De colgaduras antiguas y modernas
Nuevos gustos y artistas para el fin del siglo ilustrado
p. 123-199
Texte intégral
1En 1776, Antonio Ponz se lamentaba de las nuevas costumbres que se estaban adquiriendo para el adorno interior de las casas. Según el erudito ilustrado, progresivamente se iban desplazando las buenas pinturas en favor de otro tipo de colgadura:
En cuanto a pinturas, es cierto que en Madrid las hay de muchos, y de clásicos Autores, fuera de las que tiene S. M.; pero más hubo por lo pasado, hasta que entró en grandes, y chicos, la moda, por no decir locura, de despojar sus casas de estos apacibles ornamentos, estimando en más una enfilada de piezas cubiertas de tejidos, y ridículas tallas, en que nada hay que alimente la imaginación, que aquellas obras maravillosas, ejecutadas por ingenios peregrinos, los cuales representándonos grandes acaecimientos, y personajes famosos, no dejan que los hombres instruidos estén solos dentro de sus cuartos1.
2Y no estaba solo Ponz en esta denuncia. Apenas un lustro más tarde, Jovellanos se hacía eco con disgusto de estas novedades:
pinturas, estatuas, vasos y otras preciosidades, que antes adornaban los grandes edificios, iban saliendo de ellos poco a poco, y en su lugar entraban las telas, el oro, los cristales y otros adornos, sustituidos por la moda y el capricho. Desde entonces empezamos a ver con hastío la sencillez de nuestros padres; y cansados de lo que ellos habían tenido en grande estima, feriamos los adornos de moda al cambio de las mejores producciones de las artes2.
3Y la moda siguió afianzándose en todos los territorios de la monarquía española3. Así, en 1789, la Academia de San Carlos de Valencia también se sumaba a esta queja recordando las imágenes de los héroes cristianos que causaban nobles y santas impresiones en los fieles, retrayéndoles «del vicio» y le convidándoles «dulcemente a la virtud»; y añadía:
Nuestros mayores adornaban sus cuartos, sus antecámaras y otros sitios de sus casas con excelentes cuadros y pinturas de Jesucristo, de la Virgen María, de los Apóstoles y de otros Santos. Pero ahora se adornan con espejos, con papeles inútiles y si hay alguna pintura en tales sitios, no es de aquellas que inspiran y llaman a la virtud, sino al olvido y desprecio de la virtud cristiana4.
4Estos testimonios nos sitúan en un territorio que, siendo clave para entender la sociabilidad y cultura visual del siglo xviii, resulta bastante esquivo al historiador del arte: apenas han quedado vestigios materiales visibles del adorno de interiores y menos aún de estas nuevas tendencias. Los testimonios del archivo, valiosos sin duda, están en su mayoría relacionados con la actividad palaciega de reyes y nobles, los cuales también han sufrido pérdidas irreparables, y buen ejemplo es el Archivo de la Casa de Alba, cuyo incendio nos dejó ayunos de toda posible información sobre la actividad desarrollada por Grognard en el palacio de Buenavista. La documentación que nos ha llegado, y está todavía por sacar a la luz buena parte de la que se conserva en los archivos de protocolos notariales, resulta en muchas ocasiones parca pues, ofreciendo el registro de determinados objetos y adornos, no los avalora más allá del aspecto económico; es decir, no informa ni sobre sus cualidades formales, ni del efecto de conjunto, ni del resultado visual y de gusto que buscaban prioritariamente los responsables del adorno. En consecuencia, tampoco es muy abundante la documentación sobre los artífices o responsables de la ejecución de dichos escenarios de la vida cotidiana, ni de su posible clientela y su evolución.
5Entre las fuentes que complementan la información de archivo se encuentra la prensa. Aunque pierde su carácter nominal —rara vez se conoce el nombre de quien ofrece el servicio o del destinatario que se beneficia del mismo—, permite hacerse una idea de las dinámicas generales que movilizaban el gusto y la moda, visibilizar de alguna manera los interiores domésticos, acercarse a las actividades involucradas y saber cuáles eran las que contaban con el favor del público con poder adquisitivo para demandarlas. En definitiva, acerca a esa parte de la población que quizás no tenía títulos nobiliarios pero gozaba de holgura económica, desde banqueros y grandes comerciantes a subalternos, donde se sitúan artistas, artesanos y menestrales, etc. En las siguientes páginas vamos a interesarnos por las colgaduras que se desarrollaron en las viviendas de la última década del siglo xviii en Madrid —años del reinado de Carlos IV en los que se llegará a producir la mayor eclosión en la venta de artículos de lujo y la sofisticación en el gusto de las artes— siguiendo el rastro que han dejado principalmente en las páginas del exitoso Diario de Madrid5, conscientes de que en estos asuntos ni siquiera este diario fue el principal canal de información en la ciudad, pues parece que el boca a boca y los carteles que se colgaban, principalmente en la Puerta del Sol, eran medios más eficaces.
6Nos sumamos con ello a la progresiva puesta en valor que ha tenido la prensa como fuente para el historiador y a la consideración de que «el periódico es menos discriminatorio que el archivo tradicional, dedicado, en principio, a guardar los documentos generados desde el poder, y posteriormente, creados como centros de documentación especializada6». El periódico permite, por su condición efímera, rememorar el pasado desde lo inmediato, pudiendo observar a la vez tanto una realidad en transformación como la aparición de nuevas realidades7. A través de los anuncios, avisos, cartas y comentarios se puede conocer algo más sobre los gustos, las prácticas y las modas del momento, así como los materiales de trabajo, las fuentes de estudio e inspiración más accesibles que tenían los artistas y sus clientes, siendo la prensa un medio privilegiado para poner a estos agentes en contacto. Por otro lado, el Diario de Madrid se convirtió en un espacio que generaba información, educación y debate. Desde estas tres variables es factible comprender cómo el público no solo podía conocer las novedades que tenían lugar en el adorno de la vivienda, sino también acceder a una formación en materia de buen gusto, necesaria para disponer de una opinión contrastable.
7El hecho de abordar la decoración doméstica principalmente a través de los avisos y anuncios del periódico proporciona una información de extraordinaria riqueza8. Permite recuperar los productos, los artífices o las técnicas empleadas en el adorno, así como comprender el papel que jugaron las artes en las prácticas cotidianas de producción, consumo y recepción de este tipo de bienes. Desde esta perspectiva, asumimos la decoración como un fenómeno de similar relevancia a la habitabilidad, domesticidad y sociabilidad, elementos clave en el análisis de la vivienda desde una aproximación cultural y material9.
8En definitiva, en las siguientes páginas nos acercaremos a la decoración y el adorno doméstico de finales del siglo xviii como una manera de contextualizar la actividad del sector y su diversidad en los mismos años en los que Grognard estaba haciendo su propuesta de adorno de los apartamentos de verano del palacio de Buenavista a los duques de Alba10. Más allá de los muros palaciegos se desarrollaba una enorme actividad que tratamos de recuperar, sabiendo que tanto clientes como artífices estaban mirando y adaptando lo que adornaba las paredes de la nobleza que vivía dentro de dichos muros.
La colgadura y el cambio de gusto en el adorno doméstico
9A pesar de la carencia documental, no cabe duda de que tuvo lugar ese cambio de gusto en el último tercio del siglo, si bien, visto en perspectiva, se inserta en las transformaciones que provocó la llegada de la nueva dinastía de los Borbones en 1700. En este sentido, es ilustrativo que, entre las renovaciones que llevó a cabo Jovellanos en su casa natal en 1793, eligiera un papel pintado aterciopelado de motivos pompeyanos importado de Inglaterra para completar la decoración del «cuarto de la torre11». El uso de papel pintado de importación que hace Jovellanos en su casa de Gijón, ciudad alejada de la corte pero partícipe de las modas y gustos que en ella se habían radicado, ilustra también la prevalencia que se dio a unas artes sobre otras, transformando prácticas y modos de hacer, y entre los ejemplos que podríamos poner destaca el progresivo desplazamiento del tapiz flamenco, tan apreciado en la corte de los Austrias, en favor de la pintura. Hubo una auténtica renovación en las temáticas, pero también en la manera de usar los tapices, que dejaron de ser paños sueltos para estar sujetos a la pared y enmarcados. No sabemos bien el alcance que tuvo esta nueva moda más allá de las paredes palaciegas, pero sí que contribuyó a la progresiva caída en desuso de las grandes series heredadas, muchas de las cuales acabaron vendiéndose en prenderías y almonedas12.
10En relación con estos cambios, es entrañable el recuerdo infantil que tenía Joaquín Ezquerra del Bayo de la casa familiar:
Entre la niebla que con frecuencia vela el recuerdo de la infancia, percibo […] la amplia escalera de nuestro caserón en el nº 4 de la calle de la Merced, de Tudela, cercana a la Catedral, mandada construir el año de 1691 por don José de Ezquerra y Ederra.
La escalera de elevado techo tenía pintados los escudos de los diferentes apellidos familiares y conducía a una amplia sala cubierta de tapices de grandes figuras que nos infundían temor13, los cuales, andando el tiempo, fueron sustituidos por el empapelado, con el que se pensó salir ganando por suprimir las molestias de limpieza y conservación, pues así lo encomiaban unos franceses que se encargaban de la ventajosa mutación en su provecho14.
11El abandono de los tapices no significó que se renunciara a las colgaduras textiles, más bien al contrario. En el transcurso del siglo xviii fue introduciéndose de forma progresiva un nuevo tipo de adorno que, como veíamos por los comentarios, acabó desplazando a la misma pintura probablemente porque resultaba más vistoso siendo accesible, lo que también dio la posibilidad a sectores económicamente emergentes de la sociedad de que hicieran suyas las modas15. En otras palabras, parece necesario insistir en que la cuestión del adorno y su evolución en la decoración de los interiores es algo que afectó por igual a la aristocracia y a esos otros sectores de la población que pasaron a participar de las inquietudes de las élites, demandando los servicios de otros artífices que no llegaban a la clientela de Grognard, pero procuraban estar al tanto de lo que esta solicitaba. En definitiva, nos movemos en escenarios comunes de sensibilidad, apariencia, intimidad y confort construidos, como es lógico, según las posibilidades de cada cliente. La investigación de archivo ha ofrecido valiosos testimonios, de los cuales vamos a escoger dos ejemplos ilustrativos por su contrapunto en envergadura y ubicación: las casas del marqués de Iranda, en la madrileña calle de Hortaleza esquina a la Red de San Luis, y de «don» Francisco Javier Solanot en el pueblo de Bujaraloz, cerca de Zaragoza.
12Según el inventario de bienes del citado Solanot16, levantado el 18 de julio de 1776, los cuatro cuadros que tenía en su domicilio eran de carácter devocional —dos de la Virgen del Pilar, una Magdalena y un san Francisco—, y solo eran seis láminas —probablemente seis estampas17—, las que adornaban las paredes, pues consta en el documento que tenían vidrio y marco. Pero frente a esta parquedad en cuadros, en el apartado de colgaduras se anota lo siguiente: una «colgadura que se compone de cuatro paños malondos sobre puertas pintadas de marinas18»; otra «también de lienzo que se compone de cinco paños y una tira con cuatro sobrepuertas pintadas a la idea de gabinete»; una «colgadura de indiana verde floreada de varios colores con media caña dorada por abajo» y otra «de papel con flores blancas»19. Ante la lectura de este inventario, es difícil resistirse a reproducir los conocidos versos de Ramón de la Cruz de su sainete El petimetre, de 1764:
Ya la amanece el buen gusto
en el mueblaje; las casas
se adornan de cornucopias,
en vez de petos y lanzas,
y ya ven los españoles
que el papel y las indianas,
para vestir las paredes,
les hacen muchas ventajas
a los cuadros de Velázquez,
Cano, Ribera, que llaman
el Españoleto, y otros
pintorcillos de esta laya20.
13Desconocemos si Solanot era un petimetre, aunque ser tratado de «don» le señala como miembro respetable de la comunidad, pero sus bienes le reconocen como actualizado en cuestiones de gusto y adorno doméstico, y con cierto poder adquisitivo.
14Mucho mayor potencial económico que el aragonés tenía el marqués de Iranda y eso se constata en el número de colgaduras que constituían el adorno de su residencia, según quedó registrado en el inventario que se levantó en 177721. Como ya observó en su momento López Castán cuando estudió el documento, en él se refleja «la escasa afición hacia la pintura» del noble, siendo bajo el valor total de los cuadros en comparación con los muebles o complementos22. La veintena de diferentes colgaduras que se registran en dicho inventario dan una idea no solo de su riqueza visual, sino también de la diversidad de tipologías, colores, temáticas, materiales y calidades empleadas. Hoy en día resulta difícil recuperar la sensación y el efecto que causaría recorrer las distintas salas de este palacio, disfrutando desde las clásicas colgaduras de damasco o decoradas con guadamecíes, reservadas normalmente a las estancias de mayor representación, hasta las más modernas de papel pintado, papel chinesco o pintadas directamente sobre lienzo, que aun siendo algunas de ellas muchísimo más económicas no dejaban de vestir el interior de la residencia con el mismo efecto que las primeras23. Las había listadas, lisas, de flores, de palmas…, con una riqueza de colorido desbordante: amarillo, blanco, carmesí, verde, azul, dorado, etc. Algunas habitaciones tenían cubiertas todas las superficies incluidas sobrepuertas y sobre ventanas, otras tenían frisos y cornisas, a veces guarnecidos de molduras doradas. Al menos en una de las salas parece que se jugaba con el efecto de los espejos, pues se señala su existencia:
Colgadura de papel chinesco, toda forrada en lienzo, compuesta de diez y seis paños, inclusas las sobrepuertas y tres países de lo mismo que están encima de los espejos, como también la guarnición de las ventanas24.
15No es difícil imaginar el gesto que haría Ponz al entrar a esta casa, probablemente se taparía la vista. Esta elocuente ceguera también la podemos documentar. Entre los brillantes conjuntos que debían sobrecoger y deslumbrar al visitante por la espectacularidad decorativa y la destreza alcanzada por los artistas, se encuentra la casa de campo edificada para el príncipe de Asturias, futuro Carlos IV, en El Escorial y conocida como «Casita del Príncipe» o «Casita de Abajo», a la que ya nos referimos en el primer capítulo al hablar del papel de Grognard en su decoración. La sobriedad exterior contrastaba con la riqueza interior en la que trabajaron los mejores artífices de la época, creando conjuntos homogéneos a la moda con todo tipo de objetos y manufacturas de importación. A pesar de tanta exquisitez, Ponz ni la considera: su único interés son los cuadros, hasta el punto de que se puede seguir el incremento de la llegada de cuadros a la casita a través de las sucesivas ediciones de su libro25.
16La presencia constante de colgaduras en los documentos post morten visibiliza la actividad, pero poco podemos decir de los artífices: la carencia de información sobre los mismos es enorme, y no cabe duda de que el anonimato es una gran desventaja desde la perspectiva de la historia del arte. Prácticamente los únicos nombres que conservamos son los registrados por haber trabajado para los reyes y la nobleza. Sabemos los que trabajaron en la casita escurialense por la documentación conservada en el Archivo de Palacio, pero incluso de muchos de estos apenas conocemos nada. Sin embargo, sería un error pensar que su trabajo no era valorado en su momento, pues lo fue incluso por los más excelentes profesores del ramo de la pintura, entre otras razones porque era una actividad en la que también participaban desde antiguo26. Un ejemplo puede ofrecerlo el palacete de la Moncloa, propiedad de los duques de Alba. El 13 de enero de 1788 William Beckford hacia la siguiente anotación:
Fuimos a una villa recién comprada por la duquesa de Alba y que, me dijeron, había sido habitada en un tiempo por Rubens. Y por cierto encontramos allí a un joven y vanidoso pintor francés, de esos que están especializados en arabescos y Cupidos, que se dedicaba a raspar los últimos recuerdos dejados en aquel lugar por el famoso pintor; reminiscencias de cuadros famosos pintadas por él al fresco en un fondo de rico damasco carmesí. Sí, pueden creerme que fui testigo de esta operación vandálica y que vi grandes pedazos de estuco, marcados por la mano de Rubens, caer al suelo, mientras el desdichado que tan irreparable acción estaba cometiendo cantaba: «veillons, mes sœurs, veillons encore», con un acusado acento parisino, mientras seguía raspa que te raspa27.
17Tras el fallecimiento de la duquesa de Alba, a principios del mes de agosto de 1802, se procedió a la tasación del palacete de la Moncloa el 30 de dicho mes. La documentación nos informa de que hubo discrepancia en la valoración de la pintura de adornos: mientras que el pintor Mariano Ponzano la valoró en 126 000 reales, Luis Japelli la justipreció en 71 050, resolviendo la situación la opinión de Francisco de Goya, quien las valoró en 80 000 reales28. El respeto que merecía el pintor como profesor y profesional de la pintura estaba fuera de lugar, pero ante la especificidad del tipo de obra de la que se trataba merece la pena recordar que el maestro aragonés conocía bien esta actividad, no solo por su experiencia en crear ciclos murales de envergadura sino también porque tiempo atrás había hecho pintura de adorno en viviendas: pintó majos para la chimenea de su amigo Zapater, según explica en la carta fechada el 13 de noviembre de 1781. Por otro lado, él mismo se encargó de las pinturas que adornaban la Quinta del Sordo que hemos conservado, por lo que también se encargaría de estos cometidos en sus anteriores viviendas, estando a la moda de lo que se llevaba, pues recordemos que las llamadas Pinturas negras son composiciones hechas al óleo sobre la pared, enmarcadas y dispuestas en salas cubiertas de papel pintado. Es decir, la pintura para el adorno era valorada y practicada por todo tipo de pintores y, aunque en la segunda mitad del siglo xviii será un actividad asociada con el adornista29, estamos de acuerdo con López Castán al llamar la atención sobre la importante participación de los pintores de cámara de Felipe V en la decoración palatina, actuando como diseñadores y coordinadores del trabajo de ensambladores y tallistas, doradores, pintores, estuquistas, tapiceros y otros artífices especializados30. En el último tercio del siglo xviii, sin embargo, las actividades estaban ya bastante diferenciadas y los principales pintores al servicio del rey no se ocupaban de estos menesteres.
18Las colgaduras, sobre todo a finales del siglo, ofrecían diseños que hacían posible la construcción de un espacio interior ilusorio poblado de arquitecturas, jardines, bosques, cuevas, etc. (fig. 28). Dichos espacios se conseguían principalmente a través del papel pintado, las telas y la pintura. Debemos pensar que, antes de proceder, el pintor hacía un diseño específico para el cliente, aunque se contaba con repertorios visuales para este cometido y era frecuente que se pudieran visitar obras ya realizadas en la misma ciudad; incluso algunos artistas tenían exposición propia donde se podía ver su trabajo. Con el papel pintado se hacía de la misma manera y, en cuanto a los textiles, los encargos palaciegos solían tejerse con un destino prefijado, pero también existían repertorios de motivos y temáticas asociadas a determinadas piezas de la casa como salas, dormitorios, gabinetes, tocadores, etc. Los fabricantes, como Juan Antonio Miquel de Valencia, propietario de la Real Fábrica de Tejidos de Seda de aquella ciudad31, ponían sus telas en el mercado a través de sus representantes, que viajaban con sus muestrarios, o bien las ofrecían a través de las tiendas o de los mismos tapiceros.
19La existencia de los diseños, muchos de ellos en marcos arquitectónicos que facilitaban el ilusionismo escénico de la habitación, pone en evidencia que en la formación de estos artistas era clave el dibujo, la perspectiva, la geometría y el conocimiento de los órdenes clásicos sobre los que se fundamentaba el buen gusto. Es este un tema que hay que contextualizar en la perspectiva de la Academia como institución y las asociaciones gremiales, es decir, de la práctica y la teórica con su correspondiente incidencia en la consideración del artista y el artesano, y el acceso al estudio y la consulta de repertorios visuales y libros de producción nacional y de importación. Estas cuestiones trascienden con mucho los límites de nuestro estudio, lo mismo que toda la problemática referente a la emergencia de la burguesía, la incorporación de los artistas a ella y su importancia en el desarrollo del mercado y la producción de bienes en la sociedad preindustrial.
20Hace años que Castro Cuenca, al reflexionar sobre el artista y el artesano en el siglo xviii, problematizó la conceptualización social de la «burguesía» y su nacimiento en una sociedad donde todavía el ascenso social se conseguía «prioritariamente, a través del acceso al privilegio». El historiador llamaba la atención sobre los profesionales que figuraban bajo el apelativo de «artistas» en el Catastro de Ensenada, en el cual se agrupaban «oficios con saberes científicos o técnicos, con cierta dignidad y preeminencia social» como eran los «Abogados, Boticarios, Sangradores, Barberos, Administradores, Agrimensores, Maestros de Primeras Letras, Preceptores de Gramática, Sacristanes, Sochantre, Organistas, Músicos y otros oficios especializados de Iglesia, Pintores, Escultores, Plateros, Doradores, Grabadores, Impresores…»32. Pintores, escultores, plateros y doradores fueron agentes principales en todo lo que se refiere al adorno y decoración de la casa y, con frecuencia, su actividad se acomoda mejor al concepto de artesano33, lo que explica los enfrentamientos que algunos tuvieron con los gremios, quedando en ocasiones en auténtico desamparo. Un ejemplo de esta situación fue lo vivido por los mallorquines Cristóbal Vilella y José Cantellops, quienes solicitaron a la Real Academia de San Fernando en 1766 algún título, no solo por sus méritos sino también por «las persecuciones que han padecido en aquella capital de parte del Gremio de doradores, pintores, charolistas y escultores por no haberse incorporado a ellos34».
21No obstante, las investigaciones de Nieto Sánchez han contribuido enormemente a la reconsideración de los gremios en el siglo xviii señalando su flexibilidad, es decir, su capacidad de evolución y adaptación frente a las nuevas formas de producción, poniendo en cuestión los incisivos discursos que Campomanes y Jovellanos hicieron de estas corporaciones, en su opinión enemigas del progreso y causantes principales del retraso de la industria por obstaculizar el fomento de las artes a través de la libre competencia regulada por la demanda y el mercado. En la complejidad de este mundo laboral y de servicios se movían aquellos comprometidos en el diseño y ejecución de las colgaduras que adornaron las casas dieciochescas españolas, siendo Madrid un centro clave para esta actividad.
22En el intervalo temporal que va desde 1750 a 1797, Madrid duplicó el número de artesanos, registrándose entre ellos treinta oficios distintos, pero con un claro predominio de los relacionados con la —denominada por Nieto Sánchez— «triada capitalina», constituida por los oficios ocupados en «la construcción, el lujo y el acabado35». Desde que se fijó la capitalidad, Madrid, sin ser una gran urbe manufacturera, asistió a un pujante desarrollo de un sector secundario basado en dicha triada, y en la segunda mitad del siglo xviii conoció una enorme actividad, paralela a la registrada en el vestido, el adorno personal y el cultivo de la cultura de las apariencias36. Por otro lado, existía una enorme cercanía física entre lo referente al adorno de la casa y el adorno personal, pues en muchas ocasiones se podía hacer acopio de ello en las mismas tiendas o fábricas37. Sirva de ejemplo el anunció insertado por una de las tiendas de moda de la capital en el Diario de Madrid el 9 de mayo de 1788:
En una tienda de catalanes en la calle de Hortaleza n. 3, frente a la fuentecilla, se venden los géneros siguientes a los precios que se expresan. Chupas de seda pintadas a 33 rs.; medias de filadis color de perla para hombre a 24; pañuelos de seda negros y de colores, de a vara, a 17; de gasa negra grandes a 15; gasa negra y blanca a 3 rs. y medio la vara; gasa pintada con almidón a 5; estopilla de algodón de 5 cuartas a 22, y otra de menor calidad a 18 la vara. Hay surtido de zapatos para hombre y mujer, de toda clase; y papel pintado para vestir gabinetes y salas a 20 rs. la pieza. Si alguno quisiere comprar toda la partida, se hará rebaja en los precios38.
23En cuanto a las fábricas, el ejemplo más elocuente que conocemos es el anuncio que insertó el parisino Jean-Baptiste-François Giroud de Villette un año después de instalar y abrir su establecimiento en Madrid con el auspicio y la subvención de la Corona:
Don Juan Bautista Giroud de Nillette [sic], dueño de la Real Fábrica de Papeles pintados establecida en esta Corte, Plazuela de San Juan frente al cuartel de Guardias de Corps, avisa al público que se estampan en sus fábricas unas chupas y chupetines, en varios colores finos y de moda con dibujos, del todo nuevas sobre lienzos superfinos, cotonías, &c. También se ejecutan los mismos dibujos sobre los géneros de seda de cualquiera colores, y fondos. Esos géneros tienen una gran superioridad sobre cuantos de la misma clase se pueden poner en venta. Lo primero porque son de buena calidad las telas u lienzos; lo segundo por ser hermosos y muy vivo el color; lo tercero por ser bueno y firme el tinte. Podrán aquellos que quieran comprar unas fuertes u pequeñas partidas de aquellas chupas y chupetines reconocer las enunciadas circunstancias del tinte, con unas muestras que se les franqueará, cortadas de las mismas piezas, para lavarlas. Lo estampado bastará para acreditar lo dicho en orden a la novedad de los dibujos y a lo vistoso de los colores. Para mayor comodidad del comprador se ha formado un almacén u depósito de los mencionados géneros en la tienda de D. Pedro Bellocq, Puerta del Sol, los precios son muy equitativos. También se avisa a los Sres. del Comercio de esta Corte, que dentro de poco tiempo estampará y teñirá los mismos géneros en colores, encarnado, carmesí, rosa, castaño, negro, pulga, violeta, púrpura, lila, carmelita y demás colores que se le pidieren preparados y pasados en rubia, de buen tinte. Aquellos que quieran entregarle lienzos u telas, se las estampará u teñirá para chupas y chupetines a razón de 30 rs. la docena. No duda decir que saldrán esas obras más perfectas de su Fábrica que de cualquiera otra, pues se vale de unas máquinas nuevas, las que al mismo tiempo que afianzan el buen éxito facilitan y abrevian sus operaciones39.
24Más allá de la liberalización definitiva de las artes, como es por ejemplo el grabado, y del fomento de nuevos establecimientos y actividades que escapaban a los gremios, como por ejemplo las modistas, según sentencia Nieto Sánchez, «buena parte del crecimiento que reflejan las cifras del siglo xviii se produjo en oficios corporativizados, lo que casa mal con la imagen convencional de unos gremios incapaces de estimular el crecimiento económico». Por otro lado, aunque existían las reales fábricas, lo que predominaba era el «pequeño taller que estaba relacionado con otros obradores mediante complejas relaciones de subcontratación»40. Es importante destacar la necesaria concurrencia de agentes para que se pudiera hacer realidad cada uno de esos escenarios vitales y señalar la capacidad que hubo para atender la creciente demanda procedente de los altos funcionarios, miembros del ejército, comerciantes, banqueros…, que se desvivían por imitar a la nobleza. Existía una cohorte de imitadores en la que también entraban buena parte de los 172 arquitectos, 616 pintores y 130 escultores que se registran en Madrid a finales del siglo xviii, muchos de los cuales trabajaban para reyes y nobles a la vez que participaban de la «epidemia de la imitación» que trascendía la cuestión del lujo, pues los nuevos usos y adornos también contribuían al confort y al decoro tanto en lo que se refiere a la sociabilidad como a la intimidad41. Estos artistas y artesanos a la vez atendían la demanda de otros grupos sociales42, constituyéndose en agentes de transmisión de modelos y prácticas. Por otro lado, la itinerancia de los artistas por toda la Península, la movilidad de los consumidores, el dinamismo de las redes de comercialización y la mayor información sobre nuevos productos y gustos hacen de Madrid un caso representativo del resto de las ciudades en relación con las novedades sobre el adorno doméstico43. En otras palabras, Madrid se encontraría a la cabeza en cantidad y diversidad, pero en absoluto era siempre la primera en la llegada y circulación de las nuevas tendencias.
Decoración de interiores: estatus y cultura visual
25Sobre los artistas adornistas llamó la atención Junquera en su referencial libro de 1979 dedicado a La decoración y el mobiliario de los palacios de Carlos IV. También se ocupó de ellos años más tarde Morales y Marín quien, además, tomó en consideración a los pintores que se emplearon en las Reales Caballerizas44, reuniéndolos en un grupo aparte. El planteamiento de ambos historiadores pone en evidencia tanto su sensibilidad como el retraso que ha existido en el reconocimiento de este tipo de pintura y el impacto que ha tenido la clasificación de servicios en palacio sobre el estudio de la cultura visual dieciochesca.
26Dejando de lado que de por sí la pintura de adorno se ha considerado como algo menor por no ajustarse al concepto de bellas artes —y pareja consideración han tenido aquellos que la practicaron—, la clasificación historiográfica que han recibido estas actividades ha provocado una fragmentación que ha demorado una mejor comprensión del gusto de la época y la puesta en valor de una parte esencial de la producción artística, sin la cual es prácticamente imposible acercarse a los nuevos escenarios de la sociabilidad que trajo consigo la Ilustración45. Por ejemplo, la organización establecida por Morales y Marín, que clasifica aparte a los pintores que trabajaron para las caballerizas, quiebra tanto la práctica artística del adornista como la coherencia y continuidad que existía entre la casa y el coche si hablamos de las tendencias de la moda y el estatus social de los comitentes.
27El carruaje era una extensión de las salas y gabinetes de la vivienda, un espacio de intimidad en la escena pública, y en ambos el adorno era esencial en la construcción de la apariencia. Por otro lado, según la riqueza y variedad de elementos decorativos que tuvieran la sala o el coche, así era la concurrencia y colaboración de artífices46, del mismo modo que era frecuente que se tuviera más de un coche, o que se optara para alquilarlo por un tipo u otro según la ocasión47. Por último, en la cultura de la emulación también había espacio para el reconocimiento del «yo» y de la pertenencia al grupo, y esto promovía la fortuna de un tipo de adorno y la preferencia de unos artífices en detrimento de otros.
