Capítulo 6. La apercepción en la percepción del hablaa
p. 65-75
Texte intégral
1§ 35. Es conocida la expresión francesa «tener la mente sucia». Se aplica a alguien que comprende todo lo que oye con un sentido «indecente». En general, comprendemos o no comprendemos todo lo que nos dicen y si lo comprendemos, lo hacemos solamente según cierto sentido muy preciso, según la manera en que nuestra mente «está orientada», en una dirección o en otra. Si se transpone esta observación al lenguaje científico, se puede decir que nuestra percepción y nuestra comprensión del habla del otro (como toda percepción) son aperceptivas: si bien están muy determinadas por una estimulación verbal externa, nuestra experiencia pasada, interna y externa, las determina aún más, en definitiva, es el contenido del psiquismo de quien percibe en el momento de la percepción en sí misma. Este contenido del psiquismo constituye la «masa aperceptiva»b de un individuo dado, por cuyo intermedio este asimila una estimulación externa.
2§ 36. La masa aperceptiva, que determina nuestra percepción, incluye elementos constantes y estables, que en nosotros se forman con las influencias constantes y repetitivas de nuestro propio medio (ambiente) circundante (o de nuestros medios) y con elementos transitorios, que aparecen en las condiciones, variables cada vez, en un momento dado. Por supuesto, los fundamentales son los primeros (constantes), ya que los segundos (transitorios) aparecen sobre el fondo de los primeros, modificándolos y volviéndolos más complejos. La parte constitutiva de estos elementos primeros se forma antes que nada, por supuesto, con elementos verbales, es decir, simplemente por el conocimiento de una lengua (jazyk) dada y por el manejo de sus diversos estereotipos (šablony)c.
3Más adelante haré algunas reflexiones sobre la significación de los elementos extraverbales de la masa aperceptiva en el momento de percibir el habla.
4§ 37. Todo el mundo conoce el juego que consiste en escribir palabras incompletas, colocando guiones que representan algunas de sus letras, los cuales deben reemplazarse luego con las letras faltantes para reconstituir la palabra entera. Con frecuencia es posible elegir distintas letras para un mismo lugar, pero el jugador no pone sus letras al azar, lo hace, por supuesto, revelando el contenido de su masa aperceptiva. En la palabra «du-a», se puede poner «r», «s», «m» o «g»d, y en cada caso, la sustitución por una u otra estará determinada por el elemento aperceptivo, sea este constante o transitorio. Con frecuencia se ha «observado», y esto es fundamentalmente exacto, que la palabra «pod-o-nyj», será interpretada por un marino como «podvodnyj» [submarino], por un médico como «podkožnyj» [subcutáneo], o por miembros de otras profesiones como «podzornyj» [de catalejo], «podrobnyj» [detallado], «poddonnyj» [con doble fondo], «podložnyj» [falso], etcétera.
5Las diferentes abreviaturas son también un buen ejemplo del fenómeno de apercepción en la percepción del habla. Para descifrar las iniciales de un nombre y de un apellido (A. M. Ivanov), se leerá «Anatolij Matveevič» o bien «Alexandre Mixailovič» en función del contenido de nuestra masa aperceptiva. Esta posibilidad de descifrar abreviaturas de diferentes maneras se ha usado ampliamente para fines cómicos tanto actualmente como en otras épocas. En un vodevil de Labichee, una pareja sale rumbo a su casa de campo en la localidad de «Chevreuse» y hace sus visitas de despedida; la mujer escribe en sus tarjetas de visita «p. p. c.» («pour prendre congé», en francés, «para despedirse»). Sin embargo, su marido que no está acostumbrado a las sutilezas de los usos mundanos, interpreta «p. p. c.» como «partiendo para Chevreuse» y defiende su interpretación hasta que su mujer termina por convencerlo de que, si hubieran ido a Versailles, debería haber escrito «p. p. v.». El marido termina por convencerse solamente cuando se le muestra que en el último caso, se podía interpretar v no solo como «Versailles» sino también como «Ville-d’Avray» o como «Venecia». Se encuentra la misma decodificación de abreviaturas en el «juego del secretario», en el que se intercambian textos constituidos solamente por iniciales. Si se logra completar lo que falta, se debe a determinada similitud de las masas aperceptivas de los dos jugadores, o a la estereotipia del tema del enunciado. En este fenómeno se basan las abreviaturas de los anuncios en los diarios: la estereotipia del tema del enunciado es un ejemplo en el que se manifiesta la influencia de la masa aperceptiva.
