Capítulo 7. Lo nacional y lo local, la forma urbana y otros modos de habitar: las experiencias de Población Schilling y Villa Los Coihues desde los márgenes de Osorno y Bariloche
p. 189-228
Texte intégral
7. 1. Introducción
1La construcción de los territorios regionales se ha resuelto en el marco de la histórica tensión entre las agencias de actores locales y extralocales (sean estos últimos el Estado nacional o provincial y/o migrantes internos o externos y/o empresas nacionales o globales). Los agentes extralocales territorializan sus proyectos en alianza con algunos agentes locales (públicos o privados), hablamos de una construcción regional que se desarrolla en tensión, más que entre actores locales y no, entre las lógicas de abajo hacia arriba (botton up) y de arriba hacia abajo (top down), asumiendo que esas lógicas pueden ser sinérgicas, complementarias, disociadas o francamente contradictorias.
2En tal marco, el artículo busca analizar el papel de los Estados nacionales argentino y chileno, en la Norpatagonia y la Araucanía, en la construcción de los territorios de San Carlos de Bariloche y Osorno, atendiendo en particular a las formas en que resolvió aquella tensión local-extralocal en los márgenes de esas centralidades. En específico, persigue poner de manifiesto, a partir de la observación comparativa de los casos de Villa Los Coihues y Población Schilling, los diversos modos de habitar que han sido practicados en dichos espacios, cuyo común denominador es el de ser-al-margen de las centralidades urbanas a un lado y otro de la cordillera. El abordaje de estos dos casos no surge luego de haber verificado varias similitudes entre ellos sino a partir de un elemento común (constituir espacios barriales que han discutido su modo de habitar y vincularse con la centralidad urbana), para explorar los rasgos semejantes y diferentes a ambos lados de la cordillera, en regiones que tienen patrones comunes pero también diferentes.
3Las experiencias de Villa Los Coihues y Población Schilling, respectivamente, parecen mostrar que los márgenes entre las centralidades urbanas y la periferia rural-natural son espacios fértiles para la práctica de otra manera de pensar, actuar y proponer desde esos territorios, frente a las dinámicas extralocales, una vinculación más selectiva basada en algunas reafirmaciones culturales y comunitarias.
7. 2. La creación nacional de las regiones: Patagonia y Araucanía
4La Patagonia y la Araucanía, aun con las particularidades dadas a uno y otro lado de la cordillera, constituyen una clara evidencia de la potencia del rol estructurador de los Estados nacionales en los territorios regionales como efecto de su regulación de una particular inserción de la economía nacional en el capitalismo global. Esa regulación estatal se halla vinculada a los intereses de actores económicos extranacionales y nacionales (Harvey, 2007) y en el caso particular de la Patagonia y la Araucanía se inicia, aunque en distintos momentos y con rasgos particulares a uno y otro lado de la cordillera, con guerras de conquista. Las siguientes referencias dan cuenta de la extranjería y violencia del proyecto para estos territorios:
Otro capítulo nefasto de la destrucción, en este caso abrupta, de la vida humana es la violencia estatal, las guerras de conquista, con el objetivo de apropiarse de recursos naturales estratégicos, [pues] para subsistir, este modelo civilizatorio se ve compelido a destruir capitales, empleos, infraestructuras, culturas, poblaciones. (Márquez Covarrubias, 2010, p. 27)
Las instituciones que llegaron al Wallmapu después de las columnas expedicionarias, no fueron creación propia de un proyecto político novedoso u original, sino versiones sudamericanas de trayectorias europeas previas. Otro tanto sucedió más abajo del BíoBío porque las invenciones de Patagonia y Araucanía funcionaron como elementos centrales para crear las condiciones que propiciaron las expansiones coloniales, tanto argentina como chilena. Fue el estilo de vida europeo el que arribó triunfal aquí, como sinónimo de progreso de la humanidad. (Moyano, 2013 p. 14)
5En el caso argentino, tras la sanción de la Constitución Nacional (1853) y la organización de la estructura estatal (Oszlak, 1997), la inserción nacional al capitalismo globalizado demandó hacia fines de siglo xix la ampliación de la frontera agrícola-ganadera, para lo cual se desplegaron incursiones militares hacia el sur (la llamada Conquista del Desierto) y la atracción de migrantes desde Europa.
6Con la estrategia de expandir su modelo de civilización y ampliar su estructura productiva más allá del sur del río Salado (en la actual provincia de Buenos Aires), se avanzó con violencia sobre los pueblos originarios y se implantaron, a inicios del siglo xx, proyectos productivos regionales de la mano de los pioneros de esta nueva etapa (fruticultores en los valles, ganaderos en la estepa, agro-pastoriles en cuencas lacustres favorables) o del mismo Estado nacional (empresas petroleras, mineras, gasíferas, ferroviarias), quien además desplegó organismos nacionales de seguridad (Gendarmería, Parques Nacionales) o de servicios sociales (hospitales, escuelas).
7En el caso chileno, la expansión longitudinal hacia el sur obedece a semejantes intereses nacionales, para lo que se llevó a cabo, hacia mediados de siglo xix (1845), la empresa de la colonización de los territorios más allá de la frontera, el «Chile abandonado» (Blancpain, 1985, p. 28), territorio de los Huilliche (pueblos originarios), también lugares en los que se emplazaban las ciudades hispanas de Valdivia y Osorno y la cuenca del lago Llanquihue, correspondientes a las actuales regiones de Los Ríos y de Los Lagos. Para dicha empresa, de una manera semejante a la que tuvo lugar en territorio argentino, el expediente fue el de la atracción, por parte del Estado, de colonos inicialmente provenientes, en lo fundamental, de Alemania.
8En paralelo a esta campaña de poblamiento, hacia 1861, el Estado activa el Plan de Pacificación de la Araucanía, actual región de la Araucanía, ubicada inmediatamente al norte de los territorios en vías de colonización (Méndez, 2010, p. 60). En la práctica, esta consistió en un proceso de despojo de la propiedad indígena (Morales, 2009, p. 24) y la conquista militar de su espacio vital, «bajo la presión de la Sociedad Nacional de Agricultura, y de los grandes hacendados ávidos de tierras vírgenes a precio escaso» (Blancpain, 1985, p. 131).
7. 3. Las intervenciones nacionales en la configuración de los territorios y sus centralidades-márgenes-periferias
9Con los matices señalados, la implantación espacial de esos proyectos nacionales en tierras sureñas ha sido fuertemente determinante en los territorios. Por territorios (o territorio local) entendemos a los espacios locales (locale, ‘lugar’) donde se expresan particulares configuraciones sociales-económicas-espaciales delimitadas, aunque de límites difusos y no cerrados, estructurados por una matriz económica. Dicha matriz se sostiene sobre la base de un proyecto territorial, o de uno principal y otros complementarios (también podrían darse proyectos conflictivos entre sí), vinculado con el proyecto nacional modernizante el que, a su modo, les confiere una determinada viabilidad. Para este trabajo se seleccionaron como territorios locales i) la zona de Bariloche (provincia de Río Negro, Argentina) y ii) el área de Osorno (región de los Lagos, Chile).
10Se propone aquí, como marco de análisis de la organización socioespacial de los territorios, la tríada centralidades-márgenes-periferias.
11En esta aproximación, las centralidades del territorio se configuraron como asentamientos urbanos, nodos primarios o secundarios de la infraestructura de transporte y comunicación, comercial y de servicios, y asiento de la Administración Pública y los servicios básicos (salud, educación). En su conformación se articulan la acción estatal central y la participación de agentes locales vinculados a los espacios de poder. Según su importancia en la provisión de estos servicios en los territorios pueden darse centralidades primarias, secundarias o menores.
12Por las periferias nos referimos al entorno espacial de esas centralidades, signado por la distancia a los centros y las carencias de servicios sociales y comerciales. Estas periferias aportan el espacio rural o agreste para el desarrollo, en condiciones igualmente carentes, de las actividades que abastecen al proyecto territorial (la producción exportable) o al consumo de las centralidades.
13Por último, los márgenes constituyen los espacios de transición entre aquellas centralidades y periferias, los que se han ido desplazando históricamente de la mano de la dinámica socioproductiva local. Los márgenes constituyen espacios transicionales o, más bien, permeables y conectados tanto a la centralidad como a la periferia. En estos espacios se «expresa el contacto entre suelo urbano y suelo rústico» (Zoido, 2010, p. 27).1
14En este sentido, los márgenes o las interfases «representan espacios de oportunidades y cambios, donde se tolera la competencia entre el desarrollo urbano y los usos rurales, recibiendo todo tipo de población: población urbana en búsqueda de menores costos de vida o mejores condiciones ambientales, rural en búsqueda de nuevas oportunidades de trabajo por la reducción y degradación de sus tierras, y la implantación de industrias, que responden a las dinámicas regionales y nacionales desde la pequeña a la gran escala» (Toro, Velasco y Niño, 2005, p. 61).
15Los márgenes en distintos territorios tienen el mismo sentido espacial, pero no necesariamente una misma configuración. María Cristina Treu y Danilo Palazzo (2006) lo definen así:
El margen, por su naturaleza, no tiene una morfología reconocible. Es lo opuesto a la frontera. Mientras que la frontera es neta el margen es irregular. Mientras que la frontera encierra, el margen permanece abierto. Donde la frontera es intransitable y marca un interior y un exterior, el margen entra, sale y se puede atravesar. (Citado por Peña Jaimes y Ortega Torres, 2011, pp. 151-152)
16Dentro de la variedad de situaciones en los márgenes, algunos rasgos comunes pueden ser la mayor accesibilidad a la tierra (sea por menor costo en relación con el suelo urbano, sea por condiciones para la ocupación), la fragmentación de la regulación y fiscalización institucional y traslape de competencias, la cercanía a las actividades y oportunidades urbanas, también las regulaciones inapropiadas (usualmente diseñadas para áreas urbanas y rurales, pero no para la interacción de las dos) y algunos usos conflictivos con el entorno rústico (natural o agrícola).
