Capítulo 3. La cepal y las instituciones de ciencia y tecnología en el espacio Andino-Norpatagónico. Segunda mitad del siglo xx
p. 77-99
Texte intégral
3. 1. El desarrollo latinoamericano en la segunda mitad del siglo xx
1El desarrollo fue tema de largos debates, en la región latinoamericana, cobraron vigor en la segunda mitad del siglo xx. En esta línea, rastreamos antecedentes en las ideas de algunos economistas críticos de la teoría neoclásica del comercio como Gunnar Myrdal, Hans Wolfgang Singer, Dudley Seers, que resultaron de gran influencia durante la década de los cincuenta, dado que sus trabajos fueron presentados para las Naciones Unidas (Blomström, 1990, p. 29). En ellos, cuestionaban los efectos desarrollistas del comercio internacional, dado que, en la división internacional del trabajo existente, la periferia producía y exportaba materias primas, mientras que el centro se industrializaba y se especializaba en productos manufacturados. En virtud de ello, la división del trabajo resultaba un obstáculo para el desarrollo económico de la periferia. Esta estaba sujeta al deterioro de los términos de intercambio, de manera que las ganancias se concentraban en los centros. Esta situación dejaba como saldo una gran asimetría entre los países desarrollados respecto de los subdesarrollados.
2En torno a estos debates también se encontraban los economistas que defendían el libre cambio y señalaban que la periferia no debía especializarse y exportar mercancías en las que tuviera ventajas comparativas. Más bien, debía transformar toda la estructura, es decir debía invertir en industrialización (Blomström, 1990, p. 32). En el contexto de estos debates se forjaron las bases de una línea de pensamiento económico particularmente latinoamericano cuyo mentor fue el economista argentino Raúl Prebisch.
3La creación de instituciones y organismos dedicados al desarrollo se encontraron articulados al proceso histórico que nos ocupa. En efecto, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (de ahora en más, la cepal) fue creada en 1948 en virtud de la decisión aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1947. En la creación de esta institución se excluyó a Latinoamérica de los beneficios que recibieron algunos países europeos a través del Plan Marshall. Recordemos que este plan fue diseñado exclusivamente para ayudar a Europa Occidental, de manera que reconstruyeran sus economías para así insertarse competitivamente nuevamente en el mercado. No obstante, incluyó también algunas condiciones como: reconstruir las zonas destruidas durante la Segunda Guerra Mundial, eliminar las barreras al comercio y modernizar la industria europea. Fundamentalmente, con ello se buscaba evitar la propagación ideológica del comunismo (Bielchowsky, 1998, p. 23). El exgerente general del Banco Central argentino, Raúl Prebisch, se instaló en la sede de cepal en Santiago de Chile en 1949. Allí, con el cargo de consultor encargado, contribuyó al Estudio Económico de América Latina, que se constituyó en el primer balance de las tendencias económicas de los principales países latinoamericanos. Este y otros documentos elaborados en esta línea contienen los elementos que dieron lugar a la referencia ideológica y analítica para los desarrollistas latinoamericanos. Ingresados en la década de los cincuenta, Raúl Prebisch fue nombrado secretario general ejecutivo de la cepal y, desde este espacio, enunciaba lo siguiente:
Que las mejoras en la productividad generada por el progreso tecnológico en la industria de los países del centro, no se reflejaba en los precios bajos, si no que eran retenidos allí. Mientras que en los países que formaban la periferia las mejoras en la productividad en el sector agropecuario, eran menos significativas y los salarios se mantenían bajos por el excedente de mano de obra. (Bielchowsky, 1998, p. 35)
4A través de estas líneas demostraba la desventaja de las economías latinoamericanas frente a los términos de intercambio, donde la razón radicaba en la rigidez estructural de las instituciones, sistemas y valores políticos y sociales. Todo lo que definía a estos países como subdesarrollados, término que se utilizó para explicar esta situación. En este sentido, las economías de América Latina requerían de la promoción del Gobierno a la industrialización. Por lo que la cepal de la década de los cincuenta manifestaba que los flujos de capital provenientes del capital público debían inyectarse en la industrialización, para generar independencia respecto a las exportaciones primarias inestables y estancadas. Sin embargo, no se veía una contradicción el utilizar capital extranjero canalizado a través del Gobierno. De allí que fue necesaria una evolución de factores políticos para que el modelo de desarrollo basado en la industrialización por sustitución de importaciones se estableciera, por lo que se implementaron algunos elementos de cambio. El primero de ellos propuso los prerrequisitos necesarios para el flujo de financiación foránea. El segundo fue una consecuencia del primero. Es decir que, si el capital extranjero entraba en América Latina en cantidad y con seguridad, entonces debía definirse la situación de la fuerza laboral. Por lo tanto, las tendencias militantes después de la guerra fueron controladas en favor de la confianza empresarial (Guerchunoff, 2010, p. 68).
5En virtud de ello, la función principal de la cepal fue ofrecer lineamientos para que los países subdesarrollados –latinoamericanos– alcanzaran niveles competitivos y, de esa forma, llegaran al desarrollo esperado. Es decir que brindaba las bases para la organización nacional de los sistemas de planificación. Para llevar a cabo este ambicioso objetivo, la cepal desarrolló una escuela de pensamiento especializada en el examen de las tendencias económicas y sociales de mediano y largo plazo de los países latinoamericanos y caribeños, a través del cual se proyectó en toda la región influenciando también la dimensión científico-tecnológica (Oteiza, 1992, p. 115; Bielchowsky, 1998, p. 16). En 1962, se creó el Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social (ilpes), cuyo objetivo se centró en la capacitación de los funcionarios de los países involucrados. Así como también, en asesorar a los Gobiernos en la planificación con proyección en la colaboración de los programas de estudios universitarios, con el fin de la formación de recursos humanos especializados en desarrollo (Jáuregui, 2014-2015, p. 143).
6Como resultado de estos cambios que implicaba la promoción a la industrialización, se recurrió a la constitución de una estructura que permitiera alcanzar tales fines. De esta forma, las actividades de ciencia y tecnología aumentaron considerablemente, conformando en la Argentina una estructura jurídico-institucional creciente. Una que dio origen al complejo científico-tecnológico nacional, aún no bien articulado entre sí bajo la influencia de los modelos organizativos de los países centrales.
7Entendemos que, en parte, la escasa articulación se vio atravesada por la presencia de dos culturas que influenciaron en la generación de políticas dirigidas a la ciencia y la tecnología, que se materializaron en el período 1955-1966. Según Adriana Feld (2015), estas culturas se construyeron en ámbitos diferentes, sin embargo, los actores que intervienen interactuaron en un espacio común: la esfera científica. La autora define a estas culturas como: estratégica-burocrática, que es la que se encuentra en el seno gubernamental, y la académica, gestada en la elite científica local. Estas culturas tensionaron en todo el proceso que nos ocupa y encuentran su antecedente en 1943, dado el rol de los actores que intervinieron en este proceso histórico y que forjaron lineamientos en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.
