Continuidad y cesura en las ciudades tardorromanas del estrecho de Gibraltar
El fretum Gaditanum, un ámbito hispano-africano singular
p. 105-117
Texte intégral
1Una de las principales dificultades al tratar la problemática de las ciudades de la Península Ibérica y de las norteafricanas entre la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media es la lejanía entre estos espacios geográficos, ligados por una historia común pero separados entre sí centenares de kilómetros1. El estrecho de Gibraltar, por su especial fisonomía y geomorfología, constituye un ámbito privilegiado para el análisis de esta dinámica comparativa entre ambas orillas, al constituir una región geo-histórica con modos de vida similares a ambos lados del brazo mar de apenas 10 millas náuticas que las separa, y que conforman esa perífrasis tan lograda, el llamado «Círculo del Estrecho» por el profesor M. Tarradell i Mateu2. Es esta una región ampliamente transitada, en dirección norte-sur y este-oeste por cuantas civilizaciones de la Antigüedad surcaron las aguas del Mare Nostrum, posiblemente la más relevante de la vieja Europa en el tránsito a la Edad Media, pues es por donde penetra el islam a inicios del siglo viii3.
2En los párrafos que siguen se intentará abordar de manera diacrónica creciente la problemática de la ciudad en los últimos momentos de la Antigüedad Tardía en esta región4, entendiendo como tales los siglos v a vii —o eufemísticamente a inicios del viii, para ser más precisos—, ya que seguimos siendo partidarios de considerar la época tardorromana, en la línea definida por P. Brown5, como iniciada en momentos avanzados del siglo ii, tras la dinastía antonina. En las últimas dos décadas las novedades han sido múltiples en esta zona, especialmente de la mano de la controvertida Arqueología Preventiva, existiendo trabajos de síntesis que evalúan esta dinámica a escala regional, como sucede con la Mauretania Tingitana6; no obstante en la costa de Baetica falta una obra de síntesis, al modo de la citada o de ejemplos paradigmáticos en Hispania como es el caso de Carthago Spartaria7, aunque no falta literatura para tratar el tema, aunque sea esta más específica, centrada sobre todo en la problemática de las ciudades8 o de los contextos cerámicos como ilustrativos de las pulsiones económicas y comerciales en el estrecho de Gibraltar9, por poner algunos ejemplos.
3En unas fechas en las cuales la evergesía había prácticamente desaparecido y las prácticas constructivas se limitaban a reutilizar y a reformar más que a generar proyectos de nueva planta, unido todo ello al carácter mucho más efímero del registro arqueológico como ha sido señalado por múltiples autores, es necesario recurrir a otros indicadores para evaluar la cuestión. Entre los más relevantes se sitúa la cerámica, que se convierte a partir de estas fechas y al menos hasta mediados del siglo vii —no olvidemos el carácter «evanescente» de las producciones de momentos tardíos de esta centuria y especialmente del siglo viii10— en uno de los visualizadores más importantes de esta cuestión, a través del contraste de las importaciones/producciones locales, siendo especialmente interesantes las ánforas al reflejar la economía y el comercio de alimentos, annonarios o a mano de particulares11. Y en nuestra zona de estudio, como se verá a continuación, la principal actividad económica de las poblaciones litorales, las pesquerías y la producción de garum y salsamenta, se convierte en un aliado de primer orden para detectar las fluctuaciones económicas en la región; y, con ellas, la vitalidad de las ciudades a las que se asocian, al estar integradas en la trama urbana o en su ambiente periurbano, por lo que acudir a ellas para analizar la fase tardorromana es necesaria12. Es bien sabido que en el Círculo del Estrecho, frente a otras regiones hispanas —como por ejemplo Mérida—, la arquitectura religiosa no es especialmente abundante, salvo excepciones como la basílica tardorromana de Ceuta13, la de Zilil en Tingitana14, la conocida de Vega del Mar en tierras malagueñas, o la recientemente descubierta en la Silla del Papa de Bolonia, aún inédita. En último lugar, aclarar que en la vorágine patrimonial —y bibliográfica— existente nos vamos a centrar fundamentalmente en aquellos yacimientos arqueológicos y contextos que conocemos de primera mano —especialmente Septem y Tamuda en ámbito norteafricano; y Gades, Baelo Claudia y Carteia en la orilla ibérica—, conscientes de la existencia de otros asentamiento de gran relevancia —como Tánger o Lixus en Marruecos o Medina Sidonia en tierras gaditanas, entre otros— cuya potencialidad para la fase que nos interesa está aún necesitada de proyectos sistemáticos de estudio y sobre todo publicación. Y para apuntalar las ideas que presentamos ponemos siempre uno o dos ejemplos ilustrativos de la dinámica que se propone.
Un siglo v convulso, entre abandonos y continuidades
4Es sobradamente conocida la importancia histórica del paso de los vándalos y su tránsito hacia Túnez a través del estrecho de Gibraltar, con Genserico en el 429, con un embarque posiblemente en Traducta —actual Algeciras—, y una llegada a tierras africanas a través de un puerto no bien definido. Ríos de tinta se han escrito sobre su repercusión en la región y el asolamiento que produjo el paso de las ochenta mil almas que comenta Víctor de Vita15. Arqueológicamente asistimos a una dualidad, que sintetizamos a continuación.
5Por un lado, se detectan una serie de abandonos en varios yacimientos, que sin ser sistemáticos sí están demostrados con criterios estratigráficos —normalmente contextos cerámicos, debido a la habitual circulación residual de la moneda—, de los cuales ponemos a continuación un ejemplo en cada ocasión de los diversos contextos funcionales identificados (ciudades, villae, industrias conserveras —cetariae— y campamentos).