28Tanto en las viviendas como en el carruaje, el adorno pictórico era esencial, pero esto no quiere decir que el artífice dedicado a estos menesteres hiciera solo eso48. A medida que aumentaba la demanda y se sucedían las modas, el pintor adornista iba ampliando su catálogo de actividades y habilidades; además muchos de ellos se ocupaban de la compostura y decoración del mobiliario. Un ejemplo ilustrativo sería Manuel Méndez, quien inauguró junto a su hermano, Juan Francisco, una fábrica de papel pintado en 1789 que estuvo abierta —aunque según parece con poco negocio— hasta 181549. Gracias a los anuncios que insertó en el Diario de Madrid entre 1790 y 1793, tenemos una información más cumplida sobre los servicios que prestaba y, con ello, un perfil más completo de este tipo de artista decorador. El primer anuncio que hemos localizado lo puso el 10 de abril de 1790 y dice así:
Manuel Méndez, de ejercicio pintor y dorador en esta Corte, ofrece pintar camas de cuatro tablas, que si otros de su profesión lo hacen a 24 rs., él a 16; dichas de a cinco que llevan a 30, a 26; id. de a seis tablas que también lleva a 50, a cuarenta rs. vn.; camas imperiales color de porcelana doradas a bruñido y pintadas las cabeceras, que los demás llevan por ellas 150 rs. ofrece hacerlas en 120, juegos de coches de cualquiera color que otros lo hacen de 10 a 12 pesos, se obliga hacerlos a ocho pesos, previniéndose que las camas han de llevar sus remates dorados en los pies, y todo al olio; en la misma forma ofrece moler libra de verde al olio, a 8 rs; la arroba de albayalde también a 8 rs.; la libra de bol en 8 rs.; y letras lisas y dibujadas a cuarto cada una, con otras diferentes cosas propias de su profesión que ofrece ejecutar con la mayor equidad, vive calle de la Magdalena, casas de Aytona en la guardilla n. 1950.
29Por el anuncio publicado el 18 de junio de ese mismo año, comprobamos que había mantenido los precios, pero ampliado el repertorio, pues también ofrecía pintar con equidad
puertas, ventanas y balcones, de blanco todo y por fuera el olio, las puertas chicas con grandes a 7 rs., los balcones de blanco y fuera del olio a 20 rs., las referidas chicas con grandes siendo de porcelana a 9 rs., y los balcones lo mismo. A 26 rs. las tapias, techos y frisos en la misma tapia, imitados a damasco, a 3 rs. la vara en cuadro de la misma manera, en lienzo sin barnizar al temple a 7 rs. la vara, y barnizado a 10 rs., y varias maderas y piedras imitadas a muchos mármoles, y otras muchas frioleras de su facultad51.
30El 16 de septiembre de 1791 pintaba y doraba «todo menaje de casas», así como «salas y puertas de paso de color» y «coches, calesines y juntamente todo género de dorado y pintado, con los precios arreglados»52. El 25 de noviembre de 1792 volvía a anunciarse de una manera parecida, como dorador y pintor que hacía «todo género de adornos para salas y gabinetes, y pinta frisos, coches, camas y otras diferentes cosas con gusto con la mayor equidad53». Pero un año más tarde vuelve a ser más exhaustivo y, de nuevo, se comprueba que ha seguido incorporando novedades a sus quehaceres y, probablemente, había pasado además algún tipo de examen, pues se refiere a sí mismo como «maestro pintor y dorador» que
pinta al fresco camas, salas, gabinetes, ventanas y demás que se ofrezca con toda perfección y con un tercio de rebaja más barato que lo que regularmente se acostumbra a pagar en este género de obras. Asimismo, y con igual equidad, charola coches y les da el pulimento que se usa en el día a toda satisfacción de los dueños. También se ofrece a pintar con primor y lucimiento cualquier tienda de comercio del modo que se le encargue y con el mismo tercio de rebajas54.
31Muy parecido a Méndez es el caso de Dámaso López, quien comenzó a anunciarse en el Diario de Madrid el 20 de abril de 1791 también como pintor de camas y coches, ofertando los mismos precios:
En la calle de San Gregorio a los Irlandeses, vive un dorador que hace lo siguiente: cada cama dada de verde de seis tablas a 46 rs., la de 4 tablas a 26, cada juego de coche inclusive la caja de un color solo 140, y frisos de moda de todos precios y todo género de adornos con la equidad posible55.
32En el anuncio del 20 de noviembre de 1792 es mucho más parco, tan solo dice que «pinta y dora con toda equidad y perfección cuanto le mande56». A partir de entonces inserta dos anuncios anuales hasta 1796, en que vuelve a poner solo uno, siendo el último en 1799 con motivo del traslado de domicilio57. No obstante, a partir de octubre de 1795 había ocupado el piso bajo de la misma casa, lo que puede dar a entender que había ampliado el negocio, o que había puesto tienda. Los servicios que podía hacer se fueron ampliando. En el anuncio del 1 de julio de 1793 no menciona las camas, sino que indica «que pinta todo género de adornos, salas, gabinetes, frisos, puertas y todo género de madera fina, con mucha perfección y equidad y también pinta y charola coches a satisfacción58». El del 28 de septiembre del mismo año sí vuelve a mencionar las camas, pero diferencia entre la pintura de fino y de ordinario, además de hacer hincapié en las calidades y acabados:
En la calle de San Gregorio a los Irlandeses, casa n. 15 cuarto principal, vive un pintor que pinta todo género de adornos, como también salas y gabinetes con todo primor, frisos de todas calidades, advirtiendo que la vara de pintado liso es a 3 rs. y con adornos de buen gusto a 4 ½ rs.; pinta cualquier tienda de comercio al estilo del día, con todo esmero y equidad posible; a este respecto pinta coches, camas, puertas y ventanas, de fino, y de ordinario59.
33Y sigue añadiendo servicios, mientras insiste en que el adorno de los gabinetes es «al estilo del día», además de mantener los precios:
la vara de pintado en tapia o lienzo a tres rs. y medio y la vara de liso a 2 ½ también pinta y charola coches con orlas de bello gusto, y limpia y dora todo género de dorado y compone pinturas, imita toda clase de maderas y mármoles todo con la mayor equidad60.
34En cuanto a los adornos, por el anuncio insertado el 30 de septiembre de 1794 se refiere al «estampado de muselina u otro dibujo», que se pusieron muy de moda por entonces; pero, además, de nuevo ha aumentado el catálogo de servicios, pues se ofrecía a limpiar y no solo componer «pinturas, todo a satisfacción y con equidad»61. Los dos anuncios publicados en 1795 son breves, apenas descriptivos62, y otra vez se registra la ampliación de su oferta y servicios en el que publica el 13 de septiembre de 1796:
En la calle de San Gregorio frente a los Irlandeses casa núm. 15 cuarto principal, vive un pintor que pinta todo género de adornos, salas y gabinetes al estilo del día a 3 rs. la vara en cuadro del dibujo que escojan, asimismo pinta coches de todas clases, camas de todos colores, permanentes y durables, mixturados con una composición contra las chinches, todo a satisfacción y equidad63.
35Al año siguiente añadió el tratamiento de muebles y elementos de moda, pues señala que «pinta y dora todo género de adornos, como son espejos, tremores de vestir, de toda moda, persianas, salas, gabinetes &c. todo al gusto del día y con la mayor equidad64». Y en 1798 se desvela que también se dedica a la venta de obras de arte:
En la calle de San Gregorio frente a los Irlandeses, casa n. 15 cuarto principal, se hallan de venta dos copias originales, la una de San Francisco de Asís, de Zurbarán y la otra una nuestra Señora del Ticiano, ambas del tamaño de una vara poco más: en la misma casa se pintan salas y gabinetes, camas y todo género de adorno, todo con equidad65.
36Por lo expuesto comprobamos que los adornistas eran artistas versátiles que tenían un amplio conocimiento de las diversas técnicas que se precisaban para la decoración66, más allá de la pintura —estuco, charol, lacado, dorado, etc.67—, y que su actividad trascendió con mucho las paredes palaciegas, aunque el espíritu fuera el mismo: crear conjuntos armoniosos y coherentes que expresaran el estatus social del cliente a través de la modernidad y el buen gusto.
37Entre los testimonios literarios que hemos conservado sobre la riqueza visual de un interior decorado se encuentra la descripción del gabinete de Filis, una de las jóvenes protagonistas del relato sobre las ferias de Madrid:
… en aquel corto recinto se hallaba reunido, cuanto el lujo puede inventar de más costoso y delicado: grandes vasos al gusto griego, exhalaban los perfúmenes más olorosos, que embalsamaban el aire. No se podía volver a parte alguna la vista ni subirla al techo sin ver su imagen retratada en tersos y hermosos cristales que formaban las paredes del Gabinete. El arte del Dorador, del Esmaltador, del Grabador, parecían haber contribuido a porfía a su adorno ¡Qué dorados tan brillantes, tan bruñidos! ¡Qué esmaltes tan delicados! ¡Qué colores tan vivos! ¡Que mezclas tan caprichosas! ¡Que dibujos tan originales!
Se habían representado en diferentes cuadros que formaban los tableros de cristal, varios asuntos de Mitología: aquí Venus salía de entre las olas del mar68, seguida de las gracias sus perpetuas compañeras; en otra parte estaba representado el tocador de la diosa; una tropa de graciosos geniecillos, volaban a su alrededor, y la ofrecía atavíos que servían a dar realce a su hermosura, sobre humana; sus amores con Adonis, los celos de Vulcano, el juicio de Paris, estaban representados en los demás cuadros69.
38Fue frenética la actividad llevada a cabo por los artistas en los años finales del siglo, hasta el punto de que algunos la consideraron causante de la progresiva decadencia de la actividad de los profesores de pintura y escultura. En la reflexión que publicó el Diario de Madrid del desconocido «J. P.», este no duda en hacer un tótum revolútum desdeñoso sobre los involucrados en este tipo de trabajos, alineándolos con otros dedicados a la apariencia, señalando su frivolidad y contribuyendo, claro está, a su desprestigio:
Esta perniciosa manía de pintar las paredes de las casas tiene perdida la nobilísima pintura y a sus verdaderos Profesores, al paso que enriquece y ensalza a Doradores, Rebocadores, Peluqueros, Taberneros, Soldados Suizos, y otra caterva de gentes ignorantes que, abandonando sus oficios, se han empleado y emplean en llenar de chafarrinadas las paredes de todas las casas de la Corte y fuera de ella ¿Cuántas casas tanto de poderosos como de particulares no se han visto despojadas de muchas excelentes pinturas y estatuas que las adornaban dignamente, solo por vestirlas a la moda? Ya hace tiempo que la pintura y escultura se ven obscurecidas y desterradas, primero con el capricho de cubrir las paredes de las habitaciones con telas de seda, de china, de papeles pintados, &c., en que no estaban muy mal halladas las chinches, y últimamente con la manía de pintarlas de alto a bajo sin gusto, sin elección, sin discernimiento, sin inteligencia70.
39La figura del pintor adornista llegó a formar parte de esa galería de tipos urbanos que acabaron siendo un buen blanco para los amigos de la sátira71. Desde luego, debió abundar la obra de mala calidad dada la creciente actividad que fueron desarrollando por toda la geografía española desde mediados de siglo y que llegó a un auténtico frenesí al final de la centuria. El 31 de agosto de 1798, desde las páginas del Diario de Madrid se lamentaban de que los propietarios que deseaban adornar sus casas, lejos de buscar profesores de renombre y formación académica, prácticamente huyeran de ellos:
¿Y acaso cuando intentan los poderosos fabricar, esculpir o pintar algo en sus infelices y mezquinas casas, hacen la principal diligencia que es buscar los mejores Profesores o cuando no algunos de los aprobados? Pues hacen todo lo contrario. Sujetos hay de los que mandan hacer obras que cuando tienen ocasión de emplear algún Profesor, ha de ser de los que no conoce la Academia y si se les presentan algunos de los aprobados, el serlo basta para no encargarle la obra. Y sino dígame V. md. ¿en qué consiste que los meros albañiles hacen casi todas las obras en Madrid y apenas hay arquitecto que no esté ocioso? ¿Que hay pocos pintores ocupados y muchos revocadores con bastante que hacer dentro de las casas? ¿Que los escultores no trabajan y aquellas las van llenando de montones de yeso? Puede ser que consista algo en que los protectores de las artes en España (que es aquella parte de público que desea ver obras de Académicos para ocuparlos cuando se les ofrezca) reconocen al albañil o maestro de obras por Arquitecto, al revocador lo confunden con el pintor, aunque no sepa más que emporcar paredes, y habiéndose hecho moda pintar las habitaciones, apenas hay alguna en Madrid pintada por Profesor benemérito y los propietarios están muy satisfechos de que sus casas están excelentemente pintadas y al gusto del día; y ¿quién sabe si llega su sutil discernimiento a igualar el vaciador con el estatuario72?
40Unos meses más tarde, el Diario de Madrid del 24 de abril de 1799 comenzaba así la primera página:
EpigramaSubiendo el Autor por la calle del Prado vio en la casa n. 11 un letrero que decía: Aquí se pintan salas y gabinetes y se adornan coches. Rieronse los que le acompañaban de tal disparate y procuró satisfacerles con el siguiente
Con esto nos da a entender
Este Pintor, que el que pasa
Si quiere pintar su casa Se la debe aquí traer.
Mas si, que él vaya desea
En persona allá a pintarla
Sepa, que debe pagarla
Con plata doble, y no fea.
Nivestero73.
La práctica del adorno: una demanda creciente
41A pesar del olvido y abandono del que ha sido objeto la pintura de adorno, poco a poco se van recuperando nombres y obras que ayudan a conocer un poco mejor la circulación de ideas y prácticas, así como la creciente demanda y el alcance de estas actividades por todo el reino. Por otro lado, se puede entender mejor cómo sobrevivían los artífices que trabajaban eventualmente para la corte, dejando un rastro en el archivo sobre sus habilidades. Sobre estas cuestiones pueden servirnos de ejemplo los pintores Antonio Sánchez González, Pedro Cancio, José Alarcón y Pablo Sistori. Este último estaba especializado en la pintura de perspectiva y, siendo natural de Milán, llegó a Murcia en 1762, donde estuvo muy activo, trabajando en esta ciudad y las circundantes —Cartagena, Orihuela, Sax, Tobarra, Isso, Jumilla, Liétor y Almansa—, en la decoración de retablos, monumentos y capillas. Además de los encargos de tipo religioso, Sistori pintó: «sala y gabinete de la Sra. Condesa del Val de San Juan; sala y gabinete del Sr. D. José María de Vera; sala y gabinete del Sr. D. Cro García (de Cáceres); antesala, sala, gabinete y alcoba del Sr. D. Antonio Fontes Abat74».
42Nos podemos hacer una idea de cómo podía ser el trabajo de este adornista cuando se empleaba en decorar salas viendo los retablos y puertas que trabajó en la iglesia de Santa Eulalia de Murcia, que se supone se hicieron hacia 1779, año en que se obtuvo el dinero para finalizar las obras (figs. 29-31)75.
43Muy distinta es la obra de José Alarcón, profesor de pintura, quien el 12 de mayo de 1773 presentó la cuenta por haber pintado la cabaña grande del jardín del Real Sitio de El Pardo. Además de simular al óleo la piedra berroqueña, unas puertas y ventanas de «color oro imitando al damasco» y otras «imitando el damasco azul», había simulado una gruta de «color de porcelana» en la cual había ejecutado «catorce países pintados al fresco con marcos dorados»76. De artífice con tantas habilidades nada se vuelve a saber, pero lógicamente tendría su clientela más allá del rey, siendo el servicio a este una buena carta de presentación, algo que parece también ocurrió con Antonio Sánchez González, natural de La Laguna, donde estableció una escuela de dibujo y geometría en 1785 que mantuvo abierta hasta que se trasladó a Madrid y se matriculó en la Academia de San Fernando en 1789. A la vez que seguía con su formación, Sánchez González se empleaba como pintor con cierta aceptación, según Hernández Pereda no tanto por su calidad como por la protección que tuvo del comandante general de Canarias, Miguel de la Grúa Branciforte, marqués de Branciforte, con quien viajó a la capital. Este benefactor le granjeó los encargos en palacio y, con estas credenciales, la posibilidad de trabajar para «algunos grandes de España77». No es difícil suponer que tuviera encargos de particulares menos nobles, máxime cuando su especialidad fue la pintura pompeyana —conocida también por entonces como estilo etrusco—, y era diestro en hacer guirnaldas, grecas, palmetas, falsos cortinajes, sartas de cuentas, pájaros, balaustradas y balconajes de forja figurados, angelotes y arabescos…; adornos muy demandados por aquel entonces.
44En lo que respecta a Pedro Cancio, era mozo del oficio de tapicería en palacio y participó en el mobiliario que se hizo ex profeso para la jornada de Barcelona de 180278. Entre las obras que conservamos de su autoría se encuentra un proyecto decorativo cuyo destino se desconoce, pero que podía ser para cualquier sujeto con capacidad económica que deseara vestir a la moda la sala de su casa; en este caso, a la moda etrusca, que tanta aceptación tuvo a finales del siglo xviii y comienzos de la centuria siguiente (fig. 32). Este diseño y la calidad del dibujo dan oportunidad de plantear la importancia que cobraron ambos, pues coincidimos con López Castán en cuanto a que el primero constituye «por su riqueza ornamental, una significativa muestra de la habilidad del artista para el manejo del repertorio decorativo de diferentes estilos79», pero el dominio del dibujo también era clave para la persuasión de futuros clientes y el trabajo de Grognard para la duquesa de Alba es un expresivo ejemplo de ello.
45Dibujo y diseño son claves para entender y valorar la obra de los encargados del adorno. Ahora bien, es sabido que en España la importancia que se dio al dibujo dentro de la política de Estado de las artes fue en detrimento del diseño. El dibujo se constituyó en la base de las artes en la enseñanza normativa académica80 y, por extensión, en las escuelas de dibujo que se establecieron como resultado de la política de formación desarrollada por las sociedades económicas de amigos del país81. Siempre se ha hecho hincapié sobre el analfabetismo en la lectura y escritura, pero la importancia que cobró la enseñanza del dibujo en esta época apunta hacia este otro tipo de analfabetismo que movió incluso a los profesores de primeras letras a ser competentes para su enseñanza.
46Se puede decir que se llevó a cabo una campaña sistemática para acabar con el analfabetismo en el dibujo, alentando y subvencionando iniciativas que facilitaban su conocimiento entre aquellos que, por las circunstancias que fueren, no podían asistir a clase en las instituciones82. La obligatoriedad de que aprendices y oficiales aprendieran el dibujo llenó de alumnos sus aulas83, pero también se desarrolló una oferta privada. Así, entre las iniciativas que alentó la Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid a finales de siglo se cuenta la subvención a particulares para facilitar la enseñanza del dibujo:
Se avisa al Público, que habiendo manifestado a la Real Sociedad Económica D. Luis Gabaldón, individuo de este cuerpo, y Protector del Colegio de Profesores de primeras letras, que D. Eugenio Huerta del Núm. de estos, se hallaba instruido en el dibujo, y se ofrecía a dar los principios de él sin perjuicio de la enseñanza principal, si tuviese la ayuda de costa de 300 ducados al año; la Sociedad conociendo la importancia del dibujo, y que muchos pobres no pueden concurrir a la Academia, concedió al dicho maestro los 300 ducados por este año, para que lo enseñe gratuitamente a los pobres que cursen en su Escuela, calle de Cuchilleros frente a la escalerilla de piedra, debiendo presentarse para su admisión a dicho Protector, que vive en la calle del Estudio de la Villa cuarto segundo núm. 984.
47Y también se ofrecieron para estos menesteres los que profesionalmente eran pendolistas, calígrafos y dibujantes. Sirva de ejemplo este anuncio de final de siglo:
Si alguna persona necesitase dar a escribir ejecutorias, árboles genealógicos, cartas de hermandad u otros papeles curiosos, como también si quisiesen tarjetas para dar días o años, sean pintadas o picadas a los gustos más delicados, acudirá al puesto de Cerro, calle de Alcalá donde darán razón: el mismo sujeto hace dibujos para todo género de bordados y enseña a dibujar adornos, también irá a las casas donde le llamen85.
48La educación de la mano en el dibujo era clave en la formación de los que iban a dedicarse al ornato, pero dicha formación se fundamentó principalmente en la copia de modelos, relegando a un segundo lugar lo referente al «pensamiento» y la «idea», es decir, al diseño. En contrapartida a esta falta de originalidad, a través de sus actividades fueron mediadores fundamentales en la difusión y mayor accesibilidad a modelos y tendencias que, en gran medida, como veíamos en las figuras de Sistori, Sánchez González y Cancio, venían de fuera y, con frecuencia, llegaban a los clientes filtrados y/o legitimados por su aplicación en las residencias de la monarquía y la nobleza86.
49En cuanto a los modelos y suministros, había establecimientos donde hacer acopio de todo lo necesario, incluidos los papeles picados con dibujos para hacer la trasferencia. Con frecuencia, como era común en otras actividades, el encargado del negocio también era artista experto en el ramo. Entre los anuncios que se insertaron en el Diario de Madrid se encuentra el siguiente:
En la fábrica de colores y papeles estampados de la calle de Calatrava, a la de Toledo, casa n. 10 esquina a la del Águila, manzana n. 111, se hallan de venta, con la mayor equidad, pilastras, frisos, cornisas, molduras, y demás perteneciente al orden arquitectónico, papeles, cenefas, y medallas, con figuras grandes y chicas, arabescas o grotescas, y etruscas, papeles imitando damascos, chinas y demás telas de seda, con cenefas y frisos correspondientes: el fabricante acudirá a las casas donde le llamen, para vestir y adornar los cuartos, según el gusto y género de adorno que se le prevenga; pinta asimismo al temple las habitaciones, en las cuales no quiera poner papel; vende colores molidos y preparados para pintar al fresco y al temple; no crían ni admiten chinches87 los papeles pegados por dirección de dicho fabricante, por cierta droga que emplea88.
50Buscar y tener modelos en los que inspirarse o copiar fue una necesidad que dinamizó el mercado de estampas y libros. De todo ello ha quedado rastro en la prensa, como podremos constatar a través de algunos ejemplos:
El maestro dorador y charolista que tiene su obrador más arriba, y a la misma acera de la fuentecilla de la calle de las Infantas, tiene de venta varias pinturas originales, que las da a precios equitativos; y asimismo vende cartillas para aprender a dibujar, que comprende las tres nobles artes, y son muy útiles para los adornistas, tallistas, plateros y doradores89.
51El 15 de enero de 1791 se anunciaba en el Diario de Madrid que:
En el Despacho principal de este Periódico, en la librería de Arribas, ambas carrera de San Jerónimo; en la de Quiroga, calle de la Concepción Jerónima; y en la de González, calle de Atocha, frente de los Gremios, se hallan de venta desde hoy unos cuadernos de 10 estampas cada uno, originales, en papel de marquilla, a 20 rs. cada cuaderno: en las que se hallan escogidas las mejores molduras y cornisas ejecutadas en el Real Palacio de Versalles, inventadas por el célebre Mr. Mansart, dibujado y grabado por el famoso Pierre le Pautre, grabador de S. M. Cristianísima, obra de gusto y muy útil para arquitectos y escultores; igualmente se hallarán los cuadernos de las 5 estatuas originales de Rafael de Urbino, grabadas por Bloemart, a 15 rs. de vn. las 590.
52Finalmente, era habitual que se ofrecieran surtidos más genéricos, que a la vez podían servir para una mayor variedad de artífices. Así es lo ofertado el 16 de noviembre de 1791 en el mismo periódico: «En la calle de Atocha junto a la casa de los gremios, se halla un surtido de estampas, países, mapas y todo género de dibujos de los más modernos, para las artes, todo del mejor gusto, como también para bordar91».
53Por la documentación conservada, la decoración arquitectónica se puso muy de moda en el adorno de interiores del último tercio del siglo xviii. En ella se incorporaban elementos de tradición clásica, rafaelesca o pompeyana, pero también tuvieron mucha aceptación los listados o rayados —sobre todo para los frisos92—, y los temas vegetales y florales, cuya fuente de inspiración eran las estampas de flores y plantas, algunas de las cuales daban ocasión al propietario de mostrar su erudición en una de las ciencias más pujantes del momento: la botánica. Esta trasferencia de modelos está por estudiar; pensemos en el número creciente de libros y colecciones de estampas científicas que vieron la luz o se proyectaron en España93. En este contexto, resulta interesante la iniciativa que tuvo Manuel Muñoz de Ugena, artista que trabajaba para la Real Casa —especializado en la pintura de zócalos, alféizares, cornisas, sobrepuertas, frisos, etc.—, proveedor de diseños para el adorno de muebles y alfombras e iluminador94.
54Por iniciativa de Muñoz de Ugena se comenzó a publicar la Flora Española selecta, o colección de las plantas más peregrinas y espontáneas de los dominios de España, con texto del reconocido e influyente botánico Casimiro Gómez Ortega, director del Real Jardín Botánico. La empresa contaba con el auspicio regio, según se publicó en la Gaceta de Madrid:
Esta obra, que puede asegurarse es la primera y única hasta ahora que de su clase se haya publicado en España, se emprendió por dicho Ugena bajo los auspicios y favor del Rey nuestro señor, siendo Príncipe de Asturias y se continúa de su Real orden. Las plantas serán pintadas del natural con la mayor propiedad y trasladados sus dibujos por el esmero del buril a las estampas iluminadas con tan vivos y hermosos colores, que no es fácil dejar de equivocarlas con las pinturas originales trabajadas a presencia de S. M.95.
55Aunque se quiso dotar a la serie de carácter científico96, el criterio prioritario que tuvo Muñoz de Ugena fue el adorno, algo que se comprueba en la selección de los especímenes —se recopilarían aquellas flores y plantas que fueran «más útiles, las más vistosas, y las nuevas o poco conocidas»—, y en el modo en que se denominó a los cuadernos: «ramillete», es decir «conjunto de diversas flores, o yerbas, especialmente olorosas, que ordenadas colocadas y atadas, sirven de deleite del olfato y al adorno», según el Diccionario de la Academia de 179197.
56Muñoz de Ugena, apreciado por su conocimiento de motivos y temas internacionales, y por su capacidad para romper con el diseño arquitectónico y manejar los elementos decorativos con libertad y gracia, incorporaba los temas florales nacionales a su trabajo y con su colección ofrecía nuevas fuentes de inspiración a los decoradores. Probablemente su inexperiencia98 y la dualidad científico-decorativa del proyecto motivaron el fracaso de la iniciativa99, pero también hay que recordar el elevado número de empresas malogradas en lo que a colecciones de estampas se refiere, en buena medida debido al elevado coste de producción, que repercutía en el precio final100. Mejor precio, buena calidad de imagen y novedad de contenido fueron razones poderosas para la penetración de modelos foráneos a través de un creciente y dinámico mercado de importación de estampas que trascendió las paredes de librerías y estamperías, es decir, de los comercios estables especializados. Todas esas fuentes visuales que circularon en las décadas finales del siglo xviii han quedado en buena medida silenciadas en el archivo, siendo un caso especialmente relevante el de Teodoro Drouet, grabador e hijo del grabador del mismo nombre, que al menos durante dos años tuvo una enorme actividad en este negocio orientado en gran medida a suministrar todo tipo de modelos.
57Desde el primer anuncio, todo lo que Drouet despachaba en su tienda desprende conocimiento y modernidad. Entre otras cosas, allí se podían comprar estampas a la manera del lápiz y a la aguada, es decir, con la técnica del grabado a puntos y al aguatinta, que habían revolucionado el trabajo de los grabadores y el gusto de los compradores en todo el continente. El 10 de diciembre de 1789 se insertó este anuncio en el Diario de Madrid:
D. Teodoro Drouet hijo, grabador y compañía viven calle de Santa María del Arco, n. 11 cuarto segundo, avisan al Público que tiene varias estampas de principios de todo género de dibujo de lápiz de tres colores de historias, marinas, países, y de devoción; vistas de reinos, flores, &c. Se hallarán también mapas de Geografía101.
58Y el 11 de mayo de 1790 avisaba al público que se habían
recibido de nuevo varias estampas de historia Sagrada, retratos grabados por los mejores profesores antiguos, traje del Levante y otros por el gusto del aguada e inglesas, varias vistas, países, ruinas de colores y al lápiz cuadernos de dibujos del famoso Le Clerc en lápiz rojo, y otros tratados de arquitectura, flores, cuadernos de Arabesca, ornamentos de muebles, de carpintería, de casas, coches, de platería, tapiceros, cerrajeros, vistas de óptica, mapas geográficos; se puede suscribir en su casa para todas las obras de grabados que se halla en París102.
59A pesar de dar cumplida información de las novedades que iba incorporando, parece que el negocio no prosperó y lo abandonó a finales de 1791103, pero es interesante constatar que en este tiempo fue cuando se adoptó para el adorno la moda extranjera de integrar las estampas a la pintura en el adorno de salas y gabinetes, una práctica que fue considerada «apatusca104» desde el periódico de La Espigadera:
… a poco tiempo que están en nuestra península, con aquella misma substancia, que debía servir para crear los Nacionales Artífices o científicos, o buenos naturalistas. Y este motivo crece, si cotejan el estudio que necesita un profesor formado (a que hasta aquí aspiraba ser) con el que componen los modernos Apaturios con cuatro papeles que corren sueltos, o ya re-copias de los grabados de ruinas: de las urnas cinerarias de San Bartoli, de las Termas de Tito, de los descubrimientos de Herculano y Pompeya, &c., de aquellas que mana más monstruosidad, ridiculez y tortura de la naturaleza: si observan la facilidad que hay de poner los colores con viveza, fuerza y brío, tal cual traen de la droguería (a corta diferencia) contrapuestos a los entrecalados que dejan dichas pinturas en el campo o fondo de la pared tan puro como lo dejó el albañil. En fin, acordándose de que antes de poner dichos Apaturios sus pies en España, ya decían Spagna India nostra, confirman por ruta tan fácil segura la suerte los que antes se dedicaban fundamentalmente a las Artes. Infiera v. md. por qué modos están a pique de caer en el barbarismo las Artes, si tal corrupción hinca las raíces en las cabezas de los Nacionales Valedores105.
60El fracaso de Drouet no significó el final de la importación de este tipo de estampas a través de otros comerciantes, aunque probablemente no volvió a hacerse de forma tan intensiva:
Acaba de llegar un surtido de estampas inglesas, francesas, y venecianas, al puesto de libros de Agustín Velasco, lonja de la Trinidad, en donde se hallarán varias cartillas de dibujo y adornos como asimismo varias estampas de náutica y trajes extranjeros, como de España, y entre ellas un surtido grande de estampas apaisadas, y en particular seis láminas finas, inglesas, ovaladas, que representan la primera la Pintura; la segunda la Poesía; la tercera la Música; cuarto la Harmonía; la quinta la Verdad, y sexta Ganimedes, dichas 6 estampas las hay negras, encarnadas, e iluminadas, todo a precio equitativo106.