17Un elemento que interesa destacar de los márgenes es que, además de los componentes transicionales entre centralidad y periferia, se caracteriza por dinámicas socioculturales particulares (Toro, Velasco y Niño, 2005; Peña Jaimes y Ortega Torres, 2011).
7. 4. Tensiones entre lo nacional y lo local: resoluciones en Osorno y Bariloche
7. 4. 1. Proyectos nacionales para los territorios en la Patagonia y la Araucanía
18Tras la conquista, los Estados nacionales activan proyectos productivos en los territorios con sentido económico y geopolítico vinculados a algunas características naturales de los sitios e impulsando el repoblamiento con migrantes funcionales con aquellos proyectos, lo que dio lugar a la estructura urbano-rural (centralidades-periferias) y a las llamadas economías regionales en el sur.
19En la Patagonia argentina podemos mencionar:
- El llamado Alto Valle (del río Negro), lugar en el que, en 1883, por iniciativa del Coronel Godoy, se comenzó a construir un canal de riego de 40 kilómetros para regar la incipiente colonia de General Roca (1883). Esta estructura de riego se desplegaría a lo largo de 100 kilómetros de la margen norte del río Negro dando lugar a un área frutícola que 100 años después sería la principal zona productora de peras y manzana de la Argentina (que resultó uno de los principales exportadores mundiales).2 Las centralidades (urbanidades) del Alto Valle, así como las del Valle Medio y el Valle Inferior del Río Negro, se construyeron en los sitios de asiento de los cuarteles que fueron base de las incursiones militares en tiempos de la Conquista.
- En Comodoro Rivadavia (provincia del Chubut), la Dirección de Minas de la Nación descubre petróleo en 1907 tras cuatro años de inversiones en máquinas perforadoras importadas buscando agua. Se explotaría con una fuerte intervención estatal, especialmente a partir de 1922 con la creación de la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales.
- Otras localidades surgen en torno a recursos minerales: Sierra Grande, al noreste de la provincia de Río Negro, o Río Turbio al sudeste de la provincia de Santa Cruz. Otras surgen como asiento geopolítico del Estado nacional, a través de la radicación de fuerzas de frontera, Junín de los Andes (provincia de Neuquén) o Esquel (al noroeste del Chubut).
20En el entorno del lago Nahuel Huapi, se crea en 1902 la Colonia Agrícola que llevará su nombre, por decreto del presidente Roca3 y en 1903 se asienta
la primera intención de creación de un Parque Nacional en el país, cuando Francisco Pascasio Moreno dona parte de las tierras que la Nación le entregó por su trabajo en la Comisión de Límites, para la creación de un Parque Nacional. (Nuñez, Matossian y Vejsbjerg, 2012, p. 49)
21Este parque estaba destinado a la conservación y la protección de la frontera con Chile. El caserío que preexistía a 1902 daría lugar a San Carlos de Bariloche.
22En el caso chileno, por su parte, en el territorio de Osorno, los proyectos estatales relevantes con sentido geopolítico coincidentemente surgen hacia 1880.
23Crucial es el diseño y construcción del ferrocarril hacia Valdivia y Osorno, que conectaría de una forma moderna estas dos ciudades con la capital, inaugurando una nueva y más eficaz forma de transporte de personas y bienes y apalancando el intercambio de la producción territorial local con el centro del país. Esta nueva conectividad también incidió en el orden y desarrollo de la actividad urbana de las ciudades. En el caso de Osorno, potenciando el establecimiento de un área industrial en el sector ferroviario de ovejería, polo industrial y habitacional situado al sur poniente de la ciudad. Otros adelantos urbanos de Osorno fueron la dotación de luz eléctrica y red de agua potable y alcantarillado, hacia 1920. Hacia 1940 la construcción de un ramal ferroviario hacia el oriente permite transportar la producción de la industria maderera Somasur, ubicada en Puyehue.
24En el plano energético, la acción surge tramada con los requerimientos del espacio productivo y de la creciente población urbana regional, los que avivan la creación de la Central Hidroeléctrica Pilmaiquen, en 1944. Con esta infraestructura, hacia mediados de siglo, industrias supranacionales como Nestlé se instalan en la ciudad de Osorno.
25Los logros de la productividad agroganadera modernizada del entorno rural estimulan al Estado nacional a licitar terrenos en las inmediaciones del Lago Puyehue para el desarrollo de la agricultura, lo que continuó consolidando la vocación territorial agroganadera.
26Por otra parte, hacia 1930, en el marco de la política estatal nacional de popularización del turismo, la compañía estatal de ferrocarriles se abocó a la apertura al turismo de los territorios sureños que hasta ahora no habían sido dados a conocer de manera masiva. Los promociona como «la suiza chilena» (Booth, 2011, p. 4), al mismo tiempo que gestiona la construcción de una serie de hoteles emplazados en el entorno territorial. En dicho marco, y cercano a Osorno, se construye el hotel Termas de Puyehue.
27Sin embargo, en estos territorios chilenos el proyecto estatal organizador de centralidades-periferias y economías regionales queda tramado por la temprana acción de los colonos instalados a raíz de políticas migratorias del mismo Estado nacional, en particular de los colonos alemanes asentados hacia 1850 en el área territorial de Valdivia, Osorno y Llanquihue. En la Araucanía, en un proceso posterior y más complejo, por la creación de las denominadas «reducciones indígenas», tuvo lugar la ocupación por terratenientes, pero también la instalación de colonos nacionales y, posteriormente, un nuevo contingente de colonos europeos, esta vez alemanes, italianos, austriacos y franceses, entre otros. La trama de la acción del Estado nacional y el concurso de aquellas colectividades con asiento local también fomentaron la cimentación de centralidades-periferias que colaboraron en la definición de un camino regional.
28En tanto centralidad, nos referimos, por una parte, a la temprana acción modernizadora de los colonos alemanes, quienes importaron patrones de producción industrializados mediante los que implementarían la producción agroganadera local, sacando partido de un territorio cuya fertilidad lo hacía propicio para esta actividad. La labor de dicho sector productivo determinó que, prontamente, las agencias de estos emprendimientos tomaran asiento en la ciudad de Osorno, accionando como catalizadores de su economía y apalancando su crecimiento. En ese sentido, la modernización de la ciudad de Osorno no solo fue un proyecto urbano, sino uno cimentado por los procesos desarrollados en su hinterlad rural.
29En el territorio de Osorno esta trama tuvo una deliberada participación estatal a inicios de 1880, tras la conclusión de la Guerra de la Araucanía, momentos en que la acción estatal en ámbitos clave, como la construcción del ferrocarril y obra pública, permitió acelerar el proceso de urbanización de Osorno, obteniéndose como resultado el aumento de su tasa de crecimiento urbano. Este incremento de la población también es indicativo del desarrollo industrial local alcanzado, fundamentalmente en rubros como curtiembre, destilería y molinería, el que actuó como atractor de mano de obra rural regional, fundamentalmente hasta 1920. Una parte de dicha mano de obra rural provenía del entorno territorial periférico de San Juan de la Costa, territorio Huilliche ancestral.
7. 4. 2. La tensión nacional-local en Bariloche y Osorno
30Lo dicho hasta aquí resalta el papel del Estado nacional, más o menos orgánico, en la estructuración de los territorios en el sur argentino y chileno. Esa estructuración demandó, tras el exterminio, proyectos colonizadores y dinámicas migratorias que fueron conformando las comunidades locales participantes en estos procesos.
31Resulta interesante la comparación de las resoluciones en Bariloche y Osorno respecto de la tensión entre la implantación de los proyectos nacionales y esas comunidades locales.
32En el caso de Bariloche, 30 años después de la creación de la Colonia Agrícola Nahuel Huapi, el Estado nacional instrumenta nuevas medidas que reconfiguran el sentido para el territorio, nacido para la agricultura y ahora reorientado hacia el turismo.
33Paula Nuñez, Brenda Matossian y Laila Vejsbjerg plantean que el sentido asignado a las centralidades-periferias del territorio ha estado en disputa. Señalan al proyecto que lidera Ezequiel Bustillo y a la propuesta alternativa de José María Sarobe como antagónicas en términos de desarrollo desde la nación versus desarrollo desde los territorios:
Bustillo, en cambio, reproduce un ejercicio de dominio asimétrico. El colonialismo interno se percibe en la falta de diálogo y acuerdo con la población local respecto del proyecto que busca llevar adelante. Bustillo asume que él comprende mejor que cualquiera las vías de desarrollo local, por ello concentra todas las decisiones y configura una institución con nula o escasa apertura al diálogo local. (Nuñez, Matossian y Vejsbjerg, 2012, p. 52)
34La creación del Parque Nacional Nahuel Huapi (1934), con jurisdicción sobre la centralidad (el poblado de Bariloche) y una amplísima periferia de espacio natural con algunos pobladores rurales, la llegada del ferrocarril desde Buenos Aires (1936) y las obras monumentales realizadas (Centro Cívico, Hotel Llao Llao, Hospital Zonal, Catedral, caminos) evidencian el arribo de un nuevo sentido para el territorio sin consideración de la población local, asentada oportunamente en función de la lógica (agrícola) precedente:
El desarrollo de Bariloche se asume fuera de sus propios pobladores y representantes, configurando una debilidad estructural en el modo de crecimiento de la población. La Dirección de Parques Nacionales controla, incluso, el desarrollo urbano y la estética arquitectónica con un equipo técnico que revisa todos los proyectos que se construyen, a los cuales les impone su particular estilística. Imposición que se extiende, también, a las técnicas constructivas y materiales (piedra y tronco), promoviendo la destrucción y reemplazo de la tradicional arquitectura de entramado de madera revestida con tablas aserradas. (Nuñez, Matossian y Vejsbjerg, 2012, p. 53)
35Por su parte, en el caso chileno, en la actual región de Los Lagos –en particular en Osorno–, al proceso de expansión territorial nacional, que muchas veces fue puesto en práctica de modo inorgánico velando las particularidades, se trama una respuesta local. Se trata de una respuesta que atiende y se ajusta a aquel modo expansivo, pero que incluye algunas consideraciones locales: aquí planteamos que dicha acción expansiva longitudinal nacional –que tras la conducción del proceso migratorio vuelve a tomar fuerza una vez registrado el fin de la Guerra de la Araucanía– se habría articulado localmente mediada por la gestión de unos sujetos que tramaron un modo local transversal en tanto asociado a las territorialidades locales, el que se habría caracterizado por un hacer urbano vinculado a los diversos modos de vida de su entorno territorial, que abarcaba desde el territorio de San Juan de la Costa a los valles centrales agroganaderos; espacios culturales diversos marcados fundamentalmente tanto por la ancestral presencia de las colectividades Huilliches, como también –a partir de mediados de siglo xix– por los aportes de los colonos alemanes y sus descendientes, grupos a los que paulatinamente se han ido incorporando, ya en el siglo xx, migrantes de diversas colonias, entre ellas la francesa y siria.
