De Barcelona a Manacor
El periodista radical Manuel Jiménez Moya y el semanario Justicia (1909-1911)
p. 205-214
Texte intégral
Hipótesis, objetivos y fuentes
1Con este breve ensayo se pretende analizar la figura de un propagandista republicano radical que, sin ser una figura clave, tuvo un papel relevante tanto en Barcelona como en Mallorca en el contexto del auge del lerrouxismo a principios del siglo xx. La trayectoria del periodista y activista cultural y político Manuel Jiménez Moya puede servir como ejemplo de la expansión del republicanismo radical fuera de su núcleo catalán y de los problemas a los que tuvo que hacer frente en una sociedad, en este caso la mallorquina, en la que el peso del clericalismo y del caciquismo era todavía muy importante. También puede ser útil intentar esclarecer su participación en el juicio a Francesc Ferrer i Guàrdia tras la Semana Trágica de Barcelona, así como las discrepancias que provocó en el seno del republicanismo la consolidación del republicanismo lerrouxista como fuerza política independiente. Además, conviene ponderar, aunque sea someramente, la importancia que tuvo para la sociedad mallorquina la existencia del semanario Justicia (1909-1911) fundado por Jiménez Moya.
2Ha sido precisamente este semanario la principal fuente para elaborar el presente estudio, si bien también se han consultado puntualmente otras publicaciones como el semanario La Aurora, de Manacor, el diario La Almudaina, de Palma, o los diarios La Vanguardia y El Progreso, de Barcelona. Asimismo, se han examinado algunas recopilaciones de la época sobre el juicio a Ferrer i Guàrdia1. Cabe destacar que la única colección casi completa de Justicia, ubicada en el Arxiu Municipal de Palma Can Bordils, no puede consultarse a causa de su mal estado y que solo existe una colección casi completa (números 23 a 102) en el Arxiu Capitular de la Catedral de Mallorca. Afortunadamente pudimos consultar casi todos los primeros números de Justicia en el Arxiu Municipal de Palma antes de que fuesen retirados de la consulta pública.
Estado de la cuestión
3Manuel Jiménez Moya ha pasado bastante desapercibido y ni siquiera cuenta con una breve biografía en las principales enciclopedias de referencia. Sin embargo, aunque ya no existe, hubo una breve pero documentada biografía en el Diccionari de periodisme, elaborada por el Centro de Estudios y Documentación Contemporánea de la Universitat de les Illes Balears, alojada en el servicio web gratuito Wikispaces hoy desparecido, y no podemos olvidar que aparece citado hasta once veces en la obra, ya clásica, de Joan B. Culla i Clarà, El republicanisme lerrouxista a Catalunya (1901-1923)2
4En cuanto al semanario Justicia, tampoco existe ningún estudio pormenorizado, aunque pueden encontrarse breves referencias en la Gran Enciclopèdia de Mallorca3 y en los estudios de Arnau Company Mates4, de Sebastià Sansó Barceló y Antoni Tugores Manresa,5 así como en el trabajo, más antiguo, de Luis Alemany Vich y Juan Muntaner Bujosa6, si bien este último contiene algún error.
Un propagandista del lerrouxismo en Barcelona
5Manuel Jiménez Moya nació en Ordizia, Guipúzcoa, en 1877, si bien realizó sus estudios secundarios y universitarios en Madrid. En la capital de España pronto se implicó en diversas iniciativas culturales relacionadas con el Fomento de las Artes de Madrid y sus sociedades filiales, el Grupo de Ciencia y Arte y la Juventud Madrileña.