6Todos estos casos de abreviaturas y de omisiones de letras no son simples curiosidades. En efecto, en la percepción normal de las palabras del habla, tampoco percibimos todos los elementos de la palabra, sino solamente algunos de ellos, completando el resto con una «conjetura» que se basa en la asimilación de la masa aperceptiva, determinada directamente por la seguidilla verbal que antecede a la percepción de una palabra dada.
7§ 38. Veamos ahora algunos ejemplos que ilustran la tesis según la cual, con frecuencia, percibimos y comprendemos el habla del otro de manera incorrecta en función de las ideas, de las emociones y de los deseos que, por diferentes razones, predominan en nuestro psiquismo en un momento dado (de manera expresa o disimulada por la conciencia).
8Ejemplo 1: Trabajaba en Petrogrado; en una ocasión, como me había enfermado, me quedé en casa de mis parientes en Peterhof, donde recibía periódicamente «raciones» preparadas en mi lugar de trabajof. Una vez, entre las provisiones vi un paquetito suave al tacto. Inmediatamente pensé que era manteca, que no me enviaban desde hacía mucho tiempo, y le pregunté qué era a la persona que me lo había traído. Me respondió que era «foršmak»g, pero literalmente yo no oí esa respuesta y solamente después, al abrir el paquete y ver que era «foršmak», me volvió a la memoria que me habían contestado justamente con esa palabra.
9Aquí, la idea de la manteca, que apareció espontáneamente, había determinado mi no-recepción o, más bien, mi no-conciencia de esa estimulación verbal.
10Ejemplo 2: Mi compañero de departamento vuelve de trabajar con mucha hambre. Cocina unas papas y se las lleva a su cuarto. Le pregunto si puedo todavía cocinar unas papas (es decir, si la sartén todavía está caliente), pero me responde: «No», «interpretando por anticipado», a partir del comienzo de la frase «¿puedo?», que le estoy pidiendo que me de unas papas. Ahora bien, la sartén todavía estaba caliente.
11En este caso, el hambre fue el factor decisivo que motivó el error de percepción.
12Ejemplo 3: Por la plaza San Isaach pasa una unidad militar. Se oye la orden «na meste!» (Cuando lo ordene, ¡firmes!) Uno de los adolescentes que se encontraban en la vereda le pregunta sorprendido a otro: «¿Maestro?».
13Esta percepción errónea se explica, por un lado, por el hecho de que el joven conocía mal esta orden militar «na meste!», y por otro, por el uso difundido de la palabra «maestro» que este adolescente probablemente había aprendido en el cine, donde la palabra es usada por los cantantes satíricos cuando se dirigen al director «de orquesta» o bien a «la acompañante» en el piano, en el momento en que pasan de la parte hablada de su número a la parte cantada.
14Ejemplo 4: Recorro las librerías buscando un libro sobre la historia de Serbia. Finalmente, en un mostrador, encuentro un libro en cuya tapa leo «Historia de Serbia». Tomo el libro y me dirijo al vendedor, pero mientras voy caminando, me percato de que se trata de hecho de la «Historia de Siberia».
15Ejemplo 5: En este último tiempo tuve que estudiar el mapa de la península balcánica para buscar los rastros de la población albanesa en lugares en los que hoy ya no hay más albaneses. Durante todo este tiempo, tenía en la memoria un grupo de palabras albanesas que se encuentran con frecuencia en los topónimos en Albania. Con mi mente orientada con esos nombres, constantemente leía de modo incorrecto, por ejemplo, en lugar de «Bodrovo», leía «Kodrovo» (de la palabra albanesa «kodre», colina), etcétera.
16Ejemplo 6: «Sus celos (se trata de Levin)… ya habían llegado muy lejos. Ahora, al escuchar sus palabras, las comprendía ya a su modo… Todo el sentido de las palabras de Kitty, ahora, era interpretado por Levin como…» (Ana Karénina, II, p. 180).i
17Ejemplo 7: «Es el final, dijo el médico. Y el rostro del médico estaba tan serio al decirlo que Levin comprendió “Es el final” en el sentido de morir» (ib., p. 360). En este caso, la comprensión de la frase «Es el final» está condicionada no solo por la expresión del rostro del médico1, sino también por el gran temor que sentía Levin por un mal «final» probable.
