Destrucción y construcción de los mercados de trabajo en Cataluña durante el siglo xix
p. 111-134
Texte intégral
1A menudo las nuevas demandas laborales originadas por la industrialización y la modernización económica son utilizadas para explicar la atracción que la ciudad ejercía sobre una población rural que se incorporaría, sin más, a unas nuevas pautas de trabajo1. La capacidad de atracción de la ciudad se produciría entonces por la percepción que esa población tenía de que en ella existirían nuevas oportunidades, mejores salarios y mejoras substanciales en las pautas de vida cotidiana respecto al mundo rural o al pequeño pueblo que se dejaba atrás. En teoría, este proceso habría conducido a la aparición del proletariado urbano, una nueva clase social que surgía de las entrañas del campesinado empobrecido llegado a la ciudad. Pero lo cierto es que este planteamiento no se hace eco ni de la complejidad de los cambios ocurridos en los mercados de trabajo urbanos cuando se producen cambios técnicos, ni de los efectos que sobre los mercados de trabajo rurales tuvo la destrucción de las tradicionales formas de vida en los entornos locales o la caída en desuso de los recursos naturales que las soportaban. En realidad, y frente a estos cambios, los individuos partían de su experiencia laboral, e inmersos en los cambios que vivían, buscaban una salida a su situación, la cual adoptó una forma muy compleja. Desde este punto de vista, es evidente que la emigración masiva a ciudad fue solo una de ellas.
2En las páginas que siguen, nos gustaría acercarnos a los procesos de transformación que experimentó el mercado de trabajo partiendo de los siguientes presupuestos:
- Que los cambios operados en ese mercado suelen conllevar la destrucción de antiguos, complejos y ricos sistemas productivos, y por tanto, la aparición de nuevos mercados laborales, los cuales podrán a su vez ser destruidos y dar lugar así a la aparición de otros nuevos. Esto nos indica que dichos mercados fueron dinámicos, cambiantes y que deben analizarse desde esta óptica.
- Cuando un mercado de trabajo es destruido o transformado por los cambios ambientales, económicos, sociales o demográficos, los individuos que se movían en él se readaptaban a esos cambios a partir de la experiencia vital acumulada, además de buscar acomodo en el nuevo contexto a partir de su trayectoria laboral anterior. La ruptura con el mercado de trabajo que desaparece solo se produce cuando la alteración de las condiciones que lo hacían posible lo deja totalmente inoperativo2.
3Nuestra aportación hará pues mención a lo sucedido en mercados de trabajo que estaban relativamente organizados y articulados a principios del siglo xix, con la intención de ver como se deterioraron y transformaron. Nos centraremos básicamente en cuatro mercados laborales ligados a las migraciones invernales de las poblaciones del Pirineo; las migraciones de familias dedicadas a la industria lanera tras la desaparición de la hilatura manual; la resistencia de los campesinos a dejar de ser campesinos en los procesos migratorios; y a lo sucedido en torno a las migraciones femeninas3.
Las migraciones invernales en el Pirineo catalán
4El mercado de trabajo en el mundo rural de finales del siglo xviii tenía unas características específicas que debemos considerar para entender su posterior transformación:
- Suele reducirse el mundo rural a la producción de cereal, vid y olivo, cuando en realidad en él se elaboraban alimentos y, al mismo tiempo, se realizaba la primera y a veces la segunda transformación de los recursos naturales destinados a dar vida a todo tipo de bienes y servicios para terceros. La organización de esta producción explica la pluriactividad desarrollada por los campesinos que trabajaban sus tierras —propias o arrendadas— y que encontraban trabajo en ellas sobre la base de una demanda laboral variada y muy difícil de sistematizar.
- La producción agrícola, o mejor las producciones agrícolas, tienen un fuerte componente estacional. Es decir, en el campo había periodos con muy poca demanda de trabajo y otros, a menudo relacionados con la recolección, que debían hacerse en muy poco tiempo, lo cual se traducía en que había momentos en que la comunidad campesina tenía jornales disponibles y otros en los que estos faltaban.
- La estacionalidad no era igual en todo el territorio catalán, ya fuese por razones climáticas (el ejemplo más evidente sería la maduración del trigo que en Cataluña empezaba a mediados de junio en las zonas costeras y acababa en agosto en las zonas de montaña, o la producción de hielo que necesariamente se daba en invierno y en comarcas donde había heladas), o por razones geológicas, visto que determinadas producciones eran propias de un lugar y no de otro (el carboneo era típico de las zonas de encinas y robles), lo que hace que la demanda de trabajo en el mundo rural variase en el territorio en el curso de unos meses a otros, y que lo hiciese en función de los cultivos y recursos naturales a explotar.
- Para aprovechar los beneficios laborales de esta estacionalidad se producían migraciones estacionales, normalmente organizadas en grupo o colles, que buscaban sacar partido a las oportunidades que esta generaba en las distintas partes del territorio. Las colles satisfacían así dos necesidades diferentes, primero, acudir a la recolección de determinados cultivos (la siega, la vendimia, la aceituna, el corcho, la corteza de pino, los piñones…), que se realizaba en un periodo corto de tiempo en cada lugar; y segundo, poder dedicarse a producciones más estables como el carboneo, la producción de cal, brea u productos que implicaban pasar una temporada en el bosque4. Este juego de estacionalidades diferenciadas implica que había zonas con mucha demanda de trabajo y otras con bastante déficit del mismo. Este sería el caso de las áreas de montaña, donde había pocas oportunidades laborales en invierno, lo que generaba una emigración invernal muy importante cada año, especialmente de hombres, y en menor medida de mujeres, que se dedicaban a actividades muy diversas y a menudo especializadas.
- La imperfección de los mercados de trabajo rurales llevaba a que la distribución de los productos se realizase a través de ferias y mercados y de personas que se trasladaban de casa en casa para vender algún tipo de producto o llevar a cabo algunos servicios como cardar y preparar lana, etc. Algunos de estos oficios eran desempeñados por individuos que venían de los pueblos de montaña que se habían especializado en ellos5.
- Cuando a finales del siglo xix este mercado laboral al que nos referimos dejó de funcionar, las migraciones invernales se reorientaron, se convirtieron en migraciones definitivas y el acceso a los nuevos mercados de trabajo se basó en las experiencias acumuladas en anteriores desplazamientos.
5La cuantificación de estas migraciones presenta dificultades, pero gracias al censo de población de 1887 es posible acercarse a ellas, ya que se clasifica a la población en «presente» (es decir, que está residiendo en la localidad), «ausente» (que se encuentra provisionalmente fuera de ella) y «transeúnte» (que vive temporalmente en dicha localidad). Además, el censo se cerraba el 31 de diciembre, de tal manera que sabemos qué número de ausentes había en cada lugar en esa fecha. Así pues, con la ayuda de los censos de 1887 y 1900 hemos calculado el porcentaje de población que estaba ausente en cada municipio el 31 de diciembre con respecto a la suma de la que estaba presente y ausente —no hemos contado con la población transeúnte—, y después hemos cartografiado ese porcentaje6. La fiabilidad de este cálculo es relativa, pues sabemos que en cada localidad los impresos de las encuestas se cubrían un poco al gusto del oficial municipal encargado de levantarlas, por lo que cabe pensar entonces que recoger los datos de los ausentes no sería para él lo más importante. Sin embargo, como ahora veremos, los resultados obtenidos presentan una gran coherencia a nivel espacial, de ahí que estimemos que, en mayor o menor grado, se hacen eco del fenómeno. Otra cuestión es que no todos los ausentes estarían vinculados a las migraciones invernales. Habría, y había de hecho, individuos que se encontraban fuera de la localidad por estar haciendo el servicio militar e incluso por otras causas. En este caso, partimos de la base de que estas situaciones no serían mayoritarias ni generales, mientras que la relativa a las migraciones invernales sí. Desde esta perspectiva, el cartografiado resultante pone de manifiesto:
- Que en 1887 los pueblos de las comarcas del Pirineo de Lleida tenían unos promedios de ausencia que se situaba entre el 10 y el 25 % del total de los varones; caso del Valle de Arán, Cerdaña, Alta Ribagorza, Pallars Sobirá, norte del Pallars Jussá, norte del Bergadá y norte del Ripollés. Asimismo, había pueblos del Montseny que se incluirían en estos desplazamientos.