6Respecto a las ciudades, el ejemplo más recurrente es el de la mauritana Iulia Constantia Zilil-Dchar Jdid, entre Tánger y Larache, una colonia romana cuyos niveles de abandono se fechan en estos momentos de los siglos iv y v, y los cuales se vinculan a episodios traumáticos, según se deduce de un aparente incendio generalizado y de restos de viguería y otros elementos calcinados en los niveles excavados16. Aparentemente este importante enclave, dotado de basílica y activo desde época anterior a la provincialización —niveles mauritanos excavados en diversos puntos por un equipo franco-marroquí17—, no volvió a ser reocupado con carácter urbano, siquiera de manera residual — únicamente cabañas asociadas a pastoreo—. Una posibilidad, apuntada en otras ocasiones18 es que dichos estratos traumáticos —techos caídos bajo vigas carbonizadas, cadáveres entre los escombros y mobiliario termoalterado— se relacionen con el paso de los vándalos por la región, y la destrucción de algunas ciudades en la zona. Por el momento constituye el único ejemplo con posibilidades de ser vinculado con dicho evento histórico, ya que los demás emplazamientos urbanos en la región o bien fueron abandonados antes —caso sobre todo evidenciado en Gades y en buena parte de la ciudad de Baelo Claudia, por ejemplo— o mucho más tarde, como veremos a continuación.
7También en estas fechas de las primeras décadas del siglo v acontece el abandono de los últimos campamentos del limes tingitano, ya replegados al norte del río Lukkos desde el siglo iii. De los citados en la Notitia Dignitatum y los documentados arqueológicamente, los más septentrionales —El Benián y Tamuda/Tamuco— siempre se han datado hasta unas fechas indeterminadas de la quinta centuria19. Las recientes excavaciones arqueológicas realizadas en el castellum de Tamuda (fig. 1, p. 108), tanto a intramuros de la Puerta Oeste como en la Puerta Sur, han demostrado el abandono del asentamiento campamental a lo largo de la primera mitad del siglo v, posiblemente en torno al 425, si bien es necesario contar con un intervalo de un cuarto de siglo arriba o abajo ante la imposibilidad de mayores precisiones20. Las excavaciones de los últimos años en el Balneum Oriental, aún inéditas, verifican esta cronología de abandono, lo cual se une a las dataciones aportadas por los estudios de materiales procedentes de las antiguas campañas de excavaciones (C.L. de Montalbán, P. Quintero Atauri y M. Tarradell i Mateu) depositados en el Museo de Tetuán21. A partir de este momento, la actividad en el norte de la Tingitana parece restringirse a una ocupación rural dispersa, funcionando muy pocas ciudades: en el caso del arco mediterráneo entre Rusaddir —Melilla— (abandonada mucho antes, aparentemente en fechas anteriores a la provincialización) y Septem, y tras el abandono de Tamuda, la ocupación urbana parece limitarse al caso de Ceuta —y a otros menores no conocidos arqueológicamente como Taenia Longa, Cobucla y Parietina—, cuyo poblamiento perdura hasta finales de la Antigüedad Tardía.
8En el ámbito rural, también contamos con algunos ejemplos de villae abandonadas a inicios del siglo v d. C.: el mejor ejemplo hasta la fecha sigue siendo la villa romana del Puente Grande-Ringo Rango, cuyos contextos de amortización (Fase II, Sectores D, E y G) se sitúan precisamente a inicios del siglo v d. C.22, lo cual podría, perfectamente, coincidir con las fechas del paso de los vándalos por esta región, ya que como hemos comentado antes resulta muy difícil fechar con mayor precisión. En este yacimiento de la bahía de Algeciras los contextos de abandono —especialmente el denominado horreum del Sector C— aparecieron con múltiples enseres en su interior completos —cerámicas comunes, fuentes de African Red Slip Ware D…23— que hacen pensar en un abandono, si no violento, sí improvisado por parte de sus moradores, lo que podría cuadrar con la llegada de los contingentes centroeuropeos a Traducta, que debieron haber encontrado este enclave en su ruta hacia el puerto. Este fenómeno afecta, asimismo, al ámbito regional, ya que da la impresión de que las villae costeras existentes no superan la barrera cronológica de momentos avanzados del siglo v d. C., tanto en la costa gaditana (con ejemplos muy significativos como Puente Melchor, por ejemplo, en la bahía de Cádiz24) como en la marroquí, en la cual solo parecen perdurar algunos enclaves como Sidi Bou Hayel entre Ceuta y Tamuda, en el curso del río Negro25 y Marsa II-Koudiat Toummas, en aguas del Estrecho, junto a la rada de Beliunes, quizás este último activo hasta momentos algo posteriores26.
9Es decir, da la impresión de que el fenómeno de ocupación rural a ambos lados del Estrecho, que nunca llegó a generar un poblamiento muy intensivo frente a otras áreas como el valle del Guadalquivir o el área malacitana, asiste a un cambio en el siglo v d. C., cual es el progresivo abandono de estos enclaves, posiblemente ante la inestabilidad política y la inseguridad, acrecentada en Marruecos con la retirada de las últimas tropas y el desmantelamiento del limes sur-occidental y las continuas razias de las poblaciones rifeñas que nunca llegaron a integrarse en el Imperio, y que desde al menos el siglo ii d. C. hostigaban cíclicamente tanto a los militares acantonados en Tingitana como a las ciudades del sur de Baetica (recordamos las conocidas inscripciones de Singilia Barba, de Italica y de Tamuda, que verifican dichas contiendas). Posiblemente esos fenómenos de «encastillamiento» y de refugio en los ámbitos urbanos, quizás fortificados desde estas fechas, deban ser adelantados a momentos del siglo v en el área del fretum Gaditanum, frente a la continuidad del fenómeno de ocupación rural en otras áreas del Mediterráneo y, por supuesto, de Hispania27.
