“Quemar chile para ahuyentar”
Usos espirituales del chile en la Huasteca
p. 271-284
Texte intégral
1En el México antiguo existió un maravilloso universo conformado por diversas deidades, seres y entidades sagradas cuya finalidad era poner orden y equilibrar el mundo. Asimismo, las creencias religiosas, los mitos y los ritos fueron determinantes para complementar el lado espiritual de los antiguos mexicanos. Este complejo pensamiento, en conjunto, configura la cosmovisión: diversas concepciones locales en torno al universo cosmológico —que refiere también al entorno natural y social— y que se percibe en la mentalidad de los pueblos indígenas actuales no como un reducto o reminiscencia de la época prehispánica, sino como un sistema de pensamiento que es parte de un proceso histórico dinámico de larga data que ha permitido su reproducción cultural.1
2Una forma de reproducción cultural de la cosmovisión es la ritualidad que pone en evidencia y en praxis estos conceptos abstractos de concebir el mundo. Se emplean aquí una serie de elementos bioculturales, sobre todo productos agrícolas que conforman la base nutricional del pueblo mexicano y que además cumplen la finalidad terapéutica de fortalecer el cuerpo y el alma, y equilibrar el cosmos.
3Destacan así el uso del maíz en contextos rituales, como lo ha demostrado Catherine Good para el caso de los nahuas de la Montaña de Guerrero (2004a, 2004b, 2016), Danièle Dehouve (2019) para los tlapanecos de Guerrero, Báez Cubero (2004) para la Sierra Norte de Puebla, y Sandstrom (2010) y Gómez Martínez (2002) para el caso de la Huasteca. En ese mismo tenor, otros trabajos resaltan el uso ritual de productos agrícolas como el chile, que como veremos más adelante tiene una importancia similar a la que se le asigna al maíz. Tenemos entonces a Dehouve (2018), que aborda el tema del chiltepín para el caso de los tlapanecos, o el caso del chile en la Mixteca alta de Oaxaca como lo aborda Esther Katz (2018), así como Laura E. Corona y Efraín Paulino Martínez (2018) para el ejemplo concreto de los ayuuk (mixes), y el trabajo de Güemes Jiménez y Aguilar Meléndez (2018) para la Huasteca.
4En este sentido, el objetivo del presente artículo es exponer algunos de estos usos en contextos rituales en la Huasteca meridional, y con ello demostrar la importancia cultural y social de uno de los alimentos más importantes de México: el chile.
5Antes de continuar es importante explicar que en las siguientes líneas presentaré datos recopilados de noviembre de 2017 a enero de 2019 mediante entrevistas (estructuradas y semiestructuradas) a especialistas rituales llamados tlamatinih, “los sabios”, o tepahtianih, “los que curan”, hombres y mujeres nahuas de la Huasteca meridional que conocen, preservan y actualizan su cultura; es decir, son expertos locales de su sabiduría. Debido a que los colaboradores (especialistas rituales) hablan en su mayoría masehualtlahtolli (la lengua de los macehuales), a lo largo del presente trabajo se utilizan los términos acuñados por los mismos autores locales en su idioma materno para referirnos a conceptos aquí especificados, en vista de que, ante conceptos tan constreñidos a su matriz lingüística, traducirlos al español puede alterar o cambiar por completo la intención. Por ello, a lo largo del texto aparecen conceptos escritos en náhuatl acompañados de su interpretación en español lo más fiel posible a la expresión local.
Para hablar de la Huasteca…
6Ahora bien, el trabajo de investigación con los especialistas rituales se llevó a cabo en comunidades nahuas asentadas en la parte sur (o meridional) de la Huasteca que comprende los municipios de Chicontepec, Benito Juárez, Xochiatipan, Ilamatlán, Zontecomatlán, Huayacocotla, Ixhuatlán de Madero, Tlachichilco, Zacualpan y Texcatepec. Esta porción del norte del estado de Veracruz (México) es un espacio multiétnico, plurilingüístico, multicultural y biodiverso que conforma el marco espacial de poblaciones macehuales o nahuas, tepehuas, otomíes y totonacas, cuyo pensamiento religioso brinda soporte a su vida ritual.