36Aquella diversidad se expresa en algunas prácticas urbanas del siglo xx en Osorno, las que denominamos de «continuidad renovada»;4 entre otras, las que tuvieron lugar en la Población Schilling. Esas prácticas promovieron unas trayectorias urbanas que habrían colaborado en el afianzamiento de un particular camino cultural local, comprensible en tanto se lo observe como una evolución, como se dijo, tramada entre la acción nacional y los diversos modos locales de habitar el territorio.
37Respecto del campo normativo urbano impuesto por la injerencia nacional, la ciudad definió su regulación a tiempo, cuando hubo de asumir la nueva legislación dictada en 1930, la Ley 4563, que definía la necesidad de elaborar un plan de transformación a toda urbe chilena de más de 20 000 habitantes. Osorno, a la fecha, de acuerdo al censo general de la república de 1930, contaba con 20 474. Dicha necesidad supuso una oportunidad para que los sujetos locales tramaran el modo local, al contratar al arquitecto paisajista alemán Oscar Prager para elaborar dicho plan, quien se radica en Osorno para definir el encargo. El futuro urbano de la ciudad, normado por la institucionalidad nacional, se planearía así en Osorno.
38A diferencia de lo señalado para el caso de Bariloche, las posibilidades de desarrollo futuro de Osorno urbano surgen de las miradas compartidas por el paisajista alemán y los representantes locales de la ciudad, muchos de ellos pertenecientes a la élite y representantes de la colonia germana local, cuya conjunción admite la canalización de una propuesta de visión urbana que emane desde el ámbito cultural propio, atento a las condicionantes de lugar, en tanto «espacio culturalmente afectivo y que condiciona nuestra manera de pensar y actuar» (García Barba, 2014, p. 3), vale decir, atento a las problemáticas y requerimientos propios, culturalmente asertiva (Fernández Cox, 2004, p. 3). Sin desconocer el sesgo en la representación, por condición de clase y origen, que supusieron estas prácticas lideradas por los antedichos representantes de las élites de ascendencia europea, estas significaron una primera fortaleza que permitió a Osorno hacer frente a la definición de un particular modo, ideado desde la localidad, para abordar la necesidad de planificación urbana moderna. La concepción propuesta por Prager para dichos fines abrazó los preceptos teóricos del arte cívico, de acuerdo al propio Prager, un «arte urbano y público» (Prager, 1930, p. 1) que, distante de otras conceptualizaciones más radicales, perseguía «hacer ciudad como un arte urbano en una combinación de arte clásico y ciudad moderna» (Aguirre y Castillo, 2004, p. 9). En otras palabras, para la actualización de la centralidad local se estaba proponiendo la adopción de una vía de modernización no rupturista, o de continuidad renovada, a partir de la definición de la proyección de Osorno dentro de la herencia cultural local (Simmons, 1991, p. 99) de un particular grupo de habitantes; una modernidad que arribó tempranamente al territorio urbano y rural a partir de la acción colonizadora nacional. El modo local de continuidad renovada nos remite al planteamiento de Rodrigo Gutiérrez y Ramón Gutiérrez Viñuales en orden a que «los mejores lugares para la personalización de los hombres son justamente aquellos que introducen nuevos estímulos a las ya tradicionales certezas conquistadas» (Gutiérrez y Gutiérrez Viñuales, 2012, p. 12).
7. 5. Villa Los Coihues (Bariloche) y Población Schilling (Osorno), construyendo lugar al margen de la urbanización
7. 5. 1. La experiencia de Población Schilling (psc) en los márgenes de Osorno
7. 5. 1. 1. Antecedentes territoriales: sentido y uso del espacio previo y posconquista
39El camino cultural y los modos de vida del sector de San Juan de la Costa, al oeste del río Rahue (poniente de Osorno), han quedado marcados por la longeva presencia ancestral, en este territorio, del pueblo originario Huilliche, pero también por la importante relación de dichas etnias y la acción de la ocupación colonizadora.
40Para efectos de este contenido, un acontecimiento capital de esa relación fue el Parlamento de las Canoas (1793), que se celebró en el actual emplazamiento de la ciudad de Osorno, a orillas del río Rahue, entre los caciques Huilliche y las autoridades coloniales españolas. En él se estipuló la cesión, por parte de los Huilliche, de los territorios de la isla comprendida entre el río Damas y el río Rahue hasta la cordillera andina, para efectos de la refundación de Osorno y asentamiento de colonos españoles. Esta delimitación definía que los territorios al oeste del río Rahue, actual San Juan de la Costa, incluyendo el espacio actual de la Población Schilling, permanecerían bajo jurisdicción de los Huilliche.
41La permanencia de este tratado mantuvo un estado de situación que, a inicios de siglo xix, fue reconocido por la naciente república de Chile. Sin embargo, y no obstante la confirmación de la vigencia del mencionado tratado, a partir de mediados de siglo xix, momento coincidente con el inicio del proceso de colonización de tierras impulsado por el Estado nacional para nacionales y extranjeros en el sur de Chile, paulatinamente se va produciendo la enajenación de aquellas tierras Huilliches al oeste del río Rahue, las que van pasando a constituir parte del Estado nacional o fundos o latifundios particulares, que «constriñen a los Huilliches en pequeñas porciones de terreno […] inaugurándose el conflicto entre quienes poseen material e ininterrumpidamente la tierra y quienes adquieren el dominio mediante un documento escrito» (Molina y Correa, 1998, p. 37).
42Este proceso determinó que, hacia inicios de siglo xx, prácticamente toda la cordillera de la costa fuera apropiada por particulares, quedando los pueblos originarios restringidos a la condición de reducción en pequeñas propiedades individuales o en comunidades, esta última fue una forma de tenencia de la tierra que, de algún modo, permitió la defensa de sus tradiciones en la escena latifundiaria (Molina y Correa, 1998, p. 67).
43Tal era el panorama del entorno rural que constituía la vecindad de los terrenos periurbanos de la ciudad de Osorno en que actualmente se sitúa la Población Schilling. Esta debe su nombre al agricultor Bruno Schilling Schencke, descendiente de Carl Philipp Schilling Rohde, uno de los primeros Schilling llegados a la región, hacia 1852, en los albores del proceso colonizador, y quien fue el precursor histórico de las posesiones territoriales de la familia. Él y su hijo, Enrique Schilling Buschmann, padre de Bruno, son quienes adquieren al fisco estas tierras para dedicarse a la agricultura.
44Bruno, de profesión ingeniero y quien fuera intendente de Osorno en el año 1952, también se dedicó a la agricultura, para lo que adquirió los terrenos de la pampa Schilling, terrenos fronterizos de la urbe,5 a sus sobrinos Heriberto, Karin y Carolina Schilling. Junto a otros terrenos aledaños, de propiedad de su primo Helmut Schilling y dedicados a la siembra de remolacha, que al no estar urbanizados tenían la posibilidad de ser usados para labores agrícolas (Morales, 2009, p. 103). No obstante, dada la carencia habitacional de la época, los terrenos también tenían un claro valor económico urbano futuro.
7. 5. 1. 2. Orígenes y desarrollo histórico de la Población Schilling: toma en los márgenes Huilliches de Osorno.
45Los orígenes de la población Schilling se remontan al surgimiento de un asentamiento informal o toma de terrenos urbanos de uso aún agrícola realizada en 1970 por pobladores, muchos de ellos de origen Huilliche, provenientes fundamentalmente de la zona rural de San Juan de la Costa (ver figura 7. 1). Una situación de vida precarizada, una economía de subsistencia agravada por el proceso de pérdida paulatina de tierras y la paralela modernización de las urbes –entre ellas, Osorno– que supuso un importante polo de atracción, impulsarían el transcurso migratorio campo-ciudad de la población campesina de la región.
46Este proceso –que tuvo lugar en terrenos situados al oeste del río Rahue y colindantes con el sector urbano de Rahue (a inicio de los años 60, terrenos de margen urbano y hoy, dado el crecimiento de Osorno, un sector urbano)– movilizó a un grupo de familias de escaso nivel socioeconómico, mayormente población huilliche de San Juan de la Costa, quienes migraron debido a las carencias de la vida rural frente a las perspectivas de vida dadas por el desarrollo de la urbe. Este grupo de familias se asentó mayormente en dichos terrenos del margen urbano poniente de Osorno, donde constituyeron el pequeño campamento San Juan, emplazado inicialmente en una quebrada a orillas del Estero de La Jara.
