El modelo alfonsí ante la revolución trastámara
Los sumarios de crónicas generales del siglo xv
p. 141-156
Résumés
El autor se propone estudiar lo que queda en Castilla del modelo histórico alfonsí una vez pasada la revolución trastámara y el cambio de dinastía del siglo XIV, a partir del estudio global de una producción propia del siglo XV, los sumarios de crónicas generales. Se establece por primera vez con precisión el corpus de estos textos, antes de mostrar cómo, a partir de las crónicas alfonsíes y con el mismo método utilizado por el Rey Sabio y sus colaboradores, los autores önada anónimosö de dichos sumarios, en su voluntad de servira los nuevos maestros de Castilla, adaptan este legado de tiempos ya remotos a una nueva ideología que favorece la nobleza y sus valores, salvando la obra historiográfica alfonsí a costa de una traición del espíritu que la animaba
The author's purpose is to examine what remained in Castile of the Alfonsine historical model in the wake of the Trastamaran revolution and the change of dynasty in the 14th century. This is based on a global study of the summaries of general chronicles, a product of the 15th century. The study provides the first precise definition of the corpus of these texts. It then goes on to show how, starting with the Alfonsine chronicles and using the same method as Alfonso the Wise and his collaborators, the authors of these summaries (who are anything but anonymous) strove to serve the new masters of Castile by adapting this legacy of by then remote times to a new ideology that favoured the nobles and their values. Thus, the Alfonsine historiographic corpus was saved in body, but not in spirit
Texte intégral
1El 23 de marzo de 1369, muere el rey don Pedro I a manos de su hermanastro Enrique. Con éste, «son ennemi, son frère, son assassin»1 llega al trono una nueva dinastía, los Trastámaras. Esta revolución, en términos del profesor Suárez Fernández2, no sólo tiene consecuencias en la vida política y social de Castilla, sino que también las tiene en el mundo cultural, y muy especialmente en la historiografía. Una de las tareas urgentes de los cronistas al servicio del poder fue legitimar la nueva dinastía: tarea nada fácil, ya que el fundador de ésta, además de ser fratricida y regicida, era bastardo. Su legitimación necesitaba, pues, una «reescritura» del pasado inmediato de Castilla. Más allá de esta necesidad apremiante, la nueva dinastía traía consigo un nuevo personal político, una «nueva nobleza»3, que pretendía imponer a la sociedad sus valores culturales, políticos, sociales e ideológicos en el sentido más amplio de la palabra, y buscaba en el pasado la justificación de estos valores. Esta nobleza hacía de mecenas para con unos historiadores encargados de encontrar esta justificación, a toda costa. Todos estos factores, y algunos más4, explican la excepcional riqueza de la producción historiogràfica en el siglo en que los Trastámaras ocuparon el trono de Castilla. Entre las obras producidas en aquel período, nos vamos a interesar por un conjunto de textos algo olvidados, los sumarios de crónicas. Esta denominación, cabe decirlo, es bastante moderna: los autores de estas obras no la usaron5 sino que las llamaron, las más de las veces, sumas, compendios o sencillamente crónicas6. Si nos parece imprescindible el estudio de este corpus a la hora de realizar un balance de lo que fue la historiografía alfonsí, es porque representan, en este siglo XV en el que ya no se escriben refundiciones importantes de la obra alfonsí, sino meros arreglos, el último retoño de esta historiografía.
2El corpus de los sumarios de crónicas representa unos veintidós títulos diferentes. De estos veintidós, nos interesan hoy dieciséis. Los otros seis, obras del siglo XIV, no tienen relación alguna con la tradición alfonsí, sino que pertenecen a otra tradición, quizás más genealógica que cronística: la que arranca del Liber Regum. Las dieciséis obras de las que vamos a hablar cubren un período de tiempo que parte del reinado de Enrique III, época de la redacción del Sumario del Despensero, así llamado por ser su autor Despensero Mayor de la reina doña Leonor, primera mujer de Juan I, para llegar al reinado de los Reyes Católicos, en el que Pedro de Gracia Dei redacta sus obras en verso. Nos parece útil proponer aquí una breve descripción de cada una de estas obras:
Sumario del Despensero (en realidad Suma de los Reyes que ovo en Castilla desde que ovo seyda de los moros). – Atribuido a Juan Rodríguez de Cuenca, y editado a finales del siglo XVIII por Llaguno Amírola7. La edición se hizo a partir de cuatro manuscritos y recoge dos versiones del sumario. Hoy se conocen catorce manuscritos del texto, representando cuatro versiones distintas;
Siete Edades del Mundo, obra en verso de Pablo García de Santa María, dirigida a la educación del joven príncipe Juan, futuro Juan II. Existe una edición reciente de esta obra8;
Suma de Corónicas, del mismo, en prosa. Desgraciadamente inédita, se conserva en tres manuscritos, dos de los cuales fueron actualizados en tiempos de Enrique IV, y en una refundición de tiempos de los Reyes Católicos. El texto original alcanza la muerte de Catalina de Lancáster (1418);
Atalaya de las Crónicas, de Alfonso Martínez de Toledo, arcipreste de Talavera9. De esta obra, redactada hacia 1443, a petición de Juan II según parece, existe también una edición reciente10;
Regum Hispanorum, Romanorum Imperatorum, Sumorum pontificum, necnon Regum Francorum, Anacephaleosis, de Alonso de Cartagena, hijo de Pablo de Santa María, y él también obispo de Burgos. Este texto se redactó, en latín, pocos meses antes de la muerte del prelado (1456) y fue traducida al castellano, por Juan de Villafuerte, en 1463, con el título de Genealogía de los Reyes. Su primera edición se remonta a 1545; existe hoy una tesis sobre este texto11;
Repertorio de los Príncipes de España, por Pedro de Escavias, alcaide de Andújar. De este texto, escrito en los años 1467-70 y acabado algo después, existe una edición reciente12 y se prepara otra;
Historia Hispanica, de Rodrigo Sánchez de Arévalo. Redactada en Roma, donde el autor ejercía de castellano de Santangelo, fue publicada esta obra latina en 1469 o 1470, por Ulrich Hahn (Udalricus Gallus);
Crónica Abreviada, o Valeriana de Mosén Diego de Valera. Casi no necesita presentación este sumario publicado en 1482, que conoció un éxito fenomenal (e indebido, según Menéndez Pelayo13);
Suma de las Crónicas de España de Alfonso de Madrid, abad de San Salvador de Oña, muerto en 1515. Se trata del texto, muy breve por culpa de numerosísimas lagunas, de una refundición de la Suma de Pablo de Santa María realizada a favor del monasterio del autor en tiempos de los Reyes Católicos (probablemente antes de 1484) y de la que sólo se conserva un ejemplar;
Compendio Historial de Diego Rodríguez de Almela. De esta obra inédita (1479-1489), se ha conservado un manuscrito incompleto de la versión original, y varios de una refundición posterior, redactada entre la muerte de Isabel y la de Fernando;
Suma anónima, dedicada al rey de Ñapóles, redactada hacia 1493. Se conservan dos manuscritos de esta Suma, uno en la Biblioteca Nacional de París, y otro (muy tardío, copia del siglo XVIII) en la Biblioteca de Palacio;
Summa breve de todos los reyes que ha ávido en León y Castilla..., por Sancho de Segorbe, alcaide de La Guardia (Toledo). Sólo se conserva un manuscrito de este texto inédito, fechado en 1497;
Compendio Universal de las Historias romanas y de las chronicas de Castilla, atribuida a Alfonso de Ávila, hijo de Alfonso de Palencia14. De este texto también se conserva un único manuscrito, fechado en los años 1497-99;
Novenario Estorial, por Diego Fernández de Mendoza. Se ha perdido la parte final de este sumario, que ahora se detiene en 1307, pero una nota marginal indica que alcanzaba el año 1501; el título se explica por el número de libros que componen la obra, nueve, «en comparación con el número de meses que pasó Jesús en el vientre de su madre virginal»;
Suma de todos los Rey es y Genealogía y Blasón de los Reyes de Castilla, por Pedro de Gracia Dei. Son textos muy breves y en verso, escritos a finales del reinado de Fernando V por este cronista y rey de armas de los Reyes Católicos.
