Conclusión
Esmeraldas: lecturas a contracorriente
p. 54-61
Texte intégral
Caricaturas de una efímera publicación que impulsaba una visión afroecuatoriana

Meridiano Negro fue una revista cultural que contaba entre sus editores a Nelson Estupiñán Bass. Reivindicativa, pretendía defender la causa afroecuatoriana. Aparecieron únicamente dos números en 1980.
Fuente: Meridiano Negro, 1980a: 30.
Una marginación histórica… de trayectoria imperfecta
La marginalidad es una construcción sociohistórica en la que participan tanto el conocimiento como la gestión de riesgos. Este proceso se basa en múltiples dimensiones que se conjugan en el tiempo para conferir a Esmeraldas un carácter marginal. Responde igualmente a los intereses de los actores más poderosos. Así, la marginación hace funcionar al mundo. Sin embargo, los actores locales no sufren pasivamente la experiencia de subordinación: en los intersticios de la dominación pueden existir “márgenes” de autonomía y de libertad aprovechables.
Una marginalidad espacial remanente
1Desde los márgenes del imperio Inca hasta la actual estrategia nacional de planificación, pasando por el naufragio de un navío de esclavos negros en 1553 o por las tribulaciones de la apertura de un camino de acceso a Quito, Esmeraldas se encuentra recurrentemente en los confines de varios mundos, ya sean culturales, políticos o administrativos. Último frente pionero de la colonización agrícola de la Costa en la segunda mitad del siglo XX, la ciudad remite permanentemente a una tierra marginal, aparte, distante de la centralidad, del poder, de las dinámicas operantes.
2Ahora bien, no hay márgenes sin centralidades. El mundo visto desde Esmeraldas puede ofrecer a cambio una perspectiva totalmente distinta sobre el estatus de la ciudad y sus relaciones a otras escalas.

Fuente: West 2000 (adaptado).
Un informe del Programa Nacional de Regionalización Agraria (Pronareg)

A fines de los años 1970, el interior de la provincia de Esmeraldas es comparado a la región amazónica del Oriente.
Fuente: MAG-Orstom 1979 (adaptado).

Los caminos de Malbucho (o de Carondelet, en rojo – siglos XVIII-XIX) y de Maldonado (en verde – años 1730-1740).
Fuente: La Enciclopedia de Quito, portal web (adaptado).
La permanencia de la marginalidad de Esmeraldas en el ordenamiento del territorio nacional
3A finales del siglo XIX la falta de infraestructura alarga los tiempos de trayecto hacia la Costa norte. A partir de 1880, un servicio de cabotaje une Guayaquil con Esmeraldas dos veces por mes.
4En los años 1930 Esmeraldas aparece aislada, más ligada al eje de circulación marítima Valparaíso-Panamá que al eje ecuatoriano. El in terior de la provincia es poco aprovechado, no hay enlace con la Sierra.
A fines del siglo XIX, Esmeraldas alejada del triángulo activo de Ecuador

Pese a una distancia de aproximadamente 300 km (inferior a los más de 400 km que separan a Quito de Guayaquil o de Cuenca), se necesitan más de 5 días para ir a Quito desde Esmeraldas por tierra (mientras que bastan menos de dos desde Cuenca y menos de uno desde Guayaquil).
Fuente: Deler et al. 1983: 197 (adaptado).
La organización del espacio ecuatoriano en los años 1980

Mientras se estructura el espacio agrícola productivo en Ecuador, Esmeraldas y su interior siguen aislados.
Fuente: Deler et al. 1983: 221 (adaptado).
5Hacia fines del siglo XX el nor oeste del país (Esmeraldas) aparece como un “margen”, al igual que la Amazonía, al este. La llegada de las infraestructuras petroleras (la línea punteada representa el SOTE) en nada cambia el estado de marginalidad.
6A inicios del siglo XXI la ciudad se categoriza como un polo regional de tercer orden, aun cuando acoge infraestructuras petroleras estratégicas para el país. La marginación atraviesa el tiempo.