10Por último en relación a los abandonos, consideramos relevante recalcar que, como se ha puesto de manifiesto desde hace tiempo28, a lo largo de todo el siglo v d. C. se produce el paulatino abandono de muchas fábricas conserveras en la región, enclaves multi-seculares que llevaban produciendo garum y salsamenta desde hacía varias generaciones, siendo los contextos más tardíos de finales de la centuria o de inicios del siglo vi. Uno de los yacimientos mejor estudiados estratigráficamente para la fase tardorromana son las cetariae de Septem, cuyas cerámicas procedentes de los contextos de colmatación de las piletas excavadas tanto en la calle Gómez Marcelo, como en el Paseo de las Palmeras y en la calle Queipo de Llano remiten a estas fechas —paulatinos abandonos en la segunda mitad del siglo v y mantenimiento, como mucho, hasta inicios del siglo vi—29. A ellos debemos unir los hallazgos más recientes de la plaza de África nº 3 de Ceuta, en los cuales se han documentado unas descargas de residuos procedentes de las fábricas de salazón aledañas, las cuales se fechan, respectivamente, en tres intervalos cronológicos: 225-250, 425-450 y 490/500-525, a tenor de las sigilatas africanas y las ánforas recuperadas30. Estas cíclicas descargas de residuos haliéuticos, a las cuales debemos sumar las evidencias de un taller de producción de púrpura en los momentos de época vándala —intervalo central de los comentados—, gracias a la presencia mayoritaria de murícidos en el registro malacológico (Hexaplex trunculus), asociados a un sistemático patrón por machacado31, evidencian la entidad de estas actividades artesanales, que superan una orientación exclusivamente haliéutica32.
11Incluimos, además, en la orilla andaluza, los datos relativos a los últimos abandonos de las fábricas de Iulia Traducta, que se sitúan también en torno al año 500 d. C., y sobre las cuales hay una ocupación bizantina ajena a las pesquerías —o al menos sin clara vocación productiva, frente a lo acontecido en momentos precedentes—33.
12Por su parte, en la prolífica Baelo Claudia, los contextos estratigráficos asociados al abandono de fábricas del barrio pesquero-conservero, identificados en los Conjuntos Industriales XI y XII gracias a la excavación de algunas piletas, se fechan precisamente a inicios del siglo v d. C., como se infiere de las últimas investigaciones arqueológicas34. Algo que también pasa en Gades, según evidencian las factorías del antiguo Teatro Andalucía, excavadas hace algunos años y reinterpretadas cronológicamente en fechas posteriores gracias al estudio especialmente de las ánforas orientales de los niveles de relleno de una cisterna, fechados en la segunda mitad del siglo v d. C.35.
13Todo lo comentado permite, a nuestro juicio, valorar que el siglo v d. C. en el ámbito del estrecho de Gibraltar fue una época convulsa. De una parte, indicar que cuando los vándalos atraviesan este territorio, se encuentran un ámbito geográfico con una economía proactiva, tanto en relación a la actividad de las ciudades como en ámbito el litoral, con las pesquerías a pleno rendimiento orientadas a un comercio atlántico-mediterráneo, y con el campo en plena explotación. Precisamente las primeras evidencias estratigráficas interpretables como abandonos, resultado directo del paso de los vándalos o como consecuencia de estos, acontecen en torno al 425-450, en algunos casos asociadas a eventos aparentemente traumáticos, como en Zilil. A partir de entonces encontramos un casi total abandono del campo, centrándose la actividad en las ciudades, muchas de ellas con estructuras en precario, reutilizando edificios precedentes y sin suficiente capital y potencial para acometer nuevos proyectos edilicios. Así parece evidenciarse en Carteia, en la cual un potente nivel aluvional fechado entre el 490-525/530 cubre buena parte del barrio meridional, amortizando las imponentes termas36. Por su parte, en las Termas Marítimas de Baelo Claudia parece acontecer una dinámica similar, ya que la fase de reocupación tardorromana sobre la natatio y las estancias adyacentes, en precario y centrada en actividades artesanales de subsistencia y poca entidad —marisquero, herrerías y quizás producción de aceite y/o vino— se mantuvo hasta el 500 d. C. circa, momentos en los cuales un evento sísmico parece haber amortizado definitivamente todo este enclave37. Un aparente contrapunto a esto es la localización en la insula oriental del foro de Baelo de actividad edilicia de cierta entidad en época tardorromana, gracias a recientes actividades arqueológicas hispano-francesas, que están en fase de estudio y publicación38.
14Todo ello permite valorar que a finales del siglo v d. C., en torno al año 500, se produce un episodio aparentemente generalizado de abandonos de actividades económicas y artesanales en ámbito urbano —como en Septem, Traducta, Carteia y en Baelo— siendo este, aparentemente, el momento más convulso de retracción urbana y comercial en las aguas del fretum Gaditanum.
Entre el renacer justinianeo y la evanescencia de la época visigoda
15El conocido episodio de la renovatio imperii justinianea afectó, de manera sustancial, al devenir urbano y socio-económico del Círculo del Estrecho, ya que provocó un resurgir urbano y cultural durante tres generaciones, al haberse mantenido los imperiales en la zona hasta época de Sisebuto, cuando fueron expulsados tras la toma de Malaca y Carthago Spartaria39.
16Durante décadas ha existido una disociación entre la generosidad aportada por las fuentes literarias y la parquedad de datos aportados por la arqueología, hasta que en los años noventa del siglo pasado se afinaron las cronologías proporcionadas por la arqueología preventiva y al unísono se definió el protocolo para poder identificar la presencia de imperiales en Extremo Occidente: básicamente la combinación de ajuares filo-orientales, importaciones africanas, numerario bizantino y epigrafía griega, el denominado «patrón bizantino»40.