8Por otra parte, el escenario internacional favoreció un proceso político-cultural de resignificación de la ciencia y la tecnología, otorgándoles a estas actividades un rol preponderante tanto en la geopolítica planetaria como en el desarrollo socioeconómico de los Estados. Esta situación fue visible en algunos países, que a través del Estado propendieron el desarrollo de áreas de defensa y energía. Este implicó el esfuerzo de la articulación de varios recursos: humanos, materiales, infraestructura y científico-tecnológicos ligados a las áreas mencionadas. Este hecho marca especialmente el cambio en la generación de proyectos multidisciplinares a gran escala que demandaban una compleja planificación (Hurtado, 2014). En este sentido, el Estado se constituyó en un actor central en la financiación de la investigación de estas áreas definidas como estratégicas (Capshew, 1992; Galison, 1992). En sintonía, se crearon burocracias especializadas para organizar, planificar, coordinar y movilizar la investigación. Este conjunto llevó a la aparición en escena de otros actores ligados a la ciencia, de gran influencia en la esfera pública –consejeros políticos, administradores públicos, diplomáticos e innovadores tecnológicos– (Feld, 2015, p. 27).
9De manera que los debates sobre la intervención de la ciencia en la esfera pública dejaron entrever la tensión de las culturas que hemos mencionado y el modo en que se proyectaron fue a través de organizaciones multilaterales como la unesco –Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura–, configurándose así en el vehículo de ingreso a la región latinoamericana y por ende a la Argentina. Este es el escenario de la época dorada de la asistencia técnica proyectada a universidades y centros de investigación latinoamericanos impulsadas desde la unesco (Feld, 2015, p. 113), los fondos de origen norteamericano provenían de la institucionalización del programa de ayuda económica Alianza para el Progreso, de gran impacto e influencia en la región (Núñez y López, 2014, p. 115). Durante los años de guerra y posguerra, la interacción entre la comunidad científica y el Estado abrió espacios de intervención entre los Gobiernos y las actividades de investigación. Estos espacios dieron lugar a nuevos horizontes entre la ciencia-industria y la ciencia-defensa. Sin embargo, esta nueva función de la investigación ponía en discusión la autonomía científica y, en este sentido, su vinculación con la industria y la defensa tensaba la relación de la comunidad científica con el Estado. Esta etapa resultó así dado que los fondos para financiar estos proyectos eran públicos y, por tanto, las prioridades las ponían los Estados (Feld, 2015, p. 20). La comunidad científica argentina se hizo eco de la tensión entre los seguidores de la ciencia libre o autónoma y la ciencia orientada o planificada. De hecho, los científicos sumaron diferencias entre el internacionalismo y la cooperación internacional, y nacionalismo e intereses nacionales, desde donde construyeron argumentaciones que nutrieron a ambas culturas políticas proyectándolas a los diversos modos de intervención pública sobre la ciencia y la tecnología (Feld, 2015, p. 32).
10En efecto, entre 1956 y 1958, durante el Gobierno militar de la autodenominada Revolución Libertadora, fueron creados, reorganizados o refundados los principales organismos de descentralizados de investigación que conforman el complejo científico-tecnológico argentino (Oteiza, 1992, p. 118). A saber, se creó en 1956 el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (inta) y en 1957, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (inti), ambos para satisfacer las demandas de los sectores productivos como el agropecuario y el industrial. En 1958 se creó el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y, desde aquí, se inició un proceso de reformulación de las universidades nacionales, dando origen a nuevas carreras, la renovación de cuadros docentes y la creación de nuevos institutos de investigación (Hurtado, 2010; Feld, 2015, p. 113).
11En el contexto de proscripción peronista, se le solicitó al economista Raúl Prebisch que elaborara un informe de la situación económica del país. El resultado mostró su estado crítico, por lo que le siguió una serie de medidas de emergencia a corto y largo plazo para paliar la crisis. Entre las medidas, Prebisch puso énfasis en el desarrollo de las actividades científico-tecnológicas aplicadas al sector agropecuario, argumentando que su falta generaba bajos rendimientos en los volúmenes producidos. El consecuente déficit en el volumen de exportación marcaba la desventaja del país en el mercado internacional.
12En esta línea, Prebisch recomendó un programa intensivo de tecnificación del campo, para lo cual fue inminente la creación de un organismo estatal que reuniera la investigación y transferencia tecnológica. Este estaría encargado de promover las innovaciones en el sector a escala nacional. De este modo, en diciembre de 1956 se creó el inta a través del Decreto-Ley 21 680/56. La nueva institución surgió entonces de la necesidad de la conformación de un órgano ágil para alcanzar el desarrollo agropecuario, descentralizado y autárquico. Su misión fue dual: difundir y promover el acceso a la tecnología y al mismo tiempo realizar investigación científica orientada a la producción de conocimiento tecnológico.
3. 2. La década de los 60, el Consejo Federal de Inversiones y el conade: una articulación para el desarrollo
13Los inicios de la década de los sesenta mostraron las grandes asimetrías regionales y el debate sobre el desarrollo en curso de estos espacios era creciente. Los principales temas se fundaban en los diferentes modos de interpretación de la industrialización, sobre todo se observaba que, en algunos casos, no se había logrado incorporar en la mayoría de la población el progreso técnico. Tampoco se había logrado eliminar la vulnerabilidad externa y la dependencia, por lo que se sostenía que ambos procesos no promovían el desarrollo sino más bien lo estancaban. En este sentido, la cepal de estos años centró sus esfuerzos en función de superar tres diagnósticos que representan la época: insuficiencia dinámica, dependencia y heterogeneidad estructural. Por esta razón, se hizo referencia a trabajar sobre la reforma agraria, la cual favorecía al campesinado al facilitarle la tierra con ayuda del Estado. De esta forma, se reactivaría la productividad agrícola y se evitaría la marginación urbana.
14Este es el escenario de inyección de fondos provenientes de la Alianza para el Progreso a través de la asistencia técnica, vehiculizada por la planificación a los Gobiernos de la región. El programa de ayuda económica para América Latina denominado Alianza para el Progreso fue anunciado por el presidente John F. Kennedy el 13 de marzo de 1961. La esencia de su creación radicó en el establecimiento de un nuevo organismo económico-social destinado a reforzar las relaciones hemisféricas, mejorar la situación económica de América Latina y, como corolario, combatir las posibles amenazas del comunismo internacional, con Cuba como ejemplo más cercano (Alianza para el Progreso, 1962, p. 39). Por otra parte, para comerciar los excedentes producidos y mejorados a través del progreso técnico, se creó la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (alalc). Al mismo tiempo, se originó en este escenario un espacio de debate permanente, cristalizado en el organismo multilateral de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarrollo (unctad), cuyo objetivo fue analizar y resolver los problemas relativos al comercio internacional de los países subdesarrollados (Bielchowsky, 1998, p. 35).
15Retomando el caso argentino, el desarrollismo se pensó en el marco de proscripción peronista como una estrategia económica que amplió las estructuras tecno-burocráticas a favor de la inversión e integración del capital extranjero. Se otorgó así un mayor rol al empresariado convocado en el sector público (Altamirano, 1998, p. 78). En este punto, vale destacar el peso de la planificación estatal apoyada en esta estructura, que se va a materializar a partir de la creación del Consejo Federal de Inversiones (cfi).1 Este organismo fue un ámbito en permanente diálogo con los espacios técnicos, a fin de definir estrategias de inversión productiva. En 1962, fue incluido a la estructura del Consejo Nacional de Desarrollo (conade)2 e inmediatamente se abocó al estudio que diera lugar a la división del país en regiones, iniciando una serie de estudios sobre la estructura económica regional de la Argentina. Los resultados mostraron las asimetrías regionales y su profundización dio lugar a la división del país en regiones económicas. Esta se llevó a cabo aplicando un modelo de tipo gravitatorio, en el que confluyeron factores como la decisión política, la economía y las bases económicas (recursos naturales) que sustentaron a dicho modelo. De esta forma, se definió a cada región por la importancia del peso económico que poseía y que sumaba al desarrollo del país (cfi, 1965, p. 12).
