Capítulo 2. Las fronteras en el siglo xxi: apuntes breves para continuar la reflexión en tiempos de integración regional
p. 61-80
Résumé
En este trabajo aspiro a poner en debate la creación de nuevas territorialidades superpuestas a las fronteras, generando una superposición de territorialidades múltiples en territorios nacionales y binacionales. El legado que ha dejado el siglo xx son territorialidades que contienen nuevas fronteras, que preservan territorios para la humanidad por tiempo indefinido. La particularidad es que son intangibles, se pueden observar y según los casos pueden ser usados con un criterio de sostenibilidad para las generaciones futuras.
Texte intégral
Introducción
1Las ideas que me propongo discutir han sido elaboradas a partir de una idea/afirmación del recordado colega Pedro Navarro Floria en un evento denominado La integración regional como centro, en el año 2008, organizado por el Centro de Estudios de Integración Regional (ceir). En esa oportunidad, el autor presentó un trabajo que denominó «La construcción de los territorios nacionales latinoamericanos vista desde sus márgenes». En este trabajo analizaba el proceso de formación territorial de los territorios nacionales en un contexto político de integración regional y globalización.
2Sostenía que en ese contexto de integración regional y globalización emergen como objetos de interés y análisis una serie de espacios marginales
tardíamente, conflictivamente e insuficientemente articulados con los Estados nacionales creados en el siglo xix, y hoy revalorizados por sus recursos naturales, por su funcionalidad a nuevos ejes de integración o por otros factores. Desde este punto de vista, no resulta aventurado suponer que la dificultosa articulación horizontal de los territorios nacionales latinoamericanos en el pasado hace que sus márgenes sean más fácilmente «verticalizados» en el presente, es decir funcionalizados por actores hegemónicos a menudo lejanos, o sometidos a la nueva lógica de la internacionalización del capital. (Navarro Floria, 2008, p. 6)
3Uno de los ejemplos con que ilustra su afirmación es el correspondiente a la creación de la Reserva de Biósfera en el año 2007 por la Unesco, en el área cordillerana de Chile y la Argentina. Estos espacios precisamente constituían las periferias de los Estados en formación; espacios limítrofes, escasamente integrados, sobre los que recaían políticas nacionales específicas para integrarlos o bien para cumplir la función de barreras frente al otro. En el presente en estos espacios se juegan –en términos de nuestro autor de referencia– los procesos de integración binacional y de globalización.
4A partir de estos incipientes análisis, intento llevar la mirada analítica hacia una formación socioespacial denominada territorio. Aspiro a llamar la atención o al menos poner en debate la creación de nuevas territorialidades superpuestas no solo a las cordilleras sino también a las fronteras, generando una superposición de territorialidades múltiples en territorios nacionales y binacionales. El legado que ha dejado el siglo xx son territorialidades que contienen nuevas fronteras, que preservan territorios para la humanidad por tiempo indefinido. La particularidad es que son intangibles, se pueden observar y según los casos pueden ser usados con un criterio de sostenibilidad para las generaciones futuras.
5Mi propuesta es que nos detengamos en el territorio, más que en la frontera, para develar las dimensiones sociales y culturales ocultadas por las ideas dominantes. Con mucha frecuencia hemos analizado las fronteras y su función de delimitación de los territorios nacionales, como también la función de separar. Y ha quedado suficiente o al menos abundantemente explicada la maniobra de superponerle a la montaña y otras formaciones naturales, la idea de separación, aislamiento, barrera. También los pueblos construyen fronteras étnicas, pero no han sido considerados con la misma capacidad otorgada a las formaciones naturales para aislar o separar sociedades. No fue el río Bío-Bío la línea divisoria entre el Chile nacional y el Chile araucano: fue el pueblo araucano quien creó esa frontera y la sostuvo hasta la culminación del proceso de unificación nacional, pero no se legitimó la capacidad de resistencia de ese pueblo al proceso nacionalizador. Entonces, mirar las fronteras como territorios en sí mismos permite hacer visible el poder ya que este se materializa en el territorio a través de acciones concretas. La determinación de territorios de Reserva de Biósfera es una política concreta que persigue la preservación de áreas que se distinguen por la abundante disponibilidad de recursos naturales.
6Antes que la frontera, como dispositivo de determinación político-jurisdiccional, existió la montaña, las cadenas montañosas y todos los accidentes físico-naturales que distinguen al planeta Tierra. Su génesis involucra tiempos geológicos de una magnitud imperceptible a nuestra experiencia. Es decir, su formación no ha sido una construcción social sino un proceso de la naturaleza, resultado del devenir de sus propias leyes.
