Capítulo 9.
Anahí Lazzaroni y la geografía de una ciudad
p. 119-126
Texte intégral
I
1Anahí Lazzaroni indaga, en sus obras, sobre el tema de la autoría en Patagonia desde varios ángulos: desde lo poético, lo político y lo cultural. La autora de El viento sopla (2011) nació en La Plata en 1957. Ha publicado siete obras poéticas y una obra en prosa. Codirigió la revista Aldea y colabora en diarios y publicaciones del país y del extranjero.
2El viento sopla está conformada por un conjunto de textos breves que traza un imaginario de la ciudad de Ushuaia, relacionado intertextualmente con otras representaciones históricas y literarias del espacio que se revisitan. Dichas representaciones constituyen una forma de ver la Patagonia. En palabras de Arthur Schopenhauer, el hombre conoce al mundo a partir de lo que vive, de lo que percibe a través de sus sentidos:
No hay otra verdad más cierta, más independiente ni que necesite menos pruebas que la de que todo lo que puede ser conocido, es decir, el universo entero, no es objeto más que para un sujeto, percepción del que percibe; en una palabra: representación. (1819/2000, p. 49)
3A partir de esta perspectiva, podríamos decir que nuestra lectura sobre la obra de Anahí Lazzaroni se sitúa en dos representaciones, que recupera la poeta, sobre el lugar: una gira en torno a la mirada local y localizada, mientras la otra guarda relaciones con una visión foránea del espacio. Esta última perspectiva integra el enfoque de mundo de los no- patagónicos (haciendo hincapié, principalmente, en la concepción bonaerense como centro de definición del canon argentino) y el europeo del xix, que ha persistido por siglos, donde la Patagonia es representada como «un cuerpo mudo colonizado por el discurso del poder » (Mellado, 2015, p. 166), «una región inmensa, solitaria y uniforme, con paisajes desmesurados y hombres empequeñecidos que resisten estoicamente el despliegue de las fuerzas telúricas» (Mellado, 2010, p. 14). Este tipo de descripciones sirven para minimizar y negar el carácter social o histórico de su literatura.
II
4En la poesía de Anahí Lazzaroni se integran las perspectivas anteriormente mencionadas creando un imaginario regional complejo. De esta manera, Ushuaia aparece representada como una ciudad en permanente cambio; por un lado, la ciudad se ve modificada materialmente pero, por otro, persiste un modelo fantasmático de un paraje de ensueño: «En la ciudad los hoteles brotan como hongos» (p. 23), «Tintas antiguas para describir la ciudad/campos de nieve y falsas arenas movedizas/Fotografía de pobladores y viajeros muertos» (p. 19). El lugar, sin embargo, no adquiere existencia real, es «la misma ciudad que pudo haber soñado un loco» (p. 45). Anahí Lazzaroni describe una ciudad vacía y vaciada, poniendo en juego la antítesis de dos perspectivas del espacio: «Sur tan inmenso, sur tan vacío», «Un gran silencio se escucha detrás de un gran ruido» (p. 45). Este recurso pone de manifiesto la mentalidad fundadora en relación con el diseño colonial del espacio fueguino, percibido como un espacio que hay que llenar, una hoja en blanco desde una perspectiva etnocéntrica que solo ofrece la grafía de lo semejante.
