II. Veracruz-Boca del Río
p. 39-53
Texte intégral
1Fundada por Hernán Cortés en 1519, Veracruz es la ciudad más antigua de México. En el periodo colonial, el puerto de Veracruz fue uno de los más ricos del imperio español y una de las principales puertas de entrada de los esclavos africanos a toda la región (Carroll, 2001; Alcántara López, 2002; Naveda Chávez-Hita, 1987; Ngou-Mve, 2005). Desde mediados del siglo xvi, se ubicó en medio de un tráfico marítimo y mercantil intenso proveniente de la península ibérica, La Habana, las Antillas y muchos puertos del Caribe continental y de la costa mexicana-como Cartagena, Porto Bello, Maracaibo, Pánuco, Tampico, Coatzacoalcos y Campeche (Antuñano Maurer, 1996; Blázquez Domínguez, 2000; Blázquez Domínguez y Díaz Cházaro, 1999). Pero al mismo tiempo, Veracruz fue siempre un lugar poco propicio para la vida cotidiana dados su clima tropical, las epidemias, los piratas y los incendios, todos ellos elementos que devastaban con frecuencia la ciudad y frenaban considerablemente su desarrollo urbano.
2Como consecuencia de ello, su actividad económica no era regular y dependía mucho de las llegadas de los barcos. Si bien Veracruz generó potentes grupos oligárquicos y propició grandes fortunas entre los comerciantes del puerto, también contribuyó a que la ciudad fuera un simple “lugar de tránsito” para entrar en la Nueva España y embarcar y desembarcar mercancías y materiales para las ciudades del Altiplano (Xalapa, Córdoba, Orizaba, México), que se encontraban en pleno desarrollo (Blázquez Domínguez y Díaz Cházaro, 1999, p. 85). Estos elementos también ayudaron a crear condiciones para que el comercio se convirtiera en una de las actividades centrales de la ciudad, a costa de otros sectores de la vida económica –como la agricultura y la industria – que estaban más desarrollados en las ciudades del Altiplano (Chávez Orozco y Florescano, 1965). Para protegerse de los asaltos de los piratas y los enemigos de España, se construyó, a finales del siglo xvii, todo un sistema de defensa formado por la fortaleza de San Juan de Ulúa, ubicada en una isla frente a la ciudad, con murallas y baluarte alrededor del cerco urbano (Martín Muñoz Espejo, 2005; Henández Aranda, 2002; Robelo Arenas, 1953, 1990). En esta época, casi toda la población urbana vivía intramuros (ver figura 1).
3La construcción de Veracruz como plaza mercante, abierta al comercio internacional, y lugar de distribución de mercancías y esclavos en toda la región, dio finalemente lugar al crecimiento de una población urbana que se veía atraída por esta actividad, a pesar de las condiciones de vida difíciles (Widmer Sennhauser, 2009). Por estas razones, no solo se asentaron comerciantes en la ciudad sino también otros inmigrantes dedicados a las ocupaciones y profesiones que reclamaba la vida urbana y portuaria. En su retrospectiva de la ciudad y el puerto de Veracruz, Carmen Blázquez y Concepción Díaz enumeran estos oficios:
Cargadores, enfardeladores, dependientes, artesanos, jornaleros, pulperos, carpinteros, albañiles, posaderos, herreros, carreteros, bodegueros, armeros, canteros, peluqueros, talabarteros, toneleros, veleros, zapateros, sastres, carniceros, pescadores, panaderos, sirvientes, escribanos, médicos, boticarios, etc. (1999, pp. 88-89).