17De todas las ciudades del entorno del estrecho de Gibraltar la más importante en época paleobizantina es Septem, que además es la única que nos sirve como botón de muestra de esta época, ya que como veremos a continuación se han documentado en ella multitud de evidencias de estos momentos preislámicos41. Las demás presentan una dicotomía. O bien se trata de ciudades históricas —como también le pasa a Ceuta— que han enmascarado con sus posteriores ocupaciones la fase de época paleobizantina (como sucede en Malaca, Traducta, Tingi o Gades); o bien los indicadores en los yacimientos son parcos, como sucede en Carteia, donde además se difuminan con las evidencias visigodas. A continuación ilustramos con ejemplos concretos algunos de los cambios que se detectan en las civitates del siglo vi del área objeto de estudio.
18Un caso interesante de continuidad poblacional pero con una vocación urbana diversa es el de Traducta, actual Algeciras, como han demostrado las excavaciones arqueológicas de las últimas décadas42. Presenta con claridad evidencias de una intensa ocupación de carácter urbano en la Antigüedad Tardía, con elementos bien definidos tales como una retracción del perímetro urbano (fig. 2), como está atestiguado en muchos otros asentamientos mediterráneos. Además de ello, han sido excavados en la Villa Vieja de Algeciras tanto restos edilicios de posibles almacenes con sus correspondientes mercancías —africanas sobre todo—43 como cimentaciones diversas de edificios y una fase de ocupación fechada entre mediados del siglo vi e inicios del vii en las excavaciones aún inéditas de la calle San Nicolás 1 y 3-5, todo ello muy alterado por la ocupación visigoda y, especialmente, por la ciudad medieval y moderna. Interesante en la citada calle San Nicolás es tanto la constatación de un cambio evidente de funcionalidad entre el siglo v y el vi, pues las cetariae que habían permanecido en activo durante medio milenio —desde Augusto—, son definitivamente abandonadas, y las estructuras bizantinas que las amortizan no presentan saladeros destinados al procesado del pescado y, aparentemente, nada que ver con la industria conservera. Asimismo, en la calle San Nicolás 1 se ha podido demostrar que los edificios de los siglos vi y vii, de funcionalidad desconocida por el momento, presentan una orientación diversa a la de la trama de la ciudad alto y medioimperial (fig. 3), demostrando que responden a un programa edilicio totalmente diferente al definido por sus cardines y decumani. Sugerente es la reciente propuesta, pendiente de verificación, de considerar que los mesopotamenoi citados por Jorge de Chipre en su conocida Descriptio Orbis Romani se pudieron haber situado en esta bahía, haciendo coincidir este topónimo con la ciudad de Algeciras.
19Las demás ciudades costeras del Estrecho presentan indicios de ocupación durante el siglo vi, aunque es difícil verificar su entidad y problemática. Así sucede en la otra gran urbe de la bahía de Algeciras, Carteia, la cual ofrece pocas evidencias urbanas claras del siglo vi d. C., aunque es muy probable que la basílica del foro, construida sobre un templo romano-republicano y utilizada en época visigoda también lo hubiese sido durante el siglo vi (fig. 4, p. 112); aunque no es fácil demostrarlo, pues a pesar de la cantidad de materiales de esta centuria recuperados en las excavaciones no hay contextos cerámicos en posición primaria, debido a la escasa potencia estratigráfica en la zona. A los escasos indicios de esta centuria en la ciudad sanroqueña44 debemos sumar la reciente datación de un elemento de toréutica —broche cruciforme— procedente de la necrópolis del foro a mediados del siglo vii d. C., en plena época visigoda, correspondiente con el subtipo CH1c de Schulze-Dörrlamm45, lo que parece descartar su filiación bizantina como hasta ahora se consideraba; y el hallazgo aún inédito de una mesa de altar en mármol junto a las escalinatas del templo46, que ahonda aún más si cabe sobre la ocupación de la plaza especialmente en época hispano-visigoda.
20A todo lo largo de la costa hay múltiples evidencias, aisladas y puntuales, de la presencia de materiales muebles del siglo vi, siendo uno de los casos más ilustrativos el de Baelo Claudia, especialmente visible a través de las sigilatas, que aunque descontextualizadas informan de la existencia de horizontes de esta época aún mal seriados estratigráficamente, y de la continuidad comercial del enclave47.
21Por último, algunos autores han propuesto en los últimos años la continuidad de la producción salazonera en algunos enclaves urbanos más allá de la llegada de los bizantinos (533/534 en Ceuta y 550 en la Península Ibérica), frente a la tradicional hipótesis que considera que en torno al cambio de siglo o en los primeros años del siglo vi cesó la exportación salazonera transmediterránea48. Algunas de estas propuestas no pueden ser mantenidas en la actualidad, ya que se sustentan en parte en el hallazgo de materiales de estas cronologías en ámbitos pesquero-conserveros, pero sin haber demostrado que se relacionan con el uso de estos enclaves aún como cetariae y no como resultado de reocupaciones posteriores, muy frecuentes en el litoral, al abrigo de la entidad constructiva de estos enclaves. Otras propuestas, como la de continuidad productiva de las cetariae de la ciudad atlántica de Lixus, esconden tras de sí problemas de identificación del mobiliario, por lo que no se pueden mantener en la actualidad, prevaleciendo las cronologías del siglo v de M. Ponsich49. En otros casos, fuera del Círculo del Estrecho nuclear, algunos enclaves bien estudiados sí parecen haber continuado en producción hasta mediados del siglo vi al menos. Los más clarividentes son Olisipo, especialmente las excavaciones en la zona nordeste de las cetariae de la Casa del Gobernador de la Torre de Belém, en las cuales el hallazgo de numerario de Justiniano I, concretamente un pentanummium, verifica el mantenimiento de algunas instalaciones fabriles hasta al menos fechas cercanas a mediados de la centuria, teniendo en cuenta las fechas de emisión de esta pieza (538-542), la cual además, al ser de bronce, ilustra relaciones cotidianas asociadas a los bizantinos en estas aguas atlánticas50. El otro ejemplo es Malaca, ciudad en la cual algunos contextos haliéuticos parecen continuar produciendo salazones y salsas piscícolas en época bizantina, como sucede en la calle Cañón-Postigo de los Abades, en el corazón de la ciudad, según se desprende del registro numismático y del análisis comparativo de las cerámicas, que aportan unas cronologías del segundo cuarto o en torno a mediados del siglo vi d. C., si bien los saladeros fueron excavados parcialmente, como comentan los excavadores, debido a las circunstancias de esta actuación preventiva51. En otros solares analizados en el centro de Malaca —área portuaria y comercial como se desprende de los conocidos hallazgos de la calle Stracham y Molina Larios—, sobre las fábricas abandonadas se documenta una reocupación bizantina, como han puesto en evidencia algunos autores, previamente a la conquista de la ciudad por el monarca visigodo Sisebuto52; algo que como decimos también ha sido demostrado en la calle San Nicolás de Algeciras.
