Capítulo 4. El papel de la innovación tecnológica
p. 141-180
Texte intégral
1En el marco teórico y explicativo desarrollado hasta aquí, se ha intentado mostrar evidencia respecto a que la creación de riqueza como stock y como flujo ha dependido de los procesos de urbanización de un modo muy distinto al que ha ocurrido en las sociedades previas al siglo xx. En síntesis: muchos bienes correspondientes a actividades creadoras de riqueza anual –o riqueza como flujo– se han convertido en algo muy distinto a un acervo de capital reproductor de riqueza, al tiempo que son el ámbito donde estas y otras actividades económicas se desarrollan. Esa parte del acervo de capital encarnado en las ciudades en forma de infraestructura construida (rutas, autopistas, calles, viviendas, oficinas y otras instalaciones) puede o no generar riqueza en forma de rentas, productos o servicios. El problema es que solo una parte de este nuevo producto es decidido por el mercado y el dinamismo total de la economía no es igual en los períodos de urbanización acelerada que en los subsiguientes –tampoco el pbi que se va generando se compone de idénticos bienes y servicios–. Otra parte de ese producto es, o puede ser decidido por el Estado, por ejemplo, servicios de mantenimiento y renovación sostenible de ciudades e infraestructura, también servicios para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, presupuesto para actividades de mejora del capital humano (que incluyen investigación y desarrollo –i+d–), tareas de cuidado y otras actividades económicas.
2Pero precisamente, esa otra parte depende de la cuantía de la nueva riqueza como flujo. Pero ella está sometida a límites que dependen de múltiples factores. Algunos pueden ser la propensión a pagar impuestos y la calidad de las instituciones públicas para asignar el presupuesto con criterios de eficiencia y equidad. Asimismo, el grado de sometimiento de los presupuestos públicos a restricciones financieras internas y externas y el nivel de riqueza generado por el sector privado. Este último factor depende sin duda, entre otras cosas, de la innovación tecnológica. Tanto más, una vez que los mercados tradicionales –muchos de ellos vinculados a la fase urbanizadora– declinan por saturación o por sobrecapacidad estructural. Ello sin descuidar, a su vez, el hecho de que también existe innovación en las actividades como las industrias básicas, la construcción, el acero, la concepción de la infraestructura misma, etcétera.
3Otro aspecto importante de esta cuestión es que es precisamente en las ciudades donde el capital humano se ha ido conformando. De este modo, en aquellas con mayor tradición en el saber hacer determinadas cosas (por ejemplo, desde la producción de algún alimento o bebida, hasta equipos sofisticados para usos médicos o de la industria aeroespacial) existen ventajas para la innovación. Especialmente, tanto más cuanto mayor sea también la diversidad de los bienes y servicios allí concebidos y producidos. Incluso aunque estas dos fases –concepción y producción– puedan haberse separado en los últimos cuarenta años (esta posibilidad fue señalada en la figura 4 del capítulo 2).
4Al respecto, en la reciente recopilación de la literatura sobre el tema se tiene una amplia gama evolutiva de las propias posturas respecto a los nexos entre innovación, crecimiento económico y distribución espacial del mismo (Cooke, Asheim, Boschma, Martin, Swchartz y Tödling, 2011).
5Por el contrario, donde la riqueza anual creada por las industrias fue de la mano con la fase urbanizadora, el capital humano formado puede ser poco apto para ingresar en actividades innovadoras. Algunas que, además, se han desarrollado en forma más temprana en otras naciones y en sus sistemas urbanos. Es decir, lugares donde el capital humano conforma herencias de conocimientos, acceso a múltiples equipamientos y cultura de innovación.
6Pero además, en un mundo dominado por grandes corporaciones que lideran tanto la innovación como los mercados globales, las escalas de los mercados internos pueden ser una limitación adicional para lograr competitividad. En esas sociedades es más difícil hallar cosas nuevas por hacer aun cuando las necesidades insatisfechas puedan ser mayores.
7Es que las ciudades tal como las conocemos hoy –en particular desde la posguerra a nuestros días– han sido una inmensa fuente de actividades: cosas por hacer, generación de productos intermedios y finales, producción de bienes de inversión y de consumo, fabricación de diversos objetos y dispositivos cuya utilización se convierte tanto en necesidad como costumbre.
8Muchos dirán que esto es producto de la acumulación capitalista y de este particular modo histórico de producción. Sin embargo, desde este singular punto de vista, no habría grandes diferencias con las sociedades de Europa que transitaron ensayos comunistas y socialistas. Tampoco con el actual desarrollo de China. Entiéndase bien: no se habla aquí de si las decisiones se toman o tomaron en el mercado o las realiza o realizó el cuerpo burocrático o tecnocrático sujeto a las decisiones del comité central de un partido. Por el contrario, se trata de qué cosas se hacen, de qué modo, con qué tecnología y con qué acervo de riqueza previa. En síntesis: los estilos de vida materiales no son muy disímiles pues los impone la cultura y el paradigma modernizador, que es global a pesar de todas las diferencias en niveles de riqueza media y costumbres. Es por eso que se habla de una clase media mundial. En última instancia, las diferencias residen más en los tamaños de estas clases medias –y su peso relativo respecto al resto de los habitantes no pertenecientes a ellas en los distintos países– que en las desigualdades de riqueza de las mismas entre países ricos y pobres.
9Al respecto, es muy interesante señalar que, aunque se ha tornado una costumbre vincular el porcentaje del gasto en i+d sobre el pbi –e intentar correlacionarlo con los niveles de riqueza por habitante–, a menudo suele ser olvidado algo muy básico. Esto es: la masa de recursos en i+d no depende tanto del porcentaje del gasto sobre el producto destinado a innovación, sino de la riqueza previa generada (ver figura 32). Nótese, por ejemplo, las enormes diferencias en el gasto en i+d –expresado en valor absoluto– respecto al nivel de riqueza anual que generan los distintos países. Aún en el caso de China, el presupuesto total en investigación y desarrollo corresponde al 54 % del de los Estados Unidos, mientras que el de Suecia, es solo un 3 %.
10Es decir, la masa de recursos destinados a innovación tecnológica es en buena medida el resultante de la riqueza total que es capaz de generar una nación. Por lo tanto, no solo causa de ella.
11Esta última aseveración no significa, por consiguiente, que el factor innovación no influya sobre el producto –o riqueza anual creada por habitante–. No obstante, remarca algo muy importante: las posibilidades de alcanzar niveles críticos para generar dicha riqueza es muy disímil entre países. Este hecho no augura muchas probabilidades de convergencia, sea entre naciones o dentro de ellas.
12Este punto merece ser remarcado. Esto es así pues revela que, aunque muchos países puedan realizar grandes esfuerzos por innovar –destinando una importante parte de sus recursos a ello–, la posibilidad de obtener éxito no depende tan solo de dicho esfuerzo. Por el contrario, también de una multiplicidad de factores entre los cuales se hallan trayectorias previas que en general se vinculan con la división internacional del trabajo. Este proceso es resultado tanto de la historia como de la propia tecnología, de la dotación de recursos naturales y de los tamaños de su población (mercados potenciales de consumo y de mano de obra).
13Sin embargo, si se comparan estos esfuerzos en i+d respecto a los niveles de riqueza por habitante, surge un ordenamiento un tanto dispar respecto al de la figura anterior (ver figura 33).
14Es interesante observar que las fuentes de riqueza por persona –en el sentido del flujo anual de creación– resultan emblemáticas en algunos países. Sea esto por el nivel del gasto en investigación o la disponibilidad de mano de obra barata y abundante junto a grandes tamaños de mercado –al margen de los gastos en i+d–. O también, por el nivel de la riqueza basada en recursos naturales. En el mejor de los casos, por la combinaciones de estos factores. Ciertamente nada nuevo, pero revelador respecto de la dificultad de lograr convergencia entre los países que lideran la innovación a través de este mecanismo. Es decir que los nichos de innovación no son infinitos, ni libres de barreras –sean naturales o no– para la entrada de nuevos competidores.
15Por otra parte, nadie puede desconocer que la gran mayoría de los países que son líderes en innovación han participado en conflictos bélicos de gran envergadura y que, además, han estado sujetos a las tensiones geopolíticas propias de la Guerra Fría y a las nuevas en el mundo que emerge tras el fenómeno de China como fábrica del mundo.
16Nótese que, aunque China aparece con el segundo mayor presupuesto en i+d, ocupa el puesto 31 en cuanto a gasto de este indicador por habitante. Además, el puesto 66 en el pib por persona. Mientras, por ejemplo, países como Israel o Corea del Sur, con gastos en i+d por persona en los puestos 7 y 12, se hallan en las posiciones 25 y 27 respecto al pbi por habitante. Como clásico ejemplo de países con un pbi por persona intermedio tenemos a Chile, México y Brasil, con los puestos 43, 52 y 57 según esta variable. Asimismo, sus puestos en i+d por persona son 51, 57 y 33 respectivamente. En estos casos, sobre todo Brasil y México, las fuentes de riqueza y esfuerzos en i+d difieren ampliamente1 y ello en función de su inserción en el mercado mundial como factor que influye sobre las políticas autónomas. Esto, para no citar los típicos casos de países como Arabia Saudita o Kuwait, donde el indicador de pbi por habitante ha sido paradigmático para mostrar su poca utilidad para la medición de riqueza.
17Lo anterior se visualiza mejor aun cuando se realiza un ordenamiento de los datos del gasto en i+d por persona respecto al pbi por habitante –en forma del porcentaje–. Es decir, del esfuerzo relativo en innovación respecto de su resultado al nivel de riqueza creada por habitante.
18Esta última figura 34 permite ver la muy distinta incidencia del gasto en i+d respecto a su resultado expresado en términos de creación de riqueza por persona en forma de flujo anual. Flujo que no debería decaer para sostener el nivel material de vida promedio de una nación.
19Es claro entonces que la innovación es un factor clave en la creación de riqueza a nivel global –y su presencia ayuda a detener la caída del producto–. Sin embargo, puede ser un factor insuficiente para muchos países que necesitan compensar la pérdida de dinamismo de sus economías una vez saturados los mercados vinculados a la construcción de ciudades. Siendo estas, como ya se ha visto, parte de un proceso histórico que en algún momento tuvo lugar a causa de la renta obtenida de la explotación de recursos naturales u otra ventaja competitiva (por ejemplo, una mano de obra educada, entrenada y barata).