6En 1904 pasó a Barcelona y poco después se convirtió en uno de los principales propagandistas del republicanismo radical que por aquel entonces impulsaba un carismático Alejandro Lerroux. Desde 1901 este periodista formado en Madrid promovía en la ciudad condal una revitalización del republicanismo histórico basada en tres pilares básicos: el obrerismo, el anticlericalismo y el anticatalanismo7. Lerroux se aprovechó de la vitalidad y la importancia numérica de los sectores populares y obreros de Barcelona y consiguió resonantes victorias electorales en las elecciones a Cortes por Barcelona en abril de 1903 y en septiembre de 1905, así como en las municipales de enero de 1904. Si bien durante mucho tiempo pretendió mantenerse aliado a otros sectores republicanos, el radicalismo siempre tuvo una fuerte personalidad y terminó por constituirse formalmente como un partido aparte fundado en Santander en enero de 1908 bajo el liderazgo indiscutible de Lerroux8.
7Jiménez Moya se dedicó en Barcelona a la enseñanza y al periodismo. Fue uno de los puntales de El Progreso, el diario fundado en la capital catalana por el mismo Lerroux en junio de 1906, junto a otros propagandistas y periodistas como Antoni Cullaré, Juli Piferrer, José Juncal y Emiliano Iglesias9. Este último era el director efectivo y mantuvo una larga amistad con Jiménez Moya. También resulta interesante constatar que desde las páginas de El Progreso, en febrero de 1908, y pese a ser un profesor laico, Jiménez criticará duramente el contenido ácrata de la enseñanza racionalista impulsada por Francesc Ferrer i Guàrdia10. En 1907 dirigió el efímero semanario Fructidor, que se subtitulaba «Republicano Federal» y era enemigo acérrimo de Solidaritat Catalana11. Se convirtió en uno de los principales teóricos del lerrouxismo, y el 17 de enero publicó un importante artículo titulado precisamente «Por qué somos lerrouxistas».
8Pero Jiménez Moya fue además un activista incansable. A finales de 1906 era el jefe de un grupo de acción denominado también Fructidor, que tenía como objetivo explícito «castigar con mano fuerte o protestar con energía»12. Su protagonismo en ese grupo seguramente le acarreó algunos problemas. En abril de 1908 fue objeto de un llamamiento judicial por parte del Tribunal Municipal del distrito del Hospital de Barcelona13. En el verano de ese mismo año impulsó, también en Barcelona, la fundación y expansión de un grupo de activistas femeninas, la Agrupación Benéfica Femenina Radical «Las Damas Rojas»14.
9Según su propio testimonio, y aunque no fue candidato, tuvo un papel principal en las luchas entre los republicanos radicales y los sectores obreristas más próximos al anarquismo, de manera «que había tomado parte activísima en los mítines de controversia que con este motivo se celebraron»15. Poco después, acompañó y apoyó con entusiasmo al candidato radical Emiliano Iglesias en los comicios municipales de mayo de 1909. En esas elecciones, siempre según Jiménez Moya, Solidaritat Catalana luchó a la desesperada para derrotar a Iglesias, pero la candidatura republicana radical consiguió una victoria contundente (16 concejales). Con todo, esa campaña le creó muchos enemigos ya que «no en balde se hace una campaña tan intensa como la que yo hice en Barcelona»16. Por esa misma época, a mediados de 1909, también fue el primer presidente de la Juventud Republicana Radical del distrito VIII (que abarca parte de Gràcia y Sant Gervasi) de Barcelona17.
De Barcelona a Mallorca: la fundación del semanario Justicia
10Manuel Jiménez Moya fue desterrado a Mallorca por su extremismo político18. Llegó a la isla en junio de 190919, y parece ser que fue llamado por el dirigente republicano de la villa de Manacor, Antoni Amer, para dirigir un semanario20 en un momento en el que el republicanismo mallorquín carecía de órganos de expresión. Sorprende bastante que Jiménez Moya fundase un semanario en Manacor, municipio que solo tenía 12.436 habitantes en 1910, y no en la capital del archipiélago, que ya contaba con 67.544 habitantes. Pero seguramente por sus contactos previos con Antoni Amer, un comerciante al que probablemente había conocido en Barcelona, Jiménez Moya fijó su residencia en Manacor y, como tantos otros, no pudo dejar de remarcar el contraste entre el dinamismo y la agitación de Barcelona y la tranquilidad y el silencio de Mallorca. Sin embargo, su estancia en la mal llamada Isla de la Calma estará marcada, como veremos, por las polémicas y los problemas.
