Investigación arqueológica y patrimonialización
¿Qué hacer con las huellas de la Guerra Civil en Madrid?
p. 205-228
Texte intégral
1En el marco del coloquio internacional Los paisajes de guerra. Huellas, reconstrucción, patrimonio (1939-años 2000), y como complemento al programa científico del encuentro, se celebró en la biblioteca del Institut Français de Madrid en la tarde del jueves 7 de mayo de 2015 una mesa redonda en torno al tema ¿Qué hacer con las huellas de la Guerra Civil en Madrid?
2Integraban aquella mesa, que tuve el privilegio de moderar, Annette Becker (catedrática de la Universidad Paris-Ouest Nanterre La Défense), Richard Jezierski (director del Centre de la Mémoire en Oradour-sur-Glane), José Francisco García (director general del Patrimonio Cultural y Calidad del Paisaje Urbano del Ayuntamiento de Madrid) y Luis Lafuente Batanero (subdirector general de Protección y Conservación de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid).
3Este encuentro, que despertó un gran interés y se desarrolló con una afluencia de público verdaderamente notable, puso de manifiesto la complejidad de un debate en el que confluyen aspectos de naturaleza normativa, jurídica e historiográfica, pero también ideológica. Un debate en el que los testimonios materiales que se han conservado de la Guerra Civil —y quizá, de modo más señalado, los de la posguerra— juegan un papel de extraordinaria relevancia en tanto que constituyen, por su fuerte simbolismo, los elementos rememorativos que le sirven de soporte. Muchos de estos testimonios materiales despiertan, aún en el momento actual, desafecciones extremas o adhesiones incondicionales, lo que dificulta el desarrollo de un análisis desapasionado y, en cierto modo, estrictamente patrimonial de la cuestión.
4Las fuertes polémicas que se han venido produciendo de forma más o menos reiterada con relación al destino que debería de tener, por ejemplo, el Valle de los Caídos, o las recientes consideraciones acerca del uso y la denominación que puede darse al llamado Arco de la Victoria, que preside el acceso a Madrid por la carretera de La Coruña, podrían servirnos de ejemplos extraordinariamente significativos del alcance de un debate en el que no resulta difícil identificar las diferentes tomas de posición ideológica, muchas de ellas absolutamente irreconciliables.
5Bien podría decirse, tomando prestados para nuestro análisis los términos que, hace más de un siglo, propusiera Alöis Riegl en su obra El culto moderno a los monumentos, que los dos casos mencionados nos servirían para explicar a la perfección la naturaleza de los llamados valores rememorativos intencionados, aquellos que impregnan los monumentos «que aspiran a la inmortalidad, al eterno presente, al permanente estado de génesis1». Porque en estos dos casos, como en otros que veremos más adelante, estamos hablando, naturalmente, de los memoriales de los vencedores, no de los vencidos.
6La fortísima dimensión ideológica del conjunto del Valle de los Caídos, construido en Cuelgamuros (San Lorenzo de El Escorial) bajo proyecto del que fuera director general de Arquitectura en la posguerra, el guipuzcoano Pedro Muguruza Otaño (1893-1952), y concluido por Diego Méndez (1906-1987) en el año 1958, ha terminado por adquirir tintes rigurosamente legales con la promulgación de la denominada Ley de la Memoria Histórica2. En los dos escuetos puntos de su artículo 16, la ley establece que «El Valle de los Caídos se regirá estrictamente por las normas aplicables con carácter general a los lugares de culto y a los cementerios públicos», añadiendo además que «En ningún lugar del recinto podrán llevarse a cabo actos de naturaleza política ni exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas, o del franquismo». La enorme carga simbólica de este inmenso panteón del régimen emanado de la Guerra Civil lo ha convertido en una referencia a la hora de abordar la problemática gestión política y, por supuesto, la tutela patrimonial de esta clase de memoriales. De poco serviría la apelación a los posibles valores artísticos del conjunto —que incluye esculturas de autores de la importancia de Juan de Ávalos (1911-2006) o Julio Beobide (1891-1969)— para atemperar la acritud de un debate al que se añade, como último eslabón, la reciente proposición no de ley presentada por el Partido Socialista Obrero Español en el registro del Congreso de los Diputados para la aplicación y desarrollo de la Ley de Memoria Histórica, en la que se plantea que el cadáver del general Franco sea exhumado de su tumba del Valle de los Caídos y por la que se solicita la creación de una «Comisión de la Verdad» sobre la dictadura3.
7Pero no solo el Valle de los Caídos nos posibilita el acercamiento a tales cuestiones. Tanto, o más clara incluso, fue la voluntad de vindicación del franquismo en la propia reconstrucción de la ciudad de Madrid tras la contienda, en la que se manifestaría una marcada actitud memorialista fuertemente señalada por la épica de los vencedores. El gran conjunto monumental levantado en el entorno de la plaza de la Moncloa durante la posguerra (formado por el Ministerio del Aire, el monumento a los Caídos de Madrid y el Arco de la Victoria) nos sirve a la perfección para comprender la mentalidad de aquellos que tutelaron la política urbanística madrileña en esta etapa y del alcance simbólico de la misma.
8El Arco de la Victoria (fig. 1), que se encuentra en la entrada a la Ciudad Universitaria de Madrid, ha cobrado cierta actualidad con motivo de la muy reciente petición al Gobierno de su demolición4 por parte de la coalición política con representación parlamentaria Compromís (integrada por el Bloc Nacionalista Valencià, Iniciativa del Poble Valencià y Els Verds). Esta construcción, que ya en el año 2004 se planteó renombrar como «Arco de la Concordia» y para la que el Ayuntamiento de Madrid acaba de proponer la denominación de «Arco de la Memoria»5, tiene 49 metros de altura y fue diseñada, a instancias del ministro de Educación Nacional José Ibáñez Martín (1896-1969), a partir de unos bocetos del arquitecto responsable de la reconstrucción de la Ciudad Universitaria, el vallisoletano Modesto López-Otero (1885-1962). Se terminó en el año 1956 bajo la dirección del propio López-Otero y de Pascual Bravo Sanfeliú (1893-1984), incluye frisos y esculturas de Moisés de Huerta (1881-1962), Ramón Arregui y José Ortells (1887-1961) y constituye uno de los hitos más señalados del proyecto monumentalista de reconstrucción de la Ciudad Universitaria6. Su situación, junto a la plaza de la Moncloa, singulariza un nuevo espacio urbano que se configura, precisamente, a partir de las referencias a la contienda. La plaza, que pasaría a denominarse «Plaza de los Mártires de Madrid», será totalmente reordenada a partir de la construcción del nuevo edificio del Ministerio del Aire, levantado por el arquitecto Luis Gutiérrez Soto (1900-1977) sobre el solar de la que fuera la vieja Cárcel Modelo, asaltada en los primeros días de la guerra, en agosto de 1936, y de la que partieron muchas de las «sacas» de presos políticos asesinados en Paracuellos de Jarama en noviembre y diciembre del mismo año. El proyecto no deja lugar a dudas sobre las preferencias arquitectónicas del nuevo régimen. El propio Pedro Bidagor (1906-1996), responsable de Oficina Técnica de la Junta de Reconstrucción de Madrid, señalaba en 1943 cómo,
entre las obras de arquitectura iniciadas después de la Liberación, no cabe duda que la más importante es la del nuevo Ministerio del Aire, que se ha levantado en el solar que fue de la Cárcel Modelo. Por esta razón la orientación arquitectónica que marque ha de tener una valoración muy especial como manifestación en piedra de la voluntad política y estética del Movimiento Nacional7.