3Todas estas obras tienen como punto común el presentar una historia, más o menos abreviada, de Castilla. Puede esta historia arrancar bien de los primeros reyes godos, e incluso, en algunos casos, del diluvio, bien del primer monarca de la Reconquista, Pelayo. En todos los casos, la mayor parte de esta historia procede de las Crónicas de la tradición alfonsí. Es evidente, pues, su vinculación con esta tradición, aunque no basta con decirlo. Nuestro propósito es estudiar precisamente lo que deben estos sumarios a la historiografía alfonsí, y más profundamente, qué queda del modelo creado por Alfonso X al cabo de uno o dos siglos, después del cambio de dinastía y de la revolución política y social que supuso la llegada al trono de los Trastámaras.
DE LAS CRÓNICAS GENERALES A LOS SUMARIOS: FILIACIÓN CONFESADA Y FILICIÓN OCULTA
4Acabamos de afirmar que la mayoría de las informaciones que vuelven a tomar los sumarios de crónicas procede de las obras de la tradición alfonsí. En tal caso, parece fundado ver en qué medida estos textos reivindican esta herencia, y cuáles son las fuentes que citan cuando presentan estas informaciones. Hay que decir que nuestra esperanza de ver los sumarios reconocer la deuda que, sin ninguna duda, han contratado, será defraudada. Parece que todos los sumarios ignoran la existencia de una Historia alfonsí. Las únicas obras del siglo XIII que citan –¡y éstas sí que las citan repetidas veces!– son el Chronicon Mundi de Lucas de Túy y, sobre todo, la Historia Gothica de Rodrigo Jiménez de Rada. Se podría decir sin exagerar que Jiménez de Rada es el director de conciencia de los autores de sumarios del siglo XV. Es la máxima autoridad que conocen, y, a consecuencia, su rechazo de cualquier información que los autores puedan conocer por otra fuente, condena esta información, si no a la desaparición, por lo menos al desprecio y la desconfianza15. En cambio, no sólo citan de modo muy impreciso las crónicas generales de la tradición alfonsí, hablando de «las crónicas de España» o de «las crónicas de Castilla», sino que, en el capítulo que dedican al Rey Sabio, ninguno de ellos se refiere, entre las obras literarias de éste, a la Estoria de España. La General Estoria tiene mejor suerte, a pesar de su escasa utilización por los autores del siglo XV.
5Sin embargo, este silencio no significa, como ya lo hemos dicho, que no utilicen la Estoria de España y sus refundiciones. Casos hay en los que incluso se puede precisar con bastante certeza cuál de estas refundiciones se utilizó16. Lo que sí significa este silencio es que la obra alfonsí ha entrado ya a pertenecer a la comunidad de los historiadores, y de modo más general, a la comunidad de los castellanos. El anonimato de las crónicas generales favoreció esta apropiación: obra de nadie, bien de todos. En realidad, es difícil imaginarlo que podían pensar de la obra del Rey Sabio aquellos hombres que vivían en un tiempo en el que existían cronistas oficiales, conocidos y retribuidos por su oficio.
LOS SUMARIOS Y LAS CINCO OPERACIONES DE LAS COMPILACIONES ALFONSÍES
6En un texto imprescindible, Georges Martin presentó hace pocos años las cinco operaciones que él juzga fundamentales en una labor compiladora como la de los redactores alfonsíes17. Estas cinco operaciones son: reproducir, reunir, construir, combinar y revisar. El resultado de estas operaciones es una verdadera manipulación de las fuentes utilizadas, favorable a la visión de la historia española que pretende imponer el Rey Sabio para apoyar su proyecto político. ¿Qué queda de estas cinco operaciones en los sumarios de crónicas del siglo XV? Bien podríamos decir que todas.
7Reproducir. – Es lo que hacen los autores de sumarios cuando toman a su cuenta la opinión o las informaciones de los cronistas anteriores, citándolos expresamente, exactamente como lo hacían dos siglos antes los compiladores alfonsíes18. Como ellos, utilizan esta operación para introducir elementos nuevos en su narración pretendiendo que los sacan de sus antecesores19.
8Reunir. – Ésta es precisamente la meta declarada de los sumarios: reunir lo que andaba dispersado en una multitud de crónicas difíciles de alcanzar y demasiado numerosas y gruesas para que pueda leerlas todas un hombre que no dedique su vida a esta tarea20.
9Construir y combinar. – Son dos facetas de una sola operación, que consiste en dar una unidad a los elementos dispares reunidos en la operación anterior. En el caso de los sumarios de crónicas, esta construcción o reconstrucción del relato se hace alrededor de una estructura esencial que es el reinado. Un capítulo por reinado, tal es la medida adoptada por los autores en la mayoría de los casos. Excepciones hay: Rodrigo Sánchez de Arévalo multiplica los capítulos cuando llega a la historia contemporánea, y sobre todo al reinado de Juan II, al que conoció y sirvió (once capítulos para este único soberano); los capítulos dedicados a este mismo monarca en la Valeriana y en la Summa de Sancho de Segorbe, aunque únicos, constituyen una verdadera crónica en sí, hasta tal punto que Juan de Mata Carriazo publicó el capítulo de la Valeriana como apéndice al Memorial de Diversas Hazañas21. En el caso de Segorbe, el capítulo dedicado a Juan II representa casi la mitad del sumario. La voluntad de marcar una continuidad en el relato se afirma tanto más cuanto que la revolución trastámara demostró que esta continuidad podía romperse. En una abreviación de la traducción castellana de la Anacephaleosis, la hija de Alfonso VI, Urraca, se incluye en la lista de los reyes aunque no lo sea, «para no romper la sucesión de sus antepasados»22.