20Así, se repite, la composición interna de la riqueza como flujo –y también como acervo o stock– varía en las distintas fases de urbanización. Como parte del mismo proceso, decae el dinamismo de las actividades más vinculadas a la propia construcción y expansión de las ciudades, a medida que el proceso de urbanización tiende a la saturación. Otras nuevas cosas por hacer surgen en este ambiente de vida urbana signado por cambios, innovaciones, modas, hábitos, costumbres en las cuales la tecnología cumple un papel clave.
21Sin embargo, las posibilidades de crear nueva riqueza para generar poder adquisitivo en el mercado son disímiles y difícilmente puedan dejar de serlo a menos que prive otra mirada del problema global. Dicho problema es tanto más complejo a partir de las numerosas interrelaciones entre mercados que se han generado en las últimas décadas, situación que continuará en aumento.
22Desde el punto de vista teórico, es sabido que en el enfoque de Schumpeter –y en lo que se ha denominado la escuela neoschumpeteriana–, la innovación tecnológica ocupa un lugar central para explicar la larga vida del capitalismo como sistema evolutivo. Esto es así, tanto como el papel activo y creativo del empresario. Del mismo modo, se puede decir que este hecho ha relativizado el trabajo como única fuente de valor en los debates posmarxistas y marxistas (Grossberg, 2012).
23En trabajos previos ya citados (Kozulj, 2003, 2011), se ha mostrado que la innovación –en un sentido amplio que incluye tanto el cambio tecnológico como la diversificación de productos– ha permitido mantener un cierto dinamismo de la economía. Especialmente, en las fases donde los mercados ligados a la urbanización –vista como construcción de toda la infraestructura física– perdían o iban perdiendo progresivamente su impulso como motor básico del crecimiento económico. En paralelo, también se han remarcado las consecuencias macroeconómicas de cierto tipo de innovaciones. Esto, a partir de demostrar que, si ellas no incrementaban la productividad del capital, un ciclo de vida más corto de los productos podía implicar un sesgo distributivo hacia el capital en la formación de los precios de oferta de dichos bienes.
24De este modo, si las actividades sujetas a ciclos de vida más cortos ocupaban un lugar cada vez mayor en el producto (flujo de riqueza anual o pbi), la consecuencia podría ser una recuperación del capital más acelerada (a cualquier tasa de remuneración o rentabilidad). Una que dejara un espacio menor para la parte del producto destinada a remunerar otros factores productivos, como por ejemplo el trabajo o el pago de impuestos. Es este aspecto el que se vuelve a desarrollar en lo que sigue, aunque no el único.
Tipos de producto, ciclos de vida y su dependencia relativa respecto a las distintas fases del proceso de urbanización
25La destrucción creativa como rasgo esencial del capitalismo ha sido ponderada como uno de los aportes más originales realizados por Schumpeter a la ciencia económica. Para James A. Robinson y Daron Acemoglu (2012), esta destrucción creativa es propia de las sociedades exitosas, y utilizan este argumento para explicar la causa de la riqueza de las naciones, así también como agregan que estas son sociedades donde los grupos dominantes y formas de gobierno no son de carácter extractivo. Por cierto, una simplificación a la luz de lo expuesto en este trabajo.
26Como se sabe, fue a partir de su obra de 1912 –y sobre todo de las subsiguientes de 1939 y 1942– que Schumpeter estableció su teoría de los ciclos con base a las innovaciones, al papel del empresario emprendedor, la aparición en masa de emprendedores, productos e industrias. Del mismo modo, el vínculo entre grandes innovaciones y ciclos económicos de largo plazo introdujo el concepto de las llamadas ondas de Kondrátiev (tabla 4).
27El enfoque de la destrucción creativa es finalmente el de la competencia. Es decir, el de la lucha por la sobrevivencia del más apto y la adaptación de las empresas en el mercado. Es una lucha de lo nuevo contra lo viejo. Enmarcado dentro de una neta visión evolucionista donde lo viejo coexiste con lo nuevo, desarrollándose a distintas velocidades, fundiéndose para cristalizar nuevas realidades y hasta extinguiéndose. Fases todas que en parte son elusivas, aunque se plasman materialmente como un collage en cada momento de la historia. De hecho, los sistemas urbanos y las propias ciudades pueden ser vistos en cada momento como una fotografía de dicho montaje. Así como del resultado de la producción acumulada y en curso, en un punto preciso del tiempo.
Tabla 4. Principales hitos en el desarrollo tecnológico y sus nexos con el crecimiento económico y urbano
Año | 1800 | 1900 | 1950 | 2000 | 2050 |
Proxy al PIB mundial | 711 | 1657 | 2114 | 6073 | ¿? |
Millones de habitantes en grandes ciudades | 0,374 | 12,325 | 189,2 | 2438,1 | |
Ciclos de Kondratieff | Segunda ola de Kondratieff | Tercera ola de Kondratieff | Cuarta ola de Kondratieff | Quinta ola de Kondratieff | Sexta ola de Kondratieff |
Período | 1830-1880 | 1880-1930 | 1930-1970 | 1970-2010 | 2010-2050 |
Principales tecnologías impulsoras de actividades | Ferrocarriles, acero | Electrificación, químicos | Automóvil, aviación comercial, petroquímica, electrodomésticos | Tecnología de la información, comunicaciones | Fuentes energéticas nuevas, robótica, biotecnología, automóvil eléctrico, vehículos telecomandados, cuidados de la salud, geociencias, otras innovaciones |
Fuentes primarias de energía y otras | Carbón | Carbón | Petróleo, gas, carbón, hidro | Petróleo, gas, nuclear, grandes hidroeléctricas | Petróleo, gas, nuclear, grandes hidroeléctricas, eólica, solar, baterías de litio, fotosíntesis artificial, otras |
28Se dice que Schumpeter consideraba los ciclos de negocios como los latidos del corazón del sistema económico. A las crisis, como una fase de adaptación a las nuevas condiciones y al capitalismo, como un proceso en evolución con mutaciones económicas. Admitiendo, con esto, que su teoría estaba inspirada en autores como Marx y Charles Darwin.
29En línea con estas teorías evolucionistas, entendía de este modo a las innovaciones como variaciones importantes y no como variaciones infinitesimales en el margen en el sistema económico. Es decir: cambios históricos e irreversibles en la manera de hacer las cosas que se expresaban como cambios en los métodos de producción y el transporte. O también en la organización industrial, la producción de un nuevo artículo, o la apertura de nuevos mercados o de nuevas fuentes de materias. Cambios fundamentales en algunos de los anteriores sectores o en varios.2
30Como con toda gran teoría, las refutaciones empíricas pueden referirse solo a pequeñas partes de ella. En general es por eso que, sobre todo en ciencias sociales y humanas, los paradigmas no son tan destructibles como los lectores de la teoría de Thomas Kuhn (acerca del modo en que progresa la ciencia) podrían imaginarlo. Es decir, más que morir, las teorías sobreviven a pesar de la falsabilidad o no de sus hipótesis –y de las evidencias fácticas controvirtiendo hipótesis falsables–. Es así que conforman lo que prefiero llamar el campo de la ecología de las ideas o, como otros lo denominan, espacios controversiales (Nudler, 2011).
31La mirada neoschumpeteriana (Freeman, 1982, 1998; Nelson y Winter 1982, y muchos otros que trabajan sobre esta línea de pensamiento3) ha focalizado el tema central de la innovación tecnológica y su estrecho vínculo con el crecimiento económico.
32Así Schumpeter nos dice en su obra Desarrollo (1932) que:
La novedad es el centro verídico de todo lo que debe ser aceptado como indeterminado en el sentido más profundo, y siempre coexiste con una amplia área de, en principio, circunstancias y procesos determinados.
33Pero he aquí que el nexo entre urbanización y cambio tecnológico supone una mirada distinta a la que habitualmente se suele derivar de esta escuela. Esto es así, en tanto esta nueva mirada que se propone introduce el aspecto de la posible saturación de un conjunto importante de mercados cuya innovación no puede ni ser enteramente concebida, ni venderse en el mercado así como así, de no mediar una política muy bien definida y, en esta etapa de la historia, a escala global.
34Para hacer más tangible lo que se desea explicar, se presenta la tabla 5. En ella, se tipifica el análisis de las diferencias entre las industrias de bienes de capital (más ligadas al desarrollo de infraestructura, creación de capacidad productiva e industria bélica) y las industrias ligadas al consumo cotidiano masivo y de bienes durables y semidurables. Dicha tipificación se complementa con una sintética descripción de los principales impactos en la economía a través de la dinámica interactiva entre crecimiento y composición del producto. Luego, se vinculan estos aspectos con las fases de urbanización a fin de hacer comprensible la argumentación.
