Capítulo 2. Imbricación de estrategias y agentes para la carga y descarga en la minería del azufre en Ollagüe (siglo xx)
p. 36-48
Texte intégral
“Cargar nomás, sí. Cargar y descargar nomás. Nada más”.
Hombre, Ollagüe
Introducción
1A más de 5000 metros de altura, en la cima de los volcanes Santa Rosa/Ollagüe, Olca o Aucanquilcha, el azufre producido en Ollagüe entre 1887 y 1993 fue testigo de una trayectoria histórica específica con respecto a las estrategias utilizadas para la carga y la descarga. Las condiciones de extracción (altura, aislamiento) determinaron estas estrategias, en las que se observa una multiplicidad de agentes y objetos que participaron en el nuevo territorio extractivo ollagüino. A principios del siglo xx, los geólogos Benjamin Miller y Joseph Singewald realizaron una evaluación inicial del potencial minero de Chile. En su informe mencionaron las minas de azufre de los distritos Tacora y Ollagüe, del norte de Chile: “Solo se sacan de las minas los trozos de azufre prácticamente puro, el resto se desecha y el azufre se envía sin ningún tipo de refinado. Durante 1915 entraron en funcionamiento varias empresas nuevas, y el aumento de la producción exigirá en breve de mercados extranjeros, ya que el país solo requiere una cantidad limitada” [Miller & Singewald, 1916, p. 293].
2La obra de Miller y Singewald subraya el aspecto artesanal de las etapas de extracción, así como el transporte del azufre desde la cima de los volcanes:
“Hasta donde se sabe, no se ha construido ningún establecimiento para el refinamiento del azufre en esta región. La producción, que es pequeña en comparación con el distrito de Tacora, consiste enteramente en las porciones más ricas del caliche, que se separan a mano y se envían sin refinar [...] Se está trabajando en este distrito por una compañía que cava pequeños agujeros en las partes más ricas. Solo se extraen los trozos de caliche que contienen más del 90% de azufre, mientras que el resto se tira a la basura. El azufre se pone en sacos y se lleva a lomos de llamas a la estación de Ollagüe para su envío a Antofagasta”. [Miller & Singewald, 1919, p. 313-314]
3Sacos y llamas fueron los elementos fundamentales de la carga y la descarga de azufre a principios del siglo xx. La explotación de los yacimientos en las alturas de los volcanes andinos era difícil y con altos costos de producción. El trabajo era entonces artesanal y lo realizaban principalmente mineros bolivianos e indígenas [Galaz-Mandakovic & Rivera, 2020]. Debido a la altitud a la que se encuentran los depósitos de azufre, la carga y descarga se realizó en distintos momentos utilizando diferentes estrategias, agentes y tecnología. Llamas, mulas, andariveles y carros ilustran la trayectoria histórica de explotación minera desde uno de uno de los componentes de la cadena de producción más esencial: la carga.
Extraer y cargar
4La minería azufrera consistía en extraer el caliche en lugares donde el mineral de mejor ley era visible. Tomás Vila lo describe así:
“En Chile, las faenas de extracción del azufre de los yacimientos […] se reducen en la mayor parte de los casos, a extraer la sobrecarga estéril que cubre el manto de caliche y a explotar este último por el sistema de cantera o de tajo abierto. La faena se inicia, generalmente, disparando pequeños tiros de dinamita o pólvora negra, que facilita la remoción de la sobrecarga y, una vez descubierto el manto, se procede a arrancar el caliche con herramientas manuales como barrenos, barretas, cuñas, picotas y palas. […] El polvorazo arranca de 1000 a 2000 toneladas de caliche y piedra, que los contratistas a cargo de cuadrillas compuestas de 10 a 15 hombres, proceden a remover, chancar y sacar por medio de carros decoviles”. [Vila, 1939, p. 95]
5En estas primeras etapas, es decir, durante la extracción, el trabajo distinguía diferentes funciones: el barretero hacía los preparativos para volar gran parte de la superficie y los cargadores tenían que recoger las masas de mineral y cargarlas en sacos que eran trasladados por llamas o mulas, o cargar el azufre en camiones que transportaban a la planta de tratamiento, que era Buenaventura para las concesiones de la empresa Sociedad Azufrera Borlando y Amincha para la empresa S.I.A.M. Carrasco. Para los depósitos del volcán Tacora, en la región de Tarapacá, Officier escribió: “El mineral se saca a mano de las excavaciones y cuando un minero ha amontonado una pila suficientemente grande la ensaca, la carga en llamas y la lleva a la cancha donde la pesan. El ‘patrón’, para su seguridad, descuenta el 10 %. El indio, mascando sonriente ‘coca’, nada más desea” [Officier, 1923, p. 79]. En las entrevistas, los datos sobre este trabajo son escasos. Un relato informa que, hasta alrededor de 1940, los mineros ponían el azufre en capachos para ser transportado por mulas. Muchos llegaron de Bolivia para trabajar como cargadores, labor en que ganaban alrededor de 1 peso por capacho [Entrevista n/a, mujer, Ollagüe] (Figura 1, derecha).