- Los datos del censo de 1900 muestran la intensificación que conoció esta migración respecto a la de 1887. En las comarcas anteriores la migración había aumentado de una fecha a otra, al tiempo que ahora aparecen nuevos núcleos con una migración elevada como el Alto Ampurdán, Anoia y el Priorato. Es posible que la crisis de la filoxera explique algunas de esas migraciones que la población de la época no percibía aún como definitivas.
- En 1887 las migraciones invernales femeninas poseen una menor intensidad que las masculinas y se concentraban sobre todo en las áreas situadas más al norte de los Pirineos. En 1900 también se intensificaron; una intensificación esta registrada en otras comarcas, caso del Alto Ampurdán, Alto Penedés, Anoia, pueblos del Montseny, Plana de Urgel, la Segarra, la Cuenca de Barberá, el Priorato y Ribera de Ebro. No son comarcas de montaña, lo que hace que la movilidad cartografiada ahora vaya más allá de las meras migraciones invernales. Sea como fuere, estas migraciones femeninas eran estacionales, y es muy probable que en estos años se estuviesen convirtiendo en definitivas.
6Pero ¿de qué volumen de personas estamos hablando? Estas comarcas de montaña no estaban muy pobladas por lo que la población ausente en 1887 suma 5 968 varones y 6 024 en 1900 (en el Alto Urgel, Alta Ribagorza, Cerdaña, Pallars Jussá, Pallars Sobirá y el Valle de Arán), cifras que para las mujeres son de 3 141 en 1887 y de 3 527 en 1900. En todo caso, fue un fenómeno muy relevante en la época. De hecho, las fuentes históricas se hacen eco de la existencia de estas migraciones ya en el siglo xviii:
Salen de los montes muchas gentes en el invierno y pasan en Empurdan y llano de Barcelona, unos mendigando y otros trabajando7 [Corregimiento de Berga].
De este pueblo salen en invierno y primavera cientos de hombres por serrar madera en el Principado y Reino de Aragón, con provecho de muchos8 [Castellar de n’Hug].
La más partida de los vessinos van a trabajar a Ballés en el invierno, y esto les vale para cargar el sègol que les falta, que por la mucha nieve no se puede trabajar en el invierno, algunos van a pedir limosna [Sant Martí de Fornells].
Algunos jornaleros pobresitos al invierno bajan a las tierras bajas a trabajar, y de esto tienen el provecho que ellos ganan algún dinero, y se ahorra el gasto a casa, pues en el invierno la mayor parte no se puede trabajar por nieves, lluvias y yelos; salen al Vallés, Pla de Barcelona o Empurdan [Palmerola].
Los vecinos del país bajan a las siegas del llano de Urgel y a la sazón regresan a las suyas. En el invierno muchos pasan a Francia para sus trabajos, otros para lo mismo a Barcelona y Campo de Tarragona, y otros vagando a mendigar por la provincia, por Aragón y por ambas Castillas9 [Corregimiento de Talarn].
7En el siglo xix las noticias disminuyen, aun así, poco a poco podemos reconstruir lo sucedido en algunos casos. Por ejemplo, sabemos que se encontraba muy extendida la denominación de cerdá, que en realidad se refiere a la persona que procede de la Cerdaña, para referirse a aquellos individuos que provenían de la montaña y se ofrecían para desempeñar algún oficio. Cerdans eran los carboneros de la Plana de Vic, Guilleries, Sierra del Montnegre, el Corredor y Sant Mateu, hasta que gentes llegadas de Tortosa los suplantaron en algunos territorios10. Procedentes de otras zonas venían quienes controlaban el oficio de paredaire, que era el que hacía paredes de piedra en seco, y finalmente en Barcelona se conocía como mantegaires a aquellos que bajaban de la montaña a la ciudad para vender mantequilla, queso de oveja y otros productos11.
8¿Era este un tráfico de personas pobres y miserables tal y como lo insinúan algunas fuentes? ¿O era realmente una corriente migratoria y unos oficios que proporcionaban unos ingresos substanciales a las economías domésticas? Durante mucho tiempo actividades como a las que nos hemos referido estaban perfectamente estructuradas e integradas en la economía agrícola de sus respectivos lugares de origen y eran la forma natural de obtener recursos complementarios. La gente de los pueblos rurales marchaba a trabajar o a comerciar fuera de los mismos y volvía luego a ellos con toda naturalidad. Pero en algún momento la crisis ocurrida en esos lugares de origen y las posibilidades que ofrecía a estas gentes el mundo urbano quebraron estas migraciones estacionales, que pasaron entonces a convertirse en definitivas. Cabe preguntarse así a qué se dedicaban estos emigrantes cuando decidieron quedarse en Barcelona o en cualquier otra ciudad del llano. De eso sí estamos informados gracias a numerosos testimonios cualitativos de la época. Valga lo dicho en este sentido por Pau Vila, un excelente geógrafo catalán, quien describió en su día algunas de las adaptaciones laborales de las gentes vinculadas a estas migraciones definitivas. Así, en su obra cita a un barcelonés que entre 1820 y 1840 describía la emigración invernal de los habitantes de la Cerdaña:
En invierno bajaban a la ciudad con una carga de artículos que habían manufacturado en los telares de aquellos pueblos y villas, y, además con unos cuantos botes de mantequilla y algunas libras de tòfones y moixernons [tipos de setas]. Con una cesta bajo el brazo, unas cuantas canas de tela en el cuello y media cana en el cesto y una romana pequeña en la mano, recorrían plazas y calles de esta ciudad pregonando «mantequilla fresca»12.
9Insiste en la emigración invernal de individuos de la zona:
En el lado español la mayoría de los que emigran se van a trabajar de vaqueros, sobretodo de charcuteros en Barcelona. Algunos trabajan también de cocineros. Otros van a fabricar carbón en la Selva, alrededores de la Plana de Vic y en el Alto Vallés […]. De Alp algunos van hacia el sur a hacer paredes de piedra en seco y de Das tres o cuatro familias van a las fábricas del Ter. De algunos pueblos también en invierno van chicas a servir en Barcelona pero en general pasan allí todo el año13.
10Estos individuos se iban, vendían sus productos o trabajaban en oficios variados, pero siempre volvían a trabajar en su comarca de procedencia durante el verano.
11En algún momento este movimiento estacional se quebró y los cerdans comenzaron a quedarse en la ciudad. Su experiencia como vendedores ambulantes y su especialización en la comercialización de determinados productos explican que su integración en los nuevos mercados de trabajo estuviese muy marcada por su origen. Veamos por ejemplo la descripción que Pau Vila hace de las actividades de este colectivo:
De aquellos que vendían mantequilla se originaron algunas tiendas que todavía subsisten en Barcelona en los alrededores de Santa María del Mar y otros se transformaron en poderosas casas comerciales modernas. Muchos de los que iban para hacer de vaqueros o charcuteros se establecieron por su cuenta. De los 400 charcuteros que hay en Barcelona, ¾ partes son de la Cerdanya. Los Iglesias del Puig, los Fortuny de Osseja, los Taberner de Guils son un buen ejemplo. El Barato, la Filosofía y otros establecimientos de ropa son de la Cerdanya y lo son también algunas de las mejores carnicerías de Marsella14.
12En suma, es evidente que algunos emigrantes aprovecharon la experiencia laboral obtenida en las migraciones invernales para ganarse la vida en otro contexto. Estamos pues ante un mercado de trabajo destruido y otro reconstruido a partir de una experiencia anterior.
13Naturalmente, había otro tipo de migraciones invernales originadas por las sequías y malas cosechas que se resolvían marchando unos meses a buscar los recursos complementarios para el hogar, tal y como ocurría por ejemplo en la Palma d’Ebre. Si apenas se cosechaba nada: «los hombres y los jóvenes tendrían que irse, como muchos años lo hacían, pero atraídos por la tierra, con las lluvias volvían»15. La llegada de las lluvias hacía que
las familias no tendrían que desmembrarse, pero ya no sería necesario que los hombres tuviesen que ir a ganarse el pan fuera. Esta lluvia ha venido tan bien que habrá frenado a mucha gente de ir a buscar trabajo a Barcelona y alrededores, que es donde van cuando se nos limitan los recursos para vivir16.
