«Todos los altos hombres y cavalleros y escuderos se asentaron a las mesas, y los manjares fueron traídos a cada uno»*
La alimentación en la materia artúrica castellana
p. 181-197
Texte intégral
1Las «traducciones» castellanas de la materia artúrica han dejado un rastro de textos refundidos, adaptados y re-adaptados a las distintas lenguas, sociedades y lectores. Los conservados, todos ellos de fines del siglo XIV o ya del XV y XVI, hacen suponer la existencia de otras versiones perdidas, como la traducción realizada por juan Vivas del ciclo del Grial en 1314. En el caso del Tristán, la fortuna nos ha dejado conocer tres versiones distintas, con orientaciones ideológicas diferentes, la última de las cuales dio lugar a una continuación original1. En el caso del Lanzarote, dos, que no pueden ser comparadas, pues una de ellas se encuentra tan incompleta que apenas abarca tres capítulos2, mientras el otro manuscrito transmite el segundo y el tercer libro3. El Baladro del sabio Merlín y la Demanda del Santo Grial se conservan en dos ediciones gracias a la imprenta, con variantes importantes entre ambas en el caso del primero, cuyo comienzo puede leerse también en otra versión diferente recogida en el manuscrito 1877 de la biblioteca universitaria de salamanca4. El Josep Abarimatia sólo se conserva en castellano en el códice misceláneo salmantino5. Esto no es asombroso cuando el mismo ciclo de la Post-Vulgata o Roman du Graal francés debe ser reconstruido, en algunas de sus partes, a través de los testimonios peninsulares6. Es decir, los testimonios castellanos de la materia artúrica manifiestan una personalidad propia que hace que no puedan ser considerados, en conjunto, ni traducciones ni obras originales, aunque algunos de ellos (o alguna de sus secciones) estén más cercanos a lo primero y otros más próximos a lo segundo7.
2La literatura artúrica escrita en castellano recoge en sus distintas obras, y de forma diversa en cuanto a la naturaleza, calidad y cantidad de sus alusiones al acto de comer, la necesidad cotidiana de la alimentación y los usos, ceremonias y costumbres que la acompañan. Estas manifestaciones de la actividad caballeresca no han recibido atención por parte de los investigadores8, a pesar de que la comida, y en especial el banquete caballeresco, constituyen una manifestación cultural tan característica de la caballería en su individualidad como otras como la caza, las justas y torneos, los juegos de tablas, etc.
3En lo que se refiere a los diferentes elementos constitutivos de la descripción de la comida, ha de advertirse que raramente se presentan juntos y lo más habitual es que el narrador haga referencia a unos pocos, siendo los más comunes los relativos al lugar, al tiempo, los utensilios y los comensales.
¿DÓNDE COMER?
4El espacio es el elemento más habitual, aunque no siempre explícito, de la descripción del acto de comer, pues, aunque no se mencione, el lector sabe dónde se encuentra el protagonista de la acción. Sin embargo, no es raro que la alusión al lugar en el que se desarrollará la comida acompañe de forma muy cercana a la descripción de ésta (citas 1, 3 y 6 del apéndice, pp. 195 y 196).
5Los lugares donde se desarrollan las comidas son muy variados: desde el palacio, donde se celebran la mayor parte de las comidas reales (citas 8 y 13, pp. 196 y 197); la floresta o el bosque, frecuentemente en las proximidades de una fuente (cita 1, p. 195), o el prado en el monte (cita 3, p. 195), donde alcanza al caballero andante la hora de comer o cenar; la tienda, en la que tienen lugar las comidas en las fiestas que se desarrollan en el campo o durante los torneos, pasos de armas y otras actividades caballerescas9; la prisión, en la que el hambre acompaña la ingestión de los escasos alimentos proporcionados al prisionero por piedad por alguna mujer (cita 10, p. 196)10, o por el carcelero (el mismo rey da de comer a su esposa Iseo cuando la mantiene presa en la torre)11; la casa del ermitaño12 o la casa del florestero, que ofrecen refugio y alimento al caballero durante su vida errante, como le sucede a Tristán durante sus aventuras en la floresta Peligrosa13; el castillo al que se llega de forma fortuita (cita 11, p. 197), como le ocurre a Galván y a otros muchos con el castillo del Grial en la Demanda y en el Lanzarote (cita 12, p. 197), la casa señorial (cita 6, p. 196); o el monasterio, como aquel donde arturo, Tristán y lanzarote comen, servidos por Galaz14.
6Las escenas de interior alternan con las de exteriores, las cortesanas y palaciegas con las necesarias detenciones en el curso del camino, para ofrecer escenarios variados, acordes con las circunstancias, en los que los caballeros y sus acompañantes atiendan la necesidad física de ingerir alimento. Las referencias a las pausas en las actividades caballerescas o cortesanas, o bien en la errancia característica de este tipo de personajes, interrumpen el discurso narrativo para ofrecer una serie de puntos de anclaje temporal.
¿CUÁNDO COMER?
7De los nombres de las distintas comidas que se mencionan en el Libro de Buen Amor (cuaderna 292: almorçar, yantar, merendar, cenar y çahorar), los textos artúricos castellanos utilizan únicamente dos: yantar y cenar, correspondientes a la comida y a la cena, aunque lo más frecuente en todos ellos es que se use un inespecífico comer para referirse a una y a otra actividad (cuadro 1, p. 194).
8La diferenciación entre el yantar y la cena varía sensiblemente de unos textos a otros. El Lanzarote no hace apenas diferencias y sólo en ocho ocasiones se precisa que la ingestión de alimentos constituye el yantar, es decir, la primera comida importante del día; cenar tiene otras ocho ocurrencias a las que pueden sumarse las cinco de çena. Algo similar sucede en el Cuento de don Tristán, donde se habla generalmente de comer, sin especificar el tipo de comida, en el Baladro y en la Demanda, cuyo narrador menciona el yantar, el cenar y la cena en alguna ocasión, pero utiliza comer en la mayoría de los casos. En todos estos textos la palabra comida no se menciona apenas o no aparece nunca. Por el contrario, en el Tristán de 1501 se diferencia en mayor medida entre comer y cenar, pues alude en dieciocho ocasiones al acto de cenar y en dos a la cena. Comer suele referirse al resto de las comidas y, como en las restantes obras, equivale con frecuencia a yantar, que se utiliza poco.