5La ciudad puede ser entendida no solo como un espacio urbano, geográficamente enmarcado y limitado, sino también como un escenario del lenguaje, dice Anahí Lazzaroni: «Mirar una cosa y pensar en otra,/quizás en eso consista la escritura/o el poema que comienza a escribirse» (p. 28). La ciudad representa un espacio que integra distintas perspectivas del lugar. Se puede afirmar que
El imaginario urbano constituye una dimensión por medio de la cual los distintos habitantes de una ciudad representan, significan y dan sentido a sus distintas prácticas cotidianas en el acto de habitar; constituye una dimensión en la que establecen distintas identidades pero, también, se reconocen diferencias. (Nieto, 2007, p. 8)
6El libro se encuentra dividido en ocho apartados, cada uno de los cuales posee un epígrafe de la obra Las ciudades invisibles de Italo Calvino, que nos introduce a la temática de análisis. Este autor sostiene que su libro es un
Último poema de amor a las ciudades, cuando es cada vez más difícil vivirlas como ciudades. Tal vez estamos acercándonos a un momento de crisis de la vida urbana y Las ciudades invisibles son un sueño que nace del corazón de las ciudades invivibles. Se habla hoy con la misma insistencia tanto de la destrucción del entorno natural como de la fragilidad de los grandes sistemas tecnológicos que pueden producir perjuicios en cadena, paralizando metrópolis enteras. La crisis de la ciudad demasiado grande es la otra cara de la crisis de la naturaleza. La imagen de la «megalópolis», la ciudad continua, uniforme, que va cubriendo el mundo, domina también mi libro. (1998, p. 6)
7Lazzaroni recupera esa misma voz desde la Patagonia, examina el imaginario espacial de la ciudad que la poesía elabora discursivamente y que se halla estrechamente ligado con proyectos políticos y económicos imperiales que históricamente lo validaron. En este caso, Ushuaia nace desde el nomadismo hasta las corrientes inmigratorias: «a la ciudad llegan barcos en verano/que hacen oír sirenas tristes y roncas como la eternidad./Viajeros que esperan estar en el fin del mundo para poder contarlo en otros países» (p. 15). El poema retrotrae al paraíso perdido, donde los individuos buscan refugio en el lugar para no ser reconocidos, pero también intentan buscar recursos comercialmente explotables: «Los rumores son confusos:/¿quién es quién en esta ciudad de memorias delgadas?/Casi todos llegan con sus maletas hundidas y sus máscaras./Forasteros siempre, forasteros varados./Fugitivos quietos soñando con fiebres desconocidas y denarios de plata» (p. 20); «Monedas del oro que nunca estuvo aquí» (p. 19); «Viajeros que regresan/en busca de:/la juventud perdida,/amores imposibles/recuerdos escurridizos» (p. 15). Este espacio logra convertirse en un encuentro de voces que Anahí Lazzaroni integra como distintas miradas hacia el territorio: de los que, estando lejos de la región, escriben por ausencia o por nostalgia, hasta aquellos que, desde adentro del espacio patagónico, sienten que los rodea una geografía extraña.
8En el libro podemos evidenciar la descripción de dos miradas distintas sobre la ciudad patagónica. Por un lado, se recuperan y resignifican imágenes del discurso foráneo y las prácticas imperiales de apropiación del espacio y, por otro lado, se retoman imágenes construidas desde una perspectiva regional situada, que describe el espacio desde sus experiencias diarias, sobre la base de parámetros locales y nacionales. Desde esta última posición, la ciudad es un lugar de paso, un lugar de historias escuchadas y narradas, que se construye, destruye y reconstruye a partir de la propia experiencia, pero en donde, a pesar de sus cambios, el viento sopla. En esta obra, la autora realiza una descripción del pasado, de las casas antiguas y los jardines abandonados. De este modo, la Patagonia es una añoranza a lo extraviado (omitido), donde lo local se ha perdido en una ciudad que todo lo consume: «Algunos días los estertores de la ciudad/no nos dejan escuchar otros sonidos/ni ver nubes ni pájaros volando lejos» (p. 30); «Los pájaros vuelan otra vez sobre la ciudad helada/los meses y las semanas pasan veloces y crueles» (p. 40). En el poema «Far South», la negación reafirma y hace resurgir los elementos que se perdieron del pasado, contraponiéndolos al presente: «Antes el viento soplaba nada más que en primavera […] Los cerros no estaban poblados» (p. 33).
9La ciudad es como un gran libro en construcción donde la poeta logra que los lectores perciban al lugar como una ciudad amurallada, difícil de penetrar para aquellos que intentan atravesarla. Es recubierta y protegida por la naturaleza, «bordeada por un mar gris y murallas de piedra» (p. 9). Al igual que Italo Calvino, en Las ciudades invisibles, la poeta nos introduce a la mirada interior del lugar. Dice Anahí Lazzaroni, en un modo casi imperativo: «alguien debería dibujar de un modo impecable/El mapa de una ciudad loca» en la que, en su interior, se encuentran «con gentes de poco hablar/navegando sus propios océanos» (p. 9). Se obtiene así una imagen de la urbe a partir de los comportamientos de quienes la habitan, sueñan y navegan sus propios rumbos, pero también quienes callan, y es ese silencio otra muralla que hay que atravesar. Al respecto, Néstor García Canclini sostiene que «el imaginario no solo es representación simbólica de lo que ocurre, sino también el lugar de elaboración de insatisfacciones, deseos, búsqueda de comunicación con los otros» (2007, p. 93).