14En Pinell, camino de Gandesa, donde también se vivía una mala cosecha: «Había más de 400 hombres ganándose la vida fuera (Barcelona, Martorell, Mollet, Mataró); con lo que ha llovido, algunos volverán»17. ¿Desde cuándo estaba funcionando este juego de migraciones estacionales? Es difícil de establecer, pero a principios del siglo xx todavía se encontraba activo, lo que nos indica que en las zonas urbanas había mucho trabajo temporal. Sin embargo, las nuevas ofertas laborales que aparecían en ellas acabarían por destruir el viejo sistema migratorio. Lo vemos en el caso de Sabadell, la ciudad que acogía a muchos campesinos de la Palma:
Con todo los hay que se quedan fuera, si han encontrado una buena ocupación. Esta gente tiene una fuerte atracción por las fábricas; son tantos los de Palma que están en Sabadell, que en el pueblo ya dicen que «Sabadell» es una calle de la Palma18.
15A la vista de esto, cabe concluir pues que estas migraciones temporales, que habían funcionado durante mucho tiempo proporcionando recursos materiales para subsistir, fuera la base de las migraciones definitivas, y que los individuos implicados en ellas aprovecharon su experiencia laboral para integrarse, con más o menos éxito, en los mercados de trabajo urbanos.
La destrucción del mercado laboral en la protoindustria textil y la construcción de nuevos mercados de trabajo
16En Cataluña existía en el siglo xviii una activa industria lanera ubicada en distintas comarcas del interior. Unas estaban especializadas en tejidos de más calidad (producción de paños), y otras en tejidos más bastos (estameñas, cordellates, buretes, etc.). Estas industrias, localizadas en una multitud de pueblos, estaban organizadas por los paraires/comerciantes, que hacían hilar a miles de mujeres en sus casas y se ocupaban de atender a una amplia red de tejedores manuales. Se calcula que un telar necesitaba 22 hiladoras para que pudiera funcionar. Esto significa que si había 2 088 telares de lana en 1760, había entonces más de 44 000 mujeres hilando19. En estas zonas, el hilado constituía pues un ingreso complementario muy importante para las unidades familiares de multitud de pueblos.
17La manufactura textil no se limitaba a la lana, puesto que en estas comarcas esta manufactura coexistía con otras dedicadas al hilado y el tejido del lino y cáñamo —las cuales poseían una estructura productiva muy parecida a la lanera—; la seda —una manufactura ya más urbana y concentrada en las ciudades de Reus, Manresa y Barcelona—; a hacer medias y gorros; y la industria del algodón que, concentrada en las fábricas de indianas de Barcelona, se expandía hacia pueblos y ciudades del interior20. Según el censo de manufacturas todo este entramado industrial suponía unos 10 748 telares, y si dicho entramado necesitaba para funcionar un número de personas que hilase, esto suponía la existencia de un total de 236 000 individuos relacionados con la manufactura textil, y por tanto, individuos que conocían y aprendían las técnicas de esta actividad productiva.
18La producción textil era diversa y daba vida a mercados de trabajo distintos. Nos centraremos en aquellas zonas donde predominaba la lana y el algodón se introdujo con facilidad. Este fue el caso de Berga, Cardona, Igualada, Manlleu o Sallent, villas donde el algodón se adaptó tanto en el hilado como en el tejido, de tal manera que a partir de un momento dado la producción masiva de empesas fue de la mano del paulatino desplazamiento de la actividad lanera21. En principio el hilado del algodón era manual, pero la llegada de máquinas de hilar mecánicas —primero la Jenny, después la Mule y finalmente la Waterframe—, modificaron el mercado de trabajo. Así, las mujeres que hilaban en casa con su torno perdían el trabajo y quedaban obligadas a desplazare a trabajar a donde estaban emplazadas las nuevas máquinas. Por otro lado, el crecimiento de la productividad del algodón reducía la demanda de hiladoras. Les quedaba aún el hilado de la lana, cuya mecanización se retrasó unos años, pero al final acabó por llegar.
19¿Cómo afectó a los hogares la desaparición del ingreso que procedía del hilado de la lana? Al respecto, cabría distinguir entre dos áreas distintas. Primero, aquellas en que el algodón tomó el relevo, donde algunas mujeres pudieron trabajar en las nuevas fábricas de hilatura con bergadanas y en la preparación del algodón. En el partido judicial de Berga, por ejemplo, trabajaban 1 652 mujeres y 1 685 niños en la hilatura algodonera, y 592 mujeres y 329 niños en el tejido; y lo mismo sucedía en Igualada22. Es posible que en estas zonas el cambio técnico afectase menos a su lógica laboral, aunque se había acabado con eso de trabajar en casa en horario libre, ya que ahora la producción industrial se llevaba a cabo en un edificio donde se concentraban las máquinas. Es preciso señalar que tanto los viejos sistemas de producción como los nuevos coexistían, y en casos, daban vida a una mano de obra muy diestra, capaz de atender a los cambiantes procesos de la industria textil. Si bien lo desconocemos, parece lógico pensar que en Berga, Igualada o en los pueblos adyacentes, las mujeres que hilaban en sus casas se incorporarían a las fábricas, aunque también habrían sido muchas las que se habrían quedado sin trabajo.
20Existían no obstante otras áreas donde no se produjo la introducción del algodón, quedando así al margen de los efectos de este cambio técnico. Uno de esos casos fue lo sucedido en el enclave lanero de Moià-Castellterçol, que prefirió resistir produciendo y comercializando los productos tradicionales del lugar23. La tardía mecanización de la lana permitió aquí aguantar un tiempo, pero el hilado acabó mecanizándose y las mujeres perdieron una de sus principales fuentes de ingresos. En este contexto, la gente de la zona comenzó a emigrar de forma importante hacia los núcleos urbanos en los cuales la industria lanera se modernizaba, como Terrassa y Sabadell. No era una emigración del campo a la ciudad, sino más bien una emigración forzada por el paso de una actividad textil en decadencia, basada en el hilado y el tejido manual, a una actividad textil moderna, centrada en el hilado y tejido mecánico24. Un buen ejemplo de ello es lo sucedido en Manresa en 1853, cuando cerró la fábrica de paños Miralda, que había sido construida para la modernización del proceso de producción de tejidos de lana. Este cierre hizo que los trabajadores se trasladasen masivamente a Terrasa y Sabadell, donde ahora se ubicaba la moderna industria lanera25.
21La segunda fase de la industria algodonera, que empezó hacia 1830 con la introducción del vapor en Barcelona, la modernización de los motores hidráulicos y la aparición de máquinas más eficientes, originó una nueva reordenación de la vieja geografía algodonera. Las comarcas donde se hilaba en bergadana se hundieron y si no había una fuerza motriz para las nuevas instalaciones el trabajo desaparecía. Esto se produjo en Berga y Sallent, y de forma más dramática en Igualada, donde no existía una alternativa energética, así como en la Segarra o la Cuenca de Barberá. Técnicos, empresarios y trabajadores iniciaron un éxodo a Barcelona y, en especial, a las ciudades industriales o a aquellas donde el textil sí tenía una alternativa de futuro, como Sabadell, Terrassa, Manresa… En su día Enriqueta Camps puso su atención en lo sucedido en los mercados de trabajo de las ciudades industriales26. La conclusión más importante de su estudio fue que quienes llegaban a estas urbes procedían de comarcas en las que la actividad industrial era ya muy importante. En la factoría La España Industrial, por ejemplo, una parte de los trabajadores provenía de la comarca de Anoia. En el mismo sentido, en 1889 un 7 ‰ de la población de Sabadell era originaria de Alcoi, una ciudad en la cual la industria lanera había sido muy importante. En suma, y en las condiciones apuntadas, se producía un realojamiento de la mano de obra expulsada de aquellas zonas en las que el cambio técnico destruía los antiguos sistemas de trabajo y las personas se desplazaban hasta los lugares donde se ubicaba la nueva industria con su experiencia laboral a cuestas.
