Chiles, aves y miel de Tantoyuca, Veracruz
p. 285-288
Texte intégral
1Como oriunda de la comunidad de Palmital San Lorenzo, del municipio de Tantoyuca, es para mí un honor aportar parte de mis conocimientos ancestrales culturales prehispánicos en memoria de mi abuela materna Enedina Martínez Candelario, quien fue una líder nativa y reconocida, por la mayor parte de la población, por sus amplios conocimientos culinarios, de los cuales me siento muy orgullosa.
2Rememoro a mis ancestros como cuando mi abuela Enedina me platicaba de las enfermedades que cada día se presentaban por los cambios en la naturaleza. En tiempos de calor, desde las ocho de la mañana salía de la casa rumbo a la milpa. Ahí, debajo de los árboles de grandes zapotes y matas de café, escuchaba el canto de las aves y las veía volar en cada arbolito. El it’abí lleno de un colorido rojo, provocado por comer chile, y sus bellas plumas amarillas anunciaban con alegría lo hermoso y bello de cada día.
3El it’abí es un ave con nombre onomatopéyico y es parte de la cosmovisión de los tének. Se dice que anuncia el alumbramiento y así las parteras se preparan y están al pendiente de la llamada para ir a recibir el nuevo miembro de la familia tének. Anuncia también las enfermedades o el fallecimiento de algún miembro de la comunidad; cuando se trata de un familiar directo el it’abí golpetea el techo de la casa. Anuncia con alegría cuando hay un recién nacido y canta en forma de chillido si se trata de un fallecimiento. Se les considera aves sagradas por ser las polinizadoras del chile piquín.
4Mi abuelita, con cubetas en las manos, comenzaba a cortar chiles piquines y el canto de las aves nos acompañaba llenándonos de felicidad. Cuando dejaba de cantar se sabía que ya era mediodía y se respetaba el pasar del rayo del sol de doce del día. Mi abuela Enedina me comenzaba a platicar sus conocimientos que todavía, hasta el día de hoy, los traigo muy frescos en la mente. Esos momentos bellos donde yo ponía mi oído para escuchar sus palabras sagradas, que le salían del alma, para explicar los beneficios del chile piquín o chiltepín y de las aves it’abí o “pitabil”, o de las abejas nativas sin aguijón. “Los pájaros se encargan de comer el chile piquín maduro y lo dispersan al momento de comerlo.” Me explicaba que “donde se escucha el canto de las aves es donde hay muchas matas de chiltepín, así como en las orillas del arroyo, donde defecan y ahí nacen las matas”.
5En la temporada de crecimiento de las matas de chile, recolectábamos la miel de las abejas nativas, o ts’itsik tsaptsam. Esta miel se unta en los labios de los bebés recién nacidos para que hablen pronto. Sirve también para desinflamar los golpes y a las señoras recién “aliviadas” se les da té de cogollo de guayabo con miel de chakam tsaptsam (la miel de color de chiltepín).
6En tiempos de la jiloteada, los señores se reunían por la noche en grupo para cuidar la milpa y llevaban chiltepín tostado y cuando les daba sueño masticaban un chiltepín, sin comerlo, para reactivar el sistema nervioso y así oxigenar el cerebro. Explicaba que “el sueño daba porque la cabeza se quedaba sin oxígeno y al masticar generaba una reacción en todo el sistema nervioso y así cuidaban de las milpas para que los animales del monte no se comieran los elotes”. En las jornadas de la “limpia” debían llevar enchiladas de chiltepín para que al trabajar sacaran las toxinas de sudor amarillento: “si uno suda amarillo es porque el cuerpo está lleno de toxinas y debe beberse un atole de masa bien caliente para hacer mayor efecto”.
7Siguiendo con las lecciones de mi abuela, recuerdo muy bien que cosechaba muchas lonas de chiltepín y me explicaba que “al terminar de pizcar las mazorcas se mataba un cochino para dar gracias a la madre tierra”, elaborando el zacahuil1 ancestral. Al momento del entierro del zacahuil le echaban un puño de chiltepín en forma de cruz “para que salga wedha tájat” (bien sabroso y no se pinte).
8Mi abuela también era partera. Al terminar los cuidados de las señoras (el parto), recetaba un caldo de gallina ponedora y la huevera tierna se les servía a las señoras acompañada de chiltepín tostado y molido, así como una taza de té de guayabo con ts’itsik chi’ík (miel de abeja nativa) como agua de tiempo. Explicaba que la infusión ayudaba a que la señora no fuera a evacuar a cada rato, porque estaba delicada y así se evitaría el sangrado. Por su parte, el chiltepín previene las infecciones, tanto en el recién nacido como en la madre. Además, al agua para los baños se le agrega chiltepín acompañado de hierbas.

Bibliographie
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Referencias
10.4000/alhim.493 :Ariel de Vidas, A. (2002). “Los teenek (México), ante la presencia del otro”. Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers alhim, 4. https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/alhim.493
Larousse (2021). “Diccionario gastronómico”. LarousseCocina.MX. https://larousse-cocina.mx/palabra/zacahuil
Notes de bas de page
1 “Del náhuatl zacahuili, zacahuil, que significa zacate o con sabor a zacate. Tamal tradicional de las huastecas, de gran tamaño, preparado con masa de maíz martajada y manteca de cerdo, con carne de cerdo y pollo o guajolote, salsa de chile chino, chile cascabel y especias; todo se mezcla con la masa y en ella se colocan grandes trozos de carne de ambos animales, se envuelve en varias capas de hojas de plátano y se cuece en horno de leña o en texcal” (Larousse, 2021).
Auteur
Tének oriunda de Palmital San Lorenzo, Tantoyuca, Veracruz.
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