Capítulo 5. Buenos vecinos. Prácticas sociales, religiosas y tramas de poder: San Carlos de Bariloche entre 1900 y 1920
p. 127-162
Texte intégral
5. 1. Introducción
1Las ciudades de Osorno y Puerto Montt, en Chile, y San Carlos de Bariloche, en la Argentina, conformaron, desde fines del siglo xix y hasta finales de la década de 1920, una región económica que, a través de pasos terrestres y lacustres, trasladaba a Chile lana y ganado en pie e ingresaba a territorio argentino mercaderías importadas que se distribuían entre las poblaciones del sur neuquino, la meseta rionegrina y el oeste del Chubut.
2Estas prácticas económicas configuraron una territorialidad caracterizada por la proximidad y facilidad de las comunicaciones que permitieron movilidad poblacional.1 Por otro lado, la construcción de prácticas sociales y religiosas evidenciaron la intencionalidad de los Estados nacionales de generar dominio y canalizar la pervivencia de procesos identitarios, tradiciones y devociones constituidas a los márgenes de la lógica estatal.
3En ese marco, el propósito de este artículo consiste en analizar a la parroquia de la Inmaculada Concepción, fundada en 1907 en Bariloche, como un dispositivo de territorialización y poder de la Iglesia católica en el que la élite empresarial de origen chileno-europea configuró un espacio que por entonces formó, en torno al lago Nahuel Huapi, una única región económica que vinculaba ciudades y puertos del sur de Chile con la región del Gran Lago en torno a la venta de lana al mercado europeo y la compra y distribución de manufacturas alemanas, conformando una extensa unidad de producción, propiciando la constitución de un mercado de trabajo común y generando continuas movilizaciones territoriales desde el oeste al este de la cordillera de los Andes.2Aprovechando la fundación del nodo misionero-educativo de la Congregación Salesiana en Junín de los Andes (1892), estos agentes condicionaron la fundación de la capilla al establecimiento permanente de un sacerdote quien participó de un conjunto de negociaciones cuyo fin fue visibilizar su poder en el naciente poblado.
4Nos interesa, particularmente, historiar la relación entre las comisiones de Damas y Caballeros de la capilla formadas por lo que por entonces se denominaban «los vecinos caracterizados» como «aquellos que podían organizarse para defender sus intereses» (Teobaldo y García, 1997, p. 265) y que pasaron a constituir, como los llama la prensa territoriana, la «aristocracia local» (Grandes festejos en honor a San Juan Bosco, 1934). Intervinieron en la construcción de la capilla el gobernador del Territorio, la elite porteña y las empresas Compañía Hube y Achelis y Sociedad Comercial y Ganadera Chile Argentina –principales agentes económicos de la región–. En las primeras décadas del siglo xx, en especial en los albores de la primera guerra mundial, Bariloche era para los salesianos un punto de misión proveniente del nodo misionero-educativo de Junín de los Andes. Pero para esta élite empresarial fue un centro estratégico que buscaba afianzar y dominar a través de la Iglesia católica, un territorio de disputas limítrofes influenciado por la crisis económica desatada por la gran guerra.
5Hace algo más de una década, el historiador Pedro Navarro Floria (2003) afirmó que la nación argentina falló en su proceso de nacionalización de las sociedades norpatagónicas iniciado tras las campañas militares, aduciendo carencias de orden estructural, político y administrativo a partir de la implementación de una ley orgánica provisoria (1532/1884):
Que al generalizar ignoraba las particularidades microrregionales […] Las reformas realizadas en el régimen de los Territorios, tras fracasar la iniciativa de una nueva ley orgánica en 1900-1901, se orientaron a centralizar el poder político en manos del Poder Ejecutivo Nacional y a neutralizar las tendencias democratizadoras de principios del siglo xx. El resultado fue la parálisis institucional de los Territorios y su cristalización como espacios coloniales internos. (Navarro Floria, 2003, p. 86)
6La perspectiva de análisis inaugurada por Navarro nos permite considerar a la nación como un constructo más abierto y más matizado, superador si se quiere de la dicotomía que busca demostrar ausencias y presencias del Estado en los Territorios, desde un sesgo centralmente político. Abonando a esta idea, consideramos a la nación como un proceso que concibe a lo político en su más amplia acepción identificando relaciones de poder al interior de los territorios y con los poderes centrales, incorporando a las variables de análisis la temporalidad, la localización y las tramas de procesos identitarios, económicos, sociales, culturales y religiosos. Buscamos a través de un caso local, como ha sido la construcción de la capilla Inmaculada Concepción (1907), revisar el proceso de estructuración de la nación en San Carlos de Bariloche. Los eventos que presentaremos dan cuenta de la siguiente secuencia lógica de construcción de la nación: primero: la conquista militar por parte del Estado; segundo: la llegada de los padres misioneros salesianos con el fin de cristianizar; tercero: la formación de una alianza entre Estado, Iglesia y los principales vecinos; cuarto: la construcción de los símbolos de la nación: la parroquia y la escuela. Sin embargo, y como nos recuerda Navarro, la nación siguió inconclusa en el Nahuel Huapi alterando el ordenamiento lógico.
7Para estudiar este proceso hemos decidido abordar la temática desde los estudios religiosos, con miras a problematizar una institución que muchas veces ha sido incluida de manera acrítica entre los mecanismos de control social desplegados por los Estados (Di Stéfano, 2014; Di Stéfano y Zanca, 2015).3El foco en la Iglesia como institución también nos lleva a preguntarnos por la grey de Bariloche, más allá de la adscripción religiosa, hasta llegar a los réditos políticos que esperaban de sus relaciones con los agentes estatales, los salesianos y los empresarios. Por tratarse de asentamientos poblacionales recientes no eran posibles las apelaciones al pasado como lugar de legitimidad, por lo que se priorizó la búsqueda de alianzas con organizaciones o institucionales capaces de dar fortaleza y legitimidad a sus deseos de convertirse en dirigencia.
8Como argumentaba Navarro Floria, si bien a nivel discursivo Julio Roca, en su segunda presidencia, parecía impulsar una reforma en los territorios nacionales, concentró el poder en el ejecutivo mediante el Ministerio del Interior y la limitación en la representación de los gobernadores, a tal punto que los convirtió en «colonias internas»,
restringiendo la democracia en el ámbito municipal y negándola en el ámbito de las futuras legislaturas; alentando el surgimiento de una representación inorgánica de estilo oligárquico mediante «vecinos caracterizados» y asignando al Congreso de la Nación una representación genérica del pueblo de la Nación. (2003, p. 84)
9Bajo tal premisa, se gestaron una serie de reuniones, alianzas y negociaciones con sectores eclesiásticos de predominio católico vinculados a la Congregación Salesiana y la participación de otros credos cristianos y no cristianos; así como con empresariales locales e internacionales en pos de la construcción de una armonía social que desdibujara diferencias en el compromiso de avanzar en disputar al Estado central la autoría sobre el progreso social y económico de la región.
10Metodológicamente, un heterogéneo corpus documental constituye el andamiaje de este trabajo. Un conjunto de fuentes documentales vinculadas al campo religioso (en especial crónicas de la parroquia Inmaculada Concepción, escritos provenientes de los archivos salesianos de Buenos Aires, Bahía Blanca, Roma y Propaganda Fide del Vaticano) constituyen el soporte de este análisis, complementadas con la prensa local y regional y un nutrido conjunto de documentos de las empresas chileno-argentinas y de los gobiernos territorianos.
5. 2. Territorios nacionales en perspectiva: entramado político y social en clave comparativa
11El estudio de los territorios nacionales constituye un prolífero y relativamente reciente campo historiográfico que, entre otros proyectos, analiza las formas del ejercicio de la política ciudadana en la Argentina, desde una perspectiva no porteño-céntrica (Bandieri, 2007). La provisionalidad de la Ley de Territorios Nacionales de 1884, hasta la propuesta por Juan Domingo Perón, resulta un continuo matizado por intentos de provincialización que no se concretan sino hasta 1957. En este proceso, coincidimos con Martha Ruffini (2007) en la necesidad de analizar más allá de las ausencias, presencias, indiferencias o distancias entre el Estado central y los territorios sureños, para mirar a través de la hegemonía ideológica del liberalismo dominante que sostuvo un orden conservador atento a los posibles cambios que alteraran su orden. Acordamos con la autora el hecho de considerar que los proyectos del radicalismo yrigoyenista no se diferenciaron sustancialmente de los conservadores,
poniendo en tensión las afirmaciones sobre el nacimiento de la República Verdadera,4 que si bien pueden ser veraces en algún proyecto no lo son desde el prisma de los territorios nacionales al mantener entre 1916 y 1930 ciudadanías diferenciadas dentro del campo político de la Nación. (Ruffini, 2011, p. 119)
12Además, desde el plano de las ideas, como las que analizó Navarro Floria en Joaquín V. González y Estanislao Zeballos sobre el «progreso» de estos espacios y su articulación con la Nación, el status de colonias internas posterga la construcción de la ciudadanía política (2008, p. 102).
13La postergación de la ciudadanía política que obedeció a un criterio numérico –mientras que discursivamente se recalcaban los criterios de capacidad para el ejercicio ciudadano–, redundó en una ciudadanía de segunda, de ciudadanos nominales. Finalmente, durante el gobierno de Perón, cuando se alcanzó la postergada incorporación al sistema político y se promulgó una constitución que parecía resarcir este capítulo de postergación ciudadana, las reformas realizadas tuvieron un criterio electoral: trazar las fronteras internas de la nación para esta nueva Argentina significó esta vez la provincialización definitiva de los territorios nacionales y la incorporación del caudal electoral al proyecto peronista.
14Dentro del largo período territoriano, es interés de este trabajo significar el impacto que determinados sucesos adquirieron a escala local y/o regional en la primera década del siglo xx, como la instalación material de una capilla en San Carlos de Bariloche, en 1907, que –aunque no pasó de ser una anécdota a escala nacional– se vuelve central en la construcción de espacios de expresión y desenvolvimiento de los sectores dirigentes locales.