9El nuevo diseño urbano integraría el edificio principal del ministerio (terminado en 1958) con los sobrios bloques de viviendas para militares que, conformando una gran lonja abierta, sirven de remate a la calle de la Princesa en su encuentro con la plaza de la Moncloa. Aquí se ubica, justamente en el eje de la fachada del ministerio, el monumento a los Heroicos Aviadores del Plus Ultra, una obra del propio Gutiérrez Soto y del escultor Rafael Sanz Rodríguez construida entre 1951 y 1956 para conmemorar el primer vuelo trasatlántico entre Palos de la Frontera y Buenos Aires en el año 1926. Y rematando el mismo frente, en su extremo septentrional y en el mismo eje que el Arco de la Victoria, se proyecta el monumento a los Caídos de Madrid (fig. 2) [nótese el acabado del muro de ladrillo, con las cruces en relieve], para el que el ayuntamiento de la capital convocó un concurso especial en junio de 1949. Concurrieron al mismo diferentes arquitectos, resultando premiadas y seleccionadas para una segunda fase de anteproyecto las cinco propuestas presentadas por Rafael Aburto, Víctor D’Ors y Javier Oyarzábal, Manuel Herrero Palacios, José Antonio Corrales y Julio Cano Lasso. En la segunda fase del concurso resultó ganador el anteproyecto de Manuel Herrero Palacios, aunque el jurado recomendó que «si el Ayuntamiento lo considera oportuno, sea aprovechado el motivo central de la Cruz del anteproyecto del señor Aburto […] para ser encajado por el señor Herrero Palacios en su proyecto definitivo8». Las obras, que dieron comienzo en el año 1954, se interrumpieron en 1957, quedando la construcción inacabada durante varias décadas, hasta su rehabilitación para albergar la sede de la Junta Municipal del distrito de Moncloa durante la alcaldía del socialista Juan Barranco (1986-1989).
10Aunque se trata del más conocido, este gran conjunto monumental de la Moncloa no constituye, sin embargo, el único memorial relacionado con la Guerra Civil en la ciudad de Madrid. Tendríamos que referirnos, además, al monumento a los Caídos en el Cuartel de la Montaña (fig. 3), situado en el borde oriental del parque del mismo nombre, frente a la calle de Ferraz. Este conmemora el asalto del día 20 de julio de 1936 al viejo cuartel del siglo xix en el que se había refugiado el general Joaquín Fanjul, responsable de la sublevación de Madrid, con cerca de 1 500 efectivos. El monumento, inaugurado el 20 de julio de 1972, es obra del arquitecto, pintor y escultor Joaquín Vaquero Turcios (1933-2010) y representa un cuerpo mutilado que se recorta sobre un muro de sacos terreros. Su situación en la entrada al viejo emplazamiento del Cuartel de la Montaña —elegido en su día para la ubicación del templo de Debod, un imponente conjunto egipcio del siglo ii a. C. rescatado por la UNESCO con motivo de la construcción de la nueva presa de Asuán y trasladado piedra a piedra a Madrid en 1970— hace probablemente de este monumento uno de los memoriales de la Guerra Civil circunstancialmente más visitados, en las antípodas del monumento a los Caídos de la Legión Cóndor, construido en 1942 en el cementerio de La Almudena, que es muy poco conocido, y del que, por cierto, ha sido retirada la inscripción original (con la leyenda: «Aviadores alemanes muertos por Dios y por España ¡¡¡Presentes!!!») a instancias de la propia Embajada alemana en Madrid en el año 20129. Algunos memoriales pasan prácticamente inadvertidos, como el pequeño templete de la Virgen Blanca, o del Asedio (fig. 4), que alberga la imagen de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción rescatada de las ruinas del antiguo asilo de Santa Cristina desde que fue recolocada en diciembre de 1954 en la ladera meridional del Hospital Clínico10, detrás del Museo de América, para conmemorar la ocupación y la resistencia de las tropas nacionales en este lugar durante la batalla de la Ciudad Universitaria.
11Vemos, en cualquier caso, cómo las inagotables polémicas que se han producido en torno a algunas de estas construcciones nos permitirían explicar sin ambages el alcance ideológico del debate al que nos estamos refiriendo, pero lo cierto es que se sitúan, sin embargo, en un ámbito relativamente marginal del que constituye nuestro principal foco de atención, que no es sino el de los testimonios materiales de la propia Guerra Civil en la ciudad de Madrid y en sus alrededores.
12Y es por ello —al objeto de llevar a cabo una aproximación estrictamente patrimonialista a esta espinosa cuestión, pues es este nuestro verdadero propósito— que deberíamos, en primer lugar, establecer de forma inequívoca cuáles son las huellas a las que nos estamos refiriendo. ¿Dónde se encuentran los testimonios materiales de la Guerra Civil en la Comunidad de Madrid? ¿Qué clase de información nos proporcionan? ¿En qué estado de conservación se encuentran? ¿Qué alcance y con qué medios han contado las políticas encaminadas a su mejor conocimiento? ¿De qué manera ha participado la sociedad en esta labor de difusión a través de asociaciones y otros colectivos? ¿Con qué criterios se ha trabajado para su protección y para su difusión entre la ciudadanía?
13En las páginas que siguen vamos a procurar dar algunas respuestas, bien es cierto que, de un modo necesariamente sintético, a varias de estas cuestiones. Las primeras preguntas nos conducen, de manera ineludible, al terreno de la investigación arqueológica.
La arqueología de la Guerra Civil española
14Es bien sabido que la Guerra Civil española constituye un ámbito de interés para la historiografía prácticamente inabarcable. Como muy bien ha señalado el historiador Juan Blanco Rodríguez, se trata del
asunto de la historia de España sobre el que más se ha investigado, escrito y discutido. La amplia y en extremo variada historiografía, producida desde el mismo momento de la contienda, presenta una serie de rasgos que la caracterizan globalmente. Rasgos que van cambiando, en un sentido positivo, desde las limitaciones historiográficas de la producida durante la propia guerra, hasta las aportaciones del último cuarto de siglo, en especial desde el establecimiento del sistema democrático en España11.