22Este fenómeno puede corroborarse a través de los análisis relativos al origen de la población que vivía en las colonias industriales27.
Cuadro 1. — Origen de la población de las colonias industriales del Llobregat
Colonia textil | año del padrón | Origen industrial de la población (en %) |
Pons (Puigreig) | 1886 | 38,5 |
Viladomiu (Gironella) | 1894 | 40,5 |
Galobart (Navarcles) | 1904 | 47,1 |
Bellvehí (Calders) | 1904 | 73,3 |
Manganell (Calders) | 1904 | 87,5 |
Pons (Puigreig) | 1905 | 35,5 |
Vidal (Gironella) | 1905 | 43,9 |
Prat (Puigreig) | 1905 | 59,3 |
Manent (Puigreig) | 1905 | 62,2 |
Ametlla (Puigreig) | 1905 | 24,2 |
Fuente: Ferrer-Alòs, 1996, p. 327.
23Efectivamente la población de las colonias industriales, en particular en los primeros años de funcionamiento, procedía de comarcas donde había una experiencia acumulada en el textil. Los porcentajes se sitúan por encima del 40 %, excepto en la Ametlla de Merola, donde en 1905 solo un 24,2 % de los inscritos en la colonia tenía este origen, pese a que esa colonia llevase ya unos cuantos años de funcionamiento.
24En la misma línea, los fabricantes acostumbraban a llevarse trabajadores consigo, seguramente los más cualificados, cuando construían una fábrica nueva. Algunos de esos fabricantes tenían sus factorías en Sallent y de este pueblo se llevaron a no pocos trabajadores. En la colonia Prat, por ejemplo, había 10 cabezas familias nacidas en Sallent (el 18,5 %); en la colonia Manent, 15 (el 33,3 %) y en la colonia Viladomiu, 12 (10,7 %)28.
25El caso de Vilanova i la Geltrú es también significativo y nos advierte de otros aspectos a considerar en el análisis. En esta ciudad no había experiencia previa en el campo del algodón, ya que su economía se había basado en el comercio de vinos y aguardientes con América. Un negocio que originó una acumulación de capitales, parte de los cuales fueron invertidos luego en la industria textil. A partir de 1840 se construyeron allí diversas fábricas a vapor. Sin embargo, no había en Vilanova i la Geltrú mano de obra que conociese el oficio, por lo que los nuevos trabajadores llegaron de comarcas en las que había experiencia previa en el ramo del textil y en el proceso de transformación del algodón, o por lo menos de allí llegaron los supervisores y quienes conocían los entresijos de esta industria. Lo interesante en este caso no es solo la constatación, una vez más, de que el nuevo mercado de trabajo se nutría de gente con experiencia laboral adquirida gracias al trabajo realizado en otras áreas industriales, sino que los obreros, además de su destreza técnica, llevaron consigo una cultura obrera y una forma de organizar el trabajo acorde a las pautas y tradiciones laborales imperantes en sus respectivos lugares de procedencia. Esto fue lo que, por ejemplo, ocurrió en el pueblo de Sallent, donde la transición de la bergadana a la fábrica textil se había producido dando mucho poder al hilador, que era quien organizaba su grupo de trabajo29.
26Desplazarse a trabajar a una fábrica de la ciudad no implicaba ni estabilidad laboral ni voluntad por parte del obrero de permanecer en ella. Casi todos los salarios eran abonados a preu fet (a destajo), o por días trabajados. La cultura de la pluriactividad desaparecía muy lentamente y las familias obtenían recursos materiales de procedencia diversa. Enriqueta Camps, en su magnífico estudio, nos advierte que llegar a Sabadell no suponía quedarse a vivir en la ciudad, visto que para muchos recién llegados era un lugar de paso, en el cual se estaba un tiempo antes de marchar a otro lugar que no era necesariamente el de partida; de la misma manera que el lugar de origen tampoco era el lugar de nacimiento30. Asimismo, esta autora nos indica que los Sindicatos de Oficio podían influir de forma importante en la circulación de la mano de obra, ya que a menudo intentaban organizar el funcionamiento del mercado de trabajo. La movilidad entre empresas era grande y muy fácil, y si se dejaba de trabajar en una de ellas se podía encontrar empleo en otra sin mayores problemas. Sorprende, por ejemplo, que en Artés, cuando se produjo un lock out en 1916 en la fábrica que proporcionaba trabajo a todo el pueblo, los vecinos pudiesen emplearse en otras fábricas cercanas. Y la misma impresión se obtiene cuando tras el acuerdo que en 1930 puso fin a una larga huelga en Navarcles, se pactó el retorno de los que habían encontrado trabajo en otros lugares31.
27Conviene prestar la atención a esta movilidad. Josep Oliveras nos remite a un documento de la Junta Provincial del Censo que describe como la coyuntura de las actividades industriales condicionaba la llegada y salida de la población de la urbe:
Así es de ver, que si las fábricas de hilados y tejidos de algodón funcionan con regularidad durante algún tiempo, aumenta el número de familias que huyen de los pueblos agrícolas para refugiarse en los centros fabriles en busca de trabajo; crece el número de operarios con motivo de nuevas edificaciones, a lo que se encuentran medios de vida albañiles, carpinteros, cerrajeros, pintores, hojalateros y otros diversos, o al contrario, cualquier contrariedad interrumpe estas corrientes y en poco tiempo se nota la falta de un sin número de familias que emigran a otras poblaciones, quedando solamente las que tienen creados intereses inamovibles o de difícil realización, que son los que en todo tiempo constituyen la verdadera población de Manresa.
La población flotante de esta ciudad excede en todo tiempo de un 25 por ciento del total de sus moradores: de ella forman parte no solo las numerosas familias dedicadas y que subsisten del arte fabril, si que también un núcleo de vecinos de los pueblos situados al norte de la provincia de Lérida que en la estación invernal huyen de la inclemencia de su país y derivan a los pueblos del llano, formando una manifestación de pauperismo; familias con residencia accidental, mal clasificados como vecinos en época de los trabajos censales32.
28Así pues, la Junta Provincial calculaba que la población flotante de Manresa era de un 25 %, y que en ella había individuos que habían practicado las migraciones invernales a las que nos hemos referido, quienes en su día iban y venían a la mencionada Manresa. Este hecho pone de relieve, una vez más, que la pluriactividad que se producía en otros sectores laborales no urbanos todavía era en esos años una forma de vida para muchas familias. Esta mezcla de tradición y modernidad la encontramos también en los pueblos en los cuales se concentraba el trabajo textil vista la abundancia de huertos y de algunas viñas que eran cultivadas por las familias de recién llegados. Por su parte, en las colonias industriales no faltaban nunca los huertos y los gallineros que explotaban los trabajadores de la fábrica para su consumo personal y familiar. Las migraciones estacionales descritas por Pau Vila de zonas con malas cosechas encajan perfectamente en esta descripción.
29Cabría preguntarse cuándo la población flotante de las ciudades comenzó a instalarse definitivamente en ellas. En Manresa, sabemos que la migración invernal se convertía en definitiva cuando el inmigrante se estabilizaba en su trabajo y procedía a traer a toda la familia. Varios factores ayudaban a ello: a) la destrucción progresiva de todas las fuentes de ingresos complementarios en los lugares de origen, ya fuese a causa de la caída de los precios agrícolas ya a la destrucción de las producciones locales destinadas a ser ofertadas a terceros como bienes y servicios; b) la paulatina especialización en el trabajo de las fábricas, la cual recomendaba reducir los cambios constantes de personal y proceder a una cierta fidelización de la mano de obra empleada; c) las ventajas que suponía vivir en una zona urbana, caso de mejores servicios y la escolarización de los hijos, la cual para ser efectiva demandaba de una cierta estabilidad física en un mismo lugar.