61En cuanto a la incorporación de novedades, también hay que tener en cuenta la presencia de adornistas extranjeros que ofrecían sus servicios a través de la prensa. En este sentido es interesante que Junquera señale la presencia de especialistas franceses, italianos y alemanes, pues lo mismo se refleja en la prensa, y en algunos casos conocemos los nombres o, por sus referencias, el tipo de obra que podían hacer. Por ejemplo, el maestro tapicero natural de París «don Luis Belache107», domiciliado en el cuarto principal de la casa del almacén del aceite de la Red de San Luis, «hacía todo género de colgaduras de camas a lo moderno, guarnece sillerías a la francesa e inglesa, y cuelga salas y gabinetes, así de seda como de papel con toda equidad y brevedad»108. Otro caso sería el de «Mr. Genaro, de nación Suizo» que pintaba y vestía salas y gabinetes y estaba «pronto a ir donde se le mande a pintar cualesquiera piezas, salas o gabinetes, haciéndolo todo con perfección y con equidad»109. De origen italiano y «discípulo de Pompeo Batoni» debía ser el pintor que, desde su llegada a Madrid, se alojaba en el cuarto último de la casa número 9 de la calle de la Ballesta: sabía «pintar de historias y miniatura» y estaba dispuesto hacerlo tanto en salas y gabinetes «como en coches»110. De «nación alemana» era Jacobo Simón —«el que pinta las casas y gabinetes de toda moda con primor y equidad»—, y debía llevar ya un tiempo en la ciudad, pues por el anuncio hacía saber que se había «mudado de la calle de S. Antonio a la de S. Lorenzo, casa n. 14 cuarto principal»; debemos suponer que tenía una clientela que no quería perder incluso fuera de la ciudad, ya que también ajustaba «obras para fuera de Madrid»111. Un último ejemplo lo ofrece:
Pedro Seorduire [o Scorouire], tapicero de París, recién llegado a esta Corte hace presente al público cómo trae colgaduras y todos adornos al estilo moderno, y servirá con la mayor equidad y gusto, y vive en la calle de Silva frente al Banco Nacional112.
62En el diseño para el adorno de interiores fue clave el uso de los textiles. Son constantes los anuncios que se refieren a todo tipo de cortinas y colgaduras para salas, gabinetes, dormitorios, camas, etc. Los especialistas en este ramo ofrecían unas habilidades diferentes a los pintores113, aunque, como ellos, también incorporaron entre sus prestaciones colocar papel pintado114. De nuevo, a través de los anuncios podemos acercarnos a estos artistas, sus nombres, procedencia y quehaceres. Por ejemplo,
en la calle de Chinchilla, casa núm. 10 nombrada del Plomo, vive un profesor de tapicero, que adorna los estrados de géneros de seda, hace colgaduras para camas, entapiza en papel con grande gusto, limpia telas bordadas de plata y oro, siempre que el metal lo permita, vende espíritus y polvos que quitan todo género de manchas115.
63El lugar prevalente de los textiles llevó a otro tipo de especialización, su imitación a través de la pintura116, teniendo algunos artífices especial habilidad para determinado tipo de tela:
En la calle de la Magdalena, inmediato a la fuente de Relatores, frente a la casa del Sr. Marqués de Perales, vive un dorador que dora y pinta todo género de adornos para salas y gabinetes, imitando a damasco en las paredes, como también frisos, camas, coches, hace jaspes imitados a piedra y todo género de maderas veteadas, todo con la mayor equidad117.
64Por su parte, Enrique Pérez, «pintor de salas y gabinetes», se ofrecía el 13 de agosto de 1794 para pintar «cualquier pieza que sea imitada a mosulina o colgantes de flores a 4 rs. cada vara y si es solo con tableros y fajas de colores a 3»118, rebajando los precios unos meses más tarde en estos términos:
Enrique Pérez, dorador y pintor, que vive en la calle de la Cabeza, casa n. 5 cuarto principal, que ofreció al público en uno de los diarios del mes de julio de este año pintar toda clase de piezas, como son salas y gabinetes, y algunas con tableros y sus fajas de varios colores, fingiendo su friso, a 3 rs. la vara, y las imitadas a musolina o colgantes con flores a 4, ofrece hacerlo todo un real más barato: asimismo pinta camas imperiales con adornos muy primorosos advirtiendo que hasta ahora las ha vendido a 440 rs. y de aquí en adelante las dará a 300 rs.119.
65Todo parece indicar que la competencia llegó a ser feroz, si bien, coincidiendo con los años de la crisis provocada por la guerra y la inflación, entre 1794 y 1797, hubo un repunte por la decoración pintada en detrimento de otros materiales, telas y papel. Según el testimonio del director de la Real Fábrica de Papeles Pintados, Pedro Giraud de Villete, su establecimiento se encontraba a mediados de 1797 en plena actividad
a pesar de los contratiempos de la Guerra, y de la introducción del pintado en las casas, que ya se va olvidando […] las gentes han vuelto a aficionarse a este adorno [papel pintado] con gran satisfacción, por cuanto los asuntos que representan las colgaduras, y demás ornatos, son ingeniosos, el dibujo exacto, y el colorido precioso […] Ha sido por tanto forzoso aumentar cuatro mesas de estampar, y un segundo grabador de planchas120.
66Por último, también se podía pintar la tela y seguidamente colgarla en la habitación, combinando textiles y pintura para dar mayor armonía al conjunto, teniendo en cuenta que no siempre se desarrollaba la decoración sobre el muro, sino que era habitual hacerla extensiva al cristal, que cada vez tuvo más presencia en el adorno doméstico gracias al abaratamiento que supuso, entre otras cosas, el establecimiento de la real fábrica. Son numerosos los anuncios que hemos conservado sobre estas actividades que dan una idea de la variedad y riqueza visual que podían llegar a tener las habitaciones, así como la versatilidad de los que se ocupaban en estos menesteres y la búsqueda de cierta originalidad. El 27 de noviembre de 1791 se comunicaba que en el cuarto principal interior de la casa del Pozo de San Isidro daban razón de un pintor dorador que deseaban emplearse por «algunos señores de particular gusto», o cualquier vecino para pintar «con toda equidad, salas, gabinetes, etcétera, todo con el más delicado gusto sin necesitar de moldes que no pueden tener lucimiento, como ha experimentado en muselinas pintadas en diferentes piezas u salas de esta corte»121. Un ejemplo de versatilidad es el de «Don Manuel González de Zúñiga» que pintaba «sobre vitela, papel y pergamino de aguada y plumeado de pincel, todo género de escudos de armas, árboles genealógicos, tarjetas &c.» e imitaba «colgaduras sobre cristal y seda, ofreciendo hacerlo todo con la mayor equidad»122. En la calle Carretas vivía
un artista pintor que pinta las paredes, imitando todo género de colgaduras de seda, filoseda, damasco de la china y cotones, adornando los extremos con frisos y sobrepuertas correspondientes, a 4 rs. la vara en cuadro; y si se quieren puntos de arquitectura u otras cosas, desde 6 a 8 rs. la vara. También pinta sobre rasos, grodetures y tafetanes al estilo de Francia; imita igualmente los pintados de Pekin con oro y plata; y últimamente vende colores líquidos para iluminar estampas, dibujar planes y hacer miniaturas; cada 6 frasquitos forman una colección, a 60 rs. vn.123.
Otro pintor que ofrecía variedad de trabajos era el domiciliado en la calle del Lobo, y pintaba
en las paredes imitando cualquiera genero de colgadura, así de seda como cotones, muselinas, &c. Con los adornos de frisos y sobrepuertas correspondientes a 4 rs. la vara en cuadro y los dibujos que figuran arquitectura de 4 a 8 rs. la vara. También pinta sobre telas de seda, al estilo de Francia, imita perfectamente los pekines con perfiles de oro y plata. Además, vende colores líquidos para planes, para iluminar estampas y miñatura a 60 rs. el juego de 6 frasquitos de varios colores124.
Un último ejemplo es el de «D. Vicente Rodríguez», que se presentaba como «artífice de pintor» y ofrecía sus servicios para decorar «salas, gabinetes y techos con diferentes adornos y flores de lo que se estila en el día, todo hecho con primor, imitando al natural, y también se pintan frisos, camas, y piezas imitadas a colgadura: todo bien ejecutado y con alguna equidad»125.
67Dentro de toda esta auténtica catarata de anuncios ofreciendo servicios, se insertó uno que resulta realmente raro dentro del conjunto, y es una demanda de una determinada habilidad de la que desconocemos su especificidad: «Quien quisiere pintar salas y gabinetes, al fresco, y estilo de Valencia, acudirá a la calle de Jacometrenzo, frente a la de Chinchilla, casa de los Escoceses, donde se enseñará el estilo; en el cuarto segundo darán razón126».
68La limpieza fue una de las preocupaciones constantes, entre otros motivos por la cantidad de parásitos que habitaban los espacios domésticos, por el humo de las velas y las moscas127, o por los orines de los animales de compañía, pues además de una enorme variedad de pájaros que vivían en jaula o sueltos, y de perros y gatos, se pusieron de moda los monos. Atender estas actividades principales estaba al orden del día entre aquellos que entendían de textiles. Si en el caso de las piezas para uso personal, sastres, modistas y bordadores ofrecían sus servicios para su mantenimiento y limpieza, en el ámbito de la casa los comprometidos para dichos cometidos de pulcritud y cuidado de las estancias eran con frecuencia los mismos que se ocupaban en el adorno de salas:
Un sujeto hábil en el oficio de guarda-ropa, o artífice adornista, desea acomodarse en cualquiera parte; sabe dibujar, componer tapices, lavarlos, avivar los colores, componer alfombras, hacerlas de cañamazo y afelpadas, imitar las telas, vestir las casas a la francesa, italiana y portuguesa, reinchir sillas y canapés, y cuanto se ofrezca relativo a todos estos ejercicios, darán razón en la calle del Prado, enfrente de la portería de las Monjas de Santa Ana, donde vive un sastre que hace casullas128.
69Si hablamos de papel pintado, el mismo tapicero podía ser quien ofreciera el muestrario, pero parece que fue más común que existiera algún tipo de acuerdo entre el adornista y el proveedor del papel; este tipo de relaciones se muestra más estable que la que se refiere a los textiles, pues, ciertamente, como veremos más adelante, era mucho menor el número de establecimientos que proveían de papel pintado que de tejidos. Respecto al primer caso, tenemos el ejemplo de «Luis Drulin, maestro tapicero, que vivía en la calle de Hortaleza, casa n. 11, frente al estanquillo de las cuatro esquinas, se ha mudado a la de Fuencarral, n. 4, esquina a la de San Mateo y tiene biombos de varias medidas y diferentes gustos de papeles, lo que dará con equidad129». Este otro ejemplo ilustra el segundo caso, así como los costes de la instalación del papel para vestir una sala:
En la calle de las Postas, en el almacén de papeles pintados, darán razón de un tapicero que ofrece servir al público en todo género de tapicerías de papel pintados en los términos siguientes: toda sala que se colgase de papel sin columnas, a 3 rs. y medio cada pieza, y las de moldura a 4; toda sala que colgase de columnas a 3 cada pieza, y las columnas también a tres, las figuras a 4, las repisas a 2, asimismo ofrece en los demás materiales de colas claras y engrudo mucha más equidad que en la fábrica, las cuales experimentará el público conforme se vayan sirviendo de su inutilidad; también tiene papeles ordinarios para cualesquiera que guste de ellos130.
70Por otro anuncio, insertado en el mismo periódico en el mes de octubre de 1790, sabemos que el operario que trabajaba con este almacén era Manuel González. Este artífice, como muchos otros de la profesión, también adornaba salas «de todo género de sedas» con equidad, a la vez que se dedicaba a la venta de objetos y productos relacionados con su arte. González se muestra como un profesional cumplidor y responsable, puesto que a su costa iría «toda pieza [de papel] que por su mala disposición o poca habilidad»131 quedara inutilizada. No obstante, esta advertencia visibiliza tanto las problemáticas del trabajo como la competencia que existía también en este ramo del adorno:
En la barbería de la Puerta del Sol, que está frente a la fuente a el lado de la tienda de aceite y vinagre, asiste un tapicero que viste todo género de salas de sedas, y papeles a cinco rs. cada pieza de papel poniendo los materiales necesarios; también tiene papeles de pliego, los cuales pone a un tanto la vara de todo coste; y si se ofreciere ir fuera a poner algunas casas también lo ejecutará a precios moderados; cualquiera persona que le hubiese de menester dejará las señas de su casa en dicha barbería, o a su casa en la calle de la Florida, junto a Santa Bárbara casa n. 8 cuarto segundo n. 1132.
71En cuanto a los precios de instalación, parece que la competencia hizo mella y llevó a una estabilización según se desprende del siguiente aviso:
En la calle de las Carretas en casa del dorador inmediato a la tienda de vinos, se pintan salas de toda clase de pinturas, asimismo se visten salas de papel a cinco rs. por el trabajo de poner cada pieza y los materiales necesarios; también se visten toda clase de telas, y se hacen todos los demás géneros de tapicería, y todo con equidad133.
72Pero pronto el precio medio de colocar una pieza se situó en 3 reales, y ese era el que ofrecía Antonio Hernández, que escuetamente ofrecía así sus servicios: «cuelga salas y demás piezas de papel pintado unas con otras a tres rs. la vara cuadrada, vive en la plazuela del Ángel frente a la Cruz casa n. 27134». Otro ejemplo ilustrativo puede ser este:
En la calle de los Reyes núm. 6 cuarto principal se componen toda clase de gabinetes, y se adornan cada pieza de papel a 3 rs. dando los materiales, y en la misma casa se dará razón de un sujeto que desea acomodarse de guardarropa, que sabe de tapicero y de carpintero135.
73La moda del papel pintado se afianzó con rapidez136 y los precios se ajustaron, pero tampoco toda la población podía acceder a ella, de ahí que entre los pintores también se desarrollaran habilidades para simularlo. Entre los artífices que se especializaron en estos menesteres y que hemos encontrado registrados en el periódico se encuentran Ignacio Ibáñez y Antonio Torrecillas, «facultativos de doradores y pintores de temple» que ofrecían «pintar en estampado, con la mayor equidad y sin engañar, a fin de lograr lucro y honor», estaban domiciliados «en la fuente del Ave María, n. 17 cuarto segundo»137; y también «D. Juan Blas de Goicoechea», que vivía en la calle «del Olmo casa n. 30 cuarto principal», y pintaba «las casa con moldes o sin ellos con mucho primor»138.
El esplendor del dorado y la riqueza visual de los falsos mármoles
74Por todo lo expuesto se comprueba la implicación que tenían los pintores en el adorno y sus diferentes capacidades y relaciones con otras especialidades y profesionales, pero apenas se ha mencionado a los involucrados en el adorno relacionados con la escultura, a pesar de que el desconocido «J. P.» achacaba también a las nuevas modas y gustos la decadencia de esta bella arte. En este sentido, es destacable que, en la exhaustiva lectura que hemos llevado a cabo del periódico en la década de 1790, solo consta la participación de Esteban de Ágreda en el adorno de la caja del coche que se le regaló a la princesa de Asturias en 1786, además de un «escultor y adornista» de quien no sabemos el tipo de obra que hacía, pues no lo hemos localizado al anunciar sus servicios, y de un «escultor en piedra» que se dedicaba a estos menesteres e insertó este anuncio:
En la calle de la Almudena en casa del escultor en piedra, se hacen y venden ramilletes de piedra de mármol, de varios colores exquisitos, alabastros blancos bien pulimentados; hay un ramillete de cuarenta cubiertos, se puede alargar a 60 o más, con un templo de 8 columnas verdes, guarnecido de perlas doradas, y demás adornos, es de cerca una vara de alto; también hay otro ramillete pequeño para 8 personas, 12 o 16; se hacen jarrones con flores y hojas de piedra, y otros adornos para salas y gabinetes139.
75La ausencia de noticias no significa en absoluto que la escultura no estuviera presente en el adorno doméstico. El escultor adornista mencionado vivía en la calle Preciados frente a la Inclusa, muy cerca de la Puerta del Sol, es decir, que estaba bien situado, por lo que es posible que no se anunciara porque su actividad entraría entre las que se subcontrataban140. Tampoco se anunciaba el escultor académico Juan de Adán, pero él mismo sí ponía su nombre para vender dos berlinas y libreas141. En este tipo de servicios sí que es posible encontrar más referencias a escultores, como Tomás Ruiz, que vivía en el número 18 de la calle de Jesús del Valle esquina a la del Escorial142, o Diego López Cebrián, que residía en el cuarto bajo de la calle de la Cuadra junto a los Mostenses143. Al vivir en un cuarto bajo hay que pensar que posiblemente tenían allí el taller, así como el escultor que vivía en el número 9 de la calle del Reloj, frente al pasadizo de doña María de Aragón144, o el ubicado en el número 2 de la calle Hortaleza145. Finalmente, en la calle Sacramento «frente a la Iglesia de las Monjas» estaba domiciliado otro escultor, pero no dice el cuarto que ocupa146.
76A pesar de la carencia de anuncios profesionales, había mucho que hacer en el adorno doméstico, sobre todo obra de pequeño tamaño y relieves147, pues era enorme la profusión de adornos, hechos no tanto de estuco como de escayola, que los mantendría ocupados148. El uso de estos materiales en la decoración llevó a desarrollar nuevas habilidades entre los adornistas; en múltiples ocasiones su acabado era el dorado, pero también se pintaron con preciado ilusionismo figurando jaspeados, falsas piedras y mármoles de diversas procedencias y colores.
77En cuanto al dorador, en 1793 se publicó en la madrileña Imprenta Real la traducción del francés del Arte de dorar. En la «Noticia preliminar» se insistía sobre la perfección alcanzada en la aplicación del oro149 y lo muy diversificada que era ya esta: «se dora sobre metales de oro molido y en hojas; se dora sobre cueros; se dora sobre vidrios; y últimamente se dora a cola y a sisa sobre madera, yeso, estuco, piedra y otras especies», a la vez que se aplica «en la decoración de sus templos, adorno de sus casas, muebles y vestidos»150. El dorado «a cola» o mate era el que comúnmente se aplicaba para las obras de los interiores, y se usaba por igual con el estuco o la madera151; mientras que el dorado con aceite, llamado «a sisa», era más apto para el dorado de exteriores y era el que se empleaba «últimamente sobre los carruajes, donde resiste hasta ser lavado todos los días; pero no tiene aquella brillantez, hermosura y variedad que dan al dorado a cola sus sombras, su bruñido, sus mates y reflejos152». En lo que se refiere al dorado de una sala, se debía proceder de este modo:
… se pinta toda ella ordinariamente de un buen blanco, para dar reflejo al oro; después se aparejan de blanco los frisos, cornisas y demás adornos que se han de dorar, y en seguida se doran practicando todas las operaciones que se expresan en el artículo primero de esta segunda parte.
Luego que se han dorado las molduras y demás adornos que ha parecido conveniente, se pintan los fondos de los colores elegidos, poniendo mucho cuidado en que no caigan sobre el oro para no mancharlo; a cuyo fin cuando se pinten las partes inmediatas al dorado, se usará de pinceles pequeños y muy finos. No se debe de modo alguno invertir el orden dicho, porque si se pinta antes de dorar, hay peligro de que corriéndose algo los colores sobre los aparejos del dorado, los destruya153.
78Hubo modas en el dorado y, además, de la capacidad y sensibilidad del dorador dependía el acabado, pues los «diferentes grados o tonos al color del oro» se podían variar con «los matices», siendo el gusto el que «debe dirigir estas obras»154. Por otro lado, hubo maneras de dorar que pasaron de moda155, mientras otras, a pesar del éxito que tuvieron fuera, como el dorado a la greca, no se utilizaron en España por su elevado coste156.
79Hemos podido comprobar que muchos de los pintores que trabajaban salas y gabinetes eran también doradores pero, según se desprende de los anuncios, había doradores que preferían trabajar los adornos de las salas y el mobiliario sin hacer el tratamiento de las paredes. Aunque el tipo de anuncio que insertaron en el periódico no da mucha información, todo lleva a pensar que la tienda del dorador era la adecuada para ir a ver marcos, pinturas, muebles y todo tipo de adornos157. Incluso parece que eran también los encargados de poner en contacto a los pintores con sus clientes, ya fuera para pintar, ya para la limpieza y compostura158. A los artífices que doraban que ya conocemos por los anuncios anteriores podemos añadir el nombre de Manuel Martínez, domiciliado en el cuarto tercero de la casa número 3 de la calle de El Escorial, que se ofrecía a dorar las medias cañas que se colocaban a frisos y cornisas, «las anchas a 5 rs. y las estrechas a 16 cuartos» así como «toda suerte de adornos con la mayor equidad»159. Por otro lado, en la calle de Santiago vivía un dorador de mate y, probablemente, de esta misma especialidad eran los que vivían en la calle del Toro y en la calle de la Palma, si bien su parquedad no ayuda160. Pero, por lo general, los que se anunciaron fueron los que doraban a molido161 sobre superficies de metal y trabajaban el bronce, y no parece que este tipo de trabajos se emplearan con profusión en el adorno de las viviendas de particulares, si bien entre las habilidades desarrolladas por algunos sujetos estaba el falso bronce:
Se halla en esta corte un mozo de nación francés llamado Pasqual que posee el secreto de imitar perfectamente y a lo natural el bronce antiguo y moderno encima de cualquier figura de yeso, madera y todos metales […] las personas que deseen ver su obra o emplearle en estos trabajos, los que hará con toda equidad, acudirán a la calle de Santa María del Arco frente el cuartel de Walones, casa n. 15162.
80Por último, hay que tener en cuenta que los doradores del adorno doméstico eran los mismos que se ocupaban del dorado de retablos y ornamentos de los templos163, actividad que estaba muy relacionada con los trabajos de estuco y escayola. Ambas técnicas cobraron un nuevo desarrollo en el siglo xviii, entre otras razones por las medidas tomadas por Carlos III y sus ministros para erradicar la madera en la construcción de estos ornamentos. El estuco y la escayola pintada fueron los sustitutos económicos de la piedra, principalmente del mármol y el jaspe, si bien con la escayola pintada podía también imitarse la porcelana, material exótico que cubría algunos de los exquisitos gabinetes palaciegos164.
81Los renovados llamamientos dirigidos al cumplimiento de la ordenanza en la construcción de retablos hablan por sí solos de su ineficacia, pero también de la vinculación del estuco al ámbito religioso. Tenemos que asumir que no fue una mera coincidencia la publicación el 8 de noviembre de 1791 de una carta circular que reiteraba la prohibición de construir retablos de madera como consecuencia del incendio ocurrido en la Real Cárcel de Corte165, y la impartición de un curso para la formación de especialistas en este ramo del arte por parte de Ramón Pascual Díez, autor del Arte de hacer el estuco jaspeado o de imitar los jaspes a poca costa y con la mayor propiedad, publicado por la Imprenta Real en 1785. Por el anuncio que se incluyó en la prensa sobre el curso166, en ningún momento se tuvo en consideración el adorno de interiores domésticos167, pero pensamos que la creciente demanda de adornistas con estas habilidades llevaría a más de un profesional a las aulas, máxime si creemos a Pascual Díez en su denuncia sobre la falta de atención que había recibido este aspecto tan importante en la ornamentación doméstica168. Por otro lado, lo que él enseñaba era aún más práctico y económico de lo que en principio cabe suponer, pues según uno de los asistentes al curso, Manuel Rata, el alumno aprendía a trabajar escayola y no verdadero estuco, es decir, polvo de mármol169; mientras que el estuco se esculpe, la escayola se modela y vacía, facilitando a su vez la existencia de adornos previamente contrahechos que se podían adquirir y aplicar al conjunto decorativo.
82Los distintos tipos de mármoles y jaspes que se imitaban servían para diferenciar elementos arquitectónicos —arquitrabes, frisos y cornisas—, pero la calidad de este tipo de trabajos y el mérito de su artífice derivaban del acabado ilusionista que obtuviera, así como de la capacidad para imitar los distintos tipos de mármoles y jaspes (figs. 33 y 34). No conservamos ninguna crítica coetánea referida a un adorno doméstico, pero sí en relación con un retablo. Esta valoración nos puede orientar sobre el tipo de piedras que se imitaban y algunos aspectos de la valoración del trabajo:
Por lo que hace al material de que se componen además del primor de su composición, y agradable variedad de vetas, es de admirar su pulimento, y naturalísima imitación de los jaspes más hermosos. La historia natural interesa en estas producciones del arte para que omitamos decir en justo elogio del artífice, que las columnas, frisos, cornisas y banquillos imitan perfectamente al jaspe langeron; las pilastras y gradas al amarillo de Italia; los nichos de los Santos, zócalos y mesas de altar, al jaspe de Cabra; los tableros de los zócalos al de Málaga; los marcos o molduras que guarnecen los nichos de los vaciados de las pilastras y los frontis de Sagrarios, al bello alabastro de Sicilia, y los vaciados de las gradas al verde de Granada. Este sujeto aplicado y laborioso acreedor de nuestros elogios, va cada día perfeccionando más la ejecución de este ramo, que ha merecido la protección del Ministerio desde sus principios170.
83A la vez que se simulaban piedras se imitaban maderas, y esta última habilidad debió ser más frecuente en el adorno doméstico que en el espacio religioso, entre otras razones porque se empleaba para enriquecer otros elementos del mobiliario empotrado en las paredes, como chimeneas, mesas, marcos, repisas… Entre los que anunciaron estos servicios se puede citar a Alfonso Estellés, que era natural de Valencia pero residía en Madrid, y fabricaba «retablos, mesas y otras piezas de escayola y estuco, imitando a todo género de piedras, de lo que presentará muestras suficientes171». Otro artífice que se anunció fue Manuel Asenjo González, que sabía «hacer chimeneas, estufas y hornos de cualesquiera calidad para casas de Señores» además de «adornos de estuco o escayola, semejando al mármol»172. En julio de 1792 llegó «uno» que jaspeaba y doraba «retablos, mesas de altar, cajas de relojes, todo género de pintado en madera, estuco o piedra tosca, hecho a pulimento y con gran primor»173. Un último ejemplo representativo es el siguiente:
En la calle del Prado, casa n. 3, frente a la obra nueva que mira a la calle del León, vive un carpintero en el patio que dará razón de un pintor, dorador y jaspista, imitador de maderas y charolista de coches, todo con mucho primor y equidad: asimismo imita muselinas en las paredes, y damascos de todas calidades que le pidan, como también toda clase de piedra174.
84Es enorme el rastro que han dejado estas actividades en la prensa, pues eran habilidades bastante comunes con una creciente demanda; buen número de los artífices cuyos anuncios se han transcrito dan prueba de ello. Como en la imitación de telas, también aquí parece que hubo auténticos especialistas. Ello permite contrastar la diferente forma que tenían de ofrecer sus servicios los pintores doradores domiciliados en el cuarto bajo del número 22 de la calle del Oso y la calle de Embajadores, y Manuel Palomino. El primero refleja una trayectoria bastante similar a la del ya mencionado Manuel Méndez; insertó en el Diario de Madrid anuncios anuales entre 1794 y 1797. El más exhaustivo fue el primero, publicado el 25 de marzo de 1794:
En la calle del Oso casa n. 22 cuarto bajo, vive un dorador y pintor que dora todo género de adornos para salas y gabinetes, como también para casas, con todo género de adornos que le pidan, todo de gusto y un tercio más bajo lo que otro pueda llevar: asimismo charola coches de modo que le pidan, imitando todo género de piedras y maderas veteadas, haciendo todo género de barnices para varios colores y pintados175.
85Los siguientes comunicados fueron más lacónicos, aunque por ellos sabemos que también trabajaba el mobiliario176; en el último, publicado el 23 de febrero de 1797, a pesar de ser más escueto todavía, destaca que «pinta e imita toda clase de maderas veteadas y piedra de jaspe177». Su colega domiciliado en la calle Embajadores no parece que se ocupara de los muebles, pero en contrapartida preparaba colores:
En la calle de Embajadores, barrios de San Cayetano, frente a la calle de Cabestreros, al lado de la confitería, cuarto segundo interior, darán razón de un pintor y dorador que dora y pinta todo género de adornos para salas y gabinetes, y hace de todos estampados que le pidan en las tapias: también charola coches y hace todo género de maderas veteados y jaspeadas, imitadas a piedra, prepara y hace toda clase de colores y todo con la mayor equidad178.
86Mucho más sofisticado que todos los anteriores se muestra este discípulo de la Real Academia de San Fernando:
Don Manuel [Rodríguez] Palomino, profesor de pintura, ofrece servir al público en cualquier obra de ella para salas o gabinetes, al fresco o a el olio, y temple en todo género de dorados de mate y olio; asimismo en todas las obras de color a el olio y temple, como también en retablos, mesas y demás piezas que pidan de escayolas amarmoladas según el estilo antiguo, las que dirigirá por si por un tanto diario; para que por este medio se consiga la mayor duración y menos coste; vive calle Caballero de Gracia, frente del Oratorio, cuarto principal179.
87Hay que tener en cuenta la competencia que hizo a estos artistas el papel pintado que imitaba las diferentes piedras. También en esto parece que hubo especialistas: «En la calle de los Tintes, a Puerta Cerrada y casa de la nevería, está la nueva fábrica de papel jaspeado de todas clases, imitando al natural180».
El adornista y la arquitectura fingida: espacios ilusorios de la vida cotidiana
88En la segunda mitad del siglo xviii la figura del «adornista» estuvo asociada ante todo al medio pictórico y no solo lo deducimos de la información que suministra la prensa, sino también por el Diccionario de la Real Academia. La voz se incorpora por primera vez en el Suplemento de 1803 con esta definición: «el pintor de adornos». Aun así, Junquera consideró que estos artífices eran más cercanos a los arquitectos, dado que trabajaban con sentido espacial, estando subordinados a ellos181. Es posible que en el ámbito cortesano madrileño esto fuera así, pero al otro lado de los muros palaciegos esta idea dista bastante de la realidad. El adorno de una sala o gabinete respondía por lo general a una idea, es decir, que existía un proyecto previo, pero de ahí no se deriva pensar que fueran los arquitectos los que se ocupaban de estos menesteres, sobre todo porque en la segunda mitad del siglo la actividad edilicia, de nueva planta o de renovación, fue intensísima182. Apenas se conoce nada sobre los proyectistas; se supone que eran los propios adornistas, pero el anuncio que se insertó en el Diario de Madrid del 30 de agosto de 1797 amplía enormemente esta perspectiva:
En la lonja de chocolate que está inmediata a la botillería de la plazuela de Antón Martín, darán razón de un sujeto que escribe diferentes géneros de letras, forma planes, árboles genealógicos, gradúa termómetros y barómetros, escribe sacras de letra romana, con sus adornos; hace planes para gabinetes, de diferentes objetos, imitados con toda propiedad, variando en todos, a gusto del que los mande hacer; también escribe rótulos para archivos y todo de pluma183.