10Revisar. – Como reunir era la meta confesada de los sumarios, revisar es su meta oculta. En el primero de los sumarios, el del Despensero, esta revisión salta a la vista, por no ser demasiado sutil. El autor logra borrar por completo la solución de continuidad que existe entre Pedro I y Enrique II. Utiliza para obtener tal resultado varios recursos complementarios: por una parte, fiel a su método que consiste en seleccionar, para cada reinado, una o dos anécdotas precisas, sin contar los otros acontecimientos del dicho reinado, para los que remite a sus lectores a las crónicas regias, no alude para nada a la guerra civil que precipitó el final del monarca. La muerte de Pedro aparece como un castigo de Dios, sin más detalles23. Tampoco alude el Despensero a los orígenes de Enrique, presentado como el hermano –se supone que legítimo– de Pedro. Apenas si dice algunas palabras acerca del desamor que reinó entre los dos hermanos24. Y, por fin, inventa un discurso en forma de espejo del príncipe, supuestamente pronunciado por Ramiro I a la hora de la muerte, discurso que recuerda hábilmente al tratar de Enrique25, para persuadir al lector de que, más allá de las relaciones de parentesco –no dichas– existen vinculaciones creadas por las obras: así, el verdadero «hijo perdido» de Alfonso XI no es Enrique, el cual se sitúa en la continuidad dinástica, sino Pedro. Este ejemplo llega, desde luego, hasta los extremos. Pero ilustra cómo los autores de sumarios pueden, ellos también, «revisar» los hechos que refieren.
11Así presentados, los sumarios de crónicas parecen ser unas compilaciones idénticas en su forma y esencia a las obras salidas del taller alfonsí. Incluso lo que hace su especificidad, la idea de abreviar las crónicas, parece que tiene su origen remoto en las crónicas alfonsíes.
RESUMIR ES ELEGIR
12Existen dos formas de resumir un texto cronístico: suprimir detalles conservando la totalidad de las informaciones contenidas en el texto original, o elegir las informaciones que parecen esenciales suprimiendo las demás. Los autores de sumarios han usado los dos métodos. El segundo es el que permite manipular la Historia con más facilidad, ya que, con el pretexto de resumir, se puede elegir parte de las informaciones y eliminar las que molestan.
13Tal eliminación puede hacerse en nombre de la moral o del decoro26, en nombre de la veracidad histórica, o de cualquier otra razón. Lo cierto es que este método, que ya está muy presente en la Crónica Abreviada de don Juan Manuel27, precursor de los sumarios del siglo XV, se encuentra en germen en la Estoria de España alfonsí28, especialmente en las crónicas nacidas del arreglo crítico de finales del siglo XIII, como, por ejemplo, la Crónica de Veinte Reyes29.
14En apariencia, pues, los sumarios de crónicas generales del siglo XV no difieren en su esencia de las compilaciones del taller alfonsí o de sus continuadores. Llevan hasta el extremo la idea de compilación, pero las operaciones básicas de composición de un sumario no difieren de las de una crónica general. Sin embargo, nos parece que estas obras ya no pertenecen al mundo alfonsí. Es lo que vamos a intentar demostrar ahora.
DE ESPAÑA A CASTILLA
15Existe una primera diferencia entre lo que fue el proyecto alfonsí y la historiografía del siglo XV. Esta diferencia, cabe decirlo, no es propia de los sumarios de crónicas, ni siquiera nació en el siglo XV, sino en el siglo XIV, y quizás muy poco tiempo después de la desaparición del Rey Sabio. Reside en la restricción del espacio considerado por las obras. Mientras Alfonso X pretendía escribir una Estoria de España, de toda la península y de todas las naciones que convivieron en ella, los sumarios de crónicas heredan del siglo anterior una visión profundamente castellanocentrista de la Historia. Una de las primeras tareas de don Juan Manuel, al abreviar la obra de su tío, fue eliminar todo lo no referido a España en la época antigua, y todo lo no castellano a partir del momento en que estima que existe tal entidad30. Este sentimiento nacionalista no deja de crecer durante los siglos XIV y XV, paralelamente al desarrollo de Castilla como nación de importancia europea. Escritores como Alfonso de Cartagena, autor por otra parte de un Discurso sobre la preeminencia de Castilla sobre Inglaterra (en latín) con ocasión del concilio de Basilea, o como Rodrigo Sánchez de Arévalo, muy influenciado por las ideas de su amigo y maestro y enfrentado, además, al humanismo italiano, no dudan en reavivar la vieja tesis neogótica31. Incluso cuando usan como fuentes textos procedentes de la tradición alfonsí, los autores hablan de «crónicas de Castilla».
16Sean lo que fueren las causas de esta reducción del campo de la historiografía, constituye una primera ruptura, muy importante, del modelo alfonsí, que abarcaba en su visión político-histórica, la totalidad de España. Es más que una divergencia de enfoque: es el signo de una verdadera ruptura de la sociedad castellana con el ensueño del Rey Sabio.
MONARQUÍA Y NOBLEZA: LOS CAMBIOS DEL SIGLO XIV
17Las manipulaciones de los autores de sumarios, acabamos de decirlo, benefician a la monarquía, como ya era el caso en tiempos de Alfonso X. Pero esta monarquía poco tiene que ver con la ideada por el Rey Sabio. Los Trastámaras llegaron al poder con la ayuda activa de la nobleza castellana. Esto no significa que sean unos títeres en manos de los nobles, como se han venido presentando durante años: por lo contrario, son los monarcas de esta dinastía los que empiezan a utilizar, sobre todo a partir del reinado de Juan II, los conceptos que servirán años más tarde a los partidarios del absolutismo regio. Sin embargo, hay que reconocer que tuvieron que pactar con la nobleza para mantenerse en el poder. Estos pactos tienen su traducción en la historiografía: la monarquía que defienden los sumarios de crónicas es una monarquía «aristocrática», que ha adoptado parte de los valores de la nobleza.