18Ejemplo 8: Mientras leía estos mismos ejemplos y otros más a mi amigo x, el ejemplo anterior se encontraba entre los últimos. Mi amigo interpretó la expresión inicial «Es el final» como «la enumeración de los ejemplos ha terminado», aun cuando la entonación de mi voz no lo permitiera en absoluto. Esta manera de comprender la expresión «Es el final» se explica por el hecho de que x solo esperaba una cosa, que los ejemplos «se terminaran» porque se aburría escuchándolos.
19§ 39. Si pensamos «en otra cosa», percibimos y comprendemos mal lo que se nos dice, pero también sucede que es común no percibir (o que no se «oiga») absolutamente nada. Por lo tanto, la presencia de una estimulación verbal no es suficiente para lo que se denomina la percepción y la comprensión del habla. Debemos pensar en la «misma cosa» que lo que nos están diciendo: tenemos como mínimo que tomar una posición neutra con respecto al enunciado percibido.
20La semilla de estimulación verbal externa debe caer en un terreno preparado, solamente en ese caso va a poder germinar. Las palabras y las expresiones ampliamente difundidas en nuestra habla, como las diferentes maneras que usamos para iniciar una conversación («Perdón, podría decirme…», «Ivan Petrovič…», etcétera) juegan aquí el papel de señal para avisar que está comenzando un enunciado, están preparando el «terreno». Se sabe que es difícil comprender a un interlocutor cuando cambia bruscamente de tema de conversación, o bien a un orador cuando comienza a hablar fuera de su tema. En ese caso, se lo interrumpe con exclamaciones como «Pero ¿qué le pasa?», «No entiendo de qué habla», etcétera. En esos casos, el interlocutor debe dar una señal complementaria tal como «De hecho, quiero hablar de otra cosa».
21Cuando son inapropiados, los títulos de los artículos, que son tipos de señales que dirigen nuestra percepción de la secuencia en cierta dirección, hacen que la percepción sea difícil. Tuve la oportunidad de observar casos muy curiosos de percepción imprevista de un relato (en una revista escolar) que su autor había titulado «El hurón y Kalínych» «para bromear»j cuando en realidad ese relato no tenía nada en común con el de Turguéniev. Se pueden observar casos curiosos de comprensión del habla del otro en conciertos que no corresponden al programa y en los que no se ha avisado a los espectadores sobre esos cambios. Sucede que los espectadores tardan cierto tiempo antes de darse cuenta de que «no es esto» y que anteriormente habían percibido la música en función de un programa incorrecto.
22Se encuentran casos de total no-comprensión y no-percepción en el transcurso de la lectura cuando, desviados por una idea adventicia, seguimos «leyendo», es decir, recorriendo los renglones con la vista pero sin darles sentido alguno. Más abajo doy dos ejemplos sacados de Ana Karénina de Tolstoi, que ilustran la relación entre la percepción y la comprensión del habla por un lado y el nivel de preparación de la conciencia por el otro.
23Ejemplo 1: «Durante todo el trayecto, los dos amigos permanecieron en silencio. Levin intentaba interpretar el cambio ocurrido en la fisonomía de Kitty… Mientras tanto Stepan Arkadevič componía el menú del almuerzo. —¿Te gusta el rodaballo, verdad? Le preguntó a Levin en el momento en que llegaban. —¿Perdón? Ah, sí, ¿el rodaballo? Sí, me encanta el rodaballo.» (Subrayado por el autor, p. 44)2
24En nuestro ejemplo, Levin no estaba preparado por el flujo de sus pensamientos anteriores para escuchar la pregunta sobre el rodaballo. Por esta razón pide dos veces que le repitan («¿Perdón?» y «rodaballo»). Termina por contestar pero su respuesta es mecánica, cosa que Tolstoi subraya con la expresión hiperbólica «me encanta» [užasno ljublju].
25Ejemplo 2: «Siempre admiro la manera clara y precisa con que se expresa su marido, dijo (Betsy)… —¡Oh, sí! Respondió Ana, radiante de felicidad y sin entender ni una sola palabra de lo que decía Betsy» (p. 177).