89Se puede decir que se estandarizó la organización del modo de vestir las paredes en altura —zócalo, friso, lienzo y cornisa—, teniendo carácter fijo o permanente, o móvil para poder trasladarla una vez que se cambiaba de residencia o venderla si ya no era de gusto del propietario184. Entre los anuncios que hemos localizado puede ser representativo el que se incluyó en el Diario de Madrid el 16 de julio de 1789:
En la calle de Calatraba, casa n. 19, en la antigua Real Fábrica de Francisco Cabrera, se visten y adornan casas con primor, de todo género de papel pintado, imitando a las telas de seda, y con sus cenefas correspondientes, y frisos que imitan a los mármoles, y se ponen pegado a la pared de suerte que no se necesitan blanquear las piezas para vestirlas, y no crían chinches; también se pone clavado que se puede quitar con facilidad, cuyas colgaduras, frisos y cenefas, se venden a un precio tan arreglado que hasta ahora no se ha experimentado otro. Es prontamente puesto en cualquiera parte que sea; y los dibujos se hacen al gusto del que los pide185.
90Lo expuesto no significa que los encargados del adorno no precisaran de conocimientos básicos relacionados con la arquitectura y que, por tanto, también existiera una producción «especializada» para atenderlos. Un ejemplo ilustrativo sería el libro de Antonio Plo y Camín, El arquitecto práctico, civil, militar y agrimensor, pensado para enseñar a delinear y obrar «cuanta columna se le ofrecieran, a excepción de sus basas, capiteles y cornisamentos, que estos los da a luz la Real Academia de San Fernando», y aprender a medir cornisas, columnas, superficies y demás elementos «para saber el oro, o los pies superficiales de estucado, o pintura, que se han puesto o necesitan ponerse»186.
91Los libros eran una fuente importante de inspiración, formación y documentación, siendo creciente el número de manuales. Enorme fue el impacto de la información recogida y sistematizada en la Enciclopedia, tanto en lo que se refiere al texto como a las ilustraciones. Los manuales, cuya diversidad temática era grande, ayudaban a la adquisición de conocimiento y orientaban la práctica de las artes, más allá de las salas de academias y escuelas a las que no todos podían acceder187. En consecuencia, si en 1767 no había muchas posibilidades de aprender todo lo referente a las basas, capiteles y cornisamentos de modo autónomo, es decir, a través de libros y estampas accesibles, esto cambió sustancialmente a finales de siglo cuando se publicaron el Manual de los cinco órdenes de Arquitectura de Vignola y el Prontuario de los cinco órdenes, este último compuesto y dibujado por B. C. Martín y grabado por Vicente López Enguídanos, que era, en cierta manera, una síntesis del anterior (fig. 35). La estampa se anunció de este modo en la Gaceta de Madrid del 9 de abril de 1793:
Prontuario de los cinco órdenes de arquitectura, según Jacobo de Vignola, en una estampa grabada en pliego de marca mayor. Para su formación se han tenido presentes varias ediciones antiguas deduciendo de ellas algunas medidas que unas no tenían, y en otras no se hallaban, para la posible claridad e inteligencia. Van compendiadas todas las reglas que da este autor con una tabla de las proporciones de los intercolumnios y pórticos de cada uno de los órdenes, con la enumeración de las partes principales y de los miembros que las componen, es útil y poco costosa a los principiantes y aficionados que desean estudiar o tener una idea y conocimiento de los órdenes de arquitectura y también a los profesores de pintura y escultura para estudiar la perspectiva y últimamente para los estuquistas, tallistas, plateros, broncistas y demás que necesitan emplearlos en sus obras con perfección, véndese a 8 rs. en la librería de Barco carrera de San Jerónimo188.
92Esta obra compendiaba visual y textualmente todo lo necesario e importante que precisaba un adornista. Poco después se anunció el «librito en octavo de marquilla», que era todo grabado, resultaba aún más barato — en rústica valía 6 reales—, y podía ir en carta189. Con ello se daba un paso más para hacer el conocimiento accesible, pues ese fue el espíritu con el que vio la luz la edición del libro de Vignola en 1764; según se lee en el «Prólogo», la publicación contaba «con la novedad (porque su precio sea más cómodo) de haberla reducido la conocida habilidad de Don Diego Villanueva190».
93Desde siempre se ha vinculado la edición de 1764 a la actividad desarrollada por Villanueva en la Academia de San Fernando y no ha pasado desapercibido que vio la luz en un momento en que «se cuestionaba su código por resultar un tanto licencioso con relación a los cánones de la Antigüedad191», pero todo parece indicar que su alcance iba más allá, pues se hizo a costa de Gabriel Segura, director de la Compañía de los Cinco Gremios Mayores en Cádiz, y de Manuel Rodríguez «abridor de láminas». Es posible que el precio final retrajera a muchos en lo que se refiere a su adquisición, pero por el perfil de los que sufragaron la edición parece obvio que miraban mucho más lejos de la Academia y de los estudiantes de arquitectura. Léase en este contexto el modo en que ofrecía sus servicios este decorador el 15 de febrero de 1794 en el Diario de Madrid:
En la barbería que está frente a la yesería de la calle de la Fe, junto a San Lorenzo darán razón de un artífice que pinta según las ordenes de arquitectura, y de coloridos delicados, con una composición que permanece con mucho valor, advirtiendo que en las casas que se fabrican pueden los dueños ahorrarse el blanqueo de las piezas que gusten ser pintadas y solamente mandar enlucir el yeso negro, lo cual es en beneficio de la pintura, lo que hará con toda la posible equidad192.
94Este artífice y sus colegas eran conocedores de los elementos básicos de arquitectura y los manejaban con el mismo sentido que describe Junquera para los encargados de este tipo de trabajo en palacio: «lograr una pintura decorativa que no se impusiera a las demás facetas del arte» sino que se fundiera con el resto de los elementos que componían el adorno193. Y, de nuevo, con estos planteamientos en mente hemos de considerar otra publicación coetánea a la del Manual y de venta en las mismas librerías: la nueva traducción del tratado clásico que llevaba incorporado el Apéndice a las reglas de arquitectura de Vignola, en que se dan lecciones elementales para buscar las sombras en su dibujo, compuesto por Mr. Delagardette y «dibujado en mayor tamaño, y grabado al agua fuerte por Don Fausto Martínez de la Torre, y concluido a buril por Don Joseph Asensio194». En esta ocasión, la publicación coincide con un periodo clave en la Academia de San Fernando, la renovación del plan de estudios, y este hecho es el que más se ha puesto en evidencia; pero por el anuncio que se insertó en el Diario de Madrid del 16 de enero de 1795 constatamos que el horizonte de los posibles destinatarios también era mucho mayor:
La estimación y aprecio que a influjo de la protección del Gobierno se merece este noble Arte, y sus profesores es la causa de que tenga muchos aficionados que fundado el buen gusto en conocerla, se dedican al estudio de sus bellezas y proporciones, y como la mayor parte de ellos ya por sus ocupaciones, o ya por tener su establecimiento distante de los pueblos donde hay Academias de enseñanza carecen de luces para dibujar los cuerpos arquitectónicos, se ha juzgado útil hacer esta obra extensiva a enseñar el método y reglas que deben observarse para trazar rigurosamente la sombra que causan los vuelos y resaltos en la Arquitectura195.
95Aprender el trazado de la sombra, teniendo en cuenta además los puntos de iluminación, era esencial para conseguir efectos ilusorios. Esta cuestión afectaba al dibujo, pues su dominio era clave para la persuasión de futuros clientes aun a riesgo de incurrir en falsedades para hacerlos más atractivos. Diego de Villanueva es incisivo en la descripción del dibujo hecho para «seducir la vista del que lo manda trabajar»:
Mostrome un diseño para una casa que pretende fabricar; no he visto cosa mejor dibujada, nada más bien sombreado, la tinta de china gastada con primor, una exactitud, regularidad en el orden de arquitectura, que era corintio, exacta: los capiteles de las pilastras dibujados, con sus hojas de acanto con prolijidad; y en una palabra el delineador había como tal desempeñado el asunto como se podía desear196.
96La publicación del apéndice sobre las sombras en 1792 evidencia que el gusto y el dibujo evolucionaron de manera opuesta al pensamiento de Villanueva, pero a la vez manifiesta que la búsqueda de efectos visuales en dibujos y ambientes fue incrementándose a lo largo del siglo xviii. El anteriormente citado pintor que vivía en la calle de San Gregorio insertó este ilustrativo anuncio en el Diario de Madrid el 28 de enero de 1798:
En la calle de San Gregorio frente a los Irlandeses, casa n. 15 cuarto principal, vive un pintor que pinta y dora todo género de adornos; asimismo ofrece pintar las salas y gabinetes de varios dibujos, con los colores permanentes y durables, siendo con adornos o algún orden de arquitectura a 5 rs. la vara y de liso a 3; igualmente pinta y dispone teatros para comedias caseras, coches, camas. y todo género de color de olio y temple a satisfacción y con equidad197.
97Si la relación entre arquitectura y adorno era estrecha, la misma cercanía existió con las nuevas tendencias pictóricas introducidas en las decoraciones de los coliseos teatrales. Tanto es así que a veces eran los mismos artífices los que se encargaban de ello:
En la calle de San Ildefonso entrando por la de San Eugenio, casa nueva sin número frente a un carpintero con permiso de su casero, se traspasa un cuarto segundo que consta de 9 piezas útiles, un recibimiento y una buhardilla, amueblado de moda y pintado por los célebres hermanos D. Antonio y D. Ángel Thadeis; quien quisiere entrar en dicho traspaso acudirá a la misma casa para verlo y tratar con el mismo inquilino198.
98Por otro lado, en el teatro había que figurar espacios domésticos y escenarios que gozaran de verosimilitud, dando lugar a una interrelación visual plena199. Por ejemplo, para una comedia que requiriera «por la unidad de lugar» la representación de «una habitación o una casa», se debían emplear «telones, o bastidores en que estuviesen pintados de buena perspectiva ya un recibimiento, o antecámara, una sala, un gabinete, la cocina, la pieza de comer, el patio, el jardín &c.». En contrapartida, si se buscaba un escenario bucólico en casa, debía tener en el adorno lo que resultaba propio para un drama pastoral: «las chozas, cabañas, rediles, apriscos, bosques, selvas, arboledas, peñascos, grutas, prados, fuentes, márgenes de ríos y otras tales»200. De esa interrelación derivaba una influencia mutua que no estuvo exenta de críticas201, pero que daba coherencia y continuidad visual a los diferentes escenarios de vida y, en el ámbito doméstico, también ocupaba su lugar el teatro.
99El alquiler de teatros para representaciones caseras era bastante habitual. Tenemos algunos ejemplos que han quedado registrados en la prensa y pueden dar idea de cómo eran: en la calle de Santo Tomás y San José, junto a las Salesas, se alquilaba en 1791 uno nuevo sin estrenar compuesto de tres mutaciones con los telones correspondientes202; al año siguiente «el estagista Francisco Garrote» alquilaba otro con «cinco decoraciones que se componen de salón, jardín y bosque largos, calle corta y salón lo mismo y demás piezas regulares que sean necesarias para ejecutar una cualesquiera comedia casera»203; en 1794 se ofertaba otro «con sus seis decoraciones, que se componen de salón largo y corto, jardín largo, bosque largo y corto, calle y telones compañeros; bambalinas, envocadura, varales con arandelas, candilones, carros para correr los bastidores, tablado, y demás necesario advirtiendo que todo es nuevo204».
100En definitiva, los hermanos Tadey, como tantos otros, pintaban para el teatro205, levantaban monumentos funerarios y religiosos y participaron en los adornos efímeros y de interiores. En todos estos escenarios desplegaron el ilusionismo que tanta fama les granjeó y dejó por escrito un admirador en el siguiente epigrama:
Son tan exactas las reglas
Que en vuestras obras se admiran,
Que engañáis con la verdad,
Pintando la verdad misma206.
101E igual que los Tadey hacían otros pintores, de los cuales no conocemos sus nombres pero sí ha quedado rastro de su actividad. El 17 de mayo de 1787 se insertó este anuncio en el Diario curioso, erudito, económico y comercial: «En la calle del Fúcar casa n. 5 cuarto 2, vive un profesor de pintura italiano que pinta de perspectivas y adornos así para teatros como para salones, gabinetes etc. y está pronto a acudir donde le llamen207».
102Podemos concluir que los pintores españoles que hacían trabajos similares, como Antonio Carnicero y José Ribelles, se ocuparían de adornar todo tipo de interiores a la moda, que se han perdido. Entre ellos estaban los establecimientos que por lo general no se suelen tener en cuenta, es decir, tiendas y «lonjas de comercio», donde era igualmente importante estar al corriente de lo que se llevaba208. En el «Resumen de frioleras indispensables a las Damas, reunidas bajo de plan económico digno de establecerse en un Almacén de Modas nacionales», al hablar de la tienda que presuntamente se abriría en la calle de la Montera, la que hoy denominaríamos «calle de la moda», se explica cómo el «vestíbulo almagacénico»
se revestirá interpoladamente de espejos grandes finos donde se vea por entero la colosal estantigua de la deformidable moda; y regios armarios, donde estén pintadas las lochas de Rafael de Urbino, con todas las medallas de los Emperadores Romanos, de cuyas bocas estarán pendientes las aldabillas de los cajones llenos de las infinitas, futuras y variables bagatelas seductoras del bello sexo femenino, impregnadas y humedecidas de aguas aromáticas del Indostán Mongólico209.
103El adorno basado en las logias del Vaticano de Rafael da una idea de la popularidad que alcanzó gracias también a la colección grabada que vio la luz entre 1776 y 1782210. No cabe duda de que este trabajo podía hacerlo cualquiera de los dos artífices que anunciaron así sus servicios en el Diario de Madrid:
Enfrente de la posada de la Villa, entre la Cava alta y baja, cuarto tercero, casa del maestro sastre, darán razón de un pintor el cual pinta con esmero salas, gabinetes, tiendas, camas, sillerías, hará muestras, letreros y todo lo que pertenece a su facultad, lo que ejecutará bajo unos precios muy moderados211.
Quien quiera servirse de un sujeto que pinta salas, gabinetes y todo género de adornos, también hace muestras y letreros de buena letra, se servirá avisar en el puesto del diario puerta del Sol al hebillero o frente a Santo Tomás a donde se vende dicho diario212.
104La crisis política, económica y financiera de mediados de la década de los noventa tuvo enorme impacto en el comercio, así como en la salida de los productos de importación, entre los cuales era fundamental todo lo relacionado con los textiles. Si tenemos esto en cuenta, y que también afectó a los especialistas del adorno de lonjas y tiendas, el anuncio que se insertó en el Diario de Madrid del 14 de octubre de 1797 nos asoma a las consecuencias:
Cualquier persona que trate en paños, lienzos o seda y del arte de platero, modista, roperos y de esta clase, que solicite adornar sus casas, con pintura de gusto y al estilo del día, aunque necesite de algún charol, talla, &c. hay persona que lo hará de su cuenta, tomando en recompensa de los materiales y el trabajo que ocupa, la mayor parte en géneros de los que cada una maneje. Darán razón en la calle del Arenal frente al alquilador de coches que es un memorialista que está en el portal de la lonja cerrada de los Señores Campos y Manzanedas213.
105En definitiva, cuando hablamos del trabajo de los adornistas, estamos refiriéndonos a la construcción de una cultura visual espacial donde eran continuas las transferencias de los diferentes escenarios —civil y religioso, real e ilusorio, privado y público—, generando una enorme ambigüedad que hoy resulta difícil de interpretar porque hemos perdido prácticamente todo este contexto214. Si volvemos al dibujo de Cancio comprobaremos que, más allá del gusto etrusco dominante, los pequeños detalles nada tienen que ver con él (fig. 28), como las pinturas de la parte alta del adorno: jóvenes aladas rodeadas de angelotes y enmarcadas por ricos y dorados cortinajes (figs. 36 y 37), una temática que, salvando todas las distancias posibles, desarrolló Francisco de Goya en todo su esplendor en la ermita de San Antonio de la Florida de Madrid. La distancia entre Cancio y Goya nos permite señalar la enorme disparidad que debió existir en este tipo de pintura cuando nos referimos a la calidad, pero la presencia de Sistori y los Tadey también recuerda que la llegada de extranjeros fue constante y con ellos venían nuevas modas y formas de hacer, derivadas algunas de la investigación, otras de la implantación de modernos y potentes establecimientos, como fue la Real Fábrica de Papeles Pintados de Giraud de Villete.
Nuevas técnicas de adorno, nuevas propuestas decorativas
106El 29 de agosto de 1784 se incluía en el Diario curioso, erudito, económico y comercial la primera entrega de un largo artículo, que continuó en los dos siguientes días, dando noticia de que «de algún tiempo a esta parte en Italia y Francia se están practicando varias tentativas y experiencias, a fin de restaurar el modo de pintar de los antiguos Griegos, llamado Pintura encáustica o pintura al encausto». Contaba las pioneras investigaciones en Francia, desde las fallidas del conde Caylus hasta «las resultas felices» que había logrado «con sus nuevas tentativas el señor Bachelier, pintor de S. M. Christianísima, profesor de la Real Academia de Pintura y Director de la escuela gratuita de Dibujo establecida en París», callándose en verdad el apoyo que tuvo este último por parte de Diderot. Igualmente recordaba el interés que había despertado en Italia, donde «Joseph Antonio Fabbrini, Florentino, discípulo del célebre Mengs, pocos meses hace ha concluido un cuadro pintado con este método, el cual representa una figura sentada, y una perspectiva de arquitectura inconclusa, mereciendo el aplauso y aceptación de todos los inteligentes»215.
107La razón principal del artículo era dar noticia de la publicación del «Sr. Abate Vicente Requeno, Exjesuita Español, residente en Italia, aficionado de mucho mérito al arte de la pintura», que el «año pasado de 1784 ha publicado un libro intitulado: Ensayos tocantes al restablecimiento del arte de los pintores antiguos Griegos y Romanos», donde denunciaba que todavía no se había conseguido saber el secreto de los antiguos que daba solidez, brillantez y perdurabilidad a sus obras:
Las pinturas Griegas anteriores a la fundación de Roma se conservaban en tiempo de Plinio tan frescas que parecían recientes; y las de los Romanos han llegado a nuestros días, sacándolas de las humedades y profundas excavaciones de la antigua Eraclea, con la particularidad de parecer tan hermosas y tersas como si acabasen de hacerse216.
108El interés de Requeno por descubrir el secreto de la pintura a la cera entre los antiguos radicaba en demostrar su primacía con respecto al óleo moderno217, pero no parece que su finalidad fuera cuestionar el gusto por el cuadro de caballete218, de manera que en poco podía afectar en lo que respecta al trabajo de los adornistas de salas y gabinetes. Esta circunstancia cambió sustancialmente una década después, en 1795, cuando el también jesuita expulso Pedro García de la Huerta publicó en la madrileña Imprenta Real los Comentarios de la pintura encáustica del pincel, dedicados al duque de Alcudia219. Según declara García de la Huerta en el capítulo XXVII, donde da las noticias sobre sus descubrimientos, él mismo se los comunicó a
varios Pintores, y con mayor prolijidad a los Señores Juan y Vicente Angeloni, padre e hijo Adornistas y Prospectivos, a quienes yo había asistido, dirigiéndolos en la ejecución del método del señor Requeno por más de tres años desde el significado de la palabra encausto hasta haber finalizado varias docenas, y quizá algún centenar de piezas pintadas con las ceras220.
109Estamos casi seguros de que nunca se llegó a aplicar esta técnica por aquí, a pesar de la protección que le dispensó Godoy221 y de que la publicación del libro tuvo lugar en un momento de enorme presencia de los adornistas en la prensa. Lo cierto es que requería el desarrollo de habilidades prácticas para «esfumar y degradar las tintas» y hacer líneas finas; por otro lado, el soporte óptimo era el mármol, de manera que resultaba costosa y era una técnica lenta. A todo ello se sumaba que el acabado carecía de la brillantez que ofrecía el óleo, la técnica por antonomasia222.
110Una idea de ese deseo de un acabado lustroso y en color la ofrece la información publicada en el Memorial literario instructivo y curioso de la Corte de Madrid sobre las novedades introducidas en la prensa «para estampar sobre telas de seda, y de lana, indianas, papel &c. en que se puede dar a los diseños la anchura y largo que se quiera», de modo que mejorasen sustancialmente estos productos pensados para la colgadura. La clave era emplear grabado en hueco sobre planchas de cobre y la estampación con registro de las diferentes láminas para obtener el color, es decir, se trataba de un tórculo adaptado para los trabajos que tradicionalmente se hacían con maderas grabadas. Según se explica en el texto que acompaña a la estampa:
Por medio de la prensa de cilindro que rueda sobre un plano sólido y encima del cual está tendida la plancha de cobre grabada, se podrían, perfeccionando este género de impresión, pintar tafetanes con varios colores, pues yo he visto estampar sobre tafetán una rosa, cuyas distintas tintas y matices estaban repartidas con tanto arte y delicadeza como si se la hubiera pintado al óleo sobre una tela preparada de antemano para ello; y así lo que el artesano ejecutó en pequeño, podrá practicarse en grande por el mismo mecanismo.
111Pero todavía resulta más interesante comprobar cuáles eran las limitaciones que se encontraban a la producción local:
Los diseños mayores que hasta el presente se han estampado, han sido cuando más de treinta pulgadas de largo, y los que se han impreso a mano, no han pasado de veinte. En las telas estampadas casi siempre se distingue el punto de reunión de los moldes, o de las planchas, ya porque estas no ajustan bien, o ya porque la una no da la tinta tan oscura como la otra, y sea como fuere, rara vez deja de conocerse aquella reunión. Además de esto, nunca se saca otra cosa que una repetición continua del mismo diseño, y esto causa aun mal efecto, especialmente en las colgaduras de sala.
Estos inconvenientes creemos que pueden evitarse por medio de esta nueva prensa, en la cual podrán darse a las planchas de estampar todas las proporciones que se quieran, tanto en longitud, como en anchura. Si el Artesano sacare su diseño correcto colocando bien las luces y sombras, de suerte que resulte un bello conjunto, nada habrá en el Arte de la Pintura, que no pueda ofrecer la tela estampada al salir de la prensa, pues podrá contener flores, paisajes, y arquitectura sin trabajo alguno223.
112El libro de García de la Huerta y las propuestas para avanzar en los sistemas de producción resaltan algunos de los aspectos menos conocidos de la práctica artística del siglo xviii: la investigación sobre nuevas técnicas para las colgaduras, el trabajo que desarrollaron los adornistas en este tipo de actividades y la protección que merecían sus esfuerzos por parte de los poderes públicos. Anteriormente se ha mencionado el anuncio que insertó Manuel Rodríguez Palomino en el Diario de Madrid, por el cual conocemos que sabía pintar al fresco, temple y óleo todo tipo de adorno, pero sus inquietudes eran mayores y de ellas se dio cumplida noticia en la Gaceta de Madrid224, el Memorial Literario225, en el Diario de Madrid226 y en el Espíritu de los mejores diarios227. Por lo publicado, decía haber «inventado y perfeccionado, con los auxilios que, de orden del Rey, le franqueó el Excelentísimo Señor Conde de Floridablanca (cuyo celo en fomentar las Artes es tan conocido de todos) y bajo la protección de su Majestad». Entre las ventajas del invento estaba que no podía «criar polilla, ni otro insecto, por ser su composición a el óleo» y además se podía «lavar, si fuere necesario», sin que decayera «en su composición y color». Se trataba por tanto de
un nuevo género de Colgaduras y Tapicerías a el olio, hechas con las borras o lanas de los paños viejos, haciendo con ellas terciopelo labrados de todos colores y dibujos sobre glasees de oro y plata, de claro y oscuro o colores naturales, tisúes de oro y plata matizados y sin matizar, toda clase de tapicería historiadas, y de grutescos por el estilo de Rafael, flores, frutas, &c.
113que se podían hacer
sobre Tafetanes, rasos o tercianelas para cortinajes y ornamentos de Iglesia, como palios, frontales, estandartes, &c. El coste de cada vara en cuadro será con arreglo al gusto que se eligiere. Si es el terciopelo de un color cualquiera, será 24 rs. Sobre glasé de oro o plata a 30. Con matices a 38. De todo colorido con ornatos de flores, frutas y medallas, tisúes de oro y plata, tapicerías historiadas y demás géneros de esta clase a 60. A proporción las cenefas, pilastras y sobrepuertas de una tercia de ancho con arreglo a su labor228.
114La novedad fue presentada, a instancias del conde de Montijo, al príncipe de Asturias, futuro Carlos IV, quien tras examinarlas hizo «las demostraciones más claras de haberle agradado este nuevo invento de que un Profesor Español hiciese esta nueva clase de Pintura, y de que hubiese hallado secreto para perfeccionarla, tan ignorado hasta ahora de las demás Naciones». El inventor se ofrecía a enseñar las muestras «que para este fin» tenía ejecutadas y, quien quisiera ver el efecto que producía, podía hacerlo, pues el «Profesor» enseñaba «una sala colgada de este nuevo artefacto, desde las 9 hasta las 12 de la mañana, y por la tarde desde las 3 hasta las 6. Vive en la calle Ancha de San Bernardo, frente a la de la Luna, Casa Número 6». También se ofrecía a enseñar a «cuatro o seis muchachos esta nueva manufactura, precisándolos a que concurran a la Academia, y aprendan a dibujar»229.
115El impacto que tuvo la noticia llevó a que el 4 de agosto, en el mismo periódico, se publicara un «Elogio» en forma de soneto, dedicado a este «español, natural y vecino de Madrid inventor del arte de pintar con la borra de la lana» y firmado con las iniciales E. M. D. P.:
Semper bonos nomenque tuum laudesque manebus.
Con voz sonora dulcemente herida
La gloria de inventor te hace famoso
Consultas con tu numen ingenioso,
Y a lo que ya no existe, das la vida.
De materia desecha, y carcomida
Sabes formar dibujo tan hermoso,
Tan agradable, vivo, y primoroso,
Que la atención se queda suspendida.
Y cuando tu a ti mismo te prefieres,
Abriendo a lo ideal nuevo camino,
Que a la vista la llena de placeres,
Ese pincel en todo peregrino
Nos dice, que enobleza y arte eres
Dos veces sucesor de Palomino230.
116Los «campanudos y pomposos epítetos» que le dedicaban a Rodríguez Palomino en verso terminaron por exasperar a José de Prado y Manrique quien, por el «honor de la Nación», consideraba necesario desengañar al público. Según su versión, este sujeto se había atribuido un invento que ya era conocido incluso en la Real Casa:
Para que se vea con qué poca solidez y verdad se ha metido a elogiar, debe saber el público que hace ya más de doce años que en esta Corte se han hecho diferentes copias en borra de grandes y pequeños tamaños de los primeros profesores, como son: Velázquez, Murillo, Leonardo de Vinci, Rafael de Urbino y otros; cuyas copias se hallan en el Real Palacio de Madrid, en el de Aranjuez, en la Casa de Campo del Escorial del Príncipe Nuestro Señor, y en otras partes. Estos testimonios irrefragables están a la vista del público; siendo unos documentos auténticos que falsifican la aserción voluntaria del Señor elogiador, quien en el caso de querer ensalzar la habilidad del Sr. Palomino, podía haberlo hecho sin calificarlo infundadamente de inventor231.
117Como se puede comprobar, la criticada moda de adornar salas avivó el ingenio y la investigación, a la vez que nos consta que contó con el apoyo de las instancias más elevadas del Estado, si bien los dos casos que hemos expuesto no parece que tuvieran éxito; en el de Rodríguez Palomino ni siquiera menciona sus habilidades en este tipo de colgadura cuando se anunció a comienzos de 1791232.
118En este contexto se explica aún mejor el éxito que tuvo el papel pintado y la favorable acogida que se dio a las propuestas de la familia Giroud, fabricantes parisinos cuya rivalidad revela la enorme competencia que existía en Francia y la necesidad de expandir el área de influencia, de tal forma que establecerse en Madrid era casi asegurar un negocio. Según el estudio del mercado hecho por Giroud de Villete, se calculaba que las exportaciones de las fábricas parisinas a España alcanzaban las trescientas mil libras anuales, mientras la fabricación local se encontraba en una situación casi de penuria:
Parece que en Madrid hay un pobre fabricante de papel pintado el cual no alcanza a más que a cada pliego suelto para reunirlos después al tiempo de colgarlo, y me persuado que su talento y facultades sean bastante endebles según mis noticias […] también oigo que en Cataluña exista algún fabricante de poca monta e imperfecto: pero allí es más posible el progreso, porque los moldes de pintados para Indianas son de la misma especia que para papeles233; hay en algún modo esa conexión de manufacturas, son los Catalanes únicos para tales progresos; y si en España hubiese una fábrica formal, en pocos días le cogerían su aire, y método, secretos, gusto, &c.234.
119En esos años hemos encontrado alguna información sobre la producción e importación de papel pintado que contribuye a dar una idea de la comercialización y los usos. El 18 de noviembre de 1786 se insertaba en el Diario curioso, erudito, económico y comercial este aviso: «Al almacén de papeles pintados que está en la calle de las Urosas acaba de llegar al pie de 2 000 piezas de dibujos modernos: asimismo un surtido de frisos, cenefas y papeles jaspeados; y en dicho almacén se venden lienzos, pañuelos de Bearne, sebo de Flandes, bolas de jabón, té imperial y botas a la inglesa, etc.235». Dos años más tarde, en el Diario de Madrid del 10 de marzo de 1788, se informaba que en la «tienda de catalanes», establecida en el bajo del número 19 de la calle del Olivo y donde se podían adquirir todo tipo de artículos de moda, había «un surtido de papeles pintados de Francia de nuevo gusto para frisos, cajas y otros en piezas»236. La presencia de catalanes en el mercado madrileño de la moda era numerosa y, aunque no gozaran de la fama que tenía la tienda de Geniani de la calle Montera, debían ser de un estilo parecido.
120El establecimiento en Madrid, ese mismo año de 1788, de la Real Fábrica de Papeles Pintados de Jean Baptiste François Giroud de Villete, y la publicación de la Real Orden de 26 de diciembre de 1789 por la que se «concedía a todas las fábricas de papeles pintados del reino las mismas «gracias y franquicias» relacionadas con la importación de las materias primas» que se habían concedido al parisino237, favoreció que la década final del siglo xviii fuera la definitiva para la implantación del gusto por el papel pintado en el adorno doméstico238.