6En la década de 1950, William Rudolph [1952, p. 574] habla de una mecanización muy rudimentaria:
“La mayor parte del caliche se perfora a mano y se rompe con explosivos. Se utilizan barras y picos para aflojar los fragmentos, que se cargan en carretillas o cestas de cuero. Los coches de vía estrecha, tirados por mulas o empujados por obreros, llevan el caliche a la salida de los túneles; desde los pozos se eleva en cubetas mediante pequeños cabrestantes manuales. Afuera, a veces en un lugar plano o cancha, el caliche se rompe en pedazos de unas ocho pulgadas de tamaño y se recoge para eliminar el mineral de baja calidad”.
7Una vez en el lugar, el azufre es ensacado para su venta: “El azufre en flor se ensaca para embarcarlo sin tratamiento ulterior. El azufre fundido se muele en trozos de más o menos 2 pulgadas y también se ensaca” [Officier, 1923, p. 80]. Sacos, carros y llamas; las estrategias para cargar el azufre desde la cima de los volcanes se complementaban a fin de soslayar el problema de la altura y las dificultades de acceso a los yacimientos. En 1951, un informe económico de la CEPAL proporcionaba estadísticas interesantes sobre la fuerza de trabajo necesaria a la producción minera: “En 1927-1929, los 220 obreros que ocupaba la industria como promedio, produjeron 67,6 toneladas de azufre refinado por hombre-año. En 1948, con 328 obreros se extrajeron 13 470 toneladas de azufre refinado, o sea, 41 toneladas por hombre-año, ¡o 166 kilos por hombre-día!” [CEPAL, 1951, p. 137] (Tabla 1). Estas cantidades diarias debían ser transportadas, por lo tanto, los sacos se transformaron en un objeto fundamental para cumplir con las exigencias de la producción. Un documento de inventario registrado en Buenaventura y fechado en junio de 1958 ilustra esta necesidad constante de sacos (Tabla 2).
Tabla 1. Datos de producción, 1942
Sitio | Toneladas | Número de trabajadores | Toneladas por hombre / equipo | Precio contractual por tonelada ($US) |
Aucanquilcha, Carrasco | 180 | 50 | 3,6 | 0,47 |
Puquios | 20 | 7 | 2,9 | 0,55 |
Buenaventura, Borlando | 70 | 52 | 1,3 | 0,60 |
Fuente: De Wijs [1943]
Tabla 2. Buenaventura, gastos administrativos de la Mina Santa Rosa, junio de 1958
Materiales | Cantidad | Total unidades | Precio unitario | Valor | Total |
Sacos viejos | “ | 28 | 60 | 1,680 | 1,680 |
Sacos viejos | “ | 2 | 60 | 120 |
Llamas, mulas, andariveles y camiones
8La introducción de mulas para el transporte del mineral, en sustitución de las llamas, provocó cambios en la organización del trabajo (Figura 2). El uso de mulas obligó a realizar ajustes tecnológicos y a modificar las prácticas asociadas a la movilidad tradicional. Las mulas tenían ventajas sobre los camélidos en cuanto a capacidad de carga, de modo que cambiaron la lógica y las técnicas de desplazamiento. Además, esta modificación tuvo un impacto en la economía local. A diferencia de los camélidos, criados con patrones de pastoreo tradicionales, las mulas eran híbridas y, por lo tanto, no eran reproducibles, sino que se adquirían a cambio de dinero en el mercado.