7Como sabemos sobradamente, las fronteras –asociadas o no a un accidente geográfico– sí son una construcción social y por tal razón son artificiales. Entonces, el punto es ¿cómo interpretamos o analizamos el sentido de ese constructo que es la frontera para ver el juego del poder simbólicamente materializado en la montaña, el río, el mar, una selva, un desierto, un lago o una isla?
8Yo creo que es posible avanzar enfocando la mirada en el territorio, que por definición implica frontera, materialidades físico-naturales y también una sociedad. El territorio de la sociedad es territorio usado, apropiado, normatizado, controlado. Es una totalidad histórica, es decir, una construcción humana y dialéctica. No debemos perder de vista que constantemente se crean y recrean nuevos territorios y nuevas fronteras que no son los mismos territorios de la modernidad, los territorios de los Estados.
9En un mundo globalizado han emergido formaciones territoriales nuevas, con sus propias delimitaciones, por ejemplo los derivados de los procesos de formación de Estados agrupados tales como Mercosur, Unasur, Celac, solo por citar casos de la región. También los espacios denominados de reserva, en todas sus formas, en coexistencia con las formaciones supranacionales. Estos emergentes nos indican que hay instancias de gestión entre Estados para fijar estrategias regionales para beneficio de sus economías y sus sociedades. También indican que hay otras instancias extra estatales, capaces de crear territorialidades, sobre la base de áreas particulares por sus recursos y belleza, que deben ser preservados, es decir no usados, no intervenidos por la acción humana.
10Algunos de ellos han sido creados sobre una metáfora que niega la dimensión política que les dio origen fundamentando su creación en la preservación y conservación. El valor que la sociedad ha dado a sus construcciones arquitectónicas y a sus formaciones naturales, es decir a parte de su territorio, ha sido convertido en un valor universal: han sido transformados en patrimonio cultural y natural de la humanidad que debe ser protegido y preservado. Estos territorios –delimitados según cada caso– como también los territorios de reservas de biósfera o de reserva natural, o de áreas naturales, están superpuestos a territorios nacionales (en ocasiones territorios binacionales), sujetos a políticas proteccionistas en favor de la humanidad, sustraídos de este modo de la arena política local, que es el ámbito de toma de decisiones sobre su destino y uso.
11Aquellos espacios marginales del pasado son hoy nuevos territorios con nuevas fronteras, lugares donde los Estados se involucran mediante el cumplimiento de roles, tales como el relevamiento de las formaciones a preservar, el control y protección de las áreas consideradas de reserva en su territorio, el diseño de políticas de protección, preservación, revalorización y/o rehabilitación de su patrimonio cultural y natural, entre otros. 1
Una reinterpretación posible del territorio
12¿Es posible pensar que los espacios marginales fronterizos son hoy los espacios centrales a ser preservados como bien de la humanidad por la abundancia de recursos naturales? ¿Sería muy aventurado decir que a los territorios nacionales se han superpuesto territorios universales?
13Para indagar en la respuesta se ha recurrido a los aportes de otras disciplinas sociales y perspectivas epistemológicas encuadradas en el pensamiento filosófico latinoamericano, que permitieron complementar nuestro abordaje desde la geografía política. De esta manera, las propuestas teóricas de la ecología política derivadas de aportes del programa modernidad/colonialidad, de la historia ambiental y de la propia ecología política ampliaron nuestro horizonte teórico referencial para sostener el análisis (Alimonda, 2011). Todo ello encuadrado en un escenario actualizado de crítica a la modernidad que plantea el pensamiento crítico latinoamericano (Dussel, 2000; Lander, 2000; Quijano; 2000, entre numerosos pensadores más). Hay un punto de conexión entre esas perspectivas y la de la geografía política crítica; ese punto de conexión es la consideración del poder como categoría explicativa de la lógica de apropiación y uso de los territorios, y junto a él la política.
14¿Por qué ha sido necesario reinterpretar el territorio desde la perspectiva transmoderna planteada por Enrique Dussel? En concordancia con otros pensadores que han contribuido al desarrollo de esta perspectiva epistemológica, Dussel ha elaborado una línea de pensamiento latinoamericano a partir de la deconstrucción de la noción de modernidad eurocéntrica proponiendo otra visión de la modernidad en un sentido mundial. Para él, el mundo moderno se determina cuando este ocupa el centro de la historia mundial. Y esto ocurre en 1492, año en que se inicia el despliegue del sistema-mundo. España inaugura la primera fase moderna, la del mercantilismo comercial y para esta línea de pensamiento «la centralidad de la Europa latina en la Historia Mundial es la determinación fundamental de la Modernidad»; a partir de aquí constituye como su periferia a todas las otras culturas (Dussel, 2000, p. 246).