121No obstante, Giroud de Villete encontró más competencia de la que pensaba, no tanto con la provisión de papeles pintados —aunque se continuó con la importación239 y siguió existiendo la fábrica de los hermanos Méndez240— como en el enorme número de adornistas que, proveyéndose en su establecimiento, colgaban salas y gabinetes a menor coste que el empresario; prueba de ello es el anuncio que se insertó el 25 de agosto de 1790 en el Diario de Madrid transcrito en páginas anteriores, y la inmediata respuesta que dio Giroud de Villete también en este periódico el 12 de septiembre, revisando sus prestaciones, servicios y tarifas. Es interesante destacar que esta competencia le vino como consecuencia de haber abierto almacén en un lugar más céntrico de la ciudad, a la vez que daba facilidades y rebajas a los que adquirieran cierta envergadura del género:
Juan Bautista Giroud de Villete, dueño de la Real fábrica de papeles pintados establecida en esta Corte plazuela de San Juan la Nueva, frente al cuartel de Guardias de Corps, cerca de las Comendadoras de Santiago, avisa al público que con motivo de proporcionarle más comodidad para surtirse de los papeles de la fábrica ha determinado formar y con efecto ha formado un almacén general de dichos papeles en el centro de esta Corte calle de Postas casa de D. Francisco del Valle, distinguida por el escudo de las armas de S. M.; en dicho almacén general se hallará desde hoy todos y cualquiera género de papeles de dicha fábrica, y se venderán así por menor como por mayor al mismo precio que en la mencionada fábrica sin diferencia ninguna, favoreciendo con una decente rebaja a los mercaderes y particulares que tomen algunas partidas de cierta consideración, con un crédito de seis meses a favor de los comerciantes y particulares abonados241.
122El almacén de la calle Postas fue el primero de los puntos de venta en la capital y, tan pronto como tuvo capacidad, estableció otros fuera de ella, comenzando por Cádiz, que era el puerto por donde entraba buena parte del género de importación: desde el almacén establecido en la tienda de estampas de Jerónimo Molinari podía surtir «a aquella ciudad y el Reino de Andalucía» sin desatender las posibilidades de que los «especuladores para las Américas» preferirían «los suyos a los de fuera del Reino»242. Pronto comenzó a servir a distancia, así los interesados «de fuera de Madrid que necesiten papeles pintados escribirán a dicha fábrica, expresando el color del campo de los papeles que quieran y remitiendo las dimensiones de las piezas que hayan de adornar243».
123El 21 de julio de 1793 se informaba a través del Diario de Madrid de que
para la comodidad del público, ha puesto su depósito de papeles de dicha Fábrica, en la tienda de bordados y pintado de la Fábrica de D. Enrique Suleau, la que está sita en la calle del Carmen, frente a la posada de los Segovianos, y en dicho depósito se hallará un surtido de colgaduras y frisos del mejor gusto, y con la mayor equidad, y el último precio de todo se hallará sellado al revés de cada pieza244.
124Esta última advertencia da idea de la progresiva pérdida de control que la expansión del negocio estaba acarreando, lo que no impidió que siguiera. Así, en 1794 tuvo un nuevo empuje. Por un lado, se hacía saber «que para mayor comodidad del público, se hallará un surtido de papel pintado de la Real Fábrica de Madrid, en la tienda de D. Manuel de la Herrán, calle de Toledo, n. 4: las personas que quisieran colgar algunas piezas, se les hará los dibujos para decorarlas conforme los papeles que hayan escogido, así como de pegarlos, y todo con la mayor equidad245». Por otro lado, se informaba que «en la plazuela de la Cebada esquina a la del Viento, n. 13 casa del dorador y pintor, se venden todo género de papeles pintados para adornar casas, de diferentes dibujos; frisos, cenefas y sobrepuertas, todo de la Real Fábrica246».
125También parece que hubo complicaciones para colgar los papeles en orden cuando se remitían los adornos para otras ciudades del reino. Por esta razón, con el tiempo se decidió que aquellos «particulares o comerciantes» que quisieran «algunas colgaduras» podrían hacer los encargos «acompañando el plan de sus habitaciones», en el cual, cuando se les enviasen «las decoraciones, se dibujará la colgadura, para que sirva de gobierno en su colocación»247.
126Pero lo más interesante es que a través de las noticias de la prensa podemos conocer el tipo de papel que se hacía, el ritmo de novedades y los modelos que se ofrecían. En el momento de establecer la fábrica se avisaba, a través de las páginas de la Gaceta de Madrid del 3 de marzo de 1789, que el surtido de las piezas era de «muchísima variedad en los dibujos del gusto más especial y moderno», estando los precios en función de la «calidad de papel y al género de los dibujos y colores»248, y ofreciendo la posibilidad de atender encargos en lo que se refería a los colores del estampado, comprometiéndose a tenerlos en ocho días. Pronto se hizo explícita su intención de rivalizar con los textiles249. El 28 de mayo de 1789, a través del Diario de Madrid, se avisaba al público lo siguiente:
… con el motivo de proporcionar los medios de adornar a los cuartos, galerías y salas grandes y pequeñas de las casas, tan vistosa y ricamente que con los géneros de seda, oro y plata más exquisitos, y con las pinturas más primorosas, acaba de sacar con mucho gusto, un dibujo especial de arquitectura, con sus columnas, pilastras, cornisas, y estatuas grandes representando el suelo una hermosísima era de flores de todas clases, perfectamente imitadas, y estando adornado su coronamiento con telas, a imitación de damascos bordados de oro y plata, con sus correspondientes borlas250.
127Aquellos que quisieran ver el efecto que producía la colgadura puesta podían acercarse a la fábrica, donde también había otros modelos con «dibujos grandes y nuevos, coloridos y con figuras, adecuados para distribuirlos por cuartos». Era igualmente posible, para los que desearan ver cómo quedaría en su casa, solicitar que se llevaran a su domicilio muestras, teniendo en cuenta que tanto «los fondos, y el color de las telas de adorno pueden variar al arbitrio de los compradores, como también apropiarse con los muebles y cortinas de los cuartos, salas y galerías que se tratase de adornar con el enunciado dibujo»; estos cambios eran factibles para todos los diseños, si bien alteraban al alza los precios. Por último, en marzo de 1790 se admitieron encargos tanto en lo que se refería a diseños aportados por los clientes, siempre que «el sujeto que lo encargue convenga en costear la mitad del grabado251», como a mandar operarios a poner el papel, decisión esta que provocó las tensiones ya mencionadas, a la vez que originó a Giroud otros problemas:
… ofreciendo igualmente emprender por precio señalado según la clase de papeles, vestir cualquiera cuarto o sala, y correr con la encoladura de ellos a razón de 4 rs. por pieza, pagándose aparte la cola y los clavos; sin embargo de estas ventajas, experimenta todos los días dificultades para el pago de esto último nacidas sin duda de algún anuncio hecho para vestirlos a menos precio, debiendo advertir que los oficiales de quien se sirve para este fin, responden de la obra que emprenden como inteligentes para ella, por cuya razón no pueden hacerlo menos, siendo un beneficio peculiar de ellos, habiendo despedido algunos por no ser aptos para su desempeño; porque seguramente de no estar el papel bien pegado, perjudica su buena construcción y hermosura, y desacredita la obra252.
128Al final debió encontrar artífices que trabajaban a su gusto, tapiceros que se desplazaban por Madrid y posiblemente por todos los sitios reales, si bien las noticias que hemos encontrado se refieren todas a Aranjuez. A comienzos de 1794 se daba el siguiente comunicado:
El Director de la Real Fábrica de papeles pintados establecida en esta Corte […] avisa al público, que con motivo de haber pasado su tapicero al Real Sitio de Aranjuez a entapizar una habitación, puede lograr con esta ocasión mayor conveniencia en el precio el que quiera colgar la suya, que si le hiciese ir de intento a este efecto a dicho Real Sitio, se acudirá a escoger el papel a la mencionada Fábrica, o se llevarán sus muestras a donde se avise e inmediatamente se remitirá al expresado tapicero253.
129Un año más tarde, se avisaba al público que los «oficiales tapiceros» de la fábrica se hallaban en Aranjuez «adornando varias casas» y era posible para los que necesitaran emplearlos aprovechar su estancia «evitando el gasto del camino» y se podía ir «a escoger el papel que se ha de remitir al Sitio a dichos operarios»254. Cabe pensar que fue habitual hacer esta campaña de invierno, porque de nuevo en enero de 1798 se insertó este aviso:
El Director de la Real Fábrica de papeles pintados, que está inmediata a las Comendadoras de Santiago, tiene en Aranjuez algunos de sus oficiales adornando varias habitaciones, lo que previene para que las personas que lo deseen lo mismo, puedan acudir a dicha Fábrica a escoger el papel y aprovechándose de esta ocasión evitar el coste de hacerlos ir expresamente255.
130En 1791 se incorporaron nuevos «dibujos arabescos, y de arquitecturas de diferentes decoraciones, y en el día se hacen de último gusto variando también los colores a voluntad de los compradores». Podía verse el efecto que producían en la fábrica, «particularmente los Domingos y días de fiesta, a cualquier hora»256. En 1793, a la vez que Pedro Giraud de Villete notificaba que había sustituido a su fallecido hermano en la dirección de la fábrica, tenía
la honra de avisar al Público, que a los antiguos dibujos, y gran diversidad de bellos colores ha añadido recientemente con bastante coste, y con esmero, tres magníficos dibujos nuevos de perspectivas de arquitectura, representando el primero un bosque, cuyos frondosos olmos son ceñidos de una graciosa guirnalda de flores, que los abraza desde el tronco, y se introduce en las ramas. En los espacios que hay de uno a otro, se han colocado en pedestal de nueva forma, rodeados de hojas por abajo, imitando lo natural, bellos jarrones y estatuas, semejando un jardín, según el gusto moderno grotesco. El segundo forma una nueva drapería que imita los damascos de cualquier color y las cortinas, guarnecidas de franjas y borlas de oro y plata, coronadas de un pabellón de nuevo gusto con guirnaldas asimismo de flores, y adornadas también de pilastras arabescas, de suerte que con este nuevo dibujo se puede evitar el poner cortinajes tejidos. El tercero, que es de color amarillo, fino, forma un cuadro con cornisas de nueva invención y pilastras etruscas, en cuyo espacio se pueden colocar grabados, pinturas y planes.
131A estas novedades se añadía que
asimismo para diferenciar y contentar el diverso gusto de los compradores hay en la misma Real Fábrica una multitud de otros grandes y pequeños adornos que imitan las telas de seda de última moda, y también toda clase de grandes dibujos arabescos para dividir en cuadros, con sus fajas de distinto color257.
132En 1796 hubo otra renovación, pero solo sabemos que se trataba de «nuevos dibujos y gusto, con colores muy vivos y brillantes, tomados los asuntos de la arquitectura, mitología o fábula, &c.» Omitía la descripción pues sería «muy prolija» pero a cambio convidaba
a las personas de gusto que quieran enterarse puntualmente de lo expresado, le favorezcan con ir a su Fábrica, donde tiene colgada de estos nuevos adornos, una espaciosa sala, para que sirvan de muestra y manifieste el hermoso efecto que producen colocados en la pared, y la gracia y decencia con que amueblan la habitación258.
133Al año siguiente cambió de política e insertó una completa descripción, quizás porque el ahorro de esta no le reportó los resultados que deseaba, entre otras razones porque era imposible para aquellos que no residieran en Madrid hacerse una idea de los motivos. Así nos da la oportunidad de imaginar cómo eran los interiores de los que definitivamente querían estar a la moda:
A fin de que se pueda formar una idea exacta de ello, ha vestido un salón de su fábrica de diferentes adornos, ente ellos varios nuevos de delicado gusto, como son: I. un enrejado de jardín enlazado de hojas de carpe, con nichos que contienen estatuas, y con pilastras de orden corintio y compuesto. II. una colgadura sembrada de flores menudas, con pabellón y cortinas con franjas y borlas, que semejan a la hechas de mano, y puede hacer juego con cualquiera cama. III. un dibujo para adorno de un salón, compuesto de un centro en forma de trenzas, y acompañado de pilastras que incluyen distintas figuras bronceadas, y las cornisas correspondientes. IV. un fondo transparente que imita la muselina, con su compartimiento de alcoba, al gusto chinesco y griego. V. imitando cotonia, adornado con arabescos. VI. fondo azul real con sus divisiones octógonas; y VII. una gran porción de figuras que representan asuntos de mitología y otros. Igualmente tiene crecido número de camafeos distintos, como asimismo medallones rodeados de flores, canastillos y tiestos para colocar en las sobrepuertas y en el ínterin de las colgaduras.
134Por último, había introducido mejoras que afectaban tanto al efecto del acabado como a la limpieza, dos cuestiones que, como hemos visto, daban bastantes quebraderos de cabeza:
Para satisfacer los varios gustos, emplea, después de colocado el papel, un barniz que no despidiendo mal olor, le da un gran lustre, no degrada la viveza de los colores y facilita la nueva ventaja de que se pueda limpiar con una esponja mojada, sin que se despegue ni desmejore: lo que se puede ver en la misma fábrica. Los sujetos de fuera de Madrid que deseen colgaduras, dirigirán al mismo propietario un plan o las medidas de las habitaciones259.
135En los siguientes anuncios localizados no se vuelve a dar una información exhaustiva sobre las novedades. Las nuevas decoraciones introducidas en 1802 imitaban «al terciopelo» y al «plateado»260, y en las de 1804 había papeles que tenían realzados sus dibujos en «oro, plata y terciopelo de varios colores», mientras otros imitaban «perfectamente al linón y raso, con igual gusto que las anteriores, jarrones de flores, estatuas, diferentes de las que los consumidores han visto hasta el presente»; también había preparadas «sobrepuertas de todos tamaños, con flores, camafeos y bajo relieves»261.
136Ese mismo año de 1804 se insertó en el primer número de las Efemérides de la Ilustración un artículo dedicado a la Real Fábrica de Tapices donde, además de ponderar los adelantamientos y progresos del establecimiento, se insistía en que los extranjeros admiraban «los tapices y alfombras que visten los Palacios de Madrid y Reales Sitios, y los que adornan las casas de varios Grandes y particulares262». La consulta sistemática de la prensa cuestiona por lo menos la última parte. En todos los casos en los que nos hemos topado con tapices, se trata de ventas de segunda mano y de series antiguas: en ocasiones en tiendas especializadas263, en otras un particular264; a veces se informa de su contenido265, en otras de su tamaño266. La conclusión a la que se llega es que no fue fácil deshacerse de estos preciados adornos de otro tiempo a pesar de lo mucho que se devaluaron267. Tres años estuvo a la venta esta auténtica ganga y no podemos asegurar que al final encontrara comprador:
Quien quisiere comprar 16 tapices muy bien tratados que tiran 393 varas de plano y representa la Historia de Alejandro cuyo costo de primera compra ascendió a 60 000 rs. y al presente están valuados en 11 790 y se dan en 5 895 rs. acuda a verse con D. Nicolás Ramos García que vive en la calle de las Huertas frente al Cementerio de san Sebastián n. 5 cuarto bajo interior quien los manifestará268.
137Ni los espacios, ni el confort, ni el gusto tenían ya cabida para grandes paños cargados de figuras e historias difíciles de entender, mantener y limpiar, pero sobre todo imposibles de insertar en un conjunto decorativo a la moda que fuera escenario adecuado para la nueva sociabilidad contemporánea.
Apéndices
Apéndice 1. — Relación de colgaduras de pared descritas en el inventario de la residencia del marqués de Iranda en 1777
Tipo de colgadura | Descripción de la colgadura, cortinas del conjunto y medidas | Tasación (reales vellón) |
Papel pintado | «Colgadura de papel pintado fondo azul con ciento treinta y dos varas» | 264 |
«Colgadura de papel fondo blanco pintado de encarnado […] que componen ciento veinte y cuatro varas» | 248 | |
«Colgadura de papel pintado fondo color caña, con ciento setenta varas» | 240 | |
«Colgadura de papel pintado fondo blanco, con ciento treinta y seis varas» | 204 | |
«Colgadura de papel fondo amarillo […] con noventa varas» | 180 | |
«Colgadura de papel pintado fondo ceniciento con ciento y diez varas» | 161 | |
Papel chinesco | «Colgadura de papel chinesco, toda forrada en lienzo, compuesta de diez y seis paños, inclusas las sobrepuertas y tres países de lo mismo que están encima de los espejos, como también la guarnición de las ventanas» | 5 500 |
«Colgadura de papeles chinescos barnizados y forrados de lienzo, que se compone de cincuenta y tres paños, todos guarnecidos de moldura verde hechura de palmas con friso correspondiente guarnecido de moldura lisa regular y su cornisa ancha pintada de verde y blanco» | 4 000 | |
Pintadas sobre lienzo | «Colgadura pintada sobre lienzo fondo color de porcelanas y flores, con treinta y cinco varas en cuadro» | 552 |
«Colgadura pintada a la chinesca sobre lienzo, con treinta y nueve paños, todo puesto en sus bastidores y guarnecido de moldura dorada» | 12 000 | |
Con guadamecíes | «Colgadura con ciento y setenta guadameciles, fondo azul y dorado con flores» | 3 400 |
«Colgadura de ciento y trece guadamecíes verdes y dorados, fondo azul» | 2 260 | |
Damasco | «Colgadura de damasco carmesí, con doscientas y cincuenta varas, inclusas las seis cortinas» | 5 000 |
«Colgadura de damasco amarillo poco usada, con doscientas y cuatro varas, inclusas las cuatro cortinas […], las dos en pabellón con sus cordones y borlas correspondientes» | 4 488 | |
Otros tipos | «Colgadura de lustrina de León de Francia [Lyon], fondo amarillo, listas blancas, y matices, con trescientas setenta y una varas, inclusas las cinco cortinas correspondientes» | 17 808 |
«Colgadura de pequín amarillo y flores, con noventa varas, inclusas las tres medias cortinas que están puestas en sus cenefas» | 2 700 | |
«Colgadura nueva de cotón, fondo blanco y listas, con cuatro cortinas correspondientes que todo compone noventa varas» | 720 |
138Fuente: López Castán, 1991, pp. 27-28.
Apéndice 2. — Selección de anuncios sobre servicios de adornistas ofertados en el Diario de Madrid (1792-1799)
Fecha | Descripción del servicio y localización del adornista |
8 y 12 de abril de 1792 | «En la calle de Silva casa núm. 8, frente a la de la Señora Marquesa de Cedillo, tienda de pintor y dorador, se pintan salas y gabinetes de todas modas, se charolan coches, y todo género de dorado, y se pinta en vitela, todo con equidad» |
6 de abril de 1793 | «En la calle de los Jardines casa n. 10 cuarto tercero, se doran y se pintan camas imperiales a 18 y 20 pesos, como también salas, gabinetes y alcoba, todo de moda» |
8 de octubre de 1794 | «En la calle de Mesón de Paños casa n. 5 cuarto segundo, darán razón de un pintor que pinta salas y gabinetes a 3 rs. la vara con mucho primor» |
23 de noviembre de 1794 | «Un sujeto que pinta salas, alcobas y gabinetes solicita qué trabajar, advirtiendo que lo hará con bastante equidad; quien le necesite acudirá a la tienda joyería que está en la calle de Amor de Dios esquina a la de San Juan» |
26 de noviembre de 1794 | «En la calle del Molino de Viento esquina a la del Rosario casa n. 5 y 6, cuarto bajo, vive un pintor que pinta salas, alcobas y gabinetes, con perfección y equidad» |
16 de mayo de 1795 | «Si alguna persona quisiere que le pinten alguna sala o gabinete acuda a la calle de las Huertas n. 15, cuarto entresuelo, donde vive un pintor que lo ejecutará bien y con equidad» |
6 de septiembre de 1795 | «Julián Gómez, que vive en la calle ancha del Avapiés, casa n. 3, al bodegón, hace presente al público cómo pinta salas, gabinetes, frisos y camas con adorno y liso, con la mayor equidad» |
14 de enero de 1796 | «En la calle de Buenavista n. 35 vive Antonio Román de la facultad de pintor que pinta de toda clase de adornos, salas y otras cosas» |
12 de julio de 1797 y 1 de marzo de 1799 | «En la calle de León n. 19, cuarto bajo, darán razón de un pintor recién venido a esta corte que pinta orlas para coches y calesines y de otros géneros de adornos, charoles y salas, todo con bastante equidad» y «otras pinturas» |
1 de marzo de 1798 | «En la plazuela de San Ildefonso casa tienda de cirujano, que está donde estaba la administración de Lotería, darán razón de un pintor de salas y gabinetes que ofrece hacerlo con la mayor equidad, sean países u adornos» |
4 de agosto de 1799 | «En la calle del Sordo casa sin n. cuarto tercero vive un pintor que pinta salas, gabinetes y lo que le manden con toda equidad» |
Apéndice 3. — Selección de anuncios sobre servicios de aseo y limpieza domésticos ofertados por doradores, pintores y otros especialistas en el Diario de Madrid (1791-1796)
a.- Maestro dorador con tienda en la calle del duque de Alba, casa n. 22
Fecha | Descripción del servicio |
25 de octubre de 1791 | «En la calle del duque de Alba, esquina a la Plazuela del mismo nombre, tienda de dorador, se limpia toda clase de dorado, el humo y suciedad de moscas» |
15 de junio de 1792 | «En la calle del duque de Alba, casa n. 22, tienda de Dorador que hace esquina a la plazuela del mismo nombre, se limpia con el mayor primor y equidad toda suciedad de moscas y humo, en cualquiera clase de dorado, dejándolo con el mismo lustre que si fuera nuevo; adviértese también que para limpiar pieza de mucho volumen, difícil de llevar a su casa, se ofrece ir a la de sus dueños y ejecutar en ella este útil y eficaz específico» |
26 de diciembre de 1792 | «En la calle del duque de Alba, casa n. 22, tienda de dorador, esquina a la plazuela de dicha calle, se halla un específico, que con el mayor primor y equidad limpia toda suciedad de humo y moscas en cualquier clase de dorado, dejándolo con el mismo lustre como si fuera nuevo» |
15 de mayo de 1793 y 26 de enero de 1794 | «El dorador que vive en la calle del duque de Alba, casa n. 22, esquina a la plazuela del mismo nombre, reitera al Público su específico para limpiar con el mayor primor y equidad toda suciedad de moscas en cualquier clase de dorado, por ahumado que esté ,dejándolo todo con mucho lustre» |
26 de enero de 1794 | «En la calle del duque de Alba, esquina a la plazuela del mismo nombre, casa n. 22, vive un sujeto que por sí solo limpia el humo y suciedad de moscas en todo género de obra doradas de Iglesias y casas con toda equidad, y también vende una escultura de San José de alto de vara y media cuarta, con su Niño» |
19 de junio de 1796 | «En la calle del duque de Alba, esquina a la plazuela del mismo nombre, hay un maestro dorador y pintor que limpia humo y suciedades de moscas en todo género de obra dorada, lo que queda como nuevo y hace la posible equidad» |
b.- Secreto de Nicolás Llongo, profesor de pintura, para limpiar dorados y mejora de la técnica
Fecha | Descripción del servicio |
17 de noviembre de 1794 | «D. Nicolás Llongo, vecino de esta Corte, profesor de pintura y discípulo de la Real Academia de San Fernando, da noticia al público cómo ha descubierto un secreto con el que limpia perfectamente toda clase de dorado, tanto en bronces como retablos, cornucopias y todo género de muebles como no estén barnizados, dejándolo con la misma limpieza y brillo que cuando nuevo, aunque se halle el dorado ahumado o lleno de suciedad de moscas; también con el mismo específico limpia y hermosea toda clase de cuadros y pinturas, dejándolos también como nuevos y toda clase de pedrería fina, todo con la mayor equidad, vive en la calle de Valverde, casa lonja sin n. frente a la fuente» (publicado en los mismos términos en la Gaceta de Madrid, 21 de noviembre de 1794, p. 1385) |
2 de junio de 1796 | «Nicolás Llongo, discípulo de la Academia de S. Fernando que ha descubierto el secreto para limpiar los dorados viejos; no estando barnizados, bronces, y demás metales y pinturas viejas, estas aunque estén barnizadas y mal retocadas, les quita el barniz que las tiene perdidas y las perfecciona, dejándolas en su igual colorido, como nuevas; y habiendo estado fuera de esta Corte por algunos meses para más adelantamiento del secreto, ha sutilizado mayor perfección hacerlo con mucha más equidad y perfección, lo que previene al público para que el que guste valerse de este beneficio acuda a su habitación, calle de la Puebla vieja, frente a las Monjas de D. Juan de Alarcón, n. 2 cuarto segundo» |
c.- Limpieza de oro y artículos delicados de Juan Ángel Aguirre
Fecha | Descripción del servicio |
24 de noviembre de 1795 | «D. Juan Ángel de Aguirre, residente en Madrid, hace 16 años que está ejecutando prácticamente, así en la Corte como en otros reinos, el limpiar el oro a los altares y otras piezas delicadas, dejándolos como nuevos, aunque tenga el oro 200 años, y las carnaciones de los santos con igual primor, como lo ha ejecutado en varias Iglesias y Oratorios de esta Corte: lo mismo hace con los marcos y adornos de los cuadros y espejos, los cuales quedan como nuevos; limpia igualmente las pinturas, las compone si están rotas, como lo ha practicado en algunas casas a satisfacción de sus dueños; se dará razón de este sujeto en la librería de Fernández y compañía frente a San Felipe el Real» |
31 de agosto de 1797 | «D. Juan Ángel de Aguirre, residente en esta Corte, que vive en la calle de Hortaleza n. 12, cuarto principal, frente al estanquillo, hace presente cómo limpia el dorado de los altares dejándolos como nuevos las encarnaciones y todo género de dorados» |
3 de enero de 1798 | «Don Juan Ángel de Aguirre, residente en Madrid, hace 18 años que está ejecutando prácticamente, así en esta corte como en otros reinos, el limpiar y bruñir el dorado de los altares, y aunque esté el oro de color de cobre queda con su brillantez y lustre como lo ha practicado en los retablos mayores del Hospital General y de Santa Clara de esta corte y otros varios, dejándolos con mucho lucimiento; lo mismo hace con las encarnaciones y pinturas de los cuadros como se puede ver; igualmente con los adornos de los espejos, cornucopias, y las pinturas de los cuadros, los que compone si están rotos, como lo ha hecho en oratorios y casas de señores particulares a satisfacción de sus dueños, vive en la calle Hortaleza n. 12, frente al estanquillo, cuarto bajo» |
Apéndice 4. — Anuncios de escultura de importación para el adorno publicados en el Diario de Madrid
Fecha | Descripción de la venta y localización |
14 de mayo de 1792 | «En la calle del Reloj casa n. 15, cuarto segundo, se venden 19 grupos de 2 a 3 figuras historiadas y de una sola pieza cada grupo, de alabastro, que tiene de alto un palmo, transparentes y sonoros, hechos en Roma por el célebre Escultor Segismundo Fantastici. Asimismo, se hallan de venta 16 piezas de varia escultura de piedra muy dura, semejantes por su acompañamiento y ornato, que son obras de la célebre Escuela de Pich. Quien quiera tomar algunas, acuda a dicha casa a toda hora del día o avisarle a donde ha de acudir. Asimismo los profesores de pinturas que quisieren ver algunas cosas de mérito podrán acudir de 8 a 11 por la mañana y de 2 a 6 por la tarde» |
25 de enero de 1793 | «Un sujeto de nación italiano ha traído de Roma diez y ocho grupos de figuras de alabastro muy fino y transparente, y cada uno del tamaño de un palmo, poco más o menos, compuesto de dos a tres figuras que son: Venus y Cupido, Venus y Vulcano, Diana cazadora, Diana y Apolo, Apolo y Venus, Júpiter y Ganimedes, Júpiter y Zezra, Ciringa Mudata, el Dios Pan, Dafne mudada en laurel, Andrómeda con la serpiente, Angaluca y Mercurio, Tiole y Hércules, Lucrecia romana, la hermafrodita y otras semejantes; todas con escultura de nueva invención, según afirman muchos profesores. Se venden también treinta y dos figuras de los más antiguos Emperadores Romanos, de concha del tamaño de medio duro, hechas en Roma en la escuela de Pique, y el autor de ella es Segismundo Taurici e hijo, Romanos: quien quisiere comprarlas acuda a la calle de San Vicente, esquina a la de San Andrés, casa n. 14, cuarto principal, y dando aviso se le llevaran a su casa» |
18 de diciembre de 1795 | «En la calle de las Infantas n. 14 cuarto principal, se halla de venta un retablo muy precioso para oratorio, hecho de flores de Italia, con sus cristales, lleno de reliquias de santos engarzadas en plata de filigrana con sus auténticas de Roma; una efigie de escultura de la Concepción de más de vara de alto, de la escuela de Nicolas Fiumo, y cuatro santos más pequeños de talla, que todo se desarma» |
Apéndice 5. — Anuncios sobre doradores a molido publicados en el Diario de Madrid (1788-1797)
Fecha | Descripción del servicio y localización |
23 de febrero de 1788 | «En la [calle] del Almendro, n. 39, cuarto 2 se trabaja con mucha perfección toda suerte de piezas de bronce para máquinas, adornos para iglesias y gabinetes; piezas de relojería; se componen los embutidos del mismo metal; se dora de oro molido y se platea» |
14 de agosto de 1794 | «En la calle de la Salud n. 2 cuarto segundo interior, vive Francisco Zernuda, maestro sastre, el que dará razón de un dorador de molido que trabaja con mucha perfección; da el color al oro que nunca pierde, y todo con equidad» |
26 de noviembre de 1794 | «A esta corte ha llegado un caballero que se llama Don Martín Puente Lázaro de la Vega, que dora a molido todo género de metales, y el acero; vive en el parador de Alicante cuarto n. 11» |
13 de diciembre de 1794 | «En el parador de Alicante cuarto n. 11 darán razón de uno que dora toda clase de metales a molido y vasos sagrados; trabaja el oro con toda perfección que pide el arte» |
27 de noviembre de 1796 | «Acaba de llegar a esta corte Mr. Francisco Josef Caminos, de nación francés, el que dora de molido todo género de obras, tanto en cobre como en plata, vajillas, obras de iglesia, etc., poniéndolas en caso necesario con su mate correspondiente y da con el mayor primor los colores verde y encarnado; igualmente dora toda clase de obras y molduras de coche, quien le necesite podrá acudir a la calle ancha de San Bernardo, junto a la puerta de Fuencarral, casa de los gremios cuarto n. 11 a 4 altos» |
30 de diciembre de 1796 | «En la calle de las Infantas casa n. 12 frente a la de San Jorge cuarto tercero vive un extranjero que dora de molido de varios colores, toda clase de alhajas y adornos: asimismo cincela toda pieza de oro y plata y sobre todos metales; también pule cualquier obra de platero de oro y tiene sierrecitas de pelo para los plateros, diamantistas y abaniqueros, todo con equidad» |
30 de octubre de 1797 | «Felipe Ferrari que vive en la calle de los Tintes a los Caños del Peral casa n. 7 cuarto principal, dora de molido cualquiera clase de metales, también pone en color con barniz todo adorno de bronces de relojes de mesa, dejándolo como nuevo» |
Apéndice 6. — Relación de noticias y anuncios sobre la Real Fábrica de Papeles Pintados en la prensa (1789-1809)
Periódico(s) y fecha(s) de publicación | Contenido de la noticia / anuncio |
Gaceta de Madrid, 3 de marzo de 1789, pp. 158-159 | «Apertura de la fábrica» |
Diario de Madrid, 8 de mayo de 1789 y Gaceta de Madrid, 12 de junio de 1789, p. 412 | «Venta y muestra de dibujo especial de arquitectura y flores» |
Diario de Madrid, 1 de agosto de 1789 | «Venta de chupas y chupetines estampados» |
Gaceta de Madrid, 5 de enero de 1790, p. 16 | «Apertura del almacén en la calle Postas» |
Gaceta de Madrid, 5 de marzo de 1790, p. 155 | «Bajada de precios y nuevos servicios» |
Diario de Madrid, 12 de septiembre de 1790 | «Costes de encoladura» |
Diario de Madrid, 22 y 25 de noviembre de 1790 | «Venta de biombos y su lugar de venta» |
Gaceta de Madrid, 3 de diciembre de 1790, p. 803 y Diario de Madrid, 7 de diciembre de 1790 | «Apertura de almacén en la tienda de estampas de Jerónimo Molinari, en Cádiz» |
Gaceta de Madrid, 29 de marzo de 1791, pp. 219-220 y Diario de Madrid, 2 de abril de 1791 | «Rebaja de precios, almacén en Cádiz y expansión en América» |
Diario de Madrid, 24 de noviembre de 1792 | «Venta de dos estufas en la Fábrica» |
Diario de Madrid, 21 de julio de 1793 | «Nuevo punto de venta en Madrid en calle del Carmen» |
Gaceta de Madrid, 27 de agosto de 1793, pp. 867-868 | «Nombramiento de Pedro Giroud de Villete Director de la Real Fábrica» |
Diario de Madrid, 16 de octubre de 1793 y Continuación del Memorial Literario, diciembre de 1793, pp. 401-402 | «Venta y muestra de tres nuevos dibujos de perspectivas de arquitectura» |
Diario de Madrid, 4 y 14 de abril de 1794 | «Venta de papeles de la fábrica en otras tiendas y puntos» |
Diario de Madrid, 30 de enero de 1795 | «Oficiales tapiceros de la Real Fábrica en Aranjuez» |
Diario de Madrid, 11 de abril de 1796 | «Muestra de papeles pintados plazuela San Juan» |
Gaceta de Madrid, 28 de abril de 1797, p. 351; Mercurio de España, abril de 1797, pp. 383-385 y Diario de Madrid, 4 de mayo de 1797 | «Muestra de papeles pintados» |
Diario de Madrid, 25 de enero de 1798 | «Oficiales tapiceros de la Real Fábrica en Aranjuez» |
Diario de Madrid, 13 de marzo de 1802, Gaceta de Madrid, 16 de marzo de 1802, p. 243 y Correo Mercantil de España y de sus Indias, 8 de abril de 1802, p. 224 | «Nuevo punto de venta en Madrid en calle Imperial» |
Gaceta de Madrid, 9 de octubre de 1804, p. 898 | «Nueva colección para salas y gabinetes y nuevo punto de venta en el comercio de Cádiz» |
Suplemento a la Gaceta de Madrid, 29 de abril de 1809, p. 569 | «Se continúa trabajando a pesar de la situación de guerra» |
Notes de bas de page
1 Ponz, Viaje de España, t. V, pp. xvii-xviii. Según el Diccionario de Autoridades, por «colgadura» se entendía: «Tapicerías, paños, telas, damascos, tafetanes y otros tejidos con que se adornan y cubren las paredes de las casas y exteriores, las camas y otras cosas». Según el Diccionario de la Real Academia Española de 1803, «colgadura» era el «conjunto de tapices, o telas de seda, lana con que se cubre y adornan las paredes interiores de las casas. La acción de colgar. Las cortinas, cenefas y cielo de la cama que sirven de abrigo y adorno de ella, hacense de varias telas».