A finales del siglo XX, ¿un aislamiento dedicado al petróleo?
Fuente: Deler 2007 (adaptado).

A principios del siglo XXI, una ciudad petrolera que no es prioritaria
Fuente: Senplades 2009: 378 (adaptado).
La marginalidad, instrumento del poder
7La situación de Esmeraldas es el resultado de procesos de marginación a la vez políticos, económicos y culturales que se reconfiguran a lo largo del tiempo y según los intereses dominantes. Políticamente, Esmeraldas responde a los intereses del Estado. Paga también el costo de las relaciones de fuerza entre las elites de Quito y Guayaquil.
8Económicamente, sirve a los intereses de la burguesía nacional (en torno al puerto, al acceso al Pacífico), a veces en competencia. Allí prosperan las casas de comercio de la tagua. En 1857, el pago de la deuda nacional se hace a costa de la provincia. La tierra de Eldorado, por las esencias raras o la palma, atrae a los capitales predadores.

Fuente: El Comercio, edición digital.
Un presidente de la República en Esmeraldas

Rafael Correa, presidente de la República entre 2007 y 2017, encabeza un acto público desde la playa de Las Palmas, en Esmeraldas, al pie del edificio de la Flopec, cuatro meses después del sismo de abril de 2016.
Fuente: Imagen del Enlace Ciudadano n.° 489 del 20 de agosto de 2016. Ecuador Noticias, portal web.
9Culturalmente, la “folclorización” de Esmeraldas es útil al discurso moderno de acento colonial que despoja a sus habitantes de su propia narrativa identitaria. A menudo se privilegian aspectos de orden étnico (la marimba, el encocado, el fútbol…). La reducción de sus especificidades a un solo horizonte cultural neutraliza la carga política de su marginación.
10Pero no solo la ciudad está dominada desde hace ¡5 siglos! Desde el episodio de los palenques hasta el derecho al territorio ancestral, la marginalidad no agota las múltiples maneras de existir. La agilidad de las instituciones, de los procedimientos administrativos o de las herramientas de gestión abre otros tantos espacios de libertad. En los vacíos de la modernidad de la narrativa nacional perdura una forma de irredentismo hecho posible por el (des)conocimiento.
11Tautológico, replegado sobre sí mismo, el argumento de la marginalidad oculta numerosas dinámicas y características que configuran el mundo social y el territorio de Esmeraldas. Permite mantener estructuras de poder acallando las causas profundas, o incluso naturalizando lo que presenta una génesis o es el resultado de relaciones de poder entre actores a diferentes escalas.