16Hacia 1966, el trabajo «Las Bases para el Desarrollo Regional» presentado y argumentado por el cfi al Gobierno de Juan Carlos Onganía, se materializó mediante la creación del Sistema Nacional de Planeamiento y Acción para el Desarrollo. Su marco legal estuvo respaldado por la Ley 16 964/66, que en el artículo 15 dividió al territorio nacional en ocho regiones económicas. Asimismo, mediante el decreto 1907/67, se adoptó hasta la actualidad esta división. Dentro del sistema nacional, el organismo ejecutor estuvo representado en el Consejo Nacional de Desarrollo, como muestra el mapa de la figura 3. 1. Los debates sobre la regionalización de estos espacios, según los criterios establecidos por el conade, fueron particularmente analizados por los científicos sociales desde diferentes perspectivas. Los revisados para este trabajo son: Roccatagliatta (1976), Alejandro Roffman (1982), Mario Arias Bucciarelli (2006-2007), Aníbal Jáuregui (2014-2015), Susana Bandieri y Graciela Blanco (2012), Paula Núñez y Alfredo Azcoitía (2013), Paula Núñez y Silvana López (2014), Silvana López (2014) y Silvana López (2016). El inta consideró estas regiones económicas para intervenir en el territorio, de manera tal que en cada región se ubicara un centro. Este contendría las Estaciones Experimentales Agropecuarias y las Agencias de Extensión Rural, cuya presencia constituyó un área de influencia (Losada, 2005; López, 2014). En este escenario de cambio, la región Patagónica es vista desde el Estado nacional con amplias posibilidades para llevar a cabo la prospectiva desarrollista.
17En este estudio nos enfocaremos en la provincia de Río Negro, que se encuentra fragmentada por la influencia del Plan Comahue, dado que la zona irrigada por los ríos Colorado y Negro es el espacio considerado bajo la lógica espacial que establece el conade. Es así que se instala una agencia del inta –denominada Alto Valle– cuyas principales actividades están abocadas a la tecnificación de la producción agroindustrial frutihortícola, que se encuentra muy relacionada a los objetivos de la planificación del pro-5. Sin embargo, tienen un elemento común con la agencia que se abre en San Carlos de Bariloche: la generación de programas de asistencia técnica en el marco de la fao (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), llevados a cabo con fondos provenientes de la Alianza para el Progreso a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud). Estos se proyectaron rápidamente en diferentes instituciones de carácter provincial como el Instituto de Desarrollo del Valle Inferior de Río Negro (idevi) y las Estaciones Experimentales abocadas a la producción frutihortícola y, en menor medida, ganadera.
18No obstante, nos enfocaremos particularmente en la zona andina, dado que es donde se ubica San Carlos de Bariloche. Aquí se instaló una agencia de extensión rural del inta en 1962, y más adelante en 1965, complejizó su estructura con el asentamiento del Centro Regional Patagónico y la Estación Experimental Regional Agropecuaria Bariloche, conocida como inta Bariloche. A diferencia de otras unidades de esta institución, esta se creó a partir de un Programa de Asistencia Técnica enfocada en la producción ovina: el programa n.º 39. Este mismo se materializó a través de un convenio de asistencia técnica entre el inta y la fao. Cabe mencionar que, frente al desarrollo pensado para la provincia de Río Negro, las principales actividades del inta Bariloche estaban abocadas a la tecnificación del sistema productivo ovino. Sin embargo, lo consideramos marginal frente a la prospectiva de los sistemas productivos agroindustriales frutihortícolas de la región Comahue (López, 2014).
3. 3. La Región Norpatagónica en el escenario desarrollista
19Los inicios de la década de los sesenta fueron el marco desde donde se pensó la integración de las provincias patagónicas como elementos centrales del impulso desarrollista. Es así que, el Plan Comahue originado al interior del conade, se presentó como la alternativa para fomentar el crecimiento productivo, minero, energético del país.
20Al considerar la perspectiva espacial del conade, la Patagonia comprendería básicamente dos subregiones: la Región Comahue y la Región Patagónica. Arias Bucciarelli (2006-2007) reconoce seis concepciones alternativas sobre el espacio que debía abarcar este plan. El primer modelo es muy ambiguo (1958) y reconocía como Comahue la zona de influencia de los ríos Limay, Neuquén y Negro. El segundo (1958) estaba formado por las provincias de Neuquén, Río Negro y el partido de Carmen de Patagones (provincia de Buenos Aires). El tercero (1962) avanzó incorporando once partidos de Buenos Aires. El cuarto (1963) es una nueva ampliación que incorporó catorce partidos de Buenos Aires y a la provincia de La Pampa. El quinto (1964) reduce la región pampeana a cuatro departamentos, que se suman al territorio del resto de las provincias involucradas. El sexto (1965) volvió a los límites originales de Neuquén, Río Negro, el partido de Patagones, más los cuatro departamentos de La Pampa.
21El justificativo para integrar zonas muy diferenciadas geográficamente se debió al aprovechamiento de las cuencas de los ríos Negro y Colorado. Dada la existencia de un polo de desarrollo, entendido en los términos de Perroux (1955), consideramos que estos trabajos fueron de gran influencia en los profesionales que participaron en el planeamiento regional del país, según indica un trabajo del cfi. En él, se señala que son considerados «centros o polos de desarrollo, aquellas ciudades que ofrezcan gran capacidad de vías de comunicación, infraestructura comercial, buen desarrollo de la actividad económica y alta demografía» (1964, p. 10). En este sentido, la presencia de estos polos dentro del área que forma la región Norpatagónica como el Alto Valle de Río Negro y otro como Bahía Blanca determinaron zonas marginales. Esta diferenciación influenció en el modo de planificar el desarrollo del interior de la provincia de Río Negro, pues dio lugar a que vastas zonas formen parte de la marginalidad en el escenario de su formación (López, 2014). Este dato no es menor, pues estos hechos transcurrieron durante la conversión del ex Territorio Nacional de Río Negro a provincia. Proceso que fue compartido con las provincias de Neuquén, Chubut y Santa Cruz, con excepción de Tierra del Fuego que continuó como Territorio Nacional hasta 1989.
22En este escenario, el flamante Gobierno de Río Negro organizó el espacio provincial en regiones en torno a cuatro centros urbanos. La Constitución de la provincia (sancionada el 10 de diciembre de 1957) menciona en su artículo 106 que «El territorio provincial se organiza en regiones» y, en el artículo 107 dispone la «Regionalización de la Administración pública provincial». Como consecuencia, cada una de las regiones de influencia poseyó su propia dinámica y cierto grado de autonomía. Las regiones preexistentes a la provincia son: la Valletana, la Andina, la Meseta y la Atlántica. Cada una de ellas se reconoce desde una construcción histórica diferente, en donde los agentes políticos y sociales en juego fueron relacionándose con el poder central nacional de formas distintas. Esta particularidad favoreció la construcción de la identidad política ligada al poder, ubicado en torno a la ciudad de Viedma, que se constituyó como un centro administrativo histórico, con fuerte influencia en las ciudades de General Roca y Cipolletti, que representan al poder político-económico provincial (Manzanal, 1980; Winderbaum, 2006; Iuorno, 2008).