“—Usted me había dicho que desde Santa Cecilia se cargaba, en un comienzo, el azufre ¿en llamo?
—Sí po. Santa Cecilia… Más antes me habían contado que cargaban en llamos… aquí estaba la planta, en Ollagüe, la planta ahí. Ahí según dice la gente, dice eso. Después ya no po, después ya llegó los camiones.
—Usted se dedicaba a cargar.
—Cargar nomás, sí. Cargar y descargar nomás. Nada más”.
[Entrevista 9, hombre, diciembre de 2016, Ollagüe]
9La fuerza de trabajo en la minería azufrera de Ollagüe era altamente móvil y no estaba atada a un solo lugar. El 29 de septiembre de 1959, por ejemplo, la administración de Buenaventura envió un telegrama a la sede de Santiago: “A la fecha están trabajando a cargo de la Sociedad 10 hombres y entre ellos hay uno que se paga solo una tercera parte, acompañamos adjunto la lista correspondiente. En estos momentos la Mina cuenta con una dotación de 42 hombres de los cuales 14 son cateros, personal catero de Quilcha nos había prometido venirse a Santa Rosa después de las fiestas, pero aún no han llegado, creemos que están esperando su pago de este mes para hacerlo” [Rivera, 2018, p. 77]. Dos semanas más tarde, el 13 de octubre, la administración informó a Santiago que “la Mina ya ha aumentado su dotación pues a la fecha cuenta con 53 obreros entre ellos hay 17 cateros” [Rivera, 2018, p. 81].
10De los sitios azufreros andinos, los de Ollagüe tenían la mayor población, pero la intensidad de la producción era tal que había que atraer trabajadores de otros lugares. La alta movilidad de los trabajadores fue determinante en las decisiones de introducir cambios en los métodos de extracción y transporte, orientados hacia la mecanización y el reemplazo paulatino de la dependencia fluctuante de arrieros y cateros. Una de las novedades fueron los dos andariveles que se instalaron para transpor tar azufre, uno desde la mina de Santa Rosa de Luis Borlando, con su planta en Buenaventura, y el segundo que bajaba los caliches de azufre desde los depósitos del volcán Aucanquilcha per tenecientes a la S.I.A.M. Carrasco.
11El andarivel de la Borlando, de la marca alemana Pohlig, tenía una longitud de 1415 metros y una capacidad de 24 toneladas por hora, y bajaba el caliche de azufre en bateas desde la parte inferior del depósito del volcán Ollagüe, ubicado a 5254 metros de altura, a una estación de recarga intermedia situada a 4747 metros. Desde esta estación de recarga, el caliche era transportado en un andarivel monocable de marca Ropeways a la planta y estación de Buenaventura, de 11 200 metros de largo y una capacidad de 9 toneladas por hora. En la estación de Buenaventura “se carga sobre bodegas del ferrocarril que bajan hasta el puerto de Antofagasta con un recorrido de 436 km” [Leiding, 1934, p. 8]. Ambos andariveles operaban por medio de la gravedad, aunque el monocable requirió de un pequeño motor a base de diésel para el arranque. En 1934, Leiding escribió: “Tiene torres sencillas de madera y capachos hechos de tambores de fierro; su estado es bastante deficiente” [Leiding, 1934, p. 6]. La empresa S.I.A.M. Carrasco, por su parte, instaló un andarivel de doble cable de tipo Pohlig, con una longitud total de 13 820 metros y una capacidad de 16 toneladas por hora [De Wijs, 1943, p. 83]. Este andarivel llegaba hasta la planta de la empresa, ubicada en Amincha (Figura 3).
“—¿Y usted trabajaba de jornalero en la mina?
