Centros de producción y administración en el territorio minero de Carthago Nova
A propósito de los hallazgos documentados en El Gorguel (Sierra de Cartagena)
p. 63-79
Texte intégral
I. — Introducción
1El valle de El Gorguel se sitúa a 5-8 km al oeste de la ciudad de Cartagena, configura un espacio alargado en dirección noreste-suroeste, al igual que la propia depresión, con una longitud de unos 3 km, una anchura máxima —constatada en su parte central— de poco más de 1 km y una superficie aproximada de unas 210 ha. El valle comunica con dos vías naturales, la rambla del Abenque en el extremo oriental, con salida hacia el Mediterráneo a través de la cala de El Gorguel, y el valle de Escombreras en el occidental, concretamente en su parte meridional, a muy poca distancia de la ensenada del mismo nombre y, por consiguiente, en las inmediaciones de la bahía de Cartagena. Sin embargo, cabe destacar la enorme transformación paisajística que ha sufrido la zona en estas últimas décadas debido al establecimiento de toda una serie de instalaciones industriales de gran envergadura.
2En cualquier caso, el área de estudio se localiza en la mitad oriental del valle, delimitado al norte por Las Colmenas y al sur por la Sierra de la Fausilla, lugar donde se localizan cinco yacimientos arqueológicos que parecen estar interrelacionados conformando una misma unidad territorial relacionada —principalmente— con las actividades minero-metalúrgicas (fig. 1, p. 64); además, contamos también con algunas noticias de los ingenieros de minas del siglo xix sobre la presencia en El Gorguel de restos arqueológicos1 y de escoriales antiguos2.
3En este lugar aparece representado el Complejo Alpujárride, concretamente la denominada Unidad del Gorguel3. El triásico se presenta en esta zona con una capa superficial de caliza dura, a veces cavernosa, que alcanza en algunos puntos unos 40 m de espesor, si bien en algunos sitios aflora completamente denudada; bajo esta capa se encuentra otra de gran potencia formada por pizarras, generalmente de colores claros y en numerosas ocasiones descompuestas y convertidas en láguenas. Entre las dos capas descritas puede aparecer otra de pizarras blancas muy arcillosas, aunque de poco espesor, que también forman el lecho de las citadas anteriormente y las separan de una segunda capa de calizas de aspecto marmóreo que, en realidad, son las verdaderamente metalíferas. Dicha capa ha estado sometida a grandes trastornos geológicos que han producido pliegues, fallas, fracturas y dislocaciones y, por tanto, ha estado en condiciones de ser mineralizada por haber facilitado la circulación de aguas termales, originando los subsiguientes fenómenos de metasomatismo.
4El grupo de minas de El Gorguel lo conforman las demarcaciones modernas denominadas San Rafael Segundo, El Concilio, El Regente, La Carolina, Dos Amigos, Santa Antonieta, Carolina La Doncella, Observación a Santelvas, Camarón y Virgen de La Caridad, entre las más destacadas, representando una de las zonas mineras de mayor extensión de la Sierra de Cartagena. Las mineralizaciones de galena no vienen acompañadas de blenda, a excepción de las minas San Rafael Segundo y Santa Antonieta. La potencia de los criaderos metalíferos varía según la zona entre 1-1,5 m y 3-4 m, aunque en algunos puntos pueden alcanzar los 7-8 m; la galena, que contiene aproximadamente un kg de plata por tonelada de plomo, puede ser hojosa, de grano fino y cristalizada en las frecuentes y ricas geodas que se localizan en algunos sectores, donde aparece mezclada con otras metalizaciones de pirita y cuarzo4.
II. — Descripción y análisis de los yacimientos arqueológicos documentados en El Gorguel
5En el sector oriental del valle de El Gorguel encontramos cinco yacimientos arqueológicos objeto de este estudio, esto es, los denominados Fundición El Gorguel, Instalaciones del Gorguel, Tocatarpa, Los Simones y Canteras de Las Colmenas. En los tres primeros se realizaron intervenciones arqueológicas de urgencia, hecho que nos ha permitido conocer en mayor o en menor medida las características de cada uno de ellos, mientras que en los dos últimos los datos proceden de las prospecciones superficiales que hemos llevado a cabo nosotros mismos. Por consiguiente, describiremos a continuación y analizaremos los datos obtenidos en dichas actuaciones arqueológicas para resaltar, en el capítulo siguiente, una serie de particularidades y observaciones sobre los diferentes enclaves, su funcionamiento y las relaciones territoriales existentes entre éstos.
Fundición El Gorguel
6La Fundición El Gorguel se sitúa sobre una suave loma representada por un afloramiento de caliza correspondiente al Trías, concretamente a una altitud de 112-113 m s.n.m. Durante el 2008 realizamos una intervención arqueológica de urgencia que nos permitió documentar un enclave
7de planta rectangular, de poco más de 53 m de longitud y 26 m de anchura, orientado al mediodía y ocupando una superficie construida de unos 1.378 m2. En el interior del recinto se diferenciaron varios espacios con toda una serie de obras y estructuras, esto es, un edificio y varias dependencias anexas en el cuadrante sureste del asentamiento, una instalación para el tratamiento previo del mineral (trituración y lavado) en la parte suroeste, dos grandes espacios en el sector noreste destinados al desarrollo de actividades relacionadas con la metalurgia de galenas argentíferas, así como un espacio en el sector noroeste dedicado al almacenamiento del mineral y a la fundición de plomo y plata (fig. 2).
8A inicios del siglo ii a. C. se lleva a cabo el momento fundacional del asentamiento, tanto el recinto perimetral como algunas de las dependencias y estructuras de su interior. Los materiales cerámicos recuperados en la excavación arqueológica permiten diferenciar una primera fase fundacional y de ocupación datable entre el 200-180 a. C. y el 110-80 a. C. relacionada con la producción de plomo y plata5. Así las cosas, a finales del siglo ii a. C. comienzos de la siguiente centuria, encontramos una segunda fase constructiva en la que el asentamiento experimenta varias reformas arquitectónicas, tanto en el interior del recinto como fuera de éste, de tal forma que se produce una nueva articulación funcional de los espacios, que es el mejor conservado y el que aquí nos interesa resaltar. El estudio de los niveles de abandono y colmatación constatados en varias habitaciones atestiguan un abandono paulatino del asentamiento fechado a partir del primer cuarto del siglo I d. C.6 (fig. 3, p. 66). Sin embargo, cabe destacar que después de este periodo el enclave sufre algunos expolios y rebuscas, probablemente de metales, ya que se han constatado restos de hornos en el interior de varias habitaciones pavimentadas en opus signinum, así como numerosas fosas de rebuscas. Desconocemos la fecha en el que se produce este momento de rebusca y actividad metalúrgica, si bien debió ser en la Antigüedad, ya que los niveles de colmatación del asentamiento así lo confirman.