2 Jovellanos, 2014, pp. 86-87.
3 Por ejemplo, en Santa Cruz de la Palma: «Las casas del Coronel son fabricadas modernamente y de buen gusto y frontispicio bien visto, estaban en su interior, patio, escaleras, entresuelos y corredores, muy aseadas y bien iluminadas. Las paredes de las piezas principales para el concurso se hallaban adornadas de buenas láminas y espejos dorados con correspondientes colgaduras de damasco carmesí, en rigurosa Moda; araña de cristal y acomodadas luces, en circunferencia todas de cera y esperma» (Pérez García, 1995, p. 216, citado por González Chávez, 2009, p. 80).
4 Continuación de las Actas de la Real Academia de Nobles Artes establecida en Valencia, p. 37.
5 Publicado desde 1786 bajo el título de Diario curioso, erudito, económico y comercial, su difusión alcanzó un éxito notable a juzgar por su número de suscriptores y continuidad. Parte de su éxito radicaba en ofrecer a sus lectores artículos breves de divulgación científica y literaria, crítica de costumbres, noticias de actualidad y, en el ámbito que nos ocupa, útil información de carácter comercial como los avisos de oferta y demanda de empleos o los anuncios de novedades de artículos y productos; véase Larriba, 2013, p. 163.
6 Ramos Santana, 2008, pp. 34 y 50. Hacemos nuestras estas cuestiones metodológicas en torno a la prensa, recogidas por este autor junto a otras consideraciones vinculadas a lo cotidiano.
7 Esto respondería a la doble naturaleza activa y pasiva que caracteriza al periódico como fuente histórica; véase Saiz García, Fuentes, 1993, p. 528.
8 Salvo que se indique lo contrario, en todos los casos se han salvado las erratas, los errores y se ha actualizado la ortografía, manteniendo el uso de las abreviaturas monetarias rs. (reales), rs. vn. (reales de vellón) y mrs. (maravedíes). Un número ordinario del Diario de Madrid constaba de cuatro páginas; por lo general había secciones estables, aunque no tuvieran título particular, y los avisos o anuncios, si los hay, se encuentran normalmente en las dos últimas páginas. Dado que son constantes los errores de numeración y paginación, se ha optado por indicar solo la fecha; el periódico está accesible en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España. Sí se ha indicado la paginación en otras obras periódicas para las que resulta imprescindible localizar los fragmentos citados, como la Gaceta de Madrid (accesible en el repositorio histórico de la web del Boletín Oficial del Estado), o de otras obras como el Mercurio de España o el Memorial Literario, que, al ser de periodicidad mensual, contenían muchas páginas.
9 Para estas propuestas metodológicas véase Franco Rubio, 2009, pp. 67-79.
10 Para una aproximación inicial al planteamiento de estas cuestiones, véase Molina, Vega, 2018, del que este ensayo es continuación.
11 Pagó por el papel 300 reales; véase Lorenzo Álvarez, 2011, p. 114.
12 Herrero Carretero, 1996, pp. 80-82.
13 Otra de las novedades que se introdujo en el tapiz fue reducir el tamaño de las figuras, hecho que quedó como definitorio de la «tapicería moderna»: «En la calle de Carretas, casa n. 18, cuarto bajo se vende con mucha equidad una tapicería moderna de 6 paños, 5 anas de caída, y con figuras pequeñas» (Diario curioso, erudito, económico y comercial, 26 y 28 de octubre de 1786).
14 Ezquerra del Bayo, 1944, pp. 328-329.
15 Sobre este fenómeno en Aragón, Abad Zardoya hace el siguiente comentario: «… las tapicerías flamencas o paños de raz de estofa antigua, muy cotizados, que aparecen en los inventarios zaragozanos con tal denominación hasta bien entrado el xviii. Desde el xvi se concentran en las casas de la alta y la baja nobleza, estando casi totalmente excluidas de las viviendas de otros sectores sociales, que sustituyen esta decoración por guadamecíes, cuadros o reposteros [paños bordados]. La conservación, con el paso de las generaciones, de este tipo de objetos y su exhibición, aun cuando éstos han dejado de estar de moda, sigue suponiendo durante mucho tiempo un símbolo de prestigio, de abolengo» (Abad Zardoya, 2014, p. 411, cursiva original).
16 «Inventario de los bienes de don Francisco Javier Solanot», Bujaloz, 18 de julio de 1776, en Nieto [disponible en línea].
17 La presencia de estas láminas entre los cuadros habla a su vez de la revolución que supuso la nueva política de las artes en relación con el grabado y el afianzamiento del deleite por las estampas de «buen gusto» en el adorno, gracias también al abaratamiento del cristal; véase Vega, 2010, cap. 5.
18 Como señala Creixell, a la función estructural de las puertas se le añadía el valor de ser «una superficie susceptible de ser embellecida a efectos de mejorar la totalidad de una determinada estancia. Así, cuando una puerta no estaba decorada directamente sobre la madera, era recubierta con plafones de tela con pinturas al óleo, como si de un vestido se tratara. Este sistema posibilitaba el cambio de decoración sin que sufrieran daño las piezas desestimadas, que podían ser utilizadas en otras puertas o estancias secundarias» (Creixell i Cabeza, 2013, p. 48).
19 En este apartado no entran las cortinas que, por lo general, se consideran como una parte del adorno doméstico diferente a la colgadura, aunque lógicamente tenía que hacer juego con la misma. Por ejemplo, por el testamento de Francisco Sabatini se sabe que las paredes seguían la moda y se organizaban con «unos zócalos o arrimaderos altos, moldurados, pintados y dorados, que servían de base a colgaduras de un tejido de seda y que se coordinaban con cortinas y asientos, y por cuyo color, como vemos se designaban algunas habitaciones» (Ruiz Hernando, 1993, p. 98).
20 Cruz, Teatro o colección de los sainetes y demás obras dramáticas, pp. 134-135.
21 Grognard admiraba al marqués de Iranda, Simón de Aragorri, y esperaba recibir algún encargo de sederías para su casa; véanse las cartas 6 y 7, San Ildefonso, 5 de octubre y 1 de noviembre de 1787, respectivamente. Grognard consiguió la comisión de un traje con bordados de oro para la marquesa de Iranda, Josefa de la Torre, el 2 de marzo de 1789. Sin embargo, las negligencias de Pernon en el cumplimiento de los encargos provocarán el enfado de la marquesa y la pérdida de un posible pedido de colgaduras para su casa; véase la carta 42, Madrid, 10 de septiembre de 1789, y los episodios similares descritos en el capítulo anterior de este mismo volumen.
22 López Castán, 1991.
23 Véase la descripción de las colgaduras descritas y su clasificación en la tabla del apéndice 1, ubicada al final de este capítulo. De un estilo similar debió ser la decoración de la casa que Fausto Francisco Palafox y Rebolledo preparó para su familia cuando se trasladó a vivir a Madrid tras contraer matrimonio en 1774 en Zaragoza; para la renovación adquirió multitud de «colgaduras, cortinas, flecos, lazos» (Andueza Unanua, 2009, p. 376).
24 López Castán, 1991, p. 28.
25 Jordán de Urríes y de la Colina, 2006, p. 18.
26 Según se desprende del estudio de Ezquerra del Bayo, todavía se conservaban en el palacete de la Moncloa algunas de las pinturas de las paredes que, bajo la dirección de Juan Carreño y Francisco Rizi, copiaban cuadros «de Rafael, de Ticiano, de Veronés, de Van-Dick, de Rubens, de Velázquez, y de otros muchos, y con marcos de oro, también pintados, y colgaduras de telas fingidas famosísimamente», y de todo ello se hizo lenguas Palomino, 1947, p. 926.
27 Beckford, 1966, pp. 134-135. La situación llegó a exasperar al viajero, quien podemos constatar compartía las opiniones de Jovellanos y Ponz: «Mi humor, bueno de ordinario, se sintió tan irritado por este espectáculo que rogué me excusaran de seguir la excursión y volví a casa, mientras Infantado regresaba a su palacio. No tardé en reunirme con él, pues había sido invitado a cenar aquella noche con su virtuoso y amable papá. Menos mal que la moda de la decoración de interiores a la francesa no ha manchado aún esta sencilla y principesca morada, que conserva su noble simplicidad castellana, con todos sus famosos cuadros intactos y aún no contaminados»; cursiva original.
28 Ezquerra del Bayo, 1929, p. 23; las tasaciones se transcriben con paginación propia en el libro.
29 De hecho, llegado el momento, Goya le expresará a su amigo Zapater que no es esa su especialidad, y por su parte, Maella se negó a atender las solicitudes de nuevos cartones que hizo el director de la Fábrica de Tapices, Livinio Stuyck, en 1800, por no ser su competencia; en sus palabras, además, se percibe un claro sentimiento de superioridad de su arte: «Teniendo S. M. Pintores de Adorno con sueldo y siendo lo que V. E. me manda perteneciente al ornato sería más conducente disponer que dichos dibujos los hagan con mi dirección los adornistas que no los Pintores de Historia y Figura para el mejor cumplimiento en el Real Servicio. Además, que aunque entiendo algo de ornato nunca se me ha mandado Pintar» (Mano, 2011, p. 283).
30 López Castán, 2012. El historiador propone que el retrato de familia de Ranc es un escenario decorativo inventado que puede dar una idea sobre este tipo de actividades.
31 Según explica Doria Torres, 2007, en el curso del siglo xviii evolucionó el gusto, y del uso de telas lisas y seda brocada para colgaduras y cortinas se pasó a las telas estampadas, que permitieron introducir una mayor riqueza cromática —tanto la de gusto clasicista como la exótica de origen árabe— además de una capacidad de imitación mayor y rico de brocados.
32 Castro Cuenca, 1994, pp. 556 y 548 respectivamente.
33 Para Nieto Sánchez, 2016, p. 56, artesano es «un trabajador manual, ya opere en un taller o una real fábrica, que se distingue por su alta cualificación, la valoración de la destreza del oficio, del producto resultante fruto de su pericia, y el control artesano sobre el trabajo y en ocasiones sobre el producto»; en esa definición encaja la mayor parte de los comprometidos en el diseño y ejecución de las colgaduras que adornaron las casas dieciochescas españolas.
34 Sánchez López, inédita, p. 139. Como explica el historiador, «en vista de que hay algún mérito en estas obras» y «en consideración también de que es justo recurrir del modo posible a que a los verdaderos Profesores y aplicados a las artes no se les atropelle los gremios de los que usurpan el nombre de pintores, escultores y arquitectos sin serlo», la Junta de la Academia «acordó por uniformidad de todos los votos conceder a los dichos Cristóbal Vilella y Joseph Cantellops el Grado de Académicos Supernumerarios por la Pintura».
35 Nieto Sánchez, Zofío Llorente, 2015, p. 50.
36 Sobre esta cuestión, véase Molina, Vega, 2004. Un elocuente ejemplo que expresa el espíritu de esta época es el inicio del prospecto «suscripción a la obra de grabado intitulada: Muestras de trajes y muebles decentes y de buen gusto», que dice así: «Esta obra dará en varias estampas con la explicación necesaria un exacto y pronto conocimiento de los nuevos trajes inventados para uno y otro sexo, fuera de España, con sus respectivos peinados y cabos, de los nuevos muebles y adornos para las habitaciones, de las nuevas formas y hechuras de coches, obras de platería y cuanto en estas especies se considera cómodo y agradable. Es útil por lo mismo a todas las personas de gusto delicado en estos objetos: a la mayor parte de nuestros menestrales, como sastres, bateras, modistas, peluqueros, plateros, maestros de hacer coches, tapiceros, ebanistas, tallistas, broncistas y casi cuantos contribuyen para nuestra comodidad y lucimiento» (Diario de Madrid, 5 de enero de 1791).
37 La correspondencia de Grognard que se transcribe en este mismo volumen es rica en ejemplos sobre esta interrelación y da una idea cabal de cómo los encargos de indumentaria abrían o cerraban la puerta a las comisiones de colgaduras y tapicerías de mobiliario.
38 Diario de Madrid, 9 de mayo de 1788.
39 Diario de Madrid, 22 de julio y 1 agosto de 1789. Para todo lo referente a la instalación de la fábrica y su devenir véase Rose-de Viejo, 2015. Por esos años se puso a la venta la citada colección de estampas Muestra de Trajes y muebles decentes y de buen gusto, estableciendo de nuevo una estrecha relación visual entre el adorno personal y el de la casa. Por otro lado, en la formación práctica se consideraba como parte del mismo ámbito profesional: «La intención del Fabricante de Indianas debe ser la de vestir las mujeres, y adornar las salas, y para esto deben siempre seguirse las mismas reglas que para los dibujos de telas de seda […] Un dibujante debe saber todos los géneros de telas y conocer la fábrica de estas, para disponer los diseños, y darles el colorido arreglado al género de Indiana que intenta sacar» (Arte de hacer las Indianas, p. 4).
40 Nieto Sánchez, 2016, p. 56.
41 Casi es un lugar común, al hablar del adorno de la casa, hacer referencia a la carta XLI de Cadalso, Cartas marruecas, quedando contextualizado dicho adorno a la polémica sobre el lujo, y probablemente también ha tenido mucho que ver en esta asociación el tipo de documentación que hemos conservado. En nuestra opinión, no obstante, en la idea del adorno de interiores se pensaba en la sociabilidad, pero prevalecía la comodidad y seguridad de los moradores, pues a través de dicho adorno también se reforzaba su sentido de pertenencia a un determinado sector o grupo y se facilitaban las relaciones sociales y familiares, al tener constancia de que se compartía la preocupación y ocupación por el lugar de habitación.
42 Hay que tener en cuenta, además, que estos servicios paliaban en parte el desfase entre gastos e ingresos en el que cayeron buena parte de los nobles debido al consumo de bienes suntuarios, el cual llevó a pleitear a muchos de los perjudicados por los impagos. Como sentencia Nieto: «La industria madrileña necesitaba a los nobles, pero sus lujos llevaban a la ruina a los artesanos» (Nieto Sánchez, 2006, p. 295 sqq.).
43 Hoy se considera que la demanda es clave para entender las pautas de los hábitos de consumo y su propagación, pero la cercanía no es el único agente en el efecto de emulación e imitación del mismo, entre otras razones por la flexibilidad que introdujo la progresiva pérdida de la rigidez estamental y la creciente movilidad social; véase Yun, García Fernández, 1997, pp. 247-251.
44 Morales y Marín, 1994, pp. 257-285 y 295-301.
45 Por supuesto, también ha tenido que ver en esta demora la desigual fortuna del siglo xviii y la Ilustración en nuestra propia historiografía; véase Molina, 2016. En este sentido, es interesante la observación que hace Junquera en su cuestionamiento sobre la existencia del «estilo Carlos IV» y su nula españolidad; más allá de observar que es una adaptación de la etiqueta utilizada con éxito por los anticuarios, Junquera añade: «Creo que deberíamos relegar al olvido ese supuesto estilo Carlos IV, diferenciado y español» porque ni él ni los artistas que trabajaron para él «fueron, en el sentido estricto, españoles» (Junquera, 1979, p. 13).
46 Un caso paradigmático es el coche de la princesa de Asturias en 1786, cuya descripción se publicó en detalle en el Diario de Madrid y fue celebrado y elogiado por sus contemporáneos; véase Molina, Vega, 2018, pp. 157-158.
47 Entre la prestación de servicios a cambio de habitación hemos encontrado también a un especialista en coches: «Un facultativo del arte de la pintura y dorador, desea hallar cuarto en el centro de esta Corte para establecerse, y si algún caballero que tenga coches se lo facilita, se los asistirá anualmente, rebajando los alquileres, o satisfaciendo los restos; vive en la calle de las Maldonadas, frente de la puerta del costado del Convento de la Pasión» (Diario de Madrid, 5 de febrero de 1793).
48 Tampoco supone que no hubiera especialistas dedicados solo a ello, y tal parece el caso de Manuel de Ayllon, «pintor y charolista que vive en la calle del Rubio casa n. 51 cuarto bajo, en el patio, se obliga a dar cada juego de coche a la española de medio charol, marco de color y molduras presentando muestras para que escojan a 6 doblones; juegos de forlón a la inglesa y francesa, recortados a 16 pesos y sin recortar a 12; caja forlón de medio charol, marco y molduras de color a 6 doblones; juegos de berlina recortados a 14 pesos, lisos a 10 cajas de berlina de medio charol marco y molduras de color a 5 doblones y si de estos coches y berlinas van los marcos dorados y extremos de juegos como también se llevan orla los tableros, y si de charol entero; asientos, salas de adorno, gabinetes, puertas de cualquier color que sean al temple y al olio, todo con la mayor equidad» (Diario de Madrid, 24 de septiembre de 1793).
49 Rose-de Viejo, 2015, p. 39.
50 Diario de Madrid, 10 de abril de 1790. Sí parecen fiables los precios que señala de la competencia, pues el 25 de febrero de 1791 se insertó este anuncio: «En la calle del Reloj, casa de la Parra, n. 16, en el patio vive un dorador que pinta camas de seis tablas dadas de verde al Chamberí a 30 rs. las de cinco a 28, las de cuatro a 24, y las cunas a 14; también se obliga a dar de color de porcelana al temple las puertas ventas chica con grande a 10 rs. cada una».
51 Diario de Madrid, 18 de junio de 1790. Es de subrayar que se use el término «friolera», es decir, «cosa de poca monta o de poca importancia» pues indica que se está refiriendo a todo tipo de pequeño adorno en paredes y mobiliario.
52 Diario de Madrid, 16 de septiembre de 1791.
53 Diario de Madrid, 25 de noviembre de 1792.
54 Diario de Madrid, 17 de mayo de 1793.
55 Diario de Madrid, 20 de abril de 1791.
56 Diario de Madrid, 20 de noviembre de 1792.
57 «Dámaso López pintor y dorador que vivía en la calle de San Gregorio frente a los Irlandeses avisa al público como se ha mudado a la calle de Segovia, más abajo del Consejo de Guerra, antiguo el que servirá en el pintado de salas, gabinetes y todo género de adornos con todo esmero y equidad como lo tiene acreditado darán razón de él en la aguardentería nueva que está en dicho sitio» (Diario de Madrid, 19 de mayo de 1799).
58 Diario de Madrid, 1 de julio de 1793.
59 Diario de Madrid, 28 de septiembre de 1793.
60 Diario de Madrid, 19 de enero de 1794.
61 Diario de Madrid, 30 de septiembrede 1794.
62 «Pinta todo género de adornos, salas y gabinetes de bello gusto y última moda todo a precios muy cómodos»; «Pinta todo género de adornos, salas, y gabinetes al estilo del día todo con la mayor equidad» (Diario de Madrid, 15 de marzo y 9 de octubre de 1795, respectivamente).
63 Diario de Madrid, 13 de septiembre de 1796.
64 Diario de Madrid, 21 de mayo de 1797.
65 Diario de Madrid, 30 de agosto de 1798.
66 De hecho, algunos artífices insertaron anuncios muy genéricos. Sirva de ejemplo el que vio la luz en el Diario de Madrid el 17 marzo de 1794: «En la librería de Pascual López, calle de la Montera, frente a San Luis darán razón de un pintor que pinta salas y gabinetes de todas modas al temple, coches y todo cuanto le encarguen».
67 Ordóñez Goded, inédita. También hay que considerar el hecho de que parte del trabajo se subarrendaba, y ahí es donde entrarían otros profesionales del ramo encargados de ejecutar la parte menos sofisticada. Una idea de este tipo de actividades la da el anuncio publicado en el Diario de Madrid del 25 de enero de 1795: «Isidro García y Francisco Solares, del arte de la pintura, ofrecen hacer todo dorado y el pintado que se ofreciere a cualquiera casa, pintando cada vara de friso liso a 2 rs. y con adorno a 3; cada puerta a 5, de color de porcelana al temple con dos manos y de blanco, 4; cada bovedilla a real, los balcones con puertas vidrieras, dadas dos manos al olio 16; cada cama de matrimonio a 36, las de 4 tablas a 24, cada pie de color al olio a medio real; el del temple a 16 mrs. Cada vara de sala en cuadro a 3 ½ real con adorno y sin el a 2 ½, y se pintan coches con mucha equidad: quien los necesite acudirá a tomar razón de ello a la calle de Buenavista n. 35». Otro artífice que haría este tipo de trabajos era Jaime Moñino, domiciliado en el patio del número 10 de la calle Leganitos y que pintaba «las bovedillas a real y medio y las puertas de 6 a 7 pies a 8 rs. y todo cuando le manden lo hará con el mayor primor y equidad» (Diario de Madrid, 7 de septiembre de 1794). La bovedilla es definida por el Diccionario de 1791 como «el espacio que hay vestido de yeso entre viga y viga en el techo de cualquiera habitación», por lo que hemos de suponer que era un pintor de oficio dedicado a los menesteres que ocupaban al «blanqueador de escobilla» en el siglo xviii.
68 En el proyecto de Grognard para la duquesa de Alba ella misma se constituía como la Venus que salía del baño; este hecho diferenciador transforma de manera sustancial el espacio vital donde las personas asumen con naturalidad la representación de su propio personaje. Este fenómeno se vivió de manera particular en las décadas finales del siglo xviii con relación a las antigüedades exhumadas en Pompeya y Herculano; véase Vega, 2016, pp. 177-178.
69 Cerdonio, El ropavejero literario en las ferias de Madrid, p. 106.
70 Según el autor, a costa de esta moda decorativa algunos inteligentes se estaban haciendo buenas colecciones de pintura: «Visítense las casas de algunos particulares de la Corte que, aprovechándose de la moda corriente, hacen colecciones de pinturas y estatuas con que enriquecen y adornan sus habitaciones, y se verá cuanta mayor majestad se nota en ellas, y cuanto mayor gusto y deleite se recibe al contemplar unas obras que arrebatan los sentidos, y llenan de entusiasmo la imaginación» (Diario de Madrid, 11 de septiembre de 1798). Recordemos que, como veíamos en el anterior capítulo, este mismo extremo lo confirmaba por esos mismos años el viajero alemán Christian Fischer, al referir cómo muchos nobles estaban recuperando la costumbre de sus antepasados de formar buenas colecciones artísticas.
71 No obstante, es interesante hacer notar que, a pesar de que se inserta al adornista entre los tipos vinculados a la construcción de la apariencia, no se le incorpora entre los causantes de los males asociados con el lujo; las críticas siempre se refieren a cuestiones de gusto y falta de ilustración.
72 Diario de Madrid, 31 de agosto de 1798.
73 Diario de Madrid, 24 de abril de 1799.
74 Moya García, 1983, documento no 4, pp. 219-220.
75 Ibid., p. 145.
76 Junquera, 1979, p. 67.
77 Hernández Perera, 1957, p. 16.
78 López Castán, 2008. Según informa Junquera, 1979, p. 45, este «entusiasta del estilo etrusco» también trabajó para los duques de Alba por razón de su matrimonio en 1799 con una dama de la duquesa. Los casos de Cancio y de Sánchez González ponen sobre la mesa la importancia de los vínculos sociales y los lazos personales en el desarrollo de la carrera profesional, más allá del mérito y la calidad del artista.
79 López Castán, 2013, p. 2080.
80 Se hizo normativo lo que había sido consuetudinario en la formación del artista; véase Vega, 1989.
81 Si de nuevo miramos a Murcia, la escuela comenzó a funcionar en diciembre de 1779, alentada por la Real Sociedad de Amigos del País, y publicó su Reglamento en 1783. Según este, en la Sala de Adorno, también llamada de Dibujo Artesano y denominada como de «Buen Gusto y de Ornato», los jóvenes se dedicarían a reproducir «todo género de muebles primorosos, flores, adornos, ruinas, boscajes, campañas, montes, en vista y en plano; para criar el buen gusto, y mejorar el de los tejidos, obras de cincel de ensamblaje y otras manufacturas». De ahí saldrían, entre otros, los profesionales del adorno de salas que darían continuidad a las actividades de Sistori; véase Velasco de la Peña, 2015.
82 No obstante, hay que considerar que en aquel momento ya no era posible tener escuela pública o secreta en la corte según las disposiciones dadas por Carlos IV al respecto en 1791; véase Milano, 2017, p. 397.
83 Chocarro Bujanda, 2015, p. 277.
84 Diario de Madrid, 27 de febrero de 1792.
85 Diario de Madrid, 25 de enero de 1799. Es fundamental considerar la proximidad que existía entre las diferentes artes a ojos de la sociedad dieciochesca, una cercanía que era máxima cuando se trataba de aprendices, como podemos comprobar por este anuncio: «Si algún maestro de escultor, pintor, y bordado, tirador o batidor de oro, y otro oficio semejante necesita un aprendiz de 13 a 14 años, hijo de buenos padres y bien criado, avisará en la calle de Atocha, n. 7, al que vende libros en el portal, casi frente a la calle de Relatores» (Diario de Madrid, 25 de febrero de 1788).
86 Lo mismo ocurría con el mobiliario o los elementos que mejoraban el confort, un aspecto fundamental en todo lo relacionado con el adorno y distribución de los interiores domésticos. Un ejemplo representativo de esto último es lo referente a la calefacción, palabra que se incorpora al Diccionario en 1780. Por ejemplo, en el invierno de 1772 llegó «una remesa de Estufas de Holanda, iguales a las del Excelentísimo Señor conde de Altamira» a la calle Ancha de San Bernardo (Diario Noticioso Universal, 16 de noviembre de 1772); por su parte, cuando Raimundo Yaneli comenzó a anunciarse a finales de 1791 como «Teórico y Práctico del noble Arte de Arquitectura» especializado en chimeneas, no dudó en acreditar su actividad porque la había llevado a cabo en casa del príncipe de Castel Franco, del coronel y director del Regimiento de Reales Guardias Walonas, en la del duque de Crillón, en las del embajador de Inglaterra, en la de la vizcondesa viuda de la Herrería, en la del caballero don José Arizcum, en la del conde de Superunda, etc.