Portada del primer número de Meridiano Negro, “una revista cultural para los afroecuatorianos”
Fuente: Meridiano Negro 1980b.
Ver más en
Antón Sánchez J. 2011. El proceso organizativo afroecuatoriano 1979–2009. Quito: Flacso.
Lapierre Robles M. & A. Macías Marín. 2018. Extractivismo, (neo)colonialismo y crimen organizado en el norte de Esmeraldas. Quito: Abya Yala.
Minda P. 2015. La construcción del sujeto histórico afrodescendiente en Esmeraldas (Ecuador), siglos XVI y XIX. Nova Vetera, Vol. 24: 5–17.
Rahier J. 1999. Mami, ¿Qué será lo que quiere el negro? Representaciones racistas en la revista Vistazo, 1957–1991. En: E. Cervone & F. Rivera.
Ecuador racista: imágenes e identidades. Quito: Flacso. 73–109.
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Esmeraldas: el conocimiento en disputa
Hoy en día, la génesis, el estudio y la gestión de los riesgos en Esmeraldas son a la vez un resultado y un instrumento de la dominación estructural a la que está sometido este territorio desde los primeros tiempos de la conquista europea.
Escapar al prisma esencialista de la marginalidad
13El surgimiento de un poder a la vez central e imperialista (colonial y luego republicano) acarrea la constitución y el mantenimiento de márgenes relativos. Sin relaciones funcionales y asimétricas entre territorios o grupos sociales, no existe marginalidad. En este sentido, la marginalidad de Esmeraldas es el resultado de un proceso histórico —la marginación— que presenta diferentes dimensiones y cumple una función en la afirmación del poder de actores centrales y legítimos (políticos, económicos, institucionales, culturales, etc.), exteriores a la ciudad.
14Este proceso de marginación caracteriza al territorio y a sus habitantes, aunque también al conocimiento producido sobre ellos. Les asigna una posición en un panorama nacional más amplio. Las reflexiones expuestas en este libro muestran a qué punto la construcción social de los riesgos en Esmeraldas está profundamente influenciada por la marginación. Al menos tres dimensiones dan testimonio de ello.
Dimensión material y simbólica – La construcción material y simbólica de situaciones de riesgo es una traducción en el espacio de las relaciones asimétricas de poder entre actores del petróleo, del Estado ecuatoriano, de las élites burguesas, de las oligarquías regionales (o capitalistas, tanto nacionales como transnacionales) por un lado, y actores locales, públicos o privados, por otro. A nivel local, quienes pueden escapar a la subordinación estructural dejan el territorio. Solo quedan los perjuicios. La inmensa mayoría de la población se queda y debe hacer frente a hechos y decisiones que en lo esencial escapan a su control, con recursos y palancas de acción sumamente limitados.
Dimensión científica y cognitiva – Conocer los riesgos, estudiarlos, darles nombre, es hacerlos existir. Desde inicios del siglo XXI, en lo relativo al ambiente y a los riesgos, Esmeraldas es objeto profusamente de la producción de datos e informes que, paradójicamente, no se reflejan en diferencias significativas en el territorio. El solo trabajo de la ciencia no es el principal motor del cambio, en la medida en que la manera de interrogarse y de aportar elementos de respuesta es propia de un contexto social…, el mismo que preside la marginación de Esmeraldas. La ciencia es una actividad social —casi— como cualquier otra, portadora de las asimetrías de las sociedades.
Dimensión normativa y operacional – Los riesgos son objeto de dispositivos de gestión que traducen la forma de abordarlos, el sentido que se les da, así como prioridades más generales vinculadas con las configuraciones sociales, políticas o institucionales. Manejar los riesgos consiste en optar por: lo que se considera prioritario (se trate ya sea de amenazas o de elementos esenciales que deben tomarse en cuenta), los recursos que se van a destinar, los sectores (sociales, geográficos o económicos) beneficiarios de la reducción de riesgos… pero que también van a sufrir de la frecuente recomposición o desplazamiento de estos últimos. A través de los dispositivos de gestión de riesgos, chocan agendas políticas y posiciones sociales. Esto es asimismo signo de un contexto más amplio, profundamente marcado por la marginación.