15Y lo cierto es que se han estudiado a fondo, es verdad que no siempre con iguales resultados, sus causas y antecedentes, su desarrollo y, naturalmente, sus numerosas consecuencias. Se han abordado los aspectos políticos que la generaron, los grandes episodios militares, los factores económicos, la internacionalización del conflicto y también su dimensión diplomática. Sin embargo, en los últimos años se han producido avances muy señalados en lo relativo a la dimensión social de la guerra y de la posguerra, avanzándose en aspectos cruciales como el de la represión, que se practicó cruelmente en ambos bandos, o el del exilio. Precisamente en este contexto, nadie puede dudar de la importancia que han cobrado los numerosos trabajos de exhumación de fosas comunes de tiempos de la guerra en distintas zonas de nuestro país12.
16En primer lugar, habríamos de señalar, por supuesto, cómo en la última década ha venido aumentando de forma muy significativa el interés de nuestros investigadores hacia la arqueología de la Guerra Civil. Pero lo más destacable en este periodo ha sido, sin embargo, el crecimiento verdaderamente exponencial de la atención institucional que ha recibido, sobre todo desde el año 2000, cuando se excavó con métodos científicos la primera fosa común en Priaranza del Bierzo (León), en una primera campaña que vino a constituir el germen de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). A partir de esta fecha, tanto el número de actuaciones como la dispersión geográfica de las mismas no han dejado de aumentar. Naturalmente, el enorme eco que han producido algunas de estas intervenciones entre la opinión pública como consecuencia de la importante difusión que le han otorgado los grandes medios de comunicación españoles (prensa, radio y televisión) en los últimos años también ha contribuido, desde luego, a despertar el interés de la propia comunidad científica y profesional. Basta una somera aproximación a la producción historiográfica de las publicaciones especializadas para darse cuenta de cómo se han incardinado las cosas. Por ejemplo, la revista Ebre 38. Revista Internacional de la Guerra Civil (ISSNe 1696-2672), que edita desde 2003 la Universidad de Barcelona, ha incluido una sección sobre cultura, patrimonio y didáctica que se ha interesado por los problemas de alcance arqueológico en sus últimos números. También la prestigiosa revista Complutum (ISSN 1131-6993), que publica el Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, dedicó en el año 2008 un dossier completo (vol. 19, nº 2) a la arqueología de la Guerra Civil. En su presentación, el arqueólogo Alfredo González Ruibal señalaba la revisión de «tres temas que son cruciales para una aproximación arqueológica a los restos de la Guerra Civil y el régimen de Franco: el concepto de arqueología, patrimonio y políticas de memoria13». Solo dos años más tarde, durante la celebración en el Museo Arqueológico Regional de las Séptimas Jornadas de Patrimonio Arqueológico en la Comunidad de Madrid, que organizaba anualmente desde 2004 la entonces Dirección General de Patrimonio Histórico (hoy de Patrimonio Cultural), se incluía en el programa del encuentro una sesión completa sobre arqueología de este periodo en Madrid.
17Como ha señalado el propio González Ruibal en su reciente ensayo sobre la arqueología de la Guerra Civil española:
la arqueología nos permite acercarnos a la experiencia de todos: los restos materiales no discriminan entre generales y soldados rasos, hombres y mujeres, políticos y campesinas […] suelen revelarnos historias cotidianas que no siempre captan la atención de los historiadores, más preocupados por cuestiones de tipo político, social, económico o militar. A partir de los objetos la arqueología contribuye a construir una historia cultural de la guerra y la dictadura14.
La investigación arqueológica de la Guerra Civil en la Comunidad de Madrid
18Los proyectos de investigación arqueológica relativos a los testimonios materiales de la Guerra Civil española han experimentado un crecimiento muy importante en los últimos años. Aunque los primeros trabajos de estudio histórico sobre construcciones militares relacionadas con la batalla de Madrid son de mediados de los años ochenta15, ha sido durante las dos últimas décadas cuando se han empezado a abordar de forma verdaderamente sistemática los trabajos de excavación, estudio histórico-constructivo y patrimonialización de las fortificaciones y de otros elementos relacionados directamente con el más grave conflicto civil de nuestra historia.
19En el caso concreto de la Comunidad de Madrid, los progresos han sido en los últimos años muy destacables. El importante crecimiento urbano e industrial del área metropolitana y el desarrollo continuado de una política de fuertes inversiones para la construcción de las grandes infraestructuras de comunicación que lo han acompañado (ferrocarriles metropolitanos e interurbanos, líneas de alta velocidad, nuevas carreteras, autovías y autopistas, etc.), han llevado aparejados un elevado número de intervenciones para la investigación científica y para la recuperación de importantes materiales arqueológicos, así como para la adecuada protección y conservación de los yacimientos exhumados en el marco de la extensa cronología de ocupación y uso que nos ofrece el territorio madrileño, desde el Paleolítico inferior, en la prehistoria más antigua, hasta la Edad Contemporánea. En este sentido, la importancia de la capital en el teatro de operaciones de la Guerra Civil —sobre todo durante los años 1936 y 1937, cuando se desarrollaron en el entorno de la capital muchos combates de gran envergadura— ha hecho de la Comunidad de Madrid uno de los ámbitos de estudio más importantes para la investigación arqueológica de la contienda. Así, la fuerte actividad constructora de infraestructuras defensivas (trincheras, nidos de ametralladora, búnkeres, etc.) que acompañó o que siguió de manera inmediata al desarrollo de algunas de las grandes batallas por el control de Madrid nos ha legado testimonios materiales de enorme interés que solo en las últimas décadas han comenzado a ser estudiados, catalogados y protegidos de un modo sistemático y pormenorizado.
20Los primeros combates en la sierra madrileña, que se desarrollarían en los días siguientes al alzamiento militar —cuando el general Mola envía hacia la capital tres columnas motorizadas desde Pamplona, Burgos y Valladolid que serán detenidas con determinación por las fuerzas republicanas— van a conducir enseguida a una situación de «punto muerto» y estabilización en los llamados frentes de Somosierra y de Guadarrama, que serán rápidamente fortificados por ambos bandos. De la morfología y características de estos dos frentes, situados al norte de la capital, disponemos de abundante información. Contamos con restos muy numerosos en el área del Alto del León (puerto de Guadarrama) y en los municipios de las inmediaciones de Buitrago de Lozoya, en la falda meridional del puerto de Somosierra, aunque en muy diferentes grados de conservación.
21Con la posterior apertura del frente sur y la llegada a las puertas de Madrid del ejército sublevado procedente de Andalucía, se producirán combates decisivos en la periferia de la ciudad a partir del 6 de noviembre de 193616. El paso del río Manzanares por las tropas del II y III Tabor de Regulares, el día 15 del mismo mes, llevaría a la configuración de una importantísima cabeza de puente en la margen izquierda del río y a la definitiva estabilización del frente de la Ciudad Universitaria, muy activo durante buena parte de la guerra. El grado de destrucción al que fue sometido el recién concluido campus dejó fiel testimonio del alcance de los combates17, que llegaron a ser «cuerpo a cuerpo» en el Hospital Clínico.