87 Estos parásitos eran una auténtica pesadilla. Con frecuencia se daba noticia de «Excelentes y experimentadas recetas para exterminar de todo punto los chinches» (Diario de Madrid, 15 de agosto de 1789). Pero el problema es que algunos de los tratamientos que probablemente eran eficaces resultaban demasiado agresivos para el adorno; sirva de ejemplo el remedio que se proponía desde las páginas del Diario de Madrid del 20 de febrero de 1792: «En la calle del Rincón, que llaman de San Cristóbal, que va de la Real del Barquillo a el Prado, donde hay una taberna en el Zaguán, casa del Pintor del Rey cuarto principal interior, se vende un agua tan eficaz contra la plaga de chinches que estregando con ella sola una vez las paredes, maderas y otra especie donde acostumbran criar dichos insectos, todos morirán incontinente, como asimismo no volverán a criarse en aquel lugar, ni aún pasaran por el jamás: el dicho agua en las paredes lejos de mancharlas, las conservará lustrosas; en la madera parecerá una especie de barniz y sobre pinturas las dará lustre; solo en las ropas y papeles hará perjuicio; su precio 4 rs. cada cuartillo mayor; en la inteligencia de que, no causando los efectos referidos, está pronto el que lo ofrece a perder el agua y devolver el dinero».
88 Diario de Madrid, 12 de diciembre de 1793.
89 Diario curioso, erudito, económico y comercial, 31 de enero de 1787.
90 Diario de Madrid, 15 de enero de 1791.
91 Diario de Madrid, 16 de noviembre de 1791.
92 Sirva de ejemplo el siguiente comunicado: «En la calle de Jacometrezo frente a la del Carbón se ha abierto una tienda de dorador en la que se hace todo género de adornos, se pintan salas, gabinetes y frisos de todos géneros la vara de friso de líneas, sin adornos a 3 rs. y medio y con adornos en salas y gabinetes a 6» (Diario de Madrid, 30 de junio de 1793).
93 Una muestra ilustrativa es el capítulo dedicado a la botánica en el excelente y exhaustivo estudio de Jerez, 2001, pp. 95-226.
94 Morales y Marín, 1994, pp. 261 y 282-285. El historiador observa que la primera noticia registrada sobre la actividad de Muñoz de Ugena es en calidad de retratista, pero seguidamente añade que no se tiene referencia de que continuara esta actividad en palacio, aunque eso no significa que no atendiera la creciente demanda privada, máxime cuando el servicio al monarca le reportaba prestigio entre la posible clientela.
95 Gaceta de Madrid, 6 de enero de 1792, p. 16.
96 El anuncio de la Gaceta de Madrid continuaba así: «A la exactitud de las descripciones de su lugar nativo y de sus propiedades, virtudes y usos, ya sea en la medicina, en la jardinería, o en otras artes. La impresión en carta magna se ha hecho en ambas lenguas a dos columnas, y corresponde al buen gusto y coste de las láminas». La colección, que estaba dedicada al rey, se podía adquirir en la librería de Barco de la madrileña calle de la Cruz. En la descripción, que sigue el sistema y la nomenclatura lineanna, se explican los usos y virtudes de cada una. Sobre el botánico, véase Puerto Sarmiento, 1992, quien reproduce cuatro estampas de la serie (figs. 11-14) y hace un breve comentario sobre la misma en la p. 270.
97 Eso no impidió que la calidad científica que añadía Casimiro Gómez Ortega fuera un elemento importante que contribuía a reforzar la modernidad y buen gusto de la serie. Por otro lado, esta asociación entre ambos vuelve a poner en evidencia la importancia de las redes sociales y su alcance, así como la diferente implicación en los proyectos; en este caso, el nombre del grabador, José Gómez de Navia, auténtico especialista, no figura en los anuncios, luego tenemos que deducir que no fue a su costa el trabajo.
98 En 1790 Muñoz de Ugena propuso formar un grupo de trabajo compuesto por dos grabadores, uno de primera y otro de segunda, y tres iluminadores, para acometer el proyecto de la Flora Peruviana et Chilensis, pero no tuvo éxito, entre otras razones por el elevado coste de la propuesta; véase Jerez, 2001, pp. 154-155.
99 Parece que solo llegaron a publicarse dos cuadernos, de los que se conserva ejemplar en la biblioteca de la Real Academia de Medicina de Madrid. Fischer, Travels in Spain, p. 224, da noticia de la colección en su viaje por España entre los tratados de medicina, afirma que la editaba el «célebre Ortega», equívoco que ha llegado hasta hoy, e indica que estaba en curso de publicación. Con motivo de la publicación del segundo cuaderno, en el anuncio que se insertó en el Memorial Literario de diciembre de 1793, pp. 397-398, se enumeró el contenido. El primer ramillete estaba formado por: «Pancratium maritimun, o amor mío, o azucena marina. Astromeria pelegrina, o azucena de lima. Iris tuberosa, o lirio tuberoso o de cuaresma. Narcissus tazzeta, narciso tacilla, o narciso de jardinería. Sedum arboreum, o siempre viva arbórea. Datura arbórea, o floripondio»; el segundo: «Tropaeolum peregrinum, pajarillos amarillos canarios. Zinnia pauciflora, o maravilla encarnada. Bupleurum verticale, revienta buey de monte. Solanum Bonariense, solano de Buenos Aires. Solanum macrocarpun, solano de fruto grande o manojito de Quito. Teucrium marum, yerba fuerte».
100 En el anuncio que se incluyó en la Gaceta de Madrid del 27 de julio de 1792, p. 512, se daba la siguiente aclaración: «No pudiendo muchos sujetos que desean hacerse con esta obra costearla iluminada, se avisa al público que mientras se da a luz el cuaderno 2º (el cual se halla ya adelantado) podrán acudir los que gusten por el 1º sin iluminar o en negro a la Librería de Barco, calle de la Cruz, que es en donde también se vende iluminado».
101 Diario de Madrid, 10 de diciembre de 1789.
102 Diario de Madrid, 11 de mayo de 1790.
103 Parece que el fondo fue comprado por Esteban Giraud, ingeniero al servicio de la corte de Sajonia que debía residir en Madrid y Cádiz a temporadas, quien llegó a un acuerdo con la librería de Antonio Arribas para su despacho. Este librero debió hacerse finalmente con todo el fondo, junto con la librería de González y quien regentaba el despacho principal del Diario de Madrid. En total se valoró el surtido de estampas sin enmarcar en 20 000 reales, y las que tenían marcos etruscos en 12 000, de las cuales la mitad tenían cristal. Se puede seguir el rastro de su venta hasta 1796.
104 Según el Diccionario: «Apatuscar: Hacer alguna cosa con poco cuidado, mal y de prisa. Parece viene del nombre Pata como si se dijese que la cosa se hizo mal, porque no se hizo con las manos, sino con las patas o pies. Es voz baja y usada en Aragón». «Apatusco. Adorno, arreo y compostura. Voz baja pero muy usada en lo jocoso». «Apatusco. Vale también cosa hecha mal y deprisa. Es termino bajo y del uso de Aragón».
105 «Carta irónica de un extranjero a un paisano en que le participa algunas observaciones hechas por si mismo durante el fuego acaecido en la plaza mayor de esta corte el 16 de agosto de 1790» (La Espigadera, no 5, 1790, pp. 156-162).
106 Diario de Madrid, 14 de diciembre de 1795.
107 Grognard trabajó en colaboración con Luis Belache, tapicero de la Real Casa, en las salas y muebles de la casa de campo de El Escorial. Véase en este volumen el capítulo «El escritor y filántropo François Grognard en contexto».
108 Diario curioso, erudito, económico y comercial, 6 de agosto de 1786.
109 Quien quisera «valerse de él», solo tenía que acudir «a la calle del Bastero, barrio de la calle de Toledo, casa n. 14 cuarto bajo, frente de una cabrera» (Diario de Madrid, 7 de julio de 1790).
110 Diario de Madrid, 31 de diciembre de 1792. Probablemente subcontrataba sus servicios, pues no ofrece el adorno completo.
111 Diario de Madrid, 9 de marzo de 1794. En el anuncio que insertó al año siguiente da más información sobre sus actividades: «Jacobo Simon, de nación alemán, que vive en la calle de San Lorenzo, n. 14, pinta salas, gabinetes, frisos de arquitectura, flores, coches dados de charol o como lo mande el dueño, y no tendrá reparo en salir fuera de Madrid a trabajar» (Diario de Madrid, 17 de mayo de 1795).
112 Diario de Madrid, 13 de julio de 1796.
113 Teniendo en cuenta la relación estrecha que existía entre el adorno personal y el de la casa, dentro de los profesionales que debemos considerar como proveedores de adornos hay que contar a las modistas; un ejemplo de anuncio en este sentido es el insertado en el Diario de Madrid del 25 de febrero de 1791: «Madama Litle, residente en esta, se ha mudado a la calle de San Marcos, casa n. 9, cuarto bajo, continúa en dicha casa dibujando de toda clases de flores, lugares de campo, figuras enteras, adornos, &c. como también pinta en miniatura y en pastel, lo que participa al público, que si alguno desease su retrato lo hará con el mayor desinterés; ofreciéndose también a enseñar a señoras y señoritas que deseasen aprender, y al mismo tiempo enseñará la lengua francesa, tanto para hablarla, como para leerla y escribirla, sea en su casa o en la de los que quieran tener este gusto».
114 También los había que se dedicaban principalmente al mobiliario y no parece que se ocuparan de la pintura o papel pintado a la hora de hacer la colgadura. Sirvan de ejemplo estos dos anuncios: «En la calle de San Lucas n. 10 inmediato a la plazuela del Duque de Frías, vive Miguel Asensio, oficial de ebanista y de tapicero, que guarnece de nuevo y de viejo, toda clase de sillerías, canapés, otomanos, y sofás a la francesa e inglesa, y también los compone de madera, y cuelga salas, todo con mucha equidad» (Diario de Madrid, 20 de mayo de 1790); el citado no debía hacer mucho negocio pues pretendió «acomodarse en clase de guardarropa pues es útil por su habilidad» (Diario de Madrid, 9 de marzo de 1792). Los había aún más especializados: «En la calle ancha del Avapiés casa n. 2 se pintan y doran todo género de maderas con equidad» (Diario de Madrid, 10 de julio de 1792); suponemos que este último también sería subcontratado.
115 Diario de Madrid, 10 de enero de 1792.
116 Es interesante recordar que entre los que trabajaban las telas también cabía simulación de otros textiles, lo que encarecía aún más el producto, como el caso del «fingido encaje [que] era de color crema sin duda para perfeccionar la simulación y a su través parecía transparentarse el fondo rosa» (Junquera, 1979, p. 98). Por otro lado, ya vimos que Manuel Méndez también imitaba telas y en la calle de Carretas vivía un auténtico especialista, como se comprueba por el anuncio que incluyó en el Diario curioso, erudito, económico y comercial, 7 de abril de 1787, que transcribimos más adelante.
117 Diario de Madrid, 9 de abril de 1793.
118 Diario de Madrid, 13 de agosto de 1794.
119 Diario de Madrid, 12 de octubre de 1794. Por aquellos años también ofrecieron sus servicios otros muchos adornistas; véase la tabla del apéndice 2.
120 Archivo General de Simancas, Comercio, leg. 328-19, doc. 80, 5 de abril de 1797, citado por Rose-de Viejo, 2015, pp. 54-55.
121 Diario de Madrid, 27 de noviembre de 1791.
122 Estaba domiciliado «en la calle vieja de Santa Catalina n. 9 cuarto 2» (Diario curioso, erudito, económico y comercial, 4 de septiembre de 1786).
123 El pintor vivía «subiendo a la Plazuela del Ángel, a la derecha, casa n. 21, cuarto tercero» (Diario curioso, erudito, económico y comercial, 7 de abril de 1787).
124 Tenía el domicilio «subiendo a la Plazuela del Ángel, a la derecha, casa n. 21, cuarto tercero» (Diario de Madrid, 6 de abril de 1788).
125 Vivía en «la calle de las Veneras casa n. 4 cuarto principal» (Diario de Madrid, 9 de abril de 1790).
126 Diario de Madrid, 20 de octubre de 1795.
127 Fueron numerosos los anuncios que se insertaron en ese sentido, especializándose en esta materia diversos artífices anunciados durante varios años; sirvan de ejemplo los que se transcriben en la tabla del apéndice 3 (a, b y c), de quienes se puede seguir su evolución a lo largo de varios años.
128 Diario curioso, erudito, económico y comercial, 10 de noviembre de 1786.
129 Diario de Madrid, 13 de noviembre de 1792.
130 Diario de Madrid, 25 de agosto de 1790.
131 Diario de Madrid, 1 de octubre de 1790.
132 Diario de Madrid, 20 de mayo de 1791.
133 Diario de Madrid, 30 de julio de 1791.
134 Diario de Madrid, 28 de enero de 1792.
135 Diario de Madrid, 5 de mayo de 1792.
136 Máxime si tenemos en cuenta lo que informaba el conde de Aranda, embajador en París, al conde de Floridablanca el 12 de marzo de 1786, en relación con el establecimiento de una fábrica que pretendían los diferentes miembros de la familia Giroud: «He reflexionado, que en ningún país convendría más el establecimiento de muchas, y buenas fábricas de tal papel para mueble, que en España. Desde luego todo particular, y aún las Casas grandes para sus interiores, hasta las posadas harían de él una aplicación infinita, porque sobre conseguir desde luego una decencia aparente sería barata, y más duraderas que la seda, por cuyo coste se traen los más, y dejan desnudos los cuartos. Hay a más la circunstancia de que tales papeles se cuelan en las paredes, y haciendo con ellas un cuerpo tapan rendijas, agujeros y libertan de los nidos de insectos como chinches, gusanillos, &c.»; citado por Rose-de Viejo, 2015, p. 215.
137 Diario de Madrid, 1 de febrero de 1789.
138 Diario de Madrid, 4 de mayo de 1793. Existía también un mercado de moldes que suponemos eran útiles para paredes, textiles y papeles, favoreciendo así la trasferencia de modelos y prácticas. En el Diario de Madrid del 24 de julio de 1793 se insertó este aviso: «Quien quisiere comprar una porción de moldes, y un molino para hacer papel pintado de rollos, acuda a la calle de Bordadores, subida a S. Martín, casa n. 3, en la tienda vidriería de mano derecha».
139 Diario de Madrid, 4 de agosto de 1800. Insertó un anuncio anterior ofreciendo «ramilletes de diversos tamaños, muy primorosos y con equidad» (Diario de Madrid, 27 de julio de 1799). Probablemente es un anuncio del «precioso taller de muebles y de adornos en mármoles que favorecido por el gobierno y en interés de la enseñanza estableció Luis de Hennequin en la calle real de la Almudena. Lo que a grandes costos venía del extranjero en aquel género se vio salir de esta fábrica con estimación universal, flores y jarrones de piedra blanca, rinconeras, trumos de chimenea, bajos relieves, mesas, templetes, almenaras, candeleros, urnas, bustos camafeos y otras mil curiosidades exquisitas» (Godoy, 2008, p. 532, n. 69). Existía otro taller que se dedicaría también a labores similares: «En el taller de mármoles que está en el Postigo de San Martín n. 7 se halla de venta lo siguiente: dos fuentes de piedra que llaman de Génova, blancas, 12 bustos de Emperadores muy antiguos, un ramillete de piedra mármol con una figura de bronce en medio, para 12 cubiertos, varias chimeneas francesas, y otras varias cosas» (Diario de Madrid, 7 de julio de 1796).
140 Se han localizado dos referencias: Diario de Madrid, 18 de septiembre de 1797 y 21 de abril de 1799.
141 Diario de Madrid, 7 de agosto de 1788. Estos enseres podían ser de su propiedad, pues era artista con estatus y fama.
142 Se han localizado dos referencias: Diario de Madrid, 6 de octubre de 1792 y 26 de octubre de 1795.
143 Vivía justo «detrás de la casa del Sr. Revillagijedo n. 17 que está pintada de colorado» y la venta de la que daba noticia era de «un cajón de óptica de dos lentes, con diferentes decoraciones de bastidores, mapas pintadas y caladas, y otras de pólvora» (Diario de Madrid, 6 de abril de 1791).
144 Diario de Madrid, 2 de diciembre de 1788.
145 Se han localizado dos referencias: Diario de Madrid, 10 de agosto de 1791 y 17 de junio de 1799.
146 Diario de Madrid, 14 de noviembre de 1800.
147 También en ese caso hubo un activo mercado de importación. Véanse como ejemplo los anuncios que se transcriben en la tabla del apéndice 4. Igualmente formó parte del adorno el retrato esculpido y, dentro de las singularidades, se puede citar el trabajo de Victorio Amadeo Giusta, escultor italiano, que retrataba «en madera de medio perfil», retratista que estuvo por Madrid y Barcelona (Diario de Madrid, 29 de junio de 1798).
148 En la calle de Embajadores frente a la fuente número 31 vivía Alfonso Alameda «escultor en barro» (Diario de Madrid, 17 de agosto de 1793). Por otro lado, los escultores se ocuparon de dorar como una de sus actividades, lo que generó conflictos con doradores y carpinteros. Véase al respecto la Real Cédula de S. M. y señores del Consejo, por la que se declara por punto general ser permitido a todos los escultores el preparar, pintar y dorar… las estatuas y piezas que hagan propias de su arte, hasta ponerlas en el estado de perfección correspondiente, y que los Gremios de Doradores, Carpinteros, y otros no se lo impidan, dada Aranjuez el 27 de abril de 1782, Madrid, Imprenta de Pedro Marín, 1782; pero matizada por otra real cédula dada en el mismo real sitio el 1 de mayo de 1785, que recoge Elizondo, Práctica Universal Forense, pp. 361-364.
149 «No por esto es mi ánimo seguir, sino por el contrario, desterrar la preocupación en que se hallan muchos, de que los dorados antiguos eran mejores que los nuestros: deberíamos confesarlo así, si solo se tratase de la solidez; porque efectivamente aquellos se hacían, como se ha probado, con hojas de oro más gruesas que estos, pero nuestras obras son sin disputa muy superiores a las antiguas por lo agradable y bien acabado de ellas. La Escultura de aquellos tiempos era confusa, cargada y sin idea ni gracia; y el dorado, lejos de remedir estas imperfecciones, las aumentaba; pues no sabiendo los Artífices repasar las piezas después de aparejadas, confundían los remates de la talla; y como además de ignorar el modo de dar reflejos al dorado, lo bruñían todo para darle brillantez, no aparecía en él sino una igualdad poco vistosa y agradable. En el día el cincel del industrioso Escultor da viveza y alma a la madera, y el hábil Dorador con los golpes finos de su repasado le vuelve toda su expresión» (Arte de dorar, pp. 11-13).
150 Ibid., pp. 2-3; la cursiva es del original. El libro es traducción de Watin, L'art du peintre; publicado por primera vez en 1773, conoció múltiples ediciones.
151 Entre los anuncios localizados se encuentra el de un abastecedor de yeso: «En la calle de San Bernardo inmediata a San Lorenzo casa n. 6 hay una fábrica donde se vende con toda equidad, yeso mate y cola para doradores y pintores y otros géneros por mayor y menor» (Diario de Madrid, 31 de diciembre de 1792).
152 Arte de dorar, p. 17. En el libro se explican «los métodos de dorar a cola y a sisa; del que se usa para hacer el dorado de oro verde; del modo de dorar una sala, o cualquiera otra pieza de esta clase; del método de platear; del de hacer fondos arenosos; del dorado a la Greca; del modo de imitar la venturina; del de dar colores transparentes sobre oro y plata; y últimamente, para que el Facultativo pueda concluir por sí solo el adorno de cualquiera pieza en que se encargue, y no ignore cosa conducente para ser completo en su clase, se dará noticia del modo de broncear los herrajes, pulir los barnices, y limpiar cualquier dorados o pinturas viejas, restituyéndoles su primer lustre y hermosura» (ibid., pp. 18-19).
153 Ibid., pp. 163-164.
154 Ibid., p. 159.
155 «Del modo de imitar la venturina […] Esta clase de pintura se usó mucho en otro tiempo en carruajes, y todo género de muebles y como puede volver la moda, conviene explicar el modo de hacerla» (ibid., pp. 194-201).
156 «El dorado a la Greca […] Este modo de dorar no ha tomado su nombre porque se hubiese descubierto ni usado por los Griegos, sino porque se inventó hará unos treinta años durante una moda que se llamaba a la Greca […] y últimamente este dorado que se emplea por lo común en los muebles, tiene la ventaja de poder lavarse, de no levantarse o descascararse, y de ser flexible al golpe del martillo; pero al mismo tiempo es poco brillante su bruñido y su principal inconveniente es el ser dañoso a la salud de los artífices. Nota: Los doradores de España no trabajan esta clase de obras, ni aún tienen los más noticia de ellas […] lo cierto es que son muy costosas, por lo que acaso no corresponderán sus ventajas a su valor» (ibid., pp. 186-193).
157 «En la calle Mayor, frente a la Villa, casa del Duque del Parque, cuarto bajo, vive un dorador y pintor de adornos que vende varias pinturas y muebles, un cenador con su estanque y dentro unos peces que se manejan con varios movimientos, propio para un nacimiento, que todo se dará con equidad» (Diario de Madrid, 21 de diciembre de 1796); «El primer carpintero que está en la calle del Estudio, entrando por San Isidro el Real, a mano derecha, dará razón de un pintor que tiene de venta varias obras de bastante consideración, tanto para señores grandes como particulares, el que tanto en gusto como en equidad dará gusto, también pintará y dorará lo que le manden» (Diario de Madrid, 21 de abril de 1798).
158 En la calle Veneras existía a finales de los años ochenta una tienda de dorador que también vendía piezas como «un retablo dorado con mesa a la romana», pero parece que amplió el negocio y durante buena parte de la década de los noventa estuvo abierta como «tienda de pinturas y dorados» que ocupaba once piezas; se publicitó su traspaso dos veces (Diario de Madrid, 16 de mayo de 1795 y 6 de mayo de 1798). Allí vivió entre agosto de 1794 y fines de enero de 1795 un retratista andaluz (Diario de Madrid, 15 de agosto y 16 de diciembre de 1794), y también recaló por ese sitio un «pintor de Cádiz que compone y limpia pinturas antiguas y las forra aunque estén rotas dejándolas como nuevas y retocándolas con toda perfección todo con equidad» (Diario de Madrid, 25 de octubre de 1794).
159 También pintaba camas, «las grandes a 40 rs. y las chicas 30» (Diario curioso, erudito, económico y comercial, 28 de noviembre de 1786).
160 «En la calle del Toro a la costanilla de San Andrés, casa n. 8, se pinta y dora todo género de adornos y liso con toda la equidad posible» (Diario de Madrid, 3 de febrero de 1796); «En la calle de la Palma alta n. 23, cuarto segundo, darán razón de un pintor que pinta y dora con toda equidad toda clase de obra» (Diario de Madrid, 30 de septiembre de 1799).
161 Véase la tabla del apéndice 5.
162 También era especialista en disecar «con la misma perfección toda especie de pájaros y tiene el secreto de conservarlos sin que se apolillen» (Diario de Madrid, 24 de julio de 1797).
163 Podemos incluso llegar a pensar que a finales de siglo los doradores se encontraban más ocupados en los trabajos civiles que eclesiásticos; el 5 de agosto de 1798 se insertó este aviso en el Diario de Madrid: «En la iglesia parroquial de la villa de Perales de Tajuña, 6 leguas distante de esta Corte, se ha de dorar un retablo a la mayor brevedad: si algún maestro dorador quisiere encargarse de ello acudirá a dicha Villa a tratar de ajuste con el cura párroco y su mayordomo de fábrica; en inteligencia de que para el día 16 del que rige está señalada la determinación o conclusión del particular, para principiar muy luego la obra».
164 Hay que suponer que la escayola que se empleaba para estos trabajos era de calidad; en cuanto al precio, entre los anuncios que hemos localizado se encuentra el siguiente: «En la red de San Luis casa n. 18, frente a la calle de los Jardines cuarto tercero, se vende escayola fina y bien acondicionada: su precio 12 rs. la arroba» (Diario de Madrid, 27 de enero de 1794).
165 Ros González, 2001, p. 112.
166 «Para facilitar al público la instrucción y practica del modo de hacer el estuco jaspeado, o escayola, y proporcionar haya bastantes oficiales que puedan hacer los retablos y demás adornos interiores de los Templos, llevando a efecto las ordenes de S. M., se enseñará a todos los sujetos que quieran instruirse, en una de las salas de la Real Academia de San Fernando, que para este fin está destinada, con todos los materiales y herramientas la que estará abierta todos los días que no sean feriados desde las nueve de la mañana hasta las doce, y desde las cuatro de la tarde hasta las seis, dando principio hoy 19 del corriente, y se continuará por ahora hasta el último día de Agosto de este año» (Diario de Madrid, 19 de junio de 1792).
167 A pesar de que todavía cabía la presencia del oratorio particular dentro del domicilio, aunque desde mediados de siglo había ido perdiendo relevancia en favor de otros elementos decorativos más mundanos. Entre los anuncios sobre ventas de oratorios resulta relevante el insertado en el Diario de Madrid el 1 de septiembre de 1794, pues por el contenido se puede deducir que el sujeto era un profesional dedicado a estas artes: «En la calle de Atocha frente a San Sebastián, en un portal se halla de venta un retablo imitado a jaspe, bueno para un oratorio de una casa; unos niños de escultura, estampas para pintores, grabadores y escultores, un libro intitulado las vistas de los templos y palacios de Roma, otros para ingenieros o artilleros en lengua francesa, con otros varios papeles de música, una pintura de Concepción y festones que llaman las campanillas de Cádiz». Según el Diccionario de 1791 por campanillas se entiende «en algunos adornos se llama así lo que tiene figura de campanilla, como las borlitas de los flecos, cenefas, &c». Sobre la evolución del oratorio, véase Vega, 2005.
168 El «Prólogo» se inicia así: «Es cosa digna de admiración, que logrando las Artes y Manufacturas los mayores adelantamientos en España, y mirando ya con especial predilección las más de ellas muchos sujetos deseosos del bien público, solo el estuco, o Arte de pintar los Jaspes se halle abandonado, sin que haya quien se dedique a promoverle […] Yace sepultado en un profundo silencio, indecoroso y perjudicial a la Nación; indecoroso, porque carece de una fábrica, que en el primor, hermosura y utilidad cede a pocos, y aventaja a muchas […] No obstante, es de creer que algunos posean este Arte y con cuidado le oculten, porque conviene a sus intereses que no se haga común» (Pascual Díez, Arte de hacer el estuco jaspeado, pp. A3a-A4a).
169 Según información de Martín González, recogida por León Tello, Sanz Sanz, 1994, p. 344.
170 Se trata del retablo de la iglesia de Monjas de Santa Ana, obra del fraile carmelita Juan de la Santísima Trinidad (Diario de Madrid, 16 de noviembre de 1791).
171 También pintaba salas y gabinetes, de modo que «a persona que quiera valerse de él en cualquiera de dichas dos facultades, que en ambas hará la mayor equidad, acudirá a la calle de Santa Isabel, n. 11, cuarto principal interior, que es donde vive» (Diario de Madrid, 3 de septiembre de 1792).
172 Daban razón de él «en la calle del Escorial esquina a la del Molino de Viento n. 11» (Diario de Madrid, 25 de noviembre de 1793).
173 Vivía en «la calle de Atocha n. 4, cuarto bajo frente a san Juan de Dios» y también vendía «el barniz hecho» (Diario de Madrid, 10 de julio de 1792).
174 Diario de Madrid, 22 de octubre de 1793.
175 Diario de Madrid, 25 de marzo de 1794.
176 Diario de Madrid, 9 de mayo y 10 de diciembre de 1795, y 9 de mayo de 1796.
177 Diario de Madrid, 23 de febrero de 1797.
178 Diario de Madrid, 29 de mayo de 1794.
179 Diario de Madrid, 6 de enero de 1791.
180 Diario curioso, erudito, económico y comercial, 4 de septiembre de 1786. La utilización del papel jaspeado en cartonería y encuadernación daba lugar a una producción que posiblemente se empleaba en el adorno de paredes, por lo que hay que tener en consideración también a estos fabricantes. El 5 de abril de 1792 se anunciaba así uno de ellos en el Diario de Madrid: «En la calle de los Preciados n. 28, en la tienda de cajas de cartón, se fabrica papel jaspeado de todos los colores y se dará con equidad».
181 El adornista es una figura que resulta muy esquiva incluso para el historiador citado, quien, refiriéndose exclusivamente al servicio en palacio, explica su función en términos tan limitados que al final él mismo se desdice: «Los adornistas tenían como misión el dibujo de ornato, labor supeditada siempre a la más importante del arquitecto. Su papel nunca estuvo excesivamente claro y trataron de arrogarse un cometido más amplio del expuesto» (Junquera, 1979, p. 46).
182 Tanto es así que los inquilinos pasaban a ocupar las casas todavía húmedas y en el Diario de Madrid, el 14 de julio de 1789, se dio una fórmula para precaver este mal: «Como en Madrid se están reedificando actualmente tantas casas, y haciendo otras nuevas, es muy de presumir que a los inquilinos que primero las entren a habitar, les haga tal vez daño la humedad del yeso de sus paredes y tabiques, si acaso aún no están bien secos. Pues para precaver este prejuicio se hará hervir una suficiente porción de aceite de nueces, y sin esperar a que se enfríe, se bañarán con ello y a una brocha aquellos tabiques y tapices dos veces al día, por mañana y tarde, dejando dos días en hueco, y volviendo al cuarto a repetir la operación, cuando el primer jalbegue se haya ya secado. Estos lechos, o capas oleosas, se insinúan de tal modo por los poros del yeso, y los cierran tan exactamente, que impiden la salida de humedad, y con esto ni las personas sienten daño alguno, ni los tapices, cortinas, colgaduras, papeles pintados, cuadros, muebles, &c. padecen la menor alteración suciedad o negrura». Sobre la actividad constructiva en el caso de las viviendas de la nobleza, véase el capítulo anterior.
183 Diario de Madrid, 30 de agosto de 1797.
184 «En la calle de Embajadores n. 14 cuarto principal, se venden varios frisos, papeles finos de colgadura, molduras doradas, estantes de porcelana con remates dorados y unas libreas nuevas» (Diario de Madrid, 27 de marzo de 1790); «Quien hubiere perdido un friso de papel pintado que se halló en la escalera de una casa de la calle de la Merced, acuda a recogerle a la de la Encomienda» (Diario de Madrid, 30 de junio de 1793).
