συνέσεως βέβαιον, 6, 2), Plutarco extrae de las primeras hazañas de Teseo las enseñanzas morales que lo convierten en paradigma del joven orientado hacia la vida pública. Esas enseñanzas se articulan, como vemos en los tratados morales y en la práctica biográfica, sobre tres pilares difícilmente separables: la φιλοτιμία que estimula la acción del héroe formándose en la imitación de otros héroes; la προαίρεσς, o vocación hacia la virtud y la vida pública, que supone el ejercicio de la razón y orienta la energía de los impulsos juveniles, y la δόξα que es fruto de estos primeros actos virtuosos y que genera en el pueblo la confianza necesaria para tener al héroe como su guía en los momentos difíciles.
12Pues bien, la Vida de Teseoi no obstante el peso de la tradición, la pluralidad de versiones que implica la transmisión mítica y la heterogeneidad de las leyendas que se han ido configurando en torno al fundador de Atenas, articula las principales gestas juveniles del héroe (el combate con los bandidos del Istmo, el reconocimiento contra la oposición de Medea, la lucha con el toro de Maratón y la aventura de Creta) en torno a esa espina dorsal ético-política que es común a casi todas las Vidas Paralelas.
13Sabemos que, si los intereses políticos de la Atenas del siglo vi/v llevaron a convertir a Teseo en una alternativa jonia para el dorio Heracles22 y que, si la política de expansión hacia el Peloponeso se reflejó y apoyó propagandísticamente en el viaje del héroe de Trecén a Atenas, el moralista biógrafo pasa de largo por estos intereses y enfoca los materiales de acuerdo con la razón misma de ser de su método biográfico. No se quiere parangonar a Teseo con Heracles; lo que Plutarco encuentra en esta leyenda es un ejemplo de cómo funciona la historia en el alma del joven destinado por su naturaleza a realizar grandes empresas. Lo mismo que Aristides imita a Licurgo, Catón a Manio Curio, Pelópidas y los tebanos a Trasibulo y Filopemen a Epaminondas, Teseo se mira en el espejo de Heracles para hacer triunfar la δικαιοσύνη y difundir su φιλανθρωπία: τοιούτῳ φρονήματι καὶ τοιούτοῖς λογισμοῖς έξώρμησεν, ὡς ἀδικήσων μὲν ούδένα, τούς δ’υπάρχοντας· βίας- άμυνούμενος (7, 3). El viaje de Trecén a Atenas es una gesta movida por la ambición de gloria y honores; y la cota a superar es nada menos que Heracles, cuyas gestas tenían como motor en la interpretación moral de la época la justicia y el amor a los semejantes. Teseo asume ese reto voluntariamente, contra los ruegos de Etra y Piteo, para hacerse digno con los méritos propios de los derechos que por la εὐγένεια le ha regalado la naturaleza: δεινòν οὖν ἐποιεῖτο καὶ οὐκ ἀνεκτόν, ἐκεῖνον μεν ἐπί τούς πανταχοῦ πονηρούς βαδίζοντα καθαιρειν γῆν και θάλατταν, αὐτòς δέ τοὺς ἐμποδὼν ἄθλους ἀποδιδράσκειν, τòν μὲν λόγῳ καὶ δόξη πατέρα καταισχύνών διὰ θαλάττης φυγῇ κομιζόμενος·, τῷ δ’ ὄντι προσφέρων γνωρίσματα πέδιλα καὶ ξίφος ἀναίμακτον, οὐκ ἔργοις εὐθύς ἀγαθοῖς καὶ πράξεσι παρέχων εμφανῆ χαρακτῆρα τῆς εὐγενείας (7, 2). Efectivamente, Teseo será reconocido por Egeo por su espada (12, 5), pero los ciudadanos de Atenas lo aceptarán por la demostración de su nobleza: ταχύ δὲ καταμαθών ό Αίγεύς,… τòν δ’ υἱòν ἀνακρίνας ἠσπάζετο καὶ συναγαγὼν τούς πολίτας ἐγνώριζεν, ἡδέως δεχoμένους διὰ τὴν ἀνδραγαθίαν (12, 5).