18Como se podía suponer, el texto que más pondera la idea de una «monarquía caballeresca», en la medida en que los valores caballerescos son los de la nobleza, es el más cercano a la revolución trastámara, el Sumario del Despensero. El discurso de Ramiro I, ya citado, utilizado para condenar a Pedro I y ensalzar a Enrique II, pondera estos valores, como la castidad
porque face grand plazer a Dios el que lo face, e guarda e mantiene, de que hay muchos buenos exemplos de las buenas andanzas que ovieron en las lides los Caballeros que la vertud de castidad guardaron e mantovieron32.
19Pero la idea de una monarquía caballeresca aparece con más claridad en otro discurso, el planctus de Sancho Sánchez de Rojas, «buen caballero de un buen linaje de Castilla», a la muerte de Alfonso XI. Este planctus tiene como función principal, otra vez, desprestigiara Pedro I ensalzando la figura de su padre desde un punto de vista opuesto a lo que fueron las ideas del Rey Cruel. En él, toda la grandeza del monarca fenecido se mide a partir de los valores de la caballería, y la frecuencia con que aparecen los términos relacionados con este mundo no deja de sorprender:
E la primera dellas fue quando se armó Caballero en la cibdad de Burgos; porque éstas fueron las más nobles e más honradas caballerías e más cumplidas en todas las cosas que de Rey en toda España se sepa, nin en Corónica ninguna se lea que en tiempo de los Reyes de España pasados tan nobles e tan complidas fuesen sus caballerías como fueron éstas, por se armar con él en estas sus caballerías muy grandes Señores de su linage que avían debdo con la su merced, e otros muchos Caballeros de muy grandes linages de los sus Regnos que él estonce armó Caballeros, e otros muchos grandes Señores e Caballeros que vinieron de otros Regnos e otras tierras a armarse Caballeros deste noble Rey en este día de las sus caballerías; e otrosí de tantas pruebas de caballerías como estonce fueron fechas, e se probaron en todas las obras de Caballeros [...]33.
20Los sumarios posteriores no se muestran tan tajantes en su defensa de los valores caballerescos o nobiliarios, quizás porque la monarquía los ha adoptado y ya no necesitan ser defendidos. Lo cierto es que la monarquía que defienden los sumarios, esta monarquía aristocrática, está muy lejos del personalismo de Pedro I, y muy lejos también del proyecto alfonsí. Es una monarquía adaptada a la nueva sociedad castellana, en la que el grupo social en auge es la pequeña nobleza, la nobleza de cargos y oficios, una nobleza con ansias de verse reflejada en el espejo de la Historia.
21Otro rasgo de los sumarios de crónicas que resulta también ser una consecuencia del peso de la nobleza (como lectora, como mecenas, y como autora) en la historiografía del siglo XV, es el desarrollo del pensamiento genealógico dentro de estas obras. Aún no estamos en el siglo XVI, época en la que Pedro Fernández de Velasco, condestable de Castilla, puede escribir un Sumario de Crónicas (llamado, según los manuscritos, Abreviación o Epítome) que se preocupa tanto, si no más, por los orígenes de las familias de la nobleza castellana como por la historia del reino, y empieza con esta afirmación orgullosa de autoría por parte del poderoso duque:
Yo, don Pedro Fernández de Velasco, Condestable de Castilla, Duque de Frías, Conde de Haro, Capitán General de su Magestad y su Camarero Maior y su Justicia Maior en Castilla la Viexa, Señor de la Casa de los Infantes de Lara, hixo lixítimo de don ĺñigo Fernández de Velasco, Condestable de Castilla y Duque de Frías, Gobernador que fue destos Reinos, y de Doña María de Tobar, Duquesa de Frías, su lixítima muger, viendo quan poco a [?] andado a escribir en estos reinos, acordé de hacer este libro e abrebiaçión [...]34
22Pero ya es de notar, en el siglo XV, el número de sumarios de crónicas cuyo título tiene alguna vinculación con la genealogía, desde la Anacephaleosis, o Recapitulación de los Reyes, de Alfonso de Cartagena (traducida al castellano como Genealogía de los Reyes), hasta el Repertorio de Príncipes de Pedro de Escavias, pasando incluso por la Suma de los Reyes, que no de las Crónicas, del Despensero Mayor. Sin hablar, desde luego, de la Genealogía y Blasón de todos los Reyes de Castilla de Pedro de Gracia Dei... En el siglo XV, el pensamiento genealógico, en los sumarios de crónicas, aún se limita a considerar la lista de los reyes de Castilla. Este enfoque regio bien puede ser una herencia de la época alfonsí. No quita que la aparición de esta preocupación genealógica es muestra del cambio de mentalidades intervenido en el campo de la escritura de la Historia, un cambio originado por la revolución del siglo XIV: tanto los monarcas en el poder como la nobleza que los apoya –mal que bien– no logran ocultar su naturaleza de advenedizos preocupados por encontrar sus raíces en un pasado del que no se sienten totalmente propietarios.
UNA «PRIVATIZACIÓN» DE LA HISTORIOGRAFÍA
23Los elementos recogidos en el párrafo anterior nos conducen a subrayar lo que, sin lugar a dudas, aleja los sumarios de crónicas del modelo de historiografía alfonsí: el abandono, por parte de los cronistas, del anonimato y su desvinculación relativa del poder real. Este hecho no viene a significar que los sumarios de crónicas no defiendan la verdad del poder: esto sería contradictorio con lo anterior. Pero lo cierto es que, escriban o no por encargo del poder real35, los autores redactan libremente sus obras. Si adoptan, para ellas, el modelo alfonsí, esta elección es suya. Después del reinado desastrado de Pedro I, el poder regio parece que ya no puede vigilar la composición de obras tan ambiciosas como lo eran las compilaciones alfonsíes. Entonces, el siglo XV, ¿siglo de libertad? De cierto modo, sí. Los hombres que ponen su firma al final de un sumario de crónicas –o al final del prólogo– reivindican éste como una obra suya y muy suya, por halagadora que se muestre para con el poder. Todos actúan, más o menos conscientemente, como lo hará en el siglo siguiente Pedro Fernández de Velasco. Su orgullo de noble y/o de intelectual36 se trasluce en su satisfacción de escritor, enteramente responsable de su obra37. En esta desvinculación del poder regio, que no es ya ningún actor en la redacción de las obras, reside la verdadera ruptura con el modelo alfonsí. La máquina creada por el Rey Sabio sigue funcionando, pero carece del sentido que había pretendido darle Alfonso X. Ya no existe la historiografía alfonsí, porque ella suponía la mainmise del rey sobre la redacción de las obras.
