Capítulo 10. Territorios biográficos y múltiples fronteras: una mirada flexible sobre la construcción del espacio social en la Norpatagonia
p. 273-302
Texte intégral
10. 1. Introducción
1El presente texto continúa una línea de trabajo ya abordada previamente en otras investigaciones. En primer lugar, se puede mencionar la tesis de maestría en Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, ¿Intercambios o circulaciones? Las «marcas» en los espacios del Valle Inferior del río Chubut (Crovetto, 2010). Luego, se profundiza el problema de investigación con la incorporación al estudio de las dimensiones simbólicas y prácticas de la historia familiar a los hallazgos sobre la movilidad espacial cotidiana rural-urbana (2012), en la tesis de doctorado en Ciencias Sociales (también en la uba): Territorios Flexibles. Espacios sociales complejos en el Valle Inferior del río Chubut. En la Beca Posdoctoral conicet se incorporó al estudio el Valle Medio del río Negro. La comarca Andina del paralelo 42 es incorporada a la investigación con el prii fsoc-uba: «Estudio exploratorio sobre las transformaciones territoriales y ambientales y sus impactos socioproductivos y laborales en torno a la producción de frutas finas en la Comarca Andina del Paralelo 42» (Crovetto y Ejarque). La Meseta Central se suma en el proyecto anpcyt-foncyt pict-2013: «Trabajos Agropecuarios y Movilidades Espaciales Territoriales» (de S. Aparicio).
10. 2. Los territorios en la Norpatagonia
2Los abordajes que se realizan sobre los territorios son variados, pero no suelen ser flexibles en sus contenidos, formas y alcances. En consecuencia, construyen tipologías de poca capacidad heurística que se encuentran desbordadas por el mundo empírico y por las estrechas perspectivas conceptuales que acotan, ordenan y resumen espacios diferenciados. Es decir, discretos y carentes de entramados sociales complejos.
3En la Norpatagonia, los pueblos rurales (aquellas localidades con más de 200 y menos de 2000 habitantes) se han transformado en sus características de modo tal que muchos de ellos ya no pueden ser comprendidos solamente en términos de su ruralidad en un sentido tradicional. Son numerosos los estudios sociales sobre los problemas y las formas que adquieren lo rural y lo urbano. No obstante, y conforme al desarrollo y al crecimiento de las poblaciones y las transformaciones de sus características de infraestructura, comunicaciones y servicios, en la actualidad es más factible encontrar aglomeraciones con características híbridas. Por lo tanto, encontramos que los mundos rurales, asociados frecuentemente a estructuras sociales agrarias, ya no son homogéneos en esos aspectos.
4Para visualizar esto, nos centraremos en datos de campo recogidos en los últimos 10 años en el Valle Inferior del río Chubut, la comarca Andina del paralelo 42, el Valle Medio del río Negro e, incluso, en la comarca de la Meseta central de Chubut. En estas zonas, encontramos localidades rurales y urbanas (según el criterio demográfico de cantidad de habitantes). Analizamos los movimientos de sus pobladores (fundamentalmente en torno al mercado de trabajo, la adquisición de bienes de consumo –alimentos, vestimenta, medicamentos– y la recreación) y el desarrollo de los servicios públicos. Con esto, descubrimos que construyen espacios habitados en los que se entremezclan las características de uno y otro tipo clásico de espacio, con base en relaciones sociales que superan los tipos tradicionales. Si bien se observa que cuanto menor es la cantidad de habitantes y menor es también la posibilidad de sostener las comunicaciones, mayor es la tendencia a conservar una base relacional de ruralidad tradicional. En todos los casos estudiados, los rasgos del mundo urbano van penetrando las formas de vida de los pueblos rurales agrarios norpatagónicos.
5A estas características se añade una dimensión de análisis clave: el componente migratorio, ya sea nacional como transnacional. En este eje se construyen nuevas fronteras que no pueden ser delimitadas por criterios de fácil registro y sistematización. En este punto del análisis, los componentes asociados a las identidades y las pertenencias a grupos sociales se hacen visibles en prácticas sociales que requieren un abordaje específico. Pero que además, se expresan en la construcción de espacios de circulación y de sedes, y los modos de transitarlos, así como en el acceso diferencial al capital.
6Estos aspectos fueron trabajados en las cuatro regiones mencionadas, con diferentes grados de avance. Se comenzó por el Valle Inferior del río Chubut y el resto de las regiones se encuentran mayormente bajo el procesamiento de sus datos; aunque se cuenta con las principales tendencias en todas las situaciones.
7Estos estudios colaboran con los debates tanto sobre lo rural y lo urbano como con las conceptualizaciones sobre el territorio, la región y, en consecuencia, con la idea de frontera. El análisis de las dimensiones de movimientos poblacionales cotidianos con las de los movimientos de más largo plazo da como resultado reflexiones y abordajes complejos que confluyen en las ideas de múltiples territorios, multiterritorialidades y fronteras portables. La intersección entre lo social y lo societal se vuelve una arista compleja e interesante para comprender la vida cotidiana de los pueblos norpatagónicos.
8La propuesta continúa en la línea de la realización de un trabajo previo ya mencionado que implicó el diseño de una perspectiva metodológica que involucró estos elementos. A su vez, los analizó bajo dos grandes categorías de territorio: el de la vida cotidiana y el biográfico. Este trabajo expondrá las discusiones que condujeron a la construcción del diseño y algunas de las características que adoptó para poder capturar información que pudiera reconocer las multiterritorialidades y las fronteras portables recogidas en soportes espaciales fijos.
9Los aportes que las ciencias sociales y humanas han realizado sobre un concepto complejo y polisémico como es el de territorio y las diferentes formas de abordarlo e interpretarlo son diversos.1 Construir una discusión teórica en torno a las diferentes perspectivas implica hacer referencia a algunas reflexiones y alusiones al tema que se pueden recoger tanto de los clásicos de la teoría social como de propuestas teóricas recientes. Los recortes sobre los territorios que se buscan identificar y comprender, y que hoy aparecen como una construcción histórica medianamente naturalizada, tienen su origen en la discusión teórica de las ciencias sociales. Por ejemplo, las relaciones entre los territorios rurales y los urbanos ocupan un lugar en las preocupaciones de los clásicos de la sociología, aun cuando no aparezcan como temas de estudio especiales.2
10Es importante el espacio dedicado a la puesta en discusión de las distintas perspectivas de los debates sobre lo rural y lo urbano –en tanto recortes teóricos clásicos del territorio– (Crovetto, 2010). Partiendo desde la crítica, es posible pensar otras formas de comprender la dinámica social y espacial materializada en la presencia de múltiples territorios. El registro de la poca capacidad heurística de los criterios de rural y urbano para interpretar el mundo social actual –tal como diversos trabajos empíricos lo constatan– invitó a profundizar el cuestionamiento sobre las lecturas territoriales de la vida social a través de los casos de estudio. Fundamentalmente, en el caso del Valle Inferior del río Chubut se registraron movimientos cotidianos de sus residentes entre las zonas rurales y urbanas en los sentidos no previstos por la teoría social tradicional. Asimismo, se evidenciaron matices en el acceso a los servicios públicos que cuestionan las características presupuestas sobre las situaciones de ruralidad. En las otras tres regiones abordadas también se obtuvieron registros en este sentido; sin embargo, es muy importante señalar que con diferentes intensidades. Las complejidades del mundo empírico no son captadas por las categorías tradicionales. Su inclusión en esta investigación resulta vertebradora de la propuesta de indagación que condujo a cuestionar las perspectivas sobre el concepto de territorio.
11Otras modalidades conceptuales destacadas para interpretar los territorios –y que han impactado en los estudios sociales, en particular los vinculados a los mercados de trabajo– son las nociones de paisaje y de región, en sus diversas definiciones. Los recorridos que se han construido con base en ellas están dotados de virtudes heurísticas, pero también de limitaciones que son objeto de discusión y de reflexión.
12De todos los modos de interpretar el territorio que se proponen, el que por su peso en la sociología y en la caracterización de las poblaciones y sus dinámicas se revela vertebrador ha sido el operado por el par rural-urbano, persistiendo sistemáticamente en las lecturas censales, por ejemplo. Preguntarse por la historia, los usos, las limitaciones y los intentos de superación de esta visión dicotómica abrió un camino hacia el debate sobre la noción de territorio. Sintetizando las críticas y las propuestas analizadas, se afirma que las formas de definir los espacios habitados responden a criterios tanto teóricos como ideológicos, velados muchas veces por un marcado perfil técnico. La demografía utiliza esta dicotomía. ¿Qué capacidad heurística le es reconocida? Su aplicación, ¿ha recogido observaciones entre los especialistas?