14Todavía en esta etapa inicial de la biografía, Plutarco ilustra la vocación pública del héroe modificando o eligiendo la versión más adecuada para sus propósitos entre las tradiciones literarias del mito de Teseo. Así, la expedición contra el toro de Maratón, que era una imposición de Medea, previa al reconocimiento, se convierte en una decisión libre y voluntaria del príncipe que busca la popularidad necesaria para el político entre sus conciudadanos: Ό δὲ θησεύς ὲνεργòς εἶναι βουλόμενος, ἂμα δὲ καὶ δημαγωγῶν, ἐξῆλθεν ἐπὶ τòν Μαραθώνιον ταῦρον,… (14, 1). Y, de igual modo, su participación en la aventura de Creta, forzada por Minos en la tradición, será un acto también voluntario y decidido, con el que supera el obstáculo de su origen oscuro y consigue el reconocimiento definitivo de los atenienses; por eso Plutarco asume esta opción como relato principal e insiste en los detalles de la decisión adoptada por Teseo, aunque conoce y menciona la otra versión (aquí referida a Helánico) en la que la elección corresponde a Minos. Como en 13, 1 por los palántidas, otra vez ahora el origen oscuro del personaje es esgrimido por los atenienses como crítica contra Egeo, que no quiere que su hijo sea incluido entre los jóvenes del tributo; y de nuevo Plutarco explota estas críticas y el egoísmo del viejo rey para subrayar la vocación política de Teseo, que se ofrece voluntario, sacrificándose como buen político por su pueblo y logra así definitivamente el reconocimiento de los ciudadanos: καὶ τoῖς μὲν ἄλλοις τό τε φρόνημα θαυμαοτòν ἐφἀνη, καὶ τò δημοτικòν ἠγάπησαν,… (17, 2). El carácter tópico de los elementos que incluye Plutarco en su descripción (críticas de los ciudadanos, oposición de Teseo, νόθος- καὶ ξένος παῖς, a los otros jóvenes, γνήσιοι, y convicción por parte de éste de que tiene que participar de la suerte de los ciudadanos, así como los rasgos arriba citados, τό φρόνημα y το δημοτικόν, con que se señala el resultado positivo de tal decisión) evidencian la originalidad literaria de Plutarco en el enfoque de este pasaje, en muchos aspectos paralelo al del viaje de Trecén: al menos el papel reservado aquí a Egeo es el mismo que se encomendaba allí a Piteo y Etra, cuando se oponían al viaje por tierra23.
III
15La segunda parte de la biografía supone un héroe plenamente aceptado por la comunidad a la que sirve e incluye sus actividades principales como rey. La más importante es, naturalmente, la fusión de las aldeas áticas para conformar una sola ciudad (el sinecismo de Atenas), que contaba con una larga documentación en la tradición local ática y entre cuyos precedentes, tenidos en cuenta por Plutarco, entran Tucídides y Aristóteles. Pero, al margen de los detalles constitucionales, que a nosotros no nos interesan aquí especialmente, el enfoque va de acuerdo una vez más con lo que para nuestro moralista debe ser la conducta pública del hombre de estado: hacer que prevalezca el principio de autoridad (τò δυνατόν) y poner en juego la inteligencia (τò ξυνετόν) para lograr el bien de la comunidad, recurriendo más a la persuasión que a la fuerza. Así nos encontramos con un Teseo democrático (que ya tenía precedentes en Eurípides y en Isócrates) que recorre los demos y familias áticas proponiendo a los nobles una república sin rey y una democracia que nos recuerda el régimen de Pericles (αὐτῷ μόνον ἂρχοντι πολέμου καὶ νόμων φύλακι χρησομένην) y ofrece a todos la ισομοιρία. La aceptación por los atenienses de esta propuesta se expresa una vez más en los términos propios del lenguaje político de Plutarco: τοὺς μὲν ταῦτ’ ἒπειθεν, οἱ δὲ τὴν δύναμιν αὐτοῦ δβδιότες·, μεγάλην οὖσαν ἤδη, καὶ τὴν τόλμαν, ἐβούλοντο πειθόμενοι μᾶλλον ἤ βια£όμενοι ταῦτα συγχωρεῖν. Entre las demás medidas políticas que completan el proceso de fundación de Atenas, Plutarco menciona el testimonio de Aristóteles (ratificado por la República de los Atenienses24) de que se inclinó hacia la chusma. Nuestro biógrafo pasa como de puntillas por este punto, tal vez porque no corresponde ningún tipo de crítica a esta parte de gobierno positivo; pero conocemos su punto de vista por la Comparación, cuando se valoran los hechos de Teseo y de Rómulo. En el capítulo 2 de la misma (31 de la Vida de Rómulo) se queja Plutarco de que ninguno de los dos mantuvo la actitud regia, sino que uno introdujo cambios democráticos y el otro tiránicos, cuando la tarea del buen gobernante es preservar la autoridad: δεῖ γὰρ τòν ἄρχοντα σῴζειν πρῶτον αὐκτὴν τὴν ἀρχήν. Pero al margen de esta reforma política y de otras actuaciones, como la anexión de Mégara y la fundación de los juegos ístmicos o su participación en los principales ciclos heroicos antiguos (amazonomaquia, centauromaquia, expedición de los argonautas, cacería del jabalí de Calidón y recuperación de los muertos en Tebas), la referencia al rapto de Hipólita, que trae como consecuencia la invasión por las amazonas del Ática, implica un cambio en la valoración del personaje.
