Capítulo 2. El centro en disputa. Reflexiones en torno a la ciudad de Neuquén en la segunda mitad del siglo xx
p. 49-98
Texte intégral
Las imágenes espaciales son los sueños de la sociedad. Donde quiera que se escribe el jeroglífico de cualquier imagen espacial, se presenta la base de la realidad social.
Siegfried Kracauer, Straßen in Berlin und anderswo.
2. 1. Introducción
1Las políticas urbanas desarrolladas en Neuquén, durante el arco temporal iniciado en la provincialización hasta los albores de la década del noventa del siglo xx, incluyen una variada cantidad de intervenciones en la ciudad y diversos actores sociales e institucionales con lógicas disímiles de actuación. En el presente capítulo nos hemos detenido en las políticas de renovación urbana del área central de la ciudad de Neuquén, centrando nuestra atención en algunas de las operatorias de intervención en la ciudad con mayor impacto en su imaginario y materialidad.
2Como ha sido señalado por la literatura especializada, las intervenciones en el espacio urbano se caracterizan por demandar importantes inversiones de capital y exigir extensos plazos temporales para su concreción (Silvestri y Gorelik, 2000, p. 461). A nivel mundial, hacia finales de los años sesenta el ciclo expansivo de las ciudades de los Años Dorados que crecieron al amparo del Estado de bienestar y de las políticas económicas keynesianas entraría en una acelerada crisis, marcando los prolegómenos de la geografía urbana actual caracterizada por procesos de deslocalización industrial, aumentos de la segregación urbana, con el efecto de una urbanización difusa, la proliferación de periferias internas, las críticas al urbanismo moderno y la emergencia de novedosas modalidades de intervención en la ciudad. Este proceso de transformaciones urbanas se vincula íntimamente con las reestructuraciones económicas impuestas por la mundialización del capitalismo en su variante neoliberal y las transformaciones regresivas del rol del Estado en su faz social, producidas en escala internacional, implicando variaciones del perfil de las ciudades y del tradicional rol ordenador del Estado de bienestar, especialmente visible en la planificación urbana.
3El período analizado en la ciudad de Neuquén se caracteriza, por tanto, por el auge de la tradición modernizadora-planificadora respecto a las políticas urbanas implementadas por los diversos gobiernos provinciales, constituyendo el Plan Área Centro uno de sus principales emblemas. Desde los noventa es posible identificar la culminación de aquel ciclo expansivo que había caracterizado la fragmentaria modernización capitalina, dando lugar a nuevos procesos de mutación urbana basados en la aparición de artefactos urbanos típicos de la globalización –como shoppings e hipermercados– y a un aumento de los índices de segregación sociorresidencial a partir de la instauración de enclaves urbanos de privilegio y de modalidades de dispersión territorial de la población que siguen los principales ejes de comunicación del área metropolitana de Neuquén y Río Negro, con centro en la ciudad capital. A diferencia de lo acontecido en la ciudad de Buenos Aires –en donde la última dictadura cívico-militar (1976-1983) marcó un punto de inflexión respecto al impacto de sus políticas en la ciudad (Jajamovich y Menazzi, 2012), inaugurando transformaciones urbanas regresivas que terminarían de consolidarse en los noventa–, en Neuquén las políticas urbanas de la última dictadura pueden ser inscriptas en un marco de continuidad con lo desarrollado con posterioridad a su actuación, respecto a las directrices de los planes y acciones en el espacio urbano, produciéndose una suerte de retraso temporal que haría su plena aparición en los noventa.
4Como podrá apreciarse a lo largo del trabajo, los diferentes gobiernos provinciales realizaron una infructuosa búsqueda por configurar una nueva centralidad urbana para la ciudad de Neuquén en el momento histórico de su máxima expansión espacial y demográfica. La realización de un ambicioso programa de renovación urbana en el área central fue pensada desde la óptica de la perentoria necesidad de crear un complejo público-privado de edificaciones e instalaciones de alto estándar arquitectónico que se pusiera a tono con la reciente jerarquía central que adquiría Neuquén, como centro urbano principal del área metropolitana de la Norpatagonia (Vapñarsky y Pantelides, 1987, p. 40).
5El estudio de las vicisitudes de las políticas urbanas para el área central de la ciudad se realizó, en particular, a través del análisis de los planes e intervenciones en el espacio urbano, tales como el Plan Área Centro y el proyecto Parque Central, que supusieron modalidades novedosas de pensar e intervenir en la ciudad. Estas intervenciones funcionaron como un engranaje fundamental en las estrategias del Estado provincial para operar en el rápido proceso de expansión urbana acaecido en Neuquén hacia mediados de la segunda mitad del siglo xx. Los proyectos urbanos desempeñaron el rol de condensadores de sentidos y prácticas que articularon de manera conflictiva ideas urbanísticas, acciones y modos de intervención de los poderes públicos en el espacio urbano, atravesados por lógicas de actuación de diversos actores sociales con intereses diferenciados.
6El análisis de las políticas urbanas se ha constituido en los últimos tiempos en un campo con un creciente número de investigadores. Las razones que permiten comprender la atracción de los estudiosos por las nuevas modalidades de intervención en la ciudad se fundamentan en el giro de época producido por la globalización, con centro en los fenómenos urbanos. La reestructuración de la economía capitalista a nivel mundial, vinculada a la eliminación de las barreras de los mercados nacionales y la desrregulación de los flujos financieros, produjo una paradójica reterritorialización de los procesos sociales y una renovada importancia de las principales capitales del planeta, transformadas en «ciudades globales» (Sassen, 1998). En ellas se ha producido una enorme y localizada transformación de la morfología urbana a través de la puesta en marcha de grandes proyectos urbanos que significan la emergencia de una nueva fisonomía y centralidad urbana, basada en modernas torres de oficinas, residencias suntuarias destinadas a estratos sociales superiores, hoteles de alto estándar, shopping malls, equipamientos culturales y de ocio (Cuenya, Novais y Vainer, 2012, p. 12), en una topología caracterizada por el incremento de archipiélagos urbanos donde prima la fractura urbana, bajo la forma de la fragmentación física y social. La magnitud y generalización de tales operaciones de renovación urbana no ha pasado desapercibida para la teoría social y urbana contemporánea, constituyendo uno de los tópicos de investigación asiduamente visitados por prominentes autores del mainstream sociológico internacional.
7Sin embargo, la emergencia de estas nuevas centralidades se ha focalizado de manera exclusiva, temporal y espacialmente, en las grandes metrópolis internacionales a partir del último cuarto del siglo xx. Si bien los investigadores han resaltado que los grandes proyectos urbanos no constituyen una novedad absoluta en los procesos de renovación y revitalización de los ciudades, se han subrayado diversos elementos que los diferencian nítidamente de las operaciones de transformación urbana del pasado, en virtud del valor inmobiliario de los terrain vague (industriales, portuarios y ferroviarios) por la enorme reconversión física y funcional de estos espacios, transformados en emblemas de la modernización fragmentaria de las ciudades mundiales. En la Argentina, el modelo paradigmático de tales operaciones lo constituye Puerto Madero y, en menor medida, Puerto Norte, en la ciudad de Rosario, Santa Fe. No obstante, son escasos los estudios que se sitúan en una escala territorial más acotada, con una periodización que se focalice con anterioridad a la década del noventa, momento de consolidación y expansión de tales propuestas. El presente capítulo se enmarca, por tanto, en el contexto de las actuales preocupaciones por las aceleradas transformaciones urbanas desarrolladas en las áreas centrales de las ciudades, contribuyendo a enriquecer el debate en torno al estudio de los proyectos urbanos, los cuales han generado un enorme impacto en las estructuras urbanas.
8Uno de los propósitos centrales del presente estudio constituye en ofrecer, por un lado, una perspectiva diacrónica de tales procesos en el momento histórico en el que se comienzan a vislumbrar las primeras tentativas de reconversión de las centralidades y, por otro lado, el análisis de experiencias acotadas territorialmente que permitan matizar trayectorias pensadas usualmente como ineluctables. El análisis histórico del tortuoso proceso de renovación urbana de la ciudad de Neuquén, a través del Plan Área Centro y el Parque Central, permite comprender la emergencia de tal problemática en las agendas urbanas de las ciudades, las mutaciones de sus directrices, como la identificación de la constelación de fuerzas sociales aglutinadas para motorizar su concreción, modificación u oposición. Tal perspectiva, posee el atractivo de pensar los procesos sociales y urbanos por fuera de concepciones teleológicas, permitiendo sustraer el cariz fatalista en el análisis de la sociedad, en la búsqueda de dotar de complejidad al proceso histórico de constitución de la sociedad neuquina, a través de la utilización de dimensiones frecuentemente soslayadas, con el objeto de poner en tensión las perspectivas de análisis dominantes.
9El análisis diacrónico del devenir proyectual y material del área central de la ciudad de Neuquén ha permitido pensar a este espacio como una formación socioespacial en tensión, sujeta a pugnas y mutaciones permanentes, suerte de zona caliente donde la piqueta, el hormigón y las ensoñaciones modernistas del poder político y económico convergen. Ejemplos reveladores de los últimos tiempos lo constituyen las controversias recurrentes a los usos urbanos del Paseo de la Costa, la demolición frustrada del anfiteatro de la ciudad, en el Parque Central, por parte del exintendente, Horacio Quiroga (Río Negro, 2012, 23 de abril), desatando acalorados contrapuntos entre el colectivo artístico y de conservación patrimonial cava (Río Negro, 2012, 2 de mayo), como la creación del corredor Dr. Ramón-Dr. Leloir que actualmente cuenta con el mayor porcentaje de inversiones públicas y privadas de la ciudad, esto es en sentido este-oeste el shopping Alto Comahue /Hipermercado Coto, la proyección del complejo Little Dubái (Río Negro, 2016, 18 de diciembre), el Hotel Hilton Garden Neuquén, el concejo deliberante de la ciudad, la legislatura provincial y el mayor country capitalino, el Rincón Club de Campo. El avance de los negocios inmobiliarios y los conflictos que desata han actualizado, en el Neuquén siglo xxi, la antigua querella referente a la tensión por las transformaciones del espacio público central de la ciudad y las tentativas basculantes entre una utilización recostada en la racionalidad tecnocrática y mercantil y otra ligada a la valorización ciudadana de espacios de uso colectivo y cultural. Estos conflictos por los destinos de espacios públicos clave de la ciudad, localizados todos ellos en su área central, han situado en un lugar preeminente el sentido de las políticas urbanas y de los efectos que ellas generan en la configuración del espacio urbano, evidenciando cuestiones nodales de la gestión de la ciudad como las políticas de reforzamiento de la centralidad, el lugar de la memoria colectiva, la preservación del patrimonio histórico y el fomento de la cultura, contribuyendo a clarificar, como antaño, las directrices de los modelos de ciudad en pugna y, por ende, las imágenes modélicas de sociedad puestas en tensión.
2. 2. Ferrocarril y forma urbana. Condicionantes y devenir en torno a la fundación de Neuquén
10Desde mediados del siglo xix y durante buena parte del siglo xx, el ferrocarril ocupó un lugar preponderante en la sociedad argentina. No solo como principal medio de comunicación de bienes y personas en la época de esplendor del modelo agroexportador, sino como un dispositivo de integración geopolítica en un orden estatal nacional en ciernes. Su importancia en términos de integración económica y política no implica soslayar el estímulo que significó el tren como dinamizador de la vida social de extensas porciones de la geografía argentina. Si bien el tendido de la red ferroviaria del país se estructuró en función del comercio con el mercado mundial –marcando un sistema que tuvo como nota distintiva su disposición radial respecto al puerto de Buenos Aires–, también operó como la principal vía de comunicación, que alcanzaría, al promediar la década de 1940, una extensión aproximada de 44 mil kilómetros en vías para el transporte de hacienda, carga y pasajeros, y se constituyó en la red de mayor extensión en América Latina. La creación de la red ferroviaria argentina –con su cenit entre 1870 a 1914, a manos de capital extranjero, específicamente británico y francés– se correspondió con las directrices del modelo agroexportador, desempeñando un papel de primer orden en la transformación del territorio. Sin embargo, su distribución no fue simétrica, respetando las líneas de crecimiento férreo en relación con las necesidades de la economía primaria exportadora, orientadas hacia afuera.