13Frente a las diversas formas de definir y clasificar los espacios sociales habitados, es pertinente entonces preguntarse por la entidad que tienen los territorios para la teoría social. En otras palabras: cómo se definen, qué propuestas se destacan y qué perspectivas resultan portadoras de mayores potencialidades heurísticas de cara a la complejidad del mundo empírico.
10. 3. Antecedentes y debates
14Abordar las perspectivas que la teoría social ha acumulado en torno a la definición de los territorios permite alcanzar una visión más integrada de las dimensiones que involucra pensar espacio, tiempo y lugar. Resulta práctico organizar algunas discusiones conceptuales que luego derivan en las concepciones sobre las diferentes formas que adoptan los espacios sociales de acuerdo a la perspectiva con que se los observe. Así, esas tres nociones son frecuentes en las reflexiones filosóficas, antropológicas, geográficas y sociológicas. Además, suelen ser parte del contenido conceptual de las diferentes acepciones teóricas que fue adquiriendo el concepto de territorio.
15En este sentido, es apropiado señalar que las nociones de tiempo y espacio han estado presentes en las producciones de los clásicos de la filosofía occidental. En efecto, la noción de espacio fue teorizada aun desde perspectivas de esta disciplina que han nutrido con sus concepciones a distintas escuelas de pensamiento social. Por ejemplo, Immanuel Kant, por citar a un filósofo que ha dejado una importante producción escrita sobre el tema, lo concibe como una categoría construida por la mente de los hombres. Por lo tanto, esencialmente intangible en el mundo cotidiano pero perceptible por la forma que adquiere a merced de los atributos que lo integran.
16Una de las primeras reflexiones sociológicas sobre las ideas del espacio las aportó George Simmel en la década del 20 del siglo pasado, que propuso encontrar la clave de la construcción del espacio en la relación entre los objetos y los sujetos (Leal Maldonado, 1997, p. 23). Son varios sus aportes a esta reflexión, dentro de los que se destacan el ejercicio de distinguir entre percepción y realidad, así como la desvinculación causal del tiempo y el espacio respecto de los hechos sociales.
Simmel plantea la dimensión social del espacio a partir del desarrollo de los atributos espaciales en los individuos: la proximidad o la distancia, la agrupación y la dispersión, la densidad y la diseminación, la permanencia y la movilidad dan lugar a diferentes formas sociales. (Leal Maldonado, 1997, p. 25)
17Junto con el espacio es necesario introducir una dimensión temporal. Tiempo y espacio no se explican ni definen el uno sin el otro, sino que son parte de un mismo objeto. Por eso, las teorías y concepciones sobre el espacio implican reflexionar también sobre el tiempo. De hecho, ambos son las formas de representación de todas las percepciones (Leal Maldonado, 1997, p. 24).
18La sociología contemporánea recoge estas ideas de la filosofía clásica y las condensa en la expresión espacio-tiempo. Así lo erigen en sus teorías y aplicaciones representantes de la sociología contemporánea como Anthony Giddens y de la geografía como David Harvey –cuyos aportes se toman en consideración en este trabajo.
19En ese contexto, se propone pensar a los territorios de formas más flexibles: moldeados por la conjunción de trayectorias cotidianas que efectúan los actores y sus trayectorias biográficas y familiares. Estos elementos representan distintas dimensiones temporales y espaciales superpuestas que diseñan y construyen múltiples territorios, en tanto que la noción de movimiento es inherente al espacio y al tiempo.
20En varias propuestas teóricas, el espacio aparece como estructurador de prácticas sociales y, a la vez, estructurado por ellas. La relación tiempo-espacio abre paso a estas relaciones estructurantes entre prácticas, espacios, hechos sociales y posiciones en el espacio.
21Referentes destacados del pensamiento social contemporáneo como Pierre Bourdieu, Anthony Giddens, Henri Lefevbre, Manuel Castells, David Harvey, Milton Santos, entre otros, coinciden, desde diferentes enfoques, con esta perspectiva que asocia lo espacial y lo temporal en la configuración de lo social.
22A la vez, la relación entre tiempo y espacio también encuentra anclajes en diferentes procesos de objetivación: el espacio como tiempo cristalizado, congelado, como expresión de la memoria, como recuerdo, como tiempo comprimido. Esto último propone Harvey (1989), para quien esa idea se soporta sobre una dualidad entre el mundo global y la importancia que adquiere cada vez más la vida a nivel local, intrínsecamente vinculado a la identidad de los actores sociales.
23Castells, retomado por varios autores como Milton Santos (1995) y Leal Maldonado (1997), llama la atención sobre las consecuencias de la formación de lo que nomina espacios de los flujos como rasgo diferencial del capitalismo en tiempos de la globalización. El autor visualiza una unificación del espacio a través de la lógica de las redes que resulta homogeneizadora. Frente a ello, las cualidades de la fragmentación social devienen importantes en pos del sostenimiento de la identidad y la acción sociales.3 La tensión en este diseño social está puesta en la relación entre la globalización y la identidad, dando paso a una variedad de situaciones posibles. En este contexto, Leal Maldonado menciona que para Castells:
Merece una especial consideración la afirmación de pertenencia a una comunidad local en la que se encuentra la compensación de la disolución de la individualidad que plantea ese nuevo espacio de los flujos, a la vez que desde esa comunidad se considera la exigencia de conexión con otras comunidades ya sea a partir de una competencia económica o simplemente de un enriquecimiento cultural. (Leal Maldonado, 1997, pp. 34-35)
24Situaciones que pueden ser representadas por relaciones como las citadas recientemente se han registrado en nuestros casos de estudio. A modo de ejemplo, encontramos algunas en el Valle Inferior del río Chubut. Especialmente, en los relatos de miembros de diversas comunidades identificadas como motoras de los diseños de los territorios en la zona en distintos momentos en que se organiza su historia (mapuches, galeses, italianos, españoles, chilenos y bolivianos). Del mismo modo sucede en el Valle Medio del río Negro y en la comarca Andina del paralelo 42. Las relaciones que se establecen y relatan instituyen territorios flexibles, heterogéneos y superpuestos.
25Por otra parte, Lefebvre (1981) incorpora una dimensión compleja y sugerente a la comprensión de la construcción de los espacios sociales: las representaciones sociales. Estas, junto a la praxis y a las vivencias, producirían el espacio social. El resultado sería perceptible en la materialización de la construcción del espacio, especialmente a través de las edificaciones, la arquitectura, el diseño y uso del espacio. Todo ello remite a una concepción y producción de un espacio social. En nuestro estudio, el registro de la presencia tanto del Estado como de las diferentes colectividades pobladoras de las regiones en la Norpatagonia en la arquitectura y el diseño del espacio, es ineludible.
26En esta línea, las reflexiones de Harvey sobre la compresión del espacio-tiempo, sus reajustes y su impacto en la nueva forma de acumulación en el modo de producción capitalista contemporáneo, son ilustrativas de las complejidades que adquiere pensar, medir, analizar y caracterizar la centralidad de los fenómenos espaciales y temporales. Además de sus usos y traducciones en otras configuraciones, tales como los lugares, territorios y espacios sociales mediante las acciones sociales.
El término reajuste tiene, en cualquier caso, un doble sentido. Cierta cantidad del capital queda literalmente fijado en alguna forma física por un período de tiempo por un tiempo relativamente largo […] En cierto sentido el gasto social también se territorializa y rinde, permaneciendo geográficamente inmóvil, a través de compromisos estatales […] Cierto tipo de capital fijo es geográficamente móvil (como la maquinaria que puede ser fácilmente desplazada de un lugar a otro) pero el resto está tan fijado al suelo que no es susceptible de ser movido sin ser destruido […].
El reajuste espacio-temporal por otra parte, es una metáfora de las soluciones a las crisis capitalistas mediante aplazamientos temporales y expansiones geográficas. […].
El capital, por naturaleza, crea unos ambientes físicos a su imagen y semejanza únicamente para destruirlos más adelante, cuando busque expansiones geográficas y desubicaciones temporales, en un intento de solucionar las crisis de sobreacumulación que lo afectan cíclicamente. Esta es la historia de la destrucción creadora (con toda suerte de negativas consecuencias sociales y económicas) inscrita en la evolución del entorno social y físico del capitalismo. (Harvey, 2004a, pp. 4-5)
27No obstante, el planteo de Harvey (2004a y 2004b) no ilumina la existencia de la acción social desplegada por otros actores diferentes a los que corporizan al capital. Algo que abre un abanico de dudas sobre el impacto en el territorio de las acciones sociales en torno al capital y a pesar de él. En nuestro caso, hay signos de este tipo de movimiento no tanto por la acción del capital privado sino por el Estado. Especialmente se notan con la ocupación del territorio a través de obras de infraestructura (principalmente agua y energía) y políticas de acceso a la vivienda en sitios geográficos no centrales a lo largo de su historia. Es la combinación del desplazamiento temporal con el espacial el que permite la producción y el consumo situados.