16En el capítulo 29 al que se llega por asociación de ideas, motivada por los poco afortunados amores de Teseo con Antiope y con Fedra, habla definitivamente el moralista, incómodo con la inclinación sexual del héroe ateniense: Εἰσί μέντοι λόγοι περὶ γάμων Θησέως καὶ ἓτεροι, τὴν σκηνήν διαπεφευγότες, οὔτ’ ἀρχὰς εὐγνώμονας·οὔτ’ εὐτυχείς· τελευτὰς· ἔχοντες·. En el catálogo de esos amores criticados se incluye la hija de Sinis, Perigune, cuya referencia durante la descripción del viaje del Istmo no motivó ninguna valoración moral negativa, sino todo lo contrario. Tampoco el abandono de Ariadna a propósito del regreso de Creta significó motivo de crítica para Plutarco contra Teseo25; incluso al recoger versiones como la de Héreas de Mégara, en la que se recuerda que la abandonó en Naxos enamorado de Egle, Plutarco omite las críticas. En cambio ahora sí que se valora ese abandono como una acción fea e inconveniente.
17Este cambio de enfoque responde al cambio que se opera en la vida del personaje que, a partir de ahora, pasa a la fase crítica, negativa, moral y políticamente condenable, representada por el rapto de Helena y todo cuanto este rapto supuso para Atenas y para él personalmente. En efecto, la última parte, dominada por el rapto de Helena y el fallido de Perséfone, combina las consecuencias militares y políticas de estos hechos (guerra de los Tindáridas contra Atenas y aristía de Menesteo) con la crisis personal y la pérdida de prestigio y de influencia de Teseo, que lo conduce al exilio y la muerte.
18Y es que uno de los principales deberes del buen político consiste en mantener con su presencia la autoridad de sus reformas y evitar que la sociedad caiga en manos de tiranos o demagogos. Lo contrario es lo que se critica a Solón en su biografía, haber dejado libre con su marcha el camino a Pisístrato26. Ésta es también la principal censura que se hace a Teseo a propósito del rapto de Helena y su ausencia por ir en busca de Perséfone: ἐπì πᾶσι δὲ τὴν ’Ελένης·ἁρπαγὴν πολέμου μὲν ἐμπλῆσαι τὴν ᾿Aττικήν, αὐτῷ δ’ εἰς φυγὴν καὶ ὄλεθρον τελευτῆσαι.
19Mediante la técnica de la confrontación con otros personajes secundarios, que tan productiva ha sido en las etapas anteriores de esta Vida (Piteo y Etra, Heracles y los bandidos del Istmo y Egeo), los antagonistas de Teseo ahora quedan caracterizados exclusivamente por su acción política y militar, porque es ella la clave para juzgar la crisis pública del héroe, aunque el origen de la misma estuviera en una valoración moral. Menesteo y los Dioscuros encarnan las consecuencias que tiene, en una historia tan de protagonistas como la que concibe Plutarco, el abandono por parte del gobernante de los deberes públicos dando prioridad a las pasiones o a los compromisos privados.