22Todos estos datos inducen a plantear la continuidad de la producción de la actividad salazonera, tanto en aguas mediterráneas como atlánticas de la Península Ibérica, durante el segundo cuarto y quizás algo más del siglo vi d. C., es decir, junto hasta la llegada de los bizantinos. No obstante insistimos en la necesidad de revisar y afinar la datación de los contextos y, especialmente publicar el numerario junto a las cerámicas para poder dirimir con propiedad si se trata de continuidad productiva haliéutica —abandonos de piletas y de partes activas de las fábricas— o reocupaciones con una diversa funcionalidad. En cualquier caso todo ello ilustra cómo las áreas haliéuticas, integradas en la trama urbana de las ciudades desde inicios de época imperial, contribuyen notablemente al conocimiento urbano de las ciudades tardoantiguas del Estrecho.
23Conviene sumar a este debate los recientes hallazgos de una producción alfarera importante en el área onubense, que supera claramente el umbral del siglo v en el cual cesaba la actividad de las figlinae censadas hasta la fecha en ámbito regional. Se trata de las llamadas ánforas tipo «La Orden», «Terrón» y otras nomenclaturas, bien documentadas en estratos tardorromanos y de producción en el Occidente de Baetica, con una exportación notable, que poco a poco está siendo sistematizada53. Relevantes nos parecen los hallazgos de la ría de Vigo, que han demostrado la importación de estos alimentos envasados en ánforas en el cuadrante noroeste durante el siglo vi d. C., gracias a contextos estratigráficos, algunos de momentos avanzados de la centuria54. Desconocemos por el momento la naturaleza de estos productos, aunque no conviene olvidar que algunas de las fábricas salazoneras onubenses están activas hasta estas fechas, como la de El Cerro del Trigo en Doñana, cuyas necrópolis se adentran claramente en la sexta centuria55. Una reactivación económica y comercial que hay que estudiar con detalle en los próximos años, pero que por su tardía cronología y anomalía — ánforas ajenas a las tradiciones alfareras béticas precedentes— no sorprendería si respondiese a estímulos vinculados o derivados de la presencia de los imperiales constantinopolitanos en estas aguas del estrecho de Gibraltar.
24Por último, traemos a colación el caso de Septem, actual ciudad de Ceuta, por su singularidad en tanto en cuanto constituye actualmente el yacimiento arqueológicamente mejor conocido e investigado en aguas del Estrecho en la Antigüedad Tardía56, lo cual ha verificado la importancia que tuvo esta ciudad africana en los últimos siglos de época preislámica. De una parte la generosidad de las fuentes al referirse a la Septem tardorromana, que precisan tanto la fecha de conquista por los bizantinos de Justiniano en el 533/534 como dos episodios edilicios en la ciudad de gran relevancia: «refortificación» de la plaza y consagración de una iglesia a la Theotokos57. Arqueológicamente se ha demostrado en las últimas dos décadas la importancia de la fase tardorromana del asentamiento y la existencia de una importante ocupación bizantina —ponderal, broche tipo Siracusa, niveles arqueológicos de época de la conquista o de momentos consolidados en el paseo de las Palmeras, calle Gran Vía, Alcalde Victori Goñalons o Baluarte de los Mallorquies, entre otros— que no detallamos por cuestiones de espacio58. De su urbanismo tardoantiguo destacamos, especialmente, el hallazgo de un edificio funerario de planta rectangular con ábside, conocido como la basílica tardorromana de Ceuta59. Es un monumento surgido sobre una necrópolis precedente —posiblemente del siglo ii—, con un cercado funerario que en el siglo v sufre un proceso de ampliación, dotándose de ábside y finalidad litúrgica (fig. 5, p. 115), y cuya actividad en época bizantina se mantuvo, tenuemente. Es más probable que la basílica consagrada a la Madre de Dios citada por Procopio fuese la actual catedral de Ceuta, construida como sabemos sobre la mezquita aljama medieval60, sugerente hipótesis aunque no verificada por el momento61. La cercanía de este edificio a las piletas salazoneras de la calle Queipo de Llano ha sido usada como argumento para proponer la posible gestión de las pesquerías septensianas por parte del obispado, lo que se une a la conocida existencia en esta época de talleres eclesiásticos tardorromanos, bien atestiguados especialmente en otros lugares de África y Oriente62.