9La costumbre de la época establecía una comida principal, a mediodía, después de oída la misa, y así lo reflejan los textos: los caballeros andantes hacen una pausa en su camino a mediodía para ingerir alimento (citas 1 y 2, p. 195), y el rey arturo se dispone a comer cuando, al venir de la iglesia, le dicen que ya es mediodía15. La cena, por su parte, antecede en poco al final de la jornada, pues aparece con frecuencia asociada al sueño y, por lo general, a su término los personajes se retiran a dormir o, al menos, se acuestan16. Sin embargo, en otras ocasiones, la cena no es sino un preludio a los goces del amor, como les ocurre a Tristán y a la dueña del lago del espina17. Con frecuencia la cena se asocia al convite o banquete para acoger a un visitante18. Los caballeros andantes no debían cenar, aunque la excepción que puede encontrarse en el Tristán está justificada por la presencia de la reina Iseo. Con todo, la cena es frugal (cita 3, p. 195), pues consiste únicamente en fruta y letuario.
10La mención de la cena y el sueño posterior sirven para facilitar una ruptura narrativa, pues se convierte en otras ocasiones en un recurso para separar los días que se suceden en actividades parecidas. Es frecuente que forme grupo con expresiones del tipo «otro día de mañana», que marcan el retorno al mismo tipo de ocupaciones o anuncian la realización de otra actividad diferente.
¿QUÉ COMER?
11Al simbolismo de los alimentos en la narrativa artúrica francesa dedicó hace años a. Guerreau-jalabert un interesante artículo en el que distinguía la alimentación caballeresca por la presencia de un triángulo de alimentos: pan, vino y carne. A este triángulo se opone el de la alimentación eremítica, conformada por el pan, el agua y las hierbas o vegetales19. Los textos castellanos mantienen esta distribución, eliminando la mención a las hierbas, que únicamente se emplean por sus propiedades, generalmente mezcladas con vino20. Galaz, a pesar de pertenecer al estamento caballeresco, sigue en su alimentación el ayuno propio de los religiosos, que el narrador remarca para situarle, simbólicamente, en un grupo social distinto al que naturalmente pertenece (cita 6, p. 196).
12El pescado, sin embargo, no llega a mencionarse en los textos artúricos castellanos, salvo en una ocasión, y eso tan sólo en un voto de no comer «pescado ni carne sino pan y vino muy pobremente», hecho por una doncella en penitencia por su comportamiento anterior21.
13Pero en general los alimentos más mencionados son el pan (citas 2, 6 y 10, pp. 195 y 196) y, con menor frecuencia, el vino (citas 7, 10 y 11, pp. 196 y 197), frecuentemente asociados, formando un conjunto que muestra la consideración que tienen en la edad Media como elementales para el sustento humano (véase el cuadro 2, p. 194)22. El vino se usa también como desinfectante para las heridas o como droga, bien curativa, mezclado con especias, o bien mortal, mezclado con veneno23. Una forma de vino envenenado, aunque no mortal, son los vinos herbolados, mezclados con hierbas de propiedades afrodisiacas que llevan a quienes lo toman a la incontinencia sexual. Brisaina utiliza el vino para oscurecer el entendimiento de lanzarote y hacerle creer que su señora es la reina Ginebra, facilitando así la infidelidad involuntaria del caballero24, y también es un vino el bebedizo amoroso que toman Tristán e Iseo y que les obliga a dejar inmediatamente la actividad que tenían entre manos para «jugar a otro juego».
14El agua pocas veces aparece como bebida25 y tan sólo figura con esta función en las comidas que tienen lugar en medio de la floresta o del campo, en las que se hace necesario recurrir a una fuente para aliviar la sed, en las que ofrecen los ermitaños y en las entregadas a los prisioneros (sagramor, prisionero de Matamás, sólo recibirá pan y agua una vez al día)26. No se menciona el vino aguado, de consumo habitual en la época, como refleja también la literatura: la protagonista del Enrique fijo de doña Oliva toma un vino aguado27, y don juan Manuel lo recomienda como bebida a su hijo28. El carácter insalubre del agua no la hacía adecuada como bebida si no se desinfectaba con el alcohol del vino29 y este hecho se refleja en el Lanzarote, cuyo capítulo 219 cuenta «Cómo don lançarote bebió del agua de la fuente y tomóle a tan gran dolor en el corazón que cuidó morir sin confisión y estava como muerto».
15Las referencias a alimentos concretos son muy escasas, y éstas suelen producirse en las comidas más modestas, con lo que la variedad es menor. Además del pan y el vino, aunque con una frecuencia muy inferior30 y exclusivamente en algunos textos, aparecen la fruta o los letuarios o electuarios (cuadro 2, p. 194). Habitualmente se utilizan términos genéricos, como «vianda» o «manjar» y, más que la identificación de éstos, importa su cantidad, sabor y variedad (los manjares se adjetivan habitualmente con «muchos», «buenos» y «diversos»). Se utiliza «manjar» con mayor frecuencia cuando el relato se refiere a productos presentados a la mesa, mientras «vianda» suele emplearse para hablar de provisiones, o de alimentos almacenados. frente a esta falta de concreción, la traducción castellana del Tirante se esfuerza en mencionar el diacitrón y otras muchas exquisiteces, ofreciendo buen ejemplo de las diferencias entre la narrativa caballeresca catalana y la castellana advertidas hace tiempo por Martín de riquer31. Ello no quiere decir, sin embargo, que en los textos artúricos falten por completo las referencias a otros alimentos (capón, gallinas), pero son muy raras32.
16Como observa s. Gutiérrez García33, en los banquetes no es habitual la mención de los alimentos consumidos. Una de las pocas excepciones a esta regla es la alusión al manjar de especias de la cita 9 (p. 196). Lo que interesa destacar en estos casos es la riqueza del convite, demostrada en el número y calidad de los comensales y sirvientes, y en la abundancia y diversidad de manjares34. La mención de las especias se debe, sin duda, al alto precio que alcanzaban, lo que las convierte en una señal más del lujo del banquete. En los textos estudiados hay algunas menciones al número de platos o manjares presentados en los banquetes (cita 9). En otras ocasiones la alusión al número que hace el plato que se presenta a comer sirve para precisar el momento en el que se interrumpe la comida por causa de alguna aventura o la llegada de otro personaje35.
17La falta de indicaciones sobre alimentos concretos hace imposible advertir diferencias entre los consumidos en el yantar y los tomados en la cena. Las cenas en casas de ermitaños o al lado de una fuente en medio de la floresta no permiten la referencia sino al pan, al vino, las frutas y letuarios (cita 3, p. 195). Capones y gallinas son consumidos en el yantar de mediodía por Tristán e Iseo, pero sagramor, enflaquecido por el ayuno de todo el día, ingiere un capón, buen pan y un pichel de buen vino después de nona, es decir, como cena (cita 10, p. 196).