15Cuando en trabajos anteriores (Laurín, 2007, 2009) analizábamos el proceso de formación de los Estados nacionales y sus dispositivos técnico-jurídicos, sosteníamos que el proceso de homogeneización de la sociedad, la cultura, la economía, la política, el territorio y la identidad nacional, ocultaba las lógicas territoriales locales, de resistencia al proceso y sus historias regionales. Esto dio lugar a la creación de fronteras que separaban lo que en otros tiempos históricos estaba unido: sociedades, caminos, vías de comunicación, territorios. Y todo aquello que no quedó en ese interior constituyó la otredad: conflictiva, bárbara, nómade, aislada, desordenada, excluida, desértica o ignorada. La discursividad hegemónica implantaba este imaginario en la sociedad, un imaginario fundante de la identidad nacional. Este proceso en términos políticos y éticos subordinó, colonizó, dominó, generó violencia y resistencias en las sociedades locales. La perspectiva transmoderna, como proyecto emancipador, permite incluir en el análisis la otredad constitutiva de la modernidad, es decir, los otros, la alteridad.
16Si analizamos la Patagonia, por ejemplo, en su conjunto era un área fronteriza que constituía la periferia de la nación argentina. Desde el punto de vista del sistema político, luego de la dominación se conformaron los territorios nacionales, dependientes políticamente del gobierno central a través de los gobernadores designados. Esta condición territoriana abarcó a toda la Patagonia, desde 1884 hasta mediados del siglo xx para el caso de las provincias de Río Negro, Neuquén, Chubut y Santa Cruz (ley 1532 de creación de los territorios nacionales), lo cual indica que el control político y administrativo de estos territorios se ejercía desde el centro político administrativo nacional y solo cuando el poblamiento alcanzara los 60 000 habitantes podrían pasar a la categoría de provincia, siempre que el Estado central lo dispusiera. Este es el principal actor colonizador y fundacional de estos territorios (Arias Bucciarelli, 1999, p. 32). Y sus discursos modernizadores (civilización o barbarie) fueron el sustento material e ideológico de las acciones organizadoras del territorio, desde las campañas militares de dominación socioterritorial, hasta las colonizaciones urbanas y rurales de todo el territorio patagónico.
17Ahora bien, si observamos a la naturaleza desde estas márgenes, en términos de Fernando Coronil y en correlación con las periferias de Dussel, y el destino a la que se la somete, podríamos reconocer el papel que jugó y juega la naturaleza no como factor de producción, sino como generador de riquezas. Esto significa reconocer que la riqueza deriva de un «intercambio transformativo entre los seres humanos y el mundo natural del cual forman parte» (Coronil, 2000, p. 246). Las periferias colonizadas se comportaron como fuentes de riquezas naturales y de trabajo barato. Coronil se pregunta si aquella situación aún se mantiene. En este interrogante se encuadraría nuestra preocupación por las territorialidades heredadas que se materializan bajo la forma de Reservas de Biósferas. Estas, paradójicamente, se seleccionaron para preservar y proteger la denominada biodiversidad, la que en tiempos coloniales fue objeto de saqueo y destrucción. ¿Podemos admitir que hoy esas mismas áreas conforman espacios de reserva solo para su conservación?, ¿qué cambió en estas áreas para ser consideradas como reservas? Desde el punto de vista humano, social, estas se caracterizan por la escasa intervención antrópica, por lo que evidentemente el cambio no está en estas áreas sino en el contexto de crisis energética, como luego veremos.
18La posibilidad de aplicar un análisis alternativo al de la Modernidad deviene de la propuesta de Dussel, de desmitificar la Modernidad2, que se ve a sí misma como:
- La civilización que se auto comprende como más desarrollada, superior (lo que significará sostener sin conciencia una posición ideológicamente eurocéntrica).
- La superioridad le obliga a desarrollar a los más primitivos como exigencia moral.
- En consecuencia, Europa es quien debe conducir el proceso educativo de desarrollo.
- Como hay resistencia al proceso civilizador, la praxis moderna debe ejercer la violencia, si fuera necesario, para destruir los obstáculos a la modernización.
- La dominación produce variadas víctimas que son interpretadas como un sacrificio salvador del civilizador.
- La Modernidad se presenta como emancipadora de la culpa del que se resiste al proceso modernizador.
- Por su carácter civilizatorio se interpretan como inevitables los costos de la modernización de los pueblos atrasados a civilizar (Dussel).
19Al desmitificar la Modernidad podremos acercarnos a la dimensión negada por ella y reinterpretar el significado de aquello que he denominado nuevas territorialidades devenidas en territorios universales.