11En Manacor, y con la ayuda del republicanismo local, Jiménez Moya edita a partir del 10 de julio de 1909 el semanario Justicia. Se trataba de una publicación inequívocamente política de orientación republicana en un sentido amplio. En sus inicios, se indicaba expresamente que, bajo su firma, todos los republicanos podían expresar sus aspiraciones e ideales. De hecho, la redacción y la administración del semanario se ubicaban en los locales del Centro Republicano Federal de Manacor. Además, uno de sus principales colaboradores fue un veterano dirigente local del republicanismo federal, Llorenç Galmés Sansó.
12Con sus densas cuatro páginas y un carácter comarcal, que pretendía ofrecer información sobre todo el levante mallorquín, desde Llucmajor a Artà, Justicia promovió una revitalización del republicanismo isleño a partir del núcleo manacorense pilotado por Manuel Jiménez. Sin duda, pretendía realizar en Mallorca la misma tarea de propaganda y agitación que tan buen resultado había dado a Lerroux en Barcelona. Jiménez Moya no escatimaba elogios cuando se refería al Partido Republicano Radical, a su líder indiscutible, Lerroux, y a su amigo personal Emiliano Iglesias. Con cierto mesianismo —y un punto de menosprecio, tal vez inconsciente, hacia los dirigentes locales— consideraba que debía llevar a cabo la magna tarea de incorporar Mallorca al republicanismo de la península21.
13Como es lógico, El Progreso se hizo eco de las iniciativas de Jiménez Moya, y este lo reprodujo, sin duda con orgullo, en su semanario22. Significativamente, el principal órgano del lerrouxismo explicaba que Jiménez Moya había llevado a Baleares el «espíritu de Barcelona»23 y organizaba grupos, conferencias y reuniones que eran el «preludio de la obra a realizar»24.
14En efecto, los primeros números de Justicia reflejaban un intenso activismo, en colaboración con los republicanos de Manacor e incluso con los dirigentes de Palma (Joan Trian Barceló y Juan Llopis). Además, Jiménez Moya promovió un salón de lectura para los abonados de Justicia en el que se podían encontrar libros, folletos, revistas y periódicos. El objetivo era fomentar la lectura para que se pudiese discernir entre la verdad y el error. Para el propagandista republicano, los «enemigos de la lectura son enemigos del pueblo»25. Al inaugurarse a finales de junio este salón ofrecía prensa periódica procedente de Barcelona, Madrid, Palma, Mahón, Manacor y Felanitx. Entre otras cabeceras, además del inevitable El Progreso, podían leerse el Heraldo de Madrid, El Socialista y publicaciones satíricas como El Motín y Las Dominicales del Libre Pensamiento26. También proyectó la creación de una sociedad de socorros mutuos para los subscriptores del semanario27.
15Pero la Semana Trágica de Barcelona truncó la normal evolución de Justicia. El número 4, previsto para el 31 de julio de 1909, no pudo salir a causa de la censura y fue sustituido por una hoja en la que se explicaba que llegaban noticias confusas de Barcelona y se distanciaba claramente de unos hechos subversivos «en los que se ve la mano de elementos completamente ajenos al republicanismo»28. En el número 5, condenaba enérgicamente «como patriota y como republicano», los sucesos de Barcelona, y no se dejaba de señalar que conocía a tres de los detenidos y podía afirmar que eran dirigentes de Solidaridad Obrera. Además, afirmaba que los anarquistas habían sido siempre sus «mayores enemigos» y que los republicanos no podían tener la responsabilidad de ese movimiento29. Esta interpretación de la Semana Trágica se mantenía en los siguientes números del semanario, si bien se matizaba que «la masa», engañada, que no fue la impulsora del movimiento pero se unió a la revuelta «era pueblo y el pueblo no es nunca asesino»30.
