Epipaleolitico y neolitizacion en la zona oriental de la Peninsula Iberica
p. 581-591
Résumés
Dans cet article on résume les données sédimentologiques et polliniques de la partie centrale de l’Orient Ibérique. On analyse le substratum épipaléolithique du type microlaminaire, Filador et Cocina. Les fouilles récentes dans des gisements du dernier type définissent un cadre homogène dans différents et distants endroits de l’aire méditerranéenne espagnole. Les données de la faune et des graines nient une évolution vers l’économie de production, quoique les gisements type Cocina font partie du dispositif de la néolitisation.
It’s summarysed in this article the sedimentological and palinilogical data of the middle part of eastern Iberian Peninsula. Also is analysed the epipaleolithic substratum of microlaminar, Filador and Cocina type. New excavations in last type sites, define an homogeneous picture in different and separated places of the Spanish mediterranean area. The faunal and seed data refuse an evolution to production economy, but the site of Cocina type took part in the néolitisation process.
Texte intégral
1. El ambiante físico y biológico (M.P.F. ; M.D.)
1El paleoambiente de la zona oriental de la península ibérica ha sido principalmente reconstruido hasta hoy a partir de estudios sedimentológicos y polínicos realizados en la región valenciana. Aunque todavía escasos, los datos permiten ya esbozar el medio ambiente en el que se desarrollaron las primeras comunidades campesinas, así como su evolución.
1.1. Sedimentología.
2Las oscilaciones ambientales del período estratigrá-fico contemplado se han establecido a partir del análisis de cuatro yacimientos emplazados en un área geográfica próxima y de características similares. Tres de ellos están ubicados en cuevas : Túnel del Sumidor, Vallada, (Valencia), Cueva de la Cocina, Dos Aguas (Valencia) y Cova de l’Or, Beniarrés (Alicante). El cuarto es un poblado al aire libre, la Ereta del Pedregal, Navar-rés (Valencia), asentado sobre una antigua turbera. Todos se hallan situados entre las cuencas de los ríos Júcar y Serpis, en la zona montañosa que limita por el W la llanura litoral valenciana, y a una altura s.n.m. que oscila entre 600 y 400 m.
3Estructuralmente la zona pertenece al dominio del prebético externo, cuyas alineaciones siguen una dirección SW-NE, en contacto ya con las últimas manifestaciones del plegamiento ibérico. Los materiales geológicos en que se insertan estos yacimientos son secundarios, tratándose de calizas cretácicas en el caso de las cavidades de Cocina y de l’Oro de materiales extrusivos triásicos, (arcillas, yesos y margas), en relación con el Sumidor o la Ereta del Pedregal.
4Las características de las zonas estudiadas así como de su relleno sedimentario deben su primitiva morfología a la evolución de los procesos morfogenéticos pleistocenos y, ya en el momento cronológico que nos ocupa, responden a los cambios climáticos holocenos, sin olvidar la influencia humana sobre el medio circundante. El registro cronoestratigráfico considerado aquí abarca un período que corresponde a casi todo el Holoceno, aproximadamente desde el 9000 B.C., (primera datación de radiocarbono obtenida), hasta el subtatlántico. Su evolución va a seguirse intentando fijar el momento cronológico basándose bien en fechaciones de 14C, bien en la industria, y por supuesto en ambos indicadores cuando ello es posible.
5Los primeros estadios de la secuencia holocena están registrados en la historia sedimentaria de dos yacimientos conectados directamente a las oscilaciones de la red fluvial hipogea y epigea. El primero, Sumidor, no contiene material arqueológico, pero sus depósitos, formados por la acumulación aluvial de los últimos tramos de un río subterráneo antes de surgir al exterior, han dado lugar a la construcción de varios niveles de terrazas, dos de las cuales presentan entre sus estratos delgadas capas de carbón que ha permitido obtener dos dataciones de C14. La más antigua, preholocena, se construye hacia al 9250 ± 400 B.C. y la última terraza se forma ya en pleno período Atlántico.
6El segundo yacimiento dentro de esta primera etapa es Cocina, cavidad situada en la margen derecha del Barranco de la Ventana, cuyo funcionamiento incide continuamente en la historia de su relleno, (Fumanal, 1979). Sus referencias son ya arqueológicas aunque se ha estudiado la totalidad de su sedimentación incluyendo los niveles estériles iniciales. En el sector analizado, su industria comienza por un epipaleolítico precardial y finaliza en sus estratos superiores con materiales pertenecientes a la Edad del Bronce.
7Pese a la imposibilidad de una minuciosa correlación cronológica por falta de dataciones más abundantes, sí es evidente que los comienzos holocenos registran unos procesos denudativos en las vertientes, que actúan transportando materiales predominantemente gruesos, (cantos y gravas), y darán lugar a un activo relleno de los cauces en forma de sidimentos groseros, mal clasificados, incluidos en una matriz arcillosa. La alternancia de precipitaciones fuertes, puntuales, en un régimen climático estacional, con momentos de marcada subaridez parece señalarse tanto en la actividad esporádica de los cursos fluviales como en la formación de delgadas costras estalagmíticas que protegerán en parte a los sedimentos detríticos de su desmantela-miento. En este sentido, los estudios realizados sobre depósitos de glacis-terraza al S del País Valenciano, (Cuenca Payá y Walker, 1981), paracen confirmar esta tendencia, señalando un momento de aridez alrededor del 7000 B-C.
8Las acciones erosivas darán paso gradual a condiciones ambientales totalmente diferentes que quedarán reflejadas ya en todos los yacimientos considerados. Las características sedimentológicas mostrarán una evolución en el medio y progresivamente su relleno pasa a estar formado por materiales en general muy bien clasificados, (caso de Cocina y Sumidor), con estructura interna laminar, paralela planar o cruzada de bajo ángulo, que son consecuencia de una circulación hídrica activa, en elevado régimen de flujo y sin aporte de materiales gruesos. En este momento acumulativo se obtiene la segunda fecha de Sumidor, 3350 ± 200 B.C. Las vertientes en aquellos instantes evidentemente están más protegidas por la vegetación arbórea o arbustiva, bajo unas condiciones climáticas de tipo húmedo y lluvias mejor repartidas.