20El geógrafo David Harvey ha manifestado la necesidad de recurrir a la dimensión política para explicar temas ecológicos, y sostiene que «todos los proyectos (y argumentos) ecológicos son simultáneamente proyectos (y argumentos) político-económicos y viceversa» (citado por Alimonda, 2011, p. 40). No solo compartimos esta afirmación sino que es la que sostiene nuestro análisis. En la misma línea, complementariamente la ecología política latinoamericana, en términos de Alimonda, coloca en el centro de la disciplina lo político asociado a la problemática de las ciencias políticas referida al «estudio de la formación de poderes hegemónicos y de contrapoderes desafiantes» (p. 44). Para el autor, la ecología política
es el estudio de las articulaciones complejas y contradictorias entre múltiples prácticas y representaciones (incluyendo distintos sistemas de conocimiento y dispositivos topológicos) a través de los cuales diversos actores políticos actuando en iguales o distintas escalas (local, regional, nacional, global) se hacen presentes con efectos pertinentes y con variables grados de legitimidad, colaboración y/o conflicto, en la constitución de territorios y en la gestión de sus dotaciones de recursos naturales. (Alimonda, 2000, p. 46)
21Por las afirmaciones precedentes, el problema de las nuevas territorialidades a las que me refiero es concebido como una problemática relacional geopolítica de los recursos y no como un problema medioambiental. No es el problema de la biodiversidad sino de los recursos naturales, como entidad mediadora entre la naturaleza y la generación de riqueza la que nos guía en el análisis. Recursos naturales de las periferias colonizadas, otrora fuentes de riqueza. Problema situado en un contexto de posguerra que encontrará en los recursos y su escasez el modo de instalar la problemática ambiental de tono conservacionista y justificará la creación de territorios universales con nuevas delimitaciones. Lo que deseo advertir es que detrás de estas formaciones se oculta un interés por los recursos naturales del que participan organizaciones internacionales públicas y privadas, tal como se explicará en este trabajo. Las prácticas desarrolladas desde mediados del siglo xx, impulsadas por los países de más poder, son aplicadas en los territorios para afianzar su poder sobre los recursos estratégicos (Preciado Coronado, 2010, p. 81).
22En síntesis, la perspectiva crítica de la geografía política, la ecología política y de la filosofía política, nos permite poner en relación el poder con el territorio y hacer inteligible el poder político y su territorialidad. Por esta vía, la naturaleza abstracta del poder adquiere materialidad, es decir, se corporiza en objetos y acciones contenidas en esos objetos. Los aportes de la filosofía política del pensamiento crítico latinoamericano proporcionan una alternativa analítica para reinterpretar un proceso de territorialización que aún necesita ser explicado: los territorios universales.
El ambiente como problemática creada
23De modo sintético, y con el propósito de situar la problemática, diremos que durante la década del sesenta se instaló la tendencia por la preocupación ecológica, derivada de las amenazas del poder nuclear, de las denuncias de procesos de degradación de los discursos ambientalistas; de contaminación o sobreexplotación de algunos recursos y de los primeros informes científicos sobre el efecto invernadero.
24La crisis del petróleo de la década del setenta evidenció el problema de la limitación de los recursos, la ineficiencia del modelo de producción fordista y el consumismo. Y, por otra parte, el crecimiento exponencial de la población mundial. Sobre esta base se convocó a la Conferencia sobre el Ambiente Humano, celebrada en Estocolmo en 1972 a pedido de las Naciones Unidas. Los resultados de esta conferencia fueron interpretados por los países de las periferias del Sur, como «las primeras propuestas políticas de ahorro energético y, sobre todo, de control de la natalidad como instrumentos de los países ricos para mantener su dominio en el sistema internacional» (Nogué y Rufí, 2001, pp. 191-192). «Una hegemonía en gran parte conseguida, precisamente, con la explotación radical de sus recursos naturales y humanos» (Grasa y Sachs, 2000, citado por Nogué y Rufí, 2001, p. 192). En realidad, estas propuestas y argumentaciones fueron vistas como un freno al desarrollo más que intenciones ambientalistas para preservar los recursos de la naturaleza.
25Deseo resaltar de esta conferencia el alcance mundial que se le adjudicó al medio ambiente y, junto con esta dimensión, como contracara de la misma situación, la soberanía de los Estados nacionales (periféricos) sobre sus recursos. Desde entonces y progresivamente aparecieron, en el escenario mundial, en los discursos de las organizaciones internacionales, en el imaginario construido sobre el ambiente, en los programas ambientales ligados al desarrollo, nociones que finalmente justificaran la construcción de territorios universales.
26La primera de ellas es la noción de globalización, sin territorio, sin tiempo homogeneizador, transfronterizo. Junto con lo anterior cobran otra significación conceptos que –asociados a la globalización– han sido desplazados por otros que no son más que metáforas que representan híbridos conceptuales sin arraigo material: lugar por global; territorio por des territorialidad; local por glocal; hombre, sociedad por humanidad; lugar por no-lugar; territorio por reserva o lugar por medio ambiente. No quiero desconocer la existencia del proceso de globalización sino resaltar lo que oculta ese proceso, que es la particularidad, o bien la diferencia constitutiva, la distinción legítima de cada lugar.