7Los datos que presentaré en esta nota corresponden a poblaciones nahuas cuyo pensamiento simbólico y religioso también está en función de la tierra y sus productos agrícolas, que son el eje de sus ceremonias. Por ello, en este trabajo se describen algunos aspectos relacionados con prácticas religiosas y espirituales que son parte de la cosmovisión, en donde el chile es parte fundamental por las propiedades atribuidas.
De la cosmovisión a la praxis. La ritualidad nahua
8La ritualidad en la Huasteca está sustentada en un cúmulo de saberes, conocimientos y percepciones locales que conforman una visión compleja que interpreta el mundo, entendida como cosmovisión. Esta cosmovisión, en términos de Broda (1991), parte de una observación “sistemática y repetida a través del tiempo de los fenómenos naturales del medio ambiente que permite hacer predicciones y orientar el comportamiento social de acuerdo con estos conocimientos”. De este modo, la cosmovisión constituye “el prisma a través del cual se contempla el mundo” (Broda, 2007). Se representa a través de la ritualidad y enlaza una serie de saberes sobre la naturaleza.
9Ahora bien, con base en estas visiones particulares de ver el mundo, los rituales fungen como estabilizadores del cosmos o mundo nahua, con la finalidad de equilibrar los planos del universo y para que en el lugar de los vivos todo sea próspero a través de los cultivos. Ello permite que los humanos gocen también de buena salud al tener alimento y con ello cubrir sus necesidades básicas de vida.
10Dentro de la cosmovisión nahua, los seres humanos o personas deben tener un equilibrio, el cual es de suma importancia para que puedan seguir en el plano de los vivos. Este equilibrio implica que exista salud o bienestar tanto en el cuerpo como en el alma. Cuando el equilibrio se ve roto por fuerzas internas o externas, las personas no pueden continuar su vida de forma normal y, por lo tanto, buscan ayuda de personas especialistas (médicos tradicionales, curanderos o ritualistas) que, mediante tratamientos específicos, curan el mal. Así, mediante los testimonios de especialistas rituales nahuas de la Huasteca, conoceremos las patologías y sus múltiples tratamientos para curarlas.
11En esta lógica ritual, los ritos se dividen en torno a los ciclos agrícolas2 y a la persona. En ambos tipos puede intervenir el especialista o los especialistas de una comunidad o de varias, la familia y el círculo más cercano, conformado por compadres, padrinos y ahijados —vínculos adquiridos por costumbre—, además de la gente del pueblo y de otras poblaciones cercanas, convirtiéndolo así en un ritual público-colectivo. Casi todos los que participan lo hacen bajo el concepto de tlapalehuilli, o apoyo mutuo, así como por cumplir alguna petición o promesa durante el ritual. Solamente en los rituales terapéuticos enfocados a tratar la enfermedad de una persona —según su gravedad— el ritual se cierra al ámbito individual-familiar, aunque con algunas implicaciones o acciones desde el plano colectivo (como ofrendas en los cerros o el cumplimiento de algunas promesas, todo en función de la enfermedad por tratar).
12Por lo que corresponde al plano agrícola, se desarrolla en función del maíz y de su deidad Chikomexochitl, “Siete Flor”, que tiene una posición nodal dentro de la cosmovisión pues se considera que es quien propició la vida humana a partir de la creación del maíz, base de la alimentación mexicana (Güemes y Aguilar Meléndez, 2018).