Tabla 5. Diferencias entre las industrias de bienes de capital e infraestructura y bienes de consumo masivo. La importancia para los ciclos de vida
Proyectos complejos e infraestructura | Proyectos simples-producción masiva | |
Producto | ||
Bienes de capital e infraestructura | Amplia gama de bienes de consumo | |
Elevado costo unitario | Costos unitarios relativamente menores o bajos | |
Ciclo de producto (décadas) | Ciclo de productos cortos y tendientes a ello | |
Componentes a medida no estandarizados | Componentes estandarizados | |
Interfases complejas | Interfases menos complejas o muy simples | |
Mayor inflexibilidad para la reconversión de productos y mercados | Flexibilidad de reconversión variable según productos y mercados | |
Organización jerárquica/sistémica | Sistemas organizativos más simples | |
Crecimiento de capacidad productiva muy ligado a construcción del estilo de vida urbano o bien al complejo militar industrial (CMI) | Demanda más estable cuyo crecimiento depende del crecimiento dela población y sus ingresos | |
Producción | ||
Proyectos individuales o de pequeña escala | Volumen de producción alto a masivo | |
Diseño afectado por el contratante | Diseño previo a la producción | |
Modificaciones de diseño sobre la marcha | Afectado por gustos y modas | |
Características según fases de desarrollo | ||
Desarrollo continuo durante la expansión del proceso de urbanización | Desarrollo continuo durante la expansión del proceso de urbanización | |
Altamente dependiente de presupuesto público | Dependiente del ingreso de los consumidores | |
Entra en crisis de sobrecapacidad pari passu la declinación del dinamismo del proceso de urbanización | Sus mercados decrecen en dinamismo pari passu con la saturación del proceso de urbanización pero son más estables | |
Necesita de nuevas decisiones gubernamentales para subsistir | La saturación de mercados es contrarrestada por la adición de nuevos productos y diseños | |
Va evolucionando hacia formas tecnológicas hipercomplejas (en el CMI ciclos más cortos) | El proceso de innovación acorta ciclos de vida | |
Impactos sobre la economía | ||
El volumen de proyectos afecta la tasa de inversión | Los ciclos de vida más cortos pueden afectar la distribución del ingreso de modo estructural | |
El gobierno necesita mayor presupuesto para sostener la industria. Hay una difícil recuperación de la inversión por mecanismos de mercado | Los consumidores desean mayores ingresos para acceder a nuevos bienes tecnológicos y servicios, reclaman rebajas en los impuestos | |
Infraestructura amortizada da lugar a sobrerentas y competitividad en condiciones desiguales, afecta la tasa de rentabilidad entre sectores, barreras de acceso | Posibilidad de captar rentas tecnológicas por plazos cortos. Tasas de rentabilidad volátiles sumadas a otras más parejas | |
Proyectos de rentabilidad garantizada pero no en su continuidad regular | Continuidad regular de mercados pero en contextos hipercompetitivos | |
Desigualdad ahorro-inversión. Fortalece al sector financiero | Parte del exceso de ahorros financia el consumo. Fortalece al sector financiero | |
Sobrevaluación de activos (uso de infraestructura amortizada, proyecciones de demanda no realizada) | Sobrevaluación de activos sujeta a fluctuaciones por riesgo tecnológico, ciclos de vida más cortos, riesgos de mercado |
35Lo que se intenta señalar es muy sencillo de entender a través de las ecuaciones de definición y equivalencia del producto bruto interno (pbi) y del valor agregado (va). Las expresiones a nivel agregado son, como se sabe:
- pbi = c + i + x – m
donde
c = consumo; i = inversiones; x = exportaciones y m = importaciones - pbitn = pbit0 + Δpbitn
Es decir que las variaciones interanuales o por períodos mayores se pueden definir como la suma del producto inicial de un año dado y la variación que se produce en el período subsiguiente. Esta puede ser positiva o negativa.
A su vez, Δpbitn puede corresponder a variaciones de las componentes c,i,x en tn - va = rc + rff
donde
va = valor agregado;rc = remuneración del capital y rff = remuneración del resto de los factores, siendo por definición pbi= va
36Ahora bien, desagregamos la ecuación (1) de modo tal de distinguir la inversión ligada a infraestructura (iƒt), a la creación de capacidad productiva de bienes tradicionales (ictrt) y a la creación de nuevos productos caracterizados por la rápida innovación e intensidad tecnológica (inpt). A su vez, por un lado subdividimos el consumo en aquel que es más dependiente de los ingresos asociados a la masa salarial (cmst). Por otro lado, aquel asociado a los sectores propietarios de las unidades productivas o bien a los de mayores ingresos debido a su elevada especialización o participación privilegiada en la sociedad sea por el medio que fuese (cnpt), la expresión (1) se transforma en:
- pbit = [(cmst + cnpt) + (iƒt + ictrt +inpt) + x - m]
Considerando entonces iƒt, ictrt, ∫(urbt), Δiƒt y Δictrt dependerán de Δurbt siendourbt la población urbana en un momento determinado del tiempo.
37En tanto es previsible la declinación del incremento de la misma a largo plazo, ello inducirá a una desaceleración del proceso de inversiones impulsadas por el proceso de urbanización. Debe recordarse que la infraestructura inicial siempre se construye con miras al largo plazo y también la capacidad productiva para productos con ciclos de vida mayores. Como es sabido, una declinación en la tasa de inversión, cualquiera sea su razón, es causal de recesión y de ciclos económicos. Las tradicionales medidas anticíclicas pueden no ser eficaces en un contexto de sobrecapacidad que se produce en un sector que además, por su naturaleza intrínseca, es incapaz de liquidar stocks. Esto, simplemente porque no se trata de una producción masiva en serie que los acumula. Por lo tanto, una recesión causada por este tipo de caída en la tasa de inversión producirá un descenso en el nivel total de actividad. Una recesión de tipo l, en la cual no solo es más prolongado el período de caída de la actividad sino que genera un umbral más bajo, más que una de tipo u.4 Umbral que se caracteriza por la pronta recuperación y la posibilidad de retomar el sendero de crecimiento.
38Por otra parte, a medida que la proporción de iƒt y de ictrt dentro de la inversión total disminuyen y aumenta la proporción de la inversión de tipo inpt, rff ocupará por necesidad, como luego será explicado, una menor proporción dentro de va. Ello a su vez repercutirá sobre cmst, profundizando una crisis estructural que da lugar al nacimiento de la sociedad dual.
39Lo anterior es consecuencia de que los sectores productivos ligados a cmst, iƒt e ictrt, que sostenían el modelo fordista –los Treinta Gloriosos, los Años Dorados– no se hallan ya en condiciones de regirse según las viejas reglas de juego. Estas consistían en acrecentar salarios junto a aumentos de productividad, garantizar el empleo estable y las condiciones básicas que daban lugar al Estado de bienestar y las antiguas políticas anticíclicas de tipo keynesiano.
40Sin embargo, el ingreso de China a la omc y su transformación como fábrica del mundo han reeditado en parte y en muchos países aquellos años gloriosos. Pero en un mundo altamente fragmentado y especializado en qué cosas se hacen. Existen fuertes dudas –y ya se ha visto– de que la declinación del incremental de nueva población urbana pueda sostener en las próximas décadas el impacto que la urbanización tuvo en estas dos últimas.
41En un contexto tal, si las inversiones se ven influenciadas por el proceso de urbanización, declinando en su dinamismo pari passu con él, el pbi solo podrá crecer si se aumenta el consumo total o las exportaciones o ambas cosas a la vez.
42A nivel mundial, la suma de todas las exportaciones e importaciones se igualan aunque existan efectos multiplicadores por los mayores intercambios (por ejemplo, infraestructura de puertos, caminos, aeropuertos, gobierno y otros). Por lo tanto, no pueden contribuir al dinamismo económico global si se tratara solo de los mismos productos. El consumo depende, como se dijo y en buena medida, de la remuneración del resto de los factores. Por ello, la declinación de la inversión asociada a la urbanización como proceso integral (infraestructura y creación de capacidad productiva) puede ser reemplazada por la creación de nuevos bienes, que implica el cambio tecnológico acelerado vinculado a ciclos de vida más cortos. Sin embargo, ante esto, la proporción del producto destinada a remunerar el resto de los factores será menor y ello será a su vez un obstáculo fuerte para aumentar el consumo. Sobre esto se volverá enseguida. No obstante antes, conviene remarcar que la fractura interna del aparato productivo es la forma de la matriz de generación de la sociedad dual. Conduce así, a una dinámica donde los que acceden lo hacen a una gama cada vez más diversificada de bienes y servicios y los que no, siquiera pueden acceder a satisfacer sus necesidades básicas.
43En una obra previa escrita en 2004 señalaba, en base a estos mismos argumentos, que:
El comercio exterior puede impulsar el crecimiento de algunos países, pero es incapaz de hacerlo de modo global por definición, salvo por el hecho de que aún el proceso de urbanización no se halla del todo completado y entonces funciona como incentivo de la modernización. Es el caso de Asia, en especial el de China e India hoy, pero no funcionará más después que ellos completen el proceso.
44En una mirada retrospectiva, tras diez años transcurridos, creo que la previsión no ha sido errónea.
45El énfasis puesto en la innovación tecnológica como modo de suplir ese plus de quantum de producto, de nuevas cosas para hacer, es un fenómeno evidente. Tanto, que casi no sería necesario referirse al mismo si no fuese por el hecho de que esta estrategia adaptativa mediada por la innovación puede tener profundas implicancias. Ellas se refieren a ciertos aspectos. En primer lugar, a la posibilidad de producir mejoras en la distribución del ingreso y que el desarrollo conduzca a la convergencia en el sentido de reducir desigualdades en la generación y distribución de la riqueza. En segundo, a los modos de organización social, cambio de valores y producción cultural de la sociedad del conocimiento. En tercero, a su relación con el complejo militar industrial y su creciente importancia como instrumento de políticas anticíclicas y alcanzar el sueño de una economía estacionaria o en crecimiento. Por último, a aquello que se ha llamado el proceso de desmaterialización de la economía. Es decir, tanto un menor uso de materiales por unidad de producto como una creciente proporción de servicios en la economía total.
46Cada una de estas cuestiones será analizada luego. No obstante, es necesario referirse al tema de la obsolescencia forzada de productos con el objeto de evitar la saturación de mercados y mantener en funcionamiento el aparato productivo. Esto, porque el capital invertido debe ser recuperado en un menor plazo que en el pasado. Pero a su vez, cada reemplazo supone tal vez mayores tamaños de mercados preestablecidos.
47Como se sabe, cuando se realiza el análisis de la rentabilidad de un proyecto a través de las técnicas de evaluación correspondientes se asumen hipótesis sobre ciertos factores. Estos son: el tamaño del mercado; los precios de venta esperados; los costos de inversión y los costos operativos totales incluyendo en ellos mano de obra, impuestos, insumos, otros. Los criterios básicos de aceptación o rechazo continúan siendo el valor presente neto –que debe ser positivo a una determinada tasa de descuento–, y la tasa interna de retorno. Esta última se define como aquella que hace nulo al valor presente neto y es la tasa a la cual la inversión será recuperada anualmente de cumplirse las previsiones efectuadas en el estudio de factibilidad económica, una vez decidida su factibilidad técnica. Para que dicha tasa interna de retorno se cumpla una vez decidida la inversión y ejecutado el proyecto, el comportamiento de las ventas y de los costos debe ser igual al utilizado en el estudio. Por lo tanto, las hipótesis de partida influyen en la formación de los precios de oferta.
48Ahora bien, de un modo muy simplificado los precios unitarios de oferta incluyen básicamente dos componentes. Por un lado, el factor de recuperación del capital: frc o rc. Por el otro, otros costos o el resto de ellos: oc o rrf. Es decir, lo que hemos denominado antes rc y rrf en relación a cómo se subdivide el valor agregado total. El que a su vez es por definición idéntico al producto, si utilizamos la expresión a nivel agregado de una economía o de todas ellas.