15Nuestra afirmación se sustenta en que luego de la conquista militar de los valles andinos y del acto de soberanía que aspiraba frenar las pretensiones chilenas, el gobierno nacional no instaló en los territorios anexados coercitivamente una efectiva burocracia. Esta situación hizo necesario un acuerdo con la escasa población local, en su mayoría extranjeros de reciente arribo al país, de quienes además se sospechaba una insuficiente filiación a la causa nacional. Tales sospechas, particularmente en un ambiente político viciado por las disputas territoriales de aquellos valles con Chile, allanaron el camino, junto a otras cuestiones, para que el Ejecutivo junto al Congreso dispusieran que la población de los territorios nacionales viviera una restricción del ejercicio de su ciudadanía, vetándose sus capacidades de elección de representantes nacionales hasta mediados del siglo xx. Estos ciudadanos nominales formaron parte del «republicanismo tutelado», tal como los caracteriza Ruffini, con las mismas obligaciones que los demás ciudadanos de la nación pero no con los mismos derechos políticos y de representación parlamentaria. Sin embargo, en el plano económico, durante la segunda presidencia de Roca (entre 1898 y 1904), se produjo un giro en la política nacional, buscándose un acuerdo con los principales actores económicos de los territorios nacionales del sur, en torno al apoyo directo que ellos podrían recibir desde el Ejecutivo a cambio del reconocimiento pleno del Estado argentino (Navarro, 2003). Este acuerdo superó las razones coyunturales de las disputas limítrofes con Chile, ya que proponía que los espacios alejados de las capitales de los territorios nacionales (como los valles andinos) fueran capaces de gestionar autónomamente su desarrollo económico, sin la necesidad de subvenciones o estatutos especiales por parte del gobierno central. Como sostiene Navarro Floria:
El nuevo escenario de la paz con Chile, sellado por el «abrazo del Estrecho» de 1899 y por los Pactos de Mayo de 1902, permitió la revisión crítica –parcial y a menudo ineficaz, pero realista– de la ideología de la conquista y de lo actuado en concordancia con ella en los Territorios de la Pampa y la Patagonia. Sin llegar a proponer políticas activas desde el Estado, el presidente Roca volvía de su periplo patagónico «denunciando el error o la esterilidad de los sistemas y medios ensayados hasta hoy» en los Territorios Nacionales, destacando la riqueza de sus recursos naturales, proponiendo «una distribución conveniente de la tierra pública» que impidiera el latifundio especulativo (Senado, 1899, pp. 5-7). (Navarro Floria, 2003, p. 238)
16Observando el caso de los valles andinos, donde los principales actores económicos eran extranjeros, tal relación preferencial con el Estado impulsó a algunos empresarios a asumir la potestad de representar la voz de su comunidad frente a este. En ese rol, emprendieron negociaciones que entremezclaban las inquietudes de sus sociedades con sus intereses particulares como empresarios y trabajadores (Manara y Fernández, 1994). La alianza entre empresarios y Estado pretendía replicar, desde la cúspide, un modelo idealizado de sociedad argentina. Pero este ideal buscaba plasmarse en un espacio heterogéneo de afiliaciones nacionales diversas (chilena, alemana, francesa, inglesa, norteamericana, galesa y española, entre otras) y proyectos sociales divergentes, dando cuenta que para llevar a cabo la construcción de la argentinidad en la región eran necesarios otros elementos que permitieran aquella consolidación.5
17Entre estos elementos de fortalecimiento surgió la idea del espacio religioso como un crisol donde se fundiría la argentinidad andina otorgando historicidad al nuevo grupo social que, como portador del progreso social y económico evangelizaría en los perdidos parajes del sur, al igual que el padre Mascardi lo hizo en el siglo xvii, constituyendo a la zona de los lagos en la memoria social, como el territorio de mayor raigambre por su espesor secular colonial (Nicoletti, 2014).
18La alianza entre grupos dirigentes locales, gubernamentales y eclesiásticos en torno a la gestación de una Argentina moderna, que bien reseñó Diego Mauro (2010), encontró dificultades para aplicarse en la región ya que la Iglesia había construido su propio ideario de territorialización en pos de establecer una red cultural devocional –parafraseando a Rosendahl (1996; 2009).
19La contraposición de intereses entre las distintas facciones, las negociaciones y las pujas entre los grupos que intentaban posicionarse como representantes de la voz de la comunidad local se hicieron evidentes al momento de la erección de la capilla de la Inmaculada Concepción de San Carlos de Bariloche. A diferencia de las sociedades litorales o de las provincias del norte, en los valles andinos no existían grupos de familias criollas que detentaran tradicionalmente la conducción social y religiosa. Aquella vacancia favoreció la aparición de grupos que en otras circunstancias habrían visto vetada su posibilidad de ascenso social (extranjeros y criollos de bajo capital económico y cultural) y, en cierto grado, permite comprender por qué la instalación material de la capilla se transformó para ellos en un factor importante para establecerse como grupo socioeconómico hegemónico por sobre otros competidores locales.
5. 3. ¿La Norpatagonia como un espacio misionero y de progreso?
20Es imposible separar el proceso de ocupación militar de la Patagonia del avance de la Congregación Salesiana en este espacio. Esta secuencia se inicia con el ofrecimiento oficial para que misionara en la región, tras el acompañamiento del padre Fagnano a la avanzada del coronel Villegas al Nahuel Huapi. Terminadas las campañas militares, resultó evidente la incomodidad de los religiosos con la conducción militar y política de la ocupación (Nicoletti, 2007), plasmada en los documentos internos de la Congregación (Nicoletti y Fresia, 2014). Las diferencias finalmente condicionaron la toma de caminos y despliegues territoriales diferenciados, y constituyeron uno de los motivos centrales de la posterior disputa por la capilla de San Carlos.
21Sin embargo, en los inicios de la penetración militar en la Patagonia, los salesianos se establecieron en Junín de los Andes (en 1892) y desde ahí comenzaron su peregrinaje hacia los asentamientos de los valles andinos del sur; manteniendo su posición en Junín y desplegando circuitos que cubrieran el territorio por medio de misiones volantes o correrías, separadas por temporadas de meses e inclusive años.
22La centralidad de Junín de los Andes, en el marco del plan de colonias mixtas del padre Milanesio para el despliegue territorial de los salesianos, contrastaba con los intereses de los principales grupos económicos situados en las riberas del lago Nahuel Huapi, quienes buscaban que el lago se transformara en un polo de desarrollo. Para lograr aquel propósito necesitaban el reconocimiento del gobierno (vía la instalación de todos los cuerpos burocráticos en la ciudad de San Carlos), para lo cual era requisito demostrar que constituían un asentamiento poblacional consolidado y que contaban con las instituciones básicas que requería la vida civilizada, entre ellas con un asentamiento religioso definitivo.
23La conformación del núcleo urbano de San Carlos se constituyó en torno a los galpones y tiendas de empresas ganaderas extranjeras, como la germano-chilena Sociedad Comercial y Ganadera Chile-Argentina, por lo que, en diversos sentidos, la disposición arquitectónica de la ciudad era un reflejo de las jerarquías laborales implementadas por las citadas empresas (Bandieri y Blanco, 2001, 2009; Méndez, 2010; Blanco, 2012; Vallmitjana, s/f). Las relaciones que estableció la Chile-Argentina con el mundo religioso en Chile, especialmente con la Orden Jesuita, fueron una de las puertas de entrada a sus alianzas con el Partido Conservador chileno y con los grandes grupos de inversionistas criollos ligados al salitre –como la familia Subercaseux– (Muñoz Sougarret, 2017).6 No obstante, tales relaciones hicieron que la compañía recelara la posición de los salesianos en Bariloche y recomendara, en cambio, la entrada de cuerpos religiosos desde Chile en su reemplazo, como veremos más adelante.
24Concomitantemente, los salesianos consideraban a Bariloche como un puesto de avanzada para abarcar las poblaciones patagónicas. En sus palabras, una «población muy importante de este territorio es ciertamente San Carlos de Bariloche […] Se dice que sería un centro muy conveniente del cual podrían partir dos parejas de misioneros para evangelizar a los pobres esparcidos en aquellas inmensas regiones» (Ricaldone, P., 1909).7 El pueblo que se encontraba «a 50 leguas de Junín», según este mismo testimonio,
no cuenta con más de 300 habitantes, se encuentra a 800 m sobre el nivel del mar a los pies de la Cordillera. El punto es muy estratégico para el fin a la que ha sido destinada la misión. Se calcula que en todo el territorio confiado al cuidado de nuestros misioneros no seremos menos de 30.000 habitantes de los cuales la mayor parte son indios.
25En consideración de lo anterior, se propuso
abrir al menos otro centro de misión en S. Carlos de Bariloche y destinar dos parejas de misioneros tanto a Junín como a S. Carlos y entonces se podría hacer sino todo al menos gran parte de cuanto tenemos que hacer.
26Para ello, se planteó adquirir «tres parcelas de 50 x 50 m todas unidas, dos de las cuales pertenecen al sac. Zacarias Genghini y la otra al P. Milanesio».
27La mirada de los salesianos, centrada en la población no cristianizada, estaba profundamente alejada de los intereses de los principales sectores sociales de San Carlos, que reclamaban un servicio religioso centrado en la población de origen europeo y chilenos de altos recursos, junto con funcionarios y agentes del Estado territoriano. De tal manera, en 1905 se creó una primera Comisión Protemplo, liderada por el gerente en Nahuel Huapi de la Chile-Argentina, el alemán Luis Horn, quien buscó un acuerdo con la congregación y el Vaticano, por el cual la empresa sufragaría parte de los costos de la erección material de la capilla a cambio de la instalación permanente de un sacerdote en ella. Esta petición es coherente con la construcción de escuelas para sus empleados y trabajadores, tanto para los provenientes de Europa como para los criollos, en su mayoría venidos desde Chile (Schulz, 2004; Méndez, 2010, p. 92).