¿CON QUÉ? UTENSILIOS Y MOBILIARIO
18Entre los accesorios destinados a facilitar la alimentación destaca la mención a la mesa o tabla (este último vocablo preferido en el Cuento de don Tristán y en el Tristán, que lo usa con mayor frecuencia que «mesa»; cuando se usa en el Lanzarote suele ser fuera del contexto de las comidas), que incluida en diversas expresiones perifrásticas se convierte en un anuncio de la actividad de comer o del cese de esta, al igual que ocurre con otras expresiones similares formadas en torno a la palabra «mantel-manteles». Ello no deja de indicar la importancia que tienen estos elementos en los rituales alimenticios medievales, siendo los manteles uno de los más imprescindibles, como refleja también la iconografía36. En el Lanzarote37 el héroe se une a un caballero y dos doncellas que comen en un prado en los manteles tendidos sobre la hierba verde en la proximidad de una fuente. Cuando Galván presencia la aparición del Grial, ve que todos se apresuran a poner los manteles en las mesas (cita 12, p. 197). No obtenemos ninguna descripción más precisa en estos textos acerca de la tela del mantel o sobre la existencia o no de bordados o encajes, habituales en la época38. La mesa, que aparece incluso en algunas de las fiestas campestres organizadas en el seno de la corte, cuando el rey hace poner las mesas delante de las tiendas (cita 9, p. 196), es un elemento reiterado en muchas de las descripciones por su especial asociación con la comida.
19El asiento se encuentra mencionado sobre todo en pasajes relativos a la silla Peligrosa, aquél sitio que simboliza el lugar ocupado por judas en la Última Cena (cita 5, p. 196) y en el que sólo el caballero del Grial, Galaz, puede sentarse sin recibir la muerte39, pero no tiene relación con escenas de nutrición. Una importancia especial se concede al asiento y la mesa que recibirá el vencedor del torneo organizado por el rey bangorres: «una cadera de oro en medio del prado [y] la mesa que llaman de los doze Pares»40. Igualmente, Arturo se sienta a la Mesa Redonda en su «alta silla»41.
20Si la mesa, la silla y el mantel aparecen en las descripciones, no ocurre igual con los cubiertos, que no llegan a mencionarse nunca, a pesar de que el cuchillo de trinchar era habitual en la época, y así puede verse en una de las miniaturas del Zifar (ms. De París, f o 6vo). A este utensilio, en sus diversas variedades, reales o inventadas, dedica el marques de Villena su Arte cisoria). Sin embargo, en las obras que nos ocupan, las referencias que existen a cuchillos nos lo muestran como arma, y no como cubierto. En la variedad de utensilios mencionados sobresale, sin embargo, el Lanzarote, que concede al ritual de la mesa más atención que otros textos. En él aparece como signo de riqueza un tajador de plata y un pichel del mismo material (cita 11, p. 197). De la vajilla encontramos referencia escasa y localizada en otro pasaje en el que se alude a una vajilla de oro y de plata, y se menciona igualmente como signo de la riqueza de quien la posee42.
21El vaso y la copa alcanzan un lugar destacado en los textos centrados en el Grial, estando prácticamente ausentes de los restantes. Los maravillosos y desconocidos materiales que forman el santo vaso se describen en la cita 12 (p. 197). Las dos alusiones del Tristán 1501 a una copa se producen, la primera, en el relato del intento de asesinato de la madrastra del niño Tristán mediante un vino envenenado y, la segunda, cuando Tristán entrega a un marinero una copa de oro como pago del viaje, y no, como pudiera creerse, en el episodio de la ingestión del bebedizo amoroso, que se guarda en una redoma, recipiente comúnmente utilizado en estas obras para transportar venenos43. Escudilla, como puede verse en el cuadro 3 (p. 195), es exclusivo de la Demanda (donde se refiere al Grial, cita 7, p. 196) y del Lanzarote.
22La riqueza del mobiliario y de los utensilios usados, que sí aparece en los banquetes del Zifar, apenas se refleja en los textos artúricos, si se hace excepción de los relacionados con el Grial44.
¿CON QUIÉNES?
23En estas obras se describen dos tipos de escenas de mesa: las protagonizadas por el caballero andante y las protagonizadas por el rey. En las primeras se unen con frecuencia al caballero otros caballeros andantes y, ocasionalmente, otros personajes relacionados con ellos: el señor o señora del castillo en el que se aloja, el ermitaño, o el florestero. En las segundas, la descripción suele mostrar un banquete que el monarca ofrece a sus caballeros o a caballeros y reyes visitantes (cita 8, p. 196). El Lanzarote es el texto en el que abundan más las comidas presididas por el rey. En estos casos alcanzan relevancia otros aspectos: se destaca la distribución de los comensales, la calidad y número de éstos y la categoría de los sirvientes, además de la copiosidad, el mobiliario y los utensilios.
24En la aventura del banquete en la ínsola firme encontramos una de las descripciones más pormenorizadas de la disposición de los comensales: las dueñas y doncellas comiendo en la torre alta desde cuyas ventanas ven la sala en la que celebran su banquete los caballeros, las mesas puestas y servidas por doncellas y caballeros, y una comida que se interrumpe cuando sirven el segundo manjar45. Hecho que no es habitual en el Amadís, donde las menciones a comidas y convites son muy frecuentes, pero muy poco descriptivas.
25Tampoco en los textos artúricos hay muchas descripciones que se le aproximen en complejidad. La reina Ginebra come con el rey arturo en el Lanzarote, pero nada se nos dice de las demás dueñas y doncellas, aunque sabemos que el rey acostumbra a comer con los caballeros o con los reyes vasallos que le visitan (citas 8 y 13, pp. 196 y 197). En la Mesa redonda el rey se sienta con los mejores caballeros, mientras que los que no son tan renombrados se acomodan en otras mesas46. La presencia del rey honra a los comensales, aunque comer solo en una mesa propia parece un honor mayor: en el Tristán se honra al Caballero anciano permitiendo que éste sea el único que coma y esté sentado en su propia mesa (cita 4, p. 196).