49Para que la tasa interna de retorno (tir) esperada se cumpla, la tasa de descuento utilizada en la fórmula del factor de recuperación del capital debe ser la misma. Una propiedad interesante de dicho factor es que depende de un modo no lineal del plazo de recuperación asumido. Por lo tanto, para períodos cada vez más cortos de recuperación de la inversión, el factor de recuperación del capital ocupa también una cada vez mayor proporción del precio de oferta de un producto.
50Para este análisis se parte de una función agregada de formación de precios de oferta compuesta por los factores ya definidos. Es decir, la remuneración del capital (rc), y el resto o remuneración del resto de los factores productivos (rrf).
51Se representa de manera simplificada una función de distribución de la parte del producto social correspondiente a los factores distintos del capital (básicamente salarios e impuestos). Esto, a partir de una fórmula que considere simultáneamente la relación producto-capital y el factor de recuperación del capital bajo la siguiente formalización:
- α = λc – c [i/1 - (1 + i) ^ - n]
O, lo que es lo mismo: α = pbi – c [i/1 - (1 + i) ^ - n]
Dado que λC = pbi
Donde:α es la parte del producto social que retribuye a los factores
distintos del capital (rrf),
λ es el valor de la relación producto/capital,
c es el valor del capital,
pbi es el producto bruto interno idéntico al valor agregado
[i/1 - (1 + i) ^ - n] es el factor de recuperación del capital (frc)Siendo i la tasa de descuento y n el plazo de recuperación del capital, se tiene por lo tanto que el valor de α aumenta cuando la relación producto-capital crece (disminuye la intensidad de capital), lo cual es trivial; pero disminuye con valores decrecientes de n de modo no lineal.
En efecto, derivando α respecto de n se tiene la siguiente expresión:
- δα / δn = c * i * ln (1 + i) / {[(1 + i)^ n/2]-[(1 + i)^ - n/2]}^2
la cual indica el signo positivo de la derivada (α crece cuando crece n, o bien disminuye cuando n lo hace). El comportamiento es acorde a una función cuasi hiperbólica, lo que señala la particular sensibilidad de la función respecto al rango de los valores de n, en especial cuando las variaciones se dan con valores de n inferiores a quince años.
52La figura 35 ilustra el comportamiento de la derivada parcial de la función respecto a n.
53Puede no verificarse la disminución de α por efecto de una menor vida útil –o plazo de recuperación del capital como consecuencia del cambio tecnológico continuo y acelerado–. Para ello, la condición es que deberían producirse importantes aumentos en la productividad (disminuciones en la relación capital-producto). Pero he aquí que –aun cuando la evidencia empírica es incompleta– los datos de la figura 23 (capítulo 3), referidos a la evolución de la tasa de inversión a nivel mundial y de la relación incremental producto-capital (o inversa de la capital-producto) para el período 1970-2011, no parecieran indicar que se haya producido dicho fenómeno. Por el contrario, sabemos que, por muchos motivos concomitantes, la tendencia ha sido hacia una menor participación salarial en el pbi, así como también de grandes dificultades para elevar la tasa de imposición. Este es precisamente uno de los puntos clave de la obra de Piketty (2013). El autor de El capital en el siglo xxi se esfuerza por mostrarlo y para ello centra toda su batería argumental en el aspecto distributivo. Sin embargo, sin hacer referencia alguna a la constante mutación de los bienes que conforman los flujos de riqueza anual y sus consecuencias sobre el empleo y la distribución del ingreso (tanto en cada nación, como entre ellas).
54La anterior función surge en realidad, como ya se dijera, de la más básica y agregada de formación global de precios de oferta. Compuesta esta por un factor de recuperación del capital (frc) y por otro (rrf) que englobaría el costo total del resto de los factores distintos al capital (básicamente salarios e impuestos).
55Del mismo modo, se repite que, si la tasa i utilizada para el cálculo del frc es la tir deseada o prevista y n es la vida útil del proyecto (o bien la base que se utiliza a priori para el cálculo de la tir en la evaluación de los proyectos), entonces los precios de oferta formados con ese frc garantizan la realización de la tir teórica de cada proyecto.
56Por lo tanto, el análisis del efecto de la disminución del valor de n sobre la distribución del ingreso es totalmente compatible con la noción teórica de la tir. Siendo que esta representa la remuneración del capital o la tasa a la cual el capital invertido se devuelve a sí mismo. Así, esto es la base de la reproducción ampliada del sistema económico tal como se lo conoce en los últimos dos siglos o poco más.
57Lo que se desea remarcar aquí es que, al haber distintos plazos de recuperación del capital acortados por la obsolescencia técnica forzada –o acelerada por efecto de la innovación–, se introduce un sesgo en la distribución del valor agregado. Este resulta a favor del capital y en contra del resto de los factores, lo que sin embargo, no implica una mayor remuneración del capital dado que se trata de una idéntica tasa interna de retorno o tir. Esto se desarrolla en la práctica a través del proceso de formación de precios de la oferta que, prácticamente, determinan los precios de mercado en una economía moderna.
58Este razonamiento puede chocar con el sentido común. En parte porque es estático y no introduce la cuestión de la demanda. Tampoco el hecho de que el exceso de ahorros puede crear incentivos para la inversión (como cuando las tasas de interés bajan) o bien crear condiciones de financiamiento para extender la masa de consumidores potenciales contribuyendo a sostener o aún a aumentar la demanda agregada. Dicho sea de paso, este es el argumento favorito de los que propugnan una reducción de impuestos como modo de reactivar la economía por inducción del consumo privado.
59Pero es que precisamente este nuevo enfoque desea poner la mirada en un ángulo distinto: uno que enfatice en la innovación. Dado que esta, aunque más necesaria que nunca para sostener y aumentar la demanda agregada en función de no disminuir el flujo de riqueza a crear, puede también traer aparejados problemas de diverso tipo. Por ejemplo, como el descrito en relación al impacto macroeconómico y global de una menor vida útil de productos en ausencia de una mayor productividad del capital.
60Si bien por el momento no se cuenta con una base empírica adecuada que permita profundizar sobre este aspecto de la problemática asociada al cambio técnico continuo y acelerado, el elemento teórico que se ha planteado es difícil de eludir. En la figura 22 antes presentada se ha mostrado alguna evidencia de que el cociente entre el incremento de la inversión anual y el incremento anual del producto ha sido creciente en los últimos cuarenta años. Ello indicaría que la productividad del capital habría disminuido. Es decir que, muy probablemente, la innovación como fenómeno en su conjunto no ha redundado en mayores niveles de productividad entendida como riqueza media por unidad de inversión. En cambio, alguna evidencia empírica y teórica sugiere una correlación negativa entre la aceleración de la obsolescencia y el crecimiento del desempleo (Tronti y Tanda, 1998).
61Pero también puede suceder que, por el contrario, la relación producto/capital o productividad del capital crezca sin que el dinamismo global sea suficiente para absorber el empleo excedente. Ello es precisamente lo que los partidarios de impulsar el consumo vía reducción de impuestos parecieran no ver (o bien no importarles en lo más mínimo). En este caso –y por lo general– no es la innovación la que genera esa mayor productividad del capital. Es el caso típico donde los incrementos de productividad a nivel microeconómico pueden ir acompañados de largos períodos de mal desempeño a nivel macroeconómico desde el punto de vista de la plena ocupación de la mano de obra.
62Por otra parte, ciertas investigaciones aportan evidencia concreta acerca de la coexistencia del acortamiento de los ciclos de vida de los productos, con una proliferación de nuevos modelos y productos. Por ejemplo, para el caso de la industria automotriz se ha estimado que:
A lo largo de todas las firmas manufactureras, el promedio del ciclo de vida de los productos se redujo desde 1970 desde un promedio de 7,5 años a 5 y se predice que dicho promedio estimado para Europa en 4,2 años en 1994 descendería a 3 años en 2005. (Holweg y Greenwood, 2000)
63Una tendencia similar es remarcada por Dušan Sabadka (2013), quien estima que el ciclo de vida ha pasado de una media de ocho años a solo cuatro en la última década. Lo que significa que se redujo también a casi la mitad el tiempo invertido en desarrollar nuevos prototipos. Además señala que, en consecuencia, el capital debe ser recuperado en un menor tiempo. Esto exige planificar cuidadosamente la producción en escalas menores por plataforma para hacer frente a una demanda cada vez más diversificada y que no puede ser manejada a través de inventarios o acervo de productos. Ello también requiere de nuevas arquitecturas financieras, de marketing y gestión de autopartes. En este último, se remarca además la tendencia a producir vehículos de lujo, lo que se corresponde con una distribución de la riqueza que lo permite.
64Otros investigadores, como Barry L. Bayus (1994, 1998), ponen en duda la generalización de la afirmación de que las empresas estén buscando acortar ciclos de vida de sus productos introduciendo nuevos modelos y retirando los viejos. Para ello, este autor analiza el caso de la industria de la computación. En las conclusiones de su trabajo afirma que:
Los resultados estadísticos efectuados son consistentes con los populares reportes de prensa que sugieren que los ciclos de vida de las computadoras personales han declinado con el tiempo. No obstante esta observación empírica no se debe a una subyacente aceleración en la innovación tecnológica o en el acortamiento de la vida de los productos debido a políticas empresarias. En vez de ello los primeros productos de las firmas que han entrado a esa industria en años recientes tienden a basarse en tecnologías previamente existentes y, de modo no sorprendente, esos productos tienen ciclos de vida menores que los de las firmas ya establecidas.
65Este autor sugiere así que, en realidad, para el caso analizado no es que se invierta más en i+d sino en nuevas líneas de productos. Esto, de manera que se aprovechen las ventanas de ventas ya abiertas por la introducción de productos, sobre la base de esfuerzos de i+d previos y balanceando los costos de inversión y retorno de ellos, lo que se halla asociado con las estrategias de cada firma. Sin embargo, también afirma que estas conclusiones no son extensibles a otras industrias y que en general faltan estudios en profundidad sobre el tema. Considero que este argumento apuntaría más hacia la posible relación capital producto incremental (si disminuye o aumenta) que negar el hecho del acortamiento de la vida útil de los productos. En todo caso, lo que afirma es que la inversión incremental en i+d pudiera no ser necesariamente mayor.
66Otras aproximaciones sobre el tema dan por sentada la disminución del ciclo de vida y de la duración de los productos. Asimismo, se vinculan con temas ambientales, de reciclado y de dificultades de control de calidad. También, con otros de planificación de las actividades de i+d y de mercadeo. Incluso con algunas críticas al consumismo. En esta línea, se puede mencionar a Preston G. Smith y Donald G. Reinertsen (1992); William Qualls; Richard W. Olshavsky y Ronald E. Michaels (1981); Jos van Iwaarden y Ton van der Wiele (2012); y Lydie Tollemer (2014).