—Claro, en la mina trabajaba cuando llegué, trabajaba en el andarivel, porque ahí había… del andarivel transportaban el azufre desde la mina hasta acá a la planta de Amincha, tenían, por ejemplo, bajaban ciento… ya no me acuerdo mucho, 120 carros bajaban cargados. Cada carro era de 500 kilos, y subían 120 vacíos para arriba, entonces eso era mecánico, el peso arrastraba al vacío, así trabajaban antes. Ese era el único transporte que tenían, pero después empezaron a llegar los camiones ya, cuando empezaron a llegar los camiones fracasó el andarivel, porque era menos, digamos, la carga que traían los… el andarivel, y los camiones eran más carga y más barato, entonces por ahí empezaron a cambiarlo”.
[Entrevista 8, hombre, diciembre de 2016, Ollagüe]
12Los camiones finalmente reemplazaron a los andariveles. El instalado en el volcán Ollagüe fue desmantelado y vendido por par tes en 1948, solamente doce años después de haber sido instalado. No solo eso, los camiones también comenzaron a reemplazar a los mismos trabajadores:
“—¿Y en qué año llegaron los camiones hasta arriba en Amincha?
—En Amincha casi desde… no sé, a ver, debe haber sido en la década del 50 porque ahí… sí, yo creo, por ahí. En la década del 50 tiene que ser, porque ahí llegaron los camiones a la mina, no, no tiraban para abajo, transportaban de la mina al andarivel ahí; supongamos aquí había una estación del andarivel y acá eran las minas de donde sacaban el azufre y lo transportaban ahí, ahí nomás lo vaciaban. ¿Por qué razón? Porque todo el cerro era nevado, y la nevada no era de 50 cm o de 1 metro, no, eran 4-5 metros, entonces no podrían transitar los camiones. Después ya, cuando empezaron a llegar los camiones, yo creo el año 68, cuando yo llegué ya había algo de camiones, no muchos camiones, pero ya había. Aquí en Buenaventura igual, aquí en Buenaventura ya paró el andarivel ya, ya empezaron a acarrear en camiones nomás de la mina, ya paró ahí el andarivel. Entonces, eso implicó a que bajara la cantidad de gente que había, empezaron a reducir personal ya, un 10 %, un 20 tal vez, no sé […] después ya empezaron a llegar más camiones, más camiones ya, primero eran camiones chicos de 5 toneladas, 6 toneladas, pero después ya llegaron de 12, de 15 toneladas, entonces ya empezó a bajar más la gente, menos, menos gente”.
[Entrevista 8, hombre, diciembre de 2016, Ollagüe]
13En el marco del Proyecto Arqueológico Alto Cielo registramos una serie de documentos en el sector industrial de Buenaventura, los que se pueden analizar como índices de la consolidación del orden industrial en Ollagüe y, particularmente, de las estrategias de carga y descarga (Figura 4). Los documentos muestran dos niveles de burocracia: el relacionado con el control interno de la empresa Borlando y el asociado a la legalidad nacional. Se pudo acceder a los mecanismos de control del trabajo y las modalidades de organización interna de la explotación minera. Una carta de identificación de febrero de 1966 a nombre de Bonifacio Lazo Bautista, trabajador de la sección de Flotación, señala las tareas realizadas: “Alimentador / arnero / descargar / 5 viajes camión”. Un documento llamado “transporte caliche”, del 20 de mayo de 1961, señala el contenido de la carga desde el Buzón N° 1 de la Planta, por parte de Rufo Aramayo, chofer de la empresa: “Trajo 1 tambor de agua y 3 sacos de carbón”. Un telegrama del 14 de septiembre de 1953 desde Santiago a la empresa Borlando en Antofagasta, señala: “Despachada bodega 1565 con 170 sacos Champion y 100 sacos ventilado Andes punto También bodega 1451 concentrado Puquios”. Finalmente, un telegrama enviado desde Buenaventura el 22 de septiembre de 1959, señala lo siguiente: “Hemos calculado la cosecha del 15 ppdo., en más o menos 9 500 kilos de azufre Flor, actualmente hemos cambiado la proporción de carga de las tasas ya que estas no están haciendo los 500 kilos sino 420, a razón de más concentrado y menos caliche”. Lo que estos documentos revelan es que las cargas y el número de viajes eran detalladamente registrados. De carácter privado e interno, los documentos permiten comprender la dinámica asociada al trabajo desde el punto de vista de la disciplina y la consolidación del orden industrial en relación con la carga y la descarga.