Mundo rural y mercado de trabajo textil
30Si en el siglo xviii encontramos muchas descripciones donde la mayoría de las mujeres del campo se dedicaban al hilado de la lana y esta era una de las actividades que contribuía a aumentar los ingresos del hogar, su desaparición y substitución por el hilado mecánico supuso un duro golpe para sus economías familiares. Sin embargo, a lo largo del siglo xix en la Cataluña interior, las fábricas ubicadas en el curso fluvial demandaban mano de obra femenina, la cual se encontraba ahora en los núcleos rurales cercanos. Ya no era posible trabajar en casa y las jóvenes que lo que habían hecho en el pasado, se trasladaban cada día o cada semana en función de la distancia a la fábrica. Las hijas del campesinado caminaban tres y cuatro horas hasta llegar al establecimiento en el que trabajaban toda la semana, se hospedaban en habitaciones para jóvenes o en casas de particulares, y regresaban a sus lugares de procedencia el fin de semana. Y así todo el año. Se conservan muchas descripciones de este fenómeno:
Los domingos o lunes (según el turno que hacían) se iban andando a pesar de las inclemencias del tiempo, a trabajar en las fábricas textiles de l’Ametlla de Merola, Horta, Avinyó y principalmente a Cabrianas (4 horas) donde iban también los chicos. En Cabrianas habían llegado a ser 105 trabajadores de Oló33.
El pueblo tiene fácil comunicación con las fábricas de tejidos del Vurés y del Borrás, donde trabajan casi todas las jóvenes de Marganell34.
La juventud, especialmente las chicas, hasta que se casan acostumbran a trabajar en las fábricas de hilados y tejidos de la colonia Valls, Súria, Antius y Callús35.
También había un piso llamado la cocina que la ocupaban las chicas solteras que procedían de los pueblos lejanos más de dos horas andando y que pasaban la semana en esta vivienda, con un gran número de fogones donde cocinaban. Una habitación con las camas completaba el piso36.
31Sabemos que en 1850 la Ametlla de Merola tenía una residencia para 150 jóvenes; en 1900 había otra en Cal Vidal y en Cal Pons, la cual se puso en marcha en 188737. Encontrar marido en el pueblo donde se trabajaba podía conducir a que la residencia de la joven se asentase en él, pero la decadencia de los recursos locales, esto es, la caída de los precios agrícolas, la filoxera, la pérdida de valor de los bosques, la crisis del carboneo y del aprovechamiento de otros recursos locales, convertía los ingresos de las hijas obtenidos en la fábrica en fundamentales y abocaba a las familias a emigrar definitivamente hacía las localidades donde estaban asentadas las fábricas de río. El ejemplo de Navarcles es revelador. En 1936, las personas nacidas en Talamanca eran 80 (el 34,2 % de la población de esta localidad), 96 de Calders (11,5 %), 101 de Rocafort (8,2 %) y 12 de Mura (3 %). De estos pueblos es de donde venían tradicionalmente las mujeres a trabajar a las fábricas locales38, y muchas acabaron quedándose en ellos a medida que la economía local de sus respectivos lugares de origen se fue debilitando39. Algo que seguramente ocurrió en todo el valle del Llobregat.
32De todo esto cabe concluir que el mercado de trabajo en la industria textil fue variando de forma significativa desde el siglo xviii, a consecuencia de los cambios técnicos que se fueron produciendo y de las modificaciones que conoció su localización geográfica. En este contexto, fueron los individuos con destreza y experiencia en el textil los que se fueron adaptando a las nuevas situaciones y geografías, los que emigraron a donde había trabajo. Sin embargo, en los primeros momentos la práctica de la pluriactividad y los salarios a preu fet no contribuyeron a estabilizarlos en el mercado laboral urbano. De ahí que los trabajadores se desplazasen de un lugar a otro con mucha facilidad, en función de la coyuntura y de las posibilidades de obtener y generar recursos para los suyos. Ahora bien, las nuevas industrias no atrajeron campesinos, todo lo contrario, estos resistieron mientras los recursos locales estuvieron valorizados y pudieron complementar sus ingresos domésticos con el fruto de las migraciones invernales o de las migraciones golondrina. Cuando esos recursos empezaron a desvalorizarse y a desaparecer, la atención que prestaron a otras producciones y la búsqueda de nuevas oportunidades laborales fue una realidad. En ese instante, los contactos y conocimientos adquiridos en las mencionadas migraciones invernales y las habilidades laborales desarrolladas en los lugares de procedencia nos ayudan a explicar entonces muchos de los negocios que estas personas montaron en los puntos de llegada.
De agricultor a agricultor a pesar de las migraciones
33La emigración del campo a ciudad suele interpretarse a menudo como un proceso de proletarización de los campesinos que tuvieron que adaptarse a las nuevas demandas de trabajo. En realidad, este proceso fue mucho más complejo: los campesinos que emigraban a la urbe procuraban desempeñar en ella el mismo oficio que en sus lugares de origen y, si acaso, era la nueva generación la que se integraba en los nuevos circuitos laborales. Lo vemos por ejemplo en la ciudad de Manresa. Allí, la mayoría de los campesinos registrados eran foráneos, a la vez que los campesinos específicamente locales iban desapareciendo. La urbe tenía un amplio campo en su entorno dedicado a regadío. En la segunda mitad del siglo xix, a medida que la industria textil crecía en su seno, también lo hacía el número de casas diseminadas construidas en dicho campo, las cuales eran ocupadas por campesinos procedentes de otras comarcas40. Por su parte, los campesinos nacidos en Manresa se concentraban sobre todo entre el distrito 5 (el barrio tradicionalmente campesino), las casas diseminadas alrededor del mismo (56-58 %) y el distrito 4 (17,8 %).
34Los datos que aportamos se refieren a una muestra de los censos de 1910 y 193641. Partiremos de ellos para ver dónde habían nacido. Advertimos entonces que en 1910 el 51 % de los campesinos censados en Manresa eran oriundos de fuera de la ciudad, tanto de los pueblos del entorno (17,3 %) como de mucho más lejos. En 1936, los nacidos en la urbe habían disminuido (40,6 %), y el 59,4 % provenía de otros lugares, y no únicamente de los pueblos próximos.
35Estos datos nos indican, por tanto, que los campesinos locales estaban siendo relevados por familias campesinas de inmigrantes que procuraban dedicarse a la agricultura; una dedicación que conocían y desempeñaban en sus lugares de origen. Estas eran las familias que ocupaban las nuevas casas diseminadas en torno a la ciudad y que aprovechaban la oportunidad que les brindaba su crecimiento urbano y sus tierras de regadío próximas. Si los cabezas de familia eran campesinos, no lo serían en cambio sus hijos, quienes solían encontrar empleo en el mercado laboral urbano.
Cuadro 2. — Localización en Manresa de los hogares con el cabeza de familia campesino (1910 y 1936)
Distrito | 1910 | 1936 | ||
no | % | no | % | |
1 | 24 | 7,84 | 16 | 5,46 |
2 | 37 | 12,09 | 41 | 13,99 |
3 | 20 | 6,54 | 12 | 4,10 |
4 | 52 | 16,99 | 52 | 17,75 |
5 | 96 | 31,37 | 80 | 27,30 |
Casas diseminadas | 77 | 25,16 | 92 | 31,40 |
Total | 306 | 100 | 293 | 100 |
Fuente: AHCM, muestra de los padrones municipales de Manresa de 1910 y 1936.
Cuadro 3. — Lugar de nacimiento de los cabezas de familia campesinos (1910 y 1936)
Procedencia | 1910 | 1936 | ||
no | % | no | % | |
Manresa | 152 | 49,67 | 119 | 40,61 |
Bages | 53 | 17,32 | 75 | 25,60 |
Bergadá | 13 | 4,25 | 16 | 5,46 |
Solsonés | 12 | 3,92 | 16 | 5,46 |
Lleida (provincia) | 30 | 9,80 | 24 | 8,19 |
Cataluña (otros) | 34 | 11,11 | 23 | 7,85 |
Fuera de Cataluña | 9 | 2,94 | 15 | 5,12 |
Nc/No identificado | 3 | 0,98 | 5 | 1,71 |
Total | 306 | 100 | 293 | 100 |
Fuente: AHCM, muestra de los padrones municipales de Manresa de 1910 y 1936.
