Una mirada feminista sobre la participación de las mujeres en la guerra. El caso de El Salvador
A Feminist Look on Women’s Participation in War
Un regard féministe sur la participation des femmes dans la guerre
p. 105-116
Résumés
This paper deals with the reconstruction of the feminine identity of ex-fighting women who have taken part in the guerrilla, who have come back to villages and who are refugees. This reconstruction is based on substantial transgressions of traditional norms with regard to sexuality, maternity and mourning.
La exposición analiza la reconstrucción de la identidad femenina de las mujeres excombatientes, colaboradoras de la guerrilla, repobladoras y refugiadas. Ello a partir de la recuperación de las rupturas substanciales de las normas tradicionales del comportamiento exigido a las mujeres respecto a la sexualidad, maternidad y procesos de duelo.
Cette intervention aborde la reconstruction de l’identité féminine des ex-combattantes, des guerilleras, des « retournées » et des réfugiées. Cette reconstruction se réfère aux ruptures des normes traditionnelles survenues pendant la guerre dans le domaine de la sexualité, la maternité et le deuil.
Texte intégral
I. La realidad nacional después del conflico armado
1El rescate de las repercusiones que la guerra provocó en la identidad y subjetividad de las mujeres, no puede desligarse del momento de desastre nacional que se vive en El Salvador. El dolor, el miedo y la tristeza, a causa de las muertes y desapariciones de seres queridos en el reciente terremoto, remueven y descubren los dolores guardados, uniéndose a la desesperanza dejada por la guerra.
2Al mismo tiempo, las condiciones de desigualdad, injusticia, marginalidad económica, social y política que generó la reciente guerra, permanecen prácticamente intactas. Los niveles de pobreza se incrementan a causa de la imposición de medidas económicas (privatización de servicios, acelerada dolarización) en condiciones macro económicas totalmente desfavorables, poniendo a prueba de manera constante la fragilidad de la democracia.
3Los acuerdos al que se llegaron para dar fin a los 12 años de guerra, en su mayoría no se cumplen, el país mantiene un clima de violencia y autoritarismo. Ello se percibe más claramente en las reformas del sistema jurídico, se modifica sustancialmente las leyes como procedimientos pero se imposibilita su ejecución. Así, prevalece una práctica política jerárquica y dominante. Es cierto que se han experimentado cambios en el ejercicio político institucional de sectores antes enfrentados, pero no existe un cambio sustancial en las prácticas cotidianas de hacer política.
4A causa del conflicto, miles de víctimas se enfrentan, una vez más, a una situación extrema que repercute en la convivencia personal y social del país. Los programas de apoyo y reparación para familiares víctimas del conflicto armado fueron sólo un espejismo que terminaron siendo una burla para la dignidad de las personas. Estas, en su mayoría mujeres, quedaron en segunda fila de los programas de reinserción social, los que fueron diseñados y aplicados con una lógica masculina. Actualmente, se repite la impunidad y autoritarismo en la entrega de víveres, medicamentos y enseres para la sobrevivencia de los damnificados del terremoto, la empresa privada y la fuerza armada acaparan el control de las donaciones y privilegian a sus seguidores.
5La Asociación de Mujeres por la Dignidad y la Vida, nace precisamente en esta década de pos conflicto. El abanico de nuestras experiencias ha sido construida, de un lado, en tanto mujeres que participamos en la asociación y de otro lado, en tanto facilitadoras de espacios y procesos con mujeres de zonas urbanas y rurales, que participaron o fueron afectadas (directa o indirectamente) por el conflicto armado. Como organización feminista y como parte de esta historia, reflexiona y hace lecturas de aspectos que los informes oficiales no toman en cuenta, elabora propuestas para hacer sustancial la democracia con equidad genérica. Estudia temas como la maternidad, sexualidad, subjetividad y discriminación de género en los programas de reparación e inserción, aspectos que no preocuparon a los creadores y ejecutores de los programas y políticas de la pos guerra. Asimismo, realiza investigaciones que plasman la situación actual y las consecuencias para las mujeres. En este marco, queremos compartir las experiencias de los esfuerzos de recuperación de la memoria colectiva que contribuyan a establecer nuevas relaciones sociales entre las mujeres y hombres, haciendo más cercana una pedagogía de paz y equidad.