26Aquí, la «respuesta» afirmativa se apoya en la sensación confusa de la construcción entonativa de la frase de Betsy, que provocó mecánicamente el «acuerdo» de Ana sin que ella tomase en cuenta en lo más mínimo el «contenido» mismo de la frase.
27§ 40. Nosotros comprendemos y percibimos tanto mejor el habla del otro en una conversación cuando nuestra masa aperceptiva tiene más en común con la de nuestro interlocutor. Es lo que hace que el habla de nuestro interlocutor pueda ser incompleta y muy alusiva; e inversamente, cuando la diferencia entre las masas aperceptivas de los interlocutores es mayor, más difícil es la comprensión. Algunos ejemplos:
28Ejemplo 1: «Con el ceño fruncido, Kitty se esforzaba por comprender. Pero apenas comenzó él a explicar, ella ya había comprendido. Había adivinado perfectamente y expresó de modo perfectamente claro la idea que él había expuesto con tanta torpeza… Levin sonrió de felicidad: ¡qué diferencia entre esta manera sobria, lacónica de transmitir los pensamientos más complejos, casi sin palabras, y la discusión embrollada y verborrágica con Pescov y su hermano!» (Ana Karénina, p. 500).
29Ejemplo 2: «Él (Levin) la (Kitty) comprendió por su simple alusión» (ib., p. 500).
30Ejemplo 3: Un ejemplo particularmente representativo de este tipo de fenómeno es la declaración de amor entre Kitty y Levin por medio de las iniciales de las palabras (pp. 500-501); no cito ese fragmento habida cuenta de su notoriedad. Es importante porque, en este caso, como las conciencias están orientadas en la misma dirección, el papel que juegan las estimulaciones verbales se reduce al mínimo (a las iniciales) y, sin embargo, la comprensión no tiene errores. Por añadidura, es importante que este caso haya sido sacado por Tolstoi de sus propios recuerdos.
31Ejemplo 4: «Levin se había habituado a proferir sin temor sus pensamientos, sin hacer ya el esfuerzo de envolverlos en palabras precisas: sabía que su mujer, en momentos de amor como el que vivían actualmente, comprendería con una simple alusión lo que quería decirle. Y ella lo comprendió» (ib, ii, p. 164).
32Ejemplo 5: «El profesor, lleno de despecho y como herido por esta interrupción, escrutó a ese extraño preguntón (Levin), más parecido a un patán que a un filósofo, y dirigió hacia Sergej Ivanovič una mirada que parecía decir: ¿semejante pregunta vale una respuesta? Pero Sergej Ivanovič no hablaba con tanta aplicación y pobreza de espíritu como el profesor; tenía la mente bastante amplia para poder, aun discutiendo con él, comprender el punto de vista simple y natural que había sugerido la pregunta; por eso, respondió sonriendo: …» (ib., p. 34).
33En el caso presente, la incomprensión del profesor la suscita el hecho de que Levin no corresponde a la imagen que él tiene de los «filósofos», la intervención insólita e inesperada de Levin en la conversación, y el cariz de mentalidad limitada y estrecha del profesor mismo. Se encontrará un fenómeno similar en el ejemplo siguiente.
34Ejemplo 6: «…Levin retomó la conversación con el terrateniente y buscó hacerle entender que toda la dificultad provenía de que no se tuvieran en cuenta en lo más mínimo las particularidades y los hábitos de nuestros obreros; pero como todas las personas acostumbradas a reflexionar de manera solitaria, el propietario era particularmente obtuso cuando se trataba de comprender el pensamiento de los demás y se aferraba apasionadamente a sus propias opiniones» (ib., p. 422).
35§ 41. Para comprender el habla, es necesario saber «de qué se trata». Saber «de qué se trata» abre un amplio espacio para comprender adivinando, incluso cuando la palabra comprendida no es más que una simple alusión. Los ejemplos que siguen tienen como objetivo echar algo de luz sobre este fenómeno.
36 Ejemplo 1: «Con la rapidez mental que lo caracterizaba, él (Stepan Arkadevič) comprendía el sentido de cada indirecta (en las alusiones de un artículo periodístico)» (p. 11-14). En este ejemplo, la comprensión de cada «indirecta» se vuelve posible, por supuesto, no solo por la «rapidez mental», sino también por el hecho de que Stepan Arkadevič estaba «al tanto», él sabía de qué hablaba el artículo, basándose en sus lecturas anteriores, en sus conversaciones, etcétera. Si comprendía, era justamente porque estaba «al tanto».