23Desde esta perspectiva, la provincia de Río Negro como integrante de este espacio regional, y bajo la influencia intelectual de cepal y los estudios regionales realizados por cfi, diseñó un plan de desarrollo económico: el pro-5 (Ministerio de Economía de la provincia de Río Negro,1960, p. 7). Este plan consideró cinco zonas económicas; a saber: Zona i Alto Valle, Zona ii Valle Medio, Zona iii Valle inferior, Zona iv Zona Andina y Zona v Línea Sur. Todas ellas mostraron grandes asimetrías, marcadas fundamentalmente por la presencia de tres centros de importancia, ubicados cada uno en General Roca, Cipolletti y San Carlos de Bariloche, según se puede observar en la figura 3. 2. Cabe aclarar que, bajo esta perspectiva, los centros con cierto grado de industrialización cumplirían el fin de impulsar la actividad económica a un área más amplia. Más adelante, en la década de los setenta, esta mirada se puso bajo la lupa, abriendo nuevamente el debate. Así, al iniciar los setenta, abundaron los estudios sobre estructura social y económica regional. Desde aquí, la nueva época se inauguró con las propuestas de concertación nacional en el marco del Plan Trienal para la Reconstrucción y Liberación Nacional 1974-1977, donde Río Negro adhirió a través del Plan Trienal para Río Negro 1974-1976 (Ministerio de Economía de la provincia de Río Negro 1973, p. 5; Navarro Floria y Nicolletti, 2001; Núñez y López, 2014; López, 2014).
24Durante los setenta, la provincia de Río Negro fue construyendo su estructura ministerial, adaptándola a cada cambio político económico que le imprimió el devenir histórico del país. No obstante, la ciencia y la tecnología estuvieron presentes en todo el proceso, especialmente localizadas en San Carlos de Bariloche. Este es el escenario donde el inta Bariloche se vincula a través de convenios de asistencia técnica con la provincia, básicamente a raíz de la demanda de producción de carne bovina, caprina y ovina (inta, 1973, p. 18). Ya en tiempos de la última dictadura militar (1976-1983), no solo se desmanteló el conade, sino también el modo de planificar, por lo que el Plan Trienal fue considerado como el último que se constituyó en el marco del paradigma desarrollista.
3. 4. La ciencia y la tecnología como parte del desarrollo en la zona andina rionegrina
25Para los fines de este trabajo nos vamos a concentrar en la zona andina y especialmente en uno de los centros provinciales: la ciudad de San Carlos de Bariloche. Esta zona está conformada por el departamento de Bariloche, a su vez formado por varias localidades. Entre ellas encontramos: Colonia Suiza, El Foyel, El Manso, Río Villegas, San Carlos de Bariloche, Villa Campanario, Villa Cerro Catedral, Villa Llao Llao, Villa Los Cohiues y Villa Mascardi, El Bolsón y los parajes: Cuesta del Ternero, Mallín Ahogado, Puerto Blest y Los Repollos.
26Los relatos y registros del pasado de Bariloche nos sitúan en la emergencia de una próspera y fructífera aldea agrícola-pastoril situada en un paisaje inigualable al pie de la Cordillera de los Andes. No obstante, situada también en un espacio de frontera que la conectaba con el circuito comercial con salida al océano Pacífico. Esta situación sucedió mientras que, ingresados en los albores del siglo xx, fue cambiando la actividad económica y surgió la necesidad de marcar un giro que signó la soberanía nacional a través de la instalación de algunas instituciones como la Aduana y la dirección de Parques Nacionales. En este escenario, la aldea dio paso al nuevo destino turístico de élite nacional e internacional. Asimismo, a la actividad económica que iba en franco crecimiento, acompañada de la construcción de vías férreas y carreteras que facilitaban el acceso a este paraíso natural de la Región Andina Norpatagónica. La particularidad de la ciudad de San Carlos de Bariloche justamente radica en las huellas que acabamos de mencionar.
27De manera que la emergencia de un espacio científico en Bariloche se enmarca en una institucionalización de ámbitos de desarrollo científico, vinculados a la planificación estatal nacional y con claros antecedentes en la década de los cincuenta. En este sentido, la construcción de una red científica en la ciudad responde a complejas interacciones entre ciencia, tecnología, sociedad y naturaleza, cuya característica principal es la formación de redes entre agentes y entornos simbólicos, materiales, sociales, económicos, políticos y ambientales (López, 2016). Estas interacciones las entendemos como el principal antecedente que sitúa a Bariloche como parte del entramado tecnocientífico argentino.
28Durante la última etapa del Gobierno peronista en 1950, fue creada la Comisión Nacional de Energía Atómica (cnea). Más adelante, en 1968 y en el Gobierno de Onganía, se creó el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas de las Fuerzas Armadas (citefa). Ambas instituciones se dedicaron al desarrollo de temas estratégicos vinculados al sector energético y militar. Así, la Argentina se adecuaba al diseño estatal que se estaba adoptando en los países centrales, en relación con los megaproyectos financiados por los Estados, enfocando los esfuerzos en determinados sectores estratégicos y de su interés (Hurtado, 2014). Estas iniciativas, si bien tangenciales al tema del desarrollo turístico y agropecuario de la ciudad que atañen al inta Bariloche, no lo son en cuanto a la relevancia científica del espacio de Nahuel Huapí. Cabe destacar que, a partir de los desarrollos en física en Bariloche, este espacio científico se instaló como destino de investigación (Mariscotti, 1985).
29Tanto en las décadas de los cincuenta como de los sesenta, además del turismo, las actividades de ciencia y tecnología entraron en auge en Bariloche. La ciencia llegó a la ciudad con una forma particular de organizar la práctica científica, que demandaba el involucramiento de grupos de tecnólogos y científicos con gran capacidad de gestión, que les permitió tener acceso a instrumental sofisticado (Hurtado, 2014). Los antecedentes de la estructura científica nos remiten al peronismo pues esta estructura llegó a la Argentina de la mano de diferentes proyectos ligados a la energía nuclear durante la segunda presidencia de Perón. Hacia 1950, la idea de organizar la ciencia a nivel nacional se cristalizó en el Segundo Plan Quinquenal, que se llevó a cabo a través del Ministerio de Asuntos Técnicos. En este escenario se creó la Comisión Nacional de Energía Atómica (cnea), que en ese momento dependía del Poder Ejecutivo. Este proceso designó a Bariloche como un centro científico. Esto fue así dado que una de las funciones de esta institución era la de soporte administrativo de las actividades del proyecto de fusión nuclear a cargo del físico Ronald Richter. Fue él mismo quien eligió la isla Huemul en el lago Nahuel Huapí (en Bariloche) para llevar a cabo sus trabajos (López Dávalos, 1994; Hurtado, 2010).