10El poema «Del otro lado» rememora las historias que surgen en la ciudad dividiéndola en dos planos, de un lado, se cuentan los sucesos trágicos que marcan la ciudad: «La mujer que encontraron muerta en la playa era joven./El martes y miércoles cayeron meteoritos detrás del glaciar/Los pobladores dijeron que llevaban una cola de fuego azul» (p. 11)
11Del otro lado, la oscuridad completa entreteje la soledad y el silencio. La visión de la ciudad se contrapone, así, al anterior, donde todo sucede: «Del otro lado de la ciudad hubo grandes estruendos./Un pájaro castaño cruzó un cielo de nubes oscuras./Por esta calle no anda ni un alma. Y eso que es viernes» (p. 11).
12Desde el otro lado, la percepción de los primitivos habitantes de la Patagonia permite reconstruir otro polo de este imaginario y esta tradición que existe y nos trae indicios de una posible mirada patagónica, construida sobre la riqueza de la ambigüedad y la pluralidad de las culturas. Estas imágenes demuestran que hay diferentes maneras de describir el espacio, de acuerdo con el lugar desde donde se lo observa.
13El espacio recortado y la multiplicidad de voces que abren al diálogo invitan a la figura del lector a completar los relatos e historias que se construyen desde distintos lugares en una misma región. En el texto de Anahí Lazzaroni, la voz no solo se relata sino que también escucha las historias que se crean a partir de los hechos percibidos: «los pobladores dijeron que llevaban una cola de fuego azul» (p. 11). Las palabras de otros construyen historias a partir de los hechos principales, es decir, se deja atravesar por otros modos de decir, dando lugar a indicios de voces menores que construyen una historia de hechos semanal.
14El poema «Apuntes de una ciudad en ruinas» utiliza esta misma metodología, es la mirada de una poeta que recupera las historias menores de una ciudad donde «esta vez los finos ecos de la ciudad no son del viento» (p. 12) sino de la gente que la habita y que «autoriza exclamaciones o teorías» sobre un invierno que llega a su fin. Anahí Lazzaroni nos abre una escena de imágenes donde podemos contemplar la ciudad en ruinas: «reverbera en las calles la malicia por un casamiento inesperado./Un grupo de mujeres limpia las casas de fantasmas,/no conocemos sus nombres». Mientras todo pasa, «alguien anota estas palabras, continúa la luz prendida/en la casa de enfrente» (p. 12) .El uso del pronombre indefinido alude indirectamente a la propia poeta, que tiene como tarea recuperar microhistorias vividas en la ciudad, es decir, recuperar la oralidad en la poesía es también habitarla de memoria frente al imaginario del vacío. Anahí Lazzaroni parece contarnos de sí y contarnos el mundo que ve o desearía ver. Al respecto, Juan Carlos Moisés sostiene que estas imágenes poéticas «no necesariamente serán trasladadas de manera literal […].Pero aquellas imágenes serán y seguirán siendo el sustento de su poesía» (2004, p. 9).
15En el poema «Apostilla» se utiliza como recurso la pregunta retórica, donde se describe a una ciudad contemporánea, «complicada como pocas, aturdida y casi sin remedio» (p. 20), ese espacio de la muerte que ha ido generando la modernidad capitalista del siglo xx. La ciudad reaparece como metáfora de la civilidad, como problema no resuelto, como promesa de emancipación.
16Italo Calvino sostiene que un aspecto de la ciudad no es más verdadero que otro. La ciudad descripta desde una mirada europea no es más que otra manera de ver lo que lo circunda. Cada individuo tiene una presentación de lo que lo rodea, no por ello única, no por ello verdadera.
17«Un día como otros» refleja la nostalgia por el pasado: «dice que están por demoler la casa de enfrente,/la de chapas de color verde agua/con el jardín tan descuidado que parece abandonado» (p. 23), para construir un hotel. La evolución de la ciudad culmina en la desaparición de lo local mientras que el viento, como lo auténtico, resiste a los cambios: «¿y el viento? el viento sopla» afirma Anahí Lazzaroni. La muerte y la resistencia aparecen como dos tópicos que representan la ciudad de Ushuaia. En ella, lo local intenta permanecer frente a los intentos reformistas que se pretenden llevar a cabo.
18A diferencia del poema «Un día como otros», en «La ciudad y el poema» ya no llueve, y es que ya se lo han llevado todo, «observás cómo enseña a hacer tempura/una cocinera japonesa en un documental» (p. 28), a modo de resignación y bronca, «al mejor estilo de un buen ladrón de gallinero» dice Anahí Lazzaroni, de aquel que se apropia de lo ajeno pero sin críticas porque «eso pasó/como pasa todo y nadie lo recuerda» (p. 28). La mirada subjetiva de la poeta transforma la realidad, critica la manera en la que se apropian culturalmente del espacio patagónico para imponer una nueva visión. Así, Anahí Lazzaroni sostiene que la poesía patagónica se basa en «mirar una cosa y pensar en otra/quizás en eso consista la escritura/o el poema que comienza a escribirse» (p. 28).