9El acceso hacia el interior del recinto señalado y, en general, del enclave, debió realizarse por su lado sur, principalmente por el sector central y entre el edificio residencial documentado en el cuadrante sureste del yacimiento y el lavadero del cuadrante suroeste, con una anchura total de 13,70 m7. No obstante, se documentó otro acceso, aunque menor, en el ángulo noroeste del recinto perimetral, con una longitud de 2,30 m y una anchura de 1,20 m; este vano o acceso permitiría la entrada a los espacios y estancias situadas en el cuadrante noroeste del asentamiento.
a) La estructura perimetral del enclave y sus dependencias anexas exteriores
10El asentamiento quedaba delimitado por una estructura perimetral o recinto, constatado por sus lados oriental, occidental y septentrional; los muros correspondientes a esta estructura, construidos en mampostería ordinaria, presentaban una anchura media de 0,80 m, conservándose unos tramos — sin solución de continuidad— de 53,20 m el septentrional, 5,90 m el occidental y 25,80 m el oriental. La estructura perimetral presentaba en su paramento exterior varios contrafuertes, concretamente cuatro en sus lados septentrional y dos en el oriental; dichas estructuras se realizaron también en mampostería ordinaria y presentaban una longitud media de 0,56 m y una anchura de 0,48 m.
11En el ángulo noreste exterior de la estructura perimetral se documentaron dos habitaciones anexas a dicho recinto y contiguas (fig. 4): la septentrional, con unas dimensiones máximas de 4,18 m de longitud, 1,95 m de anchura y con una superficie interior de 8,15 m2, y la meridional, con unas dimensiones máximas de 1,98 m de longitud, 1,95 m de anchura y con una superficie de 3,86 m2. Desconocemos los accesos de sendas habitaciones, así como la funcionalidad de la estructura, si bien podría tratarse de una pequeña torre o atalaya de control o vigilancia, ya que se encuentra en la parte más alta del enclave. Por otro lado, cabe destacar la existencia de una cavidad o canal —probablemente, para el desagüe— en cada una de ellas, en concreto en el muro oeste de la habitación septentrional y en el muro sur de la habitación meridional, con unas dimensiones de 0,50 x 0,20 m y 0,74 x 0,36 m, respectivamente. Bajo los niveles de colmatación de ambas habitaciones no encontramos ningún suelo, únicamente la roca o el terreno natural que, por otra parte, debió actuar como el nivel de piso o circulación.
b) El edificio y las habitaciones del cuadrante sureste del asentamiento
12En el cuadrante sureste del asentamiento se constató un edificio de planta rectangular, orientado en dirección oeste-este, con unas dimensiones máximas conservadas de 19,90 m de longitud y 10,80 m de anchura, y compuesto por cuatro habitaciones o estancias, aunque éstas no estaban comunicadas entre sí. Dicho edificio fue erigido en la reforma constructiva de finales del siglo ii a. C. o inicios del siglo i a. C., si bien amortizando algunas de las estructuras del momento fundacional del asentamiento.
13La habitación nº 1 es de planta rectangular, se sitúa en el sector noroeste del edificio, presenta unas dimensiones máximas de 9,34 m de longitud y 6 m de anchura, y ocupa una superficie útil de 56,04 m2; el acceso se realizaba por el lado oeste de la estancia, donde documentamos un umbral realizado con un sillar de caliza gris de 1,60 m de longitud y 0,48 m de anchura, el cual presentaba unas cavidades o quiciales para la colocación de la puerta. La habitación apareció pavimentada en opus signinum, si bien tras su abandono y en un momento posterior se realizaron varias fosas para la rebusca de metales; en este sentido, cabe destacar que excavamos dos de las fosas del pavimento hasta llegar al terreno o roca natural.
14La habitación nº 2 es de planta rectangular, se sitúa en el sector suroeste del edificio contigua a la habitación nº 1 por su lado norte, presenta unas dimensiones máximas de 9,34 m de longitud y 4,30 m de anchura, y ocupa una superficie útil de 40,16 m2; la estancia se encontró en muy mal estado de conservación y, por tanto, desconocemos su acceso desde el exterior, aunque debió estar por sus lados occidental o meridional; del mismo modo, sabemos que tampoco comunicaba con las habitaciones contiguas, esto es, las nos 1 y 4. Por otro lado, cabe destacar que aunque la habitación formaba parte de la reforma constructiva de finales del siglo ii a. C. o inicios del siglo I a. C., pudimos excavar lo poco que se conservaba del momento fundacional del asentamiento. En este sentido, constatamos la existencia de parte de un muro en dirección este-oeste y de un suelo de tierra apisonada datado a inicios del siglo ii a. C.
15La habitación nº 3 es de planta rectangular, se sitúa en el sector noreste del edificio, presenta unas dimensiones máximas de 9,08 m de longitud y 5 m de anchura, y ocupa una superficie útil de 45,40 m2; la entrada se realizaba por el lado norte, donde documentamos un pequeño acceso de 1,10 m de anchura. La estancia apareció pavimentada en opus signinum, si bien tras su abandono y en un momento posterior se realizaron varias fosas para la rebusca de metales, tal y como veíamos en la habitación nº 1; por otro lado, también constatamos sobre el pavimento de opus signinum los restos de dos hornos metalúrgicos, si bien en mal estado de conservación8.
16La habitación nº 4 es de planta rectangular (fig. 5), se sitúa en el sector suroeste del edificio, tiene unas dimensiones máximas de 8,90 m de longitud y 4,60 m de anchura, si bien aparece compartimentada: la estancia 4.1, con unas dimensiones máximas de 4,60 m de longitud y 2,90 m de anchura, ocupa una superficie útil de 13,34 m2 y presenta un pavimento de opus signinum decorado con plaquitas irregulares de mármol; la estancia 4.2, con unas dimensiones máximas de 5,50 m de longitud y 4,60 m de anchura, ocupa una superficie útil de 25,30 m2 y presenta un pavimento de opus signinum decorado también con plaquitas irregulares de mármol que forman bandas paralelas, destacando en el centro un emblema cuadrangular de 0,76 x 0,74 m, realizado igualmente con incrustaciones marmóreas. Finalmente, la entrada desde el exterior del edificio se realizaba por el lado sur de la estancia9, concretamente por la 4.2, donde documentamos un pequeño acceso de 1,40 m de anchura, mientras que la comunicación entre las estancias 4.2 y 4.1, se realizaba por un vano de 2,60 m de anchura; cabe destacar que entre ambas estancias existía un pequeño desnivel de 0,24-0,28 m, estando la 4.2 más baja que la 4.1.
17Este tipo de pavimentos en opus signinum decorados con plaquitas o teselas de mármol aparecen representados en contextos tardorrepublicanos de las zonas mineras del ámbito de Carthago Noua, tanto en la sierra minera de Cartagena - La Unión como en el distrito de Mazarrón10. Del mismo modo, los motivos decorativos entran en la dinámica observada en otras ciudades de la Península Ibérica, tal es el caso de Ampurias, e Itálica, como los emblemas cuadrangulares hallados bajo la iglesia de Santa Cecilia en Roma o las alineaciones paralelas documentadas en el pórtico del Santuario de Gabii, ambos datados en época republicana11. Por otro lado, las características arquitectónicas y ornamentales de este edificio nos permite relacionarlo como el centro residencial y/o administrativo de todo el complejo arqueológico de la Fundición El Gorguel.