6En esta exposición, abordaremos de manera general los propósitos del conflicto armado y la participación de las mujeres. Trataremos específicamente la situación de las mujeres guerrilleras, colaboradoras del FMLN1, refugiadas y retornadas. Asimismo, analizaremos la sexualidad, la maternidad y los procesos de duelo en tanto aspectos significativos de la identidad y subjetividad femenina que fueron removidos y que afecta la convivencia y el ejercicio de la ciudadanía de las mujeres.
II. Los propósitos del conflicto
7Procurar mejores niveles de vida, construir una sociedad justa y humana, y el cese a la represión política, fueron los propósitos del conflicto.
8La imposibilidad de establecer procesos electorales limpios y el cierre de todos los espacios legales para la crítica y la lucha política, provocaron la radicalización de las demandas y los métodos de lucha de los sectores sociales. Se crearon estructuras armadas que planteaban const ruir un partido político que combinara la lucha política, militar y la del movimiento social. En este último, se encontraban diferentes organizaciones de mujeres que, en su condición de madres pobres, reivindicaban luchas especificas.
9Los programas de las organizaciones político militares no incluyeron las demandas de las mujeres y la presencia femenina en la vida política del FMLN fueron escasas. No obstante, durante la guerra surgen diferentes organizaciones de mujeres, vinculadas a las expresiones políticas del FMLN. Al finalizar la guerra, dichas organizaciones tratan de entender y aclarar su participación en la lucha política y social, a reflexionar sobre las desigualdades genéricas, sus causas y expresiones en la sociedad salvadoreña. Se dieron acercamientos al feminismo, lo que generó procesos de autonomía respecto a organismos partidarios.
10La negociación y los acuerdos de paz, definidos por las cúpulas político militares enfrentadas durante la guerra, ocasionaron desilusion y confusión. No se escuchó la voluntad de los diferentes sectores sociales y mucho menos de las mujeres cuyas demandas fueron excluidas de dichos acuerdos. La población femenina que colaboró con el FMLN no tuvo acceso a la tierra repartida, pues incluyeron únicamente a los “jefes” de familia. Las mujeres que participaron en la guerrilla urbana al no lograr desmovilizarse, no calificaron para obtener los beneficios de la desmovilización, perdiendo así la posibilidad de acceso a beneficios como becas y créditos.
11Hacer una lectura critica y revisar los Acuerdos de Paz, a pocos días del pacto, era un verdadero desafío. Estuvimos conscientes de haber participado en muchos acontecimientos de la realidad nacional pero estabamos ausentes en el pacto de caballeros que firmaron el gobierno y el FMLN.
III. La participación de las mujeres en el conflicto armado
12Durante la guerra las mujeres se involucraron en varios escenarios políticos. Mujeres guerrilleras, mujeres de las zonas controladas por del FMLN, mujeres refugiadas, mujeres comandos y mujeres para la representación internacional. Dependiendo del momento histórico y la relación con la estrategia política, cada espacio contó con diferentes características y valoraciones. Puntualizaremos tres de ellos.
Las mujeres guerrilleras
13Respecto a la cantidad de hombres, representaban una cantidad desproporcional, la presencia femenina no llegó a superar el 30% de la población del campamento. En el campamento existía una clara división del trabajo, los hombres estaban principalmente en estructuras militares y las mujeres en tareas de apoyo (cocineras, radistas, médicas, sanitarias, en finanzas y trabajo político de expansión). Pese a ser minoría, las mujeres destacadas asumieron mandos militares, pero el precio físico y emocional que tuvieron que pagar para demostrar que eran capaces de asumir un puesto destinado tradicionalmente a los hombres, fue muy grande. A la base de dichas políticas estuvieron los estereotipos de los roles genéricos.