13¿Quién o qué es Chikomexochitl? Es el maíz, la deidad, el ritual y el concepto de ritualidad compleja nahua. Como planta, su nombre alude a las siete fases de su desarrollo; como deidad, es el nodo central a partir del cual se elaboran los mitos, creencias, prácticas y cosmovisión; en tanto representación, Chikomexochitl es el grupo de semillas que el ritualista guarda en su altar, es el amatlatecmeh o recorte ceremonial germinal, por lo que existen recortes de Chikomexochitl oquichpil wan, Chikomexochitl sihuapil, Chikomexochitl tata, Chikomexochitl nana, Chikomexochitl ayotl, Chikomexochitl chilli, Chikomexochitl etl; es decir, se representan mediante Chikomexochitl las semillas locales de los alimentos que más se consumen y que se emplean para la siembra.3

Foto: Araceli Aguilar.
Chikomexochitl chilli del especialista Miguel Leonardo Cruz
Los amatlatecmeh, o recortes del papel,representan la semilla que se utilizará en los cultivos.
En este ejemplo es la semilla germinal del chile,por ello se antepone el nombre de Chikomexochitl, pues significa que es una variedad local y que ha sido asignada por su deidad.
Suelen representarse en color rojo, cuando son para vestirse y en color blanco para llevar al cerro y ofrendar.
14Desde este punto de vista, productos locales como el maíz y chile, principalmente, tienen doble propósito: sirven para el curar el cuerpo y el alma. En los rituales agrícolas también llamados “costumbre” o atlatlacualtiliztli (dar de comer u ofrendar), los campesinos buscan que, en virtud de sus ofrendas de comida y música, se tengan las mejores condiciones para sembrar y cosechar los productos del campo.
15Estos rituales, acciones ancladas a creencias sobre la concepción del mundo y encaminadas a una finalidad específica, buscan enlazar “los conceptos abstractos de la cosmovisión y los actores humanos” (Broda y Báez-Jorge, 2001). En el caso que nos ocupa describir, los rituales de tipo de agrícola tienen el propósito de controlar el plano de los seres humanos (tanto individual como colectivo) y el de las deidades, para que estén controlados aspectos meteorológicos y climáticos que no afecten al plano de los seres humanos. Pueden llevarse a cabo antes de la siembra, en tiempos de sequía, por los meses de abril, mayo y junio; cuando ya se sembró, regularmente entre julio hasta septiembre, entonces se pide para que la cosecha llegue a buen fin; y para agradecer la producción entre los meses de septiembre a noviembre.
16En relación con el segundo ámbito, es decir, el plano terapéutico, se centra tanto en la persona como en curar las enfermedades adquiridas, o bien “hechas mediante los trabajos”. En este sentido, es importante resaltar que una persona, en la concepción nahua, se conforma del nacayo, el cuerpo, que tiene a la par un tonal o tonalli,4 parte esencial de la persona y entidad dinámica comparable con el alma, que depende de las fuerzas o energías que brindan, entre otras cosas, la alimentación. Esta fuerza puede debilitarse por la penetración de entidades anímicas nocivas denominadas “malos aires”, que se deben retirar conforme a procedimientos cuidadosos guiados por expertos locales y por elementos específicos, como el chile que se aplica en el tratamiento. Sobre estos procesos centraré la atención en las líneas siguientes.
Los tlazolehecameh enferman el cuerpo y el alma
17Según la forma de ver e interpretar el mundo de los pueblos nahuas, existen dos tipos de aires: los cualliehecameh, los aires buenos, y los malos aires, que responden al nombre en náhuatl de tlazolehecameh. Lupo y Signorini (1989) plantean que “la palabra ehecatl se refiere tanto a la enfermedad atribuida a la penetración en el cuerpo de entidades etéreas nocivas, por ser su sustancia ontológicamente diferente de la del hombre, como al agente desencadenante. […] Se trata de un mal proveniente de la intrusión de un espíritu”.
18Al respecto, el mismo Lupo (1999) explica que existen tres niveles o formas de comprender los “malos aires”: 1) como los vientos, “enfermedades de carácter extrahumano que se consideran responsables de su origen y su caprichoso comportamiento”, 2) como un espíritu “o emanaciones de seres tanto extrahumanos como humanos, [que] representan un constante peligro para quien se tope con ellos”, y 3) como una enfermedad, pues en la nosología “ataca a quien hubiera entrado en contacto con un espíritu: en esta y otras categorías diagnósticas indígenas (por ejemplo, el nemouhtil, o ‘susto’), la denominación del mal se basa en el nexo metonímico entre agente causante y efecto patológico”.