20La situación generada en el orden social por el rapto de Helena y la marcha al país de los molosos es similar a la que provocó la influencia de Medea sobre Egeo en el cap. 12 o la actitud del viejo rey ante el sorteo en el 17; sólo que mientras allí Teseo se presentó como el restaurador del orden, con su ἀνδραγαθία y con su φρόνημα democrático, aquí él mismo es la causa de la convulsión política. Menesteo es un carácter individualizado sólo por su genealogía (32, 1); no hay descripción personal de él – que no le interesa a Plutarco – sino de su conducta, que lo tipifica como uno de los peores males sociales a que ha llevado la reforma política de Teseo: el demagogo. Pienso que Plutarco no utiliza aquí el término τῷ δημαγωγεῖν en el sentido de “liderazgo de la aristocracia”, como piensan Den Boer y Cantarelli27, sino en su acepción negativa. Menesteo ilustra todos los defectos del demagogo: πρῶτος·- ὥς φασιν ἀνθρώπων ἐπιθεμενος- τῷ δημαγωγεῖν καὶ πρòς·χάριν ὄχλῳ διαλέγεσθαι, τοὺς τε δυνατοὺς·συνίστη καὶ παρώξυνε,… τούς·τε πολλοὺς· διετάραττε καὶ διέβαλλεν,… La acción de Menesteo es exclusivamente política: convierte en negativos los aspectos positivos de la reforma política de Teseo. Este enfoque, al margen de los precedentes sofísticos que se quieran ver en la confrontación Teseo/Menesteo, nos parece original de Plutarco28. En boca de Menesteo el héroe es un tirano que ha usurpado el poder a los reyes legítimos. De nuevo el argumento sobre el origen extranjero y advenedizo de Teseo, esgrimido antes por los palántidas y por los ciudadanos atenienses ante el sorteo y rebatido entonces por nuestro héroe con las armas y con la generosidad política. Sólo que ahora la ausencia impide a Teseo mantener la verdad en sus propios términos y su crisis de prestigio da la razón al demagogo.
21En efecto, a su regreso del país de los molosos, liberado por Heracles, se comporta lo mismo que Menesteo, arrastrado por el interés egoísta y olvidado de la justicia y la paz social, objetivos del buen político. Ahora no quiere como antes el bien de Atenas, sino el gobierno personal; y los medios a que recurre para conseguirlo son el desorden y las revueltas: εἰς στάσεις- ἐνέπεσε καὶ ταραχάς. Como vemos en las Vidas y hemos percibido también en ésta, el éxito de cualquier empresa política se basa en la autoridad del estadista, que se fundamenta en su aceptación popular. Nuestro biógrafo cuida siempre de subrayar esa dóxa; así lo hace en Solón, en Licurgo, en Publicola y en el propio Teseo. Pues bien, aquí, en el cap. 35.4, faltan ambas cosas: falta la aceptación de los aristócratas, porque la acción de Menesteo ha convertido en odio su antiguo miedo (24.2); y falta la autoridad sobre el pueblo, porque éste ha olvidado, corrompido por la demagogia, su disciplina y deber de obediencia: ἐν δὲ τῷ δήμῳ πολὺ τò διεφθαρμένον ὁρῶν καὶ θεραπεύεσθαι βουλόμενον ἀντì τοῦ ποιεῖν σιωπῇ τò προσταττόμενον. De este modo Teseo se convierte como Menesteo en un demagogo, en un agitador (κατεδημαγωγεῖτο καὶ κατεστασιάζετο) al que le quedan lejos las virtudes tucidídeas (τò δυνατòν καὶ ξυνετόν) que hicieron posible el sinecismo y cuyo único recurso, que lo aboca al fracaso, es la violencia.