16Contra todo pronóstico, en el mismo número 7, en el que se iniciaba una larga y dura polémica con el semanario católico de Manacor La Aurora, aparece la noticia de la detención de Jiménez Moya. El semanario precisaba que su director había sido detenido por orden gubernativa y que se ignoraba el motivo de su detención31.
La implicación de Jiménez Moya en la Semana Trágica de Barcelona
17Aunque Manuel Jiménez Moya residía y trabajaba en Manacor, no pudo escapar a las consecuencias de la Semana Trágica (26-31 de julio de 1909). En este violento levantamiento popular y obrero, los republicanos radicales tuvieron un papel ambiguo, ya que, tras años de predicar la revolución y el anticlericalismo, sus dirigentes se abstuvieron de intervenir mientras que muchos militantes de base participaron en los disturbios a título personal. Sin embargo, la dura represión desencadenada por el gobierno de Maura afectó tanto a los militantes republicanos radicales implicados como a los dirigentes que habían permanecido pasivos o indiferentes. Así, fueron detenidos el concejal Emiliano Iglesias y otros muchos cargos públicos del lerrouxismo, al tiempo que otros destacados militantes huían a Francia32.
18En el contexto de esta oleada represiva, también fue detenido Jiménez Moya y llegó a convertirse en uno de los supuestos testimonios contra Francesc Ferrer i Guàrdia. Como él mismo se encargó de explicar, a finales de agosto de 1909 la policía se presentó en Manacor, le detuvo y le trasladó a Palma. Desde la capital insular, un día de tormenta, fue embarcado hacia Barcelona. Tras mucho trajín por la Ciudad Condal, fue finalmente presentado ante un tribunal militar. Se acusaba de la revuelta a su amigo Emiliano Iglesias, pero Jiménez Moya argumentó que no podía estar implicado ya que había sido uno de los principales actores en las luchas entre los anarquistas de Solidaridad Obrera y los republicanos radicales de El Progreso. Según la prensa de Palma, la única que había podido leer Jiménez, se indicaba que Solidaridad Obrera y la Liga Antimilitarista de París iniciaron el movimiento. En su testimonio declaraba: «Yo no dije que eso fuese verdad». Sin embargo, quisieron que firmara un escrito en el que se decía que había afirmado que el movimiento subversivo había sido promovido por Solidaridad Obrera de acuerdo con la Liga Antimilitarista de París, y todo ello bajo la dirección de Ferrer. Siempre según la versión de Jiménez Moya, protestó por esta declaración y añadieron otro párrafo en el que se decía que tales noticias las conocía exclusivamente por la lectura de los periódicos de Palma33.
19Aunque algunas autoridades reconocieron que no hubo ni el más mínimo motivo para procesarle, terminó desterrado en Sástago, un pequeño pueblo aragonés en el que no podía ganarse la vida como periodista. Desde su destierro, tuvo conocimiento de que era considerado uno de los testigos de cargo, y también de que no se hacía referencia alguna al supuesto párrafo sobre la prensa de Palma. De hecho, reconoce que ni siquiera su abogado hizo mención a esta importante cuestión y, más tarde, ya con los liberales en el poder, a principios de 1910, publicó una protesta en el diario madrileño El País. Para Jiménez Moya su declaración había sido mutilada y tergiversada y era necesario insistir en que no eran los republicanos radicales los culpables del fusilamiento de Francesc Ferrer i Guàrdia. Todo había sido una artimaña del gobernador civil de Barcelona, Ángel Ossorio y Gallardo. Sin embargo, tanto la prensa conservadora como los enemigos del Partido Republicano Radical y sus enemigos particulares hicieron hincapié en su declaración34.