22La periferia de la capital sería igualmente el escenario de combates encarnizados durante el segundo año de la guerra. Primero como consecuencia del desarrollo de la batalla del Jarama (entre el 6 y el 27 de febrero de 1937), resultado de la importante ofensiva del ejército sublevado para cortar las comunicaciones de la capital con las ciudades de Valencia y de Barcelona, que incluía la toma de Arganda del Rey y de Alcalá de Henares, que tendría como consecuencia inmediata la construcción de numerosos elementos de fortificación (bastiones, casamatas, trincheras, nidos de ametralladora, etc.) en el área sudeste de la capital. Y más tarde, en el verano de ese mismo año, con motivo de las operaciones de la batalla de Brunete (entre el 6 y el 25 de julio de 1937), una de las más importantes ofensivas republicanas de toda la guerra, que dejaría una huella indeleble en el paisaje del oeste madrileño.
23Este conjunto de operaciones militares, así como el posterior desarrollo del asedio y la defensa de la capital hasta su rendición incondicional el 28 de marzo de 1939, ha dejado un número destacable de construcciones militares y pequeñas fortificaciones que, a pesar de su modesta escala, constituyen un material de gran interés para la comprensión de la propia evolución del conflicto en las inmediaciones de Madrid. De las características de la mayor parte de estos elementos da cuenta el excelente trabajo de Severiano Montero Barrado quien, en una de las primeras publicaciones dedicadas a la arqueología de la Guerra Civil española18, ha establecido una primera clasificación que incluiría: 1. Obras de fortificación militar: trincheras, nidos de ametralladora o fortines, asentamientos artilleros, blocaos, búnkeres, refugios de campaña, depósitos de municiones, zanjas y otros obstáculos, etc. 2. Puestos de mando y observación. 3. Refugios civiles contra bombardeos. 4. Escenarios bélicos donde se hayan producido batallas importantes o acciones de algún significado especial. 5. Monumentos o lápidas conmemorativos de algún hecho de armas, homenaje a algún grupo o personaje o indicador del lugar donde reposan sus restos. 6. Restos de instrumental bélico y otros, incluyendo restos de armas y municiones, equipamiento personal (cascos, correajes, uniformes, palas…), equipos de transmisiones y de megafonía, octavillas volanderas (guerra de propaganda), etc.
24En los últimos años se han desarrollado en el ámbito madrileño un buen número de proyectos, muchos de ellos vinculados a grandes obras de ejecución de infraestructuras, que van permitiendo perfilar mejor el panorama de los testimonios materiales de la Guerra Civil. Este sería el caso de los yacimientos arqueológicos del Cerro de la Gavia y Casas de Murcia, excavados en el periodo 1999-2004 dada su afección en el proyecto de construcción del trazado ferroviario de la línea de alta velocidad (LAV) Madrid-Frontera Francesa. En La Gavia, uno de los ejemplos más representativos de la segunda Edad del Hierro en el territorio de Madrid, se estudiaron interesantes restos de trincheras y casamatas, mientras los trabajos desarrollados unos dos kilómetros más al sur, donde se excavó un fortín en Casas de Murcia, proporcionaron abundantes restos materiales (munición, pertrechos, cantimploras, numerosos envases de vidrio, tinteros, etc.) de su ocupación durante la guerra, integrado en el sector sur de la defensa de Madrid. Concluidos los trabajos de excavación, la importancia e interés de los hallazgos aconsejó la conservación in situ de una parte de los mismos, lo que obligó a la modificación del trazado de la LAV proyectada y al desarrollo de un proyecto de acondicionamiento19. Posteriormente, en el verano del año 2005, fruto de la colaboración entre el Museo Arqueológico Regional (Comunidad de Madrid) y el Museo de San Isidro (Ayuntamiento de Madrid), se culminó una exposición («El Cerro de la Gavia. El Madrid que encontraron los romanos») que, comisariada por los arqueólogos Jorge Morín de Pablos, Ernesto Agustí García, Marta Escolá Martínez, Amalia Pérez-Juez Gil y Dionisio Urbina Martínez, ofrecía un recorrido por este importantísimo yacimiento de la segunda Edad del Hierro e incluía igualmente valiosa información acerca de la defensa de este punto estratégico por las tropas del Ejército de la República, en la que constituyó una de las primeras experiencias de divulgación científica sobre arqueología de la Guerra Civil en Madrid.
25Pero estos trabajos en las inmediaciones del Cerro de la Gavia no han sido, desde luego, los únicos que han tenido lugar en Madrid. Precediendo a las comunicaciones de la segunda sesión de las actas de las arriba mencionadas Séptimas Jornadas de Patrimonio Arqueológico en la Comunidad de Madrid, Francisco Javier Pastor Muñoz ofrecía una síntesis muy completa sobre este patrimonio arqueológico acompañada de una buena bibliografía sobre aspectos históricos relativos a las fortificaciones y sobre las intervenciones arqueológicas que se han desarrollado sobre estos restos20, que han sido numerosas y se han incrementado en los últimos años. Se han producido diferentes intervenciones en yacimientos vinculados a la batalla del Jarama situados en municipios como Arganda del Rey, San Martín de la Vega, Valdemoro, Ciempozuelos o Aranjuez, localidades del sureste y sur de Madrid21, donde han podido ser estudiados fortines de hormigón, estructuras subterráneas y trincheras; y en Buzanca (Ciempozuelos) se excavó incluso la inhumación de un soldado muerto en los combates.
26Lo cierto es que en estas dos últimas décadas arqueólogos e historiadores han venido completando, mediante trabajos muy rigurosos desde el punto de vista descriptivo, el análisis tipológico de las construcciones de la Guerra Civil en Madrid. En el año 2008 se publicó una primera monografía sobre los fortines que se han conservado de la batalla de Madrid22, y también habría que destacar los trabajos de Ricardo Castellano y de Pablo Schnell dedicados a las fortificaciones del sector de la batalla de Brunete23, en el que se han conservado restos muy importantes, como luego veremos. Ricardo Castellano, que ya había publicado con anterioridad otros trabajos sobre fortificaciones en el frente de Madrid24, ha continuado con esta labor25, mientras que, por su parte, Schnell, vinculado a la Asociación Española de Amigos de los Castillos, también publicó en su día un trabajo sobre las fortificaciones de la Guerra Civil en la sierra de Madrid26, y ha firmado recientemente otro sobre el conjunto de nidos, casamatas y fortines de hormigón reforzado con raíles de ferrocarril construidos por el Ejército republicano en el área de Las Rozas y el Monte de El Pardo27.
