Sobre la presente edición
p. 105-109
Texte intégral
Criterios de transcripción
1El manuscrito de Felipe Frutos es la obra de un autodidacta, en una época aún con incertidumbres fónicas y ortográficas, por lo que, para su transcripción, hemos tomado en cuenta dos criterios principales, quizá en alguna medida contradictorios: por un lado, facilitar lo más posible la lectura; por otro, intentar no traicionar el texto. Con esta finalidad de acercar el autor al lector, aunque la base de partida ha sido realizar una transcripción literal modernizada1, se ha optado por un modelo de carácter más divulgativo, prescindiendo del específicamente paleográfico. En consecuencia, se ha armonizado la puntuación, conservando solamente la indispensable original para la adecuada interpretación textual, se han actualizado las tildes, desarrollado todas las abreviaturas y corregido la ortografía de algunas palabras, caso, por ejemplo, de las escasas escritas con consonantes repetidas: ya estamos en el siglo xviii, y es palpable el reajuste de las consonantes sibilantes producido a lo largo de las dos centurias anteriores. Para las palabras en las que se ha preferido su modernización, esta se ha realizado de acuerdo con los criterios vigentes de ortografía y gramática de la Real Academia Española. Por el contrario, se han dejado nombres propios de persona y de lugar en su forma original con objeto de respetar sus denominaciones en tiempos de Frutos, o las empleadas por el propio autor.
2El texto redactado en los inicios del Setecientos por nuestro soldado-jesuita, instruido a sí mismo y tal vez algo disléxico, presenta, también como consecuencia de estos condicionantes previos, cierta inestabilidad en los sonidos y grafías, en particular en las vocales, por lo que Frutos lo mismo puede escribir «refocilar» que «refucilar», «refectorio» que «refitorio», con algún que otro «bocolica» y «arnillas» en vez de «bucólica» y «armillas», «Escurial» por «Escorial», o «almagacén» en lugar de «almacén», aunque estos últimos son de uso relativamente común todavía en el siglo xviii, por ejemplo. No hemos querido borrar totalmente tal aspecto; solo se han efectuado algunas correcciones para que los «[sic]» no sean demasiado numerosos y molestos para la lectura, de manera que se considere que esas aproximaciones son el medio más plausible para oír algo de la voz del protagonista. Y con el fin de alterar lo menos posible sonidos y hasta gramática personales del buen Felipe, si hemos trasladado «iniesta» al moderno «enhiesta», es porque la introducción, entre otras, de la «h» es cambio menor en esos dominios, mientras que, por ejemplo, si se hubiera reemplazado «rompido» por «roto», el sabor arcaizante que acompaña el término se habría perdido.
3Por esa razón y por otras, aunque Frutos atormentó la toponimia, todavía incierta en algunos casos, se han mantenido las grafías y tildes originales (o su inexistencia) en estos vocablos, recogiendo en el Anexo del final de este volumen las equivalencias actuales. De igual manera, es una toponimia compleja cuando, como en Cataluña, es reñida entre castellano y catalán. Uno de los casos más notables es Seo de Urgel (o La Seu d’Urgell), que se convierte en «Asseo de Urgel» bajo la pluma del autor; menos se le puede reprochar el trastornar Montjuïc (en catalán) o Montjuich (en español) en «Monjuiq». En cuanto a los nombres náhuatles, son identificables fonéticamente con algún cuidado, como «Tlaguaq» en vez de Tláhuac, «Stapalapa» o «Yztapalapam» por Iztapalapa. Y hemos seguido la misma práctica con los nombres propios de persona, de embarcaciones y títulos nobiliarios, sin actualizar grafías ni tildes, manteniendo siempre la mayúscula inicial.
4Yendo más en profundidad, también se han aplicado algunos otros criterios que conviene destacar: los diálogos se han transcrito de acuerdo con la presentación del manuscrito, sin añadir entrecomillados ni guiones, se han mantenido los subrayados originales, así como los laísmos/leísmos empleados por Frutos en algunas expresiones («la dijeron», «le concluiremos»…), y se ha optado por no resaltar en cursiva las palabras o frases en latín, catalán o portugués, ni los nombres de navíos o los de algunos títulos de obras citadas, prefiriendo aquí una transcripción conforme a la letra del texto. Por el contrario, se han añadido entre corchetes algunos vocablos para mejorar la comprensión del original, caso del pronombre reflexivo con el verbo «encontrar», al igual que algunos otros que nuestro protagonista parece haberse olvidado al redactar. Pero siempre que ha sido posible, como cerros testigos de cierto paisaje lingüístico pasado y personal, hemos preferido dejar indemnes los testimonios de Frutos en su relación con la escritura y hasta, tal vez, con su dicción, esperando que desde donde esté pueda probar sin hacer demasiadas muecas la salsa con la cual hemos condimentado su texto.