26Las mesas cortesanas y palaciegas suelen ser servidas por donceles47, caballeros, dueñas y doncellas y, excepcionalmente, cuando se desea otorgar una gran honra al comensal, por el propio rey y por su hija, como ocurre en el banquete en honor de boores en el Lanzarote (cita 9, p. 196). La descripción de este banquete ofrece detalles muy significativos, pues el mismo rey bangorres ha establecido cómo tendrá lugar: el vencedor se sentará en la silla de oro y le pondrán delante una mesa especial, con nombre propio, «que llaman de los doze Pares»; a continuación le servirán el primer manjar antes de que ningún otro caballero se siente a la mesa; las doncellas danzarán alrededor de la mesa y el vencedor podrá elegir la mejor para sí. Boores preside la mesa de los doce mejores caballeros del torneo, que le acompañarán después que él haya comido el primer manjar, mientras el rey se sienta en una mesa propia, acompañado del caballero más anciano48.
27La costumbre de lavarse las manos antes de sentarse a la mesa, recogida por alfonso X en las Partidas, no se refleja sino de forma excepcional en un único episodio49.
¿POR QUÉ SE INTRODUCEN LAS ESCENAS DE ALIMENTACIÓN?
28La descripción de escenas de nutrición se produce a veces con ocasión de una reunión organizada por algún festejo especial, como un banquete de bodas, una festividad religiosa, la celebración de torneos y justas caballerescas, o una fiesta o aniversario de coronación. En estos pasajes se muestra la comida como un factor fundamental de la sociabilidad medieval50. Es en algunas de estas ocasiones cuando la descripción se hace, como se ha visto, más elaborada, mediante la incorporación de un mayor número de elementos (servidores, utensilios, mobiliario, comensales, disposición espacial de éstos), alcanzando mayor relieve (riqueza, abundancia, solemnidad).
29La mayor parte de las veces, la mención a la nutrición no se debe a que se produzca una ocasión especial. La comida sucede de modo casual, por la llegada de un personaje a un castillo, palacio o casa señorial, monasterio o ermita, y en esos casos se produce como muestra de hospitalidad. Otras veces es patente demostración de la dureza de la vida errante del caballero, obligado a comer (y a dormir) en medio de la floresta, expuesto a las inclemencias del tiempo.
30Tanto si se trata de una comida organizada previamente como si se produce de modo casual, en muchas ocasiones la única razón para la incorporación de estas descripciones obedece a criterios de realismo y sirve para marcar el paso del tiempo o el momento del día. De ahí la abundancia de menciones al acto de comer que apenas incorporan descripción del mismo. Con esta finalidad de aludir a la ingestión de alimentos sin entrar en descripciones reiterativas e innecesarias se crean meras fórmulas narrativas, que se repiten una y otra vez con ligeras variantes: las numerosas expresiones relativas a «poner las mesas» (las mesas puestas, traídas las mesas, puestas las mesas, dexando las mesas, alçadas las mesas)51 o «poner los manteles».
31Con frecuencia las escenas de comidas tienen lugar como introducción a otra actividad posterior que es la que se detalla, siendo la de comer casi una mera formalidad que precede a la descripción del viaje a caballo, de las justas caballerescas, del combate singular o del sueño, constituyendo un tópico para la conclusión de la jornada52. Es frecuente que la comida, compartida o bien ofrecida a un comensal, sea preludio de la conversación. Los caballeros posponen las preguntas o la charla hasta después de haber terminado de comer tanto en el Lanzarote53, como en el Tristán 1501 (cita 4, p. 196). Como preludio o consecuencia del acto sexual aparece en diversos textos, aunque, sin duda, el episodio de este tipo más famoso es el que relatan los Tristanes y que se refiere al comienzo del amor excesivo de los protagonistas, cuyo origen se encuentra en un filtro amoroso. Los futuros amantes degustan un vino herbolado que produce un enamoramiento instantáneo de carácter tan intenso y fulminante que les lleva a abandonar el juego de ajedrez que les ocupaba en esos momentos. La ingestión del vino, que se recordará en diversas ocasiones a lo largo de la obra, es el acontecimiento fundamental del relato, el que trastoca el curso natural de las vidas de los protagonistas y les lleva a convertirse en una de las más famosas parejas de amantes de la edad Media, como demuestra en el contexto castellano la poesía de cancionero, que les recuerda con mayor frecuencia que a lanzarote y Ginebra54. La cena precede igualmente al ejercicio amoroso en la aventura de la dueña del lago del espina55. También en el Cuento de Tristán se relata el convite ofrecido por lanzarote y Ginebra a Tristán e Iseo, que da pie a una conversación entre las reinas antes de retirarse ambas parejas de amantes a sus respectivos lechos, mientras el Tristán 1501 relata como cenan primero, respetando la costumbre de callar durante la comida56, y, una vez levantada la tabla y encendidas las velas, las damas comienzan una conversación sobre las virtudes y hermosura de sus respectivos amigos. Lanzarote acoge pensamientos no muy castos mientras, después de yantar, observa a una bella doncella57. Nada tiene de sorprendente esta asociación entre la comida y el sexo, asociación que se ve reflejada también en la literatura sapiencial.
32Aunque en su mayor parte estas alusiones a la actividad nutricia tienen por objeto proporcionar al relato una apariencia mayor de realismo o servir, como se ha dicho, de marcadores temporales para señalar el final del día o el cambio de actividad, en otras obedecen a propósitos de mayor calado narrativo al constituir el punto de acceso a una aventura caballeresca58. Merlín anuncia al rey arturo en la sobremesa de su fiesta de bodas el advenimiento de tres aventuras, y así sucede antes de que las mesas sean alzadas, pero, por súplica del sabio, el rey establece la norma de que hasta que no se concluya la comida los caballeros no comenzarán la aventura que se les ha encomendado59. Otra costumbre impide a arturo empezar a comer en las fiestas importantes si antes no sucede alguna aventura60, lo que siempre ocurre, como muestra de la predilección divina por este monarca.
33Por otra parte, el rey, como dispensador de bienes, se ofrece a la imaginación de los lectores a través de esos banquetes multitudinarios, que le presentan como fuente y garante de la abundancia y el orden social. Ofrecer este simbolismo de tipo laico o civil que subyace a la exhibición de riqueza y poder es la razón de la inclusión de los numerosos ágapes celebrados en la corte de arturo, en los que, según la costumbre, el rey se encuentra acompañado de la reina y de todos sus caballeros (cita 13, p. 197).
34El simbolismo cristiano es la característica que separa en mayor medida las descripciones de ceremonias alimenticias del Tristán y el Lanzarote de las obras centradas en el Grial. Los rituales alimenticios resaltan el orden social, el poder y la riqueza, así como las obligaciones de servir y honrar de vasallos y señores, y, en ese sentido, expresan la ideología caballeresca que anima estos textos. La austeridad de las comidas en las florestas y ermitas contrasta con la abundancia y riqueza de las realizadas en los banquetes para manifestar las características de los dos ámbitos de la vida caballeresca: el de la aventura y el de la corte, el del valor y el de la cortesía, el del sufrimiento y el de la joie (alegría). Para ambos debe valer el caballero, en ambos tiene que saber desenvolverse como tal.