25También se han documentado restos de una de las calles tardorromanas del asentamiento, de trayectoria serpenteante y vinculada a edificios posiblemente públicos, muy desmantelados, en las excavaciones del Paseo de las Palmeras nº 2663; y en la misma zona restos de áreas de termoalteración, quizás parte de las cocinas del acuartelamiento militar bizantino; por otra parte, recientes actividades arqueológicas en el entorno de la Puerta Califal de Ceuta, a cargo de F. Villada Paredes, parecen haber demostrado la existencia de una fortificación precalifal, que por su entidad y cronología —basada en el análisis tanto estratigráfico, radiocarbónico de las argamasas de sus estructuras y de los contextos cerámicos asociados— pudo haberse correspondido con el conocido frurion bizantino64. Es interesante recordar que Ceuta constituye, en este sentido, un unicum en el estrecho de Gibraltar, ya que la plaza permaneció bajo dominio bizantino hasta momentos muy avanzados de la segunda mitad del siglo vii, mientras que la costa continental peninsular cayó bajo el dominio del Visigotorum Regnum a manos de Sisebuto y Suintila en la segunda década de la séptima centuria. No olvidemos que hay constancia documental de la presencia bizantina en Ceuta hasta poco antes de la conquista islámica: desde el posible exilio a esta plaza norteafricana, dependiente del exarcado de Cartago, de personajes como Filagrio, que cayó en desgracia tras la muerte del emperador Heraclio, según nos relatan el obispo copto Juan de Nikiu —de principios del siglo viii— y el patriarca Nicéforo de Constantinopla —en su conocido Breviario—, deportación que aconteció entre mayo y septiembre del año 641, siendo Ceuta su posible lugar de confinamiento65; a la Iussio fechada en los primeros años del reinado de Justiniano II (685-695), que alude al ejército septensino, último documento bizantino que cita a Ceuta como posesión imperial66.
26Por el contrario, a partir de la segunda década del siglo vii prácticamente toda la parte restante del sur de Baetica pasa a depender del Reino Visigodo de Toledo. Se ha propuesto, basándose en la ausencia de cecas visigodas en la zona del Estrecho (las más cercanas serían Asidona al oeste y Malaca al este), la posible existencia de una «microprovincia bizantina»; pues es difícilmente explicable que ninguna de las ciudades importantes del fretum Gaditanum hubieran acuñado en estos años si hubiesen sido visigodas —especialmente Carteia o Traducta, emisoras de moneda en época imperial— lo cual quizás esté escondiendo su bizantinidad tardorromana67.
27Respecto al urbanismo de las ciudades en época visigoda, a partir del siglo vii nos encontramos ante una manifiesta parquedad de datos. Únicamente en Asido se ha planteado la existencia de una fortificación tardorromana bajo las estructuras del castillo de Medina Sidonia, mal conocidas arqueológicamente al situarse bajo las estructuras del castillo medieval y moderno68. Indirectamente en Medina Sidonia tenemos constancia de la existencia de elementos de decoración arquitectónica visigoda —evidencias de la existencia de talleres escultóricos69— y diversas ermitas —como la de los Santos Mártires— que verifican la importancia del obispado asidonense, algunos de cuyos obispos, como Pimenio, están muy bien atestiguados, incluso epigráficamente70. No obstante del urbanismo de la ciudad visigoda conquistada por Leovigildo en el 572, la fortissima civitas, no tenemos evidencias arqueológicas disponibles.
28Esta es otra de las características que debieron singularizar a las urbes tardorromanas de la zona, su fortificación ante momentos de inseguridad. Un fenómeno, el del incastellamento71, presente en Medina Sidonia pero difícilmente estudiable por el momento en nuestra región, y del cual hay indicios precedentes en otras áreas como en el entorno de Alcazarseguer en la costa marroquí, en el tramo costero entre Ceuta y Tánger: recientes excavaciones en Dhar Aseqfane han permitido exhumar un complejo fortificado de notable entidad, de planta rectangular y dotado de cuatro puertas, algunas con torres semicirculares exteriores (fig. 6, p. 116), aparentemente construido a finales del siglo iii o inicios del siglo iv, y con una continuidad hasta época medieval avanzada72. Otro de los entornos a tener muy en cuenta en este sentido en los próximos años es la propia Tingi, cuyo entorno poliorcético costero, junto al puerto, posiblemente dé sorpresas en el futuro.
29Debemos tener también presente en estas fechas que si la población se refugiaba mayoritariamente en las ciudades, por los fenómenos de inseguridad antes comentados, en ámbito rural asistimos a la reocupación de las cuevas, tanto por parte de pastores como de eremitas, existiendo ejemplos de ello a ambos lados del fretum Gaditanum73.
30Tampoco hay evidencias arqueológicas claras de monasterios, a pesar de conocer su existencia en la zona, como el de Nono ad gaditanam insulam citado por Fructuoso de Braga74, o por los indirectamente rastreables a través de los epígrafes.
31En estas páginas hemos tratado de demostrar cómo el conocimiento de las ciudades tardorromanas en el área del estrecho de Gibraltar ha de ser abordado de manera indirecta, ante la parquedad de evidencias arquitectónicas y topográficas. Los contextos cerámicos y las importaciones, especialmente de ánforas75, denotan la apertura de los puertos tardorromanos a las dinámicas comerciales en todos los enclaves analizados de la orilla gaditana (Carteia, Traducta, Baelo o Gades) y también de la tingitana (Septem).
32Las necrópolis constituyen otro de los caballos de batalla, ante su mayor grado de conservación y pese a la dificultad de los problemas de datación que comportan si se trata de cistas sin ajuares metálicos, como sucede por ejemplo en las inhumaciones colectivas de la muralla oriental de Baelo76 o en las del área periurbana de Gades77.