9A esta información se une la ofrecida por el análisis de los otros yacimientos mencionados. Uno de ellos, Or, se emplaza a 600 m s.n.m. en la Serra del Benicadell. Por su situación como forma relicta de antiguo sumidero cárstico en una zona elevada de la cuenca, une su historia de colmatación sedimentaria bien a la introducción de elementos coluviales exteriores o a las aportes de los conductos cársticos internos en los lapsos de reactivación de la humedad ambiental.
10La parte inferior de la sedimentación de esta cavidad en el sector analizado está incluida en lo que en su estudio específico hemos denominado unidad D, compuesta de siete niveles. Contiene una industria del Neolítico inicial y la fechación de C14 arroja una cronología de 4770 ± 380 B.C. Los procesos que dan lugar a la formación de esta parte del relleno señalan una activa erosión en los materiales que cubren las vertientes. Sistemáticamente los estratos están englobados por una matriz arcillosa. Intercalados aparecen grandes bloques desprendidos del techo aunque no diferencian ningún cambio en los acontecimientos responsables de la acumulación ya que las capas superiores e inferiores siguen ofreciendo similares características. Su introducción obedece a la acción de arroyadas concentradas formadas bajo precipitaciones de cierta intensidad capaces de desplazar los materiales que formaban la cubierta detrítica ya existente sobre la superficie de la ladera cuya desprotección por una vegetación ineficaz es evidente, bien por los efectos de una esta-cionalidad climática marcada, bien por la propia intervención del hombre sobre el entorno biológico que contribuirá a crear unas condiciones favorables a los procesos acelerados de erosión.
11Una pulsación intermedia ligeramente más húmeda representada por la actuación de arroyadas más suaves y constantes es el último precedente a un cambio general de las particularidades sedimentarias que se manifestará plenamente en la unidad estratigráfica siguiente C. Aquí la cronología se sitúa hacia el 4030 ± 260 B.C., y la industria pertenece a los momentos finales del Neolítico antiguo o inicios del Neolítico medio. Los materiales depositados participan de unos rasgos totalmente diferentes y su fuente de suministro es también otra. La reactivación de los conductos cársticos se hace patente, de manera gradual y sin interrupciones, culminando hacia la parte central de esta unidad estratigráfica. La introducción de sedimentos y gravillas calizas totalmente ovaladas por un proceso de abrasión mecánica tras un transporte en un medio hídrico regular son la evidencia de un cambio sustancial en el clima que apunta hacia unas lluvias mejor rapartidas lo que redundará en un mayor equilibrio en las vertientes. Processos de eluviación de carbonatos y arcillas completan estas particularidades.
12A este respecto, otros datos al S de la zona son mencionados por Cuenca Payá y Walker, (1981), que señalan a partir de los depósitos del Abrigo Grande de Cieza un cambio gradual hacia condiciones húmedas iniciado hacia el quinto milenio B.C., fase que entrará en crisis para estos autores alrededor del tercer milenio B.C.
13Ya en la unidad estratigráfica superior, A, (Neolítico final), un nivel de habitación que se sitúa hacia el 3.000 B.C. señala un cambio claro que paulatinamente dará lugar a una aridez general, lo que reactivará las pulsaciones denudativas de las laderas cuyos efectos se resuelven en esta cueva con la formación de un cono de derrubios coluviales estratificados que corona la sedimentación de todo este sector (Fumanal y Calvo, 1982).
14Contemporáneo de estas últimas fases de Or, el último yacimiento considerado, La Eretal del Pedregal, registra une occupación inicial que situamos alrededor del 2.700 B.C. En momentos anteriores la zona consistía en un medio lagunar implantado en un área geográfica cuya topografía llana, nivel de base impermeable próximo y riqueza en acuíferos tributarios favorecía este tipo de formaciones pantanosas endorréicas. La extensión de la laguna alcanzaría unas dimensiones importantes ya que la posterior acumulación de materia orgánica y transformación de turba no se da hasta que la progresiva colmatación del medio permite la implantación de vida vegetal, cada vez màs abundante, que en los períodos de relleno propios de estos ambientes tendrá como consecuencia la formación de una turbera holocena.
15Las oscilaciones climáticas correspondientes al sub-boreal y subatlántico se deducen a partir de estos dos últimos yacimientos. La Cova de l’Or, en los niveles superiores pertenecientes al Neolítico final refleja una progresiva degradación en la estabilidad de la cobertera coluvial de su entorno, a lo cual probablemente la acción antrópica no será ajena. A partir del 3.000 B.C. una activa sedimentación de origen externo ocasionará une importante acumulación sobre los depósitos anteriores. Los procesos responsables obedecen a una persistente denudación de la ladera bajo condiciones climáticas semejantes a las actuales, con precipitaciones violentas y esporádicas actuando sobre vertientes desprotegidas.
16Respecto a La Ereta del Pedregal, en un momento cronológico que podemos situar hacia el 2.000 B.C. se observa que las características propias de un medio pantanoso y húmedo dan paso a fenómenos sedimentarios propios de ambientes sub-aéreos. Los depósitos se forman a causa de arroyadas superficiales que transportarán materiales de los relieves cercanos cuya forestación no es importante.
17La zona nunca volverá a sus anteriores condiciones de laguna, sino que, por el contrario, una progressiva reducción de la humedad en esta última fase holocena y una acentuación de las manifestaciones de estacionalidad provocará en este yacimiento al aire libre la evolución de un suelo policíelico compuesto de tres secum, de los cuales el inferior sería un histosol o suelo hidro-morfo y en su parte superior se desarrollaría un suelo pardo calizo con nódulos de carbonato.
1.2. Estudio polínico
18En lineas generales, los taxones encontrados en los análisis polínicos pertenecen a la flora actual del área, lo cual confirma la idea de que las oscilaciones climáticas holocenas no fueron tan extremadas como para provocar cambios de flora, aun que sí de vegetación. La presencia a menudo reducida, pero constante, de taxones termófilos a lo largo de todas las secuencias impide pensar en momentos muy fríos. Se registraron cambios climáticos pero no llegaron a hacer desaparecer las especies mediterráneas que buscarían refugios donde poder sobrevivir durante los momentos más inhóspitos.
