Introducción a la parte 1. Trayectorias de sometimiento: concentraciones, deportaciones y distribuciones
p. 19-22
Texte intégral
1Los capítulos que integran la primera parte de este libro proponen reconstruir las trayectorias de la población originaria a partir del despliegue de las campañas de conquista militar del área pampeana y norpatagónica desde fines de la década de 1870. Si el momento inicial de este recorte temporal y espacial puede resultar relativamente preciso, no lo es por cierto el momento final. En efecto, los procesos de sometimiento, concentración, deportación, distribución y explotación de los pueblos originarios que se desarrollan desde aquel momento tendrán efectos sociales perdurables en la constitución de la estructura profunda tanto de las nuevas sociedades en los territorios nacionales, como también en las provincias y la comunidad nacional.
2En el primer capítulo de este libro, los episodios de la conquista militar estatal serán abordados con atención a su construcción como eventos por la memoria social. A partir del trabajo de campo en parajes y comunidades mapuche-tehuelche de las actuales provincias de Río Negro y Chubut se conformó un corpus de narrativas sobre un evento múltiple, rotulado desde el mismo momento de los hechos por el discurso historiográfico dominante con el rótulo de Campaña del Desierto. 1En ellas se destacan similares situaciones de expropiación (de territorio, de bienes y de personas) a las que se describen en los capítulos siguientes. Los relatos de la memoria social exponen las situaciones de violencia atravesadas, así como las acciones de resistencia y de protección de sus comunidades (especialmente de los niños) realizadas por los antepasados. El objetivo aquí es no solo presentar el contenido de dichas narrativas, sino también exponer las posibilidades de triangulación que su utilización como corpus histórico permite. Más específicamente, el capítulo se propone analizar la relación asimétrica entre los diferentes regímenes de historicidad que dialógicamente han intervenido en un proceso doble en el cual se construyeron tanto narrativas hegemónicas como una estructura de explotación. Entendemos que dicho proceso de relación y disputa, no solo de acentos sino de construcción de olvido, secreto y recuerdo, da cuenta de las dimensiones cultural, social, política y económica del genocidio.
3La descripción de los hechos de guerra de las campañas estatales a menudo puede ocultar o invisibilizar los episodios de la concentración de prisioneros en los lugares de detención, constituidos al mismo tiempo que se producía el avance de las distintas columnas sobre el territorio de los pueblos originarios. Estos tuvieron, por cierto, características dispares, no solo por el número de personas que allí se recluyeron sino también por su permanencia a lo largo del tiempo. Así, podemos encontrar diferentes tipos de concentración de personas junto a fortines, puestos, nuevas poblaciones y aun a campo abierto. En algunos casos, principalmente los varones adultos, serán incorporados al servicio, regular o no, del ejército, como tropa o como baqueanos. No obstante, el mayor número de personas prisioneras permanecerá en dichas concentraciones hasta su traslado, en un sistema que implicó la expropiación de los bienes y el racionamiento de los sometidos o presentados. Por otro lado, si bien existen descripciones de masacres ocurridas en sitios de concentración, tanto en fuentes de archivo como en la memoria social, lo que también desde este corpus se sostiene es principalmente la producción del hambre y la escasez mediante la regulación del acceso a la obtención del sustento, por ejemplo, a través de la prohibición de la cacería.
4Diferentes proyectos desde el Congreso nacional, oficinas estatales y la sociedad civil contrapusieron modalidades de colonización, civilización y utilización de la fuerza de trabajo prisionera. No obstante, la legislación producida en este período mencionó pocos destinos específicos para los indígenas, más allá de la concentración en misiones o en colonias pastoriles (como el proyecto de Valcheta como lugar de concentración y frustrado proyecto de colonización, o los de creación de las colonias Catriel y Cushamen). Este vacío de legislación forma parte de las condiciones de posibilidad de otras medidas concretas que fueron desplegadas en distintos contextos.
5Las deportaciones fueron masivas, mayormente a pie y a largas distancias. Las condiciones de los traslados implicaron la muerte de personas en contextos de tortura física y mental. Distribuciones y repartos de la población deportada ocurrieron en distintos puntos de la geografía nacional. Los más conocidos fueron Carmen de Patagones, el puerto de la Boca, el cuartel de Retiro y la isla de Martín García. Pero existen muchos otros no tan visibles aún en las descripciones historiográficas. Como el lector podrá encontrar en los capítulos de esta parte, las provincias de Mendoza, Tucumán y el territorio nacional de Misiones fueron también lugares de destino y distribución de las personas sometidas en la Pampa y en la Norpatagonia.
6Luego de su concentración o durante los mismos traslados, las mujeres y niños que componían la mayoría de los contingentes de prisioneros fueron entregados a particulares como virtuales esclavos. ¿Cómo fueron inscriptos social y legalmente los niños repartidos y cuáles fueron sus destinos? ¿Cómo fueron procesadas las contradicciones respecto del orden jurídico del Estado liberal en plena vigencia en la época? ¿Cómo se normalizaba en la práctica su excepción más allá de la experiencia concentracionaria? Parte de estas preguntas son las que guían los capítulos siguientes.