28El espacio y el tiempo también intervienen en la conformación de identidades colectivas e individuales. Fundamentalmente, en la identidad vinculada al espacio, el sentido de pertenencia es eje constitutivo de las identidades espaciales (Massey, 2004).4 Las identidades se forjan en y a través de relaciones en constante movimiento y cambio. Las identidades son dinámicas y relacionales y ello no escapa al espacio en todos sus niveles –el cual, para Massey, está construido por relaciones, trayectorias y prácticas–.
29En las ciencias sociales, tiempo y espacio se muestran indisociables. Entre las diversas formas que puede tomar esta asociación se cuenta la noción de lugar, con referencias a lo situado y a la identidad. Las reflexiones en torno al lugar también son variadas y construyen una polisemia compleja alrededor de este concepto. Usualmente, suele ser la referencia más común al espacio situado, a un punto en el espacio. Pero también es una construcción social, histórica y sus sentidos varían de acuerdo a la perspectiva disciplinaria que los definan.
30Entre los principales aportes a la discusión sobre el significado del lugar en la vida contemporánea se destaca el que realiza Marc Augé (2000) desde la antropología. En rigor, su obra gira alrededor de descubrir la esencia de aquello que termina denominando no lugares, como los espacios sin identidad, ni arraigo y no reservados como espacios de la memoria (lugares con historia). Por ejemplo, aquellos en los que muchos momentos de la vida cotidiana actual se desarrollan, como los centros comerciales y aeropuertos.
31Por el contrario, los lugares son constitutivos de las identidades. La organización del espacio y la constitución de lugares son, en el interior de un mismo grupo social, una de las apuestas y una de las modalidades de las prácticas colectivas e individuales (Augé, 2004, p. 57). La reflexión sobre la identidad se plantea en relación con la otredad y opera por relaciones de similitud y de diferencia. Ello colabora con la constitución simbólica de las identidades y su sostenimiento, definiendo tres tipos de identidades. Primero, se simboliza a los integrantes del colectivo de identidad compartida por el grupo. Segundo, se simboliza la identidad particular de unos frente de otros. Tercero, se simboliza la identidad singular por diferencia con los otros. En este marco, por ser tanto concreto como simbólico, el lugar antropológico tiene un doble rol: configura el sentido para quienes lo ocupan y rige la comprensión de los espacios para quienes los contemplan, cualquiera sea su escala. Estos lugares se caracterizan por ser identificatorios, relacionales e históricos […] y corresponden para cada uno un conjunto de posibilidades, de prescripciones y de prohibiciones cuyo contenido es a la vez espacial y social (Augé, 2004, p. 58). Por ello, Augé (pp. 57-58) culmina definiendo al lugar antropológico como
Una construcción concreta y [a la vez] simbólica del espacio que no podría por sí sola dar cuenta de las vicisitudes y de las contradicciones de la vida social pero a la cual se refieren todos aquellos a quienes ella les asigna un lugar.
32Esto puede identificarse en las expresiones recogidas de representantes de las comunidades bolivianas o de los pueblos originarios respecto a su presencia, construcción y crecimiento en las distintas comunidades estudiadas.
33Se pueden enumerar, en tanto diferenciales en los accesos a los espacios públicos y privados, ciertas ferias de productores agrarios de Gaiman y de Trelew en el Valle Inferior; en Lamarque, Luis Beltrán y Choele-Choel en el Valle Medio; las diferentes ferias de frutas finas y productos regionales en la Comarca Andina y las fiestas camperas y de productos agropecuarios en la Meseta Central. Junto a esos diferenciales, la conformación de asentamientos residenciales y el acceso a determinadas escuelas de los diversos grupos sociales se destacan entre los hechos sociales que posicionan a unos y otros en lugares específicos. Situación a su vez reforzada por sus identidades colectivas y sus historias étnicas. Descendientes de galeses y de bolivianos, por ejemplo, en el Valle Inferior, expresan tanto antagonismos como situaciones de integración.
34Los lugares, con las migraciones y las trayectorias sociales, se complejizan progresivamente. Si, como advierte Augé, nacer es nacer en un lugar, tener destinado un sitio de residencia; el lugar de nacimiento es constitutivo de la identidad y obedece a la ley de lo propio. Entonces, y frente a las decisiones migratorias, no necesariamente el lugar de residencia deba ser el propio de nacimiento. Pero, desde nuestra perspectiva y apoyados en la información construida en campo, podríamos decir que en tiempos de migraciones las interconexiones de espacios crean nuevos lugares propios unas veces y diferencian lo propio de lo ajeno en otras. Tales son los casos más emblemáticos del Valle Inferior, los grupos de galeses y de bolivianos. Los primeros, con una identidad extensa y abarcadora. Los segundos, con una identidad trasplantada, pero pensando en volver (aunque ello no suceda nunca). Construyendo en el Valle Inferior lugares que no incorporarán como propios pero que, sostenidos por la identidad colectiva, serán soportes de los lugares que dejaron generaciones atrás y a los que aspiran volver.
35En zonas más alejadas, como las localidades de la Comarca de la Meseta Central, la identidad campesina es fuerte en aquellos que residen en los pueblos; viven en un lado pero se definen como pertenecientes a otro. Las fronteras conocidas se descomponen en otras, invisibles, múltiples y portadas por los grupos sociales que construyen lugares por encima de lo estatuido. Esas fronteras, limitantes siempre, a la vez que comprimen, expanden; permiten que lo propio y situado en otro espacio esté presente y móvil en los soportes fijos a través del movimiento cotidiano. El territorio biográfico imprime características al territorio cotidiano. De todos modos, el estatuto intelectual del lugar antropológico es ambiguo. No es sino la idea, parcialmente materializada, que se hacen aquellos que lo habitan de su relación con el territorio, con sus semejantes y con los otros (Augé, 2004, p. 60).
36Por otra parte, en la propuesta teórica de Giddens (1981) se puede apreciar la demanda de incorporar la noción de lugar al análisis en ciencias sociales, partiendo de una definición con la que no se vea reducida a un mero punto en el espacio geográfico. Para este autor, el lugar debe ser apreciado como una manifestación espacial de un hecho social (Leal Maldonado, 1997, p. 30). Para ello, es necesario incorporar otro concepto vertebrador para él: las situaciones de copresencia como ámbito en el que es posible la integración social. En el enfoque dado por la teoría de la estructuración, la acción social siempre está situada y es producto de interacciones contextualizadas (Giddens, 1985; 2001).5
10. 4. Territorios, regiones y paisajes
37Por las características ambiguas que se les ha impreso a los conceptos de lugar y espacio en los debates planteados, ambos resultan tener baja capacidad heurística para interpretar al mundo empírico. No obstante, en esta propuesta son integrados con la intención de construir una perspectiva compleja que permita realizar enfoques territoriales flexibles. Por ello y porque se sostiene que en un enfoque flexible para un abordaje territorial complejo puede estar el inicio de un nuevo camino. Esta vez, uno que abra paso a profundizar los debates para transformar la visión dicotómica del mundo social, incorporando las dimensiones de la identidad y de la historia en su estructura.
38Siguiendo este razonamiento, el concepto central de indagación en esta investigación es el de territorio. Si bien la recuperación de las nociones teóricas sobre este no refiere a todos los aportes que se han realizado a las ciencias sociales sobre la temática, se ha procurado ser lo más exhaustivo posible. Incluso y a pesar de la cuota de arbitrariedad que estas decisiones implican.
39En muchos de los aportes de las ciencias sociales el concepto de territorio es utilizado de una manera similar a los usos del término en el sentido común. Dicho de otra manera, como sinónimo de espacio, lugar, localidad, soporte de acciones sociales e instituciones. Pero no todas las perspectivas coinciden con esta referencia conceptual, dándole una entidad polisémica a la idea sobre el territorio. Especialmente cuando las diferentes perspectivas sociológicas son enriquecidas por otras disciplinas sociales y humanas tales como la demografía, la ciencia política, la antropología y la geografía.
40Las primeras referencias provienen de la geografía y se registran en propuestas del siglo xix como la de Friedrich Ratzel en tiempos de la unificación alemana (1871), basada en criterios de dominación estatal sobre un espacio físico –efecto visible de un contexto histórico específico, tal el caso de la unificación alemana–. La noción misma de Estado presupone un territorio. Esta perspectiva fue sostenida durante mucho tiempo pero, durante el siglo xx, fue cayendo en desuso al ritmo de los conflictos políticos y económicos que se experimentaron en el mundo.