IV
22La personalidad de Teseo queda definida así con rasgos precisos en su evolución desde la dignidad heroica con vocación de justicia y filantropía, que lo definen en sus gestas míticas, hasta la miseria humana del viejo egoísta que ha perdido toda dignidad moral y autoridad política. Las cualidades y defectos que configuran esta imagen en la Vida plutarquea son las que constituyen la norma ética analizada por el biógrafo. La naturaleza de los materiales determina en cierto modo las peculiaridades con que se organizan en su esquema; la importancia histórica del personaje, emergida de las fuentes, impone unos u otros criterios de selección; pero aquí se olvidan los orígenes rituales, las contradicciones mitográficas y las manipulaciones históricas de la leyenda. Todo adquiere sentido a través de las ideas éticas y políticas del biógrafo, que es responsable del resultado final y que establece las reglas a que deben ajustarse aquellos materiales. Se utiliza una terminología cotidiana que incluye la ῥώμη, τò κάλλος-, τò μάχιμον, ἀλκή, ἀνδραγαθία, μεγαληγορία, τόλμα, ἀνδρεία, φιλοδοξ’α, φιλοτιμία, ζῆλος-, ἐνέργεια, βεβαιότης- φρόνημα, φιλανθρωπία, δημαγωγία, δικαιοσύνη, πεῖθος-, τò δυνατόν y τò ξυνετόν; y por medio de ella se dibuja un Teseo con los perfiles humanos (positivos y negativos) que se reflejan en todas las Vidas Paralelas. Un Teseo que hace bandera para sus hazañas libremente decididas, ἐκ προαιρέσεως, como leemos en la Comparación (1, 1), de la filantropía, la justicia y el patriotismo. Un Teseo que, apoyado en su valor y en su grandeza de espíritu, traza con su energía la historia de Atenas, guiado por el afán de gloria y el amor a la virtud. Y un Teseo, en fin, por naturaleza πολιτικός·, cuya vida responde plenamente a las virtudes del buen gobernante y cuyos defectos se valoran en la medida en que el personaje abandona los ideales de autoridad y patriotismo que son tan queridos para nuestro biógrafo: bien porque no supo en algún momento dominar sus instintos (άλλά ταύτα = los raptos de mujeres μὲν ὑπεροψίαν ἔχει πρòς· ὕβριν καὶ καθ’ ήδονήν πεπράχθαι, sincr. 6, 2) trayendo la ruina a su pueblo (cf. sincr. 6.5); o porque no utilizó adecuadamente sus cualidades y consintió que la ὲπιείκεια y la φιλανθρωπία, que le eran innatas, no le dejaran conservar la dignidad real.
Notes de bas de page
1 Cf. F. Brommer, Theseus. Die Taten des griechischen Helden in der antiken Kunst und Literatur, Darmstadt, 1982 y J. Neils, S. Woodford, Theseus, in LIMC, VII 1 (1994), p. 922-951.
2 Véase, por ejemplo, el libro de C. Calame Thésée et l’imaginaire athénien, Lausanne, 1990.
3 Así H. Herter, Theseus der Ionier, in RhM, 85 (1936), p. 177-191 y 193-239, Theseus der Athener, in RhM, 88 (1939), p. 244-286 y 289-236 y Theseus, in RE Suppl. XIII (1973), col. 1045-1238.
4 Como recientemente H.J. Walker, The Early Development of the Theseus Myth, in RhM, 138 (1995), p. 1-33.
5 Para estas identificaciones remitimos a la bibliografía recogida por C. Ampolo, in Plutarco. Le vite di Teseo e di Romolo, Milano, 1988, ρ. xxviii-xxxii; véase además L. Piccirilli, Temistocle, Aristide, Cimone, Tucidide di Melesia fra politica e propaganda, Génova, 1987; P. Bertelli-Gianotti, Teseo tra mito e storia politica: Un’ Atene immaginaria?, in Aufidius, 1 (1987), p. 35-38 y C. García Gual, La modération attique de Thésée, in Mythe et Politique. Actes du Colloque de Liége, Paris, 1990, p. 150. El uso polίtico del héroe en la época de formación de la Liga ática ha sido tratado además por K. Tausend, Theseus und der delisch-attische Seebund, in RhM, 132 (1987), p. 225-235.