7El segundo capítulo analiza el espacio de Martín García como un lugar de encierro de indígenas entre inicios de la década de 1870 y fines de la década de 1980. En este capítulo la isla se presenta como un campo de concentración. Esta categoría nos permite comprender una parte nodal de la potencia genocida comprimida dentro de este pequeño sitio. Mediante diferentes fuentes de época se rastrearon los lugares desde los cuales los indígenas eran traídos e ingresados a la isla y los diversos compartimentos en el campo por los cuales circularon para, finalmente, perecer en o salir del campo. Especialmente, es posible observar la sistematicidad y burocratización como elemento central para pensar el proceso concentracionario. De igual forma, las prácticas de disciplinamiento al interior de la isla parten de una deshumanización de los grupos capturados. De este modo se propuso entonces como acción supuestamente civilizadora al accionar institucional del Estado y de la iglesia. Es válido afirmar que Martín García se convierte en un lugar de reconversión de indígenas a partir de su negación como tales. Ante esta práctica marcamos la capacidad de la agencia indígena (incluso bajo estas condiciones) que va desde los intentos de negociación con las autoridades hasta prácticas abiertas de resistencia y fuga. Hemos querido sumar los nombres de niños/as, mujeres y hombres que figuran en los registros documentales. Esta acción buscó dar visibilidad personal a los indígenas reducidos. Sin duda alguna, estas listas (incompletas) permiten tener una dimensión de la acción de sometimiento y concentración que el Estado realizó durante este genocidio estructurante.
8El tercer capítulo de esta sección reconstruye el masivo reparto de niños indígenas en la provincia de Mendoza tomando como principal fuente los registros bautismales donde eran anotados como instrumentos de legalización de su apropiación por parte de aquellos que figuraban como sus padrinos. El relevamiento de los libros de bautismos de la totalidad de las parroquias de la provincia entre 1878 y 1888 y el hallazgo de 382 actas bautismales de indígenas nos permitió realizar la primera aproximación estadística hasta ahora existente de la distribución y apropiación de niños en un contexto provincial. No obstante es una pequeña cantidad, considerando los más de 3 mil y probablemente 5 mil prisioneros repartidos en Mendoza a través de no menos de 12 centros de confinamiento, permite reconstruir aproximativamente las edades, destinos, tipos de apropiadores y las categorías con las cuales fueron clasificados. Pero más allá de estos guarismos, las contradicciones clasificatorias de un moderno régimen de castas en las actas nos permitieron analizar el desplazamiento de la excepcionalidad del espacio de confinamiento y su inscripción contradictoria a un nivel capilar, micro social e individual en el seno mismo de la comunidad nacional. Las actas registran, evidencian y al mismo tiempo realizan el procedimiento de apropiación de los niños y mujeres indígenas, funcionando como documentos i/legales de la condición de excepción jurídica y política en que se incorporó a los indígenas al seno de la nación. Por esto mismo, constituyen documentos que prueban no solo en términos historiográficos, sino legales, el carácter criminal de la apropiación de niños indígenas a través de casos concretos e individualizados, y constituyen una de las pruebas más importantes de las prácticas genocidas llevadas a cabo con la población indígena durante el período.
9En el cuarto capítulo buscamos exponer la extensividad y articulación del sistema de reparto de mano de obra compuesta por prisioneros indígenas de todas las edades, entre 1878 y 1890. Comprobamos las relaciones entre los campos de concentración de Valcheta y Martín García, los puntos claves de la ocupación militar en la frontera pampeana y chaqueña, y los destinos preferenciales de explotación forzada en los ingenios tucumanos y misioneros y en las casas particulares tucumanas. Describimos la participación de la Iglesia católica y algunas organizaciones de la sociedad civil, junto con las fuerzas armadas, en la configuración de itinerarios de excepción por los cuales circulan los cuerpos indígenas atravesando fronteras y expuestos a la mirada pública.
10De este modo, las trayectorias señaladas no solo conectan puntos en un espacio geográfico amplio sino que manifiestan el potencial estructurante del genocidio. Describen los modos en que se construyeron sistemas de explotación y asimetría social pero también los imaginarios de sociedades tanto de las provincias viejas como de los nuevos territorios nacionales. Estos dispositivos no pueden ser pensados sin tener en cuenta también a estos procesos de incorporación subalternizada de los pueblos originarios.
11Finalmente, desde esta perspectiva decidimos abordar los relatos (memorias, archivos, documentos) sobre la historia en tanto regímenes en disputa, comprendiéndolos desde su relación con los mencionados procesos de conformación de estructuras sociales profundas. Lo que se ha dicho, se dejó de enunciar o se transmitió en secreto no solo interpreta sino que moldea el pasado. En tanto regímenes de historicidad establecen límites y formas en las que se construye y conecta el pasado con los sucesivos presentes y, fundamentalmente, habilitan entender cómo se piensa el futuro.
Notes de bas de page
1 Los autores han optado por respetar la invariabilidad del sustantivo mapuche en la lengua mapuzungun. Mapuche está formado por los vocablos mapu (ʻtierraʼ) y che (ʻgenteʼ); en el che está indicada la pluralización de la palabra.
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