20Las declaraciones de Jiménez Moya, que señalaban a Ferrer como director de la revuelta, así como las de otros dirigentes republicanos radicales o la del catalanista conservador Narcís Verdaguer i Callís, aportaron ciertamente buena parte de la muy escasa base probatoria que permitió a un consejo de guerra (el 9 de octubre de 1909) condenar a muerte a Francesc Ferrer. Según la defensa del pedagogo catalán, Jiménez Moya era considerado un testigo importante nada menos que por «estar desterrado» (lo que resulta una evidente contradicción) y si bien explicó la jefatura de Ferrer perfectamente, lo hizo sin pruebas en las que fundarse y solo como afirmación personal. Además, según el defensor de Ferrer, Jiménez Moya acababa por confesar en su declaración que nada sabía «por estar ausente de Barcelona desde el 15 de julio»35.
El retorno a Mallorca y la reanudación del semanario Justicia
21Tras tres meses sin publicarse, el semanario Justicia reapareció el 27 de septiembre de 1909, continuando la numeración y manteniendo el mismo formato y las principales características con las que había empezado su andadura en julio de ese mismo año. Sin embargo, ya no se imprimía en la tipografía de B. Rosselló, de Manacor, sino en la imprenta F. de Soler, del barrio de La Soletat de Palma. En una especie de largo editorial, Jiménez Moya explicaba su detención y destierro, para referirse después a Mallorca como un «país desgraciado» en el que reinaban el caciquismo, el clericalismo y la intransigencia. Con su habitual tono mesiánico, se reivindicaba como un hombre que se había atrevido a hacer política republicana en el feudo de Antonio Maura. Su detención, según él mismo, estaría motivada por las presiones de los oligarcas mallorquines y sería «un paquetito de caramelos con que Maura obsequió a sus caciques»36. También agradeció las muestras de solidaridad que había recibido en Manacor, en Sástago y en Barcelona, y se refería específicamente al historiador y político republicano Juan Llopis, a Gabino Ronda y a las Damas Radicales de Barcelona37. Su retorno a Manacor fue todo un acontecimiento. Salieron a recibirle miles de personas (cuatro mil según el muy poco imparcial semanario Justicia), con banderas del Centro Republicano de Manacor, la Federación Obrera de Artà, el Comité de la Unión Republicana de San Lorenzo y el propio semanario, y comisiones de estos mismos municipios, así como de Son Servera. El semanario también publicó diversas cartas de felicitación en las que se celebraba el regreso de Jiménez Moya, entre las que destaca la del Centro Republicano de Llucmajor.
22Al tiempo que reaparecía Justicia, el periodista republicano radical retomó su campaña de agitación y propaganda en Manacor y en otros municipios del levante mallorquín. Este activismo coincidió con la celebración de las elecciones municipales de diciembre de 1909. Además, Jiménez Moya pretendía reorganizar el debilitado republicanismo manacorense mediante una alianza con los socialistas y la creación de una junta municipal, a imagen de la del Partido Republicano Radical en Barcelona, que incluyese a los concejales y exconcejales republicanos, a los directores de periódicos (es decir, a él mismo), a los delegados de las sociedades adheridas y a un representante elegido en cada uno de los distritos electorales de Manacor38.
23Casi un año después, llegó a impulsar la celebración de la asamblea republicana del distrito de Manacor, a la que asistieron delegados de Felanitx, Campos, Sant Llorenç, Artà, Capdepera, Son Servera y Manacor. Dicha asamblea acordó crear un comité republicano del distrito de Manacor, fomentar la difusión de Justicia y estudiar la creación de una sociedad de beneficencia39.
Los problemas del semanario Justicia: entre la dinamización y la división
24El semanario Justicia y las múltiples iniciativas políticas y culturales impulsadas por Jiménez Moya chocaron muy pronto con la oligarquía local, los «señores» (grandes propietarios y caciques) de Sa Bassa (denominación popular del café o casino del centro de Manacor donde se reunían frecuentemente). El cambio de imprenta, de Manacor a Palma, fue resultado de la presión ejercida por esta oligarquía.