33La fauna es, también, otro de los temas de estudio para los próximos años. Por poner un ejemplo, de gran interés ha resultado el estudio comparativo de la fauna terrestre y la malacofauna de contextos visigodos (calle Doctor Fleming 6-575/625) y de época paleoandalusí (calle San Antonio 21) de Algeciras, los cuales han demostrado cambios significativos en la dieta entre la comunidad visigoda y la islámica de primera época: ausencia de suidos y caza en los siglos viii/ix, y cambios en algunas especies de malacofauna, derivadas las primeras de las conocidas prescripciones legales musulmanas que prohibían estos alimentos78.
34Respondiendo a la pregunta del congreso sobre la propuesta de Kennedy de considerar más que una ruptura entre la ciudad tardoantigua y medieval una profunda transformación de las entidades urbanas desde el siglo vi en adelante, la cual culminó con las primeras ciudades islámicas, desestructuradas y caóticas, proceso desarrollado sin aristas y cesuras abruptas79, da la impresión de que ese modelo no es aplicable al fretum Gaditanum. En nuestra área geográfica se advierte un modelo polifacetado, alternando en la misma región geohistórica continuidades y discontinuidades entre la Antigüedad Tardía y la islamización a inicios del siglo viii. Es cierto que algunas ciudades presentaban síntomas de agotamiento, como la propia Traducta o la opulenta Gades altoimperial, que cuando fueron conquistadas no eran tan esplendorosas como durante el Alto Imperio; respecto a la segunda, recordamos las palabras de Avieno en la Ora Maritima: nunc aegena, nunc destituta, nunc brevis, nunc ager ruinarum est, es decir, que ambas ganaron espacio y entidad con las primeras presencias islámicas. En otros casos, ciudades tardorromanas de gran importancia como Carteia, fueron definitivamente abandonadas en el siglo viii, y nunca más reocupadas con posterioridad. Un tercer modelo es el ilustrado por Septem (y posiblemente por Tingi), importante ciudad tardorromana que también lo siguió siendo durante el Califato, con una transición durante época emiral difícil de evaluar ante la ausencia de restos. Por último, y ya en época medieval, asistimos en el estrecho de Gibraltar a nuevas fundaciones urbanas sobre lugares de escasa entidad precedente, como ilustra, por ejemplo, Tarifa. Es decir, no podemos considerar el fenómeno urbano en el fretum Gaditanum únicamente como resultado de cambios socio-económicos de longue durée80. En este sentido, coincidimos más con la reevaluación del fenómeno urbano en la misma región (Palestina), que considera mucho más complejo y dotado de una amplia variabilidad, habiendo provocado la intensificación o el declive de las ciudades81.
35En el Círculo del Estrecho diversos fenómenos como la inexistencia de urbes Regiae, la importancia que debieron tener los obispados —aún mal estudiada—, la confrontación de diversos intereses políticos, la lejanía física de Toletum y de Constantinopla, la presencia de militares imperiales, el intenso tráfico marítimo este-oeste o el carácter geoestratégico de los puertos de sus ciudades, entre otros factores, debieron provocar modelos urbanos diferenciados. La arqueología ha permitido rastrear cuatro momentos de cesura: en torno al año 425, con abandonos traumáticos en algunos yacimientos como consecuencia del paso de los vándalos (con Zilil como principal exponente); el año 500 circa, con el abandono generalizado de las últimas actividades haliéuticas de cara al comercio exterior; el inicio de una época de floruit en torno al 533/534 (Septem) o el 550 (en la costa bética), resultado de la conquista justinianea; e inicios del siglo viii (709-711), con un cambio radical en los patrones de asentamiento en la zona, con nuevas ciudades islámicas (como Tarifa) y con la remodelación de las preexistentes (como la nueva medina Sabta). Ciudades muy diversas, desestructuradas (como encontramos reflejado en los niveles bizantinos de los vomitoria del teatro de Gades, al abrigo de los bloques de caementicium del graderío, en precario) o derivadas posiblemente de la trama de asentamientos campamentales, como Ceuta. Ciudades, eso sí, contraídas y mucho más pequeñas en dimensiones que sus hermanas mayores de los siglos anteriores a época severiana.
36Es propio de los historiadores que la teoría del péndulo, en sentido metafórico, se cumpla. Ni una época oscura y desolada como la transmitida hace décadas (la «Dark Age» en su sentido más etimológico), ni una época esplendorosa en la Antigüedad Tardía como la última generación ha querido ver, al tratar de rescatarla del olvido académico y científico. Una larga época de transición, eso sí, compleja y poliédrica, en la cual las ciudades siguieron siendo un instrumento clave del poder, de la economía y de la transición de los modos de vida.
Notes de bas de page
1 Este trabajo se inscribe en el marco de desarrollo de los proyectos GARVM I (HAR2013-43599-P), GARVM II (HAR2016-78691-P) y RAMPPA (HAR2015-71511-REDT) del Ministerio de Economía y Competitividad/FEDER del Gobierno de España.
2 Problemática recientemente evaluada en Bernal Casasola, 2016a.
3 García Moreno, 2013.
4 Previamente analizado en Bernal Casasola, 2006.
5 Brown, 2012.
6 Villaverde Vega, 2001.
7 Vizcaíno Sánchez, 2012.
8 Bernal Casasola, 2008a.
9 Id., 2007.
10 Gutiérrez Lloret, Alba Calzado, 2008.
11 Bernal Casasola, Bonifay, 2010.
12 Bernal Casasola, 2008b.
13 Fernández Sotelo, 2000; Lagóstena Gutiérrez, (inédito).
14 Lenoir, 2005.
15 Gil Egea, 1998.
16 Lenoir, 2005.
17 Akerraz et alii, 1987.
18 Villaverde Vega, 2001, pp. 101-106; Lenoir, 2005, p. 71; Bernal Casasola, 2006, p. 189.
19 Villaverde Vega, 2001, pp. 95-96 y pp. 231-235; Lenoir, 2011, pp. 255-258.
20 Bernal Casasola et alii, 2012, p. 2473.
21 Las cronologías de finales del siglo v y de la primera mitad del siglo vi propuestas recientemente para la reocupación de los principia del campamento (Bermejo Meléndez et alii, 2015, pp. 66-67, p. 74, p. 87, pp. 106-107) consideramos que deben ser revisadas, respondiendo posiblemente al intervalo final que proponemos en estas páginas.