37Ejemplo 2: «(Stepan Arkadevič) Abrió el telegrama, lo recorrió, adivinando y restableciendo las palabras que, como siempre, estaban deformadas…» (ib., p. 8).
38Ejemplo 3: «Veamos, ¿qué es lo que te trae a Moscú? —¿No lo adivinas? respondió Levin… —Lo adivino pero no me decido a abordar esto… —Y bien, entonces, ¿cuándo vas a decírmelo? ¿Cómo ves esto?… ¿Yo?… Pues, no hay nada que desee más que esto, nada» (p. 49).
39Aunque la palabra «esto» posea aquí un leve matiz de eufemismo, los interlocutores se entienden, a pesar del tono impreciso de la conversación en el aspecto léxico, porque cada uno sabe «de qué se trata», gracias a las impresiones anteriores, a las conversaciones, etcétera. Todo esto crea un espacio propicio para que los interlocutores hagan una conjetura correcta sobre aquello de lo que se está hablando. «Esto» en la conversación entre Levin y Oblonskij recuerda la expresión francesa «le chose»k (el coso), que puede reemplazar cualquier palabra sin dificultar la comprensión, cuando se sabe «de qué se trata». Como en: «vi al coso ese y me dijo…».
40Ejemplo 4: Entre mis recuerdos de infancia, me acuerdo de una conversación con un compañero de mi edad sobre la muerte del alcalde de Kiev, Sol’skij. Era un «acontecimiento» en la ciudad, los adultos hablaban de él y nosotros hacíamos lo mismo. Durante un juego, pregunté a quemarropa: «¿Y por qué murió?» Mi pregunta, objetivamente carente de toda claridad, suscitó sin embargo una respuesta inmediata y adecuada de parte de mi compañero porque, visiblemente, sus pensamientos estaban puestos en Sol’skij en la misma proporción que los míos.
41Ejemplo 5: «Nadie oyó lo que (Nikolai Levin) había dicho, solo Kitty había comprendido. Y si comprendía, era porque pensaba continuamente en aquello que él necesitaba» (Ana Karénina, ii, p. 80).
42§ 42. La comprensión por conjetura y el hecho de hablar por alusiones, si se sabe «de qué se trata», así como cierto nivel de comunidad en las masas aperceptivas de los interlocutores, son todos elementos que juegan un papel considerable durante el intercambio verbal. E. D. Polivanovl tiene toda la razón al decir3: «Fundamentalmente, todo lo que decimos necesita un oyente que comprenda “de qué se trata”. Si todo lo que queremos decir se encontrara en el significado formal de las palabras que utilizamos, necesitaríamos emplear muchas más palabras para expresar cada una de nuestras ideas que las que usamos en realidad. De hecho, solo hablamos por las alusiones estrictamente necesarias».
43Para explicitar la expresión «hablar por alusiones» [govorenie namekami] en la cita anterior, diremos que en este caso la particularidad de una construcción sintáctica depende de las condiciones del intercambio verbal, o sea, de su simplicidad objetiva en relación con un habla más discursiva, que se distingue por la ausencia de identidad de las masas aperceptivas. Sin embargo, esa simplicidad en la construcción sintáctica puede tener un doble origen en ese caso, aunque esté determinada por un mismo factor. En efecto, si hay identidad de las masas aperceptivas y se tiene la certeza de que el interlocutor va a entender inmediatamente lo que se le dice, se puede dejar de prestar atención al habla y «hablar por alusiones» se transforma en «hablar como venga»: la enunciación que escapa al control de la conciencia está influenciada por diferentes factores psicofisiológicos independientes del locutor. Este tipo de «sintaxis simplificada» va a diferenciarse del caso en el que se espera que nuestro interlocutor comprenda. En este último caso, el proceso de habla puede desenvolverse con cierta tensión, seleccionando conscientemente las palabras con un máximo de fraccionamientom sintáctico (que estaba reducido al mínimo en el primer caso). En este caso, las «alusiones» verbales contendrán las ideas expresadas de modo condensado, estarán saturadas de contenido. En cuanto a la simplicidad del habla, se construirá de otra manera.