24La conclusión que se puede sacar de este rápido estudio de los sumarios de crónicas es que la historia de estas obras es la historia de una apropiación: la apropiación del modelo alfonsí de crónica general por unos hombres que representan al grupo social vencedor de la guerra civil de 1369, esta nobleza nueva de origen modesto –dentro de lo que cabe– pero de rapidísimo ascenso en la sociedad del siglo XV. Estos hombres utilizaron la máquina alfonsí para servir sus intereses y los de sus lectores, nobles o reyes trastámaras. Es la historia de una apropiación, y al mismo tiempo, la historia de una traición: traición, quizás inconsciente, de lo que era el proyecto alfonsí y del significado de la historiografía dentro de este proyecto. Pero es también la historia de una salvación: salvación del legado alfonsí, por lo menos en materia de conocimiento histórico, este legado que los sumarios de crónicas lograron transmitir a los primeros historiadores modernos. Lo que hombres como Mariana o Garibay conservan de la cultura histórica medieval, para bien o para mal, lo deben ante todo a obras como las de Mosén Diego de Valera o del Despensero Mayor.
Bibliographie
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APÉNDICE BIBLIOGRÁFICO
A. Corpus de los sumarios de crónicas citados
♦ MANUSCRITOS (obras citadas por orden cronológico)
Rodríguez de Cuenca, Juan, Sumario del Despensero. – Escorial Z-III-2; Biblioteca Nacional de Madrid (citado BNM) 773, 1181, 1518, 1234, 2325, 8405, 8463, 9268, 12988; Bibliothèque nationale de France, París (citado BNF) esp. iii; Universidad de Salamanca 2309, 2269; Menéndez y Pelayo (Santander) olim 77.
García de Santa María, Pablo, Siete Edades del Mundo. – Bartolomé March (Barcelona) 20-5-6; Catalunya (Barcelona) 2013; Boston Ticknor D23; Escorial h-II-22, X-II-17; Fundación Lázaro-Galdiano (Madrid) 425; BNM 1804, 3681, 9689, 17657, 17816; Academia Española 210; Universidad Complutense (Madrid) 157; Montserrat 1160; Catedral de Oviedo 18; Universidad de Salamanca 1764.
– Suma de corónicas de España. – Escorial h-II-22; Fundación Lázaro-Galdiano (Madrid) 634 (cf. más abajo); BNM 1279, 10448.
Martínez de Toledo, Alfonso, Atalaya de las Crónicas. – Catalunya 1040; Escorial X-I-12; British Library Egerton 287; Academia Española 72; Palacio 1073, 1892; Real Academia de la Historia 9-5631; Österreichische National (Viena) 4324*.
Cartagena, Alfonso de, Regum Hispanorum [...] Anacephaleosis. – Escorial h-II-22, x-II-23; Houghton Bibl. (University of Harvard) Philip Hofer; Real Academia de la Historia 9-25-7 = C-152; Archivo Histórico Nacional 983 B; BNM 815, 7432, 8210, 9436, Vitrina 26-13, Vitrina 19-2; Palacio 3009; BNF esp. 141.
Escavias, Pedro de, Repertorio de Príncipes. – Escorial X-II-i; Biblioteca Nacional de Lisboa 899.
Sánchez de Arévalo, Rodrigo, Historia Hispanica. – Escorial f-I-18; Laurenziana (Florencia) Ashburham 1282; Real Academia de la Historia G-2, G4 (antiguas signaturas); BNM 1521, 1537, 5773; Biblioteca Capitolare di Padova A. 45. R. 2; Vaticana lat. Urbin. 487. Otros dos mss. en la BNF y uno en la Universidad de Salamanca (olim Palacio 2-C-4)**.
** Muchos de estos manuscritos son en realidad copias de la edición romana de Ulrich Hahn (Udalricus Gallus) de 1470.
Valera, Diego de, Crónica de España o Crónica Abreviada o Valeriana. – BNM 1341, I-847 a I-852... (numerosos ejemplares de las ediciones sucesivas).
Madrid, Alonso de, Suma de las Crónicas de España. – Fundación Lázaro-Galdiano (Madrid), 634.
Rodríguez de Almela, Diego, Compendio Historial. – BNM 1979 (único ms. de la versión original), 1525, 1535; Escorial V-II-10 y 11; Real Academia de la Historia 9-455 = G-8; Menéndez y Pelayo (Santander) olim 331.
Anónimo, Suma o Chrónica de los Reyes de Castilla, empezando desde Atanarico, primero rey de los godos, hasta don Fernando el V inclusive. – Palacio 1794; BNF esp. 110.
Segorbe, Sancho de, Summa breve de todos los reyes que ha avido en León y Castilla començando en el rey don Pelayo y asy subçessivamente hasta el rey don Johan segundo deste nonbre. – BNM 10652.
Ávila, Alfonso de, Compendio Universal de las Historias romanas y de las chronicas de Castilla. – BNM 10448.
Fernández de Mendoza, Diego, Novenario Estorial. – Palacio 213 y 214.
Gracia Dei, Pedro de, Suma de todos los Reyes y Genealogía y Blasón de los Reyes de Castilla. – Boston Ticknor D-10; BNM 1804, 3231, 3449.
♦ EDICIONES MODERNAS
Espinosa Fernández, Yolanda, La Anacephaleosis de Alonso de Cartagena. Edición, traducción, estudio, tesis doctoral (inédita), Madrid, Departamento de Filología Clásica, Universidad Complutense, 1989 (3 vols.).
Garcia, Michel, Repertorio de Príncipes de España y Obra poética del Alcaide Pedro de Escavias, Jaén, Instituto de Estudios Giennenses del CSIC - Diputación Provincial de Jaén, 1972.
Martínez de Toledo, Alfonso, Archpriest of Talavera: Atalaya de las Corónicas, edited by James B. Larkin, Madison, Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1983.
Rodríguez de Cuenca, Juan, Sumario de los Reyes de España por el Despensero Mayor de la Reyna Doña Leonor, muger del Rey Don Juan el primero de Castilla, con las alteraciones y adiciones que posteriormente le hijo un anónimo, publicado por Don Eugenio de Llaguno Amírola, Caballero de la Orden de Santiago, de la Real Academia de la Historia, Madrid, Antonio de Sancha, 1781 (reed. facsímil, con índices realizados por María Desamparados Pérez Boldo, Valencia, Anúbar, 1971).
Sconza, M. Jean, History and Literature in Fifteenth-Century Spain. An edition and study of Pablo de Santa María’s Siete Edades del Mundo, Madison, Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1991.
B. Obras críticas
♦ SOBRE LA REVOLUCIÓN TRASTÁMARA Y SUS CONSECUENCIAS
Gimeno Casalduero, Joaquín, La imagen del monarca en la Castilla del siglo XIV. Pedro el Cruel, Enrique II y Juan I, Madrid, Revista de Occidente, 1972.