22 Bernal Casasola, Lorenzo Martínez, 2002.
23 Id., 2017.
24 A esperas de contrastar las fechas con los contextos cerámicos asociados a la denominada villa de Barrio Jarana-Puente Melchor, cuya última fase, de uso termal, ha sido considerada como construida en el siglo v y activa hasta los siglos vi-vii (Chacón, 2017), constituyendo una anomalía en el entorno continental de la bahía de Cádiz.
25 Bernal Casasola et alii, 2015c, pp. 251-252, Yac. 095.
26 Id, 2015a, pp. 177-178, Yac. 112.
27 Chavarría, 2007.
28 Bernal Casasola, 2008b.
29 Ibid., pp. 41-42.
30 Bernal Casasola, Bustamante Álvarez, Sáez Romero, 2014, pp. 820-822.
31 Bernal Casasola et alii, 2014.
32 En la Notitia Dignitatum se menciona al procurator baphiorum omnium per Africam, de quien quizás dependería este enclave tingitano relacionado con la producción del preciado colorante.
33 Bernal Casasola, 2008a. Remitimos al Laboratorio Virtual de la Red Temática RAMPPA para la ampliación de estos datos: Conjuntos Industriales A, B y C/D de la calle San Nicolás 1; y Conjuntos Industriales I y II de la calle San Nicolás 3-5 de Algeciras (Iulia Traducta).
34 Bernal Casasola et alii, 2016, pp. 56, 47 y 66.
35 Expósito Álvarez, Bernal Casasola, 2007.
36 Bernal Casasola, 2008a, p. 372.
37 Bernal Casasola et alii, 2015b, pp. 122-126.
38 Los primeros avances se encuentran en vías de publicación en la revista Mélanges de la Casa de Velázquez, en las Actas del Congreso de Lisboa de los RCRF y en las III Jornadas Internacionales de Baelo Claudia.
39 Una síntesis histórica reciente en Vallejo Girvés, 2012.
40 Una síntesis y discusión en Vizcaíno Sánchez, 2012, pp. 323-328.
41 Bernal Casasola, 2009a; Id., 2013.
42 Jiménez-Camino Álvarez, Bernal Casasola, 2007. Aunque en algún trabajo reciente se vuelve a dudar de su localización, situándola en Tarifa (García Moreno, 2013, pp. 237-238), sin tener presente la evidencia arqueológica.
43 Jiménez-Camino Álvarez et alii, 2010a.
44 Bernal Casasola, 2008a, pp. 371-373.
45 Gutiérrez Cuenca, Hierro Gárate, 2013, pp. 113-115.
46 Procedente de actividades arqueológicas de la Universidad Autónoma de Madrid, dirigidas por Lourdes Roldán Gómez y Juan Blánquez Pérez, en fase de estudio y publicación en la actualidad.
47 Bernal Casasola, 2008a, pp. 368-369.
48 Bernal Casasola, 2008b.
49 Ibid., p. 42.
50 Fabião, 2009, pp. 25-26.
51 Mora Serrano, Martínez Ruiz, 2008.
52 Mora Serrano, 2009, pp. 425-426, con mucha bibliografía anterior.
53 O’Kelly Sendrós, 2012.
54 Fernández Fernández, 2014; síntesis reciente de ello en Bernal Casasola, 2016b.
55 Recientemente, Campos Carrasco, Vidal Teruel, Gómez Rodríguez, 2014.
56 Villaverde Vega, 2001, pp. 204-223.
57 Vallejo Girvés, 2012.
58 Síntesis de todo ello en Bernal Casasola, 2009a y especialmente Id., 2013.
59 Fernández Sotelo, 2000.
60 Gozalbes Cravioto, 2002.
61 Bernal Casasola, 2013, pp. 25-31.
62 Id., 2010.
63 Bernal Casasola et alii, 2005.
64 Estos hallazgos que se encuentran aún inéditos, fueron presentados en las XVI Jornadas de Bizancio (Alcalá de Heranes, 2013), con el título «¿Evidencias del frourion de la Septem tardorromana? Primer avance de los hallazgos de la Puerta Califal de Ceuta», por Fernando Villada Paredes y Darío Bernal Casasola.
65 Vallejo Girvés, 2012, pp. 397-402.
66 Ibid., pp. 427-431.
67 Bernal Casasola, 2009b.
68 Montañés Caballero, Montañés Caballero, 2009.
69 Frente a otras zonas como Gades en las cuales las únicas evidencias de relivaria son casi inexistentes y de escasa calidad, como ilustra el reciente ejemplo publicado de una placa grafitada aparecida en 1997 en el teatro romano, alusiva a un monumento religioso (Corzo Sánchez, García García 2015).
70 Corzo Sánchez, 1992.
71 Marazzi, 1995.
72 El Khayari, Akerraz, 2013.
73 Bernal Casasola, Domínguez Pérez, Raissouni, 2008.
74 López Quiroga, 2003.
75 Bernal Casasola, Bonifay, 2010.
76 Bernal Casasola et alii, 2015a.
77 Bernal Casasola, Lagóstena Gutiérrez, 2010.
78 Jiménez-Camino Álvarez et alii, 2010b, p. 159.
79 Kennedy, 1985.
80 Ibid., pp. 26-27.
81 Avni, 2011, pp. 328-329.
Auteur
Universidad de Cádiz
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