19Desde principios del Neolítico, las oscilaciones de los diagramas polínicos se deben a menudo más a la acción antrópica que a reales cambios climáticos. Las alternancias entre un mayor o menor grado de cobertura arbórea (AP/NAP), anteriormente regidas por episodios climáticos distintos, se deberán más a la acción del hombre necesitado de amplias extensiones desforestadas para la práctica del pastoreo y de la agricultura que a éstos. Por otra parte, el factor aridez/humedad ha desempeñado, como en el resto del área mediterránea, un papel más decisivo que las temperaturas. Generalmente, la aridez parece ser aquí, para la vegetación, el factor limitante principal.
20En cuanto a los taxones encontrados en los espectros polínicos, el Pinus suele ser el máximo representante arbóreo, a menudo en competencia con el Quercus. El Quercus t. ilex-coccifera representa probablemente la carrasca (Quercus rotundifolia), cuyas formaciones hoy muy degradadas formaron hasta fechas recientes la vegetación natural de extensas zonas de la región valenciana. El Quercus t. pedunculata, correspondería a otra especie todavía más diezmada, el quejigo (Quercus fagi-nea - subsp. valentina). Por el momento, no parece que se pueda hablar para Valencia y Alicante, de verdaderas formaciones de - Quercetum mixtum ya que, pese a la presencia de Quercus de hojas caducas, faltan casi por completo los otros elementos de este conjunto (tilo, olmo, haya o avellano) y suelen predominar los taxones perennifolios. La presencia de unos pocos ejemplares aislados, quizá refugiados en zonas húmedas como los bordes de los ríos, no parece suficiente para hablar de Quercetum mixtum y las grandes formaciones arbóreas holocenas valencianas debieron corresponder a bosques de pinos (Pinus halepen-sis y P. pinaster), carrascas y quejigos con predomino de unos u otros según los momentos y espacios geográfico, aladierno, labiérnago, etc. así como algunos cadu-cifolios como el fresno, el aliso o el avellano. No hay que despreciar la humedad edáfica, seguramente mayor que la de hoy. Pudo, a menudo, suplir la sequedad atmosférica, permitiendo la supervivencia de algunas especies que por su escasa o nula representación en los diagramas, carecen aquí de significado climático.
21En cuanto a la vegetación herbácea, correría principalmente a cargo de las compuestas y, aunque en menor medida, de las gramíneas así como de especies nitrófilas (Llantén, urticáceas quenopodiáceas etc.) sobre todo en los momentos de mayor interacción humana.
22La halofitas desempeñan un papel de interés especialmente en las zonas costeras donde los aportes ejercen fuertes presiones selectivas sobre la flora. La mayoría de las turberas valencianas, a menudo objeto de estudios polínicos, son litorales, lo cual habrá que tener muy en cuenta a la hora de interpretar los diagramas. Muchos taxones considerados esteparios no tendrán aquí sentido climático sino edáfico.
Evolución de la vegetación.
23Desde el Würm III-IV (Dupré, 1980), se observan alternancias de bosques más o menos densos, y estepas según los momentos climáticos. Los pinos son ya, con las compuestas, los pricipales protagonistas del paisaje ; en cuanto a lo demás taxones, la mayoría de ellos siguen representados en la actualidad.
24En la cueva del Sumidor, ya estudiada sedimentoló-gicamente, la primera fecha de carbono 14 corresponde a principios del Preboreal, final del Dryas III (9.350 B.C.). Encontramos una vegetación predominantemente herbácea con una cobertura arbórea que no pasa del 20 % y compuesta esencialmente por pinos acompanados por unos escasos Quercus t. ilex-coccifera (Dupré, inédito). El cortejo florístico y sus porcentajes nos muestran un momento relativamente fresco y árido. Una costra estalagmítica procedente de la Cocina y prácticamente del mismo período, corrobora esta idea mostrando un paisaje todavía más estepario. Un momento posterior señala ya una importante cobertura arbórea (78 %) dominada por los pinos (45 %) aunque las carrascas también tengan importancia (27 %) ; intervienen, aunque en grado mucho menor, las cupresáceas, Pistacia, oleáceas, aliso, etc. Las herbáceas son muy variadas igualándose prácticamente las compuestas ligulifloras con las gramíneas (7,5 y 7 %), también vemos ericáceas, Artemisia, cistáceas, labiadas, liliáceas, quenopodiáceas, etc. Esta terraza fluvial se depositó bajo un clima menos frío que el anterior, con cierto aumento de la humedad. Esta mejoría alcanzará su óptimo en el Atlántico.
25La secuencia se complementa con los datos de la cova de l’Or, que ofrece una estratigrafía con fechas de Carbono 14 de 4.770, 4.660 y 4.030 B.C. A lo largo de este período, el paisaje es estépico, por lo menos en las inmediaciones de la cueva. Si se considera la gran abundancia de materiales arqueológicos encontrados desde los primeros niveles de ocupación del yacimiento, se ve que desde un principio abrigó a un grupo importante que se dedicó muy intensamente al pastoreo y la agricultura, explicándose así la desforestación de extensas zonas alrededor del mismo. Los habitantes de la cueva debieron quemar la mayoría de los bosques circundantes. Los escasos árboles representados siguen siendo el pino y algún que otro quejigo o carrasca así como arbustos termófilos como el lentisco, labiérnago, etc. Las herbáceas, muy bien representadas, son variadas aunque siempre con predominio de las compuestas ligulifloras. La fuerte acción antrópica, ya patente aquí, hace difícil una interpretación climática a partir de las fluctuaciones de la vegetación, sobre todo si se tiene en cuenta que los porcentajes arbóreos en sus mejores momentos no pasan de un 12 % ; sin embargo, los taxones termófilos siguen indicándonos condiciones ambientales relativamente suaves y secas (Dupré, inédito).
26Hacia el mismo perído, niveles turbosos de la Ereta del Pedregal (Menendez Amor, 1961,a) muestran también muy fuertes porcentajes herbáceos y el género Quercus como árbol dominante, aunque el pino sigue representado (4.130 B.C.). En la turbera litoral de Tor-reblanca (Castellón) (Menendez Amor, 1961,b), hacia la misma fecha (4.330 B.C.), se observan igualmente altos porcentajes herbáceos, principalmente compuestas y plantas acuáticas, siendo el pino el árbol principal practicamente a lo largo de todo el diagrama ; quizá más por razones geográficas que climáticas. La cueva del Nacimiento (Pontones), (López, 1981), más alejada, registra el mismo fenómeno hacia el 4.830 B.C.. Con sus fuertes proporciones herbáceas, estos estudios podrían apuntar cierto empeoramiento climático en el quinto milenio.