MacKay, Angus, «Los bandos: aspectos culturales», en Bandos y querellas dinásticas en España al final de la Edad Media. Actas del Coloquio celebrado en la Biblioteca Española de París los días 15 y 16 de mayo de 1987, Paris - Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 1991, pp. 15-27.
Mitre Fernández, Emilio, «Crisis y "legitimaciones" dinásticas en la Península a fines del siglo XIV», ibidem, pp. 37-58.
Moxó, Salvador de, «De la nobleza vieja a la nobleza nueva. La transformación nobiliaria castellana en la baja Edad Media», en Salvador de Moxó (ed.), Estudios sobre la sociedad castellana en la baja Edad Media, n° 3 de los Cuadernos de Historia, Madrid, CSIC, 1969, pp. 1-210.
Suárez Fernández, Luis, «Castilla (1350-1406)», en La crisis de la Reconquista (ca. 1350-1410), t. XIV de la Historia de España dirigida por R. Menéndez Pidal, Madrid, Espasa Calpe, 1966, pp. 3-378.
10.3406/hispa.1929.2357 :– Monarquía hispana y revolución trastámara. Discurso leído el día 23 de enero de 1994 en el acto de su Recepción Pública por el Excmo. Sr. D..., Madrid, Real Academia de la Historia, 1994.
– «Los Trastámaras de Castilla y Aragón en el siglo XV (1407-1474)», en Los Trastámaras del siglo XV, t. XV de la Historia de España dirigida por R. Menéndez Pidal, Madrid, Espasa Calpe, 1964, pp. 3-318.
Yarza Luaces, Joaquín, «La imagen del rey y la imagen del noble en el siglo XV castellano», en Adeline Rucquoi (ed.), Realidad e imágenes del poder. España a fines de la Edad Media, Valladolid, Ambito, 1988, pp. 267-291.
♦ SOBRE EL CORPUS
Amasuno Sárraga, Marcelino V., Alfonso Chirino, un médico de monarcas castellanos, Salamanca, Junta de Castilla y León, 1993 [sobre Diego de Valera y su familia].
Cantera Burgos, Francisco, Álvar García de Santa María y su familia de conversos. Historia de la judería de Burgos y de sus conversos más egregios, Madrid, CSIC, 1952.
Cirot, Georges, «La chronique de D. Pedro Fernández de Velasco», Bulletin Hispanique, XXXI, 1929, pp. 331-339.
– «Note sur 1'Atalaya de l'archiprêtre de Talavera», en Homenaje ofrecido a Menéndez Pidal, Madrid, Editorial Hernando, 1925, t. I, pp. 355-369.
– «Notes complémentaires sur l’Atalaya de l'archiprêtre de Talavera», Bulletin Hispanique, XXVIII, 1926, pp. 140-154.
Conde López, Juan Carlos, «Sobre el texto de las Siete edades del mundo de Pablo de Santa María», en José Manuel Lucía Megías, Paloma García Alonso y Carmen Martín Daza (eds.), Actas del II Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval (Segovia, 5-19 de octubre de 1987), Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1992 (2 vols.), t. I, pp. 229-243.
10.5070/M3172013996 :Deyermond, Alan D., «Historia universal e ideología nacional en Pablo de Santa María», en Homenaje a Álvaro Galmés de Fuentes, Oviedo - Madrid, Universidad de Oviedo - Gredos, 1985 (3 vols.), t. II, pp. 313-324.
Di Camilo, Ottavio, El humanismo castellano en el siglo XV, Valencia, Fernando Torres, 1976 [sobre la figura de Alfonso de Cartagena].
Fallows, Noel, «Alfonso de Cartagena: An annotated tentative bibliography», La Corónica, 20 (1), (otoño 1991), pp. 78-93.
Jardin, Jean-Pierre, «Contribution à l'étude des résumés de chroniques castillanes du XV e siècle», Atalaya, 1,1991, pp. 117-126.
10.3406/roma.1967.2616 :– «Le compendio du manuscrit espagnol 141 de la Bibliothèque nationale de Paris», Atalaya, 3, 1992, pp. 75-91.
– «Le règne de Jean II vu depuis Murcie», Mélanges de la Casa de Velázquez, XXX (1), 1994, pp. 207-225.
Krieger, Judith Gale, «Pablo de Santa María, the Purim letter and Siete Edades del Mundo», Mester, XVII (2), 1988, pp. 95-103.
Lawrance, Jeremy N. H., «Alfonso de Cartagena y los conversos», en Actas del Primer Congreso Anglo-Hispano (3 vols.), t. II: Literatura (editado por Alan Deyermond y Ralph Penny), Madrid, Castalia, 1993, pp. 103-120.
Martínez de Toledo, Alfonso, Arcipreste de Talavera, o Corbacho, Edición de J. González Muela, Madrid, Castalia, 1989 (4e éd.), introducción.
Morrás, María, «Repertorio de obras, mss. y documentos de Alfonso de Cartagena (ca. 1384-1456)», Boletín bibliográfico de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, 5, 1991, pp. 213-248.
Pardo, Madeleine, «Remarques sur l’Atalaya de l'archiprêtre de Talavera», Romania, LXXXVIII, 1967, pp. 350-398.
Rodríguez de Almela, Diego, Compilación de los milagros de Santiago, estudio por el doctor D. Juan Torres Fontes, Murcia, Nogués, 1946 [numerosos datos sobre la figura del autor en la introducción].
– Valerio de las Estorias Escolásticas e de España, edición y estudio de Juan Torres Fontes, Murcia, Real Academia Alfonso X el Sabio, 1994 (idem).
Sconza, M. Jean, «A réévaluation of the Siete Edades del Mundo», La Corónica, 16 (1), (otoño 1987), pp. 94-112.
Serrano, Luciano, O. S. B., Los conversos D. Pablo de Santa María y D. Alfonso de Cartagena, obispos de Burgos, gobernantes, diplomáticos y escritores, Madrid, CSIC, 1942.
Tate, Robert Brian, Ensayos sobre la historiografía peninsular del siglo XV, versión española de Jesús Díaz, Madrid, Gredos, 1970.
Toni, Teodoro, «Don Rodrigo Sánchez de Arévalo (1404-1470)», Anuario de Historia del Derecho Español, XII, 1935, pp. 97-360.
Trame, R. H., Rodrigo Sánchez de Arévalo (1404-1470): Spanish Diplomat and Champion of the Papacy, Washington, The Catholic University of America Press, 1958.
Ynduráin, Domingo, Humanismo y renacimiento en España, Madrid, Cátedra, 1994.
