Según fuentes policiales. Por qué los medios publican sin filtro la información policial, y lo que resulta de ello
p. 45-50
Texte intégral
1El periodismo y las fuentes de información son protagonistas de una puja por el control del discurso público. Suelen establecerse entre el periodismo y las fuentes ciertas reglas de convivencia, no siempre claras, no siempre transparentes, pero lo relevante es que esa disputa por el control del discurso no desaparece nunca, siempre está presente. Puede ser amistosa o agresiva, pero está. Pocas veces se les recuerda a las audiencias que las fuentes de información no son neutras; y, mucho menos, se les recuerda que el periodismo tampoco lo es.
2Las fuentes transmiten un recorte de la realidad interesado, por conveniencia propia o del grupo al que pertenecen. Y el periodismo… también. En los últimos tiempos se ha producido un avance importante de la incidencia de las fuentes sobre la elaboración de los textos periodísticos.
3De la información que publican los medios, cada vez es mayor la cantidad que se elabora fuera de la redacción, donde el trabajo se ha limitado a corroborarla, y no siempre. Esto se debe a varios factores. Uno que me interesa destacar es la precariedad en la que desarrollan su trabajo las y los periodistas. La reducción de los planteles en las redacciones, la falta de capacitación para el manejo de temas complejos, la multitarea, la obligación de elaborar contenidos para diversas plataformas y en diversos formatos, y todo en forma urgente, han derivado en que muchas veces las y los periodistas reproducen gacetillas de prensa elaboradas por equipos de comunicación. O consultan una sola fuente para elaborar las noticias que se publican, sin confrontar los datos con otras fuentes, sean testimoniales o documentales. Y lo hacen apresurados porque otro de los falsos valores de nuestros tiempos es la velocidad. Se premia, en los niveles de conducción de las empresas periodísticas, al que publica antes y no al que publica mejor, como solía decir García Márquez.
4Como contrapartida, hay sectores proveedores de información que han fortalecido sus equipos de prensa con el objetivo de obtener un mayor control del discurso público a través de una mayor incidencia en el proceso de producción de noticias. Determinados niveles de gobierno, de parlamentarios, y también por supuesto las empresas comerciales o industriales, tienen poderosos equipos de prensa que están dispuestos a ofrecernos a las y los periodistas, de manera más o menos rápida, una respuesta a cualquier requerimiento. Están entrenados en el manejo periodístico, conocen sus tiempos y ansiedades, sus ritmos, sus vicios, y por allí filtran su discurso. Esta respuesta de los proveedores de información, queda dicho, siempre es interesada, y sobre esto poco y nada se advierte a las audiencias. Lo remarco porque con algunos ejemplos que pienso mencionar más adelante trataré de demostrar que no basta con identificar a la fuente. Práctica que, por otra parte, no siempre se cumple ya que hay un abuso del off the record, es decir, la declaración que se atribuye a una fuente sin identificar. Para que se instale en las redacciones esta práctica de publicar sin filtro y sin confrontación la información que suministra una fuente, existe un requisito esencial más, esa información debe coincidir con la línea editorial del medio que la publica. Si no es así, si la consulta se hace con una fuente que representa intereses adversos a los del medio, o si el discurso que transmite está en contra de los intereses del medio, aparecerá el tiempo que falta en otras ocasiones para confrontar y matizar la información.
5Quiero referirme en particular a una fuente que, entiendo yo, todos y todas los periodistas han tenido que consultar al menos una vez en su carrera, la policía. Producir información policial es barato para los medios de comunicación, y les reporta grandes beneficios porque en general atrae mucha audiencia y, en forma subsidiaria, proyecta una escala de valores sobre la sociedad. Escala de valores que, lo señalo una vez más, coincide con la del medio que publica la información. Por eso la publica en espacios destacados. Cualquiera que haya observado con ligero detenimiento las páginas policiales de los diarios, los segmentos cada vez más amplios dedicados al tema en los noticieros de televisión, o los portales de los medios digitales, habrá notado con facilidad que no todos los delitos son considerados para la sección policiales, y no todos los delitos que se publican en la sección policiales tienen el mismo despliegue. Por lo general, la mayor atención la acaparan los homicidios. Pero tampoco cualquier homicidio. ¿Por qué algunos insumen horas de transmisión o grandes despliegues gráficos, llegan a las portadas de diarios y noticieros, y otros son prácticamente ignorados? Esto se debe a que una de las tareas esenciales de las secciones policiales de los medios es la construcción de un otro. Un otro al cual temer. Un otro del cual cuidarnos. Por eso siempre veremos con más despliegue aquellos homicidios en los cuales lo que se ha caracterizado como el pibe chorro disparó contra el comerciante, el empresario, el padre de familia, la madre, la embarazada. Esta distribución del espacio, la magnitud con la cual se lanza a la consideración pública un crimen así, no responde solamente al dolor que causa la pérdida de una vida humana. Se le da espacio, magnitud, porque contribuye a la creación de ese otro.