5. 4. Empresa, Iglesia y escuela ¿los símbolos de la nación?
28La intención de la Chile-Argentina era consolidarse como la empresa puntal de la vida social de sus asociados y realizar una transposición de las jerarquías laborales al ámbito público –elevando a los directivos de la empresa como los naturales dirigentes sociales de la ciudad–, como agudamente percibió el expresidente norteamericano Theodore Roosevelt cuando visitó la ciudad en 1913 (Roosevelt, 1916, pp. 139-140). Su participación en la primera comisión de fomento comunal, el control del circuito económico lacustre entre Chile y la Argentina y el manejo monopólico del mercado de trabajo dan cuenta de estas intenciones. Su participación en la cuestión religiosa y en los ámbitos de sociabilidad local también se orientó en ese sentido.
29Al momento de creación de la Comisión Protemplo, la Congregación Salesiana saludó la iniciativa de los vecinos. El provicario salesiano Esteban Pagliere se congraciaba
por los nobles y cristianos anhelos de dotar a Bariloche de una Iglesia a cuya sombra se reunirán sus hijos en los días clásicos de la Religión y de la Patria, evocando el recuerdo de sus padres que aún a costa de sacrificios edificaron una morada de Dios. Ruégole, pues, quiera presentar mis sinceras felicitaciones a las beneméritas comisiones de damas y caballeros por esa empresa tan cristiana como civilizadora y principalmente al señor Presidente titular don Luis Horn por el generoso propósito de adelantar a la comisión 9000 $ a nombre de la «Compañía Chile Argentina». (ccscb, 3/10/1906, f. 30)
30No obstante, adelantaba a los integrantes de la comisión la imposibilidad de establecer a un sacerdote de manera definitiva en San Carlos: el «Presbítero Zacarías podrá retardar allí brevemente la estadía, reclamando ahora su presencia otros asuntos pero volverá pronto». (ccscb, 13/04/1906, f. 24).
31La construcción de la capilla, que debía estar concluida el primero de enero de 1907, se retrasó debido a la cláusula de la Chile-Argentina, que ponía como condición para comprometerse en el emprendimiento la presencia de un sacerdote salesiano con asentamiento definitivo en la ciudad. Así lo expresaba Luis Horn, cuando informaba a la Congregación que estaban dispuestos a
adelantar los fondos necesarios para la construcción de la Iglesia con la condición de que venga un padre de la Congregación Salesiana a dirigir los trabajos y atender los demás negocios [quien] hasta hoy no ha llegado todavía y me permito volver a declararle que tengo que insistir en esta condición. (ccsbc, 25/07/1906, f. 26)
32Buscando atender las quejas de la comisión, el inspector Pagliere le escribió diciendo que
[si bien] hubiera sido mi deseo establecer allí un centro de misión con uno o más sacerdotes pero me es necesario para ello recabar el permiso de la autoridad superior y el envío del personal correspondiente. Entre tanto, para no defraudar las esperanzas de esa Comisión, he dispuesto que por turno los sacerdotes de la misión de Junín de los Andes y entre ellos el superior R.P. Domingo Milanesio y el R.P. Zacarías Genghini, atiendan la construcción de esa capilla todo el tiempo que les sea posible. (ccscb, 3/10/1906, f. 30 y 31)
33Paralelamente, la Chile-Argentina también impulsaba su deseo por avanzar en la construcción de escuelas para sus empleados y trabajadores. El 20 de enero de 1907 se fundó en Bariloche la Deutsche Kirchenund Schulgemeinde, una asociación alemana, religiosa y educativa que perseguía entre sus objetivos el vincularse con la Iglesia evangélica prusiana, con sede en Berlín. Desde sus inicios contó con el apoyo moral y una ayuda financiera anual al directorio por parte de la Compañía Comercial y Ganadera Chile-Argentina. En la segunda reunión de la asociación, celebrada en mayo de 1907, «se establece la creación de una escuela primaria mixta y abierta a todas las confesiones. Para preservar la identidad alemana del colegio los niños de otras nacionalidades serán admitidos en forma limitada» (ahr, Alemán 07-0001).
34La escuela alemana estaba fundamentalmente creada para los empleados de la Chile-Argentina y uno de sus propósitos centrales fue impartir la imagen de la germanidad como un todo, donde la figura de Lutero y sus enseñanzas eran parte sustancial (Schultz, 2004). De acuerdo con el informe de Leo Stanton Rowe denominado «Progresos de la Educación en la República Argentina y Chile»,8publicado en Monitor de la Educación Común en 1910, se considera que
debido a su gran adaptabilidad, los alemanes han podido ofrecer maestros competentes siempre que la oportunidad se les ha presentado. La facilidad con que ellos aprenden los idiomas extranjeros, unida a la rápida apreciación de las miras del país donde ellos se establecen, da a los alemanes una posición de marcada influencia en materias educacionales. Por eso en Chile han dominado las ideas alemanas en el sistema de educación secundaria. (1910, p. 861)
35Además, aunque gran parte de los directores y altos cargos administrativos de la Chile-Argentina eran católicos, dentro de la empresa se contaban muchos luteranos y, políticamente hablando, la empresa apoyaba abiertamente al gobierno alemán (que bajo Bismarck vetó los derechos políticos a los católicos).9 Por otro lado, tal como se desprende del informe citado, L.S. Rowe entendía que tanto en Chile como en la Argentina seguía predominando el sistema francés que imponía la elección en profesiones liberales como la medicina y la abogacía, en lugar de orientar a los jóvenes a las «profesiones de explotación»:
Es debido especialmente a este hecho que casas de negocios importantes de nativos sean la excepción y no la regla. Las grandes fortunas de los nativos argentinos han sido hechas más por la valoración de la tierra, debido al natural crecimiento del país, que por las empresas e iniciativas industriales y comerciales. Empresas industriales que requieren constante atención y aplicación se encuentran en manos de extranjeros.
36Para ello resulta fundamental en este informe el desarrollo de escuelas de comercio e industria y un cuerpo de profesores preparados para esa formación: «Chile es el único país que ha hecho un importante movimiento en ese sentido. En la República Argentina los cuerpos de profesores en los colegios se componen de estudiantes de derecho y de medicina» (Rowe, 1910, p. 864). Este pensamiento permite comprender por qué, como se refleja en el primer libro de actas de la Escuela Alemana barilochense, quedó asentado que:
de momento se desistió de la construcción de la iglesia, en cambio, se decidió recaudar lo más rápido posible los medios para construir una escuela de un aula, bajo la dirección de un religioso protestante alemán. El mismo religioso celebrará misa los domingos en el aula de la escuela.10
37Debido a que fue imposible conseguir que un pastor residiese en Bariloche en forma permanente, se acordó que el pastor Holler, de Puerto Montt, viniese a celebrar misa dos veces por año y se invitó al pastor Well de Frutillar –ciudad chilena cercana a Puerto Montt– a viajar a la región por lo menos una vez al año para tal fin. Esta relación preferencial con las colonias germanas de Chile, y la abierta disposición del colegio a mantener inalterable su currículum académico, provocó ciertos roces con el gobierno nacional.11 Así, el Estado argentino exigió –al menos de manera nominal– que se cumpliera con las disposiciones orientadas al manifiesto de la educación en y para la nacionalidad argentina (tal como lo disponía la Ley de Educación Común 1420). Una nota de 1909, dirigida al encargado escolar y enviada por el Consejo Nacional de Educación, da cuenta de este propósito, al manifestar:
1° Hacer saber al Director del «Colegio Alemán» de Bariloche (Río Negro) que cuando el 17 de octubre de 1908, se le dio permiso para establecer dicho establecimiento, fue a condición de completar el mínimun de enseñanza prescripto por el Art. 6 de ley de 8 de julio del año 1884, agregando a la lista de asignaturas que se proponía enseñar, la Historia y la Geografía particular de la República, nociones de Historia General y de Higiene y conocimiento de la Constitución Nacional, debiendo asimismo, aumentar el número de clases semanales para la enseñanza del Idioma Nacional en el cual deberían darse las clases de Historia Argentina y de Instrucción Cívica.
Que, habiéndose suprimido, desde el principio del curso, el maestro de idioma Nacional, Historia y Geografía Argentina, debe llevar los alumnos a la Escuela Nacional en las horas en que se enseñan esas asignaturas, como ha dispuesto el Encargado Escolar, o bien, presentar los títulos que acrediten su «capacidad legal para el ejercicio del magisterio», sin cuyo requisito no podrá seguir funcionando.
38Esta nota fue respondida por inspector escolar de Río Negro, Olivio Acosta,12 con fecha 30 de septiembre, en la que se manifiesta:
El director de la Escuela Alemana se cree idóneo para enseñar historia argentina, y se ofrece para rendir examen y/o presentar los títulos acreditados por su país. Por otro lado, sería imposible para la única maestra de la escuela nacional, absorber la matrícula del colegio alemán –14 alumnos– dos meses después de iniciado el curso. (ahr. Alemán 09-0001)
39Culmina la nota diciendo:
A la vista del abandono en que tiene el Honorable Consejo de Educación a la Escuela Nacional de la localidad, llevando todo el trabajo una maestra y sin los medios necesarios que faciliten su ímproba tarea, es imposible pretender que respete en todas sus partes el programa esta escuela híbrida pero escuela auxiliar en estos momentos. (ahr. Alemán 09-0001)
40De lo expuesto, resulta evidente que el Estado argentino si bien fiscalizaba las acciones tendientes a la argentinización de la población local, no contaba con los medios necesarios para proveerla de instituciones y funcionarios estaduales que actuaran como multiplicadores del discurso oficial, por lo que acudió al auxilio del empresariado local, la sociedad civil y las congregaciones y órdenes religiosas para dar respuestas a las demandas crecientes de la población asentada sobre las márgenes cordilleranas rionegrinas.