27En el tema de las territorialidades universales, creadas desde la década del ochenta en el caso de la Argentina, el desplazamiento del concepto lugar, tiene profundas y complejas implicancias; el lugar no es ni más ni menos donde se localizan las políticas, donde se arraigan para intervenir en su contenido social-material-natural, donde se localiza el desarrollo, donde la sociedad actúa y construye espacialidad.
28En palabras del geógrafo Milton Santos, «los lugares pueden ser vistos como un intermedio entre el Mundo y el Individuo», basándose en Zdravko Mlinar para quien «la lógica del desenvolvimiento de los sistemas sociales se manifiesta por la unidad de las tendencias opuestas a la individualidad y a la globalidad» (Santos, 1996, pp. 251-252). Para Santos esa es una «realidad tensa que se está recreando a cada momento, una relación permanentemente inestable, y donde globalización y localización, globalización y fragmentación son términos de una dialéctica que se rehace con frecuencia» (1996, p. 252). Entonces lugar no es equivalente a global sino su negación.
29Inspirados en Arturo Escobar podríamos aventurar que las Reservas de Biósfera son fracciones territoriales sin espacio y sin tiempo, como los espacios de la globalización. Su denominación de reserva sustrae la categoría de lugar y con ello lo transforma en algo que es universal, es decir, de toda la humanidad. Acordando con el autor en la misma preocupación,
el punto aquí es distinguir aquellas formas de globalización de lo local que se convierten en fuerzas políticas efectivas en defensa del lugar y las identidades basadas en el lugar, así como aquellas formas de localización de lo global que los locales pueden utilizar para su beneficio. (Escobar, 2000, p. 246)
30Esta distinción es particularmente importante en aquellos territorios que están desarrollando políticas de integración binacional, fronteras mediante, a los que se superpone una nueva frontera, no ya horizontal como la de los estados territoriales, sino vertical de las formaciones supranacionales.
Los territorios universales
31¿Cómo se define una Reserva de biósfera (rb)? ¿Desde cuándo se crearon? ¿Con qué finalidad? ¿Qué actores participan? ¿Dónde están localizadas y qué dimensiones cubren?
32Veamos, las rb son: «zonas de ecosistemas terrestres o costeros/marinos, o una combinación de los mismos, reconocidas como tales en un plano internacional en el marco del Programa mab de la Unesco». El antecedente más lejano del concepto rb se ubica a mediados de la década del setenta, momento en que se elabora el concepto en el marco del programa mab3 sobre el hombre y la biósfera. Este programa intergubernamental e interdisciplinario se puso en marcha en 1970, con la finalidad centrada en la investigación, formación, supervisión, educación, y proyectos pilotos en busca de la compensación y el equilibrio entre la responsabilidad humana de mantener la naturaleza y conservar la biodiversidad y, por otra parte, la necesidad humana de utilizar sus recursos para mejorar el bienestar social y económico de las poblaciones (Declaración de Madrid sobre el mab y la Red Mundial de rb, 2008). Sin dudas, podemos establecer un correlato entre la preocupación por la limitación de los recursos que plantea el sistema y el programa del hombre y la biósfera. Y quizás también sea el resultado de aquella política ambiental la determinación de las reservas en la Argentina, desde 1980 hasta 2007, año en que se creó la reserva binacional argentino-chilena. En el transcurso de esos treinta y siete años se crearon trece reservas de biósfera. Ello indicaría también que a partir de ese año comenzó la regulación del uso de estos espacios geográficos.
33Las rb estructuran su funcionamiento y actividades para llevar adelante los objetivos del mab cuatro años después de la enunciación del programa –como he señalado– y luego, en 1976, se creó la Red Mundial de rrbb, como un mecanismo esencial para el cumplimiento de los objetivos de programa. El ingreso a la red es voluntario, es decir, los países ingresan o salen de la red (con sus rb) si lo consideran necesario o beneficioso. Pero cuando se ingresa al programa, proponiendo las áreas que el Estado considera necesario o propicio solicitar su reconocimiento, ese ingreso significa que la categoría de reserva «impedirá a perpetuidad que se aprueben proyectos de desarrollo que atenten contra estos recursos, y sumará un atractivo para los extranjeros interesados en hacer turismo de bajo impacto ambiental» (Cordero, 2006).