41Muchos años más tarde, finalizando el siglo xx, Claude Raffestin criticó las visiones unidimensionales sobre el territorio –como la ratzeliana–. Para este autor, el territorio no se circunscribe al control del Estado sobre sus dominios sino por el que también se ejercen una multiplicidad de poderes. Tal como señalan Sergio Schneider e Iván G. Peyré Tartaruga (2006, p. 5),
En la perspectiva de Raffestin, el territorio se entiende como la manifestación espacial del poder fundamentada en relaciones sociales, relaciones estas determinadas, en diferentes grados, por la presencia de la energía –acciones y estructuras concretas– y de información –acciones y estructuras simbólicas–. Esa comprensión permite pensar el proceso de territorialización-desterritorialización-reterritorialización (t-d-r), basado sobre todo en el grado de accesibilidad a la información; en otras palabras, la información, o no, de símbolos y/o significados puede favorecer nuevos territorios (territorialización), destruir (desterritorialización) o reconstruir (reterritorialización).
42Es importante destacar la importancia de la perspectiva relacional en la construcción de territorios, ya que no aparece como un objeto único, dado, estático e inmóvil. Al contrario, sino que resulta un producto relacional, disputado, dinámico en contextos histórico-políticos condicionantes.
43Pero, desde una perspectiva demográfica, esto puede ser un problema. De hecho, uno de los primeros escollos que se encuentran cuando se quiere estudiar un territorio –y el que suele ser más recurrentemente mencionado– es la falta de correspondencia entre las herramientas que se utilizan para leerlo. Por ejemplo, la Argentina observa un desajuste entre escalas institucionales y órdenes territoriales: municipios, departamentos, provincias, territorios nacionales –hasta hace pocas décadas– y localidades autónomas. Esto lo desarrolla Vapñarsky (2004) en un complejo trabajo de análisis del caos en la división oficial del territorio argentino, donde se vuelve conflictiva la lectura, la interpretación y la caracterización de los territorios.
44De acuerdo con la concepción de este autor, son seis las funciones que los territorios pueden tener desde una perspectiva del orden estatal. Por lo tanto, un área puede ser a la vez jurisdicción política, jurisdicción administrativa, precinto catastral, precinto estadístico, precinto electoral y función toponímica. Esta última remite a un trozo concreto de territorio estatal, por ejemplo, un departamento en una provincia integrado por más de un municipio. Esta observación lo conduce a realizar una distinción conceptual entre aglomeración y jurisdicción local:
En el territorio de cualquier Estado se puede encontrar una insospechable variedad de relaciones espaciales entre aglomeraciones y jurisdicciones locales. Se entiende como aglomeración a una localidad concebida como concentración de edificios y calles. Se entiende como jurisdicción local a cualquier municipio o, también, cualquier jurisdicción que oficialmente no se denomine así pero, por las competencias de sus autoridades políticas específicas, equivale a un municipio. (Vapñarsky, 2004, p. 31)
45A pesar de los avances mencionados, la propuesta de Vapñarsky sobre los territorios sigue siendo institucionalista o administrativa, ya que no incorpora a la acción social y a la movilidad cotidiana en la construcción y definición de estos. Especialmente, cuando los mencionados son aspectos que en el presente se revelan indisociables de conceptualizaciones complejas sobre el territorio. ¿Por qué razón? Dado que no puede ya pensarse al espacio solo como soporte, sino integrado a su población residente y a las relaciones e interacciones contenidas y constitutivas al mismo tiempo. Cuando analiza la evolución y dinámica de los espacios, propone una tipología que modeliza los tipos más puros de aglomeración, pero no contempla las interacciones que en ellos se desarrollan.
46Desde otras perspectivas menos estáticas, se considera que el territorio es un conjunto de formas, pero el territorio usado es un conjunto de objetos y acciones, sinónimo de espacio humano, espacio habitado (Santos, 1996, p. 124). Al espacio territorial como espacio humano, este enfoque le otorga un rol especial en la configuración de los saberes sociales. En otras palabras, en el espacio se objetiva el pasado, quedan sus huellas y estas permiten enlazar el pasado con el presente y el futuro.
47Al analizar los contenidos del territorio, Santos (1996) refiere que, desde la Segunda Guerra Mundial, son tres los elementos integrantes del territorio que progresivamente se destacan: ciencia, tecnología e información. Las transformaciones territoriales, entonces, suceden al considerar estos tres contenidos; ya se trate de un espacio territorial identificado como medio urbano o como medio rural.
48Por su parte, Abramovay (2006) plantea que la incorporación a las ciencias sociales del concepto de territorio, proveniente de la geopolítica, presenta un conjunto de ventajas para realizar abordajes de diversos temas, como por ejemplo el de la pobreza rural. La noción de territorio, aunque polisémica, permite pensar problemas sociales en construcciones dinámicas. Esto quiere decir que lo que él llama estudios territoriales es una perspectiva que rompe con las miradas parcializadas sobre el espacio y sobre la vida social involucrando a la acción social –individual u organizada– en su definición. Una que ya no estará delimitada solo por aspectos físicos, sino por la manera como se produce, en su interior, la interacción social (2006, p. 52) Además, se debe tener en cuenta el abordaje de las instituciones en torno a las que las interacciones sociales localizadas se desarrollan. Aquí, el estudio empírico de los actores y de sus organizaciones se vuelve absolutamente crucial para comprender situaciones localizadas (2006, p. 53). Finalmente, agrega que la perspectiva territorial aporta un elemento muy interesante al resaltar las formas en que una sociedad utiliza los recursos de los que dispone en su organización productiva y, por lo tanto, en la relación entre sistemas sociales y ecológicos.
49Con esta visión dinámica del territorio coincide Francisco Albuquerque. Para él, el territorio debe ser visualizado como una matriz de organización y de interacciones sociales y no como un simple espacio abstracto o un receptáculo de actividades. En esta matriz se construye la identidad social, vinculando el territorio con dimensiones de análisis inmateriales tales como la cultura. Así, en este esquema la identidad, la cultura y el sentido de pertenencia a un territorio se revelan como elementos cruciales para comprender y caracterizar procesos sociales desde enfoques territoriales. Estos elementos, combinados con las estructuras económicas y las instituciones públicas y privadas, intervienen en la construcción de los territorios. De esta manera superando la perspectiva homogeneizadora de los enfoques de la globalización, que borran tanto los rastros propios de las geografías como de las identidades. Así, las relaciones entre los actores y los contextos –introduciendo la perspectiva de las relaciones reticulares o lógica de las relaciones en sistemas de redes– se vuelven centrales para comprender, diseñar y ejecutar políticas públicas adecuadas.
50Otros intentos por redefinir la idea de territorio estuvieron enfocados en superar la visión que lo ligaba exclusivamente a la economía y a la política, especialmente en las últimas décadas. La apelación a la construcción de categorías más amplias y flexibles se reitera. La mayoría de los contrapuntos están inscritos en discutir una dicotomía, muy en boga, como es lo local y lo global. Pero este aspecto del recorte del territorio escapa al interés de este trabajo, pues vuelve a poner el eje en la economía, es decir, la producción o el desarrollo económico como vehículo de definición espacial-territorial, sin considerar las relaciones entre las dimensiones de la cultura y de la identidad.
51Es importante tener en cuenta estos elementos para entender las constituciones de territorialidades diversas y múltiples. Pero ello es un camino más fértil si lo que se persigue es caracterizar con mayor complejidad ciertas comunidades especiales. Especialmente, a las poblaciones residentes en espacios políticamente definidos pero que gozan de construcciones territoriales mucho más extendidas que los límites administrativos de las localidades.
52En consecuencia, la idea de territorio, de acuerdo con Pablo Ciccolella, se vuelve inestable, maleable y flexible. Así, se puede dejar planteado que:
La nueva competencia territorial puede ser concebida como una síntesis institucional en tres dimensiones: el tejido socio-productivo, la creatividad y el territorio.
En este marco, el territorio se vuelve contenido y recurso, y deja de ser un elemento contingente, un mero conjunto de externalidades, una variable en la organización del capitalismo, para volverse una herramienta a la vez conceptual y técnica para el desarrollo. (2007, p. 34)
53La variabilidad e inestabilidad en las que las formaciones territoriales actuales están sumergidas, disuelven las certezas sobre el territorio y sus características antes obtenidas y ponen en duda su estructura y conformación. El territorio aparece entonces como un objeto de estudio que merece ser conocido. La identidad social como dimensión de análisis y su combinación con algunos aspectos económicos, como las nuevas competencias territoriales (Ciccolella, 2007), podrían construir contextualizaciones en el sentido que Giddens da al concepto y en particular para los estudios sobre el desarrollo.