5. 5. La Comisión Protemplo y la sombra de la Chile-Argentina
41La primera Comisión Protemplo, como mencionáramos, fue impulsada por la gerencia de la Sociedad Ganadera Chile-Argentina, empresa que, además de involucrarse en la construcción de la escuela alemana a la que nos hemos referido y de ceder el local para que funcionara la Escuela Pública nº 16, realizó edificaciones para sus trabajadores, en su mayoría provenientes de Chile.
42La compra o arrendamiento de tierras destinadas a la producción ovina –que llegaron a superar el medio millón de hectáreas en territorio rionegrino y neuquino– convirtió a la Chile-Argentina en el principal agente económico de la Norpatagonia, imponiéndose a los competidores locales y empresas similares de capitales ingleses (Méndez, 2010). Por tanto, el impulso por la concreción de una capilla católica en San Carlos parecía la prolongación lógica de una política de corte paternalista que la empresa estaba configurando para afirmar la seguridad, confort y permanencia de sus empleados y trabajadores –junto con satisfacer acuerdos político-religiosos previos, como indicamos anteriormente.
43En el momento de su formación, el comité protemplo se constituyó en dos secciones, una masculina y otra femenina. Esta última estaba conformada por la presidenta (Aldina de Alanis) y una secretaria (Albina Giovanelli), cuyas funciones se limitaban al ámbito de la beneficencia y la obtención de fondos. Diferente era la sección de caballeros que se extendía en plenitud de cargos y funciones: presidente, Luis Horn; vicepresidente, Víctor Brunetta; secretario, José de García; vocales: José Alanis, Humerto Giovanelli, Primo Capraro, J. Fernández Cea y Benito A. Crespo.
44En marzo de 1906 ya se contaba con un diagnóstico pesimista sobre las perspectivas de la construcción de la capilla a un corto plazo. En un documento interno de la comisión, el presidente Horn informaba a su par de la sección femenina que la colecta realizada entre los vecinos más prominentes únicamente había alcanzado a poco más del cincuenta por ciento del total de las obras.13 La escasez de capitales hizo que la comisión ampliara sus redes políticas de apoyo –como se ve en la nota al pie previa, ya que se había logrado que la tradicional familia porteña Anchorena donara dos mil pesos en madera para la construcción de la capilla–. El nombramiento como presidente honorario al gobernador de Río Negro, Félix O. Cordero fue acompañado con una petición para que transmita
un mensaje al H. Congreso de la Cámara de la Nación pidiendo acuerde la suma de 15 000 pesos para sufragar los gastos de ampliación de la Iglesia, así como también otro a la Gobernación del Territorio para que contribuya con lo que crea conveniente. (ccscb, 19/03/1906, f. 25)
45Los inconvenientes monetarios fueron salvados vía la donación directa del dinero faltante por la Chile-Argentina, en tanto se cumpliera, como mencionáramos en el apartado anterior, un compromiso por la Congregación Salesiana de asentar un sacerdote en San Carlos y entregarle la tarea directa de supervisar las obras.14 La inexistencia de un acuerdo en este punto entre la comisión y los salesianos hizo que lentamente Horn se alejara del comité y delegara responsabilidades en su vicepresidente, Víctor Brunetta D’Usseaux, de nacionalidad italiana, que había acompañado al ejército argentino en su campaña contra las poblaciones indígenas y quien obtuvo por tal acción el reconocimiento de mayor de Ejército (ccscb, 20/01/1907, f. 31). La separación de Horn no puede ser leída como signo de un alejamiento de la Chile-Argentina, ya que continuaban dentro de la comisión los señores Otto Müllhenphordt,15 Rubén Fernández16 y José de García,17 quienes fueron sindicados por el agrimensor gubernamental, Eliseo Schieroni, como individuos dependientes directa o indirectamente de la empresa (Méndez y Muñoz, 2013, p. 173).
46Enfrentado a la preponderancia de la Chile-Argentina en la comisión, el padre Genghini propuso nuevos nombres para integrarla: como vicepresidente al juez de Paz Luis Morchio; como secretario, a Manuel J. Sampa; y como vocal, al comisario Alfredo Pietrapiana; en tanto, para la comisión de señoras, a Otilia B. de Yürgens como tesorera, y a la profesora Zulema Jones como secretaria. La propuesta del padre –desconocemos si con intención– enfrentaba directamente a los integrantes de la comisión, considerando que los nombrados contaban con el respaldo del gobernador y, al menos en el caso de Alanis, sus nombramientos significaron el reemplazo de personeros gubernamentales locales por externos a la ciudad.18De igual manera, la historiografía y crónica local posterior se ha abocado a mostrar los excesos y abuso de autoridad de Morchio y Pietrapiana, por lo que cabe comprender el rechazo a ellos dentro del comité (Argeri, 1999, p. 230; Juárez, 2005). Finalmente, el caso de la profesora Jones no dejó de ser particular, cuando ella remitió una carta al comité aduciendo «no poder aceptar por desempeñar el cargo de preceptora de la escuela del Estado, circunstancia que no le permite inmiscuirse en asuntos que se relacionan con la religión Católica que el Gobierno ampara y proteje [sic]. ¡¡¡Siglo del Progreso!!!» (ccscb, 15/05/1907, f. 34).
5. 6. La construcción de la capilla y la elección del patronazgo
47La construcción de la capilla significó la modificación de los planos originales, en gran parte por las restricciones presupuestarias, optándose por una de medidas menores y mayor sencillez (ccscb, 15/05/1907, f. 41). Paralelamente se solicitó al ingeniero Schieroni–encargado de la división de la colonia pastoril de San Carlos– el Solar a, manzana 36, para la erección de la capilla, petición que fue finalmente rechazada por el agrimensor. (ccscb, 20/01/1907, f. 32). Aparentemente los trabajos colmaron la paciencia de Horn quien presionó a los salesianos, amenazando con abandonar el cargo de presidente de la comisión. La propia comisión alertó a la congregación sobre las posibles consecuencias de la renuncia:
[Horn] con toda generosidad ofreció en nombre de la compañía adelantar los fondos necesarios para la obra pero con la condición de que viniera un Padre de la sociedad que Vd. tan dignamente preside, para recibir el dinero y correr con los trabajos adherentes a dicha obra […][y] si no se da principio a la obra el constructor podría pedir a la Comisión daños y perjuicios por no cumplir con lo establecido. (ccscb, 31/07/1906, f. 29)
48En sus memorias, el padre Zacarías relató lo ocurrido:
El señor agrimensor no quiso reconocer el pedido de los solares solicitados y por lo tanto no dio la posesión de los mismos. Hubo una mal entendida entre algunos de la comisión de caballeros y el constructor de tal modo que algunos de ellos renunciaron: chismes y díceres en la población que nunca faltan, el constructor sin previo aviso mandó cortar el material para la construcción de la capilla en madera. Traída esta al pueblo fue decomisada por el encargado de bosques y total dinero gastado, disuelta las comisiones pro templo y un ambiente medio contrario. Era mi parecer que había intervenido en todos estos señores algo pudiente pero de ideas religiosas completamente contrarias a la católica. Si ellos se preocuparon del fracaso, el sacerdote católico se empeñó en que se realizará todo. Vio, habló con algunos buenos: lo mismo con la comisión de damas: halló buen terreno y puso mano a la obra. (Genghini, Zacarías, 1906)
49Las acciones del padre se concentraron en atraer a los sectores de la comisión que no estaban directamente ligados con la Chile-Argentina, acordando especialmente con Primo Capraro (el constructor de la capilla) quien asumió el cargo de vocal tras la recesión del contrato entre la Chile-Argentina y los salesianos, dando garantías a la compañía y logrando que ella aceptara que se le devolviera el dinero aportado en innumerables cuotas (cubiertas con las limosnas que se recolectarían en la capilla) (ccscb, 29/07/1906, f. 27). Aquella jugada colocó a Capraro no solo en primera fila dentro del comité sino, además, como un aliado estratégico de los salesianos en su asentamiento definitivo en San Carlos.19
50En este punto, la guerra europea que causó, entre otros factores, el término de la sociedad Chile-Argentina tuvo un bajo impacto en la estructura de relaciones establecidas entre los salesianos y la comunidad barilochense, ya que los apoyos monetarios se solicitaron a empresas ganaderas de capitales ingleses de reciente arribo y se fortalecieron los lazos con los grupos que sobrevivieron a la Chile-Argentina,20 primordialmente comerciantes menores y empresarios de rubros variados, entre ellos, el ya mencionado empresario italiano Primo Capraro, quien compró, junto a un grupo empresarial de Santiago de Chile, los activos comerciales de la compañía en territorio argentino, transformándose en 1919 en su único dueño.
51La alianza de los salesianos con Primo Capraro continuó y se fortaleció con el correr de los años, tal como se observa en el relato de la crónica acerca de su suicidio, acaecido en 1933:
Penosísima impresión general produjo en la población la muerte inesperada de Don Primo Capraro q.e.p.d. En un momento de desaliento mortal buscó el descanso en la bala de un revolver en las primeras horas del día de la fecha. Fue hallado frío cadáver en su lecho. Las muchas obras buenas que practicó en su vida, nos hacen concebir la esperanza de que Dios N. S en su infinita misericordia se haya apiadado del extinto. En sus últimos días Don Primo acudía al Templo para implorar la misericordia divina. La Misión Salesiana de San Carlos de Bariloche le debe mucho a Don Primo Capraro. Las crónicas de los primeros años han registrado sus hechos más salientes. Ese bien no se ha perdido. Dios N.S lo ha de tener en cuenta. (ccscb, Libro de Cónicas de la Casa de Misión de San Carlos de Bariloche, 04/10/1932, f. 92)
52Los salesianos forjaron también para las generaciones locales posteriores la imagen del «pionero» en Capraro, resaltando la «italianidad» de otros «prohombres patagónicos»:
La transformación que tuvo en poco tiempo esta región privilegiada de los Andes señalada por un creciente progreso y un desarrollo demográfico, ha sido verdaderamente admirable. Se debe en gran parte a la actividad de hombres audaces y emprendedores que supieron dar principio sin titubear, a obras altamente benéficas y constructivas, entre los más beneméritos sobresale el nombre de Primo Capraro.