67Aun cuando esto merece ser profundizado, planteo si no cabría interrogarse seriamente respecto de esta mutación de la composición interna del pbi. Sus causas –la combinación entre la desaceleración de la urbanización incremental y la creciente obsolescencia forzada– hacen preguntarse: ¿no son acaso factores estructurales explicativos de las características del capitalismo de los últimos cuarenta años? Factores que autores, como Thomas Piketty, observan desde otra perspectiva.
68La respuesta no puede ser concluyente, aunque sí totalmente plausible a partir de brindar teoría y datos. En particular, porque se modifica radicalmente la relación entre riqueza como acervo y como flujo anual de un modo que no ha sido percibido, al parecer, integralmente por la ciencia económica.
69Es necesario remarcar que la limitación estructural a la mejora de la distribución del ingreso por el impacto de una menor vida útil afecta tanto a los salarios como a la parte destinada a financiar el gasto público. Parece oportuno recordar aquí que es justamente hacia mediados de los 70 cuando más se hace notar el punto de inflexión en las pautas distributivas. Así como también, las presiones para disminuir el gasto público y la presión tributaria. Ambas limitan la demanda agregada y ello se revela de un modo más claro en las fases de este proceso evolutivo, en las cuales el crecimiento es menos arrastrado por la urbanización extensiva tal como ha ocurrido antes del impacto de China como fábrica del mundo –y posiblemente vuelva a ocurrir en las próximas décadas–. Por otra parte, es también en este contexto en el cual las políticas activas redistributivas conducen al fenómeno (inédito en el lapso 1950-1970) de estancamiento con inflación.
70Pero, paradójicamente, una vez entrado en régimen el estilo de vida urbano para grandes masas de población, es cuanto más se requiere del gasto público y de la redistribución del ingreso. Entre otras razones, por las expuestas por William Jack Baumol5 (1967, pp. 415-426) en su trabajo pionero sobre el tema, que considero que muchos economistas deberían releerlo una y otra vez. En este se sostenía que las necesidades de atención médica, educativa, de seguridad, mantenimiento de infraestructura y otras son crecientes en las sociedades urbanas pues están directamente asociadas al modo de vida en ellas. Estas actividades, a diferencia de las industriales, son mano de obra intensivas y difícilmente ningún progreso tecnológico pueda evitar eso. El modelo que utiliza Baumol se ha basado en suponer dos sectores. Por un lado, uno progresivo vinculado a la industria donde la innovación tecnológica puede reemplazar mano de obra sin afectar la calidad del producto final (o aun su precio). Por otro, uno no progresivo vinculado a la prestación de ciertos servicios urbanos.
71La explicación que se ha brindado en este capítulo respecto al impacto de la obsolescencia forzada sobre la formación de precios de oferta –y su nexo con la distribución del ingreso– afecta principalmente al sector progresivo en la terminología de aquel autor. El problema enfatizado por Baumol se ha vuelto aún más complejo. Esto es así, dado que también en los sectores expulsivos de mano de obra –los más productivos de la economía– lo que restaría para salarios e impuestos sería menor a lo que lo fuera en los Años Dorados.
72Respecto al énfasis puesto por Baumol (1967) para explicar el fenómeno en los sectores no progresivos, merece una cita literal:
Uno de los mayores problemas de nuestro tiempo es la crisis en grandes ciudades. Junto a la suburbanización en la periferia, las ciudades atraen grandes masas de población. Aún los centros de las metrópolis se hallan plagados de una variedad de enfermedades, que expanden los niveles de deterioro urbano, incrementos en la polución de la atmósfera, empeoramiento del tránsito, problemas educativos críticos, y, sobre todo, montañas de presiones fiscales. Los problemas financieros son posiblemente la verdadera cuestión central de todo este tema debido a que sin fondos adecuados no se puede pensar en montar un efectivo plan de ataque. Más de una iniciativa de reformas consistentes en programas para tratar con estas dificultades de las ciudades se ha hallado con déficits monstruosos, déficits cuyo origen aparecen sin una explicación razonable. En esos casos pareciera que no hubiera forma de dar cuenta del crecimiento de las necesidades financieras de las ciudades porque el presupuesto que solía ser de lejos adecuado un tiempo atrás, en solo una década amenaza con interrumpir los servicios más vitales. Cuando el proceso de pugna política se halla involucrado, resulta sencillo echarle la culpa a los elevados costos pagados, a la ineficiencia y a la corrupción, pero cuando se debe asumir el gobierno los planes de reformas administrativas parecen ser consistentemente aguijoneados por su inhabilidad para obtener los fondos requeridos a través de la eliminación de los abusos. El elemento crítico en la explicación se vuelve claro cuando se tienen en cuenta la cantidad de actividades de servicios vinculados a la ciudad que caen dentro de la categoría del sector no progresivo de la economía. El grueso del gasto es en servicios que, como la educación, ofrece limitadas oportunidades para incrementar la productividad. Lo mismo ocurre con la policía, los hospitales, los servicios sociales y una gran variedad de servicios de inspección. A pesar del uso de la computación en medicina, del planeamiento del tráfico, del uso de circuitos cerrados de televisión y de una gran variedad de artefactos, no existen sustitutos para la atención personal de los médicos o la presencia de una patrulla en un vecindario con alto riesgo de criminalidad. El grueso de los servicios de la ciudad son de hecho de esta naturaleza y el modelo expuesto nos dice claramente qué resultado se puede esperar. Desde el momento en que no hay razones para suponer un cese de la acumulación de capital o de la innovación en los sectores progresivos de la economía, no se puede esperar que la tendencia creciente de los costos reales de los servicios «municipales» vaya a detenerse. De forma inexorable y acumulativa, haya o no inflación, malversación o malas administraciones, los presupuestos de las ciudades tenderán a crecer en el futuro, así como lo han hecho en el pasado. Esta es una tendencia de la cual ningún hombre o grupo puede ser culpado, dado que no hay nada que pueda ser hecho para detenerla. (p. 423)
73Cabe decir que el incremento en la productividad de servicios como los bancarios, financieros, o los de ventas como en supermercados o, más aún, en los de ventas por internet, no constituyen ejemplos replicables en los sectores de servicios como los citados más arriba. A pesar de ello –y esto merecería un capítulo aparte–, estos aumentos de productividad no solo han tendido a desplazar mano de obra hacia servicios poco productivos –o al desempleo–. Por el contrario, también han contribuido a aumentar el trabajo no remunerado de los consumidores. Ejemplo de esto es el tiempo personal invertido en autoservicio de todo tipo, sea en bancos, supermercados, telefonía y otros.6 Al mismo tiempo, el tamaño gigantesco del mercado global –en particular el que conforma esa denominada clase media mundial– abre las puertas para que servicios de muy bajo costo unitario por consumidor sean de una rentabilidad descomunal.
74Tomemos el caso de las telecomunicaciones donde el costo de transporte de datos de todo tipo estaría determinado por los de la infraestructura, su mantenimiento y operación (tendido de fibra óptica, antenas, satélites). Pero donde también los beneficios de su uso generan rentas dadas por las diferencias entre el pago por el uso de esta infraestructura (telefonía e internet), el costo de generar contenidos a ser transportados (diseño de páginas, publicidad, series televisivas, otros) y el precio de venta de dichos contenidos (como por ejemplo Netflix, publicidad en páginas como Google, Youtube y otras). No solo que este tipo de innovaciones se caracterizan por su opacidad económica, sino que generan ingresos, en la práctica, no regulables. Ingresos que por su magnitud y características de origen, pueden no poder ser pasibles de ser volcados a nuevas inversiones generadoras de empleos suficientes. Esto es así porque no existe ninguna regla para asignar esas rentas globales al desarrollo de industrias culturales en cada país. Además, porque la posibilidad de competir en esos mercados es muy baja para los países de menor desarrollo relativo.
75¿Cuáles son los incentivos de una mayor competencia en el mercado en este caso que permitirían reducir y capturar rentas? Los supermillonarios de los que nos habla Piketty surgen también a partir de estas nuevas tecnologías y no solo por la herencia. Es un premio al mérito, pero posiblemente muy exagerado. Sin embargo, veamos que si asumimos que un negocio de este tipo que facturara unos 120 dólares por usuario al año, capturara 1000 millones de usuarios y tuviera un coeficiente de valor agregado del 70 % del valor de las ventas, estaría contribuyendo con solo un 0,12 % del pbi mundial. Es decir, se necesitarían unos 13 negocios de esta magnitud para sostener una tasa de crecimiento adicional del 1,5 % anual –y ello cada año–. Esto significa que, para llegar a tasas del 2,5 % anual, el resto de los mercados deben crecer al menos, un 1 % al año. A su vez, las fortunas personales de los que emprenden tales negocios son de una magnitud tal que si asumimos que la rentabilidad es de 15 % sobre ventas, se estarían generando beneficios de 18 mil millones de dólares en un solo año.
76Cuando Baumol escribió el citado trabajo, ciertamente los Años Dorados aún no habían llegado a su verdadero final. El valor de este radicó, no obstante, en poner de manifiesto ciertos fenómenos que más tarde serían el eje de toda la política macroeconómica. La referida al gasto público, su auditabilidad, sus destinatarios, la calidad de los servicios, la posibilidad de su deterioro. Así como la conversión de algunos de estos servicios en servicios privados, de modo tal que aquellos ciudadanos de mayores ingresos pudieran tener atención de primera calidad en el área de servicios del mercado y no dependiente del Estado.
77La tendencia opuesta es lograr que una mayor cantidad de producto sea destinada a la provisión de dichos servicios como derecho universal y con calidad. Esta se ha convertido en una promesa política y una disputa ideológica. Es que a medida que la sociedad ha ido creando la promesa de un acceso igualitario a estos servicios, el tema también ha adquirido una dimensión mayor. Especialmente, cuanto mayor se ha manifestado la desigualdad real derivada en gran parte del desempleo estructural causado por la saturación de algunos mercados –y por otras razones–. La disposición a pagar por el acceso de todos compite con un sinfín de otras demandas individuales y colectivas.