27A finales del Atlántico se puede apreciar en Sumidor (3.350 B.C.) una fuerte proporción de carrascas que con más de un 50 % sustituyen a los pinos como principales protagonistas del bosque el cual, en estos momentos, debió ser muy tupido ocupando todo el valle (AP 83 %). Como en la muestra anterior el Quercus t. pedunculata también está presente así como el Pistacia, Corylus, etc. La turbera de Almenara (Castellón) Parra, inédito), con fechas de 3.350, 3.150 y 2.800 B.C., muestra también predominio de la cobertura arbórea en relación con las herbáceas (más del 80 %). Como en los demás ejemplos, los géneros predominantes son Pinus y Quercus acompañados por el sotobosque mediterráneo. El estudio de Verdelpino (Cuenca), (Lopez, 1977) sigue esta pauta.
28El período Subboreal está representado por el estudio de los niveles arqueológicos del poblamiento eneolítico de la Ereta del Pedregal asentado sobre niveles de turba (Dupré, en prensa). La cronología del yacimiento abarca aproximativamente desde el 2.700 al 2.000 B.C. y la secuencia polínica que ofrece es muy reveladora en cuanto a la acción antrópica. Los niveles inferiores, anteriores al establecimiento del hombre, siguen mostrando un ambiente boscoso con predominio de carrascas y en menor medida de pinos. Los quejigos están representados así como, aunque de forma escasa, algunos caducifolios que ocuparían el fondo del valle. Como en la actualidad, los pinos se localizarían preferentemente en las zonas más abruptas y elevadas. Se observa perfectamente como, a partir de los niveles de habitación, las carrascas y quejigos (70 %) disminuyen rápidamente para dejar sitio a abundantes higrofitas, típica vegetación de sustitución de los bosques a orillas de las zonas muy húmedas. Los pinos también empiezan a disminuir aunque en menor grado. Los habitantes del poblado desforestarían primero la parte del valle más apta para los cultivos dejando las zonas más escarpadas para el pastoreo por lo cual, aunque en disminución, los pinos no desaparecen totalmente como lo hacen los Quercus. El final del diagrama muestra ya la típica estepa con abundante representación de compuestas ; otra vez el hombre destruyó el bosque en las inmediaciones de su asentamiento.
29El nivel superior de la turbera estudiado por J. Menéndez Amor (1961) muestra también gran número de herbáceas con Quercus y Finus siempre como principales representantes arbóreos (1980 B.C.).
30La última fecha del Subboreal, nos la proporciona un estudio de la turbera del Estany de Olot (Gerona) (Menendez Amor, 1964) que para 1.850 B.C. ofrece una covertura arbórea bastante importante, especialmente compuesta por el género Quercus.
31En esta parte más nortena los árboles caducifolios (avellano, aliso, etc.) empiezan a estar bastante bien representados.
1.3. Consideraciones sobre el medio ambiente
32A grandes rasgos, y dentro de la aproximación que los medios de información aplicados a esta síntesis permiten, las manifestaciones sedimentológicas de estos yacimientos señalan un momento inicial holoceno (Pre-boreal, Boreal), de condiciones erosivas en las vertientes tributarias de los lugares estudiados, con un desplazamiento de materiales relativamente groseros, que rellenarán activamente los cauces, al menos en su cuenca alta. El análisis polínico confirma estos datos al ofrecer un paisaje abierto que permitió unos procesos denudativos en vertientes poco protegiadas por una vegetación predominantemente herbácea bajo un clima relativamente frío y seco. Esta vegetación irá cediendo paso a formaciones boscosas con predominio de pináceas, indicando una mejoría climática que se afianzará en el Atlántico con la sustitución de los bosques de pinos por otros mixtos con predominio del género Quercus, que alcanza sus mayores porcentajes alrededor del 3.000 B.C., formando extensos bosques mixtos. En el curso del quinto milenio, se detecta sin embargo cierta degradación de la cobertura vegetal que puede deberse tanto a causas climáticas como antrópicas.
33Del mismo modo, el período atlántico queda sedimen-tológicamente definido como un lapso dilatado, cuyas manifestaciones son una reactivación gradual de los cursos epigeos o hipogeos que en principio darán lugar a acumulaciones detríticas finas y muy bien clasificadas.
34En cavidades menos expuestas a la acción de una circulación muy activa, (Or), se dará una acumulación de materiales finos, transporte de granos muy redondeados y brillantes y posterior proceso de eluviación de carbonatos y arcillas. Otras zonas, como la Ereta del Pedregal, permanecerán en un ámbito lagunar.
35El período Subboreal preside una progresiva estacio-nalidad. Las manifestaciones climáticas vuelven a ser típicamente mediterráneas, con oscilaciones humedad/sequedad marcadas y una desprotección en las laderas que redundará en mecanismos erosivos tanto por condiciones de sub-aridez como por la degradacíon antrópica del entorno inmediato al hábitat. La formación de encostramientos calizos sobre los sedimentos (último estrato de Or), señalan una activa evaporación de las aguas en ambientes secos, mientras que el progresivo desecamiento de zonas pantanosas o lagunares que verán cambiar su entorno ambiental sin volver en ningún momento a su anterior condición de disponibilidad hídrica. La vegetación de este período, con disminución de la cobertura vegetal en parte a un aumento de la aridez, pero más especialmente, a la acción antrópica ya muy clara por lo menos alrededor de los núcleos de habitación.
2. El sustrato industrial epipaleolitico (J.F.)
36Si frente a una descripción, ya que no explicación, de lo que pudo suponer el sustrato epipaleolitico en el proceso de neolithización, tuvieramos que valorar de menos a más la elocuencia y operatividad de la información hoy conocida, seguiríamos el siguiente orden :
Sustrato epipaleolitico microlítico o microlaminar.
Sustrato epipaleolitico tipo Filador.
Sustrato geométrico.