19En este sentido, entenderemos a los tlazolehecameh o malos aires, siguiendo a estos autores, como: 1) el agente o espíritu que se introduce al cuerpo de una persona para provocar algún padecimiento y 2) la enfermedad cuyo origen se encuentra en estos agentes o espíritus que buscan atacar o debilitar el tonal (lo más parecido al alma) de una persona.
20Es importante anotar que dichas entidades energéticas están relacionadas con Tlacatecolotl o el Patrón y habitan regularmente en el Mictlan, el lugar de las inmundicias o inframundo y casa también del Patrón, caracterizado siempre como una figura de poder e identificado como mestizo, o coyomeh. Estas entidades se encuentran en lugares como el panteón, el monte, los cerros, los ríos, encrucijadas o caminos donde han tirado tlazolli, basura. Asimismo, existen otras formas de encontrar o “topar” los malos aires: por tetlachiwia, hechicería o brujería.
21Ahora bien, una vez que la persona topó el mal aire será importante para el especialista definir el origen y así definir la terapia para retirarlos. Pueden existir dos formas de adquirir dicha enfermedad: 1) si te topaste un aire en algún lugar público, pues tu tonal no es lo suficientemente fuerte, y entonces entró a tu cuerpo, o 2) si te hicieron “algún trabajo” para que te vaya mal.
22Esto suele determinarse por la lectura del maíz y con base en ello se comienza la terapia, cuya finalidad es “extraer el mal, el espíritu o el elemento patógeno que se introdujo en el cuerpo del enfermo” (Aramoni, 1990, p. 24). En relación con ello, esta misma autora, centrada en la terapia de tratamiento de la enfermedad, explica: “Respecto al mal aire, más cercano a la ruptura del equilibrio interno del grupo indígena, se puede decir que en su terapia busca restablecer la armonía de las relaciones sociales que sostienen la vida comunitaria, amenazada continuamente por pasiones y conflictos, productos de la interacción social, y que son comúnmente objetivados en la envidia y en su vehículo, la hechicería” (Aramoni, 1990, p. 23).
23De este modo, en las siguientes descripciones abordaré los procedimientos que debe seguir la persona enferma para retirar los malos aires y recuperar la salud. En primer lugar presento el tratamiento para diagnosticar y retirar un mal aire no provocado, es decir, que se encontró en algún espacio abierto; y en segundo lugar describo la variante del ritual para retirar malos aires producidos por la tetlachiwia, hechicería o brujería, en donde el chile tiene un papel central.
¿Cómo alejar los tlazolehecameh?
24El tlaochpanaliztli es el ritual de purificación donde se equilibran las energías y se restablece la salud. Se centra en el diagnóstico, tratamiento y restablecimiento del bienestar de una persona. Comienza con la lectura del maíz, cuyo objetivo es identificar el tipo de mal, continúa después el tlacotontli o tlatectli, el recorte del papel ceremonial, basado en el tipo de padecimiento. Por lo general, se realizan recortes de colores (para los siete tlazolehecameh). Estos recortes ceremoniales se colocan en el piso ordenados en relación con los planos del mundo5 y, frente a ellos, el tepahtihketl prende el copal y comienza la oración ritual para invocar a las deidades. Enseguida comienza a barrer a la persona(s) enferma(s) o familia implicados.6 Después comienza la ofrenda con la bebida: café, refresco, cerveza y aguardiente (estas dos últimas son indispensables), luego la comida: pan, huevo crudo o hervido y tamales (salados y con chile). Todo en cuentas de siete. Mientras se presenta la ofrenda, el especialista dialoga con las Antiguas para que la reciban.