27Por lo que respecta al desarrollo de estudios arqueológicos en la Ciudad Universitaria, uno de los escenarios más importantes de los combates durante el asedio de la capital28, hay que señalar que a finales del año 2008 un equipo de arqueólogos del Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense, con el apoyo de su Vicerrectorado de Investigación y la colaboración de otros agentes sociales y asociaciones, llevó a cabo la prospección superficial de una parte del campus de Moncloa, incluyendo el registro y estudio de algunos muros que conservaban impactos de proyectiles en la Facultad de Farmacia y la excavación arqueológica de una serie de sondeos en lugares seleccionados. El proyecto, que se integró en la propia actividad didáctica de un centenar de alumnos de la Facultad de Geografía e Historia, despertó enseguida el interés de los medios de comunicación y fue cubierto en televisión y radio (Telemadrid y la Cadena Ser) y en la prensa escrita (diarios Público y El País). La prospección intensiva permitió la localización de muchas estructuras (diecisiete tramos de trinchera, varios caminos cubiertos, doce abrigos, un nido de ametralladora, dos accesos a galerías subterráneas, algún testimonio de la situación de las alambradas de espino y un gran cráter de mina, más otros posibles cercanos) además de algunos objetos (material bélico y equipamiento militar principalmente). El estudio de paramentos de los zócalos de la Facultad de Farmacia reveló la presencia de fragmentos de metralla, balas incrustadas, marcas poco claras y reconstrucciones. Finalmente, la excavación arqueológica se centró en el sondeo de un tramo de trinchera localizado durante la prospección, situado en el extremo noroeste del campus universitario, entre la autovía A-6 y la carretera de la Dehesa de la Villa. La trinchera estudiada es de unos 100 metros de longitud y tiene, para los responsables de la excavación,
una magnífica situación estratégica: desde el yacimiento se cubre todo el sector del frente desde el Cerro de Garabitas a El Pardo. Esto tiene interés histórico, pero también didáctico y patrimonial, pues en caso de musealización permitiría explicar fácilmente a partir del sitio el desarrollo de las batallas de Madrid (noviembre de 1936) y de la Carretera de La Coruña (diciembre de 1936-enero de 1937)29.
28Para los autores de estos trabajos,
la arqueología puede colaborar activamente a reconstruir la microhistoria cotidiana del campo de batalla de larga duración que fue la Ciudad Universitaria de Madrid entre 1936 y 1939 […] podemos acercarnos a detalles de la lucha y la vida en las trincheras que suelen olvidarse en las narrativas convencionales.
La protección y la difusión del patrimonio de la Guerra Civil en la Comunidad de Madrid
29La normativa autonómica en materia de patrimonio cultural30 recoge en su artículo 3 (Los Bienes de Interés Cultural y sus categorías y los Bienes de Interés Patrimonial) que,
los bienes inmuebles declarados de Interés Cultural deberán ser integrados en alguna de las siguientes categorías: a) Monumento: la construcción u obra producto de la actividad humana de relevante interés histórico, arquitectónico, arqueológico o artístico. b) Conjunto Histórico: la agrupación de bienes inmuebles que configuran una unidad coherente con valor histórico y cultural, aunque individualmente no tengan una especial relevancia. c) Paisaje Cultural: los lugares que, como resultado de la acción del hombre sobre la naturaleza, ilustran la evolución histórica de los asentamientos humanos y de la ocupación y uso del territorio. d) Jardín Histórico: el espacio delimitado, producto de la ordenación humana de elementos naturales, estimado de interés histórico, estético o botánico. e) Sitio o Territorio Histórico: el lugar vinculado a acontecimientos del pasado que tengan una especial relevancia histórica. f) Bien de Interés Etnográfico o Industrial: construcciones o instalaciones representativas de actividades tradicionales o vinculadas a modos de extracción, producción, comercialización o transporte que merezcan ser preservados por su valor industrial, técnico o científico. g) Zona de interés Arqueológico y/o Paleontológico: el lugar o paraje en donde existan bienes o restos de la intervención humana o restos fosilizados, susceptibles de ser estudiados con metodología arqueológica y/o paleontológica, tanto si se encuentran en la superficie como si se encuentran en el subsuelo, bajo las aguas o en construcciones emergentes.
30Por otra parte, su Disposición Transitoria Primera (Catálogos de bienes y espacios protegidos) establece que
los Ayuntamientos deberán completar o formar sus catálogos de bienes y espacios protegidos en los términos establecidos en el artículo 16 en el plazo máximo de un año a contar desde la entrada en vigor de la presente ley. Hasta que se produzca la aprobación de dichos catálogos, quedarán sujetos al régimen de protección previsto para los Bienes de Interés Patrimonial los siguientes bienes inmuebles integrantes del patrimonio histórico radicados en su término municipal: a) Palacios, casas señoriales, torreones y jardines construidos antes de 1900. b) Inmuebles singulares construidos antes de 1936 que pertenezcan a alguna de las siguientes tipologías: iglesias, ermitas, cementerios, conventos, molinos, norias, silos, fraguas, lavaderos, bodegas, teatros, cinematógrafos, mercados, plazas de toros, fuentes, estaciones de ferrocarril, puentes, canales y «viages» de agua. c) Fortificaciones de la Guerra Civil española.
31Quisiera aquí hacer notar la oportunidad de la fecha señalada (1936) para la inclusión en los catálogos de inmuebles singulares, lo que dejaría fuera de cualquier duda los polémicos ejemplos que mencionábamos al comienzo de este artículo. Bien podría interpretarse en este caso la posible intención del legislador de evitar cualquier conflicto con lo que señala la Ley de Memoria Histórica de 2007 que establece en su artículo 15 (Símbolos y monumentos públicos) que
Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura,
32añadiendo en el artículo 17 (Edificaciones y obras realizadas mediante trabajos forzosos) que
El Gobierno, en colaboración con las demás Administraciones públicas confeccionará un censo de edificaciones y obras realizadas por miembros de los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores, así como por prisioneros en campos de concentración, Batallones de Trabajadores y prisioneros en Colonias Penitenciarias Militarizadas.
33En cualquier caso, quisiéramos igualmente resaltar la protección genérica que la ley otorga a las fortificaciones de la Guerra Civil, reflejándose así en el texto legal la importancia que, de hecho, han ido adquiriendo en su dimensión patrimonial los restos de este decisivo intervalo histórico en el territorio de Madrid.
El plan de yacimientos visitables de la Comunidad de Madrid
34Desde la puesta en marcha en 2003 del Plan de Yacimientos Visitables, la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid ha venido haciendo un esfuerzo continuado en materia de protección y difusión del patrimonio arqueológico que ha permitido acondicionar algunos de los yacimientos de la región para facilitar la visita de un público eminentemente local que aumenta en número cada año y demanda instrumentos para identificarse con su pasado y con su territorio. A día de hoy, el Plan ha permitido abrir al público veintiún yacimientos, a los que habría que sumar otros dieciocho que se encuentran en fase de estudio. Para su inclusión en el programa se tienen en consideración criterios científicos y técnicos, atendiéndose a su representatividad y singularidad, así como a aquellos aspectos relacionados con el entorno medioambiental, su estado de conservación y los requisitos para su protección, su accesibilidad y su titularidad y gestión. Los proyectos de intervención y musealización de estos conjuntos tienen como principales objetivos acondicionar y dotar al yacimiento de las instalaciones e infraestructuras necesarias que garanticen su adecuada conservación y permitan interpretarlo tomando como punto de partida las investigaciones científicas realizadas. La musealización tiene que buscar la mínima intervención posible y debe favorecer la difusión de sus valores a la totalidad de la ciudadanía, tomando en cuenta el entorno ambiental en el que se sitúa y su paisaje.