14Finalmente, la última gran innovación llegaría con la introducción de cargadores frontales en la etapa de extracción, los que permitieron reducir considerablemente los tiempos de carga del azufre:
“—Usted trabajaba manejando…
—Sí, era chofer. Camión de doce toneladas. Esos camiones no vienen como ahora, freno de motor, hidráulico, nada de eso, todo era mecanizado. […] Ahí teníamos el campamento en Santa Cecilia, de ahí partíamos a la mina a cargar el azufre.
—¿Cuánto se demoraba eso?
—Una media hora. Sí, porque… Y ya en ese tiempo existían ya los payos, los cargadores frontales. Cargaban, bajábamos. Hacíamos cuatro viajes en las doce horas”.
[Entrevista 1, hombre, mayo de 2016, Ollagüe]
15Llamas, mulas, andariveles, camiones y cargadores frontales demuestran la sucesión e imbricación de los cambios generados en la industria azufrera de Ollagüe. Las condiciones de altura y de aislamiento determinaron las estrategias para la extracción del azufre, al igual que sobre la carga y de la descarga. Sin embargo, la introducción de innovaciones tecnológicas no implicó el reemplazo definitivo de las modalidades anteriores. Los vestigios de la carga y de la descarga iluminan las distintas estrategias implementadas durante los años de explotación minera. La minería de azufre en Ollagüe muestra que los camiones y la tracción animal, por ejemplo, coexistieron en algunos lapsos de tiempo, lo que contradice la idea de que los sistemas de carga y transporte reemplazaron inmediatamente a otros sistemas y que estos prevalecieron siempre sobre las formas anteriores.
El reemplazo definitivo
16Los altos costos causados por las limitaciones de altura de los volcanes impidieron que la industria azufrera ollagüina compitiera en el mercado internacional con el azufre extraído en Estados Unidos e Italia.Ya en la década de 1940, Pedro Bustos [1943] deploraba la falta de intervención del Estado y la ausencia de un proceso económico eficiente. Sin embargo, durante el decenio de 1960, la modernización de los sistemas tecnológicos trajo consigo cambios generales, por ejemplo, con la incorporación de autoclaves japoneses en las plantas de refinación. Las mejoras tecnológicas representaron una solución parcial a las dificultades de producción, que permitieron reducir los costos finales mediante la explotación de caliche con un menor contenido de azufre [Ministerio de Minería, 1962].
17La explotación de los enormes depósitos de azufre en las costas del golfo de México, en Estados Unidos, particularmente en Luisiana y Texas, modificó la industria mundial. Esta se basó en el precio y en la disponibilidad del azufre obtenido por el sistema Frasch, que transformó radicalmente las modalidades de la oferta. Con el perfeccionamiento de este sistema de explotación, concebido por Herman Frasch en 1903, Estados Unidos aumentó su producción, lo que le permitió abaratar los costos de extracción y dominar el mercado mundial [Haynes, 1942]. El proceso consiste en lanzar agua sobrecalentada a los depósitos de azufre subterráneo por medio de tuberías. Esta agua, cuya temperatura es superior a la de fusión del azufre, lo funde y lo extrae por presión de aire, con el agua, en un tubo concéntrico interior al primero. Este proceso rinde en una sola operación un producto líquido de alta pureza.
18En definitiva, la carga y la descarga de azufre por medio de tuberías, industrializada y en estado líquido desde domos subterráneos, reemplazó paulatinamente el trabajo artesanal de extracción del azufre, en caliche o estado sólido, desde las cimas de los volcanes. En Chile, las políticas neoliberales implementadas en la década de 1970 sepultaron cualquier intento de competir con el azufre líquido. Lo líquido reemplazó lo sólido y, con ello, a toda una industria minera de una región andina.
Bibliographie
Des DOI sont automatiquement ajoutés aux références bibliographiques par Bilbo, l’outil d’annotation bibliographique d’OpenEdition. Ces références bibliographiques peuvent être téléchargées dans les formats APA, Chicago et MLA.