25En todo momento, el discurso ritual es constante. Después de disponer la comida, se presenta un ave (pollo o gallina negra, blanca o de algún otro color) ante las deidades. Se degüella el ave encima de la ofrenda y se presenta la sangre a los amatlatecmeh. El ritual finaliza cuando se rompen todos los elementos empleados, pues con ese acto “se corta el aire” para que se aleje del cuerpo. Se ponen los restos en bolsas de plástico o se enrolla en papel periódico. El bulto de tlazol, de basura, se tira en algún lugar como el cementerio o los cruces de caminos.
26Existe una variante de este ritual en función del origen de estos malos aires, la tetlachiwia, hechicería o brujería. Cuando se trata una enfermedad provocada por un trabajo de hechicería existe un elemento fundamental para su eficacia simbólica: El chile.
Quemar chile para ahuyentar…
27En el ritual para retirar el mal aire existe una serie de variantes según el origen de la enfermedad. Cuando proviene de una tetlachiwia, hechicería o brujería,7 involucró un trabajo hecho por un especialista que se dedica a ello, entonces el elemento principal del rito para ahuyentar el mal aire es el chile.
28Los chiles se utilizan para retirar los malos aires. En algunos casos se queman para purificar y limpiar, y sobre todo para ahuyentar a los tlazolehecameh y, de esta forma, combatir el hechizo. Su cualidad de picante o picoso contrarresta lo kokok, lo picoso, lo ardiente y lo caliente, que es la cualidad que posee la tetlachiwia. En este tipo de rituales, además de seguir el protocolo antes descrito se utilizan chile (Santa María o Atekayotl seco), ajo y tabaco, por ser “fuertes”, junto al mohuite (Justicia spicigera), apasotlaxpoaxtli (Hyptis verticillata Jacq.), hierba del negro o epazotillo (Hyptis verticillata), cedro o teokuauitl (Cedrela odorata), talachilla, albahaca o tepeitoc (Ocimum basilicum), plantas también fuertes de aroma que permiten alejar, velas, copal, refresco (de sabor o Coca-Cola, pues se trata del Patrón), cerveza, café y aguardiente; huevo hervido o crudo, galletas y pan, y algunas veces es necesario llevar caldo de pollo y tlapepecholli, un tamal de ofrenda, de gallina negra o gallo, de acuerdo con la dificultad para retirar los aires.
29Según la magnitud o fuerza de estos malos aires, se quema el chile antes de continuar la barrida y se pasa de frente a la persona en tratamiento. Se dispone toda la ofrenda y se quema a un lado de los cortes ceremoniales o bien en el fogón u horno. El tipo de chile para este ritual suele ser chile de Santa María (Capsicum annuum var. annuum), una especie de semilla criolla domesticada y cultivada en la región huasteca (Güemes y Aguilar Meléndez, 2018). Es un tipo de chile seco mediano muy sabroso cuya característica es un color rojo brillante por el proceso de poscosecha de secado. Después se vuelve a hacer la lectura del maíz para determinar si el rito cumplió su finalidad.
30Otro tipo de uso es el de “sembrar chiles”, que sucede cuando una mujer no puede concebir hijos y presenta dolores o “picores” en la parte íntima. En este caso, si se determina que el origen de la enfermedad es una tetlachiwia, o hechicería, se dice que “le sembraron chiles” como parte del trabajo destinado a evitar algún embarazo. En conjunto con los chiles suelen usarse también artefactos, como clavos de metal y pelo de animal o de persona, así como objetos personales de quien recibió el trabajo. Los especialistas comentan que este tipo de trabajo suele realizarse para tratar problemas maritales. Para contrarrestar la enfermedad también se hace quema de chile y suplica en la oración que ese chile picoso sea suficiente para combatir lo picante y caliente que se ha sembrado. De esta forma se logra combatir el hechizo y se retira ese mal aire provocado.