47Cabe reseñar que, a la llegada al campamento marginal, estos pobladores rurales de San Juan de la Costa traían consigo un particular bagaje cultural reciente. Hacia la cuarta década del siglo xx, en particular entre 1950 y 1973, los Huilliche –organizados en juntas de caciques– habían desarrollado un proceso de defensa de las tierras poseídas y de recuperación y explotación de las perdidas, que resultó en la expropiación, por parte del Estado nacional chileno y a favor de los Huilliche comuneros, de tierras en las que fundamentalmente se trabajaran los alerzales. Sin embargo,
las expropiaciones solo permitieron el reconocimiento de los derechos de ocupación de tierras, sin traspasarlos en propiedad a las comunidades Huilliche, razón por la cual el proceso se revertirá después de 1973, al traspasarse nuevamente los fundos a particulares o mantenerse parte de ellos en poder del Fisco. (Molina y Correa,1998, p. 85)
48Este panorama determinó en el territorio de San Juan de la Costa –como se dijo, ancestralmente Huilliche– un modo de vida rural marcado en esos años por el conflicto, la inestabilidad y la precariedad, en que la subsistencia fue a partir de actividades como el cultivo tradicional de autosustento (huertos) y la extracción de materia prima (madera nativa para uso como leña).
49En este escenario de precariedad la vivienda no fue la excepción. Normalmente el modo accesible para optar a una fue el de la autoconstrucción, proceso en el que cada familia edificaba su propia vivienda, con ayuda eventual de sus vecinos cercanos, generalmente de manera progresiva de acuerdo a recursos y necesidad, muchas veces utilizándose, tanto en estructura como en revestimientos, los materiales que se tenían a mano localmente, como maderas nativas que servían para todos los fines: «asumiendo diferentes expresiones: en el exterior, tejuelas tingladas, tablones horizontales y verticales tinglados y en el interior, varas de coligue como cielo falso y madera tinglada horizontal» (Flores, 2015, p. 23). Se acudió también a materiales como zinc y revestimientos plásticos en exterior e interior de la vivienda.
50La característica formal general de las viviendas fue la del tamaño compacto, forma adecuada al clima, volumen al que usualmente se asociaba un corredor exterior para acopiar leña. El acceso de la vivienda fue asumido como un espacio intermedio que «busca cerrarse a las agrestes condiciones climáticas en invierno» (Flores, 2015, p. 23). De los espacios interiores, destaca el ámbito único de cocina, estar y comedor, el que mantiene un orden doméstico no solo asociado a actividades propias de estos lugares, sino también a labores como secado de ropa en invierno y de productos naturales en verano.
51En algunas viviendas el servicio o baño, normalmente una letrina, es una célula separada, al igual que las bodegas de acopio. Estos recintos, junto a los espacios exteriores como el corral de crianza de animales y el terreno para plantaciones de verduras y quintas de árboles frutales, se ordenan en torno a la vivienda. La disposición usual es la siguiente: al frente las quintas y tras la casa los espacios de crianza de animales menores. Todos estos ambientes y usos les permitían una economía de autosubsistencia. Las anteriores constituyen, resumidamente, las expresiones construidas de la forma de vida rural de estos habitantes que se instalarían en el campamento San Juan, en los márgenes de Osorno.
52Tras dos años de la toma de la quebrada, en abril de 1972, las aproximadamente cuarenta y cinco familias pobladoras del campamento (hoy 3359 habitantes y 1072 hogares de acuerdo al censo ine de población y vivienda del año 2002) decidieron ampliar la acción, mediante tres tomas sucesivas, hacia terrenos emplazados en el norte, con lo que la superficie de las tierras se amplió a unas veintidós hectáreas.
53Sin embargo, la situación marginal del terreno en relación con los límites urbanos y el contexto nacional de insuficiente cobertura habitacional, al que no escapaba la realidad local de Osorno, propiciaron que los pobladores de dicha pampa, carentes de vivienda y agrupados en tres comités (San Juan, Porvenir y Pedro Montt), hicieran ocupación de dicho terreno con la finalidad de consolidarse como una población, infringiendo la ley sobre edificación de poblaciones, cuyo artículo 117 prohibía edificar o realizar actos o contratos traslaticios de dominio sin autorización legal, sin urbanización o sin garantía vigente de urbanización. A la toma, entendida en aquel tiempo histórico como una vía rápida para la solución habitacional, siguió un proceso de subdivisión o loteo irregular, realizado por los dirigentes de la toma. Los pobladores, mediante cuadrillas de trabajo, se organizaron para demarcar cierros y, mediante autoconstrucción, edificar mediaguas (Flores, 2015, p. 11).
54Estos grupos familiares, provenientes de condiciones de vida rural precarias, en su nueva locación también «se verían obligados a vivir en condiciones de miseria y exclusión en los márgenes urbanos» (Morales, 2009, p. 8), dando origen a los campamentos o poblaciones callampas situados en los márgenes de la ciudad.
55Sin atención estatal, inicialmente fueron apoyados por la Iglesia Católica, mediante la acción del padre Erico Krauss y por grupos de universitarios y voluntarios que colaboraron en la atención de necesidades básicas. Recién hacia 1977, ante el problema social de la necesidad de vivienda, el gobierno regularizó la situación de propiedad de la población, mediante la adquisición de los terrenos por parte del Servicio Regional de Vivienda y Urbanización de la x Región, con lo que se podía optar a los beneficios de la urbanización.
56A pesar de las perspectivas supuestas respecto de la vida urbana, el paulatino crecimiento de la toma y la virtual invisibilización y desatención por parte de las autoridades acarreó múltiples carencias que se proyectaron en el tiempo, entre las que se cuentan la inexistencia de agua potable por casi diez años, carencia de alcantarillado por un período de quince años y de casetas sanitarias, las que recién comienzan a estar presentes veinte años después de la creación de la población. En medio de este panorama, los títulos de dominio tardan cerca de cuarenta años en ser obtenidos (Diario Austral de Osorno, 2010, 16 de octubre). Estas prolongadas carencias y desatención por parte de las autoridades originaron la necesidad de la labor de autogestión llevada a cabo por una directiva (en un primer momento organizada por un coordinador militar) que ofició de portavoz, ante la autoridad local, de las necesidades de los pobladores. Es así que, en paralelo a la construcción de las viviendas, la autogestión comenzó con el desmalezamiento comunitario y retiro de vegetación en el espacio de frontera entre la población y el ámbito rural colindante. Asimismo, la directiva gestionó la obtención de insumos colectivos básicos, como la apertura de un pozo, dentro del sitio, para el abastecimiento de agua y la instalación de pilones surtidores en el espacio público, cada tres cuadras. Cada familia podía acceder cuatro veces al día a buscar agua. También se construyeron pozos negros, ante la falta de alcantarillado. La labor de la directiva además supuso la gestión ante las autoridades locales municipales para la consecución de electricidad pública y, posteriormente, para la construcción de un colegio (que atendía alumnos de primero a cuarto básico) y para la urbanización (ordenamiento de sitios, instalación de soleras y posterior pavimentación de calles y veredas) y dotación de servicios domiciliarios (agua, alcantarillado y electrificación domiciliarias). Mediante la gestión de esta directiva se consiguió la donación municipal de diarios y libros para iniciar una biblioteca, la que se implementó en la sede social.
57Prácticas como el cultivo de huertos familiares o la crianza de animales sirvieron para la venta interna entre vecinos, influyendo en su economía familiar, sin embargo, estas van paulatinamente desapareciendo en tanto se comienza a privilegiar la perspectiva de respeto a los vecinos, en tanto conductas de cooperación mutua y buena convivencia, en relación con la problemática sanitaria que dichas prácticas supusieron. Hoy solo subsisten, en algunos casos, huertos para consumo propio.
58En la autogestión el espíritu que primó fue el de la superación de la pobreza, por lo que, para que las necesidades básicas reseñadas pudieran quedar resueltas, la directiva privilegió la relación y gestión ante instancias locales municipales o provinciales.
7. 5. 1. 3. Evidencias de espacios de continuidad renovada: la vida urbana no acabó de urbanizarse
59El paulatino arribo de aquella acción gubernamental supuso la introducción de nuevos estímulos, pero también condicionantes, a la forma de vida que los propios habitantes habían organizado en el lugar. No obstante, por sobre aquellas, en lo sustantivo la organización del espacio de vivienda continuó reflejando las formas adecuadas a los usos que sus habitantes les imprimieron, diferenciándose de los estándares oficiales locales de planificación urbana.
60Por una parte, es posible observar el particular modo de urbanización adoptado, el que si bien sigue el formato de trama propio de la ciudad colonial hispanoamericana, prevalente en Osorno, en este caso difiere al asumir una proporción rectangular, generándose manzanas más pequeñas de un ancho aproximado a los cuarenta metros y de un largo variable. La proporción alargada de cada manzana siguió la tensión longitudinal del terreno ocupado. Dos calles transversales principales (12 de octubre y San Diego) marcan la división de los tres sectores de la población. A diferencia del uso en el planeamiento urbano oficial, aquí no se contempló espacios públicos.
61Por otro lado, la particularidad también es observable en el dimensionamiento de los lotes repartidos. Cada manzana se parceló en lotes de diez por veinte metros, quedando cada uno con su lado mayor expuesto al norte, una condición favorable para la consecución de condiciones ambientales al construir. En estos pequeños lotes cada familia pudo emplazar libremente y sin restricciones normativas sus viviendas que, al ser autoconstruidas, adoptaron las más diversas formalizaciones. Sin embargo, la pequeña dimensión del lote determinó la restricción del tamaño de los espacios exteriores disponibles, dando como resultado tanto la necesidad de optimización del uso de dichos espacios –para lo que se adaptó y/o redujo los usos exteriores tradicionales– como la consecuente reorganización espacial de la vivienda misma.
62No obstante la autogestión, la mera acción de partición del terreno que hubieron de definir para organizarse significó, para estos pobladores y sus formas de vida rurales, la adopción y adaptación a un nuevo escenario de vida (ver figuras 7. 2 y 7. 3).