11La llegada del ferrocarril a la Patagonia respondió a factores que trascendieron los intereses económicos, para situarse en un orden de causas geopolíticas, vinculadas a la ocupación del territorio y razones de defensa. Así, la llegada del tren a la Norpatagonia estuvo vinculada a políticas del gobierno nacional de producir una ocupación efectiva de territorios casi desconocidos, con posterioridad a la equívocamente denominada Conquista del Desierto. La conquista militar, a través de la guerra contra las sociedades indígenas, se imbricó con el trazado, construcción y tendido sobre los territorios recién conquistados del ferrocarril, lo que representó una avanzada civilizatoria, una segunda Conquista al Desierto. Esta profunda articulación puede establecerse de manera diáfana en la asunción de la llegada del tren a la Patagonia en el marco de la clave sarmientina de civilización y barbarie, ejemplificada en la tarjeta de invitación a la inauguración de la llegada del tren a Neuquén en la cual el progreso se acerca de manera inminente y avasalladora a la barbarie, ergo, el indio. Así, al decir del historiador británico William Rogind, si «la Conquista del Desierto fue llevada a cabo por el Ejército Argentino, la segunda, por el Ferrocarril del Sud» (1937). La tensa situación política entre la Argentina y Chile hacia fines del siglo xix, por un espacio con fronteras difusas en pugna –y ante la posibilidad inminente de una guerra entre ambos países–, inclinó al gobierno argentino a extender un ramal desde Bahía Blanca hacia el vértice de la confluencia de los ríos Limay y Neuquén con la finalidad de movilizar rápidamente al ejército:
En el contexto del agudizamiento del problema limítrofe con Chile como consecuencia del tratado de 1881, se dio comienzo a una carrera armamentista en ambos países a partir de 1892. En virtud de la necesidad de contar con un medio de transporte rápido y eficaz para movilizar tropas, el gobierno nacional propició, en connivencia con los intereses del capital británico el tendido de la vía férrea desde Bahía Blanca hasta Covunco; tarea que llevaría a cabo la empresa Ferrocarril del Sud… El ferrocarril, iniciado en 1897, llegó a la confluencia de los ríos Limay y Neuquén en 1899 y en 1902 se habilitó toda la línea entre Bahía Blanca y Neuquén. El objetivo de llegar hasta Covunco no se concretó, sí en cambio la extensión de la línea hasta Zapala en 1913, desde entonces punta de rieles. (Favaro y Morinelli, 1993, p. 296)
12En tal sentido, el ferrocarril desempeñó un papel central en la promoción territorial de áreas periféricas, actuando también como colonizador y explotador agrícola y como agente urbanizador.1 La génesis de la ciudad de Neuquén constituye un ejemplo revelador al respecto. La llegada del Ferrocarril del Sud determinó no solo el surgimiento del núcleo urbano, sino la controvertida transferencia de la capitalidad del territorio de Neuquén (Favaro, 2004), dando inicio al lento proceso de orientación atlántica del espacio recién incorporado a la órbita nacional. La disposición de su estación e instalaciones tuvieron un impacto social, económico y territorial que aún hoy conserva sus huellas indelebles en el tejido urbano, configurando un enclave decisivo en la configuración del centro de la ciudad y marcando, al igual que en otras ciudades de América Latina, una centralidad urbana fuertemente ligada a esta instancia fundacional.
13El impacto del ferrocarril en el área central de la ciudad, no obstante, generó a partir de mediados del siglo xx situaciones de creciente conflicto. Con la llegada del tren se configuró un complejo ferroviario que incluía una playa de maniobras, talleres, una estación cabecera y residencias para los empleados de la empresa británica, lo que generó un gran espacio abierto en la ciudad (figura 2.1). La división de la ciudad en dos, a partir del paso del ferrocarril, produjo una multiplicidad de cruces que, al igual que el tráfico de trenes y vehículos, aumentó la competencia conflictiva entre estos medios de transporte. Hacia la segunda mitad del siglo xx, la tendencia general al retroceso del ferrocarril, en favor del automóvil, provocó el abandono de muchas instalaciones y playas de maniobras ferroviarias y la conversión de sus terrenos en incómodos espacios residuales. A partir de ese momento, se realizaron acciones gubernamentales en el ámbito nacional en torno al aprovechamiento de estos espacios, que en muchos casos quedaron en las zonas céntricas de las ciudades, constituyéndose en auténticas barreras urbanísticas. Ciudades como Rosario, Trelew, Santa Rosa y Neuquén, a partir de la década de 1980, promocionaron la realización de planes y concursos con el fin de convertir estos terrenos en grandes proyectos o parques urbanos, en consonancia con una línea de valoración y preservación patrimonial de las estaciones y la infraestructura ferroviaria, vinculando la mirada preservacionista con espacios e instituciones culturales como museos, cines y salas de arte.
2. 3. Los grandes proyectos urbanos: viejas formas y nuevos abordajes de la centralidad urbana
14El proceso histórico de formación de la centralidad urbana en la ciudad de Neuquén se inscribe en una disposición común a diversas ciudades latinoamericanas, en las cuales se registra una centralidad fuertemente ligada a la instancia fundamental. Por constituir el espacio de la ciudad de mayor antigüedad, el centro reúne la mayor cantidad de elementos que hacen a la identidad citadina: monumentos y lugares históricos, pluralidad de usos urbanos, diversidad morfológica, piezas arquitectónicas de escala, la mayor concentración de flujos urbanos y significativas inversiones públicas y privadas (Díaz Terreno, 2011). Entendiendo que las ciudades se constituyen históricamente en la larga duración, las áreas centrales conforman el ámbito privilegiado de proyectos y realizaciones urbanas y el sitio nodal donde se pone en tensión la dialéctica entre permanencia y cambio de las formas y usos sociales del espacio, al ser el área de la ciudad que condensa mayores usos e interés por parte de sus habitantes, convergiendo en ella procesos de carácter local, provincial, regional y nacional. En el centro, por tanto, se produce la mayor concentración de recursos económicos y políticos a través de la coordinación de actividades comerciales y de gestión, su accesibilidad privilegiada y su concomitante diferenciación simbólica.
15Sin embargo, las centralidades urbanas no son simétricas, dependen del tamaño, función e importancia de las ciudades. Según Fernando Carrión, los centros históricos aparecen como objeto de análisis y de intervención ante la evidencia de su propia crisis o destrucción. En este contexto, la crisis de la centralidad comenzó a ocupar un lugar destacado en las agendas de los gobiernos locales, como un espacio creciente de investigación por parte del urbanismo y la sociología urbana. Este fenómeno sucede cuando comienza un proceso de pérdida de las funciones centrales que los dotan de cualificación jerárquica en el espacio urbano, producto de una mutación general de los patrones de urbanización que transitan desde modelos concentrados, a otros donde la expansión urbana extiende sus bordes, evidenciando:
Un cambio de las relaciones entre la renovación de la centralidad y la expansión de la periferia, que plantea dos hechos que interesa remarcar: por un lado, el inicio de la existencia de una ciudad con centralidad plural y, por otro, una clara diferenciación entre lo nuevo de la periferia –moderna, heterogénea– y el pasado de la centralidad fundacional, antigua, homogénea. (Carrión, 2009, p. 7)
16No obstante, el proceso de crecimiento urbano estilizado por el investigador ecuatoriano no se ha producido bajo idéntica modalidad en todas las ciudades latinoamericanas. El caso neuquino, como otros, plantea la necesidad de matizar el modelo dominante de análisis respecto a las centralidades urbanas en América Latina, por lo menos respecto a su periodización. La expansión urbana neuquina, desarrollada fundamentalmente en los ejes e-o y n-s, se caracterizó por que sus bordes mantuvieron, desde sus inicios, una fuerte dependencia funcional de la centralidad urbana. Esto se debe a la combinación de diversos factores: la acotada escala del conjunto urbano, su carácter de pueblo chico y los inconvenientes de la planificación estatal en crear centralidades secundarias en el tejido urbano, reforzaron la tendencia a situar en el área de mayor prestigio las funciones de más relevancia, más allá de la identificación de pequeños corredores comerciales a lo largo de ejes de comunicación puntuales.
17En este sentido, es necesario matizar la oposición sugerida por Carrión entre periferia moderna-heterogénea y centralidad fundacional antigua-homogénea, que presenta variaciones para la experiencia neuquina. La periferia urbana capitalina se caracterizó por un perfil eminentemente residencial y monofuncional, ligado a los sectores populares, mientras el área central de la ciudad reunía la mayor parte de la inversión de los poderes públicos, constituyéndose en el locus de la modernización material. Esta descripción de la relación entre centro y periferia entra en tensión con la modelización tradicional de las ciudades de los países centrales, desarrollada de modo paradigmático por la Escuela de Chicago. En una caracterización clásica de la estructura social y espacial, bajo el modelo de crecimiento de la ciudad bajo la forma de anillos concéntricos, el esquema de ocupación del espacio urbano marcaba una tendencia hacia fuera, a través de estrategias habitacionales de la población que buscaban evitar la decadencia de los distritos centrales. Se establecía, por tanto, una sucesión de zonas, desde el centro a la periferia, en franjas ecológicas que indicaban un aumento de las condiciones de habitabilidad a medida que aumentaba la distancia al centro. A diferencia de lo sucedido en las ciudades norteamericanas, en un proceso que evidenciaba, por un lado, tugurización y segregación en el centro, con pérdida de funciones vitales, deterioro edilicio, colonización de los estratos socioeconómicos inferiores (Wacquant, 2007) y, por el otro lado, la emergencia de barrios modernos y suntuosos con centralidades propias, en la Argentina el panorama urbano de sus principales ciudades como Buenos Aires, Córdoba y Rosario no se ajustó a esta situación, donde el centro ha logrado mantener su prestigio originario y la periferia sigue connotando mayormente el exilio en el tablero urbano, hasta las postrimerías del siglo xx.2 A partir de allí, comienza a constatarse un giro de época patentizado en el auge de urbanizaciones difusas en las periferias, típica de la ciudad americana, con la proliferación de enclaves residenciales de elite materializados en el boom de emprendimientos inmobiliarios englobados bajo la forma de countries y barrios cerrados (Svampa, 2011).
18En Neuquén, con posterioridad a la provincialización, se buscó rejuvenecer la porción más visible del conjunto urbano que, si bien constituía un poblado joven, evidenciaba claros indicios de deterioro edilicio y, por lo tanto, demandaba una modernización de su imagen y funcionalidad. Dentro de tal concepción de renovación del área central se buscó configurar un mojón de modernidad en una ciudad que iniciaba su proceso expansivo, aunque todavía mostraba como rasgos predominantes una estructura y morfología típicas de un pueblo chico, en transición a ciudad intermedia y área metropolitana del Alto Valle de Río Negro y Neuquén.
19Desde el Estado se buscó permanentemente la renovación urbana del centro como una modalidad para evitar el deterioro de la ciudad y apostar a su modernización. El centro ocupó, por tanto, un lugar estratégico para los poderes públicos y el pensamiento urbanístico al ser el rostro de la ciudad que operaba como la parte fundamental del todo urbano. Sin embargo, la pulsión renovadora por parte del Estado no provino simplemente de un afán cosmético de embellecimiento urbano, sino fue expresión de la dinámica de la ciudad, de los grupos sociales y el Estado (Castells, 1979, p. 227). Como ha planteado el sociólogo catalán Manuel Castells, el problema de los centros urbanos proviene de una disyunción fundamental entre los ritmos de evolución del tiempo y el espacio en la ciudad; es decir, una evolución braudeliana lenta, cristalizada en determinadas formas espaciales y una evolución temporal rápida, sometida a las transformaciones sociohistóricas. En el marco de esta contradicción, se producen transformaciones en las funciones urbanas, en la misma estructura física, generando un desfase que demanda intervenciones complejas. La resolución de esta situación conflictiva impulsa acciones de diversas fuerzas sociales tendientes a resolverlas, de acuerdo a sus intereses, a través de la mediación del Estado.
20En Neuquén, las políticas de renovación de la centralidad urbana tuvieron como punto de partida el desfasaje entre las estructuras físicas del complejo ferroviario y los nuevos usos urbanos que una ciudad en expansión requería. Asimismo, la reforma urbana del área central fue la piedra de toque de tentativas del novel Estado provincial por constituir estructuras físicas que propiciaran la modernización económica y social. Empero, el proceso de renovación urbana neuquino no se caracterizó por un armonioso devenir, sino que generó significativos conflictos entre los diversos sectores sociales en pugna por direccionar el sentido de la reforma del espacio urbano. En tal sentido, el presente estudio plantea que la orientación de la renovación urbana neuquina es el corolario conflictivo de la constelación de fuerzas sociales en pugna por su definición. En el caso de la ciudad de Neuquén, es posible establecer, esquemáticamente, una periodización que marca los momentos y articulación de sectores sociales y el Estado en la definición de los fundamentos socioespaciales del área central de la ciudad, desde la década de 1960 hasta la actualidad.
21Los grandes proyectos urbanos (gpu) no generan efectos inocuos en el espacio y en los diversos sectores sociales, al contrario, puede identificarse una compleja constelación de actores sociales y sectores de la ciudad, beneficiados y perjudicados. Portando diversos intereses, percepciones y representaciones sociales, recursos y capacidad de negociación e imposición sobre los proyectos de constitución de la renovación urbana, estos actores despliegan estrategias y acciones con incidencia en el proceso de producción de los proyectos y en su materialización. Ello implica entender a las políticas de renovación del espacio urbano, central o periférico, en el marco de procesos en los cuales el ambiente construido es modelado por procesos estructurales que operan en distintas escalas, pero que, lejos de ser la causa eficiente de su cristalización, son intervenidos y/o modificados por la acción de actores individuales y colectivos que actúan con diversas lógicas, intereses y capacidad de transformación (Cuenya, 2009). La dialéctica entre estructuras y agencia no es simétrica, es decir que las gradaciones de tal relación nunca son identificables a priori, de manera que no existen ni evolución teleológica, ni una senda prefijada. En el caso de las reformas urbanas capitalinas se identifica, por tanto, la existencia histórica de vías sociales diferenciadas en la resolución del problema de la centralidad citadina, resultante de la constelación de fuerzas impulsoras y opositoras a los diversos proyectos urbanos en danza durante el período 1960-2010, por ejemplo, el Plan Área Centro, el Parque Central y el Paseo de la Costa.