18No obstante, además de las cuatro habitaciones correspondientes al edificio señalado con anterioridad, es decir, en este mismo cuadrante sureste del asentamiento, documentamos dos estancias más situadas al este del edificio y contiguas, las habitaciones nos 5 y 6.
19La habitación nº 5 es de planta rectangular, se sitúa junto y contigua a la habitación nº 3 por su lado oeste y por el recinto perimetral por su lado este, presenta unas dimensiones máximas de 6 m de longitud y 4,10 m de anchura, y ocupa una superficie de 24,60 m2; el acceso se realizaba por su lado septentrional, donde documentamos una entrada de 1,54 m que comunicada con las estancias localizadas en el cuadrante noreste del enclave, tal y como veremos más adelante. En cualquier caso, dicha habitación debió formar parte de la reforma constructiva de finales del siglo ii a. C. o inicios del siglo I a. C., ya que, aunque apareció en mal estado de conservación, documentamos algunos fragmentos de opus signinum correspondientes al pavimento de la estancia, y bajo este un relleno constructivo para la preparación del suelo; bajo dicho relleno constructivo constatamos un pavimento de tierra y láguena apisonada perteneciente a la fase fundacional del asentamiento, esto es, de inicios del siglo ii a. C.
20La habitación nº 6 es de planta rectangular, se localiza junto a la nº 4 por su lado oeste, por el recinto perimetral por su lado este y con la habitación nº 5 por su parte septentrional, presenta unas dimensiones máximas de 4 m de longitud y 3,60 m de anchura, y ocupa una superficie de 14,40 m2. En esta habitación documentamos únicamente un pavimento de tierra y láguena apisonada perteneciente a la fase fundacional del asentamiento, esto es, de inicios del siglo ii a. C. y sobre él un nivel de abandono correspondiente al último momento de ocupación de la estancia, que coincide con la reforma constructiva de finales del siglo ii a. C. o inicios del siglo I a. C. Sin embargo, resulta interesante destacar el nivel de abandono documentado sobre el suelo de la habitación, ya que constatamos una capa de cenizas y carbones, concretamente en la esquina noroeste de la estancia, y una concentración de escorias de plomo, fondos de copela y adobes diluidos en el sector este de la estancia, hecho que nos permite acreditar que el asentamiento estuvo también vinculado a las actividades metalúrgicas de plomo y plata en la primera fase de ocupación del enclave.
c) El lavadero y las estancias halladas en el cuadrante suroeste del enclave
21En el cuadrante suroeste del asentamiento se constató un edificio de planta rectangular, compuesto por al menos tres habitaciones, y con unas dimensiones máximas conservadas de 12 m de longitud y 8,60 m de anchura. Dicho edificio fue erigido en la reforma constructiva de finales del siglo ii a. C. o inicios del siglo i a. C., si bien amortizando algunas de las estructuras del momento fundacional del enclave.
22La habitación nº 7 es de planta rectangular, se sitúa en el sector este del edificio, presenta unas dimensiones máximas de 6,70 m de longitud y 3,60 m de anchura, ocupa una superficie útil de 24,12 m2, y tiene dos estancias o espacios, en particular dos piletas, la meridional, de 2 x 3 m, y la septentrional, de 2,36 x 3 m, ambas pavimentadas en opus signinum y con los típicos rebordes o molduras de cuarto de caña. El acceso se realizaba por el lado este de la estancia, donde documentamos un umbral realizado con un sillar de caliza gris de 0,92 m de longitud y 0,60 m de anchura, concretamente por la pileta meridional. Cabe destacar que la pileta septentrional tenía un pequeño canal de desagüe de 0,18-0,20 m de anchura —por su lado oeste— que comunicaba con una canalización —de unos 6 m de longitud que atravesaba la habitación contigua (la nº 8) hasta salir fuera del edificio por su lado norte; también debemos decir que el suelo de la pileta septentrional fue construido con una leve pendiente hasta la boca del desagüe.
23La habitación nº 8 es de planta rectangular, se sitúa en el sector central del edificio, presenta unas dimensiones máximas de 8,20 m de longitud y 3,64 m de anchura, y ocupa una superficie útil de 29,84 m2. La estancia apareció en mal estado de conservación, aunque parcialmente pavimentada con un suelo de tierra apisonada, tal y como hemos excavado en otras zonas del asentamiento; también debemos decir que en el sector noreste de la habitación discurría parte de la canalización asociada a la pileta septentrional de la habitación nº 712. Por otro lado, en el interior de este espacio se recuperaron dos bloques irregulares de caliza dolomítica empleados para la trituración del mineral, uno con cuatro cazoletas y unas dimensiones máximas de 0,46 x 0,40 x 0,37 m, y otro con tres cazoletas y unas dimensiones de 0,52 x 0,38 x 0,29 m.
24La habitación nº 9 es de planta rectangular, se sitúa en el sector occidental del edificio, presenta unas dimensiones máximas de 5,80 m de longitud y 3,10 m de anchura, y ocupa una superficie útil de 17,98 m2. El acceso se realizaba por el lado este de la estancia, donde documentamos un umbral realizado con un preparado de láguena compactada, que comunicaba con la habitación nº 8. Esta estancia también apareció en mal estado de conservación, encontrando en varios sectores de ésta el terreno o la roca natural, que debió actuar como nivel del circulación o de piso, tal y como hemos constatado en otras zonas del enclave.
25En cuanto a la interpretación de este edificio, no cabe duda de que se trata de una zona destinada al tratamiento previo del mineral, concretamente a los procesos de molturación y lavado, tal y como se desprende de las «piedras con cazoletas» registradas en la estancia nº 8 y las dos piletas de la nº 7; en este sentido, cabe destacar el hallazgo sobre el suelo de la pileta septentrional de una capa formada por finos lodos y gravillas pertenecientes a residuos de lavado. En cualquier caso, en el territorio de Carthago Noua encontramos un amplio número de asentamientos relacionados con las actividades minero-metalúrgicas que presentan estos mismos elementos para la molturación13 y piletas de características similares14 para el enriquecimiento y concentración de minerales argentíferos.
d) Los departamentos metalúrgicos hallados en el sector noreste del asentamiento
26En el cuadrante noreste del enclave se constataron dos grandes espacios descubiertos o estancias abiertas de planta rectangular, la meridional o nº 10, con unas dimensiones máximas constatadas de 12,50 m de longitud y 9,40 m de anchura, y la septentrional o nº 11, con unas dimensiones máximas conservadas de 13 m de longitud y 4,30 m de anchura; al oeste de ambas estancias se localizaba también un patio de planta cuadrangular, de 13,50 m de anchura, 14,36 m de longitud y unos 196 m2 de superficie. Tanto la estancia nº 10 como la 11 fueron erigidas en el momento fundacional del asentamiento y amortizadas en la reforma constructiva de finales del siglo ii a .C. o inicios del siglo I a. C.
