Conclusión de conclusiones
Texte intégral
1Sirva este capítulo para cumplir la doble función de conclusión total y al mismo tiempo de resumen, comenzando con el recuerdo de que el nombre de la India proviene del sánscrito, pronto traspasado al persa antiguo y de allí al griego. De significar "mar" o "río grande" pasó a ser el nombre del Indo. De ese nombre derivó en griego un sustantivo hidronímico y otro toponímico, pero también un adjetivo que, en su forma femenina sustantivada, luego de designar la sola cuenca del Indo pasó finalmente a denominar el amplísimo territorio situado al este del río y su cuenca: "la (tierra) índica". El sustantivo Indía tardó varios siglos más en generarse y es posterior a la creación del vocablo latino correspondiente. También llegó a Grecia el dato de que el límite oriental de la India estaba formado por otro gran río y que allí terminaba la Ecumene. Se creía que el Ganges desembocaba en el Océano Oriental, que es como decir: en el fin del mundo. La división y progresiva disminución del imperio de Alejandro Magno impidió que los conocimientos geográficos europeos sobre el Oriente continuaran ampliándose.
2De poco sirvió la obra del gran Ptolomeo, que en el siglo II d. C. ya conocía una India situada más allá del Ganges. Su Geografía fue recuperada y difundida en traducción latina solo siglos más tarde, cuando diversos europeos y no pocos árabes y persas ya habían ampliado el conocimiento de Asia y distinguían dos o tres Indias, aunque su ubicación era en algunos casos bastante nebulosa (cf. 25: Apéndices, segunda lista). Así se las puede ver en los libros de geografía y de viajes y en la cartografía medieval, donde por cierto no faltaban el Paraíso Terrenal, los pueblos de Gog y Magog supuestamente derrotados y encerrados por Alejandro, así como los monstruos que poblaban también los bestiarios. Con los viajes y el comercio llegó a conocerse asimismo algo mejor la misteriosa China. Los geógrafos árabes sobresalieron en señalar en el SE de Asia los límites entre el mundo índico (SE insular) y el sínico (tierra firme), aunque ignorando la grandísima influencia cultural que ejerció la India peninsular también sobre el SE asiático supuestamente sínico.
3Desde un punto de vista científico, la distinción entre dos o más Indias es un fenómeno indeseable: habría sido preferible dar nombres distintos a territorios distintos. El desconocimiento de los más remotos ―y de sus topónimos indígenas― fomentó la multiplicación del nombre, comparable a la repetición sufrida por numerosos topónimos europeos retomados para bautizar tantísimos lugares colonizados durante la Era de los Descubrimientos. La distinción entre varias Indias, por otra parte, generalmente no llevó a emplear el topónimo en plural.
4La Edad Media vio una polarización de una parte importante del mundo: lo que llamamos Occidente era cristiano, mientras que parte de lo que llamamos Oriente fue siendo conquistado por los musulmanes. La inevitable confrontación se produjo en ambas regiones cuando los musulmanes ocuparon en el Levante los sitios sagrados del cristianismo y llegaron hasta la misma Europa conquistando casi toda la península Ibérica. A pesar de todo lo que se ha escrito sobre la secular convivencia pacífica de ambas religiones en España, el enfrentamiento continuó; la respuesta fue una doble reconquista cristiana, de un lado la muy lenta del territorio ibérico y, del otro, la más rápida pero efímera de una parte de Siria y Palestina, incluido Jerusalén. Tratándose de un choque no solo militar y político, sino también religioso, no es de extrañar que los papas intentaran organizar contra los musulmanes una alianza con el reino mongol, la nueva gran potencia1. De ahí el envío de misioneros al Extremo Oriente, primero al territorio propiamente mongol y luego a la China del norte conquistada por Ogodei, primer sucesor de Gengis Khan. Pero la alianza no se produjo nunca.
5El contacto, claro está, tuvo fines que iban más allá del religioso, ya que en todos los tiempos el hombre ha buscado asimismo contactos comerciales; estos son los que más han fomentado a menudo tanto la relación amistosa entre los pueblos como su enfrentamiento. En los tiempos y pueblos recién mencionados, la figura más famosa en este sentido es la de Marco Polo, que llegó con sus parientes mercaderes a esa misma China avizorada por los emisarios papales. Independientemente de los vínculos concretos alcanzados, los solos viajes y su narración hicieron progresar mucho no solo la etnología ― todavía inexistente como ciencia autónoma―, sino también la geografía, pero no mucho la de la India, sino, con más abundancia, la de China y del Extremo Oriente en general. La triple división de la India por Marco Polo resulta bastante curiosa. La de Odorico de Pordenone extendía ese país hasta la misma China, llamando India Superior al territorio de Mangi. La India continuaba siendo múltiple, pero su segmentación se volvió más caótica; también las fronteras entre la(s) India(s) y la(s) China(s) sufrieron increíbles traslados mentales.