35En este programa de yacimientos visitables tenemos que destacar la existencia de dos casos que corresponden al periodo de la Guerra Civil: un imponente blockhaus (fortín aislado) en Colmenar del Arroyo, y la llamada «ruta de la Guerra Civil», situada en la localidad de Paredes de Buitrago, en el término municipal de Puentes Viejas.
36El Blockhaus-13 se localiza en el término municipal de Colmenar del Arroyo (fig. 5). Está realizado en hormigón armado y constituye una de las construcciones militares más singulares que pueden visitarse en la Comunidad de Madrid. Se desarrolla en una tipología relacionada con la arquitectura militar de la Primera Guerra Mundial y está constituido por un elemento circular cubierto con cuatro nidos o fortines en los cuales se disponen las aspilleras y troneras para fusileros y ametralladoras. En la parte superior presenta un patio interior con banqueta para arrojar bombas de mano y una estructura circular central para acoger armamento antiaéreo. Se accede al interior del fortín por un túnel en rampa que conduce al recinto principal, que está orientado al noreste. Desde el exterior se puede acceder a la parte superior mediante dos escaleras de hierro embutidas en la propia estructura de hormigón y, desde aquí, al interior mediante un pequeño hueco con escalones de hierro. Esta estructura, que estaba diseñada para soportar impactos de artillería pesada y bombas de aviación de tamaño medio, se construyó a finales del año 1938 por orden del Cuartel General del Ejército Nacional, al objeto de consolidar las posiciones y prevenir posibles incursiones del Ejército de la República en el área donde había tenido lugar la batalla de Brunete. Para ello se planteó la edificación de veintidós fortines con el objeto de controlar las carreteras que comunicaban los municipios de Valdemorillo, Navalagamella, Quijorna, Zarzalejo, Fresnedillas de la Oliva, El Escorial, Robledo de Chavela, Santa María de la Alameda y las Navas del Marqués. Se inició la construcción de varios de ellos, pero el final de la contienda precipitó el abandono del proyecto, terminándose únicamente el ejemplar de Colmenar del Arroyo.
37Con respecto a los restos que se han conservado en las proximidades de la localidad de Paredes de Buitrago (Puentes Viejas), en la Sierra del Rincón, la entonces Dirección General de Patrimonio Histórico (hoy Dirección General de Patrimonio Cultural) puso en marcha un proyecto de estudio, documentación, preservación y puesta en valor de dichas estructuras con el objetivo de conformar una ruta histórico-cultural que facilita la comprensión al gran público de la importancia estratégica de este enclave, desde el que se tenía el control de las infraestructuras de abastecimiento de agua potable a la capital (de ahí su reciente denominación como «Frente del Agua») y que transcurre, además, por parajes de gran valor paisajístico y medioambiental. En este caso, se han tratado veinticinco elementos en dos fases, correspondientes a los años 2013 y 2014 (figs. 6 y 7).
Otros casos de interés
38Además de las construcciones de naturaleza estrictamente militar, en los últimos años también se han patrimonializado en nuestra comunidad otros elementos de época de la Guerra Civil. Uno de los más interesantes, y seguramente de los menos conocidos, es el llamado «ferrocarril de los cuarenta días», construido por orden del Gobierno de la República después de la batalla del Jarama, cuando el ejército sublevado interrumpió la línea ferroviaria de Madrid-Alicante a la altura de Getafe, imposibilitando así las comunicaciones por ferrocarril de la capital con el Levante, imprescindibles para el abastecimiento de la ciudad. Ante esta gravísima situación, se tomó la determinación de construir una línea ferroviaria de emergencia alejada de la zona de combate que garantizase la llegada de suministros a Madrid, y así, a principios de 1937, se comenzó la construcción de un nuevo corredor ferroviario entre Torrejón de Ardoz y la provincia de Cuenca que enlazara con la línea de Valencia. Para el primer tramo, hasta Mejorada del Campo, se aprovechó el trazado de vía estrecha del ferrocarril que explotaba la Azucarera de Madrid, modificando la infraestructura para acoger el ancho de vía militar. Desde allí, un trazado de nueva construcción llegaría hasta Tarancón, pasando por Mejorada del Campo, Loeches, Pozuelo del Rey, Nuevo Baztán, Villar del Olmo, Orusco de Tajuña, Estremera, Fuentidueña del Tajo y Belinchón. Aunque popularmente ha sido conocido como el «ferrocarril de los cuarenta días», por ser el plazo que se preveía para su construcción, los trabajos se llevaron a cabo durante algo más de tres meses, corriendo a cargo de mano de obra reclusa. La rapidez de su construcción y la escasez de materiales obligaron posteriormente a su desmantelamiento. Pese a ello, el paisaje del sureste madrileño conserva vestigios de esta vía estratégica que ha sido parcialmente recuperada como vía verde. Las ruinas de algunas de sus estaciones, sus túneles y puentes, así como las estrechas trincheras hendidas en el terreno, forman parte de la memoria matritense de la Guerra Civil31.
El patrimonio de la Guerra Civil en la ciudad de Madrid
39En su condición de ciudad asediada durante la totalidad de la guerra, un hecho que convirtió a Madrid en un verdadero símbolo de la tenaz resistencia de la Segunda República Española, la capital reunió en torno a sí un extenso conjunto de elementos defensivos y fortificaciones, especialmente en sus flancos meridional y occidental. Buena parte de los elementos que hemos conservado se concentran en la Casa de Campo y en el área de la Ciudad Universitaria, sin lugar a dudas dos de los ámbitos más importantes en el teatro de los combates y operaciones de la guerra en Madrid.
40En la Casa de Campo los restos son innumerables. Por su singularidad, habría que destacar los elementos que se han conservado en el entorno del cerro Garabitas (667 m), desde cuya base las baterías artilleras del ejército de Franco sometían a intensos bombardeos las posiciones republicanas de la Ciudad Universitaria. Precisamente sobre el desarrollo de los combates en el área de la Casa de Campo durante los años 1936 y 1937 se acaba de publicar una monografía con información muy detallada que permite seguir el desarrollo de las operaciones y el importante papel del cerro Garabitas durante este episodio decisivo de la batalla por Madrid32, en la que la Casa de Campo constituye uno de los escenarios más importantes. De hecho, la práctica totalidad del parque se encuentra plagada de restos de trincheras, fortines, casamatas, nidos de ametralladora, etc. En su entorno se pueden encontrar dos fortines de hormigón en la colonia de Camarines, situada entre la Cuesta de las Perdices (carretera de La Coruña) y la carretera de Castilla.