27La estancia meridional o nº 10 es de planta rectangular, se sitúa al sur de la nº 11 y al norte del edificio situado en el cuadrante sureste del asentamiento, presenta unas dimensiones máximas de 12,50 m de longitud y 9,40 m de anchura, y ocupa una superficie de 117,50 m2 (fig. 6). El acceso hacia el interior se podía realizar por su lado oeste, en un tramo de unos 6,90 m, así como por su lado sur, concretamente a través de las habitaciones nos 3 y 5 localizadas en el sector sureste del enclave.
28El sector septentrional de este espacio quedaba delimitado por seis pequeñas estancias o habitaciones alineadas de forma contigua de este a oeste, esto es, la denominada 10.1, con unas dimensiones máximas conservadas de 1,80 m de longitud y 1,46 m de anchura, la 10.2, de 2,10 x 1,26 m, la 10.3, de 2,10 x 1,30 m, la 10.4, de 2,10 m x 3,06 m, la 10.5, de 1,90 x 1,30 m y, finalmente, la 10.6, de 1,40 x 1,20 m. Aunque todas pertenecen a la fase fundacional del asentamiento, tal vez, empleadas en esos momentos como área de almacenes, sabemos que en la reforma constructiva de finales del siglo ii a. C. o inicios del siglo I a. C. fueron amortizadas para la construcción de una serie de estructuras metalúrgicas dispuestas en batería; en el interior de éstas recogimos muestras de carbones, cenizas y escorias de plomo, incluso algunos fondos de copelas correspondientes a la metalurgia de la plata; del mismo modo, en el entorno se localizaron varias toberas de cerámica (fig. 7, p. 72) de características similares a las halladas en otros yacimientos minero-metalúrgicos de la Sierra de Cartagena15.
29En cualquier caso, pudimos documentar las dimensiones completas de cuatro hornos: el nº 3 se localizaba en la estancia 10.1, era de planta de tendencia cuadrangular aunque con un pequeño apéndice, y presentaba unas dimensiones máximas conservadas de 1,40 m de longitud, 1,10 m de anchura y 0,27 m de altura; el nº 4, situado en la estancia 10.4, en particular en el sector oriental, era también de planta de tendencia rectangular, aunque con un pequeño apéndice, y presentaba unas dimensiones máximas conservadas de 1,82 m de longitud, 0,80 m de anchura y 0,30 m de altura; el nº 5 se localizaba en el interior de la estancia 10.4, en particular, en el sector occidental, era de planta de ovalada aunque aprovechaba por su parte septentrional los muros del ángulo noroeste de dicha estancia, y presentaba unas dimensiones máximas conservadas de 2 m de longitud, 1,20 m de anchura y 0,41 m de altura; el nº 6 (fig. 8, p. 72) se localizaba en el interior de la estancia 10.5, en particular en el sector oriental, era de planta de ovalada aunque aprovechaba por su parte septentrional y oriental los muros de dicha estancia, y presentaba unas dimensiones máximas conservadas de 1,90 m de longitud, 0,70 m de anchura y 0,22 m de altura.
30Por otro lado, al sur de esta batería de estructuras metalúrgicas y en el sector central de la estancia nº 10 se hallaron tres hornos más de fundición, excavados parcialmente en el terreno natural16 y rellenados por fragmentos de adobes, carbones, cenizas y escorias de plomo. El horno más occidental o nº 7, era de planta de tendencia rectangular y presentaba unas dimensiones máximas conservadas de 1,30 m de longitud, 0,64 m de anchura y 0,16 m de altura. El horno central o nº 8, de características similares al anterior, tenía unas dimensiones máximas conservadas de 1,32 m de longitud, 0,92 m de anchura y 0,15 m de altura. Por último, el oriental o nº 9 era de planta circular, tenía un diámetro de 2,40-2,50 m y una altura de 0,12 m.
31La estancia septentrional o nº 11 es de planta rectangular, se sitúa al norte de la nº 10, queda delimitada por el ángulo interior noreste del recinto perimetral del enclave y presenta unas dimensiones máximas de 13 m de longitud y 4,30 m de anchura, ocupando una superficie de 55,90 m2. El acceso hacia el interior del espacio nº 11 se realizaba por su lado oeste y en un tramo de unos 3,10 m; por otro lado, documentamos parte del suelo de dicha habitación, que fue realizada con adobes de aproximadamente un pie romano dispuestos a sardinel; finalmente, se hallaron tres hornos de fundición: el horno más occidental o nº 10, era de planta de tendencia rectangular, estaba excavado en el suelo de adobes y presentaba unas dimensiones máximas conservadas de 1,44 m de longitud, 0,60 m de anchura y 0,21 m de altura; el central o nº 11, era mitad de planta cuadrangular y mitad circular, estaba también excavado en el suelo de adobes y tenía unas dimensiones máximas conservadas de 1,40 m de longitud, 1,05 m de anchura y 0,14 m de altura; finalmente, el oriental o nº 12, era de planta ovalada, parcialmente excavado en la roca natural y construido en adobe, y tenía unas dimensiones máximas de 1,20 m de longitud, 0,40 m de anchura y una altura de 0,14 m. El relleno interior de los tres hornos excavados estaba formado también, como en los casos anteriores, por adobes diluidos y fragmentados, carbones, cenizas y escorias de plomo.
e) Las estructuras y los restos de fundición documentados en el cuadrante noroeste del asentamiento
32En el cuadrante noroeste del asentamiento se constataron dos grandes espacios descubiertos o estancias abiertas de planta rectangular, concretamente en la mitad septentrional: la occidental nº 12, con unas dimensiones máximas constatadas de 8,20 m de longitud y 16,20 m de anchura, y la oriental o nº 13, con unas dimensiones máximas conservadas de 8 m de longitud y 7,40 m de anchura. Ambas fueron construidas en el momento fundacional del asentamiento y amortizadas en la reforma constructiva de finales del siglo ii a. C. o inicios del siglo I a. C.
33La occidental o nº 12 es de planta rectangular, se sitúa al oeste de la nº 13 y queda delimitada por el ángulo noroeste de la estructura perimetral del enclave, presenta unas dimensiones máximas de 8,20 m de longitud y 16,20 m de anchura, y ocupa una superficie de 132,84 m2. Dicha estancia apareció en muy mal estado de conservación, al igual que la estructura muraria que la delimitaba por su lado este; en el sector noreste de la habitación apareció la roca natural, que afloraba de forma prominente. Además, debemos destacar el hallazgo de tres estructuras que parecían conformar los restos de hornos de fundición o de áreas de combustión, a tenor de los depósitos de cenizas y carbones, los bloques de piedra y adobes escorificados, así como las escorias asociadas a dichas estructuras. Además, resulta interesante destacar el hallazgo de varios depósitos de minerales cupríferos (malaquita y azurita) diseminados por la zona occidental de la estancia.
34La oriental o nº 13 es de planta rectangular, se sitúa al este de la nº 12 y presenta unas dimensiones máximas de 8 m de longitud y 7,40 m de anchura, ocupando una superficie de 59,20 m2. Al igual que la estancia descrita anteriormente, se encontraba en muy mal estado de conservación, aunque también debió estar relacionada con las actividades metalúrgicas de plomo y plata debido a la existencia de numerosas escorias de plomo, algunos fondos de copela, restos de adobes diluidos entremezclados con carbones y cenizas, así como varias toberas de cerámica.