30En septiembre 1952, la isla Huemul fue visitada por una comisión fiscalizadora integrada por José Antonio Balseiro, entre otros físicos argentinos. El informe que se desprendió de esta visita fue elocuente en cuanto a la relación de los resultados. Más tarde, el capitán Pedro Iraolagoitía, quien estaba al frente de la Comisión Nacional de Energía Atómica, dio por concluido el proyecto Huemul. Esta situación vinculó al joven Balseiro y a otros físicos a la cnea. Allí trabajó en diferentes proyectos alineados a la energía nuclear y en diálogo con la Universidad de Buenos Aires, donde se desempeñó como docente (Mariscotti, 1985). Como resultado de este emprendimiento en Bariloche, se instaló el Centro Atómico Bariloche (cab). Las principales actividades del centro estuvieron dirigidas a la investigación y la docencia en energía nuclear. En 1955, a través de un convenio de vinculación científica-tecnológica entre la Comisión Nacional de Energía Atómica y la Universidad Nacional de Cuyo, inició las actividades el Instituto de Física Bariloche. Posteriormente, se incorporaron quince estudiantes becados provenientes de distintas universidades nacionales. Más adelante, en 1958, la dirección del Instituto quedó a cargo de Balseiro y, para ese entonces, ya se lo denominaba Centro Atómico Bariloche. Fue muy importante la vinculación de este espacio de Bariloche con el espacio internacional, ya que pudo sostenerse en el tiempo por la ayuda económica recibida por organismos internacionales como la Unión Panamericana y la Unesco entre otros (López Dávalos, 1994, Hurtado, 2014). La articulación entre la ciencia y la tecnología desde el contexto nacional-internacional con el espacio de Bariloche fue muy importante y marcó una continuidad hasta nuestros días.
31Balseiro falleció en 1962 y le sucedió en el cargo de dirección Carlos Mallman. Desde la cnea surgió un grupo de científicos preocupados no solo por la transmisión de la ciencia sino también por la cultura. Entre ellos figuraban Jorge Sábato, Fidel Alsina y el mismo Carlos Mallman, así como también empresarios vinculados al área de desarrollo como Arturo Mallman y Eduardo Braun Cantilo, entre otros. Por iniciativa de estos grupos, se creó la Fundación Bariloche en 1963. A partir de este momento, se buscó relacionar a la ciencia y la tecnología con el espacio social de la ciudad.
32La relación de esta fundación con el sistema científico-tecnológico argentino fue temprana y tuvo como eje la investigación, la educación de posgrado y la generación de un espacio de intercambio para la ciencia y la tecnología de carácter nacional-internacional. Si bien en sus inicios la articulación de sus tareas no se vinculó directamente con los intereses de la provincia de Río Negro, esto fue cambiando a medida que fue finalizando la década de los setenta, cuando se creó el Instituto de Investigaciones aplicadas (invap) en 1976. El detalle de la creación de la Fundación Bariloche surgió en el marco en que las dependencias del inta estaban cambiando al establecer el Centro Regional en Bariloche. Esto posiblemente favoreció que ambas instituciones se hayan vinculado a la red científica en formación.
33Paulatinamente, se originaron los grupos de trabajo en ciencias sociales, ciencias naturales y arte, cuyas agendas de investigación se armaron en función de las demandas e intereses de la región y del país. Esta característica operó a favor de la conformación de vínculos con otras instituciones como universidades, institutos de investigación y docencia, centros de investigación de ciencia y tecnología o el propio inta Bariloche, que es donde se resolvieron los principales encuentros. En esta primera etapa, la fundación contó con programas y departamentos desde los cuales se abrieron vías de diálogo hacia otras esferas de la producción de conocimiento. Entre ellos, encontramos la Universidad Nacional del Comahue y Centro Regional Universitario Bariloche, creados en 1971, o la Estación Experimental Regional Agropecuaria (eera) Bariloche, instalada en 1965. Esta visión ampliada del conocimiento impactó en todos los profesionales de la región, de aquí que consideramos que la Fundación Bariloche es un nexo indiscutible que vinculó instituciones como el Centro Atómico Bariloche, cnea, con la eera Bariloche y la sede del crub, perteneciente a la Unco, e invap. Esta red de relaciones institucionales fue favorable a la vinculación de actores y espacios que sobrepasaron las fronteras provinciales y nacionales. Por ello, se vio en este proceso la emergencia de un polo científico-tecnológico en el espacio de San Carlos de Bariloche que paradójicamente no se vinculó a la producción de crecimiento económico local. Podemos pensar que la provincia en sus inicios sumó esfuerzos para integrar a la zona andina al conjunto provincial, dado que en la gobernación de Castello se creó la Dirección de Turismo de Río Negro por Ley de Presupuesto 47 y a su vez se abrieron nuevas agencias de turismo en la localidad, dinamizando esta actividad (Núñez, 2003). Ese mismo año también se creó la Dirección de Vialidad de la provincia y, desde el Ministerio de Economía provincial, se elaboró el Plan Vial que se desarrolló en el transcurso del quinquenio 1959-1964. También se especificó que, dada la configuración geográfica de la provincia y de acuerdo a las necesidades de las principales zonas productivas, se intentaba unir espacios distanciados unos de otros mediante una red en forma de triángulo. En él, los vértices lo constituyeron las zonas de Viedma, Alto Valle y San Carlos de Bariloche (López, 2014). Consideramos que la elección de comunicar estos espacios se debió fundamentalmente al movimiento económico, de bienes, servicios y de personas. Especialmente, ya que los sitios nombrados son los de mayor demografía a nivel provincial, que a su vez siguieron en franco crecimiento por varias décadas más, en gran parte por las migraciones internas que recibieron. Estas vinculaciones del espacio de Bariloche con el campo científico-tecnológico nacional e internacional ubicaron a la zona andina rionegrina como centro de estas actividades.
3. 5. Algunas reflexiones para finalizar
34La mitad del siglo xx marcó un cambio de época en la emergencia de organismos internacionales con incumbencia en casi todos los ámbitos, así como otros nacionales. Desde ellos, se buscó lograr equilibrios en los ámbitos sociales, económicos y políticos, que las sucesivas guerras habían dejado inestables. En este juego de equilibrios planteados como tablero de ajedrez, algunos países alcanzaron el desarrollo y tomaron un lugar central, mientras que otros buscaron seguirlos formando parte de la periferia. La Organización de la Naciones Unidas y las agencias que las conforman buscaron mediar el equilibrio en un mundo bipolar. En esta línea, los organismos multilaterales como cepal y fao, entre otros, fueron elementos de gran influencia en estos procesos que aquí abordamos y cuyas huellas nos permitieron deconstruir y construir este relato histórico.
35A escala regional, Latinoamérica buscó y diseño discursos que fueron de gran influencia en la intelectualidad de la época y que, en nuestros días, se retoman y renuevan. El caso argentino persiguió aquellos ideales y los adaptó, dando origen a modos de planificar el desarrollo económico a través de resignificar el espacio y los recursos naturales. Ello, con el agregado del componente científico que fue construyendo su lugar en la esfera pública al insertar nuevas estructuras organizativas, como el complejo científico-tecnológico.