22El caso neuquino no es asimilable, por magnitud, estructura ni período histórico, a los grandes proyectos urbanos (gpu) contemporáneos, vinculados a la emergencia de ciudades globales en las principales capitales del mundo;3 aún es poco lo que se sabe sobre su impacto en ciudades intermedias en el momento anterior a la internacionalización de la economía y el auge de la ciudad neoliberal. Sin embargo, es posible establecer elementos en común con los proyectos de renovación urbana capitalinos, con la salvedad de poner en suspenso la escala de los fenómenos bajo comparación. Los gpu de primera y segunda generación se caracterizan por ser grandes emprendimientos de renovación urbana dirigidos por el Estado mediante los cuales espacios relegados de la ciudad son intervenidos para su revitalización. Se distinguen por ser entornos construidos dotados de calidad edilicia destinados a albergar las actividades de punta de la economía urbana, las gerencias empresariales y los estratos superiores de la burocracia estatal. Se incluyen en ellos modernos edificios para empresas grandes, centros comerciales y viviendas de alto estándar, hoteles, centros de convenciones, instituciones culturales y áreas recreativas de gran impacto visual. Estas actividades, englobadas dentro de los servicios terciarios superiores, poseen un destinatario preciso: el sector privado concentrado y una demanda de alto poder adquisitivo, definiendo con claridad la orientación socioeconómica de este tipo de emprendimientos de articulación pública-privada. Otro de los denominadores comunes a los gpu es la búsqueda de legitimidad y consenso social a través del objetivo de revitalizar la ciudad y generar condiciones de crecimiento económico preparando la expansión de las operaciones inmobiliarias y atrayendo inversiones del sector privado; refuncionalizando áreas degradadas, de localización central, de la ciudad, y generando una gran valorización del suelo, transformadas en plusvalías urbanas.
23En el casillero de las diferencias entre los gpu de primera y segunda generación es posible mencionar los contextos históricos diferenciados de emergencia de cada uno de ellos. Las transformaciones en las áreas centrales de las ciudades decimonónicas y de buena parte del siglo xx estuvieron marcadas por la impronta de la industrialización y, en el caso latinoamericano, por explosivos procesos de urbanización, constituyendo la ciudad una de las máquinas de desarrollo privilegiadas, por parte de un Estado con atribuciones de intervención importantes por la vía de la planificación.4 En la actualidad, en cambio, los efectos de las políticas neoliberales rigen la lógica de los gpu marcados por la colonización financiera y corporativa de los espacios centrales públicos por la vía del predominio de los capitales inmobiliarios. Los mismos poseen un modelo de ciudad fragmentada, bajo la forma de archipiélagos urbanos de riqueza e ingentes islas de exclusión, en el contexto de la retirada del Estado y de la planificación, a través de políticas de descentralización que sitúan a los gobiernos locales como actores protagónicos del desarrollo urbano.
2. 4. El complejo ferroviario neuquino. Planificadores, diagnósticos y proposiciones de un espacio en tensión
24En consonancia con el proceso de expansión espacial desarrollado en la ciudad de Neuquén, con límites que se corrían progresivamente hacia delante, en su centro se vivía un proceso diferente, aunque no desvinculado del fenómeno de crecimiento periférico mencionado. En el área central neuquina se producían, en efecto, procesos de tentativas de remoción de los fundamentos físicos que habían ordenado el corazón de la ciudad en torno al espacio ferroviario, como matriz originaria de su estructuración.
25En un arco temporal de más de tres décadas, entre 1960 y 1993, el espacio ferroviario neuquino se transformó en un laboratorio de ensayos divergentes de transformación urbana. Estos ensayos marcaron formas disímiles de pensar la ciudad y de actuar sobre ella. Como ha planteado Alicia Novick, a diferencia de las perspectivas tradicionales que imputan un escaso impacto de los planes en la constitución del espacio urbano, aquí se los utiliza como una fructífera modalidad para dar cuenta de modalidades diferenciadas de imaginar y modelar la ciudad en un momento dado incidiendo en su constitución (Novick, 2000). Una posible genealogía del problema puede iniciarse en 1960, con la sanción por parte de la Legislatura de la Provincia del Neuquén de las leyes 159 y 160 referentes a la creación de una comisión especial encargada del estudio y soluciones al problema de las instalaciones ferroviarias localizadas en el centro de la ciudad, buscándose «la posibilidad técnico-financiera de modificar el actual itinerario de las vías férreas, el traslado de las instalaciones y la liberación de la zona céntrica ocupada por el ferrocarril para su posterior urbanización» (leyes 159 y 160 de 1960). Se sucedieron, a partir de ese momento, diversas proposiciones de renovación que, aunque tuvieron matices, todas reconocieron como denominador común al Estado provincial como artífice y promotor del cambio urbano, como el catalizador de transformación del área central de la ciudad. En tal sentido, en oposición a lo que sugiere el sentido común, el espacio urbano no constituye una entidad inmutable, sino que posee ritmos temporales de cristalización y transformación disímiles. Precisamente, el rectángulo ferroviario localizado en el corazón de la ciudad de Neuquén se transformó en un espacio de imaginación proyectual denso, de proposiciones urbanísticas divergentes que obligan a pensarlo por fuera de la evidencia de lo inmutable.
26Apenas Neuquén obtiene la provincialización, la solución al problema de la constitución de un área central para la ciudad capital se incorpora a la agenda de tópicos urbanos a resolver de forma perentoria. Tempranamente, el director de Planeamiento del Espacio de la Municipalidad de Neuquén, Aníbal Müller, planteaba que la «ciudad no puede ser más el resultado desordenado de iniciativas espontáneas y aisladas, la improvisación debe dejar paso al PLAN DE DESARROLLO [el destacado corresponde al original]» (Müller, 1962, p. 12). Según el arquitecto, la expansión urbana tuvo su fundamento en la acción fecunda de los pioneros que, basados en una planificación de hecho cimentada en el sentido común, destinaron sabiamente una parte de la futura ciudad para el desarrollo del paisaje urbano en dirección norte, en la zona árida de la ciudad, y una parte de la misma hacia el sur, en dirección al río Limay, para el paisaje agrícola. Esta armonía primigenia entre ambos paisajes fue prontamente quebrada por la acción disruptiva de los espontáneos, según la expresión utilizada por Müller; punto de inicio del crecimiento incontrolado de la ciudad, con fiebre de loteos y construcciones en múltiples direcciones, sin planificación. Se iniciaron, entonces, diversos conflictos, de los cuales uno de los más importantes fue «la vía ferroviaria como elemento divisorio, produciendo las perturbaciones y el dislocamiento de las complejas funciones que se desarrollan en la ciudad» (Müller, 1962, p. 2).
27Propuso Müller, por tanto, el traslado de la estación de cargas y playa de maniobras fuera del área urbana para evitar las molestias que ocasiona la interrupción de la circulación entre las dos partes de la ciudad y planteaba para la zona del ferrocarril un gran parque central a través de su adquisición por parte de la municipalidad. Con posterioridad, planteará un recurso eminentemente técnico, dejando en segundo plano el planteo de un gran espacio verde, a través de una solución de continuidad del esquema de circulación reafirmando el traslado de la playa de maniobras hacia el oeste de la ciudad, a través de diversas alternativas constituidas en:
b) Elevación en el tramo central de la Ciudad, de las vías ferroviarias; c) Puente sobre las vías ferroviarias entre avenidas Olascoaga y Argentina, d) Tres puentes sobre Ruta 22, Láinez, Tierra del Fuego y Avenida Olascoaga; e) Elevación de la Ruta 22 en el tramo entre Láinez y Tierra del Fuego; f) Un nuevo trazado de la Ruta 22. (Müller, 1962, p. 15)
28Las proposiciones de una presencia enérgica del municipio neuquino a través de la implementación de una plan de desarrollo urbano que estableciera una legislación adecuada sobre el funcionamiento de la ciudad –máxime cuando se tenía presente el aluvión inmigratorio que recibiría Neuquén ante la inminencia de la construcción del Complejo Chocón-Cerros Colorados– marcaron, a partir de los años sesenta, una necesidad recurrentemente subrayada por los funcionarios encargados del planeamiento espacial de la ciudad. Sin embargo, es necesario hacer notar que estas propuestas en materia de legislación del ordenamiento urbano tuvieron escasa incidencia en la forma que iba adquiriendo una ciudad en rápida expansión. La proyección de un centro y de una ciudad ordenada contribuyó a la constitución de un acervo de proposiciones y el plexo normativo de ordenación urbana en disponibilidad que podía usufructuar la ciudad capital de Neuquén, aunque fácticamente no se siguieran las prescripciones de la experticia municipal sobre la materia.
29La voluntad de transformación del rectángulo ferroviario localizado en el área central, como ensayo de un proceso de acompañamiento de la expansión planificada de la ciudad, fue una tarea impulsada y definida fundamentalmente desde el Estado provincial, con una incidencia secundaria por parte del Municipio. Si bien las políticas de transformación territorial constituyen, a priori, un ámbito de actuación definible desde el poder local, no obstante, en la ciudad de Neuquén el actor hegemónico lo constituyó la instancia provincial. Dicha aseveración toma como indicadores de constatación los planes, proyectos y propuestas de ordenación, intervención y transformación urbanas, localizadas o globales, realizados efectivamente, pero también los que no tuvieron plasmación, evidenciándose la impronta que tuvieron los diferentes aparatos del Estado provincial en la ideación y generación de proyectos para la capital provincial.5 En este sentido, la municipalidad capitalina tuvo una fuerte dependencia política y financiera al Estado provincial, en concepto de alineamiento y pertenencia partidaria al mpn y de limitaciones presupuestarias dadas por la coparticipación y aportes no reintegrables (Maurice, 2000).
30Desde comienzos de la década de 1970, la cuestión de la transformación de los usos del espacio ferroviario se convirtió en un tema recurrentemente debatido en la agenda urbana, adquiriéndose conciencia –como menciona un documento de diagnóstico de la época– del significado de la centralidad de estos proyectos de transformación:
Sin temor a exagerar podría afirmarse que el destino de la ciudad se juega en ellos [dándose] un hecho que no se repite en ninguna de las ciudades argentinas. La disponibilidad, potencial, en el corazón de su zona central, de un espacio de dimensiones excepcionales capaz de resolver la institución definitiva de un complejo de funciones terciarias de jerarquía, de sellar la unidad de la ciudad y ordenar su futuro crecimiento […] Este dominio, por parte del interés público, del mercado fundiario en un área clave para la estrategia de desarrollo ordenado de la ciudad, para el refuerzo de su jerarquía, constituye una carta de triunfo que puede decidir el porvenir de Neuquén como centro nervioso, de control y de comando, de una gran región productiva. (Centro de Documentación Científica y Técnica [cdct], 1974, p. 4)
31El espacio en disponibilidad de veintiséis hectáreas, rectángulo de excepcional ubicación, se constituyó para los elencos burocráticos estatales vinculados a la planificación territorial en la llave maestra de las políticas de transformación urbana en la ciudad; en el nudo gordiano que al dotar de un orden previsible para el centro otorgaría, mutatis mutandis, cualificación y ordenamiento a una ciudad de crecimiento acelerado con ausencia de efectivas líneas de legibilidad urbana.
32El proceso de renovación del área central no fue visualizado, por tanto, como una modificación puntual sin repercusiones en la totalidad urbana. Se tuvo plena conciencia de que una política de ordenamiento en el centro implicaba transformaciones que concernían a la ciudad globalmente, especialmente en virtud de la disposición excepcional de esas tierras de gran valor en el mercado inmobiliario, al constituir un área de oportunidad, relacionada con el carácter estratégico de su localización espacial. En este sentido:
La consideración de las 24 hectáreas centrales de la ciudad de Neuquén desborda el marco de las técnicas urbanísticas para situarse en el más amplio y comprometido de la política de ordenamiento territorial. En efecto, dada la situación estratégica de este privilegiado espacio urbano, todo intento por incorporarlo al uso de la ciudad obliga a cobrar perspectivas más vastas, a situarse en un horizonte alejado (20 o 25 años) y, por ende, exige partir de objetivos de largo alcance. (cdct, 1974, p. 1)
33La primera formalización de estudios de análisis y proposiciones para el espacio ferroviario, en 1973, encuadró sus preocupaciones teniendo en cuenta su función estratégica, como sus alcances a escala urbana y regional (Summa, 1975, p. 88). El estudio porteño de arquitectos Crespo, Lebrero y Miranda6 buscó para Neuquén la constitución de un área central en concordancia con las funciones de metrópolis regional, que tendencialmente comenzaba a esbozar. La constitución de Neuquén como núcleo urbano de influjo regional –esbozada incipientemente en la década de 1970, ampliada en 1980 y consolidada en el decenio de 1990– se manifestó no solamente por su peso demográfico, sino por su gravitación e irradiación comercial y de servicios en escala regional, incluyendo las localidades del interior provincial neuquino, como del lado rionegrino del Alto Valle. Se buscaba que la concentración del crecimiento urbano y de funciones fuese acompañada por un centro con características distintivas y actividades centrales, las actividades especializadas y superiores del sector terciario (finanzas, comercio suntuario, alta burocracia, sectores empresariales y gerenciales) en una estrategia de concentración de funciones en sentido centrípeto de la región hacia la ciudad capital. Uno de los presupuestos nodales de la estrategia de centralización de funciones terciarias fue la opción por la densificación, la concentración y la unidad de los usos urbanos en el espacio central, bajo una minuciosa planificación de la disposición de los espacios, sujetos a los principios del orden y la racionalidad planificadora. En tal sentido, la sanción del primer Código de Planeamiento Urbano de la ciudad (Ordenanza 1.631/81) incorporó el cambio de usos del rectángulo ferroviario en la propuesta de zonificación como Zona c1 Central Especial, combinando equipamientos diversos y usos residenciales (Concejo Deliberante de Neuquén [cdn], 1981). La consigna prioritaria fue dotar de orden a una ciudad que no lo poseía ni siquiera en su centro, que se hundía en la indiferenciación entre este y los barrios. Esta situación de dispersión de actividades centrales, se pensaba, contribuía a obturar la constitución de una centralidad urbana en concordancia con la jerarquía obtenida por Neuquén a partir de mediados de la década de 1970, generando una disyunción entre la creciente función de la ciudad y su austera imagen urbana. Un diagnóstico compartido como letanía por los planificadores urbanos remarcaba que:
La actual carencia de partido urbanístico, que se manifiesta en el desorden que genera el vacío central; en la ausencia de una política de localizaciones que tolera la dispersión del hábitat hasta márgenes urbanos donde la prohibición de construir debiera ser la única norma; en la confusión de la trama, producto del abandono de los ejes preferenciales y de los datos naturales, son los problemas que gravan el porvenir de la ciudad. (cdct, 1974, p. 3)
34En consecuencia, no solo era necesario dotar al área central de la ciudad de una estructura homogénea, con equipamiento mayor, sino de un esquema de ordenación que tenía que cumplir la función de prefigurar el crecimiento urbano futuro, a través de un centro con impronta y legibilidad fuertes. En ese sentido, el espacio ferroviario fue el principal desafío para ese orden deseado no solo por su extensión y localización preferencial, sino por producir la mayor disrupción del centro capitalino y constituir el mejor recurso con que contaba la ciudad para ser pensada bajo nuevos fundamentos.