4Después de la Independencia, en los años de construcción del Estado-Nación, se sucede en todo México un largo periodo de inestabilidad política y crisis económica. En Veracruz, la guerra civil entre liberales y conservadores, las luchas armadas, las fricciones políticas y varias invasiones extranjeras contribuyeron a que la vida portuaria se volviera aún más esporádica, afectando la fluidez de las comunicaciones con las demás ciudades que aseguraban el florecimiento de las actividades comerciales. Sin embargo, la ciudad nunca perdió su influencia ni su postura estratégica dentro del desarrollo nacional y a pesar de los bombardeos que a menudo sufrió el puerto, la reconstrucción de las infraestructuras urbanas y portuarias se realizó. En 1873, se inauguró la primera línea de ferrocarril entre Veracruz y México (Cruz Velásquez, 2002), lo que tuvo como impacto una expansión considerable de los intercambios comerciales y una mayor atracción hacia la ciudad, dando como resultado la llegada, en esta época, de muchos inmigrantes tanto del extranjero como del interior del país (Contreras Utrera, 1992).
5A partir de los años 1860-1870, con la llegada de Porfirio Díaz a la presidencia de la república, una serie de reformas contribuyó considerablemente a la transformación del paisaje urbano. La primera de ellas fue el completo desmantelamiento de la muralla que se expandía hacia el sur y el oeste. Sin embargo, se quedó el Baluarte de Santiago, hoy protegido y erigido como atracción turística. Después, se llevó a cabo un trabajo de extensión de la zona portuaria con la creación de canales de navegación lo suficientemente hondos como para dejar que atracaran los grandes barcos de vapor. También se construyó un sistema de muelles y grúas de descarga, entre otros (Domínguez Pérez, 1990; Kuntz Ficker y Connoly, 1999). Los trabajos más importantes, como la construcción del gran malecón, fueron llevados a cabo por una empresa inglesa, Pearson & Sons,1 que jugó un papel determinante en la transformación del paisaje urbano.
6En esta época, se necesitaba mucha mano de obra, lo que produjo un crecimiento importante de la población y una expansión rápida de la ciudad más allá del centro histórico. Durante este periodo surgieron varios barrios populares extramuros, como el Caballo Muerto o el hoy famoso Barrio de la Huaca. En los últimos años, este barrio ha sido objeto de una verdadera lucha por el reconocimiento, la patrimonialización y la ubicación espacial tanto de la cultura popular urbana como de la presencia africana y afrocaribeña y el mestizaje. En aquel entonces, vivían allí estibadores, pescadores, artesanos ambulantes y muchos obreros originarios de diferentes regiones de México, las Antillas y Cuba, que venían a trabajar en la construcción del ferrocarril, la extensión del puerto y el malecón o la de grandes edificios públicos que se edificaron en la ciudad.
7Después de la Revolución y la nueva invasión de Estados Unidos que ocuparon la ciudad durante siete meses, en 1914 (Pérez Montfort, 2008), la presencia de anarquistas y militantes obreros provocó un clima de agitación social y efervescencia política que resultó en el movimiento inquilinario de los años 1920:
A lo largo del siglo xix el diseño y la administración de la ciudad respondió a los intereses de los grupos de comerciantes y propietarios, dejando de lado las necesidades de la población mayoritaria asentada extramuros. El crecimiento y la expansión creada durante el Porfiriato agudizaron los problemas, que encontraron salida en el radicalismo revolucionario. Así se explica el violento sindicalismo y el movimiento inquilinario2 encabezado por Herón Proal en la década siguiente (Blázquez Domínguez y Díaz Cházaro, 1999, p. 125).
8Una de las consecuencias del movimiento inquilinario fue, a través de la promulgación de leyes, una nueva ola de expansión de la ciudad alrededor del centro histórico. Más recientemente, desde principios de los años 70, se dieron nuevos asentamientos de la población en el noroeste, en el oeste y en el suroeste del centro histórico. Las zonas residenciales3 se ubicaron a lo largo de la orilla del mar, al sureste de la ciudad.