63Ante aquellas novedades nos hemos preguntado respecto de cuáles de las certezas, asociadas al modo de vida rural de sus lugares de procedencia, cautelaron mantener. Y hemos registrado ciertos resultados relevantes que han sido observados en algunas de estas viviendas, fundamentalmente en las que han mantenido su configuración de origen. Primeramente, la mantención de las formas rurales de uso de los, esta vez escasos, espacios exteriores en torno a la vivienda, en tanto espacios útiles o productivos de autosubsistencia. Aunque reducidos, en los lotes se observa que, tal como era la usanza en el espacio rural, en estas viviendas se procuró conservar espacios diferenciados para la plantación de árboles frutales y para la creación de huertos, así como para patios de servicio e incluso para la crianza de animales. La presencia de dichas áreas, sin embargo, sumada a las mismas restricciones espaciales, muchas veces determinó que los volúmenes construidos anexos a la vivienda misma (normalmente el baño, cocina fogón, bodegas y leñeras), que en el espacio rural se disponían separados del volumen principal, pasaran a formar parte de la casa, adosándose a dicho volumen.
64En términos constructivos, se cauteló mantener el uso de la madera como material principal, siendo el modo en que se utilizó el que varía. Mientras en el entorno rural el material era empleado en un formato no estandarizado tanto para la estructura –generalmente en maderas nativas– como para los revestimientos exteriores –de tinglado y tejuelas– y los revestimientos interiores –de colihue–, en la Población Schilling, aunque mantuvo algunos formatos, el sistema constructivo sumó materiales de construcción estandarizados, como estructura de madera de pino cepillado y revestimientos de zinc en muros y techos.
65Asimismo, en las viviendas se cuidó mantener el modo de uso de importantes y adaptativos espacios habitables interiores, fundamentalmente el estar-comedor-cocina a leña como centro de la vida doméstica. Los espacios intermedios adaptativos al clima local también permanecen formando parte de la espacialidad, a saber, en los accesos a las viviendas o zaguanes y en las terrazas corredores cubiertas.
66A partir de estas observaciones, es posible comentar que en el caso de la Población Schilling el modo de continuidad renovada, vinculado al sentido del habitar territorial rural de San Juan de la Costa, se habría verificado en la introducción, en su situación de residir periurbano, de patrones funcionales, espaciales y materiales tradicionales practicados en el habitar de dicho sector rural. Patrones que, sin embargo, se presentaron adecuados a las nuevas condiciones de emplazamiento periurbanas, especificando así una posible vía de concreción-adaptación de las prácticas culturales rurales en áreas urbanas (ver figura 7.4).
67Mediante dichas prácticas de adaptación de formas de vida rurales a una nueva situación, la Población Schilling devino en un lugar en el que la vida urbana no acabó de urbanizarse, aportando por una vía no oficial o alterna a la construcción del paisaje urbano de continuidad renovada. Un paisaje local de coexistencias entre tradición y modernidad.
7. 5. 2. La experiencia de Villa Los Coihues (vlc) en los márgenes de Bariloche
7. 5. 2. 1. Antecedentes territoriales: sentido y uso del espacio previo y posconquista
68El valle del arroyo Gutiérrez, donde se asienta Villa Los Coihues (vlc), evidencia signos de poblamiento de pueblos originarios de varios siglos atrás, a partir de pinturas rupestres que han sido datadas como de 1450 d. C.6
69Tras la conquista militar, el decreto presidencial de 1902 creó y configuró la Colonia Agrícola Nahuel Huapi a partir de lotes pastoriles de 625 hectáreas alrededor de los lagos, hoy denominados Nahuel Huapi, Moreno y Gutiérrez.
70El valle alto del Gutiérrez (actual área de vlc) y el cerro San Martín quedaron comprendidos en el lote pastoril 96. El mismo fue asignado al primer médico de Bariloche, el suizo José Vereertbrugghen, «quien lo ocupó y explotó personalmente desde enero de 1907» (Valmitjana, 2002, p. 27). Su manejo del área se enrola en el sentido inicial dado a las tierras conquistadas: presencia geopolítica argentina y ampliación de la frontera agrícola. En efecto, las tierras bajas cercanas al lago donde estaba asentada la familia contaban con doce hectáreas de cultivos (trigo, avena, alfalfa, cebada, centeno, papas y pastos refinados), hacienda (10 toros puros, 10 toros Duran, 500 vacas, 50 caballos, 20 yeguarizos), 250 árboles frutales, maquinaria agrícola y de quesería (Valmitjana, 2002, p. 27). En otros sectores del mismo valle, aguas abajo, residían las familias originarias Ranquehue y Hualmes, también dedicadas a la agroganadería.
71El quiebre del modelo agroexportador argentino, en el marco del nuevo contexto global abierto tras la crisis financiera de Wall Street (1929/1930), y su expresión en Bariloche hacia finales de la década del 30 tuvo también impacto en este valle periférico:7
- la agricultura de los Vereertbrugghen cede lugar al manejo maderero para alimentar la calefacción del creciente poblado de Bariloche,
- la instalación en el inicio del arroyo Gutiérrez de una pequeña compuerta y una usina para el abastecimiento eléctrico local y
- la instalación de la Hostería Los Coihues, en la costa del lago, orientada al incipiente turismo.
72Estas novedades socioespaciales le asignan carácter de margen al área, la que sin asumir funciones propias de la centralidad ya no refleja los rasgos del espacio periférico (agrícola y rústico).8
7. 5. 2. 2. Orígenes y desarrollo histórico de Villa Los Coihues: habitar los márgenes de Bariloche
73En el marco de estas transformaciones, el lote pastoril 96 cambió de dueño en 1950 (los Vereertbrugghen llevan la actividad agrícola a otras áreas). Adquirió la propiedad Carlos Manuel Díaz que, en 1969, constituyó Los Coihues Sociedad en Comandita con la intención de dar lugar al loteo de la parte del valle de su propiedad.
74Ese loteo configura Villa Los Coihues, diferenciando dos sectores: uno, al sur de la villa, de lotes amplios (2000 a 5000 metros cuadrados) sobre la ladera del cerro San Martín que desciende hacia el lago Gutiérrez; «la cereza del postre» del loteo;9 y el resto de la villa, en el fondo del valle, con casi 1000 lotes de 600/800 metros cuadrados (ver figura 7.5). El ingreso principal (en verdad, el único oficial) se halla a trece kilómetros (desde hace 20 años asfaltados en su totalidad) del centro de Bariloche.
75El loteo incluía, ya en los años 70, un servicio básico de distribución de agua sostenido por la misma Sociedad y electricidad servida por la Cooperativa Eléctrica Bariloche. Fuera de ello, no disponía de red de gas ni servicio de transporte público al centro de la ciudad de la que dista catorce kilómetros. Estos elementos confluían para determinar un valor del suelo relativamente accesible (menos de tres dólares el metro cuadrado) a cambio de una propuesta de hábitat y vida caracterizada por una cierta distancia y escisión respecto del centro urbano, servicios públicos restringidos y un bello marco escénico natural. Estas condiciones determinaron no solo un lento ritmo de poblamiento sino un perfil de habitante en sintonía con aquellas condiciones; lo que le valió a vlc la imagen externa en Bariloche «como “barrio de los bohemios”» (Merlos, 2015, p. 38) o hippies.
76Así, el proceso de venta de lotes resultó de muy larga duración (aún hoy existen lotes de la Sociedad a la venta) e incompleto (algunos compradores de Buenos Aires pagaron sus primeras cuotas y luego discontinuaron). Unido a ello, en sus tres primeras décadas (70, 80 y 90) el poblamiento «por parte de pobladores que provenían de la misma ciudad con acceso a terrenos de bajo costo» (Merlos, 2015, p. 35) alcanzó el 20 % del loteo: menos de 200 familias entre 1970 y 2003 (sobre un total de 1090 lotes).
77Luego de los 90 arriba el asfalto hasta la villa y con él el transporte público (hasta entonces la línea terminaba a tres kilómetros de ruta de ripio), y en 2003 se instala una red domiciliaria de distribución de gas conectada al troncal y se inician las primeras conexiones. Sobre este hito deben señalarse dos elementos significativos: por un lado, el acceso a ese servicio se dio luego de varios años de peticiones y negociaciones con el Estado municipal y la firma prestadora que culminaron con un intenso proceso participativo vecinal que posibilitó la concreción del servicio gracias a una dinámica comunitaria altamente democrática, eficiente y transparente.10 Por otro lado, la disponibilidad del servicio de gas reducía a un 10 % el costo de calefacción mejorando y abaratando las condiciones de vida; y con ello, aumentando la atractividad del sitio y, al mismo tiempo, el valor de los lotes.
78El efecto en el poblamiento fue determinante: en los 30 años previos a la llegada del gas se habían asentado 200 familias, en los 15 años posteriores lo hicieron otras 700.
79Los momentos del poblamiento diferencian una etapa preloteo en la que se asentaron algunas familias paisanas llegadas a trabajar la madera; en la primera etapa posloteo y sin red de gas (1970-2003) personas y familias de Bariloche o del resto de la Argentina (docentes, artesanos) apostaron por un sitio no-urbano (falto de servicios) y natural, y posllegada del gas de red, la etapa más fuerte, que combina migrantes por estilo de vida (atraídos por el paisaje natural y sociocultural) y otros migrantes con imaginarios más urbanos. El último censo nacional de población señaló 2500 habitantes en 2010, y la junta vecinal hoy registra 900 familias (estimándose en 3500 habitantes). En el sector costero han proliferado emprendimientos turísticos, mientras que el resto del barrio (85 % de la superficie) es residencial de familias asalariadas o cuentapropistas (aunque aumentan progresivamente las pequeñas inversiones en una segunda unidad habitacional ofrecida al turismo o al alquiler permanente).