Nacido en Belluno en Italia en 1875, llegó al Nahuel Huapi en el 1903 atraído por el espejismo del oro, que los prometedores relatos hicieron creer abundante.
Proyectando sus aspiraciones, descubrió además otra riqueza en los inmensos y vastos bosques que circundan el lago. Obteniendo del Gobierno argentino grandes concesiones de terrenos construyó en el sitio más oportuno grandes aserraderos para usufructuar la madera del bosque.
Experto en el arte edilicio se dedicó además a las construcciones de casas, villas, puentes, albergues, escuelas, suntuosos edificios gubernativos; se puede decir que el incipiente poblado de Bariloche ha sido construido por él. Debido a su dinámica actividad y capacidad edilicia importantes tramos del ferrocarril que une a Bariloche, además de otras numerosas construcciones que se cuentan en la zona circundante del Río Negro, de Esquel a Jacobacci.
Trabajador honesto e incansable se dedicó con feliz éxito a las empresas más variadas. Empresario, constructor, propietario de haciendas agropecuarias, representante bancario y consular, corresponsal de periódicos, convertido también en armador de la primera flota de lanchas y vapores que navegaron las aguas de Nahuel-Huapi.
Se necesita haber conocido Bariloche treinta y siete años atrás o sea (1917), la primera vez que la he visitado, este pueblito de entonces no era más que un pequeño grupo de casas, para conocer la prodigiosa actividad de Capraro siempre en acción para dar nuevos impulsos al pueblo y mejorar la situación de sus habitantes. No hubo iniciativa benéfica a la que no le haya dado su decisivo y válido apoyo.
En los viajes que he hecho con él en el lago y por el interior de la región, gozaba conmigo de las maravillas que la naturaleza había prodigado y manifestaba su sana alegría con aquella risa fragorosa que eran una de las características de su dilatado buen ánimo y jovialidad.
La fe inquebrantable que tuvo sobre el próspero advenimiento de aquella región le daba ánimo en los emprendimientos con juvenil entusiasmo de las empresas más audaces, sobreponiéndose a todos los contratiempos y no desarmándose frente a las peores dificultades, siempre con el noble ideal de ver progresar aquella tierra donde había trabajado y que amaba como una segunda patria.
Ahora su enérgica figura de pionero, incisa en un busto de bronce erigido en señal de gratitud y admiración de la población de Bariloche a sus amigos de Argentina y Chile, se alza sobre las orillas del lago Nahuel-Huapi donde, por más de treinta años ha desarrollado su obra benéfica y progresista.
Él a la par de Francesco Pietrobelli, fundador de Comodoro Rivadavia, y de Antonio Oneto, fundador de Puerto Deseado sobre la costa patagónica, ha llevado a Italia su poderosa contribución de ingenio y de obras para el engrandecimiento y el progreso material y social de la Patagonia, honrando altamente el nombre italiano. (De Agostini, 1954, p. 11-12, traducción de María Andrea Nicoletti)
53Retornando a la primera década del siglo xx, el ascenso de Capraro no significó, por lo menos en un primer momento, una desaparición total de la influencia de la Chile-Argentina, al punto que a la hora de la colocación de la primera piedra (el 30 de enero de 1907), el padrino de la ceremonia fue Federico Hube, empresario germano-chileno, gerente general de la Chile-Argentina y representado en la ceremonia por Luis Horn.21 No obstante, tal preponderancia era combatida ya que en cierto grado la Congregación Salesiana realizó una jugada simbólica que buscó opacar la imagen de la Chile-Argentina en la construcción de la capilla, designando como patrona a María S.S. Inmaculada y santo patrón a San Carlos Borromeo.
54El enunciado del patronazgo significa una manifestación visual determinante que, asentada en el territorio, construye memoria colectiva (Navarro Floria, 2007). La selección de la Purísima nos remite a uno de los dogmas centrales del pontificado de Pío ix, cercano a los salesianos y férreo defensor de la fe católica contra el liberalismo (como doctrina) y el protestantismo (como práctica). Junto a lo anterior, San Carlos Borromeo había sido un símbolo de la contrarreforma europea, por tanto, era evidente el sentido que la Congregación otorgaba a la capilla. Recordemos que el concepto de tierra ad gentes sobre el cual los salesianos solicitaron la administración exclusiva de un vicariato apostólico en la Patagonia, contemplaba no solo la conversión de «infieles» sino también la de «herejes», que en la Patagonia se identificaban con las poblaciones inglesas y galesas que adherían al protestantismo (Nicoletti, 2016).
55Por otro lado, la Congregación fundaba sus misiones como emprendimientos sociales, que comprendían la creación de una institución central para su carisma: la escuela, que en plena aplicación de la Ley 1420 les trajo con el Estado más de un enfrentamiento (Teobaldo y Nicoletti, 2007).
56Sin desmedro de lo expuesto, la selección de los patronos debía ser un acto que incluyera a la feligresía. Así, previo al acto oficial de bendición de la capilla, el 19 de abril de 1908, el padre Genghini convocó a los integrantes de la Comisión Protemplo para que votaran a favor o en contra de la propuesta de los Salesianos. Nuevamente los símbolos adquieren un rol fundamental. En las actas que han sobrevivido se identifica a los integrantes de la comisión indistintamente como «vecinos del pueblo» y «asamblea general», otorgándole (simbólicamente) al grupo reducido de la comisión la potestad de representar la voz de la comunidad de San Carlos. Este voto de reconocimiento, tan caro para los vecinos, allanó el camino para la promulgación unánime de la propuesta de los salesianos:
Declarada abierta la sesión, fue designado el secretario para que recogiera de cada uno de los presentes su voto verbal, resultando electo por unanimidad de votos la Inmaculada Concepción de María, cuya fiesta se celebra el ocho de diciembre y como segundo patrono San Antonio de Padua. (ccscb, 16/06/1907, f. 35)
57El salesiano Domingo Milanesio, frente a las comisiones y las autoridades, «bendijo solemnemente la capilla de esta localidad bajo la Advocación de Nuestra Señora La Purísima Concepción» (ccscb, 19/04/1908). Ambas advocaciones, la Auxiliadora y la Inmaculada, más allá de ser la misma Virgen, están íntimamente relacionadas en cuanto a sus significantes dentro de la Iglesia Católica y especialmente en la Congregación Salesiana. Su singularidad y su elección hace referencia al proceso de «comunalización» (Brown, 1990) que cada grupo percibe como propio construido desde sus relaciones sociales, culturales e históricas y que hemos visto interactuar a lo largo de la construcción del templo.
58Las advocaciones de la Virgen María son tomadas como un dispositivo que nos permite construir un territorio devocional en clave identitaria y resignificar espacios reales y simbólicos como construcciones territoriales dinámicas. Estos espacios están diferenciados por su inclusividad o exclusividad social que, en cada contexto histórico, pueden territorializar la advocación, marcando fronteras simbólicas donde las ideologías se apropian de los iconos y los rituales y nos permiten resignificarlas localmente.
59La Auxiliadora, si bien es uno de los títulos más antiguos de la cristiandad,22 fue representada por Don Bosco en Turín como Patrona y forjadora de la obra salesiana, quien eligió para su iconografía atributos de la Inmaculada (Stella, 1981). La Inmaculada y la Auxiliadora fueron devociones asociadas a los «tiempos difíciles»: durante la unidad de Italia, entre 1860 y 1862, y en la Argentina, entre 1879 y 1884 (Nicoletti, 2012).23 Su simbología ensambla perfectamente con la situación de la Patagonia como «tierra de infieles […] capaz de enfrentarse con la fuerza bruta destructora del mal, llegando a inspirar la lucha ante las fuerzas de la opresión» (Temporelli, 2008, p. 143). Por ello, posteriormente la Virgen Inmaculada fue venerada por Don Bosco como Auxilium Christianorumo «ayuda de los cristianos» (Stella, 1981, p. 160), resignificada como Patrona de su Congregación y de las misiones a la Patagonia.24
60La erección de la parroquia no significó la clausura de los problemas, los sectores asociados a la Chile-Argentina intentaron recuperar el control de las comisiones pro-templo debido a la figuración de Capraro y otros vecinos. En 1913, miembros de una segunda comisión protemplo escribieron al pontificado quejándose de la vacancia de la capilla, condenaron el acuerdo entre los salesianos y el Estado argentino, además de solicitar que padres provenientes desde Chile (probablemente jesuitas, con asiento en Puerto Montt) reemplazaran a los salesianos en sus funciones:25
Hasta hace pocos años, estos Salesianos visitaban Bariloche, asimismo obtuvieron de los pobres católicos la construcción de una iglesia. Desde entonces no han vuelto a poner los pies y esta iglesia ha servido solo para realizar las ceremonias religiosas cuando un sacerdote católico pasa por aquí a lo largo de uno de sus viajes. Los padres salesianos han dejado aquí un muy mal recuerdo, y realmente no los extrañamos. Solamente protestamos enérgicamente contra la actitud adoptada por los salesianos, de cara a los sacerdotes que manifestaron la intención de dar Misión aquí; y no solamente protestamos sino que declaramos categóricamente que consideramos esta actitud absolutamente injusta, por no decir escandalosa […].