EL SIMBOLISMO EUCARÍSTICO
35En el caso de los textos artúricos la alimentación se relaciona con una aventura en especial: la aparición del Grial. El Grial carga de simbolismo eucarístico mobiliario, utensilios y alimentos. Entre los primeros, las mesas, tanto la del Grial como la Mesa redonda, y la silla Peligrosa; entre los segundos, el vaso o escudilla usado en la Última Cena; entre los terceros, el pan y el vino, cuyo significado teológico invadía la vida de las gentes medievales61, y se explica pormenorizadamente en algunos de estos textos62. El agua, por otra parte, no deja de tener un simbolismo cristiano: el de la penitencia, y así lo entiende Galaz (cita 6, p. 196).
36Todos los textos artúricos castellanos tratan este tema con mayor o menor intensidad, siendo en el Tristán, junto con el Lanzarote, donde reviste un carácter más colateral, aunque en ambos se dedican algunos capítulos en su parte final a la búsqueda del vaso sagrado. A causa de la conexión entre la Mesa del Grial y la Mesa Redonda (cita 5, p. 196), todos los banquetes caballerescos celebrados en la segunda de ellas con ocasión de las grandes fiestas religiosas y, en especial, de la fiesta de Pentecostés, se encuentran aureolados de un contenido simbólico de carácter religioso, mostrando la conexión entre la mesa del rey celestial y la mesa del rey terrenal. Incluso en el Tristán, la conversión del protagonista en miembro de la Tabla redonda está asociada a la aparición en ella del Grial, pues se dice que fue el último caballero cuyo nombre apareció escrito milagrosamente en una silla vacante antes de que Galaz se sentase en la silla Peligrosa63, aventura que se relata en el capítulo siguiente a la narración del nacimiento de Galaz. En el Lanzarote, Galván (cita 12, p. 197) y Lanzarote (cap. 253) se sientan a la mesa del Grial.
37El tema del Grial repercute indirectamente en la consideración simbólica de otras comidas a las que falta ese contenido explícitamente religioso, como aquella en honor de boores, que refuerza su imagen cristiana (será uno de los que consigan ver el Grial), mediante el cómputo de doce caballeros que llenan la mesa (cita 9, p. 196). El servicio proporcionado a estos doce elegidos por el mismo rey y su hija recuerda el gesto de Cristo en el lavapiés de la Última Cena.
38Los textos analizados pueden dividirse, en relación al tratamiento de los rituales alimenticios, en dos grupos: los centrados en el Grial y aquellos en los que el Grial no constituye el tema principal. En los primeros predominan las alusiones a utensilios, mobiliario y alimentos de simbolismo eucarístico, mientras en los segundos es más habitual que la comida y sus circunstancias tengan otros propósitos narrativos, que no faltan tampoco en aquéllos: marcar el transcurso del tiempo, ofrecer una ruptura narrativa, señalar la dureza de la vida errante del caballero, o la hospitalidad de reyes, castellanos o ermitaños, presentar un marco adecuado a una conversación, una escena amorosa o una aventura posterior, resaltar el esplendor de la corte real o premiar la bondad caballeresca otorgando a un personaje determinado un lugar o un servicio especial64.
39Uno de los reproches que en el Quijote se dirigen contra los libros de caballerías es la escasa atención que concedía a los hechos cotidianos e imprescindibles de la existencia, como es el acto de comer o dormir, crítica de la que sólo parece salvarse, a juicio del clérigo cervantino, el Tirant. Esta censura, al menos por lo que se refiere a la alimentación, no puede aplicarse con justicia a la materia artúrica castellana, como demuestra la frase que encabeza el título de este trabajo65, pues concede a los rituales relacionados con la mesa un lugar, si no destacado, al menos suficiente para dejar bien establecido que los caballeros no se sustentan de aire, reflejando en sus descripciones a veces los usos sociales y, en otras ocasiones, escondiendo en el seno de ellas un contenido simbólico o alegórico.
CUADROS
40Estos cuadros no pretenden ser exhaustivos, sino ofrecer un punto de partida para la comparación entre los textos. Se han elaborado a partir de los datos de la Real Academia Española (banco de datos CORDE), excepto para el Lanzarote, para el cual se han usado las concordancias del Corpus of Hispanic Chivalric Romances66. Al valorar estos datos es preciso tener en cuenta la diferente extensión de estas obras. De algunas palabras se muestran las ocurrencias en singular y en plural, o con otras variantes gráficas.
Cuadro 1. — El acto de comer y los horarios de la alimentación
yantar | Comer | Comida | Cena | Cenar | |
Cuento de Tristán | 0 | 30 | 0 | 0 | 2 |
Tristán 1501 | 2 | 27 | 0 | 2 | 18 |
Baladro 1498 | 3 | 20 | 0 | 3 | 1 |
Demanda 1535 | 2 | 35 | 0 | 2 | 0 |
Estoria de Merlín | 0 | 0 | 0 | 0 | 0 |
Lanzarote | 8 | 99 | 0 | 0 Çena: 5 | 1 Çenar: 7 |
Cuadro 2. — Los alimentos67
Vianda/s | Manjar/es | Pan | Vino/s | Pescado | fruta/s | otros | |
Cuento de Tristán | 2 + 6 bianda: 0 + 1 | 0 + 1 | 7 + 2 | 7 (de 79) | 0 | 0 + 0 | Gallina/s (1 + 2) letuarios (1) |
Tristán 1501 | 5 + 4 | 0 + 2 | 2 + 0 | 16 (de 130) | 0 | 3 + 0 | Capón (2) letuario/s (1 + 1) |
Baladro 1498 | 0 + 2 | 3 + 2 | 2 | 1 (de 113) | 0 | 1 + 0 | — |
Demanda 1535 | 2 + 0 | 0 + 2 | 13 + 0 | 3 (de 132) | 0 | 0 | — |
Estoria de Merlín | 0 | 0 | 1 | 0 (de 4) | 0 | 0 | — |
Lanzarote | 3 + 0 bianda: 2 + 0 | 12 + 7 | 11 | 9 (de 149) + 1 | 1 | 0 | Capón, especias letuario/s (2 + 0) |
Cuadro 3. — Los utensilios y el mobiliario
Mesa/s68 | Manteles | Vaxilla baxilla/s | Plato/s | Vaso/s | Copa/s | Redoma | Otros | |
Cuento de Tristán | 0 | 0 | 0 | 0 (de 1) | 0 | 1 | 0 | — |
Tristán 1501 | 2 + 2 | 0 | 0 | 0 | 0 | 2 + 0 | 1 | — |
Baladro 1498 | 22 + 8 | 1 | 0 | 0 | 5 + 0 | 12 + 0 | 1 | — |
Demanda 1535 | 22 + 14 | 0 | 0 | 0 | 17 + 0 | 0 | 0 | Escudilla (1) |
Estoria de Merlín | 0 | 0 | 0 | 0 | 0 | 0 | ||
Lanzarote | 47 + 32 | 4 | 2 + 0 | 0 + 1 | 8 + 1 basos: 5 + 1 | 4 + 0 | 1 | Escudilla (1) |
CITAS
EL CUENTO DE TRISTÁN
411. —… ellos anduvieron aquel dia fasta ora de midio dia que su camino les traxo a vna pequeña fuente en meytad de la floresta, e ally descaualgaron, e demandaron del pan a los escuderos, e començaron de comer e tomar solaz çerca de aquella fuen (p. 204).