185 Diario de Madrid, 16 de julio de 1789.
186 Plo y Camín, El arquitecto práctico, civil, militar y agrimensor, pp. A2a y 267. El debate sobre el lugar que debía ocupar el conocimiento práctico fue relevante en el siglo xviii, incluida la arquitectura, como se desprende de la crítica que hace, ante el desconocimiento de los materiales y su uso, Guerrero, Las ciencias, artes y oficios, pp. 49-54. Este autor consideraba que el mejor auxilio para el conocimiento de los materiales era la física experimental, pero que para la dignificación de los oficios «las Repúblicas cultas han inventado y perfeccionado las Artes y Oficios con aquel conocimiento, discernimiento, distinción y separación experimental con que distinguimos una cosa de otra y hacemos usos de ambas según conocemos sus propiedades: para eso no basta el conocimiento natural que Dios nos concede libre enteramente de las cavilaciones que llaman Filosófica, y científicas […] La ciencia, que anima las Artes y oficios es el conocimiento natural, claro, y despejado de los géneros y materiales, que se emplean en ellos; la comprensión de las reglas con que se dirige; y un maniobrar expedito seguido a un ejercicio continuado, dirigido, y corregido por buenos Maestros, e imitados de algunas manos, que gozan de la naturaleza el don de la facilidad de sus obras y ejercicios. Dejemos a los Filósofos sus cuestiones que jamás terminan, y después de largos y fastidiosos tratados nunca se asegura de la verdad» (ibid., pp. 40-41).
187 En la actualidad seguimos siendo deudores de la exhaustiva recopilación de Castañeda y Alcover, 1955. Además, hay que recordar el éxito que tuvieron las compilaciones de Secretos: la de Bernardo Montón y sus sucesivas ediciones entre 1753 y 1792, la publicada por la Imprenta de Sancha cuya primera edición fue en 1805, y los doce volúmenes publicados por Lucas Antonio de Palacios en la madrileña imprenta de Repullés en 1807.
188 Gaceta de Madrid, 9 de abril de 1793, p. 292.
189 El Prontuario se vendía en la librería de Barco, situada en la Carrera de San Jerónimo (Diario de Madrid, 19 de abril de 1793); por su parte, el Manual se podía adquirir en esta misma librería y en las de Luna en la Red de San Luis, de Tieso en la calle de las Carretas, todas ellas en Madrid, y en Cádiz en la Librería de Pajares, en Zaragoza en la de Polo y Monge, y en Barcelona en la de Sierra (Diario de Madrid, 7 de mayo de 1793).
190 Vignola, Regla de los cinco órdenes, p. i.
191 García Melero, 2002, p. 62.
192 Diario de Madrid, 15 de febrero de 1794.
193 Junquera, 1979, p. 48. Manejar con soltura y corrección los órdenes de arquitectura no era suficiente; el artífice debía lograr la fusión entre lo que era de bulto y lo fingido, un reto siempre difícil de lograr. No conservamos críticas sobre los interiores domésticos, pero sí algunas sobre la decoración teatral que dan una idea del nivel de exigencia, como la que se refiere al gabinete que se presentó en el Teatro de la Cruz de Madrid para acoger un concierto de música (Diario de Madrid, 11 de abril de 1797).
194 Es posible que estos últimos fueran también los encargados de grabar el Manual. En el ejemplar que se conserva en la Universidad Complutense de Madrid, al final, se encuentra encuadernada una estampa del Prontuario. También es interesante tener en cuenta cómo se anunció por aquellos años el Método sucinto de Matías de Irala, algo que nos habla de la pervivencia de modelos y motivos: «En la calle de San Juan accesorias de los desamparados, casa n. 2 cuarto principal, sobre la tienda de un cirujano, se venden unas cartillas compuestas cada una de 24 láminas, método sucinto y compendioso de 5 simetrías apropiadas a las 5 órdenes de arquitectura, con otras reglas útiles, obras de Putre, Ribera y Arce» (Diario de Madrid, 26 de octubre de 1790 y 2 de octubre de 1791).
195 Diario de Madrid, 16 de enero de 1795.
196 Sambricio, 1973b, p. 166. Cadalso se hace eco de este mal en la carta XXXIV: «Para hacer un edificio en que vivir, no basta la abundancia de materiales y de obreros; es preciso examinar el terreno para los cimientos, los genios de los que lo han de habitar, la cantidad de sus vecinos, y otras mil circunstancias, como la de no preferir la hermosura de la fachada a la comodidad de sus viviendas» (Cadalso, Cartas marruecas, p. 233). Cada vez fueron mayores los abusos por parte de los arquitectos y ese fue uno de los motivos que movió a Francisco Antonio Valzaina a publicar sus Instituciones de Arquitectura en 1792: «Obra no sólo útil a los profesores, pues se notan al mismo tiempo los abusos que se han introducido, y se evidencian lo infundado de muchas opiniones de los autores que han tratado de esta facultad, sino que por el método y claridad es la más acomodada de cuantas se han escrito hasta aquí, para que cualquiera pueda adquirir el conocimiento necesario para hacer juicio del mérito de un edificio, y para saber gobernar a los que edifican» (Gaceta de Madrid, 12 de octubre de 1792, p. 719).
197 Diario de Madrid, 28 de enero de 1798.
198 Diario de Madrid, 24 de octubre de 1799. Los hermanos Tramullas en Barcelona serían otro ejemplo relevante y muy similar al de los hermanos Tadey en Madrid y es conocida la continua actividad desarrollada por Pedro Pablo Montaña, la mayor parte de ella perdida. Entre las pinturas que se han conservado se encuentra la sala del palacio de Palmerola, un escenario visual arquitectónico (fig. 33) que acoge escenas históricas referidas al linaje familiar en el marco alegórico de las musas, cuya figuración se fundamenta en la Iconología de Ripa; véase Rey Recio, 2018.
199 La preocupación por la ambientación del escenario dinamizó la actividad de los pintores de mediados de siglo. En El pensador se hicieron eco de este progresivo cambio: «Unas cortinas poco curiosas, y colgadas ridículamente eran todo el adorno de las Comedias ordinarias, comúnmente llamadas de capa, y espada, y en las de teatro unos papelotes, o emplastos costosos, y que nada significaban, y en que ni había gusto, ni arquitectura, ni dibujo, ni perspectiva, eran el embeleso de los que no habían visto otra cosa […] Se han desterrados las cortinas; y en fin, nos hallamos con unas decoraciones, en que hay propiedad, nobleza, gusto, invención, perspectiva, colorido y arquitectura; y que hacen honor al Teatro, y a la Nación en lo concerniente a este arte» (El pensador, 68, 1767, pp. 272-274).
200 Diario de Madrid, 15 de enero de 1790.
201 El gabinete pintado para acoger el concierto en el Teatro de la Cruz al que se ha hecho mención en la nota 193, todo él en orden corintio, se asemejaba para disgusto del autor de la carta al «estilo moderno de gabinetes, y lonjas de comercio» (Diario de Madrid, 11 de abril de 1797).
202 Diario de Madrid, 25 de febrero y 20 de diciembre de 1791.
203 Diario de Madrid, 26 de diciembre de 1792.
204 Diario de Madrid, 8 de diciembre de 1794. Se insertaron anuncios con menos información, pero con fines similares, en el Diario de Madrid del 16 de marzo y 24 de mayo de 1796 y 11 de noviembre de 1798; y ofertando la venta en el Diario de Madrid del 14 de noviembre y 12 de diciembre de 1793, 11 de mayo de 1797, y 3 de enero, 22 de septiembre y 13 de diciembre de 1799. No obstante, una idea del tamaño que podían alcanzar estos teatros caseros la da el anuncio incluido en el Diario de Madrid de 30 de junio de 1800: «Se vende con toda equidad un teatro casero nuevo, primorosamente pintado, compuesto de las decoraciones siguientes: salón corto y largo, jardín, calle, cárcel, con su gran telón de embocadura, bastidores, tablado, candilejas, solio, puertas, rejas, ventanas, y otros varios muebles correspondientes a un teatro completo, 28 bancos, los 6 de respaldo, y los demás lisos. Quien quisiere tratar de ajuste, el que se admitirá aunque sea en vales, acudirá a D. Juan Domingo de las Heras, en la casa de Madama Burlé, calle de la Montera n. 29 tienda de Modista».
205 Todo indica que siguieron la estela de Alejandro González Velázquez, elegido junto a Diego de Villanueva por el conde de Aranda para la renovación de la escenografía teatral; véase Arias de Cossío, 1989. Los Tadey hicieron un tributo visual a su memoria veintidós años después de su fallecimiento: «En el Coliseo de la calle del Príncipe, por la Compañía del Sr. Luis Navarro, se representa la Comedia intitulada: la Verdad en el Engaño, nueva, de Teatro, con 7 decoraciones nuevas, pintadas por los Hermanos D. Antonio y D. Ángel Tadey y entre ellas se ha copiado una que representa un Atrio del original que hizo el célebre D. Alejandro Velázquez, para conservar la memoria de un Profesor de tanto mérito» (Diario de Madrid, 1 de diciembre de 1795).
206 Diario de Madrid, 25 de abril de 1799. El epigrama formaba parte de una carta publicada con motivo del monumento levantado el 21 de marzo de 1799, día de Jueves Santo: «Señor Editor: vi con mucho gusto el nuevo Monumento [de Semana Santa] que el Excmo. Sr. Duque de Medinaceli ha dado de limosna a los Padres Capuchinos del Prado, cuyo coste ha llegado a 26 000 rs. cuyo primor y novedad ha agradado mucho a todo el pueblo, y mucho más a las gentes de buena instrucción. Ha sido ejecutado por los dos hermanos Tadeis, y al mismo tiempo que yo celebraba la grande habilidad de estos profesores Italianos, lloraba la falta de nuestro insigne Español D. Alejandro [González] Velázquez, que fue tan sobresaliente en esta clase de pintura; con este motivo dirijo al Sr. Duque, bienhechor, el siguiente epigrama: Entre el heroico blasón / De tus beneficios cuento / Con singular distinción, / Este insigne Monumento / De piedad y religión».
207 Diario curioso, erudito, económico y comercial, 17 de mayo de 1787.
208 En algunos de los anteriores anuncios los pintores avisan de que también se ocupaban de estos menesteres, pero podemos añadir este que parece estaba especializado: «En la calle del Desengaño frente a la casa del Pasadizo, fábrica de sillas de paja finas, darán razón de un pintor adornista, que pinta salas y gabinetes, anaquelerías de lonjas al óleo, de todas clases con la mayor equidad» (Diario de Madrid, 23 de abril de 1797).
209 La nada entre dos platos, p. 19.
210 Así se describía la que un particular puso a la venta: «En la calle del Mesón de Paredes, frente a la de dos Hermanas, n. 19 cuarto principal se hallan de venta las Lochas de Rafael de Urbino, pintadas por Cai-Savorelli [Gaetano Savoelli], delineado por Pex Camporesi [Pietro Camporesi] y grabado por Juan Ohaviani [Giovanni Ottaviani], en un volumen en folio, asimismo otro volumen de las fiestas celebradas de Borbón y a la Archiduquesa Doña María Amalia, dicho volumen todo de estampas e igualmente se halla un niño de talla, y otras varias cosas» (Diario de Madrid, 18 de abril de 1797).
211 Diario de Madrid, 27 de julio de 1791.
212 Diario de Madrid, 5 de agosto de 1796. Cabe recordar que Manuel Méndez comenzó ofreciendo hacer «letras lisas y dibujadas» y también pintaba tiendas.
213 Diario de Madrid, 14 de octubre de 1797.
214 También se suele obviar la actividad indirecta que esto movía, como el alquiler de andamios, donde de nuevo confluían los múltiples usos; sirva de ejemplo el anuncio que se insertó de un fabricante de ellos en el Diario de Madrid, 22 de junio y 26 de octubre de 1799: «En la calle de Embajadores n. 27 cuarto bajo, junto a las niñas de la Paz, se alquilan maderas para tablados de comedias y andamios para pintores y blanqueos de iglesias y de toda clase, el mismo que lo alquila lo arma y tiene cuanto se necesita para dicho maniobras con equidad».
215 Diario curioso, erudito, económico y comercial, 29 de agosto de 1784.
216 Diario curioso, erudito, económico y comercial, 30 de agosto de 1786; la primera edición se publicó en Venecia, y la segunda en Parma en 1787, y de ella se hizo eco El Mercurio de España, enero de 1787, pp. 41-42. Los artículos muestran la voluntad de actualidad del periódico, pues el tema era una cuestión de debate con presencia en prensa internacional, en el ámbito del debate científico sobre la recuperación de las técnicas artísticas de la antigüedad; véase García Sánchez, Cruz Alcañiz, 2014, p. 230.
217 Dedicó al tema cuatro publicaciones y dos manuscritos que se conservan en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid); su método hizo furor en Italia, pero no gozó de la misma fortuna en España; véase Astorgano Abajo, 2012. Sobre Requeno, véase también Carofano, 2013. Una síntesis sobre la historia de la técnica desde la Antigüedad hasta el presente, en Gallagher, 2011.
218 Fray Manuel Bayeu colaboró con él en Zaragoza, y Requeno presentó una Alegoría de las Bellas Artes pintadas por el monje artista a la Real Academia de San Luis de Zaragoza con motivo de su nombramiento como miembro de la corporación el 1 de diciembre de 1799; en la carta que adjuntaba explicaba que: «La novedad del método y su agradable ejecución podrían excitar, con el tiempo, a los más hábiles jóvenes a la cultivación de la pintura al encausto, que fuera tanto honor de los griegos, y que no sería de menor a los aragoneses, si como ellos la cultivasen». La pintura se conserva en la Real Sociedad Aragonesa de Amigos del País de Zaragoza. Agradecemos a María Jesús Rey que nos haya facilitado la transcripción completa del documento, que se conserva en el Archivo de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza.
219 Pedro García de la Huerta tradujo la famosa obra de su hermano Vicente Antonio, Raquel, al italiano (Bolonia, Imp. San Tomasso d’Aquino, 1782). Sobre la edición española de la traducción del tratado de Vicente Requeno en torno a la encáustica, véase Astorgano Abajo, 2013.
220 Entre estas, la obra de mayor consideración fue la del célebre gabinete descrito en las Memorias de las Bellas Artes de Roma, junio de 1788, t. IV, p. cli: «con mucha razón la Emperatriz de las Rusias Catalina II ha confiado al mismo Señor Consejero (Reffestein) la comisión de hacer ejecutar un gabinete entero pintado todo al encausto en que se representen ornatos, según el gusto de los de Rafael, con pequeñas figuras e historias. El Señor Consejero ha escogido para dirigir esta obra al célebre Señor Christóbal Unterberger, quien ha encargado el ramo de los ornatos a los Señores Juan y Vicente Angeloni, que de mucho tiempo a esta parte se han aplicado a esta especie de pintura, y con las luces que les ha suministrado el Señor D. Pedro García de la Huerta, han ganado mucho por lo que toca a la facilidad de la ejecución […] su obra no puede ser más delicada, ni mejor entendida. Varios cuadros con historias tomadas de lo antiguo y de Rafael con muchas figuras y niños repartidos por los pilares entre los ornatos» (García de la Huerta, Comentarios de la pintura encáustica, pp. 195-196).
221 Godoy, además de dar noticia del libro, añade: «Esta obra nos hacía tanto más honor, cuanto la restauración de la pintura quemada o encáustica con las ceras, cuyo método se había perdido, se debió al estudio y experiencia de nuestros compatricios. Don Pedro García de la Huerta fue uno de los que más contribuyeron a este precioso descubrimiento del abate Requeno, y el que tomó a su cargo explicar menudamente el método griego de pintar con las ceras, aclarando los pasajes oscuros de la Antigüedad, y aludiendo sus particulares observaciones. Por tal medio, demostrado todo el proceder del arte, restituyó a las producciones de la pintura el modo cierto de preservarlas de su caducidad y hacerlas durar siglos» (Godoy, 2008, p. 553, n. 69).
222 «Cuando les oigo decir: no se pueden degradar los colores. No se puede dar a las carnes su color natural. No se pueden hacer rayas delgadísimas. Es pintura demasiado lenta. No se pueden acabar perfectamente las pinturas, y otras a este tenor, les suelo responder según la calidad de la objeción […] la ligereza en el pintar el graciosísimo colorido, especialmente en ciertos ornatos hechos sobre mármol del señor Vicente Angeloni, romano, de los que yo he copiado y conservo uno. Otros muchos Profesores han trabajado con gran felicidad. Pero ni estos, ni otros muchos ejemplos bastan para persuadir a algunos, ni tampoco el proponerles, que si uno ha degradado los colores, si otro da a las carnes su color natural, si otro ha hecho líneas delgadísimas, si otro pinta con prontitud, y si otro acaba cuanto pueden acabarse las pinturas» (García de la Huerta, Comentarios de la pintura encáustica, pp. xx-xxiii, cursiva original).
223 Todas las citas referidas a este diario, en Memorial literario instructivo y curioso de la Corte de Madrid, no 5, 1784, pp. 19-22. La lámina de cobre que se encuentra colocada en la platina lleva un sencillo diseño floral.
224 Gaceta de Madrid, 9 de enero de 1787, p. 24.
225 Memorial literario, enero de 1787, pp. 130-131.
226 Diario de Madrid, 26 de julio de 1788.
227 Espíritu de los mejores diarios, 28 de julio de 1788, t. IV, p. 92.
228 Gaceta de Madrid, 9 de enero de 1787, p. 24.
229 Diario de Madrid, 26 de julio de 1788; según la Gaceta de Madrid y el Memorial Literario, su domicilio era otro: «Vive calle de Jacometrenzo, frente la de Chinchilla, cuarto Principal, núm. 12».
230 Diario de Madrid, 4 de agosto de 1788.
231 Le dedicaba a su vez esta décima: «La invención atribuida / Al moderno Palomino, / Es notorio desatino / Por ser tan vieja y sabida. / La pluma poco instruida / Que con modo extraordinario / Dio un aviso tan falsario, / Sino quiere más camorra / No borre con esta borra / El mérito del Diario» (Diario de Madrid, 6 de septiembre de 1788).
232 No obstante, debió adquirir cierto renombre, al menos entre los encargados de insertar los anuncios en el Diario y la Gaceta, pues al publicar el correspondiente a la estampa que puso a la venta Francisco Santiago Palomares le confundieron en estos términos: «D. Manuel Rodríguez Palomino, Profesor de pintura, y Maestro de la ciencia Matemática de las armas, se ha dedicado con fruto al estudio de los sellos de las espadas, entre otros varios ramos de literatura a que se ha dedicado, y ha compuesto una nómina de los más famosos Armeros de Toledo, que labraron espadas hasta los primeros años del presente siglo 18, con explicación del plan grabado que acompaña, con 99 figuras comprehensivas de los sellos expresados; obra útil a los literatos que deseen instruirse en este ramo, y particularmente a los aficionados a las armas, por la exactitud y fidelidad con que se halla especificado cada sello, y otras noticias verdaderamente interesantes. Se hallará en la Liberaría de Escribano calle de las Carretas y en los Puestos del Diario, Puerta del Sol, calle de Atocha, y plazuela de Santo Domingo» (Diario de Madrid, 31 de julio de 1793); se publicó también en el Memorial literario de agosto de 1793, pp. 209-212 y en la Gaceta de Madrid del 12 de julio de 1793, p. 672. La rectificación se publicó en el Diario de Madrid de 19 de octubre de 1793; no podemos afirmar entonces que Rodríguez Palomino fuera «Maestro de la ciencia Matemática de las armas», denominación que servía para maestro de esgrima, según explica Dueñas Beraiz, 2003, p. 285, n. 39. Seguía vivo en 1814, pues cuando la Inquisición citó a Goya para la purificación se le pidió que proporcionara información sobre este pintor «el cual, al parecer, había pintado una Venus desnuda» (Glendinning, 2017, p. 53).
233 Resulta instructiva al respecto la explicación sobre la manera de hacer los moldes de madera y los utensilios propios del grabador que se ofrece en el Arte de hacer las Indianas, pp. 14-23.
234 Archivo Histórico Nacional, Estado, leg. 4169, exp. 361, doc. no 6, 12 de marzo de 1786, citado por Rose-de Viejo, 2015, p. 214.
235 Diario curioso, erudito, económico y comercial, 18 de noviembre de 1786.
236 Diario de Madrid, 10 de marzo de 1788. Otro punto de entrada para los papeles pintados fue el puerto de Cádiz, como se puede observar por la información publicada el 3 de julio de 1789 en el mismo periódico dando noticia de la carga de las fragatas de la Real Armada Santa Rufina y Nuestra Señora de los Dolores, entre cuyos «efectos sueltos» había dieciséis «juegos de papel pintado».
237 Rose-de Viejo, 2015, pp. 39-40. Remitimos a este documentado y exhaustivo estudio para todo los relacionado con la instalación y marcha de la fábrica. El empresario estuvo muy presente en la prensa a través de anuncios y comunicados cuya enumeración cronológica y breve descripción del contenido, desde su apertura hasta 1809 con el gobierno intruso, pensamos que puede ser de interés para ulteriores investigaciones; véase la tabla del apéndice 6.
238 Cabe pensar que algunos molinos de papel se especializaron en este tipo de producto, pues el 24 de julio de 1793 se insertó este anuncio en el Diario de Madrid: «Quien quisiere comprar una porción de moldes, y un molino para hacer papel pintado de rollos, acuda a la calle de Bordadores, subida a S. Martín, casa n. 3 en la tienda vidriería de mano derecha, que se dará con equidad». Por otro lado, también parece que las fábricas ya establecidas de papel se aventuraran en fabricar papel pintado: «En el almacén del papel del sotanillo de la calle de las Carretas, n. 7 frente a la Imprenta Real, hay papel de cigarros de Alcoy en pliego entero de la mejor calidad; papel fino de escribir de las mejores fábricas de Cataluña, Alcoy y otras; papel de Imprenta bueno, de envolver y de marquilla: también se hará con la mayor brevedad cualquier clase y tamaño de papeles que se pinta en la fábrica del molino de Gárgoles y otras partes» (Diario de Madrid, 3 de agosto de 1798).
239 Incluso llegaban a ser despachados en librerías, como la principal del Diario de Madrid: «Han llegado a la Librería de esta Oficina, nuevos Papeles de tapicería completa de especial dibujo y buen gusto, según se estila en el día en la Corte de Madrid: cada Colgadura se compone de diferentes piezas, que juntas hacen agradable vista en sus paños, frisos, cenefas y demás guarniciones» (Diario de Madrid, 15 de noviembre de 1791).
240 Según Caballero Espericueta, inédita, solo figuran registradas dos fábricas y no existía comparación entre ellas dada la envergadura e importancia de la producción de la Real Fábrica.
241 Gaceta de Madrid, 5 de enero de 1790, p. 16. No parece que en el almacén de Pedro Bellocq de la Puerta del Sol se despachara papel pintado, solo mercancía de indumentaria de moda (Diario de Madrid, 1 de agosto de 1789); no obstante, es posible que pensara en ello, pues el 28 de mayo de 1789 anunciaba que «para mayor comodidad del público, tendrá dicha real Fábrica muy en breve un almacén general en el centro y sitio más concurrido de esta Corte y lo prevendrá con nuevos avisos», pero esto no ocurrió hasta enero del año siguiente.
242 Diario de Madrid, 2 de abril de 1791. No sabemos si en 1804 seguía vigente este acuerdo, pero lo cierto es que en octubre de ese año se avisa que los encargos en esta ciudad también se reciben en el comercio que tenían abierto los hermanos Francisco y José Martí (Gaceta de Madrid, 9 de octubre de 1804, p. 898).
243 Gaceta de Madrid, 29 de marzo de 1791, p. 219. También a partir de este momento se ofrecía «a las personas deseosas de que sus hijos aprendan este oficio, el cual comprende varias artes y es capaz de proporcionarles sustento al cabo de poco tiempo, que los recibirá por 3 o 4 años según sus edades, con tal que sus padres o parientes les den comida y casa durante el aprendizaje».
244 Diario de Madrid, 21 de julio de 1793.
245 Diario de Madrid, 4 de abril de 1794.
246 Diario de Madrid, 14 de abril de 1794. La siguiente noticia sobre un nuevo punto de venta se da en 1802: «D. Pedro Giroud de Villett, adornista de casa y cámara de S. M. dueño de la real fábrica de papeles pintados […] pone en noticia del público cómo ha abierto un almacén de dichos papeles en la calle Imperial de esta corte, en el que se despacharán a precios fijos y cómodos, estampados al reverso de las piezas por menor; previniendo a los consumidores de las provincias y Américas, que su establecimiento se halla completamente surtido de un sin número de dibujos y decoraciones nuevas, tanto imitando al terciopelo como plateado, &c. Si algún particular o comerciante gustase de alguna colgadura podrá dirigirle su encargo enderechura con el plan de habitaciones, en el cual, cuando se le remitan las decoraciones se dibujará la colgadura, para que sirva de gobierno» (Diario de Madrid, 13 de marzo de 1802).
247 Gaceta de Madrid, 16 de marzo de 1802, p. 243.
248 Gaceta de Madrid, 3 de marzo de 1789, p. 159.
249 Ibid., pp. 158-159.
250 Diario de Madrid, 28 de mayo de 1789.
251 «También ofrece el mencionado Giroud hacer otro cualquiera que se le presente para muebles, con tal que el sujeto que lo encargue convenga en costear la mitad del grabado. Igualmente emprenderá por precios señalado, según la clase de papeles, vestir cualquier cuarto o sala, y correrá con la encoladura de ellos a razón de 4 rs. por pieza, pagándose aparte la cola y los clavos» (Gaceta de Madrid, 5 de marzo de 1790, p. 155).
252 Ibid.
253 Diario de Madrid, 8 de enero de 1794.
254 Diario de Madrid, 30 de enero de 1795.
255 Diario de Madrid, 25 de enero de 1798.
256 Diario de Madrid, 2 de abril de 1791.
257 De todo ello se podía ver el efecto real, pues «a fin de que se pueda advertir el efecto que causa la vista de los nuevos dibujos se ha colgado de ellos una sala de la Fábrica que se manifestará al Público» (Diario de Madrid, 16 de octubre de 1793).
258 Diario de Madrid, 11 de abril de 1796.
259 Diario de Madrid, 4 de mayo de 1797.
260 Gaceta de Madrid, 16 de marzo de 1802, p. 243.
261 Gaceta de Madrid, 9 de octubre de 1804, p. 898.
262 Efemérides de la Ilustración, 1 de enero de 1804, pp. 5-6.
263 «En la tienda de José González, tratante en muebles y adornos de casa, que vive en la calle de Jacometrezo frente a la Chinchilla, se halla de venta entre otras cosas de gusto, dos arcas de fierro capaces para guardar papeles o dinero; un armario de caoba de mucho gusto, que se puede dividir en tres, dos escopetas de Madrid, una tapicería hecha en Bruselas que se representa la historia de David y todo se dará con equidad» (Diario de Madrid, 29 de septiembre de 1793).
264 «En la calle de la Gorguera casa n. 11 cuarto segundo, donde vive D. Baltasar Martín, se vende una tapicería, historia completa, fina, bien tratada y con equidad» (Diario de Madrid, 25 de octubre de 1791).
265 «En la calle del Tesoro frente a la Real Botica n. 2 cuarto segundo se vende con equidad una tapicería que es la historia del Rey Ciro» (Diario de Madrid, 30 de julio de 1792). Todo parece indicar que se acumularon por falta de salida comercial; el 23 de septiembre de 1797 se dio este comunicado en el Diario de Madrid: «Se venden juntas o separadas dos tapicerías poco usadas, y de buen gusto, la una tasada en 6 600 rs. y la otra en 6 000 y se dará cada una por 2 500 rs. Darán razón en la calle de Jesús y María, barrios de la Merced, más debajo de la fábrica de sombreros, n. 4 cuarto bajo interior, donde se preguntará por Benito González, quien está encargado de su venta»; y el 5 de octubre de 1799 se publicó en el mismo periódico el siguiente: «El tapicero de la calle de los Negros n. 35 tiene de venta dos tapicerías famosas, y otras más inferiores».
266 «Se venden cuatro juegos de tapices de 5 ½ anas de caída y 7 de corrida bien tratados de varias historias y varias pinturas; darán razón el maestro de coches de la calle de Amor de Dios entrando por la plazuela de Antón Martín» (Diario de Madrid, 4 de julio de 1792).
267 No debió ser fácil dar salida ni siquiera a las de menor calidad, que suponemos vestían domicilios más modestos que los palaciegos; por ejemplo, en el Diario curioso, erudito, económico y comercial del 25 de agosto de 1786 se insertó este anuncio: «En la calle de la Montera, encima de la alojería, se vende una tapicería de gorrillas compuesta de trece paños, algunos deshermanados y el uno cortado, de 366 anas en cuadro, y tasada en 2 196 rs., cuatro tapices de montería hermanados, de 5 anas de caída y 22 de corrida, valuados en 880 rs., y asimismo siete pedazos de tapiz deshermanados para sobrepuertas, en 84 rs.»; tres años más tarde seguían a la venta en el mismo sitio al menos los 13 paños, previniendo que se daban «juntos o separados con la mayor equidad» [Diario de Madrid, 7 de septiembre de 1789 (la gorrilla era borra, es decir, la parte más grosera de la lana, y en la actualidad no se sabe bien cómo eran este tipo de tapicerías)]. La renovación que tuvo lugar en los temas de las tapicerías durante el reinado de Carlos III contribuyó también al cambio de gusto en el adorno y ya a mediados de siglo se registra un incremento de la venta de tapicerías antiguas en Madrid; véase Herrero Carretero, 1996, pp. 78-82.
268 La primera noticia, muy escueta, se dio en el Diario de Madrid del 26 de octubre de 1792; la que transcribimos se dio el 18 de noviembre de 1794, y se repitió el 14 de diciembre de 1794. Similar fortuna debió correr esta otra tapicería: «Quien quisiere comprar 7 paños de tapiz de estofa fina fábrica de Bruselas; sus cenefas la componen varias tarjetas y en cada una virtud; los paños son de varios pasajes de la historia de los Romanos; tiene de corrida 38 anas una ochava y 14 paños de cenefa que representan cestones de fruta de estofa entre fina con 44 anas en cuadro tasado todo en 5 239 rs. y 21 mrs. de vn. Y se darán con mucha equidad, acudirá al Sargento de guardia de la casa de los cinco Gremios mayores frente a santo Tomás» (Diario de Madrid, 24 de noviembre de 1794).
Auteurs
Universidad Autónoma de Madrid
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