54El desafío planteado para las ciencias sociales y humanas está dado por la necesidad de re-conocer los territorios desde nuevos y más fructíferos enfoques, que puedan asir la complejidad de las configuraciones territoriales actuales y comprender las fronteras que se definen y redefinen en su movilidad. Así, la perspectiva de la geografía social ha llegado a postular que, en tanto ciencia de los lugares, esta debiera abocarse a mostrar que las personas viven entre varios territorios: idea de multiterritorialidad, punto en el cual los actores deben situarse, tal como Jacques Levy y Michel Lussault (2003) propusieron y otros investigadores han profundizado más recientemente (Rogério Haesbaert, entre otros).
55En este sentido, el camino iniciado por la geografía social francesa comienza por expresarse en la construcción de tipologías de territorios en las que comienzan a predominar las nociones de espacio producido y espacio construido por la acción social. Así como también las nociones de espacio percibido (en presencia) y espacio representado (en ausencia, es decir por medio de ideología, símbolos, valores, prejuicios) donde entra en juego la subjetividad. Así, es la apropiación del espacio de vida la que lleva a una nueva conceptualización del territorio.
56Entre los geógrafos sociales más destacados, Levy y Lussault (2003) entienden este espacio como redes de lugares, atravesadas por flujos que organizan a los territorios y a las trayectorias de sus residentes. Donde además, las prácticas y las estrategias territoriales de los actores se visibilizan como necesarias para interpretar y entender los territorios contemporáneos.
57La definición sobre el territorio que aporta el Diccionario de la geografía y del espacio de las sociedades sostiene que se considera territorio a
La disposición de recursos materiales y simbólicos, capaz de estructurar las condiciones de existencia de un individuo o de un colectivo social y de informar a cambio a ese individuo y a ese colectivo sobre su propia identidad. (Levy y Lussault, 2003, p. 910) [Traducción de la autora]
58Por lo cual, el territorio tiene una constitución doble: material y simbólica. De este modo, se lo piensa en tanto que espacio informado, que porta significado para sus actores, a la vez que espacio informante. Las prácticas y las estrategias de los actores son necesarias para interpretar y entender los territorios contemporáneos, por lo que se requieren también nuevas definiciones estadísticas en estos sentidos. El territorio vincula nociones de identidades colectivas, simbolismos, tiempo histórico, recursos materiales, potencialidades de acción, control, ejercicio del poder, de escala. Siempre contiene materialidad y representaciones. El espacio informado significa sentidos para sus actores. Pero a la vez es informante, dado que la acción de los actores sociales es instituyente, genera apropiación del espacio.
59También es factible pensar al territorio como una forma de apropiación que define una configuración espacial –individual y colectiva– que funciona como soporte identificativo y de autorreferencia individual y colectiva. En este marco de polisemia del concepto, Levy y Lussault sostienen que se vive entre y con varios territorios. La idea de multiterritorialidad implica pensar en formas complejas de situar a los actores sociales.
60En este contexto aparece la posibilidad de concebir estudios que aborden la interacción, la interdependencia y la complementariedad de recortes territoriales. Por ejemplo, los que toman como casos a los espacios clásicamente considerados urbanos o rurales, combinando el análisis de los recursos naturales con los humanos, la cultura, los sistemas locales de poder y, fundamentalmente, la incorporación de la dimensión histórica como variable. Esto permite el tránsito conceptual del espacio como soporte al espacio como territorio. Los espacios son construidos con la acción de los actores en un contexto dado.
61Por su parte, Guy Di Meo (1998) propone una concepción del territorio como resultado de la conjugación del espacio social, lugar donde se desarrollan las acciones sociales, y del espacio vivido, en tanto espacio usado por los individuos que actúan sobre él y que lo transforman. Este aporte se acerca a las propuestas de Santos y Haesbaert.
62Otra contribución sugerente es la de Thierry Linck (2006), quien retoma las nociones propuestas por la geografía social francesa, tal como espacio-recurso. Sin embargo, incorpora la perspectiva de la acción social individual y colectiva más fuertemente que las otras tipologías. Su reflexión sobre el territorio consiste en un análisis que hace del concepto en distintos aspectos. Estos lo muestran como una concepción compleja, producto de una construcción social, un espacio dinámico y muy difícil de asir. Su propuesta parte de pensar que la sola mención del vocablo territorio refiere inevitablemente a un lugar, en tanto espacio físico, y a una extensión. Lo cual conduce a la idea de límite o frontera; en un sentido polisémico porque la frontera como concepto puede
Entenderse como línea divisoria, como ruptura que opone dos realidades espaciales disociadas. Pero una frontera puede ser, al mismo tiempo, línea de enlace, que marca diferencia, pero sobre todo estructura de flujos en intercambios, y, en fin de cuentas, estructura de interacciones. En el mismo sentido, una frontera puede ser porosa, hermética, conflictiva, discontinuada. (Linck, 2006, p. 129)
63Asimismo, el territorio es más que el límite administrativo. Es también otra construcción social que pone en debate al criterio de frontera física habilitando fronteras no trazables geométricamente y que puede referir a una memoria compartida, es decir colectiva. La relación de apropiación del territorio se vincula con la nominación del mismo. Sea en el plano individual como en el reconocimiento colectivo, lo que implica incluso una identificación entre el individuo y las expresiones simbólicas del patrimonio territorial (2006, p. 135).
64El geógrafo brasileño Haesbaert (2004a), discípulo de Levy y Lussault en Francia, efectúa un recorrido muy destacable sobre los avatares del concepto de territorio y sobre lo que ha denominado el mito de la desterritorialización.6 Realizando un relato histórico, Haesbaert refiere a dos hitos como hechos reconfiguradores del espacio y el tiempo de los actores sociales: la luz eléctrica y la radio. Dos elementos de enorme impacto en la transformación de las prácticas sociales. En especial, en las tradicionalmente categorizadas como áreas rurales. Para el autor, a esas zonas se las registra más rígidamente como espacios de la territorialización: la vida en el campo vista como una vida impregnada por la tierra, como recurso primario de supervivencia e identificación. Cuando se produce el éxodo rural, la experiencia del actor es la de una desterritorialización, como efecto de la ausencia de esa tierra.7
El mito de la desterritorialización y el mito de los que imaginan que el hombre puede vivir sin territorio, que la sociedad puede existir sin territorialidad, como si el movimiento de destrucción de territorios no fuese siempre, de algún modo, su reconstrucción en nuevas bases. El territorio, visto por muchos en una perspectiva política o cultural, es enfocado aquí en una perspectiva geográfica, intrínsecamente integradora, que ve la territorialización como el proceso de dominio (político-económico) y/o de apropiación (simbólico-cultural) del espacio por los grupos humanos. (Haesbaert, 2004a, p. 16) [Traducción de la autora]
65Esta propuesta se erige sobre la crítica a las dicotomías presentes en las ciencias sociales y en los intentos de reducir a la vida comunitaria al vínculo con el territorio. Es notable cómo refiere a las propuestas con origen en la sociología alemana, fundamentalmente.
66En la concepción de Haesbaert, es muy importante no perder de vista el aporte que hace a la reflexión sobre el territorio y su construcción. Esto es así, dado que supone que la misma supera la materialidad física territorial, especialmente cuando señala que en las sociedades contemporáneas lo que predomina es
El control de la movilidad, de los flujos (redes) y, en consecuencia, de las conexiones. El territorio pasa entonces, gradualmente, de un territorio más zonal o de control de áreas a un territorio-red o de control de redes. Ahí, el movimiento o la movilidad pasa a ser un elemento fundamental en la construcción del territorio. (Haesbaert, 2004b, p. 5) [Traducción de la autora]
67Así, frente a la variabilidad en las construcciones territoriales contemporáneas es imprescindible tener presente que predominan y coexisten dos lógicas en la construcción territorial: una zonal y otra reticular. Ambas se diferenciarán cada vez más: la apropiación del espacio y la circulación por el mismo serán las claves de ambas lógicas territoriales.
10. 5. Breves apuntes sobre el concepto de región
68Si el concepto de territorio es polisémico, los recortes conceptuales del mismo también heredan estas características. Tal el caso de la idea de región que, originada en la geografía y muy utilizada por la economía, ha tendido a ser utilizada en diversos sentidos. Desde esta perspectiva, y coincidiendo con otras propuestas, los intentos de sostener en el tiempo categorías espaciales universales y rígidas en sus criterios no han resultado exitosos, en términos heurísticos, de utilidad analítica y de aplicación de políticas públicas.
69Las diversidades y plasticidades propias de la vida social, económica y cultural en los tiempos actuales vuelven inútiles los criterios que homogeneizan los espacios sociales. Esto no ha escapado a la reflexión sobre la utilidad de la noción de región. No obstante, aun cuando se sostenga su uso, es interesante cómo ha ido variando su estructura y contenido, revelando la necesidad de volver más plásticas las definiciones. Ello permitiría encontrar soluciones apropiadas a la variedad de problemas que suelen ser entendidos como regionales. Otra vez, la flexibilidad en las fronteras.