En estos últimos años los sacerdotes católicos nos habían manifestado la intención de venir a dar Misión, pero les ha sido impedido por los Salesianos. Afirmamos enérgicamente que los Salesianos no tienen derecho de hacer esto; y que al hacerlo cometen una mala acción, muy malvada acción y un odioso abuso […] un sacerdote digno como conocemos personalmente miles en Europa y en otras partes; un sacerdote como el padre Irlandés que vino aquí, hace algunos años, o como el padre Alemán que ha venido a ayudar este año a un católico que estaba convaleciente. Ellos nos demostraron que eran hombres de Dios, verdaderos Sacerdotes de coraje y energía iluminada, de un ideal noble, elevado y generoso; y no mercaderes y negociantes. (Nicholl, A. y otros, 1913)
61Sin dejarse amilanar, la Congregación Salesiana asumió la capilla de San Carlos en 1914 y entabló relaciones directas con los integrantes de la Comisión Protemplo e, inteligentemente, usó de la retórica de los vecinos caracterizados para solicitarles el apoyo para la instalación del sacerdote y la creación de oratorios para niños,26 reconociendo tácitamente a los integrantes de la comisión como los representantes naturales de la comunidad y los principales interlocutores de sus intereses.27 Los salesianos sabían además, tras una historia de largas y complejas negociaciones con el Estado y el Arzobispado de Buenos Aires, de la imposibilidad del Arzobispo para enviar personal diocesano para atender la Patagonia y del reconocimiento por parte del Estado de los «derechos adquiridos por los misioneros salesianos» (citado en Nicoletti, 2016, p. 83). Situación que, junto a la guerra mundial que conllevó la disolución de la Chile-Argentina, consolidó tanto la posición de los salesianos en Bariloche como de los vecinos caracterizados guiados por Capraro.
62Finalmente, ajena a los dimes y diretes, se creó la parroquia y su patronazgo estuvo asociado a la cristianización entre infieles, indígenas y protestantes, que permitía sentar una historicidad colonial a la ciudad y, simbólicamente, le otorgaba una profundidad histórica al naciente poblado. Aquella línea histórica que se trazaba con la Purísima posibilitaba que los vecinos, que eran parte de una comunidad heterogénea de extranjeros y recién llegados a la región, se construyeran como una comunidad de pasado colonial y, por lo mismo, equiparable a las sociedades consolidadas en las ciudades atlánticas del país. En este pacto tácito entre los sectores del comité protemplo (interesados en ser reconocidos como ciudadanos respetables de la sociedad argentina) con los Salesianos, se logró un objetivo final mucho más importante que la parroquia en sí: se construyó una identidad con continuidad histórica que pasó a constituirse en memoria para las futuras poblaciones de San Carlos.
63El primer producto de esa negociación de la memoria puede leerse en las crónicas de la capilla donde se alude a
la Inmaculada que desde 1793 se venera en la zona como consta del libro Viajes de Fray Menéndez, como he tenido oportunidad de leerlo. No es precisamente la misma imagen sino que en un libro se dice como un virrey del Perú había enviado a las misiones del lago Nahuel Huapi una estatua de la Inmaculada Concepción. (ccscb, 8/12/1928, f. 40)
5. 7. Consideraciones finales
64En el transcurso de estas páginas hemos procurado, a través de un estudio de caso durante las primeras dos décadas del siglo xx, dar cuenta de las relaciones de poder y los espacios de disputa que en el noreste rionegrino surgieron finalizadas las campañas militares a la Patagonia.
65Hemos analizado el proceso de conformación de la capilla Inmaculada Concepción de San Carlos de Bariloche y su convivencia con los vecinos caracterizados, con el propósito de indagar cómo vecinos e Iglesia construyeron un ideario común, donde se estructuró una forma de comprender el pasado que dio continuidad y coherencia a la existencia de ambos grupos en la ciudad. Al punto que, en un documento fechado en 1930, los salesianos al momento de referirse a los antiguos integrantes de la comisión asumen que hablan de un grupo aristocrático, diferenciado de la totalidad de la población de la ciudad. Son «familias de arraigo». Última consideración que, para nosotros, da cuenta de cómo la Iglesia actuó como crisol de la sociedad barilochense, otorgándole pasado y credibilidad a nivel nacional, a cambio de una preponderante posición dentro de la ciudad y la inhibición en la memoria local del rol de las comunidades de protestantes y no creyentes en la construcción de la misma.
66El Estado argentino en sus diferentes estamentos –nacional, territoriano y local– apoyó esta iniciativa ya que concebía a las instituciones –entre ellas la Iglesia y la Escuela– como medios idóneos para consolidar el orden, la civilización y el progreso, de acuerdo al canon decimonónico, que se dio inicio tras la finalización de las campañas militares a la Patagonia. Al no tener la capacidad por sí solo de dotar al espacio regional de instituciones, pactó con las elites locales y regionales su concreción y, si bien se preocupó por la cuestión de la argentinidad, actúo más como contralor de lo que acontecía que como gestor de los procesos de institucionalización a escala regional.
67La Compañía Comercial y Ganadera Chile-Argentina, principal agencia transnacional que monopolizó el mercado de trabajo y los circuitos mercantiles a ambos lados de la zona cordillerana en la Patagonia norte, acompañó estos procesos a través de una política que, a nuestro juicio, podríamos denominar como multi-implantada.28 A la búsqueda de consensos que garantizaran legitimidad y liderazgo, apoyó todas las acciones que abrevaran a ese fin –la construcción de la Escuela Pública, la de la Escuela Alemana y la de la Capilla–, sin optar por ninguna de ellas de manera explícita, intentando congraciarse y negociar con los sectores a los que percibía como detentores de poder y como posibles aliados, ya sea el caso del Estado argentino como la colectividad alemana o la Iglesia católica, posición que se acentúa en el marco de las disputas limítrofes y la crisis económica desatada por la Gran Guerra.
68A lo largo de todo este recorrido, si bien la Congregación Salesiana participó de los escenarios de toma de decisiones, actuando en algunos casos como mediadora y en otros imponiendo su impronta, no se alejó de su plan original: la capilla Inmaculada Concepción de San Carlos de Bariloche, era un punto de misión del nodo de Junín desde donde saldrían partidas volantes para convertir a los no católicos. Las alianzas estratégicas que realizó –y que priorizaron a las elites locales por sobre las nacionales y transnacionales– no la desviaron de los destinatarios centrales de su accionar misionero: los pobres, los indígenas, los desprotegidos, los ubicados en las antípodas de los vecinos caracterizados.
Autorías y filiaciones institucionales
69María Andrea Nicoletti
Universidad Nacional de Río Negro, Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio (iidypca). Río Negro, Argentina.
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Río Negro, Argentina.
70Jorge Muñoz Sougarret
Universidad de Los Lagos, Departamento de Ciencias Sociales. Osorno. Chile.
71Laura Marcela Méndez
Universidad Nacional del Comahue, Instituto Patagónico de Estudios en Humanidades y Ciencias Sociales (ipehcs). Río Negro, Argentina.
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas., Río Negro, Argentina.
Centro de Estudios Interdisciplinario de Géneros Enplural. Río Negro, Argentina.
Comentario del texto
72Por Martha Ruffini
73El capítulo de los investigadores María Andrea Nicoletti, Laura Méndez y Jorge Muñoz Sougarret aborda desde una perspectiva original la trama del poder en San Carlos de Bariloche, Territorio Nacional de Río Negro, mediante un estudio de caso: la creación de la parroquia Inmaculada Concepción (1907), en la que se vieron involucrados no solo los religiosos de la Congregación Salesiana sino diversos actores sociales y políticos del medio local y sectores económicamente dominantes como los vinculados a la Compañía Comercial y Ganadera Chile-Argentina .
74En la primera parte del capítulo se encuadra el análisis en la problemática de la construcción de la nación y de la lógica de centralización subordinada decidida por el Estado para los territorios nacionales. Aquí aparecen aristas interesantes para la reflexión. En primer lugar, los territorios nacionales como espacios diferenciados de la nación, con un trayecto original y una «nacionalización frustrada». Esta aseveración es cierta y numerosos estudios de las últimas dos décadas lo han demostrado acabadamente para el caso argentino. Pero quedaría en cierto modo inconclusa si no se profundiza advirtiendo que este camino propio puede ser considerado una vía complementaria y no divergente para la formación de la nación. Por origen, asignación de funciones y ubicación en las matrices clasificatorias de las elites dominantes y de la dirigencia política, inevitablemente los territorios nacionales –tal como fueron pensados en el siglo XIX– iban a portar una lógica de construcción nacional diferente a la de las provincias históricas. Pero esta lógica no necesariamente debía verse como oposición sino como un sesgo particular para el objetivo homogeneizador pretendido. Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que no existió un único camino para la construcción de la nación en Argentina aunque, sin duda alguna, podríamos identificar rápidamente cual fue el modelo dominante. En ese sentido, los territorios nacionales representan una vía diferenciada –como bien se afirma en el capítulo– en la que el acento desde el Estado estuvo puesto, en mi opinión, en la creación de una sociedad civil homogénea y no tanto en las acciones orientadas a la integración del mercado económico.
75De igual modo, matizaría la afirmación acerca de la secuencia presentada para la estructuración de la nación ya que, si bien se aclara que no sería factible aplicarla al caso local –dado que según los estudios preexistentes habría quedado inconclusa–, tampoco sería posible con certeza afirmar la reproducción literal y total de esa secuencia, por ejemplo, en Viedma, Gaiman o Río Gallegos durante la etapa territoriana.
76La expresión vertida acerca de que una mirada más abierta y plural sobre la nación permitiría superar la tan mentada ausencia o presencia estatal en los territorios nacionales nos remite a repensar algunas cuestiones. En primer lugar, resulta indispensable definir qué entendemos por ausencia o presencia del Estado, qué variables definirían una u otra situación en cada momento histórico, ya que existen múltiples maneras de hacer sentir lo que Oscar Oszlak llamaba el «brazo largo del Estado», aunque advirtamos que la burocracia estatal no estaba amplificada o diseminada en los territorios nacionales o podamos constatar la carencia de una política estatal efectiva en un tiempo y espacio dado, situación esta última que –parafraseando a Danilo Astori– implicaría una omisión deliberada y consciente que formaría parte, en realidad, de una intencionalidad política o una política determinada. En función de esto, la idea de «vecinos caracterizados» que disputan con el Estado la iniciativa del progreso y procuran la armonía social aparece como de difícil generalización, habida cuenta el escaso margen de autonomía y la disponibilidad de fondos existentes para encarar obras de envergadura. Indudablemente, este rol lo podían asumir solamente algunos de ellos, los que poseían capital e iniciativa como el italiano Primo Capraro o comerciantes y ganaderos acaudalados o sociedades como la Chile-Argentina. Pero el interrogante es si lo hacían en pos de rivalizar con el Estado nacional en la concreción del progreso o actuaban primordialmente en beneficio de sus intereses particulares o en convergencia sinérgica de ambas intencionalidades. Incluso podemos pensar que –según la coyuntura política o económica– guiaban sus acciones en forma alternativa en torno a ambas posibilidades para justificar sus estrategias y acciones.