9Del otro lado de la franja urbana, al extremo oeste y suroeste, se extendió la mayoría de los nuevos barrios populares, en espacios poco propicios para el uso habitacional (lagunas, dunas de arenas, etc.). Esta población se compuso, en gran parte, de migrantes de la región. Entre los dos extremos, se contruyeron varios complejos habitacionales de tipo Infonavit;4 en el noroeste: Buena Vista, Las Brisas, Médano del Perro, Chivería, Río Medio y Hortalizas; al suroeste: Infonavit El Coyol; y al sur del espacio urbano, en el territorio municipal de Boca del Río: Casas Tamsa, El Morro y Las Vegas (Rodríguez Herrero, 1996). Hoy, la ciudad de Veracruz colinda con la municipalidad de Boca del Río, antiguamente pequeño pueblo de pescadores, ubicado a 15 kilómetros al sur del centro histórico de Veracruz. Se urbanizó rápidamente en los últimos treinta años y se desarrollaron allí muchas zonas residenciales, centros comerciales y una zona hotelera prestigiosa.
10Según el censo de población que se llevó a cabo en 2005, el municipio de Veracruz contaba con 512 310 habitantes y Boca del Río con 141 906, lo que representa un total de 654 216 habitantes para el conjunto de la zona urbana, es decir, casi 40% más que la capital del estado, Xalapa (413 136 habitantes en 2005). La tabla 1 provee otros indicadores de comparación y permite observar la evolución poblacional para estas tres localidades, el estado de Veracruz y la totalidad de la república mexicana desde el censo de 1970 que se llevó a cabo por parte del inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía). También se pueden observar las diferencias de crecimiento poblacional: Boca del Río es el municipio que más desarrollo tuvo en los últimos treinta años, y le sigue Xalapa.
11Finalmente, en estos diferentes censos, la distribución por edad permite notar también un envejecimiento general de la población y la reducción de las diferencias entre Boca del Río y Veracruz.
12Sin embargo, estos dos municipios se diferencian marcadamente en cuanto a su manera de representarse, pues cada uno tiene su historia propia, a pesar de pertenecer por completo al mismo espacio urbano, y cada vez más equivalencias en términos de distribución de la población según la edad. Esta diferenciación es visible de forma muy simbólica en el eslogan que escogieron estos dos municipios para distinguirse uno del otro en el periodo estudiado (2008-2010). El de Veracruz fue concebido por la nueva administración municipal priísta y se encuentra, desde entonces, junto con el blasón histórico en el logotipo oficial que sirve para identificar a la ciudad. Este eslogan insiste en la antigüedad de la localidad y su carácter patrimonial: Veracruz, Primer municipio en América.
13El eslogan de Boca del Río está presente en todas las señalizaciones de la ciudad e insiste, a su vez, en el futuro y sus posibilidades: Boca del Río, lugar de oportunidades. Más que una mirada hacia el futuro, este eslogan se puede también leer como una manera de distinguirse de la gran ciudad vecina. De hecho, el centro histórico de Veracruz se ve como un lugar muy deteriorado en donde las normas de conservación del patrimonio histórico impiden la realización de ciertas obras urbanísticas, inmobiliarias y arquitectónicas. De la misma forma, en los barrios residenciales de los años 1950-70, prácticamente no se puede construir por falta del espacio requerido por las normas de las clases sociales más acomodadas. De hecho, muchas de estas familias dejaron primero el centro histórico de Veracruz para asentarse en los fraccionamientos del sur. Más recientemente aún, la tendencia de esta categoría social es dejar Veracruz para irse a los barrios residenciales de mayor prestigio, ubicados en Boca del Río, en el fraccionamiento Costa de Oro o en privadas construidas como fortalezas de gran lujo, más al sur, a lo largo de la carretera costera que une Boca del Río y Antón Lizardo.
14A partir de lo anterior, se puede leer el eslogan de Boca del Río como una invitación a nuevos residentes para que aprovechen “el paraíso de modernidad” que dicen que es este municipio.