Las mujeres colaboradoras de las zonas controladas por el FMLN
14Según informes de la Comandancia, el 23% de los municipios del país se encontraba bajo el control de la guerrilla. Las mujeres colaboradoras se establecieron en los departamentos de Morazán y Chalatenango. Estas zonas, conformadas por mujeres, ancianos y niños, constituían un espacio para oxigenarse y reabastecerse. Las mujeres sostenían la vida de la comunidad (alimentos, educación, salud), además de cumplir con los mandatos “de los muchachos”. Su colaboración consistía en la preparación de comida y la compra y traslado de alimentos, medicinas y ropa para la subsistencia de los guerrilleros. La figura masculina se constituye en una imagen de protección más que un apoyo real.
Las mujeres refugiadas y retornadas
15Se establecieron en varios lugares fuera del país, acá nos referiremos a los refugios de Colomoncagua y Mesa Grande. Estos refugios se encontraban cercados, aislados y despoblados, con una población femenina sustancialmente mayor. Bajo estas condiciones, persistió la división genérica del trabajo, con tareas tradicionalmente masculinas y femeninas. Las mujeres se dedicaban a actividades productivas (crianza de animales, talleres de costura y bordado) y se incorporaron a tareas de vigilancia nocturna para garantizar la seguridad interna de los refugios (cuidado de productos, orden en conflictos familiares, control de bebidas alcohólicas). También estuvieron a cargo de la educación (maestras) y la salud (promotoras de salud) de los refugios, desarrollando actividades de salud preventiva y curativa (higiene básica, limpieza de letrinas, control de la fertilidad). Trabajar en los refugios generó bienestar en las mujeres, pues se sentían útiles y productivas. Los hombres se incorporaron a los talleres de zapatería, sastrería, hojalatería y carpintería. Fueron los niños y ancianos de los refugios quienes se beneficiaron con el resultado del trabajo.
IV. El dolor invisible de la guerra : efectos en la vida de las mujeres
A. Rupturas en los madatos sobre la sexualidad
16La sexualidad es uno de los ejes centrales de la subordinación genérica. El control del cuerpo y la sexualidad de las mujeres es uno de los elementos, muchas veces imperceptible, más opresivos y humillantes. La sexualidad en las mujeres es aceptada si se produce en el marco del matrimonio monogámico, heterosexual y destinado a la reproducción humana. Toda sexualidad fuera de éstos marcos es considerada pecado y por lo tanto prohibida. A continuación exponemos las vivencias y rupturas de las mujeres en cada uno de los espacios políticos en que participaron. Es importante destacar que los cambios y efectos están marcados por los niveles económicos, educativos y la zona (urbana o rural) de procedencia de las mujeres.
Las mujeres guerrilleras
17Para las mujeres combatientes el imaginario y práctica de la sexualidad estuvo ligado al pecado, a la reproducción, caracterizada por una “fuerte represión sexual, ignorantes del funcionamiento de su cuerpo”.2
18Durante la guerra se modificó la visión de la pareja. Se aceptaron cambios frecuentes de parejas (tanto a hombres como a mujeres) y se podían mantener fuera del matrimonio. De hecho prevalecieron las parejas legitimadas por el mando. Los estereotipos de familia también se modificaron a partir del momento en que se autorizaron relaciones poligámicas e interrupciones de embarazos. Las relaciones sexuales se permitían siempre que se cumpliera con las normas de silencio, restricción en la demostración de afecto, rapidez en el contacto sexual y sexualidad centrada en el coito. Se distribuyeron anticonceptivos de manera masiva. Contradictoriamente, las mujeres que tenían relaciones promiscuas fueron sancionadas.
19Las valoraciones en relación al placer sexual, estuvo mediatizado por el afecto.
20Los cambios vividos en el ejercicio de la sexualidad durante la guerra aún no han sido integrados de manera positiva. No se rescata el placer y beneficio obtenido en ese tiempo sino los malestares que generó el haber roto con esos mandatos sociales. Generalmente existen sentimientos de culpa y vergüenza.