6 La arqueología es excepcionalmente rica en esta biografía: 4, 1 (sacrificio a Cónidas en la víspera de las Teseias: ῷ μέχρι νῦν Αθηναῖοι…); 5, 1 (lugar en Delfos que por él se llama Teseia: ἔτι νῦν ὀνομάζεσθαι… y nombre del pelado “teseida” así llamado por él); 12, 6 (agujero hecho por el veneno de Medea en el Delfinio, ὅπου νῦν…, donde estaba la casa de Egeo, por lo que al Hermes que hay en la parte oriental del santuario se le llama ἐπ’ Αἰγέως πύλαίας); 13, 4 (la traición del hagnusio Leos explica que los de Palene no se casen con los hagnusios ni se proclame entre ellos el bando ἀκούετε λεῴ); 14, 2 (el sacrificio en honor de Zeus Hecalío y el culto a Hécale, a la que se refieren con el hipocorístico Hecaline, demuestra la veracidad del encuentro de Teseo con Hécale); 17, 7 (los heroa de Nausítoo y Féace en Falero y la fiesta de los Cibernesia demuestran la participación de Nausítoo y Féace al mando de la nave en la expedición de Creta); 18, 2 (la procesión de las jóvenes al Delfinio en el 6 de Muniquión recuerda la partida de la nave y el nombre de Afrodita Epitragia tiene que ver con el sacrificio de una cabra entonces a la diosa); 20, 7 (los rituales en Chipre en el mes de Gorpieo recuerdan el parto allí de Ariadna; por ella los amatusios dan el nombre de de Ariadna Afrodita al bosque donde enseñan su tumba); 20, 9 (los ritos de dolor en Naxos recuerdan la muerte allí de Ariadna); 21, 1 (los delios todavía, ἔτι νῦν, bailan la danza de la grulla bailada por los jóvenes a su regreso de Creta); 22-23 (las fiestas de las Oscoforias y la procesión de la Eiresione recuerdan la expedición de Creta); 23, 1 (la nave se conservó hasta Demetrio Falereo); 25, 1 (el bando ‘δεῦρ’ ἴτε πάvτεs λεῴ’ remonta a la reforma de Teseo); 25, 4 (la famosa estela en el Istmo con doble inscripción que divide Jonia del Peloponeso fue puesta por Teseo); 26, 6-7 (la ciudad de Pitópolis y el nombre del río Soloente recuerdan detalles de la expedición contra las amazonas); 27 (la toponimia y las tumbas de las amazonas en Atenas, Mégara, Queronea y Tesalia, demuestran la historicidad de su expedición). 29, 3 (Los refranes Όύκ ἄνευ Θησέως y ‘ἄλλος οὖτος Ήρακλῆς’ evidencian la actividad heroica de Teseo); 29, 5 (en Eléuteras y Eleusis se enseñan las tumbas de los muertos en Tebas recuperados por Teseo); 32, 6 (el nombre del lugar de Mégara llamado Hálico recuerda la muerte del hijo de Escirón durante la expedición de los Dioscuros a Afidnas); 36 (traslado del cadáver de Teseo a Atenas por Cimón). La insistencia de Plutarco en el uso de los materiales historiográficos y arqueológicos a propósito de esta biografía es subrayada de manera especial por FJ. Frost en su artículo Plutarch and Theseus, in CB, 60 (1984), p. 65-73·
7 Sobre el proceso de racionalización de la leyenda de Teseo en esta Vida, véase recientemente Chr. B.R. Pelling, ‘Making Myth Look like History’: Plato in Plutarch’s Theseus-Romulus, in A. Pérez Jiménez, J. Garcia López & R.Ma Aguilar (eds), Plutarco, Platón y Aristóteles. Actas del V Congreso Internacional de la I.P.S. (Madrid-Cuenca, 4-7 de mayo de 1999), Madrid, 1999, p. 431-433.
8 Thes., 6, 1: τòν μὲν οὖν ἄλλον χρόνον ἔκρυπτεν Αἴθρα τὴν ἁληθινὴν τοῦ Θησέως γένεσιν ἧv δὲ λόγος ὐπò τοῦ Πιτθέως διαδοθείς ὡς ὲκ Ποσειδῶνος· τεκνωθείη.
9 Cf. Thes., 27, 2: τò δ’ ὲν τῇ πόλει σχεδòν αὐτὰς ἐνστρατοπεδεΰσαι μαρτυρεῖται καὶ τοῖς ὀνόμασι τῶν τόπων καί τάῖς θήκαις τῶν πεσόντων.
10 Vid. Paus., IX, 31, 5.
11 Probablemente Filócoro o Helanico; cf. Ampolo, op. cit. (n. 5), nota a Thes., 31, 4, 1.20.
12 Véase sobre todo Thes., 16, 3 y 28, 3. En relación con esta actitud de Plutarco en la Vida de Teseo, remitimos a Ampolo, op. cit. (n. 5), p. xiv-xv.
13 .Cf Rp, 391c. La conclusión aquí es que hay que obligar a los poetas a decir que esas empresas no fueron obra de estos héroes o que éstos no eran hijos de dioses. Sobre la presencia de Platón en la configuración de este y otros pasajes de la Vida de Teseo remitimos al trabajo ya citado de Pelling (n. 7).