35Teniendo en cuenta la diversidad y acrecentamiento de funciones en la ciudad se propuso la constitución de un centro multifuncional que «densifique actividades y dé solución a los equipamientos » bajo la argumentación de que «pocas ciudades tienen esta posibilidad, sin recurrir a costosas demoliciones o reglamentaciones severas, de altos costos sociales y económicos» (cdct, 1974, p. 27). La concentración de la estructura urbana central fue, por tanto, una variable fundamental en la estrategia de polarización de la ciudad de Neuquén en el marco regional. Centralizar el sistema de actividades básicas constituía, desde esta concepción, la ocupación del vacío central con nuevos usos, concentrando físicamente la estructura urbana y sus equipamientos a través de una fuerte densificación de actividades y población, y localizando centralmente las actividades mercantiles superiores, la administración, viviendas de alto estándar, esparcimiento, turismo y transporte, hasta ese entonces dispersas.
36Teniendo en cuenta que los proyectos urbanos permiten vislumbrar las formas de pensar la ciudad –en tanto imágenes espaciales que evidencian los sueños de la sociedad, según la sugestiva expresión de Siegfried Kracauer que da inicio al capítulo–, la estrategia urbana de centralización y densificación adoptada sugiere una concepción de ciudad concentrada, que buscaba irradiar una disposición ordenada hasta ese momento inexistente, caracterizada por su horizontalidad espacial, con una estructura de alta densidad residencial, a través de tipologías de viviendas multifamiliares. Asimismo, arriesgamos como hipótesis que la ambición de obtener un orden espacial para el área central de una ciudad y una sociedad en estado magmático de constitución y en creciente proceso de diferenciación, visualizada desde los poderes públicos como peligrosamente caótica, trascendía lo urbano para situarse en una estrategia de integración, control social y político de mayor profundidad, que excedía largamente lo urbano aunque lo contemplaba como uno de sus elementos constitutivos.
2. 5. «Un nuevo corazón para una ciudad ahogada»
37El objetivo básico del Estado provincial era «integrar definitivamente esta zona central, o Área Centro, para lograr una adecuada expansión urbana, con equilibrio armónico, preservación y zonificación óptima de usos, ajustados a requerimientos actuales y futuros, superando desajustes estructurales y déficits funcionales» (Genco, Ogueta y Sarrailh, 1985, p. 20). Entre los propósitos derivados de esta premisa general el más importante era recuperar y preservar el espacio central para integrarlo a la ciudad localizando en ella usos urbanos acordes a su jerarquía regional, incorporando al desarrollo económico de la misma y la provincia tierras constituidas como reserva excepcional, promoviendo la integración urbana, interrumpida secularmente por las instalaciones ferroviarias. También se buscaba asegurar la reserva del máximo de espacios de uso público y localizar en el área funciones residenciales como aporte a la resolución del problema de la vivienda y un Centro de Transferencia Ferro-Automotor (ctfa) integrando las redes ferroviarias y viales (Genco, Ogueta y Sarrailh, 1985, p. 21).
38Una cuestión crucial que atravesó subrepticiamente el pac fue la convicción de que se estaba ante una oportunidad única de disposición de un área vacante central, en una zona con oferta de tierras exigua y de altos valores inmobiliarios. Por ello, la necesidad de ser administrada y zonificada con sumo cuidado en una especie de práctica de equilibrismo en la cual se intentó hacer converger de manera armónica, por un lado, los usos comunitarios y, por el otro, los usos de carácter rentable.7 Sin embargo, es de hacer notar que, dentro de ese equilibrio, la lógica económica terminó por prevalecer, primando la posibilidad de obtener una considerable porción de plusvalía urbana, captada por actores económicos privados. Ello quedó en evidencia en el rápido conflicto suscitado entre el componente inmobiliario del proyecto y el relacionado con los objetivos urbanísticos, subordinados a la ecuación económica. Así, la competencia entre usos rentables y usos colectivos generó un conflicto insoluble que el pac no pudo resolver satisfactoriamente.
39La primera cuestión a solucionar fue compatibilizar los intereses provinciales con los condicionamientos interpuestos por Ferrocarriles Argentinos para dejar en vacancia las 26 hectáreas, objeto de la operación de renovación urbana para la ciudad de Neuquén. Para arribar a dicho acuerdo –ratificado por convenio en 1978 entre el Gobierno del Neuquén, la Secretaría de Estado de Transporte y Obras Públicas de la Nación y la Empresa Ferrocarriles Argentinos (aprobado mediante la Ley 1.127/78 de la Legislatura de la Provincia del Neuquén)– fue necesario que la provincia financiara íntegramente la construcción de las nuevas instalaciones ferroviarias en el límite oeste de la ciudad, como las viviendas de los empleados ferroviarios, a cambio de los terrenos de la zona céntrica, más la conservación por parte de Ferrocarriles Argentinos del Centro de Transferencia Ferro-Automotor.8 Una vez cumplimentada la primera fase de la operación urbana, consistente en el mentado traslado de la playa de maniobras y otras instalaciones del Ferrocarril Roca al límite oeste del ejido, comenzó a esbozarse de manera concreta la segunda fase de las realizaciones referente a «darle un nuevo corazón a una ciudad ahogada por un vertiginoso ritmo de crecimiento» (Revista de calf, 1985, p. 8). Las negociaciones que inician el proceso de renovación urbana del área central de Neuquén, implementado a través del pac, evidencia cómo en la dimensión de las políticas urbanas se vislumbran permanencias entre los niveles decisorios del engranaje estatal durante el período histórico analizado, como correspondencias en las políticas implementadas entre los gobiernos de facto y los elegidos a través del sufragio en Neuquén. Ello concurre a matizar las discontinuidades entre dictadura militar y gobiernos democráticos, subrayándose líneas de continuidad frecuentemente solapadas u omitidas desde los discursos dominantes. En el caso de las operaciones de reforma del área central de la ciudad, se evidencia la permanencia de iniciativas que trascendieron a los gobiernos dictatoriales, constituyendo el Plan Área Centro un ejemplo elocuente de estas continuidades proyectuales.
40Teniendo en cuenta que el proyecto de renovación de la década de 1970 no se había efectivizado debido a limitaciones presupuestarias del Estado provincial,9 una cuestión crucial en la promoción del pac fue el criterio económico de sustentación financiera, regido bajo una directriz de rentabilidad. Al respecto, Juan García, secretario ejecutivo de la Comisión Provincial de Administración y Desarrollo del Plan Área Centro, desde una óptica gerencial afirmaba que «el uso de la tierra debía ser rentable, para recuperar la inversión que realizó la Provincia en Valentina Norte» (Río Negro, 1985, 31 de junio, p. 11) asegurando que el proyecto de integración del centro debía recuperar lo invertido y producir un excedente de ganancias para poder volcarlos en otros sectores de la ciudad.
41A través del pac el predio intersticial se transformaría, según la publicidad brindada por la prensa, «en un espectacular complejo de viviendas, comercios, transporte, hoteles, cultura y escuelas cuando, al cabo de unos doce años, haya culminado el ambicioso proyecto», un proyecto que «realmente arrastra a la ciudad hacia el futuro» (Revista de calf, 1985, pp. 11-30). Neuquén hacía suya –emulando el exitoso ejemplo de renovación urbana brindado por Santa Rosa,10 La Pampa– la ambición corbuseriana de un mundo integrado por altas torres rodeadas de amplias áreas verdes, en fin, la visión canónica de la torre en el parque defendida por el maestro francés (Berman, 2008). Los objetivos medulares del pac consistían en que el área central se constituyera en proveedora principal de servicios, inexistentes o deficitarios hasta ese momento; que contemplara los intereses ferroviarios con la instalación del denominado Complejo de Transferencia Ferro-Automotor (ctfa), y que una porción considerable de la tierra cedida lograse ser enajenable para dar sustentabilidad financiera al proyecto. El plan, estableciendo como presupuesto el rol de la ciudad como centro proveedor de servicios de escala regional, proponía «proveer al área central de la infraestructura necesaria para satisfacer necesidades de bienes privados (viviendas, locales, oficinas) y de necesidades de bienes públicos (espacios verdes, escuelas, centro cultural, centro de transferencia ferroautomotor)» (Revista de calf, 1985, p. 30).
42El pac abría un nuevo tipo de expansión para la ciudad, a partir del cual se producía una inversión en la forma de crecimiento urbano, desde una modalidad centrífuga a una centrípeta. Se propugnaba, por tanto, una fuerte densificación en el corazón de la ciudad a través de la localización de torres con una población estimada de cinco mil personas, más una pléyade variopinta de comercios, servicios, hoteles, cines, espacios recreativos y culturales.
43Bajo la directriz de fomentar al área central de la ciudad como sector urbano de mayor jerarquía, que debía reunir el mayor volumen de equipamientos urbanos y comunitarios, el pac incluyó en su clasificación de los espacios componentes dedicados al uso residencial, área comercial, servicios, educación, hotelería, finanzas, administración privada, comunicaciones, sociocultural y recreacional, con las superficies que se detallan en la tabla 2.1. La sumatoria de los usos privados, superando los tres cuartos de los usos porcentuales del espacio, evidenciaba una nítida prevalencia de los usos rentables en detrimento de los comunitarios en la propuesta del pac.
Tabla 2. 1. Usos porcentuales en el espacio ferroviario pac
Usos del suelo | Porcentajes | Superficie (ha) |
Viviendas | 23,28 | 5,27 |
Comercio | 11,75 | 2,66 |
Oficinas, servicios y hoteles | 7,07 | 1,60 |
Educación (preescolar y primarias) | 3,09 | 0,70 |
Cultura | 4,24 | 0,96 |
ctfa | 8,04 | 1,82 |
Estacionamiento público | 9,27 | 2,10 |
Espacios peatonales, paseos y otros | 20,85 | 4,72 |
Espacios verdes públicos, forestación, jardinería | 12,37 | 2,80 |
Fuente: Elaboración del autor con base en Genco, Ogueta y Sarrailh (1985)
44Teniendo en consideración las inducciones internas y las rentabilidades positivas se incluían en el pac las funciones de finanzas y administración privada, oficinas en general y comercios, servicios hoteleros y el ctfa. El pac tenía como función conservar y extender las funciones espontáneas desarrolladas en los bordes urbanos del área central. Esta perspectiva significó, por tanto, la sedimentación e intensificación de las tendencias monocéntricas de la estructura urbana capitalina y la solidificación de la distribución social de la población en el tablero urbano, con una nítida centralización habitacional de los estratos sociales más encumbrados. Respecto al ctfa, la idea de implantar un centro de distribución multimodal de transporte en pleno centro de la ciudad partía de consideraciones urbanísticas y técnicas de transporte absolutamente pertinentes para los proyectistas contratados por la Provincia de Neuquén, quienes pensaban en una localización lo más centralizada posible del núcleo de las actividades urbanas principales. Así, el ctfa ordenaría el sistema de transporte y la interrelación entre medios con soportes diferenciados unificando servicios diversos con provisiones comerciales y hoteleras anexas. Más allá de tales consideraciones, la localización del ctfa fue duramente criticada por contribuir a intensificar un problema que emergió en la época hasta transformarse en endémico: la congestión vehicular. Por otro lado, se implantarían equipamientos comunitarios vinculados a cultura, educación11 y espacios verdes vinculados al esparcimiento y la recreación, constituyendo la demanda principal la proyección de un centro cultural vinculado a una amplia reserva de espacio verde y público.