36Para profundizar en esta cuestión, hemos calculado las profesiones de la esposa, hijos e hijas de los campesinos nacidos en Manresa y los de las esposas, e hijos de los dos sexos de los campesinos oriundos de fuera de la ciudad. Lo sorprendente es que los resultados no muestran cambios significativos. Para obtenerlos, hemos recurrido a los datos del censo de 1920 —del que tenemos una muestra vaciada del 5 %, que ha sido corregida con los datos del censo obrero de Manresa— y a la misma información contenida en el censo de 1936, que es muy fiable en el tema de la ocupación laboral (cuadros 4 y 5).
Cuadro 4. — Profesión de las esposas, hijos e hijas de los campesinos nacidos en Manresa
Año | Parentesco | Campesinos | Textil | Comercio | Otros | Desc. | No trabaja |
1920 | Esposa | 2,4 | 4,9 | 0,0 | 2,4 | 0,0 | 90,2 |
Hijo | 48,4 | 12,9 | 0,0 | 25,8 | 6,5 | 6,5 | |
Hija | 0,0 | 63,6 | 0,0 | 9,1 | 0,0 | 27,3 | |
Otros familiares | 26,7 | 13,3 | 0,0 | 6,7 | 0,0 | 53,3 | |
Total | 18,3 | 20,2 | 0,0 | 11,0 | 1,8 | 48,6 | |
1936 | Esposa | 0,4 | 18,9 | 1,3 | 0,9 | 0,0 | 78,4 |
Hijo | 42,9 | 10,6 | 7,6 | 27,6 | 2,4 | 8,8 | |
Hija | 0,0 | 62,6 | 0,8 | 8,1 | 0,8 | 27,6 | |
Otros familiares | 8,7 | 18,4 | 1,9 | 19,4 | 0,0 | 51,5 | |
Total | 13,3 | 25,2 | 3,0 | 12,7 | 0,8 | 44,9 |
Fuente: AHCM, padrones municipales de Manresa de 1920 y 1936.
Cuadro 5. — Profesión de las esposas, hijos e hijas de los campesinos nacidos fuera de Manresa
Año | Parentesco | Campesinos | Textil | Comercio | Otros | Desc. | No trabaja |
1920 | Esposa | 0,0 | 5,0 | 0,0 | 0,0 | 0,0 | 95,0 |
Hijo | 50,0 | 6,3 | 0,0 | 37,5 | 6,3 | 0,0 | |
Hija | 0,0 | 53,8 | 0,0 | 15,4 | 0,0 | 30,8 | |
Otros familiares | 0,0 | 28,6 | 0,0 | 14,3 | 0,0 | 57,1 | |
Total | 14,3 | 19,6 | 0,0 | 16,1 | 1,8 | 48,2 | |
1936 | Esposa | 0,0 | 19,8 | 0,8 | 0,8 | 0,0 | 78,6 |
Hijo | 36,2 | 14,3 | 7,6 | 28,6 | 3,8 | 9,5 | |
Hija | 0,0 | 64,5 | 1,3 | 7,9 | 1,3 | 25,0 | |
Otros familiares | 7,1 | 25,0 | 3,6 | 19,6 | 0,0 | 44,6 | |
Total | 11,4 | 28,3 | 3,3 | 13,0 | 1,4 | 42,7 |
Fuente: AHCM, padrones municipales de Manresa de 1920 y 1936.
37Tanto en 1920 como en 1936, las esposas de los campesinos no trabajaban en una profesión diferente a la de sus respectivos maridos. Declaraban ejercer como tarea las ocupaciones propias de «su sexo», pero lo cierto es que complementaban el trabajo que estos realizaban en el campo. Por lo demás, no se aprecian diferencias relevantes entre los campesinos nacidos en la ciudad y los foráneos. Entre los primeros, la mitad de sus hijos siguen el oficio del padre en 1920, porcentaje que se reduce en 1936; y lo mismo entre los segundos. La única diferencia entre ellos es que los que trabajan lo hacen en ramos diferentes al textil. Es como si a los hijos de los inmigrantes les fuese más difícil entrar en las fábricas. Las hijas de los campesinos de Manresa, en cambio, se empleaban en el textil en una proporción similar en 1920 y 1936: el 63 %, mientras que, y con las lógicas diferencias, las hijas de los campesinos inmigrantes se comportaban de una forma parecida.
38La conclusión es clara: los campesinos llegados del Bages o de pueblos más lejanos, venían a la ciudad para hacer de campesinos. No hacían este trabajo como una mera actividad residual, sino que era la principal y la desempeñaban de manera plenamente consciente. Los hijos de los campesinos, sea los nacidos en la ciudad o los nacidos fuera, continuaban en el oficio del padre. Por su parte, las hijas se orientaban al trabajo en la fábrica. Esto significa que en los lugares de procedencia de los campesinos que ahora llegaban a Manresa el ejercicio de la agricultura había dejado de ser una oportunidad, lo que no quiere decir que todavía no lo fuese en otras localidades, como en la mencionada Manresa, una ciudad que al mismo tiempo ofrecía claras oportunidades de promoción social para sus hijas. En suma, era irse del campo para acabar trabajando en el campo. Esta es la otra cara de la destrucción y construcción de los mercados de trabajo asociada a la inmigración urbana que pocas veces, o nunca, se considera.
Pueblos especializados: la adaptación de la tornería y la destrucción de producción de horcas para trillar
39Este tipo de pueblos eran aquellos que se especializaban en la producción de un determinado producto, el cual era luego comercializado en un mercado amplio, caso de la Península Ibérica o las colonias americanas. Haremos referencia solo a dos ejemplos: Torelló, en Osona, que se especializó en el torneado de piezas de madera o de asta, y Alentorn, en La Noguera, cuyos habitantes se dedicaban, junto a otras actividades agrícolas, a la producción de horcas para trillar.
40Aunque es una actividad poco conocida, en el siglo xvii ya se menciona en las fuentes a los torneros y fabricantes de peines de asta de Torelló y Sant Pere de Torelló, mientras que fuera de Cataluña era Zamora la que destacaba por la producción de peines de asta, la cual procedía en su caso de Galicia y Madrid42. Frigola, en su trabajo de 1824, hacía alusión al hablar de este pueblo a «peines de madera y asta, tinteros, botones y otros obrajes de tornero», y en el diccionario de Madoz se dice que la «tornería y peinería es la industria más próspera tanto de boj como de hasta. Se exporta desde Barcelona a todos los mercados de la Península y la isla de Cuba»43.
41La producción se realizaba en pequeños talleres, cuyos dueños iban a buscar madera a los bosques, luego la secaban y torneaban gracias a un torno de ballesta manual. Solo hay que pensar en la cantidad de productos de madera cuyas formas proceden de trabajos de tornería. Algunos autores nos proporcionan listas de ellos que, pese a todo, son incompletas: puños de paraguas, bases de la brochas de afeitar, anillas, vasos, cajas, estuches, rosarios, bolillos para puntas, huchas, juguetes de madera, piezas de ajedrez… Asimismo en el siglo xix hubo una enorme demanda de este tipo de piezas por parte de la industria textil —rodetes, bitlles, lanzaderas, garrotes de los telares, etc.— que los necesitaba para su funcionamiento cotidiano. Seguramente los mismos artesanos de Torelló comercializaban sus productos, aunque también eran los fabricantes los que iban a buscar su producción. La actividad proporcionaba pues una gran cantidad de trabajo a los habitantes de la localidad. El comentado crecimiento de la demanda llevó a modernizar la producción, sobre todo, en lo relativo a la fuerza motriz que movía los tornos, ya que en sí mismo el torneado continuaba dependiendo de las habilidades manuales. Así, fue en 1875 que se instaló la primera máquina de vapor44.
42La demanda de productos torneados fue cambiando con el tiempo. El asta por ejemplo, de la que se producían peines, brocales de botellas (500 000 en un año), canoncillos para guardar agujas, tinteros, huevos para coser, dedales…, se importaba del Ariège francés, de Argentina y Alemania. La crisis en este caso llegó con la aparición de materiales sintéticos y con la desaparición de algunos productos, caso de los brocales de asta que fueron substituidos por los de plástico45. Cuando la industria textil entró en crisis y los telares de garrote desaparecieron, los rodetes pudieron ser de plástico y no de madera torneada; pero al mismo tiempo que el interés por esas piezas decaía, también apareció una nueva demanda de productos, lo que explica que la industria de la tornería en Torelló sigua viva aún, adaptada a esa nueva demanda e incorporando tecnología moderna al torneado. Es obvio pues que un pueblo especializado en una producción concreta es capaz de adaptarse a los cambios técnicos y de la demanda46.