15Cada una de estas tres dimensiones de la construcción social de los riesgos está moldeada por un contexto y una trayectoria histórica del territorio que actúan como verdaderos paradigmas del pensamiento y de la acción (se encuentran los tres vértices del triángulo interpretativo: escala, poder, historia). La marginación opera como un encuadre de múltiples efectos y su fuerza radica en su incorporación, la apropiación silenciosa de ella, su naturalización… otros tantos procesos sociales que impregnan el pensamiento, la acción y las interacciones sociales o incluso los imaginarios. La abrumadora marginación participa invisibilizando referencias, puntos de vista, narrativas alternativas distintas a las dominantes, pero que constituyen también la experiencia de una vida “al margen” (se encuentran los vértices del triángulo problemático que articula marginalidad, elementos esenciales y conocimiento).
16El carácter llamado marginal de Esmeraldas no tiene nada de inevitable, ni hay rasgo intrínseco alguno que podría permitir calificarlo de esa manera. La peligrosa deshistorización de los procesos que originan tal marginalidad desemboca en su esencialización. Dicha condición, resultado de una construcción histórica persistente y multiforme, se convierte en la explicación principal del estado en que se encuentra el territorio… ¡mientras que se trata del producto complejo de una serie de otras causas!
17En el campo de los riesgos, la circularidad del razonamiento es reforzada por el hecho de que las tres dimensiones de su construcción están impregnadas del paradigma de la marginalidad, de la que son una expresión. Y simultáneamente contribuyen a abonar la idea de una marginalidad necesaria, siempre presente. Participan en el refuerzo de ese mismo paradigma que las condiciona. Son a la vez su soporte, su vector y su causa.
Hacia una (geo)política del conocimiento
18Es innegable el carácter aparentemente marginal de muchos aspectos de los riesgos en Esmeraldas (su manifestación, su estudio, su gestión). Se trate ya sea: de la existencia, de la recolección o de la producción de datos; de las condiciones de vulnerabilidad y de las capacidades de respuesta; o de los dispositivos de gestión, de la normativa o de su aplicación… Todo, o casi, transpira fragilidad, precariedad, subordinación, una profunda asimetría.
19El peligro es entonces arrastrar, sin reparar en ello, un dispositivo de conocimiento que proyecta su sombra sobre lo que se estudia, y que nos lleva a tomar dicha sombra como el objeto de estudio. ¿Acaso podemos estar seguros alguna vez de que lo que estudiamos es el objeto y no su sombra? Es probablemente una vana ambición. ¿Acaso no podemos esperar nada más que perseguir sombras en las empresas del conocimiento? Significa tener poca fe en el sentido crítico y reflexivo de la investigación. Este es, precisamente, uno de los hilos conductores del presente trabajo.
20Parece obvio que no se puede realizar el mismo “atlas” para la ciudad de Esmeraldas que para Quito, o Ibarra (muy afectada por un gran sismo en agosto de 1868 como lo fue Esmeraldas, aunque en menor medida, en enero de 1906). Muchos elementos lo ratifican: desde la respectiva posición de estas ciudades en los paradigmas imperantes (su estatus en términos ideológicos) hasta la existencia y la disponibilidad de datos, pasando por los recursos intelectuales y materiales que es posible utilizar para cada una. Pese al efecto de capitalidad de Quito, o a su tamaño, los elementos esenciales presentes en Esmeraldas no son nada despreciables, además de sus más de 200 000 habitantes.
21Uno no se interroga de la misma manera sobre diferentes territorios… a propósito de temas que, como los riesgos, podrían parecer similares. No se despliegan los mismos dispositivos de conocimiento. De igual modo, no se despliegan los mismos dispositivos de acción para todo lado. La gestión de los riesgos, así como su conocimiento, son configurados por opciones, no siempre explícitas. Estas también son el signo de un orden social que es preciso captar para dimensionarlos mejor. Sin este cuestionamiento reflexivo —una de las fortalezas específicas de las ciencias sociales— la investigación reproduce ciegamente mecanismos sociales de los que debería dar cuenta de manera “objetiva”.