5Estos mismos rasgos se reflejan también en la transcripción de los diversos, largos y aplicados cuadros y listados de personas, lugares, horas y enseres que Felipe ha incluido, más bien hacia el final, en su manuscrito. Cualquier persona no se hubiera tomado el tiempo y la molestia de dar a su hipotético lector una sopa tan peculiar como el manejo horario de Roma, heredado de los antiguos romanos (fig. 10), o la lista de las iglesias de la Ciudad Santa, o sobre todo el minucioso listado final de los pueblos por donde ha pasado (fig. 11). No era habitual para alguien de su tiempo tal presentación. Hay que reconocer que la transcripción de estos cuadros y listados ha sido también una hazaña para los editores de esta obra, tratando de adecuarlos lo más posible al original, aunque no siempre se ha podido respetar la distribución del texto que presenta el manuscrito. Sin duda, este aliño contemporáneo hubiese gustado a Felipe: es, y sus cuadros lo demuestran, un espíritu abierto a la novedad, la modernidad.
El mundo de Frutos a salto de mata
6La presente edición del manuscrito de Frutos se acompaña de una decena de mapas insertos al final de este presente epígrafe, que recogen los principales trayectos plasmados en el texto sobre la base de un primer mapa, síntesis del conjunto de los viajes de nuestro protagonista; todos ellos han sido elaborados por Carlos Roberto Cruz Gómez a partir de mis propuestas. Su realización ha exigido mucha perspicacia por parte del cartógrafo, con el apoyo de la editora y el mío propio, sobre todo tratándose de ventas y demás mesones, hoy problemáticos en cuanto a su identificación. El punto de partida ha sido el conjunto de itinerarios que Frutos transcribe al final de su relato general2, recogiendo sus viajes desde marzo de 1705 a diciembre de 1711. En nuestra decisión de cartografiar esos trayectos tan solo acompañamos la voluntad del autor, lo que él mismo consideró una de las mayores justificaciones de su manuscrito: sus andanzas por el mundo. Para la realización de los mapas ha sido imprescindible la lectura cuidadosa de los párrafos donde aparecen los topónimos, y a veces se ha necesitado incluso haber recorrido personalmente ciertos espacios, como es el caso de los itinerarios en Francia entre Tolosa y Montpellier. Con estos mapas se propone acompañar visualmente a Frutos en sus peregrinaciones y contribuir a una historia de los viajes en esa época, tomando en cuenta los lugares, las etapas, los caminos y los tiempos necesarios para efectuar los recorridos, y que esas rutas tienen un espesor cronológico de varios siglos, si no milenios, transitadas por humanos, bestias, mercancías3.
7Hemos optado por no cartografiar las tribulaciones de su época de soldado en Cataluña en la última década del siglo xvii, periodo que no cabe en la lógica del viaje sino en la de las operaciones militares que escapan al entendimiento de un simple soldado como nuestro Felipe, y aún más al de sus lectores4. Además, en esos años Frutos no había empezado todavía a redactar su diario, y esas caminatas por los Pirineos no tienen la precisión de sus futuros viajes después de 1705.
8Llamamos la atención, en particular, sobre los cuatro mapas que se refieren al triángulo Acapulco-México-Veracruz: era entonces la garganta terrestre de lo que se llama hoy la primera globalización, uniendo Asia (China) a Europa. Una garganta por lo demás muy frágil, como se puede percibir en la lectura del manuscrito, sobre todo rumbo a Acapulco desde México, con veredas en vez de caminos, mesones muy inciertos, y que a veces han sido difíciles de localizar. En el lado atlántico (México-Veracruz), son verdaderas vías-carreteras, con albergues que perduran, a veces tienen un destino literario de primera importancia, como el de Los bandidos de Río Frío, de Manuel Payno, publicado por entregas en folletín a finales del siglo xix. En cuanto a los mapas que desgranan los trayectos entre Barcelona y Cádiz, Madrid y Marsella, Génova y Roma (y viceversa), y entre Alicante y de nuevo Madrid, si los acompañamos de la lectura de Peregrinaciones en sus partes correspondientes, permiten viajar entre tres universos distintos, donde paisajes, caminos y hospitalidad son radicalmente diferentes: el Infierno español, el Purgatorio italiano, el Paraíso francés.