43Otro ejemplo de especialización es lo sucedido en el pueblo de Alentorn, cuyos habitantes se convirtieron en los grandes fabricantes de horcas de madera que se vendían en toda Cataluña y buena parte de España. Unos instrumentos que eran utilizados durante la trilla para remover las mieses, hacer pajares o remover la hierba. Por lo menos desde el siglo xviii este pueblo se dedicaba a su producción y exportación sistemática. Para ello, cultivaban el lledoner (almez), como si fuese un almendro o un olivo durante cinco o seis años, y cuidaban sus ramas para obtener las horcas con los pollegons (picachos) necesarios. Luego estos se cortaban, cuidando asegurar su reproducción para una nueva cosecha, se llevaban al obrador donde eran pelados, secados y se les daba la forma deseada. En su producción trabajaba toda la familia, una actividad cuyos ingresos complementaban con los que procedían de la producción agrícola47.
44A finales del siglo xix en Alentorn se producían unas 8 000 docenas de horcas que eran vendidas a las zonas cerealícolas de Cataluña, Aragón y Castilla. Sabemos que el forcaire intentaba tener su producción lista para antes de la cosecha, que es cuando se necesitaba, y era entonces cuando cargaba su mula y se iba de pueblo en pueblo o de masía en masía ofreciendo su producto. Pero, sobre todo, era entonces cuando se iba a la feria de Pons, que estaba especializada en este producto, e iba siguiendo la ruta de las ferias hasta llegar a la de Solsona, que se celebraba a finales de julio, donde se vendían los sobrantes. Seguramente, había comerciantes y arrieros que las compraban en estas ferias y las transportaban a otros lugares lejanos de la Península donde vendían un producto que era muy apreciado48. Era una producción familiar aunque toda la comunidad compartía la técnica de su producción.
45La demanda de forques fue disminuyendo a medida que el proceso de trillar se mecanizó y los pajares fueron desapareciendo. No había una demanda alternativa a las forques (hoy son un simple elemento decorativo), entre otras cosas, porque el cultivo del almez no se podía reconvertir y la tecnología que substituía la forca (los nuevos tractores y cosechadoras) estaban muy lejos de las capacidades de los campesinos de Alentorn. En este caso la industria desapareció en su totalidad. Las capacidades de los forcaires de Alentorn no se adaptaron al cambio tecnológico, y aquí el ciclo de migraciones habría tenido un protagonismo sociodemográfico diferente al de Torrelló.
Conclusión
46La evolución de los mercados de trabajo es mucho más compleja que lo que a menudo se ha pensado. Los campesinos se fueron a la ciudad atraídos por la demanda de nuevas oportunidades de trabajo. Pero ¿a qué trabajo? En esta investigación hemos querido poner de manifiesto que los cambios técnicos que se suceden en el proceso productivo, la introducción de nuevas materias primas o la aparición de nuevos medios de transporte, dieron lugar a una crisis en los mercados laborales y las estructuras productivas tradicionales. Por esta vía, los mercados de trabajo tradicionales eran destruidos y, a menudo, también las capacidades laborales de los individuos. Pese a ello, estos intentaban adaptarse a la cambiante situación a partir de sus experiencias de trabajo y conocimientos técnicos previos, siendo capaces en ocasiones de generar nuevas oportunidades productivas.
47Este proceso no es lineal, y la construcción y destrucción de los mercados de trabajo fue constante en los distintos ámbitos productivos considerados, sea en las economías de Antiguo Régimen o durante las primeras fases de la industrialización. Para mostrar esto hemos acudido a cuatro ejemplos:
- Las migraciones invernales de los habitantes de los Pirineos, un fenómeno estructural que estaba perfectamente adaptado a las dinámicas económicas urbanas y que cuando se convirtieron en emigraciones definitivas, lo hicieron por la destrucción que conocieron los mercados de trabajo en los lugares de partida. Esto hizo que quienes las practicaban acabasen integrándose en especialidades productivas en el mundo urbano que tenían que ver con su experiencia laboral anterior.
- La red de hiladoras y tejedores de la protoindustria lanera, que fue destruida con la aparición de nuevas máquinas de hilar y telares mecánicos. En este caso, las migraciones hacia la nueva geografía textil que se iba conformando, condicionada en parte por los ríos, no procedían del campo sino de comarcas donde la industria textil había estado arraigada y sus habitantes tenían una capacidad laboral previa.
- Los campesinos que emigraban del campo a ciudades como Manresa, donde intentaban ocuparse en la agricultura, que era la dedicación que mejor se adecuaba a sus capacidades, por lo que a este nivel se comportaban exactamente igual que los agricultores de la misma ciudad.
- La evolución de dos pueblos especializados, uno en la producción de piezas torneadas de madera y de asta y otro dedicado a la producción de forques para la trilla. En ambos casos, es de esperar que los cambios en la demanda llevarían a su destrucción. Sin embargo, como hemos podido apreciar, en uno de esos pueblos los individuos fueron capaces de reinventarse y adaptarse a las nuevas demandas del mercado e introducir mejoras técnicas en el proceso productivo al objeto de superar las progresivas destrucciones del mundo artesanal tradicional al que se veían abocados. Por el contrario, los habitantes de Alentorn fueron incapaces de llevar a cabo esa adaptación, al no existir una demanda sostenida de su producto ni poder adaptarse a sus cambios, visto que el cambio técnico era demasiado complejo para poder ser asumido por ellos, de ahí la desaparición de su industria local.
48En definitiva, la transformación de los mercados de trabajo debería pues estudiarse desde este proceso de construcción y destrucción, viendo como afectó a las capacidades de los individuos y si estos fueron capaces de adaptarse al mercado naciente a partir de sus anteriores experiencias laborales.
Notes de bas de page
1 Este trabajo se enmarca dentro del proyecto de investigación I+D+i «Crisis y reconstrucción de los mercados de trabajo en Cataluña (1760-1960). Ocupaciones, culturas del trabajo y estrategias adaptativas (HAR2014-57187-P)».
2 Las aportaciones de Amartya Sen son especialmente relevantes en este sentido. La destrucción de los mercados de trabajo locales implica también la destrucción de las capacidades de los individuos y sus utilidades y su adaptación a los nuevos mercados que se están creando tiene sus dificultades. Estas ideas aplicadas tradicionalmente al Tercer Mundo deben aplicarse también a las sociedades occidentales en proceso de cambio (Sen, 1993 y 2000).
3 Sobre el dinamismo del mercado de trabajo véase Camps Cura, 1995; Goose (ed.), 2007; Leboutte, 1988; Rosenbloom, 2002; Sarasúa, Gálvez, 2003; Soto Carmona, 1989; Wrigley, 1990. Véase también Grantham, 1994; Postel Vinay, 1994; De Vries, 1994.
4 Ferrer-Alòs, 2007.
5 Pueden encontrarse más información sobre este proceso en Ferrer-Alòs, 2009. Sobre migraciones de pueblos de montaña véanse Fontaine, 2005; Poitrineau, 1983.
6 Así pues a partir de los datos de personas ausentes por sexos de los pueblos de Cataluña el año 1887 y 1900 hemos calculado un índice de ausentes (residentes ausentes / residentes presentes + ausentes x 100). Los datos brutos de estos censos de población pueden consultarse en la web del Centre d’Estudis Demogràfics <http://www.ced.uab.es/>
7 Citado en Serra, Ferrer-Alòs, 1985, p. 200.
8 Ibid., p. 201.
9 Boixareu, 1989, p. 67.
10 Gutiérrez Perearnau, 1996.
11 Vila, 1984.
12 «En temps d’hivern baixaven a ciutat amb una carrega dels articles que hom manufacturava en els teleres d’aquells pobles i viles, i a més amb uns quants bots de mantega i algunes lliures de tòfones i moixernons. Amb una cistella al braç, unes quantes canes de tela la coll, una mitja cana en la cistella i una romaneta a la ma recorrien les places i carrers d’aquesta ciutat pregonant “mantega fresca”» (ibid., pp. 154-157).