2.1. Sustrato microlaminar
37La posibilidad de que industrias de este tipo pudieran haber entrado en contacto con el mundo neolítico cardial se basa en el resultado de las excavaciones 1.946-1.949 realizadas en la Cova de les Mallaetes (Barx, Valencia), que fue contrastado en el corte estartigrá-fico de 1.970 (Pericot, 1.949 ; Jordá y Alcacer, 1.949 ; Fletcher, 1.955 y Fortea, 1.973). En esa bibliografía hay argumentos que permiten seguir recordando la hipótesis, pero con una matización : la investigación de campo posterior no ha aportado más datos en esa dirección, quedando todo reducido a Mallaetes, Cueva del Lagrimal (Villena, Alicante) y otros yacimientos menores.
2.2. Sustrato tipo Filador
38Recientemente se ha señalado que una industria epi-paleolítica con facies de « gaspillage » y con las muescas, denticulaciones y raspadores como grupos tipológicos dominantes, presente en la Cova Fosca (Ares del Maestre, Castellón) y Balma de l’Espluga (Sant Quirze Safaja, Barcelona), podría relacionarse con los niveles superiores de la Cova del Filador (Margalef de Mont-sant, Tarragona) (Vilaseca, 1.949), constituyendo un sustrato epipaleolítico final o incluso un Neolítico precerámico (Balma de l’Espluga), sobre el que se instalaría un Neolítico antiguo (Gusi, 1.978; Llongueras 1.981 a y b). Otros yacimientos no ofrecen datos suficientes o contrastados.
39Quizás lo generalizado y el atipismo de aquellos tres conjuntos líticos explique una tendencia premiminar a relacionar, como propios de un mismo horizonte cultural, elementos que posiblemente convergen en una misma función y de ahí su parecido externo global, ya que no cultural.
40El nivel III de Fosca ha sido datado en 7.510 y 6.930 B.C., fechas que irían muy bien con un componente cultural de tipo sauveterroide. Si este nivel ha de ser asimilado al tramo superior de Filador, olvidando por un momento el recientísimo dato de la aparición de cerámicas en su estrato 2 (Cebria, Fullola et alii, 1.981), tendríamos que atribuir al componente triangular sauveterroide de los niveles 5 a 3 una altísima cronología y un demasiado corto período de tiempo para su desarrollo, porque la fase final del complejo microlaminar aziloide catalán podría tener como datación 14C ante quem los quizá algo altos 8.080 y 7.910 B.C. de la Balma de Gai (Moià, Barcelona), yacimiento que podría suponer la transición o el inicio del mundo sauveterroide atestiguado en Filador. La ausencia de segmentos en el nivel 6, inferior, de Filador (excavaciones Vilaseca) debería matizarse por su presencia en el horizonte estratigráfico equivalente de las actuales excavaciones (Fullola Pericot, información personal en presa : Bol. Soc. Arq. de Tarragona). De tal forma y a reservas de su publicación, el inicio de Filador podría conectarse con el final de St. Gregori, donde los segmentos están presentes (Guilaine et alii, 1982).
41Está impresión de envejecimiento para las dataciones absolutas de Fosca persiste en los niveles con cerámica. El II da una fecha de 5.690 y el I 5.260 y 5.150 B.C. para estilos cerámicos que las estratigrafías colocan siempre sobre el Néolítico antiguo cardial (Guilaine, 1.980). Por esta razón, la fecha 3.765 B.C., también del nivel I, parecería más conveniente. Pero aun admitiendo las fechas más antiguas, entre los niveles III y II existiría una separación de entre 1.200 y 1.800 años, lo que puede resultar excesivo si no media una prolongada desocupación de la cueva.
42En cuanto a l’Espluga, se ha dicho que la industria de sus niveles inferiores podría recordar al Monta-diense final o Castelnoviense, cosa que permitiría entroncar con los niveles superiores de Filador. En definitiva, podríamos encontrarnos con un Epipaleolitico final quizá Castelnoviense o un Neolítico precerámico en razón del « hacha » pulida del nivel III, zona A (Llongueras, 1.981). La equiparación con el Montadiense final o el Casternoviense puede resultar algo forzada por cuanto que únicamente podría establecerse con su utillaje más grosero, pero no con el más específico en términos de adscripción cultural : las armaduras hiper-microlíticas de segmentos y triángulos ; los prototra-pecios y trapecios, que no existen en l’Espluga (Escalón, 1.976). En cuanto al otro término de la disyuntiva, el Neolítico precerámico, no creemos que la presencia de señales de uso y pulimento en piedra sea un argumento en modo alguno suficiente ; al menos si consideramos lo que significa el término allí donde se acuñó. Por otra parte, las especiales características del yacimiento y su depósito dejan un tanto en el aire la concreta situación cronológica de sus niveles sin cerámica o con ella, y lo que es más importante, su urdimbre frente al inicio del Neolítico antiguo. En cualquier caso no está de más recordar que también en el nivel 2 de Filador existen esas señales de uso y pulimento en piedra, continuando una tradición iniciada en niveles precedentes.
43En resumen, nos encontramos ante unas industrias no suficientemente definidas, empobrecidas porque los grupos tipológicos de las muescas y denticulaciones, raspadores, buriles simples y piezas con retoque dominan su composición tipológica, y con enorme desproporción entre troceado y piezas retocadas. Parecen situarse por encima del Epipaleolitico geométrico, al menos triangular, y tienen una situación poco clara frente al Neolítico.
44Es necesario esperar a que las actuales excavaciones en Filador precisen las relaciones tipológicas y cronológicas entre su nivel 3, final del mundo sauveterroide, y su tramo superior (ya sabemos que la génesis sedimentaria de ambos es muy diferente). Habrá también que esperar a la precisa caracterización tipológica de su tramo superior y de los correspondientes niveles de l’Espluga y Fosca y a la restante información del protocolo de una excavación. Entonces podrán realizarse comparaciones sobre otra base y podrán abandonarse los términos demasiado genéricos con que el problema se plantea hoy.
2.3. Sustrato geométrico trapezoidal
45La Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia) fue durante años el marco de referencia para articular el último momento del Epipaleolítico geométrico (Pericot, 1.945 ; Fortea, 1.973). Actualmente, la información se complementa con la suministrada por yacimientos de la importancia del Abrigo de Botiquería dels Moros (Mazaleón, Teruel) (Barandiarán, 1.978), Abrigo de Cos-talena (Maella, Zaragoza) (Barandiarán y Cava, 1.981) ; para otros aspectos con la Cueva del Nacimiento (Pontones, Jaén) (Asquerino y López, 1.981), el yacimiento de Valdecuevas (Cazorla, Jaén) (Sarrión, 1.980), etc., y el resultado de nuestras excavaciones en Cocina de 1.974 a 1.981, en estudio.