25Ya hemos indicado que las polémicas con el semanario católico y regionalista La Aurora empezaron antes del destierro de Jiménez Moya, pero empeoraron durante 1910 y 1911. Desde Justicia se referían a La Aurora como «La Fosca» y a su principal impulsor, el canónigo Antoni Maria Alcover como a «ese mallorquinista [que] no es más que un poco aprovechado discípulo de los catalanistas»40. En esta interminable polémica participaron diversos colaboradores de Justicia, aunque todos, excepto Jiménez Moya, firmaron con pseudónimo. Desde el semanario republicano se quejaban de que «todas las semanas se ocupa de nosotros ese chupacirios»41. En el verano de 1911 la crispación llegó a su punto álgido y desde Justicia se llegó a amenazar con represalias físicas a Alcover.
26Pero la publicación no solo tuvo que enfrentarse a los sectores oligárquicos y clericales de la sociedad mallorquina, sino que, con el tiempo, se enemistó con un sector importante del republicanismo.
27Aunque Jiménez Moya siempre hizo alarde de su adhesión al radicalismo y a las figuras de Lerroux e Iglesias, durante mucho tiempo propugnó la unión de todos los republicanos mallorquines. Todavía en abril de 1910 se complacía en comunicar que Lerroux recomendaba que se diese apoyo a la candidatura republicana de Mallorca, fuera la que fuera42. Sin embargo, a partir del verano de 1910, Justicia promovió la creación de un grupo republicano radical en el seno del republicanismo manacorense, que se constituyó formalmente en diciembre de ese mismo año con Andreu Frau como presidente y Lerroux como presidente honorario43.
28A principios de 1911 se produjo una escalada de tensión entre Jiménez Moya y los republicanos radicales, por una parte, y el grueso del núcleo dirigente de los republicanos de Palma, por otra. Como es lógico, desde el semanario se defendió a su director, que había sido capaz de organizar y propagar el republicanismo por Mallorca, pero, por su condición de «forastero» (es decir, peninsular y castellanoparlante), había molestado a los dirigentes palmesanos44.
29Poco después, en su número 78 del primero de abril de 1911, Justicia pasó a subtitularse «Semanario Republicano Radical», y durante algunos números se mejoró su presentación con la inclusión de fotografías, empezando, naturalmente, con la de Lerroux.
30A partir de entonces, promocionó abiertamente la implantación del republicanismo radical en Mallorca y lanzó duros ataques contra los republicanos que, desde su óptica, estaban «comprometidos con el caciquismo». Así, en el verano de 1911 dio una gran cobertura a la campaña de propaganda que realizaron en Mallorca los radicales catalanes Pepe Ulled, Rafael Ulled y Rosendo Pich45 y se hizo eco de los nuevos periódicos o centros republicanos que por toda España se adherían al Partido Republicano Radical. En cambio, criticó duramente a algunos dirigentes republicanos palmesanos, como el veterano Lluís Martí Ximenis, o manacorenses, como Antoni Amer o el procurador Andreu Galmés, a quien el semanario consideraba como un auténtico infiltrado46.
31Los problemas de Jiménez Moya no fueron solamente de índole política, ya que la publicación era deficitaria y su calidad material empeoró considerablemente a partir del número 89, del 17 de junio de 1911.
32Manuel Jiménez Moya fue un activista con una buena formación (era licenciado en Filosofía y Letras) que se convirtió en un actor nada menospreciable en las luchas políticas, primero en Barcelona y después en Mallorca. Como tantas otras personalidades de su época conjugó su labor como periodista con un infatigable proselitismo político. Su entusiasta adhesión al republicanismo radical tenía como objetivo regenerar España y sacarla de su endémico clericalismo. También combatió al catalanismo y al mallorquinismo, así como al anarquismo, movimientos que consideraba más bien antiespañoles. Su agitada estancia en Barcelona (1904-1909) le proporcionó importantes contactos, pero también le involucró, a su pesar, en el proceso contra Ferrer i Guàrdia. En Mallorca consiguió fundar un semanario republicano radical que se publicó durante poco más de dos años y dinamizó el republicanismo del levante de la isla. Pero pese a sus múltiples iniciativas y a la creación de algunas agrupaciones locales, no logró consolidar ni su semanario ni un movimiento republicano radical de cierta envergadura. Mallorca no era Barcelona, y el canónigo Antoni Maria Alcover, un intelectual sólido y polemista, fue un adversario de talla que contribuyó decisivamente al naufragio de sus proyectos renovadores.