19En el sexto apartado del libro de Anahí Lazzaroni se cita a Italo Calvino, quien dice:
la ciudad es una para el que pasa sin entrar, y otra para el que está preso en ella y no sale; una es la ciudad a la que se llega la primera vez; otra la que se deja para no volver. (p. 37)
20Las imágenes que devuelve a la memoria son dos perspectivas antagónicas respecto del territorio, superficiales en algunos casos y minuciosas en otros, pero siempre diferentes.
21«La ciudad en caos» (p. 39) es un poema que presenta una perspectiva diferente en cuanto a la naturaleza, en este caso, la lluvia puede apaciguar el clima que trae aparejado la ciudad: «El día está gris y puede llover». Sin embargo, la falta de certeza y duda que genera el uso de la modalidad deóntica provoca el cuestionamiento de una posible respuesta ante los hechos: «la ciudad cae y cae/A la noche golpes de puño./Asaltos en plena mañana […] Bosques poblados/Forasteros/Calles/Autos/Un denso griterío por todo y por si acaso».
22En «La ciudad siempre la ciudad» (p. 40), la urbe parece detenerse en el tiempo, ha perdido su intensidad, su encanto, mientras «los meses y las semanas pasan veloces y crueles». Es por ello que Anahí Lazzaroni se pregunta «¿Hubo gloria antes de la decadencia?/¿Las aguas son las mismas aguas?». Una ciudad en ruinas, en decadencia, donde «todos los santos días se escribe una historia de miseria y vodevil».
23En el poema titulado «El riesgo», Anahí Lazzaroni describe el paisaje deteriorado: «Incendios en el bosque/Incendios en el bosque. Que desde el cielo caigan mares,/ mares de agua para aplacar la furia» (p. 41). La poeta realiza una síntesis de la historia patagónica desde una perspectiva interna, local, recordando así a los misioneros y los extranjeros que vinieron a poblar (civilizar) el territorio y se fueron dejando un paisaje deteriorado. Para sintetizar, podemos decir que el espacio patagónico fue caracterizado de manera homogénea a partir de un discurso foráneo relacionado con prácticas imperiales de apropiación del espacio, donde se pone en relieve la «ignorancia intencional» (Blengino, 2005, p. 19) que le permitía a los colonizadores «diseñar un nuevo mapa con un nuevo léxico que corresponde a los deseos y a los intereses de la corona y a las propias convivencias personales» (p. 19). Desde esta perspectiva, se aniquilan las culturas desarrolladas en el territorio sin valorarlas, para fundar una nueva Europa, tal como lo presenta Anahí Lazzaroni en «La ciudad (fotografía)»: «Ángeles mutilados se ocultan/en la ciudad que fue destruida/y poblada/por fugitivos sin rostros/que llegan una y otra vez» (p. 10), pero con un objetivo claro, dice la poeta, ya que «quienes permanecen, llegan o parten/son la misma persona, desean lo mismo:/suave dinero,/la fuga,/y un lugar helado que no es/ningún lugar». Mientras que «lo que no permanece está aquí:/en las calles del polvo,/en las calles de nadie». El poema juega con la antinomia presencia y ausencia. Lo que permanece no es más que lo fugaz: lo material o el refugio de sus problemas, mientras que lo que no permanece es lo duradero, lo que siempre estuvo allí, volviéndose intangible: «calles del polvo,/en las calles de nadie».
III
24El viento sopla sintetiza la forma en que cada uno construye su modo de ver a la ciudad a partir de la posición que adopta respecto de lo que encuentra. Es decir, la concepción de mundo que tiene cada individuo es producto de la cultura en que se ha engendrado y, de allí, que su forma de percibir la realidad sea diferente de una cultura a otra.
25La poesía de Anahí Lazzaroni recupera, de esta manera, la visión foránea del viajero que se asienta en la tierra patagónica pero desde adentro, así, observará: «bosques poblados/calles/autos/un denso griterío por todo y por si acaso» (p. 39). En oposición a la mirada desde afuera, de la tradición literaria que la ha descripto como un forastero que sueña con «fiebres desconocidas y denarios de plata» (p. 20), en busca de «Monedas de oro que nunca estuvo aquí» (p. 19), e incluso con «la juventud perdida/amores imposibles, recuerdos escurridizos» (p. 15). En otras palabras, desde estas perspectivas se borra y reproduce las huellas de la tradición decimonónica de la literatura de viaje, intentando, en el proceso, imprimir sus propias marcas, en otras palabras, es un palimpsesto.