34En efecto, la reserva binacional argentino-chilena (figura 1) protegerá a perpetuidad un ecosistema que incluye siete parques nacionales, bosques espesos de alerces, lengas, arrayanes, coihues, raulí, roble pellín, araucarias, maitenes, arbustos y flora que se corresponde con las precipitaciones; una flora y fauna riquísimas. Más de diez lagos y numerosos ríos y lagunas. Una monumental reserva de recursos naturales y paisajísticos que cubre una superficie de 4,5 millones de ha, 2,3 millones aproximadamente en territorio argentino y poco más de 2 millones en territorio chileno. Contiene el 40 % de la superficie total de bosques templados lluviosos del planeta y constituye una reserva con escasa intervención humana (Jefatura de Gabinete de Ministros, Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación).
35En su interior coexisten, tal lo expresado recientemente, parques nacionales, pero también sectores pertenecientes a la categoría de Patrimonio de la Humanidad y áreas de Reserva Natural protegida de jurisdicción provincial.
36Está zonificado según las funciones que cumplen las rb, ellas son de conservación, desarrollo económico y humano y apoyo logístico para los proyectos de demostración, fines educativos, de capacitación, investigación y observación permanente en relación con cuestiones sociales, regionales, nacionales y mundiales de conservación y desarrollo (Estatuto de la Red Mundial de Biosfera, art. 3). Así, se encuentra en la reserva una zona núcleo; una o más zonas de amortiguación, circundante a la zona núcleo, donde se practican actividades compatibles con los objetivos de la conservación y una tercera zona exterior de transición donde se fomentan y practican formas de explotación de los recursos.
37Por otra parte, también se localizan en su interior numerosas e importantes ciudades con área de influencia de alcance regional. En la porción argentina de la reserva, de norte a sur podemos citar las ciudades de Aluminé, Junín de los Andes, San Martín de los Andes, Villa La Angostura (Neuquén); San Carlos de Bariloche, El Bolsón (Río Negro); Lago Puelo, El Hoyo, Esquel, Trevelin, Epuyén y Cholila (Chubut).
38Confluyen en el juego de intereses, en primer término, la Unesco, principal organismo que cumple la función de control de gestión y monitoreo sobre la rb, el programa mab y la Red Mundial de rb; entidades privadas asociadas para el desarrollo de actividades en un espectro que va desde la conservación, la gestión y/o el uso de bienes y servicios prestados por el ecosistema. Las entidades de financiamiento pueden ser empresas multinacionales que bajo la figura de Responsabilidad Social aportan fondos de manera directa o indirecta; instituciones nacionales públicas y privadas; instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial, Fondo Mundial por el Medio Ambiente, el bird; los gobernadores de provincias, los intendentes y sus comunidades; instituciones como Administración de los Parques Nacionales, Secretaría de Ambiente, Turismo, entre otras.
39En conjunto conforman una compleja realidad de convergencia política multiescalar cuya gestión está controlada por una organización de naciones. La idea núcleo de la concepción de rb para el siglo xxi que se propone el mab es asignarle la función de contribuir a responder a las necesidades de la sociedad en su conjunto (universalidad), no solo a las comunidades locales.
40Desde la perspectiva geopolítica, esta rb se superpone a la zona de Seguridad de Fronteras del territorio argentino (Decreto 887/94).
41Ejemplos de experiencias de otras áreas de reserva, muy estudiadas por ecólogos políticos, indican, en el caso de las islas Galápagos (ratificadas por la Unesco en 1978 como Parque Natural Protegido y Patrimonio de la Humanidad), que la creación de áreas protegidas pueden tener efectos negativos sobre la pobreza y la población local. El resultado es a menudo que los habitantes queden excluidos de los beneficios del desarrollo, ya que no tienen los conocimientos ni los recursos necesarios para vender la naturaleza a los turistas o para gestionar la conservación. Si no cuentan con los conocimientos hay que educar y adiestrar, según puede observarse en los objetivos del propio programa mab. Los críticos de esta postura ambiental señalan el desconocimiento de los saberes populares para el manejo de los recursos con los que la sociedad subsiste, como también las bases éticas y epistemológicas que sustentan aquellas posturas (Celata y Sanna, 2010).
42Y los epistemólogos del pensamiento latinoamericano nos conducen a pensar que en el tema de la biósfera la responsabilidad de educar vuelve a estar conducida por un conjunto de naciones como en la Modernidad.
43Otro caso similar se manifestó en la rb Montes Azules en la selva Lacandona, localizada en Chiapas, México. Zona de gran conflictividad social por problemas de reparto agrario, habitada por más de cincuenta comunidades indígenas y poseedores de tierras donadas por el presidente mexicano en 1972, seis años antes de la creación de la rb. En 1974 aparece en el escenario la Compañía Industrial Forestal (sociedad paraestatal según L. Martinelli, 2004) con un contrato de explotación de madera que no se suspendió al crearse la rb. Se suman las organizaciones internacionales World Wildlife Foundation y Conservación Internacional junto con instituciones estatales, quienes organizan una ofensiva para desalojar con violencia a las comunidades de la reserva. El titular de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente admitió públicamente que «hasta que no se recuperen estas zonas de alta ingobernabilidad, no llegará la inversión privada y eso tiene consecuencias negativas en todo el país» (Martinelli, 2004).