77A la sugerente afirmación de los espacios religiosos como crisol donde se fundiría la argentinidad andina y se consolidaría la nación, la pondría en contrapunto con la germanidad propugnada por la Chile-Argentina desde la escuela alemana y con la italianidad como estandarte que los Padres Salesianos esgrimieron en su alianza con Primo Capraro. Hacer jugar objetivos, contenidos y desplazamientos estratégicos en estas tendencias existentes aportaría en la determinación de los alcances –y por qué no de los límites– que la noción plurívoca de argentinidad presentaba en los espacios andinos.
78El capítulo muestra un caso en el que la creación de la parroquia Inmaculada Concepción en Bariloche aparece claramente como jalón en la instalación de los extranjeros como grupo hegemónico, pero a la vez sirve como catalizador de luchas por el poder, que es el concepto que resulta un verdadero telón de fondo de este capítulo. Asimismo, destaco el acento puesto por los autores en el patronazgo como parte de una disputa simbólica en la que la asignación de una advocación religiosa revela pertenencias y posicionamientos, disputas y consensos. Bajo esta perspectiva, la integración entre política y religión que proponen los autores en este capítulo constituye una opción de gran potencialidad analítica dado el entramado multidimensional vinculado o en relación con ambos conceptos y su operatividad para las investigaciones cuyo objeto de estudio sea pasible de ser examinado desde esta doble mirada político-religiosa.
En diálogo con Martha Ruffini
79Por María Andrea Nicoletti, Laura Méndez y Jorge Muñoz Sougarret
80Agradecemos a Martha Ruffini los agudos comentarios al capítulo que presentamos. Su claro desarrollo sobre la conformación de los territorios nacionales fortalece la idea de este polifacético modo de construcción de la nación, cuyas particularidades en función de los territorios del sur ilustra. En ese sentido, nuestro trabajo busca ser un humilde aporte a esa polifonía desde la particularidad del espacio cordillerano. Concordamos que el objetivo más relevante en el que el Estado puso su acento fue la búsqueda de una argentinización y homogeneización social, a la que la Iglesia católica aportó una cuota de enorme importancia. Esta idea ha sido escasamente integrada en los trabajos sobre la relación entre el Estado central y los territorios nacionales, en los que «progreso y civilización» parecían oponerse al adoctrinamiento religioso, especialmente hacia finales del siglo XIX, cuando existieron no pocas tensiones entre Estado e Iglesia. Sin embargo, la congregación Salesiana logró obtener las misiones evangelizadoras a perpetuidad en el territorio patagónico y creó en la Patagonia el sistema educativo privado y confesional a través de los colegios de varones y de mujeres, a cargo de las Hijas de María Auxiliadora. Su objetivo, que aparece claramente en sus fuentes ha sido «civilizar y evangelizar». Este es el motivo central, aunque no el único, de fundar en Bariloche una capilla.
81Agradecemos la sugerencia sobre pensar la cuestión de la secuencia para la estructuración de la nación y la ausencia/presencia del Estado. Los estudios de caso, como el que presentamos, nos invitan a esta propuesta de Martha Ruffini. Esta microhistoria nos permite ver las disrupciones secuenciales y diferenciar a la región cordillerana de la atlántica, de la estepa, de la línea sur y de los valles centrales. El tema de la ausencia/presencia del Estado es una dicotomía urgente de ser reformulada porque la historia es un proceso de matices, de grises y claroscuros que se evidencian aun más en los estudios religiosos.
82La particularidad de estos vecinos caracterizados, y en esto podemos no coincidir en su totalidad con la argumentación de Martha Ruffini, es que son vecinos entrelazados con una poderosa compañía comercial que para territorializar poder borra fronteras, y además –en esto sí acordamos plenamente– buscan alianzas con agencias estatales procurando coincidir los intereses. La Compañía Comercial y Ganadera Chile-Argentina, que recibió cuestionamientos por ser chilena en territorio argentino, y por ser alemana en Chile, desplegó un abanico de estrategias en aras de legitimación y concentración del poder, adecuando sus rasgos identitarios en función de las coyunturas políticas nacionales e internacionales, en consonancia con la defensa de los intereses empresariales.
83La italianidad Salesiana y de Primo Capraro es un punto de investigación a considerar y continuar. Hasta donde hemos observado, Primo Capraro toma la capilla de la Inmaculada como camino de ascenso social y se advierte que los Salesianos ven con mayor simpatía su rol en la comisión que el de los miembros germanos de la Chile-Argentina. La figura de Capraro es central para historiar el desarrollo empresario en el espacio regional y su análisis no puede escindirse del de su cónyuge germana, Rosa Maier, quien tuvo una estrecha relación con su país de origen y con la comunidad alemana regional y quien viajó a Alemania y permaneció allí por cuatro años para que el hijo de la pareja tuviera nacionalidad alemana.
84Permeable a las coyunturas nacionales e internacionales, a los ciclos económicos y a la emergencia de burguesías regionales, consideramos que el proceso de construcción del Estado nacional en territorios patagónicos estuvo en permanente revisión y tuvo una importante cuota de improvisación. Con una matriz unitaria de gobernanza, la emergencia de sujetos locales con poder y control sobre la burocracia fue un evento que emergió sin desearse, y que únicamente después de ocurrido buscó ser encauzado en el camino propuesto por las dirigencias capitalinas. Si hubiera sido planificado, hubiesen existido mecanismos formales (o formalizados) de integración de tales representaciones locales y no aquellas disputas por la cooptación de espacios de decisión y poder, como lo fue el comité Pro-parroquia que estudiamos.
85El punto señalado en el párrafo precedente nos parece central ya que define el meollo de nuestro artículo; cuando no hay espacios de participación formal para los actores locales, todo espacio adquiere la imagen de ser un lugar de participación y autorepresentación. Al no haber espacios dotados de reconocimiento político, los sujetos tienden a territorializar políticamente, esperando que la autoridad central les reconozca al menos uno de tales espacios como políticamente legítimo.
86A nuestro juicio, las sociedades locales desplegaron un complejo sistema de alianzas y estrategias en búsqueda por ser legitimadas por las estructuras nacionales. A través de diferentes instancias de participación, ciertos grupos concentraron poder y lograron ser reconocidos como interlocutores y actores relevantes con las autoridades del territorio y la nación. Desde esta perspectiva, las alianzas entre religión y política adquieren un matiz distintivo. Por último, consideramos que los aspectos simbólicos de la religión son un aporte fecundo para este tipo de estudios en los que el telón de fondo del poder se visibiliza en rituales y patronazgos.
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Notes de bas de page
1 Entendemos por territorialidad la construcción de un territorio desde un «enfoque regional político-cultural en […] atención a las formas en que los grupos sociales se identifican y manifiestan sus solidaridades a través del espacio» (Benedetti, 2011, p. 288).
2 Sugerimos la lectura de trabajos previos realizados por los autores de este texto –individualmente o en coautoría– que explican en profundidad el proceso de construcción de un espacio regional binacional. Especialmente Navarro Floria y Delrio (2011); Nicoletti y Núñez (2018); y Núñez y otros (2018).
3 En nuestra intención de revisar y ampliar el espectro de los estudios del fenómeno religioso en América Latina, siguiendo a Enrique Dussel (1983), incorporamos el plano simbólico al análisis y lo incluimos como parte de una historia concebida como «una construcción […] social conformada por un conjunto articulado de ideas, discursos y prácticas, manifestada en diversas expresiones y que implican las relaciones imbricadas pero jerárquicas, de distintos actores sociales en escenarios comunes, como individuales» (Fogelman, 2010, p. 13).
4 En relación con el libro de Tulio Halperin Donghi, Vida y muerte de la República verdadera (2007), que Ruffini discute en su libro La pervivencia de la República posible en los territorios nacionales. Poder y ciudadanía en Río Negro (2007).
5 Al decir de Marta Ruffini: «Estos grupos dominantes, fundamentalmente comerciantes invertían en tierras y ganado, generaban proyectos productivos y disputaban el poder político local –Consejos Municipales y Juzgados de paz–, mediante la integración de agrupaciones vecinales, proto-partidos o –avanzado el siglo xx– filiales de partidos con estructura nacional. A su vez participaban activamente en el espacio social creando clubes, asociaciones, impulsando escuelas y prohijando o fundando periódicos y diarios vinculados con la defensa de sus intereses» (2017, p. 35).
6 A mediados del siglo xix el Obispado de Ancud, en la isla grande de Chiloé en Chile, solicitó al papado el envío de jesuitas de habla alemana para que se asentaran en la ciudad de Puerto Montt. Esto en respuesta al arribo de germanos luteranos a la región (Blancpain, 1970; Hernández, 2016).
7 La traducción del italiano, al igual que las que siguen, fueron realizadas por María Andrea Nicoletti.
8 Leo Stanton Rowe (1871-1946), norteamericano, director general de la Panamerican Union.
9 El expresidente norteamericano, Theodore Roosevelt, recordando su visita a la escuela en 1913 escribió: «Me sorprendió ver en este pequeño establecimiento que junto al retrato de Guillermo había uno de Lutero, a pesar de que un tercio de los alemanes eran católicos. Los sentimientos nacionales han cedido frente a los religiosos y Lutero había sido aceptado como un representante más, de los grandes pensadores alemanes que querían que sus hijos recuerden. También había en la escuela una buena biblioteca, cuyos libros eran todos alemanes. Era la única biblioteca del pueblo» (Roosevelt, 1914, p. 179).