80El paulatino crecimiento cuantitativo de la población asentada en vlc estuvo acompañado también de cambios cualitativos en los procesos comunitarios a favor de una mayor participación, organización y capacidad autogestiva. Tal vez el hito lo constituyó una serie de asambleas realizadas en 2007, autoconvocadas por vecinos sin representación institucional; muchos de ellos involucrados en la gestión de la red de gas y aplicando la misma dinámica participativa y horizontal.
81Desde ya este hito, lejos de ser un evento fortuito o de generación espontánea, más bien puede entenderse como el catalizador de varios procesos organizativos autogestivos previos que resultan antecedentes ineludibles:
- La gestión del servicio de agua, conforme se poblaba el barrio, fue siendo abandonada por la Sociedad que realizaba el loteo y asumida por los vecinos, que se fueron congregando en la junta vecinal (nacida formalmente en 1986) como espacio de coordinación comunitaria del involucramiento de algunos vecinos en torno a cuestiones barriales.
- La conducción de la escuela desde su origen (en el año 1989, en instalaciones de la junta vecinal) adoptó, conforme a los rasgos de buena parte de los pobladores asentados en aquellos años (alejados de la centralidad modernizada), formas alternativas en sus prácticas didácticas e institucionales y multiplicó canales de vinculación y encuentro con las familias, tanto por una particular visión de ser-escuela-abierta como para la resolución autogestiva de problemáticas concretas.
- La ocurrencia de un incendio forestal en las inmediaciones boscosas del barrio (1996) motivó la organización comunitaria ante el evento y dio lugar a la conformación de un primer grupo de bomberos voluntarios (Los Zorrinos) que perduraron tras el episodio y derivaron luego en el Destacamento de Bomberos Voluntarios Los Coihues.
- La conformación en 1996 de la Biblioteca Popular Carilafquen por parte de vecinos interesados en la animación de la lectura y la cultura (también prestando servicio desde las instalaciones de la junta vecinal).
- La conformación de un jardín maternal en las instalaciones de la junta vecinal, nacido en 1997 como iniciativa emprendedora de una docente pero derivado en una organización cooperativa sostenida por los padres.
- La obra comunitaria de construcción de un playón deportivo y recreativo (2000), con fondos donados, espacio cedido por la municipalidad y labor comunitaria de los vecinos.
82Las asambleas autoconvocadas de 2007 organizaron siete comisiones de trabajo temáticas (ambiente, obras públicas, cultura, deporte, comunidad, regularización de la junta vecinal y comunicación) y congregaron a buena cantidad de vecinos con vocación de incidir en el propio espacio de vida, revitalizando las organizaciones previas antes mencionadas y, no menos importante, ratificando un modo de habitar vinculado al hacer, basado en la organización autogestiva, la creatividad y alternatividad, el cuidado de la naturaleza y el paisaje.
83A la fecha, el relevamiento realizado por el proyecto Tesys en 2017 identificó veinte formas de organización autogestiva vinculadas al hábitat, el ambiente, la cultura, la educación, el deporte, la producción y la crianza.11
7. 5. 2. 3. Evidencias de espacios de continuidad renovada: la vida urbana no acabó de urbanizarse
84Este margen de Bariloche ha sido social y culturalmente influenciado por la primera oleada de pobladores-vecinos posloteo que, catalogados como bohemios (en un sentido, al margen de las tendencias y dinámicas hegemónicas), adoptaron el sitio con plena conciencia de su condición de margen. Desde entonces, e incluso durante la segunda oleada (luego de la conexión a la red de gas), se registraron tensiones sociales en torno al tipo de hibridez deseada para el sitio. O sea, tuvo lugar un permanente estado de adopción-rechazo selectivo de las propuestas de la modernidad urbana, construyendo así su modo local de habitar, a través de:
- La construcción comunitaria de infraestructura social.
- Nuevas instalaciones edilicias: ampliaciones de la junta vecinal, la escuela y la radio, construcción de la biblioteca (2009-continúa), ver figura 7.6.
- Infraestructura pública deportiva recreativa: el playón deportivo y recreativo (2000) y pista de skate (2009-2017), mesas, bancos y bebedero de la plaza de la Comunidad, ver figura 7.7.
- Equipamiento urbano para la movilidad: puente artesanal sobre el arroyo Gutiérrez (2014), puente peatonal sobre el cañadón (2017), proyecto de movilidad para el acceso seguro a la escuela (2016), ver figura 7.8.
- Resistencia a intervenciones degradantes del bosque, las costas y el lago.
- Recupero de espacio verde (reserva fiscal) cedido por la municipalidad al Obispado de Bariloche (2009).
- Movilización contra dos megaproyectos sucesivos sobre el cerro San Martín.
- Movilización ante una intervención confusa (sin claridad sobre derechos sobre la tierra) para implantar un megaproyecto en la Pampita (2009).
- Acciones contra la construcción de muros en la costa (2015), o de alambrados, dificultando el acceso a las costas (2013).
- Adopción selectiva de servicios públicos.
- Gestión comunitaria del sistema de captación, potabilización y distribución del agua para consumo doméstico (1996).
- Proyecto comunitario para la instalación de la red de gas barrial (2002-2004).
- Diálogo sostenido, reclamos comunitarios y cogestiones ante la Administración Pública.
- Movilización masiva en el marco del Presupuesto Participativo de la Delegación Cerro Otto para el financiamiento del Proyecto del Polideportivo (2008).
- La «marcha de los ladrillos» para reclamar por la finalización de la obra de la escuela 324 (2013), manifestación con gaviones para reclamar por la construcción del jardín de infantes (2018).
- Articulación escuela, junta vecinal y delegación municipal para las tareas de acondicionamiento del suelo para la obra del jardín (2018), ver figura 7.9.
- Adopción de formas innovadoras de habitar un valle boscoso.
- Rechazo al alumbrado público masivo e indiscriminado, a favor de un proyecto de iluminación respetuosa (2014).
- Rechazo de las aceras tradiciones, a favor de la idea de senderos de mínimo impacto en el espacio público boscoso correspondiente a las veredas.
- Programa de poda respetuosa de plantas nativas y control de exóticas en veredas.
- Gestión comunitaria integral de residuos sólidos urbanos.
- Proyecto de separación domiciliaria, acopio de reciclables y envío a cooperativa de recicladores (iniciado y sostenido desde 2006).
- Proyecto de acopio y evacuación de residuos voluminosos (tres fechas al año), iniciado y sostenido desde 2010.
- Recolección de residuos dispersos (por el déficit de la modalidad de recolección municipal), desde 2010.
- Fomento y apoyo económico comunitario para el chipeado de restos forestales.
- Capacitaciones periódicas en la adopción del compostado domiciliario.
85Más que en la arquitectura doméstica, en la configuración barrial, en lo construido (además de en el cómo se construyó) y en lo evitado, es la manera en que la comunidad ha definido y generado su modo local de adopción/diferencia con lo urbano. No siendo coincidente ni el lugar de origen ni el momento de llegada de estos migrantes, no es la arquitectura de sus viviendas y los modos de uso de los lotes los que reflejan la comunión de valores, sino sus proyectos referidos al espacio de vida compartido.
86Así han construido una continuidad renovada con altos niveles de selectividad de propuestas urbanas externas y de autogestión de iniciativas propias.
7. 6. Algunas ideas conclusivas
87Las centralidades de Osorno y Bariloche, sus periferias y psc y vlc, en tanto márgenes, confirman la potencia de las estrategias nacionales en la configuración de los territorios (en particular la Araucanía y Norpatagonia). Esas estrategias son la expresión regional y local del modo de inserción histórica de la nación en el escenario global, vinculado de una u otra manera a esos territorios con actores extraregionales o extranacionales, sean estos migrantes, inversores inmobiliarios, grandes firmas productoras o comercializadoras.
88Los casos de psc y vlc estarían mostrando que los márgenes, entre centralidad y periferia, en tanto espacios híbridos, dan lugar para otras formas del habitar, un modo local. Aunque sin contar con la totalidad de los servicios propios de las centralidades urbanas (infraestructura, servicios, conectividad), incluso a veces careciendo de ellos, estos espacios poseen algún tipo de vínculo con dichas centralidades del que se nutren (oportunidades de empleo, beneficios de la agrupación asociativa y ciertos servicios esenciales como salud y educación), del mismo modo que sostienen y/o capitalizan algunos rasgos de la periferia rural o natural sin padecer las mayores carencias estructurales que han caracterizado a esos espacios.
89A su modo, que responde a elementos nacionales y locales particulares a uno y otro lado de la cordillera, las comunidades de psc y vlc han construido un espacio no desvinculado del marco local (sin esa vinculación nunca hubieran sido), pero con una articulación con impronta propia, que podemos enmarcar en la llamada «continuidad renovada». La preservación de prácticas de agricultura, espacios intralote y marcos escénicos con improntas rurales o agrestes en la configuración comunitaria del propio lugar, dan cuenta de la fertilidad de los márgenes para otros modos del habitar, más determinados por los propios pobladores, sus historias y proyectos.
90La configuración espacial de la arquitectura o los espacios de cultivo en psc o el rechazo a formas típicamente urbanas (como el alumbrado público y las aceras) en vlc no son una oposición a lo urbano, sino una vinculación selectiva basada en la reafirmación y recreación de las propias tradiciones y valores de vida, nutridos del pasado añorado ya vivido o del futuro deseado por vivir, pero también en la resistencia a una forma urbana estandarizada propuesta acríticamente por normas, planificadores y algunos pobladores, como imposición natural de los nuevos tiempos.