70La geografía, aunque con variaciones de acuerdo a la perspectiva teórica, ha tendido a identificar a la región como [una] unidad singular, escenario de una muy particular conjugación de factores físicos y humanos expresados a través del paisaje (Cuervo González, 2003, p. 31). En el desarrollo de la geografía europea, avanzado el siglo xx, comienzan a incluirse dimensiones identitarias y, más particularmente, la noción de pueblo como factores que definen territorios. Según ello, los límites del territorio estarían dados en función del sentimiento de identidad que se percibe a nivel colectivo (2003, p. 32).
71No será hasta la segunda posguerra que la idea de región tenga sentido en la representación social colectiva, como concepto fundamentalmente derivado de la economía y en tanto que problema común y difundido por el Estado. Esta posición de la geografía económica regional virará hacia el fin de siglo e incorporará tanto la subjetividad humana como la interacción social a la comprensión de los espacios y las regiones.
72Incorporar las relaciones sociales, los criterios ambientales, los aspectos culturales e identificadores a los recortes sobre el territorio es un camino teórico sugerente que capta con mayor precisión las dimensiones espaciales de la vida social contemporánea.
73En la misma línea, Santos propone formas de recortar el territorio que superarían la idea geográfica original de región. Estos recortes los denomina verticalidades y horizontalidades, tal como se detalla:
Las horizontalidades serán los dominios de contigüidad, de aquellos lugares vecinos agrupados en una continuidad territorial, mientras que las verticalidades estarían formadas por puntos distantes unos de los otros, unidos por todas las formas y procesos sociales.
Las verticalidades reagrupan más bien áreas o puntos al servicio de los actores hegemónicos, a menudo lejanos […] La disociación geográfica entre producción, control y consumo hace que haya una separación entre la escala de la acción y la del actor. Ésta es con frecuencia el mundo, transportado a los lugares por las empresas transnacionales. (1996, pp. 124-125, p. 137)
74Sobre las horizontalidades se construirán todos los elementos de lo cotidiano de todos los actores sociales –instituciones, empresas, individuos, grupos– y encuentran su firmeza en la similitud de acciones, su asociación y su complementariedad –el autor identifica estos movimientos como la vida urbana y las relaciones ciudad-campo–. Es este cotidiano expresado en el recorte territorial de horizontalidades el que las convierte en una cotidianidad territorialmente dividida, con tendencia a segregar sus normas.
75La batería normativa se basa en la similitud y en la complementariedad, ya mencionadas, de las producciones y sobre el ejercicio de una existencia solidaria. En estos subespacios hay un aumento de la productividad económica, pero también de la productividad política, alimentadas ambas por la información (Santos, 1996, p. 138). La solidaridad, a su vez, se funda en la contigüidad, así los hechos similares y los complementarios están suponiendo una extensión continua en la ciudad y en el campo (1996, p. 144).
76Las situaciones que tienen lugar en la situación jerárquica (recorte vertical del territorio) definen relaciones de tipo puntuales, dado que la contigüidad no es fundamento de esta solidaridad. Al contrario, esta se basa en la proximidad organizacional y no en la espacial –como sucede con los recortes horizontales del territorio–. Por ejemplo, las empresas agroindustriales integradas verticalmente.
77Las verticalidades abren paso a la existencia de las redes como expresión de forma y estructura de los territorios contemporáneos. Lo cierto es que estas redes conectan nodos determinados, pero no incluyen a todos en sus territorios. Por esto, Santos cree oportuno contraponer la idea de los espacios reticulares a la de espacio banal –que toma de François Perroux–. Con ello refiere al espacio de todos, todo el espacio, en contraposición con las redes que constituyen solo una parte del espacio y el espacio de algunos (1996, p. 125).
78En este trabajo, Santos retoma de Émile Durkheim dos categorías que aun hoy servirían para comprender los mecanismos de la división territorial del trabajo (con la cual podría sostenerse de algún modo la categoría región). Puede observarse cómo ya en el siglo xix, la perspectiva de este autor incorpora la interacción social a la construcción de los espacios sociales territoriales.
La densidad material y la densidad moral. La densidad material incluye la densidad de población y la densidad de las obras de los hombres, es decir, la materialidad. Y la densidad moral –que él denomina también densidad dinámica– está dada por la frecuencia de las vinculaciones entre las personas, de las interrelaciones entre los hombres. (1996, pp. 115-116)
79Finalmente, la teoría social contemporánea también se apropia de estas preocupaciones. Giddens (1985) realiza un aporte significativo al volver a incorporar las dimensiones espaciales en el análisis social a través de los conceptos de sede, región y regionalización.8 En este sentido, y a modo de ejemplo, en el Valle Inferior del río Chubut, una sede entendida en estos términos podría ser la ciudad de Trelew. Esto es así, dada la recurrente frecuencia con que los actores sociales se detienen en ella desde diferentes procedencias, en momentos dados del día y por un período de tiempo determinado. Otras sedes que se identificaron en la zona son las escuelas, los centros de atención de la salud y otras instituciones públicas que son escenarios de encuentros y situaciones de copresencia.
80Como consecuencia de haber indagado y analizado diferentes perspectivas y discusiones en torno a los espacios, los tiempos, los lugares, los territorios y las formas para abordarlos, leerlos e interpretarlos, la pregunta de investigación se fortalece. El nudo del trabajo se traduce en cómo, entonces, captar e interpretar estas dimensiones en una población específica, combinando técnicas y datos cualitativos con cuantitativos. Desde esta perspectiva, resultó fecundo y conceptualmente vertebrador que, desde un enfoque interpretativo, algunos referentes de la sociología contemporánea (Giddens, 1985) hayan reconocido la necesidad de reinstalar en la teoría social las nociones de espacio-tiempo. Así, marcaron la indispensabilidad de hacerse de herramientas conceptuales para considerar lo situado de las interacciones sociales o para analizar cómo los sistemas sociales se constituyen por un esquema espacio-tiempo. Estas cuestiones son de gran importancia para la conducción de investigaciones en ciencias sociales y aluden a la fertilización mutua entre teoría e investigación.
81En este intento, y en línea con lo que se ha trabajado, Giddens recurre a los estudios de la geografía histórica, con los que pretende dar cuenta de fenómenos tales como el carácter rutinario de la vida diaria, los ciclos de vida de los sujetos y sus proyectos biográficos. En este enfoque, se pone énfasis en cómo los factores espaciales condicionan las tramas de interacción formadas por las trayectorias de los recorridos vitales diarios, semanales y otros de los individuos en sus interacciones recíprocas. Estas, sumadas a los encuentros sociales que conllevan, convergen en estaciones o localizaciones espacio-temporales precisas en el interior de regiones deslindadas (hogares, barrios, ciudades, estados).9
82Para pensar estas cuestiones, Giddens construye un marco categorial: los dominios. Estos denotan lo que prefiere denominar como regionalización de un espacio-tiempo, el movimiento de sendas de vida a través de escenarios de interacción que presentan diversas formas de demarcación espacial. Así, los actores sociales pasan por estaciones y sus actividades se concentran al interior de estos dominios. Siguiendo estos planteos, se podrían interpretar los distintos espacios sociales como dominios particulares en donde se escenifican las interacciones y relaciones sociales que involucran a sus agentes.
10. 6. Territorios biográficos, territorios cotidianos: multiterritorialidad y otras formas de las fronteras
83Haesbaert construye una contrapropuesta ante la difusión de la idea de desterritorialización, acuñando la noción de multiterritorialidad y comprendiendo previamente al territorio como un doble proceso en el que intervienen la dominación y la apropiación. A la vez que busca evitar caer en una separación estricta y rígida, pues es justamente esa dificultad la que impide arribar a la conceptualización de multiterritorialidad. La primera presenta un origen vinculado a la dominación jurídica y política (la doble etimología de la palabra territorio, relaciona al concepto tanto con la tierra como con el terror) y la segunda está referida al usufructo y a la identificación posesiva con el territorio. Por ello, concluye que
El territorio, como espacio dominado y/o apropiado, manifiesta hoy un sentido multiescalar y multidimensional que solo puede ser debidamente aprehendido dentro de una concepción de multiplicidad, de una multiterritorialidad. Y toda acción que efectivamente se pretenda transformadora, hoy, necesita, obligatoriamente de nuestros territorios, o no se alcanzará ninguna transformación positivamente innovadora […] Pensar multiterritorialmente es la única perspectiva para construir otra sociedad, al mismo tiempo más universalmente reconocedora de las diferencias humanas. (Haesbaert, 2004b, p. 19) [Traducción de la autora]
84La tipología de Haesbaert denota, como toda construcción de este estilo, a tipos puros ideales. Al mismo tiempo que sostiene que las vidas humanas están desde siempre sumergidas en multiterritorialidades con bases en que los territorios se construyen desde lo individual y en pequeñas colectividades. Esto sería así, dado que toda acción social involucra una interacción territorial, un entrecruzamiento de diferentes territorios (Haesbaert, 2004b, p. 11) [Traducción de la autora]. De los cinco tipos de territorios que construye Haesbaert en su tipología, este de la multiterritorialidad fue de utilidad para el abordaje propuesto al incorporar la dimensión histórica familiar,10 o territorio biográfico. Es decir, aquel conformado a partir de las huellas que imprimen la historia espacial de las familias y sus miembros. A partir de aquí fue posible pensar que la flexibilidad territorial puede ser aún mayor, implicando a más de uno de estos tipos en un mismo espacio. Este tipo de combinaciones surgen del análisis de los casos de estudio.