35En cuanto a la interpretación de las estructuras y materiales hallados en este sector, parece claro de que se trata de una zona destinada al almacenamiento del mineral y a la producción de metales.
Instalaciones del Gorguel
36El yacimiento Instalaciones del Gorguel, inmediato a la fábrica Santa Isabel (fig. 9), se sitúa a unos 90 m al oeste de la Fundición El Gorguel, en concreto a 110-111 m de altitud y sobre una suave loma formada principalmente por calizas cuaternarias. Durante el 2007 realizamos una intervención arqueológica en esta área17 que nos permitió documentar los restos de un pequeño taller metalúrgico datable entre el segundo cuarto del ii a. C. y el último tercio del siglo I a. C. vinculado a la producción de plomo y plata18.
37Aunque el yacimiento se encontraba casi en su totalidad arrasado y en muy mal estado de conservación, constatamos la existencia de una habitación de planta trapezoidal orientada al norte, con unas dimensiones máximas conservadas de 2,80 m de anchura y 3,60 m de longitud, ocupando una superficie 10,08 m2 (fig. 10). Mientras que el lado sur de la habitación quedaba delimitada por un recorte o fosa longitudinal excavada en el terreno natural de 3,70 m de longitud —si bien presentaba una longitud total de aproximadamente 8,80 m—, el resto de la estancia quedaba definida por una serie de estructuras realizadas en mampostería ordinaria mediante el empleo de bloques irregulares de calizas, dolomías, esquistos, cuarcitas y caliches, trabados con un preparado de barro y láguena. La habitación, pavimentada con un preparado de tierra apisonada y láguena de 10-14 cm de espesor, presentaba un acceso de 1,12 m de anchura, excavado en el terreno y situado en el lado norte de la estancia, en particular, en su parte oriental.
38Al este de la estancia documentada encontramos parte de una segunda, de al menos 3 x 4 m, pavimentada también con tierra apisonada y delimitada únicamente por sus lados sur y este; sobre el suelo de la habitación constatamos un nivel de abandono compuesto por numerosas escorias de plomo, así como varios fragmentos de fondos de copela y de adobes parcialmente quemados, cenizas y carbones.
39Por lo demás, debemos señalar que la construcción de la fundición Santa Isabel debió afectar sobremanera en el yacimiento romano, destruyendo la totalidad del complejo metalúrgico. Dicha fábrica fue establecida en marzo de 1845 para el beneficio de algunos de los escoriales romanos localizados en diversos lugares del valle de El Gorguel19. Según las noticias transmitidas por Pascual Madoz20, entre 1846 y 1847 la fundición Santa Isabel, cuyo dueño o representante era Julián Calderón, contaba con dos hornos de manga, treinta y cuatro operarios y quince caballerías, si bien se estaba construyendo un horno de tiro. En 1846 la fábrica tuvo una producción de 7.944 quintales de plomo, mientras que en 1847 fue de 2.102 quintales y 2 arrobas. En 1854 la fábrica era propiedad de Gabriel López, contaba con dos hornos de viento forzado y otros dos de pava, y obtuvo una producción de 202 quintales de plomo, aunque al siguiente año cesaron definitivamente los trabajos21.
40No obstante, al sur de la fábrica metalúrgica se ubicaba el escorial, con unas dimensiones aproximadas de 110 m de longitud y 70 m de anchura; aunque sabemos que la mayor parte fue aprovechado y reciclado hace unas décadas para la realización de carreteras, durante el seguimiento arqueológico pudimos contabilizar un total de 340 toneladas de escorias.
Tocatarpa
41El yacimiento de Tocatarpa se localiza a unos 250 m al sur de la Fundición de El Gorguel, en concreto a 92-97 m de altitud y sobre una pequeña loma representada también por calizas triásicas. Así pues, durante la segunda quincena de julio de 2002 se llevó a cabo una actuación arqueológica en dicho yacimiento, concretamente se realizaron una serie de zanjas longitudinales y unos sondeos manuales para determinar la existencia o inexistencia de depósito arqueológico o de estructuras antiguas22. De este modo, se documentaron dos piletas escalonadas, excavadas en la roca natural y pavimentadas en opus signinum23, de las cuales únicamente se constataron las dimensiones completas de la septentrional que, con unas dimensiones de 1,20 x 1,30 m, se situaba a 0,40 m por debajo del suelo de la pileta meridional; en cualquier caso, los hallazgos fueron interpretados como parte de un lavadero de mineral de época romana datado en los siglos ii-i a. C.
Los Simones
42El yacimiento de Los Simones se localiza a un km al suroeste de la Fundición El Gorguel, concretamente a 64-67 m de altitud y limitando por su lado occidental con la rambla del Saltador. Aunque hasta estos momentos no se ha realizado ninguna excavación arqueológica en el asentamiento, la prospección sistemática en esta zona nos ha permitido distinguir una dispersión de materiales arqueológicos en unas 4 ha, concretamente en una superficie que presenta una longitud máxima en dirección norte-sur de aproximadamente 280 m y de unos 250 m en dirección este-oeste, si bien la mayor concentración de piezas se localiza en su mitad septentrional. Resulta interesante resaltar la existencia de un gran número de materiales cerámicos datables entre el siglo ii a. C. y el siglo I d. C., como ánforas republicanas itálicas (grecoitálicas, Dr. 1A, Dr. 1B, Lamb. 2) e hispánicas (Dr. 7/11, Haltern 70, Lomba do Canho 67), campaniense A (Lamb. 6, Lamb. 27, Lamb. 36), terra sigillata itálica (Goud. 28) y sudgálica (Drag. 24/25, Drag. 27a), además de todo un elenco de cerámicas comunes y de cocina.
43Por otro lado, en la superficie que ocupa el asentamiento aparece un gran número de escorias vítreas de plomo, algunos fondos de copela y, sobre todo, bloques de andesitas, esquistos y calizas parcialmente escorificados y con signos de haber estado en contacto con el fuego. Al respecto, sabemos por los ingenieros de minas que los hornos metalúrgicos empleados por los romanos eran de pequeñas dimensiones, solían localizarse abundantemente en un mismo sitio, estaban excavados parcial o totalmente sobre el terreno, carecían de revestimiento alguno, o bien presentaban una estructura de materiales refractarios, principalmente de esquistos y traquitas24. En principio, y a tenor de los elementos y materiales existentes en el área que ocupa el yacimiento, podríamos encontrarnos con una fundición o factoría metalúrgica relacionada con la producción de galenas argentíferas, tal y como sucede en otros asentamientos documentados en los distritos de Cartagena - La Unión y Mazarrón25.
Canteras de Las Colmenas
44Las Canteras de Las Colmenas se sitúan a unos 400 m al norte del yacimiento Fundición de El Gorguel, concretamente a una altitud de 170-215 m, al sur de las instalaciones de la mina Santa Antonieta y al norte de la mina La Carolina, y representa un afloramiento de calizas triásicas de unas 5 ha correspondientes al Complejo Alpujárride; se trata de una roca caliza de grano muy fino (micritas) de tonalidades grises a azuladas, de características similares a otros afloramientos y canteras de la Sierra de Cartagena, como las del Cabezo Trujillo y Cabezo de San Ginés26.