22Es el sentido mismo de la producción crítica, problemática y reflexiva de Esmeraldas, un desafío al conocimiento. Un atlas, producto canónico de la geografía, es también un producto normativo de encuadre del espacio. Pero ¿según qué modelo? A menudo el de los poderosos, los dominantes, de aquello (aunque también de aquellos —¡y rara vez de aquellas!—) que cuenta(n). La postura crítica, normalmente consustancial a la actividad de investigación, contribuye a explicitar, e incluso deconstruir, los efectos del encuadre (ejemplo: Noucher & Polidori 2020). Sin embargo, el peso de los paradigmas puede ser enorme. Conviene no bajar la guardia, permanecer siempre alerta.
23En esto puede ayudar otra vertiente de la postura crítica. La que consiste en sentirse interpelado, perturbado, o aunque solo fuere incómodo, ante los signos de la injusticia. El conocimiento que se produce nunca es la realidad. Es una manera de aclarar e interpretar la realidad, inmersa en los mundos sociales. Puede ser más o menos sólido, pero siempre es posible quedar insatisfecho con él, siempre y cuando se respeten las garantías de una cientificidad abierta. Estas miradas alternativas solo son posibles con una condición: la desnaturalización o “desencialización”, de lo que se observa al igual que la forma de observar e interpretar. Los criterios de cientificidad más estrechos ejercen sobre la práctica de la investigación una suerte de imperialismo del pensamiento que garantiza la reproducción de las estructuras, de la división del mundo, de la oportunidad de las interpretaciones. En este sentido, margina valiosos conocimientos. Entra plenamente en juego un argumento de autoridad. La ciencia como institución no escapa al peso de las asimetrías sociales.
¿Investigar para conocer más o para interrogarse mejor?
24En definitiva, esta mirada sobre Esmeraldas invita a un gran ejercicio de humildad y de apertura, uniéndose así a las críticas de la colonialidad del saber (Mignolo 2000). La relación de sujeción existente en la producción de los conocimientos y saberes legítimos está ampliamente documentada en el campo de los estudios sobre desastres (Wisner et al. 2012). Se ejerce al interior del ámbito científico (Bourdieu 2001) para distinguir los campos meritorios y pertinentes (ciencias naturales y exactas) de aquellos, más fútiles o militantes (las ciencias sociales, humanidades).
25Pero esta relación de sujeción opera igualmente, y es lo que nos ayuda a captar el estudio de Esmeraldas, entre los territorios de una modernidad hoy en día globalizada. Desde los Grandes Descubrimientos, la difusión de una modernidad eurocéntrica margina ciertos mundos del saber, favorece algunos paradigmas en detrimento de otros, valora ciertas racionalidades y soslaya (ignora casi siempre) lo que parece ser supersticiones o “creencias”. El mundo de la ciencia globalizada tiene también sus territorios marginales, sus lenguas accesorias, sus racionalidades secundarias. Sin embargo, hay una inteligibilidad y conocimientos que se producen en los intersticios de los paradigmas dominantes.
26Por último, el ejemplo de Esmeraldas demuestra las limitaciones de una concepción de la ciencia universal, ciega frente a los contextos. Invita a cultivar la circunspección y respetar la pluralidad de miradas que permiten la expresión de las singularidades del mundo social. Sin ser totalmente incompatibles, se dibujan entonces dos éticas de la ciencia: la que se dota de los medios de informar sobre la diversidad del mundo y comprenderla, y la que se empeña en documentar y destacar su unidad. Estos dos proyectos científicos definen contornos diferentes de lo que es legítimo, importante, valioso, y de lo que lo es menos. Ahora bien, la ciencia (en su mayor pluralidad) no es ajena a los mundos sociales. Así, cabe preguntarse siempre de qué sirve la ciencia y cómo se inscribe en las dinámicas sociales (políticas, económicas, institucionales, etc.) en el seno de las cuales se desempeña.
Ver más en
Almeida Reyes E. (coord.). 2015. Monopolios y poder en la historia del Ecuador. Quito: Superintendencia del control del poder del mercado.
Dussel E. 1998. Arquitectónica de la ética de la liberación en la edad de la globalización y la exclusión. Laval Théologique et Philosophique, Vol. 54 (3) : 455–471.
Quijano A. 1992. Colonialidad y modernidad / racionalidad. En: H. Bonilla. Los conquistados: 1492 y la población indígena de las Américas. Quito: Flacso, Libri Mundi. 437–449.
Cuarto creciente

Óleo de Adalberto Ortiz (escritor, pintor y diplomático, Emeraldas 1914–200
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