10 Acta del 20 de enero 1907, firmado por W. Roeschmann, secretario, y Carl Roeschmann, presidente.
11 Es interesante observar que dentro de los vecinos caracterizados existió una preferencia por la escuela alemana, como puede verse en el relato de Francisco Capraro, hijo del constructor italiano Primo Capraro y madre alemana: «Yo concurrí a esa escuela a los 8 […] La escuela se formó a pesar de haber una del Estado. Ocurrió que las pocas familias de origen europeo querían un maestro que fuese de un idioma extranjero, y como la mayoría era alemana... optaron por traer un maestro de habla alemana. […] El señor Henrich Lührs era un maestro excelente, tenía en sí un programa de enseñanza, que creo, lo había confeccionado el mismo, dirigía de una forma un poquito rigurosa porque tenía un espíritu germano para hacer orden y enseñar fehacientemente» (Capraro, 1997).
12 Olivio Acosta –de acuerdo con su legajo en la Escuela Normal de Quilmes, de la que fue vicedirector (1912)– era maestro recibido en la Escuela Normal de Profesores de Paraná el año 1893. Fue maestro de grado en Nogoyáy Villaguay, vicedirector de la Escuela Superior mixta de Diamante en la provincia de Entre Ríos entre 1893 y1900. Se trasladó a Chubut como director de la Escuela 7 de Colonia Sarmiento y la Escuela 9 de Trelew (1902). Entre 1904 y 1905 fue docente en la Capital Federal. Desde 1907 fue Inspector Técnico de la 6 Sección de Territorios Nacionales: 7 Sección (Pampa en 1910); 4 Sección (Chubut, 1912).
13 « Estimada señora: de mi estudio de la cosa “Capilla”, resulta lo siguiente: la construcción cuesta, con las medidas indicadas en el plano de Capraro inclusive la madera $5000. La madera solamente $2000. Las entradas son las siguientes: en la casa de Vd $51, en la casa de Giovanelli $10, en la casa de García $106, en el hotel $77, Madera pagada por Anchorena $2.000 en la casa Alemana Chilena $500. Total pesos: $2.744. Faltan para recolectar $2256 suma que será muy difícil recolectar dentro del término de seis meses. Me permito aconsejarla esperar con la realización de su idea hasta el año venidero, entonces queda suficiente tiempo para buscar y encontrar medios y caminos para procurar los fondos necesarios. La saluda muy atentamente Luis Horn» (ccscb, 23/12/1905, f. 36).
14 «Solicitan [los integrantes del Comité] al Sr. Inspector se digne concedernos la permanencia del P. Zacarías (Genghini) que se encuentra en esta para que se ponga al frente de la construcción de dicha Capilla, poniendo la comisión la cantidad de trescientos pesos moneda nacional para el sostén del Padre durante la construcción» (ccscb, 13/4/1906, f. 24).
15 Ingeniero Naval que se estableció en la Isla Victoria a principios de 1900, montando allí un astillero (datos y fotos del Museo de Villa La Angostura, 2017).
16 Nacido en Villanueva (Córdoba) en 1881, donde fue empleado de correo. Llegó a Bariloche en 1901 o 1902, desempeñándose como jefe de correos entre 1903 y 1905. Luego renunció, para dedicarse al comercio y quedarse para siempre. También sirvió como Juez de Paz en 1907 y primer intendente municipal elegido democráticamente, de 1928 a 1930. Falleció en esta ciudad en 1932 (Investigación del Dr. Pedro Haluska).
17 Escribiente de la Policía en 1902 y jefe de la Oficina Meteorológica en 1923.
18 El caso de Alanis es claro, fue el jefe de policía hasta que fue reemplazado por el gobernador, en 1905. En su momento se levantó una carta firmada por 52 vecinos solicitando dejar sin curso la medida. En la carta aparece visiblemente la firma de posteriores integrantes del comité protemplo como Capraro, Brunetta y García entre otros.
19 Tampoco puede menospreciarse el acuerdo logrado con el gobierno nacional, que finalmente permitió que fuera usado el lote seleccionado para erigir la capilla.
20 «El padre envío varias cartas [a]estancieros del campo pidiendo ayuda para pagar los gastos contraídos en la edificación de la casa de Misión y ensanche de la capilla de San Carlos de Bariloche» (Genghini, Z. p. 64; ccscb, 29/07/1906, f. 27).
21 Anecdótico pero significativo a la vez fue que junto a la primera piedra se enterraran monedas de curso legal de la Argentina y Chile. Desconocemos el motivo, pero suponemos que el comité creyó que representaban la comunión de ambos pueblos, lo llamativo es la selección de la representatividad cultural de cada nación vía sus monedas. Es quizás una muestra más del pragmatismo de los agentes empresariales de la Chile-Argentina.
22 Desde el siglo iv después de Cristo, las comunidades cristianas y distintas figuras destacadas de la Iglesia, entre los siglos iv y vi d. C. en la cristiandad de Oriente, dieron a la Virgen el nombre de Auxiliadora con los siguientes sentidos: «La que trae auxilios venidos del cielo», la de «Auxilio potentísimo» de los seguidores de Cristo, «Auxiliadora de los que sufren», «Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de débiles»; «Auxiliadora de los que gobiernan»; «María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo»; «Auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros», «Auxiliadora en la hora de la muerte», «Auxiliadora de los pobres», «Auxiliadora contra los enemigos de la fe y de los ejércitos para que defiendan la patria».
23 Nos referimos al período entre 1880 y 1884 en el que gobernaba Julio Roca, quien previamente había realizado como ministro de Guerra la campaña de conquista de la Patagonia en 1879. Roca expulsó al Nuncio apostólico, se negó a reconocer el Vicariato y la Prefectura apostólica creados por el vaticano en la Patagonia (1883) y promovió un conjunto de leyes denominadas laicas de educación común y matrimonio civil.
24 Desde el siglo iv después de Cristo, las comunidades cristianas dieron a la Virgen el nombre de Auxiliadora. El título orientado al Auxilio en los tiempos difíciles fue el que asoció Don Bosco en relación con el contexto político y religioso de su época. Don Bosco eligió hacia 1863 para su representación iconográfica una imagen de Santa María de la Victoria, unida a la defensa de la Iglesia y del Papa contra los herejes con la corona de doce estrellas que representa a la Inmaculada (Farioli, 2002). Su iconografía fue elaborada por Don Bosco y pintada en el retablo del Santuario de María Auxiliadora de Valdocco (Turín) por Tommaso Lorenzone (Farioli, 2002).
25 Acompaña su carta una representación hecha de ellos por los salesianos de Junín: «Las firmas de esta carta son de católicos que pertenecen a viejas familias católicas conocidas de Irlanda y de Bélgica. Uno de ellos, A. Nicholls es director de una compañía Inglesa; el otro J. Vereertbrugghen es doctor en medicina de la Universidad Católica Belga de Lovaina (Louvain)».
26 En las crónicas de la Casa Misional se indica el apoyo de los vecinos al momento de la llegada del padre: «En fin, el pueblo en general se manifestó muy contento por la llegada y permanencia del cura en San Carlos de Bariloche […] Durante el día el cura visitó varias familias anunciando su permanencia definitiva y agradeciendo las que habían enviado útiles para la casa y cocina» (ccscb, Libreta de Crónicas de la Casa de Misión de San Carlos de Bariloche, 19 y 23/03/1915, f. 22). En tanto para el oratorio se realizó una rifa donde contribuyó «la Compañía Chilena Argentina en primera línea, después José García, Ermino Carro, Rubén Fernández, Cornelio, la señora de Juan Riveiro, la Señora de Alanís, varios turcos a los que le dieron efusivamente las gracias» (ccscb, Libreta de Crónicas de la Casa de Misión de San Carlos de Bariloche, 28/11/1915). No olvidemos que el oratorio festivo formaba parte del «complejo social y misionero» del carisma salesiano.
27 En uno de sus documentos internos lo exponen directamente: «4 de abril Pascua de resurrección el padre cura envió saludos pascuales a las autoridades y familias que han enviado útiles para la casa y adornos para la capilla: Capraro, José de García, Mora, C. Castro, Pefaure, Parson, C. Jurgens, Dr. Verenburghen, Julián P. Gonzalorena, Pico, Echevarría Barrio, etc.» (ccscb, 04/04/1915).
28 Utilizamos este concepto en la acepción que implica la participación en varios proyectos en forma simultánea y el apoyo a iniciativas provenientes de diferentes grupos –algunos de ellos antagónicos– en busca de la adhesión y el consenso de los distintos sectores, antes que optar por alinearse con uno de ellos por sobre los otros. Recuperamos esta idea de Jorge Sábato (1979), en sus estudios pioneros referidos a la burguesía argentina.
Auteurs
Es profesora y doctora en Historia de América. Investigadora principal en el Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio (UNRN/CONICET). Sus investigaciones giran en torno a la historia de la Patagonia, especialmente los proyectos y prácticas de evangelización y educación de la Iglesia católica, sintetizados en los libros Indígenas y Misioneros en Patagonia (2008) y Misionar en la Patagonia: la figura de Ceferino Namuncurá (2015). Dirige proyectos de investigación relacionados con los estudios binacionales argentino-chilenos, construcciones territoriales en la Patagonia y prácticas religiosas.
Doctor en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Académico del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Los Lagos, campus Osorno, Chile. Sus trabajos se abocan a las relaciones políticas de trabajadores y empresarios durante los siglos xix y xx en la región de Osorno y Llanquihue.
Es doctora en Historia y especialista en Estudios de la Mujer y de Género. Docente de grado y posgrado de la UNCO y docente de posgrado de la UNR. Realiza sus tareas investigativas en el ECyC/IPEHCS-CONICET-UNCo, sede Bariloche, y en el Centro de Estudios Interdisciplinario de Géneros Enplural. Se especializa en la enseñanza de las ciencias sociales y en los estudios culturales de la Patagonia norte.
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