46El estado de la cuestión podría ser el siguiente :
Los datos casi coincidentes de Costalena, niveles d y c3, Botiquería dels Moros 2 y Cocina I, los yacimientos más representativos por el momento, permiten fijar una primera fase para el complejo geométrico tarde-noide desde la transición Boreal/Atlántico y los últimos momentos del Boreal. La primera datación absoluta la ha proporcionado Botiquería con 5,600 B.C. (Barandiarán, 1.976), fecha coherente con la cronología relativa aportada en éste y los otros dos yacimientos, y empa-rentable con los 5.400 B.C. del análogo horizonte industrial de Moita do Sebastiao.
47Tipológicamente se caracteriza por el dominio de trapecios de lados cóncavos y un débil componente triangular con escalenos alargados o con el lado pequeño cóncavo. Microburiles. Notable proporción de lascas y láminas con muesca o denticulación. Los raspadores carenados y las piezas abultadas, macrolíticas, ocupan una posición inicial en la fase. Los elementos de tradición paleolítica : raspadores sobre lasca o lámina, perforadores, buriles y truncadoras aparecen siempre en mínima cantidad no sólo en ésta sino también en las restantes fases del complejo indutrial. Práctica carencia de industria ósea ahora y después.
La cronología relativa sitúa a esta fase entre la anterior y lo que tardara en penetrar la cerámica car-dial en los ambientes de tradición cultural epipaleolí-tica. No hay dataciones absolutas.
48Aunque los trapecios siguen notablemente presentes, Costalena c3 superior, Botiquería 4 y Cocina II indican que ahora es el momento de un variado componente triangular que no se perderá en la fase siguiente. La comparación entre los yacimientos principales quizá indique une cierta variabilidad o evolución local. Así, el triángulo tipo Cocina que caracteriza mayoritariamente a Cocina II, no aparece tan sensiblemente en los yacimientos del Bajo Aragón. Aunque en Botiquería lo encontramos de modo muy exiguo muy pronto, tanto en este yacimiento como en Costalena ocupa una posición intermedia entre el apogeo de los trapecios y la recepción de cerámicas cardiales, posición que, salvando los porcentajes, es la misma que en Cocina. Un correlato relativamente análogo a lo ocurrido en Cocina podría verse en la tipología de Cabeço d’Amoreira, con cronología absoluta desde el 5.080 B.C.
49Los microburiles siguen presentes como técnica de fabricación de geométricos. Su mayor o menor porcentaje dependerá de que éstos se fabriquen o no en el yacimiento o en el área excavada.
50En un momento inmediatamente antecardial Cocina experimentó un importante episodio artístico con plaquetas grabadas lineal-geométricas. Esta cronología relativa ha sido confirmada en las recientes excavaciones.
Son varios los yacimientos que asocian un geome-trismo epipaleolitico a la cerámica cardial. Pero cobra especial significación que las estratigrafías recientemente excavadas de Costalena, Botiquería y Cocina indiquen que sobre el anterior momento evolutivo del Epipaleolítico geométrico se sitúan cerámicas impresas técnicamente cardiales, inaugurándose el lento proceso de neolitización de la base epipaleolítica (Martí, 1.983). Esta superposición o, al menos, aquella asociación también se atestigua en los yacimientos de Can Ballester (Valí d’Uxó, Castellón) (Gusi y Olaria, 1.979).
51Los segmentos y medias lunas, aunque aparecen muy raramente en el momento anterior, son ahora la novedad, ampliamente atestiguada en Cocina III y en menor grado en los restantes yacimientos. En el yacimiento epónimo aparecen las laminitas apuntadas tipo Cocina y, curiosamente, diversos yacimientos indican ahora un aumento de las laminitas con borde abatido. A todo ello se suman los diversos tipos de trapecios y triángulos con desigual repartición. La comparación de yacimientos indica variabilidad en la composición interna del instrumental lítico, como sería de esperar en razón de la posición cronológica y contactos culturales de esta fase.
52En cuanto al retoque, las estratigrafías indican que antes de la recepción de la cerámica el retoque mayo-ritario o incluso exclusivo es el abrupto ; con la cerámica va paulatinamente generalizándose el retoque en doble bisel, cuyo inicio es lejano. Particularmente elocuente a este respecto es Botiquería con un 19 % de doble bisel antes de recibir especímenes cardiales, que se convierte en un 62 % en el primer nivel con este tipo de cerámica.
53La composición cerámica de esta fase ofrece una mayor proporción de cerámicas lisas frente a las decoradas. Las decoraciones impresas cardiales totalizan siempre pocos ejemplares ; lo corriente es que la decoración sea impresa de otro tipo y sobre todo incisa, con apliques plásticos incisos o digitados. Así globalmente considerado, el componente cerámico no parece indicar una muy rigurosa sincronía con los inicios del mundo cardial. Aún más, ambientes tan concretamente paralelizables como los de Valdecuevas y Nacimiento (cuya nueva excavación y cronología aclaran las singularidades de la anterior : Rodríguez 1.979) indican una tradición epipaleolítica en un momento Neolítico pleno. Extremadamente importante será conocer mejor las imbrincaciones cronológicas entre los grupos epipaleo-líticos y los que iniciaron el Neolítico ; todo parece indicar que hay un desfase. Y ello tendrá su importancia a la hora de abordar los problemas de domesticación, que sólo podrán considerarse desde una óptica evolucionista si ofrecen testimonios en capas no inmediatamente antecerámicas, sino con profundidad estratigráfica y cronológica.
54Aquellas ceràmicas son las de las gentes que asisten al fenómeno de la neolitización desde la periferia, son sus hogares marginales, que viven en un estadio económico poco neolítico, pues práctivamente no aportan evidencias de cultivo y sólo poseen algunas cabras, ovejas y cerdos frente a un ambiente faunístico procedente de la caza, como luego veremos.