45Especial mención merecen los usos residenciales al constituirse en la asignación porcentual de superficies de mayor relevancia, al ocupar un cuarto de utilización. Tomando como punto de partida el diagnóstico de las transformaciones de los sistemas habitacionales en la ciudad de Neuquén, vinculados a cambios de tipologías y modalidades residenciales, dadas por la vivienda multifamiliar en lugar de la tradicional, el pac proponía «efectuar un aporte hacia la resolución del problema de la radicación de nuevas viviendas para los sectores socioeconómicos correspondientes y de acuerdo a conceptos arquitectónicos y urbanos» (Genco, Ogueta y Sarrailh, 1985, p. 11). Pese al carácter críptico del enunciado, es interesante detenerse en el análisis de la asignación de las nuevas viviendas a construirse en el corazón de la ciudad para los sectores sociales correspondientes, mencionados en el pac. El estudio de factibilidad efectuó un análisis por el cual a través del posicionamiento socioeconómico de los sujetos sociales se inferían preferencias, posibilidades y localizaciones de los diversos estratos sociales. Por intermedio de una esquematización en la que se combinaban geografía y posición de clase, el pac identificaba en la ciudad a los sectores de mayor poder adquisitivo en el área centro, hacia el norte y sur de la ciudad, localizando a los estratos intermedios en los nuevos conjuntos residenciales ubicados en la primera corona urbana, en relación de contigüidad con el área céntrica, y a los sectores de menores ingresos en la periferia, hacia el oeste y en extensiones al norte, cercanas al Parque Industrial capitalino. De acuerdo a esta esquematización de la ecología residencial neuquina, se destinaba a los estratos socioeconómicos medios y altos la localización residencial central, desde una clave de determinación planteada cristalinamente por el costo de la tierra, justificada en que «puede dar respuesta al mercado inmobiliario y crea inducciones económicas internas que se relacionan con la factibilidad del proyecto» (Genco, Ogueta y Sarrailh, 1985, p. 77), excluyendo de modo taxativo a los niveles de menores ingresos. En fin, se buscaba reforzar un cuadro de segregación significativo para la década de 1980.
46Con una oferta de construcción cercana a los 500 departamentos, cuantificados en 95 650 m², edificados para 4800 personas, el pac imponía claramente la opción, en el corazón de la ciudad, de las viviendas multifamiliares destinadas a los sectores sociales con mayor poder adquisitivo, proyectándose:
10 edificios en bloques de planta baja y 7 pisos de alto y otros 4 de planta baja y 2 pisos de alto con un total de 70 000 m2, más 5 edificios en torre de 10 y 15 pisos, con 27 000 m2 de superficie cubierta total. Su capacidad albergará a unas 4800 personas. (Genco, Ogueta y Sarrailh, 1985, p. 982)
47Indudablemente, el pac privilegiaba una solución urbanística para el área central neuquina que significaba la implantación de cuantiosos edificios en altura, connotándose la opción por un centro densificado residencialmente y con equipamientos acordes para los sectores sociales acomodados.
48A través de una concepción de la renovación urbana que representaba una clara jerarquización del área central, se buscaba una solución de compromiso entre una opción por implantaciones residenciales en altura destinadas a sectores medios-altos y espacios comerciales reservados a los sectores mercantiles y financieros, bajo criterios de valoración establecidos en la rentabilidad económica y, por otro lado, una opción de equilibrio basada en la rentabilidad social, ligada a equipamientos comunitarios tales como establecimientos educacionales, centros culturales, espacios verdes y recreacionales. La enunciación de tal solución de compromiso ponía en tensión una incompatibilidad permanente entre dos de los posibles destinos históricos de la metrópoli: entre su deber ser como fuente de acumulación capitalista y como organización metropolitana orientada a su faz social (Tafuri, 2010). Claro está que esta solución escondía una lógica de segregación que los usos comunitarios, en vez de morigerar, contribuían a intensificar en virtud de la simple contigüidad espacial de los residentes centralizados de la ciudad.
49Un análisis atento a la distribución de usos que proponía el pac subraya que debajo de la solución de equilibrio entre bienes públicos y bienes privados se materializaba una clara opción por estos últimos. Entendiendo que el espacio urbano no es socialmente neutro (Oszlak, 1982, p. 15) es posible hipotetizar que el pac aspiró a fortalecer una determinada relación entre la estructura de ocupación del espacio urbano y la estructura social neuquina. Como ha señalado Joaquín Perren, la ecología urbana neuquina mostraba un esquema análogo al modelo de zonas concéntricas popularizado por Burgess, pero en una dirección diametralmente opuesta. Si el célebre esquema de la Escuela de Chicago estilizaba un sistema de franjas ecológicas por el cual el nivel socioeconómico de los habitantes se acrecentaba conforme uno se alejaba del centro de la ciudad, en Neuquén, en cambio, este esquema se invertía con una diferenciación espacial por clases con una clara centralización habitacional de los grupos más acomodados, disminuyendo social y residencialmente de acuerdo al aumento de la distancia del centro (Perren, 2011). El pac consolidaba el predominio de los sectores acomodados en el área central por medio de la selectividad que imponía el mercado inmobiliario, así como a través del designio político de acrecentar y consolidar dicha centralización residencial por medio de la revitalización urbana del área central. No solo se adicionaba una localización espacial privilegiada para los grupos acomodados, sino que se constituía el sistema de externalidades mejor provisto de la ciudad, solidificando un sistema de segregación en el cual la estructura espacial se sobreimprimía a la estructura social.
2. 6. Bajo el signo de la experticia. Planificación urbana y elencos burocráticos del Estado neuquino en torno al Plan Área Centro
50Más allá de lo publicitado por sus voceros, el pac contó con un minucioso trabajo de diagnóstico y proposiciones de renovación del área central, expresamente diseñados por el Consejo Federal de Inversiones (cfi) y el Consejo de Planificación y Acción para el Desarrollo (copade) (Decreto 2232/80), por parte del gobierno nacional y provincial respectivamente, referente a su factibilidad técnica, económica y financiera. El equipo interdisciplinario conformado trasluce que la elaboración del plan de renovación urbana capitalina era un espacio destinado a la experticia. Prueba elocuente de ello lo constituye el equipo de trabajo conformado ad hoc por un total de 17 profesionales, compuesto entre expertos contratados y técnicos del cfi. Por orden de predominio numérico, siete de ellos eran arquitectos; cinco, ingenieros; tres, economistas, y dos, dibujantes, que se ocupaban de los trabajos de coordinación, planificación urbana, diseño urbano, estudios económicos y financieros, ingeniería del transporte, proyectos y explotación ferroviaria, terminales de transporte y dibujos proyectistas. La complejidad de las dimensiones que incluía el proyecto avalaba una modalidad de abordaje multidisciplinaria, aunque con claro predominio económico y urbanístico.
51La consignación del pac implicó para los decisores políticos provinciales, primero dictatoriales y con posterioridad constitucionales, la asignación preferencial en manos de un cuerpo de expertos. El pac, de este modo, fue el espacio de constitución de un diagnóstico y una prospectiva para el área central y para la ciudad por parte de expertos dispuestos a esa finalidad. El prestigio de las instituciones gubernamentales convocadas y el renombre de los expertos contratados significaban dotar al proyecto de una asepsia política, a priori, incuestionable, otorgada por su unívoco carácter técnico. Un ejemplo lo constituye la participación directiva de Eduardo Sarrailh en el equipo de trabajo del pac. Este arquitecto fue una figura prominente del período de gestación y consolidación del urbanismo y la planificación en la Argentina, ejerciendo la conducción ejecutiva de la Organización del Plan Regulador de Buenos Aires –institución señera en la planificación urbana del país (Suárez, 1991)– como continuador del linaje mítico del Estudio del Plan de Buenos Aires (epba) –dirigido por dos miembros sobresalientes de la vanguardia arquitectónica local: Jorge Ferrari Hardoy y Juan Kurchan, integrantes del Grupo Austral y colaboradores de Le Corbusier en Argentina (Gorelik, 2004, p. 130)–. Asimismo, realizó los planes reguladores para las ciudades de Mar del Plata y Bahía Blanca, y dirigió también el ambicioso proyecto de Catalinas Norte, en Buenos Aires –punto de partida en los ensayos de renovación urbana con grandes construcciones, emblematizadas en los edificios en torre–, marcando de este modo antecedentes de gestión que se intentaría reproducir en otros distritos del país a menor escala, como el caso neuquino.
52Considerando las características fundamentales del Estado provincial, basadas en una tendencia a la centralización institucional y a la planificación socioeconómica, el orden estatal neuquino cimentó su constitución moderna en una concepción planificadora, perfilada en el desarrollo de la obra pública y la política social como pilares fundantes, en consonancia con los postulados básicos del desarrollismo vigentes en la década de 1960 (Blanco y otros, 1998). En este contexto, basado en el Estado como gestor del desarrollo, se originó el Consejo de Planificación y Acción para el Desarrollo (copade) como síntesis gubernamental de la concepción desarrollista, en consonancia con los lineamientos del Consejo Federal de Inversiones (cfi) a nivel nacional. Con estos presupuestos, el desarrollo era entendido a través de una planificación sistematizada y un Estado con fuerte incidencia en el delineamiento e instrumentación de las políticas económicas y sociales. El Estado se constituía, desde esta concepción, en un vector de modernización y la planificación en uno de sus pilares.
53En convergencia con el predominio de un urbanismo de reconstrucción, constituido en hegemónico a partir de la segunda posguerra, la ciudad fue visualizada como el espacio privilegiado de la modernización social. Tal urbanismo, con una fuerte planificación burocrática, fue el encargado de la implementación en Europa de los grandes planes y conjuntos habitacionales, constituyendo uno de los puntales del auge económico posterior a 1945. Bajo el sustrato de una significativa intervención del Estado la planificación tenía la misión de adecuar la expansión al orden previsto. La reforma urbana pasó a ser concebida, desde esta concepción urbanística, como la modalidad territorial de una forma del cambio social en el marco de una antigua ambición ilustrada que partía de la convicción de que la sociedad podía ser transformada a través de la ciudad.
54La convergencia programática de los aparatos del Estado vinculados fuertemente a una concepción planificadora e interventora del Estado en la sociedad y la economía, emblematizados en el cfi y el copade a nivel nacional y provincial respectivamente, no tuvieron, por tanto, una aproximación meramente coyuntural durante el pac. Si pensamos al copade como uno de los baluartes en la relación establecida entre Estado, sociedad y territorio en Neuquén, es posible vislumbrar en aquella vinculación que el cerebro neuquino, corporizado en el organismo de planificación, actuaba bajo una lógica preponderantemente técnica que seguía los lineamientos de implantación de las políticas públicas de desarrollo en un sentido vertical de arriba hacia abajo. El copade, de este modo, contribuyó fuertemente a la institucionalización de un cuerpo de técnicos orientados a la solución de problemáticas específicas para una provincia que buscaba una modernización acelerada de su población y territorio.
55Esta ecuación entre política y técnica, bajo el trasfondo de la fuerte presencia del Estado provincial, situaba en una posición central al conocimiento especializado en cuestiones vinculadas preponderantemente a asuntos de desarrollo socioeconómico. El reconocimiento de ámbitos de competencias determinadas, en campos profesionales particulares, generaron un capital de legitimidad y prestigio basado en credenciales académicas y en pertenencias institucionales a organismos de planificación reputados. En el caso neuquino, los cuerpos técnicos nucleados paradigmáticamente en el copade adquirieron un perfil tecnocrático. Si bien se constata la existencia de contadores, economistas, abogados, ingenieros y técnicos en general, es sintomático que, para la realización del pac, el organismo planificador neuquino contratara expertos externos a su realización, en virtud de la carencia de profesionales dedicados a la planificación territorial, con una clara prevalencia por el planeamiento socioeconómico.12
56La planificación urbana en general y el pac en particular, como campo eminentemente interdisciplinario –vinculado a cuestiones económicas, demográficas, de comunicación y arquitectónicas–, fue procesada bajo los términos de esta óptica tecnocrática, focalizando en cuestiones de racionalidad económica, más que de lógicas socioterritoriales. El problema de la planificación estuvo connotado en Neuquén por la imposibilidad de producir un ordenamiento global para la ciudad. Por un lado, en un proceso caracterizado por la duplicidad de impedimentos que tornaban compleja una intervención en un centro sedimentado materialmente, eran posibles reformas intersticiales y parciales en el tejido urbano, aunque radicales como las del pac primando una lógica sectorial en detrimento de una lógica global de planificación para la ciudad.13 Por otro lado, planificar en los límites en expansión en una ciudad bajo crecimiento explosivo y de mancha urbana maleable también tuvo sus dificultades no tanto por las posibilidades puntuales de intervención, sino por su celeridad y anarquía.
57Podría plantearse como una paradoja del proceso de modernización capitalino que, siendo un Estado con una impronta planificadora sustancial, en esta primara una lógica sectorial carente de perspectiva territorial fuerte (R. Martínez Guarino, entrevista personal, 15 de febrero de 2010). En este sentido, la planificación de la compleja cuestión urbana fue parcial y acotada, con escasa interconexión entre los proyectos urbanos en danza. Por otra parte, la celeridad del crecimiento urbano de la ciudad complicó que madurase una reflexión de la ciudad y sus planificadores sobre sí misma. Cómo crecer, bajo qué modalidades, fueron interrogantes que debieron tener respuestas apremiadas por la velocidad de la transformación urbana de la ciudad en curso.
58La planificación del área central, si bien buscó la racionalización de la centralidad urbana, aspiraba a irradiar una influencia normativa de ordenación con una búsqueda de repercusión global para la ciudad. No obstante, como ha señalado Francisco Liernur para las ciudades más importantes de la Argentina, Neuquén no se organizó globalmente según un esquema preestablecido. Las acciones de ordenación siguieron una lógica por la cual se preservaría para la forma un área acotada territorialmente como objeto privilegiado de las inversiones públicas, en una especie de ciudad ideal identificada con el área central de la misma (Liernur, 2000). El pac, en mayor medida, fue la expresión acabada de esta lógica urbana de ordenamiento de dimensiones reducidas, acotadas al centro de la ciudad, que tuvo por horizonte subrepticio una utopía del orden y armonía, que en su imposibilidad de ser plasmada en la totalidad urbana fue planteada en los fragmentos centrales de la ciudad como promesa parcial de integración.