44Tampoco estas áreas quedan fuera de los megaproyectos mineros transnacionales, los que se vinculan sin dudas con el control y dominio de los recursos naturales para sostener el régimen de acumulación. En el caso de la reserva Andino Norpatagónica, la Asamblea de Vecinos Autoconvocados contra la Megaminería de la ciudad de San Carlos de Bariloche sostiene, en base a la documentación presentada en la legislatura rionegrina por la autoridad de Minería provincial, que «todos los proyectos del distrito minero andino» de la provincia de Río Negro están dentro de la reserva. Las concesiones mineras otorgadas no solo no se suspendieron sino que con posterioridad al 2007 –año de denominación de Reserva– se concedieron nuevas áreas. La preocupación fue presentada a la Administración de Parques Nacionales, institución que, como se anticipó, interviene en el control de manejo del parque (Ecositio-noticias, 27/03/2013).
45El proyecto Pascua Lama localizado en la Reserva San Guillermo en la provincia de San Juan presenta un conflicto similar.
Para continuar pensando…
46En síntesis, lo que deseo resaltar para llamar la atención e indagar en profundidad los alcances de estos nuevos territorios es que nos enfrentamos a denominaciones nuevas que resultan ser eufemismos, ellas son: Reservas de Biosfera, Patrimonio de la Humanidad, Medio Ambiente, y probablemente haya muchas más. Cuando estas se vinculan directamente con los recursos naturales, sin dudas, son susceptibles de convertirse en instrumentos de hegemonía (Escobar, 2000) para el dominio y control de los recursos.
47No podemos soslayar que las relaciones de poder asumen una forma territorial porque es en el espacio físico, y a veces simbólico, donde se materializan. Cuando esas relaciones de poder son asimétricas, el poder hegemónico articula coherentemente según su interés el espacio físico-natural y también el espacio social. Un ejemplo de esta afirmación sería la constitución de las fronteras separando espacios comunes, sociedades, territorios; constructo coherente para el poder monopólico de la formación estatal-territorial de la época: la del Estado-nación. Esto es así si lo analizamos a escala nacional, pero se reitera si analizamos los territorios en su articulación global, solo basta recordar el proceso colonizador de la Modernidad y reconoceremos en el dominio subalterno de las sociedades existentes, sus historias, cultura, costumbres y saberes, mecanismos de articulación espacial coherente a sus intereses, en este caso particular necesario para el funcionamiento del capitalismo comercial.
48Otro aspecto que tampoco podemos perder de vista es el referido al dominio territorial. Para ejercerlo no necesariamente debe ser un dominio de apropiación real, puede ejercerse como intervención desde una relación de poder (Sánchez, 1992). Aquí encuentro una correspondencia entre la determinación de Reservas de Biósfera y el dominio ejercido por intervención. Desde el punto de vista de la posesión y propiedad, las reservas están sujetas a la soberanía exclusiva del Estado en el que se sitúan y sometidas en consecuencia a la legislación nacional, según lo establece el Estatuto de la Red Mundial de Reservas de Biósfera, del programa mab. Sin embargo, el control de gestión y el monitoreo de esas áreas, como decíamos al comienzo, queda bajo el dominio de las organizaciones internacionales. Las revisiones periódicas de la situación de cada reserva están a cargo del Comité Consultivo, quien a su vez eleva recomendaciones al Consejo Internacional de Coordinación del programa. Este consejo evalúa y dispone si la reserva cumple o no los criterios de conservación establecidos por el estatuto. En síntesis, y volviendo al concepto de dominio, este parece ser una de las particularidades que convierten a los territorios nacionales en lo que yo denomino territorios universales, territorios de dominio por influencia o intervención de organismos internacionales, localizados en centros de gestión y decisión externos. El manejo de estos territorios puede convertirse en arbitrario al quedar sometido a un organismo de intervención, tal como hemos referenciado que ocurre en áreas de reservas cuyo uso se contrapone con las prácticas de las comunidades locales; en esa relación de poder entre empresa-Estado-comunidad de los Montes Azules o de las Galápagos, la tensión parece resolverse a favor del poderoso.
49Al ser los territorios universales las formaciones que se distinguen como reservas de biosfera para ser preservados, es decir, reservas de recursos naturales a ser preservados surgidos a partir de 1976, seis años después de la aparición del programa mab, me pregunto, inspirada en el texto de Héctor Alimonda: ¿estaremos ante una «nueva colonización de la naturaleza»?