55Aunque existen yacimientos de esta fase en llanura o llanura litoral (Fortea, 1.975), la inmensa mayoría tiene una situación interior y un paisaje de sierra. Situación y paisaje que coinciden con la del Arte Levantino, ante el que podemos tener problemas de lectura y, frente a los « toricos » de Albarracín, por ejemplo, debamos ver rebaños (Jordá, 1.976). Pero una mera descripción de la inconografía y una primera interpretación, muy posiblemente externa, indicaría un ambiente en el que no abundan las escenas sin duda relaciona-bles con una economía de prpducción. La interpretación del registro arqueológico de los yacimientos de esta tercera fase, muchos de ellos próximos o debajo de los paneles pintados, no ofrece un cuadro muy diferente. No insistiríamos en que el lineal-geometrismo de las plaquetas del final de Cocina III podriía señalar un término post quem para las figuras más naturalistas del Arte Levantino (Fortea, 1.974).
Las estratigrafías muestran que yacimientos epi-paleolíticos muy representativos continuaban siendo ocupados durante el Neolítico final-Eneolítico : bien elocuente es a este respecto el hallazgo en Cocina IV, recientes excavaciones, de un punzón de cobre sobre un encostramiento calcáreo que en la zona separa a Cocina III de IV. Las cerámicas esgrafiadas y peinadas, los apliques plásticos y cuencos lisos son las producciones más características. La tradición cultural epipaleolítica ya queda muy enmascarada, en la industria lítica se ha generalizado el doble bisel sobre la misma tipología geométrica y aparecen retoques planos cubrientes, piezas foliáceas y largas láminas con retoques marginales. La variabilidad es grande.
3. La explotacion de los recursos (M.P.)
56El avanzado estatuto doméstico de la fauna de los yacimientos del Neolítico antiguo cardial (Pérez, 1.980) incide en el problema de la aloctoía o autoctonía del proceso de domesticación de ovicápridos, buey y cerdo. En esta disyuntiva cobra particular importancia la valoración faunística de los yacimientos epipaleolíti-cos, que frecuentemente entraron en contacto con el mundo cardial en un momento avanzado de su evolución cultural : Cocina, Botiquería, Costalena, etc. Expondremos aquí un avance de nuestro estudio de la fauna de Cocina, cuya problemática se relacionará con la de otros yacimientos epipaleolíticos y neolíticos.
57Las especies y el número de restos de Cocina son las siguientes :
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58Estos resultados explican el tipo de explotación económica del yacimiento. Es evidente que Cocina fue un centro de caza, especializado en la cabra montés. La morfología del paraje confirma plenamente esta espe-cialización, ya que el yacimiento está situado en una zona montañosa, con pocos valles que ofrezcan condiciones para practicar la agricultura, por lo que se puede fácilmente explicar la escasez de animales domésticos en los niveles neolítico y eneolítico, y la continuidad de la práctica de la caza.
59Vamos a plantearnos la posibilidad de la domesticación de la cabra a partir del Epipaleolitico final. Para ello compararemos la edad de muerte de la Capra pyre-naica de Cocina con la de los ovicaprinos de la Cova de l’Or (Pérez, 1.980) :
60Edad de muerte calculada por el desgaste de los dientes1
![Image 2.jpg](/editionscnrs/file/1148/tei/img-2.jpg/download)
61Estos porcentajes separan claramente el proceso selectivo de la Capra pyrenaica de Cocina con respecto al de los ovicaprinos de l’Or, y demuestran la distancia existente entre una comunidad cazadora y otra ganadera en cuanto a la selección de los animales.
62Si comparamos las edades de la cabra montés del nivel neolítico con las del epipaleolitico de Cocina podemos observar que no se produce ningún cambio en el proceso selectivo, lo que nos indica que no ha tenido lugar la domesticación de la cabra ; la comunidad neolítica sigue practicando la caza predominantemente.
63Si tomamos en cuenta el tamaño de los huesos, sus valores medios son inferiores a los de la Cova del Par-palló (Gandía, Valencia) (Davidson, inédito), pero su variación entra dentro de la de este yacimiento. Los valores mínimos entran en la variacíon máxima de la cabra doméstica, pero no pertenecen a esta especie, porque si así fuese, en la dispersión de los valores agrupados en torno a los machos y las hembras faltaría el grupo de las hembras. Por lo que estos valores mínimos corresponden a hembras de Capra pyrenaica.
64Los animales domésticos en el nivel neolítico tienen unos porcentajes muy bajos y, además, corresponden a las capas superiores de este nivel.
65En cuanto a los restos de Sus es muy difícil determinar si pertenecen al cerdo o al jabalí. Si utilizamos como elemento de clasificación el tamaño, a excepción de una falange II del nivel neolítico, no hay restos enteros para el epipaleolítico ni el neolítico. La mayoría de los restos son dientes, que para el nivel epipaleolitico son de leche excepto uno ; los otros restos de este nivel son dos fragmentos de radio y uno de ulna, todos ellos jóvenes. Por el tamaño de estos restos igual podrían clasificarse como cerdo o como jabali. Si empleamos la edad, podríamos pensar que se trataría de restos de cerdo por el elevado número de jóvenes.
66Sin embargo, pensamos que en el nivel epipaleolitico son restos de jabalí y en el neolítico algunos pueden pertenecer al cerdo, si tomamos en cuenta el carácter global de la explotación económica. Hemos visto que se trata de un yacimiento de caza, incluso durante el Neolítico, y es, por consiguiente, difícil la aparición de la domesticación del cerdo en un contexto meramente cazador ; incluso si así lo fuera, el porcentaje de cerdos debería de ascender del nivel epipaleolitico al neolítico y, sin embargo, no sucede así, ya que de un 1’5 % sobre el N.R. en el Neolítico pasamos a un 2’1 % en el Epipaleolitico. El problema se hace aún más complejo si pensamos, por los datos de que disponemos, que el jabalí de ambientes mediterráneos es más pequeño que el de ambientes oceánicos.