6Con la geografía progresó en la Edad Media también la cartografía: los mapamundis incorporaron más regiones, los continentes adquirieron formas más realistas y las entidades fantasiosas fueron obligadas a recular hacia los extremos del mundo. Pero en la delimitación del mundo índico y su invasión del mundo sínico los mapamundis también reflejaban el relativo caos existente. La nomenclatura usada en los mapas es muy importante en este contexto, porque su distribución en las superficies geográficas dibujadas aporta a veces más claridad que su mención en los escritos.
7En la misma proporción en que el empeño por evangelizar el resto del mundo era refrenado por las derrotas de los cruzados y los fracasos diplomáticos, siguió aumentando la voluntad de adquirir los muy valiosos productos que encerraba el continente asiático y en parte el africano. No solo se buscaba oro, sino también las especias no cultivadas en Europa. Las rutas hacia esas mercancías preciosas estaba en gran parte en mano de los árabes (el Levante y el norte de África) y, más tarde, también de los otomanos (Anatolia y muy particularmente el Mar Negro). Las principales especias, a saber, la pimienta y la canela, provenían del SO de la India y de Sri Lanka respectivamente, pero otras igualmente codiciadas se cultivaban en las Molucas, como sabían muy bien los europeos desde antes de Colón. En el Mediterráneo el comercio estaba dominado por unas pocas potencias como Génova y Venecia. También Aragón, un reino por momentos tan itálico como hispánico, intervenía en él. Portugal intentó con éxito otra vía, la de la costa occidental de África, quizás por estar excluido del comercio mediterráneo, pero también seguramente por tener, de todos los países europeos, el acceso más amplio y directo al Océano Atlántico. En comparación con España, que también cuenta con algo de costa atlántica, Portugal estaba mejor preparado para esas nuevas aventuras porque había terminado la reconquista de su territorio dos siglos y medio antes que sus vecinos castellanos. Portugal parece haber sido también el país europeo que más había avanzado en la construcción de una nave más adecuada para los viajes oceánicos: la carabela.
8Gracias al tiempo que transcurrió en Madeira y a su participación en algunos viajes portugueses por las costas africanas, Cristóbal Colón se informó de las principales corrientes marinas que necesitaba conocer para hacer un viaje de descubrimiento navegando hacia el oeste. Como Juan II de Portugal desechó el proyecto, el genovés pasó a España con la misma propuesta y, después de siete largos años de espera, consiguió de los Reyes Católicos los modestos medios que solicitaba para el viaje antedicho. Llamó "Indias" a las tierras descubiertas en el Caribe, no porque las considerara parte de la India propiamente dicha, sino porque, como sus contemporáneos, sabía de la existencia de varias Indias, al menos una de las cuales se extendía por el Extremo Oriente a lo largo de regiones incluso bastante nórdicas. Su forma de referirse a la meta del viaje, nombrando al mismo tiempo las Indias y el reino del Gran Khan, demuestra que Colón fue una de las víctimas de la confusión de geógrafos y cartógrafos, que superponían una o más Indias y China. Desde Marco Polo se conocía la división de China en Catay y Mangi. Esta segunda parte, la meridional, parece haber ido desvaneciéndose poco a poco en las memorias europeas (no de la de Colón), razón por la cual se mencionaba a veces Catay, la parte septentrional, como si se tratara de la China entera. Pero incluso Catay llegó a identificarse ocasionalmente con una de las Indias: la que algunos llamaban Superior.
9Cuando Colón se refería a la India Cisgangética escribía el topónimo siempre en singular: "nuezes grandes de las de India", el primer río que sale del Paraíso es "Ganges en India", etc. Pluralizaba el topónimo solo para nombrar las Indias que no pocos geógrafos colocaban en el Extremo Oriente, en el SE de Asia (la Transgangética), pero también más al norte. Como evidentemente sabía que en sus viajes no se había acercado en lo más mínimo a la India peninsular, su plural no incluía la Cisgangética; no equivalía directamente, como en Marco Polo y otros, a la totalidad de las Indias, pero no dejaba de ser una mención genérica de las mismas. Como el Almirante suponía que el territorio por él descubierto se hallaba en el Extremo Oriente, pero no sabía de qué India se trataba, generalizaba designándolo en plural. Jamás intentó ser más preciso nombrando una India concreta. En las poquísimas veces en que quiso precisar algo utilizó los nombres de las dos partes de China: Catay en el primer viaje y Mangi en el primero (su capital Quinsay) y en el cuarto (Mango).
10La pluralización generalizante se concretó de dos maneras: en una frase simple, "las Indias", y en una frase más compleja. Esta última consiste en poner en plural el núcleo ("las tierras / partidas"), dejando en singular el topónimo "India". El hecho de que ambas frases aparezcan en un mismo párrafo evidencia su sinonimia. Y el hecho de que en la carta-prólogo del Diario de su primer viaje identificara Colón las tierras índicas con las del Gran Khan demuestra que identificaba Catay con alguna de las Indias, seguramente la Superior. La fantasía de haber llegado cerca del territorio del Gran Khan y de Cipango excluye la posibilidad de que Colón, al referirse reiteradamente a las islas descubiertas, las identificara con las del archipiélago de la Sonda, de modo que su pluralización excluía también la India Inferior.