13 «A la banda española la majoria dels que emigren marxen a fer de vaquers i sobretot de cansaladers a Barcelona. Alguns hi fan també de cuiners. Altres van a fer carbó a la Selva, als voltants de la Plana de Vic i a l’Alt Vallès […]. D’Alp alguns van per avall a fer parets de pedra seca i de Das tres o quatre famílies van a les fabriques del Ter. D’alguns pobles també a l’hivern van noies a servir a Barcelona però en general hi passen tot l’any» (ibid.).
14 «D’aquells mantegaires s’originaren algunes botigues que encara subsisteixen a Barcelona pels volts de Santa Maria del Mar i altres es transformaren en poderoses cases comercials modernes. Molts dels que hi anaren a fer de vaquers o de cansaladers s’hi han establert per llur compte. Del 400 tocinaires que hi ha a Barcelona, les ¾ parts aproximadament són cerdans. Els Iglesies d’El Puig, els Fortuny d’Osseja, els Taberner de Guils en són un bon exemple. El Barato, la Filosofia i altres establiments de roba són cerdans i ho són també algunes de les millors carnisseries de Marsella» (ibid., p. 134).
15 «Els homes i la jovenalla haurien d’anar-se’n com tant anys ho han de fer, pero encara atrets per la terra, amb les pluges tornen».
16 «Les famílies no haurien de desmembrar-se, perqué ja no caldria que els homes haguessin d’anar a guanyar el pa a fora. Aquesta pluja ha vingut tan bé que haurá aturat molta gent d’anar-se’n a buscar-se feina a Barcelona i la seva rodalia, que és on fan cap quan tan sovint ens escurcen els mitjans de viure» (ibid.).
17 «Hi havia més de 400 homes guanyant-se la vida per fora (Barcelona, Martorell, Mollet, Mataró); amb el que ha plogut, alguns potser tornaran» (Vila, 1962-1963, art. «La Palma»).
18 «Amb tot n’hi ha que es queden fora, si han trobat una bona ocupació. Aquesta gent terrasana té un fort tirat a anar a les fabriques; son tants els palmarenchs que hi ha a Sabadell, que al poble ja diuen que «Sabadell» és un carrer de la Palma» (ibid., pp. 84-85).
19 Benault, 1997; Torras Elias, 1984.
20 Según el censo de manufacturas de 1784 —que da una perspectiva general pero es muy poco fiable— en Cataluña había 845 telares que tejían lino y cáñamo, 1 147 de lana, 4 984 de seda, 3 064 de algodón y 798 de medias y gorros (Miguel López, 1996). En muchos pueblos no se especifica la cantidad de telares. Sobre la manufactura de la seda véase Segura Mas, 1991.
21 Okuno ha mostrado como en el último tercio del siglo xviii, en algunas zonas laneras ya se estaba hilando y tejiendo algodón (Okuno, 1999).
22 Ferrer-Alòs, 2011.
23 Id., 2000.
24 Camps Cura, 1990 y 1995.
25 Oliveras Samitier, 1985.
26 Camps Cura, 1995.
27 Ferrer-Alòs, 1996, p. 327.
28 Ibid., p. 326.
29 García Balaña, 2000 y 2004.
30 Camps Cura, 1995, p. 92.
31 Ferrer-Alòs, Benet Clara, 1990.
32 Oliveras Samitier, 1986, p. 45. Lo mismo recogía una Memoria sobre el cólera en el año 1885: «[…] debiendo tener en consideración, que sufre altas y bajas [la ciudad de Manresa] pues una crisis obrera por poco duradera que sea, disminuye notablemente su población».
33 «Els diumenges o dilluns (segons el torn que feien) se n’anaven a peu, malgrat les inclemències del temps, cap a treballar a les fabriques textils de l’Ametlla de Merola, Horta, Avinyó i principalment, a Cabrianes (4 hores) on anaven també els nois. A Cabrianes havien arribat a ser 105 treballadors d’Oló. Tornaven el poble el dissabte» (Sant Maria d’Oló, véase Feixa, 1975, p. 4).
34 «El poble té fácil comunicacó amb les fabriques de teixits del Vurés i del Borràs, on treballen gairebé totes les fadrines de Marganell» (Flori, 1947, p. 13).
35 «L’element jove, principalment les noies, fins que contreuen matrimoni, acostumen a treballar en les fabriques de filats i teixits de la colònia Valls, Súria, antius i Catllús» («Crónica Sant Mateu de Bages», 1930, pp. 193-196).
36 «També hi havia el pis anomenat la cuina que l’ocupaven noies solteres que procedien de pobles allunyats més de dues hores a peu i que passaven la semana en aquest habitatge, proveits d’un gran rengle de fogons on cuinavaen. Una habitació amb els llits completava la instal.lació del pis» (Castellbell i Vilar, véase Masast Llover, 1997, p. 129).
37 Enrech Molina, 2003, p. 138.
38 El porcentaje de Rocafort es reducido porque el término municipal está formado por un núcleo agrícola (más cercano a Navarcles y de donde venían a trabajar las mujeres) y otro industrial más alejado.
39 Ferrer-Alòs, 1989.
40 Oliveras Samitier, 1986.
41 Hemos vaciado el 25 % de los censos de Manresa de 1910 y 1936, Arxiu Històric Comarcal de Manresa (AHCM). También hemos utilizado el censo de 1920 del que hemos vaciado el 5 % de forma nominativa y lo hemos cruzado con el Censo Obrero de Manresa para poder dar fiabilidad a la ocupación especialmente femenina. Estos datos forman parte de la base de datos del grupo de investigación «Treball, Institucions i Gènere» de la Universidad de Barcelona.
42 Zamora, 1973, p. 69.
43 Madoz, 1985, t. II, p. 415.
44 Verdaguer Reig, 1992a, 1992b y 2004.
45 Puchades, 1975.
46 Véase un directorio actual de la tornería en Torelló <http://www.museudelatorneria.cat/ca/directori/directori.php>
47 En el año 1842, en Alentorn había una fábrica de aguardiente y un molino de aceite (Madoz 1985, t. I, p. 31).
48 Farell Domingo, 1982a y 1982b.
Auteur
Universitat de Barcelona
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Orígenes y desarrollo de la guerra santa en la Península Ibérica
Palabras e imágenes para una legitimación (siglos x-xiv)
Carlos de Ayala Martínez, Patrick Henriet et J. Santiago Palacios Ontalva (dir.)
2016
Violencia y transiciones políticas a finales del siglo XX
Europa del Sur - América Latina
Sophie Baby, Olivier Compagnon et Eduardo González Calleja (dir.)
2009
Las monarquías española y francesa (siglos xvi-xviii)
¿Dos modelos políticos?
Anne Dubet et José Javier Ruiz Ibáñez (dir.)
2010
Les sociétés de frontière
De la Méditerranée à l'Atlantique (xvie-xviiie siècle)
Michel Bertrand et Natividad Planas (dir.)
2011
Guerras civiles
Una clave para entender la Europa de los siglos xix y xx
Jordi Canal et Eduardo González Calleja (dir.)
2012
Les esclavages en Méditerranée
Espaces et dynamiques économiques
Fabienne P. Guillén et Salah Trabelsi (dir.)
2012
Imaginarios y representaciones de España durante el franquismo
Stéphane Michonneau et Xosé M. Núñez-Seixas (dir.)
2014
L'État dans ses colonies
Les administrateurs de l'Empire espagnol au xixe siècle
Jean-Philippe Luis (dir.)
2015
À la place du roi
Vice-rois, gouverneurs et ambassadeurs dans les monarchies française et espagnole (xvie-xviiie siècles)
Daniel Aznar, Guillaume Hanotin et Niels F. May (dir.)
2015
Élites et ordres militaires au Moyen Âge
Rencontre autour d'Alain Demurger
Philippe Josserand, Luís Filipe Oliveira et Damien Carraz (dir.)
2015