9Para la geolocalización de los pueblos, ventas, unidades productivas —como ranchos o haciendas— y algunos lugares específicos por donde transitó el jesuita durante su estancia en la Nueva España, Carlos Roberto recurrió tanto a fuentes impresas como digitales. En concreto, para la identificación y ubicación de las ciudades, de los pueblos y de las villas fueron esenciales las obras de Peter Gerhard5, Dorothy Tank de Estrada6, así como el banco de datos reunido en el Diccionario Geográfico de Hispanoamérica, disponible en HGIS de las Indias7. El contraste de la información de estos recursos nos permitió ubicar con certeza puntos concretos. Sin embargo, en el caso de las ventas, su georreferenciación fue más compleja porque el nombre del establecimiento no estaba sistemáticamente asociado al topónimo de algún pueblo. Por fortuna, Frutos refirió de manera constante las distancias entre un punto y otro, lo que nos permitió hacer cálculos «equivalentes» de las longitudes castellanas a las del Sistema Métrico Decimal a través del Sistema de Información Geográfica (SIG) de Google Earth para asentar su localización. Una herramienta complementaria en esta labor fue el mapa de Nombres Geográficos de la toponimia de la República Mexicana8. Gracias a esta se pudo correlacionar dónde se ubicaba la venta con bastante fiabilidad; asimismo, dejó observar qué asentamientos existían desde el dominio español y por lo tanto se descartaron los topónimos de aquellos que probablemente obedecieron al crecimiento demográfico del último tercio del siglo xix y al de la siguiente centuria. Por último, este mismo mapa del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) mexicano fue la guía para ubicar puntos geográficos como ríos, cañadas y otros sitios indicados por el jesuita. En estos cuatro mapas relativos a los trayectos de Frutos por el Nuevo Mundo se han especificado entre paréntesis los nombres originales por él recogidos en aquellos topónimos en los que queda cierta duda sobre su identificación; lo mismo en el caso de ventas citadas en el manuscrito que se localizan en la actualidad en lugares con una denominación diferente a la empleada por nuestro autor.
10Toda la información señalada fue procesada en el Sistema de Información Geográfica Quantum Gis (QGIS), donde se recrea a escala el relieve —representado a partir de modelos digitales de elevación obtenidos del INEGI para el caso novohispano y MapTiler para el europeo—, así como los derroteros fijados en esos territorios y recorridos por Frutos.
11Los topónimos de los mapas se han modernizado para una mejor comprensión por parte del lector. En la medida de lo posible están en castellano, criterio que hemos seguido también para aquellos que, siendo de origen francés o italiano, tienen equivalente en español. Para ver las correspondencias de estos nombres actuales con los originales recogidos por el soldado-jesuita, remitimos de nuevo al Anexo del final de este presente volumen: es otra manera de penetrar en el mundo lingüístico (y personal) de Frutos.
Notes de bas de page
1 Tanodi, 2000, pp. 262-266.
2 Véase Frutos, Peregrinaciones, pp. 460-464.
3 Sobre todas estas cuestiones remitimos al cap. ii, y en particular al apartado «Viajar en aquellos tiempos» (pp. 54-62).
4 Para quien quiera hacer su propia reconstrucción de los espacios recorridos por Frutos como soldado, disponemos del apoyo de una importante cartografía de la época para Cataluña; véase en particular los mapas albergados en el sitio web del Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya [disponible en línea].
5 Gerhard, 1986.
6 Tank de Estrada, 2021.
7 Disponible en Sistema de información histórico-geográfica (HGIS) de las Indias (1701-1808), dataverso disponible en línea, cuyo contenido alberga conjuntos de datos espaciales de la Hispanoamérica colonial (asentamientos, entidades administrativas civiles y eclesiásticas en varios niveles, pueblos misioneros, puertos, muelles, datos demográficos, rutas postales, marítimas, centros de administración fiscal y otras, registros de plata, imprentas, etc.), consultables y descargables, los cuales se pueden editar en Sistemas de Información Geográfica como Google Earth o QGis, entre otros.
8 Este recurso (escala 1:50 000) se puede obtener en formato Shape de la página web Infraestructura de Datos Espaciales Abiertos (IDEA) del Instituto de Geografía de la UNAM [disponible en línea]. El archivo concentra los nombres y datos geográficos de 254 796 topónimos de la República mexicana, entre los que se encuentran localidades y accidentes geográficos.
Le texte seul est utilisable sous licence Creative Commons - Attribution - Pas d'Utilisation Commerciale - Pas de Modification 4.0 International - CC BY-NC-ND 4.0. Les autres éléments (illustrations, fichiers annexes importés) sont « Tous droits réservés », sauf mention contraire.
Un militar realista en la independencia de México
Diario personal del oficial de infantería Modesto de la Torre (29 de mayo 1821 – 4 de junio 1822)
Claudia Guarisco
2021
Historia de las Indias (1552)
Francisco López de Gómara Monique Mustapha, Louise Bénat-Tachot, Marie-Cécile Bénassy-Berling et al. (éd.)
2021
Peregrinaciones y viajes de un soldado, después jesuita
De Cataluña a Nueva España, Cortes de Madrid y Roma (1674-1711)
Thomas Calvo
2023