45En líneas generales, la explotación de piedra se realizó a cielo abierto, siguiendo siempre la estratigrafía de la roca y formando gradas o escalones de diferentes dimensiones, aunque predominando por término medio las de 0,80-1,20 m de altura. El arranque de los bloques se llevó a cabo mediante la introducción de cuñas en una serie de pequeñas cavidades rectangulares previamente practicadas sobre la roca, aunque también debieron aprovechar las numerosas fisuras naturales del afloramiento calizo; también se han observado ranuras longitudinales —con huellas de la utilización del puntero y el pico— que permiten definir la modulación y dimensiones de los sillares y bloques extraídos, en la mayoría de los casos superiores a 1-1,20 m.
46Este tipo de roca se empleó profusamente como material constructivo en numerosos edificios y obras de Carthago Noua, en concreto, desde el siglo ii a. C. hasta el siglo I d. C., tanto para la realización de sillares como en pequeños bloques o mampuestos, en elementos sustentantes (basas, fustes de columna y frisos), así como para la elaboración de piezas o elementos artesanales (pies de prensas de aceite o vino, molinos y morteros para la trituración del mineral). La abundancia de estas calizas micríticas en la Sierra de Cartagena, su amplia gama de tonalidades, dureza, resistencia a la erosión, su fácil extracción, labrado y pulimento, acreditan en gran medida el dilatado uso y distribución de este tipo de rocas en la ciudad portuaria; no obstante, cabe destacar también su utilización edilicia en los asentamientos y núcleos poblacionales del ager de Carthago Noua.
III. — Consideraciones finales
47Después de describir y analizar los cinco yacimientos existentes en el valle de El Gorguel, no cabe duda de que el enclave denominado Fundición El Gorguel es el que mayormente destaca sobre los demás. El asentamiento se sitúa estratégicamente sobre una suave loma que domina toda la fértil cuenca de El Gorguel, así como una de las zonas mineras más importantes de la Sierra de Cartagena. Se trata de un complejo minero-metalúrgico datado entre finales del siglo ii e inicios del I a. C. y el primer cuarto del siglo I d. C., protegido por un muro perimetral reforzado por contrafuertes, al que se fueron añadiendo toda una serie de estructuras dispuestas según su funcionalidad. Así, en el sector suroeste se documentó un edificio dedicado al tratamiento previo del mineral, concretamente a las tareas de trituración y lavado, tal y como se desprende del sistema de piletas y bloques de piedra con cazoletas hallados en su interior; en el sector noreste se dispusieron dos grandes espacios destinados al desarrollo de actividades relacionadas con la metalurgia del plomo y la plata, mientras que en el noroeste se habilitó una zona dedicada al almacenamiento del mineral y a la fundición de plomo, plata y, quizás, cobre; finalmente, el hallazgo más significativo de todo el conjunto se localizó en el sector sureste, un edificio formado por cuatro estancias caracterizadas por la calidad de sus acabados constructivos y decorativos, entre los que cabe destacar la presencia de pavimentos de opus signinum decorados con motivos geométricos mediante la incrustación de pequeñas plaquitas de mármol local27.
48Las características definidas para este edificio documentado en El Gorguel son compartidas por otros contextos en los que se observa una ubicación y distribución funcional similares, destacando también el desarrollo decorativo en algunas de las estancias más representativas, como las instalaciones de Mina Mercurio y el Barranco del Francés en la Sierra de Cartagena, con habitaciones pavimentadas con losetas de cerámica, Mina Balsa y Depositaria en La Unión, con suelos de signinum decorados con teselas, así como El Castillet en Cabo de Palos y Finca Petén en Mazarrón, con pavimentos decorados con teselas y pequeñas plaquitas de marmor incrustadas28. El desarrollo de estos edificios principales, dotados de un cierto grado ornamental, han sido interpretados en la mayoría de las ocasiones como habitaciones de carácter residencial, no obstante, no podemos descartar que estas construcciones funcionaran en realidad como edificios públicos e, incluso, como santuarios.
49En la sierra minera de Cartagena-La Unión y en Mazarrón existe un significativo número de enclaves que presentan como característica esencial una distribución espacial compleja, protegida por una estructura perimetral, con una clara zonificación funcional ligada con la manufacturación del mineral y organizada alrededor de un edificio principal dotado de un cierto esmero decorativo. Todos estos factores permiten relacionar estos establecimientos con la organización y el control administrativo de las distintas instalaciones y áreas productivas minero-metalúrgicas, o la distribución de mercancías y suministros, siendo utilizados a su vez como espacios de hábitat.
50Pero además, el estudio territorial del valle objeto de este estudio nos permite interrelacionar los otros cuatro yacimientos documentados en El Gorguel que definimos anteriormente, tanto por su total cercanía como por su sincronía cronológica; sin lugar a dudas, nos encontramos con un enclave principal de carácter administrativo y productivo, la Fundición de El Gorguel, donde quedan además integrados en el entorno inmediato cuatro áreas productivas vinculadas al tratamiento previo y lavado del mineral (Tocatarpa), a la fundición de plomo y plata (Instalaciones del Gorguel y Los Simones), y a la explotación de bloques de calizas micríticas29 (Las Canteras de Las Colmenas).
51Un segundo asentamiento relacionado con las tareas de carácter administrativo y el control de diversas tareas productivas se ha documentado también en el Cabezo de la Atalaya, un complejo datado entre inicios del siglo ii a. C. y la primera mitad del I d. C., cuyas características topográficas, constructivas y funcionales permiten encuadrarlo dentro de la categoría de las «casas fuerte» definidas por Moret30. El enclave se encuentra también integrado por cuatro áreas o establecimientos relacionados entre sí: una zona asociada a la producción de plomo y plata (Fundición del Cabezo de la Atalaya), otra a la explotación de bloques de andesitas (Canteras del Cabezo de la Atalaya), un espacio vinculado a las actividades agrícolas (Valle del Cabezo de la Atalaya) y un sector de carácter administrativo y residencial (Cabezo de la Atalaya).
52Los trabajos de prospección y excavación realizados en el sector administrativo y/o residencial permitieron constatar la entidad constructiva de la «casa fuerte»31, situada estratégicamente en un pequeño altozano inmediato a las tradicionales vías terrestres de comunicación y con un campo visual que dominaba Carthago Noua hacia occidente, todo el Campo de Cartagena hacia el lado septentrional, el Mar Menor incluidas las islas hacia el oriental y la vertiente norte completa de la sierra minera de Cartagena - La Unión, desde el Cabo de Palos hasta Cartagena. El conjunto de edificaciones fue construido sobre dos terrazas artificiales aseguradas por fuertes muros de contención que sirvieron, a su vez, para habilitar una vía de acceso al recinto. El edificio principal, de planta cuadrangular, quedó ubicado en la terraza más alta, rodeado de una estructura perimetral asegurada por fuertes muros de contención, mientras que en la terraza inferior se documentaron varias construcciones identificadas con dependencias auxiliares o de servicio (almacenes, talleres, hogares, etcétera). El carácter fortificado del edificio principal y su distribución espacial, presentan claras concordancias con los rasgos definitorios de las denominadas «casas fuerte», en las que se desarrollaron funciones de carácter administrativo, destinadas al control de la producción, almacenamiento y custodia de los lingotes de plomo manufacturados. No obstante, sorprende el desarrollo y extensión del complejo, donde además de las estructuras anexas documentadas en la terraza inferior, debemos vincular los otros establecimientos como la factoría de fundición hacia el norte, la zona de producción agrícola hacia el oeste, y el taller de cantería hacia el suroeste, identificándose, por tanto, una producción de tipo mixto, si bien con una actividad económica principal del enclave relacionada con la obtención de metales.