A modo de cierre…
31Así como el maíz, el chile también se emplea en el campo ritual, como pudimos conocer a través de la descripción del ritual para ahuyentar los malos aires por su cualidad de picoso que permite contrarrestar “lo caliente y picante” que produce una tetlachiwia, o hechicería. El picor y olor del chile utilizado, el chile Santa María, permite regularmente que el rito sea el efectivo, pues si se ocupan otras variedades no puede lograrse la misma eficacia simbólica, es decir, no se logra el mismo efecto.
32Estas asignaciones y usos culturales de determinados elementos, como el chile, permiten conocer una de las diversas formas de interpretar y ver el mundo natural que es parte imprescindible de los pueblos originarios. Es importante mencionar que estos contextos naturales de los pueblos indígenas campesinos permiten que sean poseedores de un imaginario social y cultural como el que aquí se expone, que se encuentra en constante cambio y transformación biocultural, y ello pone en riesgo no solo determinadas especies nativas, sino también todo el conocimiento cultural que les rodea y complementa.


Bibliographie
Referencias
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Notes de bas de page
1 López Austin propone el concepto de “núcleo duro mesoamericano” para explicar la parte medular de lo que se ha entendido como el sustrato mesoamericano. “La formación de este núcleo se debe en gran parte a la decantación abstracta de las vivencias sociales, concretas, cotidianas y prácticas producidas a lo largo de los siglos. Del núcleo duro depende la organización de los componentes en el sistema, el ajuste e inserción de las innovaciones, y la recomposición tras la disolución o pérdida de elementos. Puede afirmarse que al menos una parte de dicho núcleo duro, arrastrada desde la época de los primeros sedentarios agrícolas meso-americanos, resistió a la conquista, a la evangelización y a la larga vida colonial, y que se encuentra presente en los actuales pueblos indígenas como uno de los componentes vertebrales de la tradición” (López Austin, 2012, p. 6).
2 La vida ritual agrícola se desarrolla a partir de los preparativos para la siembra, la bendición de la semilla, las ofrendas previas para rogar por una buena cosecha hasta las ofrendas posteriores para agradecer el fruto, pasando por los rituales intermedios dentro del ciclo agrícola que se adaptan a las condiciones climatológicas: sequía, exceso de lluvia o de sol, inundaciones, huracanes.
3 El maíz, el chile, el frijol, el tomate silvestre y la calabaza, en tanto elementos agrícolas, se representan en los amatlatectli, los testigos de papel, que en el plano ritual se denominan Semillas, a quienes visten y arreglan como personas pues consideran que son una extensión de ellos (amatlatectli, plural de amatlatecmeh).
4 Sobre los distintos significados de tonalli en el México antiguo, López Austin anota: “el sustantivo tonalli, derivado del verbo tona, ’irradiar’ (‘hacer calor o sol’, según Molina), tiene los siguientes significados principales: a, irradiación; b, calor solar; c, estío; d, signo del día; f, destino de la persona por el día en que nace; g, ‘el alma y espíritu’ (Molina: totónal); h, cosa que está destinada o es propiedad de determinada persona (Molina: tetónal)” (López Austin, 1996).
5 Regularmente existe un plano superior donde se encuentran las deidades celestes, en este caso también son un tipo de tlazolehekameh que habitan en el ehecapa, una capa del cielo. Luego, en la parte central, disponen a los malos aires del tlaltepactli o la tierra, así como al Patrón que también habita este plano. En la parte inferior suelen representar al Tlacatekolotl o Diablo, otros de los dos nombres con los cuales se conoce al Patrón.
6 También pueden hacerse barridas con objetos personales como fotografías, ropa, cabellos, platos o tazas de alguna persona que necesite curarse, pues guardan la energía de las personas.
7 Los “trabajos” son las enfermedades o padecimientos causados por petición de otra persona. Por lo regular se relacionan con la “brujería” que producen afecciones físicas, pero sobre todo envidias, chismes, problemas con la pareja o de “suerte” personal.
Auteur
Licenciada en historia por la Universidad Veracruzana, maestra y doctorante del Programa en Estudios Mesoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México.
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