26Ushuaia es, al igual que la Patagonia, un lugar de encuentro de voces y miradas distintas, de utopías.
27La ciudad de Ushuaia en la obra de Anahí Lazzaroni se construye como un lugar fantasmático, de paso, «arrasada por el saqueo y la desmemoria» (p. 27), donde la naturaleza persiste a través de la lluvia y el viento constante. Las distintas perspectivas desde las cuales se observa ese territorio nos permiten pensar y repensar cómo se construye el lugar: a través de los deseos de foráneos que buscan el paraíso perdido, de las microhistorias de las personas que habitan el lugar y de quien todavía desea mantener un contacto permanente con la naturaleza.
Bibliographie
Blengino, V. (2005). La zanja de la Patagonia. Los nuevos conquistadores: militares, científicos, sacerdotes y escritores. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Calvino, I. (1998). Las ciudades invisibles. Madrid: Siruela.
García Canclini, N. (2007). Diálogo con Néstor García Canclini ¿Qué son los imaginarios y cómo actúan en la ciudad? Revista eure, 23, pp. 89-99.
Lazzaroni, A. (2011). El viento sopla. Buenos Aires: El Suri Porfiado.
Mellado, L. (2010). La Patagonia y su literatura: Unidad y diversidad multiforme. Comodoro Rivadavia: Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.
Mellado, L. (2015). Cartografías literarias de la Patagonia en la narrativa argentina de los noventa. Rawson: Secretaría de Cultura Provincia del Chubut.
Moisés, J. C. (2004). Escribir en la Patagonia. Revista El Camarote, junio-julio.
Nieto, R. (2007). Lo imaginario como articulador de los órdenes laboral y urbano. Revista Alteridades,15, pp. 121-129.
Schopenhauer, A. (1819/2000). El mundo como voluntad y representación. México: Porrúa.
Auteur
Docente e investigadora en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Profesora y licenciada en Letras (UNPSJB). Ha participado como expositora en congresos nacionales e internacionales. Ha publicado artículos en ediciones conjuntas y revistas universitarias. Publicó el libro Geografía poética de la Patagonia fueguina. Una aproximación a la obra de Anahí Lazzaroni (2014). Integra el Grupo de Investigación de Culturas, Literaturas y Comunicación del Sur (GICLCS) y el proyecto «Cartografías culturales y literarias de la Patagonia y América Latina». Se desempeña como docente en el nivel medio y en la cátedra de Literatura Patagónica de la carrera de Letras. Ha recibido una beca de la Red Temática «Cambio Transnacional, desigualdad social, intercambio intercultural y manifestaciones estéticas: el ejemplo de la Patagonia», para realizar una estancia de investigación en la Friedrich-Schiller-Universität, Jena, Alemania (2015).
Le texte seul est utilisable sous licence Creative Commons - Attribution - Pas d'Utilisation Commerciale - Pas de Modification 4.0 International - CC BY-NC-ND 4.0. Les autres éléments (illustrations, fichiers annexes importés) sont « Tous droits réservés », sauf mention contraire.
Memorias en lucha
Recuerdos y silencios en el contexto de subordinación y alteridad
Ana Ramos, Carolina Crespo et María Alma Tozzini (dir.)
2016
Contribuciones a la Didáctica de la Lengua y la Literatura
La investigación desde el interaccionismo sociodiscursivo
Dora Riestra (dir.)
2016
Lotes sin dueño
Derecho de propiedad y abandono como problema urbano
Jorge Paolinelli, Tomás Guevara, Guillermo Oglietti et al.
2017
Migraciones en la Patagonia
Subjetividades, diversidad y territorialización
Ana Inés Barelli et Patricia Dreidemie (dir.)
2015
Araucanía-Norpatagonia
Discursos y representaciones de la materialidad
María Andrea Nicoletti, Paula Núñez et Andrés Núñez (dir.)
2016
Impuesto a los bienes urbanos ociosos
Una herramienta tributaria contra la especulación inmobiliaria y al servicio de la planificación
Jorge Paolinelli, Tomás Guevara et Guillermo Oglietti
2014
Cómo lograr el Estado de bienestar en el siglo XXI
Pensamiento económico, desarrollo sustentable y economía mundial (1950-2014)
Roberto Kozulj
2017