41En los últimos años también se han estudiado y catalogado restos en distintos puntos del distrito de Moncloa, como el parque del Oeste, donde se conservan tres construcciones cilíndricas en hormigón levantadas por el Ejército Nacional, o la Dehesa de la Villa, en la que pueden verse los restos de varios fortines cuadrados y trincheras excavadas por el Ejército de la República. También se han conservado varios fortines de hormigón construidos a finales de 1938 por el ejército sublevado en el Cerro de la Mica (distrito de Latina) así como nidos de ametralladora en el entorno del parque de Valdebebas y dos fortines rectangulares en la loma de Mataespesa (distrito de Hortaleza).
42Otro de los elementos más importantes que conserva la ciudad del tiempo de la Guerra Civil es el llamado «Búnker de El Capricho». Desde finales de los años ochenta se han desarrollado una serie de iniciativas vecinales encaminadas a la apertura al público de este interesante conjunto, en el cual el Ayuntamiento de Madrid ha puesto en marcha finalmente un programa de visitas guiadas en el mes de mayo de 2016. En este lugar, que forma parte del conjunto histórico del parque de la Alameda de Osuna, se encontraba la denominada «Posición Jaca»33, el nombre en clave del cuartel general desde el que el Estado Mayor del Ejército del Centro, con el general José Miaja (1878-1958) a la cabeza, dirigió la defensa de la capital y algunas de las operaciones más importantes de la historia de la guerra. El búnker, terminado en el año 1937, constituye uno de los refugios subterráneos más importantes de este tipo construidos durante la Guerra Civil española y uno de los primeros de esta clase en Europa. En Alcohete, en el municipio de Yebes (Guadalajara), se ha conservado un búnker similar, que albergó durante la guerra la llamada «Posición Saldón» y ha podido estudiarse muy detalladamente34. Construido a una profundidad suficiente para resistir los impactos de grandes proyectiles de artillería y bombas de aviación, incluía elementos para defenderse de ataques con gases tóxicos.
43Otro de los temas sobre el cual también se ha trabajado en torno al Madrid de la guerra ha sido el de las checas (del término Cheká, que hace referencia a la policía política soviética), lugares de detención e internamiento utilizados para la represión de los disidentes políticos. En este ámbito se ha desarrollado, por ejemplo, el proyecto de investigación Checas de Madrid, en el que el Instituto CEU de Estudios Históricos ha estudiado la distribución espacial de las checas madrileñas para elaborar una base de datos con la descripción y geolocalización de 340 elementos35.
44Aunque una buena parte de los elementos y estructuras del tiempo de la Guerra Civil en Madrid ya se encuentran estudiadas y catalogadas, siguen produciéndose intervenciones puntuales casi de manera constante. Por ejemplo, a finales de 2016 se desarrollaban diversos trabajos de levantamiento topográfico, limpieza y valoración del refugio antiaéreo que se conserva en el parque del Retiro, frente a la calle de Ibiza36, y de fechas aún más recientes han sido las noticias de la posible existencia de restos de refugios antiaéreos en el subsuelo del antiguo Taller de Precisión de Artillería de Madrid, sito en la calle de Raimundo Fernández Villaverde, cuyo derribo fue paralizado cautelarmente por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, confirmándose finalmente que se conservaban algunos restos de la guerra. En cualquier caso, las circunstancias en las que se han producido estas noticias y el modo en el que han sido recogidas por los medios de comunicación, sobre todo por la prensa, pueden darnos una idea del indiscutible interés que despierta el tema hoy entre los madrileños.
Las iniciativas ciudadanas
45Quisiera detenerme, para terminar, en algunas de las iniciativas ciudadanas que se han venido desarrollando en los últimos años con relación al estudio histórico de la Guerra Civil en Madrid y, sobre todo, a su difusión. La labor de divulgación que han realizado algunos colectivos ha sido muy meritoria y se ha vertebrado a través de asociaciones, sitios de Internet y distintas bitácoras. GEFREMA (Grupo de Estudios del Frente de Madrid), el llamado Colectivo Guadarrama o la asociación Frente de Madrid, son algunas de las iniciativas más importantes.
46GEFREMA (Grupo de Estudios del Frente de Madrid) es una asociación creada en el año 2002 entre cuyas actividades destaca la organización de rutas didácticas y visitas a los diferentes escenarios de la Guerra Civil en Madrid. Viene publicando desde el año 2003 la revista Frente de Madrid (ISSN 1698-4765), que ha alcanzado ya su número 29 (abril de 2016). La asociación, muy activa y habitualmente presente en congresos, seminarios y encuentros, ofrece también una serie de guías, cuyo autor es Antonio Morcillo López, dedicadas a los fortines del Cerro de la Mica y al frente de la Casa de Campo37.
47El Colectivo Guadarrama, Grupo de Preservación Histórica, es una asociación de ámbito nacional cuyo objetivo principal es fomentar el estudio, la catalogación, datación y preservación del legado arqueológico/arquitectónico procedente de la Guerra Civil española. Ha desarrollado desde 2005 distintas actividades de difusión e inventario, pudiendo destacarse las jornadas celebradas en Fresnedillas de la Oliva (octubre de 2005) y en Quijorna (julio de 2006), que coincidió con la exposición organizada por el ayuntamiento de la localidad bajo el título «Los testigos mudos de la batalla». Este colectivo ha trabajado en el catálogo de restos del término municipal de Navalagamella, con 197 fichas de elementos inventariados y 800 fotografías correspondientes a 70 emplazamientos.
48La asociación madrileña de recreación histórica Frente de Madrid edita un boletín desde el año 2008 que, bajo la cabecera La voz del frente, ha alcanzado ya su número 20 (enero-junio de 2014) y ofrece la descarga gratuita de contenidos a través de su sitio de Internet (www.frentedemadrid.com), en el que señalan que su intención «es la de recrear la vida cotidiana de los soldados que tomaron parte en tan trágica contienda sin distinción de bando».
49Indudablemente, el papel que ha jugado Internet en esta labor divulgativa y de debate para la opinión pública ha resultado fundamental. Por ejemplo, el sitio Fortines (<www.fortines.com>), activo desde 2005, recoge materiales muy interesantes sobre fortificaciones de la guerra en Madrid. Aunque parece que no se actualiza desde junio de 201338, incluye 524 restos catalogados y 1675 imágenes. Ofrece al público interesado 72 rutas relacionadas con los escenarios bélicos de la guerra en la provincia de Madrid (Somosierra, Guadarrama, Brunete, Jarama y Madrid). El sitio La senda de Sulus (www.sulus.es) hace lo propio con dos rutas del frente de Madrid, en el marco de una oferta que denomina «turismo de trinchera». También desde 2008 se encuentra activa la bitácora Arqueología de la Guerra Civil Española (www.guerraenlauniversidad.blogspot.com), un proyecto en el que participan varios arqueólogos adscritos a instituciones españolas, como el CSIC o la Universidad del País Vasco, y a la Universidad de la República de Uruguay, y que está vinculada en las redes sociales a la página del mismo nombre en Facebook.