44Por supuesto, el «hablar por alusiones» no se reduce a una construcción sintáctica original, al uso de una «menor cantidad de palabras», como podría pensarse limitándonos a la cita de Polivanov. De hecho, el «hablar por alusiones» va a condicionar otros fenómenos lingüísticos extremadamente importantes.
45Por ejemplo, el hablar por alusiones es lo que hace posible el uso definido (der, el) e indefinido (ein, un) de las palabras4; el uso de cualquier palabra (libro, mesa, lima) en un sentido concreto dado sin las restricciones concretas correspondientes («por alusiones»), solo es posible si se sabe «de qué se trata», es decir, si se tiene cierta comunidad de las masas aperceptivas. En este mismo plano, se encontrarán un conjunto de fenómenos semánticos tales como la concretización del sentido de las palabras. En fin, la comunidad de las masas aperceptivas en un medio dado condiciona uno de los hechos fundamentales del desarrollo de la lengua: la formación de los diferentes dialectos sociales con sus particularidades en el léxico, el empleo de las palabras, la sintaxis, etcétera.
46§ 43. Hemos ilustrado en los párrafos anteriores el fenómeno de la apercepción en la comprensión y la percepción, pero no hemos hecho más que plantear sus condiciones generales. Ahora quedan por estudiar las particularidades de la apercepción en las condiciones específicas del diálogo.
47Al comienzo de una conversación, la masa aperceptiva de un interlocutor dado está constituida en parte por lo que le es propio y constante, pero se vuelve más compleja por el aporte aperceptivo propio de ese momento, por la percepción del interlocutor y de la situación y, finalmente, por una representación más o menos concreta del tema de la conversaciónn. Esta base aperceptiva inicial del diálogo se vuelve compleja y se transforma a medida que se percibe el contenido de las réplicas del interlocutor. Así, cada turno de habla se efectúa sobre el fondo de la masa aperceptiva, que está determinada efectivamente por la última réplica que acaba de percibirse. Si, al percibir la última réplica, no tenemos conciencia de que lo dicho ha sido comprendido y asimilado, habrá un pedido de repetición o un cese paulatino del diálogo. (Aclaro que no se trata del acuerdo con el pensamiento del interlocutor sino de la conciencia de que este pensamiento ha sido asimilado). Este último caso nos interesa poco, pues entonces desaparece el objeto mismo de nuestro análisis. El primer caso suscita de parte del segundo interlocutor un enunciado más claro desde el punto de vista de la expresividad, de este modo, la atención se concentra, entonces, en la propia forma de expresión. Luego, la conversación puede continuar o puede reorientarse, por la repetición de intentos de este tipo, hasta agotarse. En cambio, si se asimiló el contenido de la respuesta, cada toma de palabra que sigue se vuelve más fácil gracias a la introducción del contenido de la réplica anterior en la masa aperceptiva. Como consecuencia de esto, en cada caso concreto, la tensión propiamente verbal se debilita. Si hay comunidad de la masa aperceptiva esencial, la composición verbal del enunciado se simplifica considerablemente, pues cada réplica que sigue refuerza esa comunidad. En ese caso, necesitamos menos palabras y menos precisión en su uso.
48La importancia del carácter aperceptivo de la percepción en tanto factor que reduce el papel de las estimulaciones verbales es más visible en el habla dialogal en general y, más específicamente, en los casos mencionados que en el habla monologal, donde no hay renovación de la masa aperceptiva, donde el locutor no tiene posibilidad alguna de descubrir una reacción clara de parte de quien va a percibir lo que dice y donde, por esa razón, lo que es propiamente verbal se realiza, consciente o inconscientemente, de modo más completo y más complejo.
Notes de bas de page
1 Hemos interpretado este ejemplo más arriba en ese mismo sentido.
2 Las citas de Ana Karénina se reproducen de la edición de Žurnal dlja vsex [La revista para todos], Petrogrado, 1916. Las referencias al volumen 1 indican solamente las páginas.
3 E. Polivanov : «Po povodu zvukovyx žestov japonskogo jazyka» [A propos des gestes sonores du japonais (Sobre los gestos sonoros del japonés)], en Poètika, Petrogrado, 1919, p. 27-28.
4 Estas categorías existen, por supuesto, en cada lengua, independientemente de la presencia o no de un artículo definido o indefinido.