422. —… et anduuieron fasta ora de medio dia que non comieron ninguna cosa, car no fallauan lugar do lo pudiesen auer […]. En esto Gornayo sacó las gallinas et el pan, et asentaronse a comer en un prado en media de la montañya, et durmiron alli una grant parte del dia (p. 252).
TRISTÁN 1501
433. —… llegaron a casa de un florestero, e apeáronse, e entraron dentro e comieron. E desque ovieron comido fueron su camino […]. E cuando la noche fue venida, ellos se arredraron del camino e apartáronse al pie de un árbol […]. E Tristán metió mano a su barsuleta, la cual le avía dado el señor del castillo, e sacó fruta e letuario, e comieron amos a dos. E desque ovieron comido, tendieron los mantos en la yerva (p. 119).
444. — E cuando la misa fue dicha, la dueña fizo poner las tablas para comer. E asentáronse a comer […], e ninguno no comía a la tabla del cavallero por le más festejar, sino él solo. E todos le fazían gran honra e lo servían. E los otros cavalleros e las otras dueñas, e la gente menuda, comían a otras tablas. E cuando ellos ovieron comido, las tablas fueron levantadas. E el cavallero se levantó en pie e fabló en esta manera (pp. 156-157).
BALADRO (LIBROS DE CABALLERÍAS)
455. —… e nuestro señor mandole que fiziesse vna mesa en nonbre de aquella en que el estuuiera a su cena con sus apóstoles, e mandole que pusiesse en ella vaso que el traya, y que lo cubriesse de paños blancos de xamete; e aquél era el sancto Grial, […]; y en aquella mesa auia siempre un lugar vazio, que significaua el lugar de judas, […] assi son dos mesas fechas […] vos haredes la mesa tercera en nombre de la santa Trinidad; […] y esta mesa aurá nombre tabla redonda (pp. 34-35).
DEMANDA (LIBROS DE CABALLERÍAS)
466. —… e a la noche fue albergar en casa de vna biuda […]. E quando fue hora de comer, no quiso comer ninguna cosa sino pan e agua (p. 271).
477. — E quando Nuestro Señor Jesu Christo los ouo alegrado de la su preciosa sangre del santo vaso […] parecioles que todas las cosas que auia honbre de comer, auian comido a su plazer, […]; e dixo: «Galaz fijo, […] no ensuzies de ningun mal vino el santo vaso […] que esta es la escudilla en que yo, el jueues de la cena, con mis discipulos, fue seruido […]» e por esso es llamado el santo Grial (p. 308).
488. —… las mesas fueron puestas, e assentaronse a comer, y estuvieron aquel dia a la mesa del rey artur siete reyes que eran sus vassallos (p. 322).
LANZAROTE DEL LAGO
499. — E el rey mando poner las mesas por el prado e […] la cadera de oro e la mesa do avían de ser los doze pares e ante la otra tienda fue puesta la mesa del rey, a do avía de comer, e un cavallero el más ançiano de cuantos ay heran. E […] fizieron a Boores ser a la mesa en la cadera de oro, […] e mucho fue bien servido e de muchos manjares. E a los doze cavalleros que por mejores avían sido escogidos sirvieron del primer manjar, e después asentaronse a la mesa e las dueñas servieron luego del otro manjar; e del terçero sirvió el rey e todos los otros cavalleros, e de todos los otros manjares sirvieron las otras donçellas, mas del postrimero manjar sirvió la fija del rey, e este fue despeçias (p. 208).
5010. —… e muy buen pan e un pincel lleno de muy buen vino e un capón entre dos platos. «señor — dixo la donçella —, éste es vuestro manxar» (p. 253).
5111. — E el uno traía […] un tajador de plata con bianda, e el otro traía una escudilla pequeña. […] E lançarote que los vido así venir, tomó en la mano un pichel de plata que estaba en la mesa con vino […]. E los servientes pusiero [n] en la mesa aquella bianda que traían (p. 138).
5212. — E luego fueron aquellos del palaçio a poner los manteles en las mesas que aí estavan […]. E la donzella traía en sus manos el más rico vaso que nunca por ome terrenal fuese visto, y hera fecho en semejança de arlés […]. E don Galván cató el vaso e preçiolo mucho, mas no pudo saver de qué hera (p. 285).
5313. — Entonces se asentó el rey a yantar y la reina con él. Don Lançarote y cada uno de los otros cavalleros se fueron a sentar cada uno en su lugar, do avían acostumbrado, e comieron y folgaron […] que siempre comían todos los cavalleros con el rey y avía de consuno grande plazer (p. 382).
Notes de bas de page
1 El Cuento de Tristan de Leonis, ed. G. T. Northup, conservado en la Biblioteca del Vaticano (ms. Vaticano 6428); los fragmentos de un Tristán castellano del siglo XV conservados en la Biblioteca Nacional de España (BNE), publicados por C. Alvar y J. M. Lucía Megías, «Hacia el códice»; y el Tristán publicado en 1501, ed. M. L. Cuesta Torre, que obtuvo diez ediciones entre 1501 y 1534, según argumento en M. L. Cuesta Torre, «Unos folios recuperados», p. 236. A estos tres testimonios se añade una continuación que se encuadra en el género de los libros de caballerías, El rey don Tristán el Joven, impreso en 1534, ed. M. L. Cuesta Torre.