Notes de bas de page
1 Simarro, El proceso Ferrer, pp. 487 y 537.
2 Culla i Clarà, 1986, pp. 168, 169, 188, 193, 215, 401, 433, 434, 441, 443 y 444.
3 Dolç i Dolç, 1992, vol. 7, p. 249.
4 Company Mates, 1997, p. 188.
5 Sansó Barceló, Tugores Manresa, 2009, p. 161.
6 Alemany Vich, Muntaner Bujosa, inédito.
7 Molas, 2000, p. 212.
8 Ibid., p. 201.
9 Culla i Clarà, Duarte, 1990, pp. 106 y 166.
10 Culla i Clarà, 1986, p. 193.
11 Culla i Clarà, Duarte, 1990, p. 106.
12 Culla i Clarà, 1986, p. 168.
13 La Vanguardia, 21 de abril de 1908.
14 Culla i Clarà, 1986, p. 188.
15 Jiménez Moya, «Mi intervención en el proceso Ferrer», Justicia, 43, 30 de julio de 1910.
16 Ibid.
17 Culla i Clarà, 1986, p. 401.
18 Simarro, El proceso Ferrer, pp. 487 y 537.
19 Jiménez Moya, «Mi intervención en el proceso Ferrer», Justicia, 43, 30 de julio de 1910.
20 Id., «Lo que dice la Comisión del Periódico», Justicia, 89, 17 de junio de 1911.
21 «Mitín del Teatro Variedades», Justicia, 3, 24 de julio de 1909.
22 «Los radicales en Manacor», Justicia, 3, 24 de julio de 1909.
23 Ibid.
24 Ibid.
25 Justicia, 2, 17 de julio de 1909.
26 «Nuestro Salón de Lectura», Justicia, 3, 24 de julio de 1909.
27 Justicia, 7, 21 de agosto de 1909.
28 Justicia, 4, 31 de julio de 1909.
29 «Alrededor de la actualidad», Justicia, 5, 7 de agosto de 1909.
30 «Lo de Barcelona», Justicia, 6, 14 de agosto de 1909.
31 «Importante», Justicia, 7, 21 de agosto de 1909.
32 Martínez Fiol, 2009, pp. 100-102 y 118-122.
33 «Mi intervención en el caso Ferrer», Justicia, 43, 30 de julio de 1910.
34 Ibid.
35 Simarro, El proceso Ferrer, p. 637.
36 Jiménez Moya, «De vuelta del destierro», Justicia, 8, 27 de noviembre de 1909.
37 Id., «Deber de gratitud», Justicia, 8, 27 de noviembre de 1909.
38 «La obra realizada. Orientaciones. Organización. Unión y disciplina», Justicia, 11, 18 de diciembre de 1909; Justicia 12, 25 de diciembre de 1909.
39 «Asamblea republicana del distrito de Manacor», Justicia, 48, 3 de septiembre de 1910.
40 Jiménez Moya, «Ante un cínico. En legítima defensa», Justicia, 23, 26 de marzo de 1910.
41 «Es mentira», Justicia, 78, 1 de abril de 1911.
42 «Nuestra candidatura», Justicia, 30, 30 de abril de 1910.
43 «Grupo Radical», Justicia, 64, 24 de diciembre de 1910.
44 Justicia, 73, 25 de febrero de 1911.
45 «Los radicales barceloneses en Manacor», Justicia, 100, 2 de septiembre de 1911.
46 Justicia, 102, 16 de septiembre de 1911.
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Universitat de les Illes Balears
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