36De tal modo, nuestro recorrido nos llevó a revisar la influencia y articulación de agencias de ciencia y tecnología, como es el caso del inta, con los diferentes planes de desarrollo establecidos desde el conade para la Patagonia en el período estudiado. De aquí, la emergencia de la Región Comahue determinó espacios diferenciados al interior de la provincia de Río Negro y, en función de ello, se instalaron agencias del inta. Estas estuvieron de acuerdo con las lógicas territoriales y bajo la influencia de la fao, que intervino en el proceso. Así, la agencia de inta Alto Valle se ubicó en un área asociada a los espacios de regadío y producción energética que conforman las cuencas de los ríos Negro y Colorado. Mientras, la instalación de la agencia inta Bariloche no se despegó de la tradicional producción ovina asociada a la Patagonia sur. Sin embargo, también se insertó en esta localidad que la relaciona con la red científica y donde el turismo emerge como motor económico, actividad que la provincia reconoce como impulsor del desarrollo. Esta particularidad determinó que las actividades que se llevaron a cabo en la agencia inta Bariloche no articularon con lo planificado para la Región Comahue. Desde esta perspectiva, encontramos que se encuentra al margen, marcando la diferenciación de zonas a desarrollar en el interior de Río Negro. Por otra parte, la conformación de la red tecnocientífica de Bariloche se vincula tempranamente a este proceso histórico, por la instalación de instituciones de ciencia y tecnología en donde se desarrollaron diferentes actividades estratégicas que las vinculan a su vez con el ámbito científico nacional e internacional. Entendemos que esta particularidad determinó la instalación de esta agencia de inta Bariloche.
Comentario al texto
37Mariano Lanza
38En el capítulo leído, Silvana López realiza un detallado e interesante análisis tendiente a comprender, por un lado, la influencia que tuvo el pensamiento de la cepal en las instituciones de Ciencia y Tecnología en Argentina, y en particular en la zona Andino-Norpatagónica. Por otro lado, ha mostrado cómo fue gestándose en la zona de Bariloche un complejo entramado de instituciones científicas y tecnológicas de gran relevancia.
39En el primer apartado del trabajo, López realizó una contextualización del marco en el que surgieron los aportes pioneros del desarrollo económico como subdisciplina de la economía. Los mismos que pronto pasaron a dominar tanto la escena de las discusiones a nivel mundial como las agendas de las políticas públicas de los países subdesarrollados. Bien se explicita también el importante rol que cumplió la cepal. Apuntando tanto en lo referente al esclarecimiento de las especificidades de los problemas de las economías periféricas subdesarrolladas como también a la influencia que fue adquiriendo la propia institución en materia de diseño de políticas públicas en los países de Latinoamérica y el Caribe. Ya sea tanto a través de la capacitación a funcionarios, como mediante el asesoramiento sobre la planificación del desarrollo.
40Esta contextualización permitió comprender cómo en la Argentina, en el marco del discurso desarrollista y la necesidad de mejorar la competitividad de la economía, «fueron creados, reorganizados o refundados los principales organismos descentralizados de investigación que conforman el complejo científico tecnológico argentino» (Oteiza, 1992, p. 118). Entre ellos, me refiero a tales como el inta, el inti y el conicet. Se pudo apreciar también cómo la creación de cfi y el conade se enmarcaron dentro de los intentos de profundizar la coordinación y la planificación del desarrollo nacional y definir estrategias de inversión productiva para superar aspectos que, desde la cepal, se entendían como los principales limitantes de las economías subdesarrolladas: «las insuficiencias dinámicas, la dependencia y la heterogeneidad estructural».
41Ahora bien, en el análisis, la autora pareciera indicar que esta lógica desarrollista fue tomada también por el inta, pero los casos explicitados en el trabajo sobre el inta Alto Valle y Bariloche merecen cierta atención, sobre todo el último. Del análisis, queda claro que ambas oficinas han sido la expresión de los intereses de la región. El inta Alto Valle estuvo vinculado principalmente a la tecnificación de la producción agroindustrial frutihortícola, concordante con los designios del tipo de desarrollo económico preconizado desde la cepal. Pero el caso del inta Bariloche parece ser más complejo y despierta ciertas dudas sobre su sintonía con las posiciones desarrollistas, aspecto que, entiendo, debería aclararse con mayor profundidad.
42Una posición que contradice esta sintonía puede verse en un muy interesante trabajo de la misma autora sobre el inta Bariloche, en donde surgiere que el «inta Bariloche se instaló en San Carlos de Bariloche con el objetivo de aumentar y mejorar la producción ovina en la Patagonia de secano» (López, 2016, p. 92). Pero también en otro pasaje del mismo trabajo se hace referencia a que, dentro de la producción ovina, estos proyectos «estaban destinados a su producción principal, la lana, pero sin reparar en las relaciones de producción como parte de las variables a considerar, o en posibles actividades alternativas» (2016, p. 92). De esta forma, podría vislumbrarse que en sus orígenes, el inta Bariloche estuvo más orientado a consolidar una estructura interna del tipo latifundista, de propiedad extranjera y agroexportadora, que a consolidar el desarrollismo pregonado desde la cepal.
43Los argumentos que se toman para considerar que este tipo de intervención no va en el sentido de la concepción desarrollista de la cepal son los siguientes. En primer lugar, ya desde los inicios de la cepal se reconoce que, sin un cambio estructural, las mejoras de productividad generadas en las periferias suelen ser transferidas íntegramente a los centros (Prebisch, 1949). En segundo lugar, al destacar que, en la década de los sesenta, el eje de las discusiones giró en buena medida en torno a las corrientes de la dependencia. Desde la cepal autores como Cardoso y Faletto reconocen que:
El análisis de la dependencia significa que no solo se la debe considerar ya como una variable externa, sino que se la debe analizar a partir de la configuración del sistema de relaciones entre las distintas clases sociales en el ámbito mismo de las naciones dependientes. (1969, pp. 29-30)
44Así, la dependencia como una situación condicionante y de dominación externa solo es posible cuando encuentra respaldo en los sectores internos que se benefician de ella (Dos Santos, 1966). De manera que no hay desarrollo si no se modifican las estructuras internas de las economías subdesarrolladas que producen y reproducen cierto tipo de vínculo dependiente con el exterior. En donde la estructura agroexportadora del tipo latifundista, de producción extensiva y de propiedad extranjera son algunos de los ejemplos más emblemáticos.
45Por último, otro aspecto sumamente valioso del capítulo es que logra mostrar con gran claridad cómo fue gestándose en la zona de Bariloche un complejo entramado de instituciones científicas y tecnológicas de gran relevancia. Esto fue así tanto por la cantidad de instituciones participantes como por la importancia que adquiere la ciudad dentro del complejo científico y tecnológico del país.
Respuesta al comentario
46Silvana Graciela López
47En referencia al capítulo en sí, no estaba en los objetivos del mismo un estudio socioestructural de los sistemas ovinos en la región en la que he trabajado, si bien sin duda son de importancia para el análisis global del sector agropecuario de este espacio. En tal sentido, para profundizar en este tema, es posible consultar un trabajo de colegas del inta Bariloche, quienes abordaron las políticas ganaderas en relación a aspectos sociales, económicos y biofísicos de la Norpatagonia. Dicho trabajo tiene como objetivo comparar la estructura agraria y los principales componentes del capital y de la mano de obra de los sistemas ganaderos ubicados en la región fitogeográfica del Monte Austral y de la Patagonia en la provincia de Río Negro.3 Aquí se hace hincapié en la génesis de estos sistemas productivos a finales de siglo xix y principios de siglo xx, diferenciando zonas en referencia a una tipología de actores y sistemas relacionados al circuito productivo-comercial. El que se fue instalando en dicho espacio y en diferentes ambientes que determinaron, por ende, paisajes heterogéneos y periféricos en el contexto de la Norpatagonia (Esdale, 2009). En general, el espacio de estudio no alcanza el desarrollo según pregonaron sus mentores nucleados en la cepal. No obstante, otro trabajo que profundiza en estos aspectos sobre la base de una mirada retrospectiva de la formación de la provincia de Río Negro y la diferenciación de espacios a desarrollar se puede consultar en el trabajo de López (2016). Este, a través del análisis de los planes de desarrollo económico implementados durante las décadas de los sesenta y setenta en relación a la tecnificación de los sistemas productivos ovinos, indaga en la clave tecnológica-científica-productiva presente en la planificación territorial del contexto desarrollista. Esta composición dialoga con diferentes ámbitos nacionales y provinciales, marcando la diferenciación de espacios para desarrollar en la provincia y dejando al margen de estas iniciativas a la producción ovina. En este sentido, y en relación a su comentario sobre la no modificación de estructuras internas de las economías subdesarrolladas vinculadas al exterior y dependientes de tipo latifundistas marcando, coincido plenamente. El desarrollo está ausente en este espacio.