50La Asociación Española de Amigos de los Castillos (AEAC), fundada en 1952, ofrece un catálogo de consulta gratuita online sobre castillos y fortificaciones, denominado Inventario de Arquitectura Defensiva Española, (www.castillosasociacion.es/es/proyectos) que incluye también las que corresponden al periodo contemporáneo. Este catálogo, que se ha venido desarrollando desde el año 1998 con la ayuda del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, y que recibió el Premio de Investigación Europa Nostra en 200839, incluye 19 elementos de la Guerra Civil en la Comunidad de Madrid.
51Entre las iniciativas más recientes en este campo habría también que señalar las que viene desarrollando el Grupo de Investigadores del Parque Lineal del Manzanares (GIPL), una asociación sin ánimo de lucro creada en 2007 en Villaverde Bajo, que ha ampliado sus actividades a los ámbitos de los ríos Tajuña y Jarama, deteniéndose especialmente en el Parque Regional del Sureste. En el sitio de Internet de esta entidad (www.parquelineal.es) podemos encontrar abundante información sobre la batalla del Jarama, de la que ahora se cumple el ochenta aniversario. Para este caso querríamos destacar, concluyendo este rápido repaso a las diferentes iniciativas ciudadanas, la aportación particular de Gregorio Salcedo, un vecino de Morata de Tajuña que ha creado el Museo de la Batalla del Jarama40.
Historia y testimonio
52Con la somera lectura de este texto ya habrá podido advertir el lector que los testimonios materiales que se han conservado de nuestra Guerra Civil en la Comunidad de Madrid son muy numerosos y extraordinariamente representativos. Los paisajes y escenarios de los combates, las huellas de las viejas trincheras, las ruinas de las casamatas y fortines, los memoriales erigidos por los vencedores, los monumentos funerarios o las fosas comunes de las víctimas de la violencia y la represión política, se han convertido, ya casi a un siglo de la tragedia, en los jalones que nos permiten situar y dar cuerpo material al propio relato histórico de los acontecimientos.
53El artículo 20 de la controvertida Ley 52/2007, de 26 de diciembre —por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la dictadura—, en el que se da carta de naturaleza al Centro Documental de la Memoria Histórica y Archivo General de la Guerra Civil, nos señala con claridad el camino a seguir, que no debe ser otro que el de la investigación histórica independiente y rigurosa. Porque entre las funciones de este centro se encuentra, precisamente, la de mantener y desarrollar el Archivo General de la Guerra Civil Española, una institución ya creada por Real Decreto 426/1999, que deviene en depositaria de todos los documentos originales (o, en su caso, de copias fidedignas de los mismos) sobre la Guerra Civil española y la represión política que le siguió que se encuentran depositados en los museos, bibliotecas y archivos de titularidad estatal. El texto legal señala, además, que la Administración General del Estado debe proceder a la recopilación de los testimonios orales relevantes vinculados a este período histórico para su remisión e integración en este archivo general, cuya sede se encuentra en la ciudad de Salamanca.
54La lectura de la ley no deja margen a dudas: en último término, el objetivo del Centro Documental de la Memoria Histórica y Archivo General de la Guerra Civil debe ser el de recuperar, reunir, organizar y poner a disposición de todos los interesados los fondos documentales y las fuentes secundarias que puedan resultar de interés para el estudio de la guerra, la dictadura y el exilio, fomentando la investigación histórica sobre la propia Guerra Civil, el franquismo y la transición, para contribuir a la difusión de sus resultados, impulsar la difusión de los fondos del centro y facilitar la participación activa de los ciudadanos.
55Y es en este contexto en el que el estudio y la patrimonialización de las huellas materiales de nuestra Guerra Civil puede contribuir a mejorar nuestros conocimientos sobre la contienda: para dejar constancia fiel de la magnitud de este desastre y para darlo a conocer, con toda su crudeza, a las generaciones venideras.
56Que la documentación histórica y los testimonios arqueológicos se pongan, por fin, al servicio de la sociedad española para afrontar este debate con la información precisa y, sobre todo, con la serenidad que este requiere. Solo un debate sereno y riguroso podrá conducirnos de forma definitiva a una verdadera reconciliación. Y esta no puede construirse desde el olvido y el abandono de las víctimas. Solo es posible alcanzarla con la verdad, la compasión, la generosidad y el perdón.
Notes de bas de page
1 Riegl, 1999, p. 67.
2 Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura (Boletín Oficial del Estado, 310, 27 de diciembre de 2007), conocida popularmente como Ley de la Memoria Historica.
3 Fernando Garrea, «El PSOE pide sacar los restos de Franco de su tumba del Valle de los Caídos», El País, 9 de febrero de 2017.
4 Rodrigo Casteleiro García, «El Arco de la Discordia. El monumento de Moncloa homenajea 77 años después la entrada de las tropas golpistas en la capital», El País, 3 de enero de 2017.
5 Marta Bellver, «El Ayuntamiento de Madrid propondrá llamar al Arco de la Victoria Arco de la Memoria», El Mundo, 25 de enero de 2017.
6 Chías Navarro, 1986, pp. 163-224.
7 Ureña, 1979, p. 136.
8 Rafael Aburto, 2005, p. 77.
9 Ignacio S. Calleja, «Los pilotos de Hitler que descansan en el cementerio de la Almudena», ABC, 21 de abril de 2015.
10 «El monumento Mariano de la Ciudad Universitaria», ABC, jueves 9 de diciembre de 1954, pp. 32-33.
11 Blanco Rodríguez, 2007, p. 742.
12 Gassiot Ballbé, 2008.
13 González Ruibal, 2008, p. 11.
14 Id., 2016, p. 36.
15 Montero Barrado, 1987.
16 Martínez Reverte, Martínez Zauner, 2016.
17 González Cárceles, 2008.
18 Montero Barrado, 2001.
19 Mena Muñoz, Morín de Pablos, Pérez-Juez Gil, 2004.
20 Pastor Muñoz, 2013.
21 Penedo Cobo et alii, 2008.
22 Rodríguez Fernández, 2008.
23 Castellano Ruiz de la Torre, Schnell Quiertant, 2011.
24 Castellano Ruiz de la Torre, 2004 e Id., 2007.
25 Id., 2012.
26 Schnell Quiertant, 2005.
27 Id., 2014a.
28 Calvo González-Regueral, 2012.
29 González Ruibal et alii, 2010, p. 129.
30 Ley 3/2013, de 18 de junio, de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid.
31 Rafael Fraguas, «El tren de la resistencia. Un ferrocarril hecho en tres meses sorteó el cerco franquista hace 75 años», El País, 15 de mayo de 2012.
32 Vicente Montoya, 2016.
33 Fiscer Lamelas, 2016.
34 Moreno et alii, 2006.
35 Izquierdo Álvarez, 2012.
36 Alejandro Torrus, «Madrid “redescubre” un refugio de la Guerra Civil en el parque del Retiro», Público, 29 de noviembre de 2016.
37 Morcillo López, 2004 e Id., 2005.
38 Véase <www.fortines.com> [consultado el 07/01/2017].
39 Schnell Quiertant, 2014b.
40 Fran Serrato, «De paseo por la batalla del Jarama», El País, 3 de febrero de 2017.
Auteur
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid
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