85El cuestionamiento sobre la conservación y la perpetuación del uso de la dicotomía rural-urbano por un lado y de las nociones clásicas sobre el territorio, por otro, busca encontrar formas más complejas para caracterizar los mundos empíricos. Este camino tiene como correlato un intento de aproximación a un aporte para el mejoramiento de las lecturas territoriales.
86Adoptar a los territorios como enfoques y no como categorías de análisis podría ser un camino productivo para la comprensión e interpretación de la vida social en diferentes contextos. Tal como es propuesto por Haesbaert, esta perspectiva territorial apunta a la captación e interpretación de situaciones sociales multiterritoriales, las que suponen la interacción entre diferentes territorialidades cotidianas y biográficas. Ello implica la superposición de diferentes registros temporales traducidos en trayectorias cotidianas y biográficas, en soportes físicos comunes –unidos a otros territorios por fuertes lazos identitarios–. Los territorios, como rectores de los enfoques para análisis sociológicos, se vuelven complejos, heterogéneos y múltiples.
87La fertilidad del abordaje flexible en términos conceptuales implica consecuentemente la utilización de diversas herramientas e instrumentos de investigación. A la vez que incorpora la conjunción de técnicas de recolección de información y combina el análisis de datos secundarios con la producción de información primaria. Técnica desarrollada tanto a través de instrumentos poco estructurados como las entrevistas hasta la utilización de herramientas más formalizadas como las encuestas y sus análisis proto-estadísticos.
88Esta elección posee limitaciones dadas por la posibilidad de integrar en el análisis mediciones de diferente índole sobre el mismo objeto, comenzando por la capacidad de captación de un mismo aspecto con técnicas de recolección de datos diferentes. No obstante, la legitimidad de su uso se basa en la capacidad de captar y medir en profundidad los aspectos sociales en estudio. Esto es así, ya sea que busquemos validar o contrastar hipótesis o reafirmar hallazgos construidos con un método mediante la aplicación de otro al mismo objeto de investigación (Bericat, 1998).
89Así, la labor analítica se realizó a la luz de los datos primarios que se construyeron a partir del trabajo de campo y del análisis de la información de fuentes secundarias. Estas últimas aportaron elementos de análisis de tipo estructural, operando como marco de referencia analítico y poniendo en relación datos de diferentes niveles de análisis que abarcaron desde lo regional y lo provincial hasta el nivel local.
90La información estadística permitió caracterizar los casos de estudio desde un punto de vista macro. Luego, tratando de completar la imagen y de mostrar la dinámica, se recolectaron datos primarios a través de observaciones del espacio social, de las prácticas y de las interacciones sociales.
91Se adoptó la perspectiva de los actores –en tanto revelan la interpretación de sus propias prácticas–, por lo que se apeló a la realización de entrevistas y encuestas en campo.11 Con la información sistematizada relevada por la encuesta, se facilitó la construcción de perspectivas de la dinámica rural-urbana en las territorialidades cotidianas, complejas miradas sobre diferentes aspectos de la vida social útiles a diferentes fines.
92En este marco, se recurrió entonces al análisis de información demográfica, actividades productivas y usos del suelo para describir a la población y caracterizar a los patrones de asentamiento propios de la región. Asimismo, se recurrió a fuentes historiográficas. Además, información secundaria tanto de tipo cuantitativo como cualitativo resultó de vital importancia para viabilizar los objetivos específicos propuestos. En este sentido, lo comprendido hasta ahora es un resultado, pero también un punto de partida en el permanente proceso de reflexión que implica investigar desde una perspectiva crítica.
93Nos hemos propuesto reflexionar sobre la riqueza heurística que aporta la inclusión de otras dimensiones analíticas en la construcción de perspectivas territoriales como herramientas para interpretar el mundo empírico. Estas dimensiones, a su vez, creemos que permitirán avanzar en las discusiones sobre las ideas de frontera. ¿De qué manera? Dotándolas de elementos constitutivos con origen en relaciones sociales que las transforman, las vuelven portables y que son pasibles de ser leídas en procesos de largo alcance. Todo esto especialmente en áreas en las que las migraciones internacionales han sido componentes fundacionales de poblaciones marcadas inicialmente por los ritmos de las producciones agropecuarias.
94Finalmente, y en este sentido, la frontera se erige en una relación social y se vuelve asible mediante la reconstrucción del territorio biográfico, el eje rector de un concepto de territorio amplio y tardío moderno, nutriente del territorio cotidiano. Así, la historia y las marcas en el espacio construyen la noción de paisaje como ordenadora de territorios disciplinados, pero con fronteras superpuestas, móviles y portables. El estudio de la constitución de multiterritorialidades –ser capaces de exponer las temporalidades superpuestas– no pretende remplazar métodos estadísticos, sino reflexionar en complemento a ellos. La capacidad de sistematizar estos registros es el desafío que sigue con base en la importante casuística abordada para obtener perfiles complejos y con un nivel de agregación que puedan tener valor demográfico.
Comentario al texto
95María Emilia Sabatella
96El trabajo de Marcela Crovetto nos invita a explorar la forma en la cual las categorías teóricas habilitan u obturan la posibilidad de análisis de prácticas y acciones en el campo empírico. Tomando como referencia su trabajo de una década en la zona del Valle Inferior del río Chubut, la comarca Andina del paralelo 42, el Valle Medio del río Negro y la comarca de la Meseta central de Chubut –y luego de recorrer las nociones de lugar, región, espacio y tiempo– profundiza en la noción de territorio, sus diversas caracterizaciones y definiciones.
97Este concepto de territorio, en su polisemia, se vuelve la noción indicada para dar cuenta de procesos múltiples y cambiantes que abarcan los sentidos y prácticas de territorialidad y territorialización en esta zona. Así como también, los entramados de poder que se ponen en juego en estos. Este énfasis en las prácticas que la autora desarrolla supone replantear formas de análisis históricas que se han ido consolidando en las ciencias sociales en torno a la construcción de espacialidades, principalmente ligadas a la diferenciación de lo urbano y lo rural. La noción de territorialidad para Crovetto se plantea como una propuesta que permite dinamizar estos enfoques que fijan y estandarizan situaciones de campo. Las que en realidad se enfrentan continuamente a procesos de modificación e hibridación.
98Es particularmente interesante la forma en la que, a través de la perspectiva de territorio biográfico retomada de la propuesta de Rogério Haesbaert, Crovetto nos introduce en las múltiples territorialidades y las fronteras que se conforman, traspasan y habitan en el marco de las trayectorias de los sujetos. Desde este seguimiento, entonces, se pueden mostrar los procesos de territorialización en un sentido amplio. Es decir, mediante el abordaje tanto de los territorios que se imprimen/imponen en la vida cotidiana de las personas y en sus tránsitos, como también la forma en la que los sujetos transforman dichos territorios. En esta dirección, las biografías y los territorios conectados dan cuenta y articulan actividades productivas, simbólicas, sociales, rutinas de atención de la salud, comercio, migraciones, entre otras. Pero también, de la construcción de sentidos de pertenencia e identificación.
99Un punto remarcable de este texto es que, la noción de territorio es un concepto central para distintas disciplinas y suele ser ampliamente utilizado por ellas –en algunas oportunidades tomándolo como una categoría de uso, en otras retomándolo como una categoría transparente que no necesita definición–. No obstante esto, la autora da cuenta de la necesidad de reponer el recorrido histórico de la gestación de esta categoría, partiendo desde las definiciones constituidas por la geografía social, sin perder este anclaje. A la vez, no deja de relacionarlo con el abordaje propio de la teoría sociológica.