15La cuestión de la concepción y los usos sociales de los espacios públicos es otro de los elementos que caracterizan la distinción entre los dos municipios de la zona urbana: Veracruz y Boca del Río. El centro histórico de Veracruz, como en la mayoría de las ciudades coloniales de América Latina, se compone de muchas plazas públicas y callejones. Algunos de estos espacios fueron objeto de programas de rehabilitación que llevó a cabo el municipio de Veracruz para crear zonas peatonales en los años setenta y ochenta. Hoy estos callejones están muy animados, en particular cuando anochece y durante los fines de semana. Los niños juegan, los adultos conversan, los turistas pasean y muchos vendedores ambulantes “bajan” cada día desde los barrios periféricos del oeste y el noroeste de la ciudad. Como suele ser el caso en otras ciudades, los espacios públicos del centro histórico son también el lugar de los portales en donde se ubican los cafés y los restaurantes-particularmente, en la plaza principal de la ciudad, el zócalo, el malecón y las pequeñas plazas del centro-. Pero en todos los espacios se lleva a cabo, desde hace algunos años, un proceso de reproducción de la cultura popular urbana de Veracruz. A petición de las instituciones culturales y, en algunos casos, con el apoyo financiero de los dueños de los cafés, en estos lugares tocan orquestas de danzón y de son (Malcomson, 2010; José Rodríguez, 2001; Castañeda, 2004; Galván López, 2009). Todos los años, a la hora de preparar el carnaval, las comparsas se reúnen también en estos lugares para ensayar, varias tardes por semana, de diciembre a febrero. Atraen una muchedumbre de acompañantes y viandantes que se impregnan paulatinamente del ambiente festivo, participando así en lo que Juan Antonio Flores Martos llamó la carnavalización de la ciudad (1998, 2004a). De esta forma, el municipio de Veracruz trató de reforzar, a través de una política de rehabilitación y patrimonialización, la cultura popular “callejera”, con la finalidad de convertirla, junto con el carnaval, en una de las atracciones turísticas.
16Por otro lado, Boca del Río se desarrolló estos veinte últimos años con una lógica muy distinta. Por una parte, conservó alrededor de su zócalo un pequeño centro histórico que se ubica en la orilla sur de la desembocadura del río Jamapa. Allí se organizan los festivales culturales y otros eventos públicos. Este espacio se concibe, entonces, como una especie de pueblo dentro de la ciudad donde se construye, tanto para los turistas como para los lugareños, una imagen de pequeño pueblo de pescadores, cuna de la cultura tradicional rural donde los “jarochos vestidos de blanco” bailan La Bamba (ver figura 2).
17Por otra parte, el desarrollo propiamente urbano de Boca del Río, en particular en la parte norte del territorio municipal hasta la frontera con Veracruz, dio lugar a grandes plazas comerciales a las que se llega en coche, como en el modelo norteamericano: Plaza Mocambo, Plaza Boca del Río, Plaza Santa Ana, Plaza Las Palmas y-la más importante y concurrida–Plaza Las Américas. Esta plaza está compuesta por galerías comerciales de alta calidad, un hotel de lujo, restaurantes distinguidos y de fast food, cines y grandes marcas nacionales e internacionales. Gran parte de las clases medias y acomodadas llega a estos “nuevos espacios públicos” con su familia o amigos el fin de semana o por las tardes-pero también llegan muchas personas de bajos ingresos que no pueden comprar casi nada y que lo único que pueden cubrir es el pago del transporte colec tivo desde sus barrios–.5 En estos espacios domina la lógica de consumo (Ghorra-Gobin, 1998, 2001), y cuentan con galerías ultra-aseguradas y servicios de policía privada, son asépticos e iluminados, tienen aire acondicionado y se encuentran ricamente adornados, exhiben una arquitectura modernista, por lo que la gente se queda con el sentimiento de haber participado de una civilización planetaria fascinada por el mundo mercantil (Ghorra-Gobin, 2001, p. 13).
18Otro elemento que caracteriza el desarrollo urbano de Boca del Río es la vida nocturna. Paulatinamente, se fueron multiplicando las discotecas y los antros, tanto en el malecón como a lo largo de los grandes avenidas al este del municipio. En su mayoría, son clubs privados que proponen música “joven” seleccionada y mezclada por los DJ’s. En estos lugares, los interiores son mullidos, climatizados y rompen con el universo tanto de las cantinas populares donde se reúnen los obreros cuando salen del trabajo como de las plazas públicas del centro histórico de Veracruz, en las que se baila al aire libre (Aguirre Aguilar, 2001, 2004). A esta división socioterritorial de la vida nocturna de la zona urbana se añade una división generacional –la cultura de los jóvenes se ubica más del lado de Boca del Río y la cultura de los viejos (danzonera y sonera), en el centro histórico de Veracruz.