53Las intervenciones arqueológicas realizadas en estos últimos años en el distrito minero de Carthago Nova nos están permitiendo diferenciar los distintos tipos de estructuras y asentamientos íntimamente relacionados con la explotación de los recursos mineros y la producción de metales, además de la distribución espacial, organización territorial y jerarquización de los enclaves minero-metalúrgicos. En este sentido, cabe destacar la presencia de una serie de complejos poblacionales ubicados en el entorno inmediato o junto a las áreas mineralizadas (El Gorguel), o bien alejados de éstas (Cabezo de la Atalaya), aunque en ambos casos siempre situados en lugares con un marcado carácter estratégico y de control del territorio32, donde además se incluyen diversos centros secundarios o áreas productivas vinculados a ese asentamiento principal; además, existen indicios arqueológicos que nos permiten determinar que algunos de dichos complejos relacionados con la explotación y transformación de los recursos minerales, desarrollaron también otras actividades económicas de tipo agropecuario, principalmente para procurar el aprovisionamiento a los operarios de las minas, a los pobladores del territorio rural y, quizás, a la propia Carthago Noua.
54En este sentido, cabe destacar que la explotación minera intensiva acometida en la sierra cartagenera, unida a su compleja y abrupta orografía, debieron imposibilitar el desarrollo de las actividades agrícolas e, incluso, de las ganaderas, no sólo por los condicionantes orográficos, sino también por el amplio número de labores, instalaciones y depósitos de estériles mineros diseminados por toda la zona. Sin embargo, los asentamientos metalúrgicos —principalmente— establecidos en la llanura del Campo de Cartagena y en las inmediaciones de la sierra reunían los factores medioambientales esenciales para la producción, junto al plomo y plata, de productos derivados de la explotación de los recursos agrarios, ganaderos y pesqueros; igualmente, las fundiciones establecidas en las zonas costeras del Mar Menor o junto a las distintas ensenadas o fondeaderos de la vertiente meridional de la Sierra de Cartagena, esto es, Escombreras, El Gorguel, Portmán, Calblanque y Cala Reona, presentaban otra ventaja desde el punto de vista económico, pues permitían una rápida distribución vía marítima de los lingotes manufacturados en las factorías metalúrgicas —incluso el mineral extraído podía también transportarse en embarcaciones hasta las fundiciones alejadas de la sierra— y recíprocamente obtener las mercancías y productos importados que de forma mayoritaria se constatan en estos asentamientos. En cualquier caso, no cabe duda de que una buena parte de los metales manufacturados en los centros productivos y administrativos, como en El Gorguel, serían distribuidos hasta el puerto de Carthago Noua para su posterior comercialización a otras zonas del Mediterráneo.
Notes de bas de page
1 A. Massart, Descripción de los criaderos metalíferos de Cartagena, p. 4: «Pero principalmente a los romanos es a quiénes se deben atribuir los trabajos de minas más importantes. Con el periodo de su dominación se relaciona el impulso considerable, que les fue dado a los trabajos de explotaciones: no señalaremos todos los vestigios que nos han legado, en objetos de todas clases, y que han sido hallados en un grandísimo número de excavaciones, porque su variedad es tan considerable como su número: monedas pertenecientes a todos los periodos romanos; picos, lámparas de minas, ánforas, escalas, cadenas, etc., etc., y, en fin, algunos monumentos cuya existencia no está revelada más que por ruinas, raras sin embargo en el día, pero entre las cuales citaremos los curiosos pavimentos o embaldosados, que se pueden admirar aún, en el valle del Gorguel».
2 Entre 1848 y 1850 se registraron en El Gorguel cuatro escoriales romanos (J. Ezquerra del Bayo, «Sobre los escoriales de fundiciones antiguas en España», pp. 509-511): uno de 350.000 quintales de escorias cuyo nombre se ignoraba, si bien las escorias contenían el 12-16 % de plomo, y otros tres, denominados Antonia, San José y Carmena, de 200.000 quintales los dos primeros y 30.000 el tercero, con una cantidad de plomo del 11-12 %. Tal y como veremos más adelante, en 1845 se construyó en El Gorguel la fábrica metalúrgica Santa Isabel para el beneficio de los escoriales antiguos del entorno.
3 J. C. Fernández Gutiérrez, «Síntesis Geológica del Sureste español», p. 70.
4 L. Arrojo y D. Templado, «Catálogo de criaderos de plomo y cinc», pp. 472-473; B. Rolandi y D. Templado, «Catálogo de criaderos de cinc», pp. 697-698.
5 Entre los materiales correspondientes a este nivel fundacional del asentamiento debemos destacar algunos ejemplares de ánforas púnicas del tipo Mañá D y C, contenedores republicanos de Italia de la costa campana, como greco-itálicas antiguas y clásicas, y Dr. 1A, y apula (Lamb. 2); cerámica gris ampuritana (jarras), imitación de barniz negro (Lamb. 7), cerámica ibérica pintada con motivos geométricos, cerámica campaniense A (Lamb. 5, Lamb. 21, Lamb. 27), paredes finas itálicas (Mayet II), así como cerámica de cocina itálica, tanto ollas (Vegas 2) y tapaderas (Forma 1 Burriac 38.100; Forma 3 Celsa 80.8145) como platos de borde bífido (Forma 1 Emporiae 158,15; Forma 4 Vegas 14).
6 Entre las piezas inventariadas debemos destacar la aparición de algunos fragmentos de terra sigillata itálica (SIG-IT 36.4), informes decorados de terra sigillata sudgálica, además de ánforas hispánicas del tipo Dressel 2/4, Dressel 7/11, Beltrán II, Lomba do Canho 67 y Haltern 70. En este sentido, no cabe duda de que es a partir del cambio de era cuando el asentamiento inicia ese progresivo abandono que no debemos llevar más allá de mediados del siglo I d.C., ya que no tenemos constancia, al menos hasta estos momentos, de la existencia de materiales cerámicos africanos característicos a partir de época flavia.
7 En la entrada meridional y/o principal no se encontró durante la excavación ninguna obra o estructura, únicamente apareció el terreno o roca natural caracterizado por presentar una leve pendiente desde el exterior al interior del recinto.