11Su frase "estas islas de India" tiene la misma estructura que las frases sobre "tierras" o "partidas": el plural del núcleo es obligatorio en ambos casos (con "islas" incluso más que con "tierras" o "partes"). Descubrimos lo mismo en el nombre de otros archipiélagos que, por definición, en el caso de contener la referencia isleña la ponen necesariamente en plural, "las islas de (Canaria, etc.)", antes de limitarse a pluralizar el topónimo de base: "las (Canarias, Molucas, Filipinas, Marianas)". A la frase corta se llega por voluntad de simplificación, para obtener nombres cómodamente breves.
12Como vimos, el uso colombino de las dos frases ―pasando de la pluralizante compuesta o indirecta (que pone el topónimo en singular) a la pluralizante simple o directa (que termina por predominar)― es un fenómeno común a otras muchas construcciones hallables en abundantes autores de diversas lenguas y de épocas no necesariamente colombinas. Lo observamos incluso en frases que ni se simplificaron ni tienen nada que ver con un topónimo ni llevan necesariamente un núcleo sustantivo ("hijos de perra"), sino verbal ("se sacaron el sombrero"). Es más: lo encontramos en frases que, siendo sinónimas, morfológicamente hablando son algo así como una inversión simétrica la una de la otra ("el mar de las Indias" y "los mares de India").
13Este uso del singular para evitar un doble plural no es obligatorio. El ámbito mental de los significados no engendra, a nivel psicológico, un comportamiento coercitivo que excluya el doble plural. Pero es cierto que, a nivel lógico-matemático ―la categoría mental de la cantidad―, lo más natural y cómodo es pensar en una simple relación de inclusión resultante de subdividir una unidad: por una parte tenemos la unidad, nombrada y pensada en singular, y por otra parte, la pluralidad de sus elementos. Por supuesto que, en las frases que aquí me ocupan, la relación que representan no es siempre la de un todo y sus partes, pero parecería que la mente nos impulsara a simplificar, si no la relación como tal, sí su representación, prefiriendo una que combine un singular con un plural en lugar de dos plurales. Ese singular no elimina la idea de pluralidad: cuando muchas personas "nos dan la mano", se entiende perfectamente que estrechamos muchas manos.
14Atendiendo a las oposiciones lingüísticas, si sabemos que el singular es el elemento no marcado y, por tanto, el que se emplea con mayor frecuencia, entenderemos que haya resistencia a usar el plural en casos en que no se lo necesita para transmitir la idea de pluralidad: basta que haya un plural en otra parte estrechamente vinculada con el singular, es decir, basta desplazarlo. El plural colombino indirecto, de frases como "las partidas de India", es un plural desplazado. Cuando el plural de una de estas frases es inevitable o poco menos, en razón de tratarse por ejemplo de una frase hecha o de un verbo con sujeto plural, grande será la probabilidad de que el otro sustantivo figure en singular aunque en el referente se vea una pluralidad. Con "las partidas de India", entonces, Colón no se refería de ningún modo a la India peninsular; a esta no la mencionó nunca como meta de su empresa.
Notes de bas de page
1 Mucha información al respecto en A. GARCÍA ESPADA, Marco Polo…, cap. I.
Le texte seul est utilisable sous licence Licence OpenEdition Books. Les autres éléments (illustrations, fichiers annexes importés) sont « Tous droits réservés », sauf mention contraire.
Les clercs au palais
Chancellerie et écriture du pouvoir royal (Castille, 1157-1230)
Amaia Arizaleta
2010
Un roi en quête d’auteurité
Alphonse X et l’Histoire d’Espagne (Castille, XIIIe siècle)
Corinne Mencé-Caster
2011
Del peccato alessandrino
Realtà e limiti della maestría di un autore e di un personaggio (Libro de Alexandre)
Marta Materni
2013
‘Fágote de tanto sabidor’. La construcción del motivo profético en la literatura medieval hispánica (siglos XIII-XV)
Pénélope Cartelet
2016
Le charme du Maure
Enquête sur le Tractado del origen de los reyes de Granada, œuvre apocryphe attribuée à Fernando de Pulgar (Bibliothèque de l’Académie Royale Espagnole de Madrid, manuscrit 150)
Frédéric Alchalabi
2019
Correspondencias entre mujeres en la Europa medieval
Jean-Pierre Jardin, Annabelle Marin, Patricia Rochwert-Zuili et al.
2020
Saberes, cultura y mecenazgo en la correspondencia de las mujeres medievales
Ángela Muñoz Fernández et Hélène Thieulin-Pardo (dir.)
2021
Une genèse pour l’Espagne
Le récit des origines dans la Estoria de España d’Alphonse X le Sage
Soizic Escurignan
2021
Correspondances de femmes et diplomatie
(Espagne, France, Italie, IXe-XVe s.)
Isabella Lazzarini, José Manuel Nieto Soria et Patricia Rochwert-Zuili (dir.)
2021