19Por ende, otro elemento característico de la zona urbana de Boca del Río es el desarrollo reciente de instalaciones turísticas de lujo cerca de Plaza Las Américas y a lo largo de la costa hasta el centro histórico de Boca del Río, que se encuentra más al sur. Además del Hotel Mocambo que se construyó en los años cuarenta y que era, hasta entonces, el único hotel de primera categoría de los alrededores de Veracruz (De la Peña, 1946, p. 330), el municipio diseñó recientemente una infraestructura con el objetivo de hacer de la localidad un centro atractivo y económico rentable para el turismo de negocios. Con este propósito, aceptó el proyecto estatal de edificación de un mega-complejo de salones para congresos llamado World Trade Center, conformado por cuatro salas con capacidad para 2 600 personas; cinco para 450 a 800; y siete para 80 a 140 personas, así como la construcción de varios hoteles de primera categoría que tienen alberca privada y sus propias salas de conferencias para la organización de congresos. En esto también Boca del Río contrasta fuertemente con su vecina Veracruz, la cual alberga un tipo de turismo en su gran mayoría popular y nacional, atraído por el carnaval de Veracruz. El carnaval fue creado en 1925 por los comerciantes de la ciudad, quienes querían darle un nuevo impulso a la economía, después de la Revolución y los movimientos sociales que la sucedieron (Guadarrama Olivera, 2002).
20Este tipo de turismo acude a Veracruz también por las actividades balnearias que se llevan a cabo en el verano y durante las vacaciones de Semana Santa (animaciones, espectáculos de variedades subvencionados por marcas de cerveza y refrescos). Exceptuando estos periodos de afluencia que transforman significativamente el paisaje urbano (miles de personas duermen en la playas, en los coches o hasta en las banquetas después de haber bebido durante horas bajo el sol), el turismo de Veracruz no representa una actividad tan importante como la de otras localidades de México –DF, Cancán o Acapulco.6
Notes de bas de page
1 En este periodo, Weetman Pearson fue uno de los empresarios británicos más prósperos con sede en ultramar, en particular en Estados Unidos y México (Frierman, Andrew C. Godley y Wale, 2007). En todo el sur del estado de Veracruz, controlaba tanto la especulación inmobiliaria como el desarrollo de la explotación petrolera (Velázquez, Léonard, Hoffmann y Prévót-Shapira, 2010).
2 El movimiento social urbano de los arrendatarios (inquilinario) constituye, según Andrew Grant Wood, unos de los movimientos más dinámicos de la historia mexicana del siglo xx. Un grupo de prostitutas del barrio popular de la Huaca empezó el movimiento, dejando de pagar su renta para protestar contra los abusos de los propietarios que se aprovechaban de la penuria de los alojamientos, y reclamar una reforma legislativa de las rentas. VéaseWood, 2001; Maples Arce, 1927; Bolio Trejo, 1959; García de León, 1996; García Mundo, 1976; Lozano y Nathal, 1990c; Jean Norvell, 1996; Landa Ortega, 1996; García Morales, 1986, 1996.
3 Más conocidas como “fraccionamientos”, para diferenciarlos de las “colonias”, más populares.
4 Infonavit (Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores) fue fundado en 1972 como encargado de proveer un crédito inmobiliario a los trabajados.
5 Existen también plazas comerciales en el norte de Veracruz, cerca de las colonias populares. Son lugares de salida para las familias humildes, aunque son consideradas menos atractivos que la lujosa Plaza Las Américas de Boca del Río.
6 La actividad turística no se compara con la de otras localidades de la república mexicana. En 2004, Veracruz obtuvo la séptima posición en términos de cantidad de cuartos disponibles y la quinta posición en términos de cantidad de visitantes, según las estadísticas del Secretaría de Turismo (véase tabla 2).
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