50Resulta dudoso que aquellas formas de globalización de lo local, como lo serían los territorios universales o reservas de biósfera, se puedan convertir en fuerzas políticas efectivas en defensa del lugar y las identidades basadas en el lugar, así como aquellas formas de localización de lo global que los locales puedan utilizar para su beneficio (Escobar, 2000, p. 246).
Comentario al texto
51Andrés Núñez
Instituto de Geografía, Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile
52La autora nos invita a seguir reflexionando sobre los espacios de frontera. Lo hace, sin embargo, desde una perspectiva muy llamativa, al plantear la existencia de territorialidades superpuestas en espacios de frontera. En efecto, han surgido nuevas territorialidades asociadas a reservas de la humanidad (o de la biósfera) que proyectan territorios binacionales y que poseen una doble característica: suponen una temporalidad indefinida y son intangibles.
53En el ámbito de los estudios de frontera, la frontera ha dejado de mirarse como una línea o como una realidad que solo habla de dos conjuntos nacionales. Aquella interpretación Estado-céntrica o centro-periferia fue lo dominante en los relatos nacionalistas de buena parte del siglo xx y, particularmente, en el contexto de las dictaduras militares de las décadas del setenta y del ochenta. Su análisis, sin embargo, se volvió más complejo al plantearse que esos espacios eran espacios de relaciones y de cambios. Se buscó así sacarlos de la lógica esencialista con que se los miraba.
54El espacio social que significaban las fronteras fue lo que atrajo a numerosos investigadores, perspectiva que, por cierto, sigue activa, con algunos interesantes resultados.
55En este contexto, Laurín nos ofrece reflexionar a partir de una relativamente nueva figura fronteriza que, una vez más, pone en juego lógicas centro-periferia. Nos referimos a espacios de reserva o de protección de una naturaleza que pertenecería a toda la humanidad. Escribe la autora:
Aquellos espacios marginales del pasado son hoy nuevos territorios con nuevas fronteras, lugares donde los Estados se involucran mediante el cumplimiento de roles, tales como el relevamiento de las formaciones a preservar, el control y protección de las áreas consideradas de reserva en su territorio, el diseño de políticas de protección, preservación, revalorización y/o rehabilitación de su patrimonio cultural y natural, entre otros.
56Es decir, son espacios revalorados desde la verticalidad que supone el Estado-nación, pero –esto es relevante– desde un lenguaje o código globalizante. Desde esta perspectiva, como expone la autora, derivan en una suerte de territorios universales.
57Al hablar de universalidad, Laurín nos hace prestar atención al proyecto de la Modernidad (civilizador) de la matriz eurocéntrica (sistema-mundo moderno-colonial), y a preguntarnos si las reservas no son renovadas lógicas insertas en la triple colonialidad del poder, del saber y del ser, planteadas por Quijano hace ya varios años atrás. Nos recuerda también el título de Mignolo (2011) Historias locales/diseños globales. Colonialidad, conocimientos subalternos y pensamiento fronterizo. Es decir, diseños globales que inundan los márgenes para otorgar(les) una renovada centralidad.
58Así, las preguntas formuladas por Alicia Laurín son sugerentes: «¿Cómo se define una Reserva de Biósfera (rb)? ¿Desde cuándo se crearon? ¿Con qué finalidad? ¿Qué actores participan? ¿Dónde están localizadas y qué dimensiones cubren?». Con agudeza, ella deja entrever una respuesta que se expone como pregunta: «¿estamos frente a una nueva colonización de la naturaleza?».
59Como escribiera Pedro Navarro Floria, en el texto citado por Laurín, sobre los márgenes y sus articulaciones territoriales: los diseños globales también tienen que ver con la internacionalización del capital.
60Un trabajo muy llamativo que cumple con el propósito de interpelar y de observar el asunto de los espacios fronterizos desde los márgenes.
Réplica de la autora
61Complementaría su comentario afirmando que el concepto territorios universales intenta aproximar la idea de la vigencia de la imaginación geopolítica moderna en las prácticas espaciales que, como en el pasado, buscan la consolidación de una geopolítica mundial dominante. La diferencia actual radica en el rol de las organizaciones internacionales por sobre los Estados territoriales en el diseño y conducción, y por qué no control, de lo que denomino territorios universales.
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Notes de bas de page
1 Las funciones reservadas a los Estados están secundadas por el Comité del Patrimonio Mundial, organismo perteneciente a la Unesco, según lo establece la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural (París, 1972).
2 Según el autor, el eurocentrismo de la Modernidad resulta de haber confundido la universalidad abstracta con la mundialidad concreta hegemonizada por Europa como centro.
3 La sigla proviene del inglés; el nombre en castellano es Programa El Hombre y la Biosfera.
Auteur
Universidad Nacional del Comahue, Centro de Estudios de Integración Regional, Neuquén, Argentina
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