48Para finalizar agradezco sobremanera sus comentarios, que me resultaron sumamente constructivos y enriquecedores y que, sin duda, tendré en cuenta en futuros trabajos.
Bibliographie
Lista de fuentes documentales
Alianza para el Progreso (1962). Documentos Básicos: Discurso del presidente J. F. Kennedy con motivo del primer aniversario de la creación del Programa Alianza para el Progreso (pp. 39-41).
Alianza para el Progreso (1962). Documentos Básicos: Objetivos de la Alianza para el Progreso (pp. 14-16).
Constitución de la provincia de Río Negro ([1959] 1981). Biblioteca de Constituciones Argentinas. Buenos Aires: Sante Claire Editora srl.
cfi (1965). Documento de Trabajo: Desarrollo de una Técnica de Análisis Regional.
cfi (1964). Informe del director del departamento de Asesoría Jurídica del Consejo Federal de Inversiones. En: Entes Regionales de Fomento. Buenos Aires.
Decreto-Ley 21 680/56. Creación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
inta (1973). Memoria Anual, Estación Experimental Regional Agropecuaria, San Carlos de Bariloche.
Ley 16 964/66. Creación del Sistema Nacional de Planeamiento y Acción para el Desarrollo. Art. 15, Decreto 1907/67. Definición de las 8 Regiones Económicas dentro del territorio argentino (1966). Recuperado de: http://www.infoleg.gov.ar/ [Norma legal consultada el 22/03/2013].
Ministerio de Economía de la provincia de Río Negro (1960). Programa de Desarrollo Económico de Río Negro pro-5, Dirección General de Política Económica.
Ministerio de Economía de la provincia de Río Negro (1973). Plan Trienal para Río Negro (1974-1976).
Poder Ejecutivo Nacional. Decreto 2399/62. Creación del Consejo Nacional de Desarrollo (conade). Recuperado de: http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/anexos/175000-179999/178739/norma.htm. 18/0 [Norma legal consultada el 18/06/2016].
Poder Ejecutivo Nacional. Decreto 367 y Decreto-Ley 825/63. Convenio de Creación del Consejo Federal de Inversiones. Recuperado de: http://www.gob.gba.gov.ar/legislacion/legislacion/l-63-825.html [Norma legal consultada el 20/05/2016].
sofrelec-italconsult (1961). Comisión Técnica Interprovincial del Río Colorado: Estudio Preliminar para el desarrollo integral de los recursos hídricos del Río Colorado. Relación General. Roma: Senado de la Nación Argentina.
sofrelec-italconsult (1962). Complejo el Chocón-Cerros Colorados. Informe técnico, económico y financiero. Ministerio de Economía. Secretaría de Energía y Combustible.
Lista de referencias bibliográficas
Altamirano, C. (1998). Desarrollo y Desarrollistas. Prismas Revista de Historia Intelectual, 2, 76-80. Bernal, Universidad Nacional de Quilmes.
Arias Bucciarelli, M. (2006-2007). Identidades en Disputa: las Regiones del Comahue y los poderes provinciales. Historia, Cuadernos del Sur (pp. 151-174). Bahía Blanca: Departamento de Humanidades Universidad Nacional del Sur.
Azcoitía, A. y Núñez, P. (2013). Elementos de Tensión en la Planificación del Desarrollo Hidroeléctrico en Norpatagonia (1911-1961). Revista de Historia Americana y Argentina, 48(1), 107-134. Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo.
Bandieri, S. y Blanco, G. (2012). Promesas Incumplidas: Hidroenergía y desarrollo agrario regional en la norpatagonia argentina. Estudios Rurales, 1(2), 148-171. Bernal, Centro de Estudios de la Argentina Rural, Universidad Nacional de Quilmes.
Benedetti, A. (2009). Los usos de la categoría región en el pensamiento geográfico argentino. Scripta Nova, Revista electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, xiii(286), 15 de marzo. Recuperado de: http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-286.htm. [Consultado el 30/06/2014].
Blanco, G. (2006). Las explotaciones ganaderas en la Patagonia, sujetos sociales, articulación comercial y organización socio-espacial. En: S. Bandieri (Dir.) Hecho en Patagonia (pp. 223-249). Neuquén: educo.
Bielchowsky, R. (1998). Cincuenta años de pensamiento en la cepal. Textos Seleccionados, I (pp. 30-59). Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica, cepal.
Blomström, M. y Bjön, H. (1990). Teoría Moderna del Desarrollo. Surgimiento. Comercio y Desarrollo. La Teoría del Desarrollo Económico en Transición (pp. 29-35). México: Fondo de Cultura Económica.
Cabrera, A. (1971). Fitogeografía de la República Argentina. Boletín de la Sociedad Argentina de Botánica (pp. 14-42). Buenos Aires.
Capshew, J. y Rader, K. (1992). Big Science: Price to the Present. Osiris, 7(1), 3-25.
Cardoso, F. H. y Faletto, E. ([1969] 1973). Dependencia y desarrollo en América Latina. Buenos Aires: Siglo xxi Editores.
Dos Santos, T. ([1966] 1978). Imperialismo y dependencia. México: Ediciones ERA.
Easdale, M. y otros (2009). Comparación socio-económica de las regiones biofísicas: los sistemas ganaderos de la provincia de Río Negro. Cuadernos de desarrollo rural, 6(62), 173-198. Bogotá, Universidad Pontificia Javeriana.
Echeverría, J. (2003). Caracterización de la Tecnociencia. La Revolución Tecnocientífica (pp. 35-88). Madrid: Fondo de Cultura Económica.
Feld, A. (2015). Los inicios de la política científico-tecnológica y la configuración de dos culturas. En Ciencia y Política(s) en la Argentina 1943-1983 (pp. 25-289). Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.
Galison, P. y Helvy, B. (Eds.) (1992). Big science: The growth of large scale research (pp. 15-26). Stanford: Stanford University Press.
Gerchunoff, P. y Llach, L. (2010). El ciclo de la Ilusión y el desencanto. Un siglo de políticas económicas argentinas (pp. 56-148). Buenos Aires: emece.
González Bollo, H. (2014-2015). Exploraciones sobre la Argentina Planificada (1944-1972). Anuario Instituto de Estudios Históricos Sociales, 29-30, 119-124. Buenos Aires.
Hurtado de Mendoza, D. (2010). La ciencia argentina: un proyecto inconcluso 1930-2000 (pp. 45-78). Buenos Aires: Edhasa.
Hurtado de Mendoza, D. (2014). Introducción. En El sueño de la Argentina atómica (pp. 13-18). Buenos Aires: Edhasa.