78La ilusión de que es posible resolver esto sin disponer de una clara anatomía de la dinámica económica real es una ilusión peligrosa. No se trata de construirla sino de reconstituirla sobre bases sólidas. Si las dimensiones del desarrollo sustentable han de confluir, es impensable que lo hagan con una creación de riqueza cero o demasiado baja para absorber la mano de obra disponible. A su vez, es también impensable que bajo las tendencias del crecimiento descritas, las dimensiones ambientales y de equidad puedan ser alguna vez logradas.
79Se puede considerar lo expuesto acerca del posible impacto sobre la distribución del ingreso de plazos de vida más cortos para los productos (lo que ocurre en todo caso en la economía del sector progresivo en la terminología de Baumol, si la hipótesis es correcta). Cuando se hace esto, se infiere que en la actualidad el problema no pasa solo por una redistribución de la renta como sugieren muchos –entre ellos ahora Piketty como gran portavoz–, sino por cómo transformar la oferta y orientarla hacia la sustentabilidad global. Es decir, una creación de riqueza que permita la inclusión de la mano de obra desplazada de las actividades en declinación, hacia otras cuyo progreso no puede depender del mercado. Cuestión que tampoco es resoluble por el Estado sin un nuevo contrato social basado en una visualización del conjunto de los problemas que han sido descritos. Claro que esto es más fácil de enunciar que de definir e implementar.
80A medida que decrece la riqueza anual creada y embebida como proceso de urbanización, la innovación tecnológica como proveedora de ese plus de riqueza –necesaria para mejorar la calidad de vida y riqueza de las sociedades–, trae aparejada a su vez una gran cantidad de cuestiones. Una de ellas es, sin duda, o bien la destrucción de capital humano, o bien enormes desafíos para evitarlo. Como por ejemplo sería una reconversión evolutiva de dicho capital a través de procesos educativos, de entrenamiento laboral o de creación de nuevas cosas por hacer apropiadas para los que saben hacer lo que saben pero que el mercado de por sí no requiere.
81Nuevamente, aquí aparece el tema de la presión fiscal y del destino del gasto público, pero también de una reorientación de la oferta. Nada de ello es compatible por cierto con elecciones totalmente libres por parte de los consumidores. Tanto menos cuando en paralelo la cuestión de la meritocracia –asociada al esfuerzo y éxito individual–, junto a la emulación del individuo como centro de la sociedad, dificultan la cuestión desde el punto de vista de la aceptación social de una mayor presión fiscal.
82Desde el punto de vista actual, el tema caería por lo tanto en el debate del exceso de impuestos distorsivos, el que restaría eficiencia a la economía. Los esfuerzos intelectuales por demostrar las pérdidas de bienestar, enmarcados en formulaciones neoclásicas, modelos de equilibrio general y otros, han sido moneda corriente y continúan siéndolo (Ballard, Shoven y Whalley, 1982; 1985, pp. 128-138). Sin embargo, ningún dato empírico muestra correlación alguna entre el pbi por habitante, el porcentaje de gasto público o su crecimiento, o la progresividad de los impuestos.
83Los ejercicios realizados con los datos del pnud respecto a índice del desarrollo humano (idh) son más que contundentes al respecto. Países como Sierra Leona, Eritrea o Malaui se ubican en un pbi por habitante de entre 500 a 1600 dólares por habitante. Esto, con tasas de gasto público que van desde el 40 % para el primero a 10-15 % para los restantes. Mientras, en el extremo opuesto, Singapur, Australia, Austria y los Estados Unidos presentan un pbi por habitante de más de 40 mil dólares al año. Esto, con tasas de gasto público respecto al pbi de entre 18 y 24 %. De hecho, la correlación entre este indicador –y aun el del crecimiento del gasto público en los cinco años anteriores– no supera un r2 del 3 % en un panel de más de 170 países. En cambio, dos variables como el porcentaje de gasto sobre el producto para i+d y el grado de deuda de los países arrojan mejores resultados.
84Es extraño que nadie haya considerado como una grave externalidad negativa asociada al crecimiento económico, a la destrucción de capital humano originada por el mismo proceso de urbanización. Esto en tanto se asume que es una responsabilidad individual el adaptarse a cambios de contexto, tanto como el haber migrado del campo a la ciudad. Nuevamente, el tema simplificado por la teoría económica corriente en la literatura ya examinada. La cuestión sistémica es fácil de rechazar porque la realidad no es totalmente asible y también porque en dicha realidad ciertamente existen individuos más emprendedores, mejor formados y otros que no. Causas remotas no son creíbles y por eso es necesario hacerlas visibles.
85No obstante, en caso de aceptar que se tratara de una externalidad negativa, cabría aplicar el concepto desarrollado por Arthur C. Pigou en su tratado sobre la economía del bienestar (1920). En tal caso –así como se viene intentando aplicar dicho concepto a los temas del medioambiente–, el problema podría ser enmarcado conceptualmente. Especialmente, dado que la pobreza extrema y la marginalidad urbana atañen a la calidad de vida del conjunto de la población.
86Así las cosas, se ha sugerido que «para perpetuarse el capitalismo está obligado a estimular constantemente las tendencias a la insaciabilidad y a activar diferentes formas de deseo de acumulación» (Boltanski y Chiapello, 1999). Sobre esta base opera la fuerza de la creatividad y de la innovación. Pero la pregunta continúa siendo la misma: ¿puede la innovación crear tal cantidad de riqueza anual como la creada en el pasado a través de la urbanización. Si la respuesta es positiva, no habría demasiados límites internos al crecimiento. Por el contrario, si no lo es, entonces sí. El problema es que, en realidad, la evolución económica hasta la fecha muestra que una importante parte de la sociedad gana con este juego de competencia y otra ciertamente pierde. Puede que con el transcurrir del tiempo la parte de los perdedores crezca en número pero sea todavía minoría. El enfoque marxista en su última esencia supone que de esta tensión de lucha de clases (cualquiera sea la difícil forma de reconstruir el concepto original hoy en día) emergerá una nueva sociedad. Otros, bajo el mismo enfoque, suponen que estas crisis capitalistas pueden culminar en grandes conflictos bélicos. No es necesario afirmar ni una cosa ni la otra, pues el sistema puede simplemente ir degenerando lentamente haciendo que la calidad de vida se modifique, que es lo que ha venido ocurriendo. Por esto lo propositivo sigue siendo importante o podría serlo.
87De hecho, la separación entre el modo americano y el europeo de resolver las cuestiones que se vinculan con el gasto público, el bienestar ciudadano y la presión tributaria es solo una expresión superficial de lo que aquí se plantea. Por ejemplo, las reformas del sistema de salud en los Estados Unidos fueron fuertemente cuestionadas con base a la fuerza política de los sectores más conservadores. A su vez, los casos de España, Grecia, Portugal –por citar los más difundidos en los medios de comunicación– son emblemáticos respecto al tema de la sostenibilidad fiscal del gasto público. Especialmente en contextos que, como el de la Unión Europea, requieren de políticas monetarias sólidas que a su vez obran como una jaula donde los gatos que quisieran ser tigres deben competir con leones.
88Pero antes de entrar a fondo con estos problemas es necesario explorar también otras cuestiones que se vinculan al tema específico de este capítulo.
Innovación tecnológica y aspectos económicos
89Cuando se repasa la evidencia empírica acerca del liderazgo que ejercen ciertos centros urbanos sobre la innovación tecnológica –tal como se ilustró en la figura 4 del capítulo 2, donde se compara la evolución de la población de las cien ciudades más innovadoras respecto al resto–, no es difícil advertir lo que sigue. Como ya se dijera, casi todas estas ciudades pertenecen a países fuertemente involucrados con conflictos bélicos en alguna etapa de su historia durante el siglo xx. No es necesario profundizar demasiado sobre los nexos existentes entre la industria y las actividades de investigación y desarrollo tecnológico, principalmente en el mundo desarrollado. De hecho, muchas investigaciones surgidas en el sector defensa terminaron dando lugar a desarrollos tecnológicos de aplicación civil que hacen al paisaje urbano al que nos hemos habituado. Desde el uso de redes y sistemas informáticos, sensores remotos, cámaras y teléfonos móviles, pasando por la aviación civil, la industria automotriz, el uso de nuevos materiales en indumentaria, la producción de fármacos, de dispositivos, químicos y otros productos.
90Para algunos autores, incluso el enfoque del materialismo histórico –con su consabido énfasis en el desarrollo de las fuerzas productivas y su contradicción con las relaciones sociales de producción– habría pasado por alto que la verdadera revolución se produjo con el advenimiento de las armas de fuego. Por consiguiente, el poderío militar previo al desarrollo del capitalismo resultaría un factor crucial. Werner Sombart, poco antes de la Primera Guerra Mundial, abordó minuciosamente esta cuestión en Guerra y Capitalismo (1913).
91Como sea la cuestión, lo cierto es que otra variable embebida en la creación de riqueza, es el gasto militar. Asimismo, este guarda a su vez estrecha relación con las capacidades instaladas de los centros de i+d (ver figura 36).
92La correlación entre el gasto militar y el gasto total en investigación y desarrollo es muy elevada, sin que ello permita inferir si existe una contabilización separada de ambas variables. Estas, bien podrían o no hallarse superpuestas en diversos grados según cada caso particular.
93Es interesante remarcar lo siguiente: los resultados de comparar ambas series de datos (corte transversal de 93 países) sugieren que existe un 77 % de correlación cuando se trabaja con sus logaritmos. Además de un 88 % cuando se lo hace con los valores absolutos.
94Las potencias militares como los Estados Unidos, Rusia y China parecerían gastar más en defensa que en i+d (en términos relativos), si los datos fueran considerados como no incluidos los unos en los otros. Casos como Arabia Saudita se explican por sí mismos, puesto que suponen el resguardo militar de su riqueza petrolera, su papel para el conjunto de los países desarrollados y su posición en un Medio Oriente complejo desde hace siglos –pero aún más desde 1946 y sin necesidad de realizar demasiados gastos en i+d.
95Si esta ecuación se aplica a los valores en logaritmos naturales del gasto militar, se tiene un valor estimado del gasto en i+d. Uno que es comparado con el del gasto real en esto mismo, según los datos tomados en consideración.