6El asesinato dentro de una cárcel también implica la pérdida de una vida humana. Pero no logra el mismo espacio en los medios. El asesinato en la pareja tampoco tiene el mismo despliegue, ni se fomenta desde los medios que se alcen voces pidiendo cambios en el Código Penal. A lo sumo se pide la cabeza de algún juez que no intervino a tiempo, que no es lo mismo. En cambio, en ese otro tipo de crímenes que citaba antes, en el homicidio del pibe chorro, se explota la empatía que puede sentir la audiencia con la víctima, y se la potencia. Se difunde, muchas veces de manera irresponsable, el mensaje «a vos también te puede pasar». Como dice el periodista y crítico cultural Daniel Molina: «La mayoría del público recurre a los medios para que les confirmen sus prejuicios. Mientras los medios lo hagan, le serán útiles a la gente». Y también: «Los medios logran fidelizar un público cuando le demuestran que son capaces de ser más prejuiciosos que ese mismo público». Desde el periodismo no debemos hacer eso. No debemos aumentar la angustia de las audiencias. Debemos mantener informadas a las audiencias, pero sin agregar niveles de angustia. ¿Hay delito? Sí. ¿Hay homicidios en ocasión de robo? Sí. Y causan mucho dolor, y destruyen familias, alteran la vida cotidiana de las personas y crean sensación de inseguridad. Pero también digamos que la mayoría de esos robos y homicidios los cometen de manera rústica, como dice Marcelo Saín, jóvenes que no son profesionales del delito, que en general terminan detenidos porque son torpes y que con una tarea profunda y sistematizada de política de inclusión son rescatables. De lo contrario, su destino es ser carne de prisión, como se dice con crueldad. Y las prisiones ya sabemos que no cumplen con el mandato constitucional, sino que son depósitos de personas, en su mayoría jóvenes, a quienes se saca de circulación para después, pasados unos años, reintroducirlos en el circuito delictivo. Por otra parte, vale la pena recordar que está comprobado, según estudios del juez Zaffaroni, que hay más muertes en accidentes de tránsito que en homicidios en ocasión de robo. Hay más muertes por suicidio que en homicidios en ocasión de robo. Hay más muertes entre conocidos y entre familiares, que homicidios en ocasión de robo.
7A nadie se le escapa que cuando le damos espacio a un hecho, le estamos quitando espacio a otros hechos, que también ocurren y a los que no les dedicamos el mismo esfuerzo, ni espacio. Y la elección de cuáles hechos merecen espacio y cuáles no nunca es ingenua. Es ideológica. La línea editorial de los medios no se refleja solo en las columnas de opinión y en las editoriales. La línea ideológica está en todo lo que vemos, leemos, escuchamos. Desde la selección de los hechos que se ofrece a las audiencias, hasta el sesgo que se elige darle a esos hechos. Como dijo Roberto Guareschi, ex secretario general de redacción de Clarín citando a Eliseo Verón: «en los medios se construye el “sentido” del acontecimiento, es decir la interpretación dominante en los medios y aceptada seguramente por los lectores y posiblemente por la sociedad». Volvamos a las fuentes. La información sobre hechos policiales que se publica en los medios tiene como principal fuente a la policía. Decía antes que no hay fuentes de información neutra. Y considero que la policía es un gran ejemplo de fuente de información que no es neutra. Por presencia territorial, y por mandato legal, la policía es la primera en tomar contacto con el delito. Esto le permite controlar, desde el comienzo, el sentido del relato, su profundidad, sus alcances. La policía, una policía autónoma, sin control político, involucrada muchas veces en el delito, nos ofrece, por lo general, una versión simplificada y sesgada de los acontecimientos.