Iuorno, G. y Crespo, E. (Coords.) (2008). Proceso de provincialización en la Norpatagonia: Una historia comparada de intereses y conflictos. Nuevos Espacios, Nuevos Problemas. Los Territorios Nacionales (pp. 32-57). Neuquén: unpa-unco.
Jaúregui, A. (2014-2015). El conade, Organización y resultados (1961-1971). Anuario Instituto de Estudios Históricos Sociales, 29-30, 141-158. Buenos Aires.
León R. y otros. (1998). Grandes Unidades de Vegetación de la Patagonia. Ecología Austral, 8(2), 125-144. Buenos Aires.
López, C. y otros. (2000). Áreas Ecológicas de la provincia de Río Negro, inta eea Bariloche.
López, S. (2014). Instalación de la Estación experimental Regional Agropecuaria inta Bariloche, en la formación de la provincia de Río Negro (1958-1976) (pp. 12-198). Tesis de Licenciatura en Historia, Facultad de Humanidades. Universidad Nacional del Comahue, Neuquén.
López, S. (2016). El inta en Bariloche: Una historia con enfoque regional (pp. 62-165). Viedma: Editorial unrn.
López, S. (2017). Desarrollo, Ciencia y Ovinización. En P. Núñez (Ed.), Sombras del desarrollo. La Patagonia de la energía y la formación de la provincia de Río Negro (pp. 110-140). Bariloche: unrn-iidypca.
Losada, F. (2005). Los orígenes del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (1956-1961). Revista Realidad Económica, 210, 34-51. Buenos Aires, Instituto Argentino para el Desarrollo Económico.
Manzanal, M. (1980). Lo aparente y lo real en la estrategia de desarrollo económico en la provincia de Río Negro 1958-1962. Revista Interamericana de Planificación, XIV(53), marzo, 21-47.
Mariscotti, M. (1985). El secreto atómico de Huemul. Crónica del origen de la energía atómica en la Argentina (pp. 20-35). Buenos Aires: Estudio Sigma.
Navarro Floria, P. y Nicoletti, M. A. (2001). Río Negro en el modelo Desarrollista (1959-1991). En Río Negro mil voces en una historia (150-175). Neuquén: Manuscritos.
Núñez, P. (2003). Un Municipio Alejado, una actividad tangencial y los efectos de un profundo cambio institucional, San Carlos de Bariloche 1958-1970 (pp. 37-59). Tesis de licenciatura. Universidad Nacional del Comahue, Neuquén.
Núñez, P. y López, S. (2014). Lo rural y lo científico: La instalación de la Estación Experimental Regional Agropecuaria (eera) inta Bariloche 1962- 1968. Revista Estudios Rurales, Centro de Estudios Rurales, 4(7), 105-126. Bernal, Universidad Nacional de Quilmes.
Oteiza, E. (1992). El complejo científico y tecnológico argentino en la segunda mitad del siglo xx: la transferencia de modelos institucionales. La política de investigación en ciencia y tecnología. Historia y Perspectivas (pp. 115-125). Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.
Perroux, F. (1955). Note sur la Notion de Pole de Croissance. Economie Apliquée, (1), 175-178.
Prebisch, R. (1949). El desarrollo económico de América Latina y algunos de sus principales problemas. En cepal (1998). Cincuenta años del pensamiento en la cepal (pp. 63-129). Textos seleccionados. Chile: fce.
Roccatagliatta, J. (1976). Incidencia de la Geografía en la Formación de las Regiones de Desarrollo (pp. 18-29). Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de la Plata.
Roffman, A. (1982). Dos ensayos sobre planificación regional. Cuaderno ceur, 3, marzo, 5-20.
Tereschuck, N. (2007). Organismos de Planificación y Estado Desarrollista en la Argentina (1943-1975) (pp. 46-65). En: 1.º Jornadas de Economía Política. Universidad Nacional de General Sarmiento, 6 y 7 de diciembre, Buenos Aires.
Winderbaum, S. (2006). Una Fragmentación espacial perfectamente organizada. En: S. Bandieri y otros (Dir.) Hecho en Patagonia. La Historia en perspectiva Regional (pp. 156-179). Neuquén: educo/unco.
Notes de bas de page
1 Este organismo, se creó en agosto de 1959 a través de la carta acuerdo entre las 22 provincias argentinas, el ex Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur y la Municipalidad de Buenos Aires, el cual toma fuerza de ley por medio del Decreto-Ley 825/63.
2 El conade fue creado el 16 de marzo de 1962 por Decreto del Poder Ejecutivo Nacional n.º 2399/62, durante la presidencia de Arturo Frondizi. Tuvo carácter endógeno e incluyó una serie de organismos (Comisión de Administración del Fondo al Desarrollo Económico y el Consejo Federal de Inversiones) que fueron la base estructural de la planificación en la Argentina.
3 En la Patagonia, la región extraandina se encuentra conformada por serranías, mesetas y planicies bajo un clima desde semiárido a árido. Allí, la actividad ganadera constituye la principal producción agropecuaria (López, 2000) y es visualizada como parte de un único y similar sistema ganadero extensivo de la región Patagonia norte. Sin embargo, desde el punto de vista de los recursos naturales, el territorio de Río Negro se encuentra dominado por dos regiones fitogeográficas diferentes: Monte Austral y Patagonia (Cabrera, 1971; León, 1998).
Auteur
Licenciada en Historia de la Universidad Nacional del Comahue y se encuentra cursando la Maestría en Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad Nacional de Río Negro en la Sede Andina. Técnica Química y trabaja en INTA Bariloche. En la actualidad participa en los siguientes proyectos de investigación: «Cultura y Espacio, Territorialización del Corredor Norpatagónico-Araucanía», «Desarrollo territorial y procesos de Exclusión social en la Norpatagonia Transcordillerana siglo XX», «Ciencia global aplicación local, Biopolítica de la Territorialización Norpatagónica en siglo XX» y «Emergencia, esplendor y Declive de la Argentina Planificada (1933-1977)».
Le texte seul est utilisable sous licence Creative Commons - Attribution - Pas d'Utilisation Commerciale - Pas de Modification 4.0 International - CC BY-NC-ND 4.0. Les autres éléments (illustrations, fichiers annexes importés) sont « Tous droits réservés », sauf mention contraire.
Memorias en lucha
Recuerdos y silencios en el contexto de subordinación y alteridad
Ana Ramos, Carolina Crespo et María Alma Tozzini (dir.)
2016
Contribuciones a la Didáctica de la Lengua y la Literatura
La investigación desde el interaccionismo sociodiscursivo
Dora Riestra (dir.)
2016
Lotes sin dueño
Derecho de propiedad y abandono como problema urbano
Jorge Paolinelli, Tomás Guevara, Guillermo Oglietti et al.
2017
Migraciones en la Patagonia
Subjetividades, diversidad y territorialización
Ana Inés Barelli et Patricia Dreidemie (dir.)
2015
Araucanía-Norpatagonia
Discursos y representaciones de la materialidad
María Andrea Nicoletti, Paula Núñez et Andrés Núñez (dir.)
2016
Impuesto a los bienes urbanos ociosos
Una herramienta tributaria contra la especulación inmobiliaria y al servicio de la planificación
Jorge Paolinelli, Tomás Guevara et Guillermo Oglietti
2014
Cómo lograr el Estado de bienestar en el siglo XXI
Pensamiento económico, desarrollo sustentable y economía mundial (1950-2014)
Roberto Kozulj
2017