Aquí todos somos libres.... La población de igualapa. 1650-1750
p. 161-178
Texte intégral
1La historiografía sobre la presencia africana en México ha tenido como su principal vertiente el estudio de la esclavitud en sus diversas manifestaciones económicas, así como el impacto que este sector social tuvo en la constitución de la sociedad mexicana de la etapa virreinal. De esto se concluye que la esclavitud en la Nueva España fue un fenómeno con una enorme variedad de situaciones, que nos obliga a matizar la crueldad y enajenación de este sistema.
2Los análisis etnográficos conforman otro de los apartados importantes de esta corriente, donde sus investigadores han intentado rescatar y mostrar las sobrevivencias culturales de la población africana. Unos y otros estudios han tenido en las principales ciudades, del entonces virreinato, y en áreas rurales específicas, como las costas del Golfo de México y del Pacífico sur, los escenarios preferenciales de tales estudios.
3Pese a la notoriedad y variedad de todos estos trabajos, aún quedan aspectos importantes de dilucidar, como el pase de las poblaciones de origen africano de la esclavitud a la libertad, ya libres su actuar frente a las instituciones y autoridades, su convivencia con los otros grupos regionales e incluso con el propio sistema esclavista. Precisamente de ello nos ocuparemos en una de las regiones específicas que, por la marcada presencia histórica de africanos, está señalada como el espacio negro de México, me refiero a la Costa Chica guerrerense.
4En trabajos anteriores1 hemos abordado algunos de los aspectos históricos de la región, como las encomiendas y encomenderos de la zona, la llegada de los africanos a la Costa, la ganadería como la empresa económica de mayores rendimientos, el establecimiento de las grandes haciendas ganaderas y sus continuos conflictos con la población indígena, que intentaba permanecer en sus lugares ancestrales, explotando la tierra con sus productos y formas de trabajo tradicionales como el cacao, el algodón o el maíz.
Las Haciendas de Copala y Los Cortijos, ranchos y estancias
5Las haciendas y estancias ganaderas dedicadas a la cría del ganado mayor y caballar fueron las principales unidades productivas de la región, seguidas por la explotación del cacao. La multiplicación del ganado fue espectacular, pero el costo social fue alto: los indios fueron expulsados de la zona costera, pues los encomenderos y hacendados les despojaron de sus tierras.
6A lo largo del siglo xvi, las tierras costeñas se traspasaron intensamente: encomiendas que eran peleadas por los descendientes de los conquistadores fueron retomadas por la Corona, y dotadas a funcionarios civiles y eclesiásticos, tierras baldías que fueron adjudicadas a hacendados y estancieros, despojo de tierras a los pueblos indios ordenando su congregación en pueblos, la invasión de tierras indias por medio de los servidores de los hacendados, que introducían a los ganados en las milpas o sembradíos.
7Para mediados del siglo xvii, los problemas por tierras se intensificaron entre los indios, sus caciques y las grandes haciendas ganaderas, asentadas dentro de la región de Igualapa y en sus linderos, como fue el caso de la hacienda de Los Cortijos.
8En 1712, en la jurisdicción de Igualapa existían dos grandes haciendas, la de don José Ortiz de Rosas,2 sacerdote del obispado de Puebla, y la hacienda de Copala perteneciente a don Pedro de Mendoza y Escalante, alguacil mayor de Puebla, cuyas tierras se extendían del pueblo de Copala hasta San Luís Acatlán. Los cacicazgos ocupaban la parte oriental de la provincia, los más importantes eran los de Cuescomaixtlahuacán, Xochistla-huaca, Igualapa y Huehuetlán, éstos rentaban sus tierras a los españoles.3
9A principios del xviii, la hacienda de Copala era la más activa de Igualapa: se dedicaba a la explotación de la caña de azúcar, poseía un molino y sus cultivos cañeros alimentaban al trapiche conocido como el de Nuestra Señora del Rosario. La explotación del cacao se hacía a través de la hacienda que tenía en San Luís Acatlán, y el ganado pastaba sobre la franja costera y en el rancho de Santa Cruz, cuyos pastizales se extendían hasta San Luis. Para 1720 la riqueza ganadera de Copala se componía de 3 000 bovinos, 1 050 yeguas y 355 caballos, mientras que en la estancia de Santa Cruz había 1 000 bovinos y 40 caballos que se multiplicaron en algunos años más.4
10El panorama de grandes propiedades varió en el transcurrir del siglo xviii, cuando la hacienda de Los Cortijos, ubicada en la provincia vecina de Xicayán, se expandió hacia el suroccidente; es decir, al lado guerre-rense. Fundada probablemente en la década de 1560,5 la hacienda se levantó en el llano de Cuahuitlán, ubicada en una llanura inclinada al oeste y se extendió a lo largo de la costa por más de 50 km abarcando desde el pueblo de Tlacamama hasta el de Cuajinicuilapa. La relación de Cosme de Cangas de 1580 ya mencionaba la importancia de los grandes rebaños de don Mateo de Mauleón. La explotación ganadera perturbó drásticamente la condición de la agricultura indígena e incluso a sus poblaciones, que se vieron invadidas y obligadas a buscar nuevos espacios donde vivir.
11La hacienda de Los Cortijos consiguió establecer varias estancias de ganado mayor en las cercanías: en 1585, de acuerdo con las declaraciones de los pobladores de Quatzapotla, Tlacolula, Huehuetlán, Ometepc y sus sujetos de la provincia de Igualapa, don Mateo de Mauleón, vecino de esta ciudad, poseía cuatro sitios de estancias de ganado mayor que se llamaban Coyotepec, Almazán, Aznar y Guajenicuilapa.6
12Gonzalo Aguirre Beltrán señala que Coyotepec era el hoy San Nicolás, poblado vecino de Cuajinicuilapa.7 Para finales del siglo, el número de cabezas de ganado se contaba en alrededor de 10 000. Para cuidar los rebaños fueron llevados numerosos esclavos de los que aún se guarda memoria entre los pobladores costeños.
13Para principios del siglo xviii, la hacienda de Los Cortijos ocupaba con su ganado toda la costa oriental, desde Juchitán hasta las zonas de Azoyú y Ometepec por el occidente. Su expansión le trajo consigo una serie de procesos legales iniciados, algunos de ellos, desde el siglo anterior por los caciques de la región, con el objeto de sacar a los ganados y sirvientes del mariscalato de sus tierras. Así encontramos el muy largo pleito de los caciques Francisco y Juan de Vargas de Huehuetlán,8 de Manuela de los Reyes, cacica principal de la jurisdicción de Igualapa, sobre terrenos de su propiedad ubicados en la doctrina de San Miguel Xochistlahuaca. De igual manera se confrontó con Magdalena Ramírez de Guz-mán y Gertrudis Daza, cacicas de Santiago Ometepec, como con los Zalmerón, caciques de Pinotepa del Rey.9
Los hombres
14Estas grandes haciendas, cuyos propietarios radicaban en la ciudad de México, contaban para su funcionamiento con centenas de sirvientes que descendían de esclavos negros, y que se encontraban establecidos en los ranchos y estancias derivadas de las grandes haciendas.
15Como sabemos, desde finales del siglo xvi en las principales ciudades de la Nueva España, el intenso mestizaje había producido un nuevo panorama demográfico. En este fenómeno, el negro tuvo un papel sumamente activo a pesar de las restricciones legales, religiosas, sociales y las impuestas por el propio sistema esclavista. Más rápido que los mestizos crecieron los afroindios (zambos o pardos) y los afroiberos (mulatos) por lo que este sector de origen afro llegó a ser el de más acelerado crecimiento de la población virreinal.10 Además tuvieron una intensa integración a la sociedad de la época.
16Para finales del siglo xvii, la región de la Costa Chica presentaba un panorama étnico muy particular respecto a otras regiones del reino: era notoria la escasez de indios —los yopes y tlapanecas habían desaparecido, los mixtécos y los de habla náhuatl se habían concentrado en pequeñas poblaciones más arriba de la franja costera, e incluso se habían alejado refugiándose en la montaña—. En la provincia de Igualapa había una sola parroquia compuesta por indios, la de San Miguel Xochistla-huaca y en Cuatepec (cercano al antíguo poblado de Xalapa) existía para ese tiempo una mayoría de ellos, junto con la presencia de algunos chinos y mulatos.
17En Igualapa, Ometepec y Ayutla, cabeceras importantes de la provincia, radicaban algunos españoles y mestizos junto a numerosos negros y mulatos. Éstos eran casi los únicos habitantes en la región fronteriza con el hoy estado de Oaxaca: en la primera mitad del siglo xviii, Cuajinicuilapa estaba compuesta exclusivamente de 58 habitantes, negros y mulatos libres, “no hallaban más (esclavos) en dicha estancia porque algunos criollos de ella se habían pasado a avecindar a la provincia de Jicayán del Rey”.11
18En el rancho de Cruz Grande había 84 familias entre sirvientes y esclavos negros, en el de las Garzas 166 familias y en Nexpa 39; el censo de 1743 también menciona la existencia de numerosos mulatos y negros libres en Ometepec, de hecho no hacen alusión a esclavos negros más que en Ayutla”.12
19La hacienda de Copala contaba con 25 familias en su rancho de Cintla a las cuales se añadían once familias de Cuilutla y entre 50 y 100 familias de Juchitán. La hacienda de Los Cortijos empleaba a las 59 familias de San Nicolás, las 74 de Maldonado y unas 50 de Cuajinicuilapa o sea cerca de 200 familias en total.13
20En suma, en la Costa Chica se encontraban más de 600 familias descendientes de esclavos negros, sirvientes en las haciendas, lo que era mucho en comparación a otras zonas de Guerrero, por tanto la zona costeña era visiblemente negra. Todas estas comunidades de origen africano se mantuvieron por largo tiempo prácticamente aisladas, sin mayor contacto con otros grupos étnicos, salvo aquellos encuentros que brindaban las relaciones comerciales.
21El censo de 1791 da un total de 235 españoles, 594 mestizos y 5 206 negros y mulatos en la jurisdicción.14 No tenemos cifras de la población indígena para ese año, pero sí para 1801 donde se habla de 2 075. El mayor número de pobladores indígenas quedó asentado en valles y montañas, con poco más de 23 000 almas.
Esclavos y libres: una sola actitud
22Para comienzos del siglo xviii, los negros y mulatos eran el grupo dominante en las costas, mas no lo eran en calidad de esclavos sino libres, ¿cómo había sucedido esto? Aguirre Beltrán menciona que la reproducción de los esclavos con los indios y el acceso a la zona de esclavos huidos —provenientes de Huatulco y de las haciendas cañeras de Puebla— consiguieron incrementar definitivamente el número de libertos, que superaba por mucho al núcleo de esclavos. Al parecer, esta situación no disgustó a los hacendados ni a las autoridades, por el contrario, ya que por un jornal las haciendas disponían de esta población libre, conocedora del manejo del ganado y sin derecho a la tierra, de manera que se convirtió en una mano de obra de reserva, acostumbrada a la servidumbre.
23Las autoridades, a su vez, vieron que la libertad en este sector poblacional traía consigo nuevas obligaciones que beneficiaban a la administración virreinal, como el pago de tributos y el servicio militar obligatorio para la defensa de la Colonia.15
24Pronto se puso de manifiesto que la movilidad de negros y mulatos, sus actividades económicas y su carácter emancipado dificultarían su control. A lo largo del siglo xviii, los documentos muestran a una población decidida, voluntariosa y autónoma, pues incluso siendo esclava, no seguía las órdenes de los amos, por lo que la esclavitud se diluyó considerablemente en su sentido tradicional. En muchos de estos testimonios se percibe que los esclavos como los sirvientes, cuando asumían algún compromiso o responsabilidad en el manejo de la administración, de la hacienda o estancia, recibieron tratos tolerantes y paternalistas; el amo o en su caso los administradores blancos adoptaban actitudes de cierta complacencia hacia éstos. Ésta era una situación privilegiada, que no fue excepcional.
25En el proceso que iniciaron los caciques de Pinotepa del Rey, doña María y José Zalmerón, se denuncia a Juan Ventura, negro, administrador de “las haciendas del Mariscal” porque les escribió para amenazarlos a ellos y a los naturales del cacicazgo “con palos” por el reclamo que hacían de dichas tierras y que a juicio del negro pertenecían a su amo.16
26En el mismo documento se protesta ante las autoridades por las acciones del mulato libre José Hipólito, sirviente de Los Cortijos, porque introdujo ganado a una zona cercana a Jamiltepec que destruyó las cosechas, además por ser el responsable de llevar a negros y mulatos a trabajar a Jamiltepec se pide, sea notificado que no lo haga más, como tampoco lleve más ganado a esa zona.
27Más tarde los caciques reiteran sus quejas contra los agravios que estos servidores negros, como Pascual, les infligen al seguir llevando sus ganados a pastar a la zona en disputa. Ante la rebeldía de los sirvientes, la justicia de Xicayán comunica al mayordomo de Los Cortijos, Juan Ventura, que “sacase las vacas, caballos y yeguas que pastaban en el Motillo y Cuajinotles” [sic].17
28En el proceso que siguió la cacica de Ometepec, Gertrudis Daza, para que la justicia de Igualapa interviniera en la querella que interpuso para recuperar sus tierras declaró:
Digo: que las tierras del cacicazgo de mi parte lindan por un lado con la hacienda de Los Cortijos perteneciente al Mariscal de Castilla, que hoy tiene en arrendamiento don Miguel Ruiz de Allende y los parajes divisorios son un cerro nombrado Comaltepec de donde se pasa a otro cerro que llaman de Almazan y de este a las lomas de Santiago, siguiendo a otro que llaman la boca del Retobo hasta terminar en el lugar que nombran el Maguey, hasta cuyos linderos ha tenido mi parte posesión inmemorial, pues aunque en el año de setecientos cuarenta y cuatro (1744) y en el 1761 en que se le hizo amparo en sus tierras [contradijo] en el cerro de Comaltepec y en el de Almazán el mayordomo de los Cortijos y por esto se suspendió la solemnidad de aposesionarla en ellos judicialmente [mientras] se determinaba, sin embargo siguió [en posesión como antes].18
29El mayordomo al que se refiere la cacica era un mulato cuyo testimonio, en contra de sus vecinos y testigos convocados in situ, afirmaba la corrección de los linderos ante las autoridades competentes. Este mayordomo del Mariscal, al ser cuestionado al respecto —en evidente desprecio al testimonio de los vecinos todos indígenas— contestó que éstos iban más allá del cerro de Comaltepec y de Almazán, contradiciendo lo dicho por Daza. Por supuesto, las autoridades suspendieron el dictamen y tuvieron que hacer nuevos trámites, los que incluyeron ponerse en contacto con la cabeza del Mariscalato para solucionar el conflicto.
30Indiscutiblemente, el peso de estos servidores esclavos frente a la comunidad costeña radicó en el apoyo que recibían de sus amos, debido a que éstos, junto con los administradores, vivían en la capital, en Puebla o en Oaxaca. Por lo tanto, sus esclavos y sirvientes resolvían como mejor creyeran, y no pocas veces a conveniencia de sus intereses.
31En una carta, fechada el 25 de agosto de 1702, el administrador radicado en Puebla Juan de Arizcun hacía del conocimiento de la Maríscala lo siguiente:
Señora después de que pasó a esa ciudad don Nicolás de Arechaga estuvo en esta casa un hombre mercader y viandante de la Costa de Jicayan y Cortijos[...] y sabiendo yo por la introducción y plática que tuvimos le pregunté por diversas cosas de las Haciendas de los Cortijos y me satisfizo de todo largamente desapasionadamente de que e quedado en conocimiento cierto de dichas haciendas (siendo las mejores del reino) corren en grande declinación no obrando con fidelidad los administradores mulatos a la confianza que de ellos se hace vendiendo unos y otros muchas vacas en diferentes partes y en particular en el pueblo de Pinotepa del Rey, no asistiendo a las faenas y a los que es obligación de cada uno por los celos de ser reservados muchos de los esclavos y sirvientes por ser unos hijos, yernos, compadres o aficionados excusan doce los otros que no tienen estos privilegios porque no asisten a hacer milpas de maíz y sólo se atienden a hacerlas de algodón para su interés dejando por entonces de asistir a sus primeras obligaciones de rodear los ganados y de reparar corrales que dice que casi en el todo están rotos y desmembrados como si no los hubiera y que la hacienda de Coajinicuilapa está casi extinguida por estar a cargo de uno que es echura y aficionado de Juan Ventura y que éste como Juan Domínguez y otros se solapan y disimulan, las malas fechorías y que unos y otros juegan y tienen otros vicios y que sólo es libre de todas estas culpas el que tiene a cargo la estancia grande como también otros algunos no siendo por malos.19
32Como puede apreciarse, la actitud tomada por los servidores africanos y sus descendientes trasciende la idea de que por los rigores de la esclavitud éstos permanecieron estáticos, trabajando y cumpliendo órdenes, sin ninguna iniciativa. Por el contrario, de acuerdo con sus vivencias y con base en la realidad cotidiana que les tocó vivir asumieron formas de actuar, que expresaron sus intereses e incluso con sus actitudes voluntariosas e independientes y sus conductas osadas desafiaron a los modelos dominantes económico, político y social de la época.
33Amos y administradores tuvieron mucho cuidado para tratarles, toda vez que era indispensable contar con ellos para el cuidado de los intereses de la hacienda, aun cuando sabían que no lo hacían muy bien: en un envío de toros de Los Cortijos a Puebla, los vaqueros negros regresaron sin permiso, a pesar de haberles ofrecido un pago especial por cada día que estuvieran con la manada, “todos están emperrados porque ha venido con ellos el administrador porque no han podido hacer en el viaje lo que antes solían” dice Juan de Arizcun, administrador de las haciendas del Mariscalato en Puebla y la Costa.
34Hombre fiel y atento a sus deberes había recomendado, hacía muy poco tiempo atrás, la sustitución del mayordomo de Los Cortijos, el negro Juan Ventura por el español Bartolomé de Bobadilla, de manera que se terminara con el perjuicio que éste había hecho a la hacienda y a sus estancias.
35En carta de 22 de noviembre de 1702, el administrador, señala a la dueña:
que V. E. pueda estar segura de su actividad y que con eso hará todo el esfuerzo para que las haciendas se pongan mejor y al corriente y no crea[...] (inconveniente) reemplazar a Juan Ventura por Bartolomé de Bobadilla, y hacer mención del cuidado que éste pondrá en la tarea de administrar[...] y pide que se le dé un ayuda en dinero y un mozo que le asista[...] para que él se haga obedecer por esclavos y sirvientes[.. .].20
36Para terminar, Arizcun sugiere a la Mariscala hacer llegar a México a dos o tres esclavos o sirvientes, “los que son hombres de bien y a los que se debe hacer confianza” para que ella en persona hable con ellos sobre el trabajo de las haciendas. Mas esa conversación debe hacerla con el rigor de una madre hacia sus hijos. De acuerdo a la correspondencia, Bobadilla toma el puesto de mayordomo de Los Cortijos, pero Juan Ventura no es despedido, más adelante lo encontramos mencionado recibiendo dinero por la venta de reses, llevando la cuenta de las ventas a Puebla o hasta negándose a presentarse en esa ciudad aludiendo enfermedad.
37Además de la vaquería, actividad económica a la que quedaron fuertemente asociados los negros y mulatos esclavos, se agrega la siembra de algodón, maíz, frijol y hortalizas, tareas que efectuaban preponderantemente los libertos al igual que la pesca en el mar.
38De ellas destacaremos la explotación del algodón, producto tradicional de la Costa, que fue asumido por la población libre como su actividad dominante, la que les dará rentabilidad económica y les permitirá afianzar su movilidad, integración e independencia comunitaria dentro de la región.
39La fuerza económica que alcanzaron los pueblos afrocosteños de la región de Igualapa, en la segunda mitad del siglo xviii, con la explotación del algodón se evidenció en dos momentos. En primera instancia, con motivo de las ferias, que llevaron a la región a 300 comerciantes y, en segundo, cuando las autoridades virreinales respaldaron el libre comercio de la fibra, a pesar de la solicitud de que ésta tuviese mayor control por parte de las autoridades, en beneficio de una vida social mayormente apegada a los preceptos de las buenas costumbres de la sociedad virreinal. El pago de las alcabalas fue el factor determinante para hacer caso omiso de varias denuncias sobre el desorden social en que vivían los habitantes de la región de Igualapa.21 Tras este incidente, queda claro que su inclusión en la economía formal y de mercado les otorgó fuerza y solidez que redundó en una mayor seguridad identitaria.
40Jacinto de Ledos, comisario de tributos en la Costa del Mar del Sur, al intentar cobrar debidamente los adeudos, se encontró con pobladores negros y mulatos en gran número a los que calificó de insolentes, atrevidos, groseros y llenos de defectos, sin residencia fija pues no vivían en reducción de pueblos, sino se encontraban dispersos en rancherías y estancias. Pero no fue el único en advertir la actitud desafiante de la población de color ante los vecinos y autoridades, fuesen censores, justicias, como recaudadores de impuestos, todos éstos, la mayoría de las veces, obtuvieron la misma respuesta clara y contundente al preguntarles sobre sí mismos: “aquí todos somos libres”.
Archivos documentales
Archivo General de la Nación (agn) Ramo: Tierras.
Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, Fondo Reservado, Fondo Mariscal de Castilla.
Bibliographie
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Aguirre Beltrán, Gonzalo, Cuijla, México, fce, 1985.
Dehouve, Daniéle, Cuando los banqueros eran santos. Historia económica y social de la provincia de Tlapa, Guerrero, México, Universidad Autónoma de Guerrero-Centro Francés de Estudios Mexicanos y Mesoamericanos, 2002.
Gerhard, Peter, Geografía histórica de la Nueva España. 1519- 1821, México, unam, 1985.
Reynoso Medina, Araceli, “Encuentros y desencuentros: yopis, españoles y africanos”, en Amate, núm. 9.
—, “Entre encomenderos, estancieros, indios y negros vaqueros. Territorio y población en la Costa Chica de Guerrero, xvi-xviii”, en Boletín agn, Sexta Época, núm. 6, México, octubre-diciembre, 2004.
—, “Los afromestizos de la provincia de Igualapa”, ponencia presentada en el Congreso “Negros, mulatos y morenos de Guerrero y sus costas. Afrodescendientes y diversidad cultural”, inah, Museo Histórico de Acapulco, Instituto Guerrerense de la Cultura. Fuerte de San Diego, Acapulco.
Vinson III, Ben, “The racial profile of a rural mexican province in the Costa Chica: Igualapa in 1791”, en The Americas, vol. 57, núm. 2, octubre, 2000, pp. 269-282.
10.1353/tam.2000.0022 :Notes de bas de page
1 Araceli Reynoso Medina, “Encuentros y desencuentros: yopis, españoles y africanos”, en Amate, núm. 9; “Entre encomenderos, estancieros, indios y negros vaqueros. Territorio y población en la Costa Chica de Guerrero. xvi-xviii”, en Boletín agn, Sexta Época, núm. 6, México, octubre-diciembre, 2004; “Los afromestizos de la provincia de Igualapa”, ponencia presentada en el Congreso “Negros, mulatos y morenos de Guerrero y sus costas. Afrodescendientes y diversidad cultural”, inah, Museo Histórico de Acapulco, Instituto Guerrerense de la Cultura. Fuerte de San Diego, Acapulco.
2 No hemos podido establecer con precisión el lugar de la hacienda, pero al parecer colindaba con las tierras de la hacienda de Gallo perteneciente a la Alcaldía Mayor de Acapulco. Para 1753 encontramos que en el proceso que don Juan Vargas, cacique de Huehuetlán, sigue para recuperar sus tierras están citados como sus vecinos los herederos de don Juan Gallo, los de don Joseph Ortiz de Rosas, don Nicolás Pacheco Mariscal de Castilla y doña Gertrudis Daza, cacica de Ometepec. Tierras, Archivo General de la Nación (en adelante agn), vol. 3668, exp. 3.
3 Daniéle Dehouve, Cuando los banqueros eran sanios. Historia económica y social de la provincia de Tlapa, Guerrero, México, Universidad Autónoma de Guerrero/Centro Francés de Estudios Mexicanos y Mesoamericanos, 2002, p. 57. Cuescomaixtlahuacán o Tecomaixtlahuacan (arriba y al oriente de Xicayán de Tovar) fue un señorío de la mixteca baja conquistado por los mexicas. Luego de la Conquista, Cortés se lo dio a Francisco Maldonado quien se lo heredó a su viuda Isabel de Rojal, casada en 1548 con Tristán de Luna y Arellano.
4 Ibid., p. 59.
5 Perteneciente al encomendero Tristán de Luna y Arellano. En 1570 aparece mencionada en la dote de su hija al casarse con don Maleo de Mauleón, quien se convirtió en el encomendero más importante del territorio costeño. El desarrollo y expansión de Los Cortijos se debió a diversas prácticas que don Mateo realizó para adquirir tierras.
6 Tierras, agn, vol. 48, exp. 6, fol. 244.
7 Gonzalo Aguirre Beltrán, Cuijla, México, fce, 1985, p. 44.
8 Tierras, agn, vol. 3668, cuadro 3.
9 Tierras, agn, vol. 1875, exp. 3.
10 Aguirre Beltrán, op. cit., p. 220.
11 Dehouve, op. cit., p. 49.
12 Ibid., p. 59.
13 Ibid., p. 60.
14 Peter Gerhard, Geografia histórica de la Nueva España. 15I9-1821, México, unam, 1985, p. 155.
15 Para conocer la trascendencia de la presencia africana en la milicia véase el trabajo de lien Vinson III, “The racial profile of a rural mexican province in the Costa Chica: Igualapa in 1791”, en The Americas, vol. 57, núm. 2, octubre, 2000, pp. 269-282.
16 Tierras, agn, vol. 1875, exp. 3.
17 Loc. cit.
18 Tierras, agn, vol. 2994, exp. 240, fs. 105-108.
19 Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (en adelante bnah), Fondo Reservado, Fondo Mariscal de Castilla, caja 3, leg. 17, docum. 30.
20 bnah, Fondo Reservado, Fondo Mariscal de Castilla, caja 3, noviembre 22, 1702.
21 Antedi Reynoso “Los afromestizos...”. en él ventilamos el proceso seguido a una denuncia del cura de Ometepec y alcalde mayor Francisco Gutiérrez de Terán en Puebla en 1786.
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