2 El contenido del fragmento denominado Lançarote en el ms. 1877 de la Biblioteca Universitaria de Salamanca se corresponde argumentalmente, aunque de forma mucho más resumida, con lo narrado en Demanda, en Libros de caballerías, ed. A. Bonilla y San Martín, caps. 391-416.
3 Ms. 9611 de la BNE.
4 La del Baladro en 1498 y la edición conjunta de ambas obras como primera y segunda parte de una Demanda en 1535 (en Libros de caballerías, ed. A. Bonilla y San Martín, t. I, el Baladro, pp. 3-162, la Demanda, pp. 163-338). Se conserva también la segunda parte de una edición de 1515 de la Demanda, habiéndose perdido la impresa en 1500.
5 El ms. 1877 de la Biblioteca Universitaria de Salamanca, anteriormente citado, es un códice misceláneo que incorpora tres obras artúricas copiadas hacia 1469-1470: el Josep Abarimatia, la Estoria de Merlín (sólo el comienzo) y un breve fragmento de un Lanzarote. Los fragmentos artúricos fueron editados por K. Pietsch, Spanish Grail Fragments.
6 Un resumen puede encontrarse en P. Gracia, «El ciclo de la Post-Vulgata artúrica», o en J. M. Lucía Megías, «Nuevos fragmentos castellanos», pp. 231-242.
7 M. L. Cuesta Torre, «Adaptación, refundición e imitación».
8 El artículo de L. F. de Orduna, «El vino en la literatura caballeresca», incluye citas a algunos de estos textos, y el de A. Gimber, «Les Banquets», compara los rasgos humorísticos que rodean las comidas de los Tristanes con los banquetes de La Celestina. Sí ha recibido atención la narrativa caballeresca catalana, especialmente el Tirant, en Ll. Tudela i Villalonga y F. Castells i Puig, «Sistemes d’alimentació»; A. Contreras Martín, «Comida y cortesía»; J. Crous i Ramio, «El llenguatge de la taula», así como el Zifar y el Amadís, entre la narrativa caballeresca castellana, en S. Gutiérrez García, «La cultura de la mesa» y M. L. Cuesta Torre, «“E fueron luego puestas las mesas”», artículo dedicado a los rituales alimenticios en el Zifar.
9 Lanzarote del Lago, ed. A. Contreras Martín y H. L. Sharrer, p. 68 y cita 9, del apéndice a este artículo, p. 196.
10 Más conocido es el caso de la sobrina de Arcaláus, que hace llegar al héroe un barril de agua, vino y empanada en el Amadís (Garci Rodríguez de Montalvo, Amadís de Gaula, ed. J. M. Cacho Blecua, p. 1059).
11 El Cuento de Tristan de Leonis, p. 165.
12 Lanzarote del Lago, p. 184.
13 El Cuento de Tristan de Leonis, pp. 204 y 220.
14 Tristán 1501, p. 146.
15 Demanda, en Libros de caballerías, ed. A. Bonilla y San Martín, p. 165.
16 El Cuento de Tristan de Leonis, p. 90. Sobre los horarios de las comidas, véanse B. A. Henisch, Fast and Feast, pp. 16-27 y, ya en el contexto peninsular, F. Serrano Larráyoz, La mesa del rey, pp. 257-262, donde comenta que en el Hostal de Carlos III el Noble de Navarra a principios del siglo XV se hacían dos comidas principales: el «iantar», alrededor del medio día, y la cena, al anochecer, a la luz de velas y candelas.
17 Tristán 1501, p. 36. La asociación entre gula y lujuria era un tópico en la literatura moralizante, como puede verse en el artículo de Marta haro Cortés en este mismo volumen (pp. 51-62). Recuérdese también el pasaje relativo a la gula, cc. 291, 293, 296, 303 y el ejemplo del ermitaño y el vino (cc. 528-543) del Libro de Buen Amor, en los que ambos pecados aparecen unidos.
18 El Cuento de Tristan de Leonis, p. 90.
19 A. Guerreau-Jalabert, «Les nourritures comme figures symboliques», pp. 36-39.
20 Existe una excepción en la Demanda, en Libros de caballerías, ed. A. Bonilla y San Martín, p. 192: Yvaín llega al anochecer a una ermita donde recibe un poco de vino, hierbas crudas recogidas del huerto y agua de una fuente. Sobre el vino en la literatura caballeresca castellana, desde los textos medievales a los libros de caballerías, véase el artículo de L. F. de Orduna, «El vino en la literatura caballeresca».
21 Lanzarote del Lago, p. 199.
22 Sobre el consumo de pan y vino, y las diferentes calidades de estos alimentos en la mesa de la reina María de luna, véase J. V. García Marsilla, La jerarquía de la mesa, pp. 200-201. Alude a la calidad del pan y el vino la cita 10 del apéndice a este artículo, p. 196.
23 Lanzarote del Lago, p. 206; Demanda, en Libros de caballerías, ed. A. Bonilla y San Martín, cap. 130; Tristán 1501, caps. 3-4.
24 Lanzarote del Lago, p. 331.
25 El agua aparece como bebida cuatro veces de diecisiete ocurrencias en El Cuento de Tristan de Leonis, dos de seis en el Tristán 1501, y dos de seis en la Estoria de Merlín del ms. 1877 de salamanca.
26 Lanzarote del Lago, p. 252.
27 M. L. Cuesta Torre, «El pan y el vino».
28 Juan Manuel, Obras completas, vol. 1, pp. 154-155.
29 Véase M. W. Adamson, Food in Medieval Times, pp. 48 y 50-51; y F. Serrano Larráyoz, La mesa del rey, p. 244.
30 El pan y el vino eran los alimentos más frecuentes y suponían una importante parte del gasto doméstico, según R. Izquierdo Benito, Abastecimiento y alimentación en Toledo, p. 94.
31 M. de Riquer, «Cervantes y la caballeresca». La variedad de alimentos mencionados puede observarse en la lista ofrecida por Ll. Tudela y F. Castells, «Sistemes d’alimentació», pp. 694-695.
32 En cualquier caso demuestran el gusto histórico de la nobleza por la carne de ave. Véase J. V. García Marsilla, La jerarquía de la mesa, p. 77.
33 S. Gutiérrez García, «La cultura de la mesa», p. 753.
34 Lanzarote del Lago, cap. 111. En la Edad Media el gasto en viandas es proporcional a la riqueza, pues el rango social se demuestra con la exhibición de una mesa bien surtida, como revelan las cuentas de la reina María de luna, cuyos gastos en alimentos ascienden al 64,83% del total, según J. V. García Marsilla, La jerarquía de la mesa, p. 195.