2. 7. ¿Playa de maniobras ferroviaria o playa de maniobras inmobiliaria? La impugnación del pac y la participación sociopolítica
59Mientras el pac se encaminaba hacia una implementación inminente, desde diversos sectores de la sociedad capitalina comenzaron a emitirse diversos cuestionamientos al proyecto en un arco opositor que se aglutinó en torno a la reformulación de su forma y fondo. Los partidos de oposición al hegemónico Movimiento Popular Neuquino (mpn) criticaron duramente el proyecto de renovación del área central por una serie variada de consideraciones que iban desde la modalidad de acción gubernamental, pasando por su perfil, hasta aspectos eminentemente técnicos. El justicialismo neuquino cuestionaba, por ejemplo «la falta de participación del conjunto de la comunidad en la definición del proyecto […] la actitud de soberbia, al pretender llevarlo a cabo como fue planteado por un equipo de indudable mentalidad tecnocrática» (Revista de calf, 1985, p. 8). El cariz técnico del plan fue fuertemente discutido, abogándose por una mayor participación de las comisiones vecinales, las instituciones intermedias y los partidos políticos. También, se impugnó el rol periférico brindado a la Municipalidad, al no incidir de manera significativa en su delineamiento, cuestionándose la peligrosa intromisión de la provincia en la conducción de la comuna, como a su vez la prevalencia dada a un concepto de rentabilidad económica que guía todo el plan, priorizando ese criterio sobre el de equipamiento social, al instituirse un proyecto que, en un espacio reducido, reunía los servicios y sectores sociales de mayores recursos de Neuquén.
60Una cuestión fundamental, subrayada por el justicialismo neuquino, fue la cuestión de la asignación localizada de los recursos económicos en la ciudad. Se criticó fuertemente la provisión óptima de servicios infraestructurales en un área hasta ese momento sin usos residenciales, cuando sectores preponderantes de las barriadas en expansión no tenían cubiertas sus necesidades de servicios básicos. Ello nos alerta sobre la cuestión crucial de la espacialización de las inversiones en la ciudad, largamente estudiada por la teoría urbana. El caso del pac resulta interesante en este sentido, al haber quedado bajo la superficie la distribución asimétrica de los recursos económicos por parte del Estado en los diferentes sectores del tablero urbano.
61Por su parte, el radicalismo capitalino, consideraba al pac como una problemática que afectaba a toda la ciudad y a las generaciones futuras y que, sin embargo, se había intentado mantenerlo apartado de la opinión pública. En una opinión generalizada, compartida por los justicialistas, se consideraba que el pac daba prioridad a la rentabilidad económica, financiera e inmobiliaria. El concejal radical por la ciudad de Neuquén Carlos Ricciardulli añadía que:
El tan pregonado federalismo, brilla aquí por su ausencia y es convenientemente olvidado toda vez que se tratan propuestas de esta naturaleza […] porque el pac ha sido proyectado y deberá terminarse en la Capital Federal, aun cuando en nuestro medio hay profesionales idóneos en el tema y, lo que es fundamental, consustanciados con la problemática de nuestra ciudad […] mala puede resultar una propuesta que, elaborada en la Avenida Libertador, en Buenos Aires, desconoce no solo la realidad física de la ciudad sino que además y fundamentalmente desconoce las necesidades, expectativas y posibilidades de sus habitantes. (Río Negro, 1985, 18 de septiembre, p. 12)
62En relación con los recursos y despliegue utilizados para la implementación del pac, Ricciardulli cáusticamente comentaba que la «playa de maniobras ferroviaria se convertirá en una playa de maniobras inmobiliaria y en un parque nacional del cemento» (Río Negro, 1985, 7 de julio, p. 8) La inversión de seis millones de dólares que significó el traslado de la playa de maniobras ferroviaria, calificada como suntuaria, era visualizada como parte de políticas urbanas de asignación preferencial de recursos e infraestructura en áreas urbanas que no eran socialmente prioritarias. Asimismo, la convicción por parte del gobierno provincial de efectuar el recupero financiero de lo desembolsado, mediante el incentivo a la inversión de capitales privados cerraban una ecuación en la cual la imagen de una playa de maniobras inmobiliaria adquiría connotaciones objetivas. Una visión compartida por los opositores al pac era la que visualizaba que «la ciudadanía neuquina fue una convidada de piedra en la bien surtida mesa del Plan. Antes bien, quien parecía dispuesto a comerse todos los manjares era el fisco […] en la necesidad de allegar recursos al erario provincial» (Río Negro, 1985, 28 de diciembre, p. 7). La racionalidad económica parecía guiar el proyecto de renovación urbana del área central de la ciudad.
63Del mismo modo, técnicamente el pac sufrió considerables impugnaciones. Si desde la faz financiera se criticó el proyecto de renovación urbana del área central de la ciudad por sedimentar y agravar la distribución asimétrica de recursos económicos en el tablero urbano, desde una dimensión urbanística también fue objeto de críticas. Desde el Municipio –pese a estar la intendencia a cargo de un hombre del mpn, Jorge Sobisch–, se esbozaron una serie de valoraciones no demasiado halagüeñas que traslucen, por un lado, los resquemores por el lugar secundario asignado a la comuna por parte del gobierno provincial y, por otro lado, por aspectos eminentemente técnicos desarrollados por sus cuadros profesionales. El informe elaborado por la Dirección de Planeamiento Urbano de la Municipalidad de Neuquén da cuenta de las críticas salientes al pac, como del viraje sobre la concepción del destino del área central que comenzaba a imponerse en sectores cada vez mayores de la capital provincial.14 Si la crítica a un proyecto que poseía como objetivo la «rentabilidad económica, financiera e inmobiliaria» (Informe del pac, Dirección de Planeamiento Urbano de Neuquén, 1985, p. 1), en lugar de la constitución de un lugar central de encuentro e intercambio social, bastaba para cuestionar globalmente el pac, la adición de cuestiones como la insuficiencia de espacios verdes y equipamientos colectivos, el acrecentamiento del impacto del automóvil en detrimento de un área con fuerte carácter peatonal, hasta cuestiones de desconocimiento por parte de los autores de la realidad local –expresado en la indicación errónea del aeropuerto de la ciudad a 25 cuadras del centro– creaban un mix difícil de refutar. En tal informe se detecta lúcidamente un problema, que fue agravándose progresivamente, vinculado al uso cada vez más intensivo del automóvil. El porcentaje destinado a usos circulatorios y la implantación de un imponente ctfa eran considerados contrarios a una localización central, pensada epocalmente como reino del peatón, en el contexto de un auge de la peatonalización de áreas, calles y circuitos en innumerables ciudades del país como Buenos Aires, Córdoba y Rosario (Liernur, 2001).
64Búsqueda de rentabilidad económica en detrimento de equipamientos colectivos, falta de incidencia de actores sociales e institucionales fundamentales de la sociedad neuquina, carácter tecnocrático del plan y desconocimiento de la realidad neuquina por expertos ajenos a su problemática, destrucción del carácter peatonal y de las principales construcciones arquitectónicas de valor histórico en una ciudad de fundación reciente fueron algunos de los elementos nodales de una extensa lista en la impugnación generalizada que se hizo de la propuesta del pac. Una cuestión considerada como fundamental fue el pedido, por parte de la oposición, de que participaran los diferentes sectores sociales dado que «el reclamo para participar en la formulación del proyecto obedece a que se trata de definir el futuro del corazón de la ciudad para los próximos cincuenta o cien años, y que por ende el problema afecta a toda la comunidad» (Río Negro, 1985, 7 de agosto, p. 11).
65El cúmulo de cuestionamientos enumerados puede ser pensado como la expresión local de una tendencia internacional de crítica a los presupuestos de la planificación urbana funcionalista, predominante en la época. En un movimiento con innumerables expresiones particulares se señalaba el corte autoritario y tecnocrático de la planificación, sumado a una modalidad de intervención de tabula rasa que significaba, usualmente, la destrucción del patrimonio histórico preexistente para favorecer la apropiación de sectores privilegiados de la ciudad por parte de las fracciones más concentradas del capital (Domínguez Roca, 2005). Tales cuestionamientos sitúan a los conflictos por la apropiación del espacio urbano suscitados por el pac en el proceso de transición enmarcado en las críticas al urbanismo moderno y la transición a una planificación urbana estratégica, flexible y participativa, representada por el caso paradigmático del modelo Barcelona (Borja, 2004).
66Lo cierto es que se fue produciendo un crescendo en los cuestionamientos sobre aspectos cruciales del pac, como asimismo un cierto endurecimiento por parte del gobierno neuquino respecto a posibles modificaciones en aspectos sustanciales del plan de renovación urbana del centro capitalino. El justicialismo neuquino, liderado por Oscar Parrilli, expresaba «su preocupación ante expresiones de dirigentes del Movimiento Popular Neuquino, quienes afirmaron que el pac se llevará a cabo tal cual está planteado, o solo con modificaciones secundarias» (Río Negro, 1985, 8 de agosto, p. 8). La modalidad de procesamiento de las críticas mostraba al gobierno de Felipe Sapag en una situación de escasa receptividad a los cuestionamientos efectuados.
67Como suele suceder en estos casos se produjo una intensificación de la controversia. La situación no hizo más que amplificar los ribetes de conflictividad cuando extraoficialmente trascendió en la opinión pública una reunión secreta mantenida entre funcionarios de primera línea, correspondientes a las altas esferas del gobierno, en la cual se decidió que el Concejo Deliberante neuquino sancionase una ordenanza para adaptar el código de ordenamiento urbano que regulaba el área central de la ciudad a las características del Plan Área Centro. Asimismo, trascendió la decisión de licitar con celeridad, para fines de 1985, la construcción de un supermercado, un cine y un módulo de viviendas, en conjunción con el inicio de una campaña publicitaria de difusión de los beneficios del pac. Evidentemente, las voces irritadas por la «falta de respeto hacia la autonomía municipal y hacia los ediles» (Río Negro, 1985, 8 de agosto, p. 8) no hizo más que empeorar la situación. En una elevación de tono cada vez más pronunciada, la Fundación para el Desarrollo Neuquino (funden), por intermedio de su presidente, Antonio Miglianelli, criticaba con severidad la implementación del pac argumentando que:
Construir dos mil viviendas en el centro de Neuquén es una aberración ecológica y ambiental, atenta contra todo principio de urbanización moderna y sensata, ahondará mucho más la división entre el alto y el bajo y realzará una concepción elitista y privilegiada. (Río Negro, 1985, 8 de noviembre, p. 14)
68Cuestionamientos a los fundamentos centrales del pac, considerado como «aberración ecológica y ambiental», y exhortaciones para una ampliación de la participación ciudadana, por tanto, fueron dos de los elementos preponderantes una vez difundido el pac por parte del gobierno provincial. En una alineación cada vez más pronunciada de diputados provinciales justicialistas y concejales radicales capitalinos se instaba a los sectores representativos de la ciudad a que confluyeran multisectorialmente en torno a la reformulación e incidencia en torno al pac. Partidos políticos, entidades empresariales, comisiones vecinales, sindicatos fueron invitados a participar e intercambiar ideas con el fin de garantizar la participación de la comunidad. Nuevamente, se insistió en el carácter restrictivo del pac indicándose que la intervención de las instituciones representativas de la ciudad «se ha visto frustrada, recayendo la totalidad de la planificación y ejecución del pac en un reducido grupo técnico, compuesto exclusivamente por funcionarios del partido gobernante y ex representantes del gobierno militar» (Río Negro, 1985, 24 de septiembre, p. 8). La preocupación por el pac fue ampliándose a sectores más vastos de la sociedad capitalina incluyéndose comisiones vecinales, el Colegio de Arquitectos, el Centro de Ingenieros y otras organizaciones profesionales e intermedias que pugnaban por intervenir en su delineamiento. Con vehemencia se solicitaba «que de una vez el asunto salga de la vía burocrática y se convierta en una iniciativa discutida y asumida por toda la población» (Río Negro, 1985, 28 de diciembre, p. 7). Por un lado, la impugnación societal y, por el otro, la necesidad de buscar una mayor base consensual del pac por parte del gobierno marcaron el rumbo por el cual desandaron las propuestas de renovación del área central capitalina.
2. 8. Al borde de la piqueta. Demolición y renovación urbana en el complejo ferroviario de la ciudad de Neuquén
69Un asunto que no escapó a la mirada de los diversos grupos que centraron su atención en el destino del espacio ferroviario fue el referido a las edificaciones históricas que contenía el mismo. La suerte de las instalaciones seculares del ferrocarril fue desde el inicio un elemento de aglutinación de los diversos actores urbanos que propugnaban por una reforma del área central capitalina, de acuerdo a criterios que no fueran los regidos por una óptica netamente económica. En un sustrato que nucleaba a conservacionistas, ecologistas, urbanistas y vecinos en general comenzó a esbozarse uno de los pilares de impugnación más fuertes al pac, tal como había sido diseñado por el cfi-copade, como asimismo el esbozo de proposiciones alternativas y divergentes sobre la asignación de usos al espacio central de la ciudad.
