Nuestra deuda con España
p. 57-59
Texte intégral
1Ya no se trata solamente de referirse a la caudalosa cultura española, transmitida hasta nosotros por el cauce constante del idioma y la convivencia de nuestros dos continentes, cultura en la cual ha estado siempre presente el corazón del pueblo, y que para atestiguarlo ante la historia, han llegado hasta nuestra época, tanto los anti guos juglares de la península, como Garcilaso, Góngora y Juan Ramón Jiménez, García Lorca con Rafael Alberti; han llegado a las cumbres supremas del prestigio, Cervantes, Lope de Vega y Pérez Galdos, Valle Inclán, Pérez de Ayala y Bergamín; han ascendido transportados por un mismo empuje popular, los pintores medioevales y Goya, Velásquez y Pablo Picasso; los músicos de la Edad Media y Albéniz, Granados y Manuel de Falla.
2Pero hoy nuestra deuda para con España ha crecido considerablemente, pues han concurrido hechos nuevos de la misma naturaleza, aunque hijos ya de nuestro tiempo y expresión de este instante dramático y superior.
3Tenemos ante nuestros ojos, como ejemplos de raagníficas dimensiones, la adhesión política a la causa del pueblo, de todos los altos y profundos valores artísticos, literarios y científicos. Ellos no han intentado siquiera refugiarse en la cómoda butaca de la ambigüedad abstencionista, observando el paso agitado de los acontecimientos: se han precipitado unanimemente a participar en ellos y han contribuído a forjarlos. El mismo día de Julio en que las masas corrían tras las armas y transformaban los fusiles en instrumentos de la libertad, Ortega y Gasset, Marañón, Del Río Ortega, Antonio Machado, Menéndez Pidal, Jacinto Benavente y todas las voces más vigorosas del espíritu español, cogían la pluma para enarbolar su voz ante el mundo, guardando las espaldas a su pueblo, reforzando, con su presencia, las trincheras de la democracia y forjando, en el seno de la más áspera guerra civil, el frente de la cultura popular. No pocos de ellos han tomado el fusil y vestido el overall miliciano, varios de ellos como García Lorca, en nombre de la poesía, y Emiliano Barral, en representacion de la escultura, entregaron ya sus vidas, a cambio de la cual reciben para siempre un hermoso capítulo de la Historia. Apenas una que otra personalidad desmantelada por los años ha faltado a esta cita de conciencia y altivez.
4Pero como nunca el pueblo ha desfraudado (sic) a los intelectuales que le entregan su riqueza cultural y depositan en su heroismo el tesoro de sus mejores esperanzas, el pueblo espanol ha respondido dignamente ofreciéndonos otro ejemplo, por el cual una vez más le somos deudores:
5Ha colocado en las manos de Manuel Azaña, el antiguo Presidente del Ateneo de Madrid, la bandera de la jornada antifascista más robusta de nuestro tiempo, haciéndolo Presidente de la República Popular de España; ha confiado el Ministerio de Relaciones Exteriores al ese critor Alvárez del Vayo; para el Ministerio de Educación ha escogido entre los más jóvenes periodistas y miembros del magisterio, a Jesús Hernández; a la cabeza del Consejo de Cultura coloca a Menéndez Pidal; Pablo Picasso pasa a ditigir el Museo del Prado y Rafael Alberti con el católico José Bergamin ocupan un lugar indiscutible en el corazón de los milicianos que ponen diariamente sus vidas en manos de la República.
6Todo un arsenal de acontecimientos como éstos nos ofrecen los seis meses en que el pueblo ejerce directamente el poder. Las milicias populares han cuidado toda la riqueza cultural montando guardia, noche y día, en el Palacio de Liria, en el Museo del Prado, junto a las viejas catedrales y al pie de todas las fortalezas del arte, que heredó del pasado, vigilándolas como si fueran sus mejores posiciones del frente. Y tales obras no han sido amagadas ο destruídas, sino bajo el furor de la metralla fascista.
7Hace apenas pocos días el pueblo ha relevado a los intelectuales de su presencia en la capital, cuando ésta ya afrontaba el más terrible temporal de hierro y fuego de la guerra civil, para que vayan a servir en el frente de la inteligencia, lejos de los cañones y las bombas fascistas. El pueblo ha comprendido fácil y generosamente que un miliciano caído puede ser reemplazado por otro más vigoroso, pero que a un hombre de ciencia ο un poeta sacrificado, no se les halla el sustituto. Y los ha hecho transporter en sus más seguros coches blindados y guardados por sus mejores milicianos.
8Por estas actitudes ejemplares; por reivindicar ante la sociedad los méritos de la cultura y de sus hombres, los intelectuales chilenos somos, una vez más, deudores de España. Ante la presencia dramática de las llamas de Madrid, del humo que brota del Guadarrama y de los estampidos de Asturias, Vascongada y Aragón, juremos manifestarnos siempre como sus más dignos herederos.
9Santiago de Chile, enero de 1937.
10Ce texte sert de préface à une anthologie publiée à Santiago du Chili en 1937 (Editorial PANORAMA) et intitulée Madre España. On y trouve réunis des poèmes de Pablo de Rokha, Vicente Huidobro, Carlos Préndez Saldías, Gerardo Seguel, Pablo Neruda ("Canto a las madres de los milicianos muertos"), Winett de Rokha, Julio Barrenechea, Blanca Luz Brum, Volodia Teitelboim, Rosamel del Valle, Braulio Arenas, Hernán Canas, Robinson Gaete, Julio Molina, Eduardo Anguita, Enrique Gómez, Juvencio Valle, Eduardo Molina, Helio Rodríguez, Carlos de Rokha.
11La page de garde porte l'inscription suivante : "A Federico García Lorea, el poeta asesinado en Granada por los fascistas, identificamos con su nombre nuestro homenaje a España". Tous les poèmes du recueil sont consacrés à la situation espagnole.
12Une copie de cette anthologie, introuvable à la Bibliothèque Nationale de Santiago, nous a été fournie par Madame María Teresa Lira de d'Etigny, professeur à l'Université du Chili, à qui nous adressons nos remerciements.
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