91En los márgenes de las centralidades de Osorno y Bariloche, las experiencias de psc y vlc han planteado una reafirmación de valores alternativos construidos comunitaria y democráticamente, aunque no necesariamente sin oposiciones, en particular en la experiencia de vlc. En psc esos valores provenían de su pasado reciente compartido por las familias oriundas de San Juan de la Costa; en vlc llegaban del futuro utópico compartido por los migrantes por amenidad venidos de las grandes ciudades:
Lefebvre sitúa estas resistencias en los espacios de representación. Estos son los espacios vividos que representan formas de conocimientos locales y menos formales; son dinámicos, simbólicos, y saturados con significados, construidos y modificados en el transcurso del tiempo por los actores sociales […] Estas posibles «modernidades alternativas» serían el producto de la búsqueda por un contra-espacio. (Oslender, 2002, p. 7)
92Con sus diferencias, ambas comunidades construyeron un lugar que cuestiona algunos aspectos de la ciudad contemporánea (mientras adoptan otros) y recuperan la necesidad de otro vínculo con la tierra (la naturaleza). En psc a partir de la mantención y práctica del vínculo ancestral con la tierra (ahora adecuada a la nueva realidad urbana); en vlc a partir del cuestionamiento de una vida urbana desvinculada de la tierra, la naturaleza. La tierra en el sentido material, el elemento tierra. Más ampliamente con lo natural, con la naturaleza. También en un sentido productivo, de autosustento (cultivos en los predios de psc, encuentros huerteros en vlc).
93Además, la tierra-naturaleza como oposición a la urbanización negadora y degradante de los procesos naturales, al cemento urbano, a las luces contaminantes de la noche natural, a las aceras y el asfalto requeridas por la velocidad citadina (rechazo a las luminarias en vlc, usos diversos e intensivos de espacios exteriores de los predios en psc).
94La tierra-naturaleza como alternativa y alternatividad, como reivindicación de otro modo de ser-al-margen, en los márgenes. Ser en la tierra, ser espacialmente: «el hombre es tierra que anda», decía Atahualpa Yupanqui. Ser espacialmente como sujeto comunitario (juntas de vecinos en psc, organizaciones coihuenses), con todas las disputas internas que un colectivo supone. Pero, desde los márgenes, con un sentido espacial propio en una vinculación selectiva con los sentidos nacional-globales.
95En línea con lo dicho, creemos que los márgenes, con su hibridez, con su ser-al-margen parecen tener fertilidad para gestar otro desarrollo (Madoery, 2008) desde sus habitantes. Desde otra manera de pensar y actuar, desde un territorio transicional, en el que eventualmente se «produciría el encuentro de procesos socioculturales y la negociación de comportamientos y sentidos asociados a la pertenencia» (Grimson, 2005, p. 9). Las experiencias de psc y vlc muestran que esos márgenes han sido elegidos como residencia por actores dispuestos a reafirmar sus valores frente a la urbanización homogeneizante; aun ante la evidencia de la fuerza de las determinaciones macro, oponiendo resistencia afectiva en algunos casos, o estableciendo una vinculación selectiva en otros.
96Pero lo que se ha dicho no implica desconocer el valor de movimientos de resistencia y alternatividad gestados en los centros urbanos o en áreas periféricas. Lo que aquí se ha querido relevar es el lugar de los márgenes. Los márgenes no son solo un sitio en el espacio; son el lugar desde donde se implanta una desvinculación y revinculación (reterritorialización utópica), la rebeldía política y la autogestión socioespacial. En los márgenes, en tanto lugar abierto y de transiciones, es posible encontrar el terreno fecundo para el contacto cultural.
97Las experiencias aquí presentadas son una invitación a profundizar en el análisis de los márgenes, espacios de resignificación entre las centralidades y las periferias. Se trata de construir al margen, en cualquier sitio.
Autorías y filiaciones institucionales
98Hugo Weibel Fernández
Universidad de los Lagos, Departamento de Arquitectura, Centro de Estudios del Desarrollo Regional y Políticas Públicas. Osorno, Chile.
99Mauro Cesetti Roscini
Universidad Nacional de Río Negro. Bariloche, Río Negro, Argentina.
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (unpsjb). Esquel, Chubut, Argentina.
Comentario al texto
100Por Brenda Matossian
101Las investigaciones que orientan sus intereses y problemáticas hacia una mirada comparada y binacional resultan siempre un desafío y un logro en sí mismas, en el caso de este capítulo se suma, además, un continuo diálogo interescalar.
102La propuesta se basa en analizar las formas urbanas y modos de habitar alternativos desde los márgenes (aunque podríamos preguntarnos si no sería factible nombrar estos espacios como suburbios, periferias, periurbano, afueras, etcétera). Para ello se apoya sobre dos estudios de caso, uno en la localidad chilena de Osorno y un segundo en la ciudad argentina de San Carlos de Bariloche.
103Se despliega así un ejercicio comparativo en el que las escalas nacionales y regionales, más precisamente enfocadas en la Araucanía y Norpatagonia, dan un marco necesario para comprender los modos de desarrollo periféricos que estos espacios tuvieron dentro de las historias nacionales, marcados por prácticas genocidas hacia pueblos originarios, incorporación tardía de las tierras a los dominios de los Estados nacionales y escasas autonomías, signadas por lo que ya fue denominado en distintos antecedentes como colonialismo interno (Navarro Floria, 2007). Bajo esta modalidad de desarrollo, supeditado a la metrópoli, estos territorios son analizados por los autores como regiones dentro de las cuales las intervenciones nacionales fueron configurando diferencialmente centralidades, márgenes y periferias.
104Dentro de la relación interescalar que propone el capítulo, las ciudades de ambas regiones se constituyeron como centralidades en contraposición con los ámbitos rurales y periféricos. Así, la reflexión en torno a la escala local se encuentra atravesada por la noción de margen que los autores refieren en tanto área transicional entre los centros y las periferias. De allí que ambos casos de estudio quedan comprendidos como sectores híbridos y fecundos, en los cuales se desarrollan modos de habitar y formas de hábitat alternativos y contrahegemónicos. Así las experiencias particulares de ambos casos muestran una serie de elementos que dan cuenta de que en los dos sectores, aun con sus diferencias, se sostienen interesantes formas otras de habitar y vincularse con las centralidades urbanas.
105En este punto cabe reflexionar en torno a la condición de opcional en este tipo de relaciones entre las centralidades y los márgenes, dado que estos últimos, además de nutrirse de los centros, también en distintos contextos, los necesitan; así pueden, tal vez, repensarse los lazos de dependencia entre estos sectores.
106La lectura del capítulo deja abiertos algunos interrogantes e invita a distintas líneas de investigación que pueden continuar problematizándose a futuro. A continuación planteo algunas cuestiones al respecto.
107En primer lugar, discutir-tensionar la relación entre los conceptos de margen y frontera. En un apartado del capítulo los autores señalan que
Los márgenes en distintos territorios tienen el mismo sentido espacial, pero no necesariamente una misma configuración: «el margen, por su naturaleza, no tiene una morfología reconocible. Es lo opuesto a la frontera. Mientras que la frontera es neta el margen es irregular. Mientras que la frontera encierra, el margen permanece abierto. Donde la frontera es intransitable y marca un interior y un exterior, el margen entra, sale y se puede atravesar». (Treu y Palazzo, 2006, citado por Peña Jaimes y Ortega Torres, 2011, p. 152)
108Existen, dentro la geografía, de la historia y de distintas ciencias sociales, diferentes antecedentes que discuten largamente la cita escogida en el párrafo anterior, incluso dentro de los libros publicados como producto de los anteriores Talleres Binacionales Araucanía Norpatagonia: las fronteras también pueden configurarse como porosas, transitables y abiertas, compartiendo incluso muchas de las características que se presentan para describir a los márgenes dentro del marco de este trabajo.
109En segundo lugar, resulta interesante para continuar profundizando el modo en el que las materialidades y las representaciones espaciales parecen imbricarse en estas formas de habitar que se describen. El rol de los aspectos simbólicos implicados en estos procesos, sintetizados en la expresión «vida urbana que no acabó de urbanizarse», pone de relieve la importancia de reconstruir las experiencias del espacio pretéritas en los habitantes de determinados lugares para comprender estas dinámicas socioterritoriales y culturales.
110En tercer lugar, al comprender los márgenes en tanto espacios de interfase rural-urbana, se sugiere retomar el trabajo pionero de Robin J. Pryor (1968) que avanzó en la idea de transición de estos espacios. Se puede considerar aspectos como el factor accesibilidad y el mercado de suelo urbano, tan importantes para la comprensión de estas porciones de las ciudades en continua expansión. Allí la especulación inmobiliaria y la presión de actores globales sobre los locales imprimen el paisaje de una manera singular. Tal vez sea posible indagar cómo estas dinámicas alcanzan, o no, a poner en jaque estas formas de habitar desde modos alternativos.
111Para cerrar, quiero resaltar que en la interesante propuesta comparativa del trabajo radica el principal desafío, originalidad y potencial del mismo. El contraste Población Schilling como «un paisaje local de coexistencias entre tradición y modernidad» y Villa Los Coihues «como barrio de los bohemios o hippies», en sus distintas formas de organización comunitaria, de vincularse con la naturaleza, con lo urbano y con el paisaje en su conjunto reviste de gran potencial para continuar indagando.
112Resultan sugerentes muchas de las reflexiones que se encuentran hacia el final del trabajo en las que se refiere a «la fertilidad de los márgenes para otros modos del habitar» y a estos como casos de «resistencia a una forma urbana estandarizada». En este sentido, considero retomar una oportuna idea de Horacio Capel (2001) respecto a las periferias como espacios de la heterogeneidad, donde coinciden diversos actores sociales, con objetivos diversos, con estrategias variadas y, por lo tanto, esto los convierte en espacios en los cuales «el conflicto encuentra un sustrato fértil: la heterogeneidad social y cultural» (Hiernaux y Lindón, 2004, p.○118). Periferias y márgenes, ambos conceptos en su relación con las centralidades, nos invitan a seguir profundizando sobre sus definiciones, dinámicas y conflictos intrínsecos.