Notes de bas de page
1 Voltaire, Essai sur les mœurs et l’esprit des nations, París, Garnier, 1878, t. II, p. 32.
2 Luis Suárez Fernández, Monarquía hispana y revolución trastámara (Discurso leído el día 23 de enero de 1994 en el acto de su Recepción Pública por el Excmo. Sr. D...), Madrid, Real Academia de la Historia, 1994.
3 Salvador de Moxó, «De la nobleza vieja a la nobleza nueva. La transformación nobiliaria castellana en la baja Edad Media», Cuadernos de Historia, 3 (La sociedad castellana en la baja Edad Media), Madrid, CSIC, pp. 1-210.
4 Como lo son la entrada de Castilla en el grupo muy cerrado de las grandes naciones europeas, o la influencia del incipiente humanismo...
5 Los diccionarios de la época (Universal Vocabulario de Alfonso de Palencia [1490], léxicos hispano-latín y latino-español de Nebrija [1492 y 1495]) no recogen la palabra.
6 Con algún que otro título original, como Repertorio, Anacephaleosis o Atalaya.
7 Juan Rodríguez de Cuenca, Sumario de los Reyes de España por el Despensero Mayor de la Reyna Doña Leonor, muger del Rey Don Juan el primero de Castilla, con las alteraciones y adiciones que posteriormente le hizo un anónimo, publicado por Don Eugenio de Llaguno Amírola, Caballero de la Orden de Santiago, de la Real Academia de la Historia, Madrid, Antonio de Sancha, 1781 (reed. facsímil, con índices realizados por María Desamparados Pérez Boldo, Valencia, Anúbar, 1971, citado Juan Rodríguez de Cuenca, Sumario de los Reyes).
8 M. Jean Sconza, History and Litterature in Fifteenth-Century Spain. An Edition and Study of Pablo de Santa María's Siete Edades del Mundo, Madison, HSMS, 1991. (Otra edición, más completa, está en prensa.)
9 Autor del libro conocido como El Corbacho.
10 Alfonso Martínez de Toledo, Archpriest of Talavera, Atalaya de las Corónicas, edited by James B. Larkin, Madison, HSMS, 1983.
11 Yolanda Espinosa Fernández, La Anacephaleosis de Alonso de Cartagena. Edición, traducción, estudio. Tesis doctoral inédita. Madrid, Departamento de Filología Clásica, Universidad Complutense, 1989 (3 vols.).
12 Michel Garcia, Repertorio de Príncipes de España y Obra poética del Alcaide Pedro de Escavias. Jaén, Instituto de Estudios Giennenses del CSIC - Diputación Provincial de Jaén, 1972.
13 Para el insigne erudito, la mayor cualidad de la Valeriana, por no decir la única, fue la de ser impresa.
14 Cf. Jean-Pierre Jardin, «Le règne de Jean II vu depuis Murcie», Mélanges de la Casa de Velázquez, XXX (1), 1994, pp. 207-225, artículo en el que proponemos para este texto otra autoría, la de Alfonso Rodríguez de Almela, hermano de Diego.
15 Así la existencia del rey legendario Costa, inventado por los redactores de la Crónica General de 1344, plantea serios problemas a los autores de sumarios. Escavias ni le menciona; Rodrigo Sánchez de Arévalo expresa sus dudas en una frase en la que se refiere a la autoridad del Toledano: «Nonnulli historici ut Rodericus Toletanus nullam de regno Coste faciunt mentionem, sed inmediate post Vitiçam Rodericum regnasse perhibent...» (Roderici Historia Hispanica, edición de Ulrich Hahn, Roma, 1470, II, XXXVI), argumento que volvemos a encontrar en la Anacephaleosis de Alfonso de Cartagena: «El arçobispo don Rrodrigo dize que después de Vitiza luego sucedió Rodrigo. A este historiador por su grande autoridad se deue dar crédito. Otros dizen que antes de Rrodrigo reinó Costa; parece que la opinión del Arçobispo don Rodrigo tiene verdad.» (Bibliothèque nationale de France, ms. esp. 141, f. 32).
16 Así ocurre cuando la Suma de Nápoles introduce en el capítulo que dedica a Ramiro III la noticia de una catástrofe natural («En tjenpo deste rey del año de dccccxlix, a çinco djas de julljo, saljó con vna luuya vna hoguera de la mar de Galjzia, que quemó villas e lugares e gentes et anjmaljas muchas, y allegó fasta Çamora y Berujesca, y quemó dellas grand parte») que sólo se encuentra en el Cronicón Burgense, obra de carácter local de principios del siglo XIII, y en la Crónica de Veinte Reyes, que lo utilizó como fuente («En este año mesmo [Era 988 = 950], veynte e çinco días de julio, día de sábado, ora de nona, salió vna foguera de fuego tan grande e tan esquina del mar que quemó villas e muchas aldeas e omnes e bestias en Castilla e en León, e quemó otrosí muchas naues e pinaças; dentro en Çamora quemó vn barrio todo, e en Carrión e en Castroxeriz, e en Burgos más de çient casas en cada vno destos lugares; otrosy en Briuiesca e en La Calçada e en Bilforado e en otras villas muchas» [Crónica de Veinte Reyes, edición coordinada por César Hernández Alonso, Burgos, Excmo. Ayuntamiento, 1991, p. 116b]).
17 Georges Martin, «Cinq opérations fondamentales de la compilation: l'exemple de l’Histoire d'Espagne (Étude segmentaire)», en Jean-Philippe Genet (éd.), L'historiographie médiévale en Europe, París, Éditions du CNRS, 1991, pp. 99-109. Estas cinco operaciones, en francés, son reproduire, réunir, bâtir, agencer y réviser.
18 Estas citas, que se suponen exactas, forman parte del sistema de aprobación de los sumarios. Las informaciones introducidas por E dize don Lucas de Tuy..., o E dize el Arçobispo don Rodrigo.. son indiscutibles, y se oponen a las informaciones poco dignas de confianza, introducidas en algunos sumarios (Escavias, Segorbe) con fórmulas como E otros dizen que..., u Otros quieren dezir...
19 Según su editor moderno, tendríamos un ejemplo de esta manipulación en un autor tan concienzudo como Escavias, cuando afirma en una ocasión: «Pero aquí dize don Lucas, obispo de Tui, que los castellanos sse sometieron entonces so el señorío del rrey de León, entendiendo que de derecho así lo devían de fazer...» (Escavias, Repertorio de los Príncipes de España, ed. cit., p. 151). El tono hostil a los castellanos es de don Lucas, pero la información no sería suya. Sin embargo, Escavias no hace más que citar su verdadera fuente, que es en este caso una versión de la Estoria de España; además, a pesar de lo afirmado por M. Garcia, esta información figura en el Chronicon mundi (H., Ill., f° 83).
