Las arengas de Eleazar y el asedio de Masada en Flavio Josefo: ¿una crítica a los excesos de la retórica?
p. 227-239
Texte intégral
1En las Guerras Judías de Flavio Josefo hay un episodio que ha llamado la atención de todos los lectores de la obra tanto antiguos como modernos1. Se trata del asedio de Masada por parte de las tropas romanas, ocasión que, sobre todo, brindó al historiador la oportunidad de ofrecer dos destacados ejemplos de arenga con las que Eleazar, el mando que está al frente de los luchadores judíos, en vez de exhortar a la lucha contra los romanos que asedian la fortaleza los anima a matar a sus mujeres, a sus hijos y a sí mismos2. Estos dos discursos son especialmente llamativos por el hecho de que presentan a un general que exhorta a sus tropas a abrazar el asesinato de los familiares y la autoinmolación como solución final a una lucha encarnizada. Es evidente que la idea de dar la vida por la patria es un ideal que está presente en muchas de las arengas grecolatinas desde Homero o es la base sobre la que se elaboran determinados episodios narrativos3. Así, en el ámbito de la historiografía clásica, hay una serie de escenas típicas que se construyen sobre el sacrificio del soldado por la comunidad. Algo que puede comprobarse en el caso de episodios como el del portaestandarte o en el de la deuotio, que encontramos sobre todo en la historiografía romana y donde se destacan figuras como las de Decio Mus, personaje histórico fundamental en la obra de Tito Livio4. Sin embargo, la peculiaridad de las arengas de Eleazar es que no se exhorta a las tropas para que luchen hasta la muerte (algo que forma parte del código de honor del soldado), sino que todos los esfuerzos persuasivos del líder de los sicarios se dirigen directamente a defender la conveniencia del asesinato de los familiares y del suicidio como la mejor opción posible para los asediados5. Un proceso argumentativo que, además, aparece rodeado de múltiples elementos de carácter irracional, y que el propio Josefo resume como la inspiración en los oyentes de un ἔρως σφαγῆς o “deseo de inmolación” (BJ, 7.383).
Estado de la cuestión
2La peculiaridad de este episodio ha generado enfrentadas interpretaciones por parte de la crítica. Así, desde la perspectiva de los estudiosos de la historiografía judía, se suele considerar este pasaje como un ejemplo de “martirio”, como si los sicarios hubieran dado un valeroso testimonio de sus creencias por medio del suicidio y obtuvieran de este modo un premio en la otra vida6. Una postura con claras connotaciones políticas que, viendo en los antiguos defensores de Masada un ejemplo para el moderno estado de Israel, ha llevado a muchos de estos autores a defender la historicidad de todo lo relatado por Josefo a pesar de que las ideas sobre el suicidio y la inmolación expresadas en las arengas de Eleazar no pueden considerarse como propias de la fe judía7. En el lado opuesto, autores como
J.-P. Vidal-Naquet afirman que, salvando el asedio como hecho histórico realmente sucedido, Josefo optó por insertar unos discursos claramente inventados, hasta el punto de que su relato juega de manera descarada con el concepto de verosimilitud más que con el de verdad al incidir en la existencia de dos mujeres, testigos ocultos de las exhortaciones (una de ellas, además, letrada), con la suficiente capacidad y formación para comprender los complejos argumentos empleados por el orador y, en definitiva, para describir detalladamente la historia a los romanos vencedores8. El objetivo último de Josefo, según Vidal-Naquet, sería enfrentarse a la visión apocalíptica y al mesianismo de la literatura judía contemporánea con un relato que se ha de interpretar netamente dentro de la esfera grecolatina. Finalmente, dejando de lado estas dos posturas extremas, la mayoría de los autores recientes que se han preocupado por estudiar esta cuestión intenta explicar las peculiaridades de este episodio encuadrándolo dentro de las claves del género historiográfico grecolatino. Así, suelen tener en cuenta como claros antecedentes de lo que sucede en Masada otros suicidios colectivos famosos en historiografía antigua, como los de Sagunto y Astapa (relatados en Liv. 21.14; 28.22-23) y Numancia (descrito en App., Ib., 76-79)9.