Las mujeres colaboradoras de las zonas controladas por el FMLN
21En ellas prevaleció el silencio respecto a su sexualidad, pues ésta no amenazó la vida de los campamentos, se desarrolló de manera tradicional. Las mujeres hablan poco y concretamente en relación al tema. Las ideas que sostienen reflejan mitos y prejuicios sobre la sexualidad, por ejemplo el que las mujeres tienen que conservar su virginidad.
Las mujeres refugiadas y repobladoras
22A causa de la falta de hombres, la comunidad se encontraba como insegura, razón por la que no constituía escenario propicio para el ejercicio de la sexualidad. Las mujeres repobladoras se enfrentaban a la ausencia total de hombres, su vida sexual cambió, dándose la expresión más abierta de los afectos, sobretodo en mujeres jóvenes. El trabajo doméstico vuelve a ser la actividad central para la mayoría de mujeres y tarea exclusiva para un grupo reducido. Por esta razón, la participación de las mujeres en los espacios de aprendizaje y organización comunitaria (repoblaciones) disminuyó drásticamente. Sin embargo, la solidaridad y la posibilidad de aprender actividades que nunca habían desarrollado, por considerarse masculinas, son algunas de las valoraciones más frecuentes que las mujeres manifiestan de su vida en los refugios. Ello no disminuía el vacío de libertad, que era lo que más les agobiaba y motivaba para retornar. Así, la posibilidad de circular con libertad y las añoranzas familiares eran las motivaciones fundamentales y comunes para retornar.
23En conclusión, es importante señalar que no obstante a las dificultades y penas, la incorporación de las mujeres a la lucha armada rompió en la práctica con las normas tradicionales de comportamiento sexual que se exigen a las mujeres. A pesar de estos cambios, las reflexiones no tenían un contenido liberador ni referentes progresistas. Dichas experiencias, afligen ahora a las mujeres con fuerte dosis de negatividad y culpa.
B. Rupturas en los mandatos sociales sobre la maternidad
24La maternidad es un punto central de la subordinación femenina. En efecto, el cuidado afectivo y emocional de los otros, específicamente de la familia, se convierte en un mandato de la feminidad tradicional. Esta imagen presume que todas las tareas relacionadas con el cuidado tienen que ser asumidas exclusivamente por la mujeres.
Las mujeres guerrilleras
25El embarazo implicaba la expulsión del ejército, se les recomendaba posponerlos y evitar las relaciones sexuales. Reforzando la idea de que la concepción era responsabilidad únicamente de ellas, se les presionaba a usar métodos anticonceptivos. Se practicó la interrupción del embarazo de manera clandestina y selectiva, cargada de un gran sentimiento de culpa y, nuevamente, centrando la responsabilidad exclusivamente sobre las mujeres. El deseo de tener hijos estuvo mediatizado por la posibilidad de garantizar el cuidado de éstos. Algunas mujeres se aseguraron que sus familiares cuidaran a sus hijos, para otras representó la posibilidad de descansar, algunas optaron por desertar. De este modo, las mujeres que dejaron a sus hijos, en ese momento no lo vivieron como un abandono sino como la única alternativa para mantener su compromiso político, posteriormente, vivieron con mucha culpa y arrepentimiento. Conductas que reafirmaron la irresponsabilidad paterna de los hombres. Finalizada la guerra, las madres biológicas, las sustitutas y los niños, han vivido situaciones dramáticas. En efecto, con el fin de recuperar a sus hijos y establecer relaciones tradicionales entre madres e hijos, las madres biológicas no tomaron en cuenta los vínculos afectivos establecidos con las madres sustitutas.
Las mujeres colaboradoras
26Para garantizar los relevos de la revolución y el cuidado de los hijos de las guerrilleras, a las mujeres colaboradoras se les alentaba a tener muchos hijos. El papel de madre se extendió a un plano más social, contribuyendo a reforzar el rol tradicional femenino. Ellas rechazaron el uso de los métodos anticonceptivos y, aún más, las interrupciones de los embarazos.