Format
- APA
- Chicago
- MLA
Bustos Pedro, La riqueza del azufre en Chile, Memoria de prueba para optar al grado de Licenciado, Universidad de Chile, 1943.
CEPAL, Estudio económico de América Latina 1950. Hechos y tendencias recientes de la economía chilena, México, Naciones Unidas, Comisión Económica para América Latina, 1951.
Galaz-Mandakovic Damir & Rivera Francisco, “Bolivian migration and ethnic subsidiarity in Chilean sulphur and borax high-altitude mining (1888-1946)”, History and Anthropology, 2020. DOI: 10.1080/02757206.2020.1862106
10.1080/02757206.2020.1862106 :Haynes Williams, The stone that burnes: the story of the American sulphur industry, Nueva York, D. Van Nostrand, 1942.
Leiding Benjamin, Informe sobre las azufreras del volcán Ollagüe, pertenecientes a Don Francisco Caralps y otros, Antofagasta, IFMIA, 1934.
Miller Benjamin L. & Singewald Joseph T., “Exploitation of Chilean mines”, The Engineering and Mining Journal, vol. 102, 1916, p. 289-293.
Miller Benjamin L. & Singewald Joseph T., “Some Andean sulphur deposits”, Bulletin of the Pan American Union, vol. 46, 1918, p. 24-38.
Miller Benjamin L. & Singewald Joseph T., The mineral deposits of South America, Londres, Hill, 1919.
Ministerio de Minería, La minería del azufre en Chile, Santiago, Ministerio de Minería, 1962.
Officier Herbert, “Sulphur resources of Chile”, The Engineering and Mining Journal, vol. 113, n° 23, 1922, p. 995-1000.
Officier Herbert, “Reservas de azufre en Chile”, Boletín Minero de la Sociedad Nacional de Minería, vol. 286, 1923, p. 74-85.
Rudolph William E., “Sulphur in Chile”, Geographical Review, vol. 42, n°4, 1952, p. 562-590.
10.2307/211839 :Vila Tomás, La industria del azufre en Chile, Santiago, Imprenta Universitaria, 1939.
De Wijs Hendrica Johanna, Reconnaissance of sulphur deposits in South America, Santiago, M. Hochschild, 1943.
Auteurs
Arqueólogo, Universidad de Chile y PhD en Antropología por la Universidad de Montreal, Canadá. Investigador del Departamento de Antropología de la Universidad de Montreal, Canadá. Sus principales líneas de investigación son la arqueología histórica del capitalismo, la arqueología del pasado reciente, la antropología de la minería y el patrimonio industrial.
Arqueóloga y licenciada en Antropología Social, Universidad de Chile. Actualmente se desenvuelve como profesional independiente. Sus líneas de investigación son la etnografía, la arqueología del pasado reciente y el patrimonio material e inmaterial.
Licenciado en Antropología con mención en Arqueología, Universidad de Chile. Pertenece al Colegio de Arqueólogas y Arqueólogos de Chile A. G. Su trabajo se enfoca en la arqueología histórica urbana, la cultura material histórica y el patrimonio industrial.
Le texte seul est utilisable sous licence Licence OpenEdition Books. Les autres éléments (illustrations, fichiers annexes importés) sont « Tous droits réservés », sauf mention contraire.
La pandémie de Covid-19
Expériences américaines
Capucine Boidin, Claudia Damasceno, Marion Magnan et al. (dir.)
2022
Luttes pour l’eau dans les Amériques
Mésusages, arrangements et changements sociaux
Chloé Nicolas-Artero, Sébastien Velut, Graciela Schneier-Madanes et al. (dir.)
2022
La violencia que no cesa
Huellas y persistencias del conflicto armado en el Perú contemporáneo
Ricardo Bedoya Forno, Dorothée Delacroix, Valérie Robin Azevedo et al. (dir.)
2023
Bourdieu et les Amériques
Une internationale scientifique : genèse, pratiques et programmes de recherche
Afrânio Garcia Jr., Marie-France Garcia Parpet, Franck Poupeau et al. (dir.)
2023