96De la lectura de las figuras 36 y 37 surgen varios temas a ser remarcados. En primer lugar, países como Suecia, Corea del Sur, Austria y otros pocos superan el gasto en i+d respecto al gasto militar o se hallan en la línea de la predicción del modelo. En segundo, países como Estados Unidos, China, Rusia y Arabia Saudita muestran, por el contrario, un comportamiento inverso. Este que se explica por razones históricas, económicas y geopolíticas. Pero aún muchos países más pobres como Argelia, Sri Lanka, Panamá, Chile y Colombia entre otros presentan alejamientos muy grandes respecto de la predicción. Esto se explica más por la compra de equipos que por esfuerzos de i+d en el área de defensa.
97Por otra parte, cuando se comparan los gastos en i+d totales de los principales países con los de las empresas transnacionales (etn) con casa matriz en ellos, se observa lo que ilustra la figura 38.
98En la misma línea argumental, en Estados Unidos el 48% del gasto i+d está representado por las etn. El caso de China es aún menor, debido a que, a la fecha, sus etn son reducidas. Pero en países como Suiza u Holanda, superan el 100 % de dicho gasto, lo que significa que es factible que realicen, además, tareas de i+d fuera de sus territorios o bien que las estadísticas no capturen esos valores como gasto de la nación.
99Sin embargo, lo más importante es que las brechas que representan el volumen total de ambos gastos (i+d total y gasto militar) entre las grandes potencias económicas y el resto de las naciones resultan enormes. Es decir, son de tal magnitud que la desigualdad de oportunidades para crear nueva riqueza para la mayor parte de las naciones no pareciera conducir a ningún tipo de convergencia posible. Sobre todo en ausencia de un ordenamiento global del desarrollo socioeconómico.
100Es decir que, sea por la supremacía militar o por la tecnológica, la división internacional del trabajo en un mundo global continúa determinada por capacidades de generar riqueza ya plasmadas y geográficamente bastante delimitadas. La urbanización de los países en vías de desarrollo y el fenómeno China como fábrica del mundo explican un crecimiento de la economía global en la última década y media. Esto es así porque los mercados de muchas actividades se han extendido y no solo por la innovación y diversificación de productos y servicios como fuerza principal. La capacidad subsecuente de generar riqueza en cada nación no queda para nada en claro en ausencia de una agenda mundial que se proponga algo distinto al resultado de fuerzas compitiendo en el mercado.
101Cuando se trabaja con información más específica de los gastos en i+d realizados por las principales 1500 empresas o corporaciones transnacionales, se puede inferir que ellas se distribuyen en 15 países que dan cuenta del 95 % del total de inversiones en este campo. De ellas, el 35 % se concentra en los Estados Unidos y el 28,3 % en países de la Unión Europea (de los cuales Alemania y Francia representan más de la mitad). Además, el 22 % se centraliza en Japón y el restante 14,9 % en países como Australia, China, Taiwán, Suiza, Corea del Sur y unos pocos más. En cuanto a las orientaciones de las áreas de inversión, se muestran en la siguiente tabla 6.
102De esa información se infiere que las inversiones de los Estados Unidos superan a las de Europa en industrias de alta inversión en tecnología (biotecnología, instrumental, aeroespacial y defensa y tecnologías de la información y telecomunicaciones). Mientras, Europa invierte una mayor cantidad relativa y absoluta en industrias de inversión en i+d intermedia y baja (vinculada con industrias como la automotriz, la química, farmacéutica, la de plantas y máquinas para industrias).
103Aunque estos datos se refieren al gasto en i+d realizado por las principales multinacionales, es interesante resaltar que los montos representan proporciones muy distintas del total de los gastos en el mismo rubro que se infieren de los datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud) calculados como porcentaje del gasto respecto al pbi. Asimismo, la densidad de i+d respecto a los datos de ventas permiten inferir diferencias en intensidad tecnológica en distintos tipos de actividades.
Tabla 6. Ventas e inversiones en i+d entre Estados Unidos y la Unión Europea
Sector industrial | Producción (miles de millones de euros) (1) | I+D (miles de millones de euros) (2) | Intensidad I+D (3) = (2) / (1) | Participación en ventas (% columna (1) |
Manufactura de alta tecnología | 537,3 | 88 | 16,4 % | 3 % |
Farmacéutica y biotecnología | 130,7 | 29,5 | 22,6 % | 1 % |
TIC | 202,9 | 29,2 | 14,4 % | 1 % |
Instrumentos de precisión médicos, ópticos, otros | 94,2 | 17 | 18,0 % | 1 % |
Aeroespacial y defensa | 109,5 | 12,4 | 11,3 % | 1 % |
Manufactura de tecnología intermedia-alta | 1057,1 | 30,7 | 2,9 % | 6 % |
Manufactura de tecnología baja | 1082,8 | 5,2 | 0,5 % | 6 % |
Manufactura de tecnología intermedia-baja | 1285,2 | 7 | 0,5 % | 8 % |
Servicios | 12738,8 | 55,5 | 0,4 % | 76 % |
Total Estados Unidos | 16701,2 | 186,4 | 1,1% | 100% |
Manufactura de alta tecnología | 561 | 47,1 | 8,4 % | 3 % |
Farmacéutica y biotecnología | 155 | 16,8 | 10,8 % | 1 % |
TIC | 177,4 | 14,8 | 8,3 % | 1 % |
Instrumentos de precisión médicos, ópticos, otros | 119,8 | 6,5 | 5,4 % | 1 % |
Aeroespacial y defensa | 108,8 | 9 | 8,3 % | 1 % |
Manufactura de tecnología intermedia-alta | 1769,7 | 43 | 2,4 % | 11 % |
Manufactura de tecnología baja | 1461,6 | 7,3 | 0,5 % | 9 % |
Manufactura de tecnología intermedia-baja | 1497,4 | 4,3 | 0,3 % | 9 % |
Servicios | 11036,5 | 19,5 | 0,2 % | 68 % |
Total Unión Europea | 16326,2 | 121,2 | 0,7 % | 100 % |
Manufactura de alta tecnología | 1098,3 | 135,1 | 12,3 % | 3 % |
Farmacéutica y biotecnología | 285,7 | 46,3 | 16,2 % | 1 % |
TIC | 380,3 | 44 | 11,6 % | 1 % |
Instrumentos de precisión médicos, ópticos, otros | 214 | 23,5 | 11,0 % | 1 % |
Aeroespacial y defensa | 218,3 | 21,4 | 9,8 % | 1 % |
Manufactura de tecnología intermedia-alta | 2826,8 | 73,7 | 2,6 % | 9 % |
Manufactura de tecnología baja | 2544,4 | 12,5 | 0,5 % | 8 % |
Manufactura de tecnología intermedia-baja | 2782,6 | 11,3 | 0,4 % | 8 % |
Servicios | 23775,3 | 75 | 0,3 % | 72 % |
Total Estados Unidos y Unión Europea | 33027,4 | 307,6 | 0,9 % | 100 % |
104Los datos presentados ilustran de un modo muy general las desventajas competitivas que tienen los países en vías de desarrollo para alcanzar, a través de políticas de i+d, el desarrollo de nuevos productos para suplir a aquellos cuyos mercados se saturan. Estos temas, no obstante, han sido suficientemente analizados en la literatura específica sobre innovación y crecimiento con importantes divergencias en los puntos de vista al respecto (Cooke, Asheim, Boschma, Martin, Swchartz, y Tödling, 2011). De esos trabajos se desprende, de manera explícita o implícita, lo afirmado.
105Otro aspecto de la innovación sugiere que ella debería guardar algún grado de correlación importante con los niveles de escolaridad secundaria alcanzados por la población. Sin embargo, no es tan así como el sentido común llevaría a pensar. En efecto, en la figura 38 se muestra que, si bien la escolarización de la población es alta en los países que lideran el gasto en i+d, no es suficiente para que los países puedan incrementar su gasto en este rubro.
106Como se ha visto, el nivel de dicho gasto depende en buena medida del nivel de riqueza ya alcanzado o del tamaño potencial de sus mercados internos (por ejemplo el caso de los Estados Unidos frente al de China, India, Brasil y Rusia). Asimismo, se puede observar que el grueso de los países de Europa del Este presentan muy buenos indicadores del porcentaje de población con algún grado de escolarización secundaria y un muy bajo nivel de gasto en i+d, situación que los diferencia de países como Alemania, Noruega, Finlandia, Suecia y Francia. Esto último seguramente podría ser un indicador a favor del argumento respecto a que sociedades extractivas no fomentan la creatividad ni los procesos de destrucción creativa propios de sociedades exitosas como las de los países occidentales más desarrollados. Pero aunque así fuera, no son evidencia de la causa de la pobreza de las naciones. Esto es así, pues no se puede desconocer que el dominio militar y la geopolítica han sido y aún son razones muy poderosas para explicar la riqueza de las mismas. Así como también, la dependencia de otras o bien de los modos limitados de participación en el sistema mundial de muchos países en vías de desarrollo.
107En todo caso, la complejidad mostrada a lo largo de este libro respecto a los distintos motores del crecimiento y su papel distintivo en diversas fases de urbanización, no puede ser ignorada. Así tampoco que el gasto militar, al ser parte del flujo de riqueza anual –tal como es expresado en su forma de medición–, refuerza tanto el nivel del producto como el poder político de las naciones más ricas. De hecho, la correlación entre los valores del producto bruto interno y los valores del gasto militar por país arrojan resultados excelentes desde el punto de vista estadístico, en un 87 % de los casos. En Estados Unidos, el gasto militar en 2012 fue un 4,2 % de su pbi. Además, en muchos países productores de tecnología militar, este supera el 2,3 %. Países como Israel destinan un 6,5 % de su pbi al gasto militar, pero parte del mismo es también producto, es decir variable embebida en su medición. Es más, el mercado total de productos vinculados al gasto militar no es fácil de estimar. Sin embargo, lo cierto es que la sumatoria del de todos los países, asumiendo una relación de dos tercios en compra de equipamiento respecto al gasto total, arrojaría un porcentaje cercano al 4,5 % del pbi de los principales productores de dichos equipos.7
108Pero la innovación tecnológica y los cambios acelerados que trae aparejados hacen que también una mayor proporción de habilidades y especializaciones de la fuerza de trabajo queden obsoletas. Incluso fuera del mercado, si no existen respuestas rápidas por parte del sistema educativo. Un mayor nivel de escolaridad facilita el poder lidiar en algún grado con las nuevas tecnologías y habilidades requeridas, al margen de que den o no lugar a mayores resultados en términos de i+d y su contribución a crear riqueza. Es decir que, en el peor de los casos, una población con mejores niveles educativos se halla más preparada para no empobrecerse. Los gastos en i+d y el nivel de escolarización se muestran en la figura 39.