35 Por ejemplo, en Lanzarote del Lago, p. 238: «Luego se sentaron a comer y ellos comiendo el primer manjar entro por la puerta vn donçel»; o en Baladro, en Libros de caballerías, ed. A. Bonilla y San Martín, p. 61: «dandole el primer manjar, auino que vn escudero entro».
36 Entre las miniaturas que adornan el bello manuscrito de París del Libro del caballero Zifar se reproducen únicamente dos escenas de comidas: ffos 6v y 168v. En ambas se ditinguen tres comensales sentados a una mesa vestida con un mantel blanco. En la primera de estas mesas destaca un cuchillo.
37 Lanzarote del Lago, p. 300.
38 Existían varias clases según la categoría de los comensales, y el mantel podía ser liso o estar decorado con motivos ornamentales. Véase B. A. Henisch, Fast and Feast, pp. 148-152. El carácter imprescindible del mantel se debía a la necesidad de cubrir las tablas que servían de mesa. Por ello es bastante sorprendente la escasez de menciones al mantel en estos textos, pero se presupone su existencia en los casos en los que se dice que se cubrieron las mesas (por ejemplo, Demanda, en Libros de caballerías, ed. A. Bonilla y San Martín, pp. 167-168), aunque no se nombre expresamente.
39 Tristán 1501, p. 147.
40 Lanzarote del Lago, pp. 268-269.
41 Demanda, en Libros de caballerías, ed. A. Bonilla y San Martín, pp. 167-168.
42 Lanzarote del Lago, pp. 268-269.
43 Tristán 1501, pp. 12, 84, 48 y Lanzarote del Lago, p. 202, respectivamente.
44 S. Gutiérrez García, «La cultura de la mesa», p. 753.
45 Garci Rodríguez de Montalvo, Amadís de Gaula, ed. J. M. Cacho Blecua, p. 910.
46 Demanda, en Libros de caballerías, ed. A. Bonilla y San Martín, pp. 167-168.
47 Tristán 1501, p. 15, en la corte de Gaula, Tristán, todavía un joven doncel, sirve habitualmente al rey Feremondo y a sus invitados, ganándose la admiración de todos por su belleza y su habilidad en el servicio de la mesa.
48 Lanzarote del Lago, pp. 204 y 208.
49 En El Cuento de Tristan de Leonis, p. 258, y en el Tristán 1501, p. 121, con ocasión del convite que ofrecen Lanzarote y Ginebra a Tristán e Iseo. Partida Segunda, Tít. 7, Ley V, p. 77.
50 Véase M. Montanari, Alimentazione e cultura, p. 10.
51 Es preciso recordar que las mesas eran tablas montadas sobre caballetes que se ponían y quitaban según las necesidades del momento, dejando libres las estancias para otros menesteres cuando finalizaba la comida. Por ello, estas expresiones sirven para marcar el comienzo y el final de la comida de forma visual.
52 Baladro, en Libros de caballerías, ed. A. Bonilla y San Martín, p. 48; Tristán 1501, pp. 44 y 68.
53 Boores reserva su curiosidad hasta después de cenar (Lanzarote del Lago, p. 201).
54 M. L. Cuesta Torre, «Personajes artúricos en la poesía de cancionero», pp. 77-78.
55 Tristán 1501, p. 36.
56 El Cuento de Tristan de Leonis, p. 258; Tristán 1501, p. 121. Partida Segunda, Tít. 7, Ley V, pp. 76-77: «A qué cosas deben acostumbrar los ayos a los hijos de los reyes para ser limpios y apuestos en el comer».
57 Lanzarote del Lago, p. 309.
58 Tristán 1501, p. 68.
59 Baladro, en Libros de caballerías, ed. A. Bonilla y San Martín, caps. 308-309.
60 Demanda, en ibid., cap. 6.
61 Véase T. de Castro Martínez, La alimentación en las crónicas, p. 121, y M. Montanari, Alimentazione e cultura, pp. 26-27.
62 Citas 5, 7, 12, pp. 196-197 de este artículo; Tristán 1501, p. 146, cuenta el origen de Galaz, y la aparición del Grial en p. 167. El ms. 1877 de Salamanca está centrado en el tema del Grial y tanto en su primera parte, relativa a josé de Arimatea, como en la segunda, dedicada a Merlín, los pasajes sobre el santo vaso son muy abundantes, no existiendo prácticamente referencias a los alimentos, el mobiliario, las comidas y demás elementos aquí estudiados a excepción de las relacionadas con el tema del Grial.
63 Tristán 1501, p. 147.
64 F. Gómez Redondo, Historia de la prosa, vol. II: El desarrollo de los géneros. La ficción caballeresca y el orden religioso, incluye el Amadís entre los romances de materia caballeresca del ciclo artúrico, pues no hubiera podido ser escrito ni comprendido en su primer entorno de recepción si no se conocieran ya las obras artúricas castellanas (p. 1545), pero por no proceder de la adaptación de los grandes ciclos prosísticos artúricos no se encuentra entre las analizadas aquí (puede verse un análisis comparativo de la alimentación en el Zifar respecto de la materia artúrica castellana en M. L. Cuesta Torre, «“E fueron luego puestas las mesas”»). Por el mismo motivo no se ha incluido en el corpus de estudio el Tristán el Joven. Este artículo forma parte de un trabajo más extenso dedicado a los usos relacionados con la alimentación en los textos caballerescos medievales castellanos y en los libros de caballerías, una de cuyas secciones consistirá en la comparación entre las obras aquí estudiadas y el Amadís.
65 Tristán 1501, p. 14.
66 Lanzarote, ed. H. L. Sharrer y J. Jiménez.
67 Muchas de las ocurrencias de «vino» pertenecen al verbo «venir» por lo que no se tienen en cuenta.
68 Para «mesa», el mismo concepto puede aparecer reflejado también mediante la palabra «tabla», más usual en los manuscritos más antiguos. Por ejemplo, en El Cuento de Tristán aparece «tabla/s» y tiene venticuatro ocurrencias, mientras que en el Tristán 1501 sólo hay dieciséis.
Notes de fin
* Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigación «A la luz del modelo subyacente. Metodología crítica y edición de los textos derivados de traducciones de obras medievales», financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia de España, referencia HUM2006-0114. M. L. Cuesta pertenece al Instituto de Estudios Medievales de la Universidad de León.
Auteur
Universidad de León
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