70Una cuestión implícita en la operatoria del pac era la necesidad de hacer tabula rasa con las instalaciones y usos preexistentes. Aquí, residía la duplicidad del plan. Si, por un lado, el pac significaba la reconfiguración del área central a través de la construcción de modernas edificaciones; por otro lado, significaba la necesaria demolición de la arquitectura ferroviaria que ocupaba ese tan preciado espacio. Modernización urbana y tentativa de demolición eran, por tanto, parte de una estrategia urbana que buscaba un nuevo centro para Neuquén, un área con servicios complejos y diversificados para una ciudad con una nítida tendencia a la terciarización de su estructura económica y socioocupacional.
71Se ponían en juego, entonces, la arquitectura –¿y la identidad?– fundacional en una ciudad distinguida por su juventud y escasez de edificios históricos. La edilicia ferroviaria capitalina, ciertamente, no poseía especificidad local, su morfología y estructura correspondían al difundido estilo ferroviario de raigambre británica, con un fuerte sesgo utilitario, aunque ello no invalidara la calidad de sus construcciones vernáculas ni su condición estética; máxime si se tiene en cuenta que la novel ciudad capital, con menos de un siglo de historia, no contaba con elementos arquitectónicos e imágenes urbanas que la dotaran de una cierta legibilidad. La estación del ferrocarril (figura 2.5.), las viviendas de sus empleados, el galpón de cargas y el galpón de encomiendas se consignaban como los edificios más significativos del lado este del espacio ferroviario. En el área oeste, se localizaba la arquitectura de trabajo como el galpón de locomotoras, el tanque Monier (figura 2.6.), la mesa giratoria y unos chalets, conformando un área con una imagen arquitectónica ferroviaria, de nitidez e identidad (Mases y Montes Le Fort, 2001,pp. 70-78). Si bien estas edificaciones eran parte de formas tipificadas de arquitectura ferroviaria, difundidas en múltiples colonias ferroviarias inglesas del mundo, ello no invalidó considerarlas como un componente sustancial del patrimonio histórico y arquitectónico neuquino.
72De forma ostensible, se comprendió que la implementación del pac implicaba la demolición del acervo arquitectónico exiguo con que contaba la capital neuquina. Diversos sectores de la comunidad iniciaron una movilización para incidir en los nuevos usos que se pretendían para el espacio central de la ciudad, como un llamamiento para que el proceso de renovación no implicara, como premisa para su ejecución, la demolición del patrimonio edilicio preexistente. Se conformó en esta línea la Comisión en Defensa del Galpón de Máquinas del Ferrocarril.15 Compuesta por sectores sociales de diversas extracciones, incluso del mpn, esta comisión proponía no solo que la edilicia ferroviaria fuera preservada, sino que el espacio intersticial fuese utilizado como el pulmón verde que la ciudad no poseía. Se partía de la presunción de no situar en una relación de antagonismo la renovación urbana con el patrimonio cultural, argumentándose que la destrucción del patrimonio implicaba la eliminación de los soportes materiales de la memoria colectiva y de la identidad de la ciudad.
73Que la edilicia ferroviaria fuera unos de los objetivos de la furia destructiva con que muchas ciudades establecen su crecimiento no era y no es un rasgo de distinción de la ciudad de Neuquén. El acto de demolición, es decir, la destrucción como espacio de posibilidad para la construcción, confirma el carácter típicamente modernizador del pac. Precisamente, los proyectos de renovación urbana constituyen una de las modalidades de mayor visibilidad en las dinámicas de transformación de las ciudades y de la dialéctica entre el cambio y la permanencia en el espacio. Como ha señalado Sato, en el caso de la fiebre destructiva-constructiva en la Europa decimonónica, el siglo xix fue el momento estelar de las demoliciones urbanas cuando se escribía un palimpsesto para borrar las huellas de un pasado insalubre, hacinado y pestilente, que no permitía el despliegue del progreso y sus manifestaciones urbano-arquitectónicas. Los ensanches, los boulevares, los parques urbanos, las cloacas, comenzaron a aparecer con el acto sublime de la demolición: el pasado medieval fue borrado con pico y pala (Sato, 2005, p. 58), en una práctica que Haussmann convirtió en paradigma. En tal sentido, El prefecto del Sena:
Puso por obra su revolución de la imagen de la ciudad con los medios más modestos que imaginarse pueda: palas, picos, palancas y cosas parecidas. ¡Y cuál fue la destrucción que provocaron medios tan limitados! ¡Y como han crecido desde entonces con las grandes ciudades los medios de acomodarlas al suelo! ¡Qué imágenes del porvenir provocan! (Benjamin, 1972, p. 104)
74Reacciones similares ante las transformaciones urbanas de los siglos xix y xx generó en los espectadores de estas mutaciones: horror y asombro fueron sus denominadores comunes. Los postulados del urbanismo moderno continuaron dicha tradición en el nombre de la higiene y la modernización. Le Corbusier funciona, en este sentido, como el epítome de tal posición, cuando menciona la necesidad de hacer mantel blanco en la ciudad, indicando la incompatibilidad entre lo viejo y lo nuevo (Rojas Arias, 2010). El siglo xx intensificó esta tendencia a la fugacidad y contingencia de los productos de la modernidad arquitectónica. Los materiales modernos tendrán, pues, impresos en su constitución su fecha de caducidad. La eternidad y permanencia de los objetos, como mitos arquitectónicos, fueron derribadas por la racionalidad mercantil, lógica en sí esencialmente moderna. El pac, en cierto modo, imbuido en la lógica de la modernización, presuponía un punto cero para la ciudad, una marca de discontinuidad para refundar el centro sobre nuevas bases. La demolición como prerrequisito del progreso fue la consigna propugnada por los publicistas de la modernización del centro. El pasado era una morada fútil para melancólicos y la identidad histórica una aspiración intangible e inalcanzable según esta óptica. Se afirmaba, en tono de sentencia, que:
En verdad, es este otro nuevo síntoma de progreso, en cuyo nombre la ciudad reacomoda sus manzanas, la sociedad diseña su futuro y el hombre que trabaja deposita su esperanza. No hay tiempo para lágrimas ni despedidas. El viejo tren del proyecto comunitario está próximo a partir y no espera […] La decrepitud y el abandono de construcciones y objetos, sumados al efecto de una picota implacable que demolió las casas del personal, en la pintoresca colonia ferroviaria, ofrecen al apurado paseante neuquino un desolador panorama, propicio a la tristeza. (Río Negro, 1985, 12 de septiembre, p. 9)
75El mandato del discurso dominante era realizar un adiós sin lágrimas ni pañuelos agitándose, en la producción de un imaginario que apostaba al tren de la modernización territorial y urbana.
76El pac adicionaba una fuente de tensión y conflictividad suplementaria que no se circunscribía a una cuestión de visiones de la renovación urbana basadas en la rentabilidad económica versus espacios naturales y recreacionales, sino el desafío por integrar en la modernización parcial del centro de la ciudad imágenes y elementos arquitectónicos de una tradición ferroviaria que, si bien no era muy lejana, era considerada con justeza como parte constitutiva de la historia de la ciudad.
2. 9. Del pac al Parque Central. La metamorfosis de un espacio en tensión
77El cariz conflictivo que generó la implementación del pac por parte de múltiples sectores sociales que se oponían a su implementación, al encarnar este un proyecto de racionalidad burocrática, con concentración de funciones y densificación en altura para los sectores acomodados de la ciudad de Neuquén, viraría hacia una proposición verde y recreativa del espacio central capitalino por parte del gobierno provincial. Si bien constituye una zona gris los motivos concretos de la reorientación de las propuestas de renovación urbana del centro, lo cierto es que se incorporaron numerosas sugerencias del movimiento de preservación del patrimonio arquitectónico. Una de las hipótesis de mayor plausibilidad de tal viraje, verificada con exfuncionarios del gobierno de Felipe Sapag, es la consideración política del proceso, apuntando el ejecutivo provincial las diversas demandas ciudadanas respecto a la necesidad de un gran espacio público para la ciudad (R. Labrin, comunicación personal, 25 de junio de 2012).
78La derrota en las elecciones legislativas de 1985 fue visualizada, desde el punto de vista del oficialismo, como un síntoma inequívoco de una escalada de conflictividad que el mpn había encauzado torpemente, mostrando un cariz autoritario que desentonaba con el escenario post dictadura militar. La consecución del grave conflicto con los trabajadores de la uocra, la emergencia de un activo movimiento vecinal y los conflictos con los trabajadores del Estado evidenciaban desajustes en la capacidad del Estado provincial de modular la conflictividad social y encauzar integradamente los reclamos. En este sentido, pensamos que el conflicto suscitado por el pac puede ser enmarcado en las coordenadas de la constitución de una política en la ciudad caracterizada por su dinamismo y la autonomía de los actores colectivos intervinientes, con agenda urbana autónoma. Desde el oficialismo provincial la reconstrucción a posteriori de los sucesos tiende a soslayar las impugnaciones recibidas por el proyecto de renovación urbana originario, enfatizando una continuidad programática, sin fisuras ni contradicciones, hacia el Parque Central. Contrariamente, los resultados arrojados por la presente investigación detectan una reorientación proyectual del destino del espacio central de la ciudad hacia usos recreativos y culturales en detrimento de los mercantiles e inmobiliarios, que constituyeron durante décadas el objetivo primigenio de los diferentes gobiernos provinciales. En tal sentido, en tono de alivio, la prensa indicaba que «al galpón de máquinas y al tanque de agua de la estación del ferrocarril Roca les levantaron la pena de muerte, y sobrevivirán a la furia destructiva de esa cosa que suelen llamar progreso urbanístico» (Revista de calf, 1986, p. 17). La condonación de la sentencia, por el gobierno provincial, marcaba un punto de inflexión en las directrices del pac, evidenciada en la declaración de interés histórico de los principales edificios de la colonia ferroviaria, subrayando:
Que la actual vorágine de crecimiento de la ciudad no debe ser a costa de la destrucción de las obras que significaron sus comienzos. La preservación e incorporación al presente contribuirá al arraigo del medio social aportando pautas orientadoras para la acción de futuras generaciones. (Decreto Provincial 3.177/86, de Declaración de Interés Histórico Provincial del Galpón de Máquinas y el Tanque de Agua del Ferrocarril)
79Ciertamente, la reorientación en los presupuestos proyectuales de la renovación urbana del área central no constituía una modificación meramente semántica.16 El cambio de denominación evidenciaba presupuestos proyectuales diferentes. Si el pac había estado guiado por una lógica tecnoburocrática, inscripta en la racionalidad de los emprendimientos faraónicos típicos de la época, a través de la puesta en marcha de grandes obras y emprendimientos con incrustaciones de grandes torres en el centro de la ciudad, implicando la cristalización de una estructura socioespacial en torno a la colonización residencial del espacio por los sectores de mayores ingresos, el proyecto Parque Central recogía las disidencias e impugnaciones de sectores que procuraron incidir en el destino del corazón de la ciudad y que lograron redefinir sus fundamentos en una zona libre de usos residenciales y mercantiles. El gobernador mismo reconocía una realidad a todas luces evidente al afirmar que «el proyecto del plan área centro sufrió modificaciones surgidas por la participación comunitaria» (Río Negro, 1986, 22 de diciembre), sumado al conocimiento de primera mano de la dinámica intensa en términos de interacción social, goce cultural y recreativo del Central Park de Nueva York, como ejemplo a replicarse en escala reducida en la ciudad de Neuquén.
80El giro en la orientación gubernamental se evidenciaría en la determinación de reestructurar la comisión encargada del pac,17 estableciéndose los canales para favorecer la participación y opinión de diversos sectores sociales y la comuna, reformulándose aspectos relativos a los espacios verdes y la conservación de edificios históricos y especies arbóreas de principios de siglo (Río Negro, 1986, 7 de junio, p. 14), con predominancia de equipamientos colectivos. Con la idea de realizar una ejecución inmediata, que no movilizara grandes recursos económicos y que, fundamentalmente, conciliara las visiones divergentes sobre los usos posibles del área central, se puso en marcha su transformación como gran espacio verde, salvaguardando las edificaciones representativas de la arquitectura ferroviaria como la estación, el galpón de máquinas –reciclado como Museo Gregorio Álvarez–, el tanque de agua y la fosa de giro de las locomotoras, refuncionalizada en anfiteatro.
81Retomando el diagnóstico que visualizaba a Neuquén como una ciudad sin una imagen discernible, el Parque Central buscaba brindar una imagen dotando al centro de líneas de legibilidad nítidas que no se desvanecieran en el caos de un crecimiento urbano pluridireccional. Si, como se ha señalado, las operaciones de renovación del área central fueron el producto de una incubación proyectual de mediana duración, donde primó un tempo técnico, la materialización del proyecto Parque Central se plasmó en un tiempo extremadamente corto, en una suerte de planificación coyuntural a las apuradas, en la cual «el proyecto se fue armando casi simultáneamente a la construcción», en un tempo político marcado por la necesidad de obtener resultados rápidos en un contexto conflictivo y adverso para el mpn.18 En base a una idea genérica que partía de la necesidad de un gran espacio verde para la ciudad, entendido como lugar destinado a paseantes y encuentros interpersonales, se mantuvo la presencia de las edificaciones paradigmáticas del ferrocarril como espacio identitario y de totalización, quedando librada a la casuística de las presiones de los diversos sectores sociales en pugna la determinación de los usos potenciales del parque, con el norte programático de incluir espacios recreativos, deportivos y culturales bajo el manto del verde urbano.