109Como se señala en Cooke y otros (2011), la gran mayoría de los países desean ser receptores de fondos para desarrollar tareas de investigación y desarrollo en áreas como biotecnología, nanotecnología, aeroespacial u otras de avanzada. Pero ello no implica demasiado para lograr niveles de industrialización.
110En tal sentido –y retomando la cuestión de la productividad del sector servicios referidos a educación o salud, como planteó Baumol– se observa que, para mejorar la relación alumnos por docente se debe poder contar como condición necesaria aunque no suficiente, con un presupuesto público abultado. Ello es muy difícil si las naciones no son ya ricas o tienen dificultades para sostener en forma creciente los flujos de creación de riqueza.
111Pero aún esta extrapolación mecánica, de que una menor relación alumnos por docente mejora el aprendizaje, puede ser una trampa peligrosa. Los contenidos, capacitaciones, trayectorias generacionales, factores políticos y culturales terminan formando personas muy distintas en cuanto a su potencial de habilidades. Tanto más esto cuando la creencia en una educación universal ignore su correspondencia con el aparato productivo y su estructura. La evidencia muestra que el mundo se ha transformado desde uno donde el desarrollo suponía la posibilidad de cada país de industrializarse de manera relativamente autónoma a otro de crecientes especializaciones e interdependencias globales. Ante esto, es evidentemente paradójico que se continúe asumiendo que la educación deseable deba ser cualitativamente universal. Especialmente, como modo de alcanzar la convergencia entre naciones y entre grupos sociales. Sin duda, se requiere sostener un nivel de educación universal, pero no bastaría. A mi juicio, sin políticas cada vez más focalizadas en la resolución de los problemas más urgentes de cada sociedad y que a su vez reconozcan diferencias de puntos de partida, no habrá igualación de oportunidades sino una mayor profundización de la inequidad. Es decir que se requiere crear una verdadera igualación de oportunidades y para ello es necesario no solo destinar más presupuesto a la educación, sino también para implementar una gran variedad de capacitaciones laborales y técnicas. Las mismas tendrían la finalidad de nivelar conocimientos básicos que son históricamente distintos y desiguales según estratos sociales, así como las particulares condiciones en que ellos se han formado.
112En la figura 40 se aborda este tema. Allí se observa que en el caso de los países nórdicos de Europa no existen datos para calcular dicha relación. De ello, se presume que esta es particularmente baja. Mientras, para los países muy pobres y escasamente urbanizados como los de África, esta relación es de hasta 60-80 alumnos por docente. Sin embargo, para la gran mayoría de países, esa relación es de 20-30 alumnos por docente o de 10-20 para los más avanzados. Mientras que muy pocos países tienen indicadores de menos de 10 alumnos por docente.
113Si bien la correlación con la posición en la escala de puestos según idh es alta, es lejos de ser perfecta, y la mayor cantidad de los países ricos presentan un mejor indicador de relación alumnos por docente que el de los países más pobres.
114En cambio, los valores del porcentaje del pbi dedicado a la educación pueden ser muy elevados y, a pesar de ello, arrojar datos inadecuados respecto al índice de alumnos por docente. Obviamente, si la creación de flujos de riqueza es baja, lo será la suma destinada a educación. Si ella lo es, las condiciones para la convergencia solo pueden empeorar en el largo plazo. Si para poder financiar dicha inversión en educación los países se endeudan y esta deuda la paga la sociedad, es muy posible que en algún momento colapsen tanto los sistemas educativos como los productivos. Es decir que, si los países más ricos no acuerdan una agenda mundial basada en la sustentabilidad social, difícilmente los discursos vigentes pasen de ser lo que son, una mera hipocresía.
115Además, se puede agregar un tema adicional: el de las capacidades de las personas según su origen rural o urbano. También, el de las trayectorias generacionales derivadas de procesos recientes de migración rural-urbana. Nuevamente, podemos decir que los migrantes de origen rural en áreas urbanas y las primeras generaciones urbanas descendientes de estos migrantes, tienen menores oportunidades de lograr permanecer en los sistemas educativos. Esto es así, tanto más cuanto la innovación requiere conocimientos relativamente sólidos para su aprovechamiento.
116La importancia del cambio tecnológico en la transformación estructural de las economías ha sido y es de tal magnitud que se estima que más de la tercera parte del comercio mundial está conformado por bienes que no existían al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
117A su vez, este patrón tecnológico ha modificado el contenido de la división internacional del trabajo de un modo bastante radical. La especialización y las ventajas comparativas dependen cada vez más de la capacidad de innovar, adaptar, adoptar, imitar o mejorar tecnología, o al menos saber utilizarla. En muchos casos, ello requiere que los países puedan acceder a equipamientos sofisticados y costosos. Aunque las capacidades en ciencia y técnica de un país son parte integral de su política de desarrollo y un componente estructural de su sistema productivo, el vínculo entre ambos no es ni automático ni alcanzable a corto y mediano plazo. Tampoco sus beneficios son accesibles para un sector importante de la población mundial. Esto se deriva de lo expresado en relación al vínculo entre urbanización y crecimiento económico respecto a los modos de generar y absorber empleo, de crear riqueza y de poder sostener flujos anuales de ella en las distintas fases del proceso de urbanización.
118Lo anterior no significa en modo alguno sostener la futilidad de los esfuerzos que realizan las naciones para innovar, mejorar sus sistemas educativos, sus modos de inserción en el comercio mundial y todo lo que ya es suficientemente conocido. Pero no bastará.
119Otra cuestión no menor se refiere a la generación de empleo que las innovaciones inducen. Los datos existentes para la Unión Europea muestran una incidencia moderada de los índices compuestos de innovación. Estos son calculados según recursos humanos, sistemas de innovación, grado de inversión de las firmas, soporte financiero, capital intelectual y otros indicadores, respecto a la generación de empleo (figura 41).
120En efecto, la incidencia de mejores índices de innovación sobre el empleo muestra que en general representan entre el 10 y el 15 % del total, con extremos de 5 % a máximos de 25 % según los países.
121Mayores inversiones en i+d pueden significar mayores ventas y rentabilidad, las que se extienden al mercado global a través de las corporaciones, un camino arduo para la mayor parte de los países en vías de desarrollo.
122Frente a este tipo de reflexiones, que muchos pueden considerar como pesimismo –que en última instancia conduce a una parálisis–, surge a su vez un desafío y una oportunidad interesante a escala global.
123Es que si los razonamientos, argumentos y datos hasta aquí presentados son suficientemente consistentes, la pérdida de capacidad de creación de riqueza en una importante cantidad de países del mundo disminuirá también el tamaño de los mercados a escala global. Situación que complicaría enormemente la posibilidad de sostener la creación de flujos de riqueza anual en los países desarrollados (y de aquellos que hoy, como China, India, Brasil, Rusia, han alcanzado). Las rivalidades políticas, económicas e ideológicas son parte de la historia humana. Pero el nivel de vida material hoy alcanzado por una importantísima parte de la población mundial no podrá descender abruptamente sin enormes costos que difícilmente puedan quedar delimitados a fronteras precisas.
124Por ejemplo, en el caso de las crisis europeas contemporáneas, se verá que la polaridad entre quienes propugnan por ajustes del gasto público como forma de sanear sus economías y los que suponen poder evitar sin costo alguno el saltarse las reglas de políticas fiscales, monetarias y cambiarias denominadas ortodoxas, se halla entrampada en un espacio controversial –en el sentido de paradigmas contrapuestos–. Uno que no puede ser fructífero en esta etapa que ha alcanzado el desarrollo económico a escala global. Esto ciertamente, a menos que se lo vincule con una clara agenda de nuevas cosas por hacer que a su vez sea compatible con lo que la gente sabe hacer hoy y que no tienen mercado. Pero también con ritmos de aprendizaje que sean factibles de ser llevados a cabo con éxito para hacer que el progreso tecnológico conduzca a un mayor bienestar a escala mundial.
Notes de bas de page
1 En el caso de México los esfuerzos de i+d no se hallan tan vinculados al proceso de industrialización, porque la industria es de montaje y la i+d se hace en los ee. uu. En Brasil, por el contrario, hay mucha i+d que responde a su política de desarrollo autónomo. Por ejemplo, Petrobrás y Eletrobrás, que aunque estando parcialmente privatizadas, respondieron a proyectos que buscaban convertir el país en una potencia industrial en América del Sur. Pasa lo mismo en el campo de la energía nuclear, tv digital y la industria aeroespacial.
2 Algunos conceptos resumidos en este párrafo han sido tomados parcialmente de Rodríguez Vargas (2005).
3 Por ejemplo: Aghion y Howitt (1992), Swedberg (2007).
4 Se llama tipo l pues el indicador pbi se comporta como la forma de la letra l, no hay recuperación a corto y mediano plazo: baja el nivel del producto. Y tipo u, porque al descenso le sigue la recuperación. Cuando la recesión es de tipo l se trata de una crisis prolongada, en cambio las de tipo u son de corto plazo.
5 William Jack Baumol nació en 1922. Es un economista de la Universidad de Nueva York, afiliado también a la Universidad de Princeton. Es autor de numerosos libros y artículos. Sus aportes más conocidos versan sobre economía laboral, aunque también ha realizado valiosas contribuciones a la historia del pensamiento económico. Por otra parte incursionó en teoría de la organización industrial y la regulación, siendo uno de los creadores de la teoría de los mercados contestables o disputables. Varias generaciones han recibido su influencia a través de libros de texto sobre macroeconomía, dinámica económica y muchos otros.
6 Aunque los estudios sobre uso del tiempo datan de 1960 y 1970 (Szalai, 1972), recientemente países como Colombia, Perú y otros han introducido en sus estadísticas las de uso del tiempo no contabilizado en los Sistemas Nacionales de Cuentas Nacionales. Ello permite tener datos concretos del tiempo utilizado en trabajo fuera del mercado y no remunerado.
7 El cálculo se hace considerando a Estados Unidos, Rusia, Francia, Australia, Israel, Reino Unido, Italia y Noruega. Puede ser impreciso.
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Cómo lograr el Estado de bienestar en el siglo XXI
Ce chapitre est cité par
- Vinck, Dominique. Camus, Alexandre. (2019) Dinámica de innovación en culturas y humanidades digitales: los corpus como fuente de innovación. Nómadas. DOI: 10.30578/nomadas.n50a4
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