Notes de fin
a Apercepción: este término, forjado por Leibniz en 1714 en su Monadología (Apperzeption), designa para él la toma de conciencia clara del objeto de conocimiento, en oposición con la percepción no consciente. Para Kant, la apercepción designa la unidad de la conciencia que antecede al contenido de nuestras intuiciones sensibles, sin la cual sería imposible la representación de los objetos. Se plantea así la idea de una preconstrucción de nuestras percepciones, que se desarrollará en la psicología pragmática de William James (1842-1910) y que designa más bien una experiencia vivida, una base de saberes adquiridos, un contenido del psiquismo, que condiciona y posibilita la manera en que se comprende e interpreta un evento, una acción, un enunciado. Los trabajos de este psicólogo estadounidense eran muy conocidos en Rusia. Su libro Psychology. Briefer Course (1892) se tradujo al ruso y se reeditó seis veces entre 1900 y 1911. Ese es el sentido con el que Jakubinskij emplea el término, refiriéndose a la edición de 1911. Según James, la percepción no es neutra ni objetiva, sino que está determinada de antemano por la experiencia pasada: se reconoce algo en función de lo que ya se conoce. Pero la homonimia en el oral entre la perception (la percepción) y l’aperception (la apercepción) es enojosa en francés.
Notemos que A. Potebnja hacía un uso distinto de ella. Según él, las relaciones de apercepción se establecen entre un sujeto y un predicado. En otras palabras, las relaciones predicativas son relaciones aperceptivas.
b Masa aperceptiva: una vez más, Jakubinskij utiliza ese término según el uso de W. James, en el sentido del conjunto de las experiencias y saberes anteriores necesarios para comprender e interpretar una acción o un enunciado.
c šablony: Este término ha sido ampliamente utilizado por V. Bekhterev en su psicología social, que él llamaba «psicología de la sociedad» o «reflexología colectiva». Usa el término de šablon respecto a los hábitos y a las leyes de comportamiento de un individuo, establecidas en y por la sociedad.
d Se trata de cuatro palabras rusas: dura (tonta), duša (alma), duma (pensamiento), duga (arco).
e Eugène Labiche.
f Durante la guerra civil que siguió a la Revolución de 1917, los empleados recibían una «ración» [paëk] de productos alimentarios como salario.
g «Foršmak»: relleno de pescado o de carne, cocido con papas cortadas finamente.
h Una gran plaza en el centro de San Petersburgo.
i La traducción de los ejemplos que Jakubinskij tomó de las obras de León Tolstoi la hicimos nosotros mismos para preservar las ideas de Jakubinskij. L. Tolstoi era uno de los autores preferidos de los formalistas rusos. V. Šklovskij se explicó al respecto: «En arte, la liberación del objeto del automatismo perceptivo se establece por medios diferentes […] quiero indicar uno de esos medios que utilizaba casi constantemente L. Tolstoi […]. El procedimiento de singularización en Tolstoi consiste en que no llama al objeto por su nombre, sino que lo describe como si lo viera por primera vez» (Šklovskij, 1917). Los textos de Tolstoi sirvieron de fuente de ejemplos para los formalistas.
j El hurón y Kalinyc (Xor’ i Kalinyč): relato de Iván Turguéniev, que forma parte de la recopilación Memorias de un cazador, publicado por primera vez en 1847.
k «El coso» debería usarse aquí sin artículo: «coso», con el sentido actual de «vi a fulano» y no «la cosa» como lo corrige torpemente el redactor técnico en la edición de A. Leont’ev de 1986.
l Evgenij Dmitrievič Polivanov.
m Rasčlenënnost’: se trata de la teoría comunicativa de la sintaxis, establecida por A. Šaxmatov. Según esta teoría, hay que distinguir un contenido psicológico que es la comunicación y la organización «externa» gramatical, que es una proposición. La base comunicativa de una proposición es una representación que puede expresarse tanto por una sola palabra como por la división o fraccionamiento [rasčlenënnost’] en varias palabras (cf. la nota [e], capítulo 5).
n Esta observación de Jakubinskij es importante, pues muestra el vínculo entre el fondo aperceptivo adquirido, es decir, algo constante, y el contenido de una respuesta dada y de la situación de enunciación, así como el tema de la conversación, en otras palabras, hechos temporales simultáneos. Este fenómeno fue observado y descrito en los años 1970 por los lingüistas estadounidenses H. Sacks y E. Schegloff en el análisis conversacional (cf. la nota [a], capítulo 5).
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