8¿Cuántos son los medios que se toman el trabajo de confrontar la versión policial de los hechos con otras pruebas? Está bien, el periodismo no puede realizar allanamientos, ni acceder a determinados documentos o testimonios. Pero de allí a replicar sin matices la versión de la policía, hay escalas intermedias que se pasan por alto. ¿Cuántos son los medios que repasan el historial del comisario que suministra la información? ¿Cuántos son los que saben cómo llegó a ese cargo, qué desempeño tuvo en las comisarías donde prestó servicios antes, cuáles son sus contactos políticos? ¿Quién sabe cuántos apremios ilegales se cometieron en las comisarías en las que estuvo al mando? Los antecedentes de la fuente se consignan, o al menos se tienen en cuenta a veces, remarco a veces, con un ministro, un secretario, un diputado, ¿por qué no con un comisario? Por eso decía antes que, muchas veces, no alcanza con citar a la fuente con nombre, apellido y cargo. Volviendo a la crónica de un hecho policial, lo primero que tenemos, y a veces solo eso, es la versión de la policía. En el mejor de los casos, obtenemos la palabra de la víctima, o de los familiares de la víctima si se trata de un homicidio. Hago un paréntesis. Esta es una opinión respetable, a veces incluso aporta información valiosa. Pero entramos en otro terreno cuando nos dedicamos a televisar el dolor. Cuando se comete el error, la torpeza, la inmoralidad, de ponerle el micrófono a la víctima o a sus familiares para pedirles una opinión que no están en condiciones de suministrar justo en el peor momento de sus vidas. De modo que, en general, la policía es la única fuente a la que recurrimos. Es muy común que la policía avise a los medios cuando logra esclarecer un robo o desbaratar una banda. ¿En qué consiste esto? En exhibir algunos elementos recuperados y a un par de pibes esposados y de cara contra el suelo. A veces, con esto, logran grandes titulares. Incluso puede que aporten otra información, del tipo cómo estaba organizada la banda, que hacía tareas de inteligencia, que actuaba con violencia, que tenía herramientas, que tal y tal. Y el periodismo, ese periodismo atareado, sobrecargado, va y hace un video, toma un audio, redacta una crónica, y lo lanza a la audiencia. Todo a las apuradas. Porque viene la tanda. Porque hay que ganarle al medio de la competencia. Porque hay que estar primeros. Porque hay que impactar, y ¿qué más impacto que esas imágenes, ese relato de la banda desarticulada? No podemos seguir avalando esta clase de versiones, esta construcción de la noticia que nos hace la policía sin que ya nos demos cuenta y a la que nos sumamos, incluso con entusiasmo.
9El delito es una cuestión tan compleja que resulta irrespetuoso que yo trate de explicarla, en primer lugar, porque no soy especialista en el tema. Soy periodista, y eso no me habilita a abordar un tema que es amplio y profundo, que debe estudiarse desde diversas disciplinas. No puedo, no estoy habilitado a opinar con seriedad sobre el origen de la criminalidad y su posible solución. Lo que sí puedo decir es que no me interesa escribir crónicas sin contexto, sin espesura, redactadas con un molde, crónicas de ese periodismo de escribanía que transcribe lo que dice una fuente sin complejizarlo. Crónicas que lanzan afirmaciones sin respaldo estadístico, porque no hay estadísticas. Crónicas que no hablan del negocio del delito, de los grandes mercados delictivos, del circuito del dinero negro que produce el delito. Crónicas que no tienen en cuenta la historia de nuestro país, la de nuestros países hermanos, que pasan por alto las políticas económicas y sociales y de seguridad que se han aplicado a lo largo de la historia. Quiero contar la historia de esos chicos y la historia de sus padres y de sus abuelos, de sus barrios, de los gobiernos y las políticas económicas que padecieron. Quiero contar quién les provee las armas que tienen en sus manos, quién les compra las cosas que roban, qué policía los protege. Quizá no termine de entender, incluso con toda esa información, por qué esos chicos terminaron esposados, de cara al suelo, exhibidos por la policía. Pero quizá pueda entender un poco más por qué son esos chicos los que terminaron así y no otras personas. La pregunta que me hago es ¿por qué, en definitiva, voy a publicar la imagen de esos pibes esposados, en el suelo, y a titular: «se desbarató una peligrosa banda delictiva», así sin más? Eso es lo que hacemos. Y lo hacemos porque estamos desbordados de trabajo, porque no estamos capacitados para hacer otra cosa y porque el medio nos exige que lo hagamos porque responde a sus intereses. Es la construcción del otro, que mencionaba antes. Esos son los otros. Podemos distinguirlos fácilmente. Hemos aprendido, con el paso de los años, y a fuerza de consumir siempre el mismo mensaje, a identificarlos por su vestimenta, por su manera de hablar, por sus gustos musicales. Y, sobre todo, hemos aprendido a temerles. El miedo paraliza. El miedo nos hace pedir más seguridad. Más patrulleros, más vigilancia, más cámaras de video. El miedo nos hace pedir que avancen sobre nuestros derechos y sobre los derechos de los demás. El miedo nos hace pedir que nos vigilen más. Zaffaroni ha escrito mucho sobre esto, en especial en su obra La palabra de los muertos. Por supuesto, desde el comienzo he cometido el pecado de generalizar. Hay excepciones notables, admirables, y merecen ser destacadas.