14 El pasaje en cuestión y su relación con Thes., 24-25 son analizados por J. sarkady, Die Theseus-Sage und die sog. Theseische Verfassung, in Acta Antiqua, 17 (1969), p. 1-10.
15 Hdt., IX, 13. Para la discusión de este pasaje remitimos al trabajo de A.M. Biraschi, Tradizione epiche e storiografia. Studi su Erodoto e Tucidide, Perugia, 1989, p. 45-85, con la bibliografía y documentación pertinente.
16 Compárese Thuc, II 15.2 (ἐπειδὴ δὲ θησεύς- ἐβασίλευσε, γενόμενος- μετὰ ξυνετοῦ καὶ δυνατòς τά τε ἄλλα διεκόσμησε τὴν χώραν καὶ καταλύσας τῶν ἄλλων πόλεων τά τε βουλευτήρια καὶ τὰς ἀρχὰς ἐς τὴν νῦν πόλιν οΰσαν, ἕν βουλευτήριον ἀποδείξας καὶ πρυτανείον, ξυνᾠκισε πάντας, καὶ νεμομένους τὰ αὑτών έκαστους ἅπερ καὶ πρò τοϋ ἠνάγκασε μιᾷ πόλει ταύτη χρήσθαι,…) con Thes. 24, 3: καταλύσας ούν τὰ παρ’ έκάστοις πρυτανεία καί βουλευτήρια καί άκρχάς, ἓν δὲ ποιήσας ἅπασι κοινòν ἐνταύθα πρυτανείον καὶ βουλευτήριον δπου νύν ἵδρυται το ἄστυ,…
17 Para la importancia de los atidógrafos como fuente de la Vida de Teseo plutarquea, cf. Frost, art. cit. y Ampolo, op. cit. (n. 5), p. xlii-xlix.
18 Remitimos a nuestro trabajo La Imagen de Teseo en las Suplicantes de Eurípides, in J.A. López Ferez (ed.), De Homero a Libanio, Madrid, Ediciones Clásicas, 1995, p. 145-161, y a la bibliografía allí citada.
19 A. Pérez Jiménez, Proaíresis: Las Formas de Acceso a la Vida Pública y el Pensamiento Político de Plutarco, in I. Gallo, B. Scardigli (eds), Teoria e Prassi Politica nelle Opere di Plutarco. Atti del V Convegno plutarcheo, Nápóles, 1995, p. 363-381.
20 Igual que de la de Rómulo: ἄμφω μὲν γὰρ ἀνεγγύω καί σκοτίω γενόμενοι δόξαν ἔσχον ἐκ θεῶν γεγονέναι, Thes., 2, 1.
21 Thes., 12, 5: τòν δ’ υίòν ἀνακρίνας ἠσπάζετο καί συναγαγών τους πολίτας ἐγνὡριζεν, ἡδέως δεχόμενους διὰ τήν ἀνδραγαθίαν.
22 Cf. Walker, art. cit. (n. 4), p. 31-33.
23 Véase sobre el particular A. Pérez Jiménez, Plutarch on the Irresponsibilities of Aegeus, in CW, 25 (1994), p. 227-229.
24 AP, 41, 2.
25 Recordemos, a propósito, la perplejidad de L. Séchan, Plutarque au miroir du Thésée, in REG, 56 (1942), p. 98.
26 Sol.-Publ., 3, 4.
27 W. den Boer, Theseus. The growth of a myth in history, in G&R, 16 (1969), p. 1-13, esp. p. 6-7 y F. Cantarelli, Il personaggio di Menesteo nel mito e nelle ideologie politiche greche, in RIL, 108 (1974), p. 459-505. Cf. también L. Gianfrancesco, Un frammento sofistico nella Vita di Teseo di Plutarco?, in M. Sordi (ed.), Storiografia e Propaganda, Milán, 1975, p. 9-10.
28 Cf. Pelling, art. cit. (n. 7), p. 439-440: “In the present case, the ‘patterner’ could be a source, perhaps as Cantarelli and Gianfrancesco assumed a fifth-century one; but why should it not be Plutarch himself? he knew, and reminded his audience intertextually, that Thucydides has pointed the Theseus-Pericles parallel; and he had already introduced a lot of what we might crudely call ‘sophistic’ material, with all those Platonic motifs.”
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