En diálogo con Brenda Matossian
113Por Hugo Weibel Fernández y Mauro Cesetti Roscini
114La acuciosa revisión y los comentarios de la doctora Brenda Matossian son muy valiosos: reflejan el desafío que representó este intercambio recién abierto en torno a los márgenes. Además de relevar orientaciones convenientes para futuras líneas de indagación, señalan las oportunidades de colaboración binacional que la entrega abre. Asimismo, se nos presenta como oportunidad para profundizar sobre algunos de los tópicos por ella referidos.
115Atendiendo al espacio disponible, hemos optado por centrar nuestra respuesta en algunos puntos comentados que sirven para continuar la reflexión y discusión: el concepto margen, las relaciones entre las centralidades y los márgenes, y las experiencias del espacio pretéritas.
116En primer lugar, sirve aclarar que la adopción de la idea de margen tiene una doble fundamentación. Por un lado, despegar de categorías que observan este tipo de realidades desde la ciudad (periurbano, suburbio, afueras), para entenderlas como una construcción en sí. Una construcción en sí no desentendida, no desvinculada, de la ciudad, las ciudades, el sistema urbano, el ámbito rural, los espacios agrestes y naturales, las fronteras binacionales, el sistema mundo; pero sí construida por sus habitantes (no sin tensiones locales, nacionales e internas) como una realidad en sí. No es construido (solo) por la ciudad. Y sus habitantes no construyen un periurbano, construyen un lugar, su lugar; incluso resistiendo a cierta forma de ciudad, pero, claro está, en un contexto regional marcado por centralidades y periferias. Por otro lado, la idea de margen quiere remitir a la construcción de una cierta distancia (no solo física) con los procesos oficiales, hegemónicos. Una distancia que no es un aislarse, sino, como se ha señalado, «una vinculación selectiva». Por esta segunda razón es que decimos que «los márgenes no son solo un sitio en el espacio» y que se reconoce «el valor de movimientos de resistencia y alternatividad gestados en los centros urbanos o en áreas periféricas». Los márgenes como lugar fecundo para pensar y construir ya no desde la centralidad y la lógica centralizada.
117Hablamos de vinculación selectiva para dar cuenta de la interdependencia de los márgenes (y cualquier sitio) respecto de la estructura socioespacial regional-nacional-global. Una interdependencia fundamental en la constitución de los márgenes, en línea con la importancia de la localization en la conformación de los lugares, resaltada oportunamente por John Agnew (Osleder, 2002). Los procesos de diversísima índole que atraviesan la construcción de un lugar (el que fuera) no solo aterrizan sobre el sitio, se expresan en el sitio, en la propia comunidad. Esa vinculación selectiva supone la toma de opciones que se resuelven con más o menos coherencia con el proyecto local, el que en cada momento es disputado y, en el mediano plazo, dinámico. El vínculo margen-centralidad no es opcional; ya se dijo, es constitutivo del margen. Es un vínculo que supone tomar opciones (resistencia, aceptación, adopción selectiva o impotencia para afrontar una opción local) frente a las dinámicas de escala supralocal y también frente a las propias necesidades locales. En ese vínculo periferia-margen-centralidad distintos actores establecen relaciones que atraviesan estas configuraciones.
118Lo dicho da cuenta no solo de vinculaciones e interdependencias sino también de las particularidades porosas de los límites entre las configuraciones sociales y espaciales. Sin pretender continuar aquí con el debate sobre el concepto de frontera, la idea de margen trabajada, en efecto, retoma del camino andado por los Talleres Binacionales: la necesidad de pensar a las distintas formas socioespaciales (también los márgenes) como abiertas, vinculadas, atravesadas.
119Concordamos con la doctora Matossian en relevar la importancia de la reconstrucción de las experiencias del espacio pretéritas en la comprensión de las diversas dinámicas socioterritoriales y culturales. Es nuestro convencimiento que el estudio de la estratificación espacio temporal posibilita, en cada caso, la mejor comprensión de dichas experiencias, en tanto «un lugar no es un dato sino el resultado de una condensación» (Corboz, 1983, p. 34). La observación de los aspectos materiales e inmateriales del paisaje local de coexistencias entre tradición y modernidad, en el que hemos observado que hoy se ha constituido Población Schilling, ha transitado en esa dirección. Y mediante esta mirada se ha pretendido comprender a esta población como un territorio en el que han venido teniendo lugar, que ha estado cargándose de numerosas huellas que lo distinguen, a partir de particulares experiencias del espacio, como un paisaje de margen, en relación con la centralidad de la ciudad de Osorno.
120Como lo ha planteado Matossian, las deliberaciones finales, al contrario de ser unas meramente conclusivas, han pretendido ser inspiradoras de nuevas reflexiones en torno a las diversas posibilidades del habitar, en particular en torno a otras formas de habitar en los márgenes y sus también diversos modos de relación con nuestras centralidades urbanas y, como nos invita la comentarista, con las dinámicas especulativas inmobiliarias y turísticas y otras lógicas globales. De cara a esa tarea, los casos analizados sugieren un elemento que podría considerarse: cierto sentimiento de pertenencia de la población local con el propio sitio (reiterando una vez más que esa población no tiene ni percepción ni vínculo ni proyecciones homogéneas, idénticas). Frente a dinámicas animadas por actores extraregionales que parecen incontrolables, las experiencias de vlc y psc invitan a considerar el papel que juega ese sentido de pertenencia a la hora de afrontar estos desafíos… «desde el margen, en cualquier sitio».
Bibliographie
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Notes de bas de page
1 La idea de márgenes que aquí presentamos es cercana a la que desde la arquitectura y el urbanismo refieren también a «borde urbano-rural».
2 Si bien no será abordada en este artículo, se deja constancia de las transformaciones en la actividad y las problemáticas que atraviesan desde hace décadas los pequeños fruticultores.
3 La creación de la colonia agrícola pastoril Nahuel Huapi y la reserva de tierras para el poblado San Carlos en 1902 son hitos importantes. Por un lado, muestran el rol que ocupaba Bariloche en este intercambio comercial como productor mayormente de materias primas y, por otro, destaca la intensión del Estado nacional de ejercer soberanía (Nuñez, Matossian y Vejsbjerg, 2012, p. 50).
4 Se hace mención al concepto de continuidad renovada en referencia al modo de continuidad y cambio que Osorno asume para inaugurar la planificación urbana moderna, en 1930, expresado en la elaboración del plan de Transformación de Osorno por el arquitecto paisajista alemán Oscar Prager, quien adopta los preceptos teóricos del Arte Cívico (Civic Art), los que, a contrario sensu de la pretensión de ruptura con la historia de otras formas modernas de planificación, definen la «incorporación racional de las necesidades modernas dentro de nuestra herencia cultural» (Simmons Gordon, 1991, p. 99).
5 Estos terrenos, aunque aún no urbanizados, fueron incorporados dentro de los límites urbanos por el Plan Regulador de Osorno del año 1960.
6 Entrevista al doctor Adam Hajduk por parte del proyecto Epeuche Historia e identidad de Villa Los Coihues, realizada el 10 de septiembre de 2005 por Valeria Alvarez y Mauro Cesetti Roscini. El arte rupestre identificado en una de las paredes del Cerro Otto dentro del valle del arroyo Gutiérrez está referido también dentro de un conjunto de arte rupestre que en «época tardía habrían sido realizados por los “Puelches del Nahuel Huapi”, indígenas cazadores recolectores que además aprovechaban el medio lacustre desplazándose mediante el uso de embarcaciones» (Hajduk, Albornoz y Lezcano, 2007, p. 6).
7 Lo dicho anteriormente: el arribo del ferrocarril desde Buenos Aires, la creación del Parque Nacional y el gobierno nacional del territorio local y las obras públicas fomentando el turismo en la Suiza argentina.
8 Un signo adicional de ello es que una parte de la familia Vereertbrugghen (Benito) «buscaba tierras donde apacentar su ganado mayor y se instaló en cercanías del cerro Tronador» (Valmitjana, 2002, p. 27), a 50 kilómetros de camino del centro de Bariloche.
9 Entrevista realizada por Valeria Alvarez y Mauro Cesetti Roscini a Nilo Eufrates Pena, agrimensor a cargo del loteo (agosto de 2005), Villa Los Coihues.
10 Entrevista de Mauro Cesetti Roscini a Alberto Brusco, Carlos Esparza y Antonio Omerzú (gestores del proceso del gas), abril de 2018, Villa Los Coihues.
11 Proyecto Tesys (Territorio en Economía Social y Solidaria), compartido por las universidades nacionales del Comahue (Neuquén), de Río Negro (Bariloche) y de la Patagonia San Juan Bosco (Esquel). Además de las organizaciones mencionadas pueden contarse la asociación de artesanos Chen (2006), el encuentro de huerteros, la comisión de ambiente y hábitat, la cooperadora escolar, el club deportivo Los Coihues, el Banquito de Microcréditos, el mercado comunitario, la comisión de agua, la murga, el grupo de crianza, la radio comunitaria cooperativa, la asamblea educativa, entre otras.
Auteurs
Es doctor en Arquitectura por la Universidad Politécnica de Catalunya. También se desempeña como académico del Departamento de Arquitectura y del Centro de Estudios del Desarrollo Regional y Políticas Públicas (CEDER) de la Universidad de Los Lagos, Chile. Es investigador del programa Núcleos de Investigación Científica y Tecnológica de la misma universidad. Integrante DOCOMOMO y RIPAP. Sus áreas de interés: proyectos arquitectónicos, arquitectura y patrimonio moderno, historia de la arquitectura.
Es geógrafo (UBA) y posee formación en facilitación de procesos participativos además de una maestría en Desarrollo y Gestión Territorial (UNS). Docente-investigador en la UNPSJB, sede Esquel, en la Sede Andina de la UNRN y en el Instituto de Formación Docente El Bolsón (Profesorado de Historia). También ha desarrollado tareas de investigación y consultorías en desarrollo territorial, economía social y cooperativismo, planificación participativa y participación social en procesos territoriales locales.
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