10Pero el panorama general que vemos día a día es el de la aplanadora de noticias, el de la crónica lisa, sin matices, el de la búsqueda del escándalo. Hay que hacer que la noticia grite, llore, sangre, aunque no grite, ni llore ni sangre, dice Ezequiel Fernández Moore. No sabemos nada sobre criminalidad y difundimos la información que nos da la policía. A veces consultamos a pseudoespecialistas y citamos a los políticos que dicen que esto se soluciona llenando los barrios de patrulleros y endureciendo las penas. Y partimos de diagnósticos superficiales. Y cometemos errores graves. Así, se llena un barrio de patrulleros, se destruye el tejido de relaciones, se desatan enfrentamientos que antes no existían. Porque la policía, que gestiona y es parte del conflicto, brinda protección a ciertas bandas en desmedro de otras. Y entonces tenemos el barrio lleno de patrulleros, los vecinos pierden seguridad en vez de ganarla y sumamos más conflicto. Eso sí. El operativo termina con un montón de pibes presos, que serán rápidamente reemplazados por otros, y los verdaderos dueños del negocio seguirán allí. De todo esto, en los medios se habla poco y nada. Y por lo general mal.
11Se estila terminar esta clase de análisis con algún tipo de mensaje alentador. Voy a hacer el esfuerzo. Mi esperanza, la que me queda después de treinta años de periodismo, es que mis colegas más jóvenes rompan el círculo vicioso en el que estamos encerrados. Que aparezcan nuevos mecanismos de financiación para que los medios alternativos florezcan y sobrevivan. Porque hay sitios que les dan espacio a las voces alternativas al discurso dominante. Disputan, con enormes desventajas, el espacio público. Necesitan crecer, para que su oferta de otra versión de los hechos llegue a más audiencias. Los grandes medios de comunicación están atravesando una seria crisis en su modelo de negocios. Exploran alternativas para salir de ella, con relativo éxito y muchos fracasos. Esa crisis del modelo de negocios de los grandes medios arrastra en su caída al periodismo. Lo ha convertido en un espectáculo porque parece que el espectáculo es lo que vende. Y los grandes medios, por supuesto, venden. Para cerrar, una de las frases que más me gustan de Gabriel García Márquez:
Si lo que estás haciendo te importa de veras, si crees en él, si estás convencido de que es una buena historia, no hay nada que te interese más en el mundo y te sientas a escribir porque es lo único que quieres hacer, aunque te esté esperando Sofía Loren.
Auteur
Es periodista, editor y redactor del diario Río Negro desde 1986. Es además editor del sitio periodístico fueradelexpediente.com.ar desde 2008. Fue compilador de Aportes para pensar la reforma procesal penal de Neuquén (2013), coautor de Las investigaciones del diario Río Negro (2003), de Historia social y política del delito en la Patagonia (2010), y de Estado e infancia:
más derechos, menos castigo (2011). Fue expositor en las jornadas «Roca Blog Day» (2010 y 2011) y recibió el premio Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) en la categoría Derechos Humanos (1994).
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