100Finalmente, encuentro central la propuesta de este trabajo ya que, al retomar esta discusión, nos invita a reflexionar acerca del movimiento dialéctico entre el campo empírico, las categorías teóricas y los abordajes metodológicos. El trabajo realiza un recorrido por la caracterización de estas nociones (territorio, lugar, región, frontera) desde la perspectiva de diversos autores (Ratzel, Raffestin, Haesbaert, Santos, Ciccolella, Augé, Giddens, entre otros). Aun con esto, la pregunta por las formas metodológicas para aplicarlas y los cuestionamientos acerca de la adecuación de las mismas están presentes a lo largo de todo el capítulo convirtiéndose este en un agregado de suma importancia para complejizar tales nociones.
101El énfasis puesto entre esta interacción campo, categorías teóricas y abordajes metodológicos cobra su centralidad cuando, al hacer referencia a la categoría de territorio la autora menciona que: «adoptar a los territorios como enfoques y no como categorías de análisis podría ser un camino productivo para la comprensión e interpretación de la vida social en diferentes contextos». Esto, ya que «los territorios, como rectores de los enfoques para análisis sociológicos se vuelven complejos, heterogéneos y múltiples». Si bien el trabajo no analiza puntualmente ninguna situación de campo, considero que podría haber al menos una mención como ejemplos pertinentes, para dar mayor fuerza a la propuesta. Aunque también es entendible que no haya sido la selección del encuadre del trabajo. A pesar de ello, coincido con la autora en que recuperar esta complejidad y heterogeneidad de la categoría territorio devenida en abordaje permitirá generar análisis que eviten caer en la mera simplificación o en la reificación de contextos, los que acabarían por condicionar nuestras investigaciones.
Respuesta al comentario
102Marcela Crovetto
103Como bien se menciona en los comentarios, el texto no tiene una intención de difusión de resultados de investigación, sino más bien consiste en una reflexión teórico-metodológica que ha tenido su retroalimentación en campo durante los últimos 10 años. En este sentido, es importante mencionar entonces que las labores de investigación fueron iniciadas en el Valle Inferior del río Chubut en el año 2006, extendiéndose en 2011 al Valle Medio del río Negro y en 2014, a la Meseta central de Chubut y a la comarca Andina del paralelo 42. Todas las regiones siguen bajo estudio y han tenido diseños de investigación similares. Es decir que se ha ido mejorando tanto el abordaje como los instrumentos de recolección de información. Así como se han pulido las dimensiones de análisis e incorporando nuevos aspectos al problema de investigación, buscando sostener la comparabilidad de resultados. La estrategia ha sido mixta, combinando técnicas de recolección de datos estructuradas como las encuestas a hogares. En este caso, se tomaron como ejemplo 200 hogares en cada región que relevaron. Entre las dimensiones estudiadas, se encontraban la vida cotidiana y composición del hogar, los aspectos vinculados a la construcción de trayectorias cotidianas, de movilidad espacial y especialmente de trayectorias residenciales familiares –trayectos migratorios y asentamientos definitivos–. La excepción ha sido la comarca Andina del paralelo 42, en donde aún no se ha realizado el operativo. Estas fueron entrevistas semiestructuradas realizadas antes, durante y después de las encuestas.
104Las entrevistas profundizaron los aspectos relacionados directamente con las trayectorias y biografías de las familias, y en cada región se priorizó la interlocución con representantes de los principales colectivos pobladores de las localidades. Con ello se buscaba, justamente, reconstruir el territorio biográfico que los nutre de texturas y fronteras que no resultan asibles con facilidad por los instrumentos de recolección de datos tradicionales. Las tres dimensiones propuestas fueron: trayectoria residencial, historia espacial familiar e identificación con los espacios. Cada una de ellas registró información del tipo que se especifica en el esquema que sigue, dimensiones simbólicas y prácticas de la historia familiar. Instrumentalmente, las dimensiones del territorio biográfico fueron propuestas de la manera en que se muestra en el esquema de la tabla 10. 1, entendiendo, a partir de la información recogida en las entrevistas iniciales y en las encuestas, que eran dimensiones importantes con las que construir los datos.
Territorio biográfico | ||
Trayectoria residencial | Historia espacial familiar | Identificación con los espacios |
Registros: | ||
Trayectos residenciales | Origen familiar | De dónde dice que es |
Movimientos ciudad-campo | Trayectos migratorios familiares | Lugar que cree propio |
Movimientos ciudad-campo | Dónde nació | |
Vínculos que conserva | Dónde vota | |
Diferencias que mantiene | Dónde festeja las fiestas |
105Antes de cerrar esta respuesta, quisiera aclarar que la idea del territorio biográfico no es un concepto retomado de la propuesta de Rogerio Haesbaert como se señala en los comentarios. Por el contrario, sino que se tomaron como punto de partida sus trabajos sobre los procesos de territorialización-desterritorilización-reterritorialización y, especialmente, del desarrollo de su concepto de multiterritorialidad. Este con mayor énfasis, dado que ha sido el soporte conceptual para incorporar la dimensión histórica de las familias a la construcción social de los territorios. Así fue que se pensó al territorio biográfico como un dispositivo para recoger, sistematizar y analizar esos territorios múltiples que construyen y portan los habitantes, en nuestro caso, de la Norpatagonia.
106Para finalizar, quiero expresar que los comentarios de María Emilia Sabatella han sido muy agudos y elogiosos, razón por la cual quisiera cerrar esta respuesta a sus palabras agradeciendo su atenta lectura al trabajo que he presentado. Asimismo, su excelente síntesis y la generosidad con la que ha valorado en su texto a mi propuesta.
Bibliographie
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Notes de bas de page
1 De definiciones múltiples y variadas, depende de la perspectiva disciplinaria y escuela de pensamiento que se adopte. Las referencias a sus formas, contenidos y definiciones lo identifican con un espacio físico con límites político-administrativos, por accidentes geográficos, con el ejercicio de poder y dominación, soporte de externalidades, construcción social relacional y espacio de lo situado.
2 Es importante señalar que los autores tradicionales reflexionan más sobre el vínculo con la tierra que con el territorio y que sus trabajos están enfocados en analizar el origen y el desarrollo del capitalismo.
3 Situación que, para el autor, caracteriza a la sociedad pensada como espacio de los flujos, donde el capital circula por el espacio que construyen las redes conectando nodos que se conectan con otros nodos. El problema del capitalismo en este diseño sigue siendo la exclusión, agravada por la construcción de estos espacios reticulares que incluyen a algunos y excluyen a otros –tal como criticarán otros analistas sociales–.
4 Spatial identities, en el idioma original.
5 «Contextualidad: el carácter situado de una interacción en un espacio-tiempo, que incluye el escenario de una interacción, unos actores copresentes y una comunicación entre ellos» (Giddens, 1985; 2001, p. 394).
6 O mito da desterritorilizaçao, en idioma original.
7 Y este proceso para nosotros también sería válido para otras migraciones y movilidades espaciales.
8 «Sede: una región física que interviene como parte del escenario de una interacción con fronteras exactas que contribuyen a concentrar de algún modo una interacción». «Región […] siempre connota la estructuración de una conducta social por un espacio-tiempo. […] Por el carácter de una regionalización denoto los modos en la organización espacio-temporal de sedes que se ordena en el interior de sistemas sociales más amplios». «Regionalización: la diferenciación temporal, espacial o espacio-temporal de regiones en el interior de sedes o entre estas; la de regionalización es una noción importante para contrarrestar el supuesto de que las sociedades son siempre sistemas unificados, homogéneos». (Giddens, 1985).
9 Estos son los mapas espacio-temporales dinámicos de Hagerstrand en los cuales se inspira Giddens para efectuar estos aportes.
10 En sentido estricto, se trata de territorialidades construidas colectiva o individualmente con flexibilidad es sus conexiones territoriales, permitiendo la conectividad entre espacios multifuncionales y multiidentitarios (esto puede verse especialmente en los diversos casos en los que coexisten colectivos de migrantes de distinto origen).
11 El relevamiento de datos por encuesta supone un grado de sistematización y ordenamiento de la información que permite que sea aplicado a un número grande de unidades de recolección y –construcción de muestra mediante– posibilita la elaboración de conclusiones o conceptos susceptibles de ser generalizados o expandidos a poblaciones más grandes.
Auteur
Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Área Estudios Rurales/CONICET
Doctora en Ciencias Sociales, magíster en Investigación en Ciencias Sociales y licenciada en Sociología por la UBA. Es Investigadora Asistente del CONICET con sede en el Área de Estudios Rurales del Instituto de Investigaciones Gino Germani, docente regular e Investigadora de la Carrera de Sociología y Profesora en el Doctorado y en la Maestría en Investigación de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Sus líneas de trabajo han versado sobre las construcciones territoriales en los principales valles irrigados de Chubut y Río Negro desde la perspectiva combinada de los estudios sociales agrarios, la geografía social, la demografía y la historia.
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