8 El horno nº 1, situado junto al muro oeste de la habitación y construido con adobe, presentaba unas dimensiones máximas de 1,10 m de longitud y 0,42 m de anchura; el horno nº 2, localizado en el sector central de la habitación, fue también realizado en adobe, tenía unas dimensiones máximas de 1,20 m de longitud y 0,90 m de anchura y, aunque se conservaba parcialmente, pudimos recuperar algunas escorias de plomo y restos de carbones.
9 Al sur de las habitaciones nos 4 y 2 documentamos un nivel de circulación de 2,90-3,05 m de anchura y poco más de 20 m de longitud que recorría la parte meridional del edificio.
10 J. A. Antolinos et alii, «Poblamiento en el distrito minero de Carthago Nova», pp. 165 sqq.
11 B. Soler Huertas, «Marmora de importación», pp. 714-718.
12 En este sentido, la canalización corta parte del muro de cierre septentrional de la habitación nº 8, hecho que nos permite admitir que dicha estancia debió formar parte del momento fundacional del asentamiento y que en la reforma constructiva de finales del siglo ii a. C. o inicios del siglo i a. C., se realiza la canalización ocupando el área noreste de la habitación nº 8.
13 Sobre los sistemas empleados en la trituración del mineral en los distritos de Cartagena y Mazarrón, consúltese: J. A. Antolinos, «La explotación de los recursos minerales», pp. 622-624. Para el caso de Hispania y, en particular, el área minera de Córdoba: J. García Romero, Minería y metalurgia en la Córdoba romana, pp. 348 sqq.
14 Como por ejemplo las halladas en la Rambla de la Boltada o en el Barranco del Moro (A. Orejas y J. A. Antolinos, «Les mines de la Sierra de Cartagena», Dossier II, 4B; J. A. Antolinos et alii, «Poblamiento en el distrito minero de Carthago Nova», pp. 150-159).
15 En el Museo Arqueológico de Portmán se conserva una tobera de cerámica procedente de Mina Balsa; la pieza presenta unas dimensiones máximas de 12,5 cm de longitud y 5,5 cm de anchura, siendo el orificio circular de 2,5 cm de diámetro.
16 En La Huertecica (Mar Menor, Cartagena) se hallaron más de una docena de hornos metalúrgicos excavados parcialmente en el terreno natural, si bien de dos tipos: unos definidos por simples fosas de planta circular, de 1,10-1,50 m de diámetro y algo más de 0,30 m de profundidad, y otros más complejos, aunque de dimensiones similares, revestidos parcialmente por una estructura perimetral de mampostería y con dos salientes o apéndices opuestos, a modo de conductos, para la colocación de toberas (D. Alonso Campoy, «Minería y tráfico marítimo», p. 30, fig. 7, lám. 7).
17 En el yacimiento Instalaciones del Gorguel realizamos una excavación mecánica, así como cuatro sondeos manuales para comprobar tanto la potencia estratigráfica como la existencia o inexistencia de estructuras antiguas. Los únicos restos documentados aparecieron en el sondeo I, mientras que en los demás no se localizaron vestigios antiguos, a excepción de un pequeño tramo de canalización asociado a la vivienda de la fábrica de plomo Santa Isabel (sondeo iii). Cabe destacar que en el proyecto de intervención también se incluía la documentación arqueológica y planimétrica de la antigua fábrica Santa Isabel, cuyos resultados nos permitió diferenciar la vivienda, un pequeño establo, algunas estructuras domésticas, así como parte de las infraestructuras metalúrgicas.
18 Entre los materiales recuperados encontramos sobre todo producciones de origen itálico, aunque también se han registrado algunas cerámicas de tradición ibérica y de filiación púnica. Las ánforas quedan representadas casi en su totalidad por producciones campanas (grecoitálicas y Dr. 1A) y apulas (Lamb. 2), aunque también se han diferenciado neopúnicas del tipo Mañá C2b, así como contenedores béticos del tipo Haltern 70. Asociados a estos materiales apareció un importante lote de cerámicas de cocina itálicas, como platos de borde bífido, tapaderas (Forma 3 Celsa 80.8145), cazuelas (Forma 4 Vegas 14) y morteros (Emporiae 36,2). En cuanto a la vajilla de mesa destacaríamos las formas Lamb. 5/7, 6, 27, 33b y 36 de campaniense A, además de un repertorio de cerámicas comunes compuesto por jarras, ollas y cuencos, principalmente.
19 J. de Monasterio y Correa, «El estado de la indústria minera y metalúrgica», p. 316.
20 P. Madoz, Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España, pp. 128-129.
21 J. de Arciniega, «Estado de las fábricas de la provincia de Murcia».
22 A. J. Murcia y M. Guillermo, Informe de la excavación arqueológica en el yacimiento romano de Tocatarpa.
23 A. J. Murcia et alii, «Intervenciones arqueológicas», pp. 86-88.
24 J. A. Antolinos, «La minería y la metalurgia romana en la Sierra de Cartagena», p. 357.
25 J. A. Antolinos et alii, «Poblamiento en el distrito minero de Carthago Nova», pp. 159-163.
26 S. F. Ramallo y R. Arana, Canteras romanas de Carthago Nova, pp. 90 sqq.
27 J. A. Antolinos et alii, «Poblamiento en el distrito minero de Carthago Nova», pp. 166 sqq.
28 S. F. Ramallo, Mosaicos romanos, pp. 70-71; id., «Sistemas, diseños y motivos en los mosaicos romanos», pp. 189-190; J. Bellón, «El yacimiento minero-metalúrgico de Finca Petén», pp. 78-80; J. A. Antolinos et alii, «Poblamiento en el distrito minero de Carthago Nova», pp. 166-168.
29 En la Sierra de Cartagena encontramos otros asentamientos minero-metalúrgicos que, como en El Gorguel, presentan también una actividad de carácter secundaria relacionada con la explotación de piedra; entre los ejemplos podríamos citar los casos de Rambla de Trujillo (J. A. Antolinos et alii, Aspectos arqueológicos y geológicos de una cantera romana, pp. 21-36) y Cabezo de la Atalaya (J. A. Antolinos, «Actuación arqueológica en la fundición romana», pp. 635-648), vinculados a la extracción de mármoles y andesitas, respectivamente.
30 Toda la problemática sobre la denominación, cronología, características y funcionalidad de estos edificios queda ampliamente reflejada en el estudio de P. Moret, «Casas fuertes romanas», pp. 55-89, así como en P. Moret y T. Chapa (eds.), Torres, atalayas y casas fortificadas.
31 J. A. Antolinos, «Actuación arqueológica de urgencia», pp. 635-648; ID., «El complejo arqueológico del Cabezo de la Atalaya», pp. 151-162; id., «La explotación de los recursos naturales», pp. 627-629; J. A. Antolinos et alii, «Poblamiento en el distrito minero de Carthago Nova», pp. 172-174.
32 Tal y como sucede desde el siglo ii a. C. en otras áreas mineras de la Península Ibérica, caso del sector central de Sierra Morena (C. Fernández Ochoa et alii, Arqueominería del sector central de Sierra Morena, pp. 73-75).
Auteur
Arqueólogo autónomo. Proyecto Cabezo del Pino, Cartagena
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