Las mujeres refugiadas y repobladoras
27Para ellas la maternidad continúa siendo un rasgo elemental de la vida de la mujeres, la que las define como mujeres y la que justifica el ejercicio de su sexualidad. Aunque la disminución del número de hijos de las mujeres jóvenes es evidente, les cuesta aceptar abiertamente el uso de métodos anticonceptivos y, para evitar la crítica y el rechazo de la comunidad, su uso es clandestino.
28El encuentro de la figura de madres con la de montañas nutrientes y mantenedoras de una guerrilla, dejaron saldos mínimos e insignificantes reconocimientos. La maternidad dejó una cuenta menos favorecedora para las mujeres, fuerte déficit en el ejercicio de la maternidad y con la soledad y la búsqueda solitaria de la restitución de círculos afectivos y emocionales con sus hijos.
C. Rupturas en los procesos de duelo
29Durante la guerra, la mayoría de las mujeres se enfrentó a pérdidas significativas (materiales, afectivas, psicológicas), las que generaron sentimientos dolorosos. Igualmente, se enfrentaron a un sinnúmero de situaciones que impedían la expresión de sus sentimientos y la elaboración del duelo.
30El duelo posibilita entender, aceptar, e integrar a la vida las pérdidas ocurridas, requiere de un proceso, de tiempo, de expresión de sentimientos, de dudas, de inquietudes. Si este proceso se interrumpe, quedan suspendidos, congelados los dolores, afectando así la convivencia social. Las mujeres generalmente no enterraron a sus seres queridos, no realizaron los rituales tradicionales (velatorio, misas) para socializar el dolor con familiares y amistades. Muchas veces ocultaron la muerte de sus seres queridos para garantizar la sobrevivencia personal. Las condiciones de vulnerabilidad y de constante amenaza de muerte les impidió realizar el duelo.
31Otro elemento que contribuyó a postergar el duelo fue la sublimación de la misma muerte, creyendo que la causa que motivaba a luchar procuraba un bienestar colectivo. Ello imposibilitó llorar a los muertos, negando el dolor y el daño que generaba. La impotencia frente a la impunidad, refuerza y bloquea considerablemente este dolor.
32El fin del conflicto armado no respondió las expectativas de lucha que sostuvieron durante tantos años las mujeres, la negociación no tomó en cuenta las expectativas de una vida diferente, que posibilite vivir de manera digna y en convivencia democrática. Una vez más, ello afectó considerablemente el imaginario colectivo.
33En este marco, para nosotras cobra un significado particular nuestra participación en la construcción del monumento a las víctimas civiles de las violaciones de los derechos humanos.
V. Retos del movimiento de mujeres
34Trabajar la salud mental de las mujeres, ha significado comprender la dimensión política del daño emocional que la reciente guerra causó a las relaciones sociales y políticas como a toda la sociedad en su conjunto. Consideramos que es una tarea pendiente que requiere de voluntad política, que únicamente sanando estas heridas será posible construir un mundo diferente, en donde el dolor humano nos impulse a transformarlo.
35Los daños a las estructuras psicológicas de las personas y a la subjetividad de todo el tejido social, nos impulsa a la tarea de recuperar la memoria colectiva y de reconstruir nuestra historia desde una perspectiva renovada, desde una identidad que fortalezca la cultura de paz y que cuestione las exclusiones en razón del sexo y, finalmente, desde una cultura política que reconozca las responsabilidades individuales e institucionales en la tarea de equidad y justicia en todos sus dimensiones.
36La democracia de género es una de las más deficitarias de la historia, por ello debe convertirse en prioridad. En la agenda pública de El Salvador, se encuentra pendiente el diseño y la implementación de políticas y programas de reparación socio económica y de reconstrucción que tengan en cuenta de manera prioritaria a las mujeres.
Bibliographie
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Las dignas en la pos guerra. Folleto Noviembre 1999.
Notes de bas de page
Auteur
Dignas, Associación de Mujeres por la Dignidad y la Vida, El Salvador.
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