20 Es lo que expresa el anónimo autor de la Suma de Nápoles: «[...] las corónjcas castellanas son tan proljxas que a los viciosos serían trabajosas y enojosas de leer, mayormente a Vuestra Alteza, tan ocupado de su real regimjento, pareçióme servjrle en cupilaruna suma de la subçesyón de los reyes de Castilla [...] y esto con mucha brevedat, escusando los corralarios, razonamientos et otras proljxidades, recontamientos ynútjles que escriuieron y hingieron muchos y grandes bulúmjnes de ljbros [...] por tal que el deseo de saber las cosas pasadas que los nobles prínçipes deven tener no se pierda por las largas escrituras et cansançio que ay en leerlas... (Bibliothèque nationale de France, ms. esp. 110, [dedicatoria], f. 1r-v.).
21 Memorial de Diversas Hazañas. Crónica de Enrique IV, ordenada por Mosén Diego de Valera, edición y estudio por Juan de Mata Carriazo, Madrid, Espasa-Calpe, 1941, apéndice, pp. 297-337.
22 «Píntase como los Reies sus Ante pasados por no hazer jnterualo en la desçendençia de los Reies [...]» (Bibliothèque nationale de France, ms. esp. 141).
23 La totalidad del capítulo la constituye una discusión entre Pedro y su astrólogo judío, pocos meses antes de que muriese en Montiel «segúnd morió [...] por sus pecados, e los de sus Regnos» (J. Rodríguez de Cuenca, Sumario de los Reyes, ed. cit., pp. 60-61).
24 «E después que morió el Rey Don Pedro regnó el Rey Don Enrique su hermano, fijo del noble Rey Don Alfonso [...] E porque este noble Rey Don Enrique tenía tales virtudes, nasció desamor de le querer mal el Rey Don Pedro su hermano [...]» (ibidem, p. 76).
25 «Este noble Rey Don Enrique cumplió muy bien lo que dixo el Rey Don Ramiro a su fijo Don Ordoño en queriéndose finar [...]» (ibid., p. 76. El discurso de Ramiro I se encuentra en las páginas 8-10).
26 Así ocurre en el Repertorio de Escavias, cuando el autor se niega a evocar las maldades de Caligula, porque «son feas de escrivir, de mal exenplo para los que leyeren e oyeren» (Escavias, Repertorio de los Príncipes de España, ed. cit., p. 46). En otros capítulos de su obra, el alcaide de Andújar «dexa descrivir por evitar lágrimas e otras pasiones» (ibidem, p. 109), o «por [...] onestidad y acatamiento» (ibidem, p. 343).
27 El magnate llega a afirmar, en esta obra presentada como un sumario-índice de la Crónica de su tío, que éste, en ciertos capítulos de su obra, no dice nada («En el CCXIX capitulo e el CCXX [...] non cuenta ninguna cosa; [...] En el CCXXXV capitulo dize que desdel primero año fasta el seteno non dize ninguna cosa» [Don Juan Manuel, Crónica abreviada, en Obras completas, prólogo y notas de José Manuel Blecua, Madrid, Gredos, 1982-83, t. II, pp. 621 y 627]).
28 Como lo nota Inés Fernández-Ordóñez, «[...] la libertad relativa con que la Estoria de España aprovecha el relato de sus fuentes frente al mayor respeto de la General Estoria representa, quizá, un primer paso de la prosa histórica romance hacia la creación de un arte nuevo de historiar» (Inés Fernández-Ordóñez, Las Estorias de Alfonso el Sabio, Madrid, Istmo, 1992, p. 117).
29 La voluntad selectiva de los autores se hace evidente en una oración como la siguiente: «[...] e por otras cosas muchas que non queremos aquí contar» (Crónica de Veinte Reyes, ed. cit., p. 214).
30 Lo demuestran frases como «En el CXXIX capitulo [...] fabla de muchas tierras que conquiso e de muchas lides que venció: mas por que non dize ninguna cosa de Espanna, non lo ponemos en este libro» (J. Manuel, Crónica abreviada, ed. cit., p. 606), o, en el momento de referir la genealogía de Sancho III de Navarra, por cierto antepasado de los reyes de Castilla: «E deste capitulo non ponemos mas por que non fabla si non del linage deste rey don Sancho» (ibidem, p. 739).
31 En su Historia Hispanica, Sánchez de Arévalo defiende la preeminencia de Castilla en España partiendo de argumentos histórico-geográficos (el reino de Castilla reúne cuatro de las seis regiones de la Hispania romana) y genealógicos (todos los soberanos españoles descienden de los reyes de Castilla, y los miembros de la familia reinante se sucedieron sin interrupción desde los principios).
32 J. Rodríguez de Cuenca, Sumario de los Reyes, ed. cit., p. 9.
33 Ibidem, pp. 58-59.
34 Biblioteca Nacional de Madrid, ms. 1233, f. 1r. Estamos muy lejos aquí de los prólogos de las crónicas alfonsíes, en los que el rey, instancia de mando, ocupaba el primer lugar. Los innumerables títulos del noble ocupan ahora el mismo lugar que ocupaban los títulos del monarca («Nos, don Alfonsso, por la gracia de Dios rey de Castiella, de Toledo, de León, de Gallizia, de Seuilla, de Córdoua, de Murcia, de Jahen et dell Algarue, ffijo del muy noble rey don Ffernando et de la reyna donna Beatriz, mandamos...» [Primera Crónica General., ed. Menéndez Pidal, Madrid, Gredos, 1977, t. I, p. 4]).
35 El arcipreste de Talavera redacta su Atalaya de las Crónicas a petición de Juan II; parece que Sánchez de Arévalo también escribe su Historia empujado por el monarca, en este caso Enrique IV; Mosén Diego de Valera, por fin, afirma en el prólogo a la Crónica Abreviada responder a una demanda de Isabel I.
36 Alfonso Martínez de Toledo, Pedro de Escavias, Rodrigo Sánchez de Arévalo, Diego Rodríguez de Almela, Sancho de Segorbe y, quizás, Diego Fernández de Mendoza, forman parte de la pequeña nobleza. Pablo de Santa María y su hijo, Alfonso de Cartagena, además de su formación de intelectuales, forman parte de la élite local de Burgos, como Diego de Valera, nieto de judío, forma parte de la de Cuenca. Pedro de Gracia Dei vive en la Corte. Se desconocen los orígenes de Alfonso de Madrid, pero este abad de San Salvador de Oña parece que tuvo fama de hombre muy culto en su época.
37 Dos autores por lo menos llaman «obra» su sumario, con todo el prestigio que supone esta denominación: Escavias y Segorbe, el segundo en una frase en la que parece comparar su obra con la de Dios.
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Université Paris XIII
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