Presentación
p. 1-3
Texte intégral
1A muchos parecerá inconsistente, incluso provocador, defender que en algunos aspectos España fue reconocida como modelo de Francia por algunos intelectuales franceses del siglo ilustrado. La historiografía al respecto ha sostenido mayoritariamente lo contrario: que España padeció una imagen pésima en la Francia del siglo xviii, cuyos intelectuales habrían despreciado o ignorado globalmente al país vecino. Este libro pretende rectificar esta opinión, de manera similar a cómo el profesor Schaub ha hecho en una reciente obra, donde ha defendido que la Francia de Luis XIV no fue1 —como los historiadores suelen creer— el contramodelo de la España del Siglo de Oro, sino que el Grand Siècle francés se construyó siguiendo el paradigma teológico-político de aquella España imperial.
2El presente trabajo no sostiene que el legado cultural español haya sido reconocido como modelo del francés en un sentido general. Su objetivo es más sencillo: en contra de la historiografía tradicional, quiere mostrar cómo relevantes autores y periódicos franceses del siglo xviii admitieron el carácter arquetípico de algunas manifestaciones culturales españolas, sobre todo el teatro y la novela, géneros en los que España —afirmaron— fue prototipo y modelo de los mejores autores franceses y europeos del siglo xvii, e incluso podría seguir siéndolo durante el xviii.
3No puede negarse que la Francia y la Europa ilustradas criticaron a España por su crueldad en la conquista y colonización americana, por el carácter y abusos de su Inquisición, por su aislamiento y atraso, por el fanatismo religioso y por el supuesto carácter supersticioso, orgulloso y perezoso de sus habitantes. Sin embargo, en las páginas siguientes queremos dejar constancia de que la imagen de España en Francia no fue solo la de este contramodelo: hubo autores franceses que lucharon por establecer o mejorar los contactos culturales francoespañoles, que supieron reconocer el valor del legado histórico español y que mostraron hacia España una predisposición favorable en muchos sentidos.
4Como se desprende de las anteriores palabras y de su título, no es objetivo de este ensayo reflexionar sobre si España fue verdaderamente modelo de Francia en algunos ámbitos culturales. Su finalidad es la de mostrar cómo pensaron a este respecto algunos autores del siglo xviii francés, qué valoración atribuyeron al legado cultural español y en qué términos concedieron a algunas de sus disciplinas el carácter de modelo para los franceses. Es un estudio sobre la recepción del legado español en Francia, y no sobre el valor objetivo de ese legado.
5Este libro se estructura en cinco capítulos: en el primero aludimos al estado de la cuestión, especificamos nuestros objetivos y el corpus manejado, y reflexionamos sobre la mitología antiespañola; en el segundo se intenta mostrar cómo aquellos juicios sobre España, supuestamente generalizados y muy negativos, fueron menos comunes y menos extremos de lo sostenido por la historiografía tradicional. En el tercero descubrimos a relevantes autores franceses del xviii defendiendo el legado español y reconociendo que España fue un modelo para Francia en los ámbitos del teatro y la novela. En el cuarto examinamos las interferencias que se produjeron en los franceses proespañoles cuando su positiva predisposición topaba con su ideología, su nacionalismo o sus preferencias estéticas: la conciliación de las contradicciones inherentes a ese choque fue tarea difícil, a veces rayana en la incongruencia o la paradoja, como veremos. Finalmente, en el capítulo quinto, comprobamos que la Francia ilustrada supo reconocer los avances que se estaban registrando en la España contemporánea.
Algunas naciones no se molestan en « soupçonner que L’Art est susceptible d’une autre forme, et qu’en L’adoptant on pourroit y gagner, au lieu d’y perdre » (p. 138).
« L’orgueil de chaque Nation a donc créé à son avantage ce mot [goût], qu’elles appliquent ensuite à tous les objets, afin de proscrire plus sûrement ce qui n’entre pas dans leur usages, ou ce qui choque leurs habitudes » (p. 71).
« Malgré les tyrans de la République des Lettres […], ces mêmes idées, si dédaigneusement rejetées, deviendront un jour des loix, que, par un nouvel aveuglement, on opposera dans la suite aux hommes de génie, qui par une nouvelle audace viendront encore les modifier; car où s’arrête la perfectibilité de L’esprit humain? » (p. 117).
Contra esos tiranos de la República de las Letras francesas: « mais les barbares ne seroient-ils pas plutôt ceux qui rejettent un Écrivain qu’ils n’ont point lu, qu’ils n’entendent pas, et qu’ils ne veulent pas entendre, qui se moquent d’une Nation éclairée, constante dans son admiration justifiée par le suffrage unanime de tous les grands-hommes, Juges compétens de L’Art et de ses effets? C’est néanmoins ce qu’on a fait en France à L’égard de Shakespeare, de Lope de Vega, de Calderón » (pp. 136-137).
L. S. Mercier,
De la littérature et des littérateurs, París, 1778
« Il est sûr que les Français doivent plus cent fois aux Espagnols qu’à tous les autres peuples de L’Europe »
H. Linguet
Théâtre espagnol, París, 1770, t. I, p. iii
Notes de bas de page
1 Jean-Frédéric Schaub, Las raíces hispanas del absolutismo francés, Madrid, Marcial Pons, 2004.
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