82Como hemos indicado, la gestación de un pulmón verde en el corazón de la ciudad no fue el resultado de un proyecto urbano originario, sino el correlato de la casuística del proceso de transformaciones desatado por el pac. En una ciudad de expansión rápida la cuestión del verde poseía una perentoria actualidad. A diferencia de la gran mayoría de ciudades del país, Neuquén no tenía, hasta ese momento, ningún espacio público y verde de masas que la dotara de cualificación. El Parque del Oeste, luego denominado Parque General San Martín, en Mendoza (1896), el Parque de la Independencia en Rosario (1900), el Parque Camet en Mar de Plata (1903) y el Parque Centenario en Tucumán (1908), entre otros, eran algunos de los múltiples ejemplos de la expansión de este dispositivo urbanístico en el territorio nacional, a partir de fines del siglo xix y principios del xx. En tanto tipología urbana decimonónica, el parque nació como respuesta a la creciente congestión de la ciudad capitalista y como uno de los pilares de las nuevas modalidades de sociabilidad instituidas por la sociedad burguesa, siendo uno de sus principales referentes a nivel mundial el Park Movement norteamericano, con el Central Park de Nueva York y su autor, Frederick Law Olmsted, como el parque público por excelencia en el imaginario urbano (Gorelik, 1998, p. 35). Definido como instrumento de intervención del naciente urbanismo, el parque público combinaba objetivos higiénicos –típicos de los procesos de expansión urbana– con motivos cívicos de los noveles estados nacionales –que buscaban definirlo como institución de igualación social– (Liernur y Aliata, 2004, p. 33). A lo largo del siglo xx, aquella polivalencia de imágenes fue mutando hasta su cristalización, como sentido hegemónico, en la genérica definición de espacio verde, aunque sin perder su densidad semántica.
83La constitución histórica de diversas imágenes y objetivos dados al verde urbano y a los parques públicos fue actualizada en la configuración del proyecto de Parque Central, constatándose la pervivencia de antiguos tópicos y la emergencia de aspectos novedosos. Precisamente, la superposición histórica de imágenes en el verde urbano –en tanto naturaleza reintroducida de la ciudad– marca en Neuquén la prevalencia de la concepción del verde como pulmón, asociado a la recreación, el deporte infantil y a su prístina función civilizatoria y pedagógica (Armus, 1996, p. 10) a través de los usos culturales. La imagen del parque como pulmón urbano, a diferencia de la Buenos Aires de entresiglos, vinculada a cuestiones eugenésicas de recomposición física, individual y social, en Neuquén estuvo asociada a la carencia absoluta de tales dispositivos urbanos y a la necesidad imperiosa de otorgar orden, cualificación y verde a una ciudad caracterizada por su forma caótica y su aridez. Asimismo, si la excentricidad en la disposición de los parques perimetrales de la gran mayoría de las ciudades argentinas se constituyó en una de sus notas distintivas, el caso neuquino marca un contrapunto no solo por su centralidad, sino por su constitución tardía en el concierto de capitales del país. Como hemos indicado, la localización central del parque capitalino no respondió a un plan preestablecido de los poderes públicos, sino que fue el corolario de la correlación de fuerzas sociales que direccionaron en un sentido público y verde el proceso de renovación del área central de la ciudad.
84De las veintiséis hectáreas disponibles originariamente, el Parque Central se inició en un espacio circunscripto de 13 000 m2 en la zona oeste del complejo ferroviario, entre la Avenida Olascoaga y la calle Láinez, dado que esa sería la primera zona entregada por Ferrocarriles Argentinos, manteniendo la empresa el lado este por la ocupación de la estación e instalaciones anexas. La propuesta espacial de zonificación contemplaba un ordenamiento primario dividido en cinco partes integradas, clasificadas en áreas verdes, recreativas, cívica, estacionamiento, deportiva y educativa. En ellas se contemplaba un área verde de dos hectáreas parquizadas con césped y arbolado, con una plaza circular de cuarenta metros de diámetro; la recuperación de edificios históricos, rescatados de la demolición y reciclados arquitectónicamente, como un museo que ocupaba el antiguogalpón de locomotoras, junto al tanque de agua Monier y un anfiteatro, con capacidad total para 350 personas destinado a espectáculos de diversa índole al aire libre, aprovechando el pozo circular que servía para girar en 180° las locomotoras; un área recreativa de una hectárea y media con espacios deportivos, compuestas de planchas asfálticas, con función de playones polideportivos de uso flexible y un gimnasio cubierto con capacidad para 1500 personas; un área cívica y de estacionamiento de casi dos hectáreas; y, por último, un área educativa con tres edificios para una población educativa de 2500 personas. A esta disposición inicial se agregaron, con posterioridad, instalaciones complementarias como una pista de patín, al calor del auge producido por los éxitos deportivos de los patinadores locales Lozano y Sastre y un espejo de agua en el área cívica. Comenzó, asimismo, una puja por obtener espacios y prebendas en esta área estratégica como canchas de tenis, kioscos y emprendimientos comerciales diversos, marcando la tensión y las pugnas por obtener porciones del área de mayor valorización de la ciudad.
85El masivo acto de apertura tuvo, para el gobierno provincial, el sabor de meta cumplida. Con una concurrencia multitudinaria, que contabilizaba una afluencia en el centro de la ciudad sin parangón en su historia,19 y con la inauguración oficial del Museo Gregorio Álvarez y la Sala de Arte Emilio Saraco, fuegos de artificio y espectáculos musicales, significaron la frutilla del postre de un tortuoso proceso de ocupación pública del espacio central de la ciudad. Se distinguía como reconocimiento generalizado:
El beneplácito por la recuperación de esas tierras para transformarlas en un paseo y en un lugar apto para la realización de actividades culturales y deportivas. No faltó quien imaginara el futuro del parque, con profusión de césped y árboles, parejas de adolescentes y adultos disfrutando de los atardeceres y niños jugando. En síntesis, cumpliendo las funciones de ese necesario pulmón verde, como se lo ha dado en llamar, en una ciudad en constante crecimiento. (Río Negro, 1986, 22 de diciembre)
86A fines de diciembre del año 1986, entonces, se inauguró el Parque Central, cristalizándose de ese modo un ciclo de imaginación proyectual para la ciudad. El mismo se transformó en un proyecto que se alejaría de una lógica económica, con prevalencia de la esfera privada y mercantil, para comenzar a cobrar relevancia los equipamientos comunitarios, la utilización y apropiación del espacio público por parte de sectores de condición socioeconómica disímil de la ciudad. Según uno de los artífices del proyecto «la conmoción y el interés que había despertado la obra en la población era una experiencia fantástica» (Martínez Guarino, 1996, p. 19). Efectivamente, tanto para impugnar y cuestionar el pac, como para defender el patrimonio arquitectónico ferroviario y consensuar un apoyo a una variante verde y recreacional de espacio público en el centro neuquino, vastos sectores provenientes de diferentes sectores de la sociedad se entusiasmaron con la proyección e implementación de un espacio que habían pugnado por obtener de acuerdo con características que tenían como horizonte la obtención de espacios colectivos.
2. 10. Algunas consideraciones finales
87El análisis de la tortuosa evolución histórica y proyectual del área central de la ciudad de Neuquén ilustra de modo ejemplar la parábola desarrollada en el tardío siglo xx en lo que respecta a paradigmas urbanísticos, desde un modernismo de tabula rasa hasta aproximaciones del tejido urbano más atentas a las situaciones urbanas preexistentes, evidenciando un creciente interés por la conservación patrimonial y la creación de espacios públicos. Por tanto, el pac –en su empeñosa búsqueda de una forma para la ciudad– marca la dialéctica entre ciudadanía, ciudad y Estado, ejemplificando la constitución de una fórmula de consenso para la ciudad. La emergencia del Parque Central nos ha permitido comprender que las disputas en la ciudad poseen un fuerte componente político y territorial, en una suerte de arena donde se tensan las diferentes fuerzas sociales, en pugna por la obtención de porciones variables del espacio urbano. Estas disputas, típicamente urbanas, indican una cuestión frecuentemente soslayada en la historiografía regional: el rápido proceso de modernización neuquino y las políticas parciales de integración social impulsadas por el hegemónico mpn a partir de la década de 1960 suelen ser visualizadas a través de la tríada educación, salud y vivienda. El pac actualizó una cuestión inmanente de los conflictos urbanos, conceptualizados tempranamente por Lefebvre como el derecho a la ciudad, en el sentido de constituir la integración urbana un aspecto crucial de la integración social. Asimismo, la indagación sobre esta tensión histórica de sectores sociales en el área central ha permitido elucidar algunas de las líneas de fuerza y de los esquemas de poder en la ciudad, contribuyendo a vislumbrar interesantes pistas de análisis sobre las concepciones de ciudad y sociedad imperantes en Neuquén durante la segunda mitad del siglo xx.
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Notes de bas de page
1 Un ejemplo es el poblamiento y explotación frutícola del valle de los ríos Negro, Neuquén y Limay, cuyas obras de irrigación realizadas por la empresa del Ferrocarril del Sud a partir de 1910 transformaron a la región en la zona frutícola más importante del país.
2 Después de la década de 1990 se evidencia un éxodo a la periferia al estilo norteamericano, con una suburbanización de las elites en barrios cerrados, con infraestructuras viales, polos comerciales y de servicios de alto nivel, en lo que ha dado en denominarse gatted communities.
3 Ejemplos: New York, Londres, Tokio, Buenos Aires, Río de Janeiro (Sassen, 1999).
4 En el siglo xix el paradigma de renovación urbana fue el París de Haussmann. En el siglo xx, un caso célebre de transformación urbana lo constituye Brasilia. Tal ejemplo refleja la creación ex novo de la ciudad capital de Brasil bajo el gobierno de Kubitschek y la dirección urbanístico-arquitectónica de Lucio Costa y Oscar Niemeyer.
5 El universo de representaciones urbano «no solo tiene como tema a la ciudad, sino que produce la ciudad, en el doble sentido: que es producido por la ciudad y que la produce» (Gorelik, 1999, p. 210).
6 Tal estudio de arquitectos mantuvo estrechos vínculos con los gobiernos provinciales de la época. Se contabilizan como obras de su autoría, además del pac, el Primer Premio Nacional del Complejo Confluencia, la construcción de la sede del Banco Provincia del Neuquén (bpn) y el estudio del mercado de concentración de la ciudad.
7 En efecto, el pac evitó posiciones extremas como lograr el desarrollo exclusivo de los usos rentables o como un área libre total. Esta posición de equilibrio se mostró insostenible dada la prevalencia de usos rentables en la distribución porcentual del espacio.
8 El programa incluía las áreas de transporte, administración, turismo, cultura y residencias, contemplando «el levantamiento de la playa de maniobras, de la estación terminal de pasajeros y de las viviendas existentes en el sitio», ergo su demolición (Convenio para la realización del Plan Área Centro de Neuquén, 30 de junio de 1978).
9 Estudio de diagnóstico, factibilidad y diseño encargado por el Poder Ejecutivo al prestigioso estudio de arquitectos de Buenos Aires dirigido por Francisco Crespo. El proyecto sería conocido como pac 74.
10 Centro Cívico de Santa Rosa a cargo del Arq. Clorindo Testa. El mismo se transformó en un modelo a emular por diversos distritos del país, entre ellos Neuquén.
11 Los espacios educacionales fueron pensados gravitando internamente en el área, incluyendo la función de educación a nivel preescolar y primario, destinado a los residentes privilegiados del pac.
12 Un indicador plausible para definir el perfil de estructuras burocráticas de carácter técnico es el vinculado a la existencia de unidad o diversidad profesional. En el caso neuquino se constata un perfil vinculado a las ciencias económicas con un cariz de corte tecnocrático. El planeamiento físico, por otro lado, contaba con reducidos especialistas, evidenciados por el escaso número de arquitectos trabajando en el organismo planificador.
13 Este predominio de la lógica sectorial no sería exclusivo del pac sino de toda una modalidad de planificación territorial en la ciudad.
14 Agradezco a la autora del informe, Arq. Cristina Sardá, el acceso al documento.
15 Posteriormente la Comisión se institucionaliza como Fundación de Defensa del Estilo Neuquino, entidad dedicada a la preservación del patrimonio ecológico y arquitectónico de la ciudad.
16 La decisión del nombre Parque Central –oficializada mediante la Ordenanza 3.164/86 (cdn, 1986)– es atribuida al director operativo del proyecto, el arquitecto uruguayo Martínez Guarino y, en algunos casos, al mismo gobernador Sapag. En una clara alusión al célebre Central Park neoyorkino, el nombre causó el deleite irónico de los críticos al gobierno, debido a la inconmensurabilidad de la comparación.
17 El pac tenía una Comisión Provincial de Administración y Desarrollo, compuesta por representantes del Ministerio de Economía y Obras Públicas, copade, representantes provinciales ante la Secretaría de Nacional Transporte y Ferrocarriles Argentinos y un miembro representando al cfi, invitando a participar a un miembro de la Municipalidad de Neuquén (Río Negro, 1985, 27 de julio, p. 8).
18 Según Martínez Guarino, director provincial de Arquitectura, el operativo se ejecutó en un lapso temporal menor a un semestre, inaugurándose el Parque Central antes del fin de 1986 (Martínez Guarino, 1996, p. 19).
19 La prensa estimaba una concurrencia a la inauguración oficial de 30 000 personas, marcando un número sin precedentes en la historia provincial. (Río Negro, 1986, 22 de diciembre).
Auteur
Universidad Nacional del Comahue, Argentina.
Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Neuquén, Argentina.
Es profesor y licenciado en Historia por la Universidad Nacional del Comahue. Es docente del Área de Historia Económica de la Facultad de Economía y Administración de la Universidad Nacional del Comahue. Es director general de Patrimonio Cultural Inmaterial, dependiente de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Neuquén.
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