67Vamos ahora a resumir los datos que nos ofrecen otros yacimientos. Cocina demuestra que la oveja no fue domesticada en este yacimiento, sino que fue introducida, y además muy tardíamente ; respecto a la Capra hircus no hay ningún indicio, como ya hemos visto, de que pudiera haber sido domesticada a partir de la Capra pyrenaica ; los restos de buey son pocos y corresponden al Neolítico ; del cerdo ya hemos expuesto nuestra opinión. Este mismo panorama lo presentan varios yacimientos con niveles epipaleolíticos. En Botiquería (Altuna, 1.981), Mallaetes y Volcán del Faro (Cul-lera, Valencia) (Davidson, inédito), nivel 4 del Abrigo de Verdelpino (Cuenca) (Morales, 1.977), Cueva de Are-naza (San Pedro de Galdamés, Vizcaya) y Cueva de Marizulo (Urnieta, Guipúzcoa) (Altuna, 1.980), no se encuentran restos domésticos, tanto de la cabra, oveja y buey, como del cerdo. El yacimiento más polémico podría ser el de la Cueva de Nerja (Málaga) (Bcessneck y Driesch, 1.980) por la aparición de ovicaprinos y cerdo en un nivel del Epipaleolitico final ; el contraste estra-tigráfico y faunístico de las excavaciones que actualmente se realizan en Nerja, ayudarán a esclarecer el problema.
68Respecto al perro, es interesante señalar que Altuna ( 1.980) ha determinado restos de perro en un nivel anterior a la cerámica, fechado en el VI milenio B.C. y en un contexto plenamente cazador, en los yacimientos de Marizulo y Arenaza.
69En resumen, la domesticación existente en Cocina fue tardía e introducida desde un foco neolitizador independiente de la evolución económica del yacimiento. Este proceso no sólo lo hemos constatado a través de los restos de la fauna, sino también por los datos obtenidos por la ausencia de semillas. Todas las tierras fueron cribadas con agua para recogerlas ; ahora bien, la ausencia total de éstas en el nivel epipaleolitico y neolítico indica la inexistencia de agricultura, lo que coincide con la escasez de restos domesticados y confirma la especialización del yacimiento en la caza.
4. El proceso de neolitizacion (J.F. y B.M.)
70Del estado de la cuestión que acabamos de exponer se deduce que el único proceso de neolitización del que cabe hablar, según lo mostrado por los diferentes tipos de yacimientos que concurren en los momentos iniciales del Neolítico en la zona oriental de la península Ibérica, es el que protagonizan los yacimientos del sustrato geométrico, como ejemplifican Cocina, Botiquería y Costalena.
71A diferencia de estos, en aquellos otros casos atribuidos al Neolítico antiguo, representados por l’Or y por la Cova de la Sarsa (Bocairente, Valencia), no es posible hablar de un proceso de neolitización o, al menos, éste no aparece reflejado en el registro arqueológico.
72Los conjuntos del Neolítico antiguo no admiten comparaciones con las industrias epipaleolíticas en lo que se refiere a la composición y tipología de su utillaje de sílex. Diferencias que se agrandan al considerar la proliferación de los útiles de hueso y adornos de concha, el pulimento de la piedra y su actividad económica plenamente agrícola y ganadera. Sólo en la medida en que aparecen en los yacimientos epipaleolíticos geométricos algunos elementos propios del Neolítico antiguo, como la cerámica, es posible relacionar estos dos grupos de yacimientos y postular su sincronismo.
73Se deduce de todo ello que la compleja cultura material y economía productora de los grupos neolíticos, unido a su carencia de antecedentes en nuestras tierras y a un claro contexto peninsular y extrapeninsu-lar, es un indicador de influencias externas y de cambios profundos, siendo en estos yacimientos del Neolítico antiguo donde hemos de buscar los estímulos que expliquen la paulatina neolitización del Epipaleolítico geométrico.
74Ciertamente pueden encontrarse en la bibliografía opiniones distintas, tendentes a mostrar que este paradigma, ampliamente compartido en el momento presente, oculta datos de gran importancia aunque poco perceptibles en la actualidad. Tales datos abogarían en pro de la hipótesis de un proceso de neolitización autónomo para el sustrato epipaleolitico, con independencia del Neolítico antiguo de las cerámicas impresas car-diales. Sus principales puntos de apoyo se encuentran en algunas muy elevadas dataciones absolutas, que rebasan los horizontes cronológicos deducidos del Mediterráneo oriental, en la posibilidad de que exista un horizonte cerámico anterior al de las cerámicas impresas, y en la existencia de una incipiente domesticación ya en contextos epipaleolíticos datados igualmente por el 14C como más antiguos que el Neolítico de las cerámicas impresas.
75De aceptarse esta hipótesis nos encontraríamos aquí con una repetición del preceso seguido por las comunidades epipaleolíticas del Próximo Oriente y, en consecuencia, resultaría apropiada la sucesión de un Protoneolítico, Neolítico precerámico, Neolítico de cerámicas lisas, etc., según las características de las fases evolutivas que pudieran definirse.
76Pero este esquema no es ciertamente el que ahora puede aplicarse, como acabamos de ver en las páginas precedentes, y, además de los problemas derivados de la cultura material, no conviene olvidar que para todo ello es necesario solucionar satisfactoriamente la cuestión del origen de nuestros primeros cultivos y animales domésticos, verdaderos sujetos pacientes del proceso neolitizador.
77Volveremos sobre estas cuestiones al ocuparnos del Neolítico antiguo, pero senalaremos finalmente que desde el punto de vista teórico nada permite proyectar sobre nuestras comunidades epipaleolíticas una permanente tensión hacia el modo de vida neolítico. En otras palabras, que no es en la teoría donde hemos de buscar la justificación última de estas posiciones, porque no es este el sentido de la misma, sino en una adecuada publicación de yacimientos y materiales, y en un detenido estudio de estratigrafía comparada.
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Notes de bas de page
1 La metodología para este cálculo ha sido la misma en ambos yacimientos. La separación del grupo de los semiadultos la hemos realizado a partir de la erupción del molar tercero. La explicación detallada de la metodología se ofrecerá en el trabajo que preparamos.
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Les chemins de la décolonisation de l’empire colonial français, 1936-1956
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Actes du Colloque International du CNRS (Montpellier, 26-29 avril 1983)
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La formation de l’Irak contemporain
Le rôle politique des ulémas chiites à la fin de la domination ottomane et au moment de la création de l’état irakien
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La télévision des Trente Glorieuses
Culture et politique
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Perspectives en enjeux de l’anthropologie biologique
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