3Está claro, por lo tanto, que la mayor parte de la crítica, hoy en día, considera que el pasaje no ha de interpretarse como un ejemplo de “martirio”, ni tan siquiera como un relato en el que los asediados puedan ser vistos de manera positiva. La cuestión, desde este punto de vista, es que Josefo no habría pretendido dar testimonio de su comportamiento, ni poner de manifiesto las ventajas del suicidio en una situación extrema como la descrita en su obra. El objetivo del historiador judío habría sido elaborar un episodio en el que tanto la narración como los discursos tuvieran un alto contenido alusivo que pudiera ser identificado por un público culto y erudito, buen conocedor de la historiografía grecolatina10. En este sentido, W. Morel y M. Luz ha prestado atención a los referentes filosóficos de índole platónica presentes en los razonamientos sobre la idea de la inmortalidad del alma11. D. J. Ladouceur ha insistido en la influencia del contexto político y en la oposición al régimen Flavio que podría deducirse de su lectura12. R. R. Newell y N. Wiater han estudiado otros episodios de suicidio en la obra de Josefo (incluido el controvertido episodio de Jotapata que habría protagonizado el propio Josefo) y han establecido los diferentes planteamientos del autor ante el mismo hecho para entender sus características propias13. J. W. Van Henten ha establecido los puntos de contacto y las diferencias con los episodios en los que Josefo pone en escena situaciones que podrían ser consideradas como participantes del tópico de la “muerte noble” (καλὸν θάνατον), incidiendo en el empleo de un lenguaje como mínimo ambiguo14. Finalmente, J. Price ha argumentado de manera muy convincente que estas arengas no pueden valorarse de manera aislada sino dentro del conjunto de las escasas intervenciones oratorias que Josefo introdujo en su historia de las Guerras Judías15. Su análisis del contenido temático de las escasas intervenciones oratorias insertadas en las Guerras Judías, el momento en el que se producen o los oradores que las pronuncian permiten enunciar varias ideas básicas. En primer lugar, la estrecha relación con otra exhortación pronunciada por el propio Josefo en Jotapata (BJ, 3.362-382) en contra de una solución similar (parece haber una contraposición de argumentos que no es casual) y que claramente supone el uso de la retórica para evitar un desenlace como el de Masada. El protagonismo del propio historiador en este episodio no puede pasarse por alto, ya que, como en otros muchos lugares de la obra, intenta presentarse como un modelo ante sus lectores. En segundo lugar, también hay que tener en cuenta los tres temas recurrentes que caracterizan a los discursos en esta obra. El primero que tanto Dios como la Fortuna están del lado de Roma y han abandonado a los judíos. El segundo es el realismo: no tiene sentido que los judíos sigan oponiéndose a lo que parece ser un destino imposible de evitar. El tercero es poner de manifiesto la culpabilidad de los que lideraron una guerra ruinosa contra Roma, al ser un enfrentamiento claramente condenado al fracaso. La influencia de estos tres factores ha de tenerse en cuenta a la hora de intentar comprender el sentido y finalidad de las arengas de Masada. Unas reflexiones de J. Price que, finalmente, coinciden con las conclusiones derivadas de una serie de estudios sobre la recepción contemporánea de la obra y los diferentes tipos de receptores a los que estaba destinada16. Los autores que han estudiado los posibles auditorios y la recepción de la obra defienden la idea de que las Guerras Judías se publicaron en un momento histórico en el que, dada la inestable situación política que se vivía en Roma, era conveniente evitar cualquier tipo de sospecha de simpatía con los líderes revolucionarios judíos17. Por lo tanto, dar la palabra al líder de los Sicarios en este momento cumbre de la guerra, poniendo en su boca dos arengas tan llamativas, debía obedecer a otros motivos distintos de mostrar a un personaje que pudiera ser considerado como modélico. Josefo, desde esta perspectiva, no podía correr el riesgo de dar una orientación positiva a un personaje tan problemático como Eleazar. Los motivos tenían que ser, por fuerza, otros muy diferentes.
¿Una crítica a los excesos de la retórica?
4Desde nuestro punto de vista, teniendo en cuenta el estado de la cuestión y profundizando en la decisiva interrelación entre retórica e historiografía que se dio en la época imperial, creemos que estas arengas han de ser interpretadas como un auténtico “tour de force” retórico en el que el historiador ha llevado al extremo una situación que contaba con antecedentes en el mundo grecolatino pero a la que se ha dado una visión personal. Consideramos que Josefo, al final del asedio de Masada, ofrece a sus lectores una escena llena de patetismo en la que Eleazar, al ver el próximo fin del asedio romano, pronuncia dos arengas que son un claro ejemplo de ejercicio de escuela18. Sólo así puede comprenderse cómo el historiador presenta a un orador que defiende un tema tan controvertido como intentar convencer a los soldados para que no sólo ellos se suiciden, sino para que también provoquen la muerte de sus mujeres e hijos. El historiador habría aprovechado la ocasión del último gran asedio de la campaña judía para llevar a cabo un auténtico ejercicio retórico en el que se desarrolla la argumentación que pretende convertir a unos luchadores en auténticos “amantes de la muerte” que, captados por la fuerza irracional de una oratoria exaltada, optaron por llevar a cabo una acción reprobable. Es cierto que hay episodios en la historiografía y en la épica histórica previa que son un antecedente de este proceder tanto desde un punto de vista oratorio como narrativo. Sólo habría que recordar, por una parte, el caso de la arenga de Vulteio en la Farsalia de Lucano donde se desarrolla el tópico del amor mortis19. Del mismo modo, por otra parte, vemos situaciones similares en el caso de suicidios colectivos como los de Sagunto o Numancia20. Incluso hay inevitables puntos de contacto con otros episodios que tienen que ver con el comportamiento noble de los bárbaros que prefieren morir antes que rendirse ante su enemigo romano y perder la libertad. Un ámbito en el que la historiografía romana ofrecía modelos como los de Boudicca o Calgaco, ejemplos de una muerte noble frente al poder romano21. Sin embargo, como ha destacado la crítica, el objetivo último de Josefo no es ofrecer una imagen positiva de los Sicarii y de Eleazar, ya que eso no sería coherente con el conjunto de la obra y tampoco cuadra con los pasajes previos y posteriores en los que critica claramente a estos personajes. La clave, desde luego, se encuentra en la llamativa concentración de elementos alusivos y propios de la labor más literaria del historiador. De este modo, la evidente influencia del Fedón en el primer discurso, los posibles modelos previos de muertes colectivas o la propia forma elegida para presentar el episodio tendrían que analizarse desde ese punto de vista. Además, hay que tener en cuenta que no se trata de un episodio narrativo en el que sólo tengamos la descripción del historiador, sino que Josefo ha optado por introducir dos de los más llamativos discursos de la obra. El historiador da por lo tanto voz a Eleazar, el principal causante del desenlace final, situándolo en el centro del episodio. Esta es una decisión que no puede pasarse por alto y que determina todo el contenido del pasaje.
5A la vista de todos estos factores, pensamos que el episodio de Masada le ha permitido a Josefo jugar con dos elementos historiográficos de alto valor alusivo que no han sido tenidos en cuenta hasta ahora por la crítica. Nos referimos tanto al recurso de un tópico relacionado con el asedio (la idea de “los asediadores asediados”) como a los tópicos argumentativos de la arenga militar. Ambos se llevan al extremo con un claro objetivo: mostrar las terribles consecuencias que podría llegar a tener el empleo de la persuasión retórica en un contexto como este en el que domina la desesperación de los defensores. Sospechamos que el episodio en su conjunto podría haber sido utilizado por Josefo para poner de manifiesto no sólo sus ideas sobre los hechos históricos relatados, sino también una crítica a los excesos de la retórica. Pasemos a ver los dos puntos principales de nuestra tesis.
6a) En primer lugar, creemos que es fundamental tener en cuenta el contexto en el que se sitúan las dos arengas objeto de estudio: el asedio de Masada. El historiador nos describe con detalle los preparativos y desarrollo del asedio hasta llegar al día previo al asalto a la fortaleza. Llegados a este punto, Josefo juega de manera implícita con el tópico de “los asediadores asediados” (µᾶλλον πολιορκούµενοι ἢ πολιορκοῦντες) para poner ante el lector con toda claridad una situación desesperada que será el desencadenante y justificación última de los discursos a los defensores judíos. Para ello, Josefo ha recurrido a un tópico relacionado con los asedios que, partiendo del modelo épico de la Ilíada de Homero, volvemos a encontrar en la historiografía grecolatina en múltiples ocasiones22. Un tópico que permite al narrador introducir un cambio radical en el desenlace de los hechos y cuyo incumplimiento, en el caso de Masada, sirve para poner de manifiesto de manera aún más evidente la desesperada situación de los asediados.
7En la Ilíada ocupa un lugar privilegiado la “thematic inversión” según la cual los griegos que asedian Troya se convierten en asediados a partir del canto 12. Según sostiene J. V. Morrison, “once the Greeks are under attack, the defense of their walls evokes images of a city under siege”23. En este contexto, son frecuentes las arengas en las que los oradores, tanto troyanos como griegos, exhortan a la lucha hasta la muerte con el objetivo de salvaguardar la vida de hijos, mujeres y padres. De hecho, el tema de la “muerte noble” del guerrero es el desarrollado tanto en las arengas de Hector (Il., 15.494-499):
ἀλλὰ µάχεσθ᾽ ἐπὶ νηυσὶν ἀολλέες: ὃς δέ κεν ὑµέων
βλήµενος ἠὲ τυπεὶς θάνατον καὶ πότµον ἐπίσπῃ
τεθνάτω: οὔ οἱ ἀεικὲς ἀµυνοµένῳ περὶ πάτρης
τεθνάµεν: ἀλλ᾽ ἄλοχός τε σόη καὶ παῖδες ὀπίσσω,
καὶ οἶκος καὶ κλῆρος ἀκήρατος, εἴ κεν Ἀχαιοὶ
οἴχωνται σὺν νηυσὶ φίλην ἐς πατρίδα γαῖαν.
“Pero, venga, formando una piña, luchad junto a las naves, y si alguno de vosotros herido resultara por un dardo o de cerca golpeado, y tras la muerte va y tras su destino, que muera; que no es indecoroso para él morir defendiendo a su patria; por el contrario, salva está su esposa y sus hijos lo están en adelante, y su casa y el patrimonio intactos, si los aqueos se van con sus naves hacia su tierra patria”,
8Como en las de Néstor (Il. 15.661-664):
ὦ φίλοι ἀνέρες ἔστε καὶ αἰδῶ θέσθ᾽ ἐνὶ θυµῷ
ἄλλων ἀνθρώπων, ἐπὶ δὲ µνήσασθε ἕκαστος
παίδων ἠδ᾽ ἀλόχων καὶ κτήσιος ἠδὲ τοκήων,
ἠµὲν ὅτεῳ ζώουσι καὶ ᾧ κατατεθνήκασι.
“Amigos, sed varones y en el alma armaos de sentimiento de vergüenza ante los demás hombres, y además acordaos cada uno de vuestros hijos y vuestras esposas y vuestra hacienda y de vuestros padres, tanto aquel que aún los tiene vivos como aquél otro al que se le han muerto”.
9Los historiadores grecolatinos (comenzando por Tucídides) sacaron un amplio partido de la situación en la que un ejército que ha ido a conquistar un territorio (se trate este de Troya, de la isla de Sicilia o el territorio de los Dálmatas) se acaba encontrando en una apurada situación que supone un cambio de fortuna crucial para los contendientes en beneficio de los asediados. Tucídides, de hecho, destaca sobre todo lo que significa el cambio de fortuna que convierte a los asediadores en asediados en varios momentos clave. El primer caso, en el bloqueo de la isla de Esfactería, en la que los atenienses que asedian a los espartanos ven cómo cambia la situación por culpa de la dificultad del terreno (Thuc. 4.29.2: οἱ γὰρ στρατιῶται κακοπαθοῦντες τοῦ χωρίου τῇ ἀπορίᾳ καὶ µᾶλλον πολιορκούµενοι ἢ πολιορκοῦντες...). El segundo caso, lo señala Nicias en su carta a la asamblea ateniense (Thuc. 7.11-15), al relatar las consecuencias del ataque de Gilipo contra el muro que rodea Siracusa (Thuc. 7.11.4: ξυµβέβηκέ τε πολιορκεῖν δοκοῦντας ἡµᾶς ἄλλους αὐτοὺς µᾶλλον, ὅσα γεκατὰ γῆν, τοῦτο πάσχειν·, “Nos ha sucedido que mientras creíamos sitiar a otros, somos nosotros los que sufrimos más bien esto, al menos por tierra”)24. Finalmente, Tucídides compara la situación en la que se encuentran las fuerzas expedicionarias atenienses tras la derrota en la Batalla de la Bahía de Siracusa a la de una ciudad asediada (Thuc. 7.75.5: οὐδὲν γὰρ ἄλλο ἢ πόλει ἐκπεπολιορκηµένῃ ἐῴκεσαν ὑποφευγούσῃ, καὶ ταύτῃ οὐ σµικρᾷ...). Esta imagen la encontramos con frecuencia en la historiografía posterior25. Esta imagen de cambio de fortuna que convierte a asediadores en asediados es algo que permite conectar escenas, en principio tan alejadas, como la apurada lucha de los aqueos cuando ante los muros de Troya ven sus naves incendiadas (cantos 15 y 16), la situación terrible en la que queda la expedición ateniense en Sicilia tras la batalla de la Bahía de Siracusa o (en un ámbito histórico totalmente alejado) los apuros que Tiberio y el cuerpo expedicionario romano han de pasar frente a la dura resistencia de los Dálmatas en tiempos de Augusto (C.D. 56.12). Un tópico que, además, implica el empleo de un auténtico “cliché” formal (µᾶλλον πολιορκούµενοι ἢ πολιορκοῦντες) que no podía pasar desapercibido para sus lectores.
10Pues bien, hemos comprobado que Flavio Josefo conoce y hace referencia a esta situación de “thematic inversion” que convierte a sitiadores en sitiados a lo largo de sus escritos. De hecho, lo encontramos en sus dos grandes obras históricas. En AJ, 17.293, emplea esta expresión cuando el pueblo de Jerusalén, ante la llegada de Varo, se justifica ante el general romano diciendo que “habían estado sitiados junto con los romanos más que sitiando ellos a los últimos” (συµπολιορκηθέντες Ῥωµαίοις µᾶλλον ἢ πολιορκεῖν προθυµίαν σχόντες). Y en BJ, 5.486, cuando Tito reprocha a sus soldados que, en el asedio de Jerusalén, a pesar de que eran dueños de las murallas enemigas (εἰ κρατοῦντες τῶν πολεµίων τειχῶν), ellos ponían en peligro sus propias fortificaciones y “soportan la situación de personas asediadas” (πολιορκουµένων ὑποµένουσιν αὐτοὶ τύχην) a causa de la destrucción de los terraplenes que estaban construyendo. Tito, de este modo, construye un reproche basándose en el tópico: un cambio de fortuna provoca que los soldados romanos acaben pareciendo más sitiados que sitiadores.
11Tenemos la hipótesis de que Josefo está jugando con este tópico en el caso de Masada, utilizándolo como excusa para explicar la desesperación de los defensores que no consiguen que se produzca un cambio radical en la situación que pudiera ofrecerles una escapatoria. De hecho, toda la descripción del episodio parece estar jugando con esta posibilidad. Josefo nos cuenta que los defensores judíos llegan a pensar que puede producirse un cambio decisivo en el asedio cuando el viento del norte, que soplaba en dirección contraria a la de los asediadores, llevó el fuego lanzado por los romanos contra la muralla de madera de Masada hacia sus propias máquinas de asedio, que corrieron el riesgo de verse destruidas26. En ese momento, como señala Josefo (BJ, 7.317), “los romanos estaban al borde de la desesperación por el hecho de que tenían la idea de que sus máquinas iban a arder en el incendio” (τοῖς Ῥωµαίοις φοβερὸς ἦν, ἄνωθεν γὰρ ἀποστρέφων ἐπ᾽ ἐκείνους ἤλαυνε τὴν φλόγα, καὶ σχεδὸν ἤδη τῶν µηχανηµάτων ὡς συµφλεγησοµένων ἀπέγνωσαν).
12Sin embargo, este cambio crucial (que podría ser la salvación de los asediados) no se produce finalmente y es presentado por el historiador como un signo evidente de que los romanos cuentan con el apoyo divino y que a los defensores no les queda ningún tipo de esperanza (BJ, 7.318-319):
ἔπειτα δ᾽ αἰφνίδιον νότος µεταβαλὼν καθάπερ ἐκ δαιµονίου προνοίας καὶ πολὺς ἐναντίον πνεύσας τῷ τείχει φέρων αὐτὴν προσέβαλε, καὶ πᾶν ἤδη διὰ βάθους ἐφλέγετο. [319] Ῥωµαῖοι µὲν οὖν τῇ παρὰ τοῦ θεοῦ συµµαχίᾳ κεχρηµένοι χαίροντες εἰς τὸ στρατόπεδον ἀπηλλάττοντο µεθ᾽ ἡµέραν ἐπιχειρεῖν τοῖς πολεµίοις διεγνωκότες καὶ τὰς φυλακὰς νύκτωρ ἐπιµελεστέρας ἐποιήσαντο, µή τινες αὐτῶν λάθωσιν ἀποδράντες.
“Sin embargo, luego el viento cambió de repente de dirección, como si fuera obra de la Providencia divina, y sopló con intensidad en sentido opuesto y llevó contra el muro las llamas, y así prendió en toda su extensión. En consecuencia, los romanos, asistidos por la ayuda de Dios, se retiraron satisfechos al campamento. Decidieron atacar al día siguiente a los enemigos y esa misma noche pusieron más cuidado en las guardias, para que ninguno de ellos huyera sin ser visto”.
13De manera coherente con estas observaciones del historiador, en el engarce inicial del primer discurso (BJ, 7.320-322) se dan las claves que condicionan inevitablemente la interpretación que Josefo considera que han de tener los receptores de estas arengas: al ver lo sucedido con el muro – claramente Josefo presenta esta circunstancia como el elemento desencadenante de lo que va a suceder a continuación: BJ, 7.321: “cuando vio que el muro había sido devastado por el fuego, no pensó en ninguna otra forma de salvación (σωτηρίας) ni de heroísmo (ἀλκῆς)” –, le queda claro que no hay esperanza de salvación y, visualizando en su mente (ὑπ᾽ ὀφθαλµοὺς αὑτῷ τιθέµενος) lo que los romanos le harían a sus hijos y mujeres si vencen, “tomó la decisión de que todos debían morir” (θάνατον κατὰ πάντων ἐβουλεύσατο), “al considerarlo como lo mejor a la vista de las circunstancia presentes” (κρίνας ἐκ τῶν παρόντων ἄριστον)27.
14Las arengas que entonces siguen se centran en desarrollar el tema de la muerte como algo que el líder, en su fuero interno, ha decidido como “lo mejor” para sus soldados en ese contexto. Nos encontramos así ante un personaje que pretende convencer a las tropas de la conveniencia de llevar a la práctica (ἐπὶ τὴν πρᾶξιν) una idea claramente discutible y difícil de defender. De hecho, mientras que lo normal en estos casos es que la muerte que es exhortada es la que tiene que ver con la “bella muerte” que salvaguarda a mujeres, hijos y padres (como podemos comprobar en las arengas de Héctor o de Néstor en el canto 15 de Ilíada), en el caso de Eleazar la exhortación tiene como objetivo conseguir el asesinato de esas mismas mujeres e hijos. Desde nuestro punto de vista, estaríamos ante un claro proceso de inversión de un tópico: ante la constatación física (ὁρῶν) e intectual (ἐπινοῶν) de que no hay esperanza de que cambie la situación y de que los asediadores acaben asediados, no cabe discurso de salvación y el orador ha de convencer de la conveniencia de la más difícil de las opciones. Desde nuestro punto de vista, está claro que Josefo está presentando un proceso de persuasión que podría ser definido como un auténtico “tour de force”: para evitar los terribles sufrimientos que la derrota acarrearía, convirtiendo a Masada en una urbs capta, la única opción es la autoinmolación28.
15b) En segundo lugar, Josefo pasa a introducir las dos arengas a favor de la muerte. Hay que destacar que son dos discursos muy distintos y que tienen además diferentes resultados. Es como si el historiador nos ofreciese un episodio de marcado carácter retórico en el que, ante una situación extrema, se muestran dos posibilidades argumentativas y sus efectos sobre un auditorio que, no por casualidad, es descrito como formado por “los más valerosos de los compañeros” (7.322: τοὺς ἀνδρωδεστάτους τῶν ἑταίρων), con lo que está claro que el objetivo no es infundir un valor que ya se les presupone sino convencerles de que opten por una muy controvertida opción. La primera arenga es la que aproxima más al personaje de Eleazar al modelo historiográfico del “noble bárbaro” y tiene como objetivo que los sicarios elijan la muerte en lugar de la esclavitud. La muerte se presenta como una manera de ser libres frente a Roma29. Sin embargo, frente a lo que nos cuentan otros historiadores ante situaciones similares, este discurso no tiene el éxito que Eleazar esperaba y no consigue convencer a la totalidad del auditorio a pesar de estar compuesto por los más valerosos de los combatientes. Josefo lo deja claro en el engarce final (BJ, 7.337-338)30:
Ταῦτα Ἐλεάζαρος ἔλεγεν. οὐ µὴν κατ᾽ αὐτὸ ταῖς γνώµαις προσέπιπτε τῶν παρόντων, ἀλλ᾽ οἱ µὲν ἔσπευδον ὑπακούειν καὶ µόνον οὐχ ἡδονῆς ἐνεπίµπλαντο καλὸν εἶναι τὸν θάνατον νοµίζοντες, [338] τοὺς δ᾽ αὐτῶν µαλακωτέρους γυναικῶν καὶ γενεᾶς οἶκτος εἰσῄει, πάντως δὲ καὶ τῆς ἑαυτῶν προδήλου τελευτῆς εἰς ἀλλήλους ἀποβλέποντες τοῖς δακρύοις τὸ µὴ βουλόµενον τῆς γνώµης ἐσήµαινον.
“Estas fueron las palabras de Eleazar, que, sin embargo, no afectaron por igual al ánimo de todos los presentes. Unos estaban decididos a obedecer y estaban casi henchidos de placer considerando como gloriosa la muerte. Otros, en cambio, más blandos, se apiadaron de las mujeres, de los hijos y, sobre todo, de su propia e inexorable muerte; mirándose unos a otros con lágrimas pusieron de manifiesto que no estaban de acuerdo con esta decisión”.
16La descripción de las consecuencias del primer discurso, dejando claro que se trata de un momento decisivo, determina el engarce introductorio de la segunda arenga (BJ, 7.339-340): ante el temor de que los lamentos y súplicas de los débiles de espíritu frente a la magnitud de la hazaña (πρὸς τὸ µέγεθος τοῦ βουλεύµατος τὰς ψυχὰς ὑποκλωµένους ἔδεισε) ablandasen a los ya convencidos, Eleazar “dándose valor a sí mismo y lleno de una gran audacia” (αὑτὸν ἐπεγείρας καὶ πολλοῦ λήµατος πλήρης γενόµενος), “habló con palabras aún más brillantes” (λαµπροτέροις ἐνεχείρει λόγοις) y “con gran indignación clavó la mirada fijamente en los que lloraban” (µέγα τε σχετλιάσας καὶ τοῖς δακρύουσιν ἀτενὲς ἐµβλέψας), pasando a pronunciar una segunda arenga “sobre la inmortalidad del alma”. A pesar de que una parte del discurso trata de este tema, hay que destacar que el engarce no nos presenta a un personaje con los rasgos de un filósofo que habla sobre la inmortalidad del alma sino con la determinación de un rétor que ha de convencer a toda costa a su auditorio de que tome la terrible decisión de inmolar a lo suyos. Esto es un factor clave, ya que, en cierto modo, desde nuestro punto de vista, la importancia de esta segunda arenga no radica en el elemento filosófico que más ha llamado la atención de la crítica (“las brillantes palabras sobre la inmortalidad del alma” de las que habla en el engarce inicial) y que supone una profundización en algunos de los argumentos ya empleados en la primera. En esencia, lo que defiende es que la muerte supondrá la libertad de sus almas. Los paralelos platónicos ya fueron destacado por W. Morel31. M. Luz, sin embargo, considera que Josefo está usando tópicos que se pueden encontrar “in the general Hellenistic discussions of death, especially in the consolation-literature”32. Entre ellos se destacan dos temas: el suicidio es aceptable desde el punto de vista de la divinidad y el tema consolatorio de que la muerte es el mayor bien y la vida un desastre.
17Con todo, la clave retórica se encuentra en la segunda (y claramente más efectiva) parte del discurso que es un ejemplo perfecto de cómo darle una nueva utilidad al tópico argumentativo de las terribles consecuencias de una derrota: lo ἐκβησόµενον. Con respecto al empleo de los tópicos de la arenga, J. Albertus ya demostró en 1908 que la παραίνεσις historiográfica implicaba la combinación de dos líneas argumentativas de distinta naturaleza. Una de tipo explicativo, la διδαχή, que tiene como finalidad ofrecer un cuadro claro y convincente de la situación ante la que se enfrentan las tropas y de la estrategia que ha de ser empleada para vencer al enemigo, recordando comportamientos previos que pueden resultar útiles en el presente. Otra de carácter plenamente exhortativo, la παρακέλευσις, que tiene como objetivo proporcionar argumentos para enardecer a los combatientes, animándoles a emular a sus ancestros y a preferir la “bella muerte” (καλὸν θάνατον). Cada una de estas líneas desarrolla una serie de topoi denominados por la retórica como τελικὰ κεφάλαια o capitula finalia33. Con este término, atestiguado a partir de la época imperial, los rétores aluden a una serie de “encabezamientos” que conciernen a la finalidad (τέλος) de los actos, lo que, en principio, permitiría evaluar si una acción propuesta está bien fundada o no. Se destacan cuatro núcleos argumentativos: el orador que exhorta ha de demostrar que la acción que recomienda llevar a cabo es justa (δίκαιον) de acuerdo a la divinidad, útil (συµφέρον) en cuanto que responde a unos intereses y evita unas consecuencias, posible (δύνατον) y honorable (ἔνδοξον), mientras que el que disuade ha de argumentar lo contrario. Los dos primeros son más frecuentes en la parte explicativa de la arenga, mientras que los dos segundos suelen sustentar las argumentaciones más propiamente parenéticas. La retórica también tiene en cuenta un quinto tópico, frecuente en la historiografía imperial, que tiene en cuenta las terribles consecuencias de la derrota (ἐκβησόµενον)34. En las arengas en las que se emplea este tópico el orador incide en el terrible destino que aguarda a los familiares de los vencidos. Introduce un elemento emotivo como medio de conseguir el enardecimiento de los hombres en situaciones extremas que fue especialmente valorado en la historiografía de época helenística e imperial, hasta el punto de que, en plena Segunda Sofística, el rétor Lesbonacte dedicó una parte considerable de su segundo discurso (2.3-8) a comparar el destino que aguarda a los familiares de los cobardes y el que acompaña a los valientes35. Un tópico que también encontramos en otros géneros como la épica tardía.
18La clave en el caso de Josefo es que esta segunda arenga nos ofrece un destacado ejemplo de cómo este tópico se reconvierte en el medio efectivo que consigue finalmente inducir no sólo al suicidio de los hombres (un tópico ya desarrollado por otros autores), sino sobre todo para inducirles el “deseo” de llevar a cabo la inmolación (ἔρως σφαγῆς) de sus mujeres e hijos. Este procedimiento retórico es lo que consigue que los hombres se convenzan definitivamente de la conveniencia de cometer este crimen que llega a ser admitido como algo aceptable por los oyentes ante las terribles consecuencias que devendrían de la simple supervivencia. Pero esto no ha de interpretarse como un supremo sacrificio por parte de los Sicarii, sino que Josefo claramente lo observa como algo negativo. Lo realmente significativo es el modo en que Josefo insiste en el efecto del éxito de esta segunda alocución sobre los asediados: los judíos interrumpen al orador, llenos de un desenfrenado ardor (ἀνεπισχέτου τινὸς ὁρµῆς πεπληρωµένοι), poseídos por un espíritu divino (δαιµονῶντες)36, por el enorme “deseo de la inmolación” (σφαγῆς ἔρως) de sus mujeres, de sus hijos y de sí mismos que “fue inspirado” (ἐνέπεσεν) a los asediados:
Ἔτι βουλόµενον αὐτὸν παρακαλεῖν πάντες ὑπετέµνοντο καὶ πρὸς τὴν πρᾶξιν ἠπείγοντο ἀνεπισχέτου τινὸς ὁρµῆς πεπληρωµένοι, καὶ δαιµονῶντες ἀπῄεσαν ἄλλος πρὸ ἄλλου φθάσαι γλιχόµενος καὶ ταύτην ἐπίδειξιν εἶναι τῆς ἀνδρείας καὶ τῆς εὐβουλίας νοµίζοντες, τὸ µή τις ἐν ὑστάτοις γενόµενος ὀφθῆναι. τοσοῦτος αὐτοῖς γυναικῶν καὶ παιδίων καὶ τῆς αὑτῶν σφαγῆς ἔρως ἐνέπεσεν.
“Aunque él deseaba seguir con su arenga (παρακαλεῖν), todos le interrumpieron y estaban ansiosos por poner en práctica la acción, llenos de un desenfrenado ardor y poseídos por un espíritu divino se alejaron de allí con el deseo de adelantarse unos a otros, pues consideraban que era una demostración de su valentía y de su buen juicio el no aparecer entre los últimos. Tan grande deseo se inspiró en ellos de matar a sus mujeres a sus hijos y a si mismos!”.
19El conjunto de elementos de tipo irracional que afecta al auditorio es realmente llamativo y muestran con toda claridad la desesperación de unos soldados con la voluntad arrebatada por la fuerza de la retórica exhortativa empleada.
20Finalmente, podría aducirse en este caso que el historiador ha elaborado estas arengas de acuerdo a la ley no escrita de lo πρέπον: ante la falta total de esperanza de una solución al asedio y ante las terribles consecuencias a manos de los vencedores, lo apropiado sería pronunciar estas palabras en favor del suicidio. En cierto modo, este es el argumento empleados, por quienes establecen una comparación con otros episodios similares de la historiografía grecolatina. Sin embargo, en esos episodios hay un hecho muy significativo: los historiadores no llegan a mostrar con total claridad el proceso que ha llevado a los defensores a adoptar una decisión tan extrema. Además, la comparación con lo que sucede en episodios previos sucedidos a lo largo de la obra histórica de Josefo pone de manifiesto que esto no es así. De hecho, sólo habría que observar lo defendido por el propio Josefo en una ocasión previa en la que también, como señala expresamente el historiador, se había perdido toda esperanza. Una situación que, de manera radicalmente distinta, le lleva a animar a los soldados del siguiente modo (BJ, 3.204):
νῦν καιρός, εἰπών, ἄρχεσθαι µάχης, ὅτ᾽ ἐλπὶς οὐκ ἔστι σωτηρίας: καλὸν εὔκλειαν ἀντικαταλλαξάµενον τοῦ βίου καὶ δράσαντά τι γενναῖον εἰς µνήµην ὀψιγενῶν πεσεῖν.
“Ahora, dijo, es el momento de comenzar a luchar, cuando no hay esperanza de salvación. Es hermoso perder la vida a cambio de obtener fama y morir por haber realizado hazañas valerosas para ser recordado por la posteridad”.
21Pero, sobre todo, hay que contraponer este discurso al pronunciado en Jotapata (BJ, 3.262-282), que en palabras del historiador es un modelo que se contrapone directamente a lo dicho en Masada, ya que es presentado por el propio historiador en el engarce final del discurso como una ἀποτροπὴν τῆς αὐτοχειρίας37. Sólo hay que prestar atención a las ideas iniciales del discurso centradas en el concepto de la “hermosa muerte”:
– καλὸν ἐν πολέµῳ θνήσκειν, ἀλλὰ πολέµου νόµῳ, τουτέστιν ὑπὸ τῶν κρατούντων (BJ, 3.363)
”Es hermoso morir en la guerra, pero según lo mandan las leyes militares, es decir, a manos de los vencedores”.
– καλὸν γὰρ ὑπὲρ τῆς ἐλευθερίας ἀποθνήσκειν: φηµὶ κἀγώ, µαχοµένους µέντοι, καὶ ὑπὸ τῶν ἀφαιρουµένων αὐτήν. (BJ, 3.365)
“Es hermoso morir por la libertad, yo también opino lo mismo, aunque, eso sí, cuando luchamos y cuando morimos a manos de los que nos la quitan”.
– γενναῖον γὰρ ἀνελεῖν ἑαυτόν, φήσει τις. οὐ µὲν οὖν, ἀλλ᾽ ἀγενέστατον, ὡς ἔγωγε καὶ κυβερνήτην ἡγοῦµαι δειλότατον, ὅστις χειµῶνα δεδοικὼς πρὸ τῆς θυέλλης ἐβάπτισεν ἑκὼν τὸ σκάφος. [369] ἀλλὰ µὴν ἡ αὐτοχειρία καὶ τῆς κοινῆς ἁπάντων ζῴων φύσεως ἀλλότριον καὶ πρὸς τὸν κτίσαντα θεὸν ἡµᾶς ἐστιν ἀσέβεια. (BJ, 3.368-369)
“Otro dirá que lo noble es matarse a sí mismo. No es así, sino que es lo más innoble de todo. De igual forma yo, por mi parte, considero que el piloto más cobarde es aquel que por temor a la tempestad hunde voluntariamente su barco antes de la tormenta. Pero el suicidio es contrario a la naturaleza de todo el conjunto de los seres vivos y es un acto de impiedad contra Dios, que es nuestro creador”.
22A la vista de los argumentos empleados por el propio Josefo previamente, creemos que está claro que estos razonamientos son los que se ajustan a lo prépon de una situación desesperada incluso aunque no consiguieran convencer a los soldados que se encontraban con él, la mayoría de los cuales acaba suicidándose antes de caer en manos de los romanos. Lo curioso es que, desde la perspectiva de Josefo, los argumentos que se emplean en Masada no podrían ser considerados como los más convenientes. Es más, suponen el ejemplo justamente contrario. Su éxito, por lo tanto, creemos que ha de ser interpretado como una crítica a los excesos de una retórica que lleva a los hombres a tomar una decisión claramente equivocada.
23El conjunto de elementos de tipo irracional que afecta al auditorio a lo largo del episodio del asedio de Masada es realmente llamativo y lo distingue de los episodios similares presentes en la historiografía grecolatina previa. Gracias a su empleo, el autor muestra con toda claridad la desesperación de unos soldados con la voluntad arrebatada por la fuerza de la retórica exhortativa empleada. Josefo ha cuidado la descripción escénica con el objetivo de poner ante los ojos de los lectores una “imagen” claramente patética. La falta de esperanza de salvación les ha llevado a acogerse a una resolución terrible y desesperada a la que ha contribuido en gran medida el empleo, llevado al extremo, de los recursos argumentativos de la retórica militar. Es como si Flavio Josefo hubiera empleado la batería de recursos retóricos que tenía a su disposición para construir una escena en la que pone ante los ojos de los lectores los peligros de una retórica mal empleada. Su éxito, por lo tanto, tiene que ser interpretado como una crítica a los excesos propios de una situación irracional, que impide llevar a cabo una reflexión racional sobre la situación y en la que un orador consigue convencer a los hombres de poner en práctica aquello que va contra las leyes humanas y divinas y, en definitiva, es capaz de inspirar un ἔρως σφαγῆς tan desmedido como reprobable.
Notes de bas de page
1 Proyecto FFI2015-64765-P y en el Grupo de Investigación “Arenga” (HUM-023) de la UEX.
2 Sobre el asedio de Masada, el testimonio arqueológico y el relato histórico cf. Yadin 1966; Atkinson 2006.
3 Cf. Loraux 1982; Sordi 1990.
4 Cf. Carmona 2012 sobre el portaestandarte; van Hooff 1990, 126-129 sobre la deuotio.
5 Sobre el tema del suicidio en la Antigüedad cf. Grisé 1982; van Hooff 1990; Hill 2004.
6 Cf. las posturas contrapuestas de Cohen 1982, a favor, y Ben-Yehuda 1995; 2002, en contra.
7 El episodio figura como ejemplo de muerte noble en la antología editada por Van Henten & Avemarie 2002, 83-87.
8 Cf. Vidal-Naquet 1996b.
9 Cf. Ladouceur 1980; 1987; Luz 1982; Newell 1989; Wiater 2010.
10 Sobre el público de Josefo cf. Troiani 1986; Barclay 2005; Mason 2005a; 2005b. Sobre el método historiográfico de Josefo cf. Villalba 1986; Chapman & Rodgers 2016.
11 Cf. Morel 1926; Luz 1982.
12 Cf. Ladouceur 1980; 1987.
13 Cf. Newell 1989; Wiater 2010.
14 Cf. Van Henten 2006.
15 Cf. Price 2007. Sobre la retórica en Josefo cf. Runnals 1997.
16 Cf. Price 2007; Barclay 2005; Mason 2005a; 2005b.
17 Cf. Price 2007, 10: “given the dangerous situation after the war, better to avoid direct quotation of any revolutionary rhetoric, let anyone still harbouring rebellious intentions read it out of context as a manifesto against Rome”.
18 Cf. Parente 2005 sobre la idea de historiografía patética en Josefo.
19 Cf. Eldred 2002; Edwards 2007, 38-44.
20 Cf. los puntos de contacto analizados por Ladouceur 1980; 1987; Luz 1982; Newell 1989; Wiater 2010.
21 Cf. Rutherford 2010; Adler 2011.
22 Cf. Morrison 1994b.
23 Cf. Morrison 1994b, 214.
24 Cf. Luginbill 2015.
25 Así lo vemos en Pol. 1.18.10: ἐξ οὗ συνέβη τοὺς Ῥωµαίους ἐπ’ ἴσου πολιορκεῖν καὶ πολιορκεῖσθαι τοῖς πράγµασιν; 1.84.1: Τοῖς δὲ περὶ τὸν Μάθω καὶ Σπένδιον οὐχ ἧττον πολιορκεῖσθαι συνέβαινεν ἢ πολιορκεῖν; Diod. 25.55: ∆ιὸ καὶ τοῖς ἀποστάταις οὐχ ἧττον πολιορκεῖσθαι συνέβαινεν ἢ πολιορκεῖν; C.D. 40.34: ὥστε πολιορκεῖν τὴν πόλιν τοὺς Ῥωµαίους δοκοῦντας, τὰ τῶν πολιορκουµένων πάσχειν; 56.12.4: ὥστε τὸν Τιβέριον, πολιορκεῖν σφας δοκοῦντα, αὐτὸν τὰ τῶν πολιορκουµένων πάσχειν.
26 Una situación que vemos frecuentemente descrita en la historiografía grecolatina. Por ejemplo en el asedio de Bruto a la ciudad de Janto (C.D. 47.34) o en el asedio de Metulo (C.D. 49.35; App., Ill., 10.19-21).
27 Cf. BJ, 7.321-322: ὁρῶν δὲ τὸ µὲν τεῖχος ὑπὸ τοῦ πυρὸς ἀναλούµενον, ἄλλον δὲ οὐδένα σωτηρίας τρόπον οὐδ᾽ ἀλκῆς ἐπινοῶν, ἃ δὲ ἔµελλον Ῥωµαῖοι δράσειν αὐτοὺς καὶ τέκνα καὶ γυναῖκας [αὐτῶν], εἰ κρατήσειαν, ὑπ᾽ ὀφθαλµοὺς αὑτῷ τιθέµενος, θάνατον κατὰ πάντων ἐβουλεύσατο. καὶ τοῦτο κρίνας ἐκ τῶν παρόντων ἄριστον, τοὺς ἀνδρωδεστάτους τῶν ἑταίρων συναγαγὼν τοιούτοις ἐπὶ τὴν πρᾶξιν λόγοις παρεκάλει.
28 Sobre el tópico de la urbs capta cf. Paul 1982.
29 Cf. Rutherford 2010; Adler 2011 con respecto a la retórica anti-imperialista que encontramos en los discursos de líderes bárbaros como Calgaco en el Agrícola de Tácito.
30 Sobre las funciones de los engarces narrativos de los discursos en la historiografía antigua cf, Iglesias-Zoido 2006.
31 Cf. Morel 1926.
32 Cf. Luz 1983, 30.
33 Cf. Albertus 1908, 51-93.
34 Cf. Albertus 1908, 91-93.
35 Iglesias-Zoido 2008.
36 Juega un papel clave la manía (vista como algo claramente negativo). BJ, 6.328; Vit., 19. Cf. Eckstein 1990 como un reflejo de Polibio en la obra de Josefo.
37 Cf. BJ, 3.383: Ὁ µὲν οὖν Ἰώσηπος πολλὰ τοιαῦτα πρὸς ἀποτροπὴν τῆς αὐτοχειρίας ἔλεγεν